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El reciclaje de aceite usado cobra cada día una mayor importancia en nuestra sociedad. Es una
de las principales causas de contaminación de las aguas por su descontrolado vertido en
hogares y fábricas. El principal motivo, ser vertido en los desagües.
Por sus características físico químicas los aceites lubricantes automotrices usados mal
manejados afectan el medio ambiente en diversas formas y en consecuencia llegan a dañar
nuestra salud; por ejemplo un litro de aceite usado puede contaminar un millón de litros de
agua, dañando así la al ser humano.
Los puntos limpios son instalaciones públicas pensadas para depositar residuos domésticos
contaminantes, como el aceite, pero requieren el esfuerzo del consumidor por desplazarse a
ellos, ya que en general hay pocos y un tanto alejados de los núcleos urbanos. Algunos
municipios cuentan con unos contenedores específicos para el aceite, de color naranja.
Echar el aceite doméstico usado por el fregadero puede causar un importante impacto en el
medio ambiente. Se estima que dos tercios de este residuo acaba en las alcantarillas, de
manera que ocasiona diversos perjuicios: atascos en tuberías, trabajo extra para las plantas de
tratamiento de aguas residuales, aumento de plagas urbanas, etc. Se estima que cada
consumidor genera al año unos cuatro litros de aceite doméstico usado.
Si este residuo llega a los ríos, se forma una película superficial que afecta al intercambio de
oxígeno y perjudica a los seres vivos del ecosistema. Se estima que un litro de aceite puede
contaminar mil litros de agua.
El aceite industrial, como el utilizado en la maquinaria pesada o en los automóviles, tiene aún
peores consecuencias: dos litros son capaces de contaminar el agua de una piscina olímpica o
la superficie de dos campos de fútbol. Su elevado contenido en metales pesados y su baja
biodegradabilidad le convierten en una amenaza para los suelos, que pueden perder su
fertilidad, y para las aguas, tanto superficiales como subterráneas, donde puede perdurar
hasta 15 años.
El aceite usado tiene otras muchas salidas. Industrias tan diversas como la química, la
cosmética o la farmacéutica se aprovechan de este residuo para elaborar abonos, barnices,
cera, cremas, detergentes, jabones, lubricantes, pinturas, velas, etc. En algunos municipios,
como en Montgai (Lleida), han puesto en marcha un sistema de recogida de aceites usados
para su posterior transformación en jabones. No hace muchos años se aprovechaba en las
casas para elaborar jabón casero. Hoy en día, los partidarios de una limpieza ecológica en el
hogar adquieren este tipo de jabones o los hacen ellos mismos, con sosa cáustica que puede
adquirirse en cualquier droguería. Eso sí, conviene realizarlo con precaución porque es una
sustancia muy corrosiva.
Los puntos limpios son instalaciones públicas pensadas para depositar residuos domésticos
contaminantes, como el aceite, o voluminosos, pero requieren el esfuerzo del consumidor por
desplazarse a ellos, ya que en general hay pocos y un tanto alejados de los núcleos urbanos.
Por cada litro de este residuo se puede lograr un litro de un biocombustible para motores
diésel.
Una opción más cercana y práctica para el consumidor son los contenedores urbanos. Algunos
municipios, los ubican en unos pocos lugares concretos, como grandes superficies comerciales.
En otros casos, se colocan junto al resto de contenedores típicos de reciclaje. Su forma de
distinguirlos es variada, tanto por su forma como por su color. En ocasiones, se opta por tonos
vivos como naranja o rojo y, otras veces, se utilizan contenedores tipo con el nombre del
residuo destacado. Los consumidores tienen que guardarlo en unos envases cerrados que
pueden ser de varios tipos. En algunos casos, el propio consumidor tiene que poner el envase
(en general, botellas de plástico usadas) para llevarlo al contenedor. En otros casos, los
responsables del reciclaje entregan envases de diversas cantidades para homogeneizar el
sistema de recogida.
Todo aceite va perdiendo paulatinamente sus cualidades según vaya siendo sometido a los
procesos mecánicos. Sus componentes y aditivos se degradan y aparecen mezclas de
diferentes partículas junto a otras derivadas del desgaste de las piezas de la maquinaria. Estos
componentes, como el cloro, el fósforo o el azufre, proporcionan a los aceites su toxicidad y
peligrosidad.
Proceso de gestión:
Comienza con la retirada del aceite de los puntos de generación, como talleres o industrias. Se
lleva a centros de transferencia en los que se realizarán análisis para determinar su
composición y contaminación con impropios. Hay tres posibles destinos, dependiendo del
aceite recogido:
Regeneración
Es un proceso que consiste en la destilación del aceite usado para eliminar el agua, los
sedimentos, los aditivos, los metales pesados y otros para obtener unas bases regeneradas o
bases lubricantes útiles para la fabricación de nuevos aceites.
Reciclado
Una opción poco utilizada en España pero posible. Mediante un proceso el aceite puede ser
utilizado para la fabricación de materiales como betún asfáltico para el uso de telas
impermeabilizantes o en otros productos como pinturas, fertilizantes o asfaltos.
Para su utilización como combustibles, los aceites usados se someten a procesos de filtrado,
decantación y reducción del contenido en agua para que sea apto para su valorización
energética.
Valorización energética
Otro posible destino para el aceite usado es el empleo como combustible en diversas
industrias, como cementeras, papeleras, hornos, etc.