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“AÑO DEL DIALOGO Y LA RECONCILIACIÓN NACIONAL”

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLITICA

LOGICA JURIDICA

TEMA:

TIPOS DE ARGUMRNTOS

DOCENTE : EUDOSIO PAUCAR ROJAS

NOMBRE : LIDER MARIA FACUNDO CHASQUERO

CICLO : III – D

PUCALLPA- PERÚ

2018
TIPOS DE ARGUMENTOS

Argumento analógico a fortiori

Este argumento se divide en dos: A maiori ad minus y a minori ad maius.

Estos argumentos se traducen de la siguiente manera: permitido o dado lo más, con

mayor razón se permite o se da lo menos (a maiori ad minus) y prohibido lo menos, con

mayor razón se prohíbe o niega lo más. (a minori ad maius)

Argumento teleológico

Este argumento señala que los enunciados jurídicos deben ser interpretados conforme a

la finalidad por la cual fue creada. Por ejemplo, dentro de las normas jurídicas en materia

de comercio exterior, permitir el libre tránsito de mercancías, no sería lógico interpretar

una de estas normas jurídicas de tal manera que restringa las exportaciones, a menos que

el mismo sistema permita detener el tránsito de mercancías, como el artículo XX del

Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio.

Argumento de Autoridad

Este argumento permite justificar la atribución de un significado a una disposición

sugerido por alguien y por ese sólo hecho.

Uno de los tipos de este argumento es la aplicación de una tesis a otro supuesto por

identidad de razón. Un ejemplo es cuando el Órgano de Apelación de la Organización

Mundial del Comercio realiza sus informes cuando le presentan una controversia.

Generalmente el Órgano de Apelación, con el fin de interpretar las disposiciones del

Acuerdo sobre Aranceles Aduaneros y Comercio cita los informes que ha realizado el

mismo Órgano de Apelación.


Argumento psicológico

El argumento psicológico es aquel que justifica la atribución a una disposición normativa

del significado que corresponda con la voluntad del legislador que creó dicha norma

jurídica.

Argumento a contrario

Este argumento se basa en la presunción de que si el legislador ha regulado expresamente

una hipótesis, entonces esa regulación se refiere a esa hipótesis y solo a ella, rechazándose

su aplicación a cualquier otro caso distinto al expresamente contemplado por el legislador.

Este caso sería el siguiente:

Supongamos que existe una norma jurídica “a” que regule la conducta “x” y que existe

una conducta “y” la cual no está prevista en el sistema jurídico. Aun cuando las conductas

“x” y “y” presentes características que se permita demostrar la similitud entre las

conductas, la norma jurídica sólo será aplicable a “x” porque es esa conducta la que se

encuentra establecida en la norma jurídica y no otra, de querer ser aplicada la norma

jurídica a la conducta “y” la misma norma debería contemplar ese supuesto.


Argumento a coherentia

Es aquél utilizado para demostrar la compatibilidad de una norma jurídica con el resto de

normas que integran un sistema normativo. Por ejemplo, las disposiciones de la

Organización Mundial del Comercio señalan formas para liberalizar el comercio, en caso

de existir un enunciado ambiguo, la interpretación de este debe ser compatible con todo

el sistema de normas jurídicas, así, no sería posible interpretar un enunciado, salvo

excepciones, que sea incompatible con el libre tránsito de mercancías.

Argumento a rúbrica

En este tipo de argumento se le da un significado a un enunciado jurídico utilizando el

título de un grupo de artículos.

Argumento sedes materiae

Es aquel argumento que, para dar significado a un enunciado jurídico, se utiliza el

contexto normativo donde se ubica el término. Es decir, para interpretar un enunciado

jurídico, se debe tomar en cuenta los párrafos que se encuentran en el mismo artículo en

el que se encuentra el enunciado jurídico al cual se le desea dar un significado, entre otros

elementos.

Estos tres últimos argumentos, a saber a coherentia, a rúbrica y sedes materiae utilizan

el contexto de la norma.

Argumento histórico

El argumento histórico sirve para atribuir un significado a un enunciado jurídico que sea

acorde con la forma en que los distintos legisladores a lo largo de la historia han regulado

la institución jurídica que el enunciado actual preserva.


Argumento por el absurdo

Este argumento permite justificar el rechazo el significado de un enunciado jurídico por

las consecuencias absurdas a las que conduce.

El ejemplo sería un contrato de compraventa de un bien inmueble. Supongamos que las

partes al crear su contrato señalaron que la casa se vendería en 2 “melones”. La palabra

“melones” es una palabra coloquial para hacer referencia a la palabra “millones. Si se

opta por un sentido literal, el contrato de “compraventa “sería un intercambio de un bien

inmueble por dos piezas de fruta, que serían los melones. Es claro que no se puede

interpretar el contrato en un sentido literal, argumentando que sería absurdo el

intercambio de una bien inmueble por las dos piezas de fruta.

En un sistema jurídico siempre se presentarán lagunas normativas, ya que no es posible

que el legislador, al momento de crear la norma jurídica, contemple toda posible

circunstancia de hecho que se pueda presentar. Es por eso que es tarea de los operadores

jurídicos utilizar diversos tipos de razonamientos lógicos con la finalidad de colmar

dichas lagunas normativas de la manera más idónea posible.

LA NUEVA RETÓRICA

La nueva retórica se define como una teoría de la argumentación cuyo objeto de estudio son

las técnicas discursivas que tienden a provocar o acrecentar la adhesión intelectual de los

hombres a las tesis que se les presentan para obtener su acuerdo. También examina las

condiciones que hacen posible el comienzo y desarrollo de la argumentación así como sus

efectos. La definición señala en qué sentido la nueva retórica es una continuación de la clásica

y en qué se distancia de ella. La nueva retórica continúa la retórica de Aristóteles en tanto se

dirige a todo tipo de auditorios. Abarca lo que los antiguos denominaban dialéctica (la técnica

de la discusión y el debate por medio de preguntas y respuestas, que trataba principalmente


sobre cuestiones opinables), analizada por Aristóteles en sus Tópicos; incluye el

razonamiento que Aristóteles calificaba como dialéctico para distinguirlo del razonamiento

analítico de la lógica formal. Esta teoría de la argumentación es llamada nueva retórica porque

Aristóteles, a pesar de que reconocía la relación entre retórica y dialéctica, solo desarrolló la

primera en función de todo tipo de auditorios.

Debe notarse, asimismo, que la nueva retórica se opone a la tradición de la retórica moderna

puramente literaria denominada más precisamente estilística ya que reduce la retórica al

estudio de las figuras de estilo porque no se ocupa de las formas discursivas por su valor

estético u ornamental sino solamente en su calidad de medios de persuasión y, más

especialmente, de medios de creación de “presencia” (es decir, medios para traer a la

conciencia de los destinatarios aquellas cosas que no están inmediatamente presentes) a través

de técnicas de presentación.

La elaboración de una retórica así concebida tiene un innegable interés filosófico porque

proporciona una herramienta complementaria de la lógica tradicional, que es una técnica de

demostración o de prueba necesaria de acuerdo con las reglas de deducción o inducción. Esto

permitirá a los hombres no solo verificar y probar sus creencias sino también justificar sus

decisiones y elecciones. Así, la nueva retórica, al elaborar una lógica para los juicios de valor,

es indispensable para el análisis del razonamiento práctico.

PRESENTACIÓN SISTEMÁTICA DE LA NUEVA RETÓRICA

Relaciones personales con el auditorio

La argumentación, ya sea que se la llame retórica o dialéctica, siempre se propone

persuadir o convencer al auditorio al que se dirige, del valor de las tesis para las que busca

aprobación. Dado que el propósito de toda argumentación es ganar o reforzar la adhesión

de un auditorio, debe preparársela teniendo en mente este auditorio. Inversamente a lo

que sucede con la demostración, no puede ser concebida de manera impersonal. Por el

contrario, es esencial que se adapte al auditorio para ser eficaz. En consecuencia, el orador
la persona que presenta un argumento oralmente o por escrito a un auditorio de oyentes o

lectores debe buscar construir su discurso argumentativo sobre tesis ya aceptadas por su

auditorio. La principal falacia en la argumentación es la petitio principii (“petición de

principio”), en la que el hablante presupone que el auditorio acepta una tesis que en realidad

rechaza, aun implícitamente.

Tomada en un sentido amplio, la nueva retórica puede tratar los temas más variados y dirigirse

a los más diversos auditorios. El auditorio puede implicar solo la deliberación individual

interna del sujeto o bien puede involucrar a otra persona en un diálogo. El discurso puede

dirigirse a varios auditorios particulares o a la Humanidad en su conjunto lo que podría

llamarse el auditorio universal; en este caso el orador apela directamente a la razón.

La retórica clásica estaba dirigida tradicionalmente a un auditorio compuesto por una multitud

de oyentes generalmente no competentes, reunidos en una plaza pública; la argumentación,

sin embargo, puede estar dirigida a auditorios altamente calificados, tales como miembros de

una academia o alguna sociedad ilustrada. De esto resulta que la eficacia no es el único medio

para juzgar el valor de un argumento, ya que este valor también depende de la calificación y

competencia de los intelectos que se busca persuadir. Un argumento puede persuadir a un

auditorio de personas menos informadas y no tener efecto alguno sobre un auditorio más

crítico. Para Platón, la argumentación digna de un filósofo debía convencer a los mismos

dioses.

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