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Universidad Nacional de Córdoba

Facultad de Filosofía y Humanidades


Escuela de Letras Modernas
Pensamiento latinoamericano
Año 2016

Cuestión de Lof: territorialidad y sujeto nacional en Javier Milanca Oliveros


y David Añiñir Guilitraro

Tania Liza Toledo


Introducción
El triunfo del modelo neoliberal en Latinoamérica significó la instauración de
nuevos espacios de tensión entre sujetos, al tiempo que desató nuevas adscripciones
identitarias.
En general, los reordenamientos espaciales propios de las políticas desarrollistas
ejercen influencia en las prácticas sociales y por lo tanto en los discursos. Y, en un país
como Chile, los sistemas de relaciones sociales son heterogéneos, ya que las políticas
estatales no se conjugan con la realidad nacional en su totalidad, y responden más a una
planificación en torno a un modelo empresarial extranjero. Ocurre que, dentro de dicho
Estado, se encuentran comunidades que plantean una disrupción de las configuraciones
territoriales, económicas y discursivas, alejándose de los planteos hegemónicos que
responden a un modelo de nación que imita al occidental. Esto podemos relacionarlo con
las ideas de Kusch en Geocultura del hombre americano (1978), en donde refiere a una
intersección de lo geográfico en lo cultural, en tanto el lugar condiciona el pensamiento
grupal y pone en cuestión la posibilidad del pensamiento occidental en América. Así, las
universalizaciones pierden validez cuando se descubre la diferencia geocultural de la
realidad con los espacios de formación discursiva, y se procura erradicar la deformación de
la configuración cultural hegemónica. En particular, nos interesa la realidad del pueblo
mapuche, cuyas luchas reivindicatorias no cesan; resulta interesante el hecho de que, pese a
las políticas “inclusivas”, la complejidad está dada por una segregación construida desde el
Estado mismo. Sin ir más lejos, en 1999 se firmó el “Pacto respetuoso ciudadano de 1999”,
suscripto por el presidente Ruiz-Tagle y organizaciones mapuche1 para erradicar la
violencia y celebrar la diversidad, gesto de tolerancia que parece señalar un conflicto entre
el Estado y el pueblo mapuche. Como antecedente se había establecido la Ley Indígena de
1993 sobre protección y fomento al desarrollo indígena, que en realidad les dio al pueblo
mapuche apenas el lugar de la participación consultiva y no derechos sobre las tierras
ocupadas por estas comunidades, base de su sustento, de su verdadero desarrollo.
Desde la conquista de la Araucanía se mantienen los conflictos, que se acrecentaron
a partir de la instalación de “empresas de colonización” extranjeras a fines del siglo XIX,

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A raíz de algunas discusiones con miembros de dichas comunidades, decidimos eludir la usual
castellanización del término y mantener su uso en singular.
que compraron tierras mapuche en remates estatales; desde entonces, la pérdida de terreno
y ganado obligó a numerosas comunidades a migrar hacia la metrópolis y ciudades
industriales y mineras. Así es que, durante todo el siglo XX, los movimientos hacia la costa
aumentaron y ya nos encontramos con una importante generación mapuche nacida en
medio del paisaje citadino, que se construye como centro de los conflictos en que surgen
nuevos sujetos complejos, que lejos están de corresponderse con las configuraciones
preestablecidas por los discursos hegemónicos de cada grupo social. En “Algunos apuntes
sobre Xampurria de Javier Milanca”, Fernando Pairicán se expresa al respecto afirmando
que nos encontramos,
por un lado, la sociedad chilena que remarca los orígenes ‘indios’; y por el otro, la
sociedad mapuche que remarca los orígenes chilenos. En el trasfondo, una
contradicción que no es más que el proceso histórico: las consecuencias de la
ocupación de la Araucanía. (Milanca Olivares, 2015, p. 10)
En el marco de un trabajo final de licenciatura, nos proponemos reflexionar sobre
estos puntos en la literatura de Javier Milanca Olivares y David Añiñir Guilitraro. Ambos
ponen en escena el problema de una identidad compleja emergente, que se asume sobre
todo en las maneras de nombrarse y ser nombrado. A esto lo pensamos en relación con una
redefinición de la territorialidad como consecuencia del proceso de globalización.
Como nos interesa específicamente la construcción de los personajes, hemos
tomado indistintamente cuentos y poemas, no sin antes reflexionar acerca de las rupturas
que ambos autores hacen en la forma de sus escritos2. De Javier Milanca Olivares
seleccionamos algunos cuentos que se antologan en su libro Xampurria: Somos del lof de
los que no tienen lof, de la colección Pensamiento mapuche contemporáneo, lanzada por la
editorial Pehuén: “El Lumalonko”, “El ojo”, “La herencia de Evaristo Paichil”, “La cazuela
de Amelia Mariman”, “Pololeo de completo y schop”, “El inmortal”, “Wiluf zomo”, “Los
peñi del Ñireco”, “La mancha de los pichikeche”, “El choike confundido” y “Carta de ñuke
a ñuke”. De David Añiñir Guilitraro elegimos algunos poemas, también reunidos por la
editorial Pehuén en Mapurbe: venganza a raíz: “María Juana la mapunky de La Pintana”,

2
Mientras Añiñir escribe una poesía sin musicalidad, en flaitedungún, aleación que el autor trae a colación
para expresar lingüísticamente las contraposiciones de los sujetos emergentes, Milanca es incorporado dentro
de la literatura mapuche con cuentos en prosa, estableciendo un quiebre en la configuración académica de la
literatura mapuche.
“Acullá nieva pus”, “El pewma del mundo trasero”, “Salmo1997”, “+ Poesía – policía”,
“Mapurbe”, “Lautaro” y “Malen-ko”. De su libro Guilitranalwe, publicado por editorial
Quimantú en 2014 trabajaremos con “I.N.E. (Indio No Estandarizado)”, “Perimontú” y
“Tiempo y espacio”.
Javier Milanca Olivares mantiene un perfil bajo, aunque conocemos su participación
en numerosas disertaciones de las que encontramos escasos registros, es hijo de mapuche y
criolla. Profesor de historia e idioma mapuzungún en escuelas primarias de Paillaco,
Región de Los ríos, se dedica a un importante rescate de la cultura mapuche desde el nivel
inicical; cuenta con algunos textos difundidos virtualmente y tres títulos impresos:
Champurrea, Pichi Epew y Xapurria. Somos de lof de los que no tienen lof (2015). David
Añiñir Guilitraro es hijo de mapuches migrados a la ciudad, pero su padre se suicidó
durante la dictadura y quedaron al cuidado de su madre, sustentándose de la venta callejera;
fue encarcelado numerosas veces hasta que se alejó de sus adicciones, concluyó su
educación media y se propuso un acercamiento al idioma mapuzungún. Trabajando como
maestro herrero en las construcciones, encontró en la poesía y en el anarquismo formas de
resistencia; primero las publicaba en fotocopias que él mismo vendía hasta publicar sus
obras: Mapurbe, Venganza a raíz y Guilitranalwe.

Sujetos nacionales. Tensión y distensión


Los autores han sabido reflejar las tensiones en sus textos, a partir de la
configuración de dos sujetos complejos que ambos recorren, aunque cada uno enfatiza en
una construcción. Representan en estos textos las identidades nacidas de los nuevos
sistemas de relaciones a los que se enfrenta la comunidad mapuche a partir de las
migraciones internas y su consecuente interacción con los ciudadanos chilenos, el sistema
educativo estatal (de raigambre occidental), los espacios de gestión cultural, las fuerzas
policiales que protegen a los grandes monopolios en las tomas de terreno, las autoridades
políticas con las que negocian concesiones, los empleadores, etc.
Por una parte, nos encontramos con el “mapurbe” de Añiñir, el mapuche que migra
a la ciudad, que pierde contacto con la naturaleza sagrada y se enfrenta a una ciudad que lo
segrega, que lo coloca en los márgenes, invisibilizándolo. Este sujeto se configura como un
cúmulo de elementos contrarios, dados por su condición de habitar una metrópolis que
intenta tomar modelos extranjeros al pie de la letra.
Eres mapuche en F.M. (o sea, Fuera del Mundo)/eres la mapuche girl de marca no
registrada/de la esquina fría y solitaria apegada a ese vicio,/tu piel oscura es la red
de SuperHiperArchi venas/que bullen a borbotones sobre una venganza que
condena.” (Añiñir Guilitraro, 2009, p. 32)
Por otra parte, el mestizo o “xampurria”3, de Milanca, descendiente de mapuche y
criollos, problemático en tanto no puede asumirse como mapuche ni como chileno. La
complejidad de este personaje se refleja en las relaciones con otros, y en el transitar los
espacios reconfigurados, incluida la propia corporalidad. Esta lleva las marcas de la
herencia del kultrún4 corriendo por sus venas, que anula las individualidades frente al ojo
ajeno, pero también las del préstamo transoceánico. El exilio, el habitar espacios de
alteridad y la heterogeneidad de los cuerpos se presentan como resistencia en ocasiones,
pero sobretodo se presentan como inevitables: “Ella también se sentía, en el espejo de las
coincidencias, una tórtola Maikoño, como acomodándose a la vida en una tierra, sin otra
impostura que el aguante” (Milanca Olivares, 2015, p. 88).
En la medida en que la independencia política del país se construyó en torno a una
clase criolla que se consfiguró a sí misma en oposición al europeo pero también en
contraposición con el indígena, a quien se “tolera”, la presencia de estos sujetos se adscribe
a los márgenes de un proyecto de nación que en realidad no los contempla. Así es que la
idea de un sujeto nacional no se corresponde con la realidad compleja. Sin embargo, esos
diseños de nación son puestos en cuestión cuando se visibiliza mediante otras voces que
responden a un sentido histórico orientado por las grandes potencias. En Torres Roggero
(2007) aparece lo popular, lo negado por la episteme occidental, entre lo que podríamos
incluir la voz de estos nuevos sujetos chilenos. Para el autor se trata de una posibilidad de
producción de conocimiento que se mueve por debajo de las estructuras económicas, que
son las que organizan la forma de poder, de las representaciones hegemónicas, lejos de los
proyectos de nación diseñados por los padres de la patria.

3
Xampurria se traduce del mapuzungún como la “mezcla de distintas cosas sin una forma única”. El término
es usado negativamente para aludir al mestizo, en tanto no es puramente mapuche ni chileno, de acuerdo a los
estereotipos impuestos por los discursos hegemónicos.
4
El kultrún es un instrumento de percusión, usado en los rituales de la cultura mapuche.
Pensando en las nuevas formas de establecimiento de poder, Stuart Hall (2003),
señala que la noción de identificación se define como un proceso de articulación, en tanto
resultado de las prácticas históricas propias de la globalización. Esto nos permite entender
las variaciones discursivas en torno a la identidad chilena y la incidencia que tuvieron las
migraciones internas y las nuevas políticas integracionistas de las últimas décadas. En
estrecha relación con la realidad histórica, la identidad para Hall emerge de un juego de
poder en tanto estrategia de marcación de la diferencia. A esto el autor añade la importancia
de la narrativización del yo, en la medida en que los modos de representación también se
constituyen como creadores de identidad. De esta manera leemos los cuentos y poesías
seleccionados como modos de narrativización de los sujetos de las nuevas comunidades de
acuerdo a las relaciones espaciales y de poder a las que se enfrentan, ya asentadas en el
imaginario social. Lo interesante en el corpus es que, a esa narrativización unas veces la
extraen de una autoafirmación y otras veces satirizan los discursos de otro que reproduce
prejuicios étnicos y culturales:
Según el Censo de población y vivienda realizado en Chile Usted se considera;
Flojo/ Hediondo/ Borracho/ Piojento/ Malas pulgas/ Aborigen/ Cabeza de palo/
Incivilizado/ Canuto/ Delincuente/ Precolombino/ Post Punx Rocker/ Autóctono(…)
Acepciones nunca consultadas a boca mapuche/ qué otro descalificativo te queda
por nombrar/ Racista Fuck Triñuke…/ Que te quede claro,/ Demórate un poco más
y di Mapuche/ La boca te quedará ahí mismo (Añiñir Guilitraro, 2014, pp. 15-16).
Poedemos poner en relación este fragmento con lo que Kusch, en América profunda
(2009) llama el hedor de América, que parece resultar ofensivo contra la pulcritud de la
ciudad, que es lo que podría acontecer frente a un rostro mapuche. En la situación colonial,
para el autor, el ser ha perseguido al estar, al que considera encerrado en lo antiguo,
irracional, bárbaro, estableciéndose cierto criterio histórico de legitimación. Lo que
propone como nueva realidad es la fagocitación, a saber, la “absorción de las pulcras cosas
de occidente por las cosas de América, como a modo de equilibrio y reintegración de lo
humano en estas tierras” (Kusch, 2009, pp. 18-19). Esto podemos observarlo en la
resistencia del diseño de nación a asumir como parte activa a los pueblos indígenas, cuyas
luchas por la propiedad están vigentes, y que habitan el mismo espacio que se atribuye la
nación. Se trata de invisibilizar esta minoría pasiva, a partir de la implantación de un
estigma que asegura que prefieren una vida “incivilizada”, signada por lo que llama Kusch
el mero estar, que se percibe de manera negativa, dándose especial importancia a las
estructuras neoliberales.
El recuerdo se seca/ El tiempo oxida la laguna mental/ Sin embargo. El disco duro
de tu memoria almacena/ El buen trato de esos seres muertos/ Invocados por la
machi cuando escasea el agua / Maloqueando ese corte en trámite que trae consigo/
La cuenta de la empresa sanitaria, Malen/ Del riego necesario para cosechar los
frutos de tu tierra/ Y lavar la enfermedad social que cargamos a cuesta (Añiñir
Guilitraro, 2009).
En el fragmento se pone en escena, mediante el recorrido del agua, la contraposición
entre naturaleza ancestral y cultura global. En esta última nos encontramos con artificios
que hacen de la naturaleza un objeto comercial, mientras que los antepasados tenían con
ella una conexión dialógica. De esa manera, ya no se puede establecer un conjuro para
enfrentar la sequía como en el antiguo mito de trentren y caicai, propio de la cosmogonía
mapuche: el agua y la tierra están representadas en el relato como dos serpientes; la
serpiente de agua, enfurecida por la indiferencia de los hombres los ataca vorazmente,
aumentando su tamaño y atrapándolos con su oleosa cola, mientras que la serpiente de
tierra se ondula, manteniendo a salvo a unos pocos hombres que calman la voracidad de la
bestia acuosa mediante nuevas ofrendas y rogativas5. En tiempos del neoliberalismo, la
amenaza del agua contaminada y escasa no es objeto de dominio indígena; las nuevas
tecnologías vuelven nefasto el espacio, ya que no buscan la posibilidad de la vida si no la
riqueza, afectando a las comunidades que no se suman al proyecto comercial.
Por otra parte, Lawrence Grossberg (2003) también refiere al rol del poder como
constructor de identidades, y para ello alude a la idea de maquinarias productoras de los
planos de identificación, de los cuales la territorialización forma parte, en tanto se
establecen ciertas determinaciones sobre lo que puede o no hacerse en cada espacio, esto lo
relaciona con el control de movilidad foucaltiano y con la teoría marxista, ironizando (de la
misma manera que Bhabha) respecto a las posibilidades de movilidad en una realidad
creada de antemano. En los textos trabajados encontramos numerosas referencias a lo que

5
Según algunas versiones estos relatos explican el nacimiento de las islas de pacífico –como Chiloé-; para
otras significa la formación de la cordillera.
podemos llamar maquinarias, en este caso productoras de una alteridad como algo negativo,
distinto, difícil de insertar en un plano de pertenencia.
Se tienta poco en conocer a las personas, más que para conversar, para mirarlas en
sus adentros con sus ojos grandes y meticulosos, para apiadarse de vivir en una
ciudad que ella sabe que tiene de prestado y donde a cada rato le dicen a viva voz
que no la han invitado (Milanca Olivares, 2015, p. 88).
De acuerdo a lo comentado, podemos decir que los autores trabajados ponen en
escena el problema de una identidad compleja emergente, que se asume sobre todo en las
maneras de nombrarse y ser nombrado. A esto lo pensamos en relación con una
redefinición de la territorialidad como consecuencia del proceso de globalización.

Territorialidad
Desde el título, estos libros se nos presentan como una puesta en cuestión de lo que
se da por sentado en torno a la nación mapuche. Se pone en escena la posibilidad de lo
imposible: el Mapurbe da cuenta de una salida del indígena de la Araucanía a la ciudad; el
Xampurria puede ser aun en ausencia de un lof, en un contexto emergente. En el prólogo,
Pairicán se pregunta:
Milanca grita que muchos Xampurria ni siquiera tienen tierras o pertenecen a algún
Lof: ¿Dejan de ser mapuche? ¿Qué es ser mapuche luego de la Ocupación de las
tierras y un siglo de intentos de asimilación forzada? (Milanca Olivares, 2015, p.
10)
Podemos decir se propone una redefinición de la territorialidad como consecuencia
del proceso de colonización y globalización, planteada como algo dinámico, que va
reconstruyéndose entre uno y otro texto. La lectura propuesta se presenta como relato de las
re-territorializaciones de la comunidad mapuche a partir de las migraciones internas de
mediados del siglo XX. A fin de cuentas, las redefiniciones se vuelven inevitables a partir
de todas las formas de colonización, que implicaron cambios estructurales vitales. Así
como su cosmogonía tiene asiento en la naturaleza, la historia de estas comunidades está
fuertemente determinada por la territorialidad.
Para analizar esta práctica, nos enfocamos en tres procedimientos que observamos
en el libro.
-Por una parte, se abre el telón a los conflictos por la recuperación de tierras
usurpadas y las nuevas luchas sociales; esto conlleva la acumulación de un resentimiento
que unas veces alimenta un deseo de venganza y otras desemboca en una estigmatización
heredada que se traduce en nuevas formas de violencia.
Si nos enfocamos en la pregunta sobre qué es ser mapuche luego de la expropiación
de las tierras en donde históricamente estos pueblos se asentaron, nos enfrentamos
directamente al carácter dinámico de la territorialidad, a la necesidad de repensarla en torno
a las circunstancias.
Sus antepasados que fueron obligados a vivir cambiando de sitio, a ir moviendo con
sigilo sus tolderías sin dejar huellas, nunca durmieron bajos las mismas estrellas ni
despertaron con los mismos pájaros. (Milanca Olivares, 2015, p. 23)
Podemos entender la persistencia de las luchas por la recuperación de las tierras
usurpadas mediante las distintas formas de colonización, a partir de la importancia que
Ticio Escobar da al término guaraní Tekohá, con el que se nombra al territorio en tanto
asiento de la cultura, un espacio definido más bien simbólicamente (Ramos. 2012: p.28). Es
así que el territorio defendido por las comunidades mapuche no es precisamente un espacio
de soberanía, sino más bien un asiento de lo sagrado, de su economía y de su cultura, con
una fuerte carga simbólica, que consiste en las huellas del paso de generaciones que hacen a
toda una historia de su nación.
Seleccionados a gatillo por sus verdugos, a abuelos y abuelas no les alcanzaron a
hacer el rito de la sepultura con las Llangkas6 para que su Püllü7 encuentre reposo y
sus huesos insepultos se perdieron en medio de los remolinos o sirvieron de nido
para los caranchos. (Milanca Olivares, 2015, p. 23)
Con la instalación de las soberanías nacionales, y con ello la implementación de un
modelo de sujeto nacional, las comunidades indígenas, no siempre minoritarias, se vieron
relegadas, puestas en los márgenes mediante la asignación de terrenos áridos cuando no
pagaron con su propia vida. Así, toda disrupción que estos pueblos puedan representar, no
es más que una realidad que subyace a los discursos impuestos posteriormente como modo
de reproducción de la colonización.

6
Piedras ceremoniales.
7
Espíritu.
Los que sobrevivieron, prontamente aprendieron del trashumar por las pampas
argentinas y en el linaje de sus descendientes se instaló, como memoria, una
herencia de perseguidos sin sosiego. (Milanca Olivares, 2015, p. 23)
Esta teoría está estrechamente relacionada con la de Segato (2005), que enfatiza
también el rol del Estado como productor de diversidad, respondiendo a la conformación de
soberanías tanto inter como intranacionales. En el caso de la nación mapuche, podemos
decir que de acuerdo a su trabajo podría deber su marginalización a la alteridad histórica
que representa, comparada con el proceso de globalización. A nivel micro, se observa esta
distinción en la ocupación territorial tanto en la periferia de las ciudades como en las zonas
menos favorables de la araucanía –es decir, las que no son codiciadas por las grandes
empresas). Esto nos permitirá analizar la manera en que los personajes pueden identificarse
con espacios emergentes y cuando pasan esos límites se genera una zona de conflicto con
un otro reproductor del discurso hegemónico.
-¡Vuélvanse a su país!- ellos atacando, desencajados, con sus jockeys, montados en
la furia de sus zapatillas internacionales.
La sangre corrió hasta los barcos estancados en la mar baja dibujando un río entre
botellas y baldosas (…) Y todo fue ambulancias tardías, ajetreos como si nada,
trámites ridículos (Milanca Olivares, 2015, p. 46)
-También podemos reflexionar desde los textos en torno a la localización de los
sujetos en los márgenes de las ciudades que habitan, que define, en última instancia, sus
luchas sociales, sus roles en el sistema económico y su inserción en la cultura; en este punto
podemos considerar también los espacios concretos habitados, como bares, esquinas
oscuras, las minas, el transporte público, etc.
A los nietos de Kalfukura y de Saiweke, que viven bajo el puente Ñireco, tampoco
los ve Julio Argentino Roca porque no puede matarlos dos veces. Sólo cuando el
invierno viene sin esa bendición desgraciada de abrigarse con un sabroso vino en
cartón, suenan las sirenas y todo el mundo puede verlos congelados de muerte en los
noticiarios del día. (Milanca Olivares, 2015, p. 97)
Los nuevos sujetos están sumergidos en la vida de las poblaciones8 y los
campamentos9, o en algún pequeño pueblo minero, en las condiciones de trabajo menos
humanitarias, habituados al rechazo de las reivindicaciones, a la violencia y a la negación
de una cultura que se deconstruye y se expone como folklore. Cuando no es así, los
encontramos en el sur remoto, perseguidos, deshumanizados por las estructuras que se
imponen como superadoras absolutas de los modos de ser ancestrales y que responden a un
sistema económico que desconoce el valor histórico.
Y Temuco inaugura otro mall y Santiago otra estación. En Valdivia matan otro río,
en Illapel comienza la sed, en Los Lagos los amigos se mueren bajo el frío. No vivo,
ñuke10, ando por estas calles donde me tiran agua caliente. (Milanca Olivares, 2015,
p. 109).
Mariátegui se hace eco de dicha problemática en Siete ensayos de interpretación de
la realidad peruana (1968), en donde destaca la importancia de la tierra como un problema
intrínseco al sujeto indígena. Para dicho autor, la perspectiva antropológica pasa a un
segundo plano, y se vuelve central el aspecto económico. También en Perú el proceso de
independencia fue llevado a cabo por los criollos, con lo que el proyecto de nación se
aproxima más a un modelo económico europeo que al sostenido por la cultura incaica, en el
que la cultura comunal determinaba un trabajo de la tierra y provecho de los frutos
relativamente igualitarios: “Si la revolución hubiese sido un movimiento de las masas
indígenas o hubiese representado sus reivindicaciones, habría tenido necesariamente una
fisonomía agrarista” (1968: p. 49), explica. Pero no fue así, y de hecho se concentró el
poder en la clase dominante, que fue quien decidió el destino del país.
-Finalmente, el cuerpo se nos presenta como entidad territorial, en tanto conserva
las marcas de la alteridad y la heterogeneidad: unas veces refleja el dolor heredado en
hondas cicatrices, otras, coloca al sujeto en relación de conjunto con todo lo que parezca
alterno y culpable de terrorismo, y otras deja ver en un espejo sucio las marcas étnicas del
invasor que se vuelven la condena de ser construido como un espacio vacío, sin

8
Las poblaciones, en región metropolitana, son centros urbanos de menor status que las comunas, ocupados
por las clases media-baja y baja (D y E). Están ubicados en la periferia de la ciudad. Cabe destacar, que la
ciudad está dividida en municipios, por lo que cada comunidad cuenta con distinto poder adquisitivo para su
mantenimiento y seguridad.
9
Los campamentos son asentamientos informales, como las villas, ocupadas por los ciudadanos más
desfavorecidos.
10
Ñuke es “madre” en mapuche.
pertenencia. Al respecto Torres Roggero nos dice que “El poder se ejerce: es un tajo en el
árbol protector, es herir el suelo, es apedrear el recinto identificado como sustento corporal
y simbólico del otro” (Torres Roggero, 2000, p. 44). En el corpus trabajado, el cuerpo como
agencia se vuelve significativo en tanto espacio de ejercicio de poder, tanto desde la
violencia física como desde el mestizaje. Pero en todas sus formas se manifiesta como
herida.
Ahí estaba la cuenca vacía inerte de vida y de mirada, me faltaba el ojo derecho y
¿qué podía hacer? Lo había cambiado por vino y ¿qué podía hacer? Cuando acabe la
semana de plazo tengo otro ojo disponible y ahí ni siquiera volveré a ser el indio
mañoso de ojos verdes. (Milanca Olivares, 2015, p. 22).
Muchas veces, y sobre todo en los textos trabajados, esa apertura de la corporalidad
da espacio a ciertas adscripciones a partir de la imagen corporal, desde otro que observa,
nombra y estigmatiza. La sistematización conduce a la anulación de ciertos sujetos que no
responden al modelo perseguido, y su corporalidad también pierde valor como sentido. Así
se normaliza el encarcelamiento de niños o los disparos a sangre fría. Pero también hay una
suerte de animalización de lo indígena mediante la violación de sus derechos o la
extracción de sus medios de subsistencia, incluida la tierra.

Colonialidad-descolonialidad
Finalmente, para profundizar en la noción de “colonialidad”, podemos reflexionar
en torno al pensamiento de Hommi Bhabha (2006), quien enfatiza en los discursos del
colonialismo y su incidencia en la construcción de identidades. Bhabha trabaja sobre las
perspectivas poscoloniales que procuran elaborar estrategias emancipatorias desde los
discursos, frente a aquellos otros discursos que tienden a normalizar el desarrollo de las
desigualdades. Da a la cultura una gran importancia como estrategia de supervivencia de un
discurso contrahegemónico y como generadora de “lugares incómodos” de decir la
identidad, que se construye desde la alteridad, concepto que el autor considera necesario
separar de los esencialismos a los que lo asociaron las nociones modernas para trabajar en
su complejidad. Estas consideraciones nos resultarán provechosas para dar cuenta de una
posición poscolonial en los cuentos y poemas trabajados, en donde se pone en escena una
postura política frente a la violencia discursiva y los intentos de invisibilización de los
conflictos desde el Estado.
Hágase señor tu unánime voluntad/Así como lo hacen los fascistas en la tierra/-
nuestra tierra-/Y los pacos de la comisaría/Danos hoy nuestro pan que nos quitan
cada día/Perdona nuestras verdades/ Así como nosotros condenamos/A quien no las
entiende/ No nos dejes caer en esta invasión/Y líbranos del explotador (Añiñir
Guilitraro, 2009, p. 148).
El pensamiento poscolonial piensa la colonialidad como la presencia física del
opresor, como la implantación de formas particulares de conocimiento. Al respecto,
Mignolo plantea la existencia de geopolíticas del conocimiento, es decir que considera que
la producción de saber está situada y en ella se juegan relaciones de poder de distintos
sujetos culturales. Así establece la posibilidad de un pensamiento fronterizo, que frente al
descontento por la violencia impartida genera proyectos de des-colonialidad.
El pensamiento des-colonial presupone, siempre, la diferencia colonial. Esto es, la
exterioridad en el preciso sentido del afuera (bárbaro, colonial) construido por el
adentro (civilizado, imperial); un adentro asentado sobre lo que Castro-Gómez
reveló como la hybris del punto cero en la presunta totalidad (totalización de la
gnosis de Occidente fundada, recordemos una vez más, en el griego y el latín y en
las seis lenguas modernas imperiales Europeas (Mignolo, 2006, p.92).
Los dos autores trabajados plantean concepciones que nos permiten ubicar los textos
dentro de un discurso y posicionamiento claros, al tiempo que nos facilitarán el análisis de
los personajes desarrollados en los textos y las causas de sus modos de habitar el territorio,
dadas principalmente por los juegos de poder desarrollados desde el Estado chileno y las
comunidades que ocupan el espacio que se apropia en el nuevo modelo de nación. A todo
esto lo observamos principalmente en las caracterizaciones de los personajes que se
realizan en uno y otro autor, que dan cuenta de la manera en que las identidades se
construyen en ellos y en el “otro” con el que se relacionan.

Conclusión
A partir de las reflexiones llevadas a cabo, podríamos decir que los textos trabajados ponen
en cuestión todos aquellos discursos estratificadores, esencialistas y generan una importante
disrupción en los modos de identificación, lo que les da su razón de ser. No creemos que
los autores, dada su historia de vida y las actividades que desempeñan cotidianamente
pongan en escena personajes y acciones al azar. Más allá de las realidades que puedan
describirse en los cuentos y poemas seleccionados, hay una interesante configuración
identitaria desde el tránsito y la expresión lingüística que dan cuenta del desarrollo de un
fuerte espíritu crítico. Este no puede nacer si no de la autoadscripción de ciertas prácticas,
discursos y elementos identificables como propios, además de una clara consciencia
heterogeneidad que se asume, independientemente de la carga negativa que pueda tener.
Después de largos siglos de ser construidos por otros, de desarme territorial y humano
(hablando o no metafóricamente), los poetas, así como las comunidades contemporáneas en
conflicto, ponen en escena todos los elementos que hacen a su realidad, que la el binarismo
no puede contemplar por simplista, y tratan de asumirlos, no sin antes comprender por qué
son parte suya inevitable y cuál es su posición al respecto. Es hasta complejo tomar postura
respecto a si nos estamos enfrentando a nuevos sujetos nacidos en el seno del
neoliberalismo –aunque estamos seguros de que no se trata de tábulas rasas- o si son las
mismas comunidades ancestrales que sobreviven a nuevos conflictos que en el fondo los
enfrentan por las mismas razones: los elementos vitales. Sólo que ahora esos conflictos
están más politizados, porque la supervivencia hoy es considerada por los discursos
hegemónicos como elección de una calidad de vida no civilizada –lo que resulta paradójico
si se piensa en la calidad sanitaria, educativa y económica a la que tiene acceso un
ciudadano mapuche-, al tiempo que los sujetos alternos son conscientes ahora de la
ambición y la corrupción que rodea las nuevas empresas de colonización.
Lo que sí tenemos claro, entonces, es que circulan nuevos discursos identitarios,
ficcionales o no, que dan cuenta de un claro conocimiento de la realidad actual y que
reclama respeto por una cultura ancestral y por la vida del pueblo en su totalidad. Los
textos seleccionados logran finalmente una identificación como lectores, una inmersión en
diversos espacios de alteridad, manera en que los autores dan cuenta tanto de las injusticias
sociales como de su posición frente a ellas. No es resignación, no es violencia, es
autoadscripción, consciencia crítica, y una disrupción cultural como estrategia de
visibilización.
Bibliografía
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Añiñir Guilitraro, D. (2014). Guilitranalwe. Santiago de Chile: Quimantú.
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