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Curso de dinámicas territoriales

1. Marco analítico de la comprensión de las relaciones entre el Estado y la


sociedad
a. Enfoques socio-céntricos
b. Enfoques estado-céntricos
c. Enfoques relacionales

2. Complejizando el análisis del territorio


 Cartografía conceptual del concepto territorio
 Factores de análisis en un territorio: recursos, actores y acuerdos institucionales

3. Metodología de análisis del territorio desde los actores:


 Actores e instituciones
 Reglas formales
 Reglas informales - cultura
 Actores: relaciones de poder, estrategias y poder
 Instrumentos metodológicos: Mapa de actores y análisis institucional

1. Relaciones del Estado y la Sociedad


Para estudiar la relación del Estado con la sociedad, es necesario abrir nuestra
perspectiva de análisis más allá de las temáticas centradas únicamente en la figura
estatal o en la sociedad, para enfocarse en teorías que prioricen el aspecto relacional de
las instituciones en la configuración y en el desarrollo de las políticas.
Para este fin, el capítulo en un primer momento, realiza un barrido sucinto de los macro-
enfoques que estudian el Estado y la visión que despliegan sobre las políticas públicas.
En un segundo acápite, se profundiza la incidencia de las instituciones formales como
herramientas conceptuales y metodológicas que permiten capturar la dinámica generada
por la relación entre los actores estatales y sociales en el proceso de las políticas.
Finalmente, se problematiza la visión de la política pública como un proceso reducido a
“etapas o fases” frente a la idea de un proceso productivo construido por “momentos”
que se yuxtaponen y dialogan entre sí.
El capítulo ofrece un referencial teórico y metodológico que permite comprender las
transformaciones en el diseño e instrumentación de las políticas de alfabetización que
inciden en la dinámica que asumen los actores sociales y estatales en el despliegue de
las mismas.
¿Cuál es el enfoque teórico-metodológico que brinda las mayores posibilidades para
capturar la relación entre actores estatales y sociales en el campo de las políticas
públicas?

1.1. El enfoque socio-céntrico.


Las relaciones entre el Estado y la sociedad según este enfoque están determinadas por
las clases sociales, por la estructura social o por los grupos de interés presentes en las
sociedades; es decir, la sociedad como sistema absorbe al Estado y este último, se
convierte en instrumento de la clase social dominante, o reproduce las relaciones
capitalistas representando en última instancia los intereses de los grupos de presión.
Para un análisis de las particularidades de este primer macro-enfoque se han
profundizado en tres configuraciones teóricas que lo integran:
La perspectiva marxista de la “teoría de las clases” define al «Estado desde las
relaciones económicas del poder» (Mann, 1997: 71). Los marxistas desarrollan una
concepción instrumental o estructural del Estado; según Miliband (1976), el Estado
capitalista es un instrumento directo de la clase capitalista o por otro lado, el Estado
existe solamente en referencia a las estructuras de producción existentes en la sociedad
(Poulantzas, 1977 [1969]). En efecto, la dinámica de los agentes del Estado estaría
determinada por el origen y finalidad económica de éstos. La figura estatal desde esta
perspectiva se ubica en un lugar pasivo de encuentro entre actores definidos por los
modos de producción existentes; a esta variante, Hall la denomina “funcionalista” ya
que el Estado cumple la función de reproducir el sistema económico y la estructura
social de él derivada (Hall, 1993). Esta teoría reconoce al Estado como una arena de
conflicto, pero olvida considerarlo como un actor con autonomía de la sociedad
(Skocpol, 2011 [1989]).
Desde esta configuración teórica las políticas públicas se entenderían como acciones
funcionales del Estado para reproducir el sistema económico y social hegemónico, las
acciones estatales serían requisitos funcionales de una clase social dominante o de la
reproducción del sistema capitalista. No obstante, concebir “a priori” que la política
pública es una mera expresión del sistema económico y de las relaciones económicas y
sociales en favor de los intereses de la clase social dominante, es opacar el carácter
heurístico de las políticas.
Como perspectiva socio-céntrica, se ubican también las teorías pluralistas de la
democracia, que estudian los procesos por medio de los cuales los ciudadanos comunes
ejercen un grado relativo de control sobre el Estado y sus dirigentes (Dahl, 1988
[1956]). Además, consideran que la democracia representativa es el único sistema
histórico que brinda a los grupos de intereses el mismo poder y garantía de igualdad
política (Dahl, 2008). Por tanto, la competencia y la participación de los grupos de
presión, en base a la hipótesis anterior, producen un gobierno formado por élites
competentes y responsables; no obstante, la igualdad de los grupos sociales en el
sistema de democracia liberal es más una utopía que una evidencia histórica.
Para los pluralistas, los intereses de los grupos sociales son los que buscan ser
representados dentro del Estado. En efecto, las políticas públicas se explican como
productos de los juegos o conflictos de los grupos de interés. La virtud de este enfoque
radica en identificar y reconocer las alianzas de los grupos sociales para respaldar y
sostener la acción de las políticas. No obstante, categorías subyacentes como interés y
poder en los juegos de los grupos quedan soslayados (Hall, 1993: 27-29).
Finalmente, una de las expresiones novedosas actualizadas desde una mirada
latinoamericana de la corriente socio-céntrica, fue desarrollada en la década de los
noventa por Bresser Pereira y Cunill Grau (1998) quienes, sustentados en la idea
habermasiana de “esfera de lo público”, construyeron una perspectiva teórica de lo
“público no-estatal”.
Los autores diferencian que lo público no es necesariamente estatal y supone un espacio
entre el Estado y la sociedad de lo “público no-estatal”, como expresión de la
democracia directa y del control social. Arguyen también que el Estado debe ser social y
liberal, ya que debe financiar las organizaciones públicas no-estatales que presten
servicios; y debe introducir la competencia y la flexibilidad en la provisión de los
mismos como una forma de proteger los derechos sociales de la ciudadanía.
También reconocen el desarrollo de círculos virtuosos entre Estado, mercado y
sociedad, con un Estado que controle los centros de poder privado y opere sobre las
desigualdades sociales para garantizar una sociedad democrática, con una esfera pública
estatal abierta a la participación y al control de la sociedad (Bresser Pereira y Cunill,
1998: 27-30). Este desarrollo de campos de acción entre el Estado, la sociedad y el
mercado es organizado por el denominado «poder estructural que moldea el campo
social de la acción, tanto como determina algunos tipos de conducta haciéndolas
posibles o imposibles» (Wolf, 1990: 587). Esta comprensión estructural critica a los
estudios que cosifican el poder y busca entender el proceso de conformación tanto del
Estado como de la sociedad. En este sentido, con razón Wolf arguye que para acercarnos
al estudio del Estado «este debe ser visto como un proceso y no como una cosa» (1990:
592). Pero, esta perspectiva exige comprender los procesos sociales que conforman
tanto al Estado como a los actores sociales y sus campos de interacción, problemática
que excede los objetivos de esta investigación.
En síntesis, las vertientes analizadas dentro del enfoque socio-céntrico, muestran que el
Estado es un lugar pasivo donde los actores capitalistas o no, reproducen sus lógicas de
funcionamiento, mostrando el determinismo del ámbito económico sobre la estructura
política. Además, las políticas públicas quedan reducidas a funciones o productos del
sistema político en la reproducción de las condiciones sociales y económicas como
reflejo de la cristalización del paralelogramo de fuerzas de los grupos sociales.
1.2. Enfoque Estado-céntrico
El segundo macro-enfoque, denominado “estadista” o “Estado-céntrico” se centra en los
poderes autónomos de que dispone el Estado en su relación con la sociedad. En lugar de
ser el Estado un obstáculo o un lugar pasivo en el diseño e implementación de las
políticas, se considera un elemento central en el proceso de las mismas. Con esta óptica
se pueden distinguir al menos tres corrientes.
El “elitismo auténtico” afirma la existencia de un poder distributivo de las élites
estatales sobre la sociedad civil1. Es decir, las élites localizadas dentro del Estado
poseen un cierto espacio de autonomía y de actuación al margen de la negociación con
los actores de la sociedad. La élite estatal o clase política se encuentra localizada en el
Estado como organización centralizadora de la sociedad desde donde emana su poder.
Sin embargo, el origen de las élites no se da en el Estado sino en la sociedad, existiendo
la posibilidad de emergencia de otras élites, que puedan derrocar a la clase política en
decadencia (Mosca, 1987). Con razón, se argumenta que el Estado es un actor más
relevante entre otros actores, al sostener que es un agente que lucha por maximizar la
utilidad y estabilidad (Krasner, 1989), y que las instituciones políticas son creadas para
aumentar los beneficios de la clase política (Krasner, 2001).
En este marco, las políticas públicas son producto de los intereses y de las preferencias
de las élites estatales que tienen la capacidad de imponer tales preferencias en contra de
la resistencia de los actores sociales.
El Estado aparece como actor representado en la clase política, que impone sus
decisiones sobre la sociedad con la finalidad de reproducirse a sí mismo. El elitismo
auténtico reduce el poder explicativo de la influencia de las élites estatales dentro de las
políticas, al esencializarlas y considerarlas entes unitarios; pero olvida que los procesos
políticos están estructurados por una lógica institucional que configura las élites y los
procesos de relación de éstas con la sociedad.
El “estatismo institucional” sostiene que la incidencia del Estado en las relaciones
sociales está dado más por la lógica autónoma de las instituciones políticas surgidas en
los conflictos sociales y luego institucionalizadas, que por el poder acumulado de la
clase política. Es decir, la estructura y la lógica del Estado afecta más a las formas de
colaboración de los actores politizados, que a quien tiene el poder. Este enfoque «no
predice que los actores estatales dominan a los actores de la sociedad civil, sino que
todos los actores están constreñidos por las instituciones políticas existentes» (Mann,
1997: 81).
Un esfuerzo sustantivo en esta perspectiva teórica es el aporte de Skocpol, que define a
los Estados en tanto actores como estructura institucional. Es decir, los Estados pueden
ser considerados actores como organizaciones de colectivos de funcionarios que
persiguen objetivos característicos, alcanzándolos con menor o mayor eficacia según los
recursos estatales disponibles. Por otra parte, los Estados pueden ser considerados
escenarios de acciones oficiales o configuraciones de organización y acción que
influyen en los significados y métodos de las políticas (2011[1989]: 193).

1 Mann define a las élites estatales aquellas «élites localizadas dentro del Estado» (1993: 89)
De la visión del estatismo institucional se deduce que el Estado es un escenario que
legitima las acciones de los actores (estales y sociales) como hechos oficiales que
determina el proceso que siguen las políticas.
Finalmente, como una perspectiva Estado-céntrica se arguye que el «Estado no es un
actor unitario, funcional sino embrollador» (1997: 82) 2. Es decir, el Estado en su
intervención en la sociedad presenta una apariencia caótica, irracional, con múltiples
autonomías, presionadas de forma errática e intermitente por los actores capitalistas y
por otros grupos de presión y que la autonomía del Estado esta dada por su naturaleza
institucional, territorial y centralizada (Mann, 1993).
La visión del Estado signada por Mann (1993) distingue dos acepciones del poder del
Estado sobre la sociedad. Por un lado, las instituciones políticas poseen un poder
despótico encarnado en las élites estales sobre la sociedad civil; por otro, el Estado
dispone de un poder infraestructural que desempeña un papel estructurador de la
sociedad y a su vez refuerza el poder de sus cristalizaciones: capitalista, representativa,
nacional y militarista.
En este ámbito, se deduce que la configuración y desarrollo de las políticas públicas se
parece más a una cristalización que a una lucha por el poder entre grupos enfrentados,
debido a que las instituciones políticas tienen la capacidad de cristalizar las formas
generadas por la sociedad y las formas intrínsecas a sus propios procesos políticos
(Mann, 1997).
En síntesis, las visiones estadistas revisadas, argumentan la importancia de considerar a
los Estados como actores autónomos que influyen en la construcción de las políticas.
Sin embargo, como señala el estatismo institucional, la influencia no está dada
únicamente por su papel de actores sino por las pautas estables y recurrentes que
permiten cierta articulación y configuración del proceso de generación y desarrollo de
las políticas.
1.3. Enfoque relacional
Como un esfuerzo teórico que integra las posiciones teóricas anteriormente señaladas,
se encuentra el enfoque relacional que en líneas generales desarrolla la imagen de un
Estado como un lugar activo en estrecha relación con la sociedad. Entre los gestores del
enfoque, Evans arguye que el Estado y la sociedad están ligados por interrelaciones
sociales concretas que suministran canales institucionales para la negociación y
renegociación continua de los objetivos y de las políticas (1996: 547). En forma similar,
Repetto considera a las esferas estatal y social como complejas formas relacionadas, que
se expresan en el accionar de los actores fundamentales en el marco de cierta
institucionalidad (2001: 31)
En efecto, la perspectiva relacional ubica a las políticas en un contexto más amplio, en
la relación entre el Estado y la sociedad y no enclavada exclusivamente en la sociedad
o en el Estado. Este enfoque busca identificar la influencia de la interacción entre
actores, ideas e instituciones en el curso de las políticas. Se prioriza la relación entre los
actores y las instituciones, dejando de lado la incidencia social de las ideas en las

2 Mann define al Estado como: «un conjunto diferenciado de instituciones y personal que implica una
centralidad, en el sentido de que las relaciones políticas irradian desde el centro y hacia el centro, para
abarcar una demarcación territorial sobre la que ese Estado ejerce en alguna medida, una capacidad de
establecer normas autoritarias y vinculantes, respaldados por algún tipo de fuerza física organizada»
(1997: 85).
políticas3. Por otra parte, las investigaciones en el campo elegido, no consideran
únicamente a los grupos sociales o clases sociales como los únicos que determinan el
curso de las políticas, ni tampoco absolutiza la importancia del Estado en la
determinación de las mismas4.
El enfoque relacional no se aleja completamente de los macro-enfoques teóricos
anteriormente analizados, sino que busca comprender el aspecto relacional de las
instituciones en la configuración y desarrollo de las políticas. Sin embargo, esta
vertiente, al tener reciente aparición en el campo del análisis de las políticas públicas, su
corpus teórico se encuentra en plena construcción. A continuación, se hace una reseña
de algunos estudios seminales (Evans, 1996; Hall, 1993 y Repetto, 2000).
Como uno de los aportes sustantivos del enfoque relacional, Evans identifica las
características estructurales que vinculan al Estado con la sociedad, elementos que
sustrajo de un análisis histórico y teórico sobre el papel de los Estados en los planes de
desarrollo, previos a la implementación de los programas de ajuste estructural en varios
paises (1996: 531) 5.
El autor mencionado, determina que la característica estructural de los Estados
desarrollistas resulta de la interconexión entre la figura estatal y la sociedad. Esta
interconexión virtuosa la denomina «autonomía enraizada» (Evans, 1996: 540). Los
rasgos estructurales que configuran esta relación son: La “coherencia corporativa”
que adquiere el Estado para resistir a las incursiones de las agendas personalistas de
los funcionarios que le permiten actuar con cierta independencia (aunque no
aislado) y el segundo, es la “conectividad externa” del Estado con la sociedad a
través de ciertos lazos sociales concretos que suministran canales institucionales que
permiten la relación continua entre actores estatales y actores sociales (Evans, 1996:
546). Las políticas según el planteamiento analizado figuran como acuerdos que son
negociados y renegociados entre los sujetos estatales y los sujetos sociales para
conseguir los objetivos del desarrollo.
En otra perspectiva, se ubica Hall (1993) en su búsqueda de la coherencia estructural de
la acción estatal. El autor señalado encuentra que una de las formas pertinentes para
explicar las continuidades y discontinuidades históricas de las políticas, es el análisis
institucional que une los componentes del Estado y estructura las relaciones de éste
con la sociedad6. Hall en su estudio profundiza el aspecto relacional de las instituciones

3 Se prioriza la relación entre actores e instituciones por reflejar de mejor forma el vínculo entre las
esferas estatal y social (Repetto, 2001: 31). Además, porque las instituciones como creaciones sociales
son el resultado de acuerdos entre actores, que posibilitan una sólida manera de investigar las
trasmutaciones entre el Estado y la sociedad.
4 Por actores se entiende, como afirma Belmartino «aquellos individuos o grupos que ocupan una
posición estratégica en el sistema de decisiones, y que responden, en el proceso de la formación de la
política, por las funciones de articulación del campo cognitivo y del campo del poder» (1998:2-3 citado
por Repetto, 2001: 31). En este sentido, los actores pueden ser individuos o grupos con posiciones
estratégicas en el diseño e implementación de las políticas.
5 Evans examina varios casos, toma a Zaire como ejemplo de un “Estado predatorio”, analiza las
características del “Estado desarrollista” a través de tres países del Este asiático: Japón, Taiwán y Corea.
Estos ejemplos se los compara con dos “Estados que alcanzaron un éxito considerable” como Brasil y la
India (1993: 531).

6 Hall define a las instituciones como «normas formales, procedimientos de aquiescencia y prácticas
operativas que estructuran las relaciones entre individuos en diversas unidades del Estado y de la
economía» (1993: 34)
y enfatiza la forma como estas estructuran las relaciones entre los actores en el proceso
de la políticas7.
Con la finalidad de comprender cómo intervienen las instituciones en el desarrollo de
las políticas, Hall identifica dos factores importantes; el primero, que la organización
del diseño de las políticas afecta al grado de poder del conjunto de actores que se
evidencia en los resultados de las políticas. Segundo, la posición organizativa también
afecta a la definición que hace el actor de sus propios intereses, sus responsabilidades
institucionales y su relación con otros actores (1993: 35).
En este sentido, Hall determina que en el proceso de intervención estatal existe cierta
lógica organizacional, que define y articula los intereses de los actores, la propagación
de las ideas, la construcción de las conductas y la determinación de las estrategias
(1993: 17).
Desde el contexto latinoamericano, Repetto (2000; 2001) analiza la ejecución de las
políticas que enfrentan la pobreza en Argentina y Chile en la década de los noventa,
bajo la noción de “capacidad de gestión pública”. A Repetto se lo cataloga como
relacional porque analiza el papel que juegan los marcos institucionales (formales e
informales) en la estructuración de las interacciones entre los actores involucrados en
las políticas públicas (2000: 598) 8. Para el análisis de las políticas contra la pobreza,
este autor utiliza el concepto relacional-operativo de “capacidad de gestión pública”
para determinar «quiénes se encargan de estructurar y de llevar adelante las
políticas, con qué medios cuentan para hacerlo y bajo qué reglas de juego operan»
(Repetto, 2001: 36). El impacto de las instituciones se da en términos de restricciones y
en la estructura de incentivos para la interacción de los diversos actores en el campo de
las políticas (Acuña y Tommasi, 2000). Sin embargo, el elemento más trabajado por
Repetto fue la identificación de los actores dentro de la intervención estatal; se pregunta
¿cuáles fueron los protagonistas relevantes y qué recursos poseían? con la finalidad
de configurar el mapa de actores relativo al marco institucional vigente que permita
distinguir ¿quiénes se preocuparon de cierta política? y ¿en qué momento histórico lo
hicieron? (Repetto, 2000).
En la presente investigación se utiliza en primer lugar el enfoque relacional, que entre
otras razones, posibilita considerar a las políticas públicas como acuerdos establecidos
entre el Estado y la sociedad. En segunda instancia las políticas no son simples
conquistas de los actores sociales, sino que se desarrollan en escenarios oficiales que
estructuran una dinámica específica en el diseño e instrumentación de las mismas. Por
último, las políticas pueden ser observadas de mejor forma en las largas secuencias
históricas bajo un análisis institucional, que permite determinar el carácter configurativo
de las instituciones en la cartografía de los actores estales y sociales.

7 En el ámbito académico, autores como North diferencian las instituciones de las organizaciones,
entendiendo las primeras «como reglas de juego ideadas por el hombre para dar forma a la interacción
humana y a las organizaciones como grupos de individuos enlazados por alguna identidad común hacia
ciertos objetivos» (1993: 13,15). Mientras, otros como Hall enfatizan las cualidades organizativas de las
instituciones en el proceso de las políticas, y utiliza el término “organización” como sinónimo de
“institución” (Hall, 1993: 35). En la investigación con la finalidad de enfatizar el papel de las
instituciones como reglas de juego y como organizadoras del proceso de las políticas, se utilizará a las
organizaciones como sinónimo de las instituciones.
8 Repetto comprende por marcos institucionales a las normas legales o informales que regulan el campo
específico de la política (2000: 598).
Sin embargo, todavía quedan sueltos dos elementos que requieren ser trabajados con la
finalidad de buscar una explicación sustantiva del vínculo entre actores estatales y
sociales en las políticas. Un primer elemento, es argumentar la incidencia de las
instituciones en tanto formales frente a las informales en el contenido de las mismas y
en un segundo eje, establecer qué momentos del ciclo de la política se deben revisar
para bosquejar la acción de las instituciones formales en los procesos de interacción de
los actores estatales y sociales.

2. Las instituciones formales como concepto y herramienta para estudiar las


políticas públicas.
El abordaje teórico que brinda elementos sustantivos para el análisis del vínculo entre
los actores estatales y sociales es el enfoque relacional-institucional, ya que muestra a
las instituciones en su aspecto relacional y en su papel configurativo de la cartografía de
los actores involucrados en las intervenciones alfabetizadoras públicas.
Además, la transmutación de las relaciones entre los actores estatales y sociales es
capturada a través de un análisis institucional. Por otro lado, el escenario donde se
puede capturar de mejor manera el rol configurativo de las instituciones formales en los
procesos de interacción de los actores es en el diseño e implementación de las políticas
alfabetizadoras, ya que, las reglas de juego aparecen como acuerdos negociados y
cristalizados que estructuran una forma de distribución de los recursos, procesos de
inclusión y exclusión de actores estales y sociales.
En síntesis, las acciones alfabetizadoras se analizaron bajo un enfoque relacional-
institucional, prestando vital importancia al rol de las instituciones formales en la
configuración de la dinámica generada por los actores estatales y sociales desplegada
durante el diseño e implementación de las políticas.

4. Complejizando el análisis del territorio


 Cartografía conceptual del concepto territorio
 Factores de análisis en un territorio: recursos, actores y acuerdos institucionales

Criticas a la visión tradicional de territorio:


Territorio:
Texto de: Altschuler, Bárbara Territorio y desarrollo: aportes de la geografía y otras
disciplinas para repensarlos Theomai, núm. 27-28, 2013, pp. 64-79 Red Internacional de
Estudios sobre Sociedad, Naturaleza y Desarrollo Buenos Aires, Argentina.
Para enmarcar las diversas perspectivas del territorio, algunas tradiciones que se
destacaron en el abordaje del territorio, tales como: la tradición jurídico- política, la
tradición naturalista, la marxista y la humanista (Benedetti, A., 2008).
a). La tradición jurídico- política se centra en la visión del territorio desde la óptica
del control político del mismo por parte del Estado y se asocia fuertemente a la idea de
“perdidas” o “ganancias” territoriales.
b). La tradición naturalista se encontraría más ligada a la etología (estudio científico)
y la visión del territorio como el espacio necesario y natural de los animales.
c). La tradición marxista pondría el acento en una mirada del territorio en tanto base
económica y proveedora de recursos necesarios para la reproducción material de un
grupo, y también como forma de apropiación de estos recursos y de la naturaleza.
d). La tradición humanista –desarrollada mayormente en Norteamérica y a partir de la
conjunción de las perspectivas de la geografía y la psicología- se centraría en el
territorio como el espacio vivido, el lugar donde se transita, el refugio.

Crítica: Podemos decir que en todas estas tradiciones el territorio es algo externo a la
sociedad, este puede controlarse, usarse, aprovecharse, vivirse, pero se encuentra en
líneas generales por fuera de las relaciones sociales, como un sustrato material externo a
ellas.
El territorio incorpora la noción de las relaciones sociales: Poder, de la historia y del
conflicto.
Este concepto actualmente recuperado en las ciencias sociales no se limita únicamente a
la dimensión geográfica o al espacio, sino que incluye otras dimensiones como la
económica, social, ambiental y organizativa. La ampliación del concepto de territorio
tiene mucho que ver con la crítica a una visión tradicional de corte geográfico y más
tarde economicista que solo consideraba los recursos naturales y su valorización. Así,
mientras los economistas se concentraron en una dimensión “incrementalista” medida a
través del crecimiento del PIB, que constituía, como señala Davezies, “en el objeto de
un verdadero fetichismo que monopoliza el escenario del desarrollo económico regional
o local” (2008, p. 9), los geógrafos continuaban a utilizarlo muy vinculado a la noción
de “espacio” que es la base a partir de la cual se puede construir un territorio.
b) Pecquer (2000)
La noción de territorio propuesta por Pecqueur de “entidades socio-económicas
construidas” implica superar la visión geográfica e incorporar la dinámica social que
permite nuevas ideas y soluciones a nivel local:
[…] el territorio no es una escala geográfica de coordinación entre actores
(escala infrarregional, cantonal…) sino una dimensión que se sitúa entre el
individuo y los sistemas productivos nacionales. El territorio, es entonces más
que una red, es la constitución de un espacio abstracto de cooperación entre
diferentes actores con un anclaje geográfico para engendrar recursos
particulares y soluciones inéditas (Pecqueur, 2000, p. 15).

c). Linck (2006a, p. 255).


Por su parte, lo define tanto como un espacio apropiado por los actores que facilita
una construcción colectiva y también “como un recurso productivo, manejado y
valorado en forma colectiva”.
d) Leloup et al. (2005, p. 326)
Señalan que “el territorio se impone como una construcción social permanente en
constante apropiación”. Y, en otro ensayo más reciente,
e). Pecqueur (2009, p. 56). “La apropiación por los actores se convierte en el certificado
de nacimiento del territorio. Si bien no se puede deslindar el concepto de territorio del
concepto de espacio, hay que puntualizar que se trata de un espacio pluridimensional
que se construye a partir de una base económico-productiva determinada y de las
estrategias desplegadas por actores ya sea en forma individual o colectiva.
En estas aproximaciones se puede detectar claramente la presencia de tres
términos que son recurrentes en la noción de territorio: construcción-cooperación-
apropiación. Son precisamente los actores sociales quienes construyen un territorio,
para lo cual deben cooperar a fin de implementar proyectos colectivos y apropiarse de
los recursos no solo naturales, sino también culturales (identitarios) y sociales existentes
en el espacio.
Conclusión: De esta forma, la noción de territorio incluye la dimensión social como un
espacio en que los actores construyen procesos sociales que permiten a su vez
cuestionar determinadas relaciones de poder. Es, como lo señala Schneider, “una
construcción social del espacio que ocurre de forma colectiva entre los individuos e
instituciones que están en el territorio…” (Schneider y Peyré Tartaruga, 2006, p. 20).
Estos planteamientos teóricos abren pistas importantes para reflexionar sobre el
territorio desde una perspectiva más sociológica, una dimensión poco abordada en la ya
importante literatura sobre el desarrollo.
En este artículo, se discute sobre la importancia de la dimensión social del territorio a
través de una triple perspectiva:
(a) la necesidad de analizar el territorio a partir del concepto bourdieusiano de campo
social como campo de fuerzas, en donde toma sentido la disponibilidad de capital
social;
(b) abordar el proceso de construcción social del mercado desde las iniciativas
enraizadas de los actores, en el campo social;
(c) considerar a los procesos de gobernanza como una dinámica de construcción social y
no simplemente de diseño de estrategias orientadas a evitar el conflicto social.
La dinámica social del territorio.
La utilización de la categoría “construcción social” del territorio se relaciona, entonces,
con la necesaria inclusión de los actores sociales, pues de las estrategias de aquellos
y de su grado de organización va a depender mucho la construcción de un
territorio, su identificación y su valorización (Schneider y Peyré Tartaruga, 2006;
Entrena Durán, 2009).
Territorio con la teoría del campo social de Bourdieu:
Porque: Permite visualizar las estrategias de los diversos actores y los conflictos y/o
acuerdos entre ellos en función de la disponibilidad de capitales (económico, cultural,
simbólico, social, etc.) en manos de los actores plurales.
Campo social: es el espacio en donde los actores sociales se ubican para implementar
sus estrategias, que pueden ser cooperativas o competitivas, ya sea para conservar su
posición adquirida en un determinado campo (normalmente las clases privilegiadas), o
ya sea para cambiar su posición (las clases subalternas).
Entonces: la construcción social del territorio, entonces, habría que considerar la
dimensión “relacional” de los actores que despliegan estrategias específicas de
acuerdo a intereses vinculados con su ubicación en el campo social.
El capital social, señala explícitamente dos elementos constitutivos:
(a) la presencia de una red duradera de relaciones y
(b) la existencia de relaciones de reconocimiento e interreconocimiento mutuo

La dimensión social del territorio: viene a enriquecer la conceptualización de territorio


que puede correr el riesgo de ser considerado únicamente como un espacio económico-
geográfico donde hay que planificar bajo un modelo económico determinado
(normalmente desde arriba) las estrategias de actores individuales o dónde hay que
aplicar una “gobernanza” que busca principalmente eliminar los conflictos sociales
(también desde arriba y muchas veces desde fuera) a través de acuerdos entre los
diversos tipos de actores con el único objetivo de buscar metas de crecimiento
económico.
¿En que ayuda la dimensión social del territorio?
a). brinda una lectura más objetiva de los procesos que se han consolidado en el
territorio, de aquellos que se frustraron y de aquellos que tienen una potencialidad
futura.
b). Se pueden visualizar las estrategias desplegadas no solo por los actores exitosos sino
también por aquellos que no lo son.
c). Se visualizan los conflictos sociales que pueden generarse en diversos subcampos
(cultural, étnico, económico, etc.), lo que permite también explicar la naturaleza del
conflicto y su posible salida.
d). Permite captar la dinámica de los procesos de innovación que se desarrollan en el
territorio, esto es, si se trata de procesos endógenos que son impulsados por actores
locales, aprovechando recursos locales, en base a procesos de cooperación o de
generación de empleo local, con una identidad territorial bien definida; o al contrario, se
trata de procesos impulsados por actores locales o externos vinculados a estrategias de
acumulación foráneas que valorizan solo los aspectos económicos (como sucede, por
ejemplo, con la renovada estrategia de “enclave” implementada por las empresas
mineras y agroexportadoras en varias zonas de América Latina).
e). Permite tener una lectura del territorio de corte histórico, pues los procesos que se
dan no son de corto plazo, sino que acumulan experiencias desplegadas por los actores
subordinados, muchas de las cuales han sido dejadas de lado, en situaciones en que el
campo social estaba dominado por otros intereses, pero que pueden reactivarse en otras
condiciones.
Ante el mercado:
¿cuál fue la respuesta por parte de las comunidades y los actores sociales?;
¿cómo se las arreglaron para vivir en el mundo del mercado conservando sus modos de
vida, su cultura y su historia?
 La temprana presencia de espacios de mercado (ferias) en el medio rural.
 Innovación: las mujeres se han convertido en las emprendedoras del mercado
 Transacciones económicas basadas y financieras basadas en la confianza.
El mercado este marcado por factores no-económicos en la producción y el consumo.
Por ejemplo se rompen las reglas: los plazos, montos y modalidades basadas en
relaciones de reciprocidad, solidaridad y parentesco.
Territorio y política
a. Pensar en el territorio como una homogeneidad social es una utopía porque
existen lógicas de acumulación diferenciadas. “conductas de los agentes son
determinantes para su posición en la estructura de relaciones de fuerzas”
(Bourdieu, 2000, p. 61).
b. Es importante considerar que llamada “gobernanza” no es aséptica. No puede
dejar de lado ni hacerse de la vista gorda respecto a que en el territorio existen
actores, grupos y clases sociales que desarrollan estrategias muy diferenciadas
que pueden entrar en conflicto más allá de la buena voluntad de quienes diseñan
políticas públicas, normalmente cuadros políticos ubicados dentro del espacio
social en posiciones más cercanas a quienes ocupan una posición privilegiada y
dominante en el mismo.
La Gobernanza se define como “las interacciones y acuerdos entre gobernantes y
gobernados, para generar oportunidades y solucionar los problemas de los
ciudadanos, y para construir las instituciones y normas necesarias para generar esos
cambios”.

Elementos del análisis del territorio:


a) El espacio topográfico métrico y sus recursos territoriales;
b) Los actores que hacen el territorio; y
c) Los acuerdos institucionales que se establecen entre ellos (Moine, 2006; Lamara,
2009).

Los recursos territoriales


Aunque actualmente existen multitud de definiciones del concepto de territorio
(Lévy y Lussault, 2003), la evolución que ha sufrido la conceptualización de este
término siempre ha ido acompañada por la identificación, descripción y
caracterización de los elementos que contiene el territorio, es decir, de los recursos y
agentes presentes en este.
Así, la definición de este concepto se ha asociado a la presencia de rasgos referentes
al patrimonio natural (Raffestin, 1980; Schneider y Peyré, 2006), las actividades
económicas (Sánchez, 1991; Colletis-Wahl et al., 2008), los actores sociales y sus
relaciones (Brunet, 1990; Pecqueur, 2001) o el sistema cultural, y los valores y los
símbolos de identidad local (van der Ploeg, 1990, 1992; Ray, 1998; Flores, 2007).
Estos recursos se encuentran asociados a los cinco tipos de capital (económico,
humano, social, cultural y natural), de forma que ya existen referencias que hablan
de “capitales territoriales” (oecd, 2001; Cocklin y Alston, 2003; Emery y Flora,
2006; Camagni, 2008).

Los actores territoriales


Del mismo modo, los actores presentes en el territorio actúan según una lógica
territorial, es decir, se identifican como pertenecientes al territorio (lo que conduce a
la idea de membrecía) (Gallardo et al., 2007), y se conocen como agentes
territoriales.
En este sentido, se pueden detectar tres tipos de actores en los territorios rurales: i)
el Estado, en su amplia concepción como proveedor de servicios públicos, ii) la
sociedad civil y las asociaciones, y iii) los actores privados que se van integrando a
los procesos de desarrollo (Campagne y Pecqueur, 2012)

Los acuerdos institucionales


Para abordar el análisis del territorio, el cual es concebido como una
construcción social (Pecqueur, 2001), se requiere una aproximación que vaya más
allá del habitual enfoque morfológico. En este sentido, además de los recursos y
agentes territoriales, para la construcción del territorio resultan esenciales las
interacciones o acuerdos institucionales que se establecen como resultado de la
acción conjunta entre los actores sociales. Esta capacidad de acción conjunta y su
importancia para el desarrollo del territorio, hace referencia al capital social
relacional (Woolcock y Narayan, 2000; Woolcock, 2001), y se encuentra
estrechamente ligada al estudio de la gobernanza (Stoker, 1998).

Trabajo 1: Trabajo entre dos compañeros


¿Cómo definiríamos al territorio desde una dimensión social?
¿Cuáles son las ventajas de entender el territorio desde una dimensión social?

Realizar una cartografía conceptual de “Territorio”.


Ejes Definiciones Síntesis
Aproximación Se da una aproximación al concepto
nocional: estableciendo su definición corriente
y el origen de la palabra o palabras de
las cuales se compone
Caracterización Se describen las características
esenciales del concepto
Diferenciación: Se establecen una o varias
proposiciones en las cuales se muestre
la diferencia de ese concepto de otros
conceptos similares

3. Metodología de análisis del territorio desde los actores:

 Actores e instituciones
 Reglas formales
 Reglas informales - cultura
 Actores: relaciones de poder, estrategias y poder
 Instrumentos metodológicos: Mapa de actores y análisis institucional

1. Introducción a la teoría de los actores:


Entonces la Teoría de los actores se contrapone a lo que han sido los paradigmas
modernos afincados en determinaciones sociales generales (como el funcionalismo, la
teoría de los sistemas, las visiones estructurales, el marxismo, los modelos
neopositivistas, etc.) para ser más propia para el abordaje de ámbitos micro-sociales,
donde suponemos que los sujetos no se limitan a consumir y ordenarse según las
pautas preexistentes, sino que se convierten en actores inquietos que inventan y
construyen sus juegos.
Para Friedber y Crozier (1990) la relación social es una vinculación entre actores más
o menos duradera en el tiempo, en la cual intercambian los recursos y los logros que
poseen en un contexto de cooperación y conflicto para garantizar una producción
institucional que satisface fines individuales y colectivos.
Su método de trabajo es hipotético inductivo que constituye y delimita su objeto de
investigación, ya que reconoce primariamente que los hechos sociales bajo estudio
tienen un carácter contingente, es decir azaroso. Entonces, el camino lleva a la
interpretación y comparación de los múltiples procesos de interacción para forjar
hipótesis cada vez más generales.
Qué es lo que el método no brinda de antemano, y qué se debe descubrir: la dinámica
particular de los enfrentamientos; la configuración específica de los actores; los actores
encarnados y sus campos estratégicos y los límites del sistema de acción que construyen
los actores.
La sociedad: Estas interacciones constituyen conexiones más o menos formales que se
extienden en períodos desiguales en el transcurso del tiempo, durante el cual los actores
intercambian los recursos o los logros que poseen (capital, capacitación, diplomas,
saberes, competencias, etc.) con la meta de obtener un “bien”.
Todos los actores que trabajan en organizaciones de distinta naturaleza no sólo se
concitan, como es común leer en los documentos oficiales, para lograr los fines
declamados hacia fuera de la institución, que suelen discursivamente expresarse en
términos muy ideales o sublimes. También se mueven según fines “egoístas”, o para no
darle una calificación de tono ético al término los definiremos como personales.
Parecieran existir en esta entidad educativa todos “los ingredientes necesarios”: un
escenario de producción donde moran actores con posiciones e intereses diversos, un
cuerpo docente, personal administrativo (no docente) y los estudiantes cursantes. Todos
acuerdan en encuadrarse, al menos idealmente, en laborar para forjar conocimientos,
enseñanzas y aprendizajes, dar servicios a la comunidad y producir nuevos egresados
con determinadas habilidades o formación profesional.
Este “encuentro” está normado (ordenado, orientado, dirigido) por reglas de intercambio
que son las que hacen posible los vínculos; siendo un poco teatrales aseveraríamos que
cumplen la función de ser el guión tentativo que hace que pueda montarse y
representarse la obra. Las reglas pueden ser según su naturaleza de dos tipos: formales
e informales. Entre las principales de carácter formal que regulan las cátedras de todas
las carreras está el reglamento general de cursadas de la facultad (que establece las
condiciones de aprobación y promoción), el programa que los profesores de la cátedra
presentaron a término a través del Plan de Actividad Docente (objetivos de la materia,
condiciones de aprobación, programa de contenidos, bibliografía, trabajos prácticos a
aprobar, etc.) estipulado bajo ciertos formularios.
Pero también hay una serie de reglas informales, que son tácitas, no escritas y que
gobiernan no con menos ascendencia la relación. Estas reglas están relativamente
consensuadas y no son puestas en entredicho por los actores de la producción.

2. La importancia de las instituciones formales en el estudio de las políticas


públicas
En los estudios de las políticas públicas existen aproximaciones que ponen su acento en
los actores y en sus acciones, conocidos como estudios centrados en la agencia.
Mientras otros ponen el interés en la estructura y en las instituciones. En este sentido, se
prioriza los aportes del “nuevo institucionalismo” que identifica en términos generales
la noción de institución como reglas de juego y de organización (Schelder, 1998), que
permite esclarecer el objeto de estudio9.
Varios estudios (véase: Hall, 1993; O´Donnell, 1994; Roth, 2007; Ostrom, 2011)
determinan la influencia de las instituciones en la estructuración del vínculo entre
actores estatales y sociales. Hay que reconocer que los procesos de institucionalización
no se dan únicamente dentro de la organización estatal sino que tienen lugar fuera de la
cristalización burocrática y son los actores estatales los que se mueven dentro de
entramados institucionales como argumenta el nuevo institucionalismo sociológico y
económico (Vergara, 2010). En esta línea, Hall considera que el papel de las
instituciones está dado más por sus cualidades organizativas, que afectan el diseño, la
definición de los intereses tanto de los agentes estatales como sociales y del grado de
relaciones entre el mapa de actores de una determinada política (Hall, 1993).

9 En el nuevo institucionalismo se distinguen generalmente tres vertientes cercanas a las disciplinas


sociales: El nuevo institucionalismo sociológico ligado a la teoría de la organización y la sociología
constituye un rechazo a los modelos basados en actores racionales, un interés por las instituciones
consideradas como variables independientes, un giro hacia explicaciones culturales y cognoscitivas y un
interés en las propiedades de unidades de análisis supraindividuales que no pueden ser reducidas a las
agregaciones de los motivos o los atributos de los individuos (DiMaggio y Powell, 1999). El Nuevo
institucionalismo económico de North es la búsqueda de una teoría del cambio institucional, una teoría
que conciba a las instancias regulatorias de la sociedad como una variable fundamental para influir el
diseño y rediseño de las formas organizacionales que inciden en el desempeño económico (Vergara, 1993:
137) y el nuevo institucionalismo de March y Olsen cercano a la ciencia política se preocupa
fundamentalmente por explicar el comportamiento decisorio en las instituciones políticas (Vergara,
1993:137).
Las instituciones establecen las lógicas de acción de los diversos entramados
burocráticos y de los actores estatales y sociales en la configuración de las políticas. En
efecto, actores estatales dentro de unidades administrativas y actores sociales nacionales
(sociedades filantrópicas) e internacionales (organismos internacionales) configuran un
entramado institucional desde donde se explica la forma que adquiere el diseño y la
instrumentación de las políticas. O´Donnell explicita las cualidades configurativas de
las instituciones en las acciones que son desarrolladas por los actores. Las
instituciones incorporan tanto como excluyen, determinan qué agentes se acepta que
intervengan en la acción gubernamental como participantes válidos en los procesos
de toma de decisiones e implementación, tienden además a establecer el nivel de
acción y organización de los agentes que interactúan y posibilitan la negociación (O
´Donnell, 1994: 12). Además, las instituciones se convierten en referentes para
«alcanzar equilibrios inducidos estructuralmente» (North y Weingast, 1989 citado por
Basabe, 2007: 192) y en construir cierta lógica de lo apropiado (March y Olsen,
1997/2010). Es decir, los equilibrios o lo apropiado aparece «como un conjunto de
acuerdos que se ven cristalizados en dispositivos normativos» (Basabe, 2007: 192).
Siguiendo con razón los estudios de North, se determina que las instituciones son las
reglas de juego en una sociedad o limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la
interacción humana (1993: 13). De esta definición se puede deducir que las instituciones
reducen la incertidumbre al proporcionar una estructura y guía de la interacción social.
Pero, además, son limitaciones que incluyen aquello que se prohíbe y se permite hacer a
los actores bajo ciertas condiciones. Las instituciones como argumentan los autores
(North, 1993; Ostrom, 1986) corresponden a un conjunto de limitaciones o
habilitaciones que pueden ser formales e informales.
Entre las instituciones formales e instituciones informales no existe una relación
jerarquizada sino de grado de influencia en las interacciones sociales (North: 1993:
66). Como ejemplo de las instituciones formales se tiene a la constitución, leyes
escritas, los reglamentos administrativos, acuerdos ministeriales, planes nacionales de
desarrollo, que provienen de acuerdos cristalizados entre la sociedad y el Estado. A las
instituciones formales se las vincula con su respectivo ámbito de aplicación. Por
ejemplo, las reglas emitidas en la Constitución tienen incidencia en las decisiones de la
formulación de las políticas y afectan a la generalidad de la acción estatal, mientras que
las reglas operativas definidas en los reglamentos influyen directamente en las
decisiones cotidianas y a los sujetos involucrados en las políticas específicas (Ostrom,
2011). Por otro lado, las instituciones informales como «códigos de conducta no
escritos» (North, 1993: 14), «como rutinas» (March y Olsen, 2010: 116), «como
clientelismo político» (Auyero, 2002: 35) o «como mecanismos de presión de los
grupos sociales, prácticas poco transparentes de disputa corporativa, tradiciones y
canales de participación de los grupos» (Repetto, 2000: 598-599) que provienen de la
información trasmitida socialmente y que son parte de lo que llamamos cultura (North,
1993: 55).
Cultura:
Una primera visión de la cultura como un “espacio de los comunes”. Por “espacio de
los comunes” se entiende al lugar independiente que utilizan los académicos ante la
falta de respuestas ante ciertas problemáticas sociales. Por ejemplo, “los
comportamientos de tales personas se deben a que su cultura es así”.
Este discurso encarna un problema de fondo, que identifica el conocimiento observable
producido por los académicos a lo que ellos se definen como grupo cultural, dicho de
otro modo, el grupo se define por los conocimientos obtenidos sobre él. El error radica
en determinar al conocimiento como una copia de lo real, y se olvida el papel
importante del sujeto cognoscente en el proceso de construcción del conocimiento.
Una segunda visión es la folklorización de la cultura, determinada en parte por
determinar que la cultura se expresa solamente en las artesanías, en bailes, y en su
idioma. Pero, se olvida que estos objetos son producidos y responden a una lógica
histórica de producción. Esta visión tiene el error de convertir al pasado en el dictador
del presente, es decir, la cultura ya está hecha; es necesario “volver a ser como antes”, a
cómo vivían nuestros antepasados. Pero, se olvida que este volver es una estrategia
política y una elección que realizan los sujetos como miembros de un pueblo o una
nacionalidad.

Desde la antropología.
Uno de los paradigmas concibió a la cultura como un “complejo total que incluye
conocimiento, creencia, arte, moral, ley, costumbre y otras aptitudes y hábitos
adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad” (Tylor, 2007 [1871]: 64).
Este paradigma construyó el estatus epistemológico de la antropología y de la práctica
etnográfica de los antropólogos en siglo XX, en la búsqueda por conocer a los grupos
étnicos alejados de la “civilización” y determinar en base a los principios generales las
etapas de desarrollo o evolución de cada pueblo.
En esta misma escuela Franz Boas determinó que existen varias culturas, con formas y
patrones complejos que resultan de complejas causas históricas que no se prestan a
simplificación (Barfield, 2002: 139).
Posteriormente, autores como Ruth Benedict señaló en términos generales que todo
grupo humano esta predeterminado por un repertorio cultural de carácter natural que
delimita al grupo social. Este repertorio cultural se trasmite a través de la socialización
que configura las características sicológicas y el comportamiento de sus miembros.
Además, conceptualizó que cada cultura “descartaba elementos que eran incongruentes,
modificaba otros para sus propios fines e inventaba otros que se relacionaban con sus
gustos, y el resultado era una cosmovisión única (Benedict, 1934: 34).
Este paradigma configuró la comprensión de la cultura como un todo complejo, como
forma o patrón, o como una cosmovisión única, desde donde se explicaba las
actuaciones de los individuos. Dicho de otro modo, todo grupo humano había
configurado una estructura que puede estar en el lenguaje, en la cosmovisión desde
donde se puede interpretar y explicar las diversas formas de convivir de cada uno de los
pueblos.
Sin embargo, podemos ensayar algunas críticas a este enfoque, principalmente por la
sobredimensión del papel de la cultura sobre el individuo, en otras palabras los
comportamientos de los individuos estarían completamente pautados por la cultura
(Almeida, 1996). Pero, los sujetos son actores que crean y recrean sus formas de
entender la vida, y sus actos deben comprenderse no únicamente teniendo como
referencia su repertorio cultural, sino su relación con otros grupos y con sus estrategias
de supervivencia dentro de las estructuras sociales y políticas.

Una segunda aproximación de la cultura fue desarrollada por Fredrik Barth (1969), y
conceptualizó a la cultura como una variable dependiente de la etnicidad. Como
resultado de su investigación determinó el contenido de la etnicidad y sostuvo que esta
se constituyó dentro de un proceso adaptativo e intencionado en el juego de las
características socio-culturales movilizadas por los individuos en la búsqueda de
beneficios de su entorno.
El grupo étnico está definido por: “un proceso de auto perpetuación biológica, por
compartir valores culturales, un campo de comunicación (idioma), que permite que cada
uno de los miembros se identifique a sí mismos y puedan ser identificados por otros”
(Barth, 1976: 11).
Desde este enfoque, la cultura no es una característica de los grupos como portadores de
ella, sino es un instrumento de adscripción resultado de los procesos de adaptación de
los grupos étnicos.
Sin embargo, la propuesta de Barth coloca a la cultura en una mera instrumentalidad y
utilidad coyuntural, dejando de lado la ponderación histórica y las relaciones de poder y
la desigualdad interna de los miembros de un grupo étnico. Además, esta perspectiva
subrayó la importancia de que metodológicamente se sobredimensione el conflicto
exterior entre grupos étnicos y no se reconstruya la conflictividad interna que subyace
en pueblo o nacionalidad (Almeida, 1996: 13).

Finalmente, algunos antropólogos y sociólogos contemporáneos en la busca de


comprender a la cultura y la sociedad no como un elemento estático determinado, sino
enfocado en el modo en cómo incide la cultura en los individuos y viceversa. Desde este
enfoque se pueden identificar dos variables importantes.
Una primera perspectiva que inserta el poder como una categoría de análisis
indispensable para comprender la identidad y la cultura de los pueblos y nacionalidades,
con el interés de revelar las relaciones de poder al interior de los grupos y la influencia
de las estructuras en la reproducción de las desigualdades sociales.
Por otro lado, emerge la propuesta del constructivismo estructuralista o estructuralismo
constructivista que trasladó el análisis de las reproducciones sociales y simbólicas
dentro de una sociedad desde el hecho realizado hacia el modo en el que se realiza
como una crítica a las posturas objetivistas que ignoran la acción y el actor y a los
subjetivistas por opacar la incidencia de las estructuras en las interrelaciones cotidianas
de los actores.

Esta propuesta acuñada por Pierre Bourdieu, empleó el término estructuralista o


estructuralismo en el sentido de que existen de estructuras en el mundo social y no
solamente en los sistemas simbólicos como el lenguaje o el mito. Sino, la presencia de
estructuras independientes de la conciencia y de la voluntad de los agentes, que son
capaces de orientar y coaccionar las prácticas y representaciones de los individuos
(Bourdieu, 2000 [1987]: 127).
Y el término constructivismo porque hay una génesis social de una parte de los
esquemas de percepción, de pensamiento y de acción que son constitutivos de lo que se
llama habitus y por otra parte estructuras (Bourdieu, 2000 [1987]: 127).
Bourdieu relaciona de forma dialéctica las estructuras objetivas de la sociedad y
fenómenos subjetivos presentes en los actores a través de la práctica. Para concebir esta
incidencia mutua utiliza dos conceptos centrales en su planteamiento teórico, habitus y
campo, al primero se entendió como:
Sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas
predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir como principios
generadores y organizadores de prácticas y de representaciones que pueden ser
objetivamente adaptadas a su meta sin suponer el propósito consciente de ciertos fines
ni de dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente
reguladas y regulares sin ser para nada el producto de la obediencia a determinadas
reglas, y, por todo ello, colectivamente orquestadas sin ser producto de la acción
organizadora de un director de orquesta (Bourdieu, 2007: 86).
En efecto, el habitus es el principio generador de prácticas objetivamente enclasables y
el sistema de enclasamiento de esas prácticas (Bourdieu,2006 [1979]: 169), pero no
determina la acción de los actores, pero que la condiciona.
Por otro lado, el campo es definido como una red de relaciones que son desplegados por
los actores y las instituciones, esta red es una arena de batalla entre los agentes por
salvaguardar o mejorar su posición dada por la acumulación de capitales sociales,
culturales. En este sentido Bourdieu define el campo como:

“El espacio social global como un campo, es decir a la vez como un campo de fuerzas, cuya
necesidad se impone a los agentes que se han adentrado en él, y como un campo de luchas
dentro del cual los agentes se enfrentan, con medios y fines diferenciados según su posición en
la estructura del campo de fuerzas, contribuyendo de este modo a conservar o a transformar
su estructura” (Bourdieu, 1997: 49).

Las instituciones formales se caracterizan por ser escritas en papel, explícitas y emitidas
por la autoridad oficial, mientras que las instituciones informales no son escritas,
implícitas, presentes en la sociedad como conocimiento cultural o formas de
intercambio observadas sin haberlas ideado conscientemente (Sugden, 1986: 54 citado
por North, 1993: 60).
Varias investigaciones (Hall, 1993; North, 1993; O´Donnell, 1994, Repetto, 2000; 2001)
sustentan la importancia de estudiar de forma conjunta la incidencia de las instituciones
formales e informales. Sin embargo, al poner el énfasis político en el análisis de las
políticas públicas, las instituciones formales brindan una mayor riqueza conceptual
frente a las instituciones informales ya que las instituciones formales son las que se
aplican, se supervisan y son impuestas por las autoridades oficiales.
Desconocer la incidencia de reglas formales en la estructuración de las políticas es
opacar el rol del Estado en tanto actor y en tanto lugar activo. Con razón afirman
Mazmanian y Sabatier que muchas veces al estudiar el proceso de las políticas públicas
se subestima la capacidad que puede tener la ley para estructurar los procesos de
diseño e implementación de las políticas (1993:329). Los autores reconocen la
capacidad de la ley para “estructurar” el proceso total de la implementación, a través
de la selección de las instituciones responsables, de la orientación política de los
funcionarios responsables y la regulación de las oportunidades de participación a
actores no pertenecientes a los agencias públicas (Mazmanian y Sabatier, 1993: 336).
La presente investigación emplea la categoría de instituciones formales entendidas
como dispositivos normativos que representan un conjunto de acuerdos a los que llegan
los actores involucrados en la definición de la política y en la ejecución de la misma, ya
que las instituciones formales se pueden capturar de las fuentes documentales estatales y
de la normativa signada por la relación cristalizadora de las autoridades políticas y los
sujetos sociales.

Tipos de actores:
Hallamos actores apáticos que se mueven como figuras displicentes asumiendo papeles muy
menores, teniendo nula o escasa participación. Pero también encontramos a los grupos mejor
colocados en las relaciones de poder, los más estructurados, también denominados grupos
estratégicos (o conservadores); y los menos estructurados también designados como grupos
erráticos. De estos dos últimos grupos, los primeros son los que tienen mayor preeminencia y
potencial para terciar en la producción, usualmente son reducidos en su número y muy
dinámicos. En sus antípodas los que nombramos en segundo término congregan muchos más
miembros, pero arrastran severas dificultades de cohesión para la acción.
El poder docente no sólo lo es por el consentimiento ideológico, sino que las mismas normas
formales lo consagran al sancionar su mayor representación en los organismos legislativos y al
indicarlos como los únicos que pueden ocupar los cargos de gestión en los ejecutivos.
Empero digámoslo de una vez, nuestra teoría ayuda a interpretar mecanismos institucionales
de cambio y decisión, ahora que unos u otros actores (cualesquiera sean) prevalezcan y ganen
poder de configuración institucional, nada nos indica que el cambio en sí sea positivo y que
necesariamente se vaya a una mayor calidad institucional.
Vamos a suponer que estos actores en condiciones de inferioridad se dan cuenta –tal cual
expresa nuestra teoría- que las reglas de intercambio no lo prevén todo, no cubren el conjunto
del espectro de acciones factibles y menos aún en su detalle; en todos los casos son siempre
codificaciones parciales, provisionales y contingentes. Esta definición asentada sobre tres
puntos nodales nos lleva a la noción de flexibilidad de las normas, y abriga la idea de que es
entonces posible cuestionarlas y reconsiderarlas según las circunstancias.
En las organizaciones sociales no sólo tenemos la potencialidad para mantener las reglas, sino
también –en uso ingenioso de los márgenes- de pugnar para transformarlas, pero no
seguramente por cualquier mecanismo. Esa es la razón esencial por lo que se convierten ellas
mismas en fuente de conflictos. La TA, desde su realismo posmoderno, nos apunta sin titubeos
que las reglas no son neutras , éstas son el mismo resultado de la desigualdad existente en la
organización, aún mucho más: la consagran.

Texto de Touraine
CUADRO Nº 3. EL INTERVENCIONISMO SOCIOLÓGICO DE ALAIN TOURAINE
Dice Touraine (1987) que nos encontramos totalmente desprovistos de método cuando hay que
estudiar como la sociedad se produce a sí misma a través de sus relaciones culturales y sociales.
Esto esencialmente ocurre porque las perspectivas tradicionales de las ciencias humanas que
abordan los hechos sólo han puesto su ojo analítico sobre cómo la sociedad consume las normas
establecidas. En este sentido, Touraine afirma que los intelectuales deben con sus instrumentos
y pericias ponerse al servicio de los sujetos para que ellos manifiesten públicamente su voluntad
y se conviertan en actores de su propia vida.
Los actores no se limitan a adaptarse a las situaciones sociales que les imponen o simplemente
reaccionar, sino que también las engendran. Esta última actitud es la que convierte a un simple
agregado de sujetos en movimientos sociales, conjunto de voluntades que obtienen en su
batallar verdaderas innovaciones organizacionales y la puesta sobre el tapete de valores inéditos
en la vida colectiva. En palabras del autor: “Es al concentrar la atención sobre los propios
actores –en lo cotidiano- en sus condiciones concretas cuando podemos aproximarnos mejor a
los mecanismos por los cuales más allá de las conductas de consumo social se pueden divisar
las conductas de producción conflictiva de la sociedad (1986:12)”.
Piensa Touraine que la tarea del intelectual es intervenir sobre pequeños grupos a la manera de
un psicoanalista, orientando el pase de conductas adaptativas a las normas establecidas a
actitudes verdaderamente conflictivas y de elaboración de proyecto. En suma, darle a la práctica
un sentido más elevado, con la finalidad de lograr militantes dispuestos a analizar el significado
profundo de la acción, que tomen conciencia de su papel de actores históricos y de productores
de sus propios acontecimientos al transformar las situaciones a las que se enfrentan.

Mapa de actores

a) Mapa de actores

¿Qué es un mapa de actores? Es una herramienta que permite


representar la dinámica social en la que está inmersa la institución
educativa. Este instrumento no solo consiste en identificar quienes son
los actores dentro de un territorio, sino también conocer sus acciones,
intereses, relaciones e influencias sobre la dinámica de la institución
educativa.

Para construir el mapa es necesario entender el concepto de actores.


Por actores se entenderá dentro de esta metodología a “todo
individuo, organización o grupo con recursos en torno a la
seguridad”. Belmartino «aquellos individuos o grupos que ocupan
una posición estratégica en el sistema de decisiones, y que responden,
en el proceso de la formación de la política, por las funciones de
articulación del campo cognitivo y del campo del poder»
¿Cómo se hace un mapa de actores?
Para construir el mapa de actores se sigue la metodología propuesta por
Pozo-Solís (2007) que distinguen principalmente cinco (5) pasos que se
caracterizan a continuación:
Paso 1: Identificación de los actores.
Consiste en hacer un listado de los diferentes actores que tiene una
influencia positiva o negativa en la dinámica de la institución educativa.
Luego se clasifican por grupos de actores: Instituciones públicas;
instituciones privadas; Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y
sociedad civil organizada, con la finalidad de seleccionarlos en torno a
la seguridad física.
Grupos de actores *Actor **Incidencia ***Incidencia Negativa
Positiva
Instituciones
públicas;
Instituciones
privadas;
Organizaciones No
Gubernamentales
(ONGs)
Sociedad civil
organizada
* Actor: Nombre del actor
** Incidencia Positiva: Contribuye a la seguridad
*** Incidencia Negativa: No contribuye a la seguridad

Paso 2: Caracterización de los roles del actor


El objetivo de este paso es reconocer las principales funciones de los
actores que inciden positivamente en la seguridad de la institución
educativa, a fin de identificar las posibles acciones que podrían
desarrollar en relación con los temas de seguridad física.
Grupos de actores *Actor con **Roles de actores
incidencia
positiva
Instituciones
públicas;
Instituciones
privadas;
Organizaciones No
Gubernamentales
(ONGs)
Sociedad civil
organizada
*Actor con incidencia positiva: Nombre del Actor
**Roles de actores: Función que desempeña
Paso 3: Análisis de los actores
Se realiza un análisis de los actores en función de dos variables:
 Recursos controlados por el actor: económicos, simbólicos,
culturales y sociales.

 Voluntad de movilizarlos según relaciones de afinidad o de


rechazo a la dinámica de la institución educativa.

Grupos de Actor Roles del Recursos Valora Voluntad Valor


actores actor ción ación
Clasificación de Individuo, Funciones Recursos (+)/(-) Relaciones de (+)/(-)
los grupos organizaci que controlado afinidad o de
sociales: ón o desempeña s por el rechazo a la
Instituciones grupo que actor: dinámica de la
públicas; participa económico institución
Instituciones en la s, educativa
privadas; dinámica simbólicos
Organizaciones de la y sociales
No institució
Gubernamentale n
s (ONGs)y educativa.
Sociedad civil Nombre
organizada

Paso 4: Clasificación de los actores


Se propone la clasificación de actores en: estratégicos, relevantes y
secundarios según las dos categorías: Recursos y voluntad.

 Actores estratégicos: “todo individuo, organización o grupo con


recursos y voluntad suficientes para mejorar la convivencia
pacífica e impedir el cometimiento de delitos.

 Actores relevantes son actores que poseen los recursos necesarios


para mejorar la convivencia pero que no tienen voluntad de influir
en la mejora de la seguridad o viceversa.

 Actores secundarios no tienen recursos ni voluntad de modificar


las reglas de juego de la convivencia educativa.

Clasificació Actor Recursos Voluntad Valoració


n de actores n
Estratégicos Individuo, Recursos Relaciones de (++)
organización o controlados por el afinidad o de
grupo que actor: rechazo a la
participa en la económicos, dinámica de la
dinámica de la simbólicos y institución
institución sociales educativa
educativa. (+) (+)
Nombre
Relevantes (+) (-) (+/-)
(-) (+)
Secundarios (-) (-) (--)
Paso 5: Graficar el mapa de actores
Elaborar un cuadro de doble entrada, en el eje vertical se ubicarán la
variable recursos distribuida en dos niveles que puede poseer cada
actor positivo (posee recursos) y negativo (no posee recursos) y en el eje
horizontal se ubicará la variable voluntad distribuida en dos niveles
que posee cada actor positivo (tiene relaciones de afinidad) y negativo
(tiene relaciones de rechazo).

RECURSOS

Positivo
Estratégicos
Relevantes

Secundarios
Relevantes
Negativo

Negativo Positivo

VOLUNTAD

El mapa de actores se construirá con el apoyo sustantivo de los


servidores policiales de los circuitos a los que pertenecen las
instituciones educativas.

Identificación de las relaciones en el territorio.

Las líneas rectas: Señalan relaciones fuertes y fluidas,


Las punteadas: relaciones débiles y
Las líneas en zig-zag: relaciones conflictivas.

Ventajas:
 Qué tipo de relaciones predominan (débiles, fuertes, “intermitentes”).
 Qué “zonas” del mapa cuentan con mayor cantidad de relaciones y/o de relaciones más
densas.
 Qué actores desarrollan más vínculos con otros y quiénes menos, qué actores son el
“epicentro” de una red de relaciones, es decir, aglutinan las relaciones con otros actores.
 Qué actores ocupan una posición estratégica (por su legitimidad, por su poder, por el
contexto en el que intervienen, etc.) en sus relaciones con otros, cuáles son mediadores
de los vínculos entre dos actores o grupos de actores distintos.
 Qué áreas del mapa se caracterizan por el conflicto entre actores.
 Qué espacios carecen de redes, es decir, qué actores podrían vincularse para facilitar
determinadas acciones o proyectos y no lo hacen

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