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Ulisses González Carrera Seminario diocesano de Torreón

SACRAMENTOS DE INICIACIÓN
Auer-Ratzinger
El signo sensible del bautismo1
San Agustín desde la influencia platónica que tiene, considera a este signo sensible como
signo externo, pero en la actualidad su concepción tiene distintas características a considerar
que hacen de este una unidad, una perspectiva histórico-salvífica-mistérica que debe
considerarse y entenderse desde su posición en la vida (Sitz im Leben) para poder
comprender sus líneas básicas, unitarias y profundas de la estructura del bautismo. El
bautismo presenta tres figuras simbólicas: la primera: como realidad de figura univoca con
un determinado Sitz el Leben. La segunda: como realidad simbólica que en cuanto liturgia
quiere decir más y muchas veces algo diferente, de lo que descubre de por sí el signo exterior
al observador actual. Tercero: como realidad cultual y jurídicamente establecida, que ha
recibido su figura de la Iglesia.
La materia del sacramento:
Etimología: es el hecho, que abarca el bautizar y el ser bautizado. Bautizar = sumergir o
mergere (sumergir), βαπτίζειν un sumergir que corresponde a un hundirse. Este hundimiento
en el plano sacramental va unido a un nuevo comienzo, una nueva creación. Este bautismo
se encuentra ya desde algunas prefiguraciones del Antiguo Testamento que son retomadas
en las cartas paulinas y en las cartas de Pedro del Nuevo Testamento, por ejemplo el diluvio
y el arca de Noé son por consiguientes los grandes anticipos del bautismo. Tertuliano hace
una aportación objetiva: donde la figura del Espíritu está sobre las aguas la mañana de la
creación. Se ha visto algunas figuras donde se ubica el agua como factor en común, y el cual
se busca fundamentar como materia del sacramento del bautismo. En el Nuevo Testamento
el dato que fundamenta la materia de este sacramento es el propio bautismo de Jesús a manos
de Juan el Bautista siendo un bautismo de penitencia está el factor del agua en la que Jesús
es sumergido. Tertuliano hace una afirmación donde expresa la no importancia de tipo de
agua, ya que toda agua pide la antigua virtud de su origen, el efecto misterioso, de santificar
por la invocación de Dios. El agua es el elemento básico de toda vida, el agua purifica y es
transparente a la luz y da la posibilidad de abarcar totalmente un objeto o de penetrarlo. Por
ciertas características del agua es como se va asimilando este signo como realidad simbólica
para ser parte del sacramento del bautismo. Aunque algunos rechazaban este elemento como
parte del bautismo como: el gnóstico Cayo, los cataros y valdenses, y los cuáqueros. Este
signo causo controversia a lo largo de la historia hasta que el concilio de Trento aclara el
estado en el que tiene que estar el agua y que quien no esté de acuerdo con sea anatema. El
bautismo que ha sido muy rico en sus ritos se ha ido modificando, anteriormente se contaban
con estos pasos en el rito: señalar en la frente del signo de la cruz, imposición de manos,
imposición de la sal, serie de exorcismos, fórmulas de abjuración, promesas del bautismo,
unción con el óleo de la catecúmenos y después del acto con crisma, ofrecimiento del vestido
bautismal y del cirio. El nuevo rito prescinde de la imposición de manos y de la imposición

1
AUER-RATZINGER, Los sacramentos de la Iglesia, Herder, Barcelona, 1983, pp. 22-35.
Ulisses González Carrera Seminario diocesano de Torreón

de la sal, y en otros como el rito del Effata concede libertad de aplicación. La unción ha
tenido distintas acepciones, primero se realiza con aceite de oliva, y su sentido teológico es
hacer cristiano al bautizado, pero también se dieron distintas concepción como la de Hugo
de San Víctor, considera la unción para ser soldado de Cristo, o también se entiende como la
unción de confirmación u otros afirman que al aceite es la referencia al bautismo con el
Espíritu Santo y el fuego.
La forma del bautismo:
También se encuentran diversas opiniones, la formula debe expresar el: «yo te bautizo» y el
mandato de Cristo según la formula trinitaria (Mt 28,19). Esta fórmula trinitaria la exige el
concilio de Arles en el 314. Algunos canonistas y escolásticos consideran esta fórmula: «te
bautizo en el nombre de Cristo», algunos grandes teólogos como Santo Tomás de Aquino,
Buenaventura y Duns Escoto consideran la fórmula: «en el nombre de Jesús». Por último
entrando en un plano más jurídico es necesario derramar el agua y expresar de forma clara la
fórmula del bautismo expresada en el mandato misional. Además de realizar conscientemente
las oraciones y acciones litúrgicas que den solemnidad al bautismo: por ejemplo dar el
nombre del bautizado, señalara con el signo de la cruz, la imposición de manos y la oración
de súplica, la consagración del agua y la unción del crisma, incluso el ofrecimiento del
vestido bautismal y del cirio encendido, así como la oración final para que Dios abra cada
vez más el espíritu y el sentido del nuevo bautizado a las palabras y la gracia de Dios (Effata).

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