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Así por ejemplo, Cafferata Nores define el objeto de prueba como aquello
que puede ser probado, aquello sobre lo cual puede o debe recaer la prueba,
1
TARUFFO, Michele. La prueba. Madrid, Marcial Pons, 2008, p. 20.
2
HALL, Carlos N. La prueba Penal. Buenos Aires, Editorial Jurídica Nova Tesis, 2005, p. 42.
considerando que el tema puede ser considerado en abstracto (lo que puede
ser probado en cualquier proceso penal) o en concreto (lo que debe ser
probado en un proceso concreto). Considerado el objeto de prueba en
abstracto, la prueba puede recaer sobre hechos naturales (caída de un rayo),
o psíquicos (ánimo homicida), también sobre las cualidades de las personas
nacimiento o edad), cosas y lugares, y calidades jurídicas (ajenidad de la cosa
o estado civil de las personas). También se puede intentar probar las máximas
de la experiencia común (v. gr. usos y costumbres comerciales y financieros)
y el derecho no vigente (v. gr. normas jurídicas extranjeras que fundamenten
un pedido de extradición). Considerado el objeto de prueba en concreto,
para Cafferata Nores la prueba debe versar sobre la existencia del hecho
delictuoso y las circunstancias que lo califiquen, agraven o atenúen, o influyan
en su punibilidad, así como también debe individualizarse sus autores,
instigadores y cómplices, aspectos que necesariamente deben ser objeto de
prueba, aún cuando no exista controversia sobre ellos3.
Sin embargo señala Miranda Estrampes que otros autores –entre los que él
mismo se incluye—consideran que el objeto de la prueba no lo constituyen los
hechos de la realidad, sino las afirmaciones que las partes hacen sobre esos
hechos, esto es, que mediante la prueba se trata de verificar la exactitud de
las afirmaciones formuladas por las partes. En criterio de Miranda
Estrampes, el hecho, como fenómeno exterior al hombre, existe o no existe
en la realidad extraprocesal, independientemente del resultado de la prueba.
En cambio, las afirmaciones de las partes sobre esos hechos sí son
susceptibles de ser demostradas en cuanto a su exactitud. Todo el esfuerzo
del juez se encamina a convencerse de que tales afirmaciones coinciden con
3
CAFFERATA NORES, José I. La prueba en el proceso penal. Buenos Aires, Ediciones De Palma, 4ª
edición, pp.27-28.
la realidad. La convicción sobre la exactitud de las afirmaciones formuladas
por una de las partes tampoco conlleva, per se, la existencia de esos hechos
tenidos por ciertos según la afirmación que de ellos se hizo. Todo lo anterior
permite concluir, según Miranda, que “…la prueba procesal no es un proceso
de demostración de la existencia o inexistencia de un hecho, como señala un
sector doctrinal. La prueba procesal aspira únicamente a persuadir al juez de
la exactitud de las afirmaciones formuladas por las partes”4.
4
MIRANDA ESTRAMPES, Manuel. La mínima actividad probatoria en el proceso penal. Barcelona,
Jose María Bosch Editor, 1997, pp. 32-35.
5
CLIMENT DURÁN, Carlos. La prueba penal. Valencia, Tirant lo Blanch, 2ª edición, Tomo I, 2005, pp.
78-79.