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Enseñanza, Escolarización y Lectura
La Escuela de Bethel
September 01, 1974 |by John Piper topic: Education
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He dicho varias veces que todo lo que trato enseñar en mis cursillos de estudio es cómo leer
bien. Y creo que eso es la única cosa que nosotros en las humanidades debemos hacer. A lo
mejor ahora debería disculparme y explicar por esto.
Leer es el proceso por cual, a través de la lengua escrito, llegamos a entender las ideas de
otras personas. Es probable que sea la manera más eficaz de aprender más de lo que
sabemos de la vida, y para vivir mejor. Se podría empezar de nuevo a aprender cómo es el
mundo y qué debemos hacer, sin tener en cuenta las experiencias de otras personas, pero
eso no sería muy eficaz.. También, se podría tratar aprender por medio de hablar con los
sabios vivos solamente. Pero eso tambien limitaría el conocimiento y ser ineficaz. Por lo
tanto, casi todos estan de acuerdo que aprender leer es importante para que la sabiduría de
los pensadores más sabios sea disponible a través de la lengua escrita.
Una persona que sabe leer bien nunca será dependiente de las enseñanzas de los profesores
vivos. El mejoramiento de tu sabiduría y tu mente no está relacionado con su estar dentro o
fuera de la escuela. Porque casi todos los grandes pensadores de la historia han compartido
su sabiduría en el escrito, y porque casi todos estos grandes libros son disponibles para ser
comprados en las tiendas o prestado de las bibliotecas, entonces una persona que se ha
entrenado lectura buena y activa, y que quiere crecer a ser más sabio, no tiene que depender
de los profesores vivos, ni de las clases de la escuela, ni de las tareas de casa, ni de los
exámenes. En cambio, como un buen lector y como uno que no sea esclava de la televisión
y la radio, tiene una vida útil de crecimiento por delante de él.
Es de suma importancia que los estudiantes de la universidad paran de tratar de llenar sus
cabezas con hechos y en vez de eso empiezan de tratar de formar el hábito de la lectura
fructífera y activa. Casi todos aquellos hechos van a ser olvidados. Sino la habilidad y la
disciplina y el deseo de leer continuarán dando frutos de 30, 60, 100 veces. Es una tragedia
que al día de la licenciatura muchos estudiantes miran al pasado con anhelo que estan
saliendo del lugar de tanto descubrimiento y crecimiento estimulante en vez de sentir que
están acabando un período de formación que los ha apropiado para una vida aventurera de
la lectura estimulante y el descubrimiento. Es un engaño horrible pensar que el aprendizaje
y el desarrollo personal están solo vinculados con la escuela. La lectura buena debe ser la
carrera de una vida. La instrucción – por lo menos en mis clases – es un proceso de
entrenamiento concentrado para ayudarte preparar para esa carrera.
1) Primero, Dios es feliz porque se deleita en sí mismo. Dios sería injusto si valorara
cualquier cosa más que aquello que es supremamente valioso. Y él es supremamente
valioso. Si él no se deleitara infinitamente en su propia gloria sería injusto, porque es
correcto deleitarse en una persona en proporción a la excelencia de su gloria. Las escrituras
están saturadas con textos que muestran cómo Dios determinadamente actúa por amor a su
propia gloria. “Por amor mío, por amor mío, lo haré, porque ¿cómo podría ser profanado mi
nombre? Mi gloria, pues, no la daré a otro.” (Isa 48:11)
Lo mismo aparece cuando ponderamos la relación de Dios Padre con Dios Hijo. Existe un
misterio aquí, que va más allá de todo entendimiento humano. Y admito que nuestros
esfuerzos teológicos para describir el auto-conocimiento de Dios y su relación con la
Trinidad, vienen a ser como el balbuceo de un pequeñuelo hacia su padre. Pero aun de la
boca de los bebés puede salir sabiduría si seguimos las Escrituras. Las Escrituras enseñan
que Jesucristo, el Hijo de Dios, es Dios (Juan 1:1). Y en Hebreos 1:3 dice que “El es el
resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza”. 2 Corintios 4:4 habla de la
gloria de Cristo el cual es la imagen de Dios. De estos pasajes aprendemos que desde la
eternidad Dios el Padre contempló la imagen de su propia gloria perfectamente
representada en la persona de su Hijo. Por lo tanto, una de las mejores maneras de pensar
acerca de la inmensa felicidad en su propia gloria es pensar en ella como el deleite que
tiene en su Hijo quien es la imagen de esa gloria. Cuando Jesús entró al mundo Dios el
Padre dijo, “este es mi hijo amado en quien tengo complacencia” (Mat. 3:17). Cuando Dios
Padre contempla la gloria de su propia esencia en la persona de su Hijo, él es infinitamente
feliz. “He aquí mi Siervo, a quien yo sostengo, mi escogido, en quien mi alma se
complace.” (Isa 42:1) Así que la primera observación es que Dios es feliz porque se deleita
en sí mismo, especialmente al reflejar su naturaleza en su Hijo amado.
2) Segundo, Dios es feliz porque es soberano. Salmo 115:3 dice, “Nuestro Dios está en los
cielos; El hace lo que le place.” (Sal 115:3) Lo que este versículo implica es que la
soberanía de Dios es el derecho y poder que él tiene para hacer lo que le place-él siempre
actúa para preservar su felicidad máxima. Dios es feliz porque sus hechos justos, los cuales
son siempre hechos por amor a su propia gloria, nunca pueden ser frustrados fuera de su
voluntad. Isaías 43:13, “Aun desde la eternidad, yo soy, y no hay quien libre de mi mano;
yo actúo, ¿y quién lo revocará?” Isaías 46:10 “Mi propósito será establecido, y todo lo que
quiero realizaré.” Daniel 4:35, “El actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo y
entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: ‘¿Qué has
hecho?’” Podemos estar seguros entonces, que Dios es inmensamente feliz porque él tiene
derecho y poder absoluto como Creador para superar cualquier obstáculo de su gozo.
Vale la pena preguntar aquí, haciendo un paréntesis ¿cómo puede Dios ser feliz cuando el
mundo está repleto de sufrimiento y maldad? Es una pregunta inmensa y difícil. Dos cosas
me ayudan. Una es que no ayuda mucho tratar de preservar la reputación de Dios diciendo
que él realmente no tiene control de todo. Si alguien hubiera intentado consolarme en
diciembre de 1974 cuando mi madre murió en un accidente de autobús, diciendo “Dios no
quería que esto pasara. Todavía puedes confiar en él. Él es bueno.” Le hubiera respondido
diciendo, “Mi consuelo no viene de pensar que Dios es tan débil que no puede evitar que un
madero caiga encima de un minibús Volkswagen.” Mi Dios es soberano. “Él se la llevó en
su tiempo señalado; y ahora yo creo, y algún día veré que fue bueno. Porque he aprendido
en Jesucristo que Dios es bueno. La solución Bíblica para el problema de la maldad no es
robarle la soberanía a Dios.
La otra observación que me ayuda con esta pregunta es que la actitud de Dios hacia los
eventos trágicos depende del foco de la lente. Dios no se deleita en el dolor y la maldad
considerados como tales. Cuando su lente es estrecho y se enfoca sólo en eso, él puede
sentirse lleno de aborrecimiento y dolor. Pero cuando él abre su lente para alcanzar todas
las conexiones y los efectos de un evento, aun hasta la eternidad, el evento forma parte de
un patrón o mosaico en el que él se deleita, y el cual es su voluntad. Por ejemplo, la muerte
de Cristo fue obra de Dios Padre. “y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
afligido…Pero quiso el SEÑOR quebrantarle, sometiéndole a padecimiento.” (Isa 53:4,10)”
Aun así, mientras Dios Padre veía la agonía de su amado Hijo y la iniquidad que lo llevó a
la cruz, él no se deleitaba en esas cosas en sí mismas. El pecado mismo y el sufrimiento del
inocente son aborrecibles para Dios. Pero según Hebreos 2:10, Dios
Padre consideró conveniente perfeccionar por aflicciones al autor de nuestra salvación.
Dios quiso que sucediera lo que era aborrecible al mirar por el lente estrecho, porque al
mirar por el lente ancho de la eternidad resultaba ser una forma conveniente de demostrar
su justicia (Rom 3:25f) y llevar a su pueblo a la gloria (Heb. 2:10). Cuando Dios en su
omnisciencia inspecciona la extensión de la historia redentora de principio a fin, él se goza
en lo que ve. Por lo que concluyo que nada en todo el mundo puede frustrar la felicidad de
Dios. Él se deleita infinitamente en su propia gloria; y en su soberanía hace lo que le place.
3) Lo cual nos lleva a la observación final: La felicidad es el fundamento del Hedonismo
Cristiano porque su felicidad se derrama en misericordia para con nosotros. ¿Puedes
imaginarte cómo sería si el Dios que gobierna el mundo no fuese feliz? ¿Qué tal si Dios
fuese dado a la queja y al mal humor y a la depresión como si fuera Juan y el gigante de las
habichuelas mágicas en el cielo? ¿Qué tal si Dios fuera melancólico, desanimado, sombrío,
deplorable, descontento, afligido y frustrado? ¿Podríamos unirnos a David y decir, Salmo
de David, cuando estaba en el desierto de Judá? “Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con
afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay
agua.” (Sal 63:1) ¡De ninguna manera! Nos relacionaríamos con Dios como los niños
pequeños lo hacen con un papá desanimado, sombrío, descontento y frustrado. No lo
pueden disfrutar. Sólo pueden tratar de evitarlo y quizás tratar de comportarse para hacerlo
sentir mejor. Por lo tanto, la base del Hedonismo Cristiano es que Dios es infinitamente
feliz, porque el objetivo del Hedonismo Cristiano es ser feliz en Dios, deleitarse en Dios,
apreciar y disfrutar la comunión con Dios. Pero los niños no pueden disfrutar la compañía
de su padre si este es sombrío, frustrado y triste. Por lo que la base y el fundamento del
Hedonismo Cristiano es que Dios es el ser más feliz de todos.
Otra forma de decirlo sería ésta. Para que un pecador pueda buscar gozo en Dios, debe estar
seguro de que Dios no lo despreciará cuando venga buscando perdón y comunión. ¿Cómo
podemos ser alentados a que Dios nos tratará con misericordia cuando nos arrepintamos de
nuestro pecado y vayamos a buscar gozo en él? Considera el estímulo que hayamos en
Jeremías 9:24, “yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque
estas cosas quiero, dice Jehová.” Dios muestra misericordia porque se deleita en ella. Dios
no está forzado a salvar por cierto principio o regla formal. Él está tan lleno de vida y gozo
en su propia gloria que el clímax de su placer es derramar su misericordia sobre nosotros.
La base de nuestra confianza en la misericordia de Dios es que él es un Hedonista Cristiano
perfecto. Dios se deleita por encima de todas las cosas en su divina excelencia, y su
felicidad es tan completa que se expresa en el placer que tiene en compartirla con otros.
Escucha el latido del Hedonista celestial perfecto en Jeremías 32:40-41. ¿Por qué hace Dios
el bien? ¿Cómo procura amarte? Escucha:
Haré con ellos un pacto eterno, por el que no me apartaré de ellos, para
hacerles bien, e infundiré mi temor en sus corazones para que no se aparten
de mí. Me regocijaré en ellos haciéndoles bien, y ciertamente los plantaré en
esta tierra, con todo mi corazón y con toda mi alma.
¡Dios te hace el bien porque lo disfruta mucho! Él se esfuerza en amarte con todo su
corazón y con toda su alma. La felicidad de Dios que se derrama en amor gozoso, es el
fundamento y el ejemplo del Hedonismo Cristiano.
Cierro esto con una invitación. Estas preciosas y asombrosas promesas del favor de Dios no
le pertenecen a todos. Existe una condición. No es una condición de obras o pago. Un Dios
infinitamente soberano no necesita de tus obras y es dueño de todos los recursos. La
condición es que te conviertas en un Hedonista Cristiano-que dejes de tratar de pagar o
trabajar para él o huir de él, y en vez de eso comiences a buscar con todo tu corazón el
incomparable gozo de la comunión con el Dios vivo.
No se deleita en la fuerza del caballo,
Ni se complace en las piernas ágiles del hombre.
El SEÑOR favorece a los que le temen,
A los que esperan en su misericordia.
(Sal 147:10-11)
La condición para heredar todas las promesas de Dios es que todas las esperanzas de
felicidad que has puesto en ti mismo, en tu familia, en tu trabajo y en tu descanso, las
transfieras a él. “Pon tu delicia en el SEÑOR, y El te dará las peticiones de tu corazón.”
(Sal 37:4)
Conversion to Christ: The Making of a
Christian Hedonist (Spanish)
Conversión a Cristo: La Creación de un Hedonista
Cristiano
September 18, 1983 |by John Piper topic: Christian Hedonism
Series: Desiring God
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Mateo 13:44-46
El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un
hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra
aquel campo. 45El reino de los cielos también es semejante a un mercader que busca perlas
finas, 46y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.
La semana pasada vimos la infinita y maravillosa felicidad de Dios, que es el fundamento
del hedonismo cristiano. Dios es feliz porque Él toma un placer perfecto en la excelencia de
su propia gloria, especialmente en la manera en que se refleja en su divino Hijo. Dios es
feliz porque Él es soberano, y de esta manera puede sobrepasar cada obstáculo a su deleite.
Y la felicidad de Dios es el fundamento del hedonismo cristiano, porque así Él derrama
sobre nosotros su misericordia. Cuando Dios llama a un hombre o mujer a Él, no es porque
Él tiene necesidad de dar aquel amor que Él comparte. Nosotros concluimos la semana
pasada diciendo que no todo el mundo puede compartir eternamente el gozo, porque existe
una condición que nosotros debemos conocer. La condición es que nosotros debemos
obedecer el mandamiento: "Deléitate asimismo en el Señor". (Sal. 37:4). Pero muchas
personas toman más deleites en las riquezas, en la venganza y en la recreación más que en
Dios. Ellos no han compartido la misericordia de Dios; ellos están perdidos. Lo que ellos
necesitan es convertirse a Cristo, que no es más que convertirse al hedonismo cristiano, eso
es lo que quiero hablar con ustedes en esta mañana.
Alguno puede preguntar: Si el punto crucial es la conversión, ¿por qué no simplemente
decimos, "cree en el Señor Jesucristo y serás salvo?". ¿Por qué traemos esta nueva
terminología del hedonismo cristiano? Es una buena pregunta. Aquí está mi respuesta.
Nosotros vivimos en una sociedad superficialmente cristianizada, donde miles de personas
perdidas piensan que ellos creen en Jesús. En muchos de mis testimonios a los inconversos
y a los cristianos nominales, el mandamiento "cree en el Señor Jesucristo y serás salvo", es
virtualmente sin significado. Borrachos en las calles, dicen que lo son. Parejas no casadas
que duermen juntos, dicen que lo son. Personas mayores que no han disfrutado de la
adoración y la comunión, dicen que lo son. Todo tipo de persona amante del mundo que
asiste a la iglesia, dice que lo es. Mi responsabilidad como predicador de la palabra de Dios
y profesor de la iglesia, no es sólo repetir la preciosa sentencia Bíblica, es hablar la verdad
con palabras que pueden atrapar sus conciencias y ayudarlos a sentir su necesidad de
Cristo. Lo que trato de hacer es tomar una enseñanza tan descuidada y tan esencial de las
Escrituras y hacerla tan clara como pueda, con la esperanza de avivar algunos corazones.
Antes de concentrarnos en la conversión debemos revisar grandes verdades sobre la
realidad que hacen de la conversión algo necesario. La primera verdad que debemos
enfrentar como seres humanos es que Dios es nuestro creador a quien le debemos gratitud
por todo lo que tenemos. La mejor evidencia de esto está en tu propio corazón y vida. ¿Por
qué automáticamente pasas juicio sobre una persona que te desprecia cuando le haz hecho
un favor? Automáticamente hallamos a una persona culpable cuando no ha tenido gratitud
hacia aquel que le ha demostrado gran misericordia. ¿Por qué? Sabes que sería totalmente
insatisfactorio contestar diciendo: Me siento así, meramente porque me castigaban cuando
niño por no decir gracias. No permitimos que se salgan con la suya tan fácilmente. La
rapidez con que nuestros corazones juzgan a personas desconsideradas, nos hace testificar
sobre nuestra verdadera creencia: ¡Los ingratos son culpables!
La verdadera razón por la que nuestros corazones responden de esta manera es porque
somos creados a imagen de Dios. Tu sentimiento de juicio, el cual de una manera
automática, me hace culpable si yo te ignoro después que tu salvar a mi hijo de ahogarse, es
la voz de Dios en ti. Un aspecto de la imagen de Dios en ti, es que involuntariamente te
encuentras considerando la gratitud como una obligación. De esta manera, sabes en tu
corazón que hay un Dios a quien debemos gratitud. Sería demasiado hipócrita pensar que
Dios espera menos gratitud por sus dádivas que tú por las tuyas. "Oh, dale gracias a Dios,
porque Él es bueno: porque para siempre es su misericordia" (Sal. 107:1). De esta manera,
si simplemente tienes un estándar moral en el cual automáticamente atacas al prójimo, no
serás capaz de escapar del hecho de que la ley de Dios está escrita en tu corazón y dice:
Una criatura le debe a su creador afecto de gratitud en la medida de su dependencia a la
bondad de Dios.
Esto nos lleva a nuestra segunda y gran verdad, la cual los humanos debemos empezar a
enfrentar: Nosotros no nos imaginamos, ni hoy ni mañana, la profundidad, intensidad y
consistencia de la gratitud a Dios pertenece como el creador nuestro. Ni siquiera
necesitamos la Biblia para entender que somos culpables de ingratitud. Sabemos que no
hemos rendido a Dios lo que nosotros mismos demandamos de los demás. Nosotros
sabemos que el sentimiento de juicio en nuestros corazones con el cual encontramos a las
demás personas culpables por ingratitud, nos reta a ser testigos vivimos de que Dios nos
encuentra culpables por nuestra asombrosa ingratitud hacia Él. Si nosotros silenciamos este
testigo en nuestros propios corazones, la Escritura lo hace más claro en Romanos 1:18-21.
"La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres,
que retienen la verdad de Dios con injusticia...y aunque conocieron a Dios no le
glorificaron como Dios, ni le dieron gracias por lo que Dios los entregó a una mente
reprobada".
Cuando cada humano se presente frente a Dios para dar cuenta de su vida, Dios no tendrá
que usar alguna sentencia de la escritura para enseñar a las personas su propia culpa y su
estado de condenación. El simplemente preguntará 3 cosas:
1. ¿No fue lo suficientemente claro en la naturaleza que lo que tuviste fue un regalo,
como mi criatura dependiste de Mi para respirar y para vivir y en todo?
2. ¿No fue el sentimiento de juicio en tu propio corazón siempre encontrar a los demás
culpables cuando fueron ingratos y debieron ser agradecidos frente a una
misericordia?
3. ¿Ha sido tu vida llena de alegría y gratitud en proporción a Mi misericordia hacia ti?
El caso queda cerrado.
La tercera gran verdad con la que nos debemos enfrentar es la ira de Dios sobre nosotros
por nuestra gran ingratitud. Nuestro propio sentimiento de juicio requiere que la cuenta
moral del universo sea resuelta. Nosotros no permitimos indignaciones en contra de nuestro
propio carácter de ser barridos debajo de la alfombra, ¡cuánto menos Dios! La rectitud de
Dios significa que Él sostiene la grandeza de su gloria. Cuando nosotros por nuestra
ingratitud desechamos la gloria de Dios, la cuenta de justicia debe ser resuelta. El hombre
merece más que un gato. De esta manera puedes ir a la cárcel por difamar el carácter de un
hombre, pero nadie ha sido condenado por calumniar un gato. Dios merece más que un
hombre y de esta manera la difamación de su carácter a través de marcas grotescas de
nuestra ingratitud, nos lleva a la sentencia de la destrucción eterna. La paga del pecado es la
muerte eterna (Rom. 6:23).
La noticia más terrible en el mundo es que hemos caído bajo la condenación de nuestro
creador y que Él está unido a su propia justicia y carácter para preservar la gloria que Él
merece, mostrando su ira por el pecado de la ingratitud. Pero hay una cuarta gran verdad y
es que, ninguno puede aprender ni de la naturaleza o de sus propias conciencias, la gran
verdad que debe ser dicha a nuestro prójimo, predicada en nuestras iglesias y llevada por
los misioneros: Llamada, las buenas noticias que Dios ha decretado, de tal forma que
podamos satisfacer las demandas de su propia justicia sin condenar a toda la raza humana.
Él la ha tomado sobre Sí, sin tomar en cuenta algún mérito en nosotros, para ejecutar
nuestra salvación. La sabiduría de Dios ha ordenado una forma para que el amor de Dios
sea llevado a nosotros de tal forma que su rectitud no sea comprometida. ¿Es eso sabiduría?
"Nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para
los gentiles necedad; más para los llamados tanto judíos como griegos, Cristo es poder de
Dios y sabiduría de Dios" (1 Cor. 1:23-24).
Cristo Jesús, el Hijo de Dios crucificado, es la sabiduría de Dios, por la cual el amor de
Dios puede salvar a pecadores de su ira y al mismo tiempo demostrar su justicia.
Romanos 3:25-26 dice: "A quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su
sangre mediante la fe, como evidencia de su justicia, a causa de haber pasado por alto, Dios
en su tolerancia, los pecados pasados, con el propósito de demostrar su justicia en nuestro
tiempo presente, a fin de que el sea justo, y El que declara justo al que es de la fe en Jesús".
“A quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe, a fin
de demostrar su justicia, porque en su tolerancia Dios pasó por alto los pecados cometidos
anteriormente, para demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el
que justifica al que tiene fe en Jesús.”
¿Cómo puede Dios exonerar a pecadores que han sido malagradecidos de su gloria y no han
demostrado respeto a su justicia ni tampoco se han comprometido con su gloria? Respuesta:
"Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros llegásemos a ser
justicia de Dios en El" (2 Cor. 5:21).
“Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia
de Dios en Él.” (2 Cor. 5:21).
"Mandando a su propio Hijo de la carne corrompida por el pecado, El condenó el pecado en
la carne" (Rom. 8:3).
“...enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el
pecado, condenó al pecado en la carne,” (Rom. 8:3).
"Cristo mismo llevó nuestros pecados en el madero"(1 Ped. 2:24).
“y Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz,...” (1Ped. 2:24).
"Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el Justo por los injustos, para
llevarnos a Dios"(1 Ped. 3:18).
Si la noticia más terrible del mundo es que hemos caído en juicio de condenación de
nuestro creador y Él está unido al carácter de su justicia para preservar la gloria que Él
merece sacando su ira hacia el pecado de nuestra ingratitud, entonces la mejor noticia en
todo el mundo (¡El evangelio!) es que Dios dictó sentencia sobre su Hijo en nuestro lugar
(Gal.3:13) y así demostró su justicia que está unida a su propia gloria y así, ¡seguir
salvando a pecadores como yo!.
Pero no todos los pecadores. No todos han sido salvados de la ira de Dios porque Cristo
solo murió por los pecadores. Esta es la quinta gran verdad que nosotros debemos oír:
Existe una condición que debes conocer para poder salvarte. Yo quiero enseñarlo como mi
último punto, que es convertirse un hedonista cristiano, que es la parte esencial de esta
condición.
"¿Qué debo hacer para ser salvo?". Esta es probablemente la más importante pregunta que
cualquier humano debe hacerse. Veamos por un momento las diferentes maneras en la que
Dios contesta esta pregunta en su palabra. La respuesta en Hechos 16:31 es "Cree en el
Señor Jesucristo y serás salvo". La respuesta en Juan 1:12 es que debemos recibir a Cristo:
"Todo aquel que le recibe...Él le dio potestad para convertirse en hijo de Dios". La
respuesta en Hechos 3:19 es, "arrepiéntete"; esto es, dale la espalda al pecado (arrepiéntete
para que tus pecados sean borrados). La respuesta en hebreos 5:9 es obediencia a Cristo.
“Jesús se convirtió en la fuente eternal de salvación a aquellos que le obedecen.”
Jesús mismo respondió la pregunta de varias formas. Por ejemplo, Él dijo en Mateo 18:3,
que hacerse como un niño es una condición para la salvación:
“Verdaderamente te digo a ti, a menos que no te conviertas en un niño, no podrás entrar a
reino de los cielos.”
En Mateo 8:34-35. La condición de auto negación es perder el deseo de las cosas de este
mundo por la vida en Cristo.
“Si cualquier hombre viene a mi, que se niegue a si mismo, tome su cruz y sígame. Por que
cualquiera que quiera salvar su vida la perderá; y cualquiera que pierda su vida por causa
del evangelio, la salvará.”
En Mateo 10:37 Jesús dice que la condición es amarlo más a Él, que a cualquier otra
persona:
“Aquel que ame más a padre o madre más que a Mi no me Merece a Mi y el que ame a hijo
o a hija más que a mi, no me merece a mi.” (Ver a 1 Corintios 16:22; 2 Timoteo 4:8)
Lucas 14:33. La condición para la salvación es que seamos libres del amor a nuestras
posesiones: “Cualquiera que no renuncia a todo lo que tiene no puede ser mi discípulo.”
Existen condiciones en el nuevo testamento que dicen que debemos conocer para así
beneficiarnos de la Muerte de Cristo y ser salvados. Nosotros debemos creer en Él,
recibirle, volvernos de nuestros pecados, obedecerle, humillarnos a nosotros mismo como
niños, y amarle más de lo que amamos a nuestra familia, nuestras posesiones en esta vida.
Esto es lo que significa ser convertido a Cristo. Y esto solamente es el camino de una vida
eterna.
¿Pero qué es lo que mantiene estas promesas? ¿Qué las une? ¿Qué cosas impiden a una
persona hacerlas? Yo creo que la respuesta está en la parábola de Mateo 13:44.
El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo, que un hombre descubrió
y lo ocultó: entonces por el gozo que tiene, va y vende todo lo que tiene y compra ese
Campo.
Esta parábola describe cómo una persona es convertida y traída al reino de los cielos, él
descubre un tesoro y es llenado de gozo lo cual hace que venda todo lo que tiene de tal
forma que pueda tener ese tesoro. Tú te conviertes a Cristo cuando Cristo se convierte en el
tesoro de tu corazón y tu santo gozo. El nuevo nacimiento de esta santa afección es la raíz
común de todas las condiciones de la salvación. Nosotros nacemos de nuevo-convertidos-
cuando Cristo se convierte en el tesoro en el cual encontramos el más grande deleite que es
confiar en Él, obedecerle y convertir esto en nuestro hábito normal.
Algunos pueden decir en contra del hedonismo cristiano: “es posible tomar esta decisión
por Cristo sin el incentivo del gozo” Yo lo dudo. Pero este tema en esta mañana no.”
Puedes tomar la decisión por Cristo sin el incentivo del gozo; pero... ¿pudieras tú? ¿Te
haría algún bien en el caso que pudieras? ¿Existe alguna evidencia en las escrituras de que
Dios aceptaría a personas que vienen a Él por cualquier otro motivo que no sea el deseo de
agradarle a Él? Algunos dirían: “Nuestro propósito de vida debiera ser agradar a Dios y no
a nosotros mismos”, “¿pero qué es lo que agrada a Dios?” Hebreos 11:6.
Sin fe es imposible agradar a Dios. Para cualquiera que quiera estar cerca de Dios debe
creer que Él existe y que Él recompensa a aquellos que le buscan.
Tú no puedes agradar a Dios, a menos que tú vengas a Él buscando recompensa.
Qué fue lo que Cristo le dijo a Pedro cuando Pedro se enfocó en su auto negación sacrificial
y dijo: “nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido” (Mateo 19:27), Jesús vio su
orgullo: “Nosotros hemos hecho la heroica decisión de sacrificarnos por Jesús”. Y ¿Cómo
Cristo sacó ese orgullo del corazón de Pedro? Él dijo:
No existe alguno que haya dejado todo por mí que no reciba su recompensa… Ahora y en
la vida eterna.
Pedro si tú no vienes a mí, por que soy el más grande tesoro, que todas esas cosas que tú
has dejado, entonces tú nunca has venido a mí, tú sigues enamorado de tu autosuficiencia.
Tú no te has convertido en un niño para el beneficio de su padre. Es este orgullo, que quiere
ser más que un bebé; buscando la justicia, paz y gozo de nuestro Cristo. La condición de la
salvación es que tú vengas a Cristo y busques la recompensa y que encuentres en el tesoro
de tu corazón que es un santo gozo.
Para resumir: existen cinco grandes verdades que cada ser humano necesita para que se
adueñe de estas cosas:
Primero: Dios es nuestro creador a quien le debemos gratitud por todo lo que tenemos.
Segundo: Ninguno de nosotros siente lo profundo, lo intenso y lo consistente de la gratitud
que le debemos a nuestro creador.
Tercero: Nosotros entonces estamos bajo la justa condenación de Dios. Nuestro propio
sentimiento judicial nos enseña que somos culpables.
Cuatro: En la muerte de Cristo Jesús por nuestros pecados Dios ha hecho la manera de
satisfacer las demandas de su justicia y alcanzar la salvación de su pueblo.
Finalmente, la condición que nosotros debemos tener para beneficiarnos de esta grande
salvación es que nosotros seamos convertidos a Cristo.- y conversión a Cristo es lo que
pasa cuando Cristo se convierte en tu tesoro y en el santo gozo de tu corazón. Cada
invitación bíblica de la palabra de Dios está enraizada en la promesa de un tesoro
purificado. Cristo mismo es una amplia recompensa por cada sacrificio. La invitación a la
palabra es sin la posibilidad de equivocarse Hedonista:
“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y
comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en
lo que no es pan y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del
bien, y se deleitará nuestra alma con grosura.
Inclinad vuestro oído, y venid a mí; Oíd y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto
eterno, las misericordias firmes de David.
(Isaías 55: 1-3)
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras
manos, acerca del Verbo de vida 2(pues la vida fue manifestada, y nosotros la
hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba
con el Padre y se nos manifestó); 3lo que hemos visto y oído, os proclamamos
también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros;
y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. 4Os
escribimos estas cosas para que nuestro gozo sea completo.
Las únicas cartas en el Nuevo Testamento que no mencionan el nombre del autor son las
tres cartas de Juan y la epístola a los Hebreos. La iglesia añadió el título (Primera Epístola
del Apóstol San Juan) después. Pero hay tres buenas razones para creer que el apóstol Juan
escribió la carta.
Primero, porque los primeros escritores cristianos aceptaron que Juan era el escritor—
Ireneo (200 d. de J.C.), Clemente de Alejandría (215 d. de J.C.) y Tertuliano (220 d. J.C.).
Segundo, porque el escritor se identifica como un testigo ocular de la vida terrenal de Jesús
(1:1): “lo que hemos visto con nuestros ojos…lo que hemos contemplado y lo que han
palpado nuestras manos”. Tercero, el estilo y la terminología son casi iguales al estilo y la
terminología del Evangelio de Juan.
Al final del Evangelio de Juan (21:24) es escrito explícitamente que el apóstol que lo
escribió fue el discípulo amado’’, es decir, el discípulo que tenía la más intima amistad
personal con Jesús, el que en la última cena se reclinó en el pecho de Jesús (13:23), a quién
Jesús le encomendó a su madre, el que corrió más aprisa que Pedro al sepulcro vacío (20:2-
4).
Pero el discípulo amado nunca se nombra. Tuvo que ser uno de los tres íntimos: Pedro,
Jacobo o Juan. ¡No pudo haber sido Pedro porque corrió más aprisa que Pedro! Y según
Hechos 12:1 Jacobo fue muerto por Herodes aproximadamente diez años después de la
muerte de Jesús. No es probable que el Evangelio según San Juan fuera escrito en una fecha
tan cercana. Entonces la conclusión más probable es que el discípulo amado y el autor del
Evangelio y las epístolas fue el apóstol Juan.
En un sentido esto no es importante, puesto que el autor bajo la inspiración del Espíritu
Santo no nos dijo su nombre, y en última instancia el significado del libro no depende del
conocimiento de quién fue el autor.
Pero en otro sentido es importante, porque un rechazo de la profesión del autor (la
paternidad literaria) de Juan casi siempre va junto con el rechazo de su aserción de ser un
testigo ocular del Señor. Tácitamente ningún erudito dice que “No fue Juan. Fue otro de los
doce”. Todos saben que si el autor de esta carta estaba tan cerca a Jesús para tocarlo,
entonces fue Juan. No hay otros candidatos probables entre los discípulos de aquellos días.
Entonces rechazar de Juan como el autor es virtualmente siempre un rechazo de la verdad
del primer versículo de la carta: “Lo que hemos oído, lo que hemos visto,…lo que han
palpado nuestras manos…”. Si no fue Juan, no fue un testigo ocular, y la integridad del
autor (que reclama ser un testigo ocular) es impugnada desde el principio.
Por tanto la razón por la que empiezo con estos pensamientos de la paternidad literaria de
esta carta es para reforzar el asunto con que el autor empieza: había oído, había visto y
había palpado al Hijo de Dios.
En el día del juicio Dios preguntará a las personas que han leído esta carta y que no han
creído su testimonio: “¿Por qué no creíste el testimonio de mi siervo Juan? ¿Manifestó las
cualidades características de un mentiroso o un lunático? ¿Contradijo el mensaje de su carta
verdades razonablemente establecidas en la historia? ¿No estaba de acuerdo su testimonio
con los otros testimonios de mi Hijo? ¿Por qué no creíste su testimonio?
En ese día de la verdad será una sola respuesta: “Todo el que hace lo malo odia la luz, y no
viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas” (Juan 3:20). No es porque nos falta
testimonio confiable de la verdad de Cristo que estamos lentos para creer. Es porque creer
es ser quebrantado y permitir que la oscuridad de nuestros corazones sea expuesta a la luz
de la santidad de Dios.
Los exhorto a Uds. a que no cierren los rincones escondidos de pecado en sus vidas sino a
que vengan a la luz y consideren con diligencia la realidad que en esta carta tenemos que
tratar con el mensaje del que en verdad vio y tocó al Señor de gloria.
Para desempacar el significado de estos cuatro versículos, he intentado poner en orden
lógico las aserciones principales que veo.
1. Cristo, nuestra Vida, ha existido eternamente con el Padre.
2. Cristo, nuestra Vida, se manifestó en la carne.
3. Por medio de la encarnación de Jesús, Juan ha obtenido comunión con el
Padre y con su Hijo Jesucristo.
4. Por tanto, Juan hace de la proclamación de Cristo la base de su
comunión con los otros creyentes.
5. Juan anhela la plenitud de gozo que viene cuando los demás comparten
su deleite en la comunión del Padre y del Hijo.
El manantial de donde el río de este texto fluye es Cristo que nunca tuvo un principio sino
que ha existido eternamente con el Padre. Y el océano a donde el río de este texto fluye es
el gozo de nuestra comunión entre nosotros y con el Padre y el Hijo.
Por consiguiente, esta mañana me gustaría caminar junto al río de este texto y tomar
brevemente en estos cinco lugares. Mi meta es que Dios use el agua de su palabra para
refrescar tu confianza en Cristo y para intensificar tu deseo para el gozo de su comunión.
1. Cristo, nuestra Vida, ha existido eternamente con el Padre.
v. 2 – “La vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os
anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó”.
Primero, notemos que Cristo simplemente se llama “la Vida”. “La vida fue manifestada”.
Cristo fue el que fue hecho manifiesto. Cristo apareció en forma humana. Pero como dice 1
Juan 5:11, 12: “Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al
Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida”. Entonces el Hijo de
Dios, Cristo Jesús, es nuestra Vida. Cuando tenemos comunión con él, compartimos la
vida.
Segundo, notemos que esta vida es eterna. “La vida fue manifestada…y os anunciamos la
vida eterna”. Este es el mejor comentario sobre la primera frase del primer versículo: Lo
que existía desde el principio… “Desde el principio” quiere decir que Cristo nuestra Vida
estaba allá cuando la creación empezó. Él es eterno. No tuvo principio. No tendrá fin. No es
parte de la creación. En el principio él es la fuente de la creación. Toda vida sale de él. Él es
el manantial, no parte del río. “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios,
y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por
medio de él, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:1-3).
La aserción más fundamental de este texto es que Cristo nuestra Vida ha existido
eternamente con el Padre. Todo lo demás fluye de esto. Hacemos bien si meditamos
frecuentemente y profundamente en la realidad majestuosa que Cristo ha existido sin
principio desde toda eternidad.
2. Cristo, nuestra Vida, se manifestó en la carne.
Otra vez el versículo 2 hace muy sencillo este punto: La vida fue manifestada. Es decir, el
Cristo eterno llegó a ser visible. Se apareció. Y el sentido en que apareció es hecho
comprensible en versículo 1: Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo
que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos…
La realidad que Juan reclama haber tocado lo que existía desde el principio, es decir, la
Vida eterna manifestada, muestra claramente que el punto aquí es la encarnación. El Cristo
eterno, quien estaba con el Padre desde el principio y en verdad era Dios —este Cristo
apareció en la carne. Llegó a ser hombre—.
Aquí está la gran piedra de tropiezo. La gente ha tropezado sobre ella desde los días de Juan
hasta nuestros propios días. (Cf. EL MITO DE DIOS ENCARNADO). Juan dice en su
segunda carta (v. 7): “Muchos engañadores han salido al mundo que no confiesan que
Jesucristo ha venido en carne. Ese es el engañador y el anticristo”.
Muchos están dispuestos a creer en Cristo si él solamente se queda como una realidad
espiritual (para ellos). Pero cuando predicamos que Cristo ha llegado a ser hombre
particular en un lugar particular impartiendo órdenes particulares y muriendo en una cruz
particular exponiendo los pecados particulares de nuestras vidas particulares, entonces la
predicación deja de ser aceptable para muchos.
No creo que sea tanto el misterio de una naturaleza divina y humana en una persona que
causa a la mayoría de la gente que tropiece sobre la doctrina de la encarnación. La piedra de
tropiezo es que si la doctrina es verdadera, cada persona en el mundo debe obedecer este
hombre judío particular. Todo lo que dice es la ley. Todo lo que hizo es perfecto. Y la
particularidad de su obra y palabra brota en la historia en la forma de un libro inspirado
particular (escrito en los idiomas particulares griego y hebreo) que reclama una autoridad
universal sobre cualquier libro que jamás haya sido escrito.
Esta es la piedra de tropiezo de la encarnación —cuando Dios llega a ser hombre, él quita
toda pretensión del hombre para ser Dios—. Ya no podemos hacer más lo que queremos.
Debemos hacer lo que este único hombre judío quiera que hagamos. Ya no podemos fingir
más que somos autosuficientes, porque este único hombre judío dice que todos estamos
enfermos con el pecado y debemos venir a él para ser curados. Ya no podemos depender
más de nuestra propia sabiduría para encontrar vida, porque este único hombre judío, que
vivió por 30 años obscuros en un país pequeño en el Medio Oriente, dice: “Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida”.
Cuando Dios llega a ser hombre, el hombre cesa de ser la medida de todas las cosas, y Este
Hombre llega a ser la medida de todas las cosas. Simplemente es intolerable al corazón de
los hombres y las mujeres. La encarnación es una violación del proyecto de derechos
humanos escrita por Adán y Eva en el huerto del Edén. ¡Es totalitario! ¡Es autoritario!
¡Imperialismo! ¡Despotismo! ¡Usurpación! ¡Absolutismo! ¿Quién piensa Él que es?
¡DIOS!
Por lo tanto la doctrina de la encarnación ha sido desde el principio un examen (criterio de
prueba) de la ortodoxia y la autenticidad espiritual. 1 Juan 4:2, 3: “En esto conocéis el
Espíritu de Dios; todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y
todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios”.
Solo el Espíritu de Dios puede romper nuestra rebelión contra la particularidad autoritaria
de la encarnación y hacernos someter con gozo a este hombre judío como nuestro soberano
absoluto. Y por lo tanto la confesión que Dios ha venido en la carne es el examen doctrinal
de Juan si somos de Dios.
3. Por medio de la encarnación de Jesús, Juan ha obtenido comunión
con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
La última parte del versículo 3 dice: “Nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo
Jesucristo. La comunión (koinonia) es una experiencia personal de compartir algo
significativo al igual que los demás. Es la alegría de estar en un grupo cuando están de
acuerdo sobre lo que importa mucho. Es lo que hace trabajar con Tom y Steve y Dean y
Char uno de los deleites más grandes de mi vida. Es lo que da raíz y fibra (carácter) y fruto
al matrimonio cristiano.
Entonces decir que tienes comunión con el Padre y con su Hijo significa que compartes sus
valores. Crees lo que creen y amas lo que aman. Por lo tanto te deleitas al pasar tiempo
junto con ellos. Te encanta incluirlos en todo lo que haces. Aprecias la idea de pasar la
eternidad conociéndolos mejor.
Muy prácticamente lo que quiere decir es que repetidamente recordamos porciones
memorizadas de la palabra de Dios; y mientras el Señor nos habla una palabra de aviso o de
promesa o de guía, oramos por su ayuda para responder apropiadamente y en seguida
confiamos en él mientras andamos con él en la luz. Él se te acerca por su palabra. Tú te
acercas a él por la oración, y en el poder de la comunión haces su voluntad.
Juan sabe que el regalo de esta comunión es debido a Jesús. Cristo vino y se hizo el amigo
de recaudadores de impuestos y pecadores. Ofreció su comunión a cualquiera que estuviera
dispuesto a cambiar sus valores y a estimar todo del mismo modo que él. No puedes tener
comunión con Jesús si no confías en su juicio. Pero si confías en Jesús, no solo tienes
comunión con él, sino también con Dios el Padre. Juan dice en 2:23: “Todo aquel que niega
al Hijo tampoco tiene al Padre; el que confiesa al Hijo tiene también al Padre”. La
comunión con Dios solo es posible por medio de Jesucristo su Hijo.
Entonces cada vez que alguien da testimonio de la verdad de Jesucristo —quién fue, lo que
hizo y lo que estima— la oportunidad existe para que los que oyen el testimonio terminen
de rebelarse contra la voluntad de Cristo, acepten sus valores, y comiencen a tener
comunión con el Padre y su Hijo Jesucristo.
4. Por tanto, Juan hace de la proclamación de Cristo la base de su
comunión con los otros creyentes.
El versículo 3 dice: “Lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para
que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con
el Padre y con su Hijo Jesucristo”. O al leer el versículo al revés: “Puesto que nuestra
comunión es con el Padre y con su Hijo, la única manera en que podemos cultivar
comunión con vosotros es proclamaros lo que sabemos sobre el Hijo a quién hemos visto y
oído”.
En la Iglesia Bautista Belén hablamos sobre tres prioridades del ministerio: el compromiso
con Dios en la adoración, el compromiso de los unos con los otros en el crecimiento mutuo,
el compromiso con el mundo en el testimonio. Note que este versículo sustenta claramente
la relación entre los primeros dos compromisos. Para experimentar comunión con sus
lectores Juan les dice lo que cree sobre Jesucristo. En otras palabras, no hay comunión
significativa entre las personas que no creen igual con respecto a Jesucristo. La doctrina
compartida [que tenemos en común] es la base de la comunión cristiana.
Cuando Juan quería cultivar comunión con un grupo de personas, les escribe una carta llena
de teología. Cuando Pablo quería preparar una comunión misionera para apoyarlo y para
enviarlo a España, escribió un libro teológico que se llama Romanos. Si deseas que tu
comunión sea más profunda y más fuerte, debes compartir más teología.
Hay muchas lecciones para nosotros aquí. Permítame mencionar tres.
Primero, el gran peligro del movimiento carismático alrededor del mundo hoy (con todo el
bien que veo en él) es que a menudo procura preservar la comunión entre creyentes a base
de una experiencia compartida antes que a base de la teología compartida. Este no es el
camino bíblico, y con el tiempo resultará en la muerte de una experiencia mal cimentada o
en el desarrollo de una teología herética para suavizar las deferencias.
Segundo, con seguridad este texto implica que ningún cristiano se debe casar con un
incrédulo. La comunión profunda de las cosas más importantes no es posible donde no
compartimos el mismo entendimiento y afecto por Cristo.
Tercero, es una gran y triste ironía que como una Convención (Bautista General), que
profesa estimar la Biblia, tengamos la reputación de procurar preservar la unidad de la
comunión no por exaltar las grandes doctrinas de la Escritura, sino por evitarlas. Cuando
Juan quiso cultivar y preservar la comunión de sus lectores, se hizo teólogo. Cuando la
Convención quiere cultivar y preservar la comunión, se hace ateóloga. En muchas maneras
estamos pagando el precio por esto. Y es una gran tristeza.
Si Dios quiere, escogemos una dirección diferente en Belén. Seremos explícitamente
teológicos y siempre a plena vista proclamamos nuestra doctrina. La última cosa que quiero
es atraer o mantener miembros por ocultar las mismas características que nos llenan de
pasión y celo para la gloria de Dios. Diluir la teología al denominador menos común de la
aceptabilidad es la señal de la muerte para la adoración, la ortodoxia, las misiones, la
moralidad y el crecimiento. Y la Convención Bautista General tiene problemas en todas
esas áreas.
Seamos como Juan. Versículo 3: “Lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a
vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros”. ¡Esto es lo que
creemos sobre Cristo! ¿Estiman Uds. lo que estimamos?
5. Juan anhela la plenitud de gozo que viene cuando los demás
comparten su deleite en la comunión del Padre y del Hijo.
Versículo 4: “Os escribimos estas cosas para que nuestro gozo sea completo”. Yo creo que
la Biblia de Las Américas está en lo correcto al aceptar la lectura “nuestro gozo” en vez de
la lectura de la Reina Valera 1960 “vuestro gozo”.
Por supuesto, en una iglesia donde una de nuestras características es el hedonismo cristiano,
esto no es ninguna sorpresa. Primero sale el gozo tremendo de conocer a Dios y
experimentar comunión con él. Pero después tenemos hambre de algo más. No que algo se
le pueda añadir a Dios, sino que más de Dios se podría experimentar en la comunión de los
santos (Cf. Salmo 16:1-3). Si no fuera la verdad, el anhelo de la comunión sería idolatría.
Nuestro gozo en la comunión de Dios se hace completo en el gozo que los demás tienen en
la comunión de Dios.
Esta es la esencia del hedonismo cristiano —la doctrina que no solo es permitido sino que
es necesario perseguir tu propia alegría en la alegría santa de los demás—. Si hicieras tu
meta guiar a un amigo en la comunión de Dios, pero en tu corazón dijeras: “No me importa
si él encuentra la comunión con Dios”, serías malo. Dios no quiere que nuestro corazón sea
indiferente al bien que buscamos. Dios quiere que nos regocijemos en el bien. Quiere que
persigamos nuestro gozo en el bien como Juan lo hizo. “Os escribimos estas cosas para que
nuestro gozo sea completo”.
Que doctrina devastadora —enseñar que es incorrecto que un cristiano persiga su propia
alegría—. Esta doctrina insulta a Dios que nos manda a deleitarnos en el Señor y estimarlo
como gozo cuando pongamos nuestras vidas para compartir ese gozo con los demás.
En resumen:
1. Cristo, nuestra Vida, ha existido eternamente con el Padre.
2. Cristo, nuestra Vida, se manifestó en la carne.
3. Por medio de esta encarnación obtenemos comunión con el Padre y con
su Hijo Jesucristo.
4. Por tanto, debemos hacer del entendimiento bíblico de Cristo la base de
la comunión con los otros creyentes.
What We Believe About the Five Points of
Calvinism (Spanish)
Lo Que Creemos Sobre De Los 5 Puntos Del Calvinismo
Revisado en Marzo, 1998
March 01, 1985 |by Bethlehem Baptist Church Staff topic: The Doctrines of Grace /
Calvinism
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1. PREFACIO
2. INTRODUCCION HISTORICA
3. DEPRAVACION TOTAL DEL HOMBRE
4. GRACIA IRRESISTIBLE
5. EXPIACIÓN LIMITADA
6. ELECCIÓN INCONDICIONAL
7. LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
8. TESTIMONIOS CONCLUYENTES
9. UNA APELACIÓN FINAL
1. PREFACIO
Amamos a Dios. Él es nuestro gran tesoro, y nada se le compara. Uno de los más antiguos y
grandiosos catecismos dice: “Dios es un Espíritu infinito, eterno, inmutable, sabio,
poderoso, santo, justo, bueno y verdadero”. A Ese es el que amamos. Amamos todo el
panorama de sus perfecciones. El fin de la búsqueda del alma para eterna satisfacción, es
conocerle y ser amados por Él. Él es infinito; Y eso responde a nuestro anhelo por plenitud.
Él es eterno; y eso responde a nuestro anhelo por permanencia. Él es inmutable; y eso
responde a nuestro anhelo por estabilidad y seguridad. No hay alguien como Dios. Nada se
puede comparar con Él. Dinero, sexo, poder, popularidad, conquista, nada se compara con
Dios.
Mientras más le conoces, más quieres conocerle, mientras más te deleitas en su compañía,
más hambriento estarás por una comunión más profunda y rica. Satisfacción a los niveles
más profundos produce un santo anhelo para el tiempo cuando tengamos el poder de Dios
para amar a Dios. Esa es la manera en que Jesús ora por nosotros al Padre, “... que el amor
con que me amaste pueda estar en ellos”. Eso es lo que anhelamos: que el mismo amor del
Padre por el Hijo nos llene, permitiéndonos amar al Hijo, con el mismo amor del Padre.
Luego las frustraciones de un amor inadecuado terminarán.
Si, mientras más lo conoces, lo amas y confías en Él, más anhelas conocerle. Por eso es que
hemos escrito este folleto. Anhelamos conocer a Dios y disfrutar de Él. Otro antiguo
catecismo dice: “¿cual es el fin principal del hombre?” y responde: “El fin principal del
hombre es glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre”. Creemos que disfrutar de Dios
es la forma en que le glorificamos, porque Dios es más glorificado en nosotros cuando
estamos más satisfechos en Él. Pero para disfrutar de Él debemos conocerle. Verle es
saborearle. Si Él permanece borroso, o en una vaga neblina podríamos estar intrigados por
un momento. Pero no estaríamos maravillados con gozo, como cuando la neblina se aclara
y te encuentras a ti mismo en el borde de un precipicio.
Nuestra experiencia es que un claro conocimiento de Dios tomada de la Biblia es la llama
que sostiene el fuego de nuestros afectos por Dios. Y probablemente el tipo más crucial de
conocimiento, es el conocimiento de lo que Dios es como lo es en la salvación. De eso
tratan los cinco puntos del Calvinismo. Nosotros no empezamos como calvinistas y
defendiendo un sistema.
Empezamos como cristianos creyentes en la Biblia quienes quieren poner la Biblia por
encima de todo sistema de pensamiento. Y a través de los años- muchos años de lucha-
hemos profundizados en la convicción de que las enseñanzas calvinistas en los cinco
puntos, son bíblicas y por lo tanto verdaderas.
Nuestra lucha nos hace pacientes con otros que están en el camino. Creemos que toda
batalla para entender lo que la Biblia enseña acerca de Dios es valiosa. Dios es una fuerte
roca en un mundo de arena movediza. Conocerle en su soberanía es convertirse en un árbol
fuerte ante un viento de adversidad y confusión. Y acompañando la fortaleza, esta su
dulzura y ternura, que va más allá de nuestra imaginación. El soberano León de la tribu de
Judá es el dulce cordero de Dios.
Esperamos que puedas ser ayudado. Por favor no sientas que debes leer este folleto en un
orden en particular. Pues muchos de ustedes querrán saltar la introducción histórica porque
no es tan relevante en el momento para responder las preguntas bíblicas. Hay un orden
intencional en este folleto. Pero siéntete libre de empezar donde sea de más urgencia para
ti. Si obtienes ayuda entonces volverás atrás al resto del mismo. Si no obtienes ayuda,
entonces, retorna a la Biblia y léela con todas tus fuerzas. De todas maneras, ahí es donde
queremos que termines: Leyendo y entendiendo y amando y disfrutando y obedeciendo la
palabra de Dios, no la nuestra.
Por la supremacía de Dios en todas la cosas, para el gozo de todas las gentes.
2. INTRODUCCION HISTORICA
Juan Calvino, el más famoso teólogo y pastor de Ginebra, murió en 1564. Junto a Martín
Lutero en Alemania, fue la fuerza más influyente de la reforma protestante. Sus
comentarios e Institución de la Religión Cristiana, están aun ejerciendo una tremenda
influencia en el mundo cristiano.
Las iglesias que han heredado estas enseñanzas de Calvino son usualmente llamadas
Reformadas, en oposición a luteranos y Episcopales heredados de la reforma. Mientras no
todas las iglesias Bautistas adoptan la teología reformada, existe una tradición bautista
significativa que creció fuera de y aun abraza las doctrinas centrales heredadas de la rama
Reformada.
La controversia entre arminianos y calvinistas llego a Holanda cerca de los 1600. El
fundador del Arminianismo fue Jacobo Arminio (1560-1609). El estudio bajo el estricto
calvinismo de Teodoro Beza en Ginebra y fue profesor de teología de la universidad de
Leiden en el 1603.
Gradualmente, Arminio comenzó a refutar algunas enseñanzas calvinistas. La controversia
se propagó en toda Holanda, donde la iglesia reformada era la gran mayoría. Los
arminianos trazaron su credo en 5 artículos (escritos por Uytenbogaert), y los plantearon
frente a las autoridades del estado de Holanda en 1610 bajo el nombre de La protesta,
firmado por 46 ministros. (Estos 5 artículos pueden ser leídos en Philip Schaff, Creeds of
Christendom, vol. 3, pp. 545-547).
Los calvinistas responden con una contra-protesta. Pero la respuesta oficial calvinista vino
del Sínodo de Dort, quien sostuvo para considerar Los Cinco artículos desde el 13 de
noviembre de 1618 hasta el 9 de mayo del 1619. Hubo 84 miembros y 18 comisionados
seculares. El Sínodo escribió lo que se conoce como los Cánones de Dort. Estos aun son
parte de la confesión de la iglesia reformada en América y de la iglesia cristiana reformada.
Ellos afirman los cinco puntos del calvinismo en respuesta a los cinco artículos de protesta
Arminiana. (Ver Schaff, vol. 3, pp. 581-596).
Así que, los cinco puntos del Calvinismo no fueron escogidos por calvinistas como un
resumen de su enseñanza. Ellos surgen como respuesta a los Arminianos, quienes
escogieron estos 5 puntos para oponerse.
Es más importante dar una posición Bíblica positiva en los Cinco puntos que conocer la
forma exacta de su controversia original. Estos cinco puntos todavía están en los corazones
de la teología Bíblica. Ellos son importantes. Donde nos encontramos, estas cosas
profundas afectan nuestro punto de vista de Dios, hombre, salvación, expiación,
regeneración, seguridad, adoración y misiones.
En algún punto del camino, los cinco puntos vinieron a ser resumidos bajo en acróstico
TULIP.
T- Total depravity (Depravación total).
U- Unconditional election (Elección incondicional)
L- Limited atonement (Expiación limitada)
I- Irresistible grace (Gracia irresistible)
P- Perseverance of the saints (Perseverancia de los santos)
Nota: No seguiremos este orden en nuestra presentación. Hay una buena razón para este
orden tradicional: Comienza con el hombre en necesidad de salvación y luego da, en el
orden en que ocurren, los pasos que Dios da para salvar a su pueblo. Dios elige, envía a su
Hijo para expiar los pecados de los elegidos, de una manera irresistible atrae a su pueblo a
la fe, y finalmente trabaja para que ellos perseveren hasta el fin.
Hemos encontrado, de todas maneras, que el hombre capta estos puntos más fácilmente si
seguimos una presentación basada en el orden en que se experimentan.
1. Experimentamos nuestra propia depravación y nuestra necesidad de
salvación.
2. Experimentamos la irresistible Gracia de Dios llevándonos a la fe.
3. Confiamos en la suficiencia de la expiación de la muerte de Cristo por
nuestro pecado.
4. Descubrimos que detrás del trabajo de Dios en expiarnos de nuestros
pecados y traernos a la fe estaba la elección incondicional de Dios.
5. Finalmente, descansamos en su elección de Gracia para darnos la fuerza
y voluntad para perseverar hasta el fin en fe.
Este es el orden que seguiremos en nuestra presentación.
Quisiéramos expresar lo que creemos que las Escrituras enseñan sobre estos cinco puntos.
Nuestro gran deseo es dar honor a Dios por medio de entender y creer su verdad revelada.
Estamos abiertos a cambiar cualquiera de nuestras ideas que contradiga la verdad de las
Escrituras. No tenemos ningún interés en Juan Calvino mismo, y encontramos que algunas
de las ideas que enseño están erradas. Pero, en general, estamos dispuestos a llamarnos
calvinistas en estos cinco puntos, porque encontramos que la posición calvinista es Bíblica.
Compartimos los sentimientos de Jonathan Edwards quien dijo en el prefacio de su libro
LA LIBERTAD DE LA VOLUNTAD, “No tomaría del todo inoportuno ser llamado
calvinista, por alguna distinción: aunque rechazo una completa dependencia en Calvino, o
una creencia en las doctrinas que sostengo, porque el las creyó y también las enseño; y no
puedo ser cargado con creencias de cada cosa que el enseñaba.
3. DEPRAVACION TOTAL DEL HOMBRE
Cuando hablamos de la depravación total del hombre, nos referimos a la condición natural
del mismo, separado de alguna Gracia ejercida por Dios para restringirlo o transformarlo.
No hay duda de que el hombre podría llevar a cabo más actos pecaminosos contra su
prójimo de los normalmente hace. Pero si el mismo es restringido de llevar a cabo más
actos pecaminosos por motivos que no pertenecen a una alegre sumisión a Dios, entonces
aun su “virtud” es mala a los ojos de Dios.
Romanos 14:23 dice: “Todo lo que no procede de fe es pecado”. Esta es una acusación
radical sobre toda virtud que no procede de un corazón humilde que depende de la Gracia
de Dios.
La terrible condición del corazón humano nunca será reconocida por personas que la
evalúan sólo en relación con otras personas. Romanos 14:23 deja bien claro que la
depravación es nuestra condición en relación a Dios primariamente, y de una manera
secundaria en relación al prójimo. A menos que empezamos en este punto, nunca
percibiremos la totalidad de nuestra natural depravación.
La depravación del hombre es total al menos en cuatro sentidos:
A. Nuestra rebelión contra Dios es total.
Separados de la Gracia de Dios no hay deleite en su santidad, y no hay una alegre sumisión
a la soberana autoridad de Dios.
Es claro que el hombre totalmente depravado pudiera ser muy religioso y filántropo. Él
puede orar, dar limosna y ayunar, como Jesús enseñó (Mateo 6:1-18). Pero toda su religión
es rebelión contra los mandamientos de su Creador si no proviene de un corazón como el de
niño, confiado en la libre Gracia de Dios. La religión es una de las principales formas que
el hombre usa para ocultar su indisposición de abandonar su auto dependencia y depositar
todas sus esperanzas en la inmerecida misericordia de Dios (Lc. 18:9-14; Col. 2:20-23).
La totalidad de nuestra depravación puede ser considerada en Rom. 3:9-10,18: “Ya hemos
acusado a Judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como esta escrito: No hay justo
ni aun uno; no hay quien busque a Dios...no hay temor de Dios delante de sus ojos”.
Es un mito pensar que el hombre en su estado natural busque a Dios de una manera
genuina. El hombre busca a Dios. Pero el hombre no busca a Dios por lo que Él es. Él
busca a Dios en un aprieto como uno que puede preservarlo de la muerte o como un medio
para incrementar su placer carnal. Separado de la conversión, nadie viene a la luz de Dios.
Algunos vienen a la luz. Pero escuchemos lo que Juan 3:20-21 dice acerca de ellos:
“Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras
no sean reprendidas. Más el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto
que sus obras son hechas en Dios”.
Sí, existen aquellos que vienen a la luz -llamados como aquellos que sus obras son hechas
en Dios. “Hecho por Dios” significa trabajado por Dios. Separado de este trabajo en Gracia
de Dios todos los hombres odian la luz de Dios y no vendrán a Él a menos que su pecado
sea expuesto- Esto es una rebelión total. “No hay quien busque a Dios...No hay temor de
Dios delante de sus ojos”.
B. En su total rebelión todo lo que el hombre hace es pecar.
En Romanos 14:23 Pablo dice: “todo lo que no proviene de fe es pecado”. Por tanto, si todo
hombre esta en una rebelión total, todo lo que el hace es el producto de su rebelión y no
puede honrar a Dios, pero sólo parte de su rebelión pecaminosa. Si un rey enseña a sus
súbditos como luchar bien y esos súbditos se rebelan contra su rey y le resisten, usando
todas las habilidades que el mismo rey les enseño, entonces aun aquellas habilidades se
tornan malas.
Por esta razón, el hombre hace muchas cosas las cuales sólo las puede hacer porque el ha
sido creado a la imagen de Dios, las cuales en el servicio a Dios Él pudiera ser adorado.
Pero en el servicio del hombre rebelde que se auto justifica, estas cosas son pecaminosas.
En Romanos 7:18 Pablo dice:”Y yo se que en mi, esto es, en mi carne, no mora el bien”.
Esta es una confesión radical de la verdad, que en nuestra rebelión nada de lo que pensemos
o sentimos es bueno. Todo es parte de nuestra rebelión. El hecho de que Pablo califica su
depravación con las palabras, “en mi carne”, muestra que el desea afirmar que el bien es
producido por el Espíritu de Dios en el (Rom. 15:18). “Carne” se refiere al hombre en su
estado natural separado del trabajo del Espíritu de Dios. , lo que Pablo esta diciendo en
Romanos 7:18 es que separado del trabajo del Espíritu de Dios, todo lo que pensamos,
sentimos y hacemos no es bueno.
NOTA: Reconocemos que la expresión “el bien” tiene un margen amplio de significados.
Tendremos que usarlo en un sentido restringido para referirnos a muchas acciones de
personas caídas, quienes de hecho no son buenas.
Por ejemplo, tendremos que decir que es bueno que la mayoría de los inconversos no
asesinen y que algunos inconversos realizan actos de benevolencia. Lo que queremos decir
es que cuando llamamos a esos actos “buenos” es que estos más o menos se conforman al
patrón externo de vida que Dios ha ordenado en las Escrituras.
De cualquier manera, esta conformidad externa a la voluntad revelada de Dios no es justicia
en relación a Dios. No es hecha en dependencia de Dios o para su gloria. El no esta
confiado por los recursos, aunque Él se los provee todos. Ni su honor es exaltado, aun
cuando esa es su voluntad en todas las cosas (1 Corintios 10:31). De todas maneras, aun
estas “buenas” acciones son parte de nuestra rebelión y no son “buenas” en el sentido que
realmente cuenta al final –en relación a Dios-.
C. La inhabilidad del hombre para someterse a Dios y hacer el bien es total.
Recogiendo el término “carne” (el hombre separado de la Gracia de Dios), encontramos a
Pablo declarando ser totalmente esclavizado en una rebelión. Romanos 8:7-8 dice: “la
mente puesta en la carne es enemistad contra Dios; no se somete a la ley de Dios, ni
tampoco puede; y aquellos que están en la carne no pueden agradar a Dios”.
“La mente puesta en la carne” es la mente del hombre separada de la morada del Espíritu de
Dios (“no estáis en la carne, estáis en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en
vosotros” Rom. 8:9). Así que el hombre natural tiene una mente programada para no
someterse ni poder someterse a Dios. El hombre no puede reformarse a sí mismo.
Efesios 2:1 dice que los cristianos estábamos todos una vez “muertos en nuestros delitos y
pecados”. El punto de la muerte es que éramos incapaces de la vida de Dios. Nuestros
corazones eran como piedra hacia Dios (Efesios 4:18; Ezequiel 36:26). Nuestros corazones
estaban ciegos y eran incapaces de ver la gloria de Dios en Cristo (2 Corintios 4:4-6).
Éramos totalmente incapaces de reformarnos a nosotros mismos.
D. Nuestra rebelión es totalmente merecedora de castigo eterno.
Efesios 2:3 procede a decir que hemos estado muertos en nuestros delitos y pecados y que
por eso éramos hijos de ira. Esto es, que si estamos bajo la ira de Dios por la corrupción de
nuestros corazones, nos ha hecho buenos por la muerte de Cristo.
La realidad del infierno es la indignación de Dios por nuestra infinita suciedad. Si nuestra
corrupción no mereciese el castigo eterno, Dios fuese injusto tratándonos con un castigo tan
severo como el tormento eterno. Pero las Escrituras enseñan que Dios solamente condena a
los incrédulos al infierno eterno (2 Tes. 1:6-9; Mat. 5:29; 10:28; 13:49; 18:8; 25:46; Apoc.
14:9-11; 20:10). Así que, de esto se entiende que el infierno es una sentencia total de
condenación, para hacer esto debemos entender que somos totalmente culpables y
separados de la Gracia salvadora de Dios.
En resumen, la depravación total significa que nuestra rebelión en contra de Dios es total, y
que cada cosa que hacemos es rebelión por el pecado, y nuestra inhabilidad de someternos a
Dios y de reformarnos a nosotros mismos es total, y que nosotros merecemos el castigo
eterno.
Es duro exagerar sobre la importancia de admitir que nuestra condición futura es mala. Si
pensamos sobre nosotros mismos como si fuésemos buenos sería contrario a Dios, la obra
de la redención pudiera estar entonces defectuosa. Pero debemos humillarnos a nosotros
mismos sobre esta terrible verdad, que es nuestra total depravación, estaríamos en una
posición de ver y apreciar la gloria y las maravillas del trabajo de Dios, la cual discutiremos
en los siguientes 4 puntos.
4. GRACIA IRRESISTIBLE
La doctrina de la Gracia irresistible no significa que toda la influencia del Espíritu Santo no
pueda ser resistida. Significa que el Espíritu Santo puede vencer toda resistencia y hacer su
influencia irresistible.
En Hechos 7:51, Esteban dice a los lideres judíos: “Vosotros, que sois duros de cerviz e
incircuncisos de corazón y de oídos, resistir siempre al Espíritu Santo; como hicieron
vuestros padres, así también hacéis vosotros”. Por otro lado, Pablo habla de entristecer y
apagar el Espíritu Santo (Ef. 4:30; 1 Tes. 5:19). Dios da muchos ruegos e incitaciones las
cuales son resistidas. De hecho, toda la historia de Israel en el Antiguo Testamento es una
historia prolongada de resistencia, como muestra la parábola de los labradores malvados
(Mateo 21:33-43; Romanos 10:21).
La doctrina de la Gracia irresistible significa que Dios es soberano y puede vencer toda
resistencia cuando el quiere. “Él actúa conforme a su voluntad en el ejercito del cielo y
entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: ¿Que haces?”
(Daniel 4:35). “Nuestro Dios esta en cielos; todo cuanto quiso ha hecho” (Salmos 155:3).
Cuando Dios se propone cumplir su soberano propósito, nadie puede resistirle de una
manera exitosa.
Esto es lo que Pablo enseña en Romanos 9:14-18, lo que provocó a sus oponentes decir:
“¿Por que, pues, todavía reprocha Dios? porque ¿Quien resiste su voluntad?”. A lo que
Pablo responde: “¿Quien eres tu oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el objeto
moldeado al que lo moldea: por que me hiciste así? ¿O no tiene el alfarero derecho sobre el
barro de hacer de la misma masa un vaso para uso honroso y otro para uso deshonroso?”
(Romanos 9:20).
Más específicamente, la Gracia irresistible hace referencia a la obra soberana de Dios de
vencer la rebelión de nuestro corazón y tráenos a la fe en Cristo y así ser salvos. Si nuestra
doctrina de la depravación total es verdadera, no puede haber salvación sin la realidad de la
Gracia irresistible. Si estamos muertos en nuestros delitos y pecados, totalmente incapaces
de someternos a Dios, entonces nunca creeremos en Cristo a menos que Dios pueda vencer
nuestra rebelión.
Alguien podría decir: “Si, el Espíritu Santo debe llevarnos a Dios, pero nosotros podemos
usar nuestra libertad para resistir o aceptar esa obra”. Nuestra respuesta es: Excepto por el
continuo ejercicio de la Gracia salvadora, siempre usaremos nuestra voluntad para resistir a
Dios. Eso es lo que significa ser “incapaz de someterse a Dios”. Si una persona se torna lo
suficientemente humilde para someterse a Dios es porque Dios ha dado a esa persona una
nueva y humilde naturaleza. Si una persona permanece con un corazón duro y orgulloso
ante la voluntad de Dios, es porque esa persona no ha recibido un espíritu de buena
voluntad. Pero para verlo persuasivamente debemos buscar las Escrituras.
En Juan 6:44 Jesús dice: “Nadie puede venir a Mi si no lo trae el Padre que me envió”. Esta
obra es una obra de la Gracia soberana sin la cual nadie puede ser salvo de su rebelión
contra Dios. Otra vez alguien dice: “Él atrae a todas las personas, no sólo a algunos”. Pero
esto simplemente evade la clara implicación del contexto de que esta obra del Padre es la
razón por la cual algunos creen y otros no.
Específicamente Juan 6:64-65 dice, “Pero hay algunos de vosotros que no creéis. Porque
Jesús sabia desde el principio quienes eran los que no creían, y quien era el que le iba a
traicionar. Y decía: por eso os he dicho que nadie puede venir a mi si no se lo ha concedido
el Padre”.
Notemos dos cosas:
Primero: Que el venir a Cristo es llamado un regalo. No es sólo una oportunidad. Venir a
Jesús es “dado” a algunos y a otros no.
Segundo: Que la razón por la que Cristo dice esto, es para explicar por que “hay algunos
que no creen”. Podríamos parafrasear de la siguiente manera: Jesús sabía desde el principio
que Judas no creería en Él a pesar de todas las enseñanzas e invitaciones que recibió. Y
porque Él sabía esto, lo explicó con las siguientes palabras, nadie viene a mí a menos que le
sea dado por el Padre. Judas no fue dado a Jesús. Hubo muchas influencias en su vida para
su bien. Pero el decisivo e irresistible regalo de la Gracia no le fue dado.
2 Timoteo 2:24-25 dice: “Y el siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con
todos, apto para enseñar, sufrido. Corrigiendo tiernamente a los que se oponen, por si acaso
Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad”.
Aquí, como en Juan 6:65, el arrepentimiento es llamado como un regalo de Dios. Notemos
que Pablo no está diciendo que la salvación es meramente un regalo de Dios. Él está
diciendo que aun el prerrequisito para ser salvo lo es también. Cuando una persona escucha
el llamado de arrepentimiento de un predicador puede resistir dicho llamado. Pero si Dios
le da el arrepentimiento la persona no puede resistirse porque el regalo es que su resistencia
ha sido removida. No estar dispuesto a arrepentirse es lo mismo a resistir al Espíritu Santo.
Por esto, si Dios da el arrepentimiento es lo mismo que quitar la resistencia. Esta es la
razón por la cual llamamos a esta obra de Dios “la Gracia irresistible”.
NOTA: Debería ser obvio a partir de esto que la Gracia irresistible no implica que Dios nos
fuerza a creer contra nuestra voluntad. Esto sería una contradicción de términos. Al
contrario, la Gracia irresistible es compatible con la predicación y el testimonio que trata de
persuadir a personas a hacer lo que es razonable y lo que es acorde con sus mejores
intereses.
1 Corintios 1:23-24 dice. “Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de
tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles. Más para los llamados, tanto judíos
como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios”. Notemos dos tipos de llamado
que se implican en este texto.
Primero: La predicación de Pablo va dirigida a todos, tanto judíos como griegos. Este es el
llamado general del Evangelio. Este ofrece salvación a todo aquel que cree en el Cristo
crucificado. Pero este es llamado necedad por aquellos que no tienen un oído receptivo al
mismo.
Segundo: Pablo hace referencia a otro tipo de llamado. Él dice que entre aquellos que oyen
hay algunos que son “Llamados” en una manera que se refieren a la cruz como locura pero
como sabiduría y poder de Dios. ¿Cuál otro puede ser este llamado si no el irresistible
llamado de Dios de las tinieblas a su luz admirable? Si todos los que son “llamados” en este
sentido consideran la cruz como el poder de Dios, entonces algo en el llamado debe afectar
la fe. Esta es la Gracia irresistible.
Hay otra explicación en 2 Corintios 4.4-6: “En los cuales el dios de este mundo ha cegado
el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del Evangelio de la
gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos,
sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por amor de Jesús. Pues
Dios, que dijo que de las tinieblas resplandecerá la luz, es el que ha resplandecido en
nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Cristo”.
Desde que el hombre es cegado a la gloria de Cristo, se necesita un milagro para que este
pueda ver y creer. Pablo compara este milagro con el primer día de la creación cuando Dios
dijo: “Sea la luz”. Es en un sentido una nueva creación, o un nuevo nacimiento. A esto es
que se refiere el llamado eficaz en
1 Corintios 1:24.
Aquellos que son llamados tienen su ojos abiertos por el soberano poder Creador de Dios,
por lo que ellos ya no ven la cruz de Cristo como locura, sino como poder y sabiduría de
Dios. El llamado efectivo es el milagro de tener nuestra ceguera removida. Esta es la Gracia
irresistible.
Otro ejemplo de esto se encuentra en Hechos 16:14, donde Lidia está escuchando la
predicación de Pablo. Lucas dice: “El Señor abrió su corazón para que recibiera lo que
Pablo decía…” A menos que Dios abra nuestros corazones, no recibiremos el mensaje del
Evangelio. A este corazón abierto es a lo que nos referimos cuando hablamos de la Gracia
irresistible.
Otra manera de describir esta obra es el “Nuevo Nacimiento” o ser nacido de nuevo.
Creemos que el nuevo nacimiento es una creación milagrosa de Dios que permite a una
persona muerta recibir a Cristo y ser salva. No creemos que la fe precede o causa el nuevo
nacimiento. La fe es la evidencia de que Dios nos ha hecho nacer de nuevo. “Todo aquel
que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios” (1 Juan 5:1).
Cuando Juan dice que Dios da el derecho de ser llamado hijo de Dios a aquellos que
reciben a Cristo (Juan 1:12), continua diciendo que esos que reciben a Cristo “no nacieron
de sangre ni de carne ni de voluntad de varón, sino de Dios”. En otras palabras, Es
necesario recibir a Cristo para ser hecho un hijo de Dios, pero el nacimiento que trae a uno
dentro de la familia de Dios no es posible por la voluntad de varón.
El hombre está muerto es delitos y pecados. Él no puede hacerse nacer de nuevo, o crear
nueva vida en el mismo. Él debe nacer de Dios. Entonces, con la nueva naturaleza de Dios,
inmediatamente recibe a Cristo. Los dos hechos (regeneración y fe) están tan estrechamente
conectados que en la experiencia no podemos distinguirlos. Dios engendra en nosotros una
nueva vida y la primera sombra de vida en el nuevo nacimiento es la fe. Este nuevo
nacimiento es el efecto de la Gracia irresistible, porque es un acto de soberana creación
–“No por voluntad de hombre sino de Dios”--.
5. EXPIACIÓN LIMITADA
La expiación es el trabajo de Dios en Cristo en la cruz, por medio del cual cancela la deuda
de nuestros pecados, apaciguó su santa ira contra nosotros, y ganando para nosotros todos
los beneficios de la salvación. La muerte de Cristo fue necesaria porque Dios no hubiese
mostrado una justa recompensa para su gloria si hubiese barrido nuestros pecados debajo de
la alfombra sin castigo alguno.
Romanos 3:25-26 dice que Dios “puso a Cristo como propiciación por nuestros pecados por
su sangre...con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea el justo,
y El justifica al que es de la fe de Jesús”.
En otras palabras, la muerte de Cristo era necesaria para vindicar la justicia de Dios en
justificar al impío por medio de la fe. Sería injusto perdonar pecadores aunque su pecado
sea insignificante, cuando de hecho el pecado es un insulto infinito contra la valiosa gloria
de Dios. Por lo tanto Jesús lleva en sus hombros la maldición, la cual merecíamos por
nuestro pecado, de esta manera podemos ser justificados y la justicia de Dios ser vindicada.
El termino “expiación limitada” señala la pregunta, “¿Por quien murió Cristo?” Detrás de la
pregunta sobre la extensión de la expiación dirige a otra pregunta igualmente importante
acerca de la naturaleza de la expiación. ¿Qué fue lo que Cristo logro en la cruz por aquellos
que murió?
Si dices que Jesús murió por todos los seres humanos en la misma manera, entonces debes
definir la naturaleza de la expiación de una manera muy diferente a si creyeras que sólo
murió por aquellos que creen. En el primer caso, crees que la muerte de Cristo en realidad
no salva a nadie; simplemente hace posible la salvación. En este caso la muerte de Cristo
no quita la ira de Dios de ninguna persona, sino que creo un lugar donde las personas
pueden ir y encontrar misericordia –si ellos pudieran realizar su propio nuevo nacimiento y
traerse ellos mismos a la fe sin la irresistible Gracia de Dios.
Si Cristo murió por todos los hombres en la misma manera, entonces no compró Gracia
regeneradora para aquellos que son salvos. Ellos deberían regenerarse ellos mismos y
traerse ellos mismos a la fe. Entonces y sólo entonces ellos se convierten en participantes
de los beneficios de la cruz.
En otras palabras, si crees que Cristo murió por todos los hombres en la misma manera,
entonces los beneficios de la cruz no pueden incluir la misericordia por la que somos
traídos a la fe, porque entonces todos los hombres serían traídos a la fe, pero ellos no lo
están. Pero si la misericordia por la cual somos traídos a la fe (Gracia irresistible) no es
parte de lo que Cristo compró en la cruz, entonces somos dejados para salvarnos a nosotros
mismos desde la esclavitud del pecado, de la dureza de nuestro corazón, de la ceguera de
nuestra corrupción y de la ira de Dios.
Por lo tanto se hace evidente que no es el calvinismo quien limita la expiación. Es el
Arminianismo, porque niega que la expiación de Cristo logre lo que desesperadamente
necesitamos –Llamado, salvación desde la condición de muerte y dureza de corazón y
ceguera bajo la ira de Dios. El arminiano limita el valor natural y la efectividad de la
expiación de tal manera que dice que es lograda aun por aquellos que mueren en
incredulidad y son condenados. En la manera que se dice que Cristo murió por todos los
hombres, el arminiano limita la expiación a una simple oportunidad no muy poderosa para
que los hombres se salven a ellos mismos de su terrible situación de depravación.
En la otra mano nosotros no limitamos el poder y la efectividad de la expiación.
Simplemente decimos que en la cruz Dios tenía en mente la redención de sus hijos.
Afirmamos que cuando Cristo murió por estos, Cristo no sólo creó la oportunidad para
salvarse a ellos mismos, sino que en realidad compró a favor de ellos todo lo necesario para
que fuesen salvos, incluyendo la Gracia regeneradora y el don de la fe.
No negamos que todos los hombres son beneficiados en algún sentido de la cruz. 1 Timoteo
4:10 dice que Cristo es el “Salvador de todos los hombres, especialmente de aquellos que
creen”. Lo que negamos es que todos los hombres son proyectados como los beneficiarios
de la muerte de Cristo en la misma manera. Toda la misericordia de Dios hacia los
inconversos –del sol naciente (Mateo 5:45) de la predicación del Evangelio en todo el
mundo (Juan 3:16)- es hecho posible por la cruz.
Esta es la implicación de Romanos 3:25 donde la cruz es presentada como la base de la
justicia de Dios en pasar por alto los pecados. Cada respiro que un inconverso tiene es un
acto de la misericordia de Dios reteniendo el juicio (Romanos 2:4). Cada momento que el
Evangelio es predicado a los inconversos Dios les está mostrando su misericordia dándole
esta oportunidad para salvación.
¿De dónde fluye esta misericordia para con el pecador? ¿Cómo es Dios justo y retiene el
juicio de pecadores que merecen ser inmediatamente lanzados al infierno? La respuesta es
que la muerte de Cristo muestra de una manera clara el justo aborrecimiento de Dios al
pecado y que tiene la libertad de tratar el mundo con misericordia sin comprometer su
justicia.
Pero Él es especialmente el Salvador de aquellos que creen. Él no murió por todos los
hombres en el mismo sentido. La intención de la muerte de Cristo por los hijos de Dios es
que la misma compró algo más que el sol saliente y la oportunidad de ser salvos. La muerte
de Cristo realmente salva de todo mal a aquellos por quienes “especialmente” Cristo murió.
Hay muchos pasajes que dicen que la muerte de Cristo fue designada para la salvación del
pueblo de Dios, no por cada individuo. Por ejemplo:
Juan 10:15. “y pongo mi vida por las ovejas.”. Las ovejas de Cristo son aquellos que son
dados por el Padre al Hijo. “Ustedes no oyen mi voz porque no son de mis ovejas”.
Notemos: Ser una oveja te permite ser un creyente, no viceversa. Por esto las ovejas por las
que Cristo murió son las elegidas por el Padre para ser dadas al Hijo.
En Juan 17:6,9, 19 Jesús ora: “He manifestado tu Nombre a los hombres que del mundo me
diste; tuyos eran, y me los diste... Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los
que me diste; porque tuyos son... Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también
ellos sean santificados en la verdad.” La santificación en vista aquí es la muerte de Cristo la
cual Él estaba a punto de sufrir. Su muerte y su intercesión son únicamente por sus
discípulos, no por el mundo en general.
Juan 11:51-52: “(Caifas) como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús
había de morir por la nación, y no solamente por aquella nación, más también para que
juntase en uno los hijos de Dios que estaban dispersos”.Hay hijos de Dios dispersos por
todo el mundo. Estos son las ovejas. Estos son los que el Padre entregó al Hijo. Jesús murió
para juntar estas personas en un sólo pueblo. El punto es igual a Juan 10:15-16, “Como el
Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi alma por las ovejas; También tengo
otras ovejas que no son de este corral, aquellas también me conviene traer, y oirán mi voz;
y se hará un corral, y habrá un pastor”. Cristo murió por sus ovejas, esto es, por los hijos de
Dios.
Apocalipsis 5:9: “Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste
muerto, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y
nación”. En armonía con Juan 10:16 Juan no esta diciendo que la muerte de Cristo rescató a
todos los hombres pero que rescató a hombres de todas las tribus del mundo.
Esta es la manera en que entendemos textos tales como 1 Juan 2:2, el cual dice: “Y él es la
propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los
del mundo entero”. Esto no significa que Cristo murió con la intención de aplacar la ira de
Dios por cada persona en el mundo, sino que “las ovejas”, “los hijos de Dios” están
dispersos por todo el mundo, “por toda lengua y tribu y nación” son incluidos en la
propiciación de Cristo. De hecho el paralelo gramatical entre Juan 11:51-52 y 1 Juan 2:2 es
tan cercano que es difícil escapar de la convicción de que el mismo asunto es tratado por
Juan en ambos versículos.
Juan 11:51-52, “profetizó que Jesús había de morir por la nación, y no solamente por
aquella nación, más también para que juntase en uno los hijos de Dios que estaban
dispersos”.
1 Juan 2:2, “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros,
sino también por los del mundo entero”.
“El mundo entero” se refiere a los hijos de Dios dispersos por todo el mundo.
Si “El mundo entero” se refiere a cada individuo del mundo, nos vemos forzados a decir
que Juan estaria enseñando que todas las personas serían salvas, cosa que él no cree
(Apocalipsis 14:9-11). La razón por la que nos veríamos forzados a decir esto es que el
término propiciación se refiere a una real remoción de la ira de Dios del pecador. Cuando la
ira de Dios contra un pecador es propiciada, la misma es removida de ese pecador. Y el
resultado es que todo el poder de Dios ahora fluye en el servicio de su misericordia,
resultando en que nada puede detenerlo de salvar a ese pecador.
El pecado propiciado no puede ser castigado. De otro modo la propiciación perdería su
significado. Por esta razón si Cristo es la propiciación por todos los pecados de cada
individuo del mundo, ellos no pueden ser castigados, y deben ser salvos. Pero Juan no cree
en tal universalismo (Juan 5:29). Por esto es improbable que 1 Juan 2:2 enseñe que Jesús es
la propiciación por toda persona en el mundo.
Marcos 10:45, en armonía con Apocalipsis 5:9, no dice que Jesús vino a rescatar a todos los
hombres. El verso dice: “Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y dar su vida en rescate por muchos”.
De manera similar en Mateo 26:28 Jesús dice: “Esta es mi sangre del nuevo pacto, que por
muchos es derramada para remisión de pecados”.
Hebreos 9:28: “así también el Cristo habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados
de muchos; aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los
que ansiosamente lo esperan”. (Ver también 13:20; Isaías 53:11-12).
Uno de los pasajes más claros en relación a la muerte de Cristo es efesios 5:25-27. Aquí
Pablo no sólo dice que el beneficiario intencional de la muerte de Cristo es la iglesia, sino
que también que el efecto intencional de la muerte de Cristo es la santificación y
glorificación de la iglesia. Esta es la verdad que queremos preservar, que la cruz no tenía
intención de dar a todos los hombres la oportunidad de salvarse a sí mismos, sino que su
intención era en realidad salvar a la iglesia.
Pablo dice: “Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla
limpiándola en el lavamiento del agua por la palabra, para presentársela gloriosa para sí
mismo”.
De manera similar, en Tito 2:14 Pablo describe el propósito de la muerte de Cristo de la
siguiente manera: “Que se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y
limpiar para sí un pueblo propio, seguidor de buenas obras”. Si Pablo fuese un arminiano
¿no hubiese dicho: “Él se dio a Sí mismo para redimir a todos los hombres de la iniquidad y
purificar a todos los hombres para Él”? Pero Pablo dice que el diseño de la expiación es
para purificar para Cristo un pueblo separado del mundo. Esto es lo que precisamente Juan
dice en Juan 10:15; 11:51 y Apocalipsis 5:9.
Uno de los textos más cruciales en este aspecto es Romanos 8:32. Se trata de una de las
más preciosas promesas para el pueblo de Dios en la Biblia. Pablo dice, “Quien no
escatimo ni a su propio Hijo por todos nosotros, ¿como no nos dará juntamente con Él
todas las cosas?”.
El asunto crucial a notar aquí es como Pablo sustenta la seguridad de nuestra herencia en la
muerte de Cristo. Él dice: “Seguramente que Dios te dará en Cristo todas las cosas porque
Él no escatimo a su Hijo, sino que lo entregó por ti”. ¿En qué se convierte este precioso
argumento si Cristo es dado por aquellos que de hecho no reciben todas las cosas, sino sólo
la condenación? El argumento se desvanecería.
Si Dios dio a su Hijo por los inconversos que al final son condenados, entonces el no puede
decir que la dadiva del Hijo garantiza “todas las cosas” para aquellos por los cuales Él
murió. ¡Pero esto es lo que el dice! Si Dios dio a su Hijo por ti, entonces Él seguramente te
dará todas las cosas. La estructura del pensamiento de Pablo aquí es destruida al introducir
la idea de que Cristo murió por cada persona del mundo en la misma manera.
Podemos concluir esta sección con el siguiente resumen. ¿Cual de las siguientes
declaraciones es verdadera?
1. Cristo murió por algunos pecados de todos los hombres.
2. Cristo murió por todos los pecados de algunos hombres.
3. Cristo murió por todos los pecados de todos los hombres.
Nadie asegura que la primera declaración es verdad, pues todo estaría perdido porque
habría pecados por los que Cristo no murió. La única manera de ser salvo del pecado es que
Cristo lo cubra con su sangre.
El tercer argumento es el que los arminianos defienden. Cristo murió por todos los pecados
de todos los hombres. Pero entonces, ¿Por qué no todos son salvos? Ellos responden que no
todos creen. Pero ¿no es este incrédulo uno de los cuales por los que Cristo murió? Si ellos
dicen que sí, entonces ¿Por qué no es cubierto por la sangre de Cristo y todos los
inconversos se salvan? Si ellos dicen que no (que la incredulidad no es un pecado por el
cual Cristo murió) entonces ellos deben decir que un hombre puede ser salvo sin tener
todos los pecados cubiertos por la sangre de Jesús, o ellos deben unirse a nosotros en
afirmar el segundo argumento: Cristo murió por todos los pecados de algunos hombres.
Esto es, que murió por la incredulidad de los elegidos por lo cual el castigo de la ira de Dios
es aplacado a favor de ellos y su Gracia es libre para traerlos de manera irresistible de las
tinieblas a su maravillosa luz.
6. ELECCIÓN INCONDICIONAL
Si todos nosotros somos tan depravados que no podemos ir a Dios sin haber nacido de
nuevo por la irresistible Gracia de Dios, y si esta Gracia en particular es comprada por
Cristo en la cruz, entonces es claro que la salvación de alguno de nosotros descansa en la
elección de Dios.
Cuando hablamos de la elección nos referimos a la elección para salvación de parte de
Dios. Esta elección es incondicional porque no hay condición de que el hombre conozca a
Dios antes de que Dios lo escoja para salvación. El hombre está muerto en delitos y
pecados. Entonces no hay condición de conocer a Dios antes de que Dios lo escoja para
salvarlo de la muerte.
o estamos diciendo que la salvación final es incondicional. No lo es. Debemos
experimentar la condición de la fe en Cristo para heredar vida eterna. Pero la fe no es una
condición para la elección. Es justamente lo contrario. La elección es la condición para la
fe. Esto es así porque Dios nos escoge desde antes de la fundación del mundo para comprar
nuestra redención en la cruz y revivirnos con la Gracia irresistible y traernos a la fe.
Hechos 13:48 nos dice como los gentiles respondieron a la predicación del Evangelio en
Antioquia de Pisidia: “Y cuando los gentiles escucharon esto, se regocijaron y glorificaron
la palabra de Dios; y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna”. Notemos,
no dice que todos cuantos creyeron fueron ordenados para vida eterna. La elección eterna
de Dios es la razón de que algunos creyeran mientras otros no.
De manera similar Jesús dice a los Judíos en Juan 10:26, “Vosotros no creéis porque no
sois de mis ovejas”. Él no dice: “Vosotros no sois mis ovejas porque no creéis”. Ser una
oveja es algo que Dios decide por nosotros antes de que pudiéramos creer. Es la base y la
capacitación de nuestro creer. Creemos porque somos las ovejas escogidas de Dios, no
viceversa (Juan 8:47; 18:37).
En Romanos 9 Pablo resalta la elección incondicional. Por ejemplo, en los versos 11-12 el
describe el principio que Dios uso para la elección de Jacob y Esaú: “pues no habían aun
nacido, ni habían hecho aun ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la
elección permaneciese, no por las obras sino conforme por el que llama, se le dijo: El
mayor servirá al menor”. La elección de Dios es preservada de manera incondicional
porque es traspasada antes de nacer o hacer algo bueno o malo.
Nota: Algunos intérpretes dicen que Romanos 9 no tiene nada que ver con la elección de
individuos para su destino eterno. Ellos dicen que el capitulo sólo se relaciona con los roles
históricos que están en juego entre los pueblos descendientes de Jacob y Esaú.
Recomendamos La Justificación de Dios por John Piper, el cual fue escrito para investigar
este asunto. El libro concluye que Romanos 9 no sólo relata los roles históricos de todas
esas personas, sino también de los destinos eternos de individuos, porque, entre otras
razones (justificación, pp. 38-54), los versos 1-5 posan un problema acerca de la perdición
de individuos israelitas y ese problema queda totalmente irresuelto si el capítulo no tiene
nada que decir acerca de individuos.
La incondicionalidad de la elección de Gracia de Dios es resaltada nuevamente en los
versos 15-16: “Tendré misericordia del que Yo tenga misericordia, y me compadeceré del
que Yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios
que tiene misericordia”.
Realmente no entendemos la misericordia si pensamos que podemos iniciarla por nuestra
propia voluntad o esfuerzo. Estaríamos desesperanzadamente perdidos en la oscuridad del
pecado. Si vamos a ser salvos, Dios tendrá que tomar de una manera incondicional tomar la
iniciativa en nuestro corazón e irresistiblemente hacer que nos sometamos a Él de una
manera voluntaria.
Efesios 1:3-6 es otro poderoso fundamento de la incondicionalidad de nuestra elección y
predestinación para la adopción.
“Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesús Cristo, el cual nos bendijo con toda
bendición espiritual en bienes celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la
fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en caridad; el
cual nos señaló desde antes el camino para ser adoptados en hijos por Jesús, el Cristo, en sí
mismo, por el buen querer de su voluntad, para alabanza de la gloria de su Gracia, con la
cual nos hizo aceptos en el Amado”.
Algunos intérpretes argumentan que esta elección desde antes de la fundación del mundo
fue sólo una elección de Cristo, pero no una elección de lo que cada individuo sería en
Cristo. Esto sencillamente equivale a decir que no hay elección incondicional de individuos
para salvación. Cristo es puesto adelante como el escogido de Dios y la salvación de
individuos es dependiente de su propia iniciativa para vencer su depravación y ser unidos a
Cristo por la fe. Dios no los escoge y por lo tanto Dios no puede convertirlos de manera
efectiva. Él sólo puede esperar a ver quien revivirá de la muerte y le escogerá a Él.
Esta interpretación no encaja bien con el verso 11, el cual dice: “Habiendo sido
predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su
voluntad”.
Tampoco el texto literal del verso 4 cuadra con esta interpretación. El significado ordinario
de la palabra “escogió” en el verso 4 es seleccionar o escoger de un grupo (cf. Lc. 6:13;
14:7; Jn. 13:18; 15:16,19). Así que el significado natural del versículo es que Dios escogió
a su pueblo de la humanidad, antes de la fundación del mundo en virtud de su unión con
Cristo su Redentor.
Toda la elección está relacionada con Cristo. No habría elección de pecadores para
salvación si Cristo hubiera sido destinado a morir por sus pecados. Así que en ese sentido
ellos son elegidos en Cristo. Pero son ellos los que son escogidos desde antes de la
fundación del mundo, no sólo Cristo.
Además, el texto del verso 5 sugiere la elección de un pueblo para estar en Cristo, y no sólo
la elección de Cristo. Literalmente el texto dice: “Habiéndonos predestinado para ser
adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo. Somos los predestinados, no Cristo. Él es
quien hace la elección de pecadores posible, y así nuestra elección es “por medio de Él”,
pero aquí no se habla de Dios teniendo una visión sólo de la elección de Cristo.
Quizás el texto más importante de todos en relación a la enseñanza de la elección
incondicional es Romanos 8:28-33.
“Y ya sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, a los que
conforme al Propósito son llamados (a ser santos). Porque a los que antes conoció, también
les señaló desde antes el camino para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que él sea el Primogénito entre muchos hermanos; Y a los que les señaló desde antes
el camino, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que
justificó, a éstos también glorificará. ¿Pues qué diremos a esto? Si Dios es por nosotros,
¿quién será contra nosotros? El que aun a su propio Hijo no escatimó, antes lo entregó por
todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los
escogidos de Dios? Dios es el que los justifica”.
A menudo este texto es usado para argumentar en contra de la elección incondicional
basándose en el verso 29 el cual dice: “A los que antes conoció también los predestino...”
Así que algunos dicen que las personas no son escogidas de manera incondicional. Ellos
son escogidos sobre la base de su fe la cual es producida sin la ayuda de la Gracia
irresistible de Dios y la cual Dios ve de antemano.
Pero eso no cuadra con el contexto. Notemos que Romanos 8:30 dice: “Y a los que
predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que
justificó, a éstos también glorificó”.Enfoca por un momento el hecho de que todo el que
Dios llama también lo justifica.
El llamado del verso 30 no es dado a todas las personas. La razón por la cual sabemos que
no lo es que todos aquellos que son llamados son también justificados –pero no todos los
hombres son justificados. Así que este llamado en el verso 30 no es el llamado general al
arrepentimiento que los predicadores dan o que Dios da a través de la gloria de la
naturaleza. Todos los hombres reciben ese llamado. El llamado del verso 30 es dado sólo a
aquellos que Dios predestina a ser conformados a la imagen de su Hijo (v.29). Y es un
llamado que desemboca en justificación: “a los que llamo, a estos también justificó”.
Pero sabemos que la justificación es por la fe (Rom. 5:1). ¿Cuál es entonces este llamado
que es dado a todos aquellos que son predestinados y que desemboca en la justificación?
Este debe ser el llamado de la Gracia irresistible. Se trata del llamado de 1 Corintios 1:24
discutido en la página 6.
Entre el acto de la predestinación y la justificación está el acto del llamado. Debido a que la
justificación es sólo por la fe, el llamado en vista debe ser el acto de Dios por el cual llama
a la fe a existencia. Y como esta desemboca de manera necesaria en la justificación, debe
ser irresistible. No hay llamado (en ese sentido; no en el sentido de Mateo 22:14) que no
sea justificado. Todos los llamados son justificados. Así que, el llamado del verso 30 es el
trabajo soberano de Dios el cual trae a la persona a la fe por la que es justificado.
Ahora notemos la implicación que este tiene para el significado de “conoció” en el verso
29. Cuando Pablo dice en el verso 29: “A los que antes conoció también los predestinó”, no
puede querer decir (como muchos tratan de hacer que diga) que Dios sabía de antemano
quienes usarían su libre albedrío para venir a la fe, así que los puede predestinar para ser
adoptados porque ellos hicieron esa libre elección por su propia voluntad. Esto no puede
significar semejante cosa porque hemos visto del verso 30 que las personas no vienen a la
fe por su propia voluntad. Ellos son llamados de una manera irresistible.
Dios no prevé la libre decisión de personas que creen porque no existe tal libertad de
decisión. Si alguien viene a la fe en Cristo, es porque son revividos de la muerte (Efesios
2:5) por el poder creativo del Espíritu de Dios. Eso es, son en efecto llamados de las
tinieblas a la luz.
Así que, el previo conocimiento de Romanos 8:29 no es el mero conocimiento de algo que
sucederá en el futuro separado de la predeterminación de Dios. En vez de esto, es el tipo de
conocimiento referido en el Antiguo Testamento como en Génesis 18:19(“Yo he
escogido[literalmente: conocido] a Abraham para que el pueda encargar a sus hijos...que
guarden el camino del Señor”), y Jeremías 1:5(“Antes que te formase en el vientre te
conocí, y antes que nacieses te santifique, te di por profeta a las naciones”) y Amos 3:2(“A
vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra, os castigare por todas
vuestras maldades”).
Como C.E.B. Cranfield dice, el previo conocimiento de Romanos 8:29 es “ese especial
conocimiento tomado de una persona la cual es escogida por la Gracia de Dios”. Tal
conocimiento es virtualmente la misma elección: “A los que antes conoció (i.e. escogió)
también los predestinó para ser conformados a la imagen de su Hijo”.
Por tanto, lo que este magnifico texto (Romanos 8:28-33) enseña es que Dios realmente
realiza la redención de su pueblo desde el inicio hasta el final. Él conoce de antemano, o
sea, escoge personas para Sí desde antes de la fundación del mundo, predestina estas
personas para ser conformadas a la imagen de su Hijo, las llama para Si mismo en fe, las
justifica por medio de la fe, y finalmente las glorifica –y nada puede separarlas del amor de
Dios que es en Cristo Jesús (Rom. 8:39). ¡A Él sea toda la adoración y la gloria! Amen.
7. LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
Continúa lo que se ha dicho anteriormente que el pueblo de Dios perseverará hasta el fin y
no se perderá. Los que son previamente conocidos son predestinados, los predestinados son
llamados, los llamados son justificados, y los justificados son glorificados. Ni uno de este
grupo se pierde. Pertenecer a este grupo es estar eternamente seguro.
Pero queremos significar más que eso con la doctrina de la perseverancia de los santos.
Queremos significar que los santos van y deben perseverar en la obediencia que viene de la
fe. La elección es incondicional, pero la glorificación no lo es. Hay varias advertencias en
las Escrituras de que aquellos que no abrazan pronto a Cristo pueden perderse al final.
Las siguientes siete tesis resumen lo que entendemos sobre esta importante doctrina:
A. Nuestra fe debe perdurar hasta el final si somos de los salvos.
Esto significa que el ministerio de la palabra es el instrumento de Dios para la preservación
de la fe como también para engendrar la fe. No aspiramos fácilmente luego que una persona
ha orado para recibir a Cristo, como si estuviéramos seguros de nuestra perspectiva de que
están ahora más allá del alcance del maligno. Existe una lucha de fe que debe ser peleada.
Debemos permanecer en la fe hasta el final si somos salvos.
1 Corintios 15:1,2 dice: “Además os declaro, hermanos, el Evangelio que os he predicado,
el cual también recibisteis, en el cual también están firmes; por el cual asimismo, si retenéis
la palabra que os he predicado, estáis siendo salvos, si no creísteis en vano”.
Colosenses 1:21-23 dice: “A vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y
enemigos de ánimo en malas obras, ahora empero os ha reconciliado en el cuerpo de su
carne por medio de la muerte, para haceros santos, y sin mancha, e irreprensibles delante de
él; si empero permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del
Evangelio que habéis oído; el cual es predicado a toda criatura que está debajo del cielo; del
cual yo Pablo soy hecho ministro”.
2 Timoteo 2:11-12 dice: “Es palabra fiel: Que si somos muertos con él, también viviremos
con él; si sufrimos, también reinaremos con él; si le negáremos, él también nos negará”.
Marcos 13:13 dice: “Más el que perseverare hasta el fin, ese será salvo”.
Mire también Apocalipsis 2:7,10,11,17,25,26; 3:5,11,12,21.
B. La obediencia que es evidencia de la renovación interna que viene de Dios, es
necesaria para la salvación final.
Esto no quiere decir que Dios demanda perfección. Es claro en Filipenses 3:12-13; 1 Juan
1:8-10 y Mateo 6:12 que el Nuevo Testamento no sostiene la demanda de una estricta
perfección para ser salvos. Pero el Nuevo Testamento sí demanda que debemos ser
moralmente cambiados y caminar en novedad de vida.
Hebreos 12:14: “Seguid la paz con todos; y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”.
Romanos 8:13: “porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu
mortificáis las obras del cuerpo, viviréis”.
Gal. 5:19-21: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación,
inmundicia, disolución, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas;
de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no
heredarán el Reino de Dios”. (Ver también Efesios 5:5; 1 Corintios 6:10)
1 Juan 2:3-6: “Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus
mandamientos. El que dice: Yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es
mentiroso, y no hay verdad en él. Más el que guarda su Palabra, la caridad de Dios está
verdaderamente perfecta en él; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que está en
él, debe andar como él anduvo”. (Ver también 1 Juan 3:4-10, 14; 4:20)
Juan 8:31: “Y decía Jesús a los judíos que le habían creído: Si vosotros permaneciereis en
mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos”. (Ver también Lucas 10:28; Mateo 6:14-
15; 18:35; Génesis 18:19- 22; 16-17; 26:4-5; 2 Timoteo 2:19)
C. Los elegidos de Dios no pueden perderse.
Es por esta razón por la que creemos en la seguridad- llamada, la seguridad eterna de los
elegidos. La implicación es que Dios trabajará para que aquellos que escogió para la eterna
salvación sean capacitados para perseverar en la fe hasta el fin y cumplir, por el poder del
Espíritu Santo, los requerimientos para obediencia.
Romanos 8:28-30, nos dice: “Y ya sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les
ayudan a bien, a los que conforme al Propósito son llamados (a ser santos). Porque a los
que antes conoció, también les señaló desde antes el camino para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el Primogénito entre muchos hermanos;
Y a los que les señaló desde antes el camino, a éstos también llamó; y a los que llamó, a
éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificará”. Lo que es
evidente de este pasaje es que esos que son efectivamente llamados a la esperanza de la
salvación realmente perseveraráan hasta el fin y serán salvos.
Juan 10:26-30: “más vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen; y yo les doy vida eterna y no
perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, mayor
que todos es y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre una cosa
somos”. (Ver también Efesios 1:4-5).
D. Existen caídas en algunos creyentes, pero si esa caída persiste, es muestra de que su
fe no era genuina y ellos no habían nacido de Dios.
1 Juan 2:19: “Ellos salieron de nosotros, más no eran de nosotros, porque si fueran de
nosotros, hubieran sin duda permanecido con nosotros; pero esto es para que se manifestara
que todos no son de nosotros”. De manera semejante se ilustra en la parábola del sembrador
en Lucas 8:9-14 ilustra personas que “oyen el Evangelio, lo reciben con gozo; pero como
no tienen raíces, ellos sólo creen por un tiempo y en el tiempo de la prueba se apartan”.
El hecho de que tal cosa sea posible es precisamente por lo que el ministerio de la palabra
en toda iglesia local debe contener muchas advertencias a los miembros de la iglesia a
perseverar en la fe y no enredarse en esas cosas que pudieran extraviarlos y que podría
resultar en su condenación.
E. Dios nos justifica en el primer y genuino acto de fe salvífica, pero haciendo esto, el
tiene una visión de todos los actos subsecuentes de la fe contenida, como en una
semilla, en ese primer acto.
Lo que estamos tratando de hacer aquí es confesar la enseñanza de Romanos 5.1, por
ejemplo, que enseña que ya somos justificados ante Dios. Dios no espera hasta el final de
nuestras vidas para declararnos justos. De hecho, no seríamos capaces de tener la seguridad
y libertad de vivir las radicales demandas de Cristo a menos que podamos estar seguros que
por nuestra fe ya estamos justificados delante de Dios.
Sin embargo, debemos confesar el hecho de que nuestra salvación final es hecha
contingente a la subsiguiente obediencia que proviene de la fe. La manera como estas dos
verdades se fusionan es que ya somos justificados sobre la base de nuestro primer acto de fe
porque Dios ve en este (así como el puede ver en el árbol de bellota) en embrión de la vida
de fe. Esta es la razón por la que esos que no persisten en la vida de fe con su inevitable
consecuencia simplemente dan testimonio de que su primer acto de fe no fue genuino.
El soporte textual para esto es que Romanos 4:3 cita Génesis 15:6 al hecho donde Abraham
fue justificado por Dios. Esta es una referencia a un hecho de fe muy temprano en la vida
de Abraham. Romanos 4:19-22, de todas maneras, se refiere a una experiencia de Abraham
muchos años después (Cuando tenía 100 años de edad, ver Génesis 21:5,12) y dice que por
la fe de esta experiencia Abraham fue reconocido como justo. En otras palabras, parece ser
que la fe que justificó a Abraham no fue su primer acto de fe únicamente, sino la fe que
provocó los actos de obediencia más tarde en su vida. (El mismo hecho puede verse en
Santiago 2:21-24 en su referencia al acto tardío en la vida de Abraham, llamado, el
ofrecimiento de su hijo, Isaac, en Génesis 22). La manera de como tejer estas hebras de la
verdad bíblica es declarando que somos internamente justificados sobre la base de nuestro
primer acto de fe, pero no sin referencia a todos los subsecuentes actos de fe que dan a luz
la obediencia que Dios demanda.
F. Dios obra para causar la perseverancia de sus elegidos.
No somos dejados por nosotros mismos y nuestra seguridad está bien enraizada en el amor
soberano de Dios que produce eso para lo cual nos ha llamado a hacer. 1 Pedro 1:5 nos
dice: “para vosotros que sois guardados en la virtud de Dios por fe, para alcanzar la salud
que está aparejada para ser manifestada en el postrer tiempo”. Judas 24,25 agrega: “A
aquel, pues, que es poderoso para guardaros sin pecado, y presentaros delante de su gloria
irreprensibles, con grande alegría, al Dios único sabio, nuestro Salvador, sea gloria y
magnificencia, imperio y potencia, ahora y en todos los siglos. Amén”.
1 Tesalonicenses 5:23-24 dice: “Y el Dios de paz os santifique completamente; para que
vuestro espíritu, alma y cuerpo sea guardado entero sin reprensión para la venida del Señor
nuestro, Jesús, el Cristo. Fiel es el que os ha llamado; el cual también lo hará”.
Filipenses 1:6: “Confiando de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la
perfeccionará hasta el día de Jesús el Cristo”.
1 Corintios 1:8-9: “el cual también os confirmará que permanezcáis sin pecado hasta el fin,
hasta en el día de nuestro Señor Jesús, el Cristo. Fiel es Dios, por el cual sois llamados a la
confraternidad de su Hijo, Jesús, el Cristo, Señor nuestro”.
G. Por lo tanto debemos ser entusiastas en hacer nuestro llamado y elección segura.
2 Pedro 1:10: “Por lo cual, hermanos, procurad tanto más de hacer firme vuestra vocación y
elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás”.
8. TESTIMONIOS CONCLUYENTES
Es posible creer todas estas cosas en tu mente e ir al infierno. Cuan engañosos e hipócritas
somos por naturaleza! Por lo tanto nuestro interés en escribir todas estas cosas no es
meramente convencer la mente sino también ganar el corazón.
Queremos para otros la dulce experiencia de reposar en el confort masivo de estas
verdades. Queremos que otros puedan sentir el tremendo incentivo para la justicia y para
las misiones que fluyen de estas verdades. Queremos para otros la experiencia de conocer y
confiar en la Gracia soberana de Dios de tal manera que a Él y sólo a Él sea la gloria.
Para este fin hemos recogido aquí algunos testimonios de lo que estas verdades han
significado para algunos grandes cristianos del pasado. Para aquellos que las han conocido
verdaderamente, ellas nunca han sido meras especulaciones para la cabeza, sino siempre
han sido poder para el corazón y la vida.
Agustin
Agustín fue convertido de una manera resonante por la Gracia irresistible de Dios después
de dejar una vida inmoral. Él escribió en sus confesiones(X, 40):
“No tengo ninguna esperanza fuera de Tu gran misericordia. Da tu mandato y manda lo que
es tu voluntad. Tú impones en nosotros continencia...verdaderamente por continencia
somos unidos y traídos de vuelta a esa unidad de la que fuimos dispersados hacia una
pluralidad. Te ama poco aquel que ama cualquier otra cosa junto a Ti, la cual no ama para
ti. ¡Oh amor siempre ardiente y nunca se apaga! ¡Oh caridad, Dios mío, enciende en mí! Tú
mandas continencia. Concede lo que mandas y manda tu voluntad.”
Estas son las palabras de un hombre que amaba la verdad de la Gracia irresistible, porque el
sabe que el es totalmente incompleto sin ella. Pero también en sus cartas doctrinales el
dirige esta amada verdad a casa (Epístola ccxvii, Para Vitalis):
“Como prefiero pensar en tu caso, si estas de acuerdo con nosotros en suponer que estamos
haciendo nuestro deber en oración a Dios, como es nuestra costumbre, por aquellos que
rehúsan creer, que sean capacitados para creer y aquellos que resistan o se opongan a su ley
y doctrina, que lo crean y lo sigan. Si estas de acuerdo con nosotros en pensar que hacemos
nuestro deber en agradecer a Dios, como acostumbramos, por aquellas personas cuando han
sido convertidos...entonces estas dispuesto a admitir que la voluntad de Dios es
previamente movida por la Gracia de Dios, y que es Dios quien hace que deseen el bien que
rechazaban; que es a Dios a quien pedimos que lo haga, y sabemos que es justo darle
gracias por tal hecho...”
Para Agustín la verdad de la Gracia irresistible era el fundamento de sus oraciones por la
conversión de los perdidos y de su gratitud para con Dios cuando ellos se convertían.
Jonathan Edwards
Jonathan Edwards, el gran predicador Ingles y teólogo del siglo XVIII, tuvo un amor igual
de profundo por estas verdades. Él escribió cuando tenía 26 años de edad, el día en que se
enamoró de la soberanía de Dios:
“Se ha producido una maravillosa alteración en mi mente respecto a la doctrina de la
soberanía de Dios desde aquel día hasta hoy; de manera que casi nunca he encontrado algo
que me plantee alguna objeción contra ella en el sentido más absoluto...Desde entonces, no
sólo he estado convencido, sino que mi convicción ha sido maravillosa. Esta doctrina me ha
resultado a menudo sumamente agradable, brillante y dulce. La soberanía absoluta es algo
que me encanta atribuir a Dios...La soberanía de Dios me ha parecido, una grandiosa parte
de su gloria. Ha sido siempre mi deleite acercarme a Dios, y más aun adorarle como al Dios
soberano” (Narrativa personal).
George Whitefield
Edwards lloró abiertamente cuando George Whitefield predicó en su iglesia, debido a lo
tanto que amó el mensaje que predicó. Whitefield fue un gran evangelista en el siglo XVIII.
Él dijo: “Yo abrazo el sistema calvinista, no por Calvino, sino porque Cristo Jesús me lo ha
enseñado”(Arnold Dalimore, GEORGE WHITEFIELD 1,p. 406).
Él imploró a John Wesley no oponerse a las doctrinas del calvinismo:
“No puedo soportar los pensamientos de oponerme a ti: pero como puedo evadirlos, si te
ocupas (como tu hermano Charles una vez dijo) de echar a Juan Calvino fuera de Bristol.
¡Ay! Nunca he leído algo que Calvino haya escrito; mis doctrinas las tengo de Cristo y sus
apóstoles; Fui enseñado por ellos de Dios.” (Dalimore, p. 574)
Fueron estas doctrinas que le llenaron con un santo celo por el evangelismo:
“Las doctrinas de la elección, y la gratuita justificación en Cristo Jesús están diariamente
más y más presionando mi corazón. Ellas llenan mi alma con un santo fuego y me
proporcionan gran confianza en Dios mi Salvador.
Espero que podamos atrapar fuego uno del otro, y que haya una santa emulación entre
nosotros, quienes deben más degradar al hombre y exaltar al Señor Jesús. Nada más que las
doctrinas de la reforma pueden hacer esto. Todas las demás dejan el libre albedrío en el
hombre y lo hacen, en parte al menos, un Salvador de sí mismo. Mi alma, no se acerca a
esos que enseñan esas cosas...Yo se que Cristo es todo en todo. El hombre es nada: tiene un
libre albedrío para ir al infierno, pero no para ir al cielo, hasta que Dios trabaje en él para
ejercer su buena voluntad.
Oh, la excelencia de la doctrina de la elección y la de la preservación final de los santos!
Estoy persuadido, hasta que el hombre venga a creer y sentir estas importantes verdades, no
saldrá de sí mismo, pero cuando este convencido de esto y asegure su aplicación en su
corazón, entonces caminará por fe efectivamente!” (Dalimore, p. 407)
George Mueller
George Muller es famoso por los orfanatos que fundóo y por la asombrosa fe que tenía para
pedir por la provisión de Dios. No muchos conocen la teología que soportaba a ese gran
ministro. A mediado de los 20 (1829) tuvo una experiencia la cual registró más adelante de
la manera siguiente:
“Antes de este período (cuando vine a adoptar la Biblia como mi única regla de juicio)
estuve muy opuesto a las doctrinas de la elección, redención particular (expiación limitada),
y la final perseverancia por Gracia. Pero ahora fui traído a examinar esas preciosas
verdades por la palabra de Dios. Siendo hecho para no querer la gloria para mi mismo en la
conversión de pecadores, sino considerándome meramente como un instrumento; y siendo
hecho para querer recibir lo que las Escrituras decían, fui a la palabra, leyendo el Nuevo
testamento desde el principio, con una referencia particular para estas verdades.
Para mi sorpresa encontré pasajes que hablan directamente sobre la elección y la Gracia
perseverante, fueron como 4 veces tantos como esos que hablan aparentemente contra esas
verdades; y aun esos pocos, poco después, cuando los examinéy los entendí, sirvieron para
confirmarme en dichas doctrinas.
Debido al efecto de mi creencia en estas doctrinas, me siento forzado a declarar para la
gloria de Dios, que aunque soy excesivamente débil, y no he muerto a los deseos de la
carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, como pudiera, y como debería ser,
todavía, por la Gracia de Dios, he caminado más cerca con Él desde ese periodo. Mi vida
no ha sido tan variable, y puedo decir que he vivido mucho más para Dios que antes”
(Autobiografía, pp. 33-34).
Charles Spurgeon
Charles Spurgeon era contemporáneo de George Muller. Era el pastor del Tabernáculo
Metropolitano en Londres por 30 años, el pastor más famoso de su época –y un Bautista en
la misma. Su predicación era poderosa ganando almas para Cristo. Pero ¿Cual fue su
Evangelio que mantuvo a cientos hechizados semana tras semana y atrajo a tantos al
Salvador?
“Tengo mi propia opinión y es que no existe tal cosa como predicar a Cristo y a este
crucificado, a menos que prediquemos lo que en nuestros días llamamos calvinismo. Es un
sobrenombre llamarlo calvinismo; calvinismo es el Evangelio, y nada menos. No creo que
podamos predicar el Evangelio... a menos que prediquemos la soberanía de Dios en su
dispensación de Gracia; ni a menos exaltemos la elección incondicional, eterna, inmutable,
el amor victorioso de Jehová; tampoco creo que podamos predicar el Evangelio a menos
que lo basemos en la especial y particular redención del pueblo escogido en los que Cristo
obro sobre la cruz; tampoco puedo comprender un Evangelio que deja caer a los santos
luego de estos ser llamados” (Autobiografía 1, p.168).
Él no siempre creyó estas cosas. Spurgeon relata su descubrimiento de estas verdades a la
edad de 16 años:
“Nacido, como todos nosotros somos por naturaleza, un Arminiano, aun creía las cosas
viejas que había escuchado continuamente del pulpito, y no veía la Gracia de Dios. Cuando
venía a Cristo, creía que lo hacia por mí mismo, y aunque buscaba al Señor sinceramente.
No tenía ni idea de que el Señor me buscaba...puedo recordar el día y la hora cuando por
primera vez recibí estas verdades en mi alma – cuando estaban, como John Bunyan dice,
ardiendo en mi alma como un hierro caliente...
Una noche, cuando estaba sentado en la casa de Dios, no estaba pensando mucho en el
sermón del predicador, por lo que no lo creí. El pensamiento me golpeó, “¿Cómo llegaste a
ser cristiano?”. Vi al Señor. “¿Pero cómo viniste a ver al Señor?”. La verdad pasó
rápidamente por mi mente en un momento –No le habría visto a menos que hubiese una
influencia previa en mi mente que me hiciera buscarle. Oré, pensé, pero entonces me
pregunté a mí mismo, ¿cómo vine a orar? Fui inducido a orar por la lectura de las
Escrituras. ¿Cómo vine a leer las Escrituras? Las leí, pero ¿qué me permitió hacerlo?
Entonces, en un momento, vi que Dios era la zapata de todo esto, y el autor de mi fe, y
entonces toda la doctrina de la Gracia me fue clara, y de esa doctrina no he renunciado
hasta este día, y deseo hacer de esto mi constante confesión, “Atribuyo mi cambio
completamente a Dios” (Autobiografía, pp.164-5).
Spurgeon comenzó una universidad para pastores y tuvo como propósito enseñar que la
llave de ser un maestro digno en la iglesia era entender estas doctrinas de la Gracia.
“El Arminianismo es, por lo tanto, culpable de confundir doctrinas y actuar como
obstrucción al entendimiento claro y lúcido de las Escrituras; porque representa
incorrectamente o ignora el propósito eterno de Dios, disloca totalmente el significado del
plan complete de redención. Ciertamente, la confusión es inevitable fuera de la verdad
fundamental [de la elección].
Sin esta doctrina, hay falta de unidad de pensamiento, y en general no tienen idea alguna
sobre un sistema de divinidad. Es casi imposible convertir a un hombre en teólogo a menos
que se empiece con esta [doctrina de la elección]. Si deseas puedes colocar a un joven
creyente en una Universidad por 4 años, pero a menos que le enseñes este plan fundamental
del pacto eterno, experimentará poco progreso, porque sus estudios no concuerdan, no ve
como una verdad encaja con la otra y como todas las verdades deben armonizar juntas…
Tome cualquier condado de Inglaterra y encontrará hombres pobres con picos y palas que
tienen mayor conocimiento sobre divinidad que la mitad de aquellos que salen de nuestras
academias y universidades, sencilla y totalmente porque estos hombres han aprendido en su
juventud un sistema en el cual la elección es céntrica y luego han visto como su propia
experiencia encaja exactamente con este.”
9. UNA APELACIÓN FINAL
Es apropiado concluir este relato sobre nuestra creencia en las doctrinas de la Gracia
apelando a usted, el lector, a recibir al Cristo magnífico, quien es el Autor eterno de estas
doctrinas. Preste atención a la hermosa súplica presentada por J.I. Packer, un gran defensor
de estas verdades:
A la pregunta: ¿qué debo hacer para ser salvo? El Evangelio viejo [Calvinismo] responde:
cree en el Señor Jesucristo. A la próxima pregunta: ¿qué significa creer en el Señor
Jesucristo? su respuesta es: significa verse pecador y ver a Cristo como aquel quien murió
por pecadores; abandonando toda justicia y confianza propia y echándose completamente
sobre Él para recibir perdón y paz; e intercambiar esa enemistad natural y rebelión contra
Dios por un espíritu de sumisión a la voluntad de Cristo por medio de la renovación del
corazón por el Espíritu Santo.
Y a una tercera pregunta: ¿cómo procedo a creer en Cristo y al arrepentimiento si no tengo
la habilidad natural para hacer estas cosas? responde diciendo: mira a Cristo, háblale a
Cristo, clama a Cristo, tal como eres; confiesa tu pecado, tu impenitencia, tu incredulidad, y
échate en Su misericordia; pídele que te de un nuevo corazón obrando en ti verdadero
arrepentimiento y una fe firme; pídele que quite de ti tu corazón incrédulo y escriba Su ley
dentro de ti, para que nunca te apartes de Él. Vuélvete a Él y confía en Él lo mejor que
puedas, y ruega por la Gracia para volverte y confiar más completamente; utiliza los medio
de Gracia con expectación, mirando a Cristo acercarte a ti mientras buscas acercarte a Él;
mira, ora, lee y escucha la Palabra de Dios, adora y ejerce comunión con el pueblo de Dios,
y persevera hasta conocer más allá de cualquier duda que realmente eres un ser cambiado,
un creyente penitente y que el corazón que has deseado se te ha concedido (“Redacción
Introductoria a La Muerte de la Muerte y la Muerte de Cristo de John Owen,” p. 21).
Permite que Charles Spurgeon te dirija en oración:
Les suplico que se unan a mí en oración en este momento. Únanse a mí mientras pongo
palabras en vuestras bocas y las pronuncio en lugar vuestro-“Señor, soy culpable, merezco
tu ira. Señor, no puedo salvarme. Señor, quiero un nuevo corazón y un espíritu recto, pero
¿qué puedo hacer? Señor, no puedo hacer nada, ven y obra en mí el querer y el hacer tu
buena voluntad.
Sólo Tú tienes el poder, lo se, Para salvar a un este infeliz ¿A quién y donde huiré Si no voy
corriendo a Ti?
Pero desde mi alma clamo a tu nombre. Temblando, pero creyendo, me echo
completamente sobre ti, oh Señor. Confío en la sangre y justicia de tu amado Hijo…Señor,
sálvame ahora, por amor Jesús.” (De Iain Murray, The Forgotten Spurgeon [Edinburgh:
Banner of Truth Trust, 1973], pp. 101f.)
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