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CRISTO APELA AL PRINCIPIO

1. De la discusión de Cristo con los fariseos, parte Juan Pablo II. Moisés permitió el divorcio, por la
dureza de corazón del hombre y de la mujer. Pero en el principio no era así. Entonces debemos
mirar el Plan original de Dios sobre el matrimonio como el modelo y norma de cada relación en la
que el hombre y la mujer se convierten “una sola carne”.
2. La narración Elohista presenta en 7 días la historia de la Creación. Define al hombre objetivamente
en las dimensiones del ser y de la existencia como la única creatura del mundo visible creada a
imagen y semejanza de Dios. La narración Yahwista, presenta el complemento subjetivo de la
narración Elohista. Penetra en la psicología del hombre y lo define en las dimensiones subjetivas de
autoconocimiento y experiencia.
3. La Redención del cuerpo ganada por Cristo para nosotros, garantiza la continuidad entre el
hombre origina y el hombre histórico. El hombre que vive con la herencia del pecado, no puede
volver a la inocencia, pero tampoco está cortado en el todo lazo con sus orígenes. Cada persona de
hecho, experimenta cierto “eco” de la inocencia original. Cristo nos llama al principio con el deseo
vivo de que este don de la redención tiene el poder de restaurar lo perdido.
4. La experiencia humana es elemento indispensable en la construcción de la Teología del cuerpo.
JP II examina tres experiencias humanas fundamentales: la soledad original, la unidad original, y la
desnudez original. Intenta “reconstruir” estas experiencias de la prehistoria del hombre, no tanto el
determinar quiénes fueron el hombre y la mujer entonces, cuanto el ayudarnos a entender mejor
quienes somos ahora, y aún más quienes estamos llamados a ser.
5. La soledad original, está basada en las palabras del Génesis: “No es bueno que el hombre este
solo” Esta soledad significa no sólo que el hombre está solo sin la mujer (o la mujer sin el hombre)
sino que el hombre está “solo” en el mundo visible como persona. Adán descubre al nombrar a los
animales que él sólo se da cuenta de sí mismo y es capaz de determinar sus propias acciones.
6. En esta soledad el hombre descubre que es “compañero del Absoluto” y “un sujeto de alianza”
con Dios. Esta posibilidad se sostiene en la libertad del hombre, la cual se revela más claramente en
la alternativa entre muerte e inmortalidad. En resumen, la soledad determina que el hombro está
solo ante el mundo visible como una creatura hecha a imagen de Dios.
7. La soledad espiritual, la descubre el hombre por la experiencia de su cuerpo. El cuerpo expresa la
persona. El cuerpo expresa la diferencia del hombre con los animales, su subjetividad, y su llamada
a la comunión con Dios, y con un “otro” como él.
8. El Génesis describe la creación de la mujer en un lenguaje arcaico, metafórico y “mítico”. El sueño
profundo de Adam indica su retorno al no ser y la “re-creación” de Dios como varón y mujer. La
creación de la mujer de la costilla de Adam, indica que varón y mujer comparten la misma
humanidad. Son “huesos de los mismo huesos y carne de la misma carne”.
9. La experiencia de la unidad originaria está basada primeramente en la clave del texto de Gen 2,
24. – los dos se convierten “una carne”. La unidad original supera la soledad original (en el sentido
de estar solo ante el sexo opuesto) y afirma todo sobre la soledad del hombre (en el sentido de que
es un sujeto personal creado en la imagen divina). La unión de los sexos en “una carne” es de una
índole totalmente diferente que la copulación de los animales.

10. JP II define la unidad original como “comunión de personas” (Communio personarum). Y


hace un desarrollo dramático del pensamiento de la Iglesia, colocando la imagen divina no
sólo en el hombre como individual, sino sobre todo en la comunión de personas que el
hombre y la mujer forma desde el principio. El abrazo matrimonial es en sí mismo un
ícono, de alguna manera, de la vida íntima de la Trinidad.
11. Para Juan Pablo II, lo relacional entra en la definición de la persona. Ser persona significa,
“ser sujeto” y “ser en relación”. La belleza y el misterio de la diferencia sexual,
fundamentalmente revela esta capacidad de relación.
12. Uniéndose en “una sola carne” de acuerdo con el plan original de Dios, el varón y la mujer,
redescubren su “valor virginal original”. La virginidad del “principio” no puede ser
equiparada con la ausencia de unión sexual, sino que se entiende más propiamente, como
la integridad original de cuerpo y alma. La gracia del sacramento del matrimonio, permite a
los esposo y esposas redescubrir de modo progresivo la integridad original de la “unión en
una sola carne.
13. La desnudez original, es la experiencia de la desnudez sin vergüenza. Al ser el más claro
indicador de la subjetividad, de ser creados a imagen y semejanza de Dios, es la clave de
comprensión de la antropología bíblica. Desnudez original incida una conciencia total del
significado del cuerpo como revelación de la persona. Indica una pura y transparente
comunicación espiritual entre el varón y la mujer, superior a la comunicación en la carne.
14. La tranquilidad de la desnudez original deriva de la “paz de la mirada interior”, que
aprehende “el bien original de la visión de dios” sobre la desnudez del otro. En la
declaración que dios hace de la bondad de la creación, reconocemos que el motivo de la
creación misma es Dios. Amor y don de uno mismo son sinónimos. Dios inicia su propio
Don de sí creándonos a su imagen. El hombre recibe este regalo y lo entrega en
reciprocidad. De este modo la alianza de amor entre Dios y el hombre es ella misma una
relación comparable al amor esponsal de don total y comunión.
15. El varón y la mujer, recapitula el don de Dios en la creación transformándose en don para
cada uno. Esta llamada a ser don está inscrita en el significado esponsal de sus cuerpos.
El sentido esponsal del cuerpo es la capacidad que este tiene de expresar amor. Ese
amor en el que la persona se convierte en don y entonces realiza el verdadero sentido de
su ser y existir.
16. Antes del pecado, el varón y la mujer, no experimentaban el deseo sexual como algo
encaminado a satisfacerse egoístamente. Por el contrario, lo experimentaba como el
deseo de hacer un sincero don de sí mismo, amar como Dios ama. La libertad del don
indica que el varón y la mujer se respetaban como alguien “creado por sí mismo”. No
podían capturar o poseer al otro. Si estaban llamados a vivir en comunión, tenían que
ofrecer el don como dado libremente.
17. El sentido esponsal del cuerpo revela tanto la capacidad de ser don al otro como la
capacidad de afirmación profunda del otro. Afirmación de la persona, significa, recibir el
don que el otro ofrece y respetar al otro como persona creada por sí (él o ella) mismos.
18. El hombre nunca puede evadir el sentido esponsal de su cuerpo. Es el elemento
fundamental de su existencia en el mundo. Aun este sentido esponsal del cuerpo sea
sometido a muchas distorsiones por causa del pecado. Siempre permanece en el nivel
más profundo de la persona.
19. La dimensión más total y profunda del hombre está determinada por la irradiación de la
gracia, esto es. Por el amor gratuito de Dios derramado dentro del corazón humano. La
gracia es la participación en la vida interior de Dios mismo, en su santidad. La unión
original de los sexos era ella mismo una participación de la vida divina y de su santidad. La
gracia los capacitaba a estar desnudos sin vergüenza, lo que demuestra la sinceridad del
don recíproco de sí mismos.
20. La felicidad original se refiere a la experiencia beatificante de la comunión con Dios y entre
ellos del varón y la mujer. La felicidad original se enraizaba en el amor. Habla del hombre
salido del amor y su participación en él. Se manifiesta por la experiencia de la desnudez
original.
21. La complementariedad sexual permite al varón y a la mujer, vivir como “un don”. El varón
habiendo recibido a la mujer como un don de Dios, está dispuesto a iniciar el don de sí
mismo a la mujer. En respuesta, la mujer está dispuesta a recibir este don. Es un
intercambio aún más profundo que de alguna manera refleja el eterno intercambio en la
Trinidad.
22. El “ethos” del don, nos capacita para penetrar la subjetividad del ser humano. Se refiere a
la íntima orientación del primer varón y la primera mujer hacia el bien objetivo. Ellos no
necesitaban una ética externa que reforzara la ley del don. Ellos no deseaban nada más.
La ley de Dios no era impuesta desde fuera, sino que estaba “dentro” de cada uno.
23. A través de la visibilidad de la masculinidad y la feminidad y de su llamada a la comunión,
la invisibilidad del misterio divino de amor y comunión se ha hecho visible. En este sentido
entendemos que el matrimonio es el “sacramento primordial”. El cuerpo, de hecho y solo
él, es capaz de hacer visible el misterio invisible de Dios. Este es el misterio de verdad y
amor en el que el ser humano: varón y mujer realmente participan.
24. La desnudez original nos ayuda a entender que el primer sacramento era eficaz;
verdaderamente comunicaba la gracia de Dios, su santidad al hombre y la mujer. La
santidad les capacitaba para estar desnudos sin vergüenza. La santidad les al hombre y a
la mujer expresarse profundamente con sus cuerpos a través del don sincero de sí
mismos.
25. El “Conocimiento” indica la más profunda esencia de la vida matrimonial y sintetiza toda la
profundidad de las experiencias originales de soledad, unidad y desnudez. El
“Conocimiento” da tal unidad que los esposos casi se convierten en el único sujeto del
acto, aun permaneciendo dos sujetos diferentes. Por lo tanto, el “conocimiento” habla de
una unidad en la pluralidad. Cada uno se encuentra a sí mismo, en su propio modo, en
este “conocimiento bíblico”.
26. El conocimiento dirige a un “tercero”. En su exaltación: “He concebido con la ayuda del
Señor”, la mujer expresa toda la profundidad de la procreación y del engendrar. La Biblia y
la liturgia expresan un elogio a la feminidad honrando y alabando el vientre que llevo a
Cristo y los pechos que le alimentaron.
27. El “ciclo de conocimiento-generación” habla a la bondad de la vida humana, que persiste y
continúa aseverándose a pesar de la tragedia del pecado y la muerte. A través del
conocimiento y la procreación, la vida batalla con la posibilidad de la muerte y siempre la
supera.
28. Las preguntas acerca del cuerpo, el matrimonio y la sexualidad, tiene una cualidad
religiosa distintiva. No son preguntas a la ciencia, sino también son preguntas acerca del
sentido de la vida humana. Es por esto que debemos reconstruir el plan original de Dios
de acuerdo con las palabras de Cristo.

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