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Andrés Prieto
University of Colorado, Boulder
andres.prieto@colorado.edu
Este ensayo explora cómo la descripción de la naturaleza chilena hecha por Ovalle está
informada por dos tradiciones separadas: una, la rétorica criolla protonacionalista de
alabanza a la patria y otra más específicamente jesuita, que prefería las maravillas
y singularidades de la naturaleza por sobre su funcionamiento regular. El análisis
muestra cómo la descripción de la naturaleza chilena hecha por Ovalle, al usar estas
dos prácticas discursivas, subraya la importancia de las misiones jesuitas para el
cumplimiento de los fines políticos de la Corona española en Chile.
Palabras clave: Alonso de Ovalle, maravillas, historia natural.
This essay explores how Ovalle’s description of Chilean nature is informed by two
separate traditions, one, a protonationalist creole rhetoric of praise of the patria, and
a more peculiarly Jesuit penchant for marvels and singularities over the regularities
of nature. I consider how Ovalle’s description of Chilean nature, by making recourse
to these two discursive practices, highlights the importance of Jesuit missions for the
political goals of the Spanish Crown in Chile.
Keywords: Alonso de Ovalle, marvels, natural history.
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1. Introducción
1 Estas obras venían a sumarse al panfleto publicado en 1642 en Madrid, titulado Relaciones
de las paces de Baydes, un breve relato del acuerdo de paz firmado por españoles y mapuches
en el que Ovalle destacaba el papel jugado por los jesuitas en las negociaciones previas.
2 Véase, por ejemplo, la Conquista espiritual del Paraguay, de Antonio Ruiz de Montoya
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En este sentido, la Histórica relación de Ovalle debe ser vista como parte
de una importante tendencia historiográfica entre los jesuitas sudame-
ricanos. Como ha señalado David Brading, los textos producidos por los
clérigos y académicos criollos durante el siglo XVII, ya fuesen sermones,
memoriales dirigidos a la Corona, poemas o narrativas históricas, estaban
en su mayoría informados por una retórica patriota que buscaba resaltar
las aptitudes, capacidades y derechos de nacimiento de los descendientes
de los conquistadores (293-313)3. Textos como el publicado por Alonso de
Ovalle en Roma eran expresiones de una naciente identidad criolla, pero una
que incluía elementos peculiarmente jesuitas. Junto a los temas caracterís-
ticos de la defensa criolla de la patria y sus habitantes (los que, en muchos
casos, compartían una afinidad temática con las corografías peninsulares),
encontramos en Ovalle rasgos de la estética y la ciencia propiamente jesui-
tas, como cierta preferencia por las representaciones emblemáticas, o un
interés por la lectura moralizante de las maravillas y las singularidades de
la naturaleza, antes que una descripción de su regularidad (Ashworth Jr.
“Catholicism and Early Modern Science”; Findlen 33, 40, 81, 92-94). Es a
estas características de las tradiciones criolla y jesuita en el texto de Ovalle
que ahora volvemos nuestra atención.
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América habrían arribado al continente tras una larga migración desde Asia,
cruzando un puente terrestre natural que Acosta especulaba se encontraba
en el extremo norte de América, uniendo los dos continentes (Acosta 109-
110). Ovalle acepta esta teoría, que resume en su libro para señalar el
origen de los indígenas chilenos (79-81). Los indígenas americanos no solo
poseían una historia que se remitía a los tiempos bíblicos; también habían
producido imperios nobles y poderosos, como el Inca. Pero ni con todo su
poderío militar habían sido capaces los incas de someter a los indígenas
chilenos, quienes, según Ovalle, derrotaron un ejército de 50.000 soldados
profesionales incas, un hecho sin precedentes en la historia precolombina
(Ovalle 84-85). De forma aún más sorprendente, aunque los españoles
habían sido capaces de conquistar rápidamente casi todos los territorios
americanos, incluyendo a los imperios azteca e inca, habían sido incapaces
de dominar a los indómitos mapuches (83). Estas proezas guerreras eran un
certificado de nobleza para los mapuches. Así como en España las familias
más nobles del reino podían trazar sus derechos nobiliarios hasta alguna
hazaña militar de sus fundadores durante la Reconquista, las hazañas de
los mapuches en el campo de batalla les habían dado el derecho a un re-
clamo de nobleza similar. Por esta razón, para Ovalle, los mapuches eran
“los valerosos Cantabros de la America, que assi como los de la Europa,
merecen el titulo de nobles, por el valor con que se defendieron de sus
enemigos” (86).
Pero aun cuando Ovalle podía describir a los mapuches como nobles,
estos seguían siendo a sus ojos unos bárbaros, que “en sus venganças son
notablemente crueles, despedaçando inhumanamente al enemigo cuando
le han a las manos, leuantandole en las picas, arrancandole el coraçon,
haziendole pedaços, y relamiendose como fieras en su sangre” (88). Esta
ambigüedad en la imagen de los indígenas chilenos, presentados simultá-
neamente por Ovalle como nobles guerreros y como envilecidos salvajes,
se explica por el doble origen que Ovalle le atribuía a las características
morales de los mapuches. Por un lado, su barbarismo y su violencia des-
medida se deberían a un exceso del humor colérico en sus complexiones
(Ovalle 88). El humor colérico, o bilis amarilla, era tradicionalmente con-
siderado como cálido y seco y, al menos para algunos tratadistas médicos
españoles, una complexión excesivamente seca impedía el uso de todas
las facultades racionales del individuo (San Juan 257). En tanto individuos
coléricos, los mapuches eran propensos a ataques de ira que oscurecían
sus capacidades racionales, llevándolos a ejecutar horribles venganzas
sobre sus enemigos. Pero si sus características negativas se debían a un
desbalance en los humores del cuerpo indígena, sus atributos positivos,
tales como su nobleza, su valor, su fuerza física y su amor por la libertad y
la patria se derivaban de la generosa naturaleza de la tierra en que vivían.
Citando un tratado perdido del franciscano Gregorio de León, Ovalle insistía
en que estos atributos provenían de “la fertilidad de la tierra, que como
el dize, y es assi, casi no necessita nada de fuera, a q[ue] añade el nacer
y vivir esta gente trayendo debaxo de los pies tanto oro como se cria en
ella, y beber continuamente de las aguas, que passan por sus minerales,
participando de su buenas, y generosas qualidades”. La benéfica influencia
de las estrellas y constelaciones que iluminaban la noche chilena también
podían ser la causa de estos positivos rasgos morales (83).
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pues había tantas minas en su territorio, que era inútil siquiera el intentar
contarlas todas (36)4.
4 La misma afirmación aparece repetida en la Tabula geographica, el mapa de Chile de-
dicado a Inocencio X. La Tabula no debe ser confundida con el mapa mucho más pequeño
que Ovalle incluyó al final de su Histórica relación. La Tabula, además de ser mucho más
grande, estaba acompañada por una gran cantidad de texto en latín. El ejemplar que con-
sulté se encuentra encuadernado por error en una de las copias de la primera edición de
la Histórica relación custodiadas en la John Carter Brown Library, signatura B646 .O96hS.
Para una descripción general de la Tabula y la historia de los dos ejemplares conocidos,
véase Lawrence Wroth, “Alonso de Ovalle’s Large Map of Chile, 1646”.
5 La importancia que Ovalle le dio al árbol de Limache (el único objeto natural al que le
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Figura 1: El árbol de Limache, Alonso de Ovalle, Histórica relación. Cortesía del Thomas
J. Dodd Research Center de la University of Connecticut.
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6 Según Stephen Greenblatt, el asombro en tanto estado sicológico producido por lo mara-
villoso era una de las piedras angulares del sistema de representación característico de la
Edad Media tardía y del Renacimiento, Marvelous Possessions, 19 y 22-23; véase también
Caroline Walker Bynum, “Wonder”. La historia más completa de las actitudes culturales e
intelectuales hacia la maravilla y el portento desde la Edad Media a la Ilustración es la de
Lorraine Daston y Katherine Parker, Wonders and the Order of Nature. Para la imposibilidad
de ignorar los portentos en el siglo XVII, véase 219.
7 El versículo bíblico más citado en apoyo a esta interpretación de los prodigios era Juan 4:
48 (“Entonces Jesús les dijo: Si no veis señales y prodigios no creeréis”). Para un excelente
análisis de las tradiciones adivinatorias y proféticas populares, en especial respecto de la
interpretación de monstruos y otras anomalías, véase Ottavia Niccoli, Prophecy and People
in the Italian Renaissance.
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Figura 2: Portentos que precedieron a las paces de Baides, Alonso de Ovalle, Histórica
relación. Cortesía del Thomas J. Dodd Research Center de la University of Connecticut.
por Luis de Valdivia que a la estrategia más ofensiva puesta en práctica por
Fernández de Córdoba, quien había declarado el fin de la guerra defensiva
en 1626. El Marqués de Baides, por su parte, consideraba que la estrategia
de ataque frontal desarrollada hasta 1640 había tenido un costo muy alto,
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7. Conclusión
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9 Para un resumen de la recepción crítica de la obra en los siglos XIX y XX, véase Fischer,
36-37.
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