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Unirse a la Iglesia
es una vocación,
Santa Luisa y San Vicente
son una gran bendición.
Azahar
3ºB
Colegio Medalla Milagrosa de Zamora
CARTA A SAN VICENTE DE PAUL
Colegio que decidieron mis padres por mí, puesto que yo empecé
desde muy pequeña y no era consciente para saber cuál elegir. Medalla
Milagrosa, así se llama mi colegio, el cual está dirigido por las Hijas de
la Caridad, organización que usted fundó.
Sé que fuiste una persona buena que se preocupaba por los demás y quería
contarte como está el mundo hoy en día.
Sigue habiendo mucha pobreza en el mundo, gente sin trabajo, comida, ropa u
hogar. Creo que no hacen caso a lo que tú decías: “Ayudar a los necesitados, dar sin
recibir nada a cambio, conformarse con pocas cosas,…”
Cada tres segundos muere un niño a causa de la pobreza y cuanto más veces lo
pienso, más me doy cuenta de que hay mucha gente que lo está pasando muy mal.
Otro problema es que cada vez hay menos Hijas de la Caridad, ya no hay
tantas como cuando tú fundaste la comunidad y hacías los orfanatos y los colegios. Y
las que quedan van siendo mayores y no pueden trabajar tanto.
Hay que intentar que en los siguientes años haya más vocaciones y que tanto
los niños como los adultos entiendan que necesitamos más Hijas de la Caridad,
misioneros o voluntarios para ONGs. Porque cada vez veo a más gente acudiendo a
estos centros en busca de comida y ropa. El año pasado llevamos libros usados,
juguetes y ropa a Cáritas, pero sigo pensando que no es suficiente.
En Grecia hay muchos refugiados que no tienen hogar y que no saben qué hacer
con ellos. No entiendo muy bien por qué los gobiernos de los países ricos los llevan a
Turquía, si allí no tendrán una buena vida. Lo que si sé, es que debemos ayudarles,
porque lo están pasando muy mal.
Supongo que no esperabas que hubiera tantos problemas y espero que seamos
capaces de solucionarlos siguiendo el ejemplo de personas como tú, Santa Luisa, la
Madre Teresa de Calcuta o Vicente Ferrer; que dedicaron su vida a los demás, igual
que hizo Jesús.
¡Santa! ¡Si! Con todos los honores, ya que tu vida fue una entrega a los
demás, sobre todo a los más necesitados.
Dicen que eras muy menuda y chiquita, pero tu fortaleza era enorme y
extensa y supiste compartirla.
“Tus señores los pobres” claman hoy en día a través de los sin techo,
de las familias desestructuradas, de las personas sin trabajo, de los
refugiados, de los niños que viven en países en guerra y, por desgracia, un
largo etcétera.