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Nombre: Jose Manuel Apellidos: Lozano Serrano

Asignatura: Teoría de la cultura Grupo: 810

¿Qué entiende Freud por cultura en este libro?

Freud engloba dentro del término cultura a todos aquellos elementos e instituciones que se han
producido gracias al desarrollo tecnológico, a la vez que inlcuye a todo aquello que contenga
una dimensión social e ideológica. Estas producciones son las que han hecho posible que la vida
del ser humano se diferencie de la de los animales de los cuales son ascendientes. Algunos
ejemplos de lo dicho podrían ser los siguientes: la invención de las primeras herramientas, el
descubrimiento del fuego, la construcción de poblados y grandes ciudades, el gran avance y
desarrollo científico que caracterizó el s.XX. etc. Todas estas producciones han sido creadas
para proteger al hombre de la naturaleza e intentar regular las relaciones de los seres humanos
entre ellos. Por esto último, las instituciones de la cultura obligan al individuo a una serie de
exigencias que son necesarias para poder ofrecer ciertas garantías a la convivencia entre
hombres.

Lo dicho anteriormente se produce debido a que antes de que surgiese la cultura, el hombre se
ubicaba en una especie de estado primitivo, en el que vivía y llevaba a cabo sin ningún tipo de
reglas, el intentar satisfacer los propios instintos y deseos que se presentaban para poder
sobrevivir y habitar de la manera más feliz posible. De este estado primitivo comenzaron a
surgir las primeras relaciones entre hombres, y con ello, las primeras manifestaciones de cultura.
Por una parte, el hombre necesitaba a la mujer para poder desahogar el libido sexual, al igual
que la mujer necesita al hombre, hecho que facilitó el surgimiento de la familia y la convivencia
en común, dándose así, el primer paso hacía la cultura. Por otra parte, el hombre primitivo se
encontraba con necesidades exteriores, que sólo podían realizarse con la ayuda de otros
hombres, lo que fuerza la convivencia en una comunidad. Una vez que el hombre entra en esa
comunidad, que supone el estar inmerso en una cultura, ya no podrá vivir y actuar de la misma
manera que lo hacía en el estado primitivo, ya que en dicho estado, todo individuo buscaba la
satisfacción personal de sus instintos de una manera individual y egoista sin tener en cuenta a
terceros que podrían verse afectados por las repercusiones que podrían acarrear sus acciones;
mientras que al vivir en sociedad, no podemos satisfacer nuestras necesidades de manera
autónoma y dependemos del resto, por lo que no hay una total libertad en nuestras acciones, ya
que se reprime accionar de manera negativa sobre los otros. Para conseguirlo, la cultura impone
una serie de reglas que deben de ser seguidas por toda la comunidad, garantizando un orden y
una regulación entre las relaciones de los hombres; lo que supone que el hombre primitvo
entrega parte de su libertad y la no realización satisfactoria de sus instintos, a cambio de sentirse
parte de una comunidad en la que se le otorga seguridad y protección.

Como hemos visto la cultura nos proporciona ventajas como herramientas y avances técnicos
científicos, a la vez que nos otorga seguridad. Pero por otra parte, la cultura nos exige el
cumplimiento de ciertas normas que limitan nuestros instintos, lo que provoca que el hombre
sienta frustación e infelicidad. De ahí, que Freud se decline a pensar que los hombres seríamos
mucho más felices en el estado primitivo natural debido a que en ese estado si era posible poder
satisfacer nuestros instintos de una manera libre y sin tener en cuenta las normas que nos
reprimen.

¿Por qué provoca malestar la cultura?


La respuesta a esta pregunta nace de la dualidad existente entre las pulsiones instintivas del
hombre y aquello que la cultura en la que éste convive considera aceptable. Hay tres elementos
clave para entender este malestar:

En primer lugar, tenemos la restricción de la satisfacción de nuestros institntos sexuales. En la


cultura occidental, a lo largo de la historia, cualquier acto sexual que se encuentre fuera de la
función reproductiva y que tan sólo busque el placer sexual, es restringido y penalizado por el
resto de la comunidad. En cambio, en el estado primitivo, la consumación de nuestros instintos
sexuales era considerada una fuente de placer sin restricciones ni patrones a seguir.

Por otra parte, gracias a la cultura, reducimos nuestros instintos más agresivos. Todo ser
humano por naturaleza e instinto de supervivencia se expone a disputas y conflictos con otros
hombres. Parece ser que innatamente hay un deseo natural de destruir al otro y de sentir la
hostilidad hacia el extraño. Por ello mismo, la cultura tiende a crear unas reglas que eviten la
enemistad y el conflicto entre hombres. En este caso, parece lógico y razonable que la cultura se
encargue de limitar estos instintos que podrían llevar a una destrucción mútua entre hombres.

Otro factor clave es la religión cristiana, que sirve de símil perfecto para ver como funciona la
cultura. La religión cristiana coloca en un segundo plano y desprecia la vida terrenal, a la vez
que se centra y da importancia a la vida celestial, vida en la que no contaremos con un cuerpo ni
instintos a los que satisfacer. Para llegar a tal punto, la religión nos ofrece una serie de normas
que debemos de seguir para posibilitarnos no caer en el pecado y así poder guiarnos para que
nuestra alma pueda ascender al cielo prometido. La cultura, al igual que la religión, nos ofrece
una serie de normas y restricciones a cambio de un supuesto bien mayor para todos los
componentes de la cultura que establece las restricciones.
Todos estos factores, producen un malestar en el hombre debido a las restricciones que se le
imponen y que le impiden satisfacer sus propios deseos más instintivos de una manera libre.
Todo esto, nos hace ser más infelices debido a que estamos obligados a tener que aceptar las
leyes culturales y reprimir nuestros instintos, lo que hará que sintamos frustación y
desesperación. Y es cierto que dentro de la cultura, se han conseguido grandes avances
científicos que nos hacen la vida teóricamente más sencilla y fácil, pero mientras estemos
inmersos en una cultura, siempre habrá restricciones de nuestras pulsiones, lo que nos
conllevará a un malestar contínuo.

¿Por qué según Freud el sentimiento de culpabilidad es el problema más


importante de la evolución cultural?
Freud entiende que la vara de medir para decidir qué es considerado bueno o malo, está marcada
por factores externos al hombre, como son la cultura y la religión. Debido a esto, es
comprensible que haya acciones consideradas malas por la cultura y que a la vez sean
placenteras para los individuos. El ejemplo más claro es cómo la religión cristiana repudia el
acto sexual, siendo ésta una práctica que otorga placer al hombre. Este reproche por parte de la
cultura, produce que nos sintamos culpables y dignos de ser castigados aun sin haber llegado a
realizar el acto que está considerado inoportuno, ya que por el simple hecho de pensarlo y
considerar la idea de realizarlo nos sentimos mal y responsables. Por lo tanto, mientras más
reprima la cultura los instintos de los hombres, más sentimiento de culpabilidad se producirá en
éstos.

A lo anterior, hay que sumarle el hecho de que los hombres, al vivir en comunidad, se ven
obligados a depender e interrelacionarse unos con otros para protegerse y beneficiarse
mútuamente. Por ello, tenemos miedo a que una autoridad externa descubra la realización de un
acto considerado malo por la cultura (y no necesariamente por nosotros), o incluso que se
descubra que se nos ha sugerido y planteado el hecho de poder llegar a ejecutar tal acción. Todo
esto, produce que el hombre entre en un estado de “mala conciencia” que acaba dando lugar a la
angustia social.

El gran problema es que no podemos evitar que se reflejen en el super yo los deseos e instintos
por mucho que se quieran eliminar, ya que a la hora de reprimir nuestros instintos, éstos quedan
marcados en el yo, que se encuentra dentro de nuestro super yo. Así que, el sentimiento de
culpabilidad y cultura siempre estarán relacionados, ya que nunca se podrá dejar de lado el
deseo de satisfacer los instintos por mucho que la cultura intente regular a éstos.
Por lo tanto, podemos concluir diciendo que hay dos orígenes del sentimiento de culpabilidad:
por una parte, el miedo a la autoridad; y por otra, el temor a que el super yo no pueda dejar de
lado la persistencia de los deseos prohibidos.

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