TOURAINE Dice Touraine (1987) que nos encontramos totalmente desprovistos de método cuando hay que estudiar como la sociedad se produce a sí misma a través de sus relaciones culturales y sociales. Esto esencialmente ocurre porque las perspectivas tradicionales de las ciencias humanas que abordan los hechos sólo han puesto su ojo analítico sobre cómo la sociedad consume las normas establecidas. En este sentido, Touraine afirma que los intelectuales deben con sus instrumentos y pericias ponerse al servicio de los sujetos para que ellos manifiesten públicamente su voluntad y se conviertan en actores de su propia vida. Los actores no se limitan a adaptarse a las situaciones sociales que les imponen o simplemente reaccionar, sino que también las engendran. Esta última actitud es la que convierte a un simple agregado de sujetos en movimientos sociales, conjunto de voluntades que obtienen en su batallar verdaderas innovaciones organizacionales y la puesta sobre el tapete de valores inéditos en la vida colectiva. En palabras del autor: “Es al concentrar la atención sobre los propios actores –en lo cotidiano- en sus condiciones concretas cuando podemos aproximarnos mejor a los mecanismos por los cuales más allá de las conductas de consumo social se pueden divisar las conductas de producción conflictiva de la sociedad (1986:12)”. Piensa Touraine que la tarea del intelectual es intervenir sobre pequeños grupos a la manera de un psicoanalista, orientando el pase de conductas adaptativas a las normas establecidas a actitudes verdaderamente conflictivas y de elaboración de proyecto. En suma, darle a la práctica un sentido más elevado, con la finalidad de lograr militantes dispuestos a analizar el significado profundo de la acción, que tomen conciencia de su papel de actores históricos y de productores de sus propios acontecimientos al transformar las situaciones a las que se enfrentan.