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UNIVERSIDAD ANDINA

“NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ”

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS


ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

CONVENCIÓN INTERNACIONAL PARA LA PROTECCIÓN DE

TODAS LAS PERSONAS CONTRA LAS DESAPARICIONES

FORZADAS

CURSO:

TRATADOS Y CONVENCIONES INTERNACIONALES

DOCENTE:

Mgrt. SOFIA CANSAYA RAMOS

INTEGRANTES POR:

ALDAIR CHIPANA YAMPARA


HELVIA JUDITH LLAVILLA CCARI
YAQUIRA LISBETH AQUISE APAZA
HUGO COYLA

SEMESTRE:
III “C”
JULIACA - PERÚ

2018
ii

DEDICATORIA

Este trabajo se lo dedicamos a Dios quién supo


guiarnos por el buen camino.

Para nuestros padres por su apoyo, consejos,


comprensión, amor, ayuda en los momentos
difíciles, y por ayudarnos con los recursos
necesarios para estudiar y ser profesionales del
mañana.
iii

AGRADECIMIENTO

A la Universidad Andina Néstor


Cáceres Velásquez Juliaca, por darme
la oportunidad de ampliar mis
conocimientos pedagógicos.

A mis maestros por inculcarme el


espíritu de enseñar en beneficio de los
niños.
iv

PRESENTACIÓN

En las últimas dos décadas surgió una tendencia en los ámbitos nacional
e internacional por ampliar y profundizar los derechos humanos, no sólo en
cuanto a su alcance, sino también en el impacto social, político y jurídico; sin
embargo, aún falta mucho trabajo por hacer para que la población conozca sus
derechos, así como la vía jurídica para su ejercicio.

En este contexto podemos ubicar la presente obra, que busca dar un


esbozo general de lo que es el Sistema de Naciones Unidas, con especial
atención a los tratados y los órganos de tratados que lo integran y le permiten
erigirse en un instrumento eficaz para la protección de los derechos humanos
en el ámbito internacional.

.
v

ÍNDICE
PORTADA.........................................................................................................I

DEDICATORIA..................................................................................................II

AGRADECIMIENTO..................................................................................................................III

PRESENTACIÓN..............................................................................................iv

ÍNDICE..............................................................................................................v

INTRODUCCIÓN..............................................................................................vi

CONVENCIÓN INTERNACIONAL PARA LA PROTECCIÓN DE TODAS LAS


PERSONAS CONTRA LAS DESAPARICIONES FORZADAS

1. Definición.....................................................................................................1

2. Historia.........................................................................................................1

3. Mandatos y funciones................................................................................2

4. Responsabilidades de los estados partes...............................................3

5. La convención internacional para la protección de todas las personas


contra las desapariciones forzadas. un gran paso hacia una mayor
protección en la lucha contra este fenómeno.............................................5

6. Orígenes, evolución y primeras reacciones institucionales..................6

7. La desaparición forzada de personas y el sistema interamericano de


derechos humanos.........................................................................................8

8. La convención internacional para la protección de todas las personas


contra las desapariciones forzadas..............................................................11

9. La definición y tipificación del delito de desaparición forzada de


personas..........................................................................................................12

10. Análisis de las disposiciones más relevantes.....................................13

CONCLUSIONES.............................................................................................24

FUENTES DE INFORMACIÓN........................................................................30

ANEXOS...........................................................................................................31
vi

INTRODUCCIÓN

La desaparición forzada de personas es una de las violaciones a


derechos humanos que mayor atención han atraído en el derecho internacional
en los últimos 30 años, debido a las nefastas consecuencias que ocasiona a
las víctimas y sus fa miliares, en especial cuando es una práctica sistemática.
Al respecto, no cabe duda que en torno al tema se han desarrollado complejos
procesos de creación de normas e instituciones que han tenido como fin, desde
hace varios lustros, explicar este fenómeno, que ha estado presente en nuestro
continente desde larga data.

Así, la dinámica del derecho internacional de los derechos humanos ha


llevado a que por medio de la interacción entre los sistemas de derechos
humanos de Naciones Unidas (llamado comúnmente “universal”) y el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos, se haya construido en un tiempo
relativamente corto todo un nuevo paradigma jurídico en torno a esta
problemática, que incluso ha llegado a impactar la forma de concebir al
derecho penal en los niveles nacional e internacional.

Un paso decisivo dentro de estos procesos normativos ha sido la


reciente adopción, por parte de la Asamblea General de la ONU, de la
Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las
Desapariciones Forzadas. En el presente trabajo se intentarán destacar los
aspectos más importantes de este nuevo instrumento internacional.

La persona que lea esta investigación se encontrará con la particularidad


de que la mayoría de los contenidos se encuentran fundamentados,
principalmente, en la interpretación y el desarrollo que la Corte Interamericana
de Derechos Humanos ha hecho de diversas disposiciones y tratados
relacionados con la desaparición forzada de personas.
1

CONVENCIÓN INTERNACIONAL PARA LA PROTECCIÓN DE TODAS LAS


PERSONAS CONTRA LAS DESAPARICIONES FORZADAS

1. DEFINICIÓN

La desaparición forzada se entenderá por “el arresto, la detención, el


secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra de
agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la
autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a
reconocer dicha privación de libertad o del ocultamiento de la suerte o el
paradero de la persona desaparecida, sustrayéndola a la protección de la ley”.
(Artículo 2 de la Convención).

La práctica generalizada o sistemática de la desaparición forzada


constituye un crimen de lesa humanidad tal como está definido en el derecho
internacional aplicable (Estatuto de Roma) y entraña las consecuencias
previstas. (Artículo 5 de la Convención). Se considera víctima de una
desaparición forzada tanto a “la persona desaparecida” como a “toda persona
física que haya sufrido un perjuicio directo como consecuencia de una
desaparición forzada”.

En base a lo cual, se reconoce el derecho de los familiares de “conocer


la verdad sobre las circunstancias de la desaparición forzada, la evolución y
resultados de la investigación y la suerte de la persona desaparecida”.
(Párrafos 1 y 2, artículo 24 de la Convención). La desaparición forzada es una
violación que se prohíbe en todo momento. Ni la guerra, ni un estado de
excepción, ni razones imperativas de seguridad nacional, inestabilidad política
o emergencia pública pueden justificar las desapariciones forzadas. (Párrafo 2,
artículo 1 de la Convención).(Naciones Unidas. Derechos Humanos, 2017)

2. HISTORIA

La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración


sobre la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas
el 18 de diciembre de 1992. La Asamblea General adoptó, el 20 de diciembre
2

de 2006, la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas


Contra las Desapariciones Forzadas. El 6 de febrero de 2007 se abrió a firma
esta Convención y hasta la fecha más de 83 Estados ya la han suscrito. De
ellos, 19 ya la han ratificado. La Convención entrará en vigor luego de que 20
países la ratifiquen. En América del Sur, a agosto de 2010, la Convención ha
sido ratificada por Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay.
(Naciones Unidas. Derechos Humanos, 2017)

3. MANDATOS Y FUNCIONES

Comité contra las Desapariciones Forzadas Como en el caso de otras


convenciones internacionales, esta Convención establece un órgano
encargado de vigilar el cumplimiento por parte de los Estados de sus
obligaciones respectivas. Una vez vigente el tratado, el Comité contra la
Desaparición Forzada estará integrado por diez expertos elegidos por los
Estados Partes, por periodos de cuatro años. El Comité tendrá competencia
sobre las desapariciones forzadas iniciado después de la entrada en vigor de la
Convención, y sus funciones principales serán las siguientes:

 Recibir informes periódicos de los Estados Partes sobre las


medidas tomadas para implementar sus obligaciones, y hacer comentarios,
observaciones y recomendaciones.

 Recibir y examinar peticiones sobre casos individuales de


desaparición forzada, y transmitir sus observaciones y recomendaciones al
Estado con el fin de localizar y proteger a la persona desaparecida.

 Recibir y examinar peticiones presentadas por un Estado Parte


que alega el incumplimiento por parte de otro Estado de sus obligaciones
bajo la Convención.

 Realizar visitas a los Estados, ya sea a solicitud de éstos o con


base en información fidedigna que revele graves violaciones a la
Convención dentro de su territorio, para luego ofrecer observaciones y
recomendaciones.
3

 En caso de recibir información de una práctica sistemática y


generalizada de la desaparición forzada, el Comité podrá llevar la cuestión
con carácter urgente a la Asamblea General de las Naciones Unidas para su
consideración.(Naciones Unidas. Derechos Humanos, 2017)

4. RESPONSABILIDADES DE LOS ESTADOS PARTES

La primera responsabilidad establecida para los Estados Partes es tomar


las medidas necesarias para que la desaparición forzada sea tipificada como
delito en su legislación penal, considerando que su práctica generalizada o
sistemática constituye un crimen de lesa humanidad. Asimismo, deben tomar
en cuenta que este acto sea punible con penas acordes a su extrema
gravedad.

La Convención obliga a los Estados Partes a responsabilizar penalmente


a toda persona que cometa, ordene o induzca a una desaparición forzada. Esto
incluye la responsabilidad penal de los superiores que, a pesar de tener
conocimiento de que subalternos bajo su autoridad hayan cometido o
planifiquen cometer una desaparición forzada, no hayan hecho uso de todos
los recursos necesarios para prevenir o sancionarlo. No se puede justificar un
delito de desaparición forzada bajo orden o instrucción de cualquier autoridad
pública. Insta a los Estados Partes a establecer su jurisdicción sobre los delitos
de desaparición forzada cuando el delito sea cometido en su territorio o cuando
el autor o víctima sea nacional de ese Estado.

Adicionalmente, la Convención establece que cuando un presunto


responsable se encuentre en su territorio, los Estados deben juzgarlo, o si no,
extraditarlo a otro Estado para asegurar que el delito no quede impune. Por
otro lado, los Estados Partes deben garantizar que toda persona que alegue
que alguien ha sido sometido a desaparición forzada tenga derecho a
denunciar los hechos ante las autoridades competentes, quienes examinarán
rápida e imparcialmente la denuncia y, en su caso, procederán sin demora a
realizar una investigación exhaustiva e imparcial.
4

El Estado debe asegurar la protección del denunciante, los testigos,


defensores y allegados de la persona desaparecida. Tienen que dotar a las
autoridades responsables de la investigación con los recursos necesarios para
llevarla a cabo, inclusive sancionar los actos que obstaculicen el desarrollo de
la misma.

Nadie deberá ser detenido en secreto; cada Estado Parte debe


establecer las condiciones bajo las cuales pueden impartirse las órdenes de
privación de libertad, tomando en cuenta las obligaciones internacionales que
ha adquirido, garantizando el respeto de los derechos de la persona detenida,
así como la no obstrucción de los recursos previstos para ello.

Asimismo, con el objetivo de prevenir la participación del personal militar


o civil encargado de la aplicación de la ley en hechos de desaparición forzada,
cada Estado Parte debe velar porque la formación sobre las disposiciones de la
Convención se imparta a todas las personas que puedan intervenir en la
custodia o el tratamiento de las personas privadas de libertad.

Cada Estado Parte adoptará todas las medidas apropiadas para la


búsqueda, localización y liberación de las personas desaparecidas y, en caso
de fallecimiento, para la búsqueda y la restitución de sus restos.

También velará porque su sistema legal garantice a la víctima de una


desaparición forzada el derecho a la reparación integral y a una indemnización
rápida, justa y adecuada. En el caso de niños víctimas o hijos de víctimas de
desaparición forzada, los Estados Partes tomarán las medidas necesarias para
prevenir y sancionar penalmente la apropiación de estos niños, y la falsificación
o destrucción de documentos que establezcan su identidad.

Además, serán responsables de la adecuada identificación de los niños,


y de preservar y recuperar su identidad.(Naciones Unidas. Derechos Humanos,
2017)
5

5. LA CONVENCIÓN INTERNACIONAL PARA LA PROTECCIÓN DE


TODAS LAS PERSONAS CONTRA LAS DESAPARICIONES
FORZADAS. UN GRAN PASO HACIA UNA MAYOR PROTECCIÓN EN
LA LUCHA CONTRA ESTE FENÓMENO.

La desaparición forzada de personas no es un fenómeno del pasado,


erradicado, ni exclusivo de las antiguas dictaduras latinoamericanas. Es un
fenómeno actual y global, tal y como lo demuestra el último1 informe preparado
por el Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre las desapariciones forzadas
o involuntarias en el que ha señalado que sólo en ese año había transmitido
456 nuevos casos de desapariciones a gobiernos de países muy diferentes y
de diversas regiones geográficas, tales como Argelia, Bangladesh, China, Co-
lombia, Guatemala, Irak, entre otros. Desde su creación en 1980, el Grupo de
Trabajo ha transmitido 53.232 casos, de los cuales 42.600 siguen abiertos y
conciernen a 82 países.

La adopción de la Convención Internacional para la protección de todas


las personas contra las desapariciones forzadas o involuntarias (de aquí en
adelante la Convención Inter-nacional o la Convención) por la Asamblea
General de las Naciones Unidas en diciembre de 2006 representa un hito en la
lucha contra este fenómeno y ha venido a colmar el vacío legal existente en la
materia. Se trata, en efecto, del primer instrumento jurídicamente vinculante de
pretensión universal en la lucha contra las desapariciones forzadas y es el
resultado de años de trabajo impulsados por un grupo de Estados pero también
por actores de la sociedad civil. Esta Convención está destinada a ofrecer una
mayor protección a los individuos frente a este fenómeno e implica un
reconocimiento más de que los Estados son instrumentos para la protección de
los derechos humanos y no al revés.

Al tratarse de un instrumento reciente, resulta oportuno analizar las


disposiciones que, a nuestro parecer, son más relevantes y que representan
desarrollos positivos en el derecho internacional. Al mismo tiempo y con la
intención de realizar un estudio global del nuevo instrumento, analizaremos
también aquellas disposiciones que consideramos menos afortunadas o que
6

representan carencias en el texto de la Convención. Para ello, en primer lugar


presentaremos los orígenes de las desapariciones y su evolución (II), los
elementos de su definición (III) para luego explicar las razones que condujeron
a la preparación de un instrumento internacional en la materia (IV). Una vez
realizado esto entraremos en el núcleo de este trabajo al estudiar las
disposiciones que consideramos más relevantes de la Convención y señalando
los aspectos que podrían haber sido mejorados (V). Finalmente, expondremos
las conclusiones (VI).(Galella, 2017)

6. ORÍGENES, EVOLUCIÓN Y PRIMERAS REACCIONES


INSTITUCIONALES

La figura de la desaparición forzada de personas como estrategia para la


eliminación de oponentes políticos aparece por primera vez en el “Decreto de
de noche y niebla” (Nacht und Nebel Erlass) de Adolf Hitler del 7 de diciembre
de 1941. El decreto disponía que toda persona que, en territorios ocupados por
Alemania, amenazara la seguridad del Estado alemán o de las fuerzas
ocupantes, debía ser transportada secretamente a Alemania en donde, sin
más, desaparecía. Complementariamente, quedaba estrictamente prohibido
entregar información sobre la suerte de estas personas creando así una
situación de desesperación e incertidumbre entre los familiares de la persona
desaparecida pero también sobre el conjunto de la población.

En una carta de diciembre de 1941, el responsable de la implementación


del decreto, Wilhelm Keitel, afirmaba que el envío a prisión, incluso la pena de
trabajos forzados de por vida para quienes atentaban contra el Estado alemán
en territorios ocupados era una demostración de debilidad del régimen. Por
ello, una intimidación eficiente y duradera sólo podía lograrse a través de la
pena de muerte o de medidas por las que los familiares de los prisioneros y la
población no supieran absolutamente nada sobre la suerte de las personas
detenidas.

El uso de esta estrategia fue analizado en los juicios de Núremberg. En


el acta de acusación, el fiscal señaló que los malos tratos y las muertes
7

producidos en aplicación del “Decreto de noche y niebla” eran contrarios a las


Convenciones Internacionales, en particular, el artículo 46 de la Convención de
la Haya de 1907, las leyes y usos de la guerra y los principios del derecho
penal que expresaban los principios recogidos por las naciones civilizadas, así
como el artículo 6 (b) de la Carta del Tribunal, relativo a crímenes de guerra.

En su sentencia, el Tribunal encontró responsable a Wilhelm Keitel de la


implementación del decreto, y se convirtió así en la primera persona
condenada, implícitamente, por un tribunal internacional por el delito de
desaparición forzada. Como en aquella época todavía no había sido aceptado
que las desapariciones forzadas formaban parte del concepto de crímenes
contra la humanidad, el tribunal de Nuremberg le declaró culpable de crímenes
de guerra.

El segundo antecedente lo encontramos ya en América Latina. El


fenómeno resurgió como política sistemática de represión estatal durante los
años 60 cuando las fuerzas de seguridad de Guatemala comenzaron a utilizar
a las desapariciones forzadas como parte de su campaña de lucha contra la
insurgencia.

Esta estrategia fue recogida posteriormente por otros países del


continente cuando allí se instalaron regímenes militares en países como
Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, entre otros. Fue a partir de este momento en
el que las desapariciones forzadas adquirieron trascendencia y atención
internacional.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) incluyó por primera vez


el tema en su agenda en la década de los 70 pero no fue sino en el año 1980
cuando aprobó la creación de un Grupo de Trabajo destinado a ser un nexo
entre los familiares de las víctimas y los Estados, con una labor exclusivamente
humanitaria.

Se trató del primer procedimiento temático de la Comisión de Derechos


Humanos. En el año 1992 la Asamblea General de la ONU, preocupada por la
8

persistencia del fenómeno, aprobó la Declaración sobre la protección de todas


las personas contra las desapariciones forzadas (en adelante la Declaración de
1992) pero que, como tal, carecía de efecto vinculante para los Estados.

En el año 1998, el Presidente-Relator del Grupo de Trabajo sobre la


administración de justicia de las Naciones Unidas presentó un Anteproyecto de
Convención (en adelante el Anteproyecto) inspirado fundamentalmente en la
Declaración de 1992 y en la Convención contra la Tortura.(Galella, 2017)

7. LA DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS Y EL SISTEMA


INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS

En 1987, la Asamblea General de la Organización de Estados


Americanos (OEA) solicitó a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos que preparara un primer borrador de una Convención Interamericana
sobre Desaparición Forzada de Personas. En 1988, previa consulta con varias
Organizaciones No Gubernamentales, la Comisión Interamericana produjo
dicho borrador.

Posteriormente, la Comisión de Asuntos Políticos y Jurídicos del Consejo


Permanente de la OEA estableció un grupo de trabajo que pasó varios años
examinando el proyecto de la Comisión Interamericana a puerta cerrada,
presentando una versión preliminar a la Asamblea General de la OEA en 1992.
En las discusiones, las Organizaciones No Gubernamentales fueron excluidas,
aunque, eventualmente, sus opiniones tuvieron un impacto importante en la
versión final del documento.

Los trabajos y proclamaciones tanto de la Declaración sobre la


Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas de las
Naciones Unidas, como los trabajos de la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas fueron virtualmente procesos paralelos.

La Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas


es el primer tratado especializado y vinculan te en esta materia. Esta
Convención no sólo ha ayudado a reafirmar la jurisprudencia de la Corte
9

Interamericana de Derechos Humanos sobre el delito de desaparición forzada


de personas, sino que ha ayudado a desarrollar la jurisprudencia en este tema
a lo largo de los últimos años.

Uno de los grandes logros alcanzado en la Convención Interamericana


sobre Desaparición Forzada de Personas fue la definición que actualmente
consta en el artículo II de dicho instrumento, en donde claramente define la
desaparición forzada de personas como:

La privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su


forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas
que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida
de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de
libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el
ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinentes.

De esta forma, la Convención Interamericana sobre Desaparición


Forzada de Personas establece la obligación de tipificar y perseguir a los
perpetradores de estos actos (artículos III y VII); los principios de jurisdicción y
extradición (artículos IV, V y VI); la exclusión de las jurisdicciones militares
(artículo IX); la absoluta prohibición de derogación (artículo X) y los principios
básicos para monitorear la conducta de los Estados Partes (artículo XIII).

Los trabajos, ideas y principios de la Convención Interamericana sobre


Desaparición Forzada de Personas han sido, a su vez, retomados en otros
instrumentos internacionales, como es el Estatuto de Roma, que incluye este
crimen en su artículo

La influencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en


Latinoamérica ha sido, desde su creación, un pilar para el mejoramiento de los
estándares de derechos humanos y democracia en los países del continente.

A la par de la Comisión Interamericana, el Sistema Interamericano ha


sido complementado por la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. En sus más de 30 años de funcionamiento, la Corte ha
10

cambiado el rol tradicional del derecho internacional en el continente,


estableciendo un nuevo estándar en materia de responsabilidad internacional
cuando han sido cometidas violaciones a los derechos humanos.

El primer caso contencioso decidido en su etapa de fondo por la Corte


fue el ya celebre Caso Velásquez Rodríguez. Desde entonces, la Corte creó su
propia teoría respecto de la desaparición forzada de personas. Más aun, se
puede afirmar que la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos muestra la evolución del marco legal internacional en este campo y, a
su vez, ha inspirado diversas decisiones, tanto a nivel local como internacional,
como es el caso de la Corte Europea de Derechos Humanos.

En Velásquez Rodríguez, la Corte Interamericana de Derechos Humanos


encontró un patrón de violaciones procesales que incluyeron la desaparición de
Manfredo Ángel Velásquez Rodríguez. Este patrón consistía en el secuestro de
personas que eran usualmente consideradas peligrosas a raíz de sus
actividades políticas, utilizando el ejército y la policía para conducirlos a centros
de detención ilegales y clandestinos. Estas detenciones eran seguidas de la
negación sistemática de cualquier conocimiento de la detención o del destino
de las víctimas.

En su sentencia, la Corte concluyó que Honduras no sólo era


responsable de la detención, sino también de la falta de una protección judicial
adecuada, cuando el Gobierno no previno, investigó y eventualmente castigó a
los responsables de esos actos. Para la Corte Interamericana una investigación
no podía calificarse como efectiva si la misma no producía resultados concretos
o al menos demostraba que había un genuino interés en descubrir la verdad.
En este caso concreto, la Corte encontró que la investigación “era una mera
formalidad destinada al fracaso”.

En esta lógica, surgió la pregunta de ¿cómo es posible probar la


desaparición forzada de personas en un foro como la Corte Interamericana de
Derechos Humanos? La Corte estableció un test de dos pasos para determinar
el estándar probatorio en casos de este tipo. Primero, basado en los hechos, es
11

necesario demostrar la existencia de una práctica reiterada, y, en segundo


lugar, una vez que la existencia de esta práctica extendida ha sido demostrada,
es necesario que la misma tenga correspondencia con el caso concreto para
determinar si el modus operandi corresponde. Cuando se han podido cumplir
estos requerimientos, el Estado demandado lleva la carga de la prueba.
(Pelayo, 2012)

8. LA CONVENCIÓN INTERNACIONAL PARA LA PROTECCIÓN DE


TODAS LAS PERSONAS CONTRA LAS DESAPARICIONES
FORZADAS

Los trabajos preparatorios (travaux préparatoires) de la convención

En 2001, con el fin de redactar un instrumento normativo vinculante en


materia de desaparición forzada de personas, en el Sistema de Naciones
Unidas se creó un Grupo Especial de Trabajo en el que participaron miembros
de delegaciones estatales y observadores de organizaciones de la sociedad
civil, entre otros.80 Dicho trabajo, eventualmente, dio como resultado la
Convención Internacional para la Protección de todas las Personas contra las
Desapariciones Forzadas, la cual adoptó la Asamblea General de la
Organización de las Naciones Unidas el 20 de diciembre de 2006.
Posteriormente, el 6 de febrero de 2007 se abrió a firma esta Convención, la
cual entró en vigor el 23 de diciembre de 2010.

México firmó esta Convención Internacional el 6 de febrero de 2007, y


posteriormente el Senado la ratificó el 18 de marzo de 2008. Al 15 de mayo de
2012, 91 países han firmado este instrumento internacional y 32 lo han
ratificado o se han adherido a él.

Dentro de los trabajos preparatorios de la Convención, un punto de


especial atención se dio en torno al debate sobre las funciones y la naturaleza
del órgano de seguimiento. Se discutieron, entre otros puntos, el examen de los
informes de los Estados, los procedimientos de urgencia, las vi sitas en el
territorio de un Estado Parte, el examen de las comunicaciones individuales, la
12

posibilidad de recurso al Secretario General, el examen de comunicaciones


interestatales, la competencia ratione temporis del órgano de seguimiento y el
informe anual del Comité.

La Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas


contra las Desapariciones Forzadas es un instrumento internacional
jurídicamente vinculante, que busca prevenir este fenómeno y reconocer el
derecho de las víctimas y sus familiares a la justicia, la verdad y a una
reparación. La adopción de este instrumento representa un paso decisivo en la
materia, que marca un punto importante en los esfuerzos iniciados por la ONU
para prevenir y condenar este delito.

9. LA DEFINICIÓN Y TIPIFICACIÓN DEL DELITO DE DESAPARICIÓN


FORZADA DE PERSONAS

Uno de los temas de mayor relevancia que se ha discutido a nivel


internacional es la importancia central de la definición del tipo de actos y
omisiones que constituyen o pueden llegar a constituir eventualmente el delito
de desaparición forzada de personas.

En este sentido, la definición misma de desaparición forzada tiene por


objetivo definir la conducta en el tratado y además otorgar los elementos del
tipo que debe ser incorporado a la legislación penal del Estado que ha
ratificado la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas
contra las Desapariciones Forzadas.

Por ello, es posible afirmar que las disposiciones en torno a la


descripción de lo que es una desaparición forzada poseen una trascendencia
no sólo a nivel del derecho internacional, sino una trascendencia transnacional
que se traduce en la obligación de adecuar la normativa interna a nivel penal a
lo dispuesto en el tratado; el no hacerlo o el llevarlo a cabo de forma incorrecta
acarrea como consecuencia incurrir en responsabilidad internacional.

La Declaración sobre la Protección de Todas las Personas contra las


Desapariciones Forzadas, ya comentada líneas arriba, en su artículo 1, si bien
13

no otorga una definición, ofrece elementos importantes en torno a lo que es la


desaparición forzada de personas:

Todo acto de desaparición forzada constituye un ultraje a la dignidad


humana. Es condenado como una negación de los objetivos de la Carta de las
Naciones Unidas y como una violación grave manifiesta de los derechos
humanos y de las libertades fundamentales proclamados en la Declaración
Universal de Derechos Humanos y reafirmados y desarrollados en otros
instrumentos internacionales pertinentes.

Todo acto de desaparición forzada sustrae a la víctima de la protección


de la ley y le causa graves sufrimientos, lo mismo que a su familia. Constituye
una violación de las normas del derecho internacional que garantizan a todo
ser humano, entre otras cosas, el derecho al reconocimiento de su
personalidad jurídica, el derecho a la libertad y a la seguridad de su persona y
el derecho a no ser sometido a torturas ni a otras penas o tratos crueles,
inhumanos o degradantes. Viola, además, el derecho a la vida, o lo pone
gravemente en peligro.(Pelayo, 2012)

10. ANÁLISIS DE LAS DISPOSICIONES MÁS RELEVANTES

El texto de la Convención Internacional consta de 45 artículos, divididos


en tres partes. La primera parte es la más sustanciosa y en ella se reflejan las
disposiciones sustantivas, como son, por ejemplo, la definición de desaparición
forzada, sus elementos, la obligación de los Estados de investigar las
desapariciones, las obligaciones procesales, etc. Las disposiciones de la
segunda parte se refieren a la creación, funciones, conformación,
procedimiento de recepción de comunicaciones, etc. del órgano de aplicación,
a saber, el Comité contra la Desaparición.

La tercera parte está dedicada a la entrada en vigor de la Convención,


número mínimo de ratificaciones para ello, enmiendas, etc. A continuación
analizaremos las disposiciones que consideramos más relevantes para este
trabajo.
14

De los travaux préparatoires del proyecto de Convención se extrae que


las delegaciones lograron rápidamente un consenso sobre la existencia de tres
elementos constitutivos de la definición de desaparición forzada. Estos
elementos esenciales, que ya habían sido reconocidos en la Declaración de
1992, en la Convención Interamericana, y en el Ante-proyecto, son: 1) el
arresto, detención, secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad; 2)
obra de agentes del Estado o por personas que actúan con la autorización, el
apoyo o la aquiescencia del Estado; y 3) el ocultamiento de la suerte o el
paradero de la persona desaparecida.

Sin embargo, hubo un cuarto elemento que generó importantes debates


entre las delegaciones. Se trataba de la inclusión o no en la definición de la
intención de sustraer al desaparecido a la protección de la ley. Dos posiciones
contrapuestas se enfrentaban: por un lado, la de aquellas delegaciones para
las que la definición implicaba el reconocimiento de 4 elementos indispensables
para que tuviera lugar el delito de desaparición.

Por otro lado, la de aquellos que consideraban que los elementos eran
tres y que la sustracción de la persona a la protección de la ley no era más que
el resultado o la consecuencia de los tres elementos constitutivos previos. Las
delegaciones de países como China, Egipto, Reino Unido y Estados Unidos
apoyaban la primera posición mientras que la de países como la Argentina, las
ONGs presentes y el Grupo de Trabajo la otra.

La delegación de los Estados Unidos, por ejemplo, dejó muy en claro


desde el principio que una definición de la desaparición forzada debía ser lo
suficientemente precisa y que para ello la inclusión expresa de un elemento
intencional resultaba extremadamente importante.

La cuestión no fue resuelta expresamente por el texto de la Convención


Internacional para quedar, según el presidente del Grupo de Trabajo, en manos
del legislador nacional la posibilidad de interpretar la sustracción a la protección
de la ley como un elemento constitutivo de la definición o no.
15

También se dejaba a discreción de los Estados la posibilidad de realizar


una declaración interpretativa al momento de la ratificación.

Así, el artículo 2 de la Convención Internacional ha quedado entonces


redactado de la siguiente manera: “Se entenderá por desaparición forzada el
arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra forma de privación de
libertad que sean obra de agentes del Estado o por personas o grupos de
personas que actúan con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del
Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o del
ocultamiento de la suerte o el paradero de la persona desaparecida,
sustrayéndola a la protección de la ley”. En opinión de MC CRORY, se trata de
la disposición más impor-tante de la Convención ya que ni el artículo 1, ni el 3 o
el 4 pueden ser aplicados sin una consideración detallada de este artículo.

Por otra parte y como se puede apreciar, no existe en esta definición


ningún elemento subjetivo, elemento que sí existía en el Anteproyecto de 1998,
artículo 2, párrafo 1 y en el que se requería que el autor supiera o tuviera que
haber sabido que estaba cometiendo el delito de desaparición forzada. La
mayoría de las delegaciones señalaron la necesidad de excluir el elemento
subjetivo porque implicaba una limitación excesiva que atentaría contra

El representante del Reino Unido en la Asamblea General reiteró esta


posición luego de que la Asamblea aprobara la Convención Internacional.

La efectividad de la justicia criminal. Se trata, en efecto, de una exclusión


pertinente porque la prueba del conocimiento del delito es de muy difícil
comprobación. Además, puede ser que la persona que lleva adelante una
detención, no supiera que ese acto fuera la primera fase de una desaparición
forzada. La prueba de esa conciencia limitaría sin dudas el alcance de la
Convención.

La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (siguiendo el informe


de su relator especial en la materia), en su resolución 1463 se manifestó en
16

este sentido al señalar que una definición de desaparición forzada no debía


incluir un elemento subjetivo porque complicaría la prueba.

Por otra parte, algunas delegaciones que participaron de los travaux


préparatoires sugirieron la inclusión de un elemento temporal o de duración, es
decir, que la detención o la desaparición fuera “por un período prolongado de
tiempo”. Sin embargo, esta proposición encontró la oposición de otras
delegaciones que afirmaban que la desaparición forzada de personas existía
desde el momento mismo de la detención o el arresto.

Así, no se incluyó ningún elemento temporal y la Convención se


distanció del articulado del Estatuto de la Corte Penal Internacional que
requiere, para el crimen de lesa humanidad de desaparición forzada, que se
hubiera cometido durante “un período prolongado de tiempo”.

El derecho a no ser sometido a una desaparición forzada

Hasta la aprobación de la Convención Internacional no existía un


derecho autónomo a no ser sometido a una desaparición forzada o involuntaria.
Esto condujo a que durante mucho tiempo la desaparición forzada fuera
definida como un fenómeno complejo que violaba un conjunto de derechos
individuales, como son el derecho a la vida, la libertad, la seguridad, etc. Sin
embargo, esta definición no ofrecía una protección adecuada. Así, surgió la
necesidad de reconocer expresamente un derecho específico a no ser
sometido a una desaparición forzada.

En su informe ante la Comisión de Derechos Humanos, el experto


independiente Manfred Nowak sugirió dos vías de acción para solventar la
cuestión: la primera, el estable-cimiento de un derecho autónomo, inderogable
a no ser víctima de una desaparición forzada; la segunda, especificar de
manera vinculante que el acto que conduce a una desaparición forzada
constituía, además de una privación arbitraria de la libertad, un trato inhumano
y degradante (incompatible con el artículo 7 de la Convención de Derechos
Civiles y Políticos) como así también una grave amenaza al derecho a la vida y
17

una violación al derecho a tener un recurso efectivo ante una autoridad


nacional. La primera alternativa era, en su opinión, la deseable y es la que,
finalmente, ha sido recogida en el texto de la Convención Internacional. Así, el
artículo 1.1 ha quedado redactado de la siguiente manera: “Nadie será
sometido a una desaparición forzada”.

Se trata de una disposición pionera porque por primera vez se reconoce


expresamente el derecho específico a no ser sometido a una desaparición
forzada y merece especial atención el hecho de que su redacción sea en los
mismos términos que la de los derechos reconocidos en la Declaración
Universal de Derechos Humanos, porque es una muestra contundente del valor
que se le ha reconocido a este nuevo derecho. Complementariamente, los
Estados parte en la Convención se comprometen a tipificar en sus legislaciones
penales el delito de desaparición forzada.

La inderogabilidad del derecho

El apartado 2 del artículo 1 reconoce la imposibilidad de justificar bajo


ningún concepto una desaparición forzada de personas. En efecto, la
Convención Internacional señala que no podrán aducirse la existencia de un
estado de guerra, inestabilidad política u otra situación de emergencia como
justificación de la desaparición forzada. En esta misma línea debe interpretarse
el artículo 6.2 por el que ninguna orden de una autoridad pública, civil o militar,
puede ser invocada para justificar una desaparición forzada.

Por intermedio del artículo 1 apartado 2, el legislador reconoce


claramente la naturaleza inderogable de la prohibición, que ya había sido
señalada por el juez Antonio Cançado Trinidade en el año 1996, en su voto
razonado sobre las excepciones preliminares en el caso Blake, al afirmar que la
prohibición del delito de desaparición de personas era del dominio del ius
cogens, de las normas imperativas del derecho internacional general.

En el año 2006, la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el


caso Goiburú recogió esta interpretación al señalar que la prohibición de la
18

tortura y las desapariciones forzadas habían alcanzado el carácter de normas


de ius cogens y que esas conductas afectaban valores o bienes
trascendentales de la comunidad internacional.

El reconocimiento en el articulado de la Convención de la imposibilidad


de justificar una desaparición forzada es muy relevante: en primer lugar, porque
es categórica y represen-ta una nueva señal a los Estados en el sentido de
prohibir en todo tiempo las desapariciones de personas; y, en segundo lugar,
por su efecto preventivo, al advertir que en aquellos lugares donde haya un
conflicto interno, el uso de la doctrina de la seguridad nacional para justificar
determinadas estrategias políticas no podrá ser utilizado como pretexto para
co-meter una desaparición.

Los agentes no estatales

La Declaración de 1992 y la Convención Interamericana caracterizan la


especificad del delito de desaparición forzada a través de la necesaria
participación del Estado, ya sea en forma directa a través de la autorización y el
apoyo, o en forma indirecta por medio de la aquiescencia o tolerancia del
Estado. En ambos instrumentos, el Estado es el actor indispensable y
excluyente.

La Convención Internacional ha reafirmado esta idea pero también ha


incluido en su artículo 3 el deber de los Estados de investigar los casos de
desapariciones forzadas cometidas por personas o grupos de personas que
actúen sin la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado.

El legislador internacional recogió los lineamientos establecidos ya en el


Anteproyecto de 1998, que había dejado abierta la posibilidad de que grupos o
incluso individuos cometieran desapariciones forzadas (artículo 1(2)), y en el
Estatuto de la Corte Penal Internacional que, en su artículo 7, relativo a
crímenes de lesa humanidad, advierte sobre la posibilidad de que
organizaciones políticas puedan cometer una desaparición forzada. El Estatuto
no ha definido qué entendía por organización política, pero podría ser desde un
19

partido político hasta un movimiento de liberación nacional o un grupo


terrorista.

El tema había sido tratado también en el seno del Consejo de Europa.


En su informe presentado ante la Asamblea Parlamentaria, el relator especial
Christos Pourgourides había señalado que la Asamblea consideraba que todo
instrumento futuro en materia de desapariciones debía contener una definición
lo suficientemente amplia para incluir los actos cometidos por actores no
estatales, como por ejemplo los grupos paramilitares, los escuadrones de la
muerte, grupos rebeldes y bandas criminales organizadas dando cuenta así de
la subjetividad internacional que han adquirido estos grupos.

Como sostiene GOMEZ CAMACHO, la inclusión de organizaciones no


estatales en el artículo 7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional así como
la inserción del artículo 3 de la Convención Internacional es positiva porque, al
enfocarse principalmente en los hechos, en la víctima y en el resultado de la
acción, redunda en una mayor protección de la víctima.

La desaparición forzada como crimen de lesa humanidad

La desaparición forzada de personas es una forma grave y seria de


violencia patrocinada por el Estado asociada a la tortura, las ejecuciones
extrajudiciales y el genocidio. Es una negación de la personalidad jurídica de la
persona detenida y cuando es cometida como parte de un ataque sistemático y
generalizado contra la población civil constituye un crimen de lesa humanidad.
Así fue reconocido por primera vez en el año 1983 cuando la Asamblea
General de la Organización de los Estados Americanos por medio de su
Resolución 666 (XIII-0/83) declaró que la práctica de la desaparición forzada de
personas constituía un crimen contra la humanidad y una afronta a la
conciencia del hemisferio.

En su artículo 5, la Convención Internacional declara que la práctica


sistemática y generalizada de desapariciones forzadas constituye un crimen de
lesa humanidad y entraña las consecuencias previstas en el derecho
20

internacional aplicable. La Convención recoge así lo que ya habían afirmado


tanto el artículo 3 de la Convención Interamericana, el preámbulo de la
Declaración de 1992 y el artículo 3 del Anteproyecto de 1998.

Sin embargo, el legislador internacional se ha distanciado de lo


estipulado en el artículo 7.1.i del Estatuto de la Corte Penal Internacional
porque no ha exigido la existencia de un elemento intencional en la figura. En
efecto, de acuerdo con el artículo 7.1.i del Estatuto de Roma, al referirse al
crimen de lesa humanidad de desaparición forzada, es requisito constitutivo de
la figura que la persona haya actuado intencionalmente con el objetivo de dejar
a las personas desaparecidas fuera del amparo de la ley por un período
prolongado de tiempo.

La definición adoptada en el Estatuto de Roma nos parece demasiado


exigente porque dificulta la prueba y opera en beneficio del acusado de ese
delito. En consecuencia, consideramos que la Convención Internacional ha
hecho bien al no agregar más cargas a las víctimas.

La posibilidad de prescripción

Como acabamos de ver, el artículo 5 de la Convención Internacional


establece que la práctica sistemática y generalizada de la desaparición forzada
constituye un crimen contra la humanidad y entraña las consecuencias
previstas en el derecho internacional. Una de esas consecuencias es la
imprescriptibilidad de la acción penal, principio reconocido internacionalmente y
que tiene como objetivo básico que los responsables no se beneficien del paso
del tiempo y respondan por sus actos.

Sin embargo, el artículo 8 de la Convención Internacional deja abierta la


posibilidad de la aplicación de un régimen de prescripción. En efecto, este
artículo establece que todo Estado Parte que aplique un régimen de
prescripción a la desaparición forzada tomará las medidas necesarias para que
el plazo de prescripción de la acción penal sea prolongado y proporcionado a la
extrema gravedad de este delito y se cuente a partir del momento en que cesa
21

la desaparición forzada, habida cuenta del carácter continuo de la figura. En el


caso de las desapariciones, la prescripción comenzará cuando se haya
determinado con certeza la suerte de la persona desaparecida. Además, los
recursos a disposición deben ser eficaces durante todo el plazo de
prescripción.

Las Amnistías

En el año 1992, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos


había señalado que las leyes de Punto Final (ley 34.492) y Obediencia debida
(ley 23.521) aprobadas por el gobierno de la República Argentina eran
incompatibles con el artículo XVIII de la Convención Americana de Deberes y
Derechos del Hombre como así también con el artículo 1.1 de la Convención
Interamericana de Derechos Humanos, al no garantizar el derecho de las
víctimas a buscar justicia. Esto fue reafirmado en el año 2005 en el caso Simón
por la Corte Suprema de la Argentina al considerar que las leyes de obediencia
debida y punto final, en la medida en que estaban orientadas al olvido de
graves violaciones a los derechos humanos, se oponían a las disposiciones de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos.

En su informe presentado ante la Asamblea Parlamentaria del Consejo


de Europa, el relator especial Christos Pourgourides señaló que todo
instrumento futuro en materia de desapariciones debía incluir como punto
esencial la imposibilidad del uso de amnistías o medidas similares o el uso de
privilegios, inmunidades para impedir la persecución penal de las personas
responsables de una desaparición forzada. A su vez, el Comité de Derechos
Civiles y Políticos emitió un comentario afirmando que las amnistías eran
generalmente incompatibles con el deber de los Estados de investigar este tipo
de actos, con el deber de garantizar la libertad a no ser sometido a estos actos
en su territorio y el deber de garantizar que los mismos no se repitan en el
futuro. Además, los individuos no podían ver vulnerado su derecho a un
remedio efectivo que incluyera compensación y una rehabilitación lo más
completa en la medida de lo posible.
22

Sin embargo, la Convención Internacional no ha recogido estas


recomendaciones al no prohibir expresamente el uso de amnistías para excluir
de responsabilidad a los perpetradores de desapariciones forzadas de
personas. La Convención Interamericana tampoco lo hacía pero sí la
Declaración de 1992 (artículo 18) y el Anteproyecto (artículo 17). En los
debates del proyecto de Convención, las delegaciones italiana y cubana
lamentaron la falta de inclusión de una disposición en este sentido mientras
que la de Canadá declaró que las circunstancias atenuantes reconocidas en el
artículo 7 de la Convención no podían interp-retarse de manera tal que
equivalieran de hecho a una amnistía o permitieran la impunidad de los
responsables de la desaparición forzada, quienes deben ser castigados de
manera adecuada, teniendo en cuenta la gravedad del delito.

Ahora bien, es necesario aquí hacer una salvedad. Es cierto que la


Convención Inter-nacional no contiene una disposición expresa prohibiendo el
uso de amnistías o de medidas análogas de exoneración de responsabilidad.
Pero, no es menos cierto que afirma que la práctica generalizada y sistemática
de desapariciones forzadas constituye un crimen de lesa humanidad y entraña
las consecuencias previstas en el derecho internacional aplicable.

Una de esas consecuencias es, en nuestra opinión, la falta de validez


internacional de las amnistías cuando se trata de graves crímenes que afectan
a la conciencia de la humanidad. Por lo tanto, podríamos afirmar que la
Convención prohibiría implícitamente del uso de amnistías en estos casos.

El derecho a la verdad

En su informe sobre el marco legal existente, el experto Manfred Nowak


recomendaba que todo instrumento jurídico vinculante en la materia debía
definir precisamente el concepto y las consecuencias jurídicas del derecho de
los familiares a conocer la verdad de lo acontecido a sus seres queridos. La
cuestión fue debatida en el Grupo intersesional y concluyó con la inclusión en
el último párrafo del preámbulo y en el artículo 24 del derecho a conocer la
verdad.
23

Así, el artículo 24 quedó redactado de la siguiente manera: “Toda


víctima tiene el derecho a conocer la verdad sobre las circunstancias de la
desaparición, la evolución y resultados de la investigación así como la suerte
de la persona desaparecida”.

Hasta la aprobación de esta disposición, sólo el artículo 32 del Protocolo


adicional I de los Convenios de Ginebra de 1949 reconocía un derecho
semejante a las familias de conocer la suerte de sus miembros. Pero esta
disposición se encontraba con una limitación: se aplicaba exclusivamente en un
contexto de conflicto armado internacional respecto de los nacionales de la otra
parte.

Por lo tanto, la adopción de este artículo es importante por tres motivos


esenciales: en primer lugar, porque se aplica a situaciones que van más allá de
aquellas contempladas por el derecho internacional humanitario. En segundo
lugar, porque el derecho a conocer la verdad se extiende no sólo a los
familiares, como señala el artículo 32 del Protocolo adicional sino a cada
víctima, ampliándose así el espectro de personas protegidas.

Si bien es cierto que la Convención recoge expresamente este derecho,


la Declaración de 1992 ya trataba implícitamente la cuestión en los artículos 13
(4) y 9 (1) al reconocer el derecho de los interesados a tener acceso a los
resultados de una investigación y disponer de recursos judiciales rápidos y
efectivos.

Asimismo, tanto el Consejo de Europa como la Unión Europea habían


reconocido el derecho de los familiares a conocer la verdad acerca de la suerte
de los desaparecidos. En tercer lugar, el artículo 24 es importante porque,
como sostiene MC CRORY, es más amplio puesto que no limita el derecho a
conocer la verdad a la sola determinación de la suerte de su familiar, sino
también a las circunstancias de la desaparición y de las investigaciones. En
opinión de la Comisión de Derechos Humanos se trataría además de un
derecho que no se puede suspender ni puede estar sujeto a restricciones.
24

CONCLUSIONES

La desaparición forzada se entenderá por “el arresto, la detención, el


secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra de
agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la
autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a
reconocer dicha privación de libertad o del ocultamiento de la suerte o el
paradero de la persona desaparecida, sustrayéndola a la protección de la ley”.
(Artículo 2 de la Convención).

La práctica generalizada o sistemática de la desaparición forzada


constituye un crimen de lesa humanidad tal como está definido en el derecho
internacional aplicable (Estatuto de Roma) y entraña las consecuencias
previstas. (Artículo 5 de la Convención). Se considera víctima de una
desaparición forzada tanto a “la persona desaparecida” como a “toda persona
física que haya sufrido un perjuicio directo como consecuencia de una
desaparición forzada”.

En base a lo cual, se reconoce el derecho de los familiares de “conocer


la verdad sobre las circunstancias de la desaparición forzada, la evolución y
resultados de la investigación y la suerte de la persona desaparecida”.
(Párrafos 1 y 2, artículo 24 de la Convención). La desaparición forzada es una
violación que se prohíbe en todo momento. Ni la guerra, ni un estado de
excepción, ni razones imperativas de seguridad nacional, inestabilidad política
o emergencia pública pueden justificar las desapariciones forzadas. (Párrafo 2,
artículo 1 de la Convención).(Naciones Unidas.

La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración


sobre la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas
el 18 de diciembre de 1992. La Asamblea General adoptó, el 20 de diciembre
de 2006, la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas
Contra las Desapariciones Forzadas. Naciones Unidas.

Comité contra las Desapariciones Forzadas Como en el caso de otras


convenciones internacionales, esta Convención establece un órgano
25

encargado de vigilar el cumplimiento por parte de los Estados de sus


obligaciones respectivas. Una vez vigente el tratado, el Comité contra la
Desaparición Forzada estará integrado por diez expertos elegidos por los
Estados Partes, por periodos de cuatro años. Recibir y examinar peticiones
sobre casos individuales de desaparición forzada, y transmitir sus
observaciones y recomendaciones al Estado con el fin de localizar y proteger a
la persona desaparecida.

Recibir y examinar peticiones presentadas por un Estado Parte que


alega el incumplimiento por parte de otro Estado de sus obligaciones bajo la
Convención. Naciones Unidas.

La primera responsabilidad establecida para los Estados Partes es tomar


las medidas necesarias para que la desaparición forzada sea tipificada como
delito en su legislación penal, considerando que su práctica generalizada o
sistemática constituye un crimen de lesa humanidad.

La Convención obliga a los Estados Partes a responsabilizar penalmente


a toda persona que cometa, ordene o induzca a una desaparición forzada. No
se puede justificar un delito de desaparición forzada bajo orden o instrucción de
cualquier autoridad pública. Insta a los Estados Partes a establecer su
jurisdicción sobre los delitos de desaparición forzada cuando el delito sea
cometido en su territorio o cuando el autor o víctima sea nacional de ese
Estado.

También velará porque su sistema legal garantice a la víctima de una


desaparición forzada el derecho a la reparación integral y a una indemnización
rápida, justa y adecuada. Naciones Unidas.

La desaparición forzada de personas no es un fenómeno del pasado,


erradicado, ni exclusivo de las antiguas dictaduras latinoamericanas. Esta
Convención está destinada a ofrecer una mayor protección a los individuos
frente a este fenómeno e implica un reconocimiento más de que los Estados
son instrumentos para la protección de los derechos humanos y no al revés.
26

La desaparición forzada de personas y el sistema interamericano de


derechos humanos en 1987, la Asamblea General de la Organización de
Estados Americanos (OEA) solicitó a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos que preparara un primer borrador de una Convención Interamericana
sobre Desaparición Forzada de Personas. Los trabajos y proclamaciones tanto
de la Declaración sobre la Protección de Todas las Personas contra las
Desapariciones Forzadas de las Naciones Unidas, como los trabajos de la
Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas fueron
virtualmente procesos paralelos.

La Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas


es el primer tratado especializado y vinculan te en esta materia. Esta
Convención no sólo ha ayudado a reafirmar la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos sobre el delito de desaparición forzada
de personas, sino que ha ayudado a desarrollar la jurisprudencia en este tema
a lo largo de los últimos años.

Uno de los grandes logros alcanzado en la Convención Interamericana


sobre Desaparición Forzada de Personas fue la definición que actualmente
consta en el artículo II de dicho instrumento, en donde claramente define la
desaparición forzada de personas como:

De esta forma, la Convención Interamericana sobre Desaparición


Forzada de Personas establece la obligación de tipificar y perseguir a los
perpetradores de estos actos (artículos III y VII); los principios de jurisdicción y
extradición (artículos IV, V y VI); la exclusión de las jurisdicciones militares
(artículo IX); la absoluta prohibición de derogación (artículo X) y los principios
básicos para monitorear la conducta de los Estados Partes (artículo XIII).

Los trabajos, ideas y principios de la Convención Interamericana sobre


Desaparición Forzada de Personas han sido, a su vez, retomados en otros
instrumentos internacionales, como es el Estatuto de Roma, que incluye este
crimen en su artículo
27

La influencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en


Latinoamérica ha sido, desde su creación, un pilar para el mejoramiento de los
estándares de derechos humanos y democracia en los países del continente.
Desde entonces, la Corte creó su propia teoría respecto de la desaparición
forzada de personas.

La convención internacional para la protección de todas las personas


contra las desapariciones forzadas en 2001, con el fin de redactar un
instrumento normativo vinculante en materia de desaparición forzada de
personas, en el Sistema de Naciones Unidas se creó un Grupo Especial de
Trabajo en el que participaron miembros de delegaciones estatales y
observadores de organizaciones de la sociedad civil, entre otros.80 Dicho
trabajo, eventualmente, dio como resultado la Convención Internacional para la
Protección de todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, la cual
adoptó la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el 20
de diciembre de 2006. Posteriormente, el 6 de febrero de 2007 se abrió a firma
esta Convención, la cual entró en vigor el 23 de diciembre de 2010.

La definición y tipificación del delito de desaparición forzada de personas


uno de los temas de mayor relevancia que se ha discutido a nivel internacional
es la importancia central de la definición del tipo de actos y omisiones que
constituyen o pueden llegar a constituir eventualmente el delito de desaparición
forzada de personas.

En este sentido, la definición misma de desaparición forzada tiene por


objetivo definir la conducta en el tratado y además otorgar los elementos del
tipo que debe ser incorporado a la legislación penal del Estado que ha
ratificado la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas
contra las Desapariciones Forzadas. La Declaración sobre la Protección de
Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, ya comentada líneas
arriba, en su artículo 1, si bien no otorga una definición, ofrece elementos
importantes en torno a lo que es la desaparición forzada de personas:
28

Todo acto de desaparición forzada constituye un ultraje a la dignidad


humana. Constituye una violación de las normas del derecho internacional que
garantizan a todo ser humano, entre otras cosas, el derecho al reconocimiento
de su personalidad jurídica, el derecho a la libertad y a la seguridad de su
persona y el derecho a no ser sometido a torturas ni a otras penas o tratos
crueles, inhumanos o degradantes. Pelayo, 2012)

El texto de la Convención Internacional consta de 45 artículos, divididos


en tres partes. La primera parte es la más sustanciosa y en ella se reflejan las
disposiciones sustantivas, como son, por ejemplo, la definición de desaparición
forzada, sus elementos, la obligación de los Estados de investigar las
desapariciones, las obligaciones procesales, etc. del órgano de aplicación, a
saber, el Comité contra la Desaparición. De los travaux préparatoires del
proyecto de Convención se extrae que las delegaciones lograron rápidamente
un consenso sobre la existencia de tres elementos constitutivos de la definición
de desaparición forzada. Además, puede ser que la persona que lleva adelante
una detención, no supiera que ese acto fuera la primera fase de una
desaparición forzada. Así, no se incluyó ningún elemento temporal y la
Convención se distanció del articulado del Estatuto de la Corte Penal
Internacional que requiere, para el crimen de lesa humanidad de desaparición
forzada, que se hubiera cometido durante “un período prolongado de tiempo”.

El derecho a no ser sometido a una desaparición forzada, hasta la


aprobación de la Convención Internacional no existía un derecho autónomo a
no ser sometido a una desaparición forzada o involuntaria. Esto condujo a que
durante mucho tiempo la desaparición forzada fuera definida como un
fenómeno complejo que violaba un conjunto de derechos individuales, como
son el derecho a la vida, la libertad, la seguridad, etc. Así, surgió la necesidad
de reconocer expresamente un derecho específico a no ser sometido a una
desaparición forzada.

En su informe ante la Comisión de Derechos Humanos, el experto


independiente Manfred Nowak sugirió dos vías de acción para solventar la
cuestión: la primera, el estable-cimiento de un derecho autónomo, inderogable
29

a no ser víctima de una desaparición forzada; la segunda, especificar de


manera vinculante que el acto que conduce a una desaparición forzada
constituía, además de una privación arbitraria de la libertad, un trato inhumano
y degradante (incompatible con el artículo 7 de la Convención de Derechos
Civiles y Políticos) como así también una grave amenaza al derecho a la vida y
una violación al derecho a tener un recurso efectivo ante una autoridad
nacional.

La inderogabilidad del derecho, el apartado 2 del artículo 1 reconoce la


imposibilidad de justificar bajo ningún concepto una desaparición forzada de
personas. En efecto, la Convención Internacional señala que no podrán
aducirse la existencia de un estado de guerra, inestabilidad política u otra
situación de emergencia como justificación de la desaparición forzada. En esta
misma línea debe interpretarse el artículo 6.2 por el que ninguna orden de una
autoridad pública, civil o militar, puede ser invocada para justificar una
desaparición forzada.

Sin embargo, la Convención Internacional no ha recogido estas


recomendaciones al no prohibir expresamente el uso de amnistías para excluir
de responsabilidad a los perpetradores de desapariciones forzadas de
personas. La Convención Interamericana tampoco lo hacía pero sí la
Declaración de 1992 (artículo 18) y el Anteproyecto (artículo 17). Pero, no es
menos cierto que afirma que la práctica generalizada y sistemática de
desapariciones forzadas constituye un crimen de lesa humanidad y entraña las
consecuencias previstas en el derecho internacional aplicable.
30

FUENTES DE INFORMACIÓN

Galella, P. (2017). La convención internacional para la protección de todas las


personas contra las desapariciones forzadas. un gran paso hacia una mayor
protección en la lucha contra este fenómeno. Recuperado de
file:///C:/Users/MICROSFT/Downloads/6016-12387-1-PB.pdf

Naciones Unidas. Derechos Humanos (2017). Convención Internacional para la


Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas.
Recuperado de http://acnudh.org/wp-content/uploads/2010/10/Carta-
Desapariciones-Forzadas-ESPA%C3%91OL-FINAL.pdf

Pelayo M., C. M. (2012). La Convención Internacional para la Protección de Todas las


Personas contra las Desapariciones Forzadas. Recuperado de
http://www.corteidh.or.cr/tablas/r29729.pdf
31

ANEXOS

En su resolución 70/160, la Asamblea General solicitó al Secretario


General que le presentara, en sus períodos de sesiones septuagésimo primero
y septuagésimo segundo, un informe sobre la situación de la Convención
Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las
Desapariciones Forzadas y la aplicación de la resolución. El presente informe
se ha preparado atendiendo a esa petición.

En una nota verbal de fecha 28 de marzo de 2017, el Secretario General


invitó a los gobiernos a que le transmitieran toda la información
correspondiente a la aplicación de la resolución 70/160. Se recibieron
respuestas de los Gobiernos de Cuba, el Ecuador, Eslovenia, Hungría, México,
Montenegro, Rumania, Suecia, Suiza, Togo y Uzbekistán. Sus respuestas se
resumen en el presente informe.

El presente informe incluye, además, información acerca de las


actividades realizadas en cumplimiento de la resolución por el Secretario
32

General, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos


Humanos y su Oficina, el Comité contra la Desaparición Forzada, el Grupo de
Trabajo sobre las desapariciones forzadas o involuntarias, y las organizaciones
intergubernamentales y no gubernamentales.

Respuestas recibidas de los Estados

1. A continuación se presentan resúmenes de las respuestas de los Estados


con respecto a la aplicación de la resolución 70/160.

Cuba

2. Cuba participó activamente en las negociaciones que condujeron a la


adopción de la Convención y fue uno de los primeros países que la firmaron
el 6 de febrero de 2007. Es Estado parte desde el 2 de febrero de 2009.
Cuba evalúa permanentemente la posibilidad de aceptar los procedimientos
establecidos con arreglo a los artículos y 32 de la Convención, que
considera de naturaleza facultativa. El Estado cubano no ha solicitado ni
recibido asistencia del Secretario General, ni del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ni de organismos de las
Naciones Unidas, organizaciones intergubernamentales y no
gubernamentales, o el Grupo de Trabajo sobre las desapariciones forzadas
o involuntarias en temas relacionados con las desapariciones forzadas o
cualquier otro relacionado con la aplicación de la Convención, ya que esa
asistencia no ha sido necesaria desde la revolución de 1959. Cuba señala
que en su política interna y exterior pone en práctica el respeto a la
integridad física y moral de l individuo, lo que permite asegurar que en el
país —excluyendo el territorio que ocupa ilegalmente la base naval de los
Estados Unidos de América en Guantánamo — no existen casos de
desaparecidos, ni torturados, ni detenciones secretas. Cuba cuenta con un
ordenamiento jurídico que establece no solo las garantías jurídicas básicas
universalmente reconocidas relacionadas con la protección de los derechos
humanos, sino que refrenda garantías específicas para el ejercicio real y
efectivo de todos los derechos humanos, civiles, políticos, económicos,
33

sociales y culturales. Cuba defendió su primer informe al Comité en marzo


de 2017. Durante el diálogo constructivo con el Comité se reconocieron el
empeño y los logros de Cuba en materia de derechos humanos. Cuba
reiteró su voluntad de mantener un diálogo constructivo y respetuoso con
los órganos de tratados de derechos humanos en los que es parte, y
reafirmó su compromiso de continuar trabajando y brindando seguimiento a
las recomendaciones recibidas, en corresponden cia con la realidad y las
necesidades del país.

Dinamarca

3. Dinamarca ratificará la Convención cuando se adopten las enmiendas a la


legislación danesa necesarias para cumplir las obligaciones dimanantes de
la Convención y el Parlamento otorgue su consentimiento para la
ratificación. Dinamarca estudiará también la posibilidad de reconocer la
competencia del Comité, con arreglo a los artículos 31 y 32 de la
Convención, cuando se haya llevado a cabo un estudio de las
repercusiones jurídicas de obrar en ese sentido. Dinamarca no ha solicitado
ni recibido asistencia del Secretario General, el Alto Comisionado, los
organismos y las organizaciones de las Naciones Unidas, o el Grupo de
Trabajo.

Ecuador

4. El Ecuador ratificó la Convención el 20 de octubre de 2009, que entró en


vigor el 23 de diciembre de 2010, dando cumplimiento así a las obligaciones
internacionales dimanantes de ese instrumento. Presentó su informe en
junio de 2015 y realizó su defensa oral en marzo de 2017. El Ecuador ha
reconoci do la competencia del Comité para recibir y examinar
comunicaciones.

Hungría

5. Hungría ha manifestado su voluntad de ratificar la Convención en varias


ocasiones. Están en marcha consultas interministeriales, incluido el examen
34

necesario del ordenamiento jurídico interno, con el fin de aprobar el texto en


húngaro de la Convención y proceder a la promulgación de una ley para la
aplicación de la Convención en el momento oportuno.

México

6. México ratificó la Convención en 2008. Tras celebrar consultas con las


autoridades competentes, la Cancillería llegó a la conclusión de que el
reconocimiento de la competencia del Comité para recibir comunicaciones
individuales con arreglo al artículo 31 de la Convención podría significar una
duplicación del trabajo de instancias regionales e internacionales de
protección de los derechos humanos. Dado que México reconoce la
competencia de los organismos regionales de derechos humanos, como la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana
de Derechos Humanos para recibir comunicaciones individuales
relacionadas, entre otras cosas, con la comisión del delito de desaparición
forzada, México atiende casos en la materia ante estos mecanismos.

7. México señala que en el país existen mecanismos gubernamentales y


autónomos para atender quejas y peticiones individuales relacionadas con
violaciones de los derechos humanos. En octubre de 2016 se estableció la
Fiscalía Especializada de Búsqueda de Personas Desaparecidas en la
Procuraduría General de la República, cuyo objetivo primordial es la
localización de víctimas, para lo que trabaja recurriendo a la tecnología más
avanzada, incluso atendiendo a recomendaciones internacionales en la
materia, instrumentando un Protocolo Homologado para la Búsqueda de
Personas Desaparecidas y la Investigación del Delito de Desaparición
Forzada, que armoniza los criterios relativos a la búsqueda de personas,
conforme a estándares y recomendaciones nacionales e internacionales.
Además, las instituciones nacionales de derechos humanos, en los planos
federal y estatal, que conocen sobre casos de posibles desapariciones
forzadas, investigan los hechos y, de ser el caso, emiten recomendaciones
al respecto. En particular, la Primera Visitaduría de la Comisión Nacional de
los Derechos Humanos tiene facultades para conocer e investigar quejas
35

relativas a personas de las que se desconoce su paradero y cuya


desaparición presuntamente involucra la participación de alguna autoridad o
servidor público, con el fin de determinar el lugar en que se encuentra el
presunto desaparecido.

8. Al nivel internacional, México ha aceptado la competencia de la Comisión


Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de
Derechos Humanos –en el marco del Sistema Interamericano de Derechos
Hu manos y del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas,
asegurando así que los mecanismos jurisdiccionales y cuasijurisdiccionales,
en los planos regional e internacional, puedan atender quejas relativas a
presuntas violaciones de los derechos humanos.

9. El Gobierno de México no ha realizado consultas internas sobre el


reconocimiento de la competencia del Comité para recibir quejas
interestatales, en el marco del artículo 32. No obstante, la Cancillería ha
llevado a cabo un proceso de análisis y reflexión.

Ha llegado a la conclusión de que México se opone, por principio, a


reconocer la competencia de los órganos de los nueve principales tratados
de derechos humanos de las Naciones Unidas para recibir denuncias
interestatales dado que esas quejas tienden a la politización.

Sin embargo, la voluntad de México de velar por el cumplimiento de la


Convención y luchar contra la desaparición forzada se expresa en su
reconocimiento de la competencia contenciosa de la Corte Internacional de
Justicia, el órgano judicial de las Naciones Unidas, para dirimir conflictos
internacionales entre Estados.

Cabe esperar que de producirse un incumplimiento de la Convención por


parte de un tercer Estado, el caso podría someterse ante ese tribunal
internacional, lo que signif ica que actualmente no es necesario el
reconocimiento por parte de México de la competencia del Comité.
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Montenegro

10.Montenegro ratificó la Convención el 20 de octubre de 2011 y reconoció la


competencia del Comité para recibir comunicaciones individuales y quejas
entre Estados.

11. En cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 29 de la Convención,


Montenegro presentó su informe al Comité en 2013 y contestó a la lista de
cuestiones aprobada por el Comité. El diálogo constructivo entre
Montenegro y el Comité tuvo lugar en septiembre de 2015, tras lo cual el
Comité presentó sus observaciones finales. En noviembre de 2016
Montenegro presentó información de seguimiento sobre las
recomendaciones prioritarias del Comité. Durante el primer período de
sesiones de la Conferencia de los Estados Partes en la Convención,
Montenegro expresó su apoyo a la continuación del Comité como órgano de
supervisión de la Convención.

12.En febrero de 2017 Montenegro presentó sus respuestas al cuestionario


elaborado por el Grupo de Trabajo en relación con un estudio sobre la
desaparición forzada en el contexto de la migración.

Rumania

13.Rumania firmó la Convención el 3 de diciembre de 2008. Rumania informa


que el artículo 439 de su nuevo Código Penal incluye la desaparición
forzada como crimen de lesa humanidad cuando se comete con el fin de
privar a una persona del amparo de la ley durante un tiempo prolongado,
mediante su secuestro, detención o encarcelamiento, por orden de un
Estado o una organización política, o con la autorización, el apoyo o la
aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación
de libertad o a proporcionar información fidedigna sobre la suerte o el
paradero de la persona desaparecida, sustrayéndola a la protección de la
ley. La pena aplicable es la prisión perpetua o una pena de prisión de entre
15 y años y la suspensión del ejercicio de ciertos derechos.
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Eslovenia

14.Eslovenia ha firmado la Convención y prosigue sus esfuerzos para alcanzar


su ratificación. El Ministerio de Justicia está realizando un análisis de la
Convención con vistas a volver a examinar y determinar las cuestiones aún
no resueltas con respecto a su ratificación. Atendiendo al marco jurídico
eslovaco vigente, no se reúnen aún las condiciones para la ratificación de la
Convención. Por lo tanto, el Ministerio también elaborará propuestas
relativas al establecimiento de la base jurídica que facilite la ratificación. Se
estudiarán y revisarán las disposiciones de los artículos 31 y 32 de la
Convención en el contexto del análisis anteriormente mencionado. Una vez
finalizado el análisis se evaluará si es necesario fortalecer el diálogo con la
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos (ACNUDH), sobre los aspectos prácticos de la aplicación de la
Convención, en consonancia con lo dispuesto en los párrafos 5 y 6 de la
resolución 70/160.

Suecia

15.Suecia firmó la Convención en 2007. Antes de ratificar la Convención es


necesario hacer un análisis de las enmiendas legislativas que podrían ser
necesarias. En opinión de Suecia, sin embargo, su legislación cumple
básicamente los requisitos de la Convención. Suecia no ha solicitado ni
recibido asistencia para pasar a ser parte en la Convención ni para la
comprensión y aplicación de las obligaciones dimanantes de la Convención.

Suiza

16.Suiza ratificó la Convención el 2 de diciembre de 2016 y re conoció la


competencia del Comité para recibir comunicaciones individuales y
comunicaciones entre Estados, ya que no sería posible promover el respeto
de los derechos humanos sin la existencia de mecanismos de supervisión
eficaces.
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17.La aplicación de la Convención al nivel nacional exige cambios legislativos,


incluida la incorporación del delito de desaparición forzada como un delito
autónomo en el Código Penal. Además, se ha establecido una red de
coordinación entre los diferentes niveles del Estado (la Confederación y los
cantones) con el fin de determinar a la mayor brevedad posible, en casos de
presunta desaparición forzada, si la persona concernida está privada de
libertad en Suiza y, de ser así, averiguar su paradero. La legislación de
aplicación ent ró en vigor al mismo tiempo que la Convención (1 de enero
de 2017).

18.Suiza no ha solicitado ni recibido asistencia del Secretario General, el Alto


Comisionado, los organismos y las organizaciones de las Naciones Unidas
o el Grupo de Trabajo para pasar a ser parte en la Convención y aplicarla.

Togo

19.Togo firmó la Convención el 27 de octubre 2010 y la ratificó el 21 de julio de


2014. Togo lleva a cabo actividades de concienciación con respecto a la
Convención entre los distintos sectores. Por ese motivo, considera que es
todavía demasiado prematuro para adoptar una decisión sobre el
reconocimiento de la competencia del Comité para recibir comunicaciones
individuales o comunicaciones entre Estados. Togo no ha recibido asistencia
técnica para la ratificación de la Convención ni ha solicitado asistencia a las
organizaciones de la sociedad civil ni a la institución nacional de derechos
humanos para la aplicación de la Convención.

Uzbekistán

20.Uzbekistán informa que las autoridades competentes consideran prematura


la adhesión a la Convención debido a la inexistencia en el derecho interno
del concepto de “desaparición forzada”, de su reconocimiento como delito, y
de la responsabilidad penal consiguiente. Uzbekistán señala, sin embargo,
que algunas de sus leyes y reglamentos consagran importantes
disposiciones destinadas a aplicar la resolución que ya tipifican como delito
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y castigan varios actos, como el secuestro (art. 137 del Código Penal), la
privación ilícita de libertad (art. 138), la trata de personas (art. 135), el
ejercicio indebido de la autoridad (art. 206), y la detención o prisión
preventiva ilícitas (art. 234).

21.Uzbekistán no ha solicitado ni recibido asistencia alguna del Secretario


General o del Alto Comisionado en el marco de los preparativos para la
adhesión a la Convención o su ratificación. Si bien no ha recibido asistencia
técnica de ningún organismo u organización de las Naciones Unidas para
promover la comprensión y la aplicación de la Convención, Uzbekistán
destaca que esta se recoge en los planes de estudios de derecho y
derechos humanos de la Universidad Estatal de Derecho de Tashkent, la
Academia del Ministerio del Interior, y el Centro para el Perfeccionamiento
Profesional de los Juristas.

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