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2) ¿Por qué Lacan la diagnostica como perversa, y no preci-

samente por la homosexualidad?


3) Si su análisis comienza en plena adolescencia, ¿es legíti-
CAPÍTULO 9
mo coagularla en un "diagnóstico"?
El historial que deja Freud y el fabuloso aporte que hacen El tercer despertar
Inés Rieder y Diana Voigt -que posibilita un seguimiento por
casi toda la vida de Sidonie-, me animan a sostener la siguien-
te tesis:

La falta de amor de la madre, debido a su condición de mujer, y


la no trasmisión de la feminidad hacia su única hija mujer, con-
ducen a lajoven a hacer suplencia de lo que no obtuvo del Otro
primordial desde su origen. Hace suplencia de la falta de amor
de la madre en la relación con las otras mujeres. Las mira, las
admira, supliendo ese objeto que no pudo recortar del cuerpo de INTRODUCCIÓN

la madre para ella. Ella es el objeto mirada, razón por la cual el


acto sexual no tiene ninguna relevancia. El presente texto resulta de una deuda que tengo desde los
comienzos de mi práctica analítica. Empecé dedicándome a la
El amor cortés que según la tesis de Freud, seguida por La- investigación y elaboración de los conceptos sobre la pubertad,
can, es el que le prodiga a la dama, tiene un destinatario, su pa- pero quienes entonces me estimularon a trabajar el tema fue-
dre. Exhibe frente a él que ella hace suplencia del falo y le da ron no solo los adolescentes, sino, principalmente, los pacientes
una lección de amor. Sidone porta el falo en tanto ley y lo ex- de la llamada edad media de la vida. En sus relatos escuchaba
hibe ante él. la importancia del despertar puberal, segundo en la serie pro-
Una última pregunta: ¿en qué tiempo del despertar sexual puesta por Freud, que reverberaba en los síntomas que presen-
quedó detenida esta muchacha? La respuesta, o al menos su es- taban. En aquellos años, preocupada por el segundo despertar,
bozo, está en su precaria manera de atravesar la pubertad, la que no pensé que podría hallar un tercero.
por tener que hacer suplencia del amor del Otro primordial has- La clínica con pacientes que atraviesan la edad media de la
ta el final de su vida, coaguló su sexualidad. vida me llevó a postular la idea del tercer despert'lr. Siguiendo a
No conforma la tesis habitual que dice que la homosexual fe- Freud en sus Tres ensayos ... sobre la sexualidad humana, en el ter-
menina busca ser amada por la otra mujer como subrogado de cer despertar leemos los ecos retrospectivos del segundo -propio
la madre. En ocasiones, como en este caso, es ella la que se ofre- de la pubertad- y del rimero -de los tiem os de la infancia.
ce a suplir esa función a costa de renunciar a su propia sexuali- El psicoanálisis, a diferencia de la psicología evolutiva, nos en-
dad. En este punto coincido con el diagnóstico de aquel médi- seña que la estructura no está garantizada desde el origen, sino
co: es un caso de "asexual femenina': que se requieren ciertas condiciones para que esta se produzca.
Los "títulos en el bolsillo" que inscriben las tres identificaciq,-
nes en la primera vue ta edípica, se ponen ~ prueba en la uber-

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SILVIA WAINSZTEIN I Los tres tiempos del despertar sexual . ;,\I"'I'\J!,OI) llilll'//W de Jll'IIIII
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tad en el me'or de los casos romueven el se undo des ertar, Dice Freud: "Ha hombres u~l2.-asan, .como.las.mujeres, pOI;:
si es que se cuenta con el recurso al fantas~~ ~omo res uesta un período cli atérico y contraen en la época de declinación de
frente al deseo del Otro, condición que posIbIlIta el en~u~ntr~_ ~u Qotencia y elev~ión_de la.libido una neurosis de angu~tia::
con el artenaire. En el neurótico este encuentro no es SInl~~ ",Laangustia que surge en la edad crítica del hombre precisa di§:
biICIOnSlrn~''''''r
íntoma v angustia
»Ór

.~.u. es que -ª-partir de la pubertad se jue- tinta ex licación. En este caso no hay disminución de la libido,
.gaJa articulación freudiana..e tre la sexualid. l.amuer~e. pero en cambio tiene lugar, como durante el período climatéri-
Cuando por ciertas contingencias de la vI~a dicha .artlc~la- co de la mujer, un incremento de la producción de la excitación
ción se desanuda, el encuentro con el partenalre adquiere ribe- somática tan considerable que la psique resulta relativamente in-
tes bizarros y aparecen efectos a nivel de la imagen d;l cuerpo, suficiente para dominarla'" Este párrafo remite al despertar de
la que no funciona como tal. A su vez: la m~erte, mas cercana la pubertad, cuando la irrupción de lo real del cuerpo trastrue-
en el horizonte en la edad media, y las írrupciones de lo real del ea tanto lo imaginario como lo simbólico, irrupción pulsional
cuerpo pueden propiciar u obstaculizar ese tercer ~espertar, .~l que desborda el orden fálico.
que tiene como condición necesaria, mas no suficiente, el PIl- En el mismo texto se lee ue:". .. en la é oca de 1Lillffiopau-
mero y el segundo. sia ha de intervenir tambi~n la.repugnancia.que.la mujer ya en-
veLecida siente c.9ntra elexagerado incremento de su libido",'
freu<ih.oIDQlagaJosíenÓmeno..s_9ue se presentan en el ~ta-
MANIFESTACIONES CLÍNICAS que de angustia (las palpitaciones, la aceleración del ritmo res-
piratorio, l;;s sudores, la congestióñ)c~~-los q~-eS;-~b~ervan ~
La renuncia a la sexualidad en esos tiempos de la vida nar- el coito. De ahí que el pudor de las mujeres por los sofocos, los
cotiza tanto a hombres como a mujeres e impide acceder al ter- calores, sea pudor or las "calenturas': esas que Freud nombra
cer despertar. r cOJ!!...o
incremento de la libido -esta es una idea que sostiene has-
La objeción esgrimida por el varón recae sobre el argano, ta el final de su obra en los textos sobre la feminidad.
Siuep ~emor a su desfalles;'mient un.Q.oruLc_Olll-Qpre, En Ensayos sobre la vida sexual y la teoría de las neurosis dice:
~;;@.te fálico de su e., la mu'er arru.fL or~~, o "Es sabido, ha dado a mucho ue lam~tar alos hombres, qu.e
ya no ~_en!.a el brillo fál}<:2SLueoficia como p.o19g~ atr.ª-cClon, el carácter de las ~jere~ ~ele cambiar singularmente al sobre-
del-;tro sexo. En ambos casos retorna el trastrocamlento de l~ venir la menopausia y poner un término a su función genital. Se
~~;-ue inau l![a la 12ubertcHL . hacen regañonas, impertinentes y obstinadas, mezquinas y ava-
En uno de sus primeros escritos, Primeras aportaclOn~s a la ras, mostrando, por tanto tí icos ras os sádicos eróticos-ana-
teoría de las neurosis, I Freud hace referencia a E angustlL ue le~_~t<:!l0santes a su carácter':s.J)bica la causa de la transforma-
sur e en el eríodo climatérico de las mu·g.~s_y<l.\J.rantela e~~d_ ción del carácter en u!!a regresión a la vida seXUAlsádico anal. _
Zrltica de los hombre§.. Subraya que~ltima rano~leva~~~n
de la necesidad sexual. Fue precisamente la connotaClon de ul-
tima" la que me llevó a pensar en el tercer despertar. 2. Ibíd., pág. 186.
3. Ibíd., pág. 190.
4. Ibíd.
l. Sigmund Freud. "Primeras aRPrtaciones a la teoría de las neuro~". en Obras Comple- 5. Sigmund Freud: "Ensayos sobre la vida sexual y la teoría de~la;;cs.c=~
tas, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1967, tomo l. Comp eta, :"Bl5t eca ueva, a ntt,'í96 , omo 1,pág. 993.

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SILVIA WAINSZTEIN I Los tres üempos del ti 'spcI'II/I' SI' /11/1 1:111'1'1111 (11) 1/'11 '111'1 ¡/ 111'11111
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En !:E 4irección~ura y los principios de su poder,6 acan., Lomas .ultno -qu . en este terreno no tiene límites- con su uso
relata el caso de un obsesivo de edad madura y espírit desen a- en el ampo de la sexualidad. Malentendido habitual que expo-
~ ------- 1 . . 1
ña o ue en su meno ausia se excusa or a 1m otenCla ue o ne la no relación sexual entre los seres parlantes.
~ue.ja:-Éne propone a su amante que se acueste con otro hom- La gran encrucijada con que se enfrentan tanto los hombres
bre y ella, que acuerda con este deseo, le cuenta un sueño que como las mujeres en este momento de la vida está en que no
tiene esa misma noche: ella tiene un falo, lo siente bajo su ropa, cuentan con recursos para responder al incremento de la libi-
y también una vagina. Desea que ese falo se introduzca allí. El do y la irrupción pulsional que conlleva. Es en este punto que
relato del sueño le permite a él recuperar de forma inmediata su Freud homologa el climaterio con la pubertad.
potencia fálica. Pero Lacan no atiende a la excusa de la meno-
paU.§.iadel12ac·en.te_eJnteLPIeta el rech~ZQ..~el.ª-castración, ~
siem re es del Ot o de la madre en rimer lugar. SEXUALIDAD y MUERTE
Por sus efectos, el sueño. de la amante apunta a satisfacer el
deseo u...par.tel1~ire..J!l.ás-ªllá_de ill.....demap.da.Es po~ El olvido del nombre Signorelli," luego del exhaustivo aná-
opera el falo en el sueño que recupera el órgano que lo repre- lisis que realiza, conduce a Freud a articular magistralmente la
senta. Es que además de soñar, ella le habla y le muestra lo que sexualidad con la muerte.
no tiene. El mensaje de su sueño, dice Lacan, es que tener el falo Es un hombre maduro, con claros signos de impotencia,
no le impide desearlo. quien hablando sobre las costumbres de los turcos le dice al
La respuesta obsesiva, tal como se advierte en estas citas de maestro: "Tú sabes muy bien, señor (Herr), que cuando eso no
Freud y de Lacan, obtura la posibilidad de recuperar el deseo es ya posible pierde la vida todo su valor'" Mientras que acep-
por la vía del orden fálico y el argumento menopáusico justifi- tan la muerte con total naturalidad, se desesperan cuando la
ca el estado de renuncia al deseo, manifestando los signos de la sexualidad no funciona, pues la estimación sexual está por so-
hipocondría. bre todas las cosas.
Las expresiones hostiles que Freud observa en las mujeres en Sexualidad y muerte constituyen la fórmula de la implica-
la época del climaterio son efecto del estadio previo al complejo ción material, esa que dice que no hay una sin la otra. Cuando
de Edipo, aquel donde la niña reprocha a la madre no haberla se produce el desanudamiento de dicha fórmula, el resultado se
dotado del falo, que retornan bajo la forma de rasgos de carác- inclina hacia el costado de la muerte, adormecimiento del de-
ter; adoptan una posición reivindicatoria que las muestra muy seo, o toma los ribetes de la perversión.
amargas. Desde otra perspectiva, Lacan señala que en la mujer El tercer despertar solo se vuelve posible si muerte y sexua-
se reabre la herida de la privación fálica, haciendo consistir la lidad renuevan su anudamiento en el delicado tiempo de la lla-
presencia del órgano del hombre. mada "edad crítica': crisis de la vida por estar la muerte más
Durante el climaterio, la mujer supone que el varón no se ve cerca en el horizonte de lo posible, afectando con su sombra el
afectado por el mismo por el hecho de que para él queda into- campo del deseo. Freud nombra este momento de la vida como
cada la posibilidad de la reproducción. Como ella resulta pri- "edad peligrosa':
vada de la posibilidad de concebir un hijo, confunde el atribu-
7. Sigmund Freud: "Psícopatología de la vida cotidiana", en Obras Completas, Ed. Biblio-
6. [acques Lacan: "La dirección de la cura y los principios de su poder", en Escritos 2, Si- teca Nueva, Madrid, 1967, tomo 1.
glo Veintiuno editores, Buenos Aires, 2005, pág. 611. 8. lbid., pág. 630.

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SILVIA WAINSZTEIN
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I Los tres tiempos del despertar sexual
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P SIHII,!I Al DEI. TER 'ER DESPERTAR


En las mujeres se traza el fin de la posibilidad de la concep-
ción, de la trascendencia a través de los hijos, hito fundamen-
El trastrocamiento de la imagen del cuerpo en las mujeres,
tal en relación con la condición mortal humana. Pero si la ecua-
situada en el cuerpo como falo, y en los varones, en el órgano
ción simbólica niño=falo se inscribió en la estructura, esta no se
como caída del mismo, demanda la creación de nuevos velos
pierde con el fin de la concepción biológica. Aun así, la proxi-
~ erar el valor del falo en su di ensión sigDi-
midad de la muerte en el horizonte la desestabiliza, al menos es
fica e del deseo. El hombre, cubriendo su órgano, y la mujer, la
lo que ocurre en algunos casos. La sexualidad queda desplaza-
totalidad de su ser, (~::.~~..d.~J,-(;tC.ultamtetltod.e.~lam·ento del.
da por la muerte y produce una sustitución tal que la renuncia
falo como--------.......
~ motor de la seducción femenilla,V'- pero que también
a la primera supone la conservación de la vida. atañe a los varones- •.--------
En su libro La menopausia. El deseo inconcebible.' Marie-
La renovación de la mascarada cumple su función si una mu-
Christine Laznik postula la siguiente hipótesis: "~-
jer se ofrece al deseo del hombre como objeto fálico para que él
pausia la mu'er ierde la falicidad de lo materno y la de la ima-
recupere su potencia y renueve un despertar de la detumescen-
gen corporal eri ida fálicamente': Siguiendo a Helene Deutsch
cia tan temida en el fantasma masculino -tal es el caso que re-
sostiene que la renunc~a a l~ex~al~~<:c!._e~las_myjer~se debe
lata Lacan de su paciente obsesivo menopáusico.
a.la peligrosidad del e~c_uentro incestuoso ue representa una
La mirada de una mu'er one erecto el valor fálico del hombre,
mui er deseante en la edad 1]lil~dura.
esto es lo ue dice Lacan sobre la mascarada, ese ue en el humano
---Pero como dije anteri~mente, y esta es la lectura que hago de
actúa a nivel simb61ic;' Soste~ mascarada permite la circula-
la hipótesis de Laznik, si la falicidad materna inscribió la ecua-
ción de la falta: dar lo que no se tiene a alguien que no lo es.
ción, esta no se pierde, y en lo que atañe a la pérdida de la ima-
\ Una mujer está atenta a la mirada del hombre, hecho que
gen corporal, esta es un hecho de discurso, por ejemplo cuando
1) ck.sde la perspectiva de la pulsión remite al seg~ndo tiemp.o
se dice que con la edad el deseo sexual disminuye, arrastrando
de la misma. El asunto para ella es atreverse a hacerse mi-
con ello la renuncia a la libido.
( rar", es decir, a hacerse objeto del deseo del Otro, lo cual im-
Un caso contrario a este fenómeno de discurso es el de un se-
i plica no haber renunciado a su condición deseante. Para una
ñor que después de ser sorprendido por un grave infarto, entre
mujer, la mirada del hombre arantiza su identidad fem i-
cuyas consecuencias podía temer la impotencia, reencuentra la
nao Cuando la ima en del cuer o entra en crisis, como ocu-
erectilidad en un nuevo goce, que por una contingencia particu-
rre en la menopausia, su búsqueda se centrará en esa mira-
lar lo reubica de otro modo en el discurso que sostenía. Es que
da ue le rearme la imagen, siem re cuando no esté en Q.9-
la "muerte súbita" como posibilidad aceleró un despertar que
sición de renuncia o de reivindicación frente al otro sexo. La
lo sacó abruptamente de la pesadilla del aburrimiento. En este
importancia de la imagen del cuer o está dada or la recu-
caso, muerte y sexualidad reanudaron el pacto con la vida.
~~ación fálica que c9.nlleva..:,.
En los varones, la pregunta por el funcionamiento del órga-
no (si tiene o no erección, la duración de la misma, la frecuen-
cia, etc.) Ruede culminar, en al unos casos, en la hi ocondría,
como si se tratara de una enfermedad que tiene remedio desde
9. Marie-Christine Laznik: La menopausia. El deseo inconcebible. Ed. Nueva Visión. Bue- el discurso médico.
nos Aires. 2005.

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S1LV1A WA1NSZTE1N I Los tres tiempos del despertar sexual
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ER DESPERTAR ES POSIBLE SI SE REINVISTE LA lé, en los val' ncs, En las mujeres se presenta por la caída de la
AGEN DEL CUERPO mascarada.
Solo si se cuenta con una pantalla, con un fantasma, alguien
Sin ínve tidura libidinalsle la ima en del cuer o no ha en- puede "hacerse mirar': es que la función del fantasma resulta in-
cuentro erótico con el otro. Es decir que si el otro no la inviste dispensable para el encuentro libidinal con el otro. Pero si el ob-
con su mirada con su voz con los ob' etos de la ulsión, la ima- jeto a no cuenta con la investidura libidinal, envoltura narcisis-
,gen se derrumba. En los análisis con pacientes de e~ad media, ta que hace deseable a un sujeto, aparece en su faz de desecho y
en el tercer despertar escuchamos el eco retrospectivo del se- la salida es la melancolía.
gundo y del primero, siempre y cuando estos hayan tenido efec- Entre un hombre y una mujer, el lugar del falo está en la parte
tos propiciatorio s inferior de las fórmulas de la sexuación. La lógica no simétrica del
A veces sucede ue en lu _ar de este tercer desQertar se obser- lado hombre y de11ado mujer asegura la posibilidad del encuen-
van manifestaciones grotescas como las del viejo verde o la mu- tro entre los sexos. El varón apunta al objeto a causa de su deseo,
'er madura ue se hace la ende 'a, bizarrías ue recuerdan ue al recorte del cuerpo de ella que hace de fetiche virtual que en-
de lo sublime a lo ridículo hay un solo paso. En el otro extremo ciende su erección (el zapato de tacón alto, la media calada, ete.),
está la renuncia libidinal a favor de la sublimación, abdicaci3B sosteniéndose de su falo, que está de su lado en las fórmulas, Falo
adjudicada, sobre todo por las mujeres, a lo irremediable del en- positivizado con su función eréctil, lo que debe ser corroborado
e'ecimiento corQoral. En este caso resuenan los ecos retrospec- en la mirada de ella. 10 Ella, en tanto mujer, debe reconocer que
tivos de la latencia, pero puestos en el lugar del Ideal que sostie- el falo está en el campo de él y que de eso ella carece.
ne que antes de la pubertad, con su irrupción pulsional traumá- Esta lógica mínima del deseo se ve amenazada en el tercer
tic a, hubo una época donde estudiar, investigar, protegía al suje- despertar. El varón teme no funcionar con su órgano y la mu-
to de la sexualidad y de la muerte. jer, con la imagen de su cuerpo. Si el espejo le indica su caída,
Se impone recordar, a propósito de la ima en del cuer ~,la no podrá ofrecerse como a bajo algún recorte de su cuerpo y,
función del estadio del es e' o en tanto originaria. La constitu- por ende, tampoco podrá dirigirse al varón reconociendo que
ción del narcisismo que opera en la relación i(a)- i' a inviste i- el falo está en su campo.
bidinalmente la imagen que se hace deseable para el otro, siern- La crisis de la mitad de la vida pone de manifiesto la lógica
re cuan o sea reconocí a como ta. a sal! a cl"erespej"opl-a- fálica en el campo del deseo. Cómo se ubica cada uno respecto
no hace osible ee~'
e del o idea a I ea el o, uedando de la lógica fálica propiciará el tercer despertar o lo hará que-
ba'o su rotección la ima en del cuer o. darse dormido para siempre.
La segunda identificación, que es la que a~roia la d~~ación El durmiente cree salvaguardar su narcisismo. Bajo el peso del
del rasgo unario, estabiliza la función del es e o en relaclOn con yo ideal del narcisismo especular convierte a este en autoeróti-
la imagen narcisista, esto quiere decir que no hace falta asegu- co y no puede hacer lazo con el otro. Es que la demanda al espe-
~ todo el tiem~. Los cortes que los cambios en lo real del jo no es pulsional, es narcisista, y el encuentro con el partenaire
cuerpo producen, amenazan el retorno del yo ideal en una re- erótico requiere que sea pulsional. Cuando es narcisista, el peso
lación de dependencia absoluta de la mirada del Otro. Se pro- del yo ideal aparece en su versión estragante del superyó.
duce la afánisis del cuerpo y el soma retorna bajo manifestacio-
nes hipocondríacas -lo cual es muy frecuente, como ya seña- 10. El exhibicionista nos enseña, desde su posición, este mecanismo del lado hombre.

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SlLVlA WAlNSZTElN I Los tres tiempos del despertar sexual

Las manifestaciones hostiles de las mujeres en "edad crítica':


como dice Freud, su amargura, se deben a que no cuentan como
a causa del deseo, sino como objeto a abyecto, caduco, desecho.
Del lado del varón, al quedar exacerbada su preocupación por
el órgano, recrudece el narcisismo auto erótico, creyendo que lo
Índice
que adormece es su pene, pero sin advertir su resistencia a des-
pertar de ese peso.
Freud insiste en homologar la edad crítica con la pubertad.
Por mi parte, ya expuse los puntos en común, sobre todo los que
desembocan en la imagen del cuerpo como condición para el
encuentro con el partenaire del otro sexo. De hecho es el cuer- Agradecimientos . . · 7
po la objeción fundamental para evitar el encuentro. Más aún,
si no hay segundo despertar, el tercero puede presentarse como Prólogo, Isidoro Vegh · 9
retardo del segundo.
Asimismo remarqué una diferencia entre ambos tiempos de Introducción . . . . · . . . . . . . . . . . . . . . 11
la vida. La muerte, más cercana ahora, vuelve a poner en jaque
toda la estructura deseante y las manifestaciones hipocondríacas Clínica de la pulsión . . . . . . . . . . . . . . " 15
se presentan cuando no se cuenta con la veladura que el cuer- • La repetición y el juego deljort-da . . . . . . . .. ]7
po hace del soma. Reaparecen las fallas de la tercera identifica- • La compulsión a la repetición (Wiederholungszwang). .19
ción, afectando el campo de lo imaginario. • La pseudopulsión . . . . . . . . . . . . . . .. .25

Si se acepta la presencia de un tercer despertar, la función


De la pulsión al fantasma . . . . . . . . 31
del analista tiene una especificidad: recrear el juego, la sublima-
ción y la mascarada que hagan posible el encuentro sexual con • La constitución de la pulsión . .32
• La conformación del fantasma .35
el otro, reanudando así sexualidad y muerte.
• La vacilación del fantasma .38
Vaya todo mi agradecimiento a aquellos pacientes de la edad
crítica que con sus amores otoñales y sus segundas primaveras
La ley y el acto analítico 41
me enseñaron, me hicieron pensar clínicamente, este concep-
• El primer acto .44
to del tercer despertar.
• Para concluir . . . . .46

El concepto de adolescencia desde una lectura


psicoanalítica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Una vuelta por las protofantasías . . . . . . .52
1,<1 discor lnn ia entre las versiones de los padres y los hijos 54
Ln n1l'l.llllorrosis de la pubertad en los tres registros . . .56
St'l'lllltltl ti IIt'll 11, Segunda vu lta dípica 58

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