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Carlos Demasi
Fundación Vivián Trías
Cuaderno N°25
La relación batllismo – Estado: un
concepto problemático.
Carlos Demasi
1-Referentes generacionales.
Este debate sobre la justicia distributiva abarcó ámbitos universitarios, que como
destacan Barrán y Nahum, comprendía a un sector de clase media que formaba un
proletariado intelectual, sobre todo de médicos y abogados, sin futuro económico. El
batllismo poseía el mayor número de políticos profesionales y o políticos que a su vez
eran universitarios, en un 83%, siendo doctores en derecho el 59 %, y de éstos, un 48
% docentes dela Facultad de Derecho.
Nadie como José Irureta Goyena resumió el problema planteado entre los dos sistemas
filosóficos desde el punto de vista de la justicia: “ La libertad sigue un movimiento
inverso a las necesidades y el aumento excesivo de éstas puede reducir a cero la
libertad de muchos hombres....sólo la necesidad decide en cada caso la medida de la
libertad que debe sacrificar cada uno.”2
En el tema de la justicia social se entrecruzan con las grandes corrientes filosóficas del
positivismo y del idealismo las obras de algunos autores que son referentes más
directamente vinculados al pensamiento político y a los programas de reforma social.
Sus argumentaciones, referidas a la práctica y sobre todo a la acción política, los
califican ambiguamente desde el punto de vista filosófico. Es por eso que hemos
preferido eludir toda definición ideológica de los autores del período como positivistas o
espiritualistas. En el tema de la justicia, la definición es entre reformistas y
conservadores. Entre los defensores de una regulación de la justicia por medio del
Estado y los individualistas celosos del mantenimiento de las desigualdades de
nacimiento.
2
En Examen y crítica de las doctrinas de libertad en el Derecho, tesis de doctorado, 1902. Anales de la Universidad,
año Xl, tomo XV.p.59.
espiritualismo,( que por otra parte no consideramos tan relevantes en el tema de la
justicia ) y trataremos de ver cómo se manifestó su influencia en el pensamiento político
del primer batllismo. Nos referimos al movimiento que en Inglaterra partió de los
radicales utilitaristas del siglo XlX y se extendió hacia las concepciones clásicas del
socialismo inglés. También tendremos en cuenta la influencia de la Masonería y del
krausismo. Tanto los radicales ingleses como los krausistas dejan su huella en el Río
de la Plata , y en algunos casos, como en el de Adolfo Posada, un referente poco
señalado pero de primordial importancia en el pensamiento jurídico, puede
demostrarse, en una vasta obra, que su pensamiento fue un verdadero puente entre las
ideas krausistas y las socialistas siendo expresamente mencionado por los juristas que
desde la Facultad de Derecho iban fundamentando la necesidad de la extensión de las
funciones del Estado.
Otro de los autores vinculados a la versión anglosajona del socialismo que merece
especial atención en el tema de la justicia es Henry George , en este caso un autor
citado repetidamente tanto en el ámbito académico como en el político.
3
Stuart Mill aclaraba que los derechos estaban en relación con las obligaciones morales.”La
justicia implica que sea no sólo correcto hacer algo, o incorrecto no hacerlo, sino que tal acción
nos pueda ser exigida por alguna persona individual por tratarse de un derecho moral suyo.” “El
utilitarismo”, Alianza, pág. 112.
contra el trabajo”.4 Su propuesta más discutida es la reforma fiscal, que desviaría la
renta que fluye hacia el bolsillo de los propietarios, haciéndola ir hacia el conjunto del
pueblo, por medio de un impuesto progresivo.
Es evidente que todos los referentes ideológicos a que nos hemos referido, como
propios de los intelectuales de comienzos del siglo pasado, orientaban la discusión
hacia la reforma de la sociedad, que dependía, según la orientación filosófica, de un
nuevo rol del Estado a favor de la corrección de la injusticia, o de una regeneración
moral de los individuos, en consideración de sus obligaciones sociales, o de ambas
cosas a la vez.
Es esta situación coyuntural del debate la que explica la importancia de la bibliografía
krausista. Se refería particularmente a una nueva concepción liberal del Estado y aludía
a principios éticos algo diferentes a los que estaban contenidos en las corrientes
positivistas y kantianas, por lo que resultaban mucho más flexibles en el momento de
las argumentaciones y las acciones políticas reformistas. El krausismo se mezcló no
sólo con el liberalismo, sino que también con el socialismo, lo que hacía menos
perceptible la oposición idealismo-materialismo. Si bien su filosofía ascendía a niveles
metafísicos, bajaba a la tierra especialmente preocupada por la distribución de los
bienes producidos por el sistema de cooperación social y en general aludía más a los
derechos de unos hombres con respecto a los otros, que a las obligaciones fundadas
en la caridad. Por otra parte, el krausismo admite la objeción que el socialismo hace al
liberalismo de la justicia formal, al que se desentiende de las necesidades sociales.
Esta particularidad del krausismo hace que sea bastante difícil probar afirmaciones que
señalan la prioridad de esta ideología en el pensamiento de Batlle. Compartiendo
algunos principios de justicia con otras corrientes de pensamiento, desde el utilitarismo
hasta el kantismo, desde el liberalismo hasta el socialismo, el krausismo es en cierto
modo una síntesis de las concepciones de la justicia de fundamento jusnaturalista con
las que proviniendo del ámbito doctrinario del evolucionismo elaboran teorías
naturalistas orgánicas, en que el Estado tiene fines morales y está por ello obligado a la
justicia.
Por estas características del krausismo y por el hecho de que la tercera generación de
krausistas incluyera a autores que eran considerados en España socialistas, (y también
liberales) no parece posible evaluar la incidencia de las ideas krausistas en el batllismo,
relacionándola con otras referencias que pudieran ser igualmente significativas.
Pensamos que su impacto si bien se produjo en el último cuarto del siglo XlX, en la que
algunos autores llamaron generación del Quebracho, no dio lugar a un derecho político
realmente renovador hasta entrado el siglo XX, dada la persistencia del positivismo en
el plano socio-jurídico y político. Cuando esto sucedió, el krausismo hacía ya escasas
referencias a su fondo metafísico. En la tercera generación krausista española, la de los
discípulos de Giner, los autores se dedicaron de lleno al tema de la cuestión social,
produciendo bibliografía filosófica, sociológica y jurídica, inspirada tanto en los autores
clásicos como en los antecedentes krausistas y en la bibliografía inglesa y
norteamericana. Los juristas krausistas propusieron reformas legislativas concretas, y
4
En “La ciencia de la economía política”, pág.487 y en “La cuestión de la tierra”, cap.Vl.
describieron las nuevas funciones del Estado entre las cuales aparecía la de corrector
de la injusticia y la de referencia ética de la sociedad. Sus planteos eran entonces tan
eclécticos que si bien no puede negarse su origen krausista y masónico son evidentes
las referencias al liberalismo revisionista y al socialismo anglosajón.
Debemos tener en cuenta que todos los referentes ideológicos que hemos citado fueron
influyendo en el reformismo batllista a través del conocimiento de la producción de los
autores, por la vía de los intelectuales batllistas, pero también y a la vez, por los
contactos que tuvo Batlle en Europa. Es por eso que no compartimos la tesis de que el
pensamiento batllista se haya constituido durante su juventud y haya quedado
confirmado a través de toda su trayectoria. Sería una ingenuidad pensar que cuatro
años de estadía en Europa no hubieran impulsado una reelaboración ideológica, sobre
todo luego de la experiencia de gobierno de su primera presidencia. B.Nahum se refería
recientemente a la importancia de las reformas que Batlle conoció en Europa: avances
5
Según dice Posada en su libro “En América una campaña”, el tema fue propuesto por el rector “Que estimó tales
cuestiones de oportunidad en la República, donde, en efecto, hay al presente un cierto movimiento de reforma obrera,
como lo demuestran algunos proyectos de ley sometidos a discusión y aprobación del Poder Legislativo (v. g. el de
pensiones a la vejez, recientemente elaborado),aparte del programa formulado por el hoy Presidente de la República,
Sr. Batlle y Ordóñez, que se refiere, entre otras cosas, al llamado problema social.” Págs.64 y 65.
de la secularización, estatizaciones en Inglaterra y en Italia, programas políticos y
sociales del radicalismo francés y del socialismo inglés, etc.
Comenzaremos diciendo que lo que se dio en llamar “la época batllista”, o por otros “el
país modelo”, puede considerarse sin limitar sus contenidos ideológicos al ámbito
propiamente batllista, es decir, a un sector del partido colorado. Muchas de las ideas de
justicia que constituyen ese modelo “batllista” fueron divulgadas y defendidas también
por el socialismo, por el movimiento social cristiano y por algunos intelectuales del
partido nacional, teniendo antecedentes claros en el discurso político de algunos
constitucionalistas. Este reformismo, por otra parte, debe considerarse en relación con
la producción de los intelectuales argentinos vinculados al ámbito legislativo, ya que las
publicaciones y el intercambio personal entre ambas márgenes del Plata permiten
suponer la existencia de un debate ampliado.6
Uno de los principios de justicia del reformismo es el que afirma que la necesidad de
unos individuos y el patrimonio de otros crean una relación asimétrica que invalida la
legitimidad de los contratos.
El derecho sirve a los que más pueden, que son precisamente los que tienen intereses
jurídicamente protegibles. Por lo tanto, la igualdad jurídica, fundamento de la justicia
formal, no basta. Hay que crear nueva legislación para asegurar el goce real de la
libertad, que no existe bajo el dominio de la necesidad extrema. La universalidad de la
justicia formal debe exceptuarse en casos concretos para permitir la compensación .
El segundo principio nos dice que es injusto que el interés individual predomine sobre el
interés común. El gobierno debe representar a todos los intereses productores de
utilidad social aprovechable. En todo caso, debe predominar el precepto utilitarista de
hacer feliz al mayor número.
6
Pueden encontrarse más datos sobre el reformismo argentino, su relación con el español y la importancia del debate
universitario en Eduardo Zimmermann, “los liberales reformistas” La cuestión social en la Argentina. 1890-1916. E.
Sudamericana. 1995.
Algunas reflexiones sobre la obra educacional del batllismo.
Luis Delio
En esta oportunidad, voy a referirme a un aspecto particular del batllismo, que si
bien ha sido mencionado por la profusa bibliografía nacional existente, no ha recibido el
destaque particular que merece. Me referiré a algunos puntos de las políticas
educacionales que el batllismo ha desarrollado a lo largo de las tres primeras décadas
del siglo XX.
Que la educación y la política, y que el conjunto adjetivado en “política educativa”
constituye de por sí un aspecto importante de la preocupación social, nos puede
retrotraernos a tiempos remotos, tan remotos como las reflexiones que Platón plasmaba
en su República. Pero sin perdernos en el tiempo, en nuestro medio, la reflexión política
vinculada a lo educacional, emerge tempranamente y con mucha fuerza en el último
cuarto del siglo XIX. Los tiempos de la Reforma Vareliana, el apogeo del positivismo, la
propia fundamentación del movimiento reformista, consideraron a la actividad
educacional como un aspecto del desarrollo o mejor dicho, como el desarrollo de la
nación. Aún aquellos exponentes del catolicismo que combatieron el laicismo vareliano,
adjudicaron igual valor a la actividad educacional como refuerzo del trabajo productivo7.
No hay duda que el inicio de una política educacional de carácter popular, comienza
con la inauguración del sistema de educación nacional de inspiración Vareliana. Sin
embargo, los logros de este sistema fueron de alcance absolutamente limitado en los
tiempos del reformador y aún en los años inmediatos a su muerte. Podríamos decir que
los logros realmente significativos, en materia educacional primaria, no se consolidaron
hasta el ocaso de la tercera década del siglo XX, es decir a lo largo del
desenvolvimiento del ciclo batllista.
La situación de la educación primaria en 1900, no manifestaba gran desarrollo si nos
atenemos al juicio del Dr. Abel J. Pérez. Esta figura fue señera en materia educacional
7
En estos términos se expresaba Francisco Bauzá: “Si queremos entrar resueltamente en el cambio de la
reorganización hagamos cuestión de gobierno el progreso material del país, que es el más sólido fundamento de su
progreso político y de su libertad. Estimulemos la producción de la riqueza, dignifiquemos el trabajo, e intentemos
seriamente la reunión de tantos elementos dispersos para formar una clase media que modifique la exaltación de los
partidos y demarque el recto sendero por donde se encamine la marcha de la Nación. La primera de todas las
libertades es la independencia personal: cuando un pueblo la ha conseguido para la mayoría de sus individuos, las
instituciones que rigen el orden político tienen que ser tan libres como los hombres independientes a quienes ellas
intentarán subordinar a su acción. En todas partes donde el trabajo y el ahorro forman la base de las costumbres
públicas, se encuentra siempre un pueblo libre, mientras que los pueblos esclavos son aquellos donde el parasitismo,
la holgazanería, la ociosidad, va engendrando todos los vicios y preparando todas las tiranías; desde la tiranía de la
mendicidad corrompida que solicita un pan sin darse la pena de intentar ganarlo hasta la tiranía de los gobiernos que
a cambio de ese pan se imponen por el hambre. ¡Temblemos por nuestra democracia, si las costumbres de ociosidad
a que desgraciadamente se siente inclinada una parte del pueblo, llegan a cundir entre las clases que trabajan
dificultosamente, y que a veces desesperan de un porvenir tranquilo! ¡Temblemos por nuestra organización
republicana y hasta por los vínculos nacionales que nos unen, si la educación tradicional de las profesiones liberales,
haciendo cada día mayor camino llega al fin a decretar el menosprecio del trabajo humilde que saca sus productos de
la tierra o ennegrece las manos de los hombres en el manejo de una máquina!”. Bauzá, F. Ensayo sobre la formación
de una clase media. En: Oddone, J. A. Economía y Sociedad en el Uruguay Liberal 1852-1904. Montevideo.
Ediciones de la Banda Oriental. 1967. pág. 175.
durante las dos primeras décadas del siglo XX, puesto que ocupará la Dirección
General de Instrucción Pública durante 18 años ininterrumpidamente, hasta que la
Institución desaparece siendo sustituida por el Consejo Nacional de Enseñanza
Primaria y Normal. Muy reveladoras son las fuentes más importantes del período, las
“Memorias”, que el Dr. Pérez presentaba a la DGIP y al Ministerio del ramo. En ellas
confirmamos que el desarrollo educativo primario estaba muy lejos de ser aceptable si
nos atenemos al número de maestros titulados. En la “Memoria” de los años 1902-03,
figuran datos correspondientes a la titulación anual de maestros8 de los años previos al
ascenso de J. Batlle y Ordóñez. Podemos confirmar que en 1880, 15 fueron los
titulados y que el 1901 el número había alcanzado solamente la cifra de 28, aunque es
cierto también, que en algunos años, este número había sido superado. Idéntico
aspecto presenta el volumen de escuelas a nivel nacional. Si consideramos que en
1895, el país contaba con 521 escuelas públicas (totales urbanas y rurales), en 1902 el
número alcanza a 615, y el año en que Batlle asume el gobierno, culmina con 614
escuelas funcionando.
Si la reforma no conformaba en la extensión pretendida, tampoco lo hacía en su
filosofía, como lo podemos confirmar por las denuncias reiteradas, que la DGIP recibe
de violaciones a la laicidad9, las que motivaron resoluciones que reclamaban el
cumplimiento de la normativa prescrita por el Decreto Ley de 1877. Pero lo que es más
importante aún, tampoco desde el punto de vista administrativo, en los albores del siglo
XX, el sistema educativo se encontraba consolidado. Durante el primer año de gobierno
de Batlle y Ordóñez, en el mes de setiembre, su Ministro de Fomento, Ing. José
Serrato, se ve obligado a intervenir en un conflicto de atribuciones entre la Dirección
General de Instrucción Pública y la Comisión Departamental de Instrucción Pública de
Montevideo, donde ésta última se arrogaba competencias correspondientes a la
Dirección General10. El conflicto se reitera al mes siguiente, debiendo nuevamente,
intervenir el Poder Ejecutivo, y el motivo fue la auto denominación de “Dirección” por
parte de la Comisión Departamental de Instrucción Pública11. Como podemos ver por
estos hechos, la centralización del sistema educativo nacional primario se encontraba
8
Pérez, A. J. Memoria correspondiente a los años 1902 - 1903 presentada a la Dirección General de Instrucción
Primaria y al Ministerio de Fomento por el Dr. Abel J. Pérez (Inspector Nacional). Montevideo. Talleres de A.
Barreiro y Ramos. Pág. 621.
9
Pérez, A. J. Memoria correspondiente al año 1900 presentada a la Dirección General de Instrucción Pública por
el Dr. Inspector Nacional de Instrucción Primaria Dr. Abel J. Pérez. Montevideo. El Siglo Ilustrado. 1901. pág. 20.
También la circular de DGIP del 23 de marzo de 1901 reitera las prescripciones que figuraban en el art. 18 de la Ley
de Educación Común. Véase: Dirección General de Instrucción Pública. Legislación Escolar Vigente. 1898 - 1903.
Publicación Oficial ordenada por la Dirección General de Instrucción Pública. Montevideo. Talleres A. Barreiro y
Ramos.1904. pág. 86.
10
Dirección General de Instrucción Pública. Legislación Escolar Vigente. 1904 - 1905. Publicación Oficial
ordenada por la Dirección General de Instrucción Pública. Montevideo. Talleres Tipográficos de «La Prensa».1906.
pág. 100.
11
Dirección General de Instrucción Pública. Legislación Escolar Vigente. 1898 - 1903. Publicación Oficial
ordenada por la Dirección General de Instrucción Pública. Montevideo. Talleres A. Barreiro y Ramos.1904. pág.
258.
débilmente consolidada. En síntesis, de los caros principios varelianos de laicidad,
gratuidad y obligatoriedad, solamente el de gratuidad tenía una realización concreta a
nivel de educación primaria.
Respecto al proceso de laicización, no cabe duda de que durante el ciclo batllista se
completa absolutamente este principio de la escuela pública. Enmarcado en un proceso
más amplio de secularización que el batllismo completa y profundiza, el principio
vareliano de una escuela laica se consolida no sin encontrar resistencias. El camino de
este principio estuvo pautado en tiempos prebatllistas por la acción de hombres que
culminarán conformando en staff de colaboradores en el gobierno de José Batlle y
Ordóñez. Recordemos como ejemplo algunas consideraciones que ya en 1893
señalaba el Dr. Carlos María De Pena, apoyándose en las opiniones del jurista español
Adolfo Posadas, respecto a la condición de los tiempos que corren como
“secularización de la vida” y la necesidad de “ser cumplidos por el Estado fines sociales
que antes fueron del resorte de la Iglesia, cuando ésta tenía el imperio sobre las almas
a la vez que el dominio sobre los hombres y sobre las cosas»12.
De todas maneras, durante la 23ª Legislatura, en 1908, se decretaba la supresión
absoluta de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas de la nación. Nacido el
decreto de una iniciativa del Diputado por Tacuarembó, Genaro Gilbert, es aprobado13
por la Comisión de Instrucción Pública de la Cámara de Representantes y en junio de
1908, con la única disconformidad del Diputado Alfredo F. Vidal, la Asamblea General
sancionaba la iniciativa. Es significativo que entre los ardientes defensores del proyecto
de Gilbert, figuraran las personalidades más emblemáticas de la secularización batllista:
el Diputado Carlos Oneto y Viana y el joven diputado Eugenio J. Lagarmilla. El primero
había presentado su revolucionario proyecto de divorcio en 1905 y el segundo propuso
y obtiene la supresión de los crucifijos en los hospitales, lo que motivó la reacción de
José E. Rodó en su “Liberalismo y Jacobinismo”. El decreto mencionado se aplica
radicalmente en 1909 e inmediatamente, el Dr. Abel J. Pérez, el 31 de marzo de 1909
"manifiesta al Ministerio del ramo, (...) que, a juicio de la Dirección, procede legalmente
12
De Pena. C. M. Principios de Organización de la Beneficencia Pública. Montevideo. Imp. Artística y Librería de
Dornaleche y Reyes. 1893. pág. 7.
13
Cámara de Representantes. Diario de Sesiones. Sesiones Ordinarias del 1er. Período de la XXIII Legislatura.
Tomo CXCV. Montevideo. «El Siglo Ilustrado».1909. pág. 129. "El Senado y Cámara de Representantes de la
República Oriental del Uruguay, reunidos en Asamblea General, etc., etc., DECRETAN:
Artículo 1º Desde la promulgación de la presente ley queda suprimida toda enseñanza y práctica religiosas en las
escuelas del Estado.
Art. 2º La Dirección General de Instrucción Pública determinará los casos en que hayan de
aplicarse penas a los maestros transgresores de esta ley. Estas penas serán de suspensión,
14
Pérez, A. J. Memoria correspondiente a los años 1900-1910 presentada a la Dirección General de Instrucción
Primaria y al Ministerio de Industrias, Trabajo e Instrucción Pública por el Dr. Inspector Nacional de Instrucción
Primaria Dr. Abel J. Pérez. Montevideo. Talleres Gráficos A. Barreiro y Ramos. 1911. Pág. 267.
15
Universidad. Informe del Consejo de Enseñanza Secundaria y Superior Correspondiente al año 1886. Montevideo.
El Siglo Ilustrado. 1887. pág. 20.
16
Acevedo, E. La Enseñanza Universitaria en 1905. Informe del Sr. Rector de la Universidad Dr. Eduardo Acevedo.
Montevideo. Anales de la Universidad. Año XIII, Tomo XVII, N° 80. pág. 127.
17
Acevedo, E. La Enseñanza Universitaria en 1905. Informe del Sr. Rector de la Universidad Dr. Eduardo Acevedo.
Montevideo. Anales de la Universidad. Año XIII, Tomo XVII, N° 80. 1906. pág. 103.
18
Acevedo, E. La Enseñanza Universitaria en 1905. Informe del Sr. Rector de la Universidad Dr. Eduardo Acevedo.
Montevideo. Anales de la Universidad. Año XIII, Tomo XVII, N° 80. 1906. pág. 127.
José Batlle y Ordóñez, había asignado recursos que aseguraban la “construcción de
todos los edificios universitarios” requeridos por las autoridades de mucho tiempo atrás.
Pero no solamente en materia locativa, el gobierno de José Batlle y Ordóñez conformó
las demandas de la Universidad, también en aspectos relativos a la formación de
docentes y técnicos, por medio de “pensiones y becas en Europa y Norte América, a
favor de los estudiantes más distinguidos, que se incluirán en el nuevo presupuesto” 19,
manifiestan el estimulo educacional que el batllismo de estos primeros años imprime.
Durante la primera presidencia de Batlle, se instala una preocupación
educacional fundamental: la enseñanza secundaria. Esta aspiración por desarrollar y
extender una “verdadera enseñanza secundaria” constituía una verdadera
preocupación para las autoridades universitarias y para el gobierno. En 1906, el Rector
de la Universidad manifestaba que “El problema de la enseñanza media no está
resuelto, no se ha planteado siquiera en el país. (...) Tenemos enseñanza primaria y
enseñanza preparatoria (aunque se la llame secundaria, es preparatoria); no tenemos
verdadera enseñanza media, faltándonos los liceos que en Europa y en Norte América
responden a ese fin. En Montevideo esa deficiencia es en cierto modo atenuada por la
existencia de ciertos institutos particulares y por el concurso de profesores que dictan
cursos a personas que no quieren ni pueden concurrir a la Universidad. En campaña el
mal impera en toda su extensión y se hace notar con todas sus consecuencias. Fuera
de la enseñanza primaria no hay elementos de cultura. En unos cuantos centros
urbanos hay institutos de enseñanza preparatoria; concurren a ellos los que aspiran a
obtener un título profesional. Los demás, después de abandonar la escuela primaria no
reciben otra educación, y aún cuando quisieran, no encontrarán dónde recibirla”20.
El Rector Acevedo en su informe de 1904 señalaba expresamente los fines que a su
juicio debería cumplir la enseñanza secundaria afirmando que es “conveniente que todo
el que salga de la escuela primaria pueda cursar cinco años de enseñanza secundaria,
a fin de levantar el nivel mental y de que cada joven resulte un factor útil en el comercio
y en la industria. Y es conveniente dificultar el acceso a las facultades superiores, como
medio de que sólo vayan a ellas los que tengan positiva vocación y cualidades
descollantes para las carreras liberales”21. De manera que la enseñanza secundaria
debería perseguir tres finalidades, por un lado “levantar el nivel mental” de los jóvenes y
por otro conformarlos como “factor útil en el comercio y en la industria” y por último,
evitar el ingreso a las carreras liberales a aquellos jóvenes que no tienen cualidades
“descollantes” para ello.
El presidente Batlle, en el decreto del 22 de noviembre de 1906, en su art. 1°
retomará esta filosofía educativa cuando, señalaba las finalidades “formativas” y
19
Acevedo, E. La Enseñanza Universitaria en 1905. Informe del Sr. Rector de la Universidad Dr. Eduardo Acevedo.
Montevideo. Anales de la Universidad. Año XIII, Tomo XVII, N° 80. 1906. pág. 102.
20
Castellanos, A. R. Contribución de los Liceos Departamentales al desarrollo de la vida nacional. (1912-1962.
Montevideo. Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria. 1967. pág. 68.
21
Acevedo, E. La enseñanza universitaria en 1904. Informe presentado por el Rector de la Universidad Dr.
Eduardo Acevedo. Montevideo. El Siglo Ilustrado. Anales de la Universidad. Vol. 16. 1905. pág. 126.
“económicas” que debía perseguir la enseñanza secundaria. Para Batlle, el objeto de
los liceos sería, “provocar la observación y disciplinar el criterio, por medio de una
enseñanza general que prepare para el cumplimiento de los deberes de la vida y
favorezca el desarrollo y la aplicación de las aptitudes individuales en las diversas
manifestaciones de la actividad económica”.
La primera acción emprendida por el gobierno de Batlle que tiene la manifiesta
finalidad de extender la enseñanza secundaria, se expresa el 23 de enero de 1906 con
la sanción de la ley N° 3015 por la que se autorizaba al Poder Ejecutivo para convertir
varias deudas públicas, - circulantes unas, y otras no emitidas aún -, del 6% al 5% de
interés. La Universidad había solicitado que el sobrante del empréstito de conversión se
destinara a las Escuelas de Veterinaria y Agronomía. Sin embargo, el Presidente de la
República, consideró que también sería una finalidad adecuada utilizarlo para extender
la enseñanza secundaria en todo el país22. En su artículo 17, de la mencionada ley
3015, determinaba que “El sobrante de títulos de 5 %, creados por esta Ley, que resulte
después de verificada la conversión y reembolso, se destina a la construcción y
organización de una escuela de veterinaria, una de agricultura, y el fomento de la
educación secundaria en los departamentos de la campaña”. De manera que esta
iniciativa de 1906 constituye la primera manifestación de voluntad política de extender
la enseñanza secundaria a todo el territorio nacional. El Poder Ejecutivo, mediante un
decreto del 22 de noviembre del mismo año23, determinaba que “debían establecerse
diez, (liceos) uno en Rivera y los nueve restantes en las ciudades más pobladas de la
República”. Nuevamente, a través del Ministerio de Fomento, se dictaba el 5 de enero
de 1907, un decreto que modificaba ampliando los objetivos del decreto anterior,
determinando que «Se establecerá un Liceo de Enseñanza Secundaria, con excepción
de Montevideo, en la Capital de cada uno de los Departamentos de la República». Sin
embargo, como todos sabemos, estas iniciativas en las postrimerías de la primera
presidencia de José Batlle y Ordóñez, no se materializan sino durante su segunda
presidencia.
Pero, ¿cuáles fueron las razones por las cuales no se concretaron en
realizaciones, las iniciativas de Batlle de 1906, en lo que respecta a la extensión de la
enseñanza secundaria? El primero de marzo de 1907 asumía la presidencia Claudio
Williman y este hecho constituye una de las posibles explicaciones, para que el
propósito de extender la enseñanza secundaria no se materializara, todo ello motivado
por una divergencia en la concepción de la consideración de los fines educacionales
que tendrían el Presidente Claudio Williman y José Batlle y Ordóñez. De los fines
propuestos en 1906, sólo se concretan los estímulos destinados a desarrollar las
Escuelas de Veterinaria y Agronomía, pero en materia de enseñanza secundaria no se
destinan los presupuestos previstos para este fin. El origen de la divergencia en materia
22
Ley Nº 3015, en su art. 17º establecía que “El sobrante de títulos de 5 %, creados por esta Ley, que resulte después
de verificada la conversión y reembolso, se destina a la construcción y organización de una escuela de veterinaria,
una de agricultura, y el fomento de la educación secundaria en los departamentos de la campaña”.
23
Decreto del Ministro de Fomento, Dr. Alfonso Pacheco, creaba Liceos en campaña donde ingresarían niños de 12
años con tercer año de primaria aprobada en escuelas rurales y con quinto año aprobado en escuelas urbanas.
de política educacional entre Batlle y Williman, estribaría fundamentalmente en el valor
atribuido a cada una de las ramas de la enseñanza. Williman entendía que solamente el
nivel primario y superior debería ser desarrollado y estimulado por el Estado, no así con
la enseñanza secundaria que hasta - sorprendentemente -, el Estado debería dejarla
librada a la iniciativa privada. Esta consideración de Williman respecto a la enseñanza
secundaria, se encontraba en las antípodas de la concepción de José Batlle y Ordóñez,
que entendía a la enseñanza secundaria, como una responsabilidad estatal, al tiempo
que debía tender a una extensión análoga a la enseñanza primaria.
El sorprendente, que entre los considerandos que expone el Presidente Williman,
en el mensaje que presenta el proyecto de Ley Orgánica de la Universidad, en 1907,
señale que “El Poder Ejecutivo hubiera deseado desde ya suprimir la enseñanza
secundaria oficial, porque tiene el convencimiento de que el Estado no debe suplir ni
hacer competencia injusta a la iniciativa privada, cuando ella se revela con suficientes
energías para cumplir satisfactoriamente con un servicio de interés social; y hoy ya se
puede afirmar que no está lejano el día que se lleve adelante, por uniformidad de
opiniones, la reforma que consiste en limitar la acción del Poder público, en la
enseñanza secundaria, a una actitud de simple vigilancia en las escuelas particulares, y
cuando más a intervenir en el plan de estudios para darle unidad, juzgar en las pruebas
de suficiencia y exigir la enseñanza práctica de ciertos conocimientos. El Poder
Ejecutivo por el momento no cree oportuno prestigiar la realización de esa reforma
radical, que se basa en el principio de libertad; no obstante, la facilidad para dentro de
algún tiempo, asegurando el triunfo de ese ideal al dividir los estudios en Preparatorios
y Secundarios propiamente dichos. Con esta subdivisión se obtendrían también
grandes ventajas, que consisten en no hacer trabajar a las nuevas generaciones más
que el indispensable para ejercer con plena conciencia las profesiones superiores,
evitando el cansancio intelectual antes que el hombre se inicie en la verdadera lucha
por la vida”24.
Como vemos, Williman entendía que la enseñanza secundaria no debía ser
pública y si no se lleva adelante absolutamente la privatización de este servicio, es sólo
porque aún no están dadas las condiciones para ello. El presidente William consideraba
que el esfuerzo del Estado en materia educacional, debería dirigirse fundamentalmente
a la extensión y fortalecimiento de la educación primaria. En este ámbito, su obra fue
destacable ya que durante su administración fueron creadas en una primera etapa 150
escuelas y ulteriormente 210 más, elevando el número de locales escolares al millar25.
Una vez concluida la presidencia de Williman, el 1° de marzo de 1911 asumía su
segundo mandato José Batlle y Ordóñez. Desde los comienzos de su administración,
manifiesta su interés por llevar adelante lo proyectado en los decretos del 22 de enero
de 1906 y 5 de enero de 1907, que no se habían concretado durante la administración
Williman. El 4 de mayo de 1911, Batlle enviaba a la Asamblea General conjuntamente
un mensaje donde señalaba las causas que impidieron el cumplimiento de dichos
24
Cámara de Representantes. Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes. Tomo CXCII. 1908. Montevideo.
«El Siglo Ilustrado». 1909. pág. 865.
25
Pérez, A. J. Mi Defensa. Montevideo. Imp. El Siglo Ilustrado. 1918. pág. 30.
decretos (agotamiento de fondos y la estructura de los estudios universitarios de
entonces)26 y su conocido Proyecto de Ley de Creación de Liceos Departamentales.
Entendía Batlle que la situación del año 11 era más apropiada para la extensión de la
enseñanza secundaria, ya que se había aprobado la reforma universitaria de 1908.
Pero veamos los fines que a juicio de Batlle, debe perseguir la enseñanza
secundaria. En el mensaje presidencial mencionado, Batlle señalaba que la enseñanza
secundaria buscaría satisfacer una finalidad general que sería la de “perfeccionar el
criterio y elevar el nivel intelectual de la población entera”, pero para que ello se
realizara, dicha enseñanza “completa y racional estará gratuitamente al alcance de
todos”. A esta finalidad se agregaba la de estimular a los jóvenes del interior a
mantener sus vínculos con la localidad de pertenencia, cosa que no era posible
mientras existieran oportunidades de estudio radicadas exclusivamente en Montevideo.
De manera que sus finalidades pueden resumirse en: estímulo, extensión y equidad
socioeducativa por la acción de la enseñanza secundaria gratuita y oficial, al tiempo de
buscar el afianzamiento de los jóvenes en el interior.
A la iniciativa persistente de instalación de los liceos departamentales, debemos
agregar otros emprendimientos que se van jalonando durante su segundo mandato: el 2
de junio de 1911 enviaba a la Cámara de Representantes su Proyecto de Ley de
creación de una Universidad para Mujeres, sancionado en 1912. Cuando abre sus
puertas la Universidad de Mujeres en 1912, se inscribieron 28 alumnas y 24 aprobaron
el examen de ingreso, 15 años después, el volumen del estudiantado femenino
alcanzaba a 1156 alumnas. Si la Universidad de mujeres buscaba incentivar la
concurrencia femenina, otros proyectos educacionales buscaban mitigar otras
desigualdades. En 1914 se suprimen las matrículas de los estudiantes secundario,
logrando la absoluta gratuidad de la enseñanza y en 1919 se concreta la instalación de
los liceos nocturnos.
Es indudable que la preocupación por la acción educativa del estado batllista
persiste como un elemento constitutivo del proyecto de Batlle y Ordóñez. En ocasión de
su viaje a Europa, en carta enviada a los responsables de su Diario “El Día”, Batlle
manifestaba a Manini Ríos y Dgo. Arena: “«Yo pienso aquí en lo que podríamos hacer
para constituir un pequeño país modelo, en que la instrucción sea enormemente
difundida. En el que se cultiven las artes y las ciencias con honor. En el que las
costumbres sean dulces y finas. Me complazco en imaginarme que podríamos crear
Universidades en todos los departamentos. Grandes institutos científicos y artísticos en
Montevideo. Desarrollar el teatro, la literatura. Organizar los juegos olímpicos. Fomentar
la riqueza nacional, impidiendo que se la lleven los elementos extraños. Proveer al
bienestar de las clases pobres»”.
26
Cámara de Representantes. Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes. Tomo CCXIII. Montevideo. «El
Siglo Ilustrado». 1912. pág. 171.