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septiembre 23, 2017 Escogidas Para Servir

¿Católico o Adventista?: El continuo


conflicto sobre la autoridad + 9.5 tesis
por George R. Knight

¿Católicos o adventistas?: El continuo


conflicto sobre la autoridad + las 9.5 tesis
Por George Knight
En 31 de octubre de 1517, Martín Lutero clavó sus 95 Tesis en la puerta
de la Catedral en Wittenberg, Alemania. Este año, el mundo protestante
está celebrando el 500 aniversario de ese evento. El 8 de mayo, el
presidente de la Asociación General, Ted Wilson, dirigiéndose a los
profesores de la Universidad del Medio Oriente, citó a Ellen White,
quien predijo que los adventistas del séptimo día continuarían esa
Reforma hasta el nal de los tiempos. Después de eso, citó 2 Timoteo 1:
7: «Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder,
de amor y de dominio propio».[1] Con este buen consejo en mente,
comenzaremos nuestro estudio de la historia de la autoridad en el
adventismo con Lutero y su lucha con la Iglesia romana.

Dado mi tema, muchas personas esperan que yo trate el tema del


desarrollo de la autoridad eclesiástica en el adventismo. Pero la
autoridad de la iglesia en la denominación está contextualizada dentro
de la comprensión del Adventismo de la autoridad de la Biblia y de
Ellen White. Como resultado, he dividido mi presentación en tres
partes: el enfoque adventista de la autoridad bíblica, los pensamientos
de Ellen White sobre la autoridad y el desarrollo de estructuras
autoritativas en la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

El enfoque histórico del Adventismo sobre la


autoridad bíblica
El adventismo se ha visto históricamente como un hijo de la Reforma
Protestante. Como resultado, es crucial que reconozcamos que la
Reforma no fue principalmente sobre indulgencias o incluso la
justi cación por la fe. En su corazón, la Reforma fue sobre el tema de la
autoridad. «Lo nuevo en Lutero», escribe Heiko Oberman, «es la noción
de la absoluta obediencia a las Escrituras contra cualquier autoridad;
sean papas o consejos».[2] Esa idea es evidente en su testimonio ante
la Dieta de Worms: «A menos que esté convencido por el testimonio de
las Sagradas Escrituras o por razón evidente -porque no puedo creer
solo en el papa o en los concilios… Me considero convicto por el
testimonio de la Sagrada Escritura, que es mi base; Mi conciencia está
cautiva a la Palabra de Dios. Así, no puedo y no me retractaré, porque
actuar contra la conciencia no es ni seguro ni sano. Dios, ayúdame.
Amén».[3]

Los comentarios de Ellen White sobre Lutero en el libro El con icto de


los siglos son útiles. Lutero «declaraba rmemente que los cristianos
no debieran admitir más doctrinas que las que tuviesen apoyo en la
autoridad de las Sagradas Escrituras. Estas palabras minaban los
cimientos en que descansaba la supremacía papal. Contenían los
principios vitales de la Reforma».[4] Una vez más, escribió, los
romanistas «procuraron conservar su poderío, no por medio de las
Escrituras, sino apelando a las amenazas, como lo hace siempre Roma
en semejantes casos».[5] Finalmente, leemos que «en la actualidad los
hombres se han alejado mucho de sus doctrinas y preceptos, y se hace
muy necesario volver al gran principio protestante: la Biblia,
únicamente la Biblia, como regla de la fe y del deber… La misma
adhesión incondicional a la Palabra de Dios que se manifestó en los
días tan críticos de la Reforma del siglo XVI, es la única esperanza de
una reforma en nuestros días».[6]

En este punto es importante darse cuenta de que la principal herencia


de la Reforma al Adventismo no es el Luteranismo o el Calvinismo,
sino el Anabaptismo o la Reforma Radical, que en esencia sostuvo que
los reformadores magisteriales no habían sido consistentes en su
enfoque de la Sola Escriptura (la Biblia sola). Para los anabaptistas era
erróneo detenerse donde Lutero, Calvino o Zwinglio lo hicieron
teológicamente. Como resultado, ellos se movieron más allá de
enseñanzas tales como el bautismo infantil y el apoyo estatal de la
iglesia sino hacia los ideales de la iglesia del Nuevo Testamento
Quizás el mejor cuerpo religioso representativo en el espíritu del
Anabaptismo en la Norteamérica del siglo XIX fue el movimiento
Restauracionista, para el cual no había credo sino la Biblia misma. Su
impulso para volver a la Biblia preparó el terreno para el adventismo.
Tanto Joseph Bates como James White llegaron al Adventismo desde la
Conexión Cristiana, una rama del Restauracionismo. Para White, «todo
cristiano… está obligado a tomar la Biblia como una regla perfecta de fe
y deber».[7]

En resumen, el Adventismo en su mejor momento en 2017 se encuentra


sobre una rme plataforma de la Biblia sola como la regla de la fe y la
práctica. Uno de los rasgos desafortunados del catolicismo romano y
de muchos otros movimientos cristianos en la historia es que cuando
no podían establecer sus demandas en la Biblia se sentían tentados a
usar las amenazas y la fuerza respaldadas por la autoridad
eclesiástica.

En este punto de nuestra discusión de la autoridad bíblica necesitamos


examinar brevemente dos textos: el Concilio de Jerusalén de Hechos 15
y la función de atar y desatar de la iglesia en Mateo 18:18. Esos pasajes
se han vuelto importantes debido a su uso en documentos recientes
producidos por la Asociación General. En esos documentos, un pasaje
favorito es Hechos 15. Un documento de septiembre de 2016 señala que
«lo que a menudo se llama el ‘Concilio de Jerusalén’ es signi cativo
tanto por su proceso como por la decisión teológica que resultó de
este». La decisión del Concilio «fue considerada como vinculante para
las iglesias en todos lados». Y leemos, «en resumen, la lección del
Concilio de Jerusalén es que, en la Iglesia, la diversidad de prácticas
puede ser permitida, pero sólo después de que un cuerpo
representativo haya aceptado permitir alguna variación».[8]

Como veremos, esas son conclusiones muy interesantes cuando se ven


desde la perspectiva de lo que realmente ha tenido lugar en la historia
adventista reciente. Pero antes de hacerlo, será útil examinar las
observaciones de Ellen White sobre el Concilio. En Los hechos de los
apóstoles señala que «eran la voz de la más alta autoridad en la
tierra», una descripción que después aplicaría a los congresos de la
Asociación General. Esas palabras también se encuentran en La
historia de la redención, donde la sección del Concilio tiene el título
editorial de «El primer congreso de la Asociación General». La sección
Dios autorizaría un cambio de las prácticas tradicionales. Pero, ella
concluye, que «Dios mismo había decidido esta pregunta favoreciendo
a los gentiles con el Espíritu Santo» para demostrar la necesidad del
cambio. En resumen, Dios había dado el Espíritu a los gentiles de la
misma manera que tuvo con los judíos.[9] Así fue aprobada la unidad
en la diversidad.

El punto sobre el Espíritu solucionando la controversia es interesante


ya que en el congreso de la Asociación General de 2015 no hubo ningún
testimonio de pastoras acerca de cómo el Espíritu Santo ha bendecido
sus ministerios de la misma manera que los hombres, el mismo tipo de
testimonio que había llevado a romper el estancamiento sobre la
aceptación de los gentiles en Hechos 15 (véanse los versículos 8 y 9) y
había reforzado a muchos miembros del Comité de Estudio de Teología
de Ordenación, establecido por la Asociación General, para aprobar por
una clara mayoría el concepto de permitir que las divisiones que
deseen ordenar mujeres puedan avanzar. En ese sentido, el proceso de
toma de decisiones de Hechos 15 no fue seguido.

Otro punto a destacar es que en Hechos 15 todas las decisiones tenían


una clara base bíblica. Lo mismo no se puede decir del voto de la sesión
de la Asociación General de 2015, como veremos en nuestro enfoque de
la autoridad eclesiológica del adventismo.

Diversos señalamientos deben hacerse en relación con Hechos 15. En


primer lugar, Pablo más tarde optó por no seguir la decisión del
Concilio de Hechos 15:20, 29 con respecto a la abstención de los
alimentos sacri cados a los ídolos. Esto es evidente en 1 Corintios 10:
23-30.[10] Donde en los versículos 25 y 27 se a rma que se puede
comer la carne ofrecida a los ídolos si no ofende a nadie, una decisión
que va directamente contra Hechos 15 con su prohibición categórica.
Así que, encontramos a Pablo añadiendo condiciones y haciendo
excepciones basadas en el contexto cultural. Lo que Pablo pudo haber
hecho fue anunciar que la primera Asociación General en sesión había
aprobado una regla universal y que tenía una copia de la carta para
demostrarlo. Eso habría resuelto el problema y salvado a Pablo de usar
mucha tinta y explicación. En realidad, no encontramos a Pablo en
ninguna de sus cartas re riéndose al Concilio de Hechos 15, aunque
podría haber sido útil para él.
Un segundo punto que debe ser observado es que la Iglesia Adventista
del Séptimo Día no sigue las reglas «universales» de Hechos 15:29, 20
ya que no prohíbe comer sangre, requiriendo que los comedores de
carne en su medio coman solo carne kosher que ha sido matada de la
manera adecuada para que la sangre se drena completamente de ella.
Por lo tanto encontramos que los adventistas son similares a Pablo al
interpretar y descartar aspectos de la decisión basados en gran medida
en consideraciones culturales.

Con estos hechos en mente, se puede argumentar que la verdadera


lección que se obtiene de Hechos 15 es la unidad en la diversidad, con
los judíos y los cristianos gentiles teniendo libertad para seguir
caminos diferentes, porque el Espíritu Santo fue derramado de la
misma manera en ambos grupos.

En cuanto a Mateo 18, los documentos de septiembre de 2016


producidos por la Secretaría de la Asociación General a rman que «los
Adventistas del Séptimo Día creen que la autoridad concedida a la
Iglesia por Jesús permite a los líderes de la Iglesia tomar decisiones
que obliguen a todos los miembros». Tales decisiones del liderazgo,
dice la nota en el documento, se hacen «en las Sesiones de AG y
Concilios Anuales».[11]

Esa es una perspectiva interesante, especialmente a la luz del uso que


la Iglesia Católica Romana da a ese pasaje y su paralelo en Mateo 16
para enseñar que todo lo que la iglesia vota en la tierra es rati cado en
el cielo. Pero el griego en el versículo dice en realidad que «todo lo que
atares en la tierra habrá sido atado en el cielo». (RV60). El comentario
bíblico Adventista del Séptimo Día está en lo correcto cuando observa
que «los representantes de Cristo en la tierra tienen el derecho y la
responsabilidad de atar todo lo que ya ha sido atado en el cielo, y de
desatar todo lo que ya ha sido desatado en el cielo».[12]

La observación del Comentario bíblico adventista sobre el pasaje


paralelo en Mateo 16:19 es aún más clara. A saber, la función
vinculante y paci cadora de la iglesia es «de exigir o de prohibir
aquello que la Inspiración revela con claridad. Ir más allá de esto, es
poner la autoridad humana en lugar de la autoridad de Cristo…
tendencia que Dios no puede tolerar en aquellos que han sido
designados como supervisores de los ciudadanos del reino de los cielos
l i [ ] ll hi h l i d ñ l d l
que la iglesia haga que esté de acuerdo con las instrucciones dadas en
la palabra de Dios será rati cado en el cielo».[14]

Lo que es más interesante en el uso repetido por la Asociación General


de los versos atar y desatar es que utiliza consistentemente Mateo
18:18 y descuida Mateo 16:19. Esto es comprensible ya que Mateo 16:18,
19 no sólo establece la función vinculante de la iglesia, sino que
también contiene la observación de Cristo acerca de Pedro y la roca
sobre la cual Cristo construirá su iglesia y las llaves del reino,
convirtiéndola en el fundamento de la eclesiología católica romana.
Con esto en mente, es más fácil ver por qué los documentos de la
Asociación General enfatizan Mateo 18:18 pero evitan el pasaje
paralelo. No hay mucho que ganar en el uso del pasaje favorito del
catolicismo, aunque transmita esencialmente la misma idea. Pero un
aspecto fascinante del uso de esos versos es que tanto los adventistas
en sus documentos recientes, al igual que los católicos romanos, han
interpretado mal el texto de la misma manera para nes similares.

Un punto interesante relacionado con el uso que hace la Asociación


General de Mateo 18 es que no es la iglesia la que llama pastores sino
Dios, según Efesios 4:11. Toda la iglesia terrenal puede hacer esto, atar
o rati car la decisión de Dios a través de la comisión o la ordenación.
Eso es bíblico, así como la imposición de manos en reconocimiento al
llamado de Dios. Lo que no es bíblico es la ordenación tal como la
conocemos. De hecho, nuestra palabra inglesa «ordination»
[ordenación] no deriva de «ninguna palabra griega usada en el Nuevo
Testamento, sino del latín ordinaire».[15] Como resultado, las
traducciones modernas tienden a usar palabras tales como  «appoint»
[designar] o «consecrate» [consagrar] donde la KJV usa «ordain»
[ordenar].[16] La palabra «ordenación», como los adventistas la usan,
no es una enseñanza bíblica, sino que encuentra sus raíces en la iglesia
primitiva y medieval temprana.[17] Desde esta perspectiva, la
distinción entre ordenar y comisionar es un juego de palabras sin
sustento bíblico.

El enfoque histórico de Ellen White sobre la autoridad


En el corazón de la comprensión de Ellen White de la autoridad
religiosa estaba el lugar de la Biblia. «La Biblia», escribió, «debe ser
nuestra norma para toda doctrina y práctica. . . . No debemos recibir la
autoridad divina que es suprema en asuntos de fe. Es la palabra del
Dios viviente la que debe decidir todas las controversias».[18] Ese
pensamiento a anzó la teología de Ellen White a través de su largo
ministerio.

En cuanto a su propia autoridad, ella (como lo hicieron los otros


fundadores del adventismo) la consideró derivada de la autoridad de la
Escritura y subordinada a esta. Ella describió su relación con la Biblia
como «una luz menor para conducir a los hombres y las mujeres a la
luz mayor».[19]

En muchos aspectos, el episodio más esclarecedor respecto a la


posición de Ellen White sobre la autoridad tuvo lugar en relación con el
congreso de la Asociación General de 1888.[20] En ese evento tuvo que
confrontar a aquellos que empujaban las perspectivas adventistas
tradicionales en varios niveles de autoridad humana. Uno de los
enfoques era la autopercepción del presidente de la Asociación
General, G. I. Butler, de tener «la posición más alta que nuestro pueblo
podía imponer» y su reivindicación de derechos y responsabilidades
especiales en la solución de asuntos teológicos en la iglesia. Ellen
White tomó muy poco en cuenta esta idea. Poco después de las
reuniones de 1888 escribió que Butler «piensa que su posición le da tal
poder que su voz es infalible». «Ningún hombre debe ser autoridad
para nosotros», escribió.[21]

Un segundo enfoque que tuvo que tratar fue el intento de usar la


tradición adventista para resolver los problemas bíblicos. Ella,
respondió a esa táctica escribiendo que «como pueblo estamos
ciertamente en gran peligro, si no estamos constantemente vigilando
para evitar considerar nuestras ideas, solo porque han sido atesoradas
desde hace tiempo, son doctrina bíblica y en cada punto infalible, y
medir a todos por la regla de nuestra interpretación de la verdad
bíblica. Este es nuestro peligro, y este sería el mayor mal que jamás
podría llegar a nosotros como pueblo».[22]

Una tercera categoría de autoridad humana que tuvo que afrontar en la


época de 1888 fue el impulso en el congreso de Minneapolis de resolver
problemas teológicos y bíblicos estableciendo la posición o cial de la
denominación mediante un voto formal de la Asociación General
reunida en Congreso. Como siempre, Ellen White tenía palabras para la
d i ió b i l i ibió d b
una resolución sobre resolución para disuadir el desacuerdo de
opiniones, pero no podemos forzar la mente y la voluntad, y así
eliminar el desacuerdo. Estas resoluciones pueden ocultar la discordia,
pero no pueden apagarla y establecer un acuerdo perfecto. Nada puede
perfeccionar la unidad en la iglesia, sino el espíritu de tolerancia a
Cristo». W. C. White expresó su opinión con respecto a un voto o cial
para resolver las cuestiones disputadas declarando a los delegados de
Minneapolis que se sentiría obligado a «predicar lo que creía, sin
importar que decidiera la Asociación».[23]

Sin relación con el acontecimiento de 1888, pero íntimamente


relacionada con el problema de la autoridad eclesiástica, la
declaración de Ellen White en El con icto de los siglos dice que «el
comienzo de la gran apostasía consistió precisamente en que se quiso
suplir la autoridad de Dios con la de la iglesia».[24]

Un segundo tema importante relacionado con la visión histórica de


Ellen White sobre la autoridad tiene que ver con la Asociación General
como la autoridad más alta de Dios en la tierra. Ese tema será tratado
en la próxima sección principal de este documento, que trata de la
autoridad eclesiástica en el adventismo.

Pero antes de pasar a ese tema necesitamos examinar brevemente la


perspectiva de Ellen White sobre la ordenación. Hemos notado
anteriormente que la ordenación practicada por la iglesia no es un
asunto bíblico. Pero, según Ellen White, se convirtió en un tema
importante en la historia de la iglesia primitiva. Al tratar la imposición
de manos sobre Pablo y Bernabé en Hechos 13: 3, ella escribió que Dios
«instruyó a la iglesia… por revelación que se los apartara públicamente
para la obra del ministerio. Su ordenación fue un reconocimiento
público de su elección divina». Ellos «habían recibido ya su comisión
de Dios mismo, y la ceremonia de la imposición de las manos no
añadía ninguna gracia o cualidad virtual… Por ella se colocaba el sello
de la iglesia sobre la obra de Dios… Ulteriormente, el rito de la
ordenación por la imposición de las manos fue grandemente
profanado; se le atribuía al acto una importancia infundada, como si
sobre aquellos que recibían esa ordenación descendiera un poder que
los cali caba inmediatamente para todo trabajo ministerial».[25] Al
hablar de la misma situación en otro lugar, dice lo mismo, pero añade
que su ordenación por la imposición de manos «únicamente aplicaba el
sello de la iglesia a la obra de Dios, como una manera de reconocer su
designación para un o cio ya señalado».[26]

Al hablar del abuso del término «ordenación» en la iglesia, Ellen White


se re rió indudablemente en parte al enfoque sacerdotal de la
autoridad del sacerdocio conferido por la ordenación que les dio el
poder de transformar el pan y el vino en el cuerpo real y la sangre de
Cristo. Pero más especí camente al poder jerárquico del clero superior,
en el cual la autoridad excesiva se ha concedido tradicionalmente a los
obispos con la función especial del jefatura como padres de la iglesia.
Este poder se con ere a través del «sacramento de las órdenes
sagradas o de la ordenación».[27]

Dada la cantidad de tensión generada en algunos círculos adventistas


sobre el tema de la ordenación, se podría suponer que de alguna
manera el poder y la autoridad está siendo transferido a los ordenados.
Si bien esto puede ser el caso de la teología católica romana, no se
sostiene ni en la Biblia ni en los escritos de Ellen White. Por el
contrario, así como el bautismo no borra el pecado original sino que es
más bien un símbolo exterior de un corazón cambiado, y así como el
pan y el vino no se transforman mágicamente en el cuerpo y la sangre
de Cristo en el sacri cio de la misa sino que son símbolos de lo que
Cristo realizó en la cruz, así también es la imposición de manos en lo
que ha llegado a llamarse ordenación no con ere poder, sino que es
simbólica en reconocimiento del poder ya conferido por Dios en el
llamado y capacitación de un pastor. Lo que cuenta no es el acto de la
ordenación sino el llamado de Dios. Y la Iglesia Adventista del Séptimo
Día ha reconocido durante muchos años que Dios llama hombres y
mujeres al ministerio pastoral. La única diferencia es que la iglesia ha
optado por llamar a una ordenación y a la otra comisión. Esta gimnasia
verbal no bíblica debe conducir a los ángeles a rascarse sus cabezas en
la perplejidad. Sin embargo, todo parece estar claro en los reglamentos
adventistas.

Pero al menos Ellen White es franca sobre el tema. Ningún poder o


autoridad se trans ere en la ordenación. Eso es un producto de la
historia de la iglesia. Y, en las palabras del Revelador, gran parte del
mundo cristiano parece seguir a la bestia (Apocalipsis 13:3) sobre el
entendimiento y la importancia de la ordenación.
Aspectos históricos del enfoque adventista sobre la
eclesiología
Hasta ahora este artículo ha examinado el enfoque adventista de la
autoridad bíblica y el acercamiento histórico de Ellen White a la
autoridad. Así se ha puesto el escenario para un examen de la lucha de
la denominación para encontrar y ser el a una visión equilibrada y
bíblica de la autoridad eclesiástica.

Los primeros adventistas y la autoridad eclesiástica:


1843-1863
Mirando hacia atrás en los inicios del adventismo, nadie podría haber
predicho que a mediados del siglo XX el Adventismo del Séptimo Día
sería la denominación más estructurada de la historia del
cristianismo, con cuatro niveles de autoridad por encima de la
congregación local.[28] El hecho claro es que los primeros adventistas
temían a las iglesias estructuradas. Y con muy buena razón. Ese miedo
se expresó muy bien en la reunión de octubre de 1861 que vio el
establecimiento de la primera Asociación local. Parte de la discusión
en esa reunión histórica tuvo que ver con el desarrollo de una
declaración formal de creencias. John Loughborough tomó la iniciativa
en la discusión y estableció cinco puntos progresivos que expresan bien
la actitud de la mayoría de sus oyentes.

«El primer paso de la apostasía», señaló, «es levantar un credo,


diciéndonos lo que creeremos.

«La segunda es hacer de ese credo una prueba de discipulado.


«La tercera es probar a los miembros por ese credo.
«El cuarto para denunciar como herejes a los que no creen en ese
credo.
«Y, quinto, comenzar la persecución contra tales».[29]

James White también expresó sus temores: «hacer un credo», escribió,


«es establecer exclusiones, y bloquear el camino a todos los avances
futuros».  Las iglesias que habían establecido credos «han marcado un
lineamiento para el Todopoderoso. Dicen virtualmente que el Señor no
debe hacer nada más allá de lo que ha sido marcado en el credo. . . . La
Biblia es nuestro credo. Rechazamos todo en la forma de un credo
humano Tomamos la Biblia y los dones del Espíritu; abrazando la fe
que así el Señor nos enseñará de vez en cuando. Y en esto tomamos una
posición contra la formación de un credo. No daremos un paso, en lo
que estamos haciendo, para convertirnos en Babilonia [como
opresión]».[30]

Esos puntos son informativos para aquellos de nosotros que vivimos


150 años después. Mientras White temía una rigidez de retroceso que
inhibiría la dinámica progresiva en lo que los primeros adventistas
consideraban como una verdad presente en curso, Loughborough
expresó el miedo de la persecución para los que no se alinearon con las
posiciones o ciales.

Y los participantes en esa reunión de 1861 tenían buenas razones para


temer a los cuerpos religiosos organizados. Estaba fresco en sus
recuerdos como fue la persecución de los Milleritas en 1843 y 1844,
cuando los pastores perdieron sus púlpitos y los seguidores sus
membresías a causa de su creencia en la enseñanza de la Biblia en el
Segundo Adviento. Habían llegado a ver la religión organizada en
términos de la Babilonia perseguidora de los libros de Daniel y
Apocalipsis. No fue casualidad que George Storrs escribiera a
principios de 1844 que «ninguna iglesia puede ser organizada por la
invención del hombre sin que se convierta en Babilonia en el momento
en que es organizada». En el mismo artículo Storrs a rmó que
Babilonia «es la vieja madre y todas sus hijas [las denominaciones
protestantes]; se conocen por la semejanza de la familia, un espíritu
dominante, señorial; un espíritu para reprimir una búsqueda libre de
la verdad y una libre expresión de nuestra convicción de lo que es la
verdad».[31] Charles Fitch tuvo la misma opinión en su famoso sermón
llamado «Calling Millerites to come out of Babylon» [Llamando a los
milleritas a salir de Babilonia],  las denominaciones caídas.[32]

Fue el temor a Babilonia como perseguidora de iglesias que evito que


los seis grandes grupos que salieron del movimiento millerita se
organizaran antes de las décadas de 1850 y 1860. Y ninguno, excepto
los adventistas sabatistas, se organizaría por encima del nivel
congregacional.[33]

El temor de las denominaciones organizadas como Babilonias


perseguidoras permanece como el fundamento de las primeras
actitudes adventistas con respecto a la organización como iglesia. Pero
l dé d d 8 hi ó f i i i d
bíblico alternativo de Babilonia. En julio de 1859 hizo saber en el
lenguaje más descriptivo que estaba harto y cansado de la mención de
Babilonia cada vez que alguien mencionaba la organización. «Hermano
Confusión», escribió, «comete una equivocación muy agrante al
llamar a la organización, que está en armonía con la Biblia y el sentido
común, como Babilonia. Dado que Babilonia signi ca confusión,
nuestro hermano errante tiene la misma palabra estampada en su
propia frente. Y nos atrevemos a decir que no hay otro pueblo bajo el
cielo más digno de la marca de Babilonia que los que profesan la fe del
Adventismo y que rechazan el orden de la Biblia. ¿No es hora de que
nosotros, como pueblo, abracemos de corazón todo lo que es bueno y
correcto en las iglesias?».[34] Es imposible sobrestimar la fuerza de la
redirección de White del énfasis de Babilonia siendo visto
principalmente como persecución a la de confusión. Ese nuevo énfasis
fue muy lejos para preparar el camino para que los Sabatarios se
organicen como un cuerpo religioso, posean propiedad legal, paguen a
los pastores de forma regular, asignen pastores a los lugares donde
fueran necesarios y desarrollen un sistema para transferir la
membresía. Al nal, el desarrollo de la organización de la iglesia tuvo
un n importante, es decir, agilizar la misión de la denominación.

Pero la rede nición de Babilonia fue sólo una de las transformaciones


que permitió a los adventistas sabatarios organizarse. Una segunda
transformación esencial tenía que ver con ir más allá del literalismo
bíblico de los primeros días de White, cuando se creía que la Biblia
debía explicar explícitamente cada aspecto de la organización de la
iglesia. En 1859 argumentó que «no deberíamos tener miedo de ese
sistema al que la Biblia no se opone y que está aprobado por el sentido
común».[35] De este modo había llegado a una nueva hermenéutica.
White se había apartado de un principio de interpretación bíblica que
sostenía que las únicas cosas permitidas por las Escrituras eran
aquellas cosas que eran explícitamente aprobadas, a una hermenéutica
que permitía desarrollos que no contradecían la Biblia y estaban en
armonía con el sentido común. Ese cambio era absolutamente esencial
para avanzar con pasos creativos en la organización de la iglesia que él
defendería en la década de 1860.

Sin embargo, esa hermenéutica revisada puso a White en oposición a


aquellos que mantenían un enfoque literalista de la Biblia, que exigían
una declaración explícita para cada cosa antes de que la iglesia pudiera
aceptarlo. Para responder a esa mentalidad, White señaló que en
ninguna parte de la Biblia se decía que los cristianos debían tener un
periódico semanal, una imprenta de vapor, construir lugares de culto o
publicar libros. Continuó argumentando que la «iglesia viviente de
Dios» necesitaba avanzar con oración y sentido común.[36]

Sin el cambio radical en los principios hermenéuticos no habría habido


ninguna organización entre los Sabatarios por encima de la
congregación local. Pero la nueva hermenéutica les permitió no sólo
organizarse sino crear una estructura que hiciera posible llevar su
mensaje único a los con nes de la tierra. La misión, debemos recordar
nuevamente, siempre estuvo detrás de la mentalidad adventista, ya
que trató de avanzar dinámicamente sobre la base de una
hermenéutica que permitió aquellas cosas que no contradecían la
Biblia y estaban en armonía con el sentido común.

Con la nueva hermenéutica y la nueva de nición de Babilonia en su


lugar, los Sabatarios estuvieron en posición de desarrollar el concepto
no bíblico de las Asociaciones locales en 1861 y el concepto igualmente
no bíblico de una Asociación General en 1863. Este último movimiento
se realizó «con el propósito de asegurar la unidad y la e ciencia en el
trabajo y promover los intereses generales de la causa de la verdad
presente y de perfeccionar la organización de los adventistas del
séptimo día».[37]

Las tensiones eclesiásticas y la creación de las


Uniones: 1863-1903
Como era de esperar, se desarrollaron tensiones entre la autoridad de
las Asociaciones locales y la de la Asociación General. En agosto de
1873, por ejemplo, en el contexto de la falta de respeto por los o ciales
de la Asociación General, James White señaló que «nuestra Asociación
General es la más alta autoridad terrenal entre nuestro pueblo y está
diseñada para hacerse cargo de todo el trabajo en este y todos los
demás países».[38]

Luego, en 1877, la Asociación General reunida en congreso votó que «la


autoridad suprema bajo Dios entre los Adventistas del Séptimo Día se
encuentra en la voluntad del cuerpo de ese pueblo, expresada en las
decisiones de la Asociación General al actuar dentro de su jurisdicción
excepción, a menos que se pueda demostrar que están en con icto con
la palabra de Dios y los derechos de la conciencia individual».[39] Ese
voto parece bastante claro, James y Ellen lo aceptaron. Cabe señalar,
sin embargo, que se enfatiza las limitaciones relacionadas con la
«jurisdicción apropiada» de la Asociación General y «los derechos de
la conciencia individual».

Curiosamente, Ellen White en varias ocasiones se preguntó si las


decisiones de la Asociación General eran siempre la voz de Dios. En
1891, por ejemplo, escribió: «me vi obligada a asumir la posición de que
la voz de Dios no está en la gestión y las decisiones de la Asociación
General… Muchas de las posiciones adoptadas como voz de la
Asociación General han sido la voz de uno, dos o tres hombres que
estaban engañando a la Asociación».[40] En 1896, también señaló que
la Asociación General «ya no es la Voz de Dios».[41] Y en 1901 escribió
que «el pueblo ha perdido la con anza en aquellos que tienen la
administración de la obra. Sin embargo, oímos que la voz de la
[Asociación General] es la voz de Dios. Cada vez que he oído esto, he
pensado que era casi una blasfemia. La voz de la Asociación debería ser
la voz de Dios, pero no lo es».[42]

Un análisis de esas a rmaciones negativas indica que se re eren a


ocasiones en que la Asociación General no actuó como órgano
representativo, cuando su poder de decisión estaba centralizado en
una persona o en unas pocas personas, o cuando la Asociación General
no había estado siguiendo principios sanos.[43]

Esa conclusión se alinea con las declaraciones de Ellen White a lo largo


del tiempo. De hecho, ella se re rió especí camente a ese punto en un
manuscrito leído ante los delegados del congreso de la Asociación
General de 1909 en la que ella respondió a las actividades cismáticas
de A. T. Jones y otros. «A veces», le dijo a los delegados, « cuando un
pequeño grupo de hombres encargados del manejo general de la obra
procuró ejecutar en nombre de la Asociación General planes
imprudentes y restringir la obra de Dios, he dicho que ya no podía
considerar voz de Dios la de la Asociación General representada por
estos pocos individuos. Pero esto no es decir que no deben respetarse
las decisiones de un congreso de la Asociación General compuesto de
una asamblea de personas debidamente nombradas por representantes
de todas partes del campo. Dios ordenó que tengan autoridad los
representantes de su iglesia de todas partes de la tierra, cuando están
reunidos en el congreso de la Asociación General».[44]

La segunda etapa de reestructuración organizacional tuvo lugar entre


1901 y 1903,[45] cuando se realizaron varios cambios importantes. Los
dos más importantes fueron el reemplazo de las organizaciones
auxiliares autónomas (como las que controlaban la educación, las
publicaciones, la obra médica, la escuela sabática, etc.) con el sistema
departamental y el desarrollo de las Uniones para actuar como
unidades administrativas intermedias entre la Asociación General y
las Asociaciones locales. Ambas innovaciones habían sido
experimentadas en Sudáfrica y Australia antes del congreso de 1901. Y
ambas habían sido desarrollados en respuesta a las necesidades de las
misiones regionales. Y ambas se desarrollaron en oposición a los
pronunciamientos y procedimientos de la Asociación General.

El presidente de la Asociación General, O. A. Olsen, creyó ver


«elementos de peligro» en los sistemas departamentales y le dijo a A.
T. Robinson en Sudáfrica que no desarrollara departamentos.[46] Pero
era demasiado tarde. Debido a la gran cantidad de tiempo que tomó
para comunicarse desde Norteamérica, Robinson había instituido el
programa y se dio cuenta que funcionaba.

Es interesante que los dirigentes de la Asociación General también se


opusieron a la creación de Uniones.[47] Pero W. C. White y A. G.
Daniells, presidente y secretario del campo australiano, avanzaron a
pesar de los consejos de la sede. Años más tarde, Daniells informó que
no todo el mundo estaba feliz con la idea de las Uniones. «Algunos de
nuestros hermanos pensaron entonces que el trabajo iba a estropearse,
que íbamos a destrozar la organización en pedazos, e iniciar un cisma
allá en las islas del Mar del Sur». Pero en realidad, él observó, el
resultado fue todo lo contrario. El nuevo enfoque organizativo facilitó
en gran medida la misión de la iglesia en el Pací co Sur, mientras que
la nueva Unión Australasiana seguía siendo una parte leal e integral
del sistema de la Asociación General.[48]

Aquí tenemos que recordar una lección importante en la historia de la


organización adventista. Es decir, que las dos principales innovaciones
adoptadas por la Asociación General de 1901 nacieron en respuesta a la
misión regional y ambas se desarrollaron en oposición a los consejos
d l A i ió G l P f i l ió i i l
sin la libertad de experimentar el adventismo no tendría su actual
sistema de organización.

Ellen White estaba encantada con el desarrollo de las Uniones. Al pedir


una reforma en el primer día de la sesión de 1901, señaló a los
delegados que «Dios no ha puesto ningún poder monárquico en
nuestras las para controlar esta o aquella rama de la obra. El trabajo
ha sido muy restringido por los esfuerzos para controlarlo en todas las
líneas… Si la obra no hubiera sido restringida por un impedimento
aquí, y un impedimento allá, habría avanzado en su majestad».[49] En
el congreso de 1903 declaró que «ha sido una necesidad organizar
Uniones, para que la Asociación General no ejerza una dictadura sobre
todas las Asociaciones separadas».[50]

Sobre la base de esos y otros comentarios, el difunto Gerry Chudleigh


ha sostenido que las uniones «fueron creados para actuar como muros
entre la AG y las Asociaciones, haciendo imposible ejercer una
dictadura». Él apoyó su imagen de muro con dos puntos principales.
En primer lugar, «cada unión tenía su propia constitución y estatutos y
debía ser gobernado por su propio electorado». Y segundo, «los
o ciales de cada unión debían ser elegidos por su propia
circunscripción de unión y, por lo tanto, no podían ser controlados ,
sustituidos o disciplinados por la AG».[51]

«Para decirlo lo más directo posible», escribió Chudleigh, «después de


1901, la Asociación General podría votar lo que quisiera que las uniones
y las Asociaciones hicieran o no, pero las Uniones y las Asociaciones
eran autónomas y podían hacer lo que creían que sería mejor para el
avance de la obra de Dios en sus campos. El comité ejecutivo de la AG, o
la Asociación General en sesión de negocios, podría votar para
despedir a un presidente de una Unión o presidente de la Asociación, o
votar para fusionar una Unión o Asociación con otra, pero su voto no
cambiaría nada: la Unión o la Asociación seguiría existiendo y los
delegados miembros podían elegir a quien querían como presidente».
[52] Un ejemplo del Adventismo contemporáneo es la Asociación del
Sureste de California, que tiene una presidenta ordenada, a pesar de
los deseos de la Asociación General.

La situación se veía bien en 1901 con las Uniones en su lugar. Pero el


impulso de unidad y uniformidad por la Asociación General a lo largo
d l i i í l l d l á i i i
esa línea, como veremos, tuvo lugar en el congreso de la sesión de la
Asociación General de 1995.

La erosión del ideal de unidad en la diversidad, desafortunadamente,


comenzó poco después de la sesión de 1901. Los dos años siguientes
serían testigos de una gran lucha por el control del adventismo entre el
presidente de la Asociación General A. G. Daniells y J. H. Kellogg, el
poderoso líder de la obra médica de la denominación.

Ellen White, en 1894, había establecido «la unidad en la diversidad»


como «el plan de Dios», con la unidad alcanzada por cada aspecto de la
obra conectada a Cristo la vid.[53] En 1901 y 1902 Daniells había
defendido ese ideal, notando en 1902 a la Unión Europea que solo
«porque una cosa se hace de cierta manera en un lugar no es razón por
la cual se debe hacer de la misma manera en otro lugar, o incluso en el
mismo lugar al mismo tiempo».[54]

Pero ese ideal empezó a ceder a nes de 1902 cuando las fuerzas de
Kellogg intentaron destronar a Daniells y reemplazarlo con A. T. Jones,
quien estaba por ese tiempo del lado del médico. En esa lucha, las
fuerzas de Kellogg/Jones impulsaron la diversidad. Esta dinámica
impulsó a Daniells a enfatizar la unidad mientras avanzaba hacia una
postura más autoritaria. Así, el delicado equilibrio entre la unidad en
la diversidad se perdió poco después del congreso de 1901. Y, como
señala Barry Oliver, la unidad a expensas de la diversidad ha sido el
centro de atención de los dirigentes de la Asociación General desde la
crisis de 1902.[55]

El único desarrollo signi cativo en la estructura de la Iglesia


Adventista desde 1901/1903 tuvo lugar en 1918 con la creación de
Divisiones mundiales de la Asociación General. Pero hay que señalar
que las divisiones no son Uniones con sus propios distritos, sino con
partes de la administración de la Asociación General que representan
el órgano central en diversas partes del mundo.[56]

Una tentación constante de la Asociación General a lo largo de su


historia ha sido superar los límites de su autoridad. El presidente de la
Asociación General George I. Butler generó uno de los movimientos
más audaces en esa dirección en 1873. «Nunca», escribió en la primera
página de su pequeño libro titulado Leadership, hubo un «gran
movimiento en este mundo sin un líder Como la naturaleza otorga a
los hombres una variedad de dones, se deduce que algunos tienen
puntos de vista más claros que otros de lo que mejor avanza los
intereses de cualquier causa. Y el mejor bien de todos los interesados
en cualquier objeto dado será alcanzado siguiendo inteligentemente los
consejos de los más cuali cados para guiar». Butler no tenía duda de
que James White había desempeñado un papel similar al de Moisés, y
que en todos los asuntos de la conveniencia en la causa adventista era
correcto «darle preferencia a su juicio [el de James White]».[57] El
congreso de la Asociación General de 1873 adoptó o cialmente las
ideas de Butler. Pero tanto James como Ellen nalmente se sintieron
incómodos con el documento y escribieron en contra de muchos de sus
principios.[58] Como resultado, los congresos de 1875 y 1877
rescindieron el respaldo, especialmente a aquellas secciones que
trataban de que el liderazgo se «con nara a un solo hombre».[59]

Kevin Burton en su reciente tesis de maestría sobre el libro Leadership


de Butler hizo un excelente trabajo demostrando que Butler escribió
con James White como el líder que tenía en mente. Pero el alcance
autoimpuesto de la investigación de Burton no permitió la
demostración que el estilo y las demandas de Butler en el documento
de 1873 re ejan su propio estilo y demandas en el con icto 1888.[60] El
1 de octubre de 1888, Butler escribió una larga carta a Ellen White
enfatizando repetidamente que él tenía «la posición más alta» en la
denominación y debería tener los derechos que van con esa posición.
Ella le respondió el 14 de octubre diciendo que él «no entendía [su]
verdadera posición», que tenía «ideas falsas de lo que pertenecía a su
posición», que había vuelto su «mente hacia canales equivocados»,
que él «no había seguido el ritmo de la providencia de Dios», y que
había mezclado sus «rasgos naturales de carácter» con su obra. Lo más
grave de todos los cargos fue que estaba tratando de manipular la
información que sería presentada ante el congreso de la Asociación
General de 1888. En declaraciones al presidente de la Asociación
General y Uriah Smith (el secretario), ella escribió que «no debes
pensar que el Señor te ha colocado en la posición que ahora ocupan
como los únicos hombres que deben decidir si más luz y verdad
vendrán al pueblo de Dios». Ella señaló en esta carta y en otras que la
in uencia de Butler había llevado a otros delegados del congreso a
«despreciar la luz».[61]
Un amplio estudio de la crisis de 1888 indica que el problema más serio
que preocupaba la reunión de Minneapolis fue la aseveración de la
posición y la manipulación de datos por parte del presidente y sus
colegas.[62] Debe señalarse a propósito que el tema del libro
Leadership de 1873 de Butler era la «unión» y el «orden».[63] La
unidad era el objetivo en ese documento y la misma preservación de la
unidad sería la meta de Butler en la manipulación de datos en el
período de 1888. Butler, como sabemos, perdió la lucha de 1888. Él
había tratado de imponer no sólo la unidad sino la uniformidad
teológica en la denominación. Pero Ellen White luchó contra él con el
ideal alterno de unidad en la diversidad. De acuerdo al secretario electo
para la Asociación General en 1890 ella no estaba tan interesada en la
unidad teológica como en la unidad de tener un espíritu de Cristo
construido sobre el amor fraternal.[64]

La lección principal que debe salir de la crisis de 1888 es la unidad en la


diversidad. Ese mismo principio sería la base de la reforma de las
estructuras eclesiásticas en 1901. Como vimos anteriormente, el ideal
de la unidad en la diversidad había comenzado a encontrar grandes
di cultades en 1902 cuando Daniells comenzó a a rmar su autoridad
como presidente de la Asociación General en su lucha con Kellogg. En
ese momento, la diversidad comenzó a tomar una posición secundaria
ante la unidad, en 1903 Ellen White tuvo que advertir al presidente
reformador de la Asociación General que no podía «ejercer un poder
monárquico sobre [sus] hermanos».[65]

Eliminación del Muro de las Uniones: 1980-2016


A pesar de la tentación de Daniells de utilizar erróneamente el poder de
su cargo, el equilibrio entre la unidad y la diversidad
institucionalizada por la creación de Uniones se mantuvo bastante bien
durante la mayor parte del siglo XX. En su resumen de ese período,
Gerry Chudleigh señala que las constituciones y los estatutos creados y
votados en la sesión de 1901 para las primeras Uniones «no contenían
ningún requisito de que las uniones adoptaran o siguieran
reglamentos, procedimientos, programas, iniciativas, etc.».[66]

Pero eso comenzaría a cambiar en los documentos legales de la


denominación en la década de 1980 y llegaría a un clímax en la década
de 1990 y en las dos primeras décadas del siglo XXI. En los años
«Constitución y Estatutos Modelo de Unión». En 1985, los Reglamentos
Eclesiásticos-Administrativos establecieron que el modelo debía ser
«seguido lo más apegado posible». Pero para 1995, la misma sección
observaría que el modelo «deberá ser seguido por todas las Uniones…
las secciones de los estatutos que aparecen en negrita son esenciales
para la unidad de la iglesia mundial, y deberán ser incluidas en los
estatutos como adoptados por cada Unión. Otras secciones del modelo
pueden ser modi cadas». En 1985 el modelo estipulaba que todos los
«propósitos y procedimientos» de las uniones estarían en armonía con
los «reglamentos y procedimientos eclesiásticos-administrativos» de
la Asociación General. En 1995 se habían añadido «programas e
iniciativas» de la Asociación General. Y en 2000 todos los
«reglamentos» fueron incluidos.[67] Todas estas adiciones estaban en
negrita. Así, entre 1985 y 2000, los Reglamentos Eclesiásticos-
Administrativos no sólo borraron el modelo de 1901 de unidad en la
diversidad establecido para las Uniones en la campaña dirigida por
Ellen White hacia la descentralización, sino que se transformaron
progresivamente hacia la centralización de la autoridad en un impulso
por la unidad con cada vez menos diversidad.

El desafío para la Asociación General a mediados de los años ochenta


fue lograr que las actuales Uniones adoptaran el nuevo modelo. En eso,
tuvieron éxito en algunas Uniones y fracasaron en otros. El caso de la
Unión del Pací co Norte nos proporciona un vistazo a la dinámica. En
septiembre de 1986 esta Unión rechazó el modelo. Pero quizás el hecho
más signi cativo relacionado con ese rechazo fue la lectura de la carta
del presidente de la Asociación General, Neal Wilson, a los delegados.
Wilson dejó en claro que la Asociación General era la «máxima
autoridad en la iglesia» y que tenía autoridad para crear
organizaciones subordinadas. Luego reprendió a la Unión del Pací co
Norte por haber creado su propia constitución dos años antes, que no
estaba en armonía con el modelo. También amenazó a la unión
incumplidora, alegando que consideraba que «la única otra opción»
era iniciar una investigación «para determinar si [la] unión. . . está
funcionando dentro del espíritu y las pautas establecidas para las
Uniones, entendiendo que se tomarán medidas apropiadas en el caso
de las organizaciones que no se ajusten a la norma».[68]

Esa amenaza inamovible indica que el tipo de acciones amenazadas


por la Asociación General en 2016 tienen una historia Y esa historia
está sólidamente arraigada en el endurecimiento de la relación entre
las Uniones y la Asociación General en los Reglamentos Eclesiásticos-
Administrativos modi cados.

La década de los noventa sería testigo de la decisión de los líderes de la


Asociación General de acelerar la centralización de autoridad. Robert
Folkenberg, nuevo presidente de la Asociación General, enfrentándose
a la importante pero ardua tarea de mantener el orden en una iglesia
mundial masiva, estableció en 1991 la Comisión sobre la Organización
Mundial de la Iglesia, que se reunió varias veces hasta que su trabajo
terminó en 1994. Los aspectos exitosos de trabajo de la Comisión
fueron a la Asociación General de 1995. Otros cayeron al borde del
camino. Todos ellos abordaban la centralización de la autoridad.

Entre los que cayeron por el camino fue un intento de quitar el derecho
exclusivo de las congregaciones locales de desfraternizar miembros. El
estímulo para esta acción fue el hecho de que Desmond Ford, famoso
por Glaciar View, y John Osborne de Prophecy Countdown todavía
mantenían la membresía de la iglesia en congregaciones compasivas
que no las desfraternizarían. El caso de Osborne es interesante ya que,
aunque vivía en Florida, su membresía, amenazada allí, había sido
rescatada por la Iglesia de Troya, Montana, donde nunca había vivido.
En ese momento la Asociación General amenazó con disolver la iglesia.
Todavía recuerdo recibir una llamada telefónica a última hora de la
tarde de uno de los líderes de la congregación diciéndome que tenían
un ultimátum: desfraternizar a Osborne o la disolución como iglesia
adventista. La congregación fue disuelta, pero la membresía de
Osborne había sido rescatada por la Iglesia Village en Angwin,
California. Curiosamente, era la Iglesia de Paci c Union College en la
misma ciudad la que tenía la membresía de Ford. Ninguna de las
congregaciones respondió al pedido de desfraternizar a los dos
hombres. Pero la solución parecía obvia: otorgar a los niveles
superiores de la estructura de la iglesia la prerrogativa de despedir a
los miembros de la iglesia local.[69] Idealmente, el mismo tipo de
lógica podía ser usada para quitar las credenciales ministeriales y
disolver las congregaciones. Por lo tanto, los niveles «superiores»
tendrían más control sobre las situaciones que creían que los niveles
inferiores no estaban manejando correctamente.

Bert Haloviak, archivista de la Asociación General en ese momento,


Instituto de Investigación Bíblica fueron convocados a la o cina de
Folkenberg y a cada uno se le pidió escribir un documento con la
«agenda oculta» de las iniciativas de la Asociación General. El artículo
del Instituto fue escrito por Raoul Dederen de Andrews University. En
total, tres documentos, aunque escritos de manera independiente y
desde diferentes perspectivas, concluyeron que la Asociación General
no tenía bases para hacer cosas tales como desglosar miembros.
Recuerdo a Dederen, un colega mío de la época, con especialidades en
eclesiología y teología católica, habiendo observado en la reunión de
Cohutta Springs de marzo de 1993 que algunas de las iniciativas
propuestas eran esencialmente el resurgimiento del catolicismo
medieval.[70]

Los aspectos más exitosos de las recomendaciones de la Comisión


fueron pasadas al congreso de la Asociación General de 1995. Ese
congreso no sólo presenció un endurecimiento de las medidas de
control incluidas en las constituciones modelo, sino que también
aprobó una legislación que permitía que las Uniones, las Asociaciones
y las Misiones incumplidoras se disolvieran si no se ajustaban a los
reglamentos e iniciativas de la Asociación General. Desde 1995, los
Reglamentos Eclesiásticos-Administrativos de la Asociación General
contiene una nueva sección titulada «Descontinuación de
Asociaciones, Misiones, Uniones y Uniones de Iglesias mediante
Disolución y/o Expulsión».[71] Utilizando los requisitos cada vez más
centralizadores de la constitución modelo, la nueva sección (B 95)
proclama el poder de disolver cualquier Unión, Asociación o Misión
que esté en desacuerdo con los reglamentos de la Asociación General.
Con lo que se ha convertido en la política B 95, la Asociación General
llegó al punto en que podría amenazar la existencia de las Uniones de
la División Norteamericana en septiembre y octubre de 2016.

Mientras tanto, las medidas que se intentaron a principios de los años


noventa habían encontrado una buena resistencia tanto en los comités
como en las reuniones de los Concilios Anuales. Susan Sickler, como
miembro de la Comisión de Gobierno y del Comité Ejecutivo de la
Asociación General, lo vio como un «gran arrebatamiento de poder»,
mientras que Herman Bauman, presidente de la Asociación de Arizona,
dijo que la esencia del informe de la comisión se podría deletrear «con
las letras C-O-N-T-R-O-L». Un miembro de la Asociación General
bromeó en una conversación privada de que «lo que la Iglesia Católica
le tomó 300 años en lograr, lo estamos haciendo en 150».[72]

Folkenberg, por su parte, «no dejaba de decir que esto no era en modo
alguno una centralización del poder». En respuesta, un presidente de
Unión de la División Norteamericana señaló a la Comisión que «si
camina como un pato y se viste como un pato, es un pato». Neal
Wilson, que tenía sus propios problemas con su sucesor, apoyó
agresivamente a aquellos que veían la cuestión como centralizadora.
[73]

Ted Wilson, entonces presidente de la división que abarcaba a Rusia,


habría dicho en una reunión de la comisión que tendría di cultades
para conseguir que algunas de las recomendaciones sean aceptadas en
un país que acababa de salir del comunismo.[74] Ese, no hace falta
decirlo, es una opinión pertinente que puede tener importancia en 2017
para aquellos que entienden el signi cado de la Reforma Protestante.

Hay que hacer una última observación en relación con la Comisión de


Gobierno. Es decir, que algunas personas o personas «del alto mando»
en la Asociación General aparentemente manipularon los datos para
que la forma nal del informe de la comisión no se alineara con lo que
se votó. Folkenberg no indicó «cómo y por qué llegó a su forma nal sin
discusión sin una votación de la comisión».[75] La manipulación de
los datos reaparecería en 2015.

Ahora pasamos al congreso de la Asociación General de 2015 como el


último bloque de construcción que condujo a la amenaza de
incumplimiento emitida en el Concilio Anual de 2016. El gran
acontecimiento del congreso de 2015, por supuesto, fue el voto para no
permitir a las divisiones la opción de ordenar pastoras. Esa acción es
bastante clara. Pero la forma en que tuvo lugar deja abierta la cuestión
de si la acción representa un voto de «voz de Dios» promulgado por la
Asociación General reunida en congreso.

Para captar la importancia de ese tema necesitamos ir a principios de


la presidencia de Ted Wilson cuando estableció el Comité de Estudio de
Teología de la Ordenación (TOSC). Este panel mundial de más de 100
académicos y no académicos que tenían la responsabilidad de estudiar
el tema, se reunió en 2013 y 2014 con el objetivo de informar a la iglesia
sobre cuestiones de ordenación a nivel académico para que un voto
informado pudiera tener lugar en 2015.[76] El estudio le costó a la
denominación cientos de miles de dólares. Como señaló la Secretaría
de la Asociación General, «se oyeron voces de todas partes del mundo;
los argumentos y documentos de apoyo de todas las perspectivas se
hicieron libremente disponibles en línea… El proceso fue inigualable
tanto en amplitud como en profundidad».[77] Todos estos puntos son
ciertos y se incluyeron en un documento que sugería sanciones para
aquellas uniones que no se habían alineado con el voto de 2015. Todo
esto se resume con fuerza en un documento titulado «Un Estudio del
Gobierno y la Unidad de la Iglesia» desarrollado por la Secretaría de la
Asociación General en septiembre de 2016.

Pero, desafortunadamente, el «Estudio» en la actualidad sentó las


bases para la desunión, ya que in ó el valor del documento para sus
propios nes, pero no informó de las conclusiones de TOSC. Esa
maniobra es simplemente la punta de un desagradable iceberg.

Aunque parece imposible después de haber gastado tanto dinero y


tiempo en el proyecto, los resultados de TOSC nunca fueron
presentados claramente al congreso de la Asociación General en el
momento de la votación. Y por buenas razones. Al parecer, el consenso
de TOSC no apoyaba las conclusiones deseadas de ciertos individuos en
la parte superior de la estructura del poder denominacional.[78] Así,
los delegados de 2015 no fueron informados de que una super-mayoría
de 2/3 (62 a favor y 32 en contra) de los miembros de TOSC estaba a
favor de permitir que las divisiones hicieran la elección sobre ordenar
pastoras.[79] Además, los delegados no fueron informados de que al
menos nueve[80] de las 13 Divisiones de la iglesia en sus informes al
TOSC estaban a favor de permitir que cada división hiciera su propia
decisión sobre la ordenación femenina. El informe nal de TOSC
tampoco presentaba esos datos. Sin embargo, si presentó las
posiciones de tres grupos distintos de delegados que se desarrollaron
durante el viaje de dos años de TOSC. Pero los delegados en el congreso
de 2015 no fueron informados explícitamente de que dos de esas
orientaciones estaban a favor de que cada división hiciera su propia
elección.[81]

Si se hubieran informado de las conclusiones reales del TOSC, la


votación, con toda probabilidad, hubiera sido diferente. Después de
todo, un cambio del 10% en la votación habría cambiado el resultado.
de 977 (42%) en favor de la exibilidad en la ordenación a 1.381 en
contra, una votación notablemente cercana considerando cómo se
manejó el proceso.

No menos importante que los problemas asociados con la votación fue


la no neutralidad del presidente de la Asociación General, quien
recordó a los delegados de la sesión el día de la votación que conocían
su posición sobre el tema (claramente entendida como contra la
ordenación de mujeres). Esa no neutralidad era bastante mala, pero fue
expresada con el pleno conocimiento de que una mayoría signi cativa
de TOSC, un comité que había autorizado para resolver el problema,
había concluido recomendando que las divisiones tuvieran el derecho
de ordenar a las mujeres si eligieran para hacerlo.[82] Y en una iglesia
mundial en la que la gran mayoría de los delegados provienen de
culturas tribales y católicas romanas, una palabra del máximo
administrador de la denominación tiene importancia. La  Unión de
Noruega expresó una idea importante al sugerir que si la unidad
guraba en la agenda del presidente de la Asociación General, podría
haber informado claramente de las conclusiones de la TOSC y había
pedido una solución en consonancia con sus resultados.[83]

En este punto se debe anotar el «disgusto» generalizado expresado por


un grupo signi cativo de miembros de la TOSC en la reversión del
presidente de la Asociación General. Al principio de las reuniones,
cuando al parecer parecía que los participantes cuidadosamente
seleccionados llegaban a la conclusión «correcta», Ted Wilson habló al
comité sobre la importancia de su trabajo, que no se trataba
simplemente de otra investigación sobre un tema muy estudiado, sino
que sus hallazgos marcarían la diferencia. Pero cuando la
recomendación de la mayoría fue a la inversa, Wilson indicó en la
reunión nal que era en gran medida un comité norteamericano y que
si hubiera sido un comité mundial la decisión habría sido diferente. Se
le recordó al presidente públicamente que, aunque muchos de los
miembros trabajaban en Norteamérica, eran de hecho de todo el
mundo. Pero fue en vano. En ese momento parece que las conclusiones
del comité se habían vuelto no tan importantes y fueron
marginalizadas en el congreso de 2015.[84]

También hubo serias irregularidades en la votación de 2015, pero este


no es el lugar para debatirlas[85]. Por otro lado, debe señalarse que no
procedimiento en sí sufrió por la supresión y manipulación de
información. Se trata de una acusación grave, pero no hay alternativa
frente al manejo de las conclusiones de la TOSC y el uso indebido de
ellas en los documentos de la Asociación General, lo que pone de
mani esto la importancia del estudio sin informar de sus resultados.
[86]

William Johnsson, editor jubilado de la Revista Adventista, ha


señalado que 2015 pasará a la historia como el congreso más divisivo
de la Asociación General desde 1888.[87] Y él está en lo correcto. Lo
interesante es que, en ambos congresos, los principales responsables
de la Asociación General manipularon datos. En la era de 1888 fue el
presidente G. I. Butler, a quien Ellen White criticó por su deseo de
decidir qué información llegaría a los delegados.[88] Sólo se puede
adivinar quién decidió suprimir y manipular el informe de las
conclusiones de TOSC en 2015, pero la única posibilidad es un par de
personas cerca de la cima de la estructura de la Asociación General.

El signi cado de la manipulación y supresión de datos cruciales que se


habían producido a un costo inmenso con el propósito de informar a la
iglesia tiene vastas implicaciones, especialmente porque Ellen White,
como vimos anteriormente, a rmó repetidamente en los años 1890 que
ya no sostenía que la Asociación General fue la voz de Dios porque sus
decisiones eran realmente las decisiones de unos pocos hombres. Eso
es exactamente lo que encontramos en los eventos previos a la votación
en San Antonio. Algunas personas decidieron qué información iba a los
delegados. Incluso el documento «Estudio del Gobierno y la Unidad de
la Iglesia» de la Asociación General señaló que Ellen White estaba
disgustada cuando «dos o tres hombres» trataron de controlar la
misión de la iglesia o cuando «sólo media docena en la sede mundial»
buscaba «ser un poder gobernante y controlador». El documento de
«Estudio» estaba en lo correcto en su uso de ese material inspirado.
Pero estaba totalmente equivocado cuando a rmó que lo que sucedió a
nales de los años 1800 «está un mundo alejado de la situación
actual».[89] En realidad era la misma situación y dinámica, con
algunas personas en su capacidad de tomar decisiones que controlaban
información y eventos. Como resultado, desde la perspectiva de los
escritos de Ellen White, no tenemos un voto de la voz de Dios de la
iglesia mundial en 2015. En cambio, tenemos la misma vieja
manipulación y aproximaciones de poder real que ella detestaba en
1888 y la década de 1890.

Y la manipulación no era meramente de datos, sino también del


proceso. Aquí un ejemplo debería ser su ciente. Los documentos de la
Asociación General elevan el concilio de Hechos 15 «casi tanto por su
proceso como por la decisión teológica que resultó», pero esa
apreciación no fue evidente en San Antonio. Por un lado, los
documentos de la Asociación General no describen el proceso de los
Hechos 15. Más bien, in ere que el proceso estaba siendo votado para
ser seguido por obediencia obligatoria.[90] Pero Hechos 15 describe no
sólo el proceso real, sino también el punto de in exión esencial en ese
proceso. El progreso en Hechos 15 estuvo verdaderamente basado en el
proceso y vino cuando Pedro fue capaz de demostrar que el Espíritu
Santo no hizo ninguna distinción entre judíos y gentiles, sino que
descendió de la misma manera a ambos grupos (Hch 15: 8, 9). Sin esa
evidencia no habría habido sino división continua. Pero con ella hubo
reconciliación y unidad. ¿Qué hubiera sucedido en San Antonio sí el
proceso usado en Hechos 15 hubiera sido el mismo ese día de la
votación? En el programa se hubieran puesto testimonios de personas
que demuestren que el Espíritu Santo descendió sobre los ministerios
pastorales/evangelísticos de las mujeres de la misma manera que para
los hombres. Tales testimonios fueron importantes en la reunión nal
del TOSC y ayudaron a que una gran mayoría de los participantes, a
pesar de su posición personal sobre la ordenación de las mujeres,
aprobara la exibilidad en la práctica de ordenar a las mujeres.[91]
Pero las pocas personas que establecieron el procedimiento en San
Antonio decidieron no seguir el modelo de Hechos 15, aunque los
documentos de «Estudio del Goberino de la Iglesia» citan ese pasaje
para reforzar la posición autoritaritativa de la Asociación General.

Se podría decir mucho más sobre la manipulación de datos y procesos


en los eventos relacionados con la votación de 2015. Pero las
ilustraciones son muchas y mi tiempo es corto. La conclusión nal es
que la votación no resuelve nada. Pero sí dividió la denominación de
maneras trágicas. Aquí algo de sabiduría de James y Ellen White habría
ayudado. James había escrito en 1874 que «el poder del credo ha sido
llamado al rescate [de la unidad de la iglesia] en vano. Se ha dicho
verdaderamente: «El pueblo estadounidense es una nación de
señores» En una tierra de ostentada libertad de pensamiento y de
conciencia, como la nuestra, la fuerza de la iglesia no puede producir
la unidad; sino que ha causado divisiones, y ha dado lugar a sectas y
grupos religiosas casi innumerables».[92]

Su esposa tenía la misma opinión. «La iglesia puede aprobar


resolución tras resolución para resolver todo desacuerdo de
opiniones», escribió en 1892, «pero no podemos forzar la mente y la
voluntad, y así eliminar el desacuerdo. Estas resoluciones pueden
ocultar la discordia, pero no pueden apagarla ni establecer un acuerdo
perfecto».[93] Desde su perspectiva, sólo la clara palabra de la
Escritura podría traer verdadera unidad.

Cristo expresó una idea pertinente cuando proclamó que el que tiene
oídos necesita oír «lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Apo 3:22).
Una vez escuché a un hombre muy sabio decir que aquellos que les
gusta citar a Ellen White deberían escuchar todo lo que ella tiene que
decir y no usarla para lograr sus propios objetivos. Aquí hay dos
selecciones que han sido relevantes a lo largo de la lucha del
Adventismo por la autoridad. En 1895 ella escribió que « El poder
despótico que se ha desarrollado, como si el cargo hubiera convertido a
los hombres en dioses, me hace temer, y debe producir temor. Es una
maldición dondequiera se lo ejerza y quienquiera lo ponga en práctica.
Este enseñoramiento del legado de Dios creará un resentimiento tan
grande hacia la conducción humana que producirá un estado de
insubordinación». Ella continuó recomendando que «el único curso
seguro es quitar» a tales líderes, puesto que «todos ustedes son
hermanos», a menos «que un gran daño sea hecho».[94]

Otra visión fascinante viene de los Testimonios. «No deben


considerarse la inteligencia y el juicio de un hombre como su cientes
para dirigir y modelar una asociación.… El presidente de una
asociación no debe pensar que su juicio personal ha de regir el de los
demás… Se han presentado y votado muchísimos asuntos que
implicaban mucho más de lo que se anticipaba y de lo que los votantes
hubiesen concedido si se hubiesen tomado el tiempo de examinar el
asunto desde todos los puntos de vista».[95] En esa cita encontramos
un excelente consejo para los que tomarán decisiones adventistas a
medida que se acercan al Concilio Anual de 2017.

Entonces, ¿dónde estamos en 2017?


Dado que el problema que se ha desarrollado en los últimos años es
sobre la ordenación de las mujeres, debería comentar brevemente el
tema.

No está prohibido en la Biblia


No está prohibido en los escritos de Ellen White.
La Reglamentos Eclesiásticos Administrativos de la Asociación
General no estipula un requisito de género.[96]
No es una cuestión establecida, debido a la supresión de la
información y la manipulación del proceso en 2015.
Su práctica no se detendrá porque no hay evidencia bíblica para
hacerlo.
Su prohibición no puede ser resuelta por una sola votación. Los
líderes adventistas deben abstenerse de buscar usar los
reglamentos como si fuera el Derecho Canónico del Catolicismo.
Tenemos que recordar que el adventismo es post-Reforma.

Es verdad que en 1990 la denominación votó o cialmente no para


ordenar a las mujeres al ministerio del evangelio debido a «el posible
riesgo de desunión, disensión y desviación de la misión de la iglesia».
[97] Esa votación, debemos notar, no a rmó que la práctica sea
incorrecta. No era un voto teológico, sino uno basado en los motivos
prácticos de que podrían causar desunión. Eso fue hace 27 años y la
denominación ha descubierto que la unidad puede fracturarse en más
de una dirección. El hecho claro en 2017 es que la iglesia está
seriamente dividida en la ordenación de las mujeres. Pero
probablemente no lo estaría si las conclusiones generadas por el TOSC
no hubieran sido suprimidas en San Antonio y si el proceso de Hechos
15 hubiera sido utilizado en el congreso, y si los líderes de la Asociación
General hubieran utilizado las conclusiones de TOSC como una
herramienta para traer unidad y reconciliación a la iglesia.

Pero ese enfoque de reconciliación no se llevó a cabo. Como resultado,


un pequeño grupo en la sede denominacional decidió ejercer lo que se
creía que era su autoridad en septiembre y octubre de 2016, meses que
fueron testigos del vértice de la evolución de la autoridad eclesiológica
adventista y la continuación de los resultados problemáticos que
James y Ellen White había predicho por el uso de tal autoridad. La
recomendación inicial de septiembre, formulada en las o cinas
presidenciales, utilizó las normas de los Reglamentos Eclesiásticos-
Administrativos desarrolladas en los años ochenta y noventa para
como reglamento en el congreso de 1995, que autorizó la «disolución»
de las Uniones incumplidoras que no estaban en armonía con los
reglamentos de la Asociación General. Ese documento inicial, cuyo
contenido básico se ltró a Spectrum, instó a la disolución de las
uniones ofensoras y su reconstitución como misiones adjuntas a la
Asociación General. De esta manera, los dirigentes de las Uniones
podrían ser removidos y reemplazados, y se podría convocar reuniones
electivas para revertir los votos sobre la ordenación.[98] Mis fuentes,
muchas de las cuales solicitaron con dencialidad ante el actual clima
intimidatorio y amenazador de la denominación,[99] me dijeron que la
propuesta inicial, que no tenía una opinión generalizada, fue retirada,
y todas las copias fueron recogidas por el presidente de la Asociación
General.

Lo que eventualmente surgió de un proceso complejo fue el documento


generado por la Secretaría titulado «Un Estudio sobre el Gobierno y la
Unidad de la Iglesia». Este no es el lugar para criticar ese documento,
[100] pero su existencia apunta a una paradoja interesante. Es decir,
que la acción de la Asociación General en Silver Spring para corregir las
uniones incumplidoras está en desacuerdo con los propios
reglamentos de la Asociación General. Mitchell Tyner, abogado general
adjunto jubilado de la Asociación General, me señaló esta cuestión. Él
apunta a que los principales administradores de la denominación en
septiembre y octubre de 2016 se dispusieron a aprobar un reglamento
para tratar con las Uniones incumplidoras, a pesar de que tal
reglamento ya existía. De acuerdo con B 95 15, todas las acciones en
relación con las uniones incumplidoras deben ser iniciados por la
División. Y «si el comité ejecutivo de la división determina que una
Unión/Unión de iglesias con estatus de Asociación está en apostasía o
rebelión y debe ser expulsada de la hermandad mundial de las uniones,
la División remitirá el asunto al Comité Ejecutivo de la Asociación
General.[101]

Con un procedimiento claro ya en los Reglamentos Eclesiásticos-


Administrativos, Tyner, con su formación jurídica, se preguntó en voz
alta por qué alguien querría crear un nuevo reglamento. La respuesta
más probable, señala, «parecería que B 95 no era exactamente lo que
querían hacer los iniciadores de este episodio».[102]

Para decirlo sin rodeos, las o cinas presidenciales de la Asociación


argumentos en favor de castigar a aquellos que se consideraba que
estaban fuera de los reglamentos. Después de todo, los Reglamentos
Eclesiásticos-Administrativos detallan en lenguaje inequívoco que la
disolución de las uniones debe comenzar en el nivel de División. Pero si
es improbable que la División que llegue a la respuesta «correcta»,
deben utilizarse alternativas. La alternativa seleccionada, en este caso,
era que la presidencia salga de los reglamentos para llevar a cabo la
tarea. Así que tenemos un caso de incumplimiento agrante con los
Reglamentos Eclesiásticos-Administrativos para castigar el
incumplimiento.

Obviamente, lo que se necesita es un nuevo reglamento que permita al


presidente de la Asociación General iniciar acciones contra cualquier
persona que se considere merecedora de tal atención. Tal reglamento,
por supuesto, sería un paso importante hacia el papismo y el
irrestricto poder despótico.

Tyner señala que los directivos de la Asociación General «han decidido


más de una vez ignorar los reglamentos sí parece lo mejor que pueden
hacer, como si los reglamentos fueran opcionales, no obligatorios. Esto
es un poco como la posición de Richard Nixon de que, si el presidente lo
hace, no es ilegal».[103] Esta idea bastante embarazosa nos lleva al
2017, durante el cual el Concilio Anual debe actuar sobre el destino de
los peldaños más bajos de la organización que deben ser atendidos por
su propio incumplimiento en la ordenación de las mujeres. Para decirlo
con suavidad, el liderazgo de la Asociación General se ha apoyado en
una situación extraordinaria en la evolución (o revolución) en la
autoridad adventista.

Tal vez en este punto de nuestra historia podríamos bene ciarnos de


una palabra del autor de la estructura de la iglesia adventista, que
a rmó en 1874 que «la organización estaba diseñada para asegurar la
unidad de acción y como una protección contra la impostura. Nunca
fue concebida como un azote para obligar a la obediencia, sino, más
bien, para la protección del pueblo de Dios». Curiosamente, James
White publicó esa declaración exacta al menos dos veces, pero con
comentarios diferentes cada vez. En 1874 agregó que «la fuerza de la
iglesia no puede presionar a la iglesia en un solo cuerpo. Esto se ha
intentado, y ha probado ser un fracaso».[104] Y en 1880 añadió que
«los que trazaron el plan de nuestra iglesia, de las organizaciones de
el precioso rebaño de Dios contra la in uencia de aquellos que podría,
en mayor o menor grado, asumir el liderazgo. No ignoraban los males y
los abusos que habían existido en muchas de las iglesias del pasado,
donde los hombres habían asumido la posición que pertenece a
Jesucristo, o lo habían aceptado a manos de sus hermanos de mente
estrecha».[105] Y si necesitamos más comentarios de su esposa,
debemos recordar su declaración de que la iglesia debe pensar en todas
las posibles consecuencias de cualquier acción votada antes de
promulgar una ley.[106]

Con esos pensamientos en mente debemos recordar que la Iglesia


Católica medieval nunca se vio a sí misma como perseguidora de
nadie. Sólo se estaba asegurando de que la gente estuviera en línea con
el Derecho Canónico, su versión de los Reglamentos Eclesiásticos-
Administrativos.

Ha sido un largo viaje, pero este trabajo debe ser llevado a una
conclusión. Un poco de historia demuestra que las ideas del
Adventismo sobre la autoridad de la iglesia han recorrido un largo
camino en 150 años. James Standish, anteriormente miembro del
Departamento de Libertad Religiosa de la Asociación General, ha
escrito que «como un movimiento, estamos resbalándonos muy
peligrosamente hacia la jerarquización, el formalismo y el
dogmatismo que nuestros pioneros rechazaron explícitamente».[107]

A lo largo de esa línea, debemos recordar que parte de la estrategia de


James White para lograr que los adventistas se organizaran en primer
lugar fue ayudarles a ver que el uso bíblico de la palabra «Babilonia»
no sólo signi ca persecución, sino también confusión. White los
convenció del segundo signi cado. Pero parece que la denominación
está ahora intentando resucitar al primero. Por supuesto, dado el
incumplimiento de la Asociación General con sus propios reglamentos,
tal vez ambos signi cados estén en evidencia en 2017.

En el espíritu del Año de Lutero y el llamado del presidente de la


Asociación General a ser eles a los principios de la Reforma, estoy
ofreciendo mis propias 9.5 tesis (no tengo tiempo para 95). Pero
primero quiero señalar que hay momentos para palabras suaves. Pero
llegará un momento, como descubrió Martín Lutero, para las palabras
rmes. Como Lutero, amo a mi iglesia y espero su reforma. Creo que
ibió i i ó d
asegurarte que hago lo mismo. Realmente deseo ver la reconciliación.
Aquí están mis 9.5:

9.5 Tesis[108]
La única base para la unidad de los cristianos es la Escritura, la
con anza y el amor de Dios.

El Manual de la Iglesia deja claro que la Asociación General es la


«autoridad suprema» para la iglesia mundial, «bajo Dios».[109] 

Es Dios quien llama a los pastores. Todo lo que la iglesia puede


hacer es reconocer el llamado de Dios mediante la imposición de
manos.

La ordenación no es un tema bíblico. (Los pasajes que usan la


palabra en la KJV generalmente signi can nombrar o consagrar.)
En la Biblia no hay absolutamente ninguna diferencia entre
ordenar y comisionar.

Para los adventistas la Biblia es la única fuente de doctrina y


práctica. Una apelación a los reglamentos no es una apelación a la
Biblia. Una votación mediante un congreso de la Asociación
General no es equivalente a la evidencia bíblica.

Sobre temas no establecidos de nidamente en la Biblia, James


White utilizó el único camino posible para avanzar en la unidad de
misión cuando pasó de una hermenéutica que estipulaba que las
prácticas debían expresarse de manera explícita en la Biblia a una
hermenéutica que sostenía que las prácticas eran permisibles sí
no contradecían la Escritura y estaban en armonía con el sentido
común. (La nueva hermenéutica hizo posible que los adventistas
sabáticos se organizaran como una denominación.)[110] 

Las así llamadas uniones separatistas no están fuera de armonía


con la Biblia.

El adventismo se ha movido a veces de ser una iglesia basada en la


Escritura a una basada en la tradición y los pronunciamientos
eclesiásticos.

Los líderes de la Asociación General en 2017 están acercándose


peligrosamente a imitar la iglesia medieval en su llamado a una
seria disciplina de grandes sectores de la iglesia sobre la base de
una cuestión no bíblica
9.1.  Los recientes documentos y procedimientos de la Asociación
General no re ejan delidad a las enseñanzas de la Biblia en Hechos 15
o Mateo 18.

9.2. Debido a la omisión de los datos y  la manipulación de los


acontecimientos que rodean el proceso de votación, no creo que la
votación de 2015 sobre la ordenación de las mujeres indicara la voz de
Dios.

9.3. Una de las funciones importantes de los antiguos profetas hebreos


era confrontar a los sacerdotes y reyes sobre su abuso de autoridad.
Una de las funciones de Ellen White era confrontar a los presidentes de
las Asociaciones por razones similares. Y, si hubiera un profeta en el
adventismo moderno, ese profeta encontraría mucho que hacer.

9.4. La atmósfera actual de confrontación en el adventismo no ha sido


provocada por las uniones, sino por los líderes de la Asociación
General y por sus tácticas no bíblicas y manipuladoras.

9.45. Las reuniones de octubre de 2017 pueden ayudar a la Iglesia


Adventista mundial a decidir si quiere moverse más hacia una
eclesiología adventista o hacia una heterogeneidad más católica
romana.

9.5 Las así llamadas uniones incumplidoras deben mantenerse unidas,


ponerse en línea con las exigencias de la Asociación General o caer una
a una. Martin Niemöller, uno de los principales pastores protestantes
alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, escribió una pieza
re exiva: «Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada,
porque yo no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y yo
no dije nada – porque yo no era un sindicalista. Entonces vinieron por
los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron a
buscarme … y no quedó nadie para hablar».

Para concluir, dos recuerdos históricos son importantes. Primero, las


palabras de Pedro en Hechos 5:39: «Es necesario obedecer a Dios antes
que a los hombres». En segundo lugar, las palabras de Lutero en la
Dieta de Worms: «Yo no puedo someter mi fe ni al papa ni a los
concilios, porque es tan claro como la luz del día que ellos han caído
muchas veces en el error así como en muchas contradicciones consigo
mismos. Por lo cual, si no se me convence con testimonios bíblicos… yo
hablar contra su conciencia. Heme aquí; no me es dable hacerlo de otro
modo. ¡Que Dios me ayude! ¡Amén!».[111]

Notas
[1] «Lebanese University Encouraged to Reach Middle East through
Medicine», Adventist News Network, 9 de mayo de 2017.

[2] Heiko A. Oberman, Luther: Man Between God and the Devil (New
York: Image Books, 1992), 204.

[3] Ibid., 39.

[4] Ellen White, El con icto de los siglos, 118.

[5] Ibid., 148.

[6] Ibid., 188.

[7] James White, «The Gifts of the Gospel Church», Review and Herald, 
21 de abril de 1851, 70. En adelante RH.

[8] Secretaria de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo


Día, «Summary of A Study of Church Governance and Unity»,
septiembre de 2016, 5; ídem., «A Study of Church Governance and
Unity» septiembre de 2016, 13.

[9] Ellen White, Los hechos de los apóstoles, 159; ídem, La historia de
la redención, 323, 319.

[10] Pablo también plantea la cuestión en 1 Corintios 8 y muy


probablemente en Romanos 14, pero 1 Corintios 10 es el pasaje más
explícito sobre el tema.

[11] Secretaria, «Summary», 6, cf. 4; ídem, «A Study», 12.

[12] Francis D. Nichol, ed. The Seventh-day Adventist Bible


Commentary (Washington, DC: Review and Herald, 1953-1957), 5:448.

[13] Ibid., 5:433.

[14] Ellen White, Testimonios para la iglesia (Doral, FL: Asociación


Publicadora Interamericana, 1998), 7: 250.
[15] Russell L. Staples,«Una concepción teológica de la ordenación» en
Mujer y ministerio: Perspectivas bíblicas e históricas, ed. Nancy
Vyhmeister (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 1998),
139; véase también Darius Jankiewicz, «The Problem of Ordination:
Lessons from Early Christian History», en South Paci c Perspectives
on Ordination: Biblical, Theological and Historical Studies in an
Adventist Context, eds. Graeme J. Humble y Robert K. McKiver
(Cooranbong, NSW: Avondale Academic Press, 2015), 101-129.

[16] Ver por ejemplo: Tito 1:5; Marcos 3:14; Juan 15:16; Hechos 1:22;
14:23; 16:4.

[17] Véase Ellen White, HAp, 130-132.

[18] Ellen White a «Brethren who shall assemble in General


Conference», Carta 20a, 5 de agosto, 1888.

[19] Ellen White, El colportor  evangélico (Buenos Aires: Asociación


Casa Editora Sudamericana, 1999), 129. Para un análisis más
exhaustivo sobre el tema, ver George Knight, «Visions and the Word:
The Authority of Ellen White in Relation to the Authority of Scripture in
the Seventh-day Adventist Movement», en By What Authority? The
Vital Question of Religious Authority in Christianity, ed. Robert L.
Millet (Macon, GA: Mercer University Press, 2010), 144-161.

[20] Para un tratamiento más completo de la crisis de la autoridad en


los acontecimientos que rodearon la sesión de la Asociación General de
1888, ver George Knight, Angry Saints (Nampa, ID: Paci c Press, 2015),
121-140.

[21] I. Butler a Ellen White, Carta, 1 de octubre de 1888; Ellen White a


Mary White, Carta 82, 4 de noviembre de 1888; ídem, a M. H. Healey,
Carta 7, 09 de diciembre de 1888; Cf. ídem, a I. Butler, Carta, 14 de
octubre de 1888.

[22] Ellen White, Manuscrito 37, 1890 (Silver Spring, MD: Ellen G.
White Estate, s/f, 1890)

[23] Minneapolis Tribune, 18 de octubre de 1888; Ellen White,


Manuscrito 24, 1892 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, s/f,
1892); Minneapolis Journal, 18, 1888, 2. Énfasis añadido.
[25] Ellen White, HAp, 131.

[26] Ellen White, HR, 318.

[27] Ver Catechism of the Catholic Church: With Modi cations from the
Editio Typica (New York: Image, 1995), 433-437; Jarislav Pelikan, The
Riddle of Roman Catholicism (Nashville: Abingdon, 1959), 84, 124-125;
Richard P. McBrien, Catholicism, study edition (San Francisco, Harper
& Row, 1981), 558-559, 846-847.

[28] La Iglesia Católica Romana, por ejemplo, sólo tiene dos niveles de
autoridad por encima de la congregación local.

[29] Joseph Bates y Uriah Smith, «Doings of the Battle Creek


Conference, Oct. 5 & 6, 1861», RH, 8 de octubre de 1861, 148.

[30] Ibid.

[31] George Storrs, «Come Out of Her My People», The Midnight Cry, 15
de febrero de 1844, 237-238.

[32] Charles Fitch, «Come Out of Her, My People» (Boston: J. V. Himes,


1843).

[33] Ver George R. Knight, William Miller and the Rise of Adventism
(Nampa, ID: Paci c Press, 2010), 228-250.

[34] James White, «Yearly Meetings», RH, 21 de julio de 1859, 68.

[35] Ibid.

[36] Ibid.

[37] John Byington y Uriah Smith, «Report of General Conference of


Seventh-day Adventists» RH, 26 de mayo de 1863, 204-206.

[38] James White, «Organization», RH, 05 de agosto de 1873, 60.

[39] «Sixteenth Annual Session of the General Conference of S. D.


Adventists», RH, 04 de octubre 1877, 106; énfasis añadido.

[40] Ellen White, Manuscrito 33, 1891 (Silver Spring, MD: Ellen G.
White Estate, s/f, 1891).

[41] Ellen White a «Men Who Occupy Responsible Positions», Carta 4,


[42] Ellen White, Manuscrito 37, 1901 (Silver Spring, MD: Ellen G.
White Estate, abril de 1891).

[43] Barry David Oliver, SDA Organizational Structure: Past, Present


and Future (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 1989), 98-
99.

[44] Ellen White, Testimonios para la iglesia (Doral, FL: Asociación


Publicadora Interamericana, 1998), 9:209.

[45] Para un análisis amplio sobre la reorganización, véase Oliver, SDA


Organizational Structure.

[46] A. Olsen a A. T. Robinson, Carta, 25 de octubre de 1892; ver George


R. Knight, Organizing for Mission and Growth: The Development of
Adventist Church Structure (Hagerstown, MD: Review and Herald,
2006), 78-80 para la secuencia de eventos.

[47] General Conference Committee Minutes, 25 de enero.

[48] General Conference Bulletin, 1913.

[49] General Conference Bulletin, 1901.

[50] Ellen White, Manuscrito 26, 1903 (Silver Spring, MD: Ellen G.
White Estate, 03 de abril de 1903).

[51] Gerry Chudleigh, Who Runs the Church? Understanding the Unity,
Structure and Authority of the Seventh-day Adventist Church (s/l:
AdventSource, 2013), 18; énfasis añadido.

[52] Ibid.

[53] Ellen White a «the General Conference Committee and the


Publishing Boards of the Review and Herald and Paci c Press», Carta
71, 08 de abril de 1894; ver también, ídem, Testimonies, 9:259- 260.

[54] A. G. Daniells, European Conference Bulletin, 2, citado en Oliver,


320.

[55] Oliver, 317 n. 2, 341.

[56] Ver Knight, Organizing, 133-140.


[57] George I. Butler, Leadership (Battle Creek, MI: Steam Press, 1873),
1, 8, 11, 13.

[58] Ver por ejemplo, [James White] en una serie titulada «Leadership»
que se publicó en Signs of the Times desde el 04 de junio de 1874 al 09
de julio de 1874; en adelante ST.  Ellen White, Testimonies, 3:492-509.

[59] James White y Uriah Smith, «Proceedings of the Fourteenth


Annual Session of the S. D. Adventist General Conference», RH, 26 de
agosto de 1875, 59; James White y A. B. Oyen, «Sixteenth Annual
Session of the General Conference of S. D. Adventists» RH, 04 de
octubre de 1877, 106.

[60] Kevin M. Burton, «Centralized for Protection: George I. Butler and


His Philosophy of One-Person Leadership» (Tesis de maestría,
Andrews University, 2015).

[61] I. Butler a Ellen White, 01 de octubre de 1888; Ellen White a G. I.


Butler, 14 de octubre de 1888.

[62] Ver, Knight, Angry Saints, passim.

[63] Ver, Burton, 60.

[64] Ellen White a «the General Conference Committee and the


Publishing Boards of the Review and Herald and Paci c Press», 08 de
abril de 1894; D. T. Jones a J. D. Pegg, 17 de marzo de 1890; D. T. Jones a
W. C. White, 18 de marzo de 1890.

[65] Ellen White a «Elder Daniells and His Fellow Workers», Carta 49,
12 de abril de 1903.

[66] Chudleigh, Who Runs the Church? 31.

[67] Stanley E. Patterson, «Kingly Power: Is It Finding a Place in the


Adventist Church?», Adventist Today, septiembre-octubre 2012, 5;
Chudleigh, Who Runs the Church?, 32-33; Working Policy of the
General Conference of Seventh-day Adventists, edición 1999-2000
(Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000), 125-126.

[68] Rosmary Watts, «North Paci c Reasserts Constitutional


Independence», Spectrum, febrero de 1987, 29-33. La carta de Wilson
se encuentra como apéndice en las páginas 31-33.
[69] «Church Leaders Favor Model Constitution», Adventist Today,
mayo-junio de 1995, 19; «Administration Seeks Greater Control»,
Adventist Today, noviembre-diciembre de 1994, 23, 26.

[70] Susan S. Sickler a George R. Knight, Carta, 27 de febrero de 2017;


Bert Haloviak a George R. Knight, Carta, 07 de marzo de 2017;
«Administration Seeks Greater Control», 26.

[71] Designado en el Working Policy como B45 en ediciones posteriores


a 1995 pero ahora como B95.

[72] Susan S. Sickler a George R. Knight, 27 de febrero de 2017;


«Administration Seeks Greater Control», 23, 26.

[73] Ibid.

[74] Ibid., 26.

[75] Ibid., 23.

[76] «General Conference Theology of Ordination Study Committee


Report, June 2014», 3-7. Un examen de la lista de miembros del comité
revela que una gran parte, si no la mayoría, no eran académicos.

[77] Secretaría, «A Study of Church Governance», 41; Secretaría,


«Summary of A Study», 14.

[78] Como se verá más adelante, muchos de los participantes del TOSC
quedaron desilusionados cuando el presidente de la Conferencia
General cambió su opinión sobre la importancia de la comisión desde
su primera reunión, cuando parecía que presentaría la respuesta
«adecuada» a su último, en el que la mayoría votó en contra de su
posición.

[79] TOSC «Report».

[80] Este punto necesita más investigación en los 13 informes de la


división. Nueve divisiones a favor de la diversidad es el número más
bajo que he encontrado. Algunas fuentes informan 11 y otras 12
divisiones a favor de la exibilidad.

[81] TOSC «Report», 122, 123

[82] Ibid 12 122 123


[83] Unión Noruega, «A Response to ‘A Study of Church Governance
and Unity’», 4 de octubre de 2016; Ver William G. Johnsson, Where Are
We Headed? Adventism after San Antonio (Westlake Village, CA: Oak
and Acorn Publishing, 2017), 153-161 por una version públicada del
documento.

[84] Recuerdos de varios participantes que desearon permanecer


anónimos.

[85] Ver, por ejemplo, George R. Knight, «The Role of Union


Conferences in Relation to Higher Authorities», Spectrum, vol 44., no.
4 (2016), 40.

[86] Secretaría, «Summary of A Study», 14; Secretaría, «A Study» 40,


41; ver también Barry Oliver a George R. Knight, 20 de febrero de 2017.

[87] Johnsson, Where Are We Headed?, 1.

[88] Ellen White  a G. I. Butler, 14 de octubre de 1888.

[89] Secretaría, «A Study», 34.

[90] Secretaría, «Summary of A Study», 5; Secretaría, «A Study», 13;


énfasis añadido. Ver también Mark A. Finley, «United in Message,
Mission, and Organization», Ministry, abril de 2017, 14.

[91] Recuerdos de varios delegados que pidieron permanecer


anónimos.

[92] James White, «Leadership», ST, 4 de junio de 1874; énfasis


añadido.

[93] Ellen White, Manuscrito  24, 1892.

[94] Ellen White, Special Testimonies: Series A (Payson AZ: Leaves-of-


Autumn, n.d.), 299-300; énfasis añadido. Traducido parcialmente en
ídem, Los eventos de los últimos días, 95.

[95] Ellen White, 9T, 221; énfasis añadido.

[96] Ver Working Policy, L 35, L 50. El lenguaje sexista votado en estas
secciones no es un reglamento votado, sino una decisión editorial en la
década de 1980. Ver Knight, «The Role of Unions», 41: Gary Patterson,
crítica sin título del documento de la Secretaría sobre «Unions and
Ordination», 1.

[97] «Session Actions», Adventist Review, 13 de julio de 1990, 15.

[98] Ver, e.g., Bonnie Dwyer,«General Conference Leadership


Considers Takeover of Unions that Ordain Women», 29 de septiembre
de 2016, http://spectrummagazine.org/print/7661.

[99] La mayoría de mis fuentes han solicitado con dencialidad, dada


la atmósfera intimidatoria en el edi cio de la Asociación General, en
las instituciones de la Asociación General, y entre otros empleados
denominacionales que tienen esperanza por un futuro en los campos
superiores de la denominación. De hecho, la intimidación y las
amenazas en asuntos relacionados a las nanzas y la nanciación han
estado en el «aire» emanando de Silver Spring. No es ningún accidente
de ningún profesor de Andrews University o su seminario teológico
estén participando en esta conferencia. El «poder despótico» está vivo
y sano. Es una fortuna que algunos de nosotros estemos jubilados y
estemos más allá de la autoridad intimidatoria.

[100] Por una crítica perpicaz, ver Unión Noruega, «A Response to ‘A


Study of Church Governance and Unity’,» 4 de octubre de 2016.

[101] Mitchell Tyner,


http://spectrummagazine.org/article/2016/10/10/analysis-use-
general-conference-working-policy-case-unions-ordain-women.

[102] Ibid.

[103] Ibid., énfasis añadido.

[104] James White, «Leadership», ST, 9 de julio de 1874, 28.

[105] James White, «Leadership», RH, 17 de junio de 1880, 392.

[106] Ellen White, Testimonies, 9:278.

[107] Citado en Johnsson, Where Are We Headed?, 74.

[108] Incluso un lector casual descubrirá que, al igual que Lutero, me


ha resultado un poco difícil evitar que el número de estos se expanda,
de allí la maniobra de 9.1 y 9.2, para que así pueda mantener el
b l
[109] Seventh-day Adventist Church Manual, 16va ed. (Hagerstown,
MD: Review and Herald, 2000), 27; énfasis añadido.

[110] Ver George R. Knight, «Ecclesiastical Deadlock: James White


Solves a Problem that Had No Answer», Ministry, julio de 2014, 9-13;
ídem, «James White nds the Answer», en Women and Ordination:
Biblical and Historical Studies, ed. John W. Reeve (Nampa, ID: Paci c
Press, 2015), 113-120.

[111] Ellen White, CS, 148.

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