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SILVIA WAINSZTEIN I Los tres tiempos del despertar sexual . ;,\I"'I'\J!,OI) llilll'//W de Jll'IIIII
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tad en el me'or de los casos romueven el se undo des ertar, Dice Freud: "Ha hombres u~l2.-asan, .como.las.mujeres, pOI;:
si es que se cuenta con el recurso al fantas~~ ~omo res uesta un período cli atérico y contraen en la época de declinación de
frente al deseo del Otro, condición que posIbIlIta el en~u~ntr~_ ~u Qotencia y elev~ión_de la.libido una neurosis de angu~tia::
con el artenaire. En el neurótico este encuentro no es SInl~~ ",Laangustia que surge en la edad crítica del hombre precisa di§:
biICIOnSlrn~''''''r
íntoma v angustia
»Ór
.~.u. es que -ª-partir de la pubertad se jue- tinta ex licación. En este caso no hay disminución de la libido,
.gaJa articulación freudiana..e tre la sexualid. l.amuer~e. pero en cambio tiene lugar, como durante el período climatéri-
Cuando por ciertas contingencias de la vI~a dicha .artlc~la- co de la mujer, un incremento de la producción de la excitación
ción se desanuda, el encuentro con el partenalre adquiere ribe- somática tan considerable que la psique resulta relativamente in-
tes bizarros y aparecen efectos a nivel de la imagen d;l cuerpo, suficiente para dominarla'" Este párrafo remite al despertar de
la que no funciona como tal. A su vez: la m~erte, mas cercana la pubertad, cuando la irrupción de lo real del cuerpo trastrue-
en el horizonte en la edad media, y las írrupciones de lo real del ea tanto lo imaginario como lo simbólico, irrupción pulsional
cuerpo pueden propiciar u obstaculizar ese tercer ~espertar, .~l que desborda el orden fálico.
que tiene como condición necesaria, mas no suficiente, el PIl- En el mismo texto se lee ue:". .. en la é oca de 1Lillffiopau-
mero y el segundo. sia ha de intervenir tambi~n la.repugnancia.que.la mujer ya en-
veLecida siente c.9ntra elexagerado incremento de su libido",'
freu<ih.oIDQlagaJosíenÓmeno..s_9ue se presentan en el ~ta-
MANIFESTACIONES CLÍNICAS que de angustia (las palpitaciones, la aceleración del ritmo res-
piratorio, l;;s sudores, la congestióñ)c~~-los q~-eS;-~b~ervan ~
La renuncia a la sexualidad en esos tiempos de la vida nar- el coito. De ahí que el pudor de las mujeres por los sofocos, los
cotiza tanto a hombres como a mujeres e impide acceder al ter- calores, sea pudor or las "calenturas': esas que Freud nombra
cer despertar. r cOJ!!...o
incremento de la libido -esta es una idea que sostiene has-
La objeción esgrimida por el varón recae sobre el argano, ta el final de su obra en los textos sobre la feminidad.
Siuep ~emor a su desfalles;'mient un.Q.oruLc_Olll-Qpre, En Ensayos sobre la vida sexual y la teoría de las neurosis dice:
~;;@.te fálico de su e., la mu'er arru.fL or~~, o "Es sabido, ha dado a mucho ue lam~tar alos hombres, qu.e
ya no ~_en!.a el brillo fál}<:2SLueoficia como p.o19g~ atr.ª-cClon, el carácter de las ~jere~ ~ele cambiar singularmente al sobre-
del-;tro sexo. En ambos casos retorna el trastrocamlento de l~ venir la menopausia y poner un término a su función genital. Se
~~;-ue inau l![a la 12ubertcHL . hacen regañonas, impertinentes y obstinadas, mezquinas y ava-
En uno de sus primeros escritos, Primeras aportaclOn~s a la ras, mostrando, por tanto tí icos ras os sádicos eróticos-ana-
teoría de las neurosis, I Freud hace referencia a E angustlL ue le~_~t<:!l0santes a su carácter':s.J)bica la causa de la transforma-
sur e en el eríodo climatérico de las mu·g.~s_y<l.\J.rantela e~~d_ ción del carácter en u!!a regresión a la vida seXUAlsádico anal. _
Zrltica de los hombre§.. Subraya que~ltima rano~leva~~~n
de la necesidad sexual. Fue precisamente la connotaClon de ul-
tima" la que me llevó a pensar en el tercer despertar. 2. Ibíd., pág. 186.
3. Ibíd., pág. 190.
4. Ibíd.
l. Sigmund Freud. "Primeras aRPrtaciones a la teoría de las neuro~". en Obras Comple- 5. Sigmund Freud: "Ensayos sobre la vida sexual y la teoría de~la;;cs.c=~
tas, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1967, tomo l. Comp eta, :"Bl5t eca ueva, a ntt,'í96 , omo 1,pág. 993.
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SILVIA WAINSZTEIN I Los tres üempos del ti 'spcI'II/I' SI' /11/1 1:111'1'1111 (11) 1/'11 '111'1 ¡/ 111'11111
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En !:E 4irección~ura y los principios de su poder,6 acan., Lomas .ultno -qu . en este terreno no tiene límites- con su uso
relata el caso de un obsesivo de edad madura y espírit desen a- en el ampo de la sexualidad. Malentendido habitual que expo-
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ña o ue en su meno ausia se excusa or a 1m otenCla ue o ne la no relación sexual entre los seres parlantes.
~ue.ja:-Éne propone a su amante que se acueste con otro hom- La gran encrucijada con que se enfrentan tanto los hombres
bre y ella, que acuerda con este deseo, le cuenta un sueño que como las mujeres en este momento de la vida está en que no
tiene esa misma noche: ella tiene un falo, lo siente bajo su ropa, cuentan con recursos para responder al incremento de la libi-
y también una vagina. Desea que ese falo se introduzca allí. El do y la irrupción pulsional que conlleva. Es en este punto que
relato del sueño le permite a él recuperar de forma inmediata su Freud homologa el climaterio con la pubertad.
potencia fálica. Pero Lacan no atiende a la excusa de la meno-
paU.§.iadel12ac·en.te_eJnteLPIeta el rech~ZQ..~el.ª-castración, ~
siem re es del Ot o de la madre en rimer lugar. SEXUALIDAD y MUERTE
Por sus efectos, el sueño. de la amante apunta a satisfacer el
deseo u...par.tel1~ire..J!l.ás-ªllá_de ill.....demap.da.Es po~ El olvido del nombre Signorelli," luego del exhaustivo aná-
opera el falo en el sueño que recupera el órgano que lo repre- lisis que realiza, conduce a Freud a articular magistralmente la
senta. Es que además de soñar, ella le habla y le muestra lo que sexualidad con la muerte.
no tiene. El mensaje de su sueño, dice Lacan, es que tener el falo Es un hombre maduro, con claros signos de impotencia,
no le impide desearlo. quien hablando sobre las costumbres de los turcos le dice al
La respuesta obsesiva, tal como se advierte en estas citas de maestro: "Tú sabes muy bien, señor (Herr), que cuando eso no
Freud y de Lacan, obtura la posibilidad de recuperar el deseo es ya posible pierde la vida todo su valor'" Mientras que acep-
por la vía del orden fálico y el argumento menopáusico justifi- tan la muerte con total naturalidad, se desesperan cuando la
ca el estado de renuncia al deseo, manifestando los signos de la sexualidad no funciona, pues la estimación sexual está por so-
hipocondría. bre todas las cosas.
Las expresiones hostiles que Freud observa en las mujeres en Sexualidad y muerte constituyen la fórmula de la implica-
la época del climaterio son efecto del estadio previo al complejo ción material, esa que dice que no hay una sin la otra. Cuando
de Edipo, aquel donde la niña reprocha a la madre no haberla se produce el desanudamiento de dicha fórmula, el resultado se
dotado del falo, que retornan bajo la forma de rasgos de carác- inclina hacia el costado de la muerte, adormecimiento del de-
ter; adoptan una posición reivindicatoria que las muestra muy seo, o toma los ribetes de la perversión.
amargas. Desde otra perspectiva, Lacan señala que en la mujer El tercer despertar solo se vuelve posible si muerte y sexua-
se reabre la herida de la privación fálica, haciendo consistir la lidad renuevan su anudamiento en el delicado tiempo de la lla-
presencia del órgano del hombre. mada "edad crítica': crisis de la vida por estar la muerte más
Durante el climaterio, la mujer supone que el varón no se ve cerca en el horizonte de lo posible, afectando con su sombra el
afectado por el mismo por el hecho de que para él queda into- campo del deseo. Freud nombra este momento de la vida como
cada la posibilidad de la reproducción. Como ella resulta pri- "edad peligrosa':
vada de la posibilidad de concebir un hijo, confunde el atribu-
7. Sigmund Freud: "Psícopatología de la vida cotidiana", en Obras Completas, Ed. Biblio-
6. [acques Lacan: "La dirección de la cura y los principios de su poder", en Escritos 2, Si- teca Nueva, Madrid, 1967, tomo 1.
glo Veintiuno editores, Buenos Aires, 2005, pág. 611. 8. lbid., pág. 630.
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SILVIA WAINSZTEIN
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I Los tres tiempos del despertar sexual
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ER DESPERTAR ES POSIBLE SI SE REINVISTE LA lé, en los val' ncs, En las mujeres se presenta por la caída de la
AGEN DEL CUERPO mascarada.
Solo si se cuenta con una pantalla, con un fantasma, alguien
Sin ínve tidura libidinalsle la ima en del cuer o no ha en- puede "hacerse mirar': es que la función del fantasma resulta in-
cuentro erótico con el otro. Es decir que si el otro no la inviste dispensable para el encuentro libidinal con el otro. Pero si el ob-
con su mirada con su voz con los ob' etos de la ulsión, la ima- jeto a no cuenta con la investidura libidinal, envoltura narcisis-
,gen se derrumba. En los análisis con pacientes de e~ad media, ta que hace deseable a un sujeto, aparece en su faz de desecho y
en el tercer despertar escuchamos el eco retrospectivo del se- la salida es la melancolía.
gundo y del primero, siempre y cuando estos hayan tenido efec- Entre un hombre y una mujer, el lugar del falo está en la parte
tos propiciatorio s inferior de las fórmulas de la sexuación. La lógica no simétrica del
A veces sucede ue en lu _ar de este tercer desQertar se obser- lado hombre y de11ado mujer asegura la posibilidad del encuen-
van manifestaciones grotescas como las del viejo verde o la mu- tro entre los sexos. El varón apunta al objeto a causa de su deseo,
'er madura ue se hace la ende 'a, bizarrías ue recuerdan ue al recorte del cuerpo de ella que hace de fetiche virtual que en-
de lo sublime a lo ridículo hay un solo paso. En el otro extremo ciende su erección (el zapato de tacón alto, la media calada, ete.),
está la renuncia libidinal a favor de la sublimación, abdicaci3B sosteniéndose de su falo, que está de su lado en las fórmulas, Falo
adjudicada, sobre todo por las mujeres, a lo irremediable del en- positivizado con su función eréctil, lo que debe ser corroborado
e'ecimiento corQoral. En este caso resuenan los ecos retrospec- en la mirada de ella. 10 Ella, en tanto mujer, debe reconocer que
tivos de la latencia, pero puestos en el lugar del Ideal que sostie- el falo está en el campo de él y que de eso ella carece.
ne que antes de la pubertad, con su irrupción pulsional traumá- Esta lógica mínima del deseo se ve amenazada en el tercer
tic a, hubo una época donde estudiar, investigar, protegía al suje- despertar. El varón teme no funcionar con su órgano y la mu-
to de la sexualidad y de la muerte. jer, con la imagen de su cuerpo. Si el espejo le indica su caída,
Se impone recordar, a propósito de la ima en del cuer ~,la no podrá ofrecerse como a bajo algún recorte de su cuerpo y,
función del estadio del es e' o en tanto originaria. La constitu- por ende, tampoco podrá dirigirse al varón reconociendo que
ción del narcisismo que opera en la relación i(a)- i' a inviste i- el falo está en su campo.
bidinalmente la imagen que se hace deseable para el otro, siern- La crisis de la mitad de la vida pone de manifiesto la lógica
re cuan o sea reconocí a como ta. a sal! a cl"erespej"opl-a- fálica en el campo del deseo. Cómo se ubica cada uno respecto
no hace osible ee~'
e del o idea a I ea el o, uedando de la lógica fálica propiciará el tercer despertar o lo hará que-
ba'o su rotección la ima en del cuer o. darse dormido para siempre.
La segunda identificación, que es la que a~roia la d~~ación El durmiente cree salvaguardar su narcisismo. Bajo el peso del
del rasgo unario, estabiliza la función del es e o en relaclOn con yo ideal del narcisismo especular convierte a este en autoeróti-
la imagen narcisista, esto quiere decir que no hace falta asegu- co y no puede hacer lazo con el otro. Es que la demanda al espe-
~ todo el tiem~. Los cortes que los cambios en lo real del jo no es pulsional, es narcisista, y el encuentro con el partenaire
cuerpo producen, amenazan el retorno del yo ideal en una re- erótico requiere que sea pulsional. Cuando es narcisista, el peso
lación de dependencia absoluta de la mirada del Otro. Se pro- del yo ideal aparece en su versión estragante del superyó.
duce la afánisis del cuerpo y el soma retorna bajo manifestacio-
nes hipocondríacas -lo cual es muy frecuente, como ya seña- 10. El exhibicionista nos enseña, desde su posición, este mecanismo del lado hombre.
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SlLVlA WAlNSZTElN I Los tres tiempos del despertar sexual
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