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Peligro natural

Importantes áreas del mundo se encuentran sujetas a los riesgos naturales. Los terremotos, las
erupciones volcánicas, las sequías, las inundaciones y los huracanes, detienen el desarrollo por sus
impactos directos, indirectos y acumulados. Existe una estrecha relación mutua entre el deterioro
del ambiente y los peligros naturales.La erosión del suelo, la deforestación, la desertificación y la
degradación costanera, aumentan el riesgo de los eventos extremos; a la vez los peligros naturales
avanzan la degradación ambiental. Es más, el potencial para ocasionar pérdidas humanas y
económicas se relaciona directamente con su vulnerabilidad ante los peligros naturales

La adaptabilidad y sostenibilidad del desarrollo puede ser, significativamente, mejorada al reducir


su vulnerabilidad ante los desastres. Se puede reducir las pérdidas a raíz de los peligros naturales,
mediante estrategias apropiadas de planificación y administración. La planificación y
administración adaptable a los desastres, debe basarse en una buena comprensión del riesgo que
presenta el peligro natural; y este entendimiento debe ser incorporado en la planificación social y
económica. Además, los escenarios en torno al cambio climático indican una posible elevación del
nivel del mar, aumento en las sequías severas, cambios en las zonas agrícolas y huracanes más
frecuentes, subrayando la necesidad de una eficiente mitigación y preparación.

Índice

1 Relación con las inversiones

2 Experiencia del Banco Mundial

3 Políticas y directivas operacionales recomendables

4 Orientación para las evaluaciones ambientales

Relación con las inversiones

Durante la última década , los eventos extremos han aumentado en número e impacto,
obstaculizando gravemente el proceso de desarrollo y requiriendo una substancial reasignación de
recursos destinados para el desarrollo, el socorro y la recuperación. La vulnerabilidad ante los
desastres naturales aumenta debido a la continua degradación ambiental, crecimiento
demográfico, ubicación de inversiones en áreas vulnerables, y concentración de infraestructura e
industrias en áreas sujetas a los desastres. En los años fiscales 1988 y 1989, el monto total de
recursos financiero destinados para la recuperación de las emergencias - incluyendo las
asignaciones para operaciones existentes y nuevos proyectos de recuperación de emergencias -
ascendió al 4% del portafolio crediticio total del Banco Mundial. Esta importante cantidad señala la
necesidad de:

Aumentar la adaptabilidad de los países miembros ante los desastres; y,

Incorporar en las decisiones de inversión el manejo de los riesgos naturales.

Los peligros naturales son de interés práctico para todo sector crediticio de los organismos
financieros y para cada región de operaciones. Las inversiones para el desarrollo, en diferentes
sectores: industria, energía, educación¡, salud, agricultura y desarrollo urbano - son vulnerables a
la destrucción debido a los eventos extremos. En muchos países, es limitada la capacidad existente
en el sector público y privado para tratar el riesgo natural e integrar la prevención y mitigación de
los desastres en un programa de desarrollo. Además, es limitado el entendimiento en torno al
potencial impacto económico y financiero que presenta el riesgo natural.

Por ejemplo, en el sector industrial, la decisión de ubicar una inversión dada en un área sujeta a
eventos intensos, implica asumir un riesgo con dicha inversión en general y, específicamente, con
la planta física y el bienestar de sus empleados. Si la inversión es destruida por un evento extremo,
la verdadera medida del impacto negativo no es sencillamente el valor de los bienes perdidos, sino
dicha pérdida, más las rentas eliminadas por la duración de la paralización de la industria, más los
ingresos e inversiones adicionales que habrían acumulado de los efectos indirectos y
multiplicadores de una empresa alternativa, próspera y adaptable a los riesgos. Las empresas
adaptables a los riesgos en estos casos, así sean más costosas inicialmente, resultarían finalmente
en un uso más eficiente de los recursos. Ejemplos similares pueden tomarse de otros sectores
como infraestructura, energía, agricultura, salud, educación y vivienda.

Los motivos más notables por los que generalmente no se integran en los programas de desarrollo
los riesgos naturales son:

una comprensión inadecuada de las opciones atenuantes para evitar o reducir las pérdidas
catastróficas;

debilidad institucional;

mecanismos inapropiados para la recolección y procesamiento de los datos necesarios acerca de


los riesgos naturales;

la falta de una política coordinada para la reducción intersectorial de los riesgos; y,


insuficiente énfasis en la implementación y control de la atenuación.

Experiencia del Banco Mundial

Desde su creación en 1947, el Banco Mundial ha sido solicitado para proporcionar ayuda en unos
100 casos de destrucción debido a desastres naturales, como inundaciones, huracanes,
terremotos, erupciones volcánicas e incendios forestales. Algunos ejemplos de los países que han
recibido ayuda para la recuperación de las emergencias son:

Para inundaciones: Bangladés, Pakistán, Sudán, Brasil, Nepal, Yemen, India, Honduras, Nicaragua,
Perú, Rumania, y Samoa Occidental;

Para terremotos: México, Nicaragua, Perú, Rumania, Guatemala, el Ecuador y Nepal;

Para huracanes: Costa Rica, Jamaica, México, Madagascar, República Dominicana, Suazilandia, Fiyi,
Marruecos y Bangladés;

Para erupciones volcánicas: Colombia e Islandia; y

Para incendios forestales: China.

La mitigación y prevención de los desastres es hoy el principal objetivo de la Década Internacional


para la Prevención de los Desastres Nacionales, declarada por las Naciones Unidas en los 1990. Las
agencias tanto internacionales como nacionales se encuentran actualmente elaborando
programas para la década, con la participación significativa de las ONG y del sector privado. La
reducción del riesgo de los peligros naturales es también la principal preocupación actual en las
numerosas iniciativas bajo consideración relativas al cambio global del clima. Esta última, más el
potencial aumento en los eventos extremos, se está analizando en varios foros internacionales,
incluyendo, entre otros, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC) y las
Conferencias de la ONU sobre el Medio Ambiente.

Políticas y directivas operacionales recomendables

Es recomendable que las evaluaciones ambientales analicen si el proyecto puede ser afectado o no
por peligros naturales, y, en caso de ser así, que propongan medidas específicas para mitigar estos
efectos.

Los principales criterios para montar una operación crediticia dirigida a paliar emergencias
incluyen:
enfoque en la reconstrucción y recuperación económica, más bien que en el socorro;

beneficios económicos demostrables (aun si no son fácilmente cuantificables);

escala significativa, pero, sin embargo, de naturaleza temporal, del impacto de la emergencia;

urgencia y eficacia de la acción a corto o mediano plazo; y

prospectos para mitigar el impacto de futuras emergencias.

Las políticas para reducir el impacto de futuras emergencias son:

al elaborar estrategias y programas nacionales de planificación e inversión, prestar atención a los


riesgos naturales de gran escala;

estrecha colaboración en esta área con las comunidades oficiales internacionales, de las ONG y de
la sociedad civil;

mayor énfasis en tecnologías para reducir los peligros naturales; y,

inclusión de componentes de prevención y/o mitigación donde sean apropiados, en la


planificación de intervenciones regulares así como en las operaciones crediticias de emergencia.

Orientación para las evaluaciones ambientales

El proceso de la evaluación ambiental proporciona un marco dentro del cual se puede analizar los
riesgos naturales y evaluar los costos y beneficios de la prevención y mitigación de los desastres.
También sirve como vehículo para el análisis de las alternativas de desarrollo, sin impactos
negativos, sobre la vulnerabilidad ante los desastres, y para identificar medidas de prevención y
reducción de pérdidas para los desastres.

Al evaluar los riesgos naturales, es importante considerar las calidades y características específicas
de los diferentes tipos de agentes de desastre, así como sus potenciales efectos directos y
secundarios. Por ejemplo, el daño causado por los huracanes podría provenir del efecto directo de
los violentos vientos y fuertes lluvias, y de los efectos secundarios de la inundación de los ríos, el
oleaje de la tormenta y los deslaves. Los terremotos pueden tener numerosos efectos directos e
indirectos como tsunamis, incendios y deslaves. También es importante identificar aquellas
actividades capaces de aumentar el potencial para eventos extremos. Por ejemplo, la
deforestación degrada las cuencas hidrográficas, promueve la erosión y degradación del suelo, y
aumenta las inundaciones. Los datos compilados sobre la mutua relación entre los peligros
naturales y el desarrollo, deben presentar un perfil actualizado para la evaluación de los riesgos así
como para fines de respuesta.
La evaluación ambiental de los riesgos naturales incluye lo siguiente:

Identificar peligros naturales específicos, incluyendo las características de los mismos, su


distribución, intensidad, calidad, y registros históricos para revisar su frecuencia, y la probabilidad
de presentación y características regionales y locales.

Identificar los sectores críticos en la economía y los recursos naturales que podrían ser impactados
por los peligros identificados, analizar las restricciones y conflictos que podrían ser impuestos por
los peligros naturales sobre cada sector pertinente y sobre los recursos naturales, e identificar las
posibles acciones estructurales y no estructurales requeridas para mitigar los riesgos.

Para cada sector o área en peligro, evaluar su grado de vulnerabilidad incluyendo instalaciones,
infraestructura y población expuesta y especificar los mecanismos que podrían ayudar en la
reducción de las vulnerabilidades identificadas.

Para cada sector o área en riesgo, examinar las normas, criterios de diseño y prácticas de
mantenimiento que podrían aumentar la vulnerabilidad, y hacer los cambios apropiados para
ayudar en su reducción.

Identificar la ubicación de tales instalaciones como plantas hidroeléctricas, plantas de almacenaje


del petróleo, plantas de almacenaje de gas, instalaciones o industrias nucleares, que podrían estar
expuestas a los riesgos naturales.

Para las instalaciones/industrias en riesgo, identificar estrategias de reducción de dicho riesgo,


incluyendo sitios alternativos, y analizar el costo y efectividad de las diferentes alternativas de
reducción.

Examinar las capacidades institucionales para la prevención y mitigación de los desastres a nivel
nacional, regional y local, subrayando los mecanismos de coordinación interinstitucional y las
áreas que requieran de fortalecimiento.

Analizar el rol del sector privado (p.ej. las ONG, los seguros, los bancos, los urbanizadores) tanto
en la promoción como en la reducción de la vulnerabilidad en los diferentes sectores o regiones
bajo análisis.

Identificar las capacidades específicas de las ONG locales para las actividades de reducción de la
vulnerabilidad, especialmente, en cuanto a la participación comunitaria, educación y capacitación.

Examinar la existencia/necesidad de políticas para la prevención y mitigación de los desastres y


reglamentos a nivel tanto local como nacional.

Analizar las opciones de desarrollo en términos de su impacto sobre los peligros naturales.
En los países propensos a los desastres, la mayoría de la información que podría ser empleada
para la reducción del impacto de los peligros naturales o para la planificación y manejo de pos-
desastre, no ha sido aún recolectada, específicamente, para ese propósito.de lo cual pude ser de
una manera confliable de vulneberalidad

CONSECUENCIAS DE UN DESASTRE NATURAL

A pesar de la innumerable tecnología que el ser humano ha sido capaz de desarrollar a lo largo de
su historia, sigue siendo completamente vulnerable a los desastres naturales, ya que, debido a su
magnitud, cada vez que ocurren, se pierden gran cantidad de recursos tanto humanos como
económicos y materiales que en ocasiones pueden ser totalmente irrecuperables para los países
afectados.

A. Pérdidas humanas

En cuanto a las pérdidas humanas, los recuentos de los daños arrojan cifras muy grandes de
muertos, heridos y desaparecidos, no tan solo durante el desastre natural, sino también después
de que éste ocurre debido a que los brotes de enfermedades incrementan y la comida y el agua,
principalmente ésta última, escasean. Entre más tiempo se tarde una comunidad o un país en
recuperarse, más expuesto se ve a que esto ocurra, debido a que muchas familias se quedan sin
empleo y por lo tanto sin comida, además de que otras en ocasiones pierden todas sus posesiones
materiales y los lugares en los que antes vivían, después de que ocurrió el desastre, ya no existen
o están completamente destruidos y por último la inseguridad va en aumento y las provisiones
donadas en decremento.

Por ejemplo, sobre lo ocurrido recientemente en el Sureste del país, una de las cifras que se
reporto días después de que el huracán Stan azotara a la zona fue de un millón 954 mil personas
afectadas, entre los que se encontraban 15 muertos, miles de damnificados, y mil 233 refugios
temporales.

Por otro lado, un caso muy particular fue el 19 de Septiembre de 1985 en el que un sismo sacude a
la ciudad de México y afectó principalmente el centro histórico de la Ciudad de México donde
cobró la mayor cantidad de víctimas. Sin embargo, el sismo dejó muerte en zonas lejanas a la
capital, tales como Ciudad Guzmán en Jalisco y el puerto de Lázaro Cárdenas en Michoacán.

Al principio no se tenían datos oficiales porque los centros de información habían sido afectados
también, y tardaron varias horas en retomar las transmisiones. Aún sin saber la cifra exacta de
muertos, se estima en listas oficiales que 10,000 personas murieron, y otras 5,000 se reportaron
como desaparecidas. Padres de niños y jóvenes murieron en el sismo, personas que fueron
rescatadas de entre los escombros, los bebés que nacieron ese día y pasaron hasta más de una
semana sepultados entre toneladas de hierro retorcido.

Cabe mencionar que no sólo el continente Americano ha sufrido, el tsunami de Indonesia (26 de
Diciembre del 2004), Sri Lanka, y Tailandia dejó un saldo de 27,000 muertos en Indonesia, 18,000
en Sri Lanka, 4,300 en la India, 1,400 en Tailandia, 100 en Somalia, 52 en las Islas Maldivas, 44 en
Malasia, 30 en Myanmar, 10 en Tanzania, 3 en Las Seychelles, 2 en Bangla Desh y 1 en Kenya. Esto
equivale aproximadamente a 40,941 más personas de las que fallecieron en el terremoto de
México en 1985 y el país más afectado fue Indonesia con un saldo de 27,000 pérdidas humanas.

Otro de los grandes desastres fue la triple catástrofe del 21 y 22 de mayo de 1960 se conformó por
2 terremotos y un maremoto que asolaron trece de las entonces 25 provincias de Chile. En pocos
minutos se perdieron centenares de vidas y fue arrasada la infraestructura chilena, parte del
territorio se hundió en el mar, islas y otras fueron borradas por el tsunami. Y aunque el terremoto
fue percibido en todo el cono de América del Sur, el saldo de muertos no fue tan drástico como el
de la ciudad de México en 1985.

Si tomamos la frase "Las áreas más vulnerables son los centros urbanos, cuyo crecimiento
acelerado obliga a cambios rápidos en las estructuras sociales y económicas" (Geissert, 39),
podemos inferir que un desastre natural pone al descubierto la vulnerabilidad de las naciones y de
las personas debido a que nosotros como sociedad crecemos de una manera descontrolada, sin
prevenir lo que pueda pasar, ya que si nosotros fuéramos lo suficientemente resistentes a las
consecuencias, en vez de llamarlos desastres naturales, tan sólo serían fenómenos naturales.

B. Pérdidas de recursos naturales y económicos.


Sabemos que los desastres naturales además de causar grandes pérdidas humanas, también
provocan pérdidas materiales y económicas. Tan sólo en el año 2003 las pérdidas alcanzaron los
55 mil millones de dólares a nivel mundial.

El problema no es la pérdida de dinero en sí, sino la desproporción en la que los países se ven
afectados respecto a su producto interno bruto, ya que los países en desarrollo sufren más las
bajas que los países ricos. Esto hace vulnerables a las entidades en vías de desarrollo,
exponiéndolos a la creciente pobreza.

Como ejemplo tenemos los recientes huracanes, Katrina, ocurrido en los Estados Unidos, y Stan y
Wilma, ocurridos en México y en partes de Centroamérica. Katrina a pesar de ser el huracán más
caro de la historia del país americano, ya que podrían superar los 125.000 millones de dólares. En
el caso de Stan y Wilma, "tan sólo en Chiapas, la entidad más afectada por el huracán Stan, se
perdió el equivalente al 15 por ciento del PIB estatal y se requerirán 2 mil millones de pesos para
recuperar el cause de los ríos"
(http://www.jornada.unam.mx/ultimas/index.php?id=politica1131482199.xml), y a pesar de no
será tan grave como en los Estados Unidos, la recuperación será de manera diferente, más lenta
para los países en vías de desarrollo.

Lo que nos hace ver esto es que las condiciones de vida antes de que ocurra un desastre natural,
son en gran medida factores relevantes para determinar cuál es la pérdida en los bienes que la
sociedad tiene, por ejemplo, si tomamos el caso de una ciudad que no cuenta con la
infraestructura necesaria para soportar la venida de un huracán y la comparamos con otra ciudad
que en cambio, desde antes de que el huracán llegué, su infraestructura es resistente, a pesar de
que el huracán tenga la misma intensidad, los daños ocasionados en la primera ciudad serán
mayores que en la segunda ciudad, por lo que al gobierno le costará más recursos económicos
reparar la primera que la segunda y las pérdidas materiales serán más grandes.

Pero no tan sólo en las pérdidas de las casas, de los muebles y de los demás bienes que poseen las
personas se ven afectadas las economías, sino que también en la pérdida de recursos como lo son
la madera, el petróleo, las hortalizas destruidas, los animales muertos, las industrias destruidas, y
de los recursos que se ve forzado el Estado a aportar para que vialidades y servicios, entre otros,
lleguen a ser como lo eran antes.
Además durante el tiempo en que se tarda la sociedad en reconstruirse por completo, no se
generan los mismos recursos que se generaban y en el caso de las zonas turísticas que se ven
afectadas por los desastres naturales, mientras que se reconstruyen, pierden turistas tanto
nacionales y extranjeros y gastan en sacar a los que no pudieron salir antes de que el desastre
viniera.

Por último concluimos que por las razones mencionadas anteriormente, es importante que se
cuente con un fondo de reserva para los desastres naturales, para que se puedan recuperar de
manera más rápida todos los países, pero lo más importante es que se controle la contaminación
para así evitar el calentamiento global, y con esto, que los desastres naturales sean menos
frecuentes.

Otra acción importante a tomar es mejorar la infraestructura de las ciudades, en especial, de las
que están más expuestas, para poder así soportar en mayor medida y que la pérdida en los
recursos económicos y materiales sea menor cuando se avecine un desastre natural.

Prevención ante peligro naturales Es recomendable que la mochila sea impermeable, de


costuras anchas y que no sea demasiado grande para que no limite tu movilidad y ella debes
llevar:

Linterna con pilas y repuesto en caso de que falle el suministro de electricidad.

Radio AM/FM con pilas de repuesto para mantenerte informado.

3 litros de agua embotellada.

Al menos 4 raciones (por persona) de alimentos no perecederos empaquetados o enlatados, con


abre fácil, livianos, de tamaño personal, que no requieran preparación o calentarse y que aporten
energía como galletas energéticas, barras de cereal, fruta deshidratada, chocolates, frijoles, atún,
sopas preparadas, verduras, leche, etc.
Si tienes mascotas no olvides una ración de su alimento.

Ropa abrigadora, un cambio de ropa interior, cobija, impermeable y un par de zapatos extra.

Encendedor o cerillos.

Silbato para pedir ayuda en caso de quedar atrapado.

Documentos importantes (acta de nacimiento, matrimonio, pasaporte, licencia, credencial del


servicio de salud como IMSS o ISSSTE, pólizas de seguros, escrituras, documentos bancarios, INE) y
copias en una bolsa de plástico y/o en una USB. Incluye en la bolsa de plástico una libreta con
números de emergencia, de familiares y amigos.

Copia de las llaves de la casa y del coche.

Cubrebocas, medicamentos (en caso de tener un tratamiento), alimento para bebé, latas de leche,
biberones y pañales (en caso de contar con uno en la familia).

Navaja multiusos.

Celular y una pila portátil.

Botiquín de primeros auxilios en un lugar de fácil acceso.

Dinero en efectivo en billetes y monedas.

Productos de higiene personal como cepillo y pasta de dientes, jabón, papel higiénico y toallas
sanitarias.

Mapa de la zona donde vives que ubique servicios médicos, hospitales, refugios temporales, etc.

Plan familiar de Protección Civil, cuya guía puedes encontrar en la página de dicha Secretaría.

No olvides que las mochila debe estar en lugar accesible y de preferencia cerca de la ruta de
evacuación.

Todos pensamos “a mi no me va a pasar”, de cualquier manera más vale estar preparado para
enfrentar una un fenómeno natural y evitar que te paralice el pánico en un momento como ese.

Fotos

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