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El caso de Bolivia
(1808-1836)
Parte I
Río de la Plata.
8. La Junta de Quito.
Parte II
“rumorología”.
2
14. Las provincias americanas en la Constitución de Cádiz.
Parte III
3
UNA INDEPENDENCIA, MUCHOS CAMINOS.
absoluto en 1814. Como resultado de esa crisis, las jurisdicciones de las antiguas
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es que las independencias y la independencia de Bolivia obtiene en este texto una
historiadores iberoamericanos que se reunió en Santa Cruz de la Sierra durante los días
hacerle concesiones a las retóricas de los publicistas nacionales de los dos siglos
Bolivia. Pero en ese momento pudo haber sido otro, tal como anunciaba la interesada
Congreso de las Provincias Unidas del Río de la Plata, o la tozudez del general Olañeta.
histórica sus actores parecían estar participando en un juego de azar. Es por ello que
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“inevitabilidad” interpretativa. Y en segundo lugar, su teleología nacionalista. El estado
Este texto fue proyectado hacia los profesores de la enseñanza básica de Bolivia,
en especial para los que forman una nueva generación de docentes en las escuelas
normales, pues la reunión de Santa Cruz de la Sierra intentaba aproximar a los maestros
entre las fuentes contemporáneas y los jóvenes escolares se manifestó aquí como una
cumplirse, dado que la propia fuente ya es una mediación entre sus contemporáneos y
Ojalá que éste sea uno de ellos para el atento lector. No obstante la propuesta inicial se
vio completada con las servidumbres que puede albergar un texto más complejo y
Andrés Bello el interés por financiar la reunión académica aludida. También a los
maestros bolivianos, tanto cruceños como paceños, por sus apreciables sugerencias. A
los autores de este libro, grupo construido en estos últimos años bajo las reuniones
anuales de los organizadores antes citados y que ha conseguido cierto grado de cohesión
que por ello cada uno haya tenido que dejar su metodología y concepción de la historia.
Jaume I de Castellón que tuvo desde el primer momento mucho interés por este
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Parte I.
Según los cronistas, la indiferencia del pueblo madrileño presidió el desfile de las
firmado por Carlos IV y Napoleón el 27 de octubre de 1807. Por este acuerdo la Corona
española y el estado bonapartista renovaban su alianza. Esta vez el objetivo común era
invadir Portugal. Nada nuevo. En 1796 ambas potencias habían firmado el Primer
Tratado de San Ildefonso que tuvo una continuidad en 1802 con un segundo Tratado. Ya
Los tres primeros artículos del Tratado de Fontainebleau no dejan dudas sobre
El norte para el Rey de Etruria, el centro a decidir después del triunfo armado de ambos
estados y el sur para el Príncipe de la Paz, Manuel Godoy. Para tales fines la Monarquía
estrategia de Bloqueo Continental, el territorio luso era una pieza fundamental para
razones eran distintas para la Francia napoleónica. Tras el hundimiento de buena parte
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de la flota Real española en esa batalla naval, el dominio marítimo británico fue
aplastante, lo cual devino, para la Corona española, en una pérdida no sólo de control
sino de seguridad absoluta, de su sistema de flotas que trasladaba las rentas indianas
desde el norte y sur de América hasta la península. Los temores en este sentido de la
Corona española tras Trafalgar se evidenciaron muy pronto. Buenos Aires, arteria
principal de la ruta de la plata del Potosí, fue ocupado por los ingleses en la primavera
de 1806. De inmediato Gran Bretaña hizo prevalecer su poderío marítimo tras Trafalgar.
El gran problema, para la Corona española, fue su incapacidad para poderle hacer frente
en el mar. Buenos Aires corrió su propio destino sin ayuda de la armada real española.
Toda una lección que las milicias bonaerenses y sus dirigentes no olvidarán unos años
después. La ayuda sólo podría llegar desde la Banda Oriental, en donde las fuerzas
españolas se habían batido desde hacía décadas con los portugueses y británicos que
como es sabido, no llegaron. Fueron las milicias bonaerenses quienes desalojaron a los
Pero unas semanas más tarde, para la Francia napoleónica el sino de la guerra
cambiará, a diferencia que para la Corona española. Días después de Trafalgar aconteció
con Rusia en 1807. Tras estos dos grandes hechos, batalla y paz, la estrategia
napoleónica contra Gran Bretaña cambió rápidamente. Las razones del Bloqueo
acabar con Gran Bretaña. El poderío marítimo británico tenía que ser estrangulado
desde el mar, es decir, ocupando los puertos aliados que le servían de bases navales para
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El Tratado de Fontainebleau se convirtió para la Corona española y Manuel
coyuntura tras la derrota naval. Mucho más si cabe, tras la ocupación inglesa de Buenos
Aires.
de la contienda con Portugal. El artículo, que servía como garantía para el monarca
español, suponía además una garantía de compromiso de éste contra las pretensiones de
Corona española se evidenciaba. Aconteció que Napoleón también tenía oculta otra
monarca español, -¿es que no eran suyos?-, el artículo 13, olvidadísimo por la
Emperador francés. Ambos se comprometían a repartirse el gran botín, que no era sólo
el territorio portugués peninsular sino las restantes posesiones coloniales que tenía la
dinastía Braganza: Brasil. Con ello podían dar un golpe maestro a los británicos, no sólo
ocupando los neurálgicos puertos de Lisboa y Oporto, sino también a la base naval
británica enclavada en Río de Janeiro. Ocupada la metrópoli lusa, el gran objetivo era
decir, detener a Juan VI de Portugal casado con Carlota Joaquina, hija de Carlos IV. ¿No
era lo que estaba haciendo desde hacía siete años en toda Europa? Sustituir familias
reales por su propia dinastía. ¿Por qué la Corona portuguesa iba a ser una excepción?
1
Emilio La Parra, Manuel Godoy,
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Con ello la Corona española podría empezar a evitar la constante amenaza que los
esta dinámica general, hispana, global, en donde Fontainebleau tiene una explicación
Joaquín Murat entró con sus tropas en Lisboa en noviembre de 1807. Un día
después que la familia real portuguesa hubiera huido, protegida por la Armada Real
británica, rumbo a… San Salvador de Bahía para luego establecer su corte en Río de
Sólo que en vez de 28.000 soldados que era lo acordado, los espías de Manuel Godoy
cruzado la frontera.
Cristina de que Napoleón los iba a traicionar. Frustradas sus expectativas de apresar a la
Los hechos se precipitan en estos primeros días de marzo. Godoy hace salir a los
soldados. El destino: el puerto de Cádiz. El objetivo final, el mismo continente que los
camino real: Aranjuez, Sevilla y Cádiz. Conocedor de ello, Napoleón mueve sus piezas
2
Joao Paulo G. Pimenta, Brasil y la independencia de Hispanoamérica, Universitat Jaume I, Castellón,
2007.
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adelanta. Alienta, moviliza y protagoniza el Motín de Aranjuez. Golpe de estado
fernandino contra sus padres y Godoy que se reviste de elementos populares. El día 19
de marzo Fernando VII se proclama Rey en Madrid. Cuatro días después, Murat desfila
por las calles madrileñas. Es el 23 de marzo de 1808. La crisis de mayo está próxima.
proclama Rey el 19 de marzo. Sólo dos semanas después viajará para que Napoleón le
como es conocido, Napoleón no sólo no reconocerá a ambos sino que conseguirá que el
miembro de la familia real está en la Corte. Ni siquiera el infante don Antonio, hermano
de Carlos IV, que también ha huido a Bayona con toda la familia real. El consejo de
Castilla, a quien se ha dejado como delegado del poder, permanece petrificado ante la
llegada de la renuncia, con sello real de Carlos IV. Joaquín Murat, duque de Berg, ha
sido proclamado Regente de… los Reinos de las Españas e Indias. La monarquía
Daoiz y Velarde sublevan sus tropas contra sus antiguos aliados. La guerra también se
la guerra de España.
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2. Los diputados americanos en la Junta de Bayona.
Napoleón tenía preparada una estrategia política perfectamente diseñada para “el
problema de España”. Ésta pasaba por convocar unas Cortes en Bayona que aprobaran
una Constitución. La novedad residió en que en estas Cortes se van a convocar, es decir,
los monarcas absolutos Borbones había diseñado conscientemente toda una estrategia en
la cual intentaba atraer al criollismo ilustrado americano al diseño del nuevo Estado que
empezaba a surgir desde Bayona. Toda un novedad, sutil, atrevida, pero inteligente para
Así, mientras se recibían en las provincias indianas las noticias relativas a los
sucesos madrileños del 2 de mayo y a la retención de los reyes por parte del que ya era
calificado como el “corso ateo”, seis ilustres americanos fueron invitados a asistir, como
península por distintos motivos. En este orden, fueron Ignacio Sánchez de Tejada (El
José Joaquín del Moral (canónigo de la Iglesia Metropolitana de México), José Odoardo
para exponer “los medios que podrían emplearse para conservar unidas a la Metrópoli
las posesiones españolas de América” y “las concesiones que podrían hacerse a aquellos
naturales para atraerlos más y consolidar los vínculos que nos unen”. Oídas estas
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razones, la Junta de Bayona acordó pasar al Gobierno el discurso de Sánchez de Tejada
“reunir y estrechar con nosotros a los americanos, que son una parte de la familia
Dos días después, el mismo Sánchez leyó en la séptima junta una Memoria y
derecho que asistía a las provincias de Yucatán y el Cuzco para contar con un diputado
propio en las Cortes dada su “situación y extensión”. En esta misma sesión se acordó
extender a las provincias americanas las mismas calidades exigidas a los peninsulares
para ser diputados a Cortes. No fue todo, las demandas políticas y de representación
para adecuar ese texto a “las circunstancias particulares” de los reinos que
hecho de los americanos respecto de los peninsulares, pero pidió una providencia
especial que asegurara a los naturales de América el acceso al Senado y a los Consejos
de Estado y Real en una proporción mínima de dos o tres personas. Con ello pretendía
que fuese borrada “la odiosa distinción entre los habitantes de ambos continentes y que
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Acta de la Junta quinta celebrada el día 22 de junio de 1808. En: Congreso de los Diputados. Diario de
sesiones. Actas de Bayona (Serie histórica, 2). CD-ROM.
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al cabo de algún tiempo formen una misma familia”. Es más, y ello es muy importante,
texto del estatuto constitucional, y que fueran sustituidas por la palabra “provincias
General reunida en Bayona (7 de julio de 1808) se vio el estatus que habían alcanzado
las provincias indianas en la nueva monarquía de José I Bonaparte: el título X (De los
reinos y provincias españolas de América y Asia) estableció que los reinos y provincias
representantes en las Cortes” (artículo 91). Charcas, el Cuzco y Yucatán, por ejemplo,
Consejo de Estado, con “voz consultiva en todos los negocios tocantes a los reinos y
adelante, como parte “de las Españas”, por un solo código de leyes civiles y criminales
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Observaciones que sobre el proyecto de Constitución presentado de orden del Emperador a las Juntas
de Españoles celebradas en Bayona, hicieron los miembros de éstas. En: Congreso de los Diputados.
Diario de sesiones de Cortes. Actas de Bayona (Serie histórica, 2). CD-ROM.
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novedosa hasta ahora a la Constitución de Bayona y al establecimiento del nuevo estado
de todos los diputados a Cortes por parte de los reinos y provincias de la Monarquía.
Es obvio que el cambio dinástico en el Estado del antiguo régimen había traído
Constitución de Bayona, pero: ¿cómo fueron recibidos estos cambios en las provincias
que Napoleón mandó agentes y comisionados con las “buenas nuevas” a los territorios
americanos –La Habana, Santiago, Buenos Aires, Montevideo, etc.– éstos fueron
traición del ateo e irreligioso cundió y fue hegemónica, los huesos de la mayor parte de
distancia, en América.
Desde el púlpito y desde las hojas volantes y de los publicistas emergió una
lucha tenaz contra el sistema napoleónico. En seguida el estado francés fue calificado
contribuyó de inmediato el sistema del ejército francés de “vivir sobre el terreno” que
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Durante los meses de julio y agosto de 1808 comenzaron a llegar a América las
de los enviados de Napoleón Bonaparte que en muchos casos llegaron al mismo tiempo
que los comisionados por la Junta de Sevilla. El 16 de julio arriban a Caracas a bordo
del bergantín Le Serpent los dos emisarios franceses con los despachos firmados por el
secretario del Consejo de Indias en los que se ordena publicar los decretos relativos a las
nombramiento del duque de Berg como teniente general del reino. El mismo día, la
corbeta de guerra Acosta, llega al puerto de La Guaira con los informes ingleses acerca
protección entre ambas potencias para defenderse de los franceses. Pocos días después,
alimentaban todo tipo de rumores acerca de quién gobernaba y qué se debía hacer. Con
todo, una cosa parecía clara, la monarquía española ya no estaba en guerra con Gran
Bretaña, sino con Napoleón. El cambio de alianzas debía producirse para afrontar al
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La reacción ante semejantes noticias fue variada dependiendo de las autoridades
gobernantes y de la situación particular de cada lugar, sin embargo, hubo una primera
respuesta unánime incuestionable: jurar fidelidad a Fernando VII, legítimo monarca del
reino. Las ceremonias de jura al uso se realizaron en las capitales y ciudades principales
prolongaron hasta 1809 debido a la lejanía de los lugares, como en Baja California
Los dos años que transcurren entre 1808 y 1810 deben ser analizados
resto de América, Europa y la península, si no, difícilmente llegaremos a tener una idea
distinguir entre las juntas que se erigieron antes de 1810 y las que lo hicieron después,
pues sus objetivos e ideales fueron bien distintos en función de la coyuntura política y
bélica de la monarquía.
Francisco Javier Elío, estaba integrada por altos funcionarios y oficiales del ejército y la
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la tradición hispánica y apelando a la Constitución del reino y el derecho natural a la
las Cajas Reales. Poco después, el 16 de julio de 1809, con ocasión de la festividad de la
virgen del Carmen se produjo un alzamiento en la ciudad de La Paz que terminó con la
milicias, nombró autoridades, recogió armas y pólvora y quemó los registros donde
figuraban las deudas al fisco de la monarquía pero, sin embargo, no consiguió apoyos en
el resto del territorio. Por el contrario, el virrey Abascal del Perú solicitó el control
Fernando VII pretendían gobernar el territorio. Durante los casi tres meses que estuvo
propiedad, abolió las deudas y suprimió los monopolios del tabaco y el aguardiente. Su
gubernativas del mismo estilo de las que existían en la península. El virrey de Nueva
España, José de Iturrigaray lo intentó entre los meses de agosto y septiembre de 1808,
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encontrando la oposición de la Audiencia, que deseaba mantener todo como estaba y la
del Cabildo, quien insistía en la formación de una junta que asumiera competencias
autónomas para decidir sobre el futuro del virreinato mientras el rey permaneciera
1810 pero sí se reunieron las autoridades para decidir sobre el futuro del territorio en
una junta general en agosto de 1808. Venezuela reunió a las autoridades capitalinas
comisionado de la junta de Sevilla reclamando la soberanía para sí, provocó una gran
formación de la junta, sin embargo, la respuesta de las autoridades a estas reuniones fue
Inmediatamente ésta fue desconocida por las autoridades de Cuenca, Popayán y Pasto.
principales autoridades para deliberar sobre la cuestión. Los miembros capitulares del
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por su origen francés fue el objetivo del tumulto popular que se produjo en la capital el
formación de una junta gubernativa. Las milicias levantadas en los años anteriores para
la formación de la junta.
con un fuerte componente fidelista fue el del virreinato del Perú. El virrey Abascal
estilo. Anteriormente ya había enviado sus tropas contra las juntas de Quito, Chuquisaca
y esposa del rey portugués Joao VI, asumiera la soberanía del territorio. También hubo
apoyo del capitán general de la isla, la idea fracasó por la resistencia de los militares
criollos.
disparidad de noticias recibidas supuso que triunfaran las tesis de la doctrina pactista
enunciada por la tradición escolástica hispana en la que el rey gobernaba a sus súbditos
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mediante el establecimiento de un pacto, en caso de que la soberanía real se viera
este argumento. Por eso no es contradictorio que estas juntas se intitularan defensoras de
autonomía política.
Pero además, del mismo modo, la crisis política ayudó a que las antiguas
demandas más reclamadas, alentadas también por la convocatoria que Napoleón había
extendido a los representantes americanos en la Junta de Bayona. Por esta razón, las
monarquía les concedía representación política. Y por el mismo motivo, pocos meses
de la guerra, que apuntaba a una victoria total de las tropas francesas. Por eso, 1808 no
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Según José Carlos Chiaramonte, la crisis revolucionaria dio lugar en el antiguo
las de las provincias– a la vez que se mantuvieron algunos vínculos (alianzas, ligas,
discusión acerca del alcance de dicha expresión. Construido y administrado con criterio
“exterior”, el Estado colonial había dejado a los diversos territorios que lo integraban
política o jurídica expresaba los intereses de los distintos grupos que estaban
entre sí, y de orígenes diversos, la de los pueblos, la de las provincias y la de los nuevos
5
Véase José Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina,
1800-1846, Buenos Aires, Ariel, 1997, segunda parte: Las primeras soberanías.
6
Antonio Annino, “Soberanías en lucha”, en Antonio Annino y François-Xavier Guerra (coord.),
Inventando la nación. Iberoamérica, Siglo XIX, México, Siglo XXI, 2003, pp. 152-184, p. 180.
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levantamiento en la Banda Oriental del Uruguay. A mediados de 1811, los fracasos
Oriental en apoyo de Montevideo -plaza fuerte en la que habían quedado sitiados los
poder ejecutivo integrado por Manuel de Sarratea, Feliciano Antonio Chiclana y Juan
José Paso (el “primer Triunvirato”). En octubre se acordaron sendos tratados con la
Junta de Paraguay y con Francisco Javier de Elío, retornado al Río de la Plata en calidad
otros), reconoció que algunos pueblos misioneros al este del río Paraná (Candelaria, por
ejemplo) quedaran bajo jurisdicción paraguaya y admitió que la relación entre las
Montevideo, al que se le reconoció jurisdicción sobre los territorios al este del río
Uruguay y algunos pueblos de la ribera occidental del río, se acordó la retirada de las
tropas sin la contraparte del abandono del territorio por parte de los contingentes
Por todo ello, y lo que es más importante para este estudio, la firma de estos
tratados dejó en evidencia el interés estratégico que para el gobierno de Buenos Aires
7
Washington Reyes Abadie y Andrés Vázquez Romero, Crónica General del Uruguay, Montevideo,
Ediciones de la Banda Oriental, s.d., vol. 1, Nº 24, p.220.
8
“Tratado de pacificación entre la Exma Junta Executiva de Buenos Ayres, y el Exmo S.or Virrey D.n
Fran.co Xavier Elio”, en Comisión Nacional “Archivo Artigas”, Archivo Artigas, Tomo V, Montevideo,
Monteverde, 1963, pp.404-407. Firmado el 20 de octubre por los negociadores, José Julián Pérez, José
Acevedo y Antonio Garfias, fue ratificado al día siguiente por el Virrey Elío.
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tenía el Alto Perú y expresó una fórmula que volvería a utilizarse en otras instancias
Paraguay, afirmó una postura aislacionista: a partir de aquí se escindió de las Provincias
el caso de la Banda Oriental, la firma del armisticio entre las autoridades de Montevideo
particular de los pueblos”, conducido por José Artigas. Desde esta perspectiva, la
diversas ciudades, villas y poblaciones bajo una autoridad común y, a su vez, su unión o
de 1813) con participación de diputados de las distintas ciudades del antiguo virreinato
octubre de 1812 a instancias de la Logia Lautaro, integrada entre otros por José de San
Martín y Carlos María de Alvear. Sin embargo, presiones de Gran Bretaña, que no
quería que se viera afectada su alianza con la monarquía española, así como divisiones
internas entre los partidarios de un estado unitario (los “centralistas”) y los defensores
de los derechos de los pueblos (los “federales”), dieron por resultado que la Asamblea
Unidas- sin cumplir con el objeto original de la convocatoria. Entre las medidas
24
A lo largo de la década se confrontaron y ensayaron diversas modalidades de
organización política del territorio platense. Las “Provincias Unidas del Río de la Plata”
con el Director Supremo a la cabeza y el “Sistema de los Pueblos Libres” que reconocía
a José Artigas como su “Protector” se disputaron el control de los territorios del Litoral,
mientras, como indica Noemí Goldman, “el ejército del Norte se autogobernaba
afirmando que la unión, para ser firme y duradera, debía edificarse a partir del
de los pueblos frente a la capital referidos no solamente a los aspectos políticos, sino
confederativos entre las provincias, si bien en realidad, los lazos fueron entre José
Artigas como “Protector de los Pueblos Libres” y los gobiernos provinciales, sin una
Ejército del Norte, provocó en Buenos Aires un nuevo golpe de mano que destituyó al
entonces Director Supremo, Carlos María de Alvear, siendo sustituido por el promotor
del motín, Ignacio Álvarez Thomas que nombró como Director titular a José Rondeau.
del viraje en la política y el interés por recuperar la adhesión de “los pueblos”. El nuevo
9
Noemí Goldman, “Crisis imperial, Revolución y guerra (1806-1820)”, en N. Goldman (dir. de tomo),
Nueva Historia Argentina, Tomo 3, Revolución, república, confederación (1806-1852), Buenos Aires,
Sudamericana, 1998, pp. 21-69, pp. 53-54.
25
Congreso comenzó sus sesiones en marzo de 1816, en mayo nombró un nuevo Director,
trasladado a Buenos Aires. Un ejército conducido por Francisco Ramírez (Entre Ríos) y
Estanislao López (Santa Fe), derrotó a las tropas del Directorio en la batalla de Cepeda
el 1 de febrero de 1820.
La jurisdicción del antiguo Virreinato del Perú abarcaba un enorme territorio que
llegaba hasta las provincias andinas que fueron puestas bajo el mando de la Real
jurisdicción del Virreinato de Buenos Aires. A comienzos del siglo XIX, el Perú contaba
con poco más de un millón de habitantes. Los indios eran más de la mitad, un 58%; los
de “color libre” también bordeaba el 4%. Los españoles, tanto peninsulares como
americanos, eran poco más del 12% y vivían básicamente en la costa y en algunas
ciudades del interior como Trujillo, Cuzco o Huamanga. Lima tenía unos 64 mil
habitantes. Eran pocos si consideramos que la ciudad de México contaba con 130 mil,
26
pero más que Santiago de Chile con 10 mil y Buenos Aires con 40 mil. La capital de los
virreyes era la sede no sólo de la alta burocracia sino también de la clase alta. Como
anota Alberto Flores Galindo, en Lima se otorgaron 411 títulos nobiliarios durante el
periodo indiano, una cifra seguida de lejos por los 234 que se otorgaron en Cuba y
Santo Domingo, y por los 170 concedidos en la Nueva España. En la ciudad residió, sin
tenemos que en Lima vivían 18 mil españoles (más peninsulares que criollos), 13 mil
esclavos y 10 mil habitantes de “color” libres; el resto eran indios que habitaban en su
profundas divisiones de orden social y económico. Es cierto que la clase alta era
inevitablemente blanca pero, por ejemplo, no todos los indios eran culturalmente indios.
Un testigo de esa sociedad, Concolorcorvo, dijo que si un indio se aseaba, se cortaba sus
cabellos, se ponía una camisa blanca y tenía un oficio útil, podía pasar por cholo: “Si su
nombre”.11 Como anotó John Lynch, los propios mestizos no eran el único grupo social,
dado que según su educación, trabajo y modo de vida, podían aproximarse a los blancos
o a los indios. Los mulatos y otras castas sufrían incluso una discriminación peor que
los mestizos: se le prohibía vestir como blancos, vivir en distritos blancos, casarse con
blancas (os), y tenían sus propias iglesias y cementerios. Pero ni siquiera le gente de
asegurarles una situación de blancos, bien “pasando” por tales o mediante la compra de
10
Alberto Flores Galindo, Aristocracia y plebe. Lima, 1760-1830, estructura de clases y sociedad
colonial. Lima, Mosca Azul, 1984.
11
Citado por John Lynch, Las revoluciones hispanoamericana, 1808-1826. Barcelona, Ariel, 1989, p.
158-159.
27
un certificado de blancura.12 Los criterios culturales, raciales y económicos se
privilegios. Una institución, el Tribunal del Consulado, la representaba. Era natural que
pretendiera no perder el poder que ejercían sobre un vasto territorio como el del
ante el “peligro” social indígena. Por ello, la presencia del ejército realista les
garantizaba el orden. En Lima, además, se temía una rebelión de esclavos negros, tal
Por ello, muy pocos aristócratas, como José de la Riva-Agüero (futuro primer
presidente del Perú) o el Conde de la Vega del Ren, tuvieron sentimientos separatistas.
Los criollos más ilustrados –como José Baquíjano y Carrillo o Hipólito Unanue,
antiguos redactores del Mercurio Peruano13– sólo demandaban una reforma para hacer
favor de la Corona tal como lo demostraron los cuantiosos préstamos que otorgaron los
miembros del Tribunal del Consulado a los virreyes para combatir cualquier intento
separatista o subversivo.
12
John Lynch, Las revoluciones hispanoamericanas, 1808-1826, Op. Cit.
13
Revista quincenal publicada por la Sociedad Académica de Amantes del País (1791-1795) en la que los
criollos y peninsulares, identificados con la filosofía de la Ilustración, miraban hacia el comercio y la
cultura como las llaves del progreso inmediato. En sus páginas fue mencionado por primera vez el Perú
con el nombre de patria y, a través de esa simple identificación, se insinuó el afianzamiento conceptual
del separatismo. Sus colaboradores, además, difundieron noticias muy reveladoras en torno a los recursos
naturales y la alta calidad de los ingenios del país.
28
Fue en este contexto en el que actuó el virrey Fernando de Abascal, quien se
convirtió en el más fuerte aliado de la causa realista en América del Sur. Durante su
largo mandato, 1806-1816, desplegó toda su fuerza ideológica y militar para evitar el
descalabro del Imperio español no sólo en el territorio del Virreinato peruano sino
también en el Alto Perú, Chile y Quito. Frente a la crisis del gobierno imperial por la
Mercurio Peruano de finales del siglo XVIII. Todo se frustró cuando llegó la noticia, en
1808, del secuestro de Fernando VII y la invasión de la península por las tropas de
Napoleón. Ante esta difícil coyuntura, este virrey abandonó sus afanes ilustrados y se
En el ámbito político usó la prensa, las tertulias, el teatro y los cafés para
era suficiente. Debía trasladarse también al ámbito militar para sofocar cualquier brote
revolucionario. En este sentido, exhibiendo un sólido liderazgo, hizo que el Tribunal del
Consulado de Lima le financiara buena parte de sus campañas militares. Sin ese apoyo,
14
Víctor Peralta, En defensa de la autoridad: política y cultura bajo el gobierno del virrey Abascal. Perú,
1806-16. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2002.
29
Sus campañas militares podrían sintetizarse de la siguiente manera:
impuso en la acción de San Miguel. Este ejército pudo así ingresar a Quito el 4 de
Popayán.
operación militar, pero luego fue forzado a firmar un convenio con la intervención de la
Marina inglesa. Después un breve lapso, Abascal desconoció este convenio y envió un
ejército de 600 hombres que alcanzó la victoria de Rancagua (1814), derrotando así a la
La campaña del Alto Perú fue la más dura. La Audiencia de Charcas formaba
parte del Virreinato de Buenos Aires desde 1776. A los sucesos de insubordinación de
derechos de Fernando VII en La Paz, en julio de ese mismo año. Las nuevas
autoridades, lideradas por el mestizo Pedro Domingo Murillo, decidieron suprimir las
alcabalas. Ante esta circunstancia, Abascal decidió asumir la defensa del “Alto Perú”
contra los “defensores” del monarca español. Un grueso ejército (compuesto por criollos
y curacas con sus respectivos indios, liderados por el intendente de Huarochirí, coronel
Juan Ramírez, y por José Manuel de Goyeneche, presidente interino de la Audiencia del
30
ellos fueron ejecutados. Por su parte, Mateo Pumacahua, curaca de Chinchero (Cuzco),
al mando de 3 mil hombres, aplastó la rebelión del curaca Manuel Cáceres, en La Paz. A
partir de 1810, se sucedieron los intentos independentistas en el Río de la Plata; por ello,
incorporar al territorio del Virreinato del Perú por su decreto del 13 de julio de 1810. En
este contexto, tropas enviadas por los insurgentes de Buenos Aires vencieron a las
fuerzas realistas en el Alto Perú hacia noviembre de 1810 y llegaron hasta la altura del
Huaqui; el general criollo Pío Tristán, natural de Arequipa, persiguió a los insurgentes
en la zona del Plata.15 Al final, los insurgentes perdieron el control del altiplano pero
a organizar una nueva expedición sobre el Alto Perú. Nadie imaginó en ese momento
que el general José de San Martín realizaría su campaña por el Pacífico, con lo cual tuvo
liberales de la Junta Central y las Cortes de Cádiz, formadas para gobernar durante el
elección para la selección del diputado ante esta Junta, los principales ayuntamientos
eligieron una terna de la cual fue sorteado el nombre del diputado que iría a la
península. José Baquíjano y Carrillo, conde de la Vista Florida, fue elegido diez veces,
seguido por el brigadier José Manuel Goyeneche y el teniente coronel Simón Díaz
15
Francisco Quiroz Chueca, “De la colonia ala república independiente”, en Historia del Perú. Madrid,
Lexus, 2000.
16
Peter Klaren, Nación y sociedad en la historia del Perú. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2004.
31
Rábago, que lo fueron cinco veces. Esta elección demostró la preponderancia de la elite
ante las Cortes de Cádiz. Los miembros del cabildo escogían a tres candidatos, y el
representante salía sorteado de dicha terna. Los cabildos tuvieron cierta autonomía, ya
un diputado para todo el Virreinato, sino de uno para cada gran provincia: Lima, Piura,
vínculo de representación, en el cual los cabildos jugaron un papel clave al poder elegir
y fomentar un discurso y una práctica política, aunque es interesante notar que el juego
de poder fue complejo y las autoridades reales trataron de imponer a sus candidatos.
principales, dos electores designados por los cinco partidos de la provincia, militares
todos leales al intendente. Así fue elegido el doctor Tadeo Joaquín Gárate, quien
VII.19
expresión de las demandas de las diferentes intendencias del Virreinato del Perú.
Muchos ayuntamientos escribieron peticiones para que sus diputados las expusieran en
los criollos de la provincia: que los impuestos mineros se gastaran en Puno, que la mita
17
Cristóbal Aljovín y Silesio López (eds.) Historia de las elecciones en el Perú: estudios sobre el
gobierno representativo. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2005.
18
Valentín Paniagua, Los orígenes del gobierno representativo en el Perú. Las elecciones (1809-1826).
Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú-Fondo de Cultura Económica, 2004.
19
Marie-Danielle Démelas, La invención de la política. Lima, Instituto Francés de Estudios Andinos-
Instituto de Estudios Peruanos, 2003.
32
de Potosí fuese abolida y se fomentara la minería de Puno, que se contratasen maestros
del Abate Rocier, que se establecieran escuelas en los pueblos (para los indios) y,
parte de los indios para solventar el hospital, una fuerza armada (tanto para la seguridad
los párrocos del sínodo de 800 pesos anuales, que el partido de Apolobamba fuese parte
ilustre, fiel y distinguida”.20 Es claro que el petitorio de demandas refleja una ilustración
Abascal no veía con buenos ojos los intentos de liberalización del dominio
monárquico sobre las provincias americanas, ni la abolición del tributo de los indios que
había sido aprobada en 1811, pues esta medida comprometía seriamente las arcas
Cuzco se negaron sistemáticamente a aplicar las reformas recomendadas por las Cortes.
pocas de sus medidas fueron bien recibidas por Abascal y la elite limeña. Esto
20
Colección Documental de la Independencia del Perú, El Perú en las Cortes de Cádiz. Lima, Comisión
Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, 1974, tomo IV, vol. 2, pp. 171-187.
33
Marcos, precisamente en el Real Convictorio de San Carlos.21 La Ilustración circulaba a
través de las lecturas de Locke, Descartes y Voltaire. Estos publicistas, como José
igualdad entre los vasallos españoles y peruanos, así como la recuperación de los
beneficios y derechos de los criollos, grupo al cual pertenecían. Pocos de estos llamados
Sin embargo, las esperanzas de estos liberales criollos por obtener mayor
34
desvanecieron en 1814 con la expulsión de los franceses del territorio español
y el trabajo de las Cortes de Cádiz y de las Juntas de Gobierno. Así, los anhelos de
en el de Nueva Granada.
continente, el interior del Perú hizo sentir su descontento y desafió al poder limeño.
El descontento vino, básicamente, de las provincias del sur donde se produjo una
de Lima ayudaron al Virrey a aplastar todas estas insurrecciones que ponían en serio
riesgo la histórica supremacía de la capital sobre el resto del territorio, a pesar de que su
Esta actitud hacia Lima y su virrey se remonta hacia 1811 en la ciudad de Tacna,
cabeza de una región unida por lazos económicos al Alto Perú. Desde allí se enviaban a
Charcas vinos, aguardientes de uva, arroz, frutas y algunas manufacturas foráneas. Este
levantamiento es importante por dos motivos: el interés de las provincias del sur de
unirse políticamente al Alto Perú y el deseo de los criollos de involucrar en ese proceso
revuelta, liderada por Francisco de Zela, se diluyó al llegar las noticias de la derrota del
ejército de Buenos Aires, al cual los tacneños esperaban unirse, a manos del general
en Huanuco (liderada por el criollo Juan José Crespo y Castillo y los indios de la
22
Peter Klaren, Nación y sociedad en la historia del Perú, Op. Cit.
35
región), Huamanga y Tarma; y en 1813 en Tacna (liderada por los hermanos
Cuzco fue el pretexto de los criollos del lugar para su protesta. En este contexto, un
liberales del Cabildo lograron su libertad. Fue en estas circunstancias que terminó
estallando el mayor movimiento separatista que sacudiera al sur peruano: la rebelión del
Cuzco de 1814. Sin embargo, fracasó en conseguir apoyo fuera del ámbito regional.
Durante un breve lapso de tiempo, el movimiento se extendió por todo el sur peruano
(incluyendo La Paz) y estuvo a punto de amenazar Lima. Sus líderes fueron los
hermanos José y Vicente Angulo, el cura Gabriel Béjar, Manuel Hurtado de Mendoza y
el clérigo José Díaz Feijóo. Todos provenían de la “clase media” criolla y mestiza,
ilustrada y con proyección política. La familia Angulo, por ejemplo, estaba integrada
sus hijos habían sido educados en la Universidad San Antonio de Abad, un centro de
ideas disidentes. Al principio, la rebelión fue de carácter urbano y fue respaldada por
distintos sectores de la población como el bajo clero e, incluso, por el obispo del Cuzco.
Luego, se expandió por las zonas rurales y ganó la simpatía de poderosos curacas como
Mateo García Pumacahua, quien años antes había apoyado al bando español contra
Túpac Amaru II, convirtiéndose en pieza clave en la derrota del curaca de Tungasuca.
Pumacahua, quien representaba a uno de los “ayllus sagrados” del Cuzco, ahora, con
más de 70 años de edad, estaba aparentemente resentido al haber sido desplazado por
36
Las causas de la rebelión fueron tanto económicas como políticas. Por el lado
traslados de hombres y recursos por parte de Abascal para reprimir las revueltas
crispado.
Para neutralizar cualquier posible reacción del virrey Abascal, los rebeldes
abrieron tres frentes de lucha: el frente del Alto Perú lo representó la columna que salió
del Cuzco al mando del cura Ildefonso Muñecas, capturó Puno y entró victoriosa a La
Paz. Sin embargo, acudió en socorro de ambas plazas el brigadier Juan Ramírez, del
Mendoza. Mal armada como la anterior, derrotada, a pesar del entusiasmo de los
Cabildo abierto para formar una Junta de Gobierno; Pumacahua hizo que se jurara
fidelidad a Fernando VII dando a entender que la rebelión era sólo contra el virrey de
Lima. Sin embargo, a pesar de todos estos progresos, los rebeldes tuvieron que
abandonar la ciudad ante las noticias de que el victorioso brigadier Ramírez venía con
sus tropas desde Puno. Finalmente, en la batalla de Umachiri (11 de mayo de 1815), los
37
Pumacahua fue ahorcado en Sicuani, al sur de la ciudad del Cuzco, el 17 de
mayo de 1815. Se le cortó la cabeza para ser exhibida en la Plaza Mayor de la antigua
capital de los incas; un brazo se mandó a Arequipa y el otro quedó en Sicuani; el resto
yerno de Pumacahua; el joven poeta arequipeño Mariano Melgar, por haber sido auditor
de guerra y negarse a volver al lado del Rey; los hermanos Angulo, el cura Béjar y
demás cabecillas también fueron ejecutados; y el cura Muñecas, que fue llevado preso a
Lima (iba a pasar carcelería en España), fue asesinado por la espalda por un soldado
realista que lo escoltaba. Los fusilamientos en masa continuaron en el Cuzco hasta que
Para algunos historiadores, al igual que durante las rebeliones indígenas del siglo
caso, al igual que en el fallido alzamiento de Túpac Amaru II, fracasaron los intentos de
contra-hegemónico en la sierra sur. Asimismo, como explica Peter Klaren, “la obra del
Melgar, por ejemplo, celebra el ingreso de Pumacahua a Arequipa en 1814, en tanto que
23
Alberto Flores Galindo, Buscando un inca: identidad y utopía en los Andes. Lima, Instituto de Apoyo
Agrario, 1987.
38
otros integraban innovadoramente el yaraví (canciones de amor prehispánicas
Otros historiadores, como Jorge Basadre,25 opinan que, de haber logrado éxito el
del Perú, tal como después sucedió con San Martín y Bolívar, habría sido innecesaria.
Del mismo modo, la nueva nación andina habría tenido una base multiétnica mucho más
amplia que la criolla-costeña concebida por las elites después de lograda la victoria de
Ayacucho en 1824. En este sentido, al igual que el levantamiento de Túpac Amaru II, la
rebelión del Cuzco de 1814, con su discurso radical en favor del separatismo, con su
propietarios españoles, fue motivo suficiente para que los criollos limeños no sólo
ayudaran a reprimir al movimiento, sino que fuera la excusa perfecta para seguir siendo
seguridad como grupo social. Hablando de la historia que pudo ser y no fue, si la elite
limeña hubiese prestado su apoyo a los rebeldes de 1814, la caída del régimen hispano
todas ellas, como hemos reseñado, fueron combatidas eficazmente por Abascal y sus
proyecto por reformar el pacto colonial y otorgarles mayor autonomía política a los
24
Peter Klaren, Nación y sociedad en la historia del Perú, Op. Cit., p. 168.
25
Jorge Basadre, El azar en la historia y sus límites, Lima, P.L. Villanueva, 1973.
39
americanos. De esta forma, se ponía fin a la primera fase de la lucha por la
independencia en Hispanoamérica.
Fue éste el panorama que vio el virrey Abascal cuando se retiró del Perú en
el pensamiento liberal.26 Cuando las Cortes, por ejemplo, en 1810, decretaron la libertad
Peruano o El Satélite del Peruano, innovaron el discurso político fuera de los moldes
La segunda crisis de autoridad que debió afrontar Abascal fue en 1812 cuando
representantes a las Cortes, a los Cabildos y las Diputaciones Provinciales fue, sin duda,
un escenario demasiado incómodo para el Virrey quien tuvo que convivir y tomar
26
Víctor Peralta, En defensa de la autoridad, Op. Cit.
27
Ascensión Martínez Riaza, La prensa doctrinal en la Independencia del Perú, 1811-1824. Madrid,
Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1985.
28
El Peruano fue editado por Guillermo del Río y redactado por el acaudalado comerciante español
Gaspar Rico. Por su lado, el Satélite del Peruano fue redactado por un grupo aristocrático que no propuso
una alternativa independiente y su postura era muy moderada; estuvo dirigido por Cipriano Calatayud,
Diego Cisneros, Fernando López Aldana, Manuel Salazar y Baquíjano y Manuel Villalta. Para
contrarrestar esta “ofensiva liberal”, Abascal creó El Verdadero Peruano en el que colaboraron varios
intelectuales conservadores como José Baquíjano y Carrillo, Hipólito Unanue, José Manuel Valdéz, José
de Larrea y Loredo, José Joaquín de Larriva, Félix Devoti y José Pezet.
40
partido en la polémica absolutista-constitucional. Las posturas se tornaron
responsable de la aparición de una nueva cultura política que hizo posible la posterior
era algo que nadie ponía en duda en el año 1808. La figura del Soberano estaba por
encima de cualquier crítica que pudiera hacerse a las autoridades locales, tal como
29
Víctor Peralta, En defensa de la autoridad, Op. Cit., p. 183. Abascal partió a España el 13 de noviembre
de 1816 en la corbeta “Cinco Hermanos”. Llegado a la Península, fue ascendido a la clase se capitán
general y nombrado consejero de guerra; asimismo, se desempeñó como diputado general del principado
de Asturias ante las Cortes. Finalmente, el marqués de la Concordia, falleció en Madrid el 30 de julio de
1821, a los 78 años de edad.
41
…el sistema colonial, su régimen, su administración, sus gestores, tendrían todos los
inconvenientes, exclusivismos y vicios que se quieran; pero, sea blandura del
gobierno en el nuevo virreinato, sea justicia de las leyes civiles, sean conexiones
entrañables de hábito, espíritu y sangre con España en las clases superiores, es el
hecho que los naturales sin distinción entre indios, mestizos y criollos, amaban en el
Alto Perú a la Madre Patria, y la generalidad estaba contenta con su dominación el
año 1808.30
Pizarro, los oidores y el cabildo local.31 Las noticias de los sucesos del relevo de los
conmoción fue general, a pesar del poco crédito que tuvo inicialmente el virrey de
rogativas por la “buena ventura de España”, fue publicado el bando que ordenaba
celebrar la jura del nuevo rey en todas las ciudades y villas de la Audiencia. Moreno
42
vocabularios y caramillos, hasta imputarle la especie de haber obligado a que
hombres en el sombrero y mujeres en el pecho la llevaran todos diariamente. 34
aliado, es decir, una traición, tanto más grave cuanto que afectó a un rey cuyo acceso al
trono unos meses antes había sido acogido en ambos continentes con la esperanza
general y emergió el debate por la persona que reasumiría la soberanía perdida por
Fernando VII.
debían darse a conocer a los habitantes de Charcas, adoptando la postura del virrey
Liniers que en Buenos Aires aconsejó respaldar a la Junta de Sevilla, en tanto que
en su trono”. Pero los oidores consideraron que el mando supremo había pasado a la
Junta Central y Gubernativa que se había constituido en Madrid por delegación del
“tumultuario”. Esta postura fue expuesta claramente por López Andreu, el fiscal de la
Audiencia:
34
Moreno, ibidem, p. 156.
35
François-Xavier Guerra: “El ocaso de la monarquía hispánica” en A. Annino y F.X. Guerra (coord):
Inventando la nación. Hispanoamérica Siglo XIX. México: Fonde de Cultura Económica, 2003; p. 123.
36
Moreno, Op. Cit, p. 193.
43
A pesar de la tensión entre las autoridades de La Plata, la jura de obediencia al
Paz fue puesta en escena el 13 de octubre siguiente. Aquí las autoridades también
portaron la fernandina y el retrato del rey fue paseado sobre un carro triunfal, en medio
de un desfile presidido por el alférez real y seguido por los regidores del cabildo y
colores”. Las fiestas reales se prolongaron por diez días.37 En la villa de Oruro, la jura se
Beltrán Ávila:
Gubernativa del Reino, como hemos dicho, que gobernaría en nombre del rey, como
37
Disposiciones para la proclamación de Fernando VII, dictadas por el obispo de La Paz. Citado en
Alberto Crespo et al, La vida cotidiana en La Paz durante la Guerra de la Independencia, La Paz, p. 117.
La celebración se hizo aparentemente sin conocimiento de los hechos de Bayona.
38
Marcos Beltrán Ávila: Capítulos de la Historia Colonial de Oruro., p. 232-233.- Basado en los
Acuerdos del Cabildo de Oruro, documento que se hallaba en el archivo privado del mismo autor. Este
documento se halla hoy perdido.
44
“depositaria de la autoridad soberana”. 39 Junta que se había creado porque las juntas
Cuando Goyeneche llegó a La Plata, enviado por la Junta de Sevilla, ésta había
sido reemplazada por la nueva Junta Central. Como nadie lo sabía, este comisionado fue
por la Audiencia. A pesar de ello, fueron leídas en junta especial la carta de la Junta de
Sevilla y unas cartas enviadas por la Corte portuguesa del Brasil. Es por ello que, y
aunque con dudas sobre su legitimidad, la Junta de Sevilla 40 fue finalmente reconocida.
Solamente las cartas llegadas desde la Corte del Brasil provocaron una nueva discordia
autoridades reales del Brasil, es decir del rey Joao VI y de Carlota Joaquina en términos
enérgicos, cerrando cualquier pretensión de transferir la lealtad que ya había sido jurada
…desde el momento que tube la noticia de lo obrado en Bayona con nuestro Augusto
Soverano el señor don Fernando Séptimo y con todas las personas de la Real Familia
que fueron alli conducidos con un engaño tan inicuo, como cobarde, anticipé de
acuerdo con esta fidelisima Ciudad Capital, la Jura y Proclamación solemne del
Señor don Fernando Septimo por REY de España y de las Indias, sellando con este
acto, la obligación que nos impone nuestra insigne fidelidad y Patriotismo. Esto es lo
39
François Xavier Guerra: Modernidad e independencias, p. 125.
40
Cf. Manuel Moreno Alonso, La Junta Suprema de Sevilla, Sevilla, Alfar, 2004.
41
Los cuerpos y autoridades que recibieron copias de las cartas fueron, además del presidente y la propia
Audiencia, el arzobispo, el cabildo y la universidad, pero también otras autoridades de Santa Cruz, la Paz,
Potosí y Cochabamba. Estos documentos eran: una reclamación de Carlota Joaquina y del Infante D.
Pedro al Regente de Portugal, pidiendo socorros para conservar los derechos del Rey de España en
América; la respuesta del Regente, un manifiesto de Carlota narrando los sucesos de Bayona,
considerando la necesidad de hacer las veces del Rey, su padre, y declarando nula la renuncia de Carlos
IV a favor de Fernando VII. Cfr. Estanislao Just: Comienzo de la Independencia en el Alto Perú…Op.
Cit., p. 100.
42
El tema de la injerencia de la infanta Carlota Joaquina en el Virreinato de Buenos Aires y la
configuración de un “partido carlotino” en la capital del virreinato ha sido motivo de varios estudios, en
los cuales se han mostrado los intereses del Consulado y de los grupos de comerciantes a favor de la
regencia de Carlota. En el caso de Charcas, es interesante notar que el mismo Goyeneche tuvo contactos
con los carlotinos y con la propia Carlota Joaquina, hecho que se muestra en la carta inicial enviada por
Goyeneche al Presidente de la Audiencia, donde anunciaba que tanto Inglaterra como Portugal eran
aliados. De este modo, fue el temor a este partido pro-portugués el que empujó los movimientos juntistas
de Charcas en 1809. Sobre este tema ver el libro de José Luis Roca, 1809. La revolución de la Audiencia
d e Charcas en Chuquisaca y en La Paz. 1809. La Paz, Plural, 1998; p. 38-143.
45
mismo que han ejecutado todas las Ciudades y Villas de esta América; estos son los
sentimientos de que estamos poseídos; ni el Terror, ni la Sorpresa, ni el aspecto de la
muerte misma, son capases de inmutar, o hacer vacilar, ni por un instante, nuestra
caracteristica fortaleza dispuesta a llenar en todas ocasiones los deveres de vasallaje.
Yo por mi parte aseguro a V.A.R. que soy Español, soy noble, soy Gefe de una
Provincia, soy General, y por todos estos multiplicados Títulos, me reconosco con
otros tantos motibos de hacer toda clase de sacrificios en defensa de los derechos de
nuestro Soberano el Señor Don Fernando Séptimo de toda la Familia Real y de la
Patria enormemente atropellada, por el ambicioso Emperador de los Franceses. Esta
es mi resolución; esta es la de la Provincia que gobierno; esta es la de toda la Nación
Española, y esta es la que llenará de satisfacción el grande y real animo de V.A. 43
convenía hacer con las cartas traídas por Goyeneche. Vista la peligrosidad de las cartas
que llegaban del Brasil, acordó no responderlas y solicitar tanto al presidente como al
acogida en la Audiencia, pues su fiscal ya había ordenado recoger las copias de las
legítima Soberanía que de los Reynos de España y de Indias obtiene nuestro más amado
Monarca el Señor Don Fernando Séptimo… con otras especies seductoras, y ofensivas a
borrar y testar el acta del claustro universitario, enviando el expediente levantado sobre
esta posición a Buenos Aires. La difusión de esta orden preparó el movimiento del 25 de
mayo de 1809. Los dos cuerpos, tanto la Audiencia como la Universidad, expresaron su
43
Archivo Histórico Nacional de Bolivia. Cons. Leg. 21391,2 f.42. Carta del Presidente García Pizarro a
la Infanta Carlota Joaquina de Borbón. 25 de diciembre de 1808. Apéndice documental en el libro de
Estanislao Just, Comienzo de la Independencia en el Alto Perú: los sucesos de Chuquisaca, 1809. Op.
Cit., p. 588-589.
44
AHN Cons. Leg. 21391, 2, f1. Citado por Just , Op cit. p. 74.
46
En toda esta trama se perciben cambios sutiles que deben señalarse. En primer
pudo ser la causa de su acción política divergente si se compara con las de la Nueva
España y Buenos Aires. La llegada de las noticias con un retraso de meses hizo que las
autoridades y los cuerpos actuaran muchas veces “a ciegas”. Por ejemplo, mientras en la
soberanía había pasado a José Bonaparte. Como no se contaba con una Gaceta oficial,
la opinión pública era movida en cualquier dirección por los rumores callejeros. La
discurso de lealtad a toda prueba a Fernando VII y adverso a los intereses de Carlota
45
AHN Cons. Leg 21392,85 f76. Citado en Just Apéndice, p. 593. Obsérvese también en este manifiesto
una clara identidad global americana que va más allá de las identidades locales. Se percibe que los
doctores de la universidad saben muy bien jugar con varios niveles de identidad. Al inicio hablan de los
“vasallos de ambos Hemisferios” y más abajo tratan específicamente de “La América”.
47
Se congregó lo más sobresaliente del vecindario en la casa del Ayuntamiento, las
autoridades civiles, militares y religiosas, y en la Plaza mayor del pueblo y tropa. El
Cabildo procedió a la solemne sesión en la que se leyeron los papeles pertinentes a
España y se comenzó a recibir el juramento ordenado ante la imagen del Crucificado
por el Alcalde de Primer Voto que juró diciendo: “Juro a Dios Nuestro Señor y a los
sagrados Evangelios que reconozco en la Junta Central Suprema Gubernativa la
representación y autoridad Real de Ntro. Augusto Soberano el Sr. Dn. Fernando
VII”.46
Esta ceremonia de jura fue mucho más sencilla, sin bailarines ni presencia
indígena, en una sesión ampliada del cabildo, sin desfiles con el pendón real. La imagen
del monarca había sido sustituida por el crucifijo y había desaparecido cualquier
vestigio público de homenaje y vasallaje, tan claro en la jura anterior. Sin embargo,
Sevilla, convocó a los americanos a elegir un juntero por cada uno de los cuatro
aunque parecía aceptarse su igualdad con los peninsulares, los virreinatos indianos
Central para atraer con esta medida al criollismo reticente de colaborar con las
46
Marcos Beltrán Ávila, Capítulos de la Historia Colonial de Oruro, Oruro, Imprenta Tipográfica “La
favorita”, p. 234. Basado en las Actas de Cabildo de la Villa.
47
Este tema ha sido desarrollado para toda la América en François-Xavier Guerra, Modernidad e
independencias, Madrid, MAPFRE, 1992, p. 186 y ss.
48
había concedido derechos a los criollos en las Cortes y Constitución de Bayona, como
obstante, esta situación no parece haber sido tema de discusión en este momento de la
jurisdicción de la Audiencia de Charcas48. Aunque sin embargo será uno de los agravios
transformando en reuniones clandestinas para discutir las ideas sobre el poder del rey y
del pueblo. Como resultado, cada mañana aparecían pasquines circulando por la ciudad.
presidente había abierto procesos sumarios contra varios vecinos e inclusive corrió una
lista de los supuestos reos, entre los cuales se hallaban los oidores y algunos regidores
del cabildo. A pesar de que la autoridad negó los rumores, los ánimos no se calmaron y
la Audiencia abrió una investigación para demostrar la veracidad de los rumores, tanto
48
François-Xavier Guerra sostiene en Modernidad e Independencias que muy posiblemente esta
discriminación haya sido causa para que tanto Charcas como Quito organizaran Juntas en 1809. En el
caso específico de Charcas, no se encuentra evidencia documental que confirme esta hipótesis. Es muy
probable que las noticias de las elecciones y la discriminación de la Audiencia hayan llegado a Charcas ya
en pleno ambiente revolucionario.
49
Jaime E. Rodríguez O. La revolución en el Reino de Quito
50
Just. Op cit. , p. 109.
49
El presidente Pizarro decidió actuar: pidió apoyo al intendente de Potosí,
Francisco de Paula Sanz, porque “los males que amenazan a este pueblo son violentos”.
En su segundo despacho, añadió: “todas las señas son que tratan de quitarme el mando,
mayo, el presidente estuvo listo para enfrentarse a la rebelión, pasando revista a sus
tropas. Esa noche se reunió el Real Acuerdo para conocer la vista del fiscal sobre la
sumaria que se había iniciado. Éste pidió a la Audiencia aconsejar al presidente que
“deje el mando político y militar a cargo del Tribunal, como sucedería en el caso de
efectiva vacante… y que deberá retirarse de esta ciudad durante el tiempo indicado –
de pólvora. Al enterarse, el presidente envió una misiva secreta a Potosí y se reunió con
sus asesores y abogados. Al caer la tarde firmó la orden de deposición y arresto de los
funcionarios de la Audiencia, con excepción del Conde de San Xavier, de los regidores
Manuel Zudáñez y Aníbarro, y del hermano del primero. Pero ya casi todos se habían
relató los acontecimientos del 25 de mayo de 1809 a partir de los testimonios levantados
51
Just, Op. cit., p. 117.
52
Estanislao Just, Op. Cit., p. 119.
50
Los doctores de la Universidad, los oidores y otras personas que habían
para convocar a toda la población. El abogado liberado fue paseado en triunfo, en medio
de los vivas a Fernando VII y los mueras al “mal gobierno”, sin que faltaran los gritos
gran parte de la ciudad. Se intentó atacar las Cajas Reales, asaltar tiendas e inclusive el
Palacio arzobispal. Al final, unas dos mil personas pidieron a gritos la deposición del
Junta Central, por ese entonces reconocida como representación legítima del rey
Fernando VII. Menos de dos meses después y en la ciudad de La Paz, el 16 de julio, una
procesión de la Virgen del Carmen fue la ocasión para otro tumulto. Bajo el mismo
53
Ibídem, p. 120-121.
54
AHN Cons. Leg 21348 p.8 f.2v. Citado en Just,Op. Cit., p. 666-667.
51
argumento de que el intendente Tadeo Dávila y el obispo Remigio la Santa y Ortega
y depuso las autoridades. El cabildo de la ciudad abrió sus puertas para que se realizara
un cabildo abierto que confió el mando militar a Pedro Domingo Murillo, mestizo, y
eligió como subjefe a don Pedro de Indaburo, español, comandante de las milicias y
miembro de una de las familias distinguidas de la ciudad. Este tumulto, respaldado por
las decisiones del cabildo abierto, quemó la lista de deudores de las cajas reales y sacó
dinero de las mismas para repartirlo entre los participantes. Finalmente, el cabildo
como “Junta Tuitiva de los Derechos del Rey y del Pueblo”, presidida por Murillo.55
allí provenían dos de sus instigadores: Manuel Mercado y Mariano Michel, a quien se
había unido uno de los ideólogos más radicales, José Antonio Medina, cura de Sicasica.
de la Audiencia. Como dijo José Luis Roca, ni aún la Audiencia Gobernadora creada en
por las represalias del virrey de Buenos Aires. Sin embargo, más allá de sus
posibilidades de triunfo, y del fracaso final del movimiento, éste produjo un conjunto de
Uno de los primeros documentos que emanaron del cabildo, un día después de la
55
José Luis Roca, op. cit., p. 23-25. Los otros miembros de la Junta Tuitiva eran Melchor de la barra, José
Antonio Medina, Juan Manuel Mercado, Francisco Xavier Iturri Patiño, Gregorio García Lanza, Juan
Basilio Catacora, Juan de la Cruz Monje, Buenaventura Bueno, Sebastián Arrieta, Francisco Palacios,
José María de los Santos, Sebastián Aparicio y Juan Manuel Cáceres como escribano.
56
El movimiento paceño empujó al Virrey del Perú Fernando de Abascal a intervenir en los asuntos de la
Audiencia de charcas y envió a José Manuel de Goyeneche a reprimir el levantamiento. Las tropas
procedentes del Perú controlaron la rebelión, aprovechando la división entre radicales y moderados dentro
de la misma Junta. En enero de 1810, Murillo y varios de sus seguidores fueron ejecutados mientras que
muchos otros participantes fueron desterrados y encarcelados.
52
patricios: “…que se entienda que unos y otros somos hijos de esta misma patria donde
lealtad de los indios, “igualmente leales a su majestad a quien han servido y sirven con
57
Op. Cit. en Roca, p. 26. Lo que no queda claro es el concepto de patria que se da en el documento, que
puede interpretarse tanto como la patria española o como la patria pequeña, La Paz, donde se hallan
“nuestros hogares”, como dice el documento. Para Mónica Quijada en “¿Qué nación? Dinámicas y
dicotomías de la nación en el imaginario hispanoamericano” en Inventando la Nación. México, FCE,
2003, el término Patria fue desde el siglo XVII conceptuado como “la Tierra donde uno ha nacido” o “El
lugar, ciudad o País en que se ha nacido”, y aparece por lo tanto como una lealtad filial, localizada y
territorializada. El término también remite a la idea de libertad. De esta manera, este doble sentido sirvió
para instrumentalizar tanto el discurso independentista en América como la lucha de los españoles
peninsulares contra los franceses. Mónica Quijada, Op. Cit. p. 291-292.
58
Sobre este tema, ver el artículo de José Carlos Chiaramonte “Modificaciones del pacto imperial” en
Annino y Guerra (comp): Inventando la Nación. Op. Cit., p. 85-113. En la página 86 utiliza el siguiente
concepto de Nación extractado de la Gazeta de Buenos Aires: “Una Nación no es más que la reunión de
muchos Pueblos y Provincias sujetas a un mismo gobierno central, y a unas mismas leyes”. En este
sentido, para Chiaramonte, este concepto de Nación no se relaciona con el concepto levantado
posteriormente por el romanticismo, sino por un concepto ligado al contractualismo
59
F.X Guerra, “El ocaso de la monarquía española”, Op. Cit., p. 126-127.
60
F. X. Guerra, Modernidad e independencias, Op. Cit., p. 328.
53
varios elementos de la nueva representación política. 61 Luego de establecer la intención
de obtener una mayor autonomía respecto de Buenos Aires, por ejemplo al ordenar que
no fuese remitido a esa ciudad el numerario de las Cajas Reales, ordenó el despacho de
cartas a todos los cabildos y autoridades de los virreinatos del Perú y del Río de la Plata
para explicarles “los objetos justos y leales que ha tenido este pueblo para realizar este
nuevo gobierno”. Aquí se perciben las dos representaciones del pueblo: por una parte se
que defiende sus derechos contra las pretensiones de la princesa del Brasil. El quinto
punto del Plan de Gobierno organizó la Junta Tuitiva en los siguientes términos: “Se
formará una junta que hará las veces de representante del pueblo, para que por su
órgano se exponga a este ilustre cuerpo (el cabildo gobernador) sus solicitudes y
expresa la ruptura con las dos “repúblicas” del régimen anterior: “Pide este pueblo que
se reúna al congreso representativo de los derechos del pueblo, un indio noble de cada
partido de las seis subdelegaciones que forman esta provincia de La Paz cuyo
No intenta más este pueblo que establecer sobre bases sólidas y fundamentales, la
seguridad, propiedad y libertad de las personas. Estos tres derechos que el hombre
deposita en manos de la autoridad pública, deben ser representados por todo el
decoro y dignidad que se debe; de la invulnerabilidad de éstos, se sigue
inmediatamente la tranquilidad y buen orden de la sociedad, y mientras no se tomen
las precauciones para sostenerlos, nacen las crisis políticas que desorganizan y
trastornan las instituciones sociales.64
61
En nota de pie de página, Roca, que analiza este documento dice que para el investigador Javier
Mendoza, quien se basa en Gabriel René Moreno, el nombre de “Estatuto Constitucional” fue añadido en
el documento a fines del siglo XIX. Por este motivo, el documento será analizado únicamente como Plan
de gobierno, sin tratar el tema de si fue o no un intento de tipo constitucional.
62
El original se halla en el Archivo General de la Nación de Buenos Aires y ha sido publicado por varios
autores, entre ellos José María Pinto y Carlos Ponce Sanjinés. En este caso se trabaja con la versión
publicada en José Luis Roca, Op. Cit., p. 79-86.
63
José Luís Roca, Op. Cit., p. 84.
64
Ibídem, p. 85.
54
En este discurso apareció la idea de los derechos individuales. Para el autor del
Plan de Gobierno, que seguramente fue el cura José Antonio Medina, los principios
hombre depositaba en las manos de la autoridad pública. En este punto nos encontramos
llamada Proclama de la Junta Tuitiva.65 Del análisis realizado por Roca a las diferentes
escritas en 1809.66 Se trata de dos versiones que si bien guardan similitud en la forma,
a) “Ya es tiempo pues de elevar hasta los pies del trono del mejor de los
monarcas, el desgraciado Fernando VII, nuestros clamores, y poner a la vista del mundo
organizar un nuevo sistema de gobierno fundado en los intereses del rey, de la patria y
55
“Ya es tiempo pues de sacudir yugo tan funesto a nuestra felicidad como
en estas desgraciadas colonias adquiridas sin el menor título y conservadas con la mayor
No miréis con desdén los derechos del rey y la felicidad de nuestro suelo. No perdáis
jamás de vista la unión que debe reinar en todos para acreditar nuestro inmarcesible
vasallaje, y ser en adelante tan felices como desgraciados hasta el presente (primera
versión).
con desdén la felicidad de nuestro suelo, ni perdáis jamás de vista la unión que debe
reinar en todos, para ser en adelante tan felices como desgraciados hasta el presente”
(segunda versión).
las juntas que se formaron en España y América ante la invasión napoleónica. Se trata
tanto de un discurso que sigue el lema de “Viva el Rey, muera el mal gobierno”, como
Madrid”, es decir, del gobierno de José Bonaparte que reinaba desde esa ciudad.
todas las alusiones al rey, a la fidelidad y al vasallaje. No se trata ya de una lucha contra
56
las malas autoridades sino contra el régimen colonial en sí, “adquiridas sin el menor
¿Puede la segunda versión ser tomada como un discurso de apertura del nuevo
lugar de términos como “jefes déspotas” (primera versión), puede mostrar un discurso
empezó a dividirse cuando llegaron las tropas provenientes del virreinato del Perú,
enviadas por el virrey Fernando de Abascal y dirigidas por el mismo Goyeneche que
subordinación a las autoridades reales. Una carta fue enviada a Goyeneche en los
Junta rechazaron las proposiciones de Goyeneche y fueron apoyados por la plebe que
tomó prisioneros a varios miembros del cabildo. Como reacción a la acción de la plebe,
Pedro de Indaburo, miembro de la Junta Tuitiva y del grupo de los moderados, liberó a
67
Citado en José Luis Roca: 1809… Op. Cit., p. 38.
57
los españoles presos e inició una contrarrebelión. La violencia se apoderó de la ciudad y
cayó, como una de las primeras víctimas, el mismo Indaburo; por su parte, Murillo fue
levantamiento, pero ya las posiciones eran irreconciliables. Uno de los más radicales, el
pero al verse superado escapó hacia los Yungas. Mientras tanto Murillo, que había
fuerzas enviadas por Goyeneche se enfrentaron a los rebeldes de Castro en los Yungas y
los derrotaron. A fines de noviembre los cabecillas del movimiento ya habían sido
implicados sufrió la pena de destierro en lugares tan remotos como las islas Malvinas y
nación, aparecen en los documentos de forma cada vez más extensa. 69 Sin embargo, no
es este el ideario de toda la población, claro. Por ejemplo, en la Proclama dirigida a los
68
José Luís Roca. Op Cit. 45.
69
Para Guerra en “El ocaso de la monarquía hispánica”, el triunfo del discurso liberal en 1809 fue en gran
parte obra de la opinión pública y los periódicos. En Charcas no existieron periódicos en toda esta etapa,
sin embargo, fue común el uso de pasquines, proclamas y panfletos, todos manuscritos.
58
habitantes de La Plata por el intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz, escrita en
septiembre de 1809, se dijo: “cerrad los oídos a todas las imposturas y despreciables
artificios de la seducción. Y una vez que blasonáis vuestra lealtad al Sr. D. Fernando
VII, acreditad por último vuestro honrado vasallaje con una prueba de bastante valor en
sí misma para restaurar el merecimiento con que adquirió esta capital el glorioso título
como una lucha entre los poderes locales frente al centralismo y, finalmente, como un
modernidad.
ejercía desde la capital del virreinato. En su gestación y desarrollo se cruzó una serie de
factores tanto internos como externos. Entre los primeros cabe citar los conflictos por el
poder local entre las autoridades y los cuerpos –en el caso de Chuquisaca– y entre el
cabildo y los miembros de la Junta Tuitiva –en el caso de La Paz. Entre los segundos, la
misma crisis de la Monarquía y la lucha entre los dos virreinatos por controlar el
los principios de la modernidad política: las ideas de pueblo, nación y soberanía de los
pueblos.
70
En Estalisnao Just. Anexo No. LXX. P. 766.
71
Manuel Chust, 1808. La eclosión juntera en el mundo hispano. México, Fondo de Cultura Económica,
2007.
59
8. La Junta de Quito.
de agosto de 1809, don Juan Pío Montúfar, marqués de Selva Alegre, remitió una carta a
los capitulares de la ciudad de Santa Ana de Cuenca para informarles que, habiéndose
sabido que José Bonaparte había sido coronado en Madrid y que las tropas francesas
habían conquistado casi toda España, quedando por consiguiente extinguida la Junta
soberano". Por ello, los diputados de los barrios de Quito habían declarado el cese en
sus funciones de "los magistrados que las ejercían con la aprobación de dicha Junta
Reino de Quito en nombre del rey Fernando VII, mientras éste recuperase la península o
pasase a América a imperar. El propio marqués de Selva Alegre había sido elegido, con
llamado Senado –dividido en dos Salas, civil y criminal–, integrado por unos
intensidad del enfrentamiento entre los chapetones (Simón Sáenz y su yerno, Xavier
Manzanos, y el doctor Nieto) y los criollos (Salinas, los Montúfar) en este año –por la
72
Una de las tantas copias del acta del evento quiteño del 10 de agosto de 1810 que circularon en el Nuevo
Reino puede leerse en Archivo General de la Nación (Bogotá. En adelante AGN), Archivo Anexo, Historia,
rollo 5, ff. 609-611v. La ratificación del 16 de agosto siguiente en la Catedral de Quito en Ibid, ff. 611v-613.
Además del marqués de Selva Alegre, los principales actores del 10 de agosto fueron el abogado antioqueño
Juan de Dios Morales (secretario de Negocios Extranjeros y Guerra), su colega chuquisaqueño Manuel
Rodríguez de Quiroga (secretario de Gracia y Justicia) y don Juan de Larrea (secretario de Hacienda).
60
elección de los alcaldes ordinarios y algunos pleitos que seguían entre ellos– era la
causa que había precipitado "la estrepitosa mutación de gobierno que ha habido".73
doctor Juan de Dios Morales, un abogado antioqueño 74 que fue nombrado secretario de
discurso público en el que afirmó que "la Junta Central no existía ya, y que en caso de
existir no podía tener más facultades que las que nosotros debíamos tener... se sabía que
todos los Consejos de Castilla, Indias, Hacienda, Órdenes y demás habían besado ya la
mano al tirano Napoleón, el mismo que había destronado muy de antemano los reyes de
erección de una junta suprema, "para lo que tenía derecho el pueblo, a semejanza de las
que en Europa se habían formado en Valencia, Aragón, Sevilla, etc., que gobernando a
derechos, para lo que estaban autorizados los pueblos por la Junta Central, que mandaba
que en los pueblos que pasasen de dos mil habitantes se formen juntas".76
73
Carta del marqués de Miraflores a don José María Mosquera. Quito, 21 agosto de 1809. AGN, Archivo
Anexo, Historia, rollo 6, ff. 665-666.
74
Juan de Dios Morales nació en Arma Nuevo de Rionegro, provincia de Antioquia, en el Nuevo Reino de
Granada. Este asentamiento corresponde hoy al municipio de Pácora, en el Departamento de Caldas
(Colombia), según la experimentada versión del historiador Alonso Valencia Llano.
75
Confesión de don Mariano Villalobos. Quito, 14 de diciembre de 1809. AGN, Archivo Anexo, Historia,
rollo 6, f. 60v-61.
76
Confesión del doctor José Santos de Orellana, corregidor de Otavalo nombrado por la Junta Suprema de
Quito, 10 de enero de 1810. AGN, Archivo Anexo, Historia, rollo 6, ff. 398r-v.
61
Durante su defensa, en el juicio que le siguió en 1810 el oidor Felipe Fuertes, el
supremo conforme a las leyes de la sociedad, y cada individuo de ella a usar del que le
Junta Central Suprema de España y las Indias había sido la causa política de la acción
o bien en peligro próximo, hace Quito lo que hicieron las provincias de la península con
honor y sobrada justicia; esto es, crear al ejemplo de la Metrópoli una Junta Depositaria
aspirar a una dominación general... con la calidad de interina entre tanto Su Majestad es
real familia”.78
Al igual que la Junta Central Suprema de España, la de Quito había nacido "solo
de las circunstancias del convenio de los pueblos, y del sufragio de las demás juntas", en
una circunstancia excepcional que no habían previsto nunca las leyes de la Monarquía.
La "reasunción del poder supremo" por las juntas peninsulares y la de Quito había sido
la respuesta general ante la vacancia del trono por efecto de la invasión francesa.
que actuaban en los estrados de la Real Audiencia de Quito y que fueron incorporados al
Senado erigido por la Junta Suprema, una prueba de que "los forasteros habían sido
77
Careo del doctor Juan de Dios Morales. Quito, 10 de marzo de 1810. AGN, Anexo, Historia, rollo 8, f.
588.
78
Manuel Rodríguez de Quiroga, Vindicación de su conducta en los sucesos del 10 de agosto. Quito, 6 de
junio de 1810. En AGN, Archivo Anexo, Historia, rollo 9, f. 438.
62
ocupados en el nuevo gobierno", como señaló el oidor Felipe Fuertes Amar. Los nativos
indios), Javier Salazar (fiscal de lo criminal), Mariano Lemus, Pedro Escobar (senador
decano de la sala de lo civil), José del Corral (senador de la sala de lo criminal), Luis
civil) y su hermano, José María Texada, quien fue nombrado capitán de una compañía
Popayán contra el nuevo gobierno quiteño. Don Antonio Tejada relató que el marqués
de Selva Alegre había ofrecido la cancelación del alcance de la Real Casa de Moneda de
confirmada por su hermano José María en carta a su padre, reconociendo que los
sucesos quiteños del 10 de agosto habían sido del gusto de todos los payaneses
residentes, "que hemos sido distinguidos aún con preferencia a todos los criollos", y que
el marqués de Selva Alegre había prometido conservar en sus empleos de la Real Casa
de Moneda de Popayán a todos los nativos, "lo que no sucederá con los santafereños,
que siempre han querido llevarse la Casa de Moneda, empleando en ella y en todo
Popayán a los moscas, con preferencia a los vecinos más beneméritos". 79 En carta
Junta Suprema de Quito antes que seguir dependiendo de Santa Fe, “que la ha tiranizado
79
Cartas de José María Texada a su padre y a su hermano. Quito, 21 de agosto y 6 de septiembre de 1809.
AGN, Archivo Anexo, Historia, rollo 6, f. 545-550v (195-200v). Manuel Moreno confirmó, en carta a su
hermano Camilo (Quito, 21 de agosto de 1809), que los empleos públicos se habían quitado a los
chapetones para darlos a los criollos y payaneses, que "los quiteños son muy afectos a los popayanejos" y
que "los santafereños no dan leche". Ibid, ff. 569-570 (220-221).
63
por cuantos medios ha habido, ya procurando destruir la Casa de Moneda, ya
como las relaciones de comercio entre esas dos provincias, prometiéndole elevar su
agregarse a la Junta de Quito antes que a Santa Fe, "que está a mayor distancia y que
nada le interesa", con lo cual se podría resolver la necesidad de Quito de "arreglar sus
sueldo de dos mil pesos anuales. En otra carta reservada, del 29 de agosto siguiente y
frontera", con sueldo de seis mil pesos anuales, si inclinaba al cabildo de Popayán a la
posición de unión con el Reino de Quito. Agregó que, en caso de que Fernando VII no
80
El apodo Mosca era aplicado en los colegios de la capital del Nuevo Reino a los estudiantes nativos de
Santafé. Cfr. José María Cordovez Moure, Reminiscencias de Santafé y Bogotá. Bogotá, Gerardo Rivas
Moreno Editor, 1997, p.46. A los de Popayán se les decía tragapulgas; a los del Tolima, timanejos; a los
de Cali, calentanos; a los de la Costa Caribe, piringos; a los antioqueños, maiceros; a los de Boyacá,
indios, y a los de Santander, cotudos.
64
con quien no le unía parentesco alguno –, debería ser juzgado y sentenciado, y que toda
El doctor Luís Quijano, quien se acostó durante la noche del 9 de agosto como
"simple abogado" payanés y despertó a la mañana siguiente "de oidor decano de la Sala
del Crimen, sin que ni esa noche, ni en todas las que he vivido hubiese soñado en
dominio absoluto de Fernando VII sobre este Reino, la adhesión a los principios de la
la América". Sin embargo, y pese a las novedades que parecían haber transformado todo
en ese teatro político, “seguimos las mismas leyes, conformándonos en todo con el
replicaron a la carta del marqués de Selva Alegre que el pueblo de Quito se había
"tan escandaloso atentado" y a ponerse a la disposición, con sus armas, del virrey del
las armas, solicitaron auxilios a Lima y Guayaquil, y siguieron causas contra los
81
Las dos cartas del marqués de Selva Alegre están en AGN, Archivo Anexo, Historia, rollo 10, ff. 369-
372.
82
Carta del doctor Luís Quijano a su hermano Manuel María. Quito, 21 de agosto 1809. AGN, Archivo
Anexo, Historia, rollo 6, ff. 658-661.
83
El 16 de agosto de 1809, el gobernador Aymerich envió al virrey del Nuevo Reino de Granada una copia de
las actuaciones de Cuenca frente a "la impensada novedad causada por el pueblo de Quito". AGN, Archivo
Anexo, Historia, rollo 4, 128.
65
Desde entonces, los gobernadores y cabildos de las provincias que integraban los
virreinatos del Perú y del Nuevo Reino de Granada tuvieron que considerar tanto la
Quito para "procurar la felicidad del pueblo" también estaban a la vista: supresión del
estanco de tabacos y del cabezón de las tierras, rebaja del precio del papel sellado a su
puso en estado de alerta a los capitulares de las ciudades de Pasto y Popayán, antes de
que las cartas del marqués de Selva Alegre pudieran llegar a su destino. La reacción
inmediata del gobernador de Popayán, Miguel Tacón, fue la de tomar medidas drásticas
Vallecilla– se puso a las órdenes del virrey del Nuevo Reino de Granada, Antonio Amar
de septiembre de 1809, para marchar contra los quiteños recibieron los refuerzos
de Quito.
84
Carta de Manuel Santiago Vallecilla, teniente de gobernador de Popayán, al virrey Amar y Borbón.
Popayán, 5 de septiembre de 1809. AGN, Archivo Anexo, Historia, rollo 5, f. 50.
66
Amar agotar el uso de "todos los recursos de conciliación y suavidad" con la Junta de
Quito, en atención al "carácter de sus habitantes, su número, sus medios y demás que
deben tenerse presentes", antes de emplear las medidas de fuerza. Para ello propuso85 el
envío de una comisión, integrada por tres personas "de conocida probidad, prudencia,
paz" fuesen a Quito, en nombre del rey y de la Junta Central de Sevilla, a ofrecer un
perdón general y olvido. Pero el virrey, teniendo a la vista el modo como se había
transformado "el aspecto de la cosa" hasta mostrar "la malicia y desentramada ambición
enviada por la Junta Suprema de Quito para anunciar el envío de una legación, integrada
Pasto a Quito "y establecer la paz entre sí". Acordaron los capitulares no recibirlos y
otro que el de "envolver en la rebelión, si pudiese ser, a los pueblos fieles de esta
provincia".86
al virrey, en esta misma fecha, "dar la última gota de sangre por los derechos de la justa
como las de los cabildos de Pasto, Cali y Barbacoas, cerraban el paso al proyecto más
ambicioso de la Junta Suprema de Quito, que consistía en reunirse con los cabildos de
las provincias sujetas a la gobernación de Quito y con "los que se unan voluntariamente
85
José Ignacio de Pombo, Carta al virrey Amar y Borbón. Cartagena, 20 de septiembre de 1809. AGN,
Archivo Anexo, Historia, rollo 5, ff. 248-251v. La respuesta del virrey Amar (Santa Fe, 19 de noviembre
de 1809) en los ff. 249 r-v.
86
Actas de los cabildos de las ciudades de Popayán y de Santiago de Veragua, 30 de septiembre de 1809.
AGN, Archivo Anexo, Historia, rollo 5, ff. 260-261 y 270-271.
67
a ella en lo sucesivo, como son Guayaquil, Popayán, Pasto, Barbacoas y Panamá, que
ahora dependen de los Virreinatos de Lima y Santa Fe" (acta del 10 de agosto de 1809).
El desenlace de la primera Junta de Quito es bien conocido 87: bloqueada por los
conde Ruiz de Castilla. Después de la defección del Cabildo de Quito, que fue fuente de
un motín popular, tropas peruanas enviadas por el virrey Abascal entraron a esta ciudad.
El marqués de Selva Alegre huyó de la ciudad, acompañado por el doctor Luis Quijano.
depuesta y su juicio. Los presos fueron distribuidos en los tres cuarteles existentes en
Quito, alojamiento de las tropas llegadas de Lima, Popayán y Santa Fe. El 2 de agosto
La noticia de los asesinatos del 2 de agosto se propagó por todos los virreinatos,
de suerte que todas las juntas constituidas en 1810 se hicieron eco de este “dolor
representación para “mezclar sus lágrimas con la de todos los buenos”, comparando a
pidió la expulsión de todos los europeos y canarios como represalia, y su Junta ordenó
celebrar honras fúnebres por las víctimas de Quito. José Félix Ribas comparó a los
españoles con los caníbales y pidió venganza: “¡Que el cuchillo y la muerte sean nuestra
87
Carlos de la Torre Reyes, La Revolución de Quito del 10 de agosto de 1809. Quito, Banco Central de
Ecuador, 1990.
68
9. Las guerrillas de Charcas.
las tropas del rey que se hallaban acantonadas en la zona. La geografía vertical del
territorio y la pequeñez de valles y quebradas facilitaba su acción, pues allí era posible
organizar pequeñas partidas capaces de emboscar a los lentos ejércitos realistas que
marchaban por los abruptos caminos que comunicaban los centros urbanos.
sociales que convivían en el mundo rural: algunos hacendados que no habían querido
escapar hacia lugares más seguros, vecinos mestizos de los pueblos y grupos de
indígenas mandados por su cacique. En general, las guerrillas fueron dirigidas por algún
terrateniente o líder local, como fue el caso de Padilla en La Laguna y Eusebio Lira en
Ayopaya, o, por el contrario, por un miembro de los ejércitos insurgentes, fuese de los
porteños o de los cusqueños, como fue el caso de Arenales en Mizque, Warnes en Santa
Arnade tuvo entonces que someter a la crítica esta cifra, surgida de la historiografía del
siglo XIX, para resaltar sus dos supuestos: la magnificación del papel que habían tenido
69
pertenecían al ámbito interno del Alto Perú, en un intento de fortalecimiento del
Alto Perú.91
dirigida por el cura Ildefonso de las Muñecas; al sur, la de Cinti, dirigida por Vicente
por Manuel Asencio Padilla; la de Santa Cruz, dirigida por Ignacio Warnes, la de
la de Ayopaya, que contó con varios comandantes a lo largo de su actividad. Las últimas
de Santa Cruz de la Sierra, todos los grupos guerrilleros se conformaron en medio de las
montañas y las quebradas de los contrafuertes de la cordillera de los Andes que unen el
altiplano con las llanuras de las tierras bajas, en altitudes que varían desde los más de
5.000 m.s.n.m. hasta hoyadas que llegan apenas a los 500 m.s.n.m. Se formaron después
indígena que acompañó el avance del primer ejército auxiliar porteño que fue derrotado
Esta revuelta indígena se remonta a 1809, cuando los indios del pueblo de
cacique, don Manuel Victoriano Aguilar de Titichoca, a quien las autoridades locales
habían obligado a renunciar. El caso fue elevado a la Audiencia por el apoderado de los
indígenas, quien solicitó la devolución del cargo a Titichoca y la deposición del nuevo
90
Fue precisamente Bartolomé Mitre quien dio el nombre de republiquetas a estos ejércitos irregulares.
La explicación a la misma es la de fortalecer la visión de que cada grupo irregular se organizaba y tomaba
sus decisiones estratégicas y políticas como si conformaran una entidad independiente y soberana, de ahí
el nombre de republiqueta, que a nuestro entender no responde correctamente a lo que fue el sistema de
guerrillas.
91
Charles Arnade, Op cit. pág. 47.
70
cacique, don Domingo Cayoja. Si bien la asonada indígena no salió en ese momento
más allá del pueblo de Toledo, este hecho local se articuló con el ambiente subversivo
general y la alianza de varios caudillos indígenas y mestizos que buscaban sus propios
virreinato un hecho crucial. El cabildo de Buenos Aires rompió con la Junta Central de
Gobierno. Este hecho cambió la situación general, pues la tensión entre los dos
virreinatos significaba dos opciones políticas distintas para Charcas. Las posiciones en
el Alto Perú se radicalizaron entre los grupos que apoyaban a la Junta de Buenos Aires y
los que se mantenían fieles a la Junta Central que se había formado en la península y,
por tanto, se acercaron a la autoridad del virrey del Perú. El presidente de la Audiencia
apoyaban esta segunda posición y, en una acción considerada ilegal por sus opositores,
92
En el mes de abril de 1810, un documento subversivo empezó a circular en varios pueblos del altiplano.
Había sido redactado en La Plata (Chuquisaca) por un grupo de mestizos e indígenas, conformado por
Juan Manuel de Cáceres, Titichoca, el prebendado de la Catedral de La Plata, Andrés Jiménez de León y
Manco Cápac y otros. El documento se oponía a puntos clave de la dominación colonial: el pago del
tributo, la mita, el pago de alcabalas, los abusos de los curas, subdelegados y chapetones, el trabajo
obligatorio y gratuito, la presencia de mestizos en los pueblos y el abuso de los hacendados.
93
“Revolucionada la capital del virreinato quedaba por resolverse la situación política de las provincias
del Alto Perú que estaban sujetas a la jurisdicción de la Audiencia de Charcas. El presidente Nieto
promovió un congreso invitando a los gobernadores de las provincias que enviasen a sus representantes
de los que no sabemos que hubiese venido otro que el Conde de la Casa Real de Moneda, con plenos
poderes del gobernador de Potosí Paula Sanz. Los dos oidores, el arzobispo, dos canónigos en
representación del ayuntamiento, con el indicado comisionado de Potosí, se reunieron bajo la presidencia
de Nieto, y resolvieron la incorporación de estas provincias al virreinato del Perú; acto ilegal en la forma
y arbitrario en el fondo. Fr. Luís Paz, Historia General del Alto Perú hoy Bolivia, Imprenta Bolívar.
1919, p. 113.
71
cabildo de la ciudad de La Plata respaldó esta decisión en cartas enviadas al virrey
por un lado la sublevación indígena que presentaba objetivos de carácter social, por el
otro, el crecimiento del apoyo de las ciudades altoperuanas al ejército porteño que se
dirigido por Juan José Castelli, ingresó al Alto Perú. Inicialmente derrotado en
noviembre), con lo cual entró a Potosí y tomó el control de todo el sur del Alto Perú.
94
El Cabildo de la Plata escribe al Virrey del Perú en 21 de junio de 1810 con los siguientes términos de
apoyo de Nieto y las demás autoridades: “...bolver a ese Superior Govierno de vueexelencia, aquella
antigua obediencia y sumición , que antes de la divición del Virreynato le reconocía, porque no cabe en su
lealísimo modo de pensar el rendir la cerviz a Potestad que no tenga su legítimo origen del Real Trono de
España, sugetarse a dicha Junta de Buenos Ayres, fundada solo por la multitud de cabezas, que se abran
movido por impulso de sus propios caprichos...” Archivo General de la Nación, Buenos Aires. Colección
Juan Ángel Farini. Documentación de Juan José Castelli. Expedición auxiliadora al Alto Perú. Años:
1809/1811. Sala VII, Legajo 290. 3E.
95
Los documentos relativos al paso del Virreinato del río de la Plata al del Perú no se hallaron en las actas
oficiales de Cabildo, por lo que, a la llegada de Castelli se exigió a las autoridades de Cabildo que
exhibieran los documentos. Ellos argumentaron que no se hallaban en el libro de actas porque no se
decidieron en Cabildo, sino en Junta de Corporaciones y que un segundo documento, en el que se
agradecía al Virrey Abascal su aprobación para el traspaso no se puso en el libro correspondiente por
olvido. Es claro que los miembros del Cabildo esperaban a ver hacia qué lado se inclinaba la balanza
política y que el “olvido” no era tal.
96
Marcos Beltrán Ávila, Historia del Alto Perú en el año 1810, Op. Cit.
97
AGN. Lima. Cajas Reales de Oruro. C.36. E.1149. fs. 160-161v.
72
La situación política se complicó: el sur, que comprendía Potosí y Chuquisaca,
estaba controlado por las tropas del ejército de Buenos Aires; el centro, con
Cochabamba y Oruro, era controlado por las tropas locales que apoyaban a los porteños;
y el norte, donde se encontraba La Paz, quedó bajo la administración de las tropas del
virrey del Perú, cuyo cuartel general se encontraba en el pueblo de Viacha. Sin saber de
la derrota de Suipacha, el ejército virreinal había adelantado sus tropas con el propósito
Charcas, Vicente Nieto. Así que fue enviada hacia la villa una tropa de expedición
comandada por el coronel Fermín Pierola. Sabedores de este avance, los cochabambinos
que se hallaban en Oruro salieron con dos mil soldados a su encuentro, produciéndose el
choque en las pampas de Aroma. La batalla concluyó con el triunfo de las tropas de
habían decidido por esta opción,98 y también por huestes indígenas dirigidas por el
escribano Cáceres,99 el ejército dirigido por Castelli instaló en Oruro su cuartel general.
del virrey de Lima, no sólo en el territorio de Charcas, que legalmente hacía parte de la
jurisdicción del virreinato del Río de la Plata, sino también dentro del Perú. Por ello,
73
Sin embargo todo cambió el 20 de junio de 1811. El Ejército Auxiliar de Buenos
responsabilidad de la derrota son temas que han sido abordados por muchos autores,
pero la gran mayoría culpa de ella a la falta de capacidad estratégica de Castelli. 101 Las
toda clase de gente, y en especial modo, con los indios, saqueando sus casas,
arrebatando sus bienes, sus ganados, sus comestibles, sus ropas, dejando los pueblos y
Oruro para refugiarse, pero fueron recibidos con una verdadera asonada popular que
impidió su ingreso, por lo que tuvieron que seguir hasta Macha, en el norte de Potosí,
Cochabamba, donde se habían reunido las tropas de Francisco del Rivero y los restos
del Ejército Auxiliar dirigidos por Díaz Vélez. El 13 del mismo mes, en Amiraya, se
produjo un nuevo encuentro favorable a Goyeneche. Fue el fin de las acciones del
primer Ejército Auxiliar, que debió retirarse de Charcas. El 25 de agosto salió Martín de
bien reflexionados los antecedentes corresponderá el suceso a mis deseos, y toda la América del Sud no
formará en adelante sino una numerosa familia, que por medio de la fraternidad pueda igualar a las más
respetables naciones del Mundo Antiguo”, advirtiendo finalmente los peligros que podría traer una guerra.
AGN. Buenos Aires. Colección Farini. Sala VII Legajo 290. Fs. 98 – 98v.
101
Sobre la participación de Castelli en el Primer ejército auxiliar y la batalla de Guaqui, los enemigos
políticos moderados, ahora en el poder, abrieron un juicio en contra de Castelli y sus subalternos. El
juicio se halla en AGN. Buenos Aires. Colección Juan Ángel Farini. Documentación de Juan José
Castelli. Expedición auxiliadora al Alto Perú 1809/1811. Sala VII.
102
Julio César Chávez, Castelli el adalid de Mayo. 1957. Citado por René Arze en Participación
popular...Op. Cit., p. 144. El juicio que se hizo a Castelli modifica en algo la apreciación anterior. La
historiografía actual busca reivindicar la situación de Castelli y su ejército, entendiendo las posturas
anteriores y el mismo juicio como parte de la lucha por el poder entre radicales, dirigidos por Moreno y
Castelli, y moderados, dirigidos por Cornelio Saavedra y mostrando cómo la caída en desgracia política
de Castelli, frente al triunfo moderado, propició el juicio. Felipe Pigna en Los mitos de la historia
argentina analiza esta situación.
74
A pesar del triunfo del ejército del virreinato del Perú, la situación en Charcas no
en La Paz, Oruro y Cochabamba “para formar, en torno al eje convulsivo de esta última
que mantuvieron las tropas indígenas de Cáceres alrededor de La Paz, entre agosto y
Cochabamba por parte de Arze y sus cochabambinos, que culminó con la toma de la
En la región de Carangas, el caudillo indígena Blas Ari, tomó las armas, 105
mientras que más al norte se sublevaban los indígenas bajo las órdenes de Juan Manuel
Chincheros, Mateo Pumacahua, que había llegado al altiplano para reprimir el cerco de
La Paz, se encontraba en las provincias de Pacajes, Sicasica (La Paz) y Paria (Oruro)
contingente del ejército del Perú que dirigía Astete en la región de Chayanta, al norte de
Potosí, perdió gran parte de su gente en enfrentamientos con grupos irregulares que se
103
René Arze Aguirre, Participación popular...Op. Cit. p. 184. La documentación acerca de parte de esta
sublevación –sobre todo la relacionada con la región del norte, se halla compilada en la Colección Emilio
Gutiérrez de Quintanilla.
104
Ver sobre este tema el Diario del Presbítero Mariaca, publicado en 1962 en la revista Nohesis, de la
Universidad Mayor de San Andrés.
105
AGN. Lima. Cajas Reales Leg. 1153. C. 53. Documentos comprobantes de Cargo y Data de la cuenta
de Real Hacienda del año 1812. fs. 57.
106
La sublevación tuvo su punto central en La Paz, donde se cercó la ciudad. Sobre este tema existe un
diario escrito por el presbítero Ramón Mariaca y publicado en 1962 por Tedosio Imaña Castro en la
revista Nohesis de la Universidad Mayor de San Andrés. El tema ha sido trabajado también por René Arze
en Participación popular en la Independencia de Bolivia Op. Cit. Este cerco, sin embargo, es mucho
menos conocido que el dirigido por Julián Apasa, Tupac Katari, en 1781.
107
Las tropas rebeldes estaban dirigidas, entre otros por el famoso caudillo Cárdenas.
75
La sublevación de indios y cochabambinos era general, a tal punto que en 20 de
peligro en que se hallaban los pueblos de Oruro y Sicasica. Desde la perspectiva de los
jefes del ejército virreinal, la sublevación era dirigida por los cholos de Cochabamba,
quienes dirigían a los indígenas; sin embargo, la presencia de una verdadera sublevación
en un amplio espacio que iba desde Chucuito al norte y que contemplaba todos los
pueblos de indios del altiplano norte no muestra la existencia de una alianza entre los
general y en ella participaban varios grupos, indígenas y mestizos, entre ellos muchos
arrieros que tomaban caminos alternativos para evitar llevar armamento y pertrechos
para las tropas del Rey. El ejército del Perú controló el altiplano, con sus centros en el
dirigida por don Lorenzo Zeballos y algunos días entró por la vía de Arica una remesa
de 160.000 pesos provenientes de Lima para apoyar a la tropa virreinal. Así pudo ésta
dirección de Picoaga. El ejército porteño retrocedió hasta Salta, donde se rearmó bajo
las órdenes de Pueyrredón y después bajo las de Manuel Belgrano, nombrado nuevo
comandante del ejército del Alto Perú por las autoridades de Buenos Aires. Éste inició
76
virreinal en Salta, el 20 de febrero de 1813. Goyeneche tuvo que retroceder hasta Oruro
las tropas virreinales había pasado a Joaquín de la Pezuela. Su plan de ataque era una
combinación de acciones de su ejército con las de las guerrillas de Cárdenas y las de las
vencida por la guerrilla realista de Castro y el ejército virreinal se enfrentó a las tropas
indígena de Cárdenas y José Miguel Lanza, y luego volvió a vencer al segundo Ejército
Auxiliar de Buenos Aires. Belgrano se retiró a Potosí y de allí siguió a Jujuy, dejando el
Alto Perú.
altiplano fue puesto bajo el firme control del Ejército virreinal, que adelantó su cuartel
108
Archivo General de Indias, Diversos 3. Año 1813 No 2 D8. Cartas de Goyeneche al Virrey Abascal.
Dice que la situación es estable y que Tacón ha tomado la plaza de Oruro. Escribe lo siguiente: “Mi
estado actual no me permite dar cuenta de la gravedad de los ocurrimientos, no tengo cabeza para seguir
mandando...” También relata que ha habido muchas deserciones sobre todo de los paceños. AGI. Diversos
6BIS. No. 5. La salida de Goyeneche del mando del ejército Real y la crisis del mismo, es un hecho lleno
de tensión y que involucró a los más importantes miembros del gobierno virreinal. Se celebraron en Lima
cuatro Juntas de guerra entre abril y mayo de 1813, donde se tomaron las siguientes decisiones: Se aceptó
la renuncia de Goyeneche encargándole el mando al brigadier don Juan Ramírez o por falta al que le siga
en antigüedad hasta que el Virrey destine a otro, se desconoció las acciones de Tristán en Salta y de
Goyeneche en Potosí, se envió a Pumacagua con refuerzos a La Paz para evitar el avance porteño, se
decidió avisar a la población del virreinato para que tome recaudos y para solicitar ayuda. Posteriormente
(reunión de 8 de abril) se decidió obligar a Goyeneche a retornar a Potosí mientras se nombraba como
sucesor a Juan de Henestrosa. Finalmente se decidió enviar a Joaquín de la Pezuela. Frente a estas
decisiones, la Junta de Guerra reunida en el cuartel general de Oruro determinó que la retirada de Potosí
era adecuada y oportuna y que la situación de Oruro era la más ventajosa y aparente para poder
restablecerse,” tener en sujeción aquellas provincias y conservar la comunicación con el virreinato, que
no podían pasar el mando a otra persona que la del Sr. General en Jefe José Manuel Goyeneche. Que era
inevitable la disolución del ejército si se separaba a Goyeneche del mando”. Finalmente, se conoció por
un acta de la Junta de Guerra en Oruro, que el estado de salud de Goyeneche era deplorable y que a causa
de un ataque de nervios había entregado el mando a su segundo Juan Ramírez. En la realidad, los hechos
de Salta y Potosí fueron utilizados por el bando del Virrey para deshacerse de Goyeneche de quien
recelaban porque “es hombre del país y tenía en la cabeza de los batallones a caballeros de las provincias
limítrofes muy adictos a su persona” y que, con excepción de los batallones de pardos y morenos, el resto
del ejército del Alto Perú estaba compuesto de milicianos del Cuzco, Arequipa y Puno.
77
general hasta Tupiza y su vanguardia hasta Salta. Paralelamente a la lucha entre los
intentó aliarse con Warnes. Los grupos guerrilleros de Padilla y Umaña sostuvieron 28
1815 no pudo mantenerse organizado. Una nueva derrota del Ejército Auxiliar porteño,
esta vez dirigido por Miguel Rondeau, y el fortalecimiento de las fuerzas de Pezuela,
guerrilleros, Arenales no pudo mantener la dirección del sistema de guerrillas. Así, cada
A partir de 1816 las posiciones del ejército virreinal, dirigido por el general La
Serna –Joaquín de la Pezuela fue nombrado virrey del Perú–, se mantuvieron: el cuartel
dirigían los avances sobre los grupos guerrilleros de Ayopaya y Chayanta, además de
Auxiliar porteño, sino el numeroso grupo de tropas irregulares formadas por criollos,
mestizos e indígenas que se ubicaban en los valles, desde Larecaja al norte hasta Tarija
109
AGN Lima. Cajas Reales de Oruro. Leg. 1153 C. 58. “Soldados heridos en Vilcapugio pertenecientes a
la partida del Sr. Chilliguanca”.
78
al sur. A la lucha de las guerrillas contra las tropas realistas se empezó a sumar el
descontento general de la población rural, que comenzó a causar problemas por el envío
mita era cada vez más difícil, no sólo por las vicisitudes de la guerra, sino porque la
José Miguel Lanza. Así pudieron apoyar en 1823 el ingreso de los generales Santa Cruz
Finalmente, en enero de 1825, cuando las tropas colombianas ingresaron a La Paz, los
restos que quedaban de las guerrillas fueron a su encuentro. Como recompensa de tantas
luchas y penurias por más de diez años, José Miguel Lanza fue nombrado comandante
Desde comienzos del año 1810 ya los abogados, eclesiásticos y comerciantes del
soberanía” perdida por sus “reyes naturales” cautivos y para oponerse al nuevo monarca
francés que eventualmente podría intentar una invasión de los dominios americanos. Pero a
esta opción se oponía el virrey Antonio Amar y Borbón, así como los gobernadores y
noticias de la erección de la Junta de Quito (10 de agosto de 1809), los abogados residentes
79
en Santa Fe solicitaron repetidamente al virrey la organización de una junta de notables
le correspondía, pero finalmente decidió hacerlo. Al día siguiente, y una vez que fue leída
la reunión de una junta especial para acordar conjuntamente las providencias que se
tomarían frente a la Junta de Quito, hasta lograr que accediese. Las dos sesiones de la junta
Frutos Joaquín Gutiérrez, gracias a la relación 110 que de ella hizo el fiscal de lo civil de la
Audiencia de Santa Fe. En su opinión, el origen de lo que había ocurrido en Quito había
había sido la desconfianza de los quiteños respecto de la actitud del gobierno del conde
110
Carta de don Frutos Joaquín Gutiérrez de Caviedes a don Manuel Martínez Mansilla, fiscal de lo civil
de la Real Audiencia, sobre la Junta del 11 de septiembre de 1809. Santa Fe, 22 de septiembre de 1809.
AGN, Miscelánea de la Colonia, 111, f. 611. Citada por Mario Hernán Baquero, El virrey don Antonio
Amar y Borbón: la crisis del régimen colonial en la Nueva Granada, Bogotá, Banco de la República,
1998, p. 65-67 y por Rafael Gómez Hoyos, La independencia de Colombia, Madrid, Mapfre, 1992, p.
106-107. El procurador del Cabildo de Santa Fe, José Gregorio Gutiérrez Moreno, también registró su
voto favorable relativo a la erección de una "Junta Superior provincial en Santa Fe con todas las
formalidades que exige el reglamento y en la que deben tener también la parte que les corresponde los
magistrados y tribunales", a la cual le correspondería "arbitrar los medios que puedan tomarse para la
pacificación de la provincia de Quito". Esta junta central tendría "una autoridad suprema de la soberanía",
sin que ello significara "denegar la obediencia a los jefes y autoridades constituidas". Cfr. Voto del doctor
José G. Gutiérrez Moreno en la Junta del 11 de septiembre de 1809. Biblioteca Nacional de Colombia (en
adelante BNC), Quijano Otero, 185. Citada por Hernán Baquero Op. Cit., p. 65 y por Rafael Gómez
Hoyos Op. Cit., p. 107-108.
80
reunión fue el de "usar de los medios suaves del desengaño, persuasión y convencimiento,
antes que los de la fuerza". Pero los capitulares santafereños introdujeron un sutil
desacreditado ante los ojos de los quiteños, dijeron que era conveniente erigir en Santa Fe
una junta, presidida por el virrey Amar e integrada por "uno o dos magistrados de los
tribunales y de las diputaciones de esta ciudad y demás provincias del reino, con necesaria
corporación que se entendería con los quiteños para obtener de ellos el reconocimiento de
que: "1º. La capital del reino y sus provincias inmediatas, forman un cuerpo subordinado a
la Suprema Junta Central gubernativa de la Monarquía [...] 2º. La capital y sus provincias
se unen en un cuerpo con el excelentísimo señor virrey y las autoridades del Reino. Luego
organización de esta junta provincial pero, aconsejado por los oidores de la Audiencia y
teniendo a la vista los informes enviados por el gobernador de Popayán, quien ya había
tomado medidas para la defensa militar contra cualquier expedición armada que pudieran
enviar los quiteños sobre la provincia de Pasto, el virrey Amar no concedió esta petición, a
virrey informó reservadamente a la Audiencia sobre las noticias que había dado el doctor
Pedro Salgar, cura vicario de Girón, sobre algunas reuniones "subversivas del Gobierno
actual" que se estaban realizando en la casa del magistral Andrés Rosillo, a la cual asistían
don Ignacio de Herrera y don Joaquín Camacho, con el supuesto propósito de erigir una
junta suprema que sería alternativamente encabezada por don Luis Caycedo, don Pedro
111
Entre ellos se destacan los nombres de José Acevedo y Gómez, Camilo Torres, Frutos Joaquín
Gutiérrez, José María del Castillo y Rada, Gregorio Gutiérrez Moreno, el canónigo Andrés Rosillo,
Manuel Pombo, Tomás Tenorio, Antonio Gallardo, Nicolás Mauricio de Omaña, Pablo Plata y Luís de
Ayala.
81
Groot y don Antonio Nariño, respaldada por 600 hombres conducidos por el corregidor de
Zipaquirá y por 1.500 de la villa del Socorro reunidos por don Miguel Tadeo Gómez,
don José Acevedo y Gómez, rico comerciante charaleño que a la sazón era regidor en el
Los informes recogidos en las diligencias practicadas por la denuncia del virrey
confirmaron que el magistral Rosillo había dicho que "al fin esto había de quedar como
Quito", y que existía un plan para sobornar la tropa y aprisionar al virrey, apropiándose de
los caudales reales y de las joyas de la virreina. Se ordenó entonces la captura de Rosillo,
Antonio Nariño y Baltazar Miñano. Mientras tanto, el virrey Amar informó a don Antonio
de Narváez, el diputado que había sido elegido para representar al Nuevo Reino ante la
que consistía en "sujetar el gobierno a una junta superior", algo que él no podía aceptar
rapidez frente a "las novedades y desórdenes de Quito" para "evitar que cunda el
escándalo", lo cual incluía llamar a declarar a las personas protegidas por fuero real o
eclesiástico. El temor infundido por las diligencias judiciales debió paralizar los ánimos,
pues el 8 de diciembre siguiente el virrey declaró con satisfacción que "el feo lunar" de
infidencia que había contraído la ciudad de Quito, y que había llegado a manchar "el lustre
había servido para que todas las provincias pudieran "abrillantar su lealtad" al rey
112
Informe muy reservado del virrey Antonio Amar. Santa Fe, 15 de octubre de 1809. AGN, Archivo
Anexo, Historia, rollo 5, f. 316-317. Editado, con otros documentos derivados de esta denuncia, por
Enrique Ortega Ricaurte en Documentos sobre el 20 de julio de 1810, Bogotá, Kelly, 1960, p. 1-2.
113
“Carta del virrey Amar a don Antonio de Narváez. Santa Fe, 29 de septiembre de 1809”, en Eduardo
Rodríguez Piñeres, La vida de Castillo y Rada, Bogotá, 1949, p. 81.
82
Fernando VII. En consecuencia, había aumentado su estimación por la lealtad de sus
vasallos de todas las provincias.114 Mientras tanto, algunos de los encausados por infidencia
declaraban que la Junta Suprema que habían contribuido a erigir en Quito la habían
entendido como una "Junta provincial comprensiva del Reino de Quito [...] que así como
en España se hicieron varias juntas en distintos reinos o provincias, podía también hacerse
lo mismo en la América [...] a nombre del señor Don Fernando 7º [...] mientras que Su
Majestad o sus legítimos sucesores se ponen en actitud de regir y gobernar el Reino, siendo
invasión enemiga".115 Por el momento, los capitulares santafereños se habían quedado con
Reino.
El impulso definitivo que puso en marcha el proceso de erección de las juntas del
Nuevo Reino de Granada provino del comisionado del Consejo de Regencia que fue
enviado al Nuevo Reino, don Antonio de Villavicencio (1775-1816), un quiteño que había
temprana juventud había estudiado en el Colegio Mayor del Rosario de Santa Fe, y por
ello era conocido y estimado entre los abogados de esta ciudad, al punto que terminó
casándose con doña Gabriela Barriga, una santafereña que mantenía en su casa una tertulia
Superior de Seguridad Pública que sería establecida en Santa Fe. Fue así como las
114
Antonio Amar y Borbón, Edicto dado en Santa Fe, 8 de diciembre de 1809. AGN, Archivo Anexo,
Historia, rollo 6, ff. 2-6v.
115
Confesión del abogado guayaquileño Juan Pablo Arenas, Quito, 14 de diciembre de 1809. AGN,
Archivo Anexo, Historia, rollo 6, f. 56.
83
Tunja –entre mayo y julio de 1810– llevaron la impronta del ejemplo de la Junta de Cádiz
sucesión establecido por las leyes". Consideró que en este momento era ociosa la discusión
sobre la legitimidad del Consejo de Regencia, pues lo que importaba era "conservar la
"prestar homenajes de respeto y obediencia" al mencionado Consejo, para que "no se crea
que [el pueblo fiel y generoso de Cali] trata de romper los estrechos vínculos que ligan el
116
El general José Dolores Monsalve fue uno de los académicos que más insistió en el papel determinante
jugado por este comisionado en el proceso de erección de las juntas provinciales en el Nuevo Reino de
Granada. Cfr. Antonio de Villavicencio (el protomártir) y la Revolución de la Independencia, Bogotá,
Academia Colombiana de Historia, Biblioteca de Historia Nacional, XIX, 1920.
117
Representación del síndico personero del Cabildo de la ciudad de Santiago de Cali, 28 de junio de
1810. AGN, Sección Colonia, Archivo Anexo, Gobierno, 18, ff. 888-890r. Publicada por el Instituto
Colombiano de Cultura Hispánica en Acta de Independencia de Santiago de Cali, Bogotá, 1992, p. 27-39.
84
públicos de la ciudad de Santiago de Cali para examinar "la absoluta pérdida de España, el
sobre la constitución legítima del Consejo de Regencia. Basándose en las Partidas antiguas
de la monarquía (ley 3ª, título 15, segunda partida), argumentó en favor de la legitimidad
del Consejo de Regencia en los casos de ausencia del heredero de la Corona y convocó a
obedecerlo "por nuestra libre y espontánea voluntad, por no diluir la unidad de la nación,
por dar testimonio de nuestra generosidad, de nuestra unión y amor a los españoles
europeos y, más que por otros motivos, por haberse invocado el respetable y para nosotros
dominación francesa. Otra era la instalación inmediata de una Junta Superior de Seguridad
que se le pediría al virrey. Y la última era la previsión para la circunstancia probable de una
defección del Consejo de Regencia: "en este desgraciado caso, seamos nosotros libres y
árbitros para elegir la forma de gobierno más conveniente a nuestros usos, costumbres y
carácter, viniendo de España los vasallos fieles a hacer un mismo cuerpo con nosotros,
como que todos tenemos iguales obligaciones de religión, vasallaje y patriotismo, jurando
118
Arenga del doctor Joaquín de Cayzedo y Cuero, teniente de gobernador de la provincia de Popayán.
Cali, 3 de julio de 1810. AGN, Sección Colonia, Archivo Anexo, Gobierno, 18, ff. 890r-895v. Publicada
por el Instituto Colombiano de Cultura Hispánica en Acta de Independencia, Op. Cit., p. 39-61.
85
Oídas las razones del doctor Cayzedo, que los asistentes a la junta extraordinaria
acogieron con entusiasmo, fue firmada el acta del 3 de julio de 1810 –que los patrióticos
soberanía". Para ello, se ofrecieron a jurarle obediencia y homenaje "como a nuestro rey y
señor natural", bajo las cuatro condiciones propuestas por el autor de la arenga. Puestos
todos de rodillas y ante la imagen del crucificado, procedieron a jurar fidelidad al Consejo
de Regencia. Una copia de esta acta fue enviada por el cabildo de Cali, el 13 de julio
siguiente, al comisionado regio que en ese momento ya marchaba hacia Santa Fe desde
Cartagena. En la carta remisoria advirtieron los capitulares que ya estaban enterados de las
Cartagena para la formación de una Junta Superior de Seguridad Pública en Santa Fe,
las provincias, "un pensamiento conforme a las ideas de los españoles en la Península y
que aquí se ha mirado como arriesgado, haciendo no poca injuria a la fidelidad acendrada
de los americanos y a su representación nacional". Las copias del acta del 3 de julio
enviadas a Santa Fe llegaron después de que allí se había formado su junta suprema de
gobierno (20 de julio), aunque se sospecha que el doctor Ignacio de Herrera (1769-1840),
un "hijo de la ilustre ciudad de Cali" que solicitó en Santa Fe un cabildo abierto, sin la
Los acontecimientos de Cali prueban la rápida recepción del proyecto que portaba
119
Acta de la junta extraordinaria realizada en Cali el 3 de julio de 1810. AGN, Sección Colonia, Archivo
Anexo, Gobierno, 18, ff. 895v-898v. Publicada por el Instituto Colombiano de Cultura Hispánica bajo el
título de Acta de Independencia de Santiago de Cali, Bogotá, 1992, p. 61-73.
86
Cartagena de Indias una carta, acompañada de cuatro impresos relacionados con la
reconocimiento, así como la adopción de medidas urgentes para "cortar el disgusto que
empieza a nacer entre europeos y americanos, por pasquines y versos en que se hieren
directamente y cuyo resultado no puede ser otro sino de pasar de la pluma a las armas". 120
y acordó convocar a un cabildo abierto para resolver sobre el reconocimiento del Consejo
para informarle sobre los esfuerzos que empeñaba para conservar la fidelidad de los
tomando medidas "para destruir de raíz el cisma político que empezaba a nacer entre
petición de formar en Santa Fe una junta superior de todo el Nuevo Reino, a la cual
deberían estar subordinadas todas las juntas que se formaran en las provincias, incluida la
advertía –alarmado– que este comisionado había "pasado a fomentar o a condescender con
novedades que pueden ocasionar turbulencia en este Virreinato", así las considerase
"medios de concordia".
120
“Carta de Antonio de Villavicencio al cabildo de Cartagena de Indias, 10 de mayo de 1810”. Los cuatro
impresos se referían a la instalación del Consejo de Regencia de España e Indias, al acto de creación de
dicho Consejo, a una arenga del Supremo Consejo de España e Indias a la misma Regencia y a una
proclama del Consejo de Regencia a los españoles americanos. En Gabriel Porras Troconis, Documental
concerniente a los antecedentes de la declaración absoluta de la provincia de Cartagena de Indias,
Cartagena, Talleres de Artes Gráficas Mogollón, 1961, p. 14-15.
121
“Carta de Antonio Villavicencio al virrey Antonio Amar. Cartagena de Indias, 20 de mayo de 1810”, en
José D. Monsalve, Antonio de Villavicencio, Op. Cit., p. 84-86.
87
Previa representación del síndico procurador del cabildo de Cartagena, Antonio
José de Ayos, quien pidió la creación de una junta superior de gobierno provincial "por el
modelo que propone la de Cádiz, para precavernos contra los diferentes géneros de
funestos peligros a que están expuestos todos los dominios de Su Majestad", el 22 de mayo
Narváez, el diputado elegido por el Nuevo Reino a la extinta Suprema Junta Central de
España e Indias. Fue entonces cuando se acordó erigir "una nueva forma de gobierno" que
no fue la junta superior provincial solicitada por el síndico procurador, dada la enconada
resistencia que opuso el gobernador Montes, sino un triunvirato provisional compuesto por
Narváez y Tomás Andrés Torres) y el gobernador Montes, "para el despacho diario de los
administración de justicia entre partes y las funciones anexas al vicepatronato real". 123 Este
la Recopilación de leyes de Indias (ley 2, título 7, libro 4º), no podía mantenerse por
mucho tiempo, como en efecto sucedió. Por lo pronto, ese mismo día este cabildo abierto
122
En 1810 actuaron como alcaldes ordinarios José María García de Toledo y Miguel Díaz Granados,
acompañados por doce regidores: José María del Castillo, Germán Gutiérrez de Piñeres, Santiago
González, José Lázaro Herrera, José Antonio de Fernández, Juan Salvador Narváez, Antonio Fernández,
Juan Vicente Romero, Manuel Demetrio de la Vega, Tomás Andrés de Torres y José Antonio Amador.
123
“Carta de respuesta del cabildo de Cartagena de Indias al comisario regio don Antonio de
Villavicencio, 23 de mayo de 1810”, en Gabriel Porras Troconis, Documental, Op. cit., p. 24-25.
124
“Bando del cabildo abierto de Cartagena de Indias, 22 de mayo de 1810”, en Gabriel Porras Troconis,
Documental, Op. Cit., p. 26-27.
88
Villavicencio había conseguido su propósito y había mediado la tensión de poder
entre el gobernador español y los dos coadministradores cartageneros, dando vía libre a la
poderes se puso a prueba casi de inmediato por los sucesos de la vecina villa de Mompóx,
parte de la jurisdicción del gobernador de Cartagena. En esta villa situada junto al río
Magdalena, el comandante español Vicente Talledo mantenía una pugna con el cabildo
marzo de 1810, Talledo había estado enviando informes al virrey Amar sobre un supuesto
complot contra las autoridades que preparaban los hermanos Vicente, Germán y Gabriel
los ánimos" de los momposinos, aconsejando el retiro de Talledo, "como que se tiene
entendido por la voz pública que aquellos disturbios tienen por principios las competencias
que desempeñaba en Mompóx, lo cual fue interpretado por el cabildo de Cartagena como
un incumplimiento del pacto del 22 de mayo, al retraerse "cuanto puede de dar a los
señores coadministradores la intervención que les es debida en los asuntos que ocurren".126
Durante la sesión del 14 de junio siguiente, Villavicencio tuvo que pronunciarse contra la
pretensión de "mando absoluto" del gobernador Montes, lo cual contrariaba "la buena
125
“Acta del cabildo de Cartagena de Indias en el que se leyó el oficio enviado desde Mompóx por don
Antonio de Villavicencio, 4 de junio de 1810”, en Gabriel Porras Troconis, Documental, Op. Cit., p. 28-
29.
126
“Acta del cabildo de Cartagena de Indias, 7 de junio de 1810”, en Idem, p. 29-31.
89
Patria en las críticas circunstancias en que se halla este Reino y la metrópoli". Se adhirió
entonces a este parecer José María García de Toledo, el diputado del cabildo ante las
Cortes, quien propuso la destitución del gobernador, “para no exponer a este fiel pueblo a
una revolución y preservarlo de mil desastres, cumpliendo en esto con uno de los artículos
de sus instrucciones reservadas, pues que no le ha sido posible destruir unas quejas tan
El teniente de rey Blas de Soria fue llamado por el cabildo para que se encargara
del mando político y militar de la plaza y provincia, y luego convocó a todos los jefes
militares de la plaza para informarles sobre la novedad introducida. Compareció luego ante
autoridad para quitarle el mando, ni menos para hacerle un juicio de residencia. Pidió
copias de todas las actas capitulares y recusó a quienes lo habían juzgado por "falsas
influencia que, así como algunos miembros del Cabildo [...] creían que el motivo del
procedimiento era únicamente el especioso y aparente que se había escogido para el logro
de nuestro objeto: la supuesta complicidad del gobernador con los enemigos de España
mayo, que mantenía la autoridad del gobernador, era mejor solución que el establecimiento
de una junta provincial "por el modelo de la establecida en la ciudad de Cádiz", tal como
había propuesto el procurador. La "satisfacción y júbilo universal" con que fue recibida
esta solución le habían permitido abrigar esperanzas "de que estaban ya calmadas las
desconfianzas, inquietudes y general alarma en que hacía muchos días estaba el pueblo".
127
“Acta del cabildo de Cartagena de Indias, 14 de junio de 1810”, en Ibídem, p. 39.
128
“Memorias de Manuel Marcelino Núñez, 1864”, en Ibídem, p. 44.
90
Pero la conducta evasiva del gobernador respecto de sus dos coadministradores había
agitado los ánimos al punto que había tenido que condescender con su destitución y su
Regencia la aprobación del acto de destitución del gobernador, "exigida por el imperio de
turba había obligado al comandante Vicente Talledo a huir de esa villa, resolviendo el
conflicto que mantenía con el cabildo. El alcalde ordinario, Pantaleón Germán Ribón, y los
tres hermanos Vicente Celedonio, Germán y Gabriel Sayas Gutiérrez de Piñeres, nativos de
la villa de Mompóx y regidores tanto de ésta como del cabildo de Cartagena, fueron
por el Nuevo Reino ante la Junta Suprema de España e Indias, y a la vez tío político de
Germán, dado que éste se había casado con doña Vicenta de Narváez y Viole, sobrina de
aquél. El 24 de abril de 1810 se recibió la noticia de la ocupación de casi toda España por
se hizo más intensa en esta villa, dado que aquella los había convocado a unírsele,
"deponiendo las ligeras pasiones y errados conceptos que en el tiempo anterior se dejaban
entender por algunos, y cuya propagación hubiera podido producir las más funestas
consecuencias".
y momposinos. A fines del siglo XVIII, Carlos III había hecho de Mompóx una cabecera
129
“Informe de don Antonio de Villavicencio al primer secretario de Estado y Despacho del Consejo de
Regencia. Cartagena, 20 de junio de 1810”, en Ibídem, p. 45-46.
91
de provincia, segregándola de la jurisdicción de Cartagena (Real Cédula de Aranjuez, 3 de
agosto de 1774),130 pero los cartageneros lograron revertir esa independencia. Una vez que
Congreso General de todas las provincias del Nuevo Reino. Fue entonces cuando tomaron
convocatoria de Santa Fe. Fue así como el cabildo extraordinario del 6 de agosto de 1810
soberanía para negociar en la capital, bien ante su Junta Suprema o ante el Congreso
General del Reino. La actuación de José María Gutiérrez de Caviedes y de José María
Salazar, comisionados de la Junta Suprema de Santa Fe, fue determinante en esta acción,
acción de los momposinos fue revertida por la Junta de Cartagena durante el mes de enero
de 1811, fiel a sus compromisos con el comisionado Villavicencio y gracias a una acción
armada.
al corregidor Juan Bastús y Falla, un catalán que desde 1808 había reemplazado en este
empleo al tunjano José Joaquín Camacho, gracias a un título despachado por el rey 131 que
130
Pedro Salzedo del Villar, Apuntaciones historiales de Mompóx, Cartagena, Comité Hijos de Mompóx,
Gobernación del Departamento de Bolívar, 1987.
131
El Corregimiento de Pamplona, al igual que el del Socorro, fue creado a finales del siglo XVIII
mediante la fragmentación del antiguo Corregimiento de Tunja. Integró en su jurisdicción a las ciudades
de Pamplona, Salazar de las Palmas y Girón, así como a las villas del Rosario y San José de Cúcuta. El
virrey nombró como primer corregidor a Joaquín Camacho (1805-1808), pero en este último año llegó de
España, con título expedido por el rey en 1806, el catalán Juan Bastús y Faya. El virrey Amar decidió
darle posesión, aunque no había terminado el período de Camacho, ante las noticias de los sucesos de
Bayona.
92
Villamizar (1751-1840). Los "motores" de este movimiento fueron, además de esta viuda,
Gallardo, Rafael Valencia, José Gabriel Peña, Ramón Carrizosa, Manuel Silvestre (oficial
de la Real Caja), Manuel Mendoza, Pedro María Peralta, el doctor Escobar (párroco de
Málaga) y el doctor Francisco Soto. 132 El temor ante la causa que Bastús había abierto el
30 de junio anterior contra doña Águeda Gallardo unió a todos los beneméritos que antes
rivalizaban entre sí.133 Las funciones del corregidor fueron depositadas en el cabildo y en
provincial". Pero el acta que formalizó la junta provincial sólo fue firmada el 31 de julio
siguiente en un cabildo abierto que fue convocado para dar respuesta a la posibilidad de
por el cabildo de San Gil. Además de los capitulares, asistieron los priores de todos los
conventos, todo el clero y los oficiales del batallón de milicias "que se acababa de
establecer en esta plaza". Fue entonces cuando "el pueblo todo, reasumiendo la autoridad
que residía en nuestro legítimo soberano, el señor don Fernando VII", eligió la Junta
provincial, integrada por los miembros del cabildo y seis vocales más: los presbíteros
Antonio Navarro (capellán de las monjas), acompañados por Rafael Valencia, José Gabriel
Peña y Rafael Emigdio Gallardo. El doctor Francisco Soto –abogado de la Real Audiencia
nativo de la villa del Rosario de Cúcuta– actuó como secretario de la Junta provincial.
VII, la adhesión "a la justa causa de la nación" y la "absoluta independencia de esta parte
132
“Recomendación del gobernador de Santa Marta en favor de Juan Bastús y Falla. Santa Marta, 29 de
noviembre de 1811”, en Rafael Eduardo Ángel, “Panamá. Capital del Virreinato de la Nueva Granada
(1812-1816)”, en Gaceta histórica, San José de Cúcuta, 2002, no. 123, p. 25-26.
133
El 29 de junio de 1810, festividad de San Pedro (patrón de la ciudad y de la principal cofradía), se
produjo un motín cuya autoría fue atribuida por el corregidor a doña Águeda Gallardo, abriéndole causa
al día siguiente y amenazando con secuestros de bienes. Todas las familias de beneméritos se asustaron y
pasaron a preparar el incidente del 4 de julio siguiente, en el cual esta viuda le arrebató al corregidor su
bastón de mando.
93
de las Américas de todo yugo extranjero".134 El doctor Soto, quien alcanzaría las más altas
temor de ser combatidos al mismo tiempo por los corregidores y gobernadores de las
erección de la junta provincial hasta el último día de julio, cuando ya se tuvieron noticias
su corregidor, el asturiano José Francisco Valdés Posada, se produjo durante los días 9 y 10
de julio de 1810. Fue preparado por el dispositivo militar que éste había montado en la
villa para conjurar acciones hostiles. Una orden dada desde un balcón del cuartel a las siete
de la noche del primer día, desobedecida por tres transeúntes, desencadenó una refriega
con los soldados en la que perdieron la vida ocho personas. Al siguiente día el corregidor y
doctor Miguel Tadeo Gómez, primo del "tribuno santafereño", fue uno de los oradores
principales de la jornada del día 10, en la cual se rindió el corregidor ante la muchedumbre.
advirtió que "el único medio que puede elegir vuestra alteza es el de prevenir al muy ilustre
cabildo de esa capital para que forme su junta y trate con nosotros sobre objetos tan
cabildo y seis beneméritos que fueron asociados,136 invitándose a los otros dos cabildos que
134
“Acta del cabildo abierto celebrado en Pamplona el 31 de julio de 1810”, en Estudio, 1986, no. 302
(noviembre), p. 53-54.
135
“Informe de la junta del Socorro al virrey Antonio Amar y Borbón, 16 de julio de 1810”, en Horacio
Rodríguez Plata, La antigua provincia del Socorro y la independencia, Bogotá, Publicaciones Editoriales,
1963, (Biblioteca de Historia Nacional, XCVIII), p. 22-27.
136
Los dos alcaldes ordinarios eran José Lorenzo Plata y Juan Francisco Ardila. Los seis beneméritos
cooptados por la junta fueron Miguel Tadeo Gómez, Javier Bonafont, Acisclo Martín Moreno (el hombre
más rico de la villa), José Ignacio Plata (cura de Simacota), Pedro Ignacio Fernández e Ignacio Carrizosa.
94
integraban el corregimiento (San Gil y Vélez) a erigir una Junta provincial de gobierno. El
acta de erección de esta junta expresó la voluntad de resistir con mano armada "las
medidas hostiles que tomará el señor virrey de Santa Fe contra nosotros, como lo hizo
contra los habitantes de la ilustre ciudad de Quito". Para manifestar "a la faz del universo la
justicia y legitimidad" de la junta erigida, se aseguró que los socorranos estaban decididos
a conservar la provincia "a su legítimo soberano, el señor don Fernando VII, sin peligro de
recordado al presidente de la Junta del Socorro por el párroco de Simacota, José Ignacio
Plata, con ocasión de la jura de la constitución de la Junta provincial que le fue solicitada:
"Sostener los tres santos objetos de nuestra independencia, que lo son: la Religión, la
La Junta provincial fue integrada por dos diputados del cabildo del Socorro y dos
del cabildo de la vecina villa de San Gil, pues los de la ciudad de Vélez no enviaron sus
1810) expuso, en 15 artículos, los "cánones" que guiarían al nuevo gobierno: defensa de la
Tesoro Público, división tripartita del poder público (la Junta de representantes de los tres
cabildos sería el poder legislativo, los alcaldes ordinarios de los cabildos serían el poder
ejecutivo, y el poder judicial lo ejercería un tribunal que la Junta crearía), abolición del
La resistencia de los socorranos contra el corregidor Valdés comenzó desde su llegada al empleo, por
recomendación del fiscal de la Real Audiencia, pues "se apareció aquí después de la revolución de España
a despojar al propietario, doctor don José Joaquín Camacho, hijo benemérito de la Patria y tan distinguido
por su virtud y literatura". Cfr. “Carta de José Acevedo y Gómez al comisionado regio. Santafé, 29 de
junio de 1810”, en Monsalve, Antonio de Villavicencio, Op. Cit., p. 138.
137
“Acta de constitución de la junta provincial del Socorro, 11 de julio de 1810”, en Rodríguez Plata, La
antigua provincia, Op. Cit., p. 35-38.
138
Carta del párroco de Simacota al presidente Lorenzo Plata, 28 de septiembre de 1810. AGN,
República, Archivo Anexo, rollo 11, f. 249r-v.
95
Desde Mompóx, el comisionado Villavicencio tranquilizaba al virrey advirtiéndole
que las medidas adoptadas en esta villa y en Cartagena correspondían a la política del
Consejo de Regencia –"apagar el fuego y no hacer un incendio"–, pues ellos no eran "a
propósito para mandar" dado que estaban "nutridos en el concepto de que el terror es
oportuno para mantener en todos tiempos la fidelidad a hombres que por el mismo
Supremo Gobierno se llaman iguales y libres".139 Por su parte, los santafereños ilustrados
Colegio del Rosario de don José de Acevedo y Gómez, regidor perpetuo del Cabildo, quien
provincias del Socorro, Pamplona y Tunja, "los cabildos no tienen una verdadera
nominación del público, sino por compra que hicieron al Gobierno". Pronosticó entonces
la división del Reino si no se convocaba a los representantes de las provincias para erigir
una junta general, hasta entonces juzgada "subversiva y revolucionaria" por los
al Consejo de Regencia":
Valencia, Granada y ahora Cádiz han hecho prodigios de valor por la confianza que
han tenido de los miembros de sus Juntas. Sus moradores descansan sobre la fidelidad
de sus vocales, que son obra de sus manos y a quienes miran como el ángel tutelar de
139
“Carta de Antonio de Villavicencio al virrey Amar. Mompóx, 8 de julio de 1810”, en Monsalve,
Antonio de Villavicencio, Op. Cit., p. 135.
140
“Carta de José de Acevedo y Gómez al comisionado regio, don Antonio de Villavicencio y Berástegui.
Santa Fe, 29 de junio de 1810”, en Antonio de Villavicencio, Op. Cit., p. 136-138.
96
su libertad. Cítense, pues, a esta capital los diputados de todos los cabildos, para que
se forme una Junta, sin perjuicio de las autoridades establecidas. Este Cuerpo dictará
todas las providencias que sean convenientes a la conservación de la Patria, y los
pueblos nada tendrán que temer del abuso del poder [...] No por esto pretendo que nos
separemos del Consejo de Regencia últimamente establecido en la Isla de León, cuyo
reconocimiento y obediencia se nos pide.141
que tienen todos sus vecinos de acogerse bajo la protección de las personas más bien
celos entre los españoles europeos y americanos, concediendo a los primeros una facultad
Regencia y de enviar diputados a las Cortes de Cádiz, había que organizar, "ante todas
Cali y Socorro, los abogados más destacados de la junta santafereña del 11 de septiembre
de gobierno. José Acevedo y Gómez, Ignacio de Herrera, José Joaquín Camacho y José
María del Castillo eran los mejor informados y, por ello, los que desesperaban por la
dilación que el virrey Amar, sostenido por los oidores de la Real Audiencia, había impuesto
crearía la junta superior, sin obtener respuesta. El 16 de julio, José Joaquín Camacho instó
cada día más urgentes los motivos [...] en vista de la agitación en que se hallan los pueblos,
recelosos de su futura suerte". Dos días después, ya bien enterado de los motines de
141
“Ignacio de Herrera: Representación al cabildo de Santa Fe, 28 de mayo de 1810”, en José Manuel
Restrepo (selec.), Documentos importantes de Nueva Granada, Venezuela y Colombia, Bogotá,
Universidad Nacional de Colombia, 1969, Tomo I, p. 7-14.
97
Pamplona y Socorro, así como del retraso de la llegada del comisario regio, urgió al
cabildo a convocar la junta de autoridades y vecinos propuesta, "y que en ella se sancione
que se opusieren a medidas tan saludables".142 Durante la noche del 19 de julio el virrey y
los oidores examinaron la situación y concluyeron que no era tan grave como se
encabezó una diputación que le pidió directamente al virrey fijar la fecha de realización de
la junta, pero éste se negó a hacerlo en términos definitivos. Al mediodía se inició una
reyerta entre Francisco Morales, respaldado por sus dos hijos, y el comerciante español
José González Llorente, a quien la turba le atribuyó el haber proferido una expresión
insultante contra el comisionado regio y los americanos. Movilizada por chisperos, la turba
presionó, al igual que las damas santafereñas sobre la virreina, hasta conseguir la
autorización del virrey para realizar esa noche un cabildo extraordinario. Allí fue erigida
una Junta, con la denominación de "Suprema del Nuevo Reino",143 integrada por diputados
elegidos a gritos por la muchedumbre. Después de tan larga espera de los santafereños, "la
menor chispa bastó para prender un fuego tan activo que en diez y ocho horas consumió el
edificio del antiguo gobierno".144 El acta del cabildo extraordinario, firmada esa noche por
142
Citado por Gabriel Gómez Hoyos, La revolución, Op. Cit., 1992, p. 145.
143
Los cartageneros fueron los mayores críticos de esta pretensión santafereña "de levantarse con el
Gobierno Supremo del Reino". En su opinión, éste solamente podría surgir de la reunión de los diputados
de todas las provincias. Cfr. “Carta de José Ignacio de Pombo al comisario Antonio de Villavicencio.
Cartagena, 10 de septiembre de 1810”, en Monsalve, Don Antonio de Villavicencio, Op. Cit., p. 318-319.
144
“Carta de José Acevedo y Gómez al comisionado regio Carlos Montúfar. Santafé, 5 de agosto de
1810”, en Boletín de Historia y Antigüedades, Bogotá, vol. XX, no. 231 (1933), p. 235. La presión de las
señoras santafereñas (Gabriela Barriga, Juana Petronila Nava, Carmen Rodríguez de Gaitán, Petronila
Lozano, Josefa Baraya y las Ricaurtes) sobre la virreina fue un elemento destacado en la autorización
finalmente dada por el virrey para la realización del cabildo extraordinario del 20 de julio. Cfr. Jorge W.
Price, “Juana Petronila Nava”, en Biografías de dos ilustres próceres y mártires de la Independencia y de
98
38 diputados proclamados por la muchedumbre (15 más lo hicieron al día siguiente), dio
cuenta del depósito interino hecho del gobierno supremo del Reino en la Junta constituida,
Fernando VII, "siempre que venga a reinar entre nosotros", y se sujetaría al Consejo de
virrey Amar y realmente dirigida por el doctor José Miguel Pey, a la sazón alcalde de
primera vara en el Cabildo de Santa Fe y quien luego ordenó el apresamiento del virrey.
los posibles conflictos entre los españoles europeos y americanos, 4) Oír las peticiones
atendidas por los párrocos de los barrios, acompañados por un abogado, titulándose
párroco Pablo Plata y el doctor Domingo Camacho. Entre las "personas sospechosas y
99
criminales" fueron apresados los funcionarios de la Real Audiencia Juan Hernández de
Alba (oidor decano), Diego de Frías (fiscal de lo civil), Manuel Francisco Herrera
del gobernador Víctor de Salcedo y su teniente, Antonio Viana, con los miembros del
de la Real Audiencia, se acogió la propuesta de don Basilio de Toro para organizar la junta.
vicepresidencia de José Munive, el diputado elegido por esta provincia ante las Cortes. Los
vocales elegidos fueron Antonio Viana, el arcediano Gabriel Díaz Granados, el provisor
Plácido Hernández, Basilio García, Pedro Rodríguez, los tenientes coroneles Rafael
transición al sistema de juntas provinciales había encontrado en Santa Marta una solución
juramentado de cada uno de los presentes para "derramar su sangre y sacrificar su vida en
autoridad del Consejo de Regencia. Se solicitaron diputados a cada uno de los cinco
garantizar la total adhesión al Consejo de Regencia. Con ello, esta provincia encabezó la
Nuevo Reino que vino desde La Habana a establecer su nueva sede en Panamá.
100
Las noticias de la constitución de la Junta de Santa Fe promovieron la erección de
las juntas provinciales de Antioquia (30 de agosto), Popayán (11 de agosto), Neiva (17 de
los rumores de una posible invasión francesa. En su febril imaginación, los franceses
aparecieron como ateos, ladrones y violadores, interesados en seducir con engaños a los
Ayala, los emisarios del emperador francés se habían introducido en todas la provincias
magistrados para levantar unos pueblos contra otros, los hermanos contra los hermanos,
y los padres contra los hijos, para después que estén divididos, y que se hayan degollado
los unos a los otros, poder entrar con sus tropas infernales, acabar con los pocos que
queden, destruir la religión que profesamos, arrasar los pueblos en que adoráis a Dios,
oficiales serían escogidos entre los vecinos principales de las villas y ciudades, y cuya
elección recaería en los cabildos. Los ejercicios militares se realizarían los días
101
acontecimientos del 20 de julio anterior y se invitaba a la formación de un Congreso
General del Reino, para lo cual se requería la presencia de un diputado que representara
los derechos de la provincia de Antioquia. Fue entonces cuando este cabildo 146 exhortó a
mencionados en medio del entusiasmo del pueblo, con demostraciones de aprecio por su
especial jerarquía.147 Las sesiones del Congreso Provincial se iniciaron al día siguiente,
doctor Elías López, fue integrado por los ocho diputados de los cabildos de Antioquia
(Manuel Martínez y José María Ortiz), Medellín (José Joaquín Gómez y Pantaleón
Arango), Rionegro (el presbítero José Miguel de la Calle y José María Montoya) y
Marinilla (el cura Francisco Javier Gómez e Isidro Peláez). Todos ellos representaban
las autoridades civiles y eclesiásticas establecidas del "antiguo régimen". Días después
fueron integrados cuatro “representantes del pueblo” elegidos por los vecinos “cabeza
posesionaron esos representantes, que resultaron ser los idóneos integrantes de los
mismos cabildos. Antioquia eligió a quien ya hacía parte del Congreso, don Manuel
102
miembro del Congreso, don José María Montoya; y Marinilla a don Nicolás de
Hoyos.148 Otros miembros de la Junta Superior Provincial llegaron a ser don José
que fue ocupado por el ya mencionado don José María Ortiz. En fin, terratenientes,
mineros y comerciantes, que en sus ratos de ocio se dedicaban a las tareas burocráticas
primigenio Congreso Provincial con diez diputados. De este modo, la transición política
oyeron los ruidos de armas y gritos del populacho como en la capital del virreinato.
representaban y asumir transitoriamente la soberanía que había sido reasumida por los
cabildos, dada la prisión del rey. A su turno, esa soberanía fue cedida a favor del
internas y las intrigas de los franceses. Una proclama emitida en los primeros días de
septiembre de 1810 advirtió sobre las ventajas que obtendrían los reales vasallos de esta
Junta provincial: no tendrían que caminar largas distancias para obtener las providencias
judiciales que pusieran fin a sus agravios, o para solicitar el derecho que los protegiera
del juez injusto. Los recursos estaban a la mano en un Congreso o Junta Provincial que
oiría y remediaría sus vejaciones, los sostendría en la posesión de sus derechos, dictaría
148
Ibídem, f. 35.
103
providencias de justicia, buen gobierno y policía, y organizaría las fuerzas internas que
período de seis años.150 Quizás por esta procedencia peninsular entró en situación de
conflicto personal con los vecinos principales de la ciudad de Neiva. Por ello, cuando se
tuvo noticia de los sucesos de Santa Fe, siete días después de su ocurrencia, el
que su vecindario tenía "los mismos derechos que han tenido aquellos pueblos para instalar
sus juntas y establecer un nuevo plan de gobierno", de tal suerte que para uniformizar a
este vecindario con todos sus "compatriotas" el Reino pidió al cabildo la instalación de una
junta gubernativa "para que en ella deposite el pueblo sus derechos y confianzas",
aboliendo "el antiguo gobierno". Dado que había dejado de existir un gobierno superior de
todas las provincias del Reino, quedando este vecindario libre "para proceder por nosotros
mismos a todo aquello que sea conveniente al beneficio de la patria, bien y utilidad de la
diputado a la ciudad de Neiva para tratar de la unión con Santa Fe. Efectivamente,
congregada esta junta en Garzón, se decidió que el nuevo gobierno mixto se integraría con
149
Archivo Restrepo, rollo 4, f. 18.
150
José María Restrepo Saénz, Neiva en la Independencia, Op. Cit. p. 5.
151
Representación de Vicente Sánchez, síndico procurador general de la villa de Timaná, 27 de agosto de
1810. En AGN, Archivo Anexo, Historia, rollo 11, f. 13 r-v.
104
constituciones y reformaciones [...] imponer pechos y derechos que exija la necesidad". El
Timaná. Los vecinos de la parroquia de San Pedro de Sabanita Larga, en los llanos de
acogieron la causa de "Religión, Patria y Corona" y eligieron nuevo juez parroquial (José
Manuel de Peralta).
En la ciudad de Tunja, que destituyó a su corregidor tan pronto llegaron las noticias
invitación para el envío de diputados ante un congreso general del Nuevo Reino. Este
mismo día, y con la presencia del comisionado regio Carlos Montúfar, se formó la Junta
Andrés Marcelino Pérez Valencia, Antonio Arboleda, Mariano Lemus y Manuel Dueñas–,
acciones contra la Junta de Quito, y actuando como secretario don Francisco Antonio
quien continuó su derrotero hacia Quito. Fueron despachados comisionados ante los
cabildos de Cali, Buga y Cartago, en procura de que eligiesen diputados ante una junta
provincial que sería erigida en Popayán. Pero éstos apenas pudieron comprobar la posición
adherían a la promesa de participación en el Congreso general del Reino que les había
hecho saber don Ignacio de Herrera, el ilustre caleño que tanto se había destacado en los
152
Este militar había sido compañero del comisario regio en la Escuela de Guardiamarinas de Madrid y se
opuso a la formación de la Junta de Seguridad, pero su resistencia fue doblegada por el comisario Carlos
Montúfar y del Cabildo de Popayán.
105
sucesos santafereños. Se produjo entonces en Popayán una fuerte tensión entre la autoridad
religiosas. Los juntistas se enfrentaron a los taconistas, nombres que fueron dados a los
dos bandos, pero los últimos disponían de la fuerza armada del gobernador, de la autoridad
y se restauró el orden político antiguo, pese a los esfuerzos que hizo parte del vecindario
para reorganizarla. Con el apoyo de una milicia de Pasto, comandada por Gregorio
Consejo de Regencia. Mientras tanto, la Junta de Cali preparaba su unión con los demás
alianza con las tropas enviadas desde Santa Fe bajo el mando del coronel Baraya.
instrucciones, como comisionado de dicho Consejo, habían quedado suspendidas. Así fue
íntima alianza y amistad con el Gobierno de España, fiel a Fernando VII". Después de
seguir de cerca el rumbo de los acontecimientos en todas las provincias que, poco a poco,
gobernadores de las provincias que se mantuvieron fieles (Loja, Quito, Panamá, Tumaco,
países". En su opinión, habría que aceptar cuanto habían ejecutado las juntas y convidarlas
106
a enviar sus diputados ante las Cortes de Cádiz para establecer una negociación,
así, los gobiernos reformados en América que aún reconocían al real soberano mirarían al
Gobierno de España como enemigo "y jamás se establecerán sus relaciones políticas y
comerciales, aunque quiera emplearse la fuerza, pues ésta jamás produce buenos efectos y
sólo logra irritar y exasperar más a los pueblos que han obrado, en su concepto, conforme a
sus derechos y a las peligrosas circunstancias en que se hallaban". 153 Una muestra de la
prudencia de este consejo es la derrota militar del gobernador de Popayán por las fuerzas
unidas de Cali, Buga, Cartago y Santa Fe, resultado de que aquel no había atendido la
exhortación a adoptar medios conciliatorios y formar una junta provincial que admitiera a
los diputados de las ciudades unidas que lo batieron. Como Tacón, otros jefes militares
estaban, "a pesar suyo y con buenas intenciones y deseos, aumentando el incendio y la
confirmado en la instalación del primer Congreso del Nuevo Reino (22 de diciembre de
1810), en el que los diputados de seis provincias juraron que no reconocerían sino la
autoridad de las juntas supremas provinciales, "con expresa exclusión del Consejo titulado
pueblos" de las respectivas provincias, que seguían conservando los derechos soberanos de
nuevo arreglo constitucional. Es importante recalcar que la acción de separar las juntas
provinciales "para siempre" de la Corona sólo fue emprendida más de un año después: el
153
“Oficio de Antonio de Villavicencio al Marqués de Someruelos y siete gobernadores indianos. Santa
Fé, 4 de mayo de 1811”, en Monsalve, Don Antonio de Villavicencio, Op. Cit., p.239.
107
11 de noviembre de 1811 por la Junta Suprema de Cartagena de Indias, el 16 de julio de
Antioquia.
Regencia que se pudo leer en el Nuevo Reino de Granada. 154 En su opinión, romper con
este Consejo era, además de una "ilegal e impolítica forma de administración que
rompía el vínculo de unión con la madre patria", el camino para convertir al Nuevo
sabía que “al entusiasmo de la revolución suceden los celos, la envidia, la divergencia
de opiniones y la falta de acuerdo; y que esto, junto con el diferente carácter y las
pretensiones parciales destruirán la buena armonía de las provincias... sabe por las
comunicaciones y otras que no nos son comunes fue acertado y conveniente para el
gobierno particular de cada provincia el de sus juntas, pero que no bastando éstas para la
unión de todos fue indispensable dar mayor extensión al sistema político para formar
nombre del soberano, manejase con uniformidad las operaciones civiles, las militares y
Regencia habían sido las instituciones adecuadas a las circunstancias en las que el rey
no podía gobernar por sí mismo: "la Regencia es el gobierno que más se acerca a la
154
Oficio del gobernador Miguel Tacón a la Junta Suprema de Santafé. Popayán, 28 de diciembre de
1810. En Alfonso Zawadsky, Las ciudades confederadas del Valle del Cauca en 1811, Cali, Centro de
Estudios Históricos y Sociales "Santiago de Cali", 1996, pp. 170-176.
108
interinamente al soberano "mientras las dos mitades de la nación (América y España)
organizan la forma de gobierno que sea más acomodada a las circunstancias y a sus
votos".
el cuerpo soberano de la nación, el "centro de unión entre las Américas y España que
han reconocido todos los reinos, provincias y ciudades de este Nuevo Mundo". Su
la alteración del gobierno legítimo produjo que las provincias se separaran del Nuevo
Reino, "que Cartagena esté dividida de Mompóx, Santafé de Honda, Santa Marta, etc.,
causa de su disputa armada en los siguientes años, equivocadamente leída por los
de enero de 1811) afirmó resueltamente que las juntas provinciales del Nuevo Reino,
"con el solo bullicio de haber reasumido el pueblo sus derechos parciales", habían
"cargado con las atribuciones de la Soberanía".155 Aspecto que será muy importante
historiografía nacionalista, dado que, como se ha indicado, hasta al menos 1810 no hubo
109
Desde que se conocieron en Caracas los hechos ocurridos en la península, la
reacción fue de lealtad a Fernando VII y de claro rechazo a la usurpación francesa. Una
ciudad y declaró sus reservas respecto de las renuncias de los reyes. En opinión de los
capitulares, el hecho no solamente era una anomalía inexplicable sino que resultaban
no fuese sino por la de haberla hecho en un país extranjero, rodeado i constreñido de sus
Esa misma noche, un tumulto vociferante se dirigió hacia la sede del Cabildo y
Fernando VII. Efectivamente, ésta fue ejecutada y el retrato del monarca fue puesto en
el dosel de la sala capitular. Entre los vítores a Fernando VII y los mueras a los
franceses el ambiente se tornó festivo y sin mayores sobresaltos. Sin embargo, al día
siguiente el capitán general convocó una reunión de las autoridades y los cuerpos
interino, el payanés Joaquín Mosquera Figueroa, opinó que lo que estaba por discutirse
era qué hacer con los despachos provenientes de Madrid y de ninguna manera si se
establecía o no una junta. Su parecer era claro y sencillo: si los papeles venían firmados
156
“Acta del Ayuntamiento de Caracas”, 16 de julio de 1808. Blanco y Azpúrua, Documentos para la
vida pública del Libertador, Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1977, tomo II, p. 148.
110
y sellados por las autoridades del Reino, no había nada que discutir, sólo había que
ejecútese.
La voz del fiscal real se interpuso para insistir en lo que ya había sancionado el
podían los reyes atribuirse la facultad de disponer de sus vasallos como si fuesen su
que ello representaba un acto que iba contra las leyes del Reino. También intervino otro
de los presentes para recordar que la noche anterior se había efectuado la jura de
entonces los asistentes a esta reunión no introducir novedad alguna respecto del mando
de Fernando VII.157
gobernador de la provincia, don Juan de Casas, en el cual se exponía lo acordado por las
Dirígese, pues, la determinación del Gobierno a dar las gracias en el Real Nombre
de Su Magestad Católica; a precaver los males públicos y particulares y a declarar
solemnemente que en nada se altera la forma de Gobierno ni el Reynado del Señor
Don Fernando VII en este Distrito; y a exhortar a todos los fieles y amados
Vasallos, que mientras no vinieren documentos mas auténticos comunicados por
sus correspondientes conductos y en la forma debida, no se dejen sorprender ni
engañar de los Extranjeros crédulos y amantes de la novedad. 158
157
"Acuerdo de la Junta convocada por el Gobernador el 17 de julio de 1808" Blanco y Azpúrua,
Documentos, tomo II, p. 167.
158
"Auto del Capitán General de Caracas, 18 de julio de 1808". Blanco y Azpúrua, Documentos, tomo II,
p 168.
111
El asunto no concluyó aquí, pues el debate dado en la reunión había dividido la
días sucesivos. Lo que estaba en discusión era ni más ni menos que el espinoso y
delicado asunto de la soberanía. El debate se había dado en los mismos términos que el
producido en la península. Si la renuncia era contraria a las leyes del Reino: ¿Quién
gobernaba en ausencia del rey legítimo?, ¿sobre quién recaía la soberanía mientras el
todo tipo de rumores respecto del futuro de la monarquía promovieron las suspicacias y
los recelos entre las autoridades. Inquieto, el capitán general solicitó al Cabildo, en
siguientes:
proyecto estaba listo para ser presentado, llegó a Caracas el comisionado de la Junta de
159
Prospecto o Reglamento de la Junta, 29 de julio de 1808. Blanco y Azpúrua, Documentos, tomo II, p.
172.
112
Sevilla, don José Meléndez Bruna, quien solicitó la sujeción de la provincia a la
soberana autoridad de aquella Junta y confirmó en sus empleos a todos los jefes,
autoridad soberana que se adjudicaba la Junta de Sevilla, dado que no se habían tenido
presentes las leyes de Castilla, las de Indias y las Partidas aplicables al caso. El capitán
general desatendió los reparos del Cabildo y decidió someterse a la opinión de la Real
de Sevilla sobre los territorios puestos bajo su mando. Esta decisión no contribuyó a
calmar los ánimos ni a disipar el ambiente de inquietud y tensión que generaban las
notables, entre quienes destacaban varios altos funcionarios de la Corona. Uno de los
113
Pero Fernández de León no acató el consejo del fiscal. En los días siguientes
convocó a don Francisco Rodríguez del Toro, criollo principal, perteneciente a una de
las familias más distinguidas de la provincia y con extensas relaciones en la ciudad, para
en el proyecto. Para la gran mayoría de los convocados el tema no les era ajeno, pues
emergencia del Reino que había causado la ausencia del monarca. Durante varios días
Francisco Rodríguez del Toro y Vicente Ibarra, al regente visitador. Mosquera les hizo
siguiente entregaron el documento al capitán general con una nota remisoria en la que
España para impedir las aspiraciones del emperador de los franceses, defender al
prominentes vecinos, recordaba cómo esta ciudad había jurado lealtad a Fernando VII y
160
“Informe de la Sala Extraordinaria”, 20 de junio de 1809, en Jorge Vejarano, Orígenes de la
Independencia Suramericana, Bogotá, Editorial Cromos, 1925, p.71
161
La documentación completa sobre este episodio fue publicada bajo el título Conjuración de 1808 en
Caracas para formar una Junta Suprema Gubernativa (Documentos Completos), Instituto Panamericano
de Geografía e Historia, 1968, 2 volúmenes.
114
había observado con detenimiento “los pasos que ha dado la Nación en Europa, sus
triunfos, su energía, y su opinión para con todas las naciones del mundo”, deduciendo
de esa experiencia la utilidad de “las juntas que se han formado… con el nombre de
Soberana de Estado, para que ejerciera en esta ciudad la autoridad suprema, “mientras
regresa al Trono nuestro amado Rey el Sr. Don Fernando VII”. En su parecer, éste era
“el voto y deseo general del pueblo”. Por ello, juzgaban que el medio más adecuado
para este fin era proceder a elegir “representantes del Pueblo” que tratasen
personalmente con gobernador y capitán general el procedimiento para formar esta junta
suprema; y para tal efecto proponían los nombres de los señores Conde de Tovar, Conde
de San Javier, Conde de la Granja, Marqués del Toro, Marqués de Mijares, don Antonio
Fernández de León, don Juan Vicente Galguera y don Fernando Rey. Estas personas
todos los cuerpos sociales eligiesen sus diputados entre las personas más beneméritas:
115
La mayoría de los firmantes eran criollos, pero también los acompañaron
estamento militar, oficiales de las Milicias del Rey; una parte significativa de los
firmantes eran miembros del Real Consulado de Caracas, con intereses comerciales y
ellos emparentados entre sí. Otro elemento en común entre los firmantes era su
defensa del rey y del orden monárquico cuando se habían presentado movimientos
sublevación de Gual y España y luego en 1806 cuando Francisco de Miranda invadió las
judiciales contra todos los comprometidos. Los escándalos y las fuertes reacciones de
emitieron sus pareceres, acogidos por la Real Audiencia el 4 de mayo siguiente. Todos
buena opinión, crédito y fama sin que en lo sucesivo les sea tampoco obstáculo para
obtener las gracias y mercedes que fuere servido el Rey concederles, por sus anteriores
116
servicios, y los que espera continúen a beneficio del estado y de la Patria, en las
La situación fue resuelta, al menos por un tiempo, con este fallo absolutorio de
Central emitió una resolución que declaraba a los “vastos y preciosos dominios que la
España posee en las Indias” como una “parte esencial e integrante de la Monarquía
española”. Acto seguido estableció que a éstos se les concedería la posibilidad de formar
Este llamamiento de la Junta Central suscitó un nuevo e intenso debate entre los
Figueroa, el regente visitador que había seguido la causa contra los promotores de la
argumentando que ninguno de los elegidos para participar en el sorteo final era oriundo
Cabildo de Caracas. Otra solicitud de nulidad fue introducida por don Antonio
ayuntamientos de las capitales de provincia, sin considerar a varias ciudades que tenían
163
Fallo de los fiscales Berríos y Espejo", Caracas, 20 de abril de 1809, Conjuración, tomo II, p. 337
164
Real orden de la Junta Central Gubernativa del Reino, 29 de enero 1809, Real Alcázar de Sevilla.
Reproducida en Blanco y Azpúrua, Documentos, tomo II, pp. 230-231
165
Resolución del Consejo de Indias, declarando nula la elección de Don Joaquín Mosquera y Figueroa, 6
de octubre de 1809, Archivo General de Indias, Caracas, Legajo 177, reproducido por Teresa Albornoz de
López, La visita de Joaquín Mosquera Figueroa a la Real Audiencia de Caracas (1804-1809), Caracas,
Academia Nacional de la Historia, 1987, p. 245.
117
vecinos de la ciudad, considerando que la elección debía anularse por “viciosa, injuriosa
incapacitado para cumplir las funciones de representante en tanto que no conocía “sus
ciudad designó a Martín Tovar Ponte e Isidoro López Méndez para que se ocuparan de
la elección, así como de recoger y ordenar las instrucciones que llevarían ante la alta
respecto de los peninsulares, un asunto que en Santa Fe fue denunciado con vigor por el
continuidad a la convocatoria a Cortes que había sido aprobada por la Junta Central el
166
Resolución del Consejo de Indias, La visita de Joaquín Mosquera Figueroa, p. 246.
167
“Aviso al Público”, Gaceta de Caracas, 25 de febrero de 1810.
118
22 de mayo de 1809, tal y como vimos anteriormente. La Regencia reiteró la
sabe, contemplaba exactamente el mismo método que había sancionado la Junta Central
ultramar. Otra vez la diferencia era notable: la composición de las Cortes contemplaba
solamente 60 diputados por América y Filipinas y más de 250 diputados por la España
representatividad, volvían al terreno del debate, pero ahora con consecuencias políticas
diferentes. Si se les había convocado para que participasen en el gobierno del reino en
calidad de diputados de la Junta Central, proceso que, pese a los reparos, se había
existía la Junta y que había una nueva instancia depositaria de la soberanía la cual
El conflicto no tardó en manifestarse: ¿Cómo era que la Junta Central, que había
sido reconocida como legítima autoridad y de la cual formaban parte unos delegados
otro organismo sin que hubiese mediado participación alguna de los súbditos de esta
parte del Reino? Ésta es una de las claves de este bienio trascendental.
168
“Alocución del Consejo de Regencia, Isla de León, 14 de febrero de 1810”, en Blanco y Azpúrua,
Documentos, tomo II, pp. 272-274.
119
situación en la cual se encontraba la península, la alarma y el desasosiego cundieron
entre los habitantes de la capital. Entre los días 17 y 18 hubo numerosas reuniones en
discutían las medidas a tomar. La noche del 18 de abril los miembros del Cabildo
decidieron convocar, para el día siguiente, una reunión extraordinaria a fin de discutir
de Emparan y lo convocaron para que asistiese a la sede del Ayuntamiento. Aún cuando
situación en la cual se encontraba España, era necesario constituir una junta. El capitán
situación no era tan grave, y que la Junta Central había sido sustituida por el Consejo de
dado que rechazaron la creación de la Regencia por considerarla una instancia ilegítima,
que no había sido instaurada ni por las juntas peninsulares ni por el pueblo español,
únicos depositarios de la soberanía en ausencia del rey. Eran los mismos argumentos
que se habían expuesto dos años atrás, cuando se intentó organizar la primera junta.
Catedral para asistir a la ceremonia religiosa del Jueves Santo. Se levantó de la silla y,
acompañado de los miembros del Cabildo, se dirigió hacia el templo. Pero antes de
llegar a la puerta, un grupo de personas que se había reunido en la plaza, alentados por
120
connivencia con los promotores de la junta, no intervino para impedir que se forzara al
Así fue como a Emparan no le quedó más remedio que volver a la sala capitular.
éstos fue categórica: de ninguna manera asistirían al Cabildo, puesto que la situación era
totalmente irregular. No obstante, se les obligó a presentarse gracias a los buenos oficios
Los nuevos diputados del clero fueron José Cortés de Madariaga, canónigo de la
Catedral, y el presbítero Francisco José Ribas. Los diputados del pueblo fueron Juan
blanco de notoria calidad; Francisco Javier Ustáriz, también blanco, criollo y principal,
retirado de las milicias y estudioso del derecho, quien se incorporó al Cabildo como
diputado sin que quedase claro a cuál sector de la sociedad representaba, tal como
sucedió con Gabriel Ponte. Cada uno de ellos había sido designado como representante
Constituida la asamblea con los miembros del Cabildo, el capitán general, los
oidores de la Audiencia y los diputados del clero, el pueblo y los pardos, se procedió a
discutir las ocurrencias acontecidas en España y las medidas que deberían ser
adoptadas. Las posiciones eran encontradas y el debate acalorado, con lo cual la reunión
121
iban radicalizando. La posición generalizada entre los miembros del Cabildo que
Monarquía española, puesto que no había precedentes en la tradición jurídica del Reino
que permitiesen tal arbitrio. En consecuencia, lo pertinente era formar una junta que
era la instancia legítima, que no había motivos para pensar que España estaba
junta, ya que las leyes del Reino no habían previsto este recurso. El presbítero Cortés de
Madariaga cuestionó la idoneidad del capitán general para atender la difícil situación y
negativamente. Acto seguido, Emparan reconoció que no quería más el mando. Ingresó
de nuevo a la sesión y ya, sin autoridad alguna, asistió a la redacción del acta que
recogió los acontecimientos del día. Se trata del acta del 19 de abril de 1810.
¿Cómo se narraron en este documento los sucesos acaecidos este Jueves Santo?
fin de “atender la salud pública del pueblo, ya que éste se hallaba en absoluta orfandad
como consecuencia del cautiverio de Fernando VII”. 169 Disuelta la Junta Central,
122
encontrándose la casi totalidad de las provincias peninsulares ocupadas por las tropas
francesas, había llegado la noticia de que la Junta había sido sustituida por otra forma de
gobierno con el título de Regencia. Esta novedad era, precisamente, lo que había
“ejercer ningún mando ni jurisdicción sobre estos países, porque ni ha sido constituido
por el voto de estos fieles habitantes, cuando han sido ya declarados no colonos, sino
partes integrantes de la Corona de España y, como tales han sido llamados al ejercicio
la cual se reconocía a los “vastos y preciosos dominios que la España posee en las
y por la conquista y usurpación de los franceses. Por lo tanto, “el derecho natural y
defensa; y de erigir en el mismo seno de esos países un sistema de gobierno que supla
las enunciadas fallas, ejerciendo los derechos de la soberanía, que por el mismo hecho
los pueblos, un imperativo ineludible, pues no podía alegarse que la iniciativa carecía de
123
fundamento ya que, en opinión de los asistentes –a excepción del capitán general y el
resto de las autoridades– esta resolución no contradecía la tradición jurídica del Reino.
La iniciativa era coherente, según decía el documento, con todo lo que hasta la fecha se
convocatoria de aquel cabildo extraordinario era el medio más idóneo para salirle al
esparcidas y con el temor de que por engaño o por fuerza fuese inducido a reconocer un
gobierno ilegítimo”.
para tratar de nuevo sobre la seguridad y tranquilidad pública”. 170 En ese momento, la
derechos. Reunida de nuevo la asamblea fue abierta por su presidente, don Vicente
Cortés de Madariaga para alegar “los fundamentos y razones del caso, en cuya
inteligencia dijo, entre otras cosas, el señor presidente que no quería ningún mando, y
Tal como se desprende del contenido del acta, Emparan había considerado
“conveniente” regresar al Cabildo para reanudar el debate hasta que, finalmente, había
170
Acta del 19 de abril de 1810. Las cursivas son nuestras para destacar que el Acta no recoge que haya
sido por la fuerza.
124
decidido renunciar aceptando que el mando quedase en manos del Cabildo. Una vez
narrados los sucesos del día, el acta recoge las decisiones administrativas acordadas en
Audiencia, y a don Vicente Basadre, intendente del ejército y Real Hacienda. Para este
último cargo se nombró a don Francisco de Berrío, quien se desempeñaba como fiscal
militar de Caracas y al capitán Juan Pablo Ayala como su segundo. A partir de ese
mismo día se duplicó el sueldo a los militares activos. Los funcionarios depuestos
fueron sometidos a prisión y expulsados del país pocos días más tarde.
tradición jurídica del Reino, con inéditas y novedosas fórmulas políticas surgidas en el
juntas en la Península, la declaración de igualdad entre los súbditos de uno y otro lado
del Atlántico, y la convocatoria a los americanos para que participasen por primera vez
interés y el debate entre los americanos, desencadenando al mismo tiempo las más
y a los informes sobre el descalabro militar en España, favorecieron en Caracas que los
125
criollos se animasen a ocupar el vacío de poder existente y a satisfacer sus frustradas
expusieron con mayor detalle los argumentos jurídicos y políticos en que fundó el
los habitantes de Caracas sino a los habitantes de todas las provincias que componían la
correspondencia con la proclama del día 20, la Junta envió emisarios a todas las
Los representantes de la Junta tenían como misión hacer llegar los documentos
soberanía por un reducido grupo de individuos –los miembros del cabildo de Caracas–
126
era una medida provisional justificable solamente como consecuencia de la “urgencia y
provincia.
Era ésta, pues, una de las instrucciones que llevaban los emisarios de la Junta al
habían asumido la conducción provisional del gobierno era dar a conocer su disposición
que había aprobado la Junta Central, el cual se mantuvo en la convocatoria a las Cortes.
En los días siguientes fue publicado el reglamento electoral para la constitución del
soberanía y en nuevo poder general de las provincias que hasta esa fecha habían
de los acontecimientos. Así como algunas provincias habían convenido en aceptar las
171
Junta Suprema de Caracas, “Proclama del 20 de abril de 1810”, Gaceta de Caracas, 27 de abril de
1810. El mismo documento que cuestiona la instalación de la Regencia en medio de las turbulencias de la
guerra y de manera inconsulta, se permite justificar la asunción de la soberanía por un reducido grupo de
individuos también de manera inconsulta y en medio de la confusión de los sucesos de aquel jueves santo.
172
Reglamento de Diputados, Gaceta de Caracas, 15 y 22 de junio y 13 de julio de 1810.
127
argumentaciones expuestas por la Junta de Caracas respecto de la ilegitimidad de la
hacía para que participasen en el nuevo gobierno, otras estimaban que la Regencia sí era
napoleónico en Madrid, al tiempo que se producía una encendida polémica respecto del
polémica fue legada a las diversas actitudes de fracciones del criollismo respecto de las
del pacto traslatii, por el cual se justificaba el derecho de un “pueblo” a ser soberano
misma táctica teórica justificativa que sus homólogos peninsulares a la hora de pretextar
128
sus fundamentos teóricos desde la neoescolástica. Y ello no era gratuito. El liberalismo,
ser cuestionados, ya que se trataba de un dogma bien asentado. Es por ello que podemos
hablar de una estrategia mental, ideológica y política refinada: legitimar el nuevo Estado
separando el binomio del Altar y el Trono sin que éste quedara dañado. Pero ello no
Bartolomé que la Compañía de Jesús administraba en Santa Fe, capital del Nuevo Reino
libro –Principatus politicus: Sobre el poder y superioridad del sumo pontífice sobre los
reyes temporales, 1613– del texto que escribió –Defensio Fidei– contra la convocatoria
del rey Jacobo I de Inglaterra a los príncipes cristianos para formar un solo frente contra
las pretensiones universales del Papa Paulo V, examinó el problema del poder supremo.
sus vasallos es justo y legítimo si está debidamente constituido, es decir, sin tiranía ni
173
Este resumen ha tenido a la vista la edición crítica bilingüe (Luciano Pereña y Eleuterio Elorduy) del
Principatus politicus (Defensio fidei III), Madrid, CSIC, 1965 (Corpus Hispanorum de Pace, II).
129
políticas, requieren para su conservación de un poder supremo que imponga la justicia y
la paz entre ellos. Siempre es necesario en las comunidades humanas “un soberano que
las mantenga en obediencia”, que tenga “poder para mandar y castigar”. Aunque existan
varios gobernantes en las provincias de un mismo Estado, todos deben estar sometidos a
uno solo –aquél en quien reside el poder supremo– porque si no existiera entre ellos
soberano ha de ser uno sólo y residir en una única persona política. Siendo necesaria la
existencia del poder soberano para el bien común, el problema a considerar no es más
Todo soberano de un Estado recibe su poder del mismo Dios, la “fuente natural”
de todo poder. Advirtió Suárez que ésta era una tesis de fe, pues según San Pablo la
obediencia debida a un soberano se funda en la idea de que “no hay poder alguno que
no venga de Dios, y los que existen, por Dios han sido ordenados”. Entonces el
había argumentado que los reyes recibían su poder directamente de Dios, al igual que
los pontífices romanos, postuló que los reyes recibían el poder indirectamente, es decir,
comunidad política no existía intermediario, de tal modo que era ésta la que confería el
poder supremo al titular del poder soberano, fuese un príncipe o un tribunal. Esto
130
consecuencia, las monarquías no eran establecidas directamente por Dios, sino por la
general de obediencia a los reyes” (San Agustín). La autoridad de los reyes proviene
“pacto con el cual el pueblo trasladó al príncipe el poder con la carga y obligación de
condición”. Una vez hecha esta transferencia, ya el pueblo no podía reclamar su libertad
ni quitarle al rey su derecho a gobernar, pues aceptar lo contrario sería justificar las
rebeliones periódicas del pueblo contra sus legítimos gobernantes. La soberanía del rey
Esta idea que hacía residir el poder político supremo original en las comunidades
políticas, a través de las cuales Dios lo había concedido a algún soberano, pero siempre
por la libre voluntad, de la que cedía su poder mediante un pacto, fue difundida por la
llama soberana “cuando no reconoce otra superior a ella”, de tal modo que todas las
autoridades subalternas que tienen poder dentro de una comunidad política dependen
del príncipe supremo, quien no está sometido a nadie superior en el orden del gobierno
político de los ciudadanos, y cuyo fin es “el bienestar y la felicidad terrenal del Estado
para el tiempo de esta vida”, por lo cual se le llamaba “poder temporal”. En el orden
independientes. Por principio había que distinguir el poder temporal (orden para el
mantenimiento de la paz del Estado) del poder espiritual (orden eclesiástico para la
131
Aunque Suárez y sus contemporáneos pensaron el tema de la soberanía en el
contexto de la lucha del Papado con el rey inglés, es decir, de la pugna por la
supremacía universal del pontífice sobre todos los católicos del orbe, el principio de la
transferencia del poder supremo de los pueblos a sus reyes mediante un pacto de
utilizó estratégicamente.
Es por ello que tendremos que cuestionar las tesis de las “máscaras” de Fernando
VII que estas juntas utilizaron. Al mismo tiempo que también, como creemos ha
quedado reflejado en las páginas de este volumen que la mayor parte de las
declaraciones y manifiestos hasta 1810 de las múltiples juntas americanas, habrá que
interpretarlos en un contexto muy particular. Tal y como este volumen está dejando
sentado.
PARTE II
la “rumorología”.
132
Pero volvamos, en estos flashblack que estamos realizando en este volumen, a la
comportamientos que van a tener fracciones del criollismo en este complejo bienio
muchas veces acompañadas con el anuncio de las victorias del ejército español y su
enormes, tremendos. Por vez primera, desde hacía años, el ejército napoleónico había
sido derrotado en suelo europeo. La noticia corrió como la pólvora por toda Europa. Y
también, como hemos visto, en América. Bailén constituyó una agradable e inesperada
sorpresa para los enemigos de Napoleón. Tras Bailén el ejército napoleónico era
vulnerable. Es más, trasladó y concitó una gran sensación de euforia, tanto en América
La Junta Central era un centro de poder transitorio a la espera del monarca. Ésta
era la percepción de la clase dirigente americana en 1809. Sin olvidar con ello, que las
tendrán vuelta atrás. Junta victoriosa que se apropió de los grandes réditos del eco de
por ello, que la Junta Central se encaramó a liderar también las aspiraciones de
174
“El rey nuestro Señor Dn. Fernando 7º y en su real nombre la Junta Suprema Central Gubernativa del
reyno, considerando que los vastos dominios que España posee en las Indias, no son propiamente
Colonias, ó Factorías como los de otras naciones, sino una parte esencial é integrante de la monarquía
española, y deseando estrechar de un modo indisoluble los sagrados vínculos que unen unos y otros
dominios, como asi mismo corresponderá la heroyca lealtad y patriotismo de que acaban de dar tan
decisiva prueba á la España en la coyuntura mas crítica que se ha visto hasta ahora nacion alguna, se ha
servido declarar, teniendo presente la consulta del Consejo de Indias de 21 de noviembre último, que los
reynos, provincias, é Islas que forman parte los referidos dominios deben tener representación nacional
inmediata a su real persona, y constituir parte de la Junta Central Gubernativa del Reyno por medio de sus
correspondientes diputados”.
133
representación hispana de muchas de las fracciones criollas de un sin fin de territorios
americanos.
Régimen. Y menos que ésta se extienda a los territorios americanos, a los que
Andalucía quedó franca para la ocupación de los franceses, sino que la Junta tuvo que
cuyas noticias llegaron a América, al igual que también había sucedido con la victoria
Es por ello que tenemos que hacer notar el desconcierto de 1810 ante esta enorme
justificaciones teóricas. Juntas que se replanteaban otra situación y, por tanto, otra
estrategia. Al mismo tiempo hacían lo propio las autoridades españolas, sabiendo que la
problemática de sus territorios cada vez era una cuestión propia desligada de las
directrices que pudieran llegar de la península, dado que estaba en manos del enemigo.
134
de las elecciones.175 Como ya se ha advertido, la Junta Central había convocado a un
representante por cada uno de los cuatro virreinatos y de las cinco capitanías generales.
En total 9 delegados que estaban, cierto es, en minoría frente a los 36 –dos por cada una
representativo que antes no existía y, por ende, a la politización de una esfera pública.
ausencia del rey. Lo cual contrastaba enormemente con las interpretaciones de quienes
traducía era que ahora, producto de los cambios acontecidos desde 1808, los americanos
de poder que asumía la soberanía en ausencia del Rey. Y la mayor parte participaron de
estas premisas políticas. Es por ello que, nos reiteramos, no hubo “máscara” en 1809.
No la podía haber. Tras Bailén la guerra se estaba ganando, las posibilidades de liberar
al Rey eran altas. Es así como las juntas y cabildos instruyeron de reflexiones,
Narváez por Nueva Granada, Manuel José Pavón y Muñoz por el Reino de Guatemala,
175
Nettie Lee Benson “The Election of 1809: Transforming Political Culture in New Spain” en Mexican
Studies/Estudios Mexicanos, vol. 20, núm. 1 (invierno 2004).
135
José Silva y Olave por el Perú, Joaquín Fernández de Leiva por Chile entre otros, se
dispusieron a viajar a la península. Su suerte será muy diversa. No obstante, los que
sorpresa: la Junta Central ya estaba disuelta. Pero las Cortes de Cádiz se abrirán en
verdadera distinción.
virreinatos y capitanías generales, fueron tomando cuerpo de una soberanía parcial que
una determinada entidad territorial que coincidía, al dotarla de representación, con las
a las capas populares para rebelarse. Que para el caso americano revestía su
Haití no sólo era temido, sino que también estaba próximo. Sólo hacía cuatro años.
136
Desde los meses de febrero a mayo de 1810 llegaron a América las noticias de la
opuestas a las del año anterior, más las cuestiones internas de cada uno de los territorios
insistir demasiado en estos factores externos, aunque los creemos importantes si bien no
poder, que tomarán diversas posiciones ante tal cúmulo de información cambiante
respecto a 1809.
casi dos años había habido inquebrantable fidelismo a las instituciones peninsulares,
léase Junta de Sevilla y Junta Central, ahora la toma de decisión de una importante
los que habían sido impedidas por las autoridades españolas. Lo que también habrá que
independencia en todos los casos. Dos hechos a destacar en todo ello. Muchos de los
movimientos junteros del año Diez lo fueron por temor a pertenecer al nuevo Estado
afrancesado dado que éste, en ese año, era hegemónico en la península. El que la guerra,
fuerzas británicas a partir del verano de 1813, no quiere decir que la realidad de la
primavera de 1810 fuera ésa. Por lo que los elementos de análisis de las diversas fuerzas
en América tomaron decisiones en función de la realidad de 1810 y ésta era que las
137
fuerzas de Napoleón dominaban en toda la Europa continental. Y no en función del
La disolución de la Junta Central fue letal para las aspiraciones del criollismo
de clase criolla, después de reunir fondos los cabildos para dotar de rentas a estos
Junta Central.
también en un doble sentido: para muchos criollos no hubo más alternativa en esos
nombre del Rey y con ello se desligaran de la suerte de las instituciones peninsulares.
Una cosa será su acta de nacimiento, su origen, otra su posterior trayectoria. Caso de
Buenos Aires, Caracas, Chile, San Salvador o León. Si bien, el caso de Nueva España
reviste otras consideraciones al ser el único caso en el que la insurgencia de 1810 tuvo
desvinculación del poder centralista de las capitales de las antiguas divisiones político-
precisa para actuar con legitimidad, acusar a estas juntas de “sediciosas”, de “traidoras”
138
legitimidad a las autoridades peninsulares para actuar militarmente o políticamente
península. Y hay que constatar que la represión fue muy dura. Aquí se abrió una brecha
para Río de la Plata, Chile, Caracas y, en menor medida para el Reino de Guatemala e,
constitucional. Habrá que recordar otra de las singularidades de estas Cortes, en donde
constitucional y nacional. Pero también hubo oposición por parte del novohispano José
Miguel Guridi y Alcocer, que partía desde una concepción diferente de Nación al
176
Diario de Sesiones de Cortes (En adelante DSC), 25 de agosto de 1811.
139
Para el diputado novohispano, los vínculos de unión entre América y la
Península ya no residían, como para otros diputados americanos, –el peruano Ramón
No sólo dijo que le desagradaba la palabra “española” 177 para definir a esta
federales. Éstas fueron sus sugestivas y polémicas, para la mayor parte de la Cámara,
palabras: "La unión del Estado consiste en el Gobierno ó en sujeción á una autoridad
nuestros, separados por un inmenso Océano; con la de idiomas y colores, como entre
nosotros mismos, y aun con la de naciones distintas, como lo son los españoles, indios y
deslizó hacia la acritud por parte de una fracción de los representantes peninsulares. Es
centralistas.
como una amnistía a los encausados por participar en los diferentes movimientos
177
Idem. Así se expresaba Guridi y Alcocer respecto a la concepción de la nacionalidad: "Me desagrada
también que entre en la definición la palabra española, siendo ella misma apelativo del definido; pues no
parece lo más claro y exacto explicar la Nación española por los españoles, pudiéndose usar de otra voz
que signifique lo mismo".
178
DSC, 25 de agosto de 1811.
140
insurgentes, o calificados de ello, por el Gobierno peninsular. Comenzaba así a
transformar la realidad colonial americana y en una clara apuesta por conseguir una
autonomía de sus provincias dentro de la Monarquía española. Esta igualdad supuso que
en sus territorios los decretos liberales conseguidos en Cádiz, al tiempo que a desarrollar
democráticas para una realidad liberal que estaban dispuestos no sólo a construir sino
también a conservar.
libertades que el criollismo estaba reclamando desde la segunda mitad del siglo XVIII
reivindicaciones pertenecían a toda una serie de “Memoriales” que traían la mayor parte
179
180
Manuel Chust, “De esclavos, encomenderos y mitayos. El anticolonialismo en las Cortes de Cádiz” en
Mexican Studies/Estudios Mexicanos, vol. 11/n 2 (1995), pp. 179-202.
141
populares abolicionistas de ominosos y gravosos impuestos y sistemas de trabajo
coloniales. Los decretos gaditanos fueron sancionados y puestos en vigor, con mayor o
menor extensión en su momento, pero, sin lugar a dudas, tuvieron una amplísima
en América.181
Hay que señalar que en este período histórico hubo una fluida comunicación de
obras de teatro, canciones patrióticas, etc. Hubo ideas, pero también hubo acción, dado
verificaron las elecciones, lo cual provocó una intensa politización hispana en ambas
realidades continentales.
Ahora los territorios que integraban “las Españas” presentaban una aparente
en una unidad territorial como era la provincia regida por una institución política
142
quedaron en evidencia a favor de los peninsulares en la redacción del artículo 10 en
mientras que las americanas sumaron quince entre Sur y Norte. Lo cual abría otro
la acusación que cada vez más palmariamente lanzaban los representantes americanos a
frente de batalla se abrió. Esta vez la oposición provino de los americanos. La inició el
propuesta fue admitida a discusión. Fue sólo el principio, pues los representantes de
componían “las Españas”? Es más, este término cada vez adquiría mayor envergadura y
certidumbre dada la tremenda complejidad que el nuevo estado liberal hispano que
estaba surgiendo desde las Cortes de Cádiz tenía para señalar cuales eran las partes en
el nuevo estado nacía con parámetros hispanos. Sin embargo, esta división territorial era
desigual. Insistimos, los territorios peninsulares eran diecinueve, mientras que para toda
143
las reivindicaciones americanas provocaron que la comisión de redacción de
división.
hasta que se consumara un triunfo bélico de las tropas españolas en la península contra
división satisfactoria. Ésta era la redacción del artículo 11: “Se hará una división más
conveniente del territorio español por una ley constitucional, luego que las
político de las provincias y fueran un referente para el estado centralista que los
Éstos, Miguel Ramos de Arizpe al frente, confiaban en esta institución provincial como
basaban en que las instituciones electivas también eran depositarias de soberanía. Así,
esta división territorial ¿suponía también para los americanos una diversidad de
soberanías? Eso era al menos lo que pretextaron, como veremos más adelante, los
144
Diego Muñoz Torrero, por parte del liberalismo peninsular, argumentaba:
“Estamos hablando como si la Nación española no fuese una, sino que tuviera reinos
diferentes. Es menester que nos hagamos cargo que todas estas divisiones de provincias
deben desaparecer, y que en la Constitución actual deben refundirse todas las leyes
ninguna pierde. La comisión se ha propuesto igualarlas todas; pero para esto, lejos de
rebajar los fueros, por ejemplo, de los navarros y aragoneses, han elevado á ellos á los
andaluces, á los castellanos, etc., igualándolos de esta manera á todos para que juntos
formen una sola familia con las mismas leyes y Gobierno. Si aquí viniera un extranjero
que no nos conociera, diría que había seis o siete naciones. La comisión no ha propuesto
que se altere la división de España, sino que deja facultad á las Cortes venideras para
que nos acordemos que formamos una sola Nación, y no un agregado de varias
naciones."184
válida en estos momentos para sectores amplios del criollismo americano. Este hecho,
que se presentaban indivisibles, únicas y cuya legitimidad tan sólo eran las Cortes y su
184
DSC, 10 de enero de 1812.
145
sistema representativo electoral. Aconteció que los diputados americanos, especialmente
y, por ello, del Estado-nación. Residía en una división de la soberanía en tres niveles:
de ese modo “romper las cadenas de aquellas víctimas que gimen en las mazmorras,
profesional para marchar sobre Venezuela y “vengar al muerto, dar vida al moribundo,
organizar ejércitos de todas las provincias suramericanas para oponerlos a los ejércitos
asumió la crítica de “la fatal adopción del sistema tolerante” por la Junta Suprema de
Caracas, descrito como un “sistema improbado como débil e ineficaz por todo el mundo
la licencia de éste para “hacer por la fuerza libres a los pueblos estúpidos que
146
la libertad con suceso y gloria”. La opción militar fue sostenida en este excepcional
Manifiesto.185
milicias cívicas, una experiencia que ya había demostrado su escasa eficacia en el caso
del primer ensayo republicano venezolano, Bolívar llamó a la formación de los nuevos
ejército permanente para el nuevo estado republicano. Contra los bisoños milicianos
venezolanos que habían sido arrollados por sus enemigos, postuló su “verdad militar de
que sólo ejércitos aguerridos son capaces de sobreponerse a los primeros infaustos
sucesos de una campaña”, que “el valor, la habilidad y la constancia corrigen la mala
fortuna”.
independientemente bajo “la teoría de que todos los hombres y todos los pueblos gozan
era aquel que se mostraba terrible y firme, “sin atender a leyes ni constituciones, ínterin
los gobiernos americanos como medio para inhibir “los horrores de las disensiones
civiles”.
enseñarle a los neogranadinos que era preciso adoptar un régimen político centralizado
185
“Manifiesto de Cartagena, 1812”, en Colección de documentos relativos a la vida pública del
Libertador de Colombia y del Perú, Simón Bolívar, para servir a la historia de la independencia de Sur-
América, Caracas, Imprenta de Devisme Hermanos, 1826, vol. 1, p. LV-LXV.
147
que pusiera fin a las disputas entre las provincias y, sobre todo, levantar un cuerpo
y salvar la joven república. Para empezar, ésta debía reconquistar militarmente Caracas
Dicho y hecho: el coronel Bolívar organizó una pequeña expedición armada que
logró tomar la fortaleza de la villa de Tenerife que obstruía la navegación por el río
armas. Ya con 500 hombres despejó de fuerzas españolas todos los puertos del Bajo
independencia.
VII sobre la Monarquía española. Le devolvía así, después de seis años, su legitimación
sobre la Corona española. En realidad se trataba de una estrategia para ganar tiempo.
Sabía muy bien que Fernando VII no iba aceptar al gobierno doceañista instalado desde
octubre en Madrid y que haría todo lo posible por derrocarlo. Como acabó pasando.
148
No obstante, las Cortes habían decretado nulos todos los actos y decretos del
programado desde Bayona hasta Madrid. Sin embargo éste optó por demorar su
Valencia. Su estrategia era ganar tiempo para que, como así ocurrió, triunfara un golpe
Persas del 12 de abril de 1814, que firmaron 69 diputados, quienes reclamaban la vuelta
tomó Madrid proclamando a Fernando como Rey absoluto, quien entraba en la capital
tres días después. Previamente se había gestado todo un clima de bienvenida popular.
Cádiz porque significaban el paso de un Estado absoluto a uno constitucional. Pero, hay
perdía no sólo su privilegio absoluto, sino ¡las rentas de todo un continente americano!
149
Así el conflicto se estableció entre el Rey absoluto y la nación española y sus
que proponía el liberalismo para superar al primero. Una Nación española que la
planteando un Estado nacional no sólo con caracteres hispanos, sino también desde
la burguesía criolla de cada provincia. Lo cual va a provocar un doble rechazo. Por una
parte, se encontraron con la oposición frontal del Rey frente al federalismo, dados los
precedentes y realidades históricas de los otros estados que tenían como organización
estatal un federalismo y, como forma de gobierno, una república. Los ejemplos eran
para esta época era sinónimo de democracia, asociado a elementos disolutos del Estado
como anarquía, por lo que además la propuesta federal concitó por parte de los liberales
de la península sobre los demás territorios, sino hispano en cuanto a una igualdad de
derechos en todos los territorios y de soberanía en toda la nación. Pero... ¿cuál era la
150
la Corona española– optaron por una vía intermedia, autonomista, que conquistaron en
las Cortes de Cádiz, tal y como hemos visto hasta aquí y seguiremos explicando más
restitución del absolutismo. Y este punto, aunque pueda parecer obvio, es muy
importante para plantear en América una auténtica cesura entre la etapa constitucional y
la absolutista a partir de 1814 hasta 1820, dado que no será la misma política por parte
del gobierno metropolitano. De esta forma los Consejos, órganos consultivos del
Cortes, tradicionales, nunca serán convocadas por el Monarca, mientras que las
La obra legislativa emprendida por las Cortes de Cádiz llegaba a su fin. También
151
colonialismo absolutista. Una decena de diputados americanos serán encarcelados, los
contra cualquier veleidad autonomista criolla. Quedaba con ello frustrada una esperanza
cerrada una propuesta de Commonwelth ochenta años antes de que el Imperio británico
la creara.
Así, se constituyó el Congreso de Viena entre noviembre de 1814 y junio de 1815, por
el que una Cuádruple Alianza formada por Prusia, Rusia, el Imperio Austro-Húngaro y
Francia con Luis XVIII. Reforzadas las fronteras con estados intermedios, aislada y
movimiento liberal.
carta del aislacionismo respecto a las alianzas europeas, dado que no se fiaba de los
movimientos diplomáticos de Gran Bretaña que se reservó, eso sí, la carta del
152
intervencionismo armado del sistema de Viena. No obstante, el contexto de las guerras
de independencia hizo que variara esta política y la monarquía española optara en 1816
por integrarse en la Santa Alianza en 1817. Obsérvese cómo Gran Bretaña se desmarcó
americano, que a la altura de 1817 peligraba en Nueva Granada, temática central en este
eso a pesar de las continuas expediciones que desde 1814 habían partido hacia América.
El cambio de rumbo se tradujo en una alianza tácita con Rusia, lo cual descartó
en ese momento la vía diplomática iniciada por el secretario de Estado, García de León,
para la Marina Real persistía desde la derrota en 1805 de Trafalgar. Por ello se avino a
comprar a la monarquía rusa en agosto de 1817 cinco navíos y tres fragatas por 68
millones de reales. La compra estuvo vinculada al pago, por parte de Gran Bretaña, de
la indemnización que debía a la monarquía española por decretar la abolición del tráfico
de esclavos.
153
oficialidad reflejando la problemática que escondía un ejército absolutista que no había
sido capaz de depurar en gran medida a los oficiales que habían ascendido durante la
No obstante, la estrategia del Rey pasaba por destinar estos oficiales a las
liberales en la península. Éstas se estaban sucediendo desde 1814 con los diversos
Nueva España de Francisco Javier Mina. Pronunciamientos que acabarán por triunfar
con el teniente coronel Rafael de Riego quien se sublevó con su guarnición en Cabezas
la victoria sobre las armas españolas en el puente de Boyacá –decisiva para la liberación
del Nuevo Reino de Granada respecto del dominio monárquico– el general Simón
la exitosa campaña militar que se había iniciado en Mantecal. Terminó diciendo que las
de la inmensa ventaja que resulta a uno y otro pueblo de la creación de una nueva
único que me he propuesto desde mis primeras armas”– ya era “el voto de los
América del Sur”. Todos sus servicios militares quedarían recompensados con la
154
proclamación de este “pacto” fundador de esta “vasta República ante la faz del
Mundo”.186
agregó que la unión de las provincias de la Nueva Granada, Venezuela y Quito en una
demográfico y sería un acto de gran importancia política, “de infinito precio para la
general para todos los países industriosos y comerciantes”. De inmediato, Zea presidió
proyecto de ley para formalizar el designio del general Bolívar quien, para entonces, ya
115.000 leguas cuadradas que resultaba del legado de los antiguos territorios del
constitucional. Después de leer esta ley fundamental, Zea la besó y la firmó, dando
gracias al Todopoderoso “de que los pueblos comenzasen al fin a reconocer la necesidad
toda Sociedad”.
186
Simón Bolívar. Discurso ante el Supremo Congreso de Venezuela. Angostura, 14 de diciembre de
1819, en Correo del Orinoco. Nº 47 (18 dic. 1819).
155
Zea, una que vez fue elegido por este Congreso vicepresidente de Colombia,
argumentó su aceptación porque así podría cooperar con el Libertador presidente en “la
ejecución de los grandes planes que el Congreso tiene meditados a favor no sólo de
acaba de establecerse”, pues esta unión no era más “que el primer paso de una carrera
inmensa”.
Manifiesto a los Pueblos de Colombia, leído el día en que se clausuraron las sesiones
Venezuela y Nueva Granada constituiría a Colombia “en una fuerte y sólida Potencia
que en el acto mismo de levantarse puede hacerse respetar”. Ser colombiano sería en
adelante motivo de gloria, pues sería pertenecer a “una Potencia firme y respetable” que
“ocupa el centro del nuevo continente con grandes y numerosos puertos en uno y otro
océano”, compuesta por más de tres millones y medio de habitantes, un territorio de más
de cien mil leguas cuadradas, “un mayorazgo inmenso en minas de oro y plata, en los
frutos más estimados, y en las producciones naturales más preciosas”, en fin a “un
Estado de enorme volumen que no necesita más que presentarse para ser reconocido”. 187
El engrandecimiento y la prosperidad que resultaría del esfuerzo por “arrojar de una vez
los españoles de nuestro territorio”, de la apertura de los puertos a todas las naciones,
Colombia fuese lo que se prometían sus primeros legisladores se requería esta voluntad
187
Francisco Antonio Zea, Manifiesto a los Pueblos de Colombia. Angostura, 18 enero 1820, en Correo
del Orinoco. Nº 50 (29 enero 1820).
156
política de todos: “primero en el mundo físico”, este país no existía en el mundo político
de los dos océanos que algún día uniría el ferrocarril y el canal de Panamá, una potencia
triunfo de Boyacá, tenía que enfrentar la otra posibilidad política que ya había sido
Venezuela. A ella se refirió Zea con los peores colores en su Manifiesto: “El delirio de
estado de nuestra civilización y moral pública”, habría sido “la fatalidad y el destino
por las jurisdicciones antiguas de la Nueva Granada y Venezuela, a las que luego se
del Rosario de Cúcuta, estaba estrechamente ligada a la estrategia militar del general
en manos de las autoridades reales españolas. Este cálculo militar obligaba a intervenir
157
defección del general San Martín condujeron a las tropas colombianas hasta El
Charcas sobre las últimas fuerzas monárquicas. El costo económico y humano de esta
tuvo inicialmente éxito ya que no logró movilizar al resto de guarniciones. Así, Riego y
Se inauguraba un nuevo período constitucional, esta vez, con la jura constitucional del
monarca, aunque sólo durará tres años. De inmediato se decretó una amnistía para los
158
constitucional. También en los territorios americanos. Pero la situación había cambiado
notoriamente.
Así, las nuevas Cortes iniciaron sus sesiones el 9 de julio de 1820. Pronto, el
régimen liberal se vio marcado por el enfrentamiento entre las Cortes y el Rey, disputa
En segundo lugar, estos tres años de liberalismo también van a estar marcados
por la división entre las dos fracciones liberales, entre doceañistas y exaltados. Los
primeros tuvieron mayoría en la Cámara hasta los acontecimientos de julio de 1822. Sus
sectores del Antiguo Régimen, mientras los exaltados, apoyándose en las capas
populares querían una mayor profundización de las reformas políticas, incluso sociales
Con todo, estos tres años sirvieron para que se pusieran en marcha los decretos
abolición del régimen señorial, por dos veces vetada por el monarca, que será aprobada
159
diezmo a la mitad en 1821, la supresión de la Compañía de Jesús, la reforma de los
convocatoria provocó que buena parte de los diputados americanos fueran suplentes. En
1821 comenzarían a llegar los diputados americanos alcanzando la cifra de 52 que, junto
marzo de 1820, la Junta Provisional consultiva sólo les había concedido 30 diputados
las Cortes, esta vez en los años veinte. Los liberales peninsulares seguían abogando por
una sola representación que implicaba una sola soberanía, la de los representantes de la
Nación. No quedaba resquicio para otras soberanías, tan sólo la nacional. Lo cual
Las circunstancias de los años veinte habían variado con respecto al anterior
período constitucional. Los seis años de represión absolutista fueron casi decisivos para
frustrar la vía autonomista hispana al cercenar con dureza cualquier pretensión liberal,
tanto peninsular como americana, y, por otro lado, la reacción absolutista condujo a las
188
Ivana Frasquet. “La cuestión nacional americana en las Cortes del Trienio Liberal, 1820-1821”, en
Jaime E. Rodríguez O. (coord.), Revolución, independencia y las nuevas naciones de América, Madrid,
Fundación Mapfre Tavera, 2005, pp. 123-157.
160
la opción más evolucionista y menos peligrosa para transformar el régimen colonial. En
especial porque la insurgencia ahora necesitaba contar con las clases populares.
liberales de las Cortes que las autoridades peninsulares bloqueaban en América, lo cual
americanismo sino que se particularizaba, cada vez más, en los distintos territorios
nacionales.
Un ejemplo de ello fue la sustitución del virrey Apodaca en Nueva España por
161
reclamaciones que se aprobaron supusieron toda una revolución administrativa en los
El 4 de junio de 1821 llegaron las noticias del Plan de Iguala a las Cortes. 189 Este
hecho precipitó los acontecimientos por lo que respecta a Nueva España. El camino
hacia la independencia era cuestión de meses para México. Golpe duro para los
prácticamente liquidada.
líderes del doceañismo, para proponer a las Cortes las medidas convenientes para “la
pacificación” de América se enfrentó con la oposición manifiesta del Rey. Por ello la
Lucas Alamán.
Buenos Aires y Chile. Las capitales donde se reunirían serían México, Santa Fe y
Lima, tendrían las mismas competencias que las Cortes generales y sus diputados las
189
Jaime E. Rodríguez, “La transición de colonia a nación: Nueva España, 1820-1821”, Historia
Mexicana, XLIII, 2, 1993, pp. 265-322.
162
Marina– un tribunal supremo de justicia y un consejo de Estado en cada una de las
pagar la deuda exterior, de 40 millones de reales anuales para los gastos de la Marina
legislativa del modelo gaditano, pero descentralizando los tres poderes de Madrid:
unas Cortes, un ejecutivo y un poder judicial propio, más, claro está, una
económicos.
propuestas de los americanos suponían una Commonwealth para todos los territorios
hispanos.190 Sin embargo, el plan no fue aceptado por las Cortes. El 30 de junio se
190
Manuel Chust, “Federalismo avant la lettre en las Cortes hispanas, 1810-1821” en Josefina Zoraida
Vázquez (coord.) El establecimiento del federalismo en México (1821-1827), El Colegio de México,
México, 2003, pp. 77-114.
163
revolución, mantener América con un proyecto liberal y autonomista, sobrevivir en el
contexto absolutista del Congreso de Viena y, todo ello, con un Rey que aprovechaba el
imperante tras el Congreso de Viena interviniera, fueron atendidas por la Santa Alianza.
100.000 hombres y bajo el mando del duque de Angulema iniciaba su invasión en abril
de 1823.
tenía como precedente inmediato su segunda guerra de independencia con Gran Bretaña
en 1812 y 1813.
Las Cortes españolas intentaron presentar esta nueva invasión francesa como
una reproducción de los acontecimientos de 1808, sin embargo esta vez no hubo una
respuesta similar del pueblo. El avance de las tropas francesas provocó el traslado de las
Cortes a Sevilla. En su viaje, éstas obligaron a Fernando a que les acompañara, el cual
enajenación del Rey y su sustitución por una Regencia. Cádiz volvía a ser, en menos de
164
diez años, el símbolo de la resistencia liberal contra el absolutismo. Sin embargo, para
Estado-nación España volvía a ser la Monarquía absoluta española. Claro que las cosas
PARTE III
virreinato de Lima, en 1776 pasó a hacerlo del nuevo virreinato de Buenos Aires. Por la
ordenanza de 1783 esta jurisdicción virreinal fue administrada por ocho intendencias:
Buenos Aires, Córdoba, Salta, Asunción, Charcas, La Paz, Santa Cruz de la Sierra (o
1809) y La Paz (16 de julio de 1809), como ya se dijo. También explicamos que las
tropas de Goyeneche dieron rápido fin a esta experiencia de la Junta Tuitiva, y las del
siguiente año, las tropas de Goyeneche revirtieron la situación política en favor del
dominio realista y la guerra se generalizó en todas las provincias de esta Audiencia. Las
siguientes campañas ordenadas por el gobierno de Buenos Aires intentaban agregar las
provincias del Alto Perú a las Provincias Unidas del Río de la Plata como vimos en el
capítulo correspondiente. Por su parte los ejércitos del virreinato del Perú pretendían lo
contrario. Algunos éxitos de las guerrillas locales fueron vistos desde la historiografía
165
del lado de Buenos Aires como “republiquetas”, pero en general las provincias del Alto
para el destino que podría haber tenido la Audiencia de Charcas, esto es, su integración
1830 el general Andrés de Santa Cruz fue la expresión más acabada de esta opción. Pero
otras cuatro opciones políticas se expresaron en Charcas entre 1809 y 1826: la primera
de ellas fue la opción de agregación al Estado que formaron las provincias del Río de la
nación soberano. Todas estas opciones fueron planteadas y defendidas por actores e
reunieron en el altiplano andino durante los años 1824 a 1826. Ése es uno de los
objetivos centrales del presente estudio. Ofrecer, en la medida de los posible, una
166
Algunos de los emigrados de las provincias del Alto Perú asistieron, como
diputados, al Congreso de las Provincias Unidas del Río de la Plata que se organizó en
Tucumán durante el año 1816. José Mariano Serrano fue el secretario de este Congreso.
incorporar las provincias del Alto Perú a las Provincias Unidas del Río de la Plata,
llamadas desde 1826 República Argentina. Pero tras la batalla de Ayacucho, la presencia
de las tropas colombianas redujo la fuerza de esta opción. Casimiro Olañeta se encargó
de informar al mariscal Sucre que era “no sólo difícil, sino imposible, reunir las
provincias altas del Perú a Buenos Aires; que hay una enemistad irreconciliable”. 191 Fue
así como en las Instrucciones giradas por Manuel J. García al capitán general de la
provincia de Salta, Jun Antonio Álvarez de Arenales (6 de febrero de 1825), se dijo que
persuadido de que una vez fuesen disueltos los “cortos restos del ejército español en el
Alto Perú, las cuatro provincias mencionadas queden en absoluta libertad para el arreglo
Provincias Unidas del Río de la Plata ordenó al poder ejecutivo el envío de una legación
hacia el Alto Perú con el fin de felicitar al general Bolívar, “en nombre de la nación
argentina”, por los servicios que acababa de prestar “a la causa del nuevo mundo, cuya
esta legación sostuviera con el presidente de Colombia y con el general Sucre tendrían
como base el reconocimiento de que las cuatro provincias del Alto Perú habían
191
Carta de Sucre a Bolívar. Ilave, 5 febrero 1825. En: Vicente Lecuna (comp.), Documentos referentes a
la creación de Bolivia. Caracas, Litografía del Comercio, 1924. Tomo I, p. 91.
192
Instrucciones a las cuales deberá arreglarse el señor gobernador y capitán general de la provincia de
Salta, don Juan Antonio Álvarez de Arenales, en la comisión que se le confiere por el gobierno encargado
del poder ejecutivo nacional. Buenos Aires, 6 febrero 1825. En: Vicente Lecuna (comp.), Documentos
referentes a la creación de Bolivia. Caracas, Litografía del Comercio, 1924. Tomo I, p. 93.
167
pertenecido siempre al estado argentino, pero que era voluntad del Congreso “que ellas
queden en plena libertad para disponer de su suerte, según crean convenir mejor a sus
intereses y a su felicidad”.
provincias del Alto Perú a seguir integrando la Unión del Río de la Plata pero expresó
imperio del Brasil, “partiendo del principio de que la independencia de las provincias
del Alto Perú sea reconocida por el gobierno de la República Argentina”. Este tratado le
presentaría en adelante a esa “corte ambiciosa” una poderosa fuerza aliada que la haría
los límites del derecho internacional”. Por otra parte, la firma de este tratado perpetuo
existencia del nuevo estado que formarían las provincias del Alto Perú, y éstas pudiesen
que le ha dado y está dispuesta a darle la República Argentina y a los sacrificios que
uti posidetis. Contra la idea de que los límites que había tenido el virreinato de Buenos
Aires legitimaban la postura de que los departamentos del Alto Perú deberían integrar la
193
Comunicación dirigida al libertador presidente de Colombia y encargado del mando supremo de la del
Perú por los dos ministros plenipotenciarios de la República Argentina. Chuquisaca, 10 de noviembre de
1825. En: Vicente Lecuna (comp.), Documentos referentes a la creación de Bolivia, Caracas, Litografía
del Comercio, 1924. Tomo I, p. 535-536.
168
Constituyente, El Cóndor sostuvo que esa antigua asociación se había disuelto por la
impotencia del gobierno de Buenos Aires y la anarquía de las Provincias Unidas, por
“su olvido para auxiliarnos, su cesión temporal a los españoles, su absoluta impotencia,
con el presidente de Colombia puso fin a la opción de integración de las provincias del
Alto Perú a aquel Estado. El general Bolívar les dijo entonces que el pueblo de Bolivia
recordaría siempre la ley argentina del 9 de mayo de 1825, “por la que demostrando una
conducta generosa, franca y justa”, había dejado en libertad a las provincias del Alto
Perú para “decidir sus destinos”, con lo cual se había abierto la perspectiva de “dos
naciones cuyos intereses han escogido gobiernos diversos, pero que no pueden, sin
embargo, dejar de ser hermanas”. Los tratados que en adelante ligaran a estas dos
repúblicas serían “como los contratos que dentro de una misma familia forman lazos
Viluma, asumió, en 1816, el cargo de virrey del Perú. Su principal propósito fue el de
derechos de la religión y del Rey. En efecto, la idea era retornar a la situación previa a
1808, tal como lo había deseado su antecesor, Abascal, y continuar con la “pacificación
169
coyuntura era notorio. Ahora se encontraban con una nueva situación de monarquía
recurrir constantemente a las armas como recurso para recuperar lo que el Rey absoluto
Sin embargo, este objetivo político sufrió su primer gran revés en 1817 cuando
el Ejército de los Andes, liderado por San Martín, derrotó a las fuerzas realistas en la
batalla de Chacabuco. La situación triunfante bélica para los patriotas siguió cuando al
apoyó los planes de San Martín de proseguir su camino hacia el Perú. El general
argentino zarpó de Valparaíso con un ejército formado por unos 4.500 hombres y
pronunciamiento del teniente coronel Rafael del Riego triunfó en la Península en 1820.
En suma, la llegada de los ejércitos del sur se daba en el contexto del paso definitivo del
Flores Galindo, Aristocracia y plebe. Lima 1760-1830, Lima, Mosca Azul, 1984; Alberto Flores Galindo
(comp.), Independencia y revolución, 1780-1840, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1987, 2 vols.; John
Fisher , El Perú borbónico, 1750-1824, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2000; Scarlett O’Phelan
(comp.), La independencia del Perú. De los borbones a Bolívar, Lima, Pontificia Universidad Católica
del Perú, 2001; y Alberto Crespo, “La independencia desde el sur”, en Germán Carrera Damas (ed.),
Historia de América Andina. Crisis del Régimen colonial e independencia, vol. 4. Quito, Universidad
Andina Simón Bolívar, 2003, pp. 239-267.
170
virreinato por el gran despliegue “pacificador” o “contrarrevolucionario” de Abascal y
libertador, no para conquistar por las armas el Perú sino para ganar una guerra de ideas.
Por ello, alguna vez se preguntó: “¿Cuánto puede avanzar la causa de la independencia
si me apodero de Lima, o incluso del país entero, militarmente?… Quisiera que todos
los hombres pensaran conmigo, y no quisiera avanzar un paso más allá de la marcha
temor ante el triunfo del liberalismo en la Península. Fue a partir de ese momento que
sintieron la decisión de guardar sus privilegios pero esta vez apoyando al ejército
libertador. San Martín podía otorgar las garantías para conservar el orden ya que España
estaba cada vez más lejos. Pero esto no quiere decir que toda la elite apostó por la
importante que permaneció fidelista hasta el final. Con todo, los largos años de dudas e
convertirla en buques de guerra. Por ello, cuando las tropas de San Martín llegaron
capturaron estos navíos limeños y el Callao fue cediendo poco a poco su antiguo
196
Citado por John Lynch, Las revoluciones hispanoamericanas, 1808-1826. Op. Cit. P. 174.
197
Según últimas investigaciones, en vísperas de la independencia, la economía del virreinato peruano no
andaba del todo mal. Es cierto que había una crisis agrícola, sobre todo en la costa, que se arrastraba del
siglo XVIII, pero la minería y el comercio pasaban por un relativo auge. Si bien las reformas borbónicas
afectaron los intereses de los comerciantes limeños todavía controlaban los mercados del Perú, el Alto
171
Por otro lado, la aristocracia indígena era prácticamente inexistente. Ya no había
curacas pues el cargo había sido abolido luego de la rebelión de Túpac Amaru. Cuando
legalmente, por lo que San Martín, y luego Bolívar, tuvieron que negociar con la elite
blanca. El proyecto de instalar una monarquía bajo un soberano de sangre incaica era
imposible. Es evidente, de otro lado, que la Iglesia como institución jugó un papel
importante durante estos años. La mayor parte de su jerarquía era fidelista aunque, al
momento el valor del catolicismo como elemento integrador de la sociedad. Así lo notó
el entonces arzobispo de Lima, Bartolomé de las Heras, al conocer las intenciones del
Libertador. Al interior del país, los párrocos y lo que podríamos llamar “bajo clero”,
también mestizos.198
Mientras tanto, el virrey Pezuela había recibido órdenes de entrevistarse con San
172
indios al sur de Lima. Los delegados de ambos no pudieron llegar a ningún acuerdo
de San Martín afectaba el orden interno. La adhesión del marqués de Torre Tagle,
intendente de Trujillo, les aseguraba a los patriotas el apoyo de todo el norte peruano. Al
sanmartiniana, en una incursión proselitista en la sierra central que salió de Ica y siguió
capital), y desde allí lanzó algunos decretos y continuó llamando a los peruanos a su
Aznapuquio. El comandante liberal José de la Serna fue elegido nuevo virrey del Perú.
hostilidades.
Lima. Lord Cochrane había bloqueado el puerto del Callao y los guerrilleros habían
199
El ejemplo más notorio de la actuación del pueblo en favor de la independencia fue el de los llamados
“guerrilleros” o “montoneros”. Se trató de bandas que operaron en la sierra central y en la sierra de Lima
entre 1820 y 1824. En su mayoría eran criollos y mestizos de clase media o de modesta fortuna que
habían sufrido saqueos o castigo por parte de los realistas y ahora buscaban venganza al lado de los
patriotas apoyando la independencia. Fueron decisivos, por ejemplo, en su apoyo a San Martín. Ellos
cercaron las vías de comunicación entre Lima y la sierra central lo que obligó, en buena medida, el retiro
de La Serna al Cuzco al no poder mantener a su ejército. Meses antes, también apoyaron la incursión de
Álvarez de Arenales en la zona en una campaña proselitista llamando a la gente en favor de la
independencia. Mal armados y con escasa formación militar, estos guerrilleros siempre hostigaron a las
fuerzas realistas. El problema es que también se les unieron bandidos y malhechores que aprovecharon el
173
retiró al Cuzco y empezó a gobernar el Virreinato desde la antigua capital de los Incas.
La decisión era pragmática: en la sierra sur se encontraba el grueso del ejército realista.
San Martín aprovechó y entró en Lima. La elite quiso dar la imagen de colaboración y
El 3 de agosto San Martín aceptó el título de Protector del Perú. De esta forma se
García del Río (Relaciones Exteriores). Más adelante emprendió algunas reformas de
desorden interno para poder robar. Operaban en grupos de entre cincuenta y cien hombres desgastando a
los realistas e impidiendo varias veces que Canterac atacara Lima. Se trataba de gente anónima y sus
líderes más conocidos fueron Francisco Vidal, Gaspar Huavique, José Urbiola, Baltazar Orrantia, Ignacio
Ninanvilca y el oficial argentino Isidoro Villar a quien San Martín nombró comandante en jefe de las
guerrillas de la sierra. Muchas veces estos montoneros actuaron por su cuenta. Les faltó coordinación con
los patriotas e internamente estuvieron siempre divididos. No era fácil cohesionar bandas compuestas por
gente de diverso origen racial y fortuna personal. Pero de todas formas, a pesar de estos problemas, los
guerrilleros fueron el aporte más decisivo de los “cholos” o “peruleros” -como despectivamente los
llamaban los argentinos y colombianos- a la causa independentista. Para este tema, ver Raúl Rivera Serna,
Los guerrilleros del centro en la emancipación peruana. Lima, 1958, y los documentos compilados y
prologados por Ella Dúnbar Temple, La acción patriótica del pueblo en la Emancipación: guerrillas y
montoneras. Lima, Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia, 1971, 4 vols.
200
Respecto a los cabildos abiertos, fueron estas asambleas populares las que juraron la independencia de
Tumbes, Piura, Lambayeque, Jaén y Moyobamba (Maynas). Desde Moyobamba llegaron donativos de
toda especie y hombres que pasaron a las filas del ejército libertador. El entusiasmo popular por la
independencia fue notorio en casi todos los pueblos, villorrios y comarcas rurales del norte peruano.
Recordemos que el primer pueblo en proclamar su independencia fue Supe el 5 de abril de 1819 tras una
de las expediciones marítimas de Lord Cochrane. También debemos citar que sin la ayuda en dinero,
especies y hombres que envió el pueblo de Trujillo la expedición de San Martín hubiera sido un verdadero
fracaso. En la sierra también hubo campesinos indígenas que donaron sus jornales y productos
agropecuarios para financiar y abastecer la campaña libertadora. Muchos de estos donativos se hicieron
de forma libre, sin ningún tipo de coacción. Dato curioso, por ejemplo, es el caso de los campesinos de
Huamachuco que entregaron al tesoro nacional la producción de sus haciendas de Tulpo y Yamobamba.
201
La versión más detallada del Protectorado la podemos encontrar en Germán Leguía y Martínez,
Historia de la Emancipación del Perú: el Protectorado. Lima, Comisión Nacional del Sesquicentenario
de la Independencia, 1972, 7 vols.
174
promulgó las garantías jurídicas, fundó la Biblioteca Nacional, seleccionó la letra y
música del himno nacional, decretó el libre comercio y dio los primeros pasos para
Pensaba que un proyecto monárquico era el mejor remedio para evitar el desorden. Una
guerra por la independencia lo había convencido de que los americanos aún no estaban
preparados para vivir en una forma republicana de gobierno. En Chile intentó sin éxito
que sus ideas fueran aceptadas pero sintió que en el Perú estaba su oportunidad. No en
mismo soberano? Nada más alejado de la verdad. En todo momento demostró no tener
desgobierno. La justificación para San Martín era que los peruanos no tenían
Fue en la Conferencia de Punchauca donde San Martín expuso por vez primera,
sin éxito, sus planes monárquicos a los jefes realistas. Pero, más adelante, durante el
Protectorado, llevaría a cabo pasos más firmes para convencer de que su proyecto era el
más adecuado a la realidad del Perú. Creó la Orden del Sol –siguiendo el modelo de la
202
Los afanes monárquicos del libertador han sido ampliamente abordados por José Agustín de la Puente
Candamo en varias publicaciones, especialmente en San Martín y el Perú. Lima, 1948 y “La formación
del estado en el Perú”, en Josefina Zoraida Vásquez (coord.), El nacimiento de las naciones
iberoamericanas. Madrid, Fundación Mapfre-Tavera, 2002, pp. 189-207.
175
Legión de Honor francesa– para condecorar a los que prestasen servicios distinguidos a
la Patria y así formar una aristocracia peruana; también reconoció los títulos nobiliarios
concedidos por la Corona española como títulos del Perú; y, finalmente, envió una
misión diplomática a Europa –presidida por el canciller Juan García del Río e integrada
por el comerciante inglés James Paroissien– para buscar un Príncipe, Infante de Castilla
de preferencia.
debate político sobre la mejor forma de gobierno para el Perú. Esta institución estuvo a
“Solitario de Sayán”, quien, desde unas cartas firmadas con ese pseudónimo, se había
dignidad del hombre: no formaba ciudadanos sino súbditos, es decir, personas cuyo
Pero Sánchez Carrión no estaba solo. Sus ideas eran también compartidas por
Toribio Rodríguez de Mendoza, antiguo redactor del Mercurio Peruano y rector del
Convictorio de San Carlos, y los criollos Francisco Javier de Luna Pizarro, Manuel
Pérez de Tudela y Mariano José de Arce, entre otros. Ellos también desplegaron toda
203
César Pacheco Vélez, La Sociedad Patriótica de Lima: un capítulo de la historia de las ideas políticas
del Perú. Lima, 1973.
176
una retórica en favor de la república y sus ideas quedaron expuestas en el periódico La
Abeja Republicana.
liberales, la monarquía española –que era el ejemplo más cercano que tenían– era
Monteagudo, como ministro del Interior, había desplegado una política antiespañola en
entendían así. Por ello, mientras aumentaba el desprestigio de San Martín también
controlaba la mayor parte del territorio peruano. La promesa de San Martín por libertar
sierra y los realistas mantenían su poder casi intacto al interior del país. Lord Cochrane
se enemistó con el Libertador y abandonó la campaña con sus hombres. San Martín
comprendió que necesitaba apoyo militar y la solución era la ayuda de Bolívar y sus
fuerzas armadas que, por esos días, habían tomado Quito. La entrevista entre ambos se
ofreció estar bajo sus órdenes en la campaña del Perú. Bolívar no quería tenerlo como
Martín entendió que su presencia era un obstáculo para la liberación del Perú y decidió
177
abandonar el país; para algunos, se trató de una “deserción”. Antes de irse, el 20 de
San Martín, el Congreso nombró una Junta presidida por José de la Mar, militar criollo
nacido en Cuenca, quien quiso continuar la guerra. Pero el fracaso en una serie de
campañas militares causó su rápido desprestigio. Por ello, el 28 de febrero de 1823, fue
impuesto por un sector del ejército en el Motín de Balconcillo, liderado por Andrés de
ejército patriota, incluso creó la primera escuadra peruana al mando del almirante
británico Martín Jorge Guisse. El fracaso del patriota Rudescindo Alvarado en las
provincias del sur (Moquegua) frente al realista Jerónimo Valdez le hizo comprender
Pero en junio de 1823 tropas realistas entraron en Lima y Riva-Agüero tuvo que
Sucre. Por su lado, Sucre presionó para que el Congreso nombrara presidente al
entró en conversaciones con La Serna. Pronto, con un sector del Congreso, instaló su
gobierno en Trujillo.
178
De esta manera el Perú era un caos: había dos gobiernos, el de Riva-Agüero y el
de Torre Tagle, y dos congresos, uno en Lima y otro en Trujillo. En este contexto llegó
Bolívar el 1 de septiembre de 1823 con sus tropas colombianas a las que se unirían
fue el escenario en el que actuó la llamada “Corriente Libertadora del Norte” o “etapa
bolivariana”. Por ello, la presencia del Libertador no hizo sino complicar más las cosas.
Dividió aún más a los peruanos pues despertó muchos recelos su autoritarismo y su
deseo de unir al Perú con la Gran Colombia. Su diferencia con San Martín, más
Torre Tagle intentó negociar con su rival Riva-Agüero quien, a su vez, hacía lo
propio con los realistas para establecer la posibilidad de crear una monarquía en el Perú.
Tagle tuvo que refugiarse en el Callao donde el general realista Rodil, había capturado
el castillo del Real Felipe. Riva-Agüero, por su parte, no tuvo otro remedio que
bando realista las cosas tampoco andaban bien. Fernando VII había sido repuesto en el
204
La etapa bolivariana fue definitivamente el momento más dramático de la guerra por la independencia.
El Perú, ya desgastado económicamente, tuvo que seguir financiando esta empresa. Los cupos o
contribuciones de guerra exigidos por ambos bandos, ya sea en dinero o en “productos” (alimentos, joyas,
esclavos), aumentaron a niveles intolerables. Quizá un aspecto que destacar en Bolívar sea su apreciación
realista de la guerra con España. A diferencia de San Martín, él no vino al Perú con esa actitud romántica
de tratar de convencer o ganar una “guerra de opinión”. No rehuyó el combate y desde el comienzo se
preparó para la batalla final. Por ello, fue polémico y ocasionó reacciones encontradas. Parte de esto se
podría comprender teniendo en cuenta que Bolívar venía de una realidad muy distinta a la del Perú.
Venezuela no era tan compleja como el Perú. Por otro lado, su estilo intenso y avasallador contrastaban
con el temperamento de los peruanos, más reservado y poco comunicativo.
179
trono español como monarca absoluto. El liberalismo peninsular había sido derrotado.
desde allí en nombre del Rey y de la religión católica. La Serna envió a Valdéz quien no
Carrión (su secretario general), Manuel Lorenzo de Vidaurre, Hipólito Unanue y José
también estuvo en el círculo íntimo del Libertador. En abril de 1824 Bolívar había
organizado un ejército bien disciplinado de unos ocho mil hombres. En mayo se dirigió
En julio su ejército estaba conformado por seis mil colombianos y tres mil
peruanos con quienes se enfrentó a los realistas el 6 de agosto en la batalla de Junín. Los
realistas estaban al mando de Canterac. Los dos ejércitos acusaron el mal de altura. No
encontraba muy lejos. Se enfrentaron sólo las caballerías. Fue una batalla de sables,
bayonetas y lanzas. El triunfo parecía sonreírle a los realistas cuando Bolívar ordenó la
retirada. Pero el mayor Rázuri hizo ingresar al batallón de los Húsares, al mando de
Por fin había un triunfo claro de los patriotas. Canterac tuvo que retirarse al
Cuzco y Bolívar viajó a Lima. Sucre quedaba al frente del ejército patriota. Desde la
otras como la mita, al tiempo que establecía un sistema escolar siguiendo el modelo
180
inglés. Tras la derrota, el virrey La Serna reaccionó pronto. No podía permitir que los
los realistas salieron del Cuzco con todas sus fuerzas, unos nueve mil hombres, en su
realistas determinaron el triunfo final de los patriotas. Fue un encuentro dramático pues
había peruanos en ambos bandos. Sucre aseguró que tuvo sólo 300 bajas, mientras que
los españoles tuvieron 1.600 muertos. La Serna fue capturado y Canterac ofreció una
Península soportando allá la penosa situación de vivir hasta su muerte con el estigma de
ser llamados los “ayacuchos”, es decir, los derrotados. La Capitulación fue firmada por
181
Luego del triunfo en Ayacucho, Bolívar confió a Sucre la liberación del Alto
Perú. Había dos temas pendientes en la futura Bolivia. Uno era la presencia de Olañeta
y el otro era decidir el futuro político de la antigua Audiencia de Charcas. Tras salir del
“virrey” rebelde fue vencido en Tumusla. Luego, Sucre reunió una asamblea de
Sucre) que decidió la independencia del Alto Perú. Se llamaría Bolivia en el futuro.
general Rodil había aglutinado no sólo españoles sino algunos aristócratas peruanos que
desembarcó en Paracas. Por ello, en esta visión se ponía mucho énfasis en el papel de los “precursores”
(como Juan Pablo Viscardo y Guzmán o Hipólito Unanue) y de las distintas rebeliones que “anticiparon”
la independencia (como las de Túpac Amaru o Mateo Pumacahua). El director de la Academia Nacional
de la Historia, José Agustín de la Puente Candamo, es el quien encabezaría esta tendencia (La
independencia del Perú. Madrid: Mapfre, 1992). Esta tesis habría tenido el éxito de propalarse no sólo en
los libros de historia sino también en los textos escolares y confundirse con la retórica patriota. Lejos de
polémicas, es evidente que sin el contexto militar de San Martín y, especialmente, de Bolívar, la
independencia no hubiera sido posible. El Perú era el bastión de los realistas y los que habían optado por
el separatismo no contaban con el poder militar suficiente para derrotar a los ejércitos del virrey. De otro
lado, sí existió sentimiento patriótico, si por esto entendemos el apego al territorio y la convicción de que
debía seguir su destino al margen de España. Lo que pasa es que ese patriotismo fue canalizado de
distintos modos por cada grupo de la sociedad. Para los criollos, significaba liberarse de los peninsulares
y tomar las riendas del nuevo estado. Para los mestizos, implicaba enrolarse al ejército libertador y escalar
posiciones, algo que no hubieran podido soñar al interior del ejército realista. Gamarra, Castilla o Santa
Cruz, todos mestizos, se valieron de su participación en Ayacucho para luego incursionar en la política y
llegar a la presidencia. Por su lado, para los indios y los negros, la nueva república les abría posibilidades.
A los primeros les significaba la abolición del tributo, y a los segundos liberarse de la esclavitud. Lo
cierto es que para muchos sectores medios y bajos de la población, los nuevos tiempos podían augurarles
mejores canales de ascenso social.
182
1823. Pero seguía insistiendo en su proyecto de confederar los países andinos y, en ese
proyecto, el Perú no podía quedar excluido. En eso estaba cuando recibió noticias de
que los desórdenes habían aumentado en la Gran Colombia. Tuvo que dejar el Perú el
embargo, pronto los liberales se alzaron contra ella. Sus líderes eran Luna Pizarro y
Vidaurre quienes llamaron a los limeños a un Cabildo Abierto para liquidar el proyecto
Bolivia como “una nación libre, independiente y soberana”. El general Bolívar escribió
al general Sucre, el 25 de mayo siguiente, dándole la noticia y felicitando por ello a “su
Perú debía definir el territorio que por derecho propio debía poseer. Los principios para
establecer ese derecho fueron: el uti possidetis, la libre determinación de los pueblos y,
el nuevo Estado peruano debía ocupar el territorio del antiguo Virreinato peruano y éste
incluía Maynas (devuelto al Perú por la Real Cédula de 1802); Tumbes y Guayaquil
(reincorporada en 1796); y el Alto Perú (reincorporado por el virrey Abascal hacia 1810
206
Juan Miguel Bákula, Perú, entre la realidad y la utopía: 180 años de política exterior. Lima-México,
Fondo de Cultura Económica, 2002, 2 vols.
183
Pero algunos de estos territorios tendrían destinos diferentes. La victoria patriota
de Pichincha (1822) puso en juego el futuro de Guayaquil que antes había apoyado la
independencia del Perú. Incluso envió una representación al Primer Congreso Peruano
poeta José Joaquín Olmedo). Sin embargo, Bolívar, interesado en dotar de un puerto a
Quito, decidió, sin consulta popular alguna, anexar Guayaquil a la Gran Colombia. Fue
en ese contexto que San Martín llegó a dicho puerto a entrevistarse con el Libertador en
julio de 1822. El hecho estaba consumado y el Perú nunca tuvo en los años posteriores
pertenecido al Perú hasta 1739 año en que fue incorporada al virreinato de Nueva
El destino del Alto Perú se tornó aún más complejo. Como se ha visto, luego de
1825. Tras esta histórica decisión, llegaba Bolívar quien no opuso resistencia a la
divisionista e interesada de Bolívar y Sucre. La idea era restarle peso político, territorial
y económico al antiguo Perú (los dos Perús, el Alto y el Bajo) en favor de la Gran
184
Colombia para que ésta tuviera supremacía en la futura Federación de los Andes. Para
como República fue una suprema contradicción frente al ideal unitario del Libertador.
La geografía también estaba en su contra: pocas zonas del continente quedaron tan
aisladas del mundo externo como Bolivia. Su acceso al Pacífico a través del puerto de
Cobija era prácticamente imposible debido a la presencia del desierto de Atacama; hacia
el Atlántico, la antigua ruta comercial que llegaba hasta Buenos Aires estaba casi
abandonada. Finalmente, el nuevo estado peruano quedó organizado sobre la base del
antiguo territorio del virreinato del Perú que comprendía las audiencias de Lima y
boliviano.
La rebelión del general Pedro Antonio de Olañeta y los triunfos obtenidos por
las tropas mandadas por el general Antonio José de Sucre en los campos de Junín y
colombianas en el Alto Perú y el prestigio personal de Bolívar y Sucre entre sus gentes
185
Ayacucho, Bolívar le expresó a Sucre sus inquietudes en una carta 207 que le envió con
Mr. Prevost, “agente secreto de los Estados Unidos”: como la Santa Alianza trataba de
favorecer al emperador del Brasil con tropas “para subyugar la América española”,
empezando sus acciones por Buenos Aires, y como los españoles del Perú estaban en
satisfactorio los negocios del Alto Perú” y luego embarcarse de regreso a sus tierras,
dejando fundados “tres grandes estados” y acumulando una gloria similar a la de los
“héroes del mundo antiguo”. Por lo pronto, había que conservar las rentas que tenía el
Estado español y abrir los puertos de Quilca y Arica, uno para el Alto Perú y otro para el
En carta a Santander, Bolívar resumió todas las opciones políticas del Alto Perú:
Tal como estaban las cosas, entregar estas provincias al Río de la Plata sería
Perú sería “una violación del derecho público que hemos establecido”. Pero formar una
nueva república, “como los habitantes lo desean”, sería una gran innovación política “de
Por su parte, Sucre era informado permanentemente por Casimiro Olañeta sobre
“el estado de las provincias del Alto Perú” y las dos opciones con mayor viabilidad:
186
está por pertenecer al Perú, en cuyo caso quieren la capital en Cuzco, o más cerca de
ellos”. El 9 de febrero de 1825 y ya en La Paz, Sucre tomó una decisión política que
abrió el camino al nuevo ser político: convocó a una “asamblea de diputados de los
pueblos” de las provincias del Alto Perú, que debería instalarse el 29 de abril siguiente,
para “deliberar sobre los destinos de ellas, y sobre su régimen provisorio de gobierno”.
Este decreto asumió que la ausencia de un gobierno general de las provincias del
antiguo virreinato de Buenos Aires cerraba la posibilidad de una reunión con ellas y
provincias”, y de un convenio posterior entre los congresos del Perú y del Río de la
Plata. El ejército libertador no tendría más incumbencia que la liberación de este país,
generosidad y de nuestros principios (liberales)”. 209 Pensaba que este decreto salvaba la
“difícil posición del ejército libertador respecto de los mismos pueblos” con una
posición liberal de principios: “respetar las resoluciones de esta asamblea, con tal de que
ella conserve el orden, la unión y la concentración del poder para evitar a los pueblos la
anarquía”.
decreto de Sucre: esta convocatoria a las provincias del Alto Perú era, por sí misma, “un
separación de las demás provincias del antiguo virreinato del Río de la Plata. Y con ello
209
Decreto de Antonio José de Sucre, general en jefe del Ejército Libertador. La Paz, 9 de febrero de
1825. En: Vicente Lecuna (comp.). Documentos referentes a la creación de Bolivia… Op. Cit., Tomo I, p.
94-96.
187
se fundaba un grave problema político: la violación del principio de derecho
Aunque Chile había sido dependencia del virreinato del Perú, se separó algunos
años antes de la revolución. Pero éste no era el caso de las provincias de Charcas
respecto del virreinato del Río de la Plata, como tampoco la de Quito respecto del
virreinato de Santa Fe. En consecuencia, estas dos presidencias “no han podido ser
independientes de sus antiguos virreinatos”. Podrían serlo, “en justicia”, pero solamente
por un convenio entre partes, o por el resultado de alguna guerra o de un congreso que
el Río de la Plata y el Perú, sino también por Colombia, dado que con él se rompían “los
derechos que tenemos a la presidencia de Quito, por antiguos límites del antiguo
virreinato”. En este caso Buenos Aires tenía a su favor “mucha justicia”, y al Perú no le
sería agradable “que con sus tropas se haga una operación política, sin consultarle
siquiera”.
del dilema que la creación del Estado boliviano provocó en el libertador: de una parte,
esta creación era una “infracción del principio del uti posidetis antes de la revolución
que la América toda había reconocido y proclamado”, lo cual daba a Buenos Aires un
motivo de queja y “un mal ejemplo a los pueblos”. Pero del otro lado, si no convenía a
210
Carta de Bolívar a Sucre. Lima, 21 febrero 1825. En Vicente Lecuna (comp.), Documentos referentes a
la creación de Bolivia… Op. Cit. Tomo I, p. 106.
188
Aires, debilitaba el entusiasmo que tenían por él y daba, por último, a Buenos Aires un
poder que de hecho había perdido y que ya tenía motivos para creer que sería perjudicial
a la América y a él mismo”.211
la moderación y se disculpaba por ejercer de hecho el mando de un país ocupado por sus
tropas, había decidido por sí mismo “una operación que es legislativa”. Sencillamente,
debió haberse limitado a ocupar militarmente el país y a esperar órdenes del gobierno, o
del Congreso del Perú, para que la suerte del Alto Perú se decidiera “de un modo legal y
legítimo”. Acongojado por la reprimenda, Sucre solamente pudo retrasar con excusas la
instalación de la asamblea de las provincias del Alto Perú, pues los charqueños no
estaban dispuestos a dejar pasar la oportunidad de ejercer una soberanía que les había
dado el mariscal de Ayacucho. Las cartas del coronel Francisco López desde
Chuquisaca (Plata Libre, febrero de 1825), nombrado gobernador interino por esta
Aires les allanó el camino. Y Bolívar tuvo que convencer al Congreso peruano de
reconocer la existencia del nuevo Estado-nación que surgía, como en efecto sucedió el
Bolivia.
Alto Perú. Todos los diputados de “la representación soberana” procedieron a firmar el
ser regidos por la constitución, leyes y autoridades que ellos propios se diesen y
211
De los apuntamientos del general Heres, 1825. En Vicente Lecuna (comp.) Documentos referentes a la
creación de Bolivia… Op. Cit., Tomo II, p.372.
189
creyesen más conducentes a su futura felicidad en clase de nación”.212 El 10 de agosto
Bajo Peruana, sino erigirse en un estado soberano e independiente de toda otra nación,
tanto del antiguo como del nuevo mundo”.213 Ese nuevo estado se denominaría
República Bolívar y su capital se llamaría Sucre. Todos los que hubieran combatido por
Bolívar”.
centralizado), con división tripartita del poder público, la bandera y el escudo nacional.
Congreso del Perú, Bolívar prometió gestionar allí el reconocimiento de Bolivia como
nación independiente, redactar la constitución “más liberal del mundo”, proponer unas
leyes orgánicas que fuesen “dignas de las más completa civilización” y situar al general
Antonio José de Sucre como cabeza de todos los negocios públicos. Adicionalmente,
212
Acta de la independencia de las provincias del Alto Perú, 6 de agosto de 1825. En: Vicente Lecuna
(comp.). Documentos referentes a la creación de Bolivia… Op. Cit., Tomo I, p. 292-297.
213
Comunicación de José María Serrano y los dos diputados secretarios al mariscal de Ayacucho.
Chuquisaca, 10 de agosto de 1825. En Vicente Lecuna (comp.), Documentos referentes a la creación de
Bolivia… Op. Cit., Tomo I, p. 302.
214
Proclama dirigida por el Libertador a los habitantes de Bolivia. Chuquisaca, 1º de enero de 1826. En El
Cóndor de Bolivia. Nº 6 (5 enero 1826), p. 3.
190
El 25 de mayo de 1826 se instaló en Chuquisaca el Congreso Constituyente de
“devolvió al pueblo” la autoridad de que tanto él, como el general Bolívar, habían sido
investidos por la situación política, por la voluntad de la asamblea general, y la del Perú.
de los estados americanos, pero lo hacía “bajo los auspicios de la libertad, de la paz y de
la victoria”. Por ello, cabía esperar de ella que se convirtiese en “el paraíso de la
libertad”.
Sucre que “el voto general y unánime de Bolivia es por vuestra eterna permanencia
–“la república más democrática del mundo”– y presentada como “la inspiración más
191
Saliendo al paso de las críticas de esta propuesta, el general Bolívar advirtió que
las limitaciones constitucionales que pesaban sobre el presidente de Bolivia eran “las
más estrechas que se conocen”, pues apenas podía nombrar los empleados de hacienda,
político de las provincias del Alto Perú que habían sido planteadas en el complejo
escenario político desde 1808. Había nacido la nación boliviana como una “reunión de
todos los bolivianos”, con el territorio que había pertenecido a los departamentos de
Potosí, Chuquisaca, La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y Oruro. El gobierno fue definido
permanente, las escuelas de primeras letras, los asilos de mendigos, el decreto sobre
decreto de amnistía del 24 de mayo. Pero había faltado remediar los problemas del
peruanos. Pero hemos olvidado que estos nombres corresponden a los gentilicios de las
192
nuevas naciones que se constituyeron entre 1821 y 1826. Esto no significa que esas
historia. Si hemos de hablar con rigor, se necesitaban algunas generaciones para que
de las personas, resultado de las acciones de la educación, las legislaturas, los rituales
patrios y, en fin, del proceso de construcción de las naciones mediante el doble proceso
Régimen.
capitán C. Escalona, del ejército de Colombia, replicó en una carta al coronel Juan
Lavalle, del ejército argentino, no lo hizo como colombiano sino como “llanero”. Éste
“dar de palos” al coronel gaucho, el capitán Escalona dijo que lo hacía porque aquél no
se había expresado “con el debido respeto por los llaneros”. En efecto, el capitán
Escalona consideraba que su tierra natal era “el Llano, donde la gente no es tan
porque los oficiales hacían fusilar a los traidores mientras en la primera “el amor al
anunciaba palos a “todo bicho que lo ha merecido” y se expresaba con un agudo sentido
del humor criollo: “lo he visto en los bailes de Lima con unas tamañazas espuelas a lo
vuestra señoría, mi caballo y yo hacemos una comparación exacta. Así pues, la cuestión
193
entre un llanero y un gaucho, escribiendo, será cosa divertida para los que entienden de
papeles”.216
la modernidad. Un par de años era muy poco para que las identidades llamadas
personas. Sin embargo, la guerra libertadora fue capaz de crear algunas identidades
acontecimiento, tanto el Libertador como la República que había creado salieron muy
historiografía oficial colombiana– cerró el ciclo de infortunios que se había iniciado tres
años antes, cuando por primera vez se planteó la necesidad de modificar, un lustro antes
216
Capitán C. Escalona. Carta de un capitán llanero al coronel gaucho don Juan Lavalle, en Buenos Aires.
En El Cóndor de Bolivia. Nº 36 Anexo (10 agosto 1826); p. 1.
217
La Constitución de Colombia, expedida por el Congreso constituyente de 1821, estableció que ésta
sólo podría ser revisada después de transcurrido un decenio.
194
de esta premura revisionista se entrelazaron las intrigas y las ambiciones más
mezquinas.218
Audiencia de Charcas, al mismo tiempo que una delegación del gobierno de Caracas se
218
En marzo de 1825 el historiador y ministro José Manuel Restrepo anotó en su diario el inicio de
“movimientos revolucionarios” en Venezuela, motivados, en su criterio, por la animadversión de los
diputados venezolanos contra el general Santander, jefe del poder ejecutivo; el deseo de los caraqueños de
establecer el sistema federal; y las desavenencias entre el general Páez con el intendente, general
Escalona. J. M. Restrepo, Diario Político Militar. Tomo I, 1819-1828, Biblioteca de la Presidencia de
Colombia, Bogotá, 1954, p. 269.
219
La propuesta de entronizar a Bolívar como “Emperador de América” fue agenciada en Caracas por el
general José Antonio Páez y encomendada a Antonio Leocadio Guzmán, quien viajó a Lima a comienzos
de 1826 a ofrecer el trono de Colombia a su Libertador, y aunque éste se negó a aceptarlo, aprovechó la
ocasión para encomendar al mismo Guzmán la tarea de preparar el ambiente a favor de la Constitución
boliviana, a lo largo del camino en su viaje de regreso a Caracas. En su carta de respuesta a Páez, fechada
en Lima el 6 de marzo, Bolívar rechazó la propuesta imperial subrayando las particularidades
colombianas y anotándole con énfasis: “Ni Colombia es Francia, ni yo Napoleón”. A cambio de ello le
anunciaba: “Yo enviaré a usted un proyecto de constitución que he formado para la República boliviana;
en él se encuentran reunidas todas las garantías de permanencia y libertad, de igualdad y de orden. Si
usted y sus amigos quisiesen apoyar este proyecto, sería muy conveniente que se escribiese sobre él y se
recomendase a la opinión del pueblo.” Joaquín Posada Gutiérrez, Memorias Histórico-Políticas, Imprenta
Nacional, Bogotá, 1929, T. I, pp. 18-20.
220
Según el general Mosquera el Libertador tenía la idea de que la Constitución boliviana habría de
convertirse en el ideal de la “República modelo”, y que conforme a ella se deberían reformar las
Constituciones de todas las repúblicas que formarían parte de su soñada “Gran Confederación
Americana”. Tomás Cipriano de Mosquera, Memoria sobre la vida del General Simón Bolívar
Libertador de Colombia, Perú y Bolivia, Biblioteca de la Presidencia de Colombia, Bogotá, 1954, p. 503.
195
distintas razones en desestabilizar el gobierno central de la República, los insidiosos
hacia Panamá, Cartagena y Caracas, donde estaban seguros de contar con adictos
enrarecido por la sublevación del general Páez en marzo del mismo año. En vista del
colombianos.
agitación política.
196
Páez, y bajo el manto protector de la presidencia vitalicia propuesta por el Libertador.
por un grupo de oficiales venezolanos encabezados por los generales Carreño y Briceño
viajado Antonio Leocadio Guzmán a Lima para obtener el beneplácito del Libertador, y
que la conspiración monárquica contaba con el apoyo, entre otros, de los generales
de su obra, Mosquera no tuvo más remedio que reconocer que esta dudosa conducta
atina a decir que éste fue engañado o inducido por interesados aduladores encabezados
por los generales Heres y Páez, y quienes lo habían convencido de que para cortar la
197
1821 que ello implicaba, Mosquera aceptó el pronunciamiento de Guayaquil promovido
ausencia de casi de seis años, con la ilusión de que en Colombia hubiese sido bien
Sin embargo, dado que su regreso había estado precedido por las propuestas de sus
Manuel Restrepo, había anotado con evidente pesimismo en su diario, unos días antes
de su llegada:
propensión a aceptar el poder dictatorial que se le ofrecía a nombre de “los pueblos” del
198
intención de modificar la constitución vigente en procurar instaurar la presidencia
vitalicia.
21 y sustituirla por la boliviana, se dio comienzo a una encendida controversia entre los
guerra.225
partidarios Francisco Soto y Vicente Azuero. Éste último fundó, dirigió y en buena
Cuando Bolívar llegó por fin a Bogotá, en septiembre de 1826, fue recibido con un
agresivo manifiesto cuya autoría era de Vicente Azuero y estaba firmado por un grupo
primera vez la que sería la consigna o grito de combate de los liberales neogranadinos:
225
Los argumentos a favor de Bolívar y su proyecto constitucional se expresaron a través de periódicos
como El Centinela de Cartagena y La Lira y El Reconciliador de Caracas, entre otros. Sus adversarios se
expresaron, sobre todo, a través de El Conductor y la Gaceta de Colombia, de Bogotá.
226
Exposición de los sentimientos de los funcionarios públicos, así nacionales como departamentales y
municipales, y demás habitantes de la ciudad de Bogotá, hecha para ser presentada al Libertador
Presidente de la República. Bogotá, Imprenta Bogotana, por José María Garnica, 1826. Biblioteca
Nacional de Colombia, Sala 1, Miscelánea de cuadernos, No. 7, No. 6257.
199
“¡Que Bolívar sea grande; pero que Colombia sea libre!”– se critican exacerbadamente
uso de una retórica efectista, se emplaza al Libertador a que no sea inferior a sus
¿Qué diremos de un nuevo proyecto que tal como se presenta, todavía no ha sido
probado por ningún pueblo del universo? ¿Que a pesar del grande ingenio con que
está organizado, inspira alarmas a la vez de los dos más temibles extremos, a saber,
de la anarquía y del despotismo, y que no ha sido bien recibido de la opinión
pública? No hablaremos del Poder Electoral y del Legislativo, en que brillan la
originalidad y los sublimes conceptos de su sabio autor; pero acaso imposibles de
plantarse, por su organización demasiado perfecta y singular de que
desgraciadamente no tenemos ninguna experiencia, ni ningún ejemplo que nos
puedan tranquilizar. Empero, ¿el Poder Ejecutivo no hace de la República
Boliviana una monarquía constitucional? Nada de más se encuentra en las
monarquías constitucionales de Inglaterra, Francia y otros Estados de la Europa.
Inviolabilidad, herencia, responsabilidad de todo el Ministerio, incluso el Primer
Ministro que en Bolivia es el Vicepresidente, facultad de nombrar todos los
empleos diplomáticos, militares y de hacienda; es decir, todos los que tienen el
principal influjo en la Administración; y la de escoger, finalmente, de la terna
propuesta por los Colegios Electorales en los demás empleos, el que deba ser
presentado para su nombramiento. El Poder Ejecutivo boliviano tiene todavía una
ventaja sobre el poder de los Monarcas de Francia y de Inglaterra: éstos no pueden
elegir el sucesor al trono; el Presidente de Bolivia nombra y destituye, cuando
quiere, su Vicepresidente. Esta sola facultad hace ilusoria la responsabilidad del
Vicepresidente; todo tiene que temerlo del Presidente; en un momento puede
despojarle de su importante empleo y de las esperanzas de sucederle en tan
inmenso poder: y de parte del pueblo, un juicio lento y revestido de formalidades
puede eludirse, o frustrarse de mil maneras. Tan grande es el inconveniente
indicado, que él sería bastante para hacer de este Gobierno una monarquía
despótica.
no hizo sino agravar las cosas. En primer lugar, su distanciamiento cada vez mayor con
200
Páez y sus seguidores, dieron lugar a una ruptura insubsanable entre quienes se
con el supuesto propósito de sofocar con las armas, si era preciso, la insurrección de
animadversión hacia Santander y los liberales neogranadinos; al afecto por sus paisanos
Constitución colombiana de 1821 y convocar una Gran Convención que expidiese una
más acorde con las nuevas circunstancias. Con el ánimo de forzar la situación, Bolívar
227
A juicio los liberales neogranadinos, “los últimos arreglos permanentes acordados en Caracas, que
concentran en aquella ciudad el régimen de los 4 departamentos de la antigua Venezuela, que destruyen la
división de los poderes, y que han echado a tierra el sistema administrativo y de hacienda, obra de cuatro
legislaturas”, no hacían más que ratificar la propensión al despotismo militar que encarnaba Bolívar, y el
más flagrante desconocimiento de la Constitución y las leyes. Cfr. Vicente Azuero, “Sobre la renuncia de
Bolívar a la presidencia”, en El Conductor. Nos. 34 y 35 (29 mayo y 1 de junio 1827).
201
- Mantener la Constitución vigente, hasta que ésta se pudiese reformar en la época y por
existentes, pues, a su juicio, el gobierno nacional de tres estados tan poderosos sería
ellos.
- En caso de que cada una de las tres secciones volviesen a reunir todas sus partes, y a
tener un gobierno central, valdría más que quedasen enteramente separadas y sólo
- El gobierno más apropiado para Colombia era el vigente, atenuando su centralismo por
En otras palabras, los liberales transigían con las detestadas ideas federalistas
propugnadas por los caraqueños y los guayaquileños, con tal de evitar lo que el mismo
Azuero había calificado de “la quimérica idea de un gobierno perpetuo y sobre las
constitucional insistieran en ello, pocos días más adelante, Azuero hizo una protesta más
explícita y audaz. Así, en su “Manifiesto sobre las medidas que habría que tomar para
202
defensores del régimen político acordado en 1821. En palabras de Azuero, a través de
aquellas no nos arrastrarán en su ruina”.231 Es decir que, a fin de cuentas, era preferible
Bolívar y sus adictos. De esta triste manera se esperaba dilucidar finalmente el agrio
203
a todo, el 20 de septiembre de 1827 se posesionó formalmente de la presidencia de la
Ocaña, fue un estruendoso fracaso. Controlada por los liberales, fue abandonada en
masa por los adictos al partido boliviano, por lo que tuvo que disolverse sin llegar a
ninguna determinación.
propusieron asumir, una vez más, el poder supremo. Bolívar aceptó, y de este modo fue
proclamado Dictador. Pocos días después tuvo lugar el frustrado atentado contra su vida
y al poco tiempo se desató la guerra civil. En el sur los generales José Hilario López y
ejército peruano comandado por el general Lamar invadía Guayaquil y amenazaba con
la secesión del Ecuador. Acuciado por las circunstancias, Bolívar marchó al sur con el
fin de expulsar a los desagradecidos invasores. Finalmente, los general Sucre y Flores
no se le ocurrió mejor solución que proponer una vez más, un inoportuno proyecto de
monarquía para Colombia. Sólo que ahora el rey no debería ser el Libertador, sino un
232
No deja de ser llamativo que un bolivariano incondicional como el general granadino Tomás Cipriano
de Mosquera explique la crisis con el Perú de esta manera: “[La guerra entre Colombia y Perú]…no
habría tenido lugar si Páez no desconcierta la marcha normal de Colombia y si los militares de la tercera
división no hubieran, con su desmoralización, incendiado el Perú contagiando a los cuerpos colombianos
que estaban en Bolivia, y si Pando y Heres no hubieran sugerido al Libertador la idea de la Constitución
Boliviana para sustituir al proyecto que desde Guayana había formado el Libertador, haciéndole creer que
era el modo de deshacer los proyectos monárquicos, que tanto en el Perú por San Martín, como en
Colombia, habían querido variar el sentimiento republicano.”. Mosquera, Op. Cit., p. 592.
204
príncipe europeo, “preferiblemente de la casa de los Borbones”. 233 La descabellada
sueños políticos.
apologético de esa carta constitucional. Su parecer era que un documento emanado del
Libertador, “un hombre que por su sabiduría se levantaba sobre todos los demás”, un
“ser benéfico que hacía el oficio de creador de la felicidad de los mortales”; merecía que
233
Ibid., pp. 635, 639, 641.
234
Gabriel García Márquez, El general en su laberinto, Oveja Negra, Bogotá, 1989, pp. 43-44.
235
Antonio Leocadio Gumán, Ojeada al proyecto de constitución que el libertador ha presentado a la
República Bolívar, Caracas, Imprenta de Devisme Hermanos, 1826. Reeditado en Caracas por la
Presidencia de la República, 1961 (Pensamiento político venezolano del siglo XIX, Textos para su
estudio, 5).
205
fuese digno de la atención de toda la Humanidad. El propósito de Bolívar no podía ser
otro que “cooperar al bien y obstruir el mal”. En consecuencia, la carta de Bolivia era
“un presente que la bondad eterna hace a la humanidad, por mano de un individuo
escogido”:
parecer, se había creado un equilibrio perfecto entre éste y el resto de los poderes
públicos. El ejecutivo era “un centro al cual se dirige la voluntad social para que
volviéndola sobre el pueblo cumpla con su ejecución. No puede tocar a los tribunales de
poderoso, como él mismo; cada uno existe por sí y todos descansan por la sabiduría del
236
Antonio Leocadio Guzmán, Ojeada al proyecto de constitución… op.cit., p. 22
206
Desestimó entonces las reservas que pudiese suscitar la figura del presidente
vitalicio. Frente a los que la objetaban preguntó “¿Por qué no se objeta el de los
legislativo era vitalicia –refiriéndose al Senado– ¿no pedía la igualdad de los poderes
que lo fuese también el ejecutivo? Guzmán opinaba que la presidencia vitalicia era la
ciudadano y tampoco tenía nada que darle. Después de extender la acción de la libertad
que pudiesen ser peligrosas al pueblo, cuado parecía que estaba aniquilada la acción de
seguridad y que no habría centro que devolviese al pueblo su voluntad, Bolívar ofrecía
Un último argumento fue incorporado por Guzmán para insistir en las bondades
Al hablar del Ejecutivo y sus agentes, hemos hallado un poder que sin amenazar las
libertades públicas, evita las convulsiones y los desórdenes; cierra las puertas a la
ambición privada, mantiene apagada la anarquía, sostiene las relaciones exteriores,
devuelve al pueblo su voluntad y la hace ejecutar, y sucede, en fin, por un sistema
tranquilo y sabio que evita todos los desórdenes.
207
sobresaltado por la posibilidad de su aplicación a Colombia y para salirle al paso a la
una facultad peligrosa para la libertad, elemento crucial del alegato de Guzmán, Lander
algo que no dejaba duda alguna acerca de “el voto de sus pueblos y el objeto de sus
ambición, pero ésta establecía “el trono de su despótico imperio en el corazón de los que
mandan”. Los casos de Alejandro Magno, Julio César, Napoleón e Iturbide ilustraban
las historias “manchadas con los raptos fatales de la ambición que sumergieron la
libertad de los pueblos o sojuzgaron naciones para imponerles más duro yugo”.
presidentes electivos por cuadrienios, “un poderoso estímulo para la rectitud”, pues
éstos regresaban pronto al conjunto de los ciudadanos de donde habían salido con la
satisfacción de “no haber vulnerado sus deberes cuando el poder les dio la posibilidad
de hacerlo”. Los ciudadanos podían aguardar el final de esos cuatro años de mando,
bien para despreciarlos, o bien para honrarlos en una siguiente elección como premio
gobernante era vitalicio: ¿qué esperanza tendrían los ciudadanos para defender las
decía, aquel que consideraba su autoridad como una mera propiedad suya, se concluiría
ejército y las rentas públicas a su disposición, terminaría violando sus deberes públicos.
exclusivamente para Bolivia, quizás por sus circunstancias especiales, pues se negó a
208
dudar del “liberalismo sin mancha” del general Bolívar. Su convocatoria al Congreso de
Villa del Rosario de Cúcuta (1821), en el que abdicó de sus poderes, su repetida súplica
para que le relevaran del mando, su renuncia a la dictadura del Perú, ilustraban “los
altos rasgos de desprendimiento que adornan los laureles de Bolívar”. Quizás en sus
manos el poder vitalicio de Bolivia “serviría para hacer larga la duración del bien”, pero
males han llegado a su exceso”, el general Bolívar escribió desde Popayán –el 26 de
octubre de 1826– una sorprendente carta al general Andrés de Santa Cruz. Renunciaba
a la potencia de “la voluntad pública de la mayoría”, pues “la voluntad del pueblo es la
ley o la fuerza que gobierna”. Relevaba entonces a sus amigos peruanos de su empeño
abandonarse “al torrente de los sentimientos patrios”. En vez de dejarse sacrificar por la
exclusivos al bien del Perú”. Él mismo se dedicaría en adelante solamente a hacer todo
el bien posible a Venezuela, “sin atender a más nada”, pues habiendo sido Venezuela “la
víctima de mis propios sucesos”, no podría ser ingrato a “mi primitiva patria”.
Con su propio ejemplo quería aconsejarle a los peruanos que primero estaba “el
suelo nativo”, pues “él ha formado con sus elementos nuestro ser; nuestra vida no es
otra cosa que la esencia de nuestro pobre país”. Todo lo demás tendría que postergarse
238
Carta de Bolívar al general Andrés de Santa Cruz. Popayán, 26 de octubre de 1826. En: Vicente
Lecuna (comp.). Documentos referentes a la creación de Bolivia. Caracas: Litografía del Comercio, 1924.
Tomo II, p. 388-390.
209
Libertador insistió al general Santa Cruz en la idea de que sus “más caros intereses”
eran “los de la patria nativa”, y que por ello seguía de inmediato hacia Venezuela para
ver al general Páez y llevarle sus ideas y sus consejos, calmando las pasiones y
restableciendo el orden.
El deber de servir a la patria nativa, dejando en segundo lugar todo lo demás, era
una intervención armada para sostener la presidencia vitalicia del general Bolívar,
entendida como tránsito hacia la instauración de una monarquía de un noble francés, fue
demasiado lejos para los principios liberales del Libertador de Colombia y el Perú.
Había llegado el momento del destierro. Pero se le atravesó la muerte en Santa Marta, el
provincias del Alto Perú para erigirse en Estado soberano e independiente sin otra
210
república boliviana “como estado soberano e independiente”, esperando solamente el
En carta del 20 de mayo de 1826, Sucre expuso a Bolívar sus opiniones sobre el
“proyecto de la unión del Perú y Bolivia en un sola república que habían defendido los
diputados en Lima”. Además de haber sido “aquí mal admitido, y en general parecen
estaba “desesperado por irme con Dios para mi casa, y no tener más que ver con
formar “una federación entre el Perú y Bolivia”, dividiendo al propio Perú en dos
estados federales, El Cóndor de Bolivia abrió sus páginas (nº. 34-anexo, 27 julio 1826)
a “un amigo del Federal de Arequipa” para escuchar opiniones. Éste se mostró favorable
a esta opción de los tres estados federales, pero propuso que debería tener un jefe
públicos.
miserables en ideas y tan ignorantes en principios que tenemos celos nacionales, celos
departamentales, celos provinciales, celos de familia, y para que todo sea celo en
prestigio general del libertador era la clave de este proyecto, éste no alcanzaba a
239
Carta de Sucre a Bolívar. Chuquisaca, 20 de mayo de 1826. En: Vicente Lecuna (comp.). Documentos
referentes a la creación de Bolivia. Caracas: Litografía del Comercio, 1924. Tomo II, p. 142-143.
211
resulta de la combinación de estas causas unida a nuestra pobreza y a nuestra
debilidad”.
“una obra acabada, como un esfuerzo del saber humano, y como el resultado de la
conseguir primero “la reunión de Bolivia y el Perú con un lazo federal”, de tal suerte
que el proyecto “planteado primero en el sur” podría así pasar a Colombia “con todo el
estaba empeñado en “crear un coloso contra Buenos Aires, Chile y el Brasil, que a una
tres estados) se regiría por la Constitución boliviana y sería mandada por un presidente
le fuese “más fácil hacer que Colombia adopte el único partido que le queda de
salvación”.241
Las Instrucciones del gobierno del Perú a su agente en Bolivia, Ignacio Ortiz de
en Lima, para lo cual debía argumentar que la separación de Bolivia era fatal para su
comercio será precario, costoso, y dependiente de la voluntad de sus vecinos, pues nadie
ignora que el puerto de La Mar es una empresa quimérica que jamás proporcionará
240
Carta del general Tomás Heres a Sucre. Magdalena, 12 mayo de 1826. En: Vicente Lecuna (comp.).
Documentos referentes a la creación de Bolivia. Caracas: Litografía del Comercio, 1924. Tomo II, p. 365-
370.
241
Carta de Bolívar al general Antonio G. de la Fuente. Lima, 17 mayo de 1826. En: Vicente Lecuna
(comp.). Documentos referentes a la creación de Bolivia. Caracas: Litografía del Comercio, 1924. Tomo
II, p. 376-378.
212
ventaja alguna”.242 El Tratado de federación de Perú y Bolivia (Federación Boliviana),
1826, por Ignacio Ortiz de Zevallos, Facundo Infante y Manuel María Urcullu).
porque el Perú se había escurrido de sus planes federativos. El conflicto terminó sin un
vencedor claro por lo que La Mar firmó el armisticio de Piura para poner fin a las
hostilidades y nombrar una comisión de límites. Sin embargo, desde Lima, un partido de
Agustín Gamarra fue el único militar que pudo completar su mandato de cuatro
años: de 1829 a 1833. Dictatorial y sin escrúpulos, pidió sin éxito autorización al
Congreso para invadir Bolivia con el fin de anexarla al Perú. También puso fin al
actos subversivos que pretendieron expulsarlo del poder, razón por la cual tuvo que
encabezado por los clérigos Luna Pizarro y Gonzáles Vigil, logró, desde una
242
Instrucciones del Perú a su agente en Bolivia, el señor Ignacio Ortiz de Zeballos, 1826. En: Vicente
Lecuna (comp.). Documentos referentes a la creación de Bolivia. Caracas: Litografía del Comercio, 1924.
Tomo II, p. 387-388.
213
Convención Nacional, destituir a Gamarra y nombrar a Luís José de Orbegoso como
“presidente provisional”.
1834, tuvo que hacer frente a los militares autoritarios desplazados por la Convención
pacificación del país. Las buenas intenciones no duraron mucho tiempo. A principios de
que tuvo el apoyo de Lima y de la costa norte pero no necesariamente el de las otras
regiones. Estaban así las cosas cuando diversos acontecimientos hicieron posible el plan
fue ideado por Andrés de Santa Cruz quien era presidente de Bolivia desde 1829.
Gamarra entró en conversaciones con Santa Cruz y decidieron unir ambos países sobre
poderes arrebatados por Salaverry. Este pacto obligó a Gamarra a pasarse al bando de
Salaverry, y con un ejército se enfrentó a Santa Cruz en Yanacocha donde fue derrotado.
Finalmente, cuando buscaba refugio en Lima, Gamarra fue exiliado por los seguidores
Orbegoso era ahora deshacerse de Salaverry. Esto ocurrió en Socabaya. Allí el joven
general fue derrotado y luego enviado a Arequipa donde fue fusilado en la plaza de
214
La Confederación Peruano-Boliviana fue el proyecto político más ambicioso de
la temprana república en ambos países. La idea era crear un gran estado sobre la base de
los territorios del Perú y Bolivia unidos históricamente por lazos geográficos y, sobre
todo, económicos. De esta forma, el proyecto intentaba restaurar los viejos circuitos
comerciales que habían unido y articulado a ambas regiones desde los tiempos
débil conciencia nacional tanto en el Perú como en su propio país para llevar a cabo su
proyecto que promovía, además, una política de libre comercio con Estados Unidos y
Europa occidental.244
243
Heraclio Bonilla, Un siglo a la deriva: ensayos sobre el Perú, Bolivia y la guerra. Lima, Instituto de
Estudios Peruanos, 1980; y “Perú y Bolivia”, en Leslie Bethel (ed), Historia de América Latina. América
Latina Independiente, 1820-1870, vol. 6. Barcelona, Crítica, 1991, pp. 202-237.
244
En el Perú, la primera generación de “librecambistas” o “liberales” no era un grupo numeroso ni
pertenecía a las elites dominantes entre 1820 y 1845. Estaba conformado por los comerciantes extranjeros
asentados en Lima y Arequipa, los cónsules de Inglaterra, Estados Unidos y Francia, los intelectuales
“bolivarianos” y la elite arequipeña. Paul Gootenberg, en este sentido, resalta las gestiones infructuosas
de los cónsules de las potencias extranjeras ante los “gobiernos” de turno para lograr tarifas bajas de
importación, garantías para sus comerciantes y tratados para establecer un sistema liberal de comercio.
Descubre, además, que no fue el imperio de Su Majestad –como antes se suponía- el que más presionó
para que se abran los puertos sino los Estados Unidos. El gobierno de Washington, a través de su
infatigable encargado de negocios, Samuel Larned, pretendió atraer a los miembros liberales de la elite
peruana e influenciar en la opinión pública –aun financiando periódicos- a favor de sus intereses. Cansado
de sus continuos fracasos, Larned dejó de batallar y se retiró del Perú a fines de la década de 1830
(Tejidos y harinas, corazones y mentes. El imperialismo norteamericano del libre comercio en el Perú,
1825-1840. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1989). Los británicos, en cambio, cuando vieron
desvanecerse sus esperanzas liberales, fueron los primeros en alejarse de la política peruana y sólo
adoptaron posturas defensivas contra los permanentes ataques de los “nacionalistas”. Dos veces los
cónsules se retiraron, en 1828-33 y 1839-45. Los franceses fueron los que menos se entrometieron. Sólo
estuvieron interesados en proteger el pequeño tráfico de artículos de lujo que realizaban los minoristas
galos. Los caudillos liberales, llamados “bolivarianos”, vinculados a las aspiraciones de comercio libre
del regionalismo sureño –como Nieto, Vivanco, Vidal, Orbegoso y Santa Cruz- carecieron de apoyo tanto
en Lima como en el estratégico norte y al interior del país. Al igual que Bolívar, carecieron de una base
social amplia y segura en el territorio. El ejemplo de la Confederación Perú-boliviana demuestra cómo
siguieron dependiendo de fuerzas externas que determinaron su derrota con la invasión del “partido” de
militares “nacionalistas” apoyados por Chile. Por su lado, sus intelectuales –como Manuel Lorenzo
Vidaurre, José María de Pando, Manuel García del Río y Manuel del Río-, herederos también de la
ocupación bolivariana, demandaban no sólo la reducción de las tarifas aduaneras sino el desarrollo de un
modelo económico orientado a la exportación al mercado europeo. Pero permanecieron como simples
ideólogos y sin ningún apoyo de la elite. La llamada “elite sureña”, con su centro en Arequipa, por su
temprana inserción al mercado inglés a través de la exportación, por los puertos de Islay y Arica, de lanas,
salitre y quinina, defendía el libre comercio y veía al mercado de Bolivia (Alto Perú) como La Meca para
sus intereses. Su derrota en la Confederación, entonces, la habría debilitado. Pero la razón más importante
-continúa Gootenberg- del fracaso de esta primera generación de liberales fue la fragilidad política del
país. No encontraron un Estado local fuerte y estable capaz de manejar el libre comercio, la integración
financiera, convenios y estabilidad económica, elementos esenciales para una política de liberalización.
215
En los departamentos del sur la nueva noticia tuvo notable acogida,
con el Alto Perú y ser los intermediarios del comercio entre Gran Bretaña y el sur
andino. En el Cuzco hubo sentimientos encontrados. La antigua capital de los Incas era
la cuna de Gamarra y los curas desde el púlpito corrían la versión de que la imagen del
mercancías importadas por el libre comercio de Santa Cruz, hizo que los cuzqueños,
En Lima y en la costa norte la oposición fue total. Su elite estaba resentida pues
influencia en beneficio de la sierra sur. De otro lado, los limeños eran comercialmente
proteccionistas. Defendían tarifas aduaneras altas para proteger las mercancías nativas y
contaron con el apoyo de los artesanos de Lima y con la cadena de obrajes de la sierra
central y sur. Por último, esta elite, mantenía un intercambio comercial con Chile. Del
Callao salía la producción azucarera de la costa norte con destino a Valparaíso a cambio
del trigo chileno. En síntesis, la idea de Santa Cruz atacaba en lo más profundo sus
intereses económicos y su destino como elite. Salaverry y Gamarra fungieron como sus
De otro lado, los cónsules no podían hallar una elite nativa colaboradora y confiable. La ida y venida de
gobernantes, burócratas y políticas, así como el caos social y la depresión material hacían fracasar
cualquier incentivo liberalizador. Digamos que el arma secreta del Perú contra las presiones del
imperialismo era su absoluta impredecibilidad. Apunta que habría que tener en cuenta que se trataba de
Estado empírico, en formación, nacido del molde hispánico, cuya clase dominante mantenía la herencia
de la soberanía diplomática, en parte originada de la tradición anti-anglosajona. Incluso los ideólogos más
liberales, como Pando y Vidaurre, resistieron a las presiones que venían de fuera. En suma, lo cierto es
que, en vez de promover a la liberalización, la intervención extranjera intensificó el proteccionismo.
245
Alberto Flores Galindo, Arequipa y el sur andino. Lima, Horizonte, 1977.
246
Paul Gootenberg, Beetween silver and Guano: Comercial Policy and the State in Postindependence
Peru. New Yersey, Princeton University, 1989, intentó demostrar que, en la práctica, en lo único que se
diferenciaron liberales y conservadores fue en la política comercial que se debía adoptar. Su tesis central
es que tras la separación de España el Perú no cayó bajo el dominio británico y se frustró la posibilidad de
implementar el “libre comercio”. El país cayó más bien en un aislamiento comercial y financiero y que la
anarquía de estos 20 años fue la mejor defensa del país frente a las intenciones del imperialismo
216
Otro aspecto a subrayar es que, para buena parte de la opinión pública, Bolivia
algunos caudillos peruanos como Gamarra o Castilla quienes se opusieron a Santa Cruz
Confederación, de otro lado, las relaciones entre Chile y el Perú se habían deteriorado.
El Perú no había cancelado el préstamo chileno para la campaña de San Martín de 1820
1832, ocurrió el pleito de aranceles en torno al intercambio del trigo por el azúcar,
diferendo que culminó en 1835. Sin embargo, la reconciliación duró poco debido al
cuando, en julio de 1836, el exiliado general Freire dirigió una pequeña expedición a
complicidad peruana y declaró el casus belli. Envió dos naves que capturaron tres
que no fue aceptado por Portales. Luego, Mariano Egaña, dotado de poderes
Confederación. Como era predecible, Egaña fue rechazado y, antes de zarpar de vuelta,
(británico, francés y norteamericano) por establecer el liberalismo comercial. Sostiene, además, que,
dentro del caos, hubo una suerte de “soberanía económica”, alentada por la elite limeña que impuso
medidas comerciales proteccionistas hasta 1850. Estas fuerzas “nacionalistas”, comúnmente llamadas
“conservadoras”, frustraron exitosamente los intentos de los que pretendían establecer una política de
libre comercio. Era un grupo anti-liberal, muy compacto, que combinaba diversos rasgos de
proteccionismo, estatismo, intervencionismo y corporativismo y que envolvía esta amalgama con un
discurso “nacionalista”. Su base era Lima y demandaba una elevada tarifa aduanera para las mercancías
extranjeras con el fin de proteger los artículos nativos y mantener un mercado cerrado con Chile de azúcar
por trigo, intercambio que se remontaba al siglo XVIII. Junto a la elite limeña encontraríamos a los
artesanos y tenderos de la Capital, los terratenientes de la costa norte y central (productores de azúcar,
algodón y vid), la red de obrajeros del interior y los caudillos que defendían sus intereses: Gamarra,
Gutiérrez de la Fuente, Salaverry, San Román y Castilla, entre otros.
217
declaró la guerra. Ante el inminente conflicto, Portales tomó una postura decisiva. En su
célebre carta a Blanco Encalada decía: “La Confederación debe desaparecer para
popularidad de la guerra247 y la elite chilena percibió el riesgo que representaba para sus
intereses la unión del Perú y Bolivia, pues podía liquidar la aspiración de su país de
Paita, Callao, Arica y Cobija, había ocasionado una crisis comercial en Valparaíso. Su
explica la gran acogida que recibieron en Chile los enemigos peruanos y bolivianos de
invadir el territorio de la Confederación. Sin esta invalorable ayuda hubiera sido muy
de 1837) con 2.800 hombres, entre ellos una columna netamente peruana, al mando de
Manuel Blanco Encalada. Santa Cruz acorraló a los “restauradores” en las afueras de
gobierno chileno rechazó de inmediato el Tratado y preparó una segunda expedición que
247
Simon Collier y A. William, Sater, Historia de Chile (1808-1994), Madrid, Cambridge University
Press, 1999.
248
Entre los “emigrados” estaban caudillos tan importantes como Agustín Gamarra, Manuel Gutiérrez de
la Fuente, Manuel Ignacio de Vivanco y Ramón Castilla, o intelectuales conservadores de la talla de
Felipe Pardo y Aliaga.
218
partiría en julio de 1838. Mejor preparados, los chilenos, al mando de Manuel Bulnes, y
Cruz en Yungay en enero de 1839. Santa Cruz huyó a Ecuador y la Confederación, tal
conflicto comercial o una “guerra de secesión en los Andes”, siguiendo la lógica de Paul
muchos peruanos veían a Bolivia como un territorio peruano al que había que
reconquistar. Por lo tanto, era inaceptable que la iniciativa viniera de Bolivia. Este
sentimiento no sólo sería representado por Salaverry o Gamarra, sino también por
Castilla y Vivanco, entre otros caudillos, que terminaron refugiándose en Chile para
atacar a Santa Cruz. Para los opositores más radicales, entonces, era la “unidad
ilustrativa. Pardo enfiló sus baterías contra el Protector al que consideraba “extranjero”
e “invasor”. Pero el Protector era más extranjero por ser indio que por ser boliviano. La
249
Manuel Lucena y Marta Irurozqui, “Lima vs. Valparaíso: el balance de poder en la América andina”,
en Juan Maiguashca (ed.), Historia de América Andina. Creación de las repúblicas y formación de la
nación, vol. 5. Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, 2003, pp. 419-457.
250
Cecilia Méndez, Incas sí, indios no: apuntes para el estudio del nacionalismo criollo en el Perú.
Lima, Instituto de Estudios Peruanos, Documento de trabajo N° 56, 1995.
219
primordial rechazo al elemento indígena como requisito de nacionalidad. Por ello, sus
pese a que el padre de Santa Cruz había sido un criollo peruano nacido en Huamanga y
Calaumana. En uno de sus despliegues más violentos, Pardo escribió: “De los
bolivianos/ será la victoria/ ¡qué gloria, qué gloria/ para los peruanos!/ Santa Cruz
propicio, /trae cadena aciaga/ ah ¡cómo se paga/ tan gran beneficio!/ ¡Que la trompa
suene!/ Torrón, ton, ton, ton;/ que viene, que viene/ el cholo jetón”.
también despectiva pues el delito no era ser conquistador, sino que un “indio” se
pretensión/ En su gloria militar/ Qué tiene de singular?/ Mas, que en el Perú lo intente/
extraordinario”.
Pero Pardo no fue un personaje aislado. Sus letrillas cobraron tanta popularidad
entre los opositores de Santa Cruz que algunas de ellas fueron musicalizadas y se
ingresara a Lima.
¿Era sólido el proyecto de Santa Cruz? Jorge Basadre dice que no. Sostiene que
la intervención de Chile no fue temible sino por el descontento de los mismos peruanos
y bolivianos. Aunque Santa Cruz hubiese vencido en Yungay, habría caído más tarde o,
por lo menos, habría sucumbido su sucesor.251 A pesar de contar con una historia y un
circuito comercial comunes, para reunir en las manos de un solo hombre territorios tan
251
Jorge Basadre, "Reconsideraciones sobre el problema histórico de la Confederación Perú-Boliviana",
en Apertura, Lima, 1978, p. 279-309.
220
amplios, en los que las comunicaciones entre las ciudades eran precarias, el Protector
necesitaba colaboradores inteligentes y leales con quienes contar con seguridad y una
marina veloz -a vapor- para transportar con celeridad sus fuerzas y trasladarse él mismo
a todos los puntos rebeldes. Hubiera, por último, tenido que congregar numerosos
provocado la fragmentación del Perú ya que en América del Sur varios estados se
formaron debido a la dispersión de estados más vastos, como la Gran Colombia. Santa
Cruz no hubiera podido ir en contra de la corriente en una probable ruptura entre las
repúblicas del sur -Estado Sur-peruano- y las del norte -Estado Nor-peruano-. En el caso
dijeron las monedas acuñadas allá, era un peligro para la unidad nacional. Con algunos
muerte o derrocamiento de Santa Cruz -en fecha posterior a 1839- habría habido
intereses creados resueltos a mantener esa entidad política y hasta anexarla a Bolivia.
¿Y la posible unión del Estado Nor-peruano con Ecuador? A lo que Basadre dice, cabría
añadirle otros factores que hacían de la Confederación una ficción: la ausencia de una
ética pública, el personalismo de los caudillos y el vértigo del poder y el caos. Incluso
hoy, la historiografía chilena llega a sostener que el gran error de Portales fue lanzar una
guerra contra una entidad que se desmoronaría más temprano que tarde.252
252
Sergio Villalobos, Chile y Perú: la historia que nos une y nos separa, 1535-1883. Santiago, Editorial
Universitaria, 2002.
221
de libre comercio también convenía a las potencias del hemisferio Norte. Al fin Perú y
anarquía. Por estas razones, la noticia de la derrota de Santa Cruz en Yungay fue vista
inicio Portales tuvo la esperanza de que la ofensiva chilena pudiera ser un ejemplo que
hiciera a su país más fuerte ante los ojos de los europeos, la Inglaterra del Atlántico se
formó una mala opinión de la que aspiraba a ser la “Inglaterra del Pacífico”. El cónsul
británico en Santiago, por ejemplo, presionó para un armisticio y para que Chile
aceptara la mediación británica. Incluso, parece que una de sus reuniones con el
gobierno chileno -diciembre de 1837- fue violenta: el cónsul habría amenazado con
gobierno británico amenazó con intervenir para terminar con la guerra, pero no lo hizo.
Heirich Witt, residente en Lima, nos dejó un perfil de su personalidad y de sus dotes
como político, un perfil claramente tributario de la figura de Bolívar: “Durante dos años
mejor gobernado que en ese periodo… Tal vez era demasiado déspota para ser
republicano y todo el mundo, incluso sus mejores e íntimos amigos, le tenían miedo.
Nadie se arriesgaba a tomarse la más mínima libertad. Santa Cruz mandaba y todo el
mundo obedecía. Su poder abarcaba tanto, que todo lo que tenía importancia pasaba por
visitaba las oficinas de los diferentes ministerios y pobre el que no estuviera en su lugar,
253
Collier y Sater, Historia de Chile, Op. Cit.
222
a la hora exacta y trabajando regularmente”. 254 No obstante, fue una figura débil
Bolivia y Chile255 y su ideal no tuvo continuadores. Fue exiliado y terminó solo y sin
patria.
gobernar el Perú. Invadió Bolivia no para establecer otra confederación sino para
mataron en la batalla de Ingavi, uno de los ejemplos más claros de autodestrucción entre
Gamarra en Ingavi significaron la derrota de la sierra y de sus elites, 256 y dio paso a los
peores años de anarquía que vivieron los peruanos. Entre 1841 y 1844 se sucedió más
pocas semanas y el país sufría las amenazas de los bolivianos en el sur y de los
República de Bolivia. Colombia siguió esta posición, considerando que era “hija suya”.
254
Heinrich Witt, Diario: 1824-1890. Lima, Banco Mercantil, 1992, vol.1, p. 328.
255
La opinión que tuvo Diego Portales sobre el Protector es bien conocida: “Pocos caudillos en América
pueden comparársele a éste en la virtud suprema de la intriga, en el arte de desavenir los ánimos, en la
manera de insinuarse sin hacer sentir para ir al propósito que persigue. He debido armarme de una
entereza y de una tranquilidad muy superior, para no caer agotado en la lucha que he debido sostener con
este hombre verdaderamente superior”.
256
Charles F. Walter, De Túpac Amaru a Gamarra: Cuzco y la formación del Perú republicano, 1780-
1840. Cuzco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, 1999.
223
Pero el reconocimiento de España tardaría un poco más de dos décadas: el Tratado de
paz y amistad entre España y Bolivia fue firmado en Madrid, el 21 de julio de 1847, por
don Joaquín Francisco Pacheco, presidente del Consejo de Ministros de España, y don
le concedió el decreto de las Cortes generales del Reino del 4 de diciembre de 1836,
renunciaba “para siempre del modo más formal y solemne, por sí y sus sucesores, a toda
antes bajo el nombre de Provincias del alto Perú, hoy República de Bolivia”. En
Cobija. A partir de la firma de este Tratado habría “total olvido de lo pasado y una
amnistía general y completa para todos los españoles y Bolivianos, sin excepción
alguna… cualquiera que sea el partido que hubiesen seguido durante las guerras y
deuda contraída sobre sus tesorerías hasta 1824, “ya por órdenes directas del Gobierno
alhajas, dinero u otros efectos- que hubiesen sido confiscados a súbditos españoles, o a
todavía en poder del Gobierno, serían inmediatamente restituidos a sus antiguos dueños
224
daría la indemnización correspondiente en papel de la deuda consolidada de la clase
225