You are on page 1of 80

José María Recondo 1

JOSÉ MARÍA RECONDO

El camino de la oración
en René Voillaume

Fundación GRATIS DATE. Pamplona, 2002


2 El camino de la oración, en René Voillaume

José María Recondo


Nacido en Buenos Aires (1956), ordenado presbítero en 1979, está incardinado en la dió-
cesis de Morón. Desde 1982 es formador en el Seminario diocesano, y rector del mismo
desde 1989. Es presidente de la Organización de Seminarios de la Argentina.
Obtuvo la licenciatura en teología por la Pontificia Universidad Católica Argentina (1983),
y el doctorado en Burgos, España, en la Facultad de Teología (1989), con la tesis La oración
en René Voillaume: La vida contemplativa de las Fraternidades y la dimensión
contemplativa de la vida cristiana. Es autor de diversas publicaciones.
José María Recondo 3

en tanto se iba desarrollando. El influjo y


la gravitación de su enseñanza se ven re-
flejados por la traducción de sus obras a
diecinueve lenguas, así como por el hecho
de que tantos «hombres y mujeres de los
más diversos estados y condiciones» en-
contraran «en este mensaje la respuesta a
sus más profundas inquietudes» (C. CAS-
Introducción TRO CUBELLS, Prólogo a la edición españo-
la de L/I, XIX-XX). Pues han sido muchos,
como atestigua J. Gomis, los que al leer lo
escrito por Voillaume, «han visto concre-
La relevancia de un espiritual se pone tar muchas cosas que intuían confusamen-
de manifiesto por la contribución realiza- te» (Vida y corrientes en la espirituali-
da, con su testimonio y su enseñanza, a la dad contemporánea, en Historia de la es-
vida espiritual de los hombres de su tiem- piritualidad, 2, Barcelona 1969, 562).
po y del porvenir. La historia de la Iglesia Al ser la enseñanza del Padre Voillaume
es rica en santos y espirituales que ilumi- reflejo y expresión de una vida contem-
naron la peregrinación de los miembros plativa llevada a cabo en el corazón de las
del Pueblo de Dios no ya desde la pene- masas, muchos laicos, sacerdotes y reli-
tración intelectual del misterio cristiano giosos encontraron en ella un eco adecua-
–lo que es propio de los teólogos–, sino do a sus aspiraciones y posibilidades rea-
por la peculiar experiencia que de él hi- les de oración. Porque
cieron. «en realidad, la contemplación no es algo
Éste es el caso del Padre de Foucauld y dado solamente a cartujos, clarisas, carme-
el de la numerosa familia espiritual por él litas... Ella es con frecuencia el tesoro de per-
inspirada, la cual, según observaba Pablo sonas ocultas en el mundo [...]. La gran nece-
sidad de nuestra época, en lo que a la vida
VI, al estar «particularmente de acuerdo espiritual se refiere, es poner la contempla-
con las necesidades y las aspiraciones del ción en los caminos [...]. Nosotros creemos
mundo de hoy, parece marcar en la histo- que la vocación de estos contemplativos arro-
ria de la Iglesia un acto de la providencia» jados en el mundo y en la miseria del mundo,
(Carta a Mons. Mercier, 1-12-66, «Jesus- que son los Hermanitos de Charles de
Caritas» n.145, 1967,114). La experien- Foucauld, tiene en este aspecto una alta sig-
cia de las Fraternidades de los Hermanitos nificación, y que se pueden esperar de ellos
y Hermanitas de Jesús estuvo, indudable- luces nuevas, en el dominio de la vida espiri-
mente, en la raíz de la vasta irradiación tual...» (J. Y R. M ARI - TAIN , Liturgie et
alcanzada por el mensaje espiritual del contemplation, Brujas 1959, 76-78).
Hno. Carlos de Jesús. Estas consideraciones, que pertenecen
Y será el P. René Voillaume quien, parti- a Jacques y Raïsa Maritain, están referi-
cipando de esa experiencia de modo sin- das a
gular como fundador de los Hermanitos «aquellos que, viviendo la vida del buen
de Jesús, habrá de expresarla y, a la vez, cristiano en el mundo» con todo lo que de
iluminarla, con sus escritos y conferencias, ello se sigue, «están dispuestos a ir más le-
4 El camino de la oración, en René Voillaume

jos, porque su corazón arde por ir más lejos, Pero mayor importancia tuvo aún el he-
y se encuentran impedidos por muchos te- cho de poder encontrarme con él en Pa-
mores y obstáculos más o menos ilusorios» rís, en julio de 1985 –con vistas al trabajo
(Le paysan de la Garonne, París 1966, que pensaba iniciar para el doctorado en
337). Teología–, y luego en Toulouse, en marzo
Pues bien, estamos convencidos de que, del siguiente año. Fue en París donde me
en este sentido, la experiencia de las Fra- sugirió la lectura de El-Abiodh-Sidi-
ternidades, compartida, iluminada y expre- Cheikh, la obra que él mismo escribiera
sada por René Voillaume, tiene mucho que sobre la historia de las Fraternidades, con
decir a los hombres y mujeres de nuestro claras implicaciones autobiográficas. La
tiempo. lectura, el fichaje y la síntesis de esta obra
Uno de los temas más desarrollados por de diez libros, contenidos en quince volú-
Voillaume en sus escritos y conferencias menes, supuso varios meses durante los
ha sido el de la oración, sin que preten- cuales conviví con los Hermanitos de la
diera, sin embargo, formular una doctrina fraternidad de Rangueil (Toulouse) –don-
sistemática sobre la misma. Su interés es- de, dicho sea de paso, había vivido Jacques
tuvo más bien centrado, según veremos, Maritain los últimos trece años de su vida–
sobre la búsqueda contemplativa de Dios . El carácter confidencial de esta obra –
en las condiciones concretas y complejas escrita para el solo uso interno de la Con-
en las que debe recorrer este camino el gregación–, y el hecho de no haber sido
hombre de hoy. Esto lo expuso, por una editados sino unos pocos ejemplares de la
parte, en las enseñanzas y directrices que misma, demandaron esta prolongada y pro-
diera a los Hermanitos (y Hermanitas) de vechosa estadía entre los Hermanitos.
Jesús, en relación a la vida contemplativa El conocimiento de esta obra cambió
de las Fraternidades. Y, por otra, en un radicalmente la orientación de mi trabajo,
nutrido conjunto de enseñanzas que ata- al abrirme un panorama hasta entonces ig-
ñen a la vida de oración de todo bautiza- norado. El hecho de conocer la historia
do, cualquiera fuera su vocación y estado. personal del padre Voillaume, así como la
La decisión de estudiar las enseñanzas de los Hermanitos de Jesús, me permitió
de René Voillaume sobre la oración tuvo considerar el pensamiento de aquél en el
que ver con el influjo que, según vimos, marco de una mayor objetividad histórica
alcanzaron sus publicaciones sobre los hom- y de su rica experiencia vital.
bres y mujeres de nuestro tiempo, como No menos providencial para la investi-
así también con lo esclarecedora y prove- gación que iniciaba fue la convivencia y el
chosa que había resultado para mi propia diálogo, en la fraternidad de Rangueil, con
vida de oración la lectura de sus escritos. varios de los hermanitos que habían cum-
Por ello en 1980 abordé la investigación plido un papel singular en la historia de la
de este tema, de la que resultó, en 1983, Congregación: Frère André –quien forma-
mi tesina para la Licenciatura en Teología. ba parte del grupo fundador–, René Page
Fue muy útil, para una mejor compren- –sucesor de Voillaume en el gobierno de
sión de su obra, el contacto epistolar que las Fraternidades–, y Michel Nurdin –el
en esos momentos pude establecer con el teólogo al que solía consultar–. Esto posi-
P. Voillaume. bilitó un acceso distinto al autor investiga-
do y a la historia misma de la Fraternidad,
José María Recondo 5

dándome otro tipo de objetivación respec- tiana. Estos dos últimos capítulos concen-
to de lo ya conocido. tran, sucesivamente, la enseñanza sobre
Si bien, como acabo de explicar, el ori- la oración dada por Voillaume, por una
gen del presente texto tiene que ver con la parte, a los Hermanitos de Jesús –en el
investigación realizada para la obtención marco específico y peculiar de su voca-
del doctorado en Teología, al preparar este ción contemplativa–, y por otra, a un au-
libro he procurado despojarlo de todo ro- ditorio más vasto y plural, que participa
paje erudito, para facilitar de este modo por igual del llamado a desarrollar la di-
una lectura más clara y fluída del mismo. mensión contemplativa de la vida cristia-
Esto supuso, obviamente, entre otras co- na.
sas, una sustancial «poda» del aparato téc- Quisiera agradecer particularmente, an-
nico que acompañaba la investigación en tes de terminar, a D. José María Iraburu,
su origen. bajo cuya afectuosa guía y consejo he lle-
El cuerpo del libro está formado por cua- vado adelante esta investigación y a cuya
tro capítulos. He querido comenzar con generosidad debo la posibilidad de realizar
una introducción histórica, que toma como esta publicación, y a mi amigo Fr. Michel
punto de partida la vocación, el ideal y los Nurdin, pues a su constante asistencia e
proyectos de fundación del Padre de iluminación se deben, también, en gran
Foucauld, pues éste es el marco a partir medida, los frutos que haya podido obte-
del cual el P. Voillaume desarrollará tanto ner con mi trabajo.
su vocación contemplativa como su re-
flexión en torno a la oración. Tras ello,
recorriendo las diferentes etapas de la vida
de René Voillaume, podremos apreciar tam-
bién la progresiva constitución de la actual
fisonomía de las Fraternidades. Esto ha-
brá de favorecer una más justa compren-
sión de la enseñanza de Voillaume, al po-
der considerarla en su contexto, y confor-
me a una historia de la que también es
fruto.
El breve capítulo segundo, titulado La
enseñanza sobre la oración en René
Voillaume, y sus destinatarios, continúa,
en cierto sentido, al primero, aunque abor-
dando más directamente los condiciona-
mientos históricos por los que pasa la obra
de Voillaume en relación al tema estudia-
do. Esto nos permitirá entender por qué
los capítulos tercero y cuarto tratan, res-
pectivamente, sobre la vida contemplati-
va de las Fraternidades y sobre la di-
mensión contemplativa de la vida cris-
6 El camino de la oración, en René Voillaume

L/III – Lettres aux Fraternités III. Sur


les chemins des hommes, Cerf, París 1966.
L/IV – Voyants de Dieu dans la cité.
Lettres aux Fraternités IV, Cerf, París
1974.
OVF – Où est votre foi?, Cerf, París
Siglas 1971.
PV – La prière dans la vie (15-10-51),
«Jesus-Caritas» n. 84 (1951) 3-15.
RAPP – Des rapports entre la vie active
AUC – Au coeur des masses, Cerf, Pa- et la vie contemplative ou entre prière et
rís 1950. action, «Seminarium» 21 (1969) 760-774.
AUCM – Au coeur des masses, 2 vol., RI – Relations interpersonnelles avec
Cerf, París 1969. Dieu, Conférence Religieuse Canadienne,
CONT – La contemplation dans l’É- Ottawa 1977.
glise d’aujourd’hui, Cerf, París 1979. RV – Retraite au Vatican avec sa Sain-
ÉLÉ – La contemplation, élément teté Paul VI, Fayard, París 1969.
essentiel de toute vie chrétienne, en L’a- R-50 – Règle de vie des Petits Frères
daptation et la rénovation de la vie reli- de Jésus, edición policopiada, s.l., 1950.
gieuse. Décret «Perfectæ Caritatis», Cerf, R-62 – Règle de vie des Petits Frères
París 1967, 159-168. de Jésus, 7 fasc., edición policopiada, s.l.,
ENTRET – Entretiens sur la vie 1962.
religieuse. Retraite à Béni-Abbès, Cerf,
París 1972.
FRA-SEC – Retraite de la Fraternité
Séculière (Orsay, 13-18 julio de 1961),
texto policopiado, s.l., s.a., paginación
discontinua (por plática).
FPF – Les Fraternités du Père de
Foucauld. Mission et esprit, Cerf, París
1946.
HIST – El-Abiodh-Sidi-Cheikh. Histoire
des origines de la Fraternité des Petits
Frères de Jésus, 15 vol., edición
policopiada, Tre Fontane (Roma) 1982.
L/I – Lettres aux Fraternités I, Cerf,
París 1960.
L/II – Lettres aux Fraternités II, Cerf,
París 1960.
José María Recondo 7

1. Charles de Foucauld.
Vocación, ideal y proyectos de
fundación
El 1º de diciembre de 1916 moría en
Tamanrasset el hermano Carlos de Jesús,
después de haber buscado infructuosamen-
Capítulo I te que alguien se le uniera para continuar
«gritando el Evangelio con toda la vida»
(CHARLES DE FOUCAULD, Écrits spirituels,
El marco histórico París 1947, 121). Quedaban, sin embar-
go, tras él, como semilla fecunda, sus ejem-
plos y sus escritos.

Vocación, ideal y misión


La historia personal de un hombre no Nacido en Estrasburgo el 15 de septiem-
sólo no es ajena a su experiencia espiri- bre de 1858, CHARLES DE FOUCAULD, des-
tual, sino que influye decisivamente en su de el momento mismo de su conversión –
desarrollo. Por ello, no obstante lo que ocurrida en 1886–, no cesó de buscar el
permanece oculto en el misterio de la ac- camino por el que realizar su vocación re-
tuación de Dios sobre las almas, el conoci- ligiosa. Esto no habría de clarificarse, sin
miento previo de ciertos hechos históricos embargo, sino progresivamente.
que han marcado la vida religiosa del pa-
dre Voillaume nos permitirá una mejor «Tan pronto como creí que había un Dios,
comprensión de aquello que, a través de comprendí que no podía hacer otra cosa sino
vivir para Él: mi vocación religiosa data de la
los años, fue formulando en torno a la ora- misma hora que mi fe: ¡Dios es tan grande!
ción. ¡Es tal la diferencia entre Dios y todo aque-
Siendo René Voillaume Hermanito de llo que no es Él! [...] Yo deseaba ser religio-
Jesús y, más aún, fundador ante la Iglesia so, no vivir más que para Dios y hacer aque-
de esta Congregación que sigue las huellas llo que fuera lo más perfecto, sin importar
de Charles de Foucauld, comenzaremos qué... Mi confesor me hizo esperar tres años;
dando una síntesis del ideal y la misión a [...] yo mismo no sabía qué orden elegir: el
Evangelio me mostró que «el primer manda-
los cuales el Hno. Carlos de Jesús se sintió miento consiste en amar a Dios con todo el
llamado durante su vida, y dejó como le- corazón» y que había que encerrarlo todo en
gado a su descendencia espiritual. Será éste el amor; cada uno sabe que el amor tiene por
el marco en referencia al cual René efecto primero la imitación; quedaba, pues,
Voillaume habrá de desarrollar tanto su entrar en la orden donde yo encontrase la más
vocación contemplativa como su personal exacta imitación de Jesús. Yo no me sentía
reflexión en torno a la oración. hecho para imitar Su vida pública en la predi-
cación: yo debía, por tanto, imitar la vida
oculta del humilde y pobre obrero de Nazaret.
Me pareció que nada me presentaba mejor
8 El camino de la oración, en René Voillaume

esta vida que la Trapa» (Id. Lettres à Henry de junio de 1901.


de Castries, París 1938, 96-97).
En sus retiros preparatorios al diaconado
Este texto resume admirablemente las y al sacerdocio, descubre que aquella vida
intuiciones que habrían de acompañarlo, de Nazaret que entendía ser su vocación,
en tanto las profundizaba, a lo largo de no debía llevarla a cabo en Tierra Santa
toda su vida; pues a través de los años, no sino entre las ovejas más abandonadas. En
obstante «una marcha de etapas imprevi- su juventud había recorrido Argelia y Ma-
sibles, su vocación espiritual permanece[rá] rruecos; ningún pueblo le parecía más
idéntica a sí misma» (R. VOILLAUME, Intro- abandonado que éstos. Se instalará, pues,
duction a G. GORRÉE, Charles de Fou- en Beni-Abbés, al sur de la provincia de
cauld. Album du centenaire, Lyon 1957, Orán. Su vida adquiere aquí una modali-
s.p.). dad diferente. Si bien no sale de su ermita,
Fue efectivamente en la Trapa (1890- ésta, sin embargo, está abierta a todos. Su
1897) donde hará los primeros intentos por ideal, por entonces, no era
realizar su vocación. Pasados varios años «ni un grande y rico monasterio ni una ex-
de vida cisterciense notará, sin embargo, plotación agrícola, sino una humilde y pobre
que no encontraba allí toda la desnudez y ermita donde unos pobres monjes pudieran
abyección que perseguía, conforme a su vivir de algunas frutas y de un poco de ceba-
vocación a la «vida de Nazaret». Es así da recogida con sus propias manos; en estre-
como en 1893 le escribe al abate Huvelin, cha clausura, penitencia y la adoración del
su director espiritual, diciéndole que se in- Smo. Sacramento, no saliendo del claustro,
no predicando, pero dando la hospitalidad a
terroga sobre la posibilidad de formar una todo el que venga, bueno o malo, amigo o
pequeña Congregación. No será sino po- enemigo, musulmán o cristiano... Es la evan-
cos días antes del tiempo en que le hubie- gelización no por la palabra, sino por la pre-
ra correspondido pronunciar sus votos per- sencia del Smo. Sacramento, la ofrenda del
petuos, cuando recibirá –tras una larga y divino Sacrificio, la oración, la penitencia,
obediente espera– la dispensa del padre la práctica de las virtudes evangélicas, la ca-
general para abocarse a la realización del ridad; una caridad fraterna y universal» (CH.
ideal al que se sentía llamado. DE FOUCAULD, Lettres à Henry de Castries,
83-84).
Irá, pues, a Tierra Santa, donde perma-
Beni-Abbés (1901-1905) representa,
necerá tres años al servicio de las clarisas
pues, una primera realización de su ideal;
de Nazaret (1897-1899) y de Jerusalén
el Hno. Carlos está en busca de un equili-
(1899-1900), dividiendo su tiempo entre
brio entre su vida monástica contemplativa
el trabajo manual, la lectura y la oración.
y su deseo de irradiar el amor de Cristo
Consagra jornadas enteras a la oración y a
entre los indígenas que lo rodean. Pero no
la meditación del evangelio. Este período
será sino en Tamanrasset (1905-1916)
será para él como un largo retiro, y el no-
donde encontrará el pleno desarrollo de su
viciado de su vida espiritual futura.
vocación. Hace construir su choza no le-
Comienza a considerar la posibilidad de jos de la aldea, y no sólo no rehuye a los
una fundación eremítica sobre el monte habitantes de la región, sino que va hacia
de las Bienaventuranzas, por lo que vuel- ellos, busca contactos, hace visitas. Siem-
ve a Francia para prepararse a la ordena- pre está a disposición de sus vecinos y de
ción sacerdotal, que habrá de recibir el 9 sus visitantes. Es el amigo que se puede
José María Recondo 9

buscar a toda hora del día y de la noche. junio de 1896 compone una pequeña Re-
Hizo cuanto estaba a su alcance para in- gla para los miembros de la Congregación
sertarse verdaderamente en la región del que quería fundar, los «Hermanitos del
Hoggar. Veía ya claramente que la suya Sagrado Corazón de Jesús».
era una vocación de presencia entre el pue- Ya en Palestina, la abadesa de las clarisas
blo, una presencia que quiere ser testimo- de Jerusalén ayudará con su influencia a
nio y transparencia del amor de Cristo. reavivar sus proyectos, y en 1899 redac-
Tenemos, pues, ante nosotros, una au- tará la Regla de los «Ermitaños del Sagra-
téntica vocación contemplativa nutrida en do Corazón», donde aparece un elemento
la meditación evangélica y centrada en la nuevo: el acento sobre el sacerdocio y el
adoración del misterio eucarístico –verda- apostolado, presentándose desde entonces
dero corazón del «pequeño Nazaret»–. Y, la «vida de Nazaret», a la vez recogida y
a la vez, una caridad apostólica al servicio abierta, lugar de intimidad con Jesús y lu-
de la salvación del prójimo, que no se ex- gar de partida en misión. Dos años más
presa por la predicación ni por las obras tarde, una mejor advertencia de las exi-
organizadas, sino a partir de una amistad gencias de caridad universal que implica el
respetuosa, llena de hospitalidad y bondad, sacerdocio, lo lleva a volver a la denomi-
como irradiación del amor de Cristo hacia nación «Hermanitos del Sagrado Corazón
todos los hombres. Este segundo elemen- de Jesús».
to fue el que más tiempo le llevó madurar; En 1902 redacta la regla de las «Her-
fue en los últimos años de su vida cuando manitas del Sagrado Corazón».
encontró su más adecuada expresión. Así,
al mismo tiempo que procuraba una vida En los últimos años de su vida, frente al
de intimidad contemplativa con el Señor, fracaso de sus primeros proyectos, consi-
no se separaba físicamente de los hom- dera la posibilidad de una especie de mi-
bres y, en particular, de los pobres. Tal es sioneros laicos que pudieran instalarse en-
la vida de Jesús en Nazaret: vida silencio- tre los infieles para atraerlos a la fe por el
sa, recogida, pobre, laboriosa, a la vez que ejemplo y la bondad, apoyando de este
abierta y plenamente accesible a todos los modo la tarea de los misioneros consagra-
de su pueblo y de su aldea. dos. Este proyecto data de 1909, y es con
esta finalidad que suscitará una «Unión de
El Padre de Foucauld, fundador Hermanos y Hermanas del Sagrado Cora-
zón de Jesús», para quienes escribirá su
El Hno. Carlos de Jesús pasó su vida Directorio, y que a su muerte contaba con
religiosa pensando agrupar en torno suyo 49 miembros, constituyendo la única des-
algunos hermanos que compartieran su cendencia visible que dejaba en torno a su
vida. Pero esta idea, nacida en el tercer ideal. En 1924 se convertirá en la «Aso-
año de su período trapense, no la vería ciación Charles de Foucauld», de la cual
nunca realizada, aceptando el fracaso apa- nacerá, en 1949, la «Fraternidad Charles
rente de su deseo como una consecuencia de Foucauld».
de su indignidad.
Finalmente, el 13 de mayo de 1911 es-
En la carta que escribiera en 1893 al aba- cribirá una importante carta donde va a
te Huvelin, esboza por vez primera el ideal delinear por última vez el ideal de las Fra-
religioso que se sentía llamado a vivir. En ternidades (cf. CH. DE FOUCAULD, Lettres à
10 El camino de la oración, en René Voillaume

mes frères de la Trappe, París 1969, 273- ce, sus orígenes alsacianos y loreneses in-
276)*. fluyen por igual sobre su temperamento:
*[Es preciso observar aquí, por otra par- «Eramos (mis hermanos y yo) poco
te, que si bien el Padre de Foucauld fue el comunicativos, tímidos, más bien retraí-
inspirador de la fundación de los Herma- dos, como lo son frecuentemente los
nitos de Jesús, no puede, sin embargo, ser loreneses, mientras que interiormente éra-
considerado propiamente como fundador, mos sensibles y afectivos, aunque sin de-
en el sentido que la Iglesia ha dado habi- jarlo aparecer. Yo sufriré por ello toda mi
tualmente a este término (cf. FPF, 13-14). vida» (HIST, 1, 24).
Porque «en la historia de las fundaciones
religiosas, él es el único que dio origen a Con clara inclinación por el saber cien-
sus congregaciones, muriendo» (Id. Aux tífico, y atracción particular por la física y
Petits Frères de Jésus, en Petits Fréres la mecánica, sus aptitudes para la ingenie-
de Jésus, Chapitre Général 1966, ría –su «primera vocación»– eran además
Compte-rendu 6/9/66, 1)]. favorecidas por el ambiente familiar, don-
Esta síntesis de la vida, el ideal y los de tanto su padre como sus tíos tenían
proyectos de fundación del Padre de esta profesión. Su interés por estas cien-
Foucauld nos permitirá seguidamente com- cias caracterizará los años de su adoles-
prender los términos en que concibieron cencia y primera juventud, al igual que su
su vocación religiosa los Hermanitos de religiosidad, alimentada desde niño por una
Jesús y el camino que, a través de los años, particular devoción a la Eucaristía.
habrían de seguir, en busca de una mayor Su vocación al sacerdocio, de la que
fidelidad al carisma recibido. hay ya signos durante su infancia, después
de haber sido acallada por su pasión por
las ciencias, se verá confirmada por un
hecho misterioso del que es objeto cuan-
2. La realización histórica del ideal do tenía 16 años, y que es juzgado por el
del Padre de Foucauld mismo Voillaume como una gracia místi-
en los Hermanitos de Jesús ca. Desde entonces ampliará el tiempo de
oración, y su vida de unión con Dios esta-
René Voillaume. rá especialmente representada por su de-
Manifestación progresiva voción al Sagrado Corazón y al Smo. Sa-
de su vocación cramento.
El Padre Voillaume nace en Versalles el Junto a este llamado al sacerdocio, na-
19 de julio de 1905, en el seno de una cía en él una vocación misionera. África
familia de cómoda situación económica, ejercía sobre él una particular atracción y
aunque de vida austera. Allí vivirá hasta en esto no parece ajeno el hecho de que
los nueve años, para luego residir en La su hermana mayor, Margherite, hubiera
Bourboule durante los años de la guerra entrado en 1921 en las Hermanas Misio-
del 14; aquí hará la primera comunión y neras de Nuestra Señora de África
será confirmado. («Soeurs Blanches»).
Introvertido y poco comunicativo, su in- Carecía, sin embargo, de claridad, a la
fancia será solitaria y con marcada voca- hora de decidirse por una Congregación
ción a la lectura. Según él mismo recono- en particular, lo cual hizo que le aconseja-
José María Recondo 11

ran entrar en el Gran Seminario de San de Foucauld. A su vuelta al Seminario, co-


Sulpicio, de Issy-les-Moulineaux, donde nocerá otros con las mismas inquietudes,
podría recibir una adecuada formación por lo que formarán un grupo, del que sur-
teológica y espiritual, en tanto maduraba giría, años después, la base de la funda-
su decisión. Ingresó, pues, en 1923, e hizo ción en El-Abiodh.
allí el bienio de filosofía, tras lo cual entró Habiendo conseguido el manuscrito del
como novicio de los Padres Blancos en Padre de Foucauld que contenía la Regla
Maison-Carrée (Argel). Estará, sin embar- de 1899, comenzaron su estudio con la
go, sólo un año con ellos, pues la fragili- intención de elaborar, partiendo de ella, un
dad de su salud le impedirá permanecer proyecto de fundación.
en África. Volverá, pues, al Seminario de
Issy, con la esperanza de poder regresar René Voillaume, que había sido elegido
con los Padres Blancos al terminar sus es- para encabezar el grupo, es ordenado sa-
tudios, si su salud lo permitía. cerdote el 29 de junio de 1929, pasando
los dos años siguientes en Roma, donde
A fines de 1927, otro hecho misterioso realizará el doctorado en teología bajo la
habría de influir decisivamente sobre su dirección del padre R. Garrigou-Lagrange.
vida. Un arrobamiento de orden místico,
que se repetirá durante varios meses, lo Después de la preparación lingüística que
confirmaría en el carácter contemplativo la empresa requería y de un período don-
de su vocación. de abundaron los contactos, consultas y
exploraciones, tomarán el hábito en la Ba-
Tras las huellas sílica de Montmartre (8-9-33) y se instala-
de Charles de Foucauld rán en el pequeño oasis de El-Abiodh-Sidi-
Cheikh, situado en el Sahara sud-oranés.
Parece oportuno retroceder ahora has- Eran cinco sacerdotes: René Voillaume,
ta el otoño de 1921, cuando aparece el Marcel Bouchet, Marc Guerin, Guy
libro de René Bazin sobre Charles de Champenois y Georges Gorrée. Todos, ex-
Foucauld. Su lectura, cuando contaba 16 alumnos de Issy. A ellos se agregaría al-
años, causa en René Voillaume una pro- guien que, habiendo recorrido hasta allí un
funda conmoción. Encuentra en la vida del camino distinto al del resto, compartirá
Hno. Carlos de Jesús un eco providencial desde entonces la misma vocación, for-
a sus aspiraciones a la vez misioneras y mando parte del grupo fundador. Se trata-
contemplativas. Pero sabía que la fragili- ba de un convertido, discípulo y amigo de
dad de su salud no hacía pensable la imita- Jacques Maritain, quien no deseando dar
ción de aquella vida; de allí que entrara en a conocer su nombre por razones perso-
Issy, buscando clarificar su vocación. Al nales vinculadas a su pasado, será conoci-
ingresar posteriormente con los Padres do por todos desde entonces como «frère
Blancos, era consciente de que era el úni- André» (1904-1986). Más tarde, cuando
co camino por el que podría desembocar, sus estudios sobre islamología y mística
si Dios lo quería, en una vida análoga a la comparada comiencen a publicarse, apa-
de Charles de Foucauld. recerán bajo el seudónimo de «Louis
Estando en Maison-Carrée, recibió una Gardet».
carta de un seminarista de Issy, confián-
dole su atracción por el ideal de Charles
12 El camino de la oración, en René Voillaume

«Se puede decir que el contemplativo tie-


ne realmente a su cargo cada alma del uni-
La Fraternidad verso. Nada es excluido de una oración que
de El-Abiodh-Sidi-Cheikh debe ser, continuada en nosotros, la oración
Centrados en la Regla de 1899 –aunque misma que el Verbo Encarnado, por su santa
en muchos aspectos, adaptada–, los Her- Humanidad, no cesa de elevar hacia su Pa-
dre.
manitos del Sagrado Corazón de Jesús,
como por entonces se llamaban –o los «Para el Hermanito del Sagrado Corazón,
«Hermanos de la Soledad», según eran una misión más particular se añade a la uni-
versalidad de esta intercesión. No se contenta,
denominados por los árabes–, comenza- en efecto, con rezar por los infieles que lo
rán su aventura religiosa en tierra islámica, rodean; se convierte en uno de ellos. Se so-
en medio de un cuadro de vida claramente lidariza con ellos. En el día de su profesión,
monástico. La influencia del Carmelo y de pide a Dios que acoja esta substitución, esta
la Cartuja fue significativa en esta etapa. naturalización espiritual, a fin que, delante
La espiritualidad carmelitana había sido de El, sea realmente el hermano mayor de
conocida por todos con anterioridad a la los infieles a los cuales es enviado, el cris-
tiano primogénito entre ellos, su garante por
fundación. En el Seminario habían sido derecho de consanguinidad espiritual. [...]
formados en la oración teniendo a San Juan Una tal vocación no se puede comprender
de la Cruz y Santa Teresa de Jesús por sino en la perspectiva de la doctrina del Cuer-
maestros, así como a Santa Teresa del po Místico. [...] Los Hermanitos del Sagrado
Niño Jesús. Y una vez en El-Abiodh, el Corazón tienen el sentimiento profundo de
conocimiento de los «desiertos» car- que en ese papel de intercesión reside lo
melitanos no dejaría de tener influencia esencial de su vocación.
sobre la decisión de equilibrar la vida co- «Jesús les ofrece, como un inagotable te-
munitaria con períodos de vida ere- soro de gracia, los sufrimientos de su Cora-
mítica. zón crucificado, y por esto mismo les pide
Durante la etapa preparatoria a su ins- asumir delante de Dios, los pueblos a los
cuales él los envía. [...] Es así como habrán
talación en el desierto, fueron frecuentes de ser sus garantes, es decir, en la sangre de
los contactos con la Cartuja de Montrieux. Cristo, sus hermanos de raza...» (X.Z. –así
A esto se sumó que en los años siguientes fue firmado el artículo–, Les Frères de la
a la fundación, la relación con los cartujos Solitude, «Con-templation et Apostolat»,
se hizo más estrecha, hasta convertirse Abbaye St-André, Lophem-les-Bruges, 1,
éstos en sus consejeros, y aceptar ocupar- 1936, 256-258).
se de la formación del que sería el primer Entre los rasgos más característicos de
maestro de novicios de los Hermanitos. la identidad propia de los Hermanitos, es-
Esto no impedirá a la Fraternidad guar- taban su esfuerzo de adaptación, y el lu-
dar una fisonomía original y desarrollarse gar relevante que el misterio eucarístico
en su línea propia. En este sentido, es muy ocupaba en sus vidas:
elocuente lo que FRÈRE ANDRÉ escribía al «Esta misión silenciosa deberá desarrollar-
respecto en 1936, comentando, en nom- se en una adaptación tal, que sus hermanos
bre de todos los Hermanitos, las Constitu- infieles y ellos mismos, no hagan realmente
ciones que en ese año habían redactado: sino uno. Ellos se transformarán en herma-
nos de raza no solamente por la lengua, la
José María Recondo 13

cultura, las costumbres, el arte religioso, sino ción durante su estancia en Tierra Santa:
más profundamente por todo aquello que fue allí donde redactó la llamada Regla de
estos signos exteriores contienen, en la ca- 1899, que los Hermanitos eligieron desde
ridad de Cristo, de verdadera adaptación de un comienzo como base de su proyecto
alma» (Ib., 258). fundador.
«Para el Hermanito del Sagrado Corazón,
la Eucaristía es el único medio, el modelo y Los años de guerra y de dispersión:
la razón de ser de su vida... El culto del sacri- la identidad de la Fraternidad
ficio eucarístico se concreta por el lugar se profundiza
dado, en [la] vida [de los Hermanitos], a la
misa y a las horas de adoración del Smo. Sa- La llegada de la Segunda Guerra Mun-
cramento expuesto; y su adoración está en dial habrá de modificar la vida de la Fra-
total dependencia del acto mismo del Sacri- ternidad, al ser movilizados la mayor parte
ficio. [...] Y está allí, para él, la vida que debe de los hermanitos. Un par de ellos queda-
llevar a sus hermanos infieles: ser redentor rá, sin embargo, en El-Abiodh, posibilitan-
con Jesús Sacerdote y, con él, hostia y vícti- do el regreso periódico del resto; pero aun
ma. La Eucaristía es como el testimonio su- así, la vida de la comunidad entrará en un
premo de la gloria divina entre los hombres;
en la comunión de los santos y en la dilata-
paréntesis que habrá de prolongarse hasta
ción del Cuerpo místico, los Hermanitos el final de la guerra.
deberán hacerse, como Jesús, alimento de las René Voillaume había sido destinado a
almas, dejándose, como Jesús, devorar por Orán y luego a Touggourt como personal
ellas en el silencio de la oblación, haciéndo- militar no combatiente. Esto lo mantendrá
se «todo a todos», como contemplativos y alejado durante varios años del gobierno
como misioneros» (Ib., 258-259). físico de la comunidad de El-Abiodh.
Estos rasgos característicos de la Frater- Se abre así un período en el que distin-
nidad habrán de explicitarse, durante más tas circunstancias y hechos providenciales
de diez años, a través de una forma de llevarán a la Fraternidad a una transfor-
vida auténticamente monástica. Las obser- mación hasta entonces imprevista.
vancias clásicas de la clausura, el silencio
y la oración de día y de noche, constituían Cabe comenzar recordando que la Re-
lo esencial de su testimonio exterior, tanto gla de 1899, a partir de la cual se proyectó
frente a la población musulmana, como la fundación, había sido en muchos as-
para aquellos cristianos con quienes esta- pectos modificada, en razón de haber sido
ban espiritualmente vinculados o que iban considerada por algunos superiores de San
a hacer retiro a la Fraternidad. Las obser- Sulpicio como impracticable y «escrita no
vancias constituían, pues, para ellos, la tra- para hombres sino para ángeles» (cf. HIST,
ma cotidiana de la vida y, sin confundirlas 1, 268).
con lo esencial, las consideraban forman- Esto hizo que, exceptuando al grupo
do el cuerpo en el que lo esencial se encar- fundador, el resto de los hermanitos no
naba. tuviera un conocimiento directo de ella; es
Este carácter monástico que había asu- más, se evitó expresamente que llegara a
mido la Fraternidad desde su fundación manos de los más jóvenes, para preser-
está vinculado a la concepción que el Pa- varlos de engañosas ilusiones.
dre de Foucauld tenía para su Congrega- Así fue como, tras la lectura de dicha
14 El camino de la oración, en René Voillaume

regla por parte de los hermanitos que ha- lidad del padre y de su concepción de la vida
bían permanecido en El-Abiodh, le plan- de Jesús en Nazaret, releer no solamente la
tearan éstos a Voillaume, en mayo de 1943, Regla de 1899 –que conservábamos siem-
la exigencia de volver a una más perfecta pre, en tanto definía netamente una vocación
observancia de la misma, a fin de seguir contemplativa misionera–sino también re-
pensar la manera concreta en que habíamos
con mayor fidelidad al Hermano Carlos realizado este ideal. Es en esta línea, y libe-
de Jesús. Esto suponía, fundamentalmen- rados de toda tendencia a una interpretación
te: una vida de mayor pobreza y austeri- literal, como yo me puse a trabajar» (HIST, 8,
dad (reaccionando de modo particular con- 126).
tra la importancia material del monasterio Expresa así Voillaume, en pocas líneas,
que habitaban), un cumplimiento más es- la base sobre la cual evolucionará, en ade-
tricto de la clausura y del silencio, dar más lante, la Fraternidad, y el principio que po-
importancia al trabajo, y alcanzar una ma- sibilitará la futura dilatación de su misión:
yor simplicidad en el trato. Ya no se busca definir la vocación y mi-
La irreductibilidad con que se presentó sión de los Hermanitos por referencia a la
inicialmente el planteamiento fue supera- sola Regla de 1899 (que no representaba
da en virtud del espíritu abierto y paciente el pensamiento del Hno. Carlos sino par-
del P. Voillaume, así como por la interven- cialmente y, en más de un aspecto, de
ción del Prefecto Apostólico del Sahara, modo germinal), sino a partir del conjunto
Mons. Mercier. de la vida y de los escritos del padre de
De este modo, las observancias señala- Foucauld, lo cual aseguraba una mayor fi-
das encontrarán eco y sintonía en René delidad a la integridad de su mensaje.
Voillaume y, mientras la vida en El-Abiodh Como fruto de aquel período de inves-
iba evolucionando en tal sentido, él se reti- tigación y reflexión, Voillaume escribirá
rará en junio de 1944 a la ermita de Djebel- unas 200 páginas que titulará La mission
Aïssa, comenzando un trabajo de investi- providentielle du Père Charles de
gación, a fin de compenetrarse mejor con Foucauld et la réalisation de ses projets
el espíritu del Hno. Carlos de Jesús. Esto, de fondation; subtitulado: Etude sur
que habrá de llevarle un año entero, supu- l’esprit et le règlement des Fraternités.
so la lectura de los escritos del P. de Parece oportuno destacar el decisivo
Foucauld –incluso los inéditos, a los que papel que jugara uno de los hermanitos
tenía acceso por vía de la postulación de que permaneció en El-Abiodh durante la
la causa de beatificación–, intercambio de guerra, quien, contagiado del radicalismo
opiniones con los hermanitos, y tiempo de evangélico del padre de Foucauld, impul-
reflexión en la oración. sará la transformación de la Fraternidad
«Experimentamos, ante todo, la necesidad en dirección a una mayor pureza de ideal:
de ponernos en contacto con el espíritu del Frère Noël, posteriormente conocido por
padre de Foucauld y el conjunto de su vida, Milad. Nombrado poco después maestro
lo que habíamos omitido hacer desde el mo-
mento en que elegimos, como base de nues-
de novicios, él será el formador de los her-
tra fundación, las constituciones y el regla- manitos durante los años de mayor afluen-
mento escritos por el Hno. Carlos en 1899. cia de vocaciones. Es preciso, pues, des-
Nosotros queríamos, a la luz de la espiritua- tacar su figura, tanto por la importancia de
su participación en el período que acaba-
José María Recondo 15

mos de narrar –verdaderamente determi- Parece conveniente aclarar aquí que Fr.
nante para la futura orientación de la Fra- André había permanecido durante la gue-
ternidad–, como por lo que significó como rra, por razones de salud, con los Padres
formador en la Congregación*. Blancos, en Maison-Carrée.
*[ONÉSIME RETAILLEAU ingresó en la Fra- Antes de ir a Francia en 1945, Voillau-
ternidad en 1935. Teniendo una hermana me encuentra, pues, a Fr. André; por él
religiosa, intercambiarán sus nombres, lla- conocerá en Argel a militantes obreros cris-
mándose ella en religión Soeur Onésime, tianos con quienes éste se había relaciona-
en tanto él sería llamado Frère Noël. Este do en esos años. Como consecuencia de
nombre, arabizado, se convertirá en «Milad
Aïssa», que significa «el nacimiento [de] ese encuentro, comienzan a entrever la
Jesús». A él corresponde el libro que fir- posibilidad de estar presentes en el mundo
mará como UN PETIT FRÈRE DE JÉSUS, Ce que obrero. El posterior viaje a Francia y los
croyait Charles de Foucauld, Tours contactos que allí tendrá, confirmarán a
1971]. Voillaume en esta idea, que anuncia a los
Se cierra así la crisis desencadenada en hermanitos a su vuelta a El-Abiodh, en di-
1943, de la que la Fraternidad, profundi- ciembre de ese mismo año.
zando su ideal, sale más firmemente De este modo, las nuevas Constitucio-
enraizada en el espíritu del Padre de Fou- nes, redactadas por entonces y aprobadas
cauld. Lo que había faltado, según Voi- en 1947, considerarán como destinatarios
llaume, era «una presencia suficiente del de la misión de la Fraternidad no sólo el
alma y del espíritu del Padre de Foucauld Islam sino toda tierra de misión –siendo
–un cierto sentido de la pobreza y del tra- en esto fieles al pensamiento del padre de
bajo–, una profundización mayor del mis- Foucauld–, en la que incluían al mundo
terio de la vida oculta de Nazaret» (La obrero, en razón de su descristianización.
mission providentielle du Père Charles También se subraya la importancia del tra-
de Foucauld et les règlements des Fra- bajo, aunque no se contemplara aún la
ternités, «Les Petits Frères de Jesús» 24, posibilidad del trabajo asalariado en el ex-
1983, nn. 95-96, 21). terior: también la fraternidad obrera se la
concebía por entonces como monástica,
Del Islam al mundo obrero: aunque inserta en el medio obrero y en
la misión de la Fraternidad se dilata intercambio de relaciones y adaptación al
Si los años de guerra resultaron una oca- mismo. Cambian, además, su nombre; al
sión providencial para que la Fraternidad existir ya una Congregación con la misma
se afirmara en su espíritu propio, el tiem- denominación que utilizaban, serán desde
po inmediatamente posterior no habrá de entonces los «Hermanitos de Jesús».
ser menos importante en orden a revelar Entre las personas que Voillaume encon-
su futura orientación. tró en Francia y que habrían de confir-
Poco después de acabada la guerra, el marlo en el proyecto de las fraternidades
P. Voillaume emprenderá un viaje a Fran- obreras, es preciso destacar a Soeur
cia (1945), al que seguirá, entre abril y ju- Magdeleine de Jésus, fundadora de las
lio de 1946, otro a Roma y Francia, resul- Hermanitas de Jesús, con quien ya por
tando ambos decisivos para el futuro de la entonces tenía una importante relación, y
Fraternidad. que orientaba en tal sentido la misión de
16 El camino de la oración, en René Voillaume

su Congregación (cf. ibid., 9, 6)*. Se ha- hizo con Fr. André entre abril y junio de
bían encontrado por vez primera en El- ese año. El principal cometido del mismo
Golea, peregrinando ambos, en 1939, a la era organizar una fraternidad de estudios
tumba del padre de Foucauld. Hubo siem- en Roma. Frère André acompañaba al P.
pre entre ellos una profunda comunión en Voillaume para aconsejarlo en esto y para
la manera de concebir el ideal de las Fra- reencontrarse en Roma con su amigo
ternidades, y no es fácil delimitar las res- Jacques Maritain –por entonces embaja-
pectivas influencias, que fueron recípro- dor de su país ante la Santa Sede–, a quien
cas. no veía desde hacía trece años. Milad que-
*[ Elisabeth Hutin, en religión Petite daba, mientras tanto, como responsable en
Soeur Magdeleine de Jésus, deseosa de El-Abiodh.
seguir el camino trazado por el Hermano El primer hecho destacable es el encuen-
Carlos de Jesús, parte con una compañera tro que tienen en Argel, antes de cruzar
(Anne Cadoret) para África del Norte en hacia Europa, con dirigentes de la J.O.C.
1936, permaneciendo en Boghari hasta
1938; allí harán una experiencia de asis- De lo conversado con ellos surge la posi-
tencia indígena. Marcharán posteriormen- bilidad de una fraternidad obrera con tra-
te hacia el Sahara, después de hacer un año bajo en el exterior, pues los jocistas obje-
de noviciado con las Hermanas Blancas en tan el proyecto de un trabajo artesanal in-
Birmandreis (Argelia), a petición expresa dependiente, en orden a evitar el riesgo
del Prefecto Apostólico, Mons. Nouet. En capitalista de otras órdenes o congregacio-
1939 fundan en Touggourt la primera fra- nes religiosas.
ternidad. En 1946, unos meses antes que
lo hicieran los Hermanitos de Jesús, fun- Así nace, pues, unido al deseo de una
dan la primera fraternidad obrera en Aix- pobreza real y efectiva, la idea del trabajo
en-Provence. Con el paso de los años al- asalariado en el exterior de la fraternidad.
canzarán un rápido crecimiento, a la vez que Pero es necesario tener en cuenta aquí que
se iban esparciendo por todo el mundo. En en ningún momento había sido puesta en
1980 la Congregación contaba con 230 duda la naturaleza contemplativa de la vo-
fraternidades, 880 religiosas de votos per- cación de las Fraternidades.
petuos, 186 de votos temporales y 80 no-
vicias (cf. G. Rocca, Piccole Sorelle di Gesù Esto no será siempre comprendido por
(Fraternità delle), en Dizionario degli todos los que compartían con ellos en
Istituti di perfezione, 6, Roma 1973 ss., Francia la preocupación por evangelizar el
1620-1622)]. mundo obrero; tal el caso de los sacerdo-
Sostiene Voillaume, por otra parte, que tes de la «Misión de París». Encontraron,
«el período que se extiende de marzo a por el contrario, una profunda compren-
octubre de 1946 será, para las Fraternida- sión en Jacques Loew y su equipo, en el
des, extraordinariamente fecundo y rico en abate Guerin, y en Margherite Tarride*.
acontecimientos o decisiones que contri- Estos fueron, por otra parte, algunos de
buirán a dar, tanto a los hermanitos como los múltiples contactos que tuvieron du-
a las hermanitas de Jesús, su fisonomía rante ese viaje.
definitiva» (HIST, 9, 21). *[MARGHERITE TARRIDE, habiendo cedi-
do todos sus bienes, llevaba a cabo una vida
Lo más relevante dentro de este perío- contemplativa en medio de una gran po-
do fue, sin duda, el viaje que el P. Voillaume breza, trabajando como obrera y habitando
José María Recondo 17

en un barrio gitano de los suburbios de «He dicho más arriba que Raïssa tenía to-
Toulouse. Era dirigida espiritualmente por tal consciencia de su vocación de contem-
el padre Marie-Joseph Nicolas, del con- plación en pleno mundo. “Es un error –es-
vento de los dominicos, en donde ella ha- cribe ella– aislarse de los hombres porque
bía recibido, también, formación teológica uno posea una visión más clara de la verdad.
y espiritual (cf. HIST, 9, 300, nota 163)]. Si Dios no llama a la soledad, es preciso vi-
En Roma fueron numerosos los encuen- vir con Dios en la multitud; hacerlo conocer
allí y hacerlo amar” (10-3-1919)» (R.
tros de Fr. André con los Maritain. Tam- VOILLAUME, Prefacio a Jour-nal de Raïssa,
bién Voillaume tendrá oportunidad de es- publicado por J. MARITAIN, París 1963, XVI).
tar con ellos. Pero ahora quisiéramos de-
tenernos un momento sobre el particular Es de particular elocuencia, por otro lado,
vínculo que existió entre Jacques y Raïssa la carta que frère André recibe en 1928 de
Maritain y la Fraternidad. Jacques Maritain, cuando buscaba una for-
ma de vida totalmente consagrada a Dios,
El total acuerdo que hubo entre ellos res- pero dentro del mundo:
pecto de la posibilidad y la importancia de
una vida contemplativa en el mundo –la «¿Una vida contemplativa en el mundo? ¿Y
que incluso no implicara el cuidado directo
«contemplation sur les chemins», para to- del apostolado, de la vida mixta dominicana?
mar la conocida expresión de Raïssa–, pa- Aun eso. Sin embargo, aquélla no se justifi-
rece indicar que los Maritain no habrían caría en el mundo sino por el deseo de servir
sido ajenos, aun sin proponérselo, al modo a las almas y de estar por tanto, de una mane-
de vida que desde 1947 adoptarían las Fra- ra o de otra, entregados a ellas, y de soportar
ternidades. Hay que tener en cuenta, por animosamente por ellas todo el tráfago, las
lo demás, que ellos habían reflexionado amarguras, y las idas y venidas inútiles que
en torno a aquel tema, mucho antes de son inseparables del trato con los hombres,
que los Hermanitos dejasen la clausura de no siendo esto sino para dar testimonio, en
El-Abiodh. medio de ellos, de la contemplación misma
y del amor eucarístico de Nuestro Señor.
Creemos que Voillaume no aceptaría «Si usted debe permanecer en el mundo,
sino parcialmente –de acuerdo a lo con- yo creo que es por la voluntad de dejarse de-
versado con él– estas afirmaciones que vorar por los otros, no preservando sino la
acabamos de realizar*. parte (muy grande) de soledad necesaria para
*[Voillaume, si bien acepta que Maritain que Dios haga de usted algo útilmente
les dio «el testimonio personal de una vida devorable...
de oración vivida en el mundo», afirma, sin «¿Qué queda después de esto? Esa impre-
embargo, que «eso no cambió nada», pues sión, esa idea, esa esperanza de que el Espí-
la influencia de Maritain se dio más bien ritu Santo prepara algo en el mundo, una obra
en el plano de la expresión, y en él encon- de amor y de contemplación que querrá al-
traron bien expresado «aquello que ya vi- mas totalmente entregadas e inmoladas en
vían» (cf. J.M. RECONDO, La oración en medio mismo del mundo...» (Del folleto
René Voillau-me, Burgos 1989, 303)]. editado por los Hermanitos de Jesús en me-
Sin embargo, en el prefacio al Journal moria de Maritain, tras su muerte, bajo el
de Raïssa, al comentar un texto escrito por único título de Jacques Maritain, s.l., s.a.,
ella en 1919, él mismo expresa lo siguien- pero Marsella 1973, 10).
te: Como se puede fácilmente apreciar, este
18 El camino de la oración, en René Voillaume

texto, escrito veinte años antes de la fun- tras la muerte de Raïssa, en 1960, Maritain
dación de la primera fraternidad obrera, se instalará en la fraternidad de los Her-
expresa admirablemente la espiritualidad en manitos de Toulouse, donde vivirá hasta
la que habrían de iniciarse las Fraternida- 1970, año en que pide ser admitido en la
des. Congregación, para morir, formando par-
Sobre el conocimiento de esta carta por te de ella, en 1973. Poco después de su
parte del padre Voillaume durante el pe- instalación en Toulouse, Voillaume se re-
ríodo de El-Abiodh no cabe duda, si tene- ferirá a
mos en cuenta que en su primer libro, lle- «ese parentesco espiritual que existía ya
vado a imprenta a fines de 1946 –es decir, desde hace mucho tiempo con nuestra for-
cuando la Fraternidad preparaba su salida ma de vida religiosa, que lo ha conducido a
de la clausura–, aparece, entrecomillada, venir a vivir entre nosotros, como un herma-
la expresión «útilmente devorable» que no mayor del que tenemos mucho que espe-
rar. [...] Estoy contento de que tengáis la po-
Maritain utilizara en su carta (cf. FPF, 105). sibilidad, un día u otro, de encontrar a quien
Cabe señalar, además, que en El- ha estado asociado más de lo que tal vez pen-
Abiodh, todos los hermanitos habían leído sáis, a la fundación espiritual de la Fraterni-
los textos espirituales de Maritain, habien- dad» (L/III, 74-75).*
do sido Fr. André, desde 1936, el respon- *[Frère André, en este mismo sentido,
sable de su formación doctrinal. hablará de la unidad entre la vida y la obra
Aun prescindiendo de lo escrito por de J. Maritain y de la «profunda consonan-
cia de ambas con la vocación de los reli-
Maritain sobre la contemplación en varias giosos que lo habían acogido» –el subra-
de sus obras –De la vie d’oraison (1922), yado es nuestro– (L. GARDET, Temoignage,
Les degrés du savoir (1932), Action et «Cahiers Jacques Maritain» 10, 1984,31).
contemplation, en Questions de cons- Ver también la carta que el P. Voillaume
cience (1938)–, es preciso destacar lo que escribió desde Kolbsheim tras la muerte
escribió sobre «la contemplación por los de Maritain: L/IV (En souvenir de Jacques
caminos» en Le paysan de la Garonne Maritain), 162-165].
(1966) y, antes, con Raïssa, en Liturgie et Resumiendo, consideramos que sería
contemplation (1959) (cf. J. MARITAIN, Le superficial reducir a una sola causa lo que
paysan de la Garonne, París 1966, 283- en la acción providente de Dios –según lo
370; J. Y R. MARITAIN, Liturgie et contem- que antes hemos podido ver– tuvo un cur-
plation, Brujas 1959, 76-78). El mismo so manifiestamente más complejo. No
Voillaume, tras la lectura de éste último, podríamos prescindir, por ejemplo, en este
escribe así a los hermanitos: análisis, del contexto histórico-pastoral de
«Confieso que no pude dejar de escribir- la Iglesia en Francia durante aquellos años:
le, en nombre de todos nosotros, a Jacques la preocupación misionera por evangelizar
Maritain, para comunicarle mi alegría y dar- el mundo obrero como tema dominante.
le las gracias porque supo expresar con tanta Eran los años de Francia, país de misión,
exactitud lo esencial de la vocación de los según el título del célebre libro del ABBÉ
Hermanitos en el capítulo La contemplación GODIN. Todo esto no puede haber sido aje-
por los caminos. Es exactamente eso» (L/III, no a la transformación que por entonces
20-21).
sufría la Fraternidad. Pero no queríamos
Por último, es importante recordar que dejar inadvertido el peculiar papel que tocó
José María Recondo 19

a los Maritain, fundamentalmente a través ticularmente fecundo para la Fraternidad.


de Fr. André, en esta nueva dimensión que En tanto se iba consolidando y confirman-
se abría para la vida contemplativa de las do en su nueva orientación, la abundancia
Fraternidades. de vocaciones y la consecuente multipli-
Finalmente, cabe señalar que a comien- cación y dispersión de las fraternidades
zos de 1947 aparecerá el primer libro del caracterizarán los años siguientes.
padre Voillaume: Les Fraternités du Père El conocimiento de algunas cifras puede
de Foucauld. Mission et esprit. Sintetiza- ser significativo en este sentido: A fines de
ba allí el estudio que realizó, entre 1944 y 1946, doce hermanitos habían hecho la
1945, en torno a la misión del P. de profesión perpetua, otros tantos entraron
Foucauld y sus Fraternidades. Esta obra al noviciado, y cinco pronunciaban sus pri-
refleja, por otra parte, la concepción que meros votos. A comienzos de 1951, el nú-
en el momento de su publicación tenía mero de profesos se había triplicado y es-
Voillaume, sobre la vocación de los Her- taban distribuidos en dieciséis fraternida-
manitos. des.
Es durante esos mismos años cuando el
La hora de la expansión P. Voillaume escribirá las cartas y confe-
El amor y la imitación de Jesús de rencias que en 1949 serán policopiadas y
Nazaret inspiraron y animaron siempre el al año siguiente publicadas bajo el título
andar del padre de Foucauld en la realiza- En el corazón de las masas. En estos es-
ción de su vocación. Fue esto lo que lo critos del prior de los Hermanitos de Je-
condujo a la Trapa, y esto mismo lo que sús, se hallará la base de la espiritualidad
lo hizo salir de ella para avanzar solo, por futura de las Fraternidades. El libro cono-
caminos singulares, no por deseo de sin- cerá más de una docena de traducciones y
gularidad sino por fidelidad a un llamado numerosas reediciones, manifestando así
que, de hecho, le obligaría a innovar. Guar- que su interés superaba ampliamente los
dando todas las proporciones, ocurrirá otro límites de las Fraternidades.
tanto con la Fraternidad cuando, después Por aquella misma época aparecen las
de haber hecho de un modo monástico nuevas Constituciones de los Hermanitos
sus primeros pasos en la vida de Nazaret, de Jesús (1951), donde se expresa en su
comenzará la fundación de fraternidades nueva fisonomía la identidad de las Fra-
con un cuadro de vida diverso al que has- ternidades:
ta entonces le había sido característico.
«Los Hermanitos de Jesús imitan, ante
En mayo de 1946 se funda en Aix-en- todo, la vida laboriosa de Jesús obrero en
Provence la primera fraternidad obrera. Nazaret, llevando a cabo en la pobreza una
Voillaume formará parte del grupo, traba- vida de trabajo, en contacto íntimo con los
jando de pintor, y si bien las responsabili- hombres, mezclados con ellos como la le-
dades del priorato no le permitirán perma- vadura en la masa, a fin de contribuir por el
necer demasiado tiempo en ello, deseaba testimonio de sus vidas más que por sus pa-
participar personalmente en la nueva ex- labras, a hacer conocer y amar a Jesús, Hijo
periencia que comenzaban a vivir los her- de Dios, y a establecer entre los hombres,
por encima de todas las divisiones de clases,
manitos. razas y naciones, la unidad fraternal del amor
A partir de aquí se abre un período par- del Salvador» (art. 3).
20 El camino de la oración, en René Voillaume

La década del 50 confirmará el creci- des, lo que Voillaume expusiera en En el


miento y el afianzamiento de la Fraterni- corazón de las masas. De aquí que cons-
dad. Merced a la afluencia de vocaciones, tituyan la expresión medular de su pensa-
el número de fraternidades prácticamente miento en estos años.
se triplicará durante este período: en mayo Surgirán también, en aquel tiempo, la
de 1959 ya serán cincuenta. Igualmente Fraternidad «Jesus-Caritas» (Instituto Se-
significativo resulta el hecho de su implan- cular Femenino) y la Fraternidad Sacer-
tación en medios muy variados, no obs- dotal «Jesus-Caritas», desarrollándose,
tante verificarse siempre elementos comu- asimismo, la Fraternidad Secular Char-
nes en aquellos entre los cuales fundaban, les de Foucauld. La palabra del P.
tanto en el plano religioso –la ignorancia Voillaume será requerida por unos y otros,
de Cristo o el alejamiento de la Iglesia–, así como por las Hermanitas de Jesús. Esto
como en el sociológico –«aquellos que no hizo que la transmisión del mensaje del
tienen nombre ni influencia en el mundo»– Padre de Foucauld por parte de René
. Este rasgo de universalidad, en el que el Voillaume, fuera trascendiendo progresiva-
P. Voillaume insistirá por influencia de Soeur mente las fronteras de su Congregación.
Magdeleine, habrá de caracterizar, desde
Por otra parte, en 1956, permaneciendo
entonces, la vida misma de la Fraternidad
Voillaume como prior de los Hermanitos
(cf. HIST, 9, 287-292)*.
de Jesús, fundará los Hermanitos del Evan-
*[Algo más adelante Voillaume afirma: gelio. Estos, en el mismo espíritu de con-
«Yo razonaba, era sensible a las objecio- templación, pobreza y humilde caridad
nes y más previsor, mientras que ella veía fraterna propio de Ch. de Foucauld, ten-
a lo lejos, e iba hacia adelante» (p.293)].
drán por misión la evangelización de los
Ante este hecho de la multiplicación de ambientes pobres y más alejados de Dios,
las fraternidades, y, sea para visitarlas o a través de un apostolado directo.
para preparar nuevas fundaciones, el pa-
La inserción y presencia de los Herma-
dre Voillaume se verá obligado a viajar
nitos y Hermanitas de Jesús en lugares di-
constantemente y por todos los continen-
tes, utilizando con frecuencia la vía epis- versos, fue generando, con el paso del tiem-
po, la necesidad de ofrecer una evangeli-
tolar para seguir en contacto con los her-
zación directa y explícita. Como comple-
manitos. Como fruto de este período apa-
mento y continuación de los Hermanitos
recerán sus Cartas a las Fraternidades.
de Jesús, surgían, pues, los del Evangelio.
El primer volumen –Testigos silenciosos
Razones análogas llevarán a Voillau-me a
de la amistad divina– recogerá escritos
dados a luz entre 1954 y 1959. El segun- fundar, en 1963, las Hermanitas del Evan-
gelio.
do –A causa de Jesús y del Evangelio–,
abarca otros, surgidos entre 1949 y 1960. En 1965 el padre Voillaume dimitirá como
El tercero –Por los caminos del mundo–, prior de los Hermanitos de Jesús –cargo
recopila cartas escritas entre 1959 y 1964. que ejercía desde la fundación, en 1933–,
Si bien durante estos años serán publica- para poder dedicarse con mayor libertad a
dos numerosos artículos suyos en medios las Congregaciones más jóvenes. Será ele-
diversos, lo contenido en estas cartas vie- gido René Page para sucederlo (1966),
ne a continuar y a completar, desde el con- quien, reelegido en 1972, será prior de la
tacto con la experiencia de las fraternida- Fraternidad hasta 1978. Lo seguirán Michel
José María Recondo 21

Sainte-Beuve (1978-1990), Carlo Fries


(1990-1996), y el actual prior, Marc Hayet.
La Fraternidad de los Hermanitos de Je-
sús fue elevada, en 1968, a Congregación
de derecho pontificio. En 1983, cincuenta Capítulo II
años después de su fundación en El-
Abiodh, contaba con 253 profesos –de los
cuales, algo más de un cuarto son sacer-
dotes–, distribuidos en más de 90 fraterni-
La enseñanza sobre la oración
dades establecidas en 45 países. en René Voillaume,
Los Hermanitos del Evangelio, en 1979,
y sus destinatarios
contaban con 90 religiosos, en tanto las
Hermanitas del Evangelio eran, en 1980,
60 religiosas distribuidas en 17 fraternida-
des. Cuando en la Navidad de 1965 el P.
Voillaume escribía su dimisión como prior
Conclusión de los Hermanitos de Jesús, comenzaba a
Este recorrido a través de la vida del pa- cristalizarse una nueva etapa dentro de su
dre Voillaume, en el que hemos podido vida personal, que habría de afectar, asi-
también apreciar la progresiva constitución mismo, el curso de su reflexión y de sus
de la actual fisonomía de las Fraternida- escritos*.
des, nos permitirá, en adelante, adentrarnos *[Algo de esto expresaba el mismo
con mayor rigor en su pensamiento. Con- Voillaume cuando, una vez dejado el prio-
sideramos que sin el presente estudio his- rato, escribía, tras una semana de retiro,
tórico, hubiéramos carecido del marco desde Beni-Abbés, a las Fraternidades:
existencial en referencia al cual la reflexión «Este retiro ha sido como un alto en el
del padre Voillaume en torno a la oración camino, largo tiempo deseado, entre dos
períodos de mi vida: el primero, que con-
fue dándose y formulándose. En el caso cluyó en agosto pasado en el capítulo ge-
de un espiritual, en quien su enseñanza se neral de los Hermanitos de Jesús, y duran-
caracteriza por partir no sólo de los datos te el cual, a lo largo de treinta años, no he
objetivos de la fe sino también de su expe- cesado de llevar la responsabilidad de la
riencia cristiana personal –en tanto fuente fundación, y el segundo, que se inicia aho-
genuina de la teología espiritual–, esto pa- ra con la aceptación del gobierno de las
rece particularmente necesario. Fraternidades del Evangelio» (L/IV, 30)].
Esto, sin embargo, no era sino la des-
embocadura de un proceso que había co-
menzado varios años antes.

La apertura
a múltiples requerimientos
A partir de los años 50, una multiforme
actividad comienza a tener lugar en la vida
22 El camino de la oración, en René Voillaume

del P. Voillaume. En ello tuvo mucho que seguía siendo fundador y padre, quería,
ver la resonancia que por entonces tenía, sin embargo, dedicarse, con mayor solici-
entre laicos y sacerdotes, el mensaje espi- tud, a las más recientes fundaciones de los
ritual del Padre de Foucauld. Hermanitos y Hermanitas del Evangelio*.
Voillaume es solicitado por entonces para *[Recordemos, por lo demás, que
predicar diversos retiros, de los que sal- Voillaume nunca dejó de ser Hermanito de
drán los gérmenes de la «Unión Sacerdo- Jesús. Necesitó de un indulto personal de
tal» y de la Fraternidad Secular Charles de Pablo VI para poder asumir el gobierno de
Foucauld. El Instituto Secular femenino las Fraternidades del Evangelio, sin dejar
de ser Hermanito de Jesús].
«Jesus-Caritas» comenzaba, por su parte,
a prepararse. Al asesoramiento espiritual
que Voillaume hacía de estos grupos, hay La verificación
que sumar, en 1956, la fundación de los de una nueva etapa
Hermanitos del Evangelio, mientras pro- No obstante su deseo de seguir partici-
yectaba, a su vez, con el P. Lebret, la crea- pando de cerca de la vida de los Hermani-
ción de la F.A.M.E.I. (Fraternité d’Amitié tos de Jesús, vemos, sin embargo, que,
et d’Entraide Internationale) (cf. HIST, 10, con el andar del tiempo, el distanciamien-
95-101). to de Voillaume respecto de la Fraternidad
El mismo Voillaume, recordando la mul- –que había comenzado a verificarse aun
tiplicación de responsabilidades y de que- antes de que dejase el priorato–, no haría
haceres que caracterizó su vida en aque- sino acentuarse. Varios elementos ayudan
llos años, confiesa: «En lo que concernía a poner en evidencia este hecho, sobre el
a mi vida personal en este período, estoy cual Voillaume no hace, sin embargo, en
realmente sorprendido, al releer mis dia- sus escritos, una referencia explícita:
rios, del número de reuniones y retiros de a) No parece casual que en El-Abiodh-
los que participaba, y que se seguían, por Sidi-Cheikh, su estudio histórico sobre los
así decirlo, sin interrupción, en el intervalo Hermanitos de Jesús, Voillaume relate de-
de mis viajes» (HIST, 10, 100). tallada y minuciosamente la vida de la Con-
Si añadimos, a todo esto, la fundación gregación hasta los años 50 –habiendo de-
de las Hermanitas del Evangelio en 1963, dicado para ello nueve de los diez libros
podemos comprender que, inevitablemen- que forman esta obra–, para luego, cam-
te, las tensiones aparejadas por esta situa- biando totalmente la metodología, hacer
ción, le harían cada vez más difícil llevar una exposición más genérica e imprecisa
adelante el priorato de los Hermanitos de del período siguiente.
Jesús. De este modo, y considerando que Es de notar, en este sentido, que para el
la Congregación había alcanzado ya la su- primer período contara con abundante
ficiente consolidación y madurez, a fines documentación, que confrontaba constan-
de 1965, Voillaume presenta, de manera temente con sus diarios, cartas y diferen-
indeclinable, su renuncia como prior (cf. tes escritos de la época, mientras que a
Id., Lettre aux Petits Frères de Jésus. Noël partir de los años 60, predomina amplia-
1965, «Jesus-Caritas» n. 142, 1966, 101- mente el recurso a lo expuesto y discutido
108). Si bien esta decisión no lo en los Capítulos Generales de la Congre-
desvinculaba de sus Hermanitos, de los que gación. El mismo Voillaume reconoce, por
José María Recondo 23

lo demás, que esta última parte de la obra tos:


está menos lograda, y que generó algunas
contestaciones dentro de la Fraternidad (cf. 1º) Porque lo que él delineó en los años
J. M. RECONDO, La oración en René 50 y 60 con respecto a la vida espiritual de
Voillaume, Burgos 1989, 302). las Fraternidades –particularmente en En
el corazón de las masas y en sus Cartas a
b) Es notable cómo, al referirse Voillau- las Fraternidades–, ya no tendría, en lo
me, en El-Abiodh-Sidi-Cheikh, a «las sucesivo, la debida continuación, confor-
grandes fechas de la historia de la Frater- me a la evolución que había seguido pos-
nidad», dedica varias páginas a la década teriormente la vida de los Hermanitos. El
del 50, en las que él aparece, además, cons- no haber participado Voillaume sino indi-
tantemente como protagonista. Mientras rectamente en esta etapa de la vida de la
que los hechos más relevantes que tuvie- Congregación, estuvo –creemos– en el ori-
ron lugar del 60 al 80, aparecen mencio- gen de esta carencia.
nados en menos de una página, no figu-
rando casi ninguna alusión a su persona 2º) Decíamos, más arriba, que la irra-
(cf. HIST, 10, 4-10). diación del mensaje del Padre de Foucauld
y de la experiencia espiritual de las Frater-
c) Recorriendo rápidamente su bibliogra-
nidades alcanzó a laicos y sacerdotes, para
fía, se percibe que ha habido un desplaza-
los cuales Voillaume también habló, ya
miento durante los años 60 y 70: Si hasta
desde la década del 50. Pero hemos de
entonces sus escritos se dirigían fundamen-
notar que a partir de los años 60, la pala-
talmente a las Fraternidades –o a los di-
bra de Voillaume interesa auditorios que
versos grupos de la familia espiritual del P.
trascienden a menudo la familia espiritual
de Foucauld–, se advierte, en adelante, una
del P. de Foucauld.
creciente heterogeneidad en su auditorio.
Se observa, asimismo, que sus escritos Recuerda Voillaume, por lo demás, lo
concernientes a la vida de los Hermanitos que Soeur Magdeleine –fundadora de las
de Jesús son ya menos frecuentes. Y cuan- Hermanitas de Jesús– le decía, en este sen-
do –como en el caso de sus retiros anuales tido: «Yo creo que [la] aportación princi-
a las Hermanitas de Jesús en Tre Fontane pal [de Soeur Magdeleine] fue el obligar-
(Roma)– retoma este discurso, podemos me a ver más allá de la Fraternidad de los
verificar que poco hay que no estuviera Hermanitos. Ella me asegurará en repeti-
ya contenido, de alguna manera, en lo di- das ocasiones [...], y cuando las fraterni-
cho por él en los años 50 y 60. dades obreras no existían aún, que mi mi-
sión se extendería a las Hermanitas, a los
Los dos órdenes de destinatarios sacerdotes y a los laicos, a través del mun-
de las enseñanzas sobre la oración do» (HIST, 9, 296).
de René Voillaume Todo esto nos permite distinguir, a gran-
Si hemos puesto de relieve el distancia- des rasgos, dos tipos de auditorios a los
miento progresivo del P. Voillaume en re- que Voillaume habría de dirigirse, a lo lar-
lación a la evolución de la vida de los Her- go del tiempo, para hablar de la oración:
manitos de Jesús, es porque consideramos –Por una parte, está su enseñanza en
que este hecho no ha dejado de tener con- torno a la vida contemplativa de las Fra-
secuencias sobre su reflexión y sus escri-
24 El camino de la oración, en René Voillaume

ternidades, concentrada, particularmente,


en sus escritos a los Hermanitos de Jesús,
de los años 50 y 60.
– Por otra parte, tenemos sus escritos y
conferencias relativos a la dimensión
contemplativa de la vida cristiana. Aquí
es necesario integrar todo lo que Voillaume
formuló para los laicos, sacerdotes y reli- Capítulo III
giosos diversos, en torno a la oración, con
buena parte de las enseñanzas que, al res-
pecto, fueron dichas por él a los Hermani- La vida contemplativa
tos o Hermanitas, y que pueden, sin em- de las Fraternidades
bargo, extenderse a todo bautizado, al no
estar sujetas necesariamente a la vocación
específica de las Fraternidades.

Conclusión Si bien Charles de Foucauld fue el prin-


cipal inspirador de la vida religiosa de las
Inevitablemente, los esquemas pecan Fraternidades, no habría de dejar una doc-
siempre de cierta arbitrariedad. Frente a la trina espiritual sistemáticamente formula-
desnuda claridad que los caracteriza, la rea- da, ya que la mayoría de sus escritos los
lidad acostumbra a ser más rica, compleja componían anotaciones personales que no
e inasible. Con todo, no podemos sino re- estaban destinadas a la publicación.
conocer la necesidad que de ellos tene-
mos, en orden a alcanzar una mejor com- Quien habrá de elaborar y exponer las
prensión de la realidad en su conjunto. principales líneas que configuran la espiri-
tualidad de las Fraternidades será, pues,
Por eso, en el tercero y cuarto capítulos René Voillaume. Esto explica la importan-
habremos de sistematizar, respectivamen- cia que tendrán sus escritos para la vida de
te, lo enseñado por Voillaume sobre la ora- los Hermanitos de Jesús y también, a su
ción a las Fraternidades, y a quienes, por manera, para las Hermanitas de Jesús.
el solo hecho de ser bautizados, están lla-
mados a desarrollar la dimensión contem- Según hemos visto ya, después de una
plativa de su vida cristiana. primera etapa en la que los Hermanitos
fueron precisando su identidad propia,
Voillaume se hará vocero de esta experien-
cia, buscando una conceptualización más
precisa para el ideal definitivo de las Fra-
ternidades. Esto tendrá lugar durante los
años 50 y 60 en los escritos contenidos en
En el corazón de las masas y en sus Car-
tas a las Fraternidades, así como en la
Regla de vida de los Hermanitos de Je-
sús, redactada por Voillaume en 1950, y
reformulada en 1962. Será, pues, princi-
palmente en estas fuentes, donde encon-
José María Recondo 25

traremos expresado su pensamiento sobre


la vida contemplativa de las Fraternidades.
La vida contemplativa
Consideramos conveniente partir de un
perfil sintético, para proceder luego de Por vida contemplativa no hemos de
manera analítica. Para ello nos serviremos entender aquí la vida personal de un cris-
del texto por el cual la Iglesia elevaba la tiano cuya oración es contemplativa –o tien-
Fraternidad, en 1968, a Congregación de de a ello–, sino la vida que lleva a cabo
derecho pontificio. Desde este marco, ve- una familia religiosa que la Iglesia ha reco-
remos cómo fundamenta y explicita nocido como «ordenada a la contempla-
Voillaume, particularmente en los escritos ción» en el seno del Pueblo de Dios (cf.
mencionados, los elementos que confor- «Perfectæ Caritatis», 7). Es en este senti-
man la vida contemplativa de las Fraterni- do como Santo Tomás de Aquino afirma
dades. que «son llamados contemplativos, no
aquellos que contemplan, sino aquellos que
El texto del decreto de la Sagrada Con- consagran toda su vida a la contemplación»
gregación para los Religiosos e Institutos (2-2. q. 81, a. 1, ad 5).
Seculares (Roma, 13-6-68), decía así:
«El fin de este Instituto, a ejemplo de —La contemplación
Nazaret humilde y escondido, consiste prin- La vida contemplativa no se entiende,
cipalmente y se consuma en una peculiar vida sin embargo, sino por referencia a la con-
contemplativa, en la adoración de Cristo en templación, a la cual se ordena. Hay que
el sacramento de la Eucaristía, en el ejerci-
cio de la pobreza evangélica, en el trabajo partir entonces precisando lo que enten-
manual y en la real participación de la condi- demos por ella. Voillaume la define como
ción social de aquellos que se encuentran «un conocimiento experimental y sobre-
despojados de todo.» natural de Dios, percibido por connatura-
lidad de amor, bajo el influjo de los dones
del Espíritu Santo» (AUC, 178).
La contemplación sobrenatural, en sí
1. «Una vida misma, está fuera del alcance directo del
contemplativa peculiar» alma, y responde a una gracia que sólo
«El Padre de Foucauld se consideró siem- Dios puede otorgar. Pero existe, no obs-
pre como un monje y un contemplativo. Los tante, todo un conjunto de actos de que
Hermanitos de Jesús también son contem- somos capaces, que nos preparan y enca-
plativos, pero no como los otros» (AUC, 177). minan hacia ella, en cuanto que, normal-
Para entender esta afirmación, con la mente, son necesarios para llegar a la con-
que René Voillaume comienza su carta templación. Y si bien la donación de esta
sobre la vida contemplativa de las Frater- gracia jamás estará exigida por la prepara-
nidades, será preciso mostrar aquello en lo ción, ella suele ser, sin embargo, su pro-
cual los Hermanitos se distinguen de la vida longación, y la continuación normal, aun-
contemplativa tradicional; pero antes, aque- que misteriosamente gratuita, de nuestro
llo en lo que conservan una fundamental encaminamiento hacia Dios. Lo cierto es
continuidad respecto de ella. que, con frecuencia, muchas almas que-
dan privadas de la gracia de la contempla-
ción, al carecer de la debida preparación
26 El camino de la oración, en René Voillaume

para acoger este don. Afirmado lo cual, plica que la donación de esta gracia esté
Voillaume concluye que la contemplación abierta a cristianos de toda condición y es-
supondrá, por ello, habitualmente, una pre- tado: Precisamente porque la preparación
paración, la cual posee sus exigencias pro- que el hombre puede ofrecer está más vin-
pias (cf. ibid.). culada a la disposición interior del alma,
que a las condiciones exteriores de vida.
—Contemplación y «vida contemplativa» No obstante lo cual, sigue siendo cierto
Al analizar estas exigencias, Voillaume que hay todo un conjunto de medios exte-
considera importante distinguir entre aque- riores particularmente aptos para preparar
llas que pertenecen a la preparación mis- a las almas a la contemplación. Estos, en
ma del alma, y aquellas que tocan a las el cristianismo, han alcanzado históricamen-
condiciones exteriores de vida. te su más alta expresión en las Ordenes
En el primer caso, Voillaume sitúa la dis- reconocidas por la Iglesia como
posición última del alma para recibir la gra- contemplativas. Su experiencia secular en
cia de la contemplación, en la muerte a esta materia hace que estas prácticas pue-
todo lo que no es Dios. Lo cual supone dan ser consideradas como privilegiadas.
un desasimiento profundo de todo lo crea- Entre ellas, Voillaume destaca especialmen-
do y, particularmente, de sí mismo. No te la clausura y el silencio.
significa esto que tal muerte esté totalmente Reconoce Voillaume que las observan-
en nuestro poder, porque las mismas gra- cias monásticas de la clausura y el silencio
cias de contemplación habrán de consu- exterior crean unas condiciones de vida
marla en nosotros, al hacer penetrar el fue- particularmente favorables para la realiza-
go acrisolador del amor en aquellas pro- ción de esa muerte a todo lo creado que
fundidades del alma en las que nada pode- hace posible la perfecta unión con Dios.
mos por nosotros mismos. Con todo, ese Pero no ha de pensarse, añadirá, que el
desasimiento radical, aun cuando no po- solo hecho de abrazar exteriormente un
damos realizarlo actualmente sino de un tal género de vida, dispone el alma de un
modo imperfecto, ha de ser, al menos, modo inmediato a la contemplación*.
intencionalmente querido y deseado, a la *[Es aquí, por otra parte –agrega Voillau-
espera de que sea consumado por la ac- me–, donde se separa la concepción
ción de Dios en nuestras almas (cf. AUC, monástica cristiana de la mayor parte de
179-180). los ensayos realizados fuera de la Iglesia
en orden a alcanzar la comunión con la di-
Por otra parte, esta muerte por la que el vinidad (cf. AUC, 183). En esto parece ha-
alma va alcanzando la debida disposición, cerse eco de lo que afirmara en su momen-
no ha de entenderse en un sentido sólo ni to MARITAIN: «La contemplación cristiana
primariamente negativo. El movimiento de responde, ante todo, a ese espíritu que so-
desprendimiento viene como fruto de nues- pla donde quiere, y hace oír su voz sin que
tra adhesión a Dios por el amor. Es, pues, nadie sepa de dónde viene ni adónde va (Jn
«en el orden de la caridad donde se sitúa 3, 8)... Esto implica que la contemplación
la predisposición esencial a la gracia de la cristiana es todo lo contrario de un asunto
contemplación» (AUC, 180). de técnica... La espiritualidad natural, como
la de la India, por ejemplo, tiene técnicas
El hecho de que la disposición última bien determinadas. «Este aparato de técni-
del alma se sitúe en el plano del amor ex- cas es lo primero que impresiona a quien
José María Recondo 27

comienza a estudiar la mística comparada. Para entender mejor esto, parece opor-
Pues bien, una de las diferencias más ob- tuno recordar aquello que se considera
vias entre la mística cristiana y las otras imprescindible para la realización de la vida
místicas es su libertad en lo que respecta a contemplativa, cualquiera sea su forma. El
la técnica y a todas las recetas y fórmu- P. Voillaume dirá que ella implica, necesa-
las... » (J. Y R. MARITAIN, Liturgie et
contemplation, Brujas 1959, 64-65)]. riamente, un doble elemento:
«La Iglesia confiere al religioso contem-
La clausura y el silencio no son para el plativo una misión en el Cuerpo místico de
monje cristiano sino instrumentos al servi- Cristo, misión invisible pero que se expresa
cio del amor, y conservan toda su eficacia concretamente por una separación visible
sólo en la medida en que conducen al de- de las otras actividades humanas» (AUC,
sarrollo de la caridad. Pues es precisamente 188).
por relación a la caridad, por lo que pue-
den disponer a la contemplación. Así se La vida contemplativa
explica que, de hecho, estas prácticas pue- propia de las Fraternidades
dan ser ineficaces: sea por falta de genero- Para mostrar el carácter contemplativo
sidad en el sujeto, sea porque resultan in- de la vida de las Fraternidades habrá, pues,
adecuadas para un determinado tipo de que precisar cuál es la misión espiritual que
temperamento*. los Hermanitos de Jesús reciben de la Igle-
*[Cuando falta la generosidad, las obser- sia, y cuál la forma concreta de separación
vancias, que debían favorecer el desapego por la que aquélla adquiere una expresión
del corazón para su dilatación en el amor, visible. Comenzaremos, pues, por esto úl-
pueden pasar a ser refugio de una actitud timo.
mezquina para con Dios y para con el pró-
jimo (cf. AUC, 183-186)]. —Separación y presencia
Esto nos lleva, según Voillaume, a la ne- Ni el Padre de Foucauld ni los Hermani-
cesidad de distinguir las disposiciones in- tos de Jesús dudaron nunca del sentido
teriores que estas prácticas están destina- contemplativo de su vocación. Ello impli-
das a producir en el alma, de las prácticas caba, por tanto, una separación. Sólo que
u observancias consideradas en sí mismas. ésta no habría de consistir en la tradicional
Y a preguntarnos en qué medida las ob- clausura material, sino en la renuncia a todo
servancias de la clausura y el silencio, tal un conjunto de actividades, entre las que
como son practicadas en las órdenes se contaban, tanto el ministerio de la pre-
contemplativas tradicionales, tienen un dicación, como cualquier obra de aposto-
valor absoluto como medio, en orden a la lado explícito o de caridad organizada. La
vida contemplativa. separación tendrá lugar, entonces, en el
Por aquí arribamos entonces a la posibi- orden de las actividades, pero no en el de
lidad –y a la validez– de esa vida la presencia en medio de los hombres.
contemplativa peculiar que representan en «El aspecto propio de la vocación
la Iglesia las Fraternidades. Lo cual supu- contemplativa del Padre de Foucauld que lo
so cierta continuidad y, a la vez, cierta rup- distingue radicalmente de las otras órdenes
tura respecto de la experiencia monástica contemplativas es que ella debe ser vivida en
precedente. contacto con los hombres, en medio de
ellos» (AUC, 190).
28 El camino de la oración, en René Voillaume

El deseo ardiente de imitar a Jesús de por el contrario, un alimento para su con-


Nazaret, lleva al Padre de Foucauld a bus- templación. El noviciado y los años de for-
car configurarse a él, tanto interiormente, mación y de estudio que le siguen están,
en la actitud de una vida vuelta hacia el pues, consagrados a educar en este senti-
seno del Padre (cf. Jn 1,18), como exte- do la vida interior del religioso: este tiem-
po estará sobre todo reservado a la forma-
riormente, abrazando «la existencia humil- ción de una sólida vida de oración
de y oscura del Dios obrero de Nazaret» eucarística» (Ib., 124)].
(CH. DE FOUCAULD, Oeuvres Spirituelles,
32). Esta peculiaridad de la vida de las Fra-
ternidades no deja de desconcertar, sin
Es el misterio de Nazaret el que puede embargo, a muchos que miran su voca-
entonces determinar esta forma original de ción desde fuera. Así lo comprueba René
vida religiosa, que dispone al servicio con- Page, sucesor de Voillaume como prior de
templativo de Dios, en medio de una pre- las Fraternidades: «Bien puede reprochár-
sencia efectiva entre los hombres. Allí se senos haber buscado la dificultad y haber
resuelve esa aparente contradicción entre querido realizar la cuadratura del círculo,
la separación y la presencia que, respecto hablando de vida contemplativa en medio
de los hombres, exige esta vocación. Será, del ruido, sin clausura ni silencio, y que-
pues, en el corazón de las masas donde riendo incluso encontrar un lugar propio,
se realice este apartamiento. Porque es allí distinto de las tareas pastorales y las res-
donde los Hermanitos están llamados a vi- ponsabilidades temporales» (R. PAGE,
vir esa «prioridad totalitaria» (AUC, 190), Petits Frères de Jésus dans le monde
esa «preocupación primordial» por la bús- d’aujourd’hui, «Les Petits Frères de Jé-
queda de Dios, que es propia de toda vo- sus» 13, 1972, nn. 51-52,10).
cación contemplativa*.
Así, habrá para quien será oscuro el sen-
*[La vocación a la vida contemplativa se tido de la presencia del Hermanito en me-
expresa en una preocupación primordial dio de los hombres, y la posibilidad de una
por la búsqueda de Dios, la cual, si bien es vida contemplativa en esas condiciones.
común a toda vida religiosa, aquí adquiere
una radicalidad e inmediatez tales, que de-
Para otros, en cambio, será difícil de com-
terminará la orientación de todo lo demás prender su separación: por qué, si están en
«como un fuerte viento dominante que in- el mundo, no dicen ni hacen todo lo que
clina en su sentido toda la vegetación de apostólicamente podrían.
un paisaje» (P.-R. REGAMEY, L’exigence de A esto habría que añadir que, para los
Dieu, París 1969, 114)]. mismos Hermanitos esta forma peculiar de
Vemos entonces que no es a pesar de, separación se hará a veces problemática:
sino en esa situación, en el corazón de las «La tentación de realizarse a sí mismo den-
masas, donde los Hermanitos habrán de tro de una acción exterior inmediata o uti-
llevar a cabo su vida contemplativa (cf. FPF, lizando medios activamente eficaces, se
124-126)*. hará algunos días más apremiante. Renun-
*[Advierte, con todo, Voillaume, que ciar a ella es lo que constituye nuestra clau-
«sólo un alma que presente un mínimo de sura, nuestro desposeimiento más profun-
formación interior en el camino de la unión do» (L/I, 293).
con Dios podrá encontrar, en los contac- Será preciso, pues, entender adecuada-
tos con los hombres, no un obstáculo sino, mente el sentido de esta separación:
José María Recondo 29

«Este rechazo [del Padre de Foucauld] no bién esta vocación totalmente excepcional,
es timidez espiritual ni temor a las respon- esta vocación de la presencia, el apostolado
sabilidades, ni existe tampoco únicamente en de la presencia, para dar testimonio de la ver-
orden a conservar la vida de intimidad con dad, de la realidad de Dios, de Dios que no
Dios. No se presenta tampoco como un em- puede ser expresado con ninguna palabra hu-
pobrecimiento de su personalidad espiritual mana. Hay una sola Palabra, el Verbo, el Hijo,
ni como una disminución de la acción real y que es siempre para nuestras palabras huma-
profunda sobre el mundo de las almas. Lejos nas una realidad absolutamente trascenden-
de ello, la separación establece al Padre de te. Es entonces un buen camino el expresarlo
Foucauld y, tras él, a sus Hermanitos, en un sin palabras, el expresarlo callando, en silen-
verdadero estado de vida contemplativa, del cio, contemplando, adorando, amando.
cual ella es signo, la expresión directa, al «Yo quiero con estas palabras confir-
mismo tiempo que condición evidente de su
realización» (AUC, 190).
mar, como lo ha querido vuestra superio-
ra, confirmar vuestra vocación en la Igle-
—La misión de las Fraternidades sia, y deciros que es una vocación auténti-
ca, actual, necesaria» (JUAN PABLO II, Alo-
La separación, como elemento constitu- cución a las Hermanitas de Jesús; Tre
tivo de la vida contemplativa no es, en úl- Fontane, 22-12-85, «Nouvelles des Fra-
tima instancia, sino el revés de una mi- ternités» 12, 1986,7)*.
sión. Esta, en el caso de las Fraternidades,
está compuesta por un doble elemento: Los *[ Parece legítimo preguntarse si no es-
tarían en el pensamiento de JUAN PABLO II
Hermanitos de Jesús «deben dar testimo- estas reflexiones, cuando escribía, muy
nio, gritar el Evangelio con su vida, y poco tiempo después (16-3-86), su Car-
realizar en plenitud la contemplación del ta a los sacerdotes, del Jueves Santo de
misterio del Sagrado Corazón de Jesús» 1986. En ella decía: «Si bien el objetivo
(AUC, 191). es ciertamente agrupar al Pueblo de Dios
en torno al misterio eucarístico con la ca-
–El apostolado silencioso tequesis y la penitencia, son también ne-
cesarias otras actividades apostólicas, se-
Cuando a fines de 1985, el Papa Juan gún las circunstancias: a veces, durante
Pablo II visitaba la Fraternidad General de años, hay una simple presencia, con un tes-
las Hermanitas de Jesús en Tre Fonta-ne, timonio silencioso de la fe en ambientes
Roma, se refirió a este peculiar aspecto de no cristianos; o bien una cercanía a las per-
la vocación de las Fraternidades, que con- sonas, a las familias y sus preocupaciones;
siste en estar presentes en medio de los tiene lugar un primer anuncio que trata de
hombres como «testigos silenciosos de la despertar a la fe a los incrédulos y tibios;
amistad divina» –así titula Voillaume una se da un testimonio de caridad y de justi-
de sus cartas al respecto– (cf. L/I, 335-346): cia compartida con los seglares cristianos,
que hace más creíble la fe y la pone en prác-
«Yo he pensado muchas veces sobre este tica» («Ecclesia» 46 (1986) 432)].
problema de vuestra identidad, de vuestro
apostolado. Muchas veces me preguntaba, En la línea de lo expresado por el Papa,
incluso, ¿por qué siempre callan?, ¿por qué Voillaume había afirmado en 1962 que el
no hablan? Pero yo comprendo cada vez más apostolado que los cristianos realizan me-
que es algo acertado, que hace falta –en esta diante la predicación de la palabra y el mi-
gran riqueza, en esta gran diversidad de vo- nisterio de los sacramentos, no agota to-
caciones que hay en la Iglesia– tener tam-
30 El camino de la oración, en René Voillaume

dos los medios que Jesús posee en su Igle- los Hermanitos parecen haber sido llama-
sia para manifestarse. Porque hay verda- dos a manifestar, por su manera de amar,
des divinas, en particular ciertos aspectos ese respeto misterioso por la libertad de la
del amor misericordioso con que Dios ro- inteligencia y del corazón que hallamos en
dea al hombre pecador, que no pueden Dios: esa paciencia incansable de la mise-
expresarse plenamente mediante palabras, ricordia divina, que está humildemente sen-
sino sólo a través de una cierta manera tada a la puerta del pecador o del incrédu-
de vivir. Jesús mismo, Palabra de Dios lo, y allí espera. Y «manifestar a alguien
encarnada, no se contentó con instruirnos una amistad enteramente desinteresada,
con enseñanzas orales. El juzgó necesario amándole por sí mismo, sin intentar con-
manifestarnos los sentimientos de su co- vencerle o traerle a la fe, aunque, desde
razón y ciertas actitudes del amor miseri- luego, sin ocultarle nuestra fe, puede ser a
cordioso de Dios, a través de su propia menudo la única manera de revelarle la
manera de ser y de vivir. plenitud del amor que reside en Dios» (L/
«Hay en ello un aspecto fundamental de la I, 337).
revelación que Dios realiza por la Encarna- Siguiendo al Padre de Foucauld, los Her-
ción, y una serie de cualidades del amor de manitos deben dar testimonio, en medio
Jesús como Buen Pastor, tales como el res- del mundo, de una vida de intimidad con
peto, la humildad, la paciencia y la miseri- Jesús, sin que ello, sin embargo, sea pro-
cordia por los pecadores, que ninguna ense-
ñanza por medio de la palabra podría expre- curado por sí mismo:
sar ni transmitir plenamente. Ahora bien, si «Nuestra vida de unión con Jesús no es que-
Jesús ha querido continuar enseñando y trans- rida por esto, pues ella no es un medio sino
mitiendo, por los sacramentos, la vida divina un fin en sí misma. Nosotros debemos sim-
a través de la Iglesia, ¿cómo podría dejar de plemente estar presentes» (AUC, 191).
comunicarnos aquello que sólo su manera de «Y para que una tal actitud no sea un [mero]
vivir podría hacernos comprender? método de aproximación, es preciso que sea
«Aquí hallamos entonces la vocación del vivida por los Hermanitos como una imita-
Hermanito de Jesús, quien, según la céle- ción del Corazón de Jesús, imitación que sólo
bre expresión del Padre de Foucauld, debe puede ser fruto de la vida contemplativa» (L/
“gritar con su vida el Evangelio”, expre- I, 339).
sión con la que quiso definir la misión ex- Asoma aquí el otro elemento que va a
terior de las Fraternidades y justificar así delinear la misión de las Fraternidades.
su forma de vida religiosa» (R-62, 24)*. Porque si bien la presencia del Hermanito
*[Aclara Voillaume que «siempre ha ha- en el mundo se hace necesaria para poder
bido en la Iglesia, mediante la vida de los irradiar el Evangelio por medio de su vida,
santos y el testimonio de los religiosos, este aspecto de su misión es, con todo,
una tal enseñanza a través de la vida. La di- algo derivado:
ferencia radica en que los Hermanitos de «Aquello que debemos desear, primaria-
Jesús tienen una forma de vida religiosa mente y ante todo, es la total comunión con
más completamente orientada a esta sola la vida del Sagrado Corazón, que es el fin
enseñanza de valores evangélicos a través mismo de nuestra vida y que exige, igualmen-
de la vida» (Ib., nota 1)]. te, los contactos con los hombres, para ser
Subrayando la virtualidad apostólica de vivida en plenitud» (AUC, 192).
esta presencia silenciosa, dirá Voillaume que
José María Recondo 31

–Redentores con Jesús: el Sagrado Cora- «La vida de Nazaret es Jesús permanecien-
zón de Jesús y la vida contemplativa de do treinta años sin actividades exteriores de-
las Fraternidades finidas: un Hermanito no puede vivir en
Nazaret si su vida entera no está en confor-
Recorriendo a grandes trazos la historia midad con la vida y con la actividad íntima de
de la vida religiosa contemplativa, el Pa- Jesús, con la de su Sagrado Corazón» (L/I,
dre Voillaume señala que a partir de los 289).
tiempos modernos, ella tiende a salir del Si bien son muy pocos los textos en los
claustro y a penetrar la vida cotidiana de que Charles de Foucauld se refiere a la
los hombres para asumir, tanto sus necesi- devoción al Sagrado Corazón considerán-
dades y sus penas, como la expiación de dola en sí misma, advertimos, sin embar-
sus pecados. Esto, afirma, parece corres- go, con facilidad, que la vida del Corazón
ponder a un desarrollo de la espiritualidad de Jesús se encuentra para él subyacente
cristiana que busca cada vez más su fuen- a todo, y emerge a cada instante como
te y su camino en la contemplación del algo tan natural, que pareciera hacerle in-
misterio del Corazón de Jesús. Las revela- necesaria una referencia más explícita. El
ciones del Sagrado Corazón a Santa Mar- culto al Sagrado Corazón es, en el Herma-
garita María van a abrir una nueva etapa no Carlos, inseparable del de la persona
en la oración de las almas contemplativas. misma de Jesús. Y la necesidad imperiosa
El fin de la contemplación ya no será de asemejarse al Señor que él experimen-
únicamente la búsqueda sólo de Dios, sino ta desde un comienzo, lo lleva a querer
la tendencia a identificarse y asimilarse a conformarse con los sentimientos de su
la vida del Corazón de Jesús, Redentor Corazón. Esta búsqueda de conformidad
del mundo. Esto supone, además, un acen- hace nacer en él un deseo de inmolación,
to cristocéntrico sobre la vida contem- que se expresará primeramente en el an-
plativa, en la que Jesús comunicará sus helo del martirio. Pero habrá luego en él
inquietudes y sufrimientos, asociándola a una actitud de constante inmolación inte-
su trabajo redentor. rior, traducida particularmente en su vo-
«Es en esta línea donde se insertará la es- luntad de participación, mediante el sufri-
piritualidad del Padre de Foucauld y sus Fra- miento, en el trabajo redentor de Jesús:
ternidades, centrada totalmente sobre el mis- «Deseo de sufrimientos para devolverle
terio del Sagrado Corazón de Jesús Reden- amor por amor, para imitarle, [...] para entrar
tor. Ya hemos hecho notar esta particulari- en su trabajo, y ofrecerme con El, la nada
dad de la espiritualidad del Padre, quien des- que yo soy, en sacrificio, en víctima, por la
de un comienzo asoció a la vida de Nazaret santificación de los hombres» (C H . DE
la intensa actividad redentora del Sagrado FOUCAULD, Écrits spirituels, París 1947, 67).
Corazón [...], ese impaciente deseo de salvar,
por la inmolación de sí mismo, del cual el Los Hermanitos participan de esta vo-
alma del oscuro obrero de Nazaret debía des- cación, y son llamados, junto al Hermano
bordar, en el silencio de sus relaciones con Carlos, a ser «redentores con Jesús»*.
el Padre» (AUC, 195). *[Así el título de una importante carta
También los Hermanitos deberán cen- del P. Voillaume, donde expone esta dimen-
trarse en el Corazón de Jesús, si buscan sión de la vida de las Fraternidades: AUCM
penetrar en el misterio de Nazaret: (Sauveurs avec Jésus), 215-229. Tradu-
cida en la versión castellana como Reden-
32 El camino de la oración, en René Voillaume

tores con Jesús]: mentar, consecuentemente, todos esos sufri-


«Amamos a Jesús: Queremos compartir mientos» (AUC, 197).
toda su labor de Redentor y todos sus sufri- «No busquemos no ver, u olvidar, o dis-
mientos. [...] Se trata de haber llegado a com- traernos de todos esos males que agobian a
prender bien el sentido de la Cruz en nuestra nuestros hermanos. Al contrario, nuestra alma
vida, y de haber aceptado alegre y generosa- debe llegar a ser enteramente receptiva de
mente que Jesús nos haga entrar en su traba- las preocupaciones y de todas las miserias
jo. Es preciso que nuestra alma esté dispuesta de los otros. No encerremos nuestra vida in-
a acoger el sufrimiento, a comprender su va- terior en un oasis de indiferencia, bajo el pre-
lor, y a amarlo poco a poco. Esto debe llegar texto de preservar nuestro recogimiento.
a constituir un estado de alma permanente, Dejémonos invadir por todo el sufrimiento,
que debemos trabajar por establecer en no- todas las desesperanzas, todos los gritos de
sotros desde ahora. Se le podría llamar espí- angustia de la humanidad. Somos totalmente
ritu de inmolación, lo que indica el valor de solidarios en Cristo. Nuestros coloquios si-
sacrificio y de oblación que otorga esta dis- lenciosos con Jesús deben sensibilizarnos
posición del alma a todos nuestros actos» cada vez más para experimentar doloro-
(AUCM, 216-219)*. samente todo aquello que hace mal a nues-
*[Voillaume declara, en numerosas tros hermanos e, inversamente, toda esta pena
oportunidades, la influencia que tuvo so- experimentada por nosotros a causa del su-
bre él Santa Teresa del Niño Jesús en lo frimiento de nuestros hermanos debe con-
que se refiere a la comprensión del senti- ducirnos a comprender mejor el abismo mis-
do redentor del sufrimiento humano en la terioso del corazón de Jesús» (AUC, 202).
vida espiritual (cf. HIST, 1,146-147; 1,162; 4,59- Advierte, sin embargo, Voillaume, sobre
60; 5,46)]. un riesgo: «El escollo que ha de evitarse es
«Estableciendo vuestra alma en este esta- el de llevar esta compasión a una sensibili-
do de inmolación conseguiréis la unidad de dad malsana, replegándonos sobre este su-
vuestra vida, que de este modo se transforma frimiento, o dejándonos aplastar por él. La
como en un solo acto vuelto hacia Dios, en alegría de la cruz ha de dominar todo. Nues-
una oblación vivida a cada instante. Es por tra compasión no debe ser piedad o compa-
esto por lo que nuestra vida es verdaderamen- sión puramente sensibles. El estado de nues-
te contemplativa. Pero lo es en un espíritu tra alma ha de estar en comunión con el mis-
de reparación, de redención, lo que le con- terio mismo de Cristo y, consecuentemen-
fiere su matiz particular» (AUCM, 229). te, incluir la paz y la alegría inenarrables de
las que el fondo del alma del Verbo encarna-
Esta aspiración de los Hermanitos a unir- do estuvo siempre inundado. El riesgo prin-
se enteramente al Corazón de Jesús no cipal de estos contactos es, pues, que ellos
podrá llevarse a cabo sin padecer una pro- no repercutan en nosotros sino de un modo
funda preocupación por la redención de sensible y humano. De allí la constante ne-
los hombres y por sus sufrimientos. Por- cesidad de una unión muy pura con Jesús, a
que todo configura una misma realidad, la que debe conducirnos nuestra vida
en la unidad del Cuerpo místico del Re- eucarística; sólo ella podrá elevar poco a
dentor. poco a la realidad de una participación en el
misterio de la Cruz de Jesús, aquellas pre-
«Los hombres están demasiado cerca del ocupaciones, fatigas y sufrimientos que nos
Corazón de Jesús como para que sus sufri- alcancen nuestros contactos con los hom-
mientos, sus miserias físicas y morales, no bres» (Ib., 202-203).
hubieran tenido en él una profunda resonan-
cia. Nosotros también habremos de experi-
José María Recondo 33

Uno de los motivos que más influyeron parece necesario, sin embargo, señalar aquí
para que los Hermanitos abandonaran la la íntima relación que existe, en la voca-
vida claustral fue el deseo de compartir, ción de los Hermanitos, entre su participa-
de una manera efectiva, la suerte de los ción en el misterio del Corazón de Jesús, y
desheredados. Pero el contacto y las rela- su vida eucarística. Ya Carlos de Foucauld
ciones con los hombres no fueron sólo exi- presentaba claramente asociadas estas dos
gidos para la realización de una vida po- realidades en su experiencia espiritual.
bre, sino también «por la verdad misma Voillaume se preocupó, a su vez, de que
de una vida contemplativa que tiene por esto no se perdiera de vista en la experien-
término la unión a Cristo entero, el Cristo cia espiritual de las Fraternidades:
con todos sus miembros, y esta vida quie- «Este estado de ofrenda al sufrimiento por
re ser una participación real en los sufri- amor, que tiende poco a poco a hacerse como
mientos de la Cabeza y de los miembros» habitual [...], no hace sino explicitar el carác-
(AUC, 199). ter de víctima en unión con Cristo, impreso
«El tipo de vida contemplativa que nos ha por el bautismo en nuestras almas. En la Misa
legado el padre Charles de Foucauld no sólo es donde ejercemos litúrgicamente este ca-
se distingue por el hecho de que se viva en rácter, ofreciéndonos realmente con Jesús.
medio del mundo y compartiendo la con- No tengo, pues, necesidad de insistir aquí
dición de la gente pobre (esto implicará, por sobre la importancia primordial del Sacrifi-
lo demás, una transformación de los medios cio Eucarístico en nuestra vida de redento-
de la vida contemplativa); va más allá, puesto res.
que esa vida contemplativa, centrada en el «En la Santa Misa es donde realizamos al
Corazón de Cristo, se abre al misterio de máximo esta comunión con Cristo crucifi-
la caridad para con los hombres, contem- cado y ofrecido, debiendo ser, nuestra vida
plada en su fuente divina» (CONT, 61). de inmolación, su realización diaria» (AUCM,
227).
Será entonces en la contemplación del
Corazón de Jesús y en la asimilación a él,
donde alcance su unidad la vida con-
templativa de las Fraternidades. Allí se con- 2. «A ejemplo de Nazaret»
jugan elementos aparentemente contradic-
torios, que configuran la vida religiosa de Tan pronto como el Padre de Foucauld
los Hermanitos. descubrió en el Evangelio que era preciso
«encerrarlo todo en el amor», y que éste
«Toda la vida del padre Charles de Foucauld
está consagrada al Corazón de Cristo como último «tiene por efecto primero la imita-
único lugar donde se encuentran [...] esos dos ción», no sintiéndose llamado a imitar la
movimientos de amor aparentemente tan di- vida pública de Jesús en la predicación,
versos, en las condiciones de su realización sintió que «debía imitarlo en la vida oculta
concreta: el que nos impulsa a amar a Dios del humilde y pobre obrero de Nazaret»
hasta la separación de lo creado, y el que nos (CH. DE FOUCAULD, Lettres à Henry de
mueve a amar a los hombres con una total Castries, París 1938, 96-97). Considera,
presencia a sus tareas terrenas cotidianas» en este sentido, Voillaume, que «desde el
(CONT, 62). día de su conversión hasta su muerte, en
Si bien más adelante desarrollaremos con el transcurso de una existencia con etapas
mayor detenimiento la dimensión tan contrapuestas en apariencia, este ideal
eucarística de la vida de las Fraternidades, se presenta como el punto fijo al que se
34 El camino de la oración, en René Voillaume

refieren todas sus aspiraciones» (AUCM, «Es preciso no olvidar este aspecto muy
187). Así lo vemos expresado en una de importante [de la comunidad social de desti-
las anotaciones de su Diario: no con los pobres] que ha dado origen a la
Congregación de los Hermanitos de Jesús y
«Toma [...] como objetivo la vida de a las Hermanitas, porque todo procede de
Nazaret, en todo y para todo, en su simplici- aquí. Si esta Congregación está llamada a vi-
dad y en su amplitud, no sirviéndote del Re- vir mezclada con los pobres y a abrazar una
glamento sino como de un Directorio, que pobreza social, y no sólo una pobreza reli-
te ayudará, en ciertas cosas, a entrar en la vida giosa (porque es preciso distinguir bien es-
de Nazaret [...]: nada de hábito –como Jesús tos dos géneros de pobreza), es a causa de
en Nazaret–; nada de clausura –como Jesús esta intuición que ha tenido el Padre de
en Nazaret–; nada de alojamiento alejado de Foucauld» (FRA-SEC, IV-Nazareth, 3)*.
todo lugar habitado, sino cerca de una aldea
–como Jesús en Nazaret–; no menos de ocho *[Recuerda Voillaume a «los Hermani-
horas de trabajo al día (manual o de otra cla- tos y las Hermanitas del Padre de Foucauld,
se; siempre que sea posible, manual) –como [que] tienen, como primera misión, con-
Jesús en Nazaret–; ni mucho terreno, ni gran vertirse en hermanos y hermanas de los po-
alojamiento, ni grandes gastos, ni siquiera bres, no sólo amándoles, sino pertenecien-
grandes limosnas, sino extrema pobreza en do socialmente con toda su vida a la cla-
todo –como Jesús en Nazaret–. En una pala- se de los pobres. [...] La pertenencia al
bra, en todo: Jesús en Nazaret» (CH. DE mundo de los pobres arrastra para las Fra-
FOUCAULD, Oeuvres Spiri-tuelles, 369-370). ternidades la obligación de vivir de su tra-
bajo, sin poder recibir limosnas. Acarrea
La vida de Nazaret también consigo la elección del barrio y
del alojamiento, la hospitalización en caso
Dos elementos esenciales configuran, de enfermedad, un cierto modo de vivir y
según Voillaume, el ideal de vida religiosa de alimentarse» (AUCM, 33 y 36)].
que, inspirado en Nazaret, concibió el Pa- «El trabajo manual de los pobres debe ser
dre de Foucauld. para la Fraternidad, como para Jesús y su fa-
a) En primer lugar, Nazaret encarna para milia, el medio normal de subsistencia. Exis-
él un cuadro de vida religiosa que deberá te una estrecha vinculación entre este géne-
integrar, salvaguardándolas a la vez, la po- ro de trabajo y la pobreza. [...] El hecho de
breza real del alojamiento y del nivel de compartir el trabajo cotidiano para vivir es
vida, así como la inseguridad y el duro lo que realiza, principalmente, la asimilación
de la Fraternidad al mundo de los pobres: sin
trabajo que son propios de una familia compartir esto, la pobreza del alojamiento y
obrera. de la vida, el conocimiento del medio, inclu-
El Hno. Carlos estuvo fuertemente atraí- sive la amistad, serían insuficientes. El he-
do por la dimensión de humildad social cho de vivir del trabajo de las manos consti-
que el trabajo manual confería a la vida de tuye, por esta razón, un elemento esencial
Nazaret. Esto influye decisivamente en su de la Fraternidad, sin el cual ella no podría
vocación; por ello, en gran medida, deja la ser fiel ni a su misión ni a su espíritu» (R-62,
324-325).
Trapa. Por ello, también, se resiste duran-
te mucho tiempo a la posibilidad del b) Hubiera sido posible mantener la imi-
sacerdocio, por temor a que la dignidad tación de la vida de Nazaret en un marco
del ministerio le impusiera un comporta- de clausura, silencio y retiro efectivo, lo
miento social incompatible con la imita- que le habría conferido una fisonomía mo-
ción de la pobreza obrera. nástica tradicional; y esto es, en efecto, lo
José María Recondo 35

que el Padre de Foucauld se esforzó en más o menos tolerados de dispersión y disi-


realizar durante algún tiempo: los Regla- pación, de una vida interior trabajosamente
mentos redactados por él en 1896 y 1899 acumulada en los momentos de silencio y
prescriben una clausura estricta, y su pri- oración. No, esos contactos, vivificados evi-
mera fraternidad en Beni-Abbés tenía ya dentemente por nuestra unión a Cristo, de-
ben convertirse, a su vez, en fuentes donde
como un esbozo de muro. Pero con el an- se alimentará nuestra vida de inmolación y
dar del tiempo abandonaría toda idea de de unión a Cristo Jesús» (AUC, 192).
separación, para vivir, por el contrario, en
Nuestras relaciones con los hombres son
estrecho contacto con los hombres que lo
exigidas «por la verdad misma de una vida
rodeaban. He aquí el segundo elemento contemplativa que tiene por término de su
original en el ideal de vida religiosa, conce- unión al Cristo entero, al Cristo con todos
bido por el Hno. Carlos de Jesús, en imita- sus miembros, y esta vida quiere ser una par-
ción de Nazaret. ticipación real en los sufrimientos de la Ca-
En numerosas ocasiones el P. Voillaume beza y de los miembros de ese gran cuerpo
afirma que esta presencia en medio de los místico» (AUC, 199).
hombres, que caracteriza la vida de las Los contactos con los hombres «no deben
Fraternidades, es únicamente comprensi- jamás proponerse la búsqueda de un fin apos-
ble si tiene como fin el apostolado, enten- tólico. Representar nuestra presencia en me-
dido éste en su sentido más amplio –habi- dio de los hombres y nuestro género de vida
como un método de apostolado sería fal-
da cuenta de la forma singular en que se searlo todo. No debemos buscar jamás la con-
desarrolla el apostolado de los Hermani- versión y, menos aún, organizar nuestras ac-
tos–. tividades con vistas a ganar almas y acercar-
Es éste, sin embargo, un tema respecto las a nosotros. Si nuestra vida es un aposto-
del cual el padre Voillaume no siempre lado, es porque ella es, toda entera, la reali-
mantuvo la misma postura: Los contactos zación de una vida vivida con Jesús, con Je-
con los hombres, que la vida de Nazaret sús obrero, con Jesús redentor, Jesús vivien-
te en sus hermanos los hombres» (Ib.).
supone, ¿están justificados únicamente en
orden a ese apostolado silencioso de las Con todo, en El-Abiodh-Sidi-Cheikh, su
Fraternidades, al que más arriba nos he- estudio histórico sobre los Hermanitos de
mos referido?. (En favor de esta tesitura: Jesús, Voillaume advierte sobre el riesgo
AUCM, 28-31; 191; 200-205; R-62, 22-25; de concebir el ideal de «Nazaret» acen-
HIST, 10,557-561; 10,608-609). tuando la absoluta gratuidad de la contem-
plación, sin considerar su finalidad apos-
¿O son parte integrante de su vida
tólica. Lo cual habría llevado a algunos a
contemplativa, dándole a ésta, incluso, su
una cierta estrechez en la manera de en-
configuración propia, y no siendo, en este tender sus relaciones con los hombres (cf.
caso, el apostolado, sino fruto, por irradia-
HIST, 10, 608-609).
ción, de esa misma vida contemplativa?
En favor de esta última postura, encontra- Por último, cabe agregar que estos dos
mos que Voillaume declara lo que sigue: elementos constitutivos de «la vida de
Los contactos «con los hombres, en el es-
Nazaret» (pobreza/trabajo y contactos) no
píritu de Nazaret y de la Visitación [...], son sólo han de influir sobre la configuración
parte integrante de nuestra vida de oración. de la vida contemplativa de las Fraternida-
No hay que imaginarlos como momentos des sino, además, sobre la decisión de cons-
36 El camino de la oración, en René Voillaume

tituir pequeñas comunidades, lo cual ca- cación en este sentido. [...] Hermanitos, no
racterizará también la fisonomía de la Con- os extrañéis, por tanto, al descubrir que vues-
gregación. Recuerda, al respecto, tra oración adoptará con mucha frecuencia
Voillaume, que el Hno. Carlos de Jesús la forma de un impulso doloroso, de una es-
«vuelve a su primera idea de grupos pe- pera oscura o de una sed insatisfecha, orien-
tada hacia Jesús Redentor. [...] El Espíritu
queños, no sólo porque esto permite ser Santo trabajará en vuestros corazones, y es
más pobres, sino también –y esto es fruto oportuno que sepáis en qué dirección os lle-
de la experiencia de sus últimos años– por- vará, para que no estorbéis su acción en vo-
que permite estar más cerca de los hom- sotros, y a fin de que permanezcáis con toda
bres, más mezclado entre ellos, multipli- calma en este modo de oración» (AUCM, 97-
cándose a la vez los puntos de contacto» 99).
(AUCM, 28). Esta vida contemplativa peculiar que los
Hermanitos llevan a cabo «arrojados en el
Nazaret y la vida contemplativa mundo y en la miseria del mundo» (J. Y
de las Fraternidades R. MARITAIN, o.c., 78.), responde al ideal
Los religiosos de las Ordenes monásticas de vida religiosa que el Padre de Foucauld
tradicionales se disponen a la oración concibiera «a ejemplo de Nazaret».
contemplativa por el camino de la sole- «En esta intuición original del Padre de
dad, el aislamiento y el silencio. Voillaume Foucauld, ¿se trata simplemente de una vida
considera que esta forma de oración no contemplativa llevada a cabo en medio de los
representa toda la oración ni la agota. En hombres, especialmente entre los pobres, y
todo caso, no parece ser la que están lla- compartiendo su condición trabajadora, sin
mados a tener, habitualmente, los Herma- que la naturaleza misma de esta vida
nitos de Jesús. Estos son llamados, por su contemplativa, y la actitud de corazón y de
espíritu que ella implica en nuestras relacio-
estado de vida, a una verdadera y auténti- nes con los hombres sea fundamentalmente
ca oración, pero que «no adoptará en su diferente de aquella que está implicada por
alma la misma forma que la oración del una vida contemplativa llevada a cabo en el
religioso de clausura» (AUCM, 97). No se desierto? ¿O bien, más profundamente, se
desarrollará en iguales circunstancias de trata de un nuevo tipo de vida contemplativa,
vida, y las condiciones de su ejercicio se- en la cual la misma contemplación, centrada
rán radicalmente diversas. La oración de sobre el Corazón de Cristo, se abre al miste-
los Hermanitos surgirá, con frecuencia, en rio de la caridad hacia los hombres, contem-
medio del cansancio, del sufrimiento, de plada en su fuente divina, y se encarna con-
las dificultades de una vida de pobreza cretamente en una amistad realizada? [...] La
muchas veces atropellada. vida de Nazaret así concebida es más que una
simple forma exterior de vida: ella tiene exi-
«Los Hermanitos de Jesús están llamados gencias profundas que le son propias. Esta
a vivir un esfuerzo de oración y de fe que intuición del Hno. Carlos está, pues, en la base
brotará, algunas veces, del sufrimiento de su de la vida religiosa de las Fraternidades de
propia vida y, más a menudo, tal vez, de la los Hermanitos de Jesús [y] concierne tam-
plena comunión con la miseria física y mo- bién, de una manera esencial, las Fraternida-
ral de quienes les rodean. des del Evangelio» (R. VOILLAUME, Lettre aux
«Esta integración en la humanidad dolori- Fraternités de l’Évangile; Béni-Abbès, 15-
da está ligada al brote de su oración, y no ha 10-70, texto policopiado, s.l., s.a., 17).
de existir, para ellos, un problema de dosifi- «Nazaret», así presentado, parece con-
José María Recondo 37

figurar, entonces, de un modo peculiar, la ser enriquecedor, estimulante, ocasión de


vida contemplativa de las Fraternidades, superación o, por el contrario, ocasión de
no sólo en lo que respecta a su cuadro desaliento o insipidez en nuestro impulso
exterior de vida –ya original–, sino tam- hacia Dios. En este terreno no hay nada
bién en lo que se refiere a los caminos de de automático: este enterramiento no es
su oración contemplativa. un medio de oración, sino materia, cami-
El «misterio de Cristo, unido a la vida y al no, llamado para nuestra vida de oración»
destino de la humanidad, así como al de cada (PETITS FRÈRES DE JÉSUS, Chapitre Géneral
hombre [...], está en el fondo del misterio de 1966, Rapport d’Ollières, 10).
Nazaret, y confiere a la contemplación de los Señalan, asimismo, que su oración y su
discípulos del Padre de Foucauld su natura- vida de unión con Dios no permanecen
leza, sus caminos y sus expresiones propias.
[...] Para todo discípulo del Hno. Carlos, se indiferentes frente a las realidades que, con
trate de los Hermanitos de Jesús o de los Her- mayor o menor profundidad, marcan su
manitos del Evangelio, esta identificación existencia cotidiana. Por un lado, el traba-
misteriosa entre Jesús y el hombre se con- jo manual asalariado y la confrontación con
vierte en objeto de contemplación en el co- la miseria y el desempleo; por otro lado, el
razón de Cristo. [...] Precisamente por esto, encuentro con las grandes religiones no
la vida contemplativa de un Hermanito de cristianas, o con un relativismo doctrinal
Jesús implica, por su misma naturaleza, el desconcertante: «Respecto de nuestra vida
compartir la condición humana en su reali- teologal, todas esas realidades humanas o
dad existencial. [...] Pertenece al carácter pro- religiosas que repercuten en nosotros son
pio de esta contemplación, expresarse a tra-
vés de la realidad ordinaria de la vida huma-
ambivalentes. Ellas pueden estimular o dis-
na, a la cual abraza con un amor que no cesa minuir nuestra vida de unión con Dios»
de ser el amor de Jesús» (Ib., 19-20). (Ib.).
Así lo confirma, asimismo, la experien- Otro tanto comprueban respecto de la
cia de los mismos Hermanitos: «La imita- «invasión» que sufre la vida de los Her-
ción de Jesús en el misterio de Nazaret manitos por parte de las personas que los
ofrece sus propios «medios» de vida rodean: puede ser invitación al desposei-
contemplativa y, más aún, sus propios ca- miento de sí mismo, como puede ser oca-
minos de oración contemplativa» (UN sión de dispersión, o de búsqueda de sí en
PICCOLO FRATELLO DI GESÚ, I Piccoli Fratelli una multiplicidad de «contactos».
di Gesù del Padre de Foucauld, «Vita Por eso, los mismos Hermanitos advier-
Consacrata» 22, 1986, 508). «Muy pron- ten sobre la necesidad de un discernimien-
to tuvimos la certeza vivida –afirma uno to, para que las actividades y realidades
de ellos– de que «la vida de Nazaret» como que la «vida de Nazaret» supone, puedan
y donde la llevábamos a cabo, estaba llena alimentar realmente su vida de unión con
de múltiples provocaciones para la «ora- Dios:
ción de las pobres gentes» « (Ib.). «Estas actividades deben ser objeto de un
Reconocen, sin embargo, también, los discernimiento realizado, a la luz de una fe
viva, sobre la trama de nuestra vida cotidiana,
Hermanitos, la ambivalencia que la «vida la cual parece –o puede– hacer más o menos
de Nazaret», considerada en sus con- violencia sobre nuestro deseo de unión con
dicionamientos humanos, presenta: «Nues- Dios. Es únicamente a este precio como ellas
tro enterramiento en el mundo [...] puede deben y pueden ser integradas al movimien-
38 El camino de la oración, en René Voillaume

to que unifica y pacifica nuestra vida religio- pareciera que el paso del tiempo fue afian-
sa, en la donación a nuestro muy amado Her- zando en los Hermanitos la valoración de
mano y Señor Jesús. Parafraseando a San Pa- las potencialidades que la «vida de
blo, podría decirse que para unirnos a Dios, Nazaret» posee en relación a su vida
nos esperan aún, en nuestra vida misma de contemplativa propia, mientras que en
Nazaret, “la labor de nuestra fe, los trabajos
de nuestra caridad, la constancia de nuestra Voillaume vemos sucederse períodos de
esperanza en nuestro Señor Jesucristo, bajo mayor convencimiento con otros de vaci-
la mirada de Dios, nuestro Padre” (1 Tes 1, lación o retractación.
3)» (Ib. Compte-rendu 2, 5).
—La oración de las pobres gentes
No obstante lo experimentado por los
Hermanitos y lo afirmado por Voillaume «Nuestra oración debe ser la oración de
en los textos más arriba citados, respecto los pobres, la oración de los que penan y
del valor de la «vida de Nazaret» no sólo sufren» (AUCM, 112).
como cuadro exterior de su vida religiosa Una de las principales objeciones que
sino inclusive como matriz de una vida solían hacerse al modo de vida de las Fra-
contemplativa peculiar, es preciso recono- ternidades era que el cansancio, el ruido y
cer que en más de una ocasión encontra- la pesadez del espíritu provocada por un
mos al mismo Voillaume desandando los esfuerzo físico penoso y prolongado, qui-
pasos que anteriormente diera en esta di- tarían toda posibilidad de llevar adelante
rección. Sobre todo, puede sorprender que una auténtica vida de oración. Los mis-
en El-Abiodh-Sidi-Cheikh, su estudio his- mos Hermanitos reconocían, por lo demás,
tórico sobre la vida de los Hermanitos de que llegada la hora de la oración, se sen-
Jesús, al referirse en la conclusión a las tían incapaces, la mayor parte del tiempo,
características esenciales del carisma de la de meditar y de pensar. Sin embargo, ellos
fundación, omita voluntariamente hablar experimentaban que Dios los impulsaba a
de «Nazaret», por considerar que «este una participación cada vez más completa
término se presta a múltiples interpreta- en el destino de los pobres y, a la vez, a
ciones, siendo, además, [...] herencia co- una auténtica vida de oración. Toda la cues-
mún de todos los discípulos del Hno. Car- tión estaba, pues, en saber si no se les ofre-
los» (HIST, 10, 932). cía otro camino para avanzar hacia la unión
Este alejamiento de Voillaume en rela- con Dios en la oración.
ción a «Nazaret» refleja probablemente la «Aquellos que se ven privados de meditar
preocupación que en más de una oportu- debido a sus condiciones de vida, ¿se verían,
nidad le causaron algunos Hermanitos de por el mismo motivo, privados de orar? ¿No
está la oración más allá de la reflexión? Los
Jesús o del Evangelio al interpretar de pobres no pueden meditar. No están dispues-
modo inexacto la imitación de la vida de tos para ello, no poseen la cultura requerida,
Nazaret. no conocen el mecanismo de la meditación,
El tema de «Nazaret» es, así, uno de los o bien están demasiado cansados. Participan-
que más fluctuaciones ha sufrido en el pen- do de la vida de los trabajadores, tendréis que
samiento de Voillaume. Es quizá aquí don- participar también de su modo de oración.
de más claramente aparece el costo de su Tampoco vosotros estáis dispuestos para me-
ditar cuando regresáis a vuestra morada,
distanciamiento físico, a partir de los años atontados por el ruido de las máquinas de la
60, respecto de las Fraternidades. Pues fábrica, deshechos por el trabajo en el fondo
José María Recondo 39

de las minas, embrutecidos por las largas del Tabernáculo. Y esto bastará. Esta aspira-
horas de trabajo al sol en una granja, con la ción silenciosa de vuestro ser hacia Dios, si
cabeza pesada debido a la intoxicación pro- es auténtica, representa infinitamente más
ducida por los gases que lanza al aire la fá- que la meditación o la lectura. [...] No temáis
brica de plásticos, o llenos de sueño después aceptar el vacío de pensamiento y de senti-
de las jornadas de pesca en el mar. No po- miento, con tal que no haya sido provocado
déis meditar» (AUCM, 121). artificialmente por medio de vuestros esfuer-
«No debemos querer tomar otro camino zos, y con tal de que hagáis pasar a ese vacío
que el que Dios nos ofrece. Debemos orar la espera silenciosa, valiente, dolorosa tal
como podamos y no tenemos que inquietar- vez, en todo caso oscura, de la visita divina»
nos intentando rezar como no podemos. No (AUCM, 126-127).
quiero decir que la meditación no juegue su Añadirá Voillaume que los Hermanitos
papel en este proceso [...] Lo único que quie- no han de temer extraviarse por este ca-
ro decir es que la meditación no es oración, mino, con la condición de perseverar. Esta
que ni siquiera es esencial como preparación es la única condición esencial. Y recuerda
a la oración cuando circunstancias indepen- que, reuniendo todas las enseñanzas de
dientes de nuestra voluntad nos obligan a
seguir otro camino. Porque existe otro ca- Jesús acerca de la oración, no encuentra
mino» (AUCM, 120). uno, prácticamente, sino una sola recomen-
dación: la perseverancia. Olvidamos con
Propone Voillaume entonces a sus Her- frecuencia que esta recomendación de-
manitos, el recorrido de un camino más muestra, precisamente, que Dios se pro-
despojado, más adecuado a las condicio- pone hacer el resto (cf. AUCM, 124).
nes físicas y psicológicas en las que los
introduce la vida pobre y laboriosa de «Esta convicción es la que tenéis que gra-
bar en el fondo de vuestro corazón: creer que
Nazaret, con la seguridad «de que Dios ese camino es bueno, que es un camino de
aceptará este itinerario reducido para las atajo que lleva a la unión en la fe, y que Dios
pobres gentes» (AUCM, 124). vendrá para hacer vuestra oración a pesar
«Sí podréis, a fuerza de valor perseverante vuestro. No se cree en esto suficientemen-
y por medio de actos de fe y de amor senci- te, por eso no llega uno a acostumbrarse a la
llos y desnudos, sí podréis poneros delante idea de una oración sin forma» (AUCM, 122.
de Dios, y esperarle, abriéndole el fondo de cf. R-62, 93. En relación a este tema de la ora-
vuestro ser tal y como es. Espera de su veni- ción de las pobres gentes, véase también PV,
da en el deseo, pero ante todo, espera en esa 3-15).
sensación de impotencia, de miseria, de co-
bardía. El resultado será, con frecuencia, una —Nazaret y el desierto
oración dolorosa, tosca, aparentemente poco Si bien Voillaume alienta a los Hermani-
espiritual» (AUCM, 121-122).
tos a perseverar por el camino de las po-
«Sólo se trata de estar realmente presen- bres gentes, es consciente, sin embargo,
tes delante de Dios, no por medio del pensa- de los riesgos propios de su modo de vida.
miento, de la imaginación o de los sentimien-
tos, los cuales quizá vagabundeen por otro
La fatiga, el embotamiento de la inteligen-
lado, sino por el deseo, constantemente re- cia, la agitación y el ruido continuo pue-
novado, de nuestra voluntad. Muchas veces den, a la larga, alterar el silencio interior
la única manera a vuestro alcance de poder del corazón. Por eso juzga indispensable
expresar esta voluntad, será permaneciendo que los Hermanitos procuren, a intervalos
físicamente presentes, de rodillas, a los pies regulares, un tiempo para la reflexión acerca
40 El camino de la oración, en René Voillaume

de la fe, del Evangelio y de sí mismos, con las Cartas a las Fraternidades, es, por
objeto de no engañarse sobre las propias otra parte, clara muestra de esta tendencia
disposiciones interiores. a la que venimos aludiendo. Redactada a
«Inspirados por la contemplación de Cris- fines de 1958, responde a una consulta
to en Nazaret, los discípulos del padre Char- general en la que los Hermanitos expusie-
les de Foucauld eligen compartir, como mar- ron los interrogantes que por entonces se
co y materia de su vida religiosa planteaban respecto de la oración, y las
contemplativa, los trabajos y las condiciones dificultades con que tropezaban para ser
de vida de los pobres, exponiéndose así a fieles a ella. Habían pasado ya varios años
quedar privados, de manera casi habitual, de desde que Voillaume escribiera La oración
un mínimo de silencio, de libertad de espíri- de las pobres gentes. Esta nueva carta,
tu y de tiempo dedicable a la oración prolon- sin querer de ningún modo contradecir lo
gada, cosas todas ellas consideradas gene-
ralmente como medios privilegiados, si no expuesto anteriormente, revela, sin embar-
indispensables, de una oración contemplativa. go, el esfuerzo por incorporar mejor, tras
Sin embargo, para los hermanitos el valor ese tiempo de experiencia, los medios tra-
de estos medios no es objeto de contesta- dicionales de unión con Dios, aunque adap-
ción. Experimentan incluso la necesidad ur- tados a la situación propia de las Fraterni-
gente de volver a ellos periódicamente, acen- dades*.
tuando en lo posible su densidad espiritual. *[En El camino de la oración, y relacio-
Estos períodos de recomienzo se distinguen nando ambas cartas, advierte Voillaume a los
por un carácter de absoluto silencio, de so- Hermanitos sobre el riesgo de caer en esta-
ledad y de despojo propio del desierto» do de pasividad, sin aprender a orar y sin re-
(CONT, 63-64). accionar contra las dificultades exteriores de
A lo largo de los años 50, y respondien- la oración, apoyándose para ello en lo ex-
do a ciertas aspiraciones que iban surgien- puesto por él en La oración de las pobres
do en la Fraternidad, las cartas del padre gentes (cf. L/I, 199). Hace notar, incluso,
Voillaume robustecerían en ella algunas Voillaume, en otra carta, que el hecho de lle-
observancias tradicionales de la vida var a cabo la vida contemplativa mezclado en-
contemplativa, por el espíritu y la práctica tre los hombres, con sus preocupaciones y
sufrimientos, «supone absolutamente una for-
del desierto. mación previa del espíritu de fe, y la adquisi-
En un comienzo se había puesto el acento ción de un hábito de oración, fruto de un
sobre la santificación del domingo y sobre esfuerzo fecundado por la acción escondida
los retiros mensuales y anuales. Luego se [...] del Espíritu de Jesús en nosotros» (L/II,
incorporan otras prácticas, tales como la 263). Hay que apuntar también, que en una car-
cuarentena en soledad, que precede a la ta escrita por Voillaume en 1961, reflexio-
nando sobre la formación para la oración que
profesión perpetua, o la instalación de una
la Fraternidad debía proporcionar a los Her-
ermita en los alrededores de cada fraterni- manitos, revaloriza de modo notable el lugar
dad. A continuación del Capítulo General de la meditación en ese proceso (cf. L/III, 51-
de 1966 se instauró el «año de desierto», 55).
que realizarían los hermanitos diez años
Los Capítulos Generales de 1966 y 1972
después de su salida de la fraternidad de
pondrían, asimismo, de manifiesto, la pre-
estudios.
ocupación de los Hermanitos por ahondar
La extensa carta El camino de la ora- en esta búsqueda.
ción, contenida en el primer volumen de
José María Recondo 41

Insistirá Voillaume, por lo demás, en nu- Por último, es conveniente reparar, una
merosas ocasiones, sobre la necesidad de vez más, en el lugar primordial que la «vida
ir adquiriendo un ritmo de alternancia en- de Nazaret» ocupa, en la vida contem-
tre la vida habitual de «Nazaret» y las idas plativa de las Fraternidades. De lo contra-
al desierto: «Debemos ir sin cesar del de- rio, correríamos el riesgo de pensar que
sierto a los hombres y de los hombres al ésta se constituye fundamentalmente so-
desierto, y dentro de la alternancia de esos bre las «huidas» al desierto.
estilos de vida exteriormente inconciliables «Insisto en el valor de acercamiento hacia
y opuestos, se realizará, poco a poco, den- la unión divina que tiene en nuestro ritmo de
tro de nosotros, la unidad espiritual de la vida el período de trabajo y el de fatiga. No
vida de Nazaret» (L/II, 265). Ya en La ora- es tiempo durante el cual vivimos como de
ción de las pobres gentes señalaba la im- algo adquirido, consumiendo energías espi-
portancia de esto: rituales almacenadas durante nuestros mo-
mentos de retiro; como si fuera un depósito
«Es necesario comprender bien el sentido que se llenó y se vacía en poco tiempo. Se-
de esta alternancia, que os lleva a perseguir mejante concepto es totalmente falso. [...] En
la unión con Dios en dos direcciones de vida ese estado de expropiación de nosotros mis-
diametralmente opuestas. Por un lado, las jor- mos en el que nos sumerge el esfuerzo vale-
nadas de trabajo cargadas de fatiga, atrope- roso para orar al atardecer de una jornada
lladas por la importunidad de aquellos que agotadora, estamos tanto, y a veces más, a la
tienen necesidad de vosotros, os obligarán a disposición de la acción santificante del es-
tener una oración oscura, informe, a veces píritu de Dios, que en el transcurso de un re-
dolorosa, de la que ya conocéis ahora su va- poso apacible en la lectura meditada, hecha
lor de purificación y de unión con Dios en la en el umbral de una jornada silenciosa; pero
fe. Por otro lado, las horas de recogimiento uno y otro son los dos elementos que asegu-
más prolongadas, las horas de silencio, os ran, al abrigo de las ilusiones, el equilibrio y
encontrarán, a causa del contraste, como un la profundización generosa de nuestra vida
poco psicológicamente inadaptados, por lo por Dios» (AUCM, 135).
menos al comienzo. Es normal. De esta ma-
nera os obligarán a un esfuerzo espiritual en
el plano de la lectura meditada y de la 3. «Adoración de Cristo
profundización de la fe [...]. en el sacramento de la Eucaristía»
«Estos períodos alternos de vidas diferen-
tes son para vosotros una garantía de verdad El amor del Padre de Foucauld por la
en la fe. Entregándoos generosamente a una persona de Jesús, que tras su conversión
y otra, sin intentar eludir lo que cada una de determina prácticamente todas sus actitu-
ellas os ofrece de desasimiento, de entrega des y aspiraciones, lo encontramos expre-
generosa, evitaréis los riesgos inherentes a sado en sus dos grandes devociones: la
cada una de estas formas de vida. Vuestra ora- Eucaristía y el Evangelio. «Su oración –
ción, vuestra fe, vuestro amor de Dios y de sostiene Voillaume– brota de su fe en la
los hombres, estarán al abrigo de las ilusio- presencia real de Jesús, y su meditación,
nes. Por lo que concierne a la oración [...], siempre escriturística, es la forma revesti-
os veréis constantemente constreñidos a da de su culto a la Palabra de Dios conte-
abordarla en tales condiciones que os obli-
garán a un esfuerzo de fe, ya se trate de la
nida en la Biblia» (Id., La vie de prière du
hora de adoración al atardecer de un día de Père de Foucauld, en L’oraison, París
trabajo, o del silencio que guardaréis duran- 1947, 103).
te una jornada de retiro» (AUCM, 133-134).
42 El camino de la oración, en René Voillaume

Los Hermanitos, tras él, tendrán en la Foucauld estuvo alimentada por esta espi-
palabra de Dios y, más particularmente, ritualidad, veremos que no se redujo a ella.
en la Eucaristía, el camino por donde en- Pues con el tiempo, este culto a la sagrada
contrar y conformarse a Jesús. Hostia se irá abriendo a una vida
eucarística más íntegra, por su configura-
La Eucaristía en la vida ción con Cristo, ofrecido en sacrificio al
del Padre de Foucauld Padre y entregado en favor de sus herma-
Desde su estancia en Tierra Santa, cuan- nos.
do llevaba a cabo su vida escondida en la Esta transformación comenzó a verifi-
cabañita de madera del jardín de las carse en Beni-Abbés, pero se puso parti-
Clarisas (1897-1900), el alma del Hno. cularmente de manifiesto cuando tuvo que
Carlos de Jesús quedará marcada profun- escoger entre la regularidad cotidiana de la
damente por su fe en la presencia real de exposición del Santísimo en su ermita de
Cristo en la Eucaristía. Es bajo este aspec- Beni-Abbés, y el abandono de su capilla
to como se le presentará primeramente el durante varios meses para salir en busca
misterio eucarístico. Se siente po-seído por de los tuaregs, en virtud de una caridad
un gran deseo de hacer oración delante que lo impulsaba a compartir su existen-
del Tabernáculo, y las exposiciones del cia. En Tamanrasset habría de estar seis
Santísimo Sacramento son para él fuente años soportando la privación de la reserva
de una felicidad muy honda. Le agrada eucarística, pues el Prefecto Apostólico
asistir a todas las misas que se celebran en había decidido no concederle esta facul-
el monasterio. tad sino en caso de que hubiera cristianos
Y, lo que es más importante, en el con- en la vecindad.
cepto ideal que se formó entonces sobre El P. Voillaume expresa así lo que él en-
la «vida de Nazaret», el Smo. Sacramen- tiende por una vida eucarística:
to se constituye en el elemento primordial «Vivir una vida eucarística no es sólo creer
en torno al cual todo se organiza: es preci- en este misterio y adorarlo, en las efusiones
samente la presencia de Jesús la que con- de una devoción íntima o de un culto públi-
figura a la Fraternidad con la verdadera co; tampoco estriba en contentarse con par-
casa de Nazaret. Esto se verá cristalizado ticipar en el divino sacrificio o en la comu-
en el reglamento de los Hermanitos del Sa- nión, como es deber de todo cristiano si no
grado Corazón de 1899, que está conce- quiere dejar de vivir; consiste, a fuerza de
bido en función de esta idea. amor y atraído por una gracia particular, en
ser configurado a Cristo, tal como se nos
En su concepción del misterio manifiesta en el Sacramento, [...participan-
eucarístico, Charles de Foucauld es tribu- do] de [la] oblación de Jesús a su Padre y de
tario del pensamiento de su época, y parti- [su] ofrecimiento a los hombres en el alimen-
cipaba por ello de las carencias propias del to» (FPF, 97-98).
siglo XIX. Sabemos que, por entonces, la En esta perspectiva, el alma, nutrida en
devoción y el culto al Smo. Sacramento la contemplación eucarística, es abando-
no eran suficientemente vinculados, nada y ofrecida al Padre, como Jesús en
teológica y litúrgicamente, con el sacrificio su Sacrificio, y entregada en alimento a
eucarístico. sus hermanos, como el pan eucarístico.
Con todo, si bien la piedad del Padre de Una tal vida, observa Voillaume, puede en
José María Recondo 43

ciertas circunstancias, y para desarrollarse «No podríamos imaginar el seguimiento


más plenamente, exigir el sacrificio de una del Hno. Carlos, sin compartir su amor por
parte de su culto eucarístico, que no es la Eucaristía. En el momento en que abando-
sino medio con relación a ella (cf. FPF, 98). namos la recogida soledad del desierto para
Así explica que la vida del Padre de vivir en el seno del bullicio y las solicitacio-
nes múltiples de las muchedumbres, llevá-
Foucauld bamos con nosotros la Eucaristía, no sólo
«es una, sin fisuras y sin contradicciones, como un claustro, sino como la realidad de
no obstante las apariencias; [...] era necesa- la presencia de Cristo en estado de perpetua
rio que él tuviera, a la vez, las largas adora- ofrenda de sí y de intercesión, en el corazón
ciones de Nazaret frente a la custodia, y la de nuestra vida. La Fraternidad está centrada,
soledad sacramental de Tamanrasset, que en un sentido concreto y espiritual, sobre la
consuma el don total del Hno. Carlos, entre- Eucaristía, a la vez signo y realidad de su pre-
gado a los Tuaregs como en alimento, y a su sencia» (HIST, 10, 933).
Dios en inmolación. Lo propio del sacramen-
to es producir lo que significa: era necesa-
Al igual que el Padre de Foucauld, las
rio que el alma del eremita del Hoggar fuera Fraternidades tienen en la Eucaristía el cen-
plenamente configurada a Jesús-Hostia» tro de su vida; por una parte, porque el
(FPF, 98-99). «Más tarde, cuando todo se camino de su oración pasa habitualmente
haya consumado, cuando el Hermanito de por la adoración eucarística; pero, por otra
Jesús caiga sobre la arena, no se encontrará parte, también, porque participando de este
ya la Sagrada Hostia en el Tabernáculo, sino misterio y prolongándolo en sus vidas, rea-
yacente junto al cuerpo de su amigo, como lizan su vocación de redentores con Jesús.
si Dios hubiera querido señalar así la indiso-
luble amistad que unía, por encima de la Los Hermanitos de Jesús, sostiene
muerte, a Jesús-Eucaristía y a su servidor. En Voillaume, tienen la misión de venerar la
este hecho no hay, sin duda, más que un sím- presencia de la humanidad gloriosa de Je-
bolo, pero que expresa la realidad de lo que sús en el Santísimo Sacramento, y adorar-
fue la trama de su vida» (AUCM, 20). le en nombre de la Iglesia y de los hom-
Por último, cabe agregar que en Charles bres a quienes están consagrados.
de Foucauld, su vocación eucarística es «Sin la presencia eucarística, tu vida ya no
inseparable de su amor al Sagrado Cora- es una imitación de Nazaret, en el sentido en
zón y de su deseo de participar de su tra- que la entendía el Hno. Carlos de Jesús, quien
veía en la presencia eucarística y la adora-
bajo redentor: «Configurado por amor al ción cotidiana del Santo Sacramento, la obra
Cristo eucarístico y al Corazón abierto en propia y característica de la Fraternidad. La
la Cruz, el Padre de Foucauld debía expe- adoración eucarística no es ciertamente la
rimentar y reproducir en él la inmolación única forma, pero sí la forma más importan-
que redime. Este estado de víctima es el te de la plegaria y de la oración contemplativa
acabamiento, la conclusión de una vida para un Hermanito de Jesús» (R-62, 112).
eucarística plenamente vivida» (FPF, 102). «Por cierto que el Padre de Foucauld, para
permanecer fiel a una llamada excepcional
La Eucaristía en la vida de la caridad, no dudó en sacrificar, durante
de las Fraternidades varios meses, no solamente el culto sino has-
ta la presencia del Santísimo Sacramento y
Reconociendo la huella que Charles de la celebración de la santa misa; pero no se
Foucauld dejó para el camino de las Fra- determinó a este extremo sin vacilaciones y
ternidades, el P. Voillaume declara: sin sufrimientos, y no cesó de aspirar al día
44 El camino de la oración, en René Voillaume

en que le fuera dado volver a encontrar esta sucedió en la hora del sufrimiento humano
presencia tan amada, de la que tanto recibió, de Jesús» (L/I, 63).
y que siempre fue para él, literalmente, el Vemos, pues, que los Hermanitos están
camino que conduce al Padre. Por obedien-
cia a nuestra vocación, también podemos
llamados a la realización de una vida
nosotros vernos forzados a privarnos de la eucarística. Esto implicará, según
misa ciertos días, y a veces hasta de la pre- Voillaume, por una parte, el ofrecimiento
sencia eucarística. En este caso el Señor su- de su vida a Cristo, en unión a su Sacrifi-
plirá a las gracias que nos llegan ordinaria- cio, y por la salvación de los hombres. Por
mente a través del sacramento del Cuerpo de otra parte, como la Eucaristía, que es tam-
Jesús y a través de su culto, pero entonces bién alimento, los Hermanitos han de en-
deberíamos estar más deseosos que nunca de tregarse a sus hermanos, «habiéndose
venerar el Cuerpo de Cristo y comulgar en transformado, por su contemplación euca-
él. [...] El culto eucarístico es un alimento y rística, en algo “útilmente devorable”»
un apoyo indispensable para nuestra flaque- (FPF, 105).
za, y jamás debemos privarnos de él por ne-
gligencia o fuera de la obediencia» (L/I, 217-
218). La lectura meditada
de la Sagrada Escritura
Sin embargo, observa Voillaume que la
orientación eucarística de la Fraternidad no Es preciso aludir, antes de terminar, al
ha de confundirse con la vocación que ca- lugar de privilegio que el Hno. Carlos de
racterizó a algunas congregaciones Jesús y, tras él, las Fraternidades, confirie-
adoratrices surgidas en los últimos dos si- ron a la Sagrada Escritura, en el desarrollo
glos: No tienen por misión, los Hermani- de su vida contemplativa.
tos, asegurar la adoración solemne y con- El Hno. Carlos acompañó siempre su
tinua del Santísimo Sacramento. Para ellos, oración eucarística con la lectura medita-
como para el Hermano Carlos, el culto da del Evangelio. Esa necesidad que expe-
eucarístico es el signo en el que se expresa rimentó de meditar –y de meditar por es-
su comunión de todo momento con la ac- crito– el texto evangélico, responde al amor
tividad redentora de Jesús, por medio de ardiente que tenía por la persona de Jesús,
la oración y del sacrificio de su propia vida. que aparejaba una tal veneración por su
«Nuestra principal actividad, la que justi- palabra. Sabemos que exponía siempre –
ficaría por sí sola nuestra consagración a una en una época en la que resultaba llamati-
forma de vida tan insensata como es la de un vo, por inusual–, al lado del tabernáculo,
Hermanito, consiste en reproducir la Pasión un ejemplar de la Sagrada Escritura. Era a
de Jesús, en dejarle volver a vivir en noso- Jesús mismo a quien él buscaba en los
tros sus sufrimientos [...] Tenemos que rea- Evangelios, deseoso de conformar a él sus
lizar nuestro lote de sufrimientos y de sacri- pensamientos, sus deseos, toda su vida (cf.
ficios: la comunión en el Sacrificio Id., La vie de prière..., 110-111).
eucarístico debe nutrir este esfuerzo y for-
talecernos con miras no solamente a aceptar Voillaume recuerda a los Hermanitos que
la cruz en nuestra vida, sino hasta ir a su en- la lectura meditada de la Biblia y, en parti-
cuentro. [...] La Eucaristía es como el lazo cular, de los libros del Nuevo Testamento,
que une a cada uno de nosotros y a cada una ha de convertirse en el pan cotidiano para
de nuestras jornadas, con su lote de pobres alimentación de su fe. En ella adquirirán el
miserias y pequeños sufrimientos, con lo que conocimiento del verdadero rostro de Dios y
José María Recondo 45

de Jesucristo, y del camino que han de reco- sin cuyo testimonio, quizá, «muchos cris-
rrer para asemejarse a él (cf. R-62, 77-78). tianos no habrían creído posible –señala
«La lectura meditada de la Biblia es un me- Voillaume– llegar a una verdadera oración
dio indispensable para disponerte a la con- contemplativa, dentro de las condiciones
templación de los misterios de Dios. No pue- ordinarias de la vida actual» (L/I, 315).
des prescindir de ella. Es imposible una vida Para ellos también habló Voillaume en
de oración ferviente, sin alimentar previa- no pocas oportunidades. De esto quisiéra-
mente tu espíritu, tu memoria y tu corazón,
con la meditación de la palabra de Dios. mos dar cuenta en el próximo capítulo,
exponiendo allí sus enseñanzas en torno al
«La lectura meditada de la Sagrada Escri- desarrollo de la dimensión contemplativa
tura debe igualmente imprimir en tu memo- de la vida cristiana.
ria los gestos de Dios y sus enseñanzas, con
el fin de conformar a ellos tu vida. No pro-
gresarás en la comprensión de la Escritura, y
del Evangelio en particular, si no pones en
práctica lo que has leído. Es viviendo el Evan-
gelio, “realizándolo”, como se aclara, y re-
cibes parte de la sabiduría divina» (R-62, 78).

Conclusión
La experiencia de esta vida contemplativa
peculiar que llevan a cabo los Hermanitos
de Jesús, ha sido reflejada y, a la vez, ilu-
minada, por la palabra y los escritos del
padre Voillaume.
El correr de los años fue ayudando a
clarificar el horizonte y los caminos de la
vida contemplativa de las Fraternidades.
Se integraron también, en ese proceso de
maduración, vacilaciones, fallos y rectifi-
caciones. Hay incluso algunas cuestiones
que, según hemos podido ver –al menos
en el pensamiento de René Voillaume–, no
han sido aún formuladas con la debida pre-
cisión. Sin embargo, no es difícil advertir
la riqueza que representa, para la vida de
la comunidad eclesial, esta presencia
contemplativa en pleno mundo, en cuya
espiritualidad se ven reflejadas muchas de
las aspiraciones de vida evangélica surgi-
das en nuestro tiempo.
Fue así como numerosos laicos, sacer-
dotes y religiosos serían atraídos por la
experiencia espiritual de las Fraternidades,
46 El camino de la oración, en René Voillaume

Hemos querido presentar aquí, pues, las


enseñanzas que Voillaume nos deja en tor-
no a la oración y que atañen a todo cristia-
no, cualquiera sea su vocación específica.
Lo haremos en el marco de la dimensión
contemplativa que, desde el bautismo, toda
vida cristiana posee al menos en germen.
Es preciso advertir, sin embargo, las li-
Capítulo IV mitaciones que el presente capítulo habrá
de encerrar: Voillaume nunca pretendió
realizar una exposición exhaustiva ni siste-
mática sobre la oración. Sus enseñanzas,
La dimensión contemplativa por lo general, fueron surgiendo como res-
de la vida cristiana puesta a los problemas concretos que pre-
sentaba la vida de oración de sus oyentes
y lectores. O, simplemente, como la ex-
presión de la experiencia recogida al res-
Según pudimos ver en el capítulo se- pecto, personalmente o por las Fraterni-
gundo, a partir de los años 60 el P. Voillaume dades.
habrá de dirigirse a un auditorio que con Esto explica que en sus enseñanzas se
frecuencia trascenderá las fronteras de las vean silenciados, o aludidos sólo de paso,
Fraternidades. Es, pues, un período en el temas que en una exposición sistemática
que podemos encontrar, en sus publica- sobre la oración hubieran debido ser abor-
ciones, numerosas enseñanzas relativas a dados con mayor detenimiento. Este es el
la oración cristiana que no están necesa- caso –por citar un par de ejemplos– de la
riamente sujetas a la vida contemplativa oración vocal, sobre la cual rara vez hace
propia de las Fraternidades. A ello habría mención, o de la oración litúrgica, tratada
que agregar que, aun lo expuesto por sólo tangencialmente en algunos de sus es-
Voillaume para los Hermanitos y Herma- critos. Esto no obedece –aclarémoslo– a
nitas de Jesús (o del Evangelio), concernía una falta de aprecio o valoración por estas
en ocasiones –según él mismo confiesa– formas de la oración cristiana. Simplemen-
«tanto a la vida cristiana de los seglares te, de hecho, nuestro autor se centrará con
como a la vida religiosa» en general preferencia en lo que se conoce, en térmi-
(R.VOILLAUME, Laissez-là vos filets, París nos clásicos –aunque no sea demasiado
1975, 7. cf. L/IV, 7). feliz el término–, como oración mental *.
Incluso juzga Voillaume que las pláticas *[Su personal vocación contemplativa no
dadas por él a los Hermanitos y Hermani- habrá sido ajena, evidentemente, a este he-
tas de Jesús antes de su profesión, «pue- cho. Cabe agregar, por otra parte, que
den ser útiles a otros jóvenes que se pre- Voillaume no habla habitualmente de ora-
paran a la vida religiosa» (ENTRET, 7) o ción mental, por considerar que esta ex-
presión «acentúa excesivamente el aspec-
atañen «directamente a la vida cristiana de to intelectivo» de la oración (RI, 71-72).
todo bautizado» (Id., L’Éternel Vivant, Prefiere hablar de oración interior, de ora-
París 1977, 8).
José María Recondo 47

ción personal o, en ocasiones, y en senti- toda vida cristiana.


do amplio –como veremos–, de oración
contemplativa]. La contemplación cristiana
Apercibido, pues, el lector al respecto, Complementando lo expuesto al respec-
será con esta previsión como habrá de to en el capítulo tercero, avanzaremos aho-
abordar la lectura del presente capítulo. ra sobre lo que Voillaume entiende por con-
templación.
Por lo pronto, aborda la comprensión
1.- Dimensión contemplativa del término, partiendo de lo que en el pla-
de toda vida cristiana no natural significa:
Cuando en el capítulo tercero, al tratar «Contemplar una cosa es detener la mira-
sobre la vida contemplativa de las Frater- da sobre ella, no al pasar sino con una cierta
nidades, nos referíamos a los contempla- insistencia [...], dejándose como absorber por
tivos, lo hacíamos, según dijimos, en un la visión de esta cosa. [...] En filosofía se ha-
sentido estricto, entendiendo por ellos, blará de la contemplación de lo bello, de lo
verdadero, del bien. Pues son éstas realida-
aquellos que han sido llamados a partici- des que captan por sí mismas la mirada de la
par de la vida de una familia religiosa que inteligencia, como directamente, sin la in-
la Iglesia ha reconocido como ordenada a tervención de un razonamiento. Hay, en efec-
la contemplación. Es nuestro propósito to, en la contemplación, la idea de una cierta
ocuparnos ahora, en cambio, de todos aprehensión directa del objeto contemplado.
aquellos que, sin haber recibido esta lla- El acto de contemplar se queda, pues, en el
mada al estado contemplativo de la vida objeto, por sí mismo y no en vista de otra
religiosa, recorren, sin embargo, distintos cosa [...]. No podemos impedir encontrar aquí
caminos de oración contemplativa. como una especie de absorción admirativa.
La contemplación tiene algo de gratuito. No
Sabemos que quienes acogen la gracia se contempla algo en vistas de la utilidad que
de la contemplación o, incluso, quienes se sigue. Hay en ello un estrecho vínculo y
tienden resueltamente a disponerse a ella como una dependencia mutua, entre la con-
mediante una perseverante vida de ora- templación y el amor, en tanto el ser con-
ción, admiten también, de manera análo- templado es, en sí mismo, verdad, belleza y
ga, el nombre de contemplativos. Así lo bondad. El amor nos impulsa a contemplar a
aplican, por lo demás, en ocasiones, Santa aquel que es amado, y esta contemplación au-
Teresa de Jesús (cf. Camino,Vall. 17,4) y menta nuestro amor» (ÉLÉ, 160-161).
San Juan de la Cruz (cf. Cántico 1,6). No Después de haber afirmado, en esta pri-
es raro encontrar que Voillaume, particu- mera aproximación, la capacidad del espí-
larmente al dirigirse a laicos o a religiosos ritu humano para penetrar de modo con-
de vida activa, se refiera a los con- templativo la realidad, se referirá al signifi-
templativos, o incluso a la vida contem- cado que adquiere esta disposición del alma,
plativa, en este sentido analógico al que elevada sobrenaturalmente y proyectada
hemos aludido. sobre Dios, en la contemplación cristiana:
De este modo es como habremos de «El término contemplación designa, en la
enseñanza tradicional de la Iglesia, una de-
entender el significado de la dimensión y terminada aptitud de la inteligencia humana,
de la vocación contemplativas latentes en fortalecida por la fe, para elevarse, desde aquí
48 El camino de la oración, en René Voillaume

abajo y en la condición terrestre del espíritu, cristianismo, «la contemplación se vivió


no por sus solas fuerzas sino con la ayuda y antes de recibir tal nombre» (CONT, 41):
en el movimiento del Espíritu Santo, a una «Si tomamos el fenómeno en su conjun-
cierta experiencia y conocimiento totalmente to, el testimonio de esos millares de testi-
simple y penetrante del Dios Trino; experien- gos de la oración contemplativa que se han
cia sabrosa, oscura y, generalmente, inexpre-
sable, pero que no deja por ello de pertene- sucedido desde Pentecostés hasta nuestros
cer al orden del conocimiento, en la luz de la días, permanece como un hecho sobrena-
fe y del Espíritu Santo. Esta experiencia está tural auténtico. Es una realidad, un hecho
de tal modo ligada, en su mismo acto, a la incontestable de la vida de la Iglesia; y este
caridad, que San Juan de la Cruz ha podido hecho atestigua que Cristo puede ser co-
definirla así: «Es ciencia de amor, lo cual, nocido y amado como el compañero, el
como habemos dicho, es noticia infusa de amigo, el Dios de cada uno de nosotros»
Dios amorosa, que juntamente va ilustrando (Id., La vie religieuse dans le monde
y enamorando el alma, hasta subirla de grado actuel, Ottawa 1970, 119).
(en grado) hasta Dios, su Criador» (II Noche,
18, 5)» (ÉLÉ, 163). De allí que «siglos de enseñanza y de
experiencia [hayan] conducido a la Iglesia
Agrega, empero, Voillaume, que el acto a darle a esta expresión un valor
de contemplación «se vive de una manera específicamente evangélico y cristiano»
más simple de como se describe» (Ib.). (ÉLÉ, 163).
Muchos cristianos que serían incapaces no
sólo de expresar sino incluso de compren-
Vida cristiana y contemplación
der lo que es dicho aquí, reciben quizá, de
hecho, esas gracias de contemplación, por Persuadidos del valor de esta expresión
las cuales adquieren lo que se conoce como y de la realidad que designa, queda por
el sentido de las cosas de Dios, en su vida delante, empero, aceptar que la contem-
cristiana (cf. ibid.). plación se presente como un camino abierto
a todo cristiano:
Recuerda, por otra parte, Voillaume, que,
en ocasiones, el empleo del término con- «Alguien preguntará: ¿no son los
templación fue puesto por algunos en tela contemplativos personas excepcionales? Y
¿qué relación puede establecerse entre su ex-
de juicio, llegándose incluso a negar el va- periencia, admitiendo que sea auténtica, y la
lor propiamente cristiano de la realidad vida cristiana tal como es propuesta al con-
designada por tal nombre: se denunciaba junto de los cristianos [...]?» (CONT, 46).
en ella la influencia de una concepción del
universo, propia de un sistema filosófico Admitiendo que no todos son llamados
discutible y anterior al cristianismo. A lo al mismo grado de unión contemplativa con
cual Voillaume responde que «aun en el el Señor, afirma, sin embargo, Voillaume,
supuesto de que la palabra contemplación que «todo cristiano está llamado ya en este
no tenga un origen cristiano, ha adquirido mundo a ese mínimo de conocimiento
en la teología un sentido muy preciso y amoroso de Dios, a la luz de los dones del
designa una realidad que permanece esen- Espíritu Santo, sin el cual sería incapaz de
cialmente inmutable a través de la historia rezar, de amar al Señor y de vivir según el
de la espiritualidad» (CONT, 43). Evangelio» (Ib.) *.
*[Refiriéndose a las personas llamadas
No olvidemos, por lo demás, que, en el
José María Recondo 49

a la vida religiosa o al sacerdocio, el P. se desarrollen en este sentido» (FRA-SEC, IV-


Voillaume es igualmente explícito: «Si bien Nazareth, 6).
no todos los religiosos están llamados a
abrazar una forma de vida contemplativa, —Influjo de la contemplación
todos ellos están obligados a ese mínimo sobre la vida cristiana
de contemplación sin el cual el fin último
de su consagración religiosa dejaría de te- a) Hay un conocimiento íntimo de Dios
ner sentido para ellos. Sin este mínimo de –asegura Voillaume–, una especie de in-
contemplación, la vida religiosa ni siquie- tuición del ser divino, que va mucho más
ra sería posible, y perdería su significado» allá de lo que podemos alcanzar por nues-
(RI, 12). «Y estoy además convencido de tro solo esfuerzo de reflexión, nuestra ima-
que, por el solo hecho de haber sido un ginación, o una síntesis teológica. Se trata
alma llamada a la vida religiosa o sacerdo- de «un tipo de conocimiento que sólo Dios
tal, es llamada también a un mínimo de vida puede otorgar, y es precisamente en la ora-
contemplativa y de amistad íntima con Cris- ción donde él suele darlo» (RI, 73). Así,
to. En efecto, sin un mínimo de vida
contem-plativa, ¿cómo podríamos enten-
por la contemplación cristiana,
der perfectamente las enseñanzas de Jesús «comenzamos a participar de la mirada que
sobre las bienaventuranzas, y ser capaces Jesús, hijo de Dios por naturaleza, tenía so-
de ponerlas en práctica?» (RI, 48. Podemos bre su Padre. Desde el momento que hemos
advertir, en el texto que acabamos de re- desarrollado la gracia de filiación divina, esta
producir, el uso impropio–según ya anun- gracia debe normalmente dilatarse en un co-
ciamos– que Voillaume da en ocasiones a nocimiento íntimo del Padre. Por otra parte,
la expresión vida contemplativa. En este el mismo destino que se nos anuncia, en la
sentido impropio habrá, pues, que enten- Visión Beatífica, ¿no supone, acaso, que la
derla)]. vida presente esté desde ya orientada en ese
sentido y que tenga lugar un cierto inicio, aquí
Reconoce incluso Voillaume que el testi- abajo, del conocimiento íntimo de Dios?»
monio de los contemplativos ha correspon- (FRA-SEC, IV-Nazareth, 5).
dido, muchas veces, a personas excepcio-
nales. Pero añade que «esas vocaciones b) Pero la contemplación cristiana no sólo
excepcionales no hacen sino llevar hasta el afecta nuestro modo de relacionarnos con
extremo lo que cada cristiano debe vivir» Dios, sino también nuestros contactos con
(OVF, 136). Pues –advierte–, la gracia de los hombres y con la realidad toda. Pues
la contemplación «es ofrecida a todo cris- por ella, además de participar en Cristo
tiano por el solo hecho de hallarse bautiza- del conocimiento íntimo del Padre, adqui-
do» (RI, 85). rimos, desde el corazón de Jesús, una mi-
rada distinta sobre los hombres, siendo la
«¿Por qué habría infundido el Señor, en el contemplación «lo único que nos permite
alma de todo bautizado (puesto que no hay
excepción) ese organismo de los dones del
amarlos como Dios los ama» (CONT, 67).
Espíritu Santo, que no tiene sentido y es un «Si la condición de la vida humana en nues-
organismo inútil si no se desarrolla actuan- tro tiempo exige de nosotros un gran esfuer-
do en gracias de contemplación? [...]. Pode- zo en torno a la manera de traducir nuestro
mos decir que hay en todo cristiano una suer- amor hacia los hombres, dicho esfuerzo debe
te de organismo que espera desarrollarse. Y ir acompañado de un arraigo contemplativo
si el Señor lo ha depositado es, pues, porque equivalente, sin el cual nuestra caridad no rea-
espera y considera normal que los cristianos lizaría una unidad perfecta con la caridad di-
50 El camino de la oración, en René Voillaume

vina; sin este enraizamiento en el amor mis- hombre lleva en sí, de manera más o menos
mo que tenemos a Dios y a Cristo, nuestra consciente, una dimensión contemplativa que
caridad hacia nuestros hermanos no sería lo nadie podría negar sin condenarle al infortu-
que debe ser. También aquí se manifiesta un nio y probablemente a la desesperación. Los
progreso fundamental en la vida misma del contemplativos, en esta tierra que habitamos,
cristianismo y de los religiosos: en perca- son los testigos privilegiados de esta dimen-
tarse de que no podríamos amar perfectamen- sión trascendente de la humanidad» (CONT,
te a los hombres sin ese mínimo de contem- 54).
plación en torno a Dios, ya que sólo él puede «Sin la contemplación del Verbo de Dios
permitirnos el acrecentamiento de la cari- hecho hombre, es probablemente imposible
dad divina en nuestro amor, y en ausencia del para los hombres, sobre todo en la actual si-
cual, las numerosas realizaciones exteriores tuación del mundo, alcanzar esa calidad de
no serían más que un cuerpo sin alma» (RI, respeto de la persona humana sin la cual no
37-38). hay paz ni verdadera justicia en el amor» (ÉLÉ,
Agrega, asímismo, Voillaume, que 167).
«el amor no puede ser entre los hombres «El hombre de fe cuya mirada ha sido como
el signo para el reconocimiento de los dis- afinada por la familiarización con el miste-
cípulos de Cristo y el lugar de encuentro con rio divino, está más capacitado que cualquier
Dios, más que si este amor lleva, en sus ma- otro para una comprensión total del hombre
nifestaciones mismas, la marca de lo divino. y, por tanto, para amarle de verdad. Y esto
«Para aquellos que descuidan o rechazan implica consecuencias incluso para la cons-
la iluminación de la contemplación, o que no trucción de la ciudad terrena» (CONT, 54. Cf.
Gaudium et Spes 22).
osan afirmar ya su fe como verdadero cono-
cimiento de Dios, para ellos existe la tenta- c) Finalmente, Voillaume entiende que
ción de reducir deliberadamente el signo de la oración contemplativa, además de in-
Dios, al solo testimonio de un amor privado troducirnos en un conocimiento distinto,
de la perspectiva divina» (Id., De mejor diríamos, en una sabiduría nueva
l’importance de la contemplation des respecto de Dios y de los hombres, nos da
réalités divines pour l’homme acceso a un conocimiento de nosotros mis-
contemporain (Roma, 29-1-81), edición
policopiada, s.l., pero Roma, s.a., 13-14). mos que, de otro modo, no alcanzaría-
mos:
Avanza, incluso, Voillaume, sobre el in-
«Debemos estar persuadidos igualmente
flujo que la contemplación cristiana posee de que, sin oración interior, hay cierto cono-
respecto de la construcción de la historia y cimiento de nosotros mismos que no podre-
la transformación del mundo presente: mos lograr. [...] En la medida en que nuestra
«La esperanza que rebasa este mundo, le- oración es auténtica, nos encaminamos ha-
jos de debilitar el impulso hacia la edifica- cia un conocimiento de nosotros mismos que
ción de esta ciudad, le es indispensable en es indispensable para ser auténticos ante
virtud de una misteriosa paradoja. En efecto, Dios. No creo que pueda lograrse tal cono-
el hombre es incapaz de aportar a la cons- cimiento de sí fuera de la oración. Es cierto
trucción de su propia ciudad ese espíritu que que podemos experimentar nuestra debilidad
es el único que puede hacerla plenamente en la acción y en el ejercicio de la caridad;
humana, si no dirige su mirada más allá del como también, que podemos descubrir los
tiempo hacia la ciudad que permanece para propios defectos y conseguir cierto grado de
siempre: sin el reflejo de esta ciudad eterna, humildad. Pero hay una dimensión profunda
la ciudad terrena se hace inhabitable. Todo que no podemos alcanzar, una iluminación que
José María Recondo 51

sólo nos es otorgada por la luz del Espíritu la espiritualidad en la Iglesia parece enca-
Santo: y esto no ocurre en la acción. [...] La minarse, de manera constante, hacia una
consecuencia de esto es que existe una deli- difusión cada vez más universal de los va-
cadeza de conciencia imposible de conseguir lores espirituales, que en un principio cons-
al margen del contacto íntimo con el Señor. tituyeron el patrimonio de unos pocos: des-
Y esta delicadeza nos encamina hacia la per-
fección de la caridad» (RI, 74). pués de aparecer más o menos reservada
a los monjes, y más tarde a los religiosos o
Vemos, pues, de este modo, cómo la al clero, la realización de cierto grado de
verdadera contemplación, lejos de aislar- unión con Dios por la práctica de la ora-
nos en una postura evasiva respecto de la ción se presentó, posteriormente, como un
realidad, está llena de implicaciones y con- ideal accesible a todos los cristianos gene-
secuencias sobre la vida misma del cristia- rosos, cualquiera que fuera su estado.
no. De ella son fruto numerosas actitudes
que están en el origen de una nueva ma- En tanto la vida religiosa salía del claus-
nera de pensar, de sentir, y de obrar. La tro con las órdenes mendicantes, y pene-
unión contemplativa con el Señor traba en las actividades de la vida apostóli-
ca con San Ignacio, el nacimiento de las
«nos hace reaccionar espontáneamente terceras órdenes ponía la perfección evan-
delante de las cosas y de los hombres como
Cristo reaccionaría: es una luz que esclare-
gélica al alcance de los laicos, y San Fran-
ce las intenciones. Es cierto, no es uno per- cisco de Sales abría a las almas piadosas
fecto, pero está inclinado a tomar, a la larga, los caminos de la oración y de la unión
un cierto hábito de juzgar como el Señor lo íntima con Dios, en medio del tráfago del
haría. Por lo menos, se tiene en uno la luz mundo. El Padre de Foucauld y las Fra-
necesaria para reaccionar delante de los hom- ternidades habrán de situarse en esta mis-
bres en perfecta caridad, y para juzgar a los ma línea de evolución de la espiritualidad,
hombres y a las cosas según su relación al y podemos afirmar que su aportación en
fin último sobrenatural dispuesto por Dios. este sentido ha sido significativa.
Y esta manera de sentir debe establecerse en
nosotros como un hábito en el fondo del alma. Al reparar en el valor de las experiencias
Entonces sentimos más vivamente nuestras vividas a lo largo de los años por las Fra-
faltas, nuestras deficiencias en la caridad, ternidades, considera Voillaume que uno
nuestras vueltas sobre nosotros mismos: las de los aspectos más importantes del men-
sentimos en el momento mismo, como una saje que ellas tienen para ofrecer, es «no
falta a esa luz que está en nosotros como una sólo la afirmación de la posibilidad de una
lamparilla perpetua. Es difícil de definir esta vida de amistad con Jesucristo –amistad
unión a Dios que da la contemplación, unión fundada en la oración contemplativa–, sino
que permanece a lo largo de la jornada, que
parece muy frágil, mientras que ofrece una incluso que una tal intimidad puede ser
libertad muy grande al alma, esa libertad que, buscada y conseguida, por aquellos a quie-
sólo ella, permite volverse hacia los hom- nes Dios se la ofrece, en las situaciones y
bres sin apartarse de Dios» (RAPP, 768). estados de vida más dispares» (RI, 47-48).
Asegura, además, Voillaume, que nos en-
—La espiritualidad cristiana y su evolu- contramos hoy día en un estadio de evo-
ción en relación a la contemplación lución de la vida de la Iglesia, que se tra-
Según René Voillaume, la evolución de ducirá en una integración cada vez más
52 El camino de la oración, en René Voillaume

consciente y universal de la contemplación


en la vida de los cristianos.
«Que tales actos [de contemplación] per- «Pensar en Dios amándole»
tenezcan a la perfección de la vida cristiana, Aclara, ante todo, el P. Voillaume, que,
a la cual todo bautizado es llamado, no po- al igual que todas las realidades superiores
dría dudarlo, y hoy menos que nunca, cuando que tocan a la vez a Dios y a lo más pro-
la evolución misma de las formas de vida re- fundo de nuestro ser, la oración escapa a
ligiosa y de los estados de consagración en una definición que exprese y agote toda su
la Iglesia tienden a probar, en la experiencia
misma que de ello han hecho, que la contem-
riqueza. Prueba de ello, en rigor, podría-
plación puede ser procurada, no sólo en los mos añadir, son las numerosas definicio-
Institutos integralmente consagrados a la vida nes que se han dado de ella a lo largo de la
contemplativa, sino en otras formas de vida historia.
religiosa insertas en el mundo, en los Insti- Advertido lo cual, Voillaume ofrece una
tutos seculares, o incluso aun en el seno de definición, sobre la que siempre volverá.
las actividades temporales de la vida laica, Pertenece al Padre de Foucauld, y la hace
con tal que sean respetadas las condiciones
esenciales de una vida cristiana auténtica» suya al considerar que es «la mejor defini-
(ÉLÉ, 163). ción de la oración y, también, la más com-
pleta y la más accesible a todos: “Orar es
El desarrollo de esta dimensión pensar en Dios amándole”» (RV, 73).
contemplativa de la vida cristiana supo-
ne, por lo demás, no sólo la acción del Partiendo de aquí, afirma Voillaume que
Espíritu en lo secreto de los corazones, si la oración es, en el plano de la vida teo-
sino también, por nuestra parte, el recorri- logal, el acto por excelencia del encuentro
do perseverante del camino de la oración. con Dios, este acto entraña necesariamen-
Y éste tiene sus leyes y exigencias propias. te el ejercicio de aquellas facultades que
Abordaremos, pues, ahora, las enseñan- son en nosotros el mejor reflejo de la ima-
zas que el P. Voillaume nos deja al respec- gen divina: la inteligencia y la voluntad. La
to. definición arriba formulada expresa ade-
cuadamente esa actividad simultánea de
conocimiento y amor. Pues «no hay ora-
ción interior si falta uno de estos dos ele-
2. El camino de la oración mentos» (RI, 72).
«Pensar en Dios sin amarlo al mismo tiem-
Sostiene Voillaume que la práctica de la po, simultáneamente, no es hacer oración:
oración cristiana tiene como principal ob- es reflexionar o meditar. Quien estudia la teo-
jeto «disponernos a recibir esta luz [de logía, aunque se halle en estado de gracia y
contemplación], excitar su deseo, pedirla profese un gran amor a Cristo, no hace ora-
y atraerla en cierto modo a nosotros» (RI, ción mientras estudia las cosas de Dios: es
74). una actividad muy noble del pensamiento,
pero no es oración. Pero si durante el estu-
Comenzaremos viendo, pues, cómo de- dio y a la vista de la hermosura de Dios se
fine él la oración, para abordar luego las siente arrebatado por un intenso movimien-
consideraciones que hace respecto de su to de amor, entonces hace ya oración inte-
ejercicio. rior, hace oración» (Ib.).
José María Recondo 53

Y añade luego: qué aquel que quiere vivir una verdadera vida
«De igual modo, cuando obramos impul- de oración compromete toda su vida, todo
sados por el amor de Dios, pero sin que nues- su ser, en esta empresa» (Id., La vie
tro pensamiento se centre en él, no hay ora- d’oraison, inédito, 1942, 50).
ción interior; hay vida de caridad, que no es
lo mismo. [...] En cambio, si en medio de sus
actividades le viene a [a uno] el pensamiento
de Dios o de Cristo, entonces está orando. Oración y conocimiento
«Debemos tener ideas claras sobre esto, —Fe, conocimiento y oración
porque existe hoy cierta tendencia a la con- En la oración, recuerda Voillaume,
fusión en esta materia, a causa de la impor-
tancia creciente que estamos inclinados a dar
aprendemos a conocer a Dios y a amarle
a la actividad. Se tiende a decir: “toda mi vida mejor, y aun cuando el conocimiento no
es una oración; no tengo, pues, necesidad de se haga manifiesto, cuando se muestra os-
consagrarle momentos determinados”. Esto curo, «está siempre ahí, sin embargo,
puede ser verdad en parte, como diremos en- como un camino invisible por donde pasa
seguida, pero en el fondo de este juicio hay el amor» (L/I, 169). Con todo, se puede
una inexactitud sobre la naturaleza de la ora- comprobar, según Voillaume, que
ción, que puede tener consecuencias noci- «existe una tendencia bastante general a
vas» (Ib.). descuidar esta búsqueda de conocimiento
La unión íntima con Dios en la que el de Dios sin la cual no puede haber oración.
cristiano puede ser introducido por Cristo, Esta negligencia, ¿no estaría a menudo en el
es en definitiva una unión de amor, pero origen de ese estado de “vaguedad” del que
de un amor que no puede existir sin cierto muchos se lamentan con la sensación de que
grado de conocimiento de todo lo que hace son en parte responsables? ¿No es normal,
al ser amado digno de nuestro amor. Por en estas condiciones, que la hora de adora-
ción aparezca cada vez más como un momen-
otra parte, es preciso afirmar que «la ne- to duro que hay que pasar a los pies de Cristo
cesidad y el deseo de conocer a Cristo, es Crucificado? [...] Es cierto que la oración
una de las primeras señales del verdadero entraña este aspecto de sacrificio, pero no
amor» (RI, 53). podría ser sólo eso. A la larga, estos actos de
Concluye, pues, Voillaume, que, en la valor en pura pérdida de sí mismo, si no es-
oración, «el conocimiento y el amor se tán sostenidos por un conocimiento de Je-
persiguen de continuo mutuamente y, si sús constantemente renovado dentro de una
búsqueda amorosa de la fe, estos actos de
se me permite la expresión, se sobrepasan pura voluntad nos conducirán al desaliento»
de manera alterna» (RI, 73). (L/II, 170-171).
«Este círculo de vida, que se basta a sí mis- Apunta, por otra parte, Voillaume, que
mo y se cierra sobre Dios, es en nosotros la
imagen más auténtica de la vida trinitaria, de
la fe misma, en nuestros días, aparece con
la cual es, por otra parte, como un derrama- frecuencia, para buena parte de los cristia-
miento, en nuestro ser de gracia. Constituye nos, como una actitud existencial de con-
toda nuestra vida de relaciones con Dios, y fianza en Dios, de abandono en él, de en-
es aquello por lo cual las virtudes teologales trega en el amor en medio de la oscuridad.
tienen razón de fin, en comparación con las Y si bien esto responde a una feliz revalo-
otras virtudes. Y comprendemos también por rización de la dimensión personal y
54 El camino de la oración, en René Voillaume

existencial de la fe cristiana, ha de evitarse una experiencia que se reconoce como


el dejarla despojada de su dimensión inexpresable, no significa, sin embargo, que
cognoscitiva. no se trate de un auténtico conocimiento.
Por eso Voillaume advierte sobre el peli- Y si bien el lenguaje de los místicos es de
gro de hacer de la fe «una actitud irracio- otro género que el de la ciencia o el de la
nal, en la cual no vemos ya muy bien el razón, expresa, no obstante, un verdadero
movimiento de la inteligencia en la apre- conocimiento de Dios.
hensión, ciertamente oscura pero real, de Así, «los contemplativos que han sabido
una verdad absoluta» (ÉLÉ, 162). traducir la experiencia de lo divino a lengua-
je humano, nos dan la expresión más elevada
Muchos son los cristianos, en la opinión y pura de Dios. No hay más que leer a los
de Voillaume, que viven los valores evan- más destacados de entre ellos, a San Juan de
gélicos con una generosidad muchas ve- la Cruz, por ejemplo, para caer en la cuenta
ces heroica, pero como por encima del de lo que decimos. No, Dios no es incog-
contenido inteligible de su fe. Esto no deja noscible por nuestra inteligencia; es inefa-
de tener consecuencias en relación a la ora- ble, que no es lo mismo» (CONT, 56-57).
ción: Nosotros afirmamos, pues, según
«No se sabe ya, pues, lo que significa la Voillaume,
palabra contemplar, porque cuando la inteli- «que en esta visión interior, la inteligencia
gencia ha perdido la noción de una verdad del hombre alcanza la Verdad de Dios, aun-
objetiva, revelada e inteligible, la fe corre el que esto sea imperfectamente. Más allá de
riesgo de ser concebida y vivida como una las impresiones subjetivas y de los fenóme-
especie de “fideísmo”, como un movimien- nos psíquicos que puedan acompañar la con-
to ciego del amor. Muchos no saben ya, por templación, ésta constituye un verdadero en-
esta razón, si la vida [de oración] cuentro con Dios. [...] Sin realidad a la cual
contemplativa es posible aquí abajo, lo que contemplar, sin una realidad existente en sí
ella significa, ni si ella puede tener todavía fuera del sujeto, la contemplación no es más
algún valor para la vida cristiana» (Ib. La in- que un sueño o un estado subjetivo y, por tan-
clusión entre corchetes busca explicar me- to, una alienación» (Id., De l’importance de
jor el significado que vida contemplativa la contemplation... 5).
tenía en la fuente, de acuerdo al contexto, para
evitar así todo posible equívoco). —Valor y límites del conocimiento
Por eso Voillaume afirma que la con- humano, en el camino de la oración
templación cristiana Nuestras facultades naturales de cono-
«supone la posibilidad de que puedan esta- cimiento, puestas al servicio de la fe, inter-
blecerse unas relaciones de conocimiento y vendrán –cada una a su manera y según
amistad entre el hombre y un Dios que se su propia naturaleza– en la búsqueda del
revela como personal» (CONT, 43). encuentro con Dios que realicemos por el
Y agrega, luego: camino de la oración.
«Es, pues, inevitable, que la interpretación –a) Por lo pronto, es preciso destacar la
de semejante hecho, y el valor que se le atri- contribución de nuestro conocimiento sen-
buye, dependan del concepto que se tenga sible en nuestras relaciones con Dios. Lo
sobre la inteligencia humana y sobre la rea- cual, por lo demás, no siempre es sufi-
lidad del conocimiento» (Ib.). cientemente valorado.
El hecho de darse, en la contemplación,
José María Recondo 55

«Por cierto, la contemplación se asienta miendo el semblante de Jesús como el del


más allá de los sentidos, pero aun en el caso ser a quien más amamos. “María guardaba
de una gracia de contemplación extremada- todo esto y lo meditaba en su corazón” (Lc
mente despojada, conservamos nuestra con- 2,19).
dición humana, que hace que no tengamos «Pero esto no basta, ya que el Espíritu de
derecho a rechazar el papel representado por Jesús hace además vivir, obrar, hablar a su
los sentidos en nuestra vida de oración: con Iglesia y a los santos. La historia de los san-
respecto al perfume del incienso litúrgico tos, su fisonomía humana, sus actos, sus pa-
sucede lo mismo que con la música sagrada labras, son un lenguaje que se dirige a nues-
y con el ambiente creado por las formas, los tra inteligencia, pero muchas veces a través
colores, la luz. Todos estos factores sensi- de nuestra imaginación. Hay en ello una suma
bles operan, sin noticia nuestra, en nuestras de enseñanzas que debemos imprimir en
facultades más espirituales, a lo menos como nuestra memoria» (L/I, 178-179).
una disposición favorable en el punto de par-
tida» (L/III, 14-15). –b) Así como el conocimiento sensible
«En el momento en que más que nunca se
tiene un papel que cumplir en nuestras re-
recurre a los sentidos por medio de las for- laciones con Dios y, más concretamente,
mas, los colores, los sonidos, la música, las en el camino de la oración, otro tanto, en
imágenes, las películas, la televisión, la pu- su propio orden, ocurre con nuestra inte-
blicidad, sería peligroso prescindir de cual- ligencia.
quier evocación sensible del mundo invisi- «Cuando se pasa de una oración sensible a
ble, al cual debemos seguir estando presen- otra más espiritual, es preciso sostener esta
tes con toda nuestra fe. Sería presuntuoso evolución de nuestra fe por un mínimo de
comportarse de otro modo, adoptando una conocimientos teológicos. Todos debemos
actitud contraria a las leyes de la condición poseer un mínimo de conocimientos sobre
humana y a la manera constante con que Dios Dios, en conformidad con las posibilidades
ha querido proceder respecto de nosotros» de nuestro estado» (RI, 80).
(L/I, 183-184).
«El conocimiento teológico [...] contribu-
La imaginación y la memoria pueden ye a purificar el alma de ciertos modos im-
enriquecer de modo particular el conoci- perfectos de representarse las realidades di-
miento de Dios que habrá de posibilitar- vinas. Contribuye a elevarla por encima de
nos la oración. las imágenes y a encaminarlas a un conoci-
«Desde que la Palabra eterna de Dios tomó miento más espiritual y, por tanto, más exac-
cuerpo en el seno de la Virgen María para to, de las cosas de Dios. Este movimiento
vivir entre nosotros, para hablarnos en len- hacia un conocimiento más espiritual, es
guaje humano, y realizar actos humanos, esencial a las cosas de la fe y a la vida de
nuestros sentidos tienen un papel que repre- oración» (AUCM, 363).
sentar en el conocimiento de Dios. Jesús tie- Aclara, no obstante, Voillaume, que «la
ne un rostro humano que debemos descubrir necesidad del estudio teológico para una
y amar: es preciso haberle visto en las suce- vida de oración fervorosa está naturalmente
sivas situaciones de su vida terrestre, es pre- en proporción con las exigencias muy di-
ciso haberle visto nacer, amar a los hombres, versas de las vocaciones: este estudio pa-
curarlos y morir. Es preciso haberle escu- rece ser indispensable a los sacerdotes, a
chado en sus discursos, y es preciso haber
conservado todo esto en la memoria. La los religiosos y a determinadas vocaciones
meditación del Evangelio es lo que nutrirá seglares, para equilibrar su vida espiritual,
de este modo nuestra memoria, al ir impri- y, sin embargo, muchos cristianos que no
56 El camino de la oración, en René Voillaume

pueden entregarse al estudio son capaces, mientos que habrán de seguir siendo muy
con la gracia de Dios, de llegar a una au- oscuros. Nosotros no podemos referirnos al
téntica oración contemplativa, con tal que conocimiento de Dios como al conocimien-
cada uno haya recibido, con un corazón to de un ser humano o de una verdad de or-
dócil, toda la instrucción que debía recibir den natural, porque Dios quiere conducirnos
más lejos. Vosotros podéis comprender que
de la Iglesia» (L/I, 179, nota 1). entrar en relación de conocimiento con un
–c) Grabando en nosotros las imágenes ser que, siendo Dios, es espiritual e infinito,
con las que nos presentan a Jesús los Evan- es algo que no tiene proporción ni está al al-
gelios, y reflexionando en torno a su mis- cance de nuestra naturaleza. La gracia que
terio, nos asemejamos –dice Voi-llaume–, Dios nos dio fortalece nuestra inteligencia y
de alguna manera, a los apóstoles y discí- nos permitirá sostener este aumento de co-
pulos que vivieron con el Señor. Pero hay nocimiento, pero ello nos vendrá de algo que
Dios nos conceda» (Ib., 5).
que tener en cuenta, sin embargo, que el
hecho de haber tenido delante de ellos a —La evolución del conocimiento,
Cristo en carne y hueso fue, para los após- en el camino de la oración
toles, el camino para el conocimiento de
Dios y, a la vez, en cierto sentido, un obs- Voillaume va a distinguir tres estadios en
táculo. Porque Dios, por ser tal, está mu- el conocimiento amoroso de Dios al que
cho más allá de lo que podamos imaginar nos introduce la oración.
o discurrir respecto de El. –a) Primeramente, existe un nivel de co-
Por eso, recuerda Voillaume, la presen- nocimiento
cia física de Cristo debía cesar. Esta reve- «en el que somos dueños de la situación:
laba al Padre, pero absorbía la imagina- meditamos el evangelio, extraemos de ello
ción de los apóstoles, quienes se apegaban una cierta satisfacción, leemos un libro de
a la persona de Cristo bajo su aspecto hu- lectura espiritual y tenemos la impresión de
mano visible. Era preciso, pues, la cruz, el aprender, de descubrir algo; esto nos propor-
ciona la alegría de entender, y enciende en
sufrimiento y la muerte de Cristo, que re- nuestro corazón un sentimiento de amor por
percutieron sobre los apóstoles doloro- Dios, de admiración, y tenemos la impresión
samente, como un escándalo, precisamente de que nuestros esfuerzos personales de me-
porque no habían sabido sobrepasar un ditación, de reflexión, obtienen un resultado
conocimiento y una adhesión humanamen- y nos enriquecen. [...] Y en esos esfuerzos,
te imperfectos respecto de la persona de evidentemente, siempre está Dios que nos
Jesucristo (cf. FRA-SEC, V-Le désert. La ayuda, nos esclarece, pero todo ello se nos
prière 4-5). Advierte, pues, Voillaume, que presenta como el fruto de nuestro propio
esfuerzo; y, en general, en este período, uno
«algo similar nos sucederá a nosotros. No va a la oración con facilidad, se verifican sus
porque seamos incomodados por la presen- progresos, se extrae de ello un gozo sensi-
cia física de Cristo, que no vemos, pero co- ble, se está en una etapa de descubrimiento»
rremos el riesgo de quedar limitados por (Ib.).
nuestros conocimientos imaginativos e in-
telectuales, pues Dios está más allá de ellos. Hay que observar que, si bien los escri-
Por esta razón, en toda oración que progre- tos del P. Voillaume reflejan, con el paso
sa, tendrá lugar, en el ámbito de los conoci- de los años, una valoración creciente res-
mientos, un parto doloroso, oscuro, alguna pecto de la meditación, él va a afirmar
vez desalentador, de otro orden de conoci- siempre que ésta «puede ser, todo lo más,
José María Recondo 57

como una preparación a la oración y, para de nuestra parte, o negligencia, o presunción


algunos, su puerta de entrada» (AUCM, o falta de esfuerzo» (L/III, 54-55).
120). Pero considera que ella no es, pro- Recomienda, por otra parte, Voillaume,
piamente, oración (cf. AUCM, 129). no abandonar demasiado pronto la prácti-
Dice reaccionar, de este modo, «contra ca de la meditación continuada de los
aquella concepción de la oración, que se Evangelios y, en todo caso, volver a ella
planteaba como un ejercicio en varios pun- periódicamente, según lo aconsejaba el
tos, con una serie de meditaciones prepa- mismo Charles de Foucauld (cf. L/II, 272-
radas» (Id., Carta a J. M. R., 30-7-84, en 273)*.
J. M. RECONDO, La oración en René *[Las cartas del P. Voillaume a las que
Voillaume, Apéndice I, Burgos 1989, 297). estamos haciendo referencia, están escri-
Y asegura que, «así como esto puede ser tas, una, a fines de 1959 (L/II, 272-273), y la
considerado de utilidad antes de la oración, otra, a comienzos de 1961 (L/III, 51-55). Se
así también entorpece [luego] la libertad refleja en ellas la revalorización que
del alma, en la simplicidad de su mirada Voillaume hiciera por entonces de la me-
sobre Dios» (Ib.) *. ditación, en relación a la formación que
debían recibir los Hermanitos en el cami-
*[Ya en tiempo de su noviciado con los no de la oración, y que ya había manifesta-
Padres Blancos (1925-1926), y dadas las do de alguna manera en 1958, al escribir
gracias que por entonces recibía en la ora- Le chemin de la prière (L/I, 161-226). Así lo
ción, experimentaba desafección por la reconoce, por lo demás, en L/II, 236-237].
meditación que le sugerían realizara, y sen-
tía desagrado ante la lectura del Ejercicio Advierte, con todo, sobre el riesgo de
de perfección y virtudes cristianas, del P. refugiarse en una reflexión meditada que
ALONSO RODRÍGUEZ S.J., cuyo estudio pro- sirva de coartada, consciente o inconscien-
seguía sólo por obediencia (cf. HIST, 1, 126- temente, para no terminar de llevar a cabo
127 y 1, 205)]. esa entrega absoluta de sí –la muerte a
No obstante, reconoce Voillaume que es todo lo que no es Dios– que se nos de-
necesario, en los comienzos, esforzarse en manda realizar como condición previa de
ser fieles a la meditación continuada de los la oración (cf. AUCM, 239; AUCM, 120; L/I,
Evangelios. Advierte, asimismo, que 207-208).
«la meditación no es la oración ni la con- Observa, por último, que esta primera
templación, pero sí es su base, en el sentido etapa ha de servirnos para «asentar sóli-
de que un espíritu que, en un momento dado, damente nuestra fe y ejercitar nuestra vo-
no hubiera podido meditar jamás por falta de luntad en el trabajo del amor, a fin de estar
dominio de sí mismo y de capacidad de aten- algún día en estado de ser simplificados,
ción, un tal espíritu no podría ofrecer las cua- dentro de un empobrecimiento que no sea
lidades naturales necesarias para el desarro- prematuro, ni anterior a la empresa de Dios.
llo normal de la oración de simplicidad, ni Sólo la riqueza poseída de Dios es lo que
ofrecer un terreno propicio para la acción puede hacernos pobres: de otro modo
de los dones del Espíritu Santo y de las gra-
cias de contemplación infusa. Seguramente
arriesgamos perder nuestra vida, pero sin
pueden existir excepciones: Dios puede col- encontrarla de nuevo» (L/II, 237-238). Ad-
mar enteramente las almas como quiere, vierte, con este final, sobre el peligro de
[...pero] no hay que creer, sin embargo, que incurrir, por presunción o imprudencia, en
Dios pueda ir más allá de lo que sería un error el abandono prematuro –si no en la deses-
58 El camino de la oración, en René Voillaume

tima a priori– de la meditación. ponde, precisamente, según Voillaume, al


–b) Poco a poco –afirma Voillaume–, hecho de tener lugar más allá de la imagi-
Dios puede introducirnos en otra etapa, nación y de la inteligencia.
que es un período de empobrecimiento, «Orando, no tenéis ganas de pensar en nada
de purificación: se presenta la cruz, en el y, al mismo tiempo, tenéis el sentimiento de
conocimiento del Señor. Experimentamos que vale más que si tomarais un libro para
un cierto tedio, la impresión de no encon- leer, para meditar, o si pensarais con ideas
trar ya en la oración aquello que nos colma- claras en el misterio de la Trinidad. No te-
néis ganas de hacerlo, no por pereza intelec-
ba y satisfacía; y nada nuevo descubrimos tual sino porque estáis delante de Dios de un
ya. modo más elevado, aunque no podéis
«Se trata de una purificación, pues nos sus- expresarlo. Esto ocurre con bastante fre-
trae de nosotros mismos; porque no debe- cuencia. [...] Puede tener lugar periódicamen-
mos olvidar que lo que Dios quiere es lle- te y puede establecerse como un estado, al
varnos hacia él, y no, hacer que encontremos cabo de un cierto tiempo» (Ib.).
una satisfacción en pensar en él. [...] En ese Este tipo de situaciones pueden introdu-
momento, Dios nos lleva más allá de los co-
nocimientos naturales y posibles del hom-
cir también en el sujeto una cierta perpleji-
bre, lo cual se traduce en un simple vacío in- dad:
telectual, en no poder ya pensar. Es este as- «Vemos almas que son fieles a la oración
pecto doloroso lo que se expresa algunas [...pasar] por períodos de escrúpulos: se di-
veces por una especie de tedio; habiendo lle- cen “no sé rezar; abandoné la lectura: antes
gado al límite del conocimiento, se encuen- yo tomaba mi evangelio, y extraía algo de él;
tra uno desgastado; tantas veces hemos re- ahora ya no tengo deseos de tomarlo. ¿Será
flexionado sobre el evangelio, que parece acaso la pereza? ¿Será que no tengo ya gene-
agotado. Evidentemente, hablo siempre del rosidad en la oración?” Y es entonces cuan-
desarrollo del conocimiento de Jesús den- do necesitamos saber decirnos: “¿Hago lo
tro del amor, no olvidéis esto; no tendría sen- que yo puedo? ¿Me falta generosidad?” Real-
tido lo que digo, sin esto. En ese vacío, es mente os decís: “No, uno va a la oración con
vuestro amor el que va a buscar al Señor mucho coraje, pero al tomar el evangelio no
dolorosamente; sin esto, ya no iríais a bus- nos dice nada”. Entonces basta con saber que
carle» (FRA-SEC, V-Le désert. La prière, 6). existe una cierta manera de conocer a Dios
Este trabajo de purificación que Dios que no viene de nuestra iniciativa sino del
Señor... Son los dones del Espíritu Santo que
realiza en nosotros lleva implícito un cre- actúan en vosotros, es un cierto conocimien-
cimiento, una superación. to que escapa a vuestro gobierno» (Ib.).
«Es entonces cuando comienza a nacer en –c) Existe un período intermedio, señala
el corazón [...] una forma distinta de conoci-
miento que, sin embargo, se nos escapa, y es
Voillaume, caracterizado por la oración de
el fruto del sufrimiento experimentado a cau- simplicidad, que, normalmente, prepara el
sa del carácter doloroso y oscuro de nuestra camino para la gracia de la contemplación.
reflexión y nuestra oración. Hay un cierto «Cuando tenéis la costumbre de pensar
sentimiento que se desarrolla, que no se pue- mucho en una persona, no vais a mirar deta-
de explicar, que no se puede decir, y que hace lladamente su rostro; no, tenéis una especie
simplemente que sepamos, que conozcamos de idea global muy simple, como una espe-
a Dios más de lo que podemos expresar» (Ib.). cie de mirada interior que os la hace presen-
Esta inefabilidad de la experiencia res- te, y que es fruto de la costumbre de pensar
en ella; es algo natural. Algo similar nos ocu-
José María Recondo 59

rre con Dios. En una persona que reza fre- «la verdad, la convicción sobre la cual de-
cuentemente y con cierta regularidad, se da bemos asentar sólidamente nuestra vida de
como un hábito de ponerse en presencia de amor, es la certeza de ser amados por Dios,
Dios, que simplifica las cosas; se produce la certeza de ser amados por Cristo, no con
como un resumen, una evocación global de un amor cualquiera, sino con un amor de
toda la memoria que se tiene de Cristo. No elección y de amistad: esta certeza de fe es
se tiene ya necesidad de detallar, de pensar un preámbulo necesario para todos los pa-
en el Señor durante su infancia, en la cruz, sos de nuestro amor hacia Dios. Mientras no
no, todo lo pienso, en cierto modo, simultá- hemos descubierto esto, no podemos avan-
neamente, en una sola simple mirada. Esto zar ni en el amor de caridad ni en la vida de
es fruto del hábito de la oración. Se la deno- oración, dado que nuestro amor a Dios no
mina la oración de la mirada; se mira, pero pasa de ser una respuesta; y ¿cómo podría-
sin pensar en cosas precisas. Y es general- mos ser capaces de amar realmente si no
mente en ese momento, que tiene lugar el somos amados primero?» (RI, 48-49).
tránsito a esa oración que es como un poco «Para nosotros, la cuestión no es tanto es-
dolorosa, porque no se sabe ya muy bien tar convencidos en la fe que Dios ha enviado
cómo se hace» (Ib., 6-7). a su Hijo para salvar al mundo –pues esto lo
Insistamos, finalmente, una vez más, creemos de una manera general, creemos que
sobre cómo, lo que hemos venido viendo el Señor ama al mundo y a todos los hom-
acerca del conocimiento en la oración, no bres– sino creer suficientemente que noso-
podría entenderse sin la presencia del amor. tros, personalmente nosotros somos ama-
Los contemplativos saben por experiencia dos» (RV, 42).
hasta qué punto ese conocimiento «infini- La vida de los santos nos enseña –agre-
tamente luminoso aunque misteriosamen- ga Voillaume– «que precisamente todo ha
te oscuro» que ofrece la oración, es «fru- comenzado para ellos con el descubrimien-
to de un gran amor y tiene lugar dentro de to y la certidumbre de ser amados por
ese amor», siendo, a su vez, «fuente de Dios» (Ib.).
nuevo crecimiento en el amor» (CONT, No se trata, empero, de «esos sentimien-
45). tos que se tienen en ciertas horas gozosas
de nuestra vida espiritual, cuando el Señor
Oración y amor nos permite gustar de alegrías interiores
que nos ayudan a descubrir el amor que
La posibilidad, para el hombre, de un nos profesa. Se trata de una sensación más
encuentro de intimidad con Dios, en el que honda, de algo más intenso, capaz de re-
tenga lugar un verdadero diálogo y se ahon- sistir a todas las tentaciones y a todos los
de en el conocimiento de su misterio, está escándalos: ¡la certeza de sentirse amado!»
sujeta, en definitiva, a la existencia de una (RI, 49).
búsqueda mutua, que tiene su origen en el
amor. Para mantener esta persuasión en la base
de nuestra vida espiritual, será necesario,
—Amados por Dios pues, «mucho espíritu de fe. Debe ser una
convicción inquebrantable y no un senti-
Esto supone, pues, ante todo, creer que miento que pasa» (RI, 51).
Dios nos ama, que se interesa por cada
uno de nosotros, que nos busca. Porque, Reconoce, sin embargo, Voillaume, que
en última instancia, no le es fácil, a la inmensa mayoría de los
hombres, creer verdaderamente que Dios
60 El camino de la oración, en René Voillaume

se interesa personalmente por ellos: «Hay 52).


en el corazón de los cristianos y en el ca- «Dios es tan simple, que no puede dividir-
mino espiritual muchos desfallecimientos, se, de tal manera que allí donde está Dios,
mucho tedio, que provienen de que los allí está todo el amor de Dios. No podemos
cristianos no saben que son amados» (RI, ser amados “a medias”, “un poco”, por Dios;
42). La presencia del mal, del sufrimiento no podemos gozar solamente de una parcela
y de la muerte, por una parte, y la dificul- del amor del Señor; ¡eso no es posible! El
tad para aceptarnos delante de Dios tal cual amor de Dios es simple» (RV, 42-43).
somos –incluso cuando nos sentimos cul- Por tanto –asegura Voillaume–, si que-
pables o tibios–, por otra, hacen difícil- remos encaminarnos hacia la intimidad con
mente perceptible el misterio de amor es- el Señor, «es preciso comenzar por creer
condido en Dios (cf. L/I, 322-323; RI, 48- esto. Hay que pedir esta gracia de “saber-
51; Id., Éducation de l’amour, «Jésus- se amado”» (RV, 43).
Caritas» n. 134, 1964, 22-27).
Inclusive, como tendemos a representar —«Amarás al Señor, tu Dios»...(Mt 22, 37)
a Dios de una manera antropomórfica, «el Advirtiendo que tenemos necesidad de
solo hecho de pensar que hay actualmente aprender a amar a Dios, Voillaume se
centenares de millones de hombres sobre muestra persuadido de que es menester
la tierra, nos produce una sensación de so- realizar, en nuestra relación con el Señor,
ledad y anonimato, que nos lleva a pre- toda una maduración del corazón para el
guntarnos cómo puede Dios interesarse por desarrollo de nuestra caridad. Y, más con-
cada uno. No lo imaginamos capaz de re- cretamente, en el camino de la oración,
partir su atención entre infinidad de seres. existe una pedagogía divina por la cual,
Y nos decimos: «Yo no puedo interesar- entre consolaciones y desolaciones, vamos
le». Por este camino llegamos a dudar de siendo educados en el amor por él. Vere-
ser amados» (OVF, 134). mos a continuación la descripción que
Voillaume hace de este proceso.
Los santos, por el contrario –recuerda
Voillaume–, en virtud de una profunda in- –a) Es frecuente –dirá– que en los co-
tuición respecto de la simplicidad divina, mienzos de la vida de oración se experi-
estaban persuadidos de que, al retirarnos mente una cierta plenitud, fruto de las gra-
en soledad, Dios, «con todo su amor, está cias afectivas que en ella recibimos. Estos
todo entero con nosotros» (RV, 43). consuelos hacen que uno vaya a la ora-
ción con ilusión y alegría. Es normal que
«Cuando se leen los diálogos de Catalina esto ocurra, y es deseable que hayamos
de Siena con su Señor, uno saca esta impre- atravesado esta etapa durante un tiempo
sión: se diría verdaderamente que el Señor
no tenía que ocuparse más que de Catalina
más o menos largo, pues «estos gozos,
en la tierra» (Ib.). «No constituye una ambi- estas facilidades, proceden del Señor, y
ción desmedida ni una loca fantasía el sentir están destinadas a hacernos salir de noso-
lo que sentía Santa Teresita del Niño Jesús tros mismos, a fin de atraer nuestro amor
cuando creía que Cristo, su Dios, se ocupaba hacia él, hacia la Virgen y hacia los san-
por entero de ella. No se trata de una ilusión tos» (L/I, 168).
sino, por el contrario, de una intuición pro- –b) Sin embargo, es preciso aceptar que
funda acerca del misterio de la simplicidad estos sentimientos se irán debilitando has-
divina, que se da siempre por entero» (RI, ta, incluso, desaparecer. Porque «el senti-
José María Recondo 61

miento es inconstante, y útil únicamente al cillamente, de atraeros por medio de unos


que comienza, sirviéndole como de cebo atractivos exteriores a El. Entonces vendrán
para la voluntad. Ya que el verdadero amor el desaliento, el cansancio en la oración, y
reside en la voluntad. Tenemos que creer ya no creeréis suficientemente en su impor-
firmemente que lo verdadero de la oración, tancia para seguir siendo fieles. Ya no esta-
réis disponibles para la oración.
la vía de la unión con Dios, está más allá de
los sentimientos» (AUCM, 120-121). «Tenéis que convenceros absolutamente de
que vais a la oración no para recibir sino para
«No es necesario que lo sintáis. Pensad
dar, y lo que es más, para dar sin que sepáis,
bien que vuestra oración no es nunca tan real
muy a menudo, que dais, sin ver lo que dais.
ni tan profunda como cuando se desarrolla
Vais para entregar a Dios en la noche, todo
fuera del campo de la conciencia sensible.
vuestro ser» (AUCM, 238-239).
El que ora verdaderamente se pierde de vis-
ta, su única mirada es para Dios, y es una Es preciso, pues, aceptar no sólo en tér-
mirada de fe pura, de esperanza y de amor, a minos teóricos esta transformación que ha
la que nada sensible y, a menudo, nada senti- de sufrir nuestra oración. Para lo cual, hay
do podrá consolar. Tenemos que estar plena- que acceder a despegarse del sentimiento
mente convencidos de ello para que poda- y «aprender a caminar en la oscuridad de
mos ver con confianza el desarrollo de nues- la fe» (RI, 79). Pues esto
tra vida de oración» (AUCM, 119).
«se enseña y se sabe intelectualmente; pero
Con la desaparición de los sentimientos, cuando uno se encuentra sumido en la aridez
pareciera «como si nos encontráramos en interior y en la oscuridad, se desalienta y se
un mal paso, y es justamente que nuestra descorazona, no sabe dónde está y siente la
vida se ordena por fin como Dios quiere» tentación de abandonar. Y abandona la ora-
(Ib.). Pues a través de esta purificación, ción porque no siente ya su utilidad. La ora-
se nos induce a una mayor gratuidad y a ción ya no le satisface. Lo que ocurre es que,
una verdadera maduración en el amor ha- generalmente, estamos satisfechos con nues-
cia Dios. tra oración porque la “sentimos”; somos en
cierto modo testigos de nuestra plegaria, la
«Evidentemente, durante los meses, o qui- contemplamos, nos sentimos satisfechos y
zá, tal vez, durante los años de consuelos sen- nos decimos que hemos hecho una buena
sibles, en el curso de los cuales habéis vuel- oración. Pues bien, esta sola satisfacción en
to a la oración como dilatados por la euforia ella es señal de su imperfección, porque de-
espiritual, o un sentimiento de enriqueci- muestra que buscamos la oración misma, más
miento luminoso acerca de las verdades de que buscar a Dios» (Ib. ).
la fe o del Evangelio, quizá no sospechabais
que era sobre todo por vosotros y porque Recuerda, por otra parte, Voillaume, que
comprobabais los resultados de una manera no ha sido raro que los santos debieran
tangible, por lo que os entregabais a la ora- perseverar en el amor a Dios en medio de
ción con alegría. Así, cuando de repente ven- la oscuridad de la fe. Oscuridad que, in-
ga a insertarse en vosotros una oración de clusive, en muchos casos, con el paso del
fe, en medio de la sequedad de los sentidos y tiempo llegó a ser más completa y doloro-
del vacío de la inteligencia, entonces vendrá sa. Evoca, en este sentido, aquello que el
el desconcierto, y habrá sido suficiente para Hno. Carlos de Jesús escribía al final de
esto un cambio de ambiente, de lo que os
rodea, de la dureza y del cansancio del traba-
su vida, cuando confesaba que se adhería
jo. Habrá sido suficiente que Jesús deje, sen- a la fe, pues no sabía ya si amaba a Dios
ni si era amado por El (cf. RV, 47-48).
62 El camino de la oración, en René Voillaume

«Y, sin embargo, cuando uno está en tal deramente actual, como una especie de
estado de oscuridad, sabe que está con el muerte a todo lo que no es Dios» (AUCM,
Señor, sabe que a pesar de su miseria, a pesar 239).
de la oscuridad, responde, no obstante, a su
amor, y que es amado profundamente por él» «No basta con alejarse materialmente de
(Ib.). los hombres entrando en una iglesia silen-
ciosa, o interrumpiendo con gusto nuestro
–c) Voillaume insistirá siempre, por lo trabajo, sino que es preciso que abandone-
demás, en la importancia de perseverar, mos en espíritu todo lo creado, de suerte que
recordando que «aun cuando ninguna cla- nada se levante entre Dios y nosotros, lo que
ridad se filtre todavía bajo la puerta, nues- supone que estemos despegados de todo y
tra tarea de amor consiste en llamar, vi- de nosotros mismos para Dios. También quie-
viendo dentro de la fe el ritmo cotidiano re decir esto que, en el momento de la ora-
de nuestra oración» (L/I, 287). ción, es preciso que seamos capaces de pre-
ferir conscientemente a Dios sobre todo lo
«Es una manifestación del amor de Dios demás» (L/I, 186).
para con nosotros, haber sido admitidos a per-
severar dentro de la esperanza ante una puer- –b) Esta disposición para la acogida de
ta cerrada, sin cesar de llamar porque tene- Dios, incluso durante un tiempo tan corto,
mos confianza en la palabra de Aquel al que «no se improvisa, pues depende del resto
buscamos todos los días por un camino de- de nuestra vida» (ENTRET, 145): «Si que-
sierto: «Pedid y se os dará, buscad y encon- remos ser honrados con nosotros mismos,
traréis, llamad y se os abrirá; porque todo el es preciso que hagamos cuanto podamos
que pide recibe; el que busca, encuentra; y al en el camino del despojamiento, a fin de
que llama, se le abrirá» (Mt 7, 7-8). Nuestra ser capaces, a lo largo de nuestras ocupa-
búsqueda es ya en sí misma un encuentro, y ciones cotidianas, de preferir a Jesús a todo
nuestra estación frente a la puerta nos ha in-
troducido ya en el interior del misterio, sin y de amarle más que a todo» (Ib.). Esto
que nosotros lo supiéramos. Aceptemos con implicará, por lo pronto, aceptar que, «so-
júbilo la parte que el Señor nos haya reserva- bre todo durante la juventud, tenemos ne-
do: sea lo que fuere, estemos seguros de que cesidad de aprender a disciplinarnos, a
ese lote contendrá para cada uno, su parte co- enseñorearnos de nosotros mismos, a
rrespondiente de vida divina, de esperanza, acostumbrarnos a hacer aquello que he-
de luz y, sobre todo, de participación en la mos decidido hacer, lo cual supone hacer
cruz» (Ib.). no siempre lo que agrada, sino muchas ve-
—Amor a Dios y desasimiento ces lo que desagrada» (HIST, 1, 257)*.
*[Advierte, sin embargo, Voillaume, que
Además de la obra purificadora que – «una vida no es mejor por el solo hecho de
según vimos– el Espíritu de Dios va reali- estar “reglamentada”, y muchas ilusiones
zando en nuestros corazones, es preciso, pueden encontrar su origen en la fidelidad
de nuestra parte, llevar a cabo una labor a un reglamento, en la medida que éste des-
de desposeimiento de nosotros mismos, plaza el centro de gravedad del amor, cen-
como condición para la unión con Dios tro de gravedad que está siempre fuera de
por el amor. nosotros, en Dios o en los otros, por lo
cual es imprevisible en cuanto a sus exi-
–a) Esto supone, según Voillaume, por gencias, y escapa a toda regla o previsión»
lo pronto, realizar «en el instante mismo (Ib.).]
de la oración [...] y de una manera verda-
Es importante, sin embargo, no perder
José María Recondo 63

de vista que «la necesidad absoluta de una altura máxima, a defecto de un impulso sufi-
ascesis y de una disciplina de vida» no es ciente. El edificio corre el riesgo de quedar
sino «para dejar el campo libre a la acción sin terminar, porque el constructor no habrá
del Espíritu Santo» (L/II, 208) o, dicho de sido capaz de consentir los últimos desasi-
otra manera, «para transformarnos en un mientos. Así es como tantas vidas
sacerdotales y religiosas se interrumpen al-
instrumento dócil de la caridad de Cristo» gún tiempo durante su ascenso, antes de caer
(AUCM, 279). en la mediocridad. ¿Quién no está tentado un
–c) Lo que no siempre es suficientemente día u otro de preservarse una posición có-
sopesado –o asumido– es el grado de des- moda, incompatible con la exigencia incan-
asimiento que Dios exige de nosotros. Así, sable de un amor que procede del infinito?»
(L/II, 120 y 122).
«la negligencia para colocarnos en un es-
tado de desposeimiento, de disponibilidad to- Aprender a orar
tal, frutos de una humildad verdadera y de una
valiente mortificación, es la causa, con mu- No obstante la absoluta libertad del Es-
cha frecuencia, y sea cual sea, por otro lado, píritu de Dios para obrar en nuestros cora-
la generosidad puesta en juego, de que mu- zones por encima de nuestras disposicio-
chas almas lleguen rápidamente como a un nes, es también cierto que, tal como
cierto límite en la práctica del amor [...]. En Voillaume observa, la oración, normalmen-
una palabra, eso es edificar sobre arena, ya te, «tiene necesidad de ser educada»
no es participar plenamente de la vida de Cris- (RAPP, 769).
to, en la que aparece un misterio de muerte
al que estamos asociados por el bautismo. «No hay que creer que baste con dejar a un
La vida procede de la muerte: “Si el grano de joven solo frente al Señor hacer lo que quie-
trigo no muere, permanece estéril y no da re, lo que puede, soñar o no soñar, dormir o
fruto”» (AUCM, 159). no dormir, hacer esfuerzos de tipo intelec-
tual o contentarse con buscar experimentar
A lo cual Voillaume agrega, algunos años un vago sentimiento afectivo respecto de la
más tarde: presencia de Dios y, cuando no lo logra, caer
«Podemos hacernos muchas ilusiones, al en el desaliento. Es preciso clarificar un
comienzo del camino que conduce a Dios, poco tales esfuerzos, con frecuencia gene-
pensando que cierto grado de renunciamien- rosos, pero mal orientados» (Ib.).
to puede ser suficiente y que la entrega de Porque el hábito «de la oración prolon-
uno mismo a los demás puede reemplazarlo. gada, en busca de contemplación natural
No, hasta en la entrega a los demás puede
haber ilusión, aun cuando esa entrega pueda y sobrenatural, don del Espíritu de Jesús,
ser un camino seguro para llegar al perfecto este hábito no se adquiere en un día. Hace
renunciamiento a sí mismo. falta una larga iniciación, suponiendo a la
vez dirección personal y fidelidad perse-
«[...] En los comienzos del crecimiento de
la vida divina, parecerá que todo va perfecta- verante» (HIST, 9,299).
mente: generosidad, cierta entrega de sí mis-
mo a los demás, sacrificios reales, una vida —La oración como búsqueda y acogida
de piedad sincera, todo eso podrá ilusionar En el camino de la oración –sostiene
durante algún tiempo. Pero con los años, Voillaume– hay, por una parte, «un apren-
cuando la edad de una fe más austera exija dizaje de la búsqueda de Dios que lleva
una entrega a Dios sin ningún tipo de com- consigo unas actividades al alcance del
pensación sensible, el ascenso se detendrá,
como si no pudiera ser sobrepasada cierta hombre»; pero también, por el hecho de
64 El camino de la oración, en René Voillaume

que el Señor viene a nuestro encuentro, quier riesgo de quedarse en el camino, no


«hay otro aprendizaje que realizar, que queremos tomar ya ningún camino, y esta-
consiste en disponernos a recibir el don de mos expuestos a perdernos en un vacío pre-
Dios en el silencio de nuestras facultades maturo, donde nos encontramos en la inca-
de actuar» (ENTRET, 152). Coexisten, pues, pacidad de progresar; el vacío no es el de-
sierto de lo absoluto, en donde ya no hay nin-
en toda oración, una búsqueda activa y gún camino, pues no llegamos a éste último
una acogida pasiva del don de Dios que, sino después de haber seguido un largo sen-
de una manera u otra, habrán de estar dero, estrecho y escarpado» (L/I, 173-174).
siempre presentes en ella.
Los métodos no tienen otra finalidad que
Podemos comprobar, sin embargo, que la de «ayudar a nuestra atención sensible
no siempre se guardó la debida armonía y espiritual, para que se dirija a las cosas
entre estos dos elementos. De hecho, la que son de Dios, dentro de una mirada de
sobrevaloración o el menosprecio de lo que fe» (L/I, 206). Esto «variará mucho de una
el método significa en la oración, estuvo persona a otra: depende sin duda del tem-
muchas veces en el origen de estos peramento, del estado físico, del género
desequilibrios. Voillaume abordó en dife- de ocupaciones, de la mayor o menor cos-
rentes oportunidades esta cuestión, seña- tumbre en el recogimiento para la oración,
lando al respecto las posturas inadecua- pero depende, sobre todo, de la manera
das, para luego conferirle a cada dimen- en que acojamos el trabajo del Espíritu
sión el lugar que le corresponde. Santo en nuestro corazón» (L/I, 204).
–El valor de los métodos También hay que tener en cuenta que,
Por lo pronto, hay que evitar pensar – con el paso del tiempo, aquello que era
dirá Voillaume– que, para orar, «basta co- más preciso y estructurado en los comien-
locarse ante Dios, sin disponernos a ello zos se irá simplificando, hasta transformar-
corporal y espiritualmente» (RI, 81). El me- se en «un simple hábito interior de aten-
nosprecio de todo método para disponer- ción a la presencia divina» (L/I, 206).
nos a la oración, supone, en este sentido, De todas formas, «no podríamos dis-
ignorar la colaboración que debe ofrecer pensarnos, sin caer en la negligencia, de
el hombre a las iniciativas de Dios y al prever un método de oración adaptado a
trabajo de la gracia. nuestro estado espiritual, con la reserva de
«Existe una tendencia a desconfiar de cual- modificarlo más adelante» (Ib.).
quier disciplina, de cualquier ayuda exterior, –La relatividad de los métodos
bajo el pretexto de ser verdaderos, de seguir
siendo uno mismo; esta susceptibilidad para Recuerda, por otra parte, Voillaume, que
defender la propia espontaneidad sobre la que «el método no tiene valor en sí mismo,
se basa el valor esencial de la oración, impi- sino sólo en virtud de la ayuda que nos
de comprender exactamente lo que es la ver- ofrece. Es un instrumento, un medio que
dadera libertad: este horror hacia lo artifi- debemos abandonar lo antes posible, en el
cial, hacia la forma exterior, hacia la rutina, sentido de que, cuando se entabla diálogo
nos lleva a rechazar instintivamente cualquier con Dios, ya no es cuestión de método»
apoyo tradicional de la oración, cualquier
(RI, 82).
método, cualquier medio de disciplinar la
imaginación o el espíritu [...]. Tenemos sed Observa, asímismo, que cuanto más sim-
de realismo, y a fuerza de desear evitar cual- ple es el camino que conduce a la oración,
José María Recondo 65

mejor es, porque «se interpone menos su propio esfuerzo» (L/IV, 94).
entre la acción de Dios y nosotros. La sen- Por último, consideramos legítimo apli-
cillez de medios nos ayuda a reparar me- car lo que en el siguiente texto Voillaume
nos en nosotros mismos» (RI, 82-83). afirma respecto de los ejercicios de pie-
Persuadido de que «podemos y debe- dad, a la cuestión que venimos analizando
mos aprender a recogernos, a hacer el si- (así lo hace, por lo demás, el mismo
lencio en nosotros mismos», reconoce Voillaume en RI, 82). De este modo, po-
Voillaume que dríamos comparar el papel que desempe-
«la disciplina del budismo o del yoga pue- ñan los métodos en la oración, con
de servir para realizar la preparación al reco- «el andamiaje y con las armaduras entre las
gimiento del espíritu que en otros tiempos que se fragua el cemento, imprescindibles
procuraban los llamados “métodos de ora- para empezar a construir un edificio o para
ción”, que eran también disciplinas del espí- sostenerle, mientras el cemento no fraguó
ritu y de los sentidos» (L/IV, 95). por completo.
Sin embargo, observa que, para que ello «Evidentemente, se pueden presentar va-
sea así, es necesario que estos ejercicios rios casos: si se retiran los andamios mien-
sean tras la obra está en construcción, se interrum-
pe ésta y el trabajo queda sin terminar. Si pa-
«reorientados y asumidos en su justo lu- rece que el trabajo está concluido y se reti-
gar de medios de preparación, dentro de la ran demasiado pronto ciertas armaduras o
perspectiva cristiana de la contemplación. De algunas partes del andamiaje, se corre el pe-
otra manera, no serían más que actividades, ligro de un derrumbamiento general o par-
provechosas ciertamente a nivel del equili- cial del edificio. Por el contrario, una vez ter-
brio humano, pero que conducirían rápida- minada la parte principal de la obra, es a me-
mente a un callejón sin salida en el camino nudo necesario, con objeto de continuar más
de la oración cristiana» (Ib.). fácilmente la construcción sin estorbos, des-
La diferencia fundamental entre una y montar definitivamente ciertas secciones
otra perspectiva radica en que el atractivo más bajas del andamiaje. En fin, el edificio
principal de estos métodos orientales completo y sólidamente terminado no pue-
de adquirir todo su valor ni recibir los últi-
«consiste en que producen unos resulta-
mos toques si no se retiran todos los anda-
dos que se pueden comprobar, y hay seguri-
mios» (AUCM, 262).
dad, hasta cierto punto, de obtenerlos, si se
persevera en el camino indicado. Estos re- —La preparación de la oración
sultados espirituales son conseguidos por
nuestro esfuerzo, mientras que la oración En realidad, y estrictamente, no es la
cristiana no puede progresar más que gratui- oración en cuanto tal aquello que pode-
tamente y en una forma que está más allá de mos aprender. Se trata más bien del cono-
todo estado interior adquirido» (Ib.). cimiento de una serie de presupuestos, y
A lo cual Voillaume agrega que de la adopción de un conjunto de actitu-
«el camino cristiano de la contemplación des que nos disponen interiormente al en-
pasa por la cruz, por la unión de amor con cuentro con el Señor. El P. Voillaume abor-
Cristo, y exige una última renuncia a sí mis- dará esta cuestión en diversas oportunida-
mo y a toda actividad del espíritu, de tal ma- des, pero será particularmente en su carta
nera que el alma se hace toda disponibilidad El camino de la oración donde conside-
para recibir un don de luz y de amor, que ella rará con mayor detenimiento la manera
es absolutamente incapaz de procurarse con como hemos de prepararnos a la oración
66 El camino de la oración, en René Voillaume

(cf. L/I, 161-226). tra nuestra fe y la ejercite, nos prepara


–a) El momento de la oración está pre- para la oración. El P. Voillaume insiste al
parado, por lo pronto, por la manera como respecto, por considerar que
hayamos acometido las demás actividades «nuestro error consiste a menudo en que-
del día, porque «estando ligada a nuestra rer ejercer la caridad sin preocuparnos sufi-
vida, la oración [normalmente] no puede cientemente de alimentar nuestra fe. [...] Tal
ser mejor que nosotros mismos» (L/I, vez es ésta nuestra mayor insuficiencia, y de-
185)*. pende sólo de nosotros remediarla para
aprender a orar mejor» (L/I, 172-173).
*[El subrayado es nuestro. Si añadimos
entre corchetes «normalmente», es porque «No se improvisa una oración: está dema-
siado enlazada a nosotros mismos. [...] En el
consideramos que la libertad del Espíritu
puede dar lugar, en ocasiones, a experien- momento de la oración, nuestra fe se des-
pertará con arreglo al grado de fuerza y de
cias de oración que no tienen equivalencia
ni proporción con la situación general – vida a que haya llegado en su crecimiento.
Para dejar a la fe esa libertad de expresión
especialmente en su dimensión moral– del
cristiano ante Dios]. dentro de un coloquio íntimo con Dios, es
preciso que nuestros conocimientos de fe
«Es un acto de nuestro ser cristiano, y son hayan sido alimentados suficientemente
los mismos hábitos, las mismas virtudes, los fuera de la oración. Nuestra fe puede mar-
que nos hacen obrar dentro de la soledad de chitarse hasta el punto de no poder dar ya nin-
la oración, o cuando estamos entregados a la gún fruto, por falta de alimentos. La fe es una
vida corriente en medio de los hombres. Sólo realidad viva: se nutre con los conocimien-
el objeto y la dirección de nuestra acción son tos que Dios le propone y se fortalece por
entonces diferentes» (Ib.). los actos que suscita dentro de la caridad»
«Estamos unidos a Jesús en la medida en (L/I, 175-176).
que le amamos de verdad, y este lazo íntimo «No basta con nutrir la fe, es preciso tra-
que nos une a El es el mismo cuando nuestro ducirla en actos. [...] Si no hemos ejercita-
espíritu está enteramente comprometido en do la fe durante el curso del día, ¿por qué
el acto de la oración, o cuando nos entrega- extrañarnos entonces de encontrarla como
mos a cualquier actividad de trabajo o de re- anquilosada en el momento de la adoración?»
lación» (L/I, 190). (L/I, 184).
Con todo, hablando a los Hermanitos y –c) Reparando luego en la preparación
Hermanitas de Jesús, Voillaume hace, al inmediata por la que nos disponemos a
respecto, una importante aclaración: orar, Voillaume advierte que, en el instante
«Para vosotros, hermanos y hermanas, la mismo de la oración, todas nuestras capa-
preparación final a la oración consiste en la cidades de conocer y obrar han de estar
generosa autenticidad de vuestra vida religio- «directamente vueltas hacia Jesús, y ex-
sa. En todas las cosas tened hacia el Señor un clusivamente absortas en él» (L/I, 190).
amor verdadero, puro y libre de ilusiones.
Pero, como nunca tendréis conciencia de lle- «La autenticidad de nuestra oración depen-
gar a tal perfección, os hace falta de todos derá de la manera en que hayamos sabido
modos entrar en el estado de alma del operar esa vuelta hacia Dios. [...] Esta transi-
publicano, reconociendo vuestro estado de ción es indispensable, y por falta de haberla
pecador, en total verdad, paz y humildad» hecho seriamente, la oración no es buena. El
(ENTRET, 146).
comienzo de la oración es su momento más
importante. ¿No llega santo Tomás a afirmar
–b) Por otra parte, todo aquello que nu- que solamente está en nuestro poder empe-
José María Recondo 67

zar bien la oración, puesto que es muy difí- que, si bien no existe ningún método que
cil, si no imposible para el hombre, aun ayu- nos permita evitarlas totalmente en el mo-
dado por la gracia, perseverar durante largo mento de la oración, debemos adoptar, sin
tiempo y prolongarla, sin estar perturbado por embargo, todos los medios juzgados útiles
distracciones? Pero casi siempre está en para conservar la atención imaginativa e
nuestro poder, comenzar bien nuestra ora-
ción» (L/I, 190 y 192). intelectual fijada en Dios. Hecho, luego,
todo lo que nos es posible, «lo esencial es
Afirma, pues, Voillaume, que podemos esforzarse en conservar la paz» (L/I, 202).
y debemos aprender a recogernos, a hacer
el silencio en nuestro interior, y que «no «No hay que luchar siempre directamente
contra las distracciones o los devaneos, lo
hay que olvidar, en todo esto, la participa- que sería agotador y, además, ineficaz, sino
ción del cuerpo» (L/IV, 95). que debemos esforzarnos simplemente por
«La postura [corporal] que adoptemos du- volver a llevar, sin perturbarse, la imagina-
rante la oración debe expresar, a la vez, nues- ción y la inteligencia hacia Dios, hacia Je-
tra adoración hacia Dios, y hacernos más fá- sús.
cil el recogimiento interior. [...] No podemos «[...] Hace falta, además, combatir las cau-
decir que hicimos todo lo que nos es posible sas. En efecto, las distracciones dependen de
para orar bien, si no hicimos un esfuerzo para causas que son, lo más a menudo, anteriores
mantenernos correctamente. [...] Una actitud a la oración: desvelos, preocupaciones por
respetuosa del cuerpo es como una prenda el trabajo, inquietudes, es toda nuestra vida
entregada a Dios, de que estaremos interior- diaria lo que nos vuelve a traer la memoria, y
mente atentos a su divina presencia» (L/I, 194- con tanta más facilidad cuanto que en el mo-
195). mento de la oración el campo de la concien-
De todas formas, puesto que –según cia se encuentra precisamente libre de cual-
Voillaume– «sólo el comienzo de la ora- quier otra actividad.
ción está verdaderamente en nuestro po- «[...] El mejor remedio para las distraccio-
der» (L/I, 199), debemos imponernos, si nes consiste en ser fieles para preparar bien
es preciso, de cuando en cuando, volver a la oración: esfuerzo de desasimiento de las
empezar, para recuperar de este modo la ocupaciones que acabamos de dejar, regreso
disposición requerida para la oración. a la calma interior y exterior, transición tan
pura como sea posible entre la agitación pro-
«No olvidemos que la fe supone atención, ducida por múltiples actividades y la inmovi-
y que ésta, por regla general, a menos de es- lidad de la oración. Es preciso purificar la
tar mantenida por fuertes impresiones llega- memoria, aprendiendo a diferir para más ade-
das del exterior, no podría fijarse mucho lante el examen de nuestras inquietudes y la
tiempo en el mismo objeto. Fijar la atención solución de los problemas que nos preocu-
interior durante más de algunos minutos en pan» (L/I, 202-204).
un objeto invisible es cosa difícil. Debemos Hay que tener en cuenta, por otra par-
prever, por tanto, una recuperación frecuen-
te de nuestra oración, por ejemplo, cada diez te, que muchas veces la atención del espí-
o quince minutos: no temamos volver a po- ritu y del corazón, a la espera del don de
nernos de rodillas, ni renovar el sentimiento Dios, en la oración, «se sitúa más allá de
de la presencia de Jesús en la Eucaristía, ni las distracciones de la imaginación y la
leer algunas líneas del Evangelio» (L/I, 207). memoria: se sitúa a otro nivel» (ENTRET,
En cuanto a las distracciones que pue- 147-148).
dan sobrevenirnos, recuerda Voillaume «Las olas, dejando a un lado las tempesta-
68 El camino de la oración, en René Voillaume

des más violentas, no afectan más que a la tra oración misma, sino pensar, en cambio,
superficie del mar, mientras que un submari- en qué medida fuimos fieles para prepararla
no, a cierta profundidad, se encuentra en una bien, y para traer a ella las disposiciones del
calma perpetua. Tampoco las perturbaciones corazón y la colaboración activa que eran
atmosféricas afectan más que a las capas más convenientes. Si hicimos de este modo todo
bajas de la atmósfera. Después de haber he- lo que nos es posible, entonces no nos queda
cho lo que es posible y normal para concen- sino perseverar sin desanimarnos jamás» (L/
trarnos, eludiendo el vagabundeo de los pen- I, 208).
samientos y la memoria imaginativa, tene-
mos que aprender a encontrar la paz y el si- Jesús, el Camino de la oración
lencio de Dios, más allá de esos movimien- —Jesús, el Camino
tos de nuestro universo sensible, sin preocu-
parnos de someter a éste último a un silen- Cuando Voillaume se pregunta por la
cio para el que no está hecho, ya que perde- posibilidad de entablar y mantener relacio-
ríamos el tiempo. Nada manifiesta más cla- nes de intimidad con Dios, recuerda que
ramente cómo pertenecemos, ya aquí abajo, sólo en Jesucristo podemos franquear la
a dos universos. Este hábito de alcanzar la infinita distancia que nos separa de El (cf.
paz de Dios más allá de los movimientos y Jn 14,6).
actividades de los sentidos y de los senti-
mientos, nos dispone a encontrar y mante- «No estará mal que recordemos aquí que
ner la unión con él, a lo largo incluso de nues- Dios “habita en una luz inaccesible” (1 Tim
tras actividades de trabajo y relación. En ese 6, 16), y que no hay ninguna medida común
nivel encontraremos en Dios la fuente de esa entre el “mundo de Dios” y el “mundo crea-
paz prometida por Jesús, que nos invadirá to- do”: el cosmos, la humanidad. La historia de
talmente, disponiéndonos a acoger mejor a Israel nos muestra hasta qué punto había pe-
los demás y a amarlos» (ENTRET, 216-217). netrado la conciencia religiosa del pueblo de
la Antigua Alianza, la advertencia de Yahvé a
—d) Una vez hecho todo lo que sabe- Moisés en el Sinaí: “el hombre no puede ver-
mos y podemos para disponernos conve- me y vivir” (Ex 33, 20). Dios es en sí mismo
nientemente a la oración, ya no nos queda inaccesible al conocimiento humano; inclu-
sino «perseverar con confianza, con res- so lo que podemos conocer de él, y en pri-
peto hacia la oración, sin cansarnos de pre- mer término, su existencia, mediante el tes-
pararla bien y comenzarla bien cada día, timonio de sus obras, no es algo evidente
poniendo en ello cada vez nuestro cora- para la inteligencia humana. [...] Abandonado
a sus solas fuerzas, el hombre no tiene ante
zón como si fuera el primer día, con la sus ojos ni puede alcanzar directamente más
misma espera de la visita de Jesús y per- que la creación visible y material, único pun-
maneciendo en paz, ciertos entonces de to de partida posible para su conocimiento
que dentro de esta oscuridad, y sea lo que natural. No hablo ahora de lo que un hombre
sea lo que sintamos, Jesús está presente, puede entrever en su corazón tocado por la
contento de nosotros, y que nuestra ora- gracia» (RI, 41).
ción es eficaz» (L/I, 199). No obstante su infinita trascendencia, por
Insiste Voillaume en que no hemos de Jesucristo tenemos acceso al conocimien-
inquietarnos por el resultado obtenido, el to de su misterio y a una relación de co-
cual, por lo demás, escapa a nuestra esti- munión e intimidad personal con Dios (cf.
mación: Col 1,15; Ef 2,18; 3,12).
«Sólo Dios conoce el valor de nuestra ora- «No estamos irremediablemente separa-
ción. Vale más no reflexionar acerca de nues- dos del “mundo de Dios”, porque existe de
José María Recondo 69

hecho un tercer “mundo”, el mundo de Jesu- Maritain publicara tras la muerte de su es-
cristo, que se relaciona con los otros dos: posa–, Voillaume alude, al introducir un
con el mundo inaccesible de Dios y con el texto de aquélla, a la esencial vinculación
de las creaturas» (RI, 41). de la contemplación cristiana respecto de
Jesucristo «es el Camino, el Camino de la la humanidad de Jesucristo:
oración, el Camino hacia el Padre, el único
puente establecido sobre el abismo que se- «No resisto el deseo de citar otro texto
para el misterio insondable de Dios, de las [...], donde Raïssa expresa una verdad que ten-
búsquedas del hombre» (ENTRET, 141). go por esencial en lo que concierne a la con-
templación cristiana: “Ciertos espirituales
«Frente al mundo del Dios trascendente, piensan que la más alta contemplación, es-
incorpóreo, invisible, estamos un tanto des- tando librada de todas las imágenes de este
amparados, porque se escapa totalmente a mundo, es aquella que prescinde absoluta-
nuestra experiencia humana. Mas cuando se mente de imágenes, inclusive de la de Jesús,
trata de Jesús, que fue visto y oído en esta y en la que no entra, en consecuencia, la Hu-
tierra nuestra, que tiene cuerpo y es hombre manidad de Cristo. Hay aquí un profundo
eternamente, ¿qué pretexto podríamos invo- error, y el problema se desvanece desde el
car para no esforzarnos por conocerlo y acer- momento en que comprendemos con cuánta
carnos a él?» (RI, 42). verdad y profundidad el Verbo ha asumido la
Por otra parte, sabemos que Jesús no naturaleza humana, hasta tal punto que todo
tiene ya con nosotros el contacto directo aquello que pertenece a esta naturaleza, su-
que tenía con sus apóstoles, cuando po- frimiento, piedad, compasión, esperanza...,
dían verlo y tocarlo. Sin embargo –nos re- todas estas cosas se convierten, por así de-
cuerda Voillaume–, es preciso creer en su cirlo, en atributos divinos. Cuando los con-
presencia, estando además ciertos de que, templamos, son, pues, atributos de Dios; es
Dios mismo quien es contemplado... ” (Tex-
resucitado, él «sigue siendo accesible para tos breves, 1958 ó 1959)» (R. VOILLAUME,
nosotros»; es más, él «nos ve, [...] nos Prefacio a Journal de Raïssa, publicado por
conoce, [...] está presente a nuestros pen- J. MARITAIN, París 1963, XIX).
samientos más íntimos; y esto, en cual-
Hablándole a los Hermanitos de Jesús
quier momento de nuestra vida» (RI, 51).
sobre la manera como debían hacer la ora-
«Jesús está vivo, lo sabemos, y nuestra fe ción, Voillaume afirma:
en Jesús resucitado nos hace creer que está
cerca de cada uno de nosotros. Si hay en él «Nuestra mirada se dirigirá con preferen-
toda la inmensidad del Dios tres veces San- cia hacia Jesús, a partir de la presencia
to, hay también toda la extremidad de la ter- eucarís-tica y de la meditación del Evan-
nura humana y de la intimidad de la amistad gelio» (L/I, 206).
más pura. Nosotros creemos firmemente en Por encima de los destinatarios inme-
la coexistencia, en el corazón de Cristo, de diatos de esta afirmación, expresa aquí Voi-
estas dos realidades, iba a decir de estos dos llaume, en muy pocas palabras, el lugar
infinitos, el infinito de la proximidad del que a su juicio ocupan, en relación a la
amor, de la constante intimidad, el infinito
del Dios Creador y fin de todas las cosas, el oración cristiana, la palabra de Dios y el
infinito de la soberana Verdad, de Aquel que misterio eucarístico.
es. Tenemos que descubrir de nuevo ese mis-
terio, cada día de nuestra vida» (RV, 20). —A Jesús, por las Escrituras
Cabe evocar, asimismo, que en el prefa- Sostiene Voillaume que el medio más
cio del Journal de Raïssa –que Jacques apto para prepararse a la oración, está en
70 El camino de la oración, en René Voillaume

la meditación de la Sagrada Escritura (cf. debe ser la fuente –y lo es sin duda para las
RI, 83). Y observa, por otra parte, que, al almas interiores– de la oración y la contem-
exigir las generaciones actuales formas más plación personales» (RI, 71).
sobrias y despojadas, los métodos tradi- De este modo, para un desarrollo apro-
cionales se muestran muchas veces inefi- piado de la vida cristiana, será preciso no
caces, mientras que los métodos más sen- descuidar ninguna de estas dos dimensio-
cillos son mejor recibidos. Y «el más sen- nes.
cillo consiste en ir derecho a lo esencial, «Los que se contentan fácilmente con una
tomando simplemente la meditación de las participación exterior en la acción litúrgica,
palabras del Señor en el Evangelio como deberán aprender a profundizar su oración en
método de oración» (RV, 81). el silencio; y los que tienen un concepto de-
«Es en la meditación de los hechos de Je- masiado individual de la oración, harían bien
sús, de las palabras de Jesús, es en la con- aprendiendo el valor de una plegaria que es
templación de su corazón, esforzándonos en también comunión fraterna, de acuerdo con
comprenderle más y más profundamente, esta palabra del Señor: «Donde hay dos o tres
donde podremos encontrar el camino hacia reunidos en mi nombre, allí estoy yo en me-
el conocimiento de Dios» (RV, 28). dio de ellos» (Mt 18, 20)» (OVF, 119-120).
«La oración cristiana es una germinación En cuanto a la significación de la Euca-
de la palabra de Dios, de la que es, en cierta ristía para la oración personal del cristia-
forma, la fructificación en nuestro entendi- no, Voillaume encuentra que, en el último
miento iluminado por la fe y en nuestro co- siglo, aquélla ha sido
razón, con vistas a introducirnos más adelan- «objeto de una piedad individualista, hasta
te en el misterio mismo de Dios, a la oscura el punto que la comunión parecía como sen-
luz de un amor creciente» (ENTRET, 136). timentalmente separada del sacrificio, y que
la bendición del Santísimo Sacramento era
—A Jesús, en la Eucaristía anterior a la misa. Ahora se vuelve a una con-
Antes de ocuparnos del lugar que el P. cepción más justa del misterio eucarístico
Voillaume confiere a la Eucaristía en el ca- como sacrificio, pero con una tendencia a
mino de la oración mental o personal, es rechazar cualquier otra forma de veneración
preciso aludir a la relación que, a su juicio, de esta divina presencia» (RV, 100).
existe, entre ésta última y la oración Por eso, añadirá más adelante Voillaume
litúrgica en general. Advierte, por lo pron- que, en lo que se refiere a nuestra oración
to, sobre la necesidad de no oponerlas, y personal,
de entender adecuadamente el mutuo in- «la presencia de la Eucaristía en el taber-
flujo que tiene lugar entre ambas. náculo es, para las pobres gentes que somos,
«Nunca debemos oponerlas. Una y otra for- un hito para nuestra fe en Jesús y nuestro
man parte del destino cristiano; una y otra amor por él. Es como el claustro de los cris-
son necesarias a la Iglesia. Lejos de oponer- tianos viviendo en el mundo, su lugar de en-
las, hay que armonizarlas, porque la liturgia cuentro con el Señor. ¿A dónde podríamos ir
sería un acto formal si los cristianos que par- para encontrar una señal de la presencia de
ticipan en ella perdieran su contacto perso- Dios, una señal que nos incite a ponernos a
nal e íntimo con Cristo. La liturgia perdería orar, que nos sea una ayuda para alcanzar la
igualmente su finalidad, si no tuviera por ob- presencia de Dios, en un mundo que lleva
jeto, en definitiva, llevar a las almas a la con- cada vez menos las señales de esta presen-
templación eterna de Dios. [...] La liturgia cia? Esa señal de las Santas Especies provo-
José María Recondo 71

ca nuestra fe, puesto que nuestros ojos no unidad de vida, en la que se integren ar-
ven nada, y es, al mismo tiempo, como el moniosamente la oración y las ocupacio-
punto de partida de nuestra oración» (RV, nes cotidianas del cristiano.
101-102).
Hemos de procurar, no obstante, que
Observa, pues, Voillaume, que Jesús, al nuestra oración tienda a convertirse «en
instituir la Eucaristía, no tenía sólo en vis-
una actitud espiritual que se prolonga en la
ta perpetuar su sacrificio y darse como ali-
acción» (OVF, 138). Aunque, para ello, no
mento de vida a los hombres, sino tam-
hemos de perder de vista que el único lazo
bién «procurar a la debilidad de nuestra fe que puede, en este sentido, establecer la
la continuidad de una presencia vinculada unidad en nosotros, «y muy especialmen-
al signo concreto de las especies te entre la oración y la acción, es el amor»
eucarísticas» (RI, 22).
(AUCM, 244).
«Siendo centro de la vida litúrgica, ¿no es
también, la eucaristía, en el silencio de una «Es ahí, en la zona de vuestra alma en la
adoración más íntima, alimento de nuestra que se anudan los lazos de esta amistad única
contemplación del Señor?» (RI, 22-23). con Jesús, donde brotará la fuente de amor
que se verterá de vuestro corazón sobre to-
«Es verdad que debemos habituarnos a orar dos los hombres. [...] Desead este amor con
en todo lugar y en cualesquiera circunstan- toda vuestra alma, que este deseo permanez-
cias; pero hay que convencerse que para una ca en el fondo de vosotros mismos como una
oración prolongada, precisamos un ambien- oración continua, como disposición delante
te que invite a la oración. Es el momento de de Jesús, que os enseñará poco a poco a te-
recordar hasta qué punto la presencia de la ner dentro de vosotros sus propios sentimien-
sagrada eucaristía es importante para intro- tos. Será menester colaborar generosamen-
ducirnos en un recogimiento de unión a Cris- te con El a fin de establecer estas disposi-
to. Se trata de un hecho experimental, uni- ciones en vuestra alma» (AUCM, 396).
versalmente comprobado. Por lo demás, para
darse cuenta de ello basta observar la frial- —La oración continua
dad y vaciedad que advertimos en el ambien-
te de ciertas iglesias o templos privados de La oración continua «es unos de los
la presencia sacramental. Un ambiente así es frutos de la oración prolongada, que habi-
poco propicio para la oración, por faltarle un túa progresivamente al alma a la continua
signo concreto y localizado de la presencia presencia de Dios» (RI, 88). Pero es nece-
de Dios. Necesitamos de este signo porque sario entender adecuadamente lo que esto
somos hombres; y en este punto Cristo se significa. Porque
mostró mejor psicólogo y más comprensi-
vo de las verdaderas necesidades del hombre «no se trata de hacer esfuerzos desorde-
que ciertos teólogos que pretenden negar la nados para pensar de continuo en Dios, sino
necesidad y la oportunidad de esa presencia que se trata de un estado tranquilo que per-
sacramental» (RI, 85-86). mite, dentro de la acción, sentirnos espontá-
neamente inclinados a un comportamiento en
consonancia con el evangelio. Es una espe-
La oración en la vida cie de presencia de la caridad, con todas las
—Vida y oración: en busca de unidad actitudes espirituales beatificadas por Cris-
to en el sermón de la montaña. La imagen de
Podemos comprobar con demasiada fre- Cristo se halla suficientemente grabada en no-
cuencia –señala Voillaume–, la dificultad sotros para hacernos obrar constantemente de
que existe para alcanzar una verdadera una manera conforme a su espíritu» (RI, 88-89).
72 El camino de la oración, en René Voillaume

Esta «especie de vela del corazón, que que «tiene un deseo constante de oración,
es un estado real de contemplación» (L/I, deseo eficaz que la impulsa a ponerse en
214), no es, pues, fruto de un esfuerzo oración cuantas veces le es posible»; 2º)
por fijar simultáneamente la atención en Porque aun en el marco de una vida agita-
Dios y en nuestra actividad exterior. da, «se sumerge en la presencia de Dios
Tal esfuerzo, por lo demás, no lograría apenas iniciada la oración, como si nunca
su objetivo sino por breves instantes; «ni hubiera dejado esta presencia» (RI, 88).
siquiera debemos perseguirlo como un Quien se encuentre en esta situación, por
ideal, bajo pena de terminar en una ten- tanto, no sentirá ya quizás los momentos
sión nerviosa o en el desaliento. Sólo Dios de oración «como medios para obtener
puede depositar en nosotros el hábito de aquello que ya posee, pero continuará de-
una oscura mirada contemplativa, que es seándolos como una necesidad imperiosa
una verdadera atención del alma a Dios, y gratuita del amor» (RAPP, 772).
pero sin actividad de nuestra parte, deján- En este sentido, recuerda Voillaume, es
donos, pues, entera libertad para obrar» significativo el ejemplo del mismo Jesu-
(Ib.). cristo:
En este estado, añade Voillaume, cuan- «Nuestro Señor no tenía absolutamente
do se interrumpe la acción para hacer ora- ninguna necesidad de retirarse al desierto
ción, se tiene como la certidumbre de no para contemplar a su Padre y, sin embargo,
haber apartado jamás la mirada de Dios. lo hacía con frecuencia y extensamente. ¡Se-
Todo sucede como si se retirara simple- ríamos muy presuntuosos si, profundamen-
mente un velo que impedía, a un estado te unidos al Señor, pensáramos no tener ya
ya existente en lo profundo, subir a la cla- necesidad del desierto! Por otra parte, es
ra conciencia para hacerse explícito. En imposible, ya que cuanto más auténticamente
ese momento, pues, «tomamos concien- unidos estamos al Señor, tanto más desea-
mos estar a solas con él. Un alma que se ha-
cia de ello, pero la realidad estaba ya allí» lla en este estado no puede sino desear la
(RAPP, 772). «Es de ahí de donde proce- soledad con Dios, y si no ocurre así, no será
den esa seguridad, esa libertad, y esa paz entonces por auténticos motivos de caridad;
que experimentamos de pertenecer a Dios, como el Señor, que iba por la noche al de-
sea lo que fuere lo que nos pida hacer» (L/ sierto, mientras se dejaba apresar por los
I, 214). hombres durante toda la jornada. Huía de la
Sostiene, por otra parte, Voillaume, que muchedumbre, pero solamente en la noche
quienes son introducidos en este estado, al [...]. Es preciso, pues, resistirse a esa tenden-
percibir con mayor claridad y delicadeza cia reciente que consiste en creer que la ora-
ción difusa dispensa de toda otra oración»
los llamados de la caridad, poseen una (RAPP, 772-773).
mayor libertad en relación a los momen-
tos consagrados exclusivamente a Dios, Sostiene Voillaume que, en ocasiones,
para responder a aquéllos con entera dis- se «habla de oración difusa cuando no se
ponibilidad (cf. RAPP, 772). trata más que de acción por amor» (RV, 74).
Advierte, sin embargo, que no se alcan-
za un tal estado de libertad sino bajo la —La necesidad
acción del Espíritu Santo. Dos señales – de un ritmo de alternancia
afirma– ponen en evidencia si realmente La contemplación puede, conducirnos a
se halla el alma en tal situación: 1º) Por- esa unidad de vida a la que tantas almas
José María Recondo 73

aspiran en nuestros días. Sin embargo, un equilibrio conforme a su vocación, a su


«siendo realistas y sin forjarnos ilusiones deber de estado y conforme, igualmente, a
quiméricas, reconozcamos humildemente su vocación espiritual, así como a la acción
que todo lo más que podemos hacer consis- del Espíritu Santo» (RV, 92).
te en tender hacia esa unidad; debemos sa-
ber en qué sentido movernos, pero a sabiendas 3. La oración de las pobres gentes
de que no todos llegarán a esa unidad aquí
abajo. Se trata como de dos líneas casi verti- En numerosas oportunidades Voillaume
cales, aunque inclinadas una respecto de la afirmó que los Hermanitos de Jesús esta-
otra: cuanto más pequeño es el ángulo de in- ban llamados a vivir la perfección evangé-
clinación, antes se encontrarán. Lo esencial
es que hagamos todo lo posible para que
lica de su vida religiosa «dentro de las con-
ambas líneas se acerquen entre sí. Entonces diciones de vida en las que los demás tie-
dependerá del Señor y de su voluntad el que nen que vivir su vida cristiana» (AUCM,
se encuentren ya aquí abajo, o en el más allá, 39). Por lo cual, a su juicio,
cuando él nos llame hacia sí en la hora que «una de las consecuencias de la vida reli-
ignoramos» (RI, 57). giosa de los Hermanitos es justamente de-
En esa tendencia hacia la unidad, hay mostrar, realizándola, la posibilidad de lle-
quienes, engañados, pueden llegar a soñar var a cabo una auténtica oración
con «una unidad psicológica en el plano contemplativa, en las mismas condiciones de
vida que los trabajadores manuales asalaria-
de la vida cotidiana, en el sentido que que- dos, que son los que sufren con más rigor las
rrían tener el sentimiento de la unidad de consecuencias del progreso de la civilización
sus vidas» (RAPP, 765; el primer subraya- técnica» (L/I, 314-315).
do es nuestro; el segundo es del autor). Y
si bien es cierto que, como ya vimos, el A lo cual, asímismo, añade:
Espíritu Santo puede realizar en nosotros «Nuestra oración es de la naturaleza de la
una unificación de orden superior que re- que Jesús pide a todos los hombres, a todos
dunde en una cierta unidad psicológica, es los pobres pecadores, y a la cual debemos
preciso, sin embargo, aceptar la necesidad aspirar con toda nuestra fe; Jesús no puede
burlarse de las pobres gentes, y si exige algo
de alternar los momentos de soledad y re- de nosotros, es porque, con su ayuda, es po-
flexión con los consagrados a actuar exte- sible» (AUCM, 101).
riormente. Este ritmo de alternancia es,
por lo demás, necesario para todos, inclu- Por eso reviste particular importancia la
so –según también ya vimos– para aque- aportación que la experiencia de vida de
llos que con la ayuda del Espíritu hubieran las Fraternidades puede realizar a los hom-
alcanzado ese estado de unificación inte- bres de nuestro tiempo (cf. J. Y R. MARI-
TAIN, Liturgie et contemplation, Brujas 1959,
rior y esa libertad del alma a los que nos
hemos referido. 78).
«Esta alternancia es como una ley del hom- Así, pasados algunos años desde la in-
bre, una manera de actuar plenamente con- serción de las Fraternidades en el mundo
forme a su naturaleza. No es preciso enton- obrero, el P. Voillaume consideraba que
ces querer resolver esta necesidad de unidad era posible sacar algunas conclusiones so-
en el plano psicológico. Se trata para cada bre los caminos que puede tomar Dios
uno de establecer en su vida, entre esta exi- para llevar, en tales condiciones de vida,
gencia vital de acción y de contemplación, un alma a la oración. Se preguntaba en-
74 El camino de la oración, en René Voillaume

tonces: espacios de ocio donde pueden introducir lar-


«¿Es posible a la mayoría de los hombres gos tiempos de oración silenciosa y apaci-
que son pobres, que están condenados al tra- ble, y mucha lectura–, yo me refiero al des-
bajo cotidiano, les es posible ser fieles al pre- tino del hombre sometido a la dura ley del
cepto del Señor sobre la oración; pueden es- trabajo, con todas las consecuencias de su
tar unidos a Dios, pueden rezar? Por esta ra- destino [...] en pleno mundo, en el sentido
zón, la experiencia de las Fraternidades y la más completo del término; la vida de trabajo
respuesta que podamos dar a esta pregunta de cada hombre, como Jesús en Nazaret, esta
interesa a todo el mundo» (PV, 4. cf. AUCM, vida de trabajo va a ser materia de una autén-
87. Por encima de lo que es común, habrá tica perfección, y se va a infundir en ella un
que tener siempre presente, empero, que la germen de vida [de oración] contemplativa»
vida de los Hermanitos responde a una for- (Ib. Lo que hemos añadido al texto, entre
ma de vida religiosa con identidad y exigen- corchetes, busca reflejar mejor el sentido
cias peculiares). original que en la fuente tenía –tal como lo
sugiere el contexto– la expresión vida
Podría objetarse a esto que, en el fon- contemplativa).
do, no es la primera vez que los maestros
espirituales dicen a los laicos que es posi-
ble hacer oración en la vida seglar. Ya san La situación de los pobres
Francisco de Sales –reconoce Voillaume–, Podemos comprobar, observará Voillau-
con su Introducción a la vida devota, en- me, las dificultades que suelen encontrar
señaba la práctica de la oración en la vida las almas que buscan orar en medio de
laical. A lo que habría que añadir –dirá– una vida de trabajo, de miseria y de fatiga.
todo un movimiento de piedad que dio ori- Por lo pronto, se padece el agotamiento
gen a familias en las que había un verda- con todas sus consecuencias: «Cuando se
dero esfuerzo de oración; familias de las quiere ir a rezar al atardecer de una jorna-
que nacieron santos. Tal es el caso, añade, da de trabajo, uno encuentra que tiene el
de santa Teresa del Niño Jesús (cf. FRA- espíritu vacío» (PV, 7). A esto se suma el
SEC, IV-Nazareth, 4). Sin embargo, hay
hecho de hallarse sumergido, normalmen-
algo que observar: te, en medio de preocupaciones, sufrimien-
«Todo esto es fruto de una santidad que se tos, y en contacto con el pecado. Agre-
ha presentado a los laicos, pero es preciso guemos a ello el ser preso habitualmente
notar que se arreglaba la vida laical de tal de un ritmo enervante, característico de la
suerte que pudiera acomodarse a ciertas con-
diciones de la vida de oración; y es por esta
vida moderna. Y si tenemos en cuenta que,
razón, si lo pensamos bien, que prácticamen- a menudo, el tiempo disponible es devora-
te no es sino en los medios acomodados y do por los demás, podemos preguntarnos
burgueses donde se desarrolló este esfuerzo en qué medida existe, en medio de todo
de vida de oración; y ¿creéis vosotros que esto, un camino para la oración.
entre los pobres, entre los trabajadores se «¿Es posible llegar a la oración profunda
haya pensado que existían las condiciones de o, en otros términos, somos capaces de lle-
desarrollo de una vida [de oración] gar a ser perfectos en esas condiciones? Yo
contemplativa? me animaría a decir, a priori, que es preciso,
«Lo que en el fondo hay aquí de nuevo, es sin dudar, responder que sí. No podemos pen-
esto: tomar la vida humana tal como es y de- sar que Dios condene a la masa de los po-
cirse: este destino humano con la ley del tra- bres, aquellos a los que ha preferido, a no
bajo –no ya el caso de personas que tienen unirse a él en el acto de amor de la oración,
José María Recondo 75

en el deseo de encontrarle» (Ib.). en ese estado, este esfuerzo producirá en él


Pero esto supone, añade Voillaume, que un despojamiento del que Dios se servirá
como de una última preparación para la unión
se le enseñe a estos hombres «a servirse sin nombre» (PV, 8-9).
del camino que les es, a la vez, impuesto y
ofrecido» (Ib.), pues con demasiada fre- Recuerda Voillaume que es raro, incluso
cuencia se los desalienta, al imponerles unas en el claustro, que el trabajo secreto de
condiciones para hacer oración que son Dios no se sirva de agentes exteriores para
irrealizables dentro de su vida. realizar su obra de purificación. De esto
hay pruebas en la vida de los santos. Pone
«Sí, es necesario decir que Dios puede to-
mar otros caminos para conducir un alma a
el caso de santa Teresa, para cuya purifi-
la oración, y que hace falta que los conozca- cación y desasimiento, Dios se sirvió de
mos para poder ir al encuentro de su acción» sus hermanas en religión y de cantidad de
(Ib.). acontecimientos de la vida del convento
(cf. PV, 9).
«¿Acaso la vida del pobre no está llena de
cosas que tienen lugar para desapego de su
El camino de los pobres alma? Hace falta saber meterse a veces en
—a) Es preciso, por lo pronto, señala esas condiciones de existencia, y decirse que
ofreciéndose de esta manera a esa dureza, a
Voillaume, haberse determinado a orar, con
esa oscuridad, se va al encuentro de un traba-
la confianza de saber que el Señor está al jo de Dios, que podrá entonces servirse de
término del camino. Será, luego, necesa- esta pobreza de medios, para el
rio, «avanzar derecho por el oscuro ca- despojamiento interior y para conducir el
mino de la fe al encuentro del trabajo de alma a la unión. Si la pobreza esencial, es
Dios», por encima de toda imagen, en decir, el despojamiento interior, es verdade-
medio de la noche (PV, 8). ramente un valor evangélico, si es un valor
eminente que nos predispone para recibir a
Pero para llegar a ello, será preciso que Dios; si eso es cierto, es preciso decir que la
el alma sea trabajada. En el claustro, el vida de las pobres gentes no debe poner al
trabajo por el cual Dios va despojando el hombre en una situación desfavorable para
alma incluye diversas formas de oración la unión con Dios» (Ib.).
que han de ser sobrepasadas. El pobre no Sin embargo, aclara Voillaume, hay cier-
puede tomar esta senda; él debe tos límites en lo que se refiere a la dureza
introducirse de inmediato en la fe, ofrecien- de la vida, las preocupaciones y el cansan-
do su alma desnuda a la acción del Espíritu cio, que no podrían ser sobrepasados sin
Santo. Esto supondrá un gran coraje. hacer al hombre incapaz de vivir para Dios.
El pobre «se mantendrá en la fe, si tiene la Cierto tipo de trabajos y un cierto grado
paciencia de esperar la acción de Dios [...]. de miseria son de tal modo inhumanos que
La oración necesita mucho coraje, nunca in- pueden impedir al alma vivir cristianamente
sistiremos demasiado en ello. Cansancio, su- y llegar a hacer oración (cf. ibid.).
frimiento, contacto con el pecado, todo lo
que se encuentra en la vida del pobre, todo Se comprende que sea difícil creer en se-
esto puede servir, si quiere, para desapegarse, mejante destino [de alcanzar, aquí abajo, una
para profundizar el desprendimiento interior; verdadera intimidad con Dios], cuando se ve
y cuando le sea preciso realizar el esfuerzo a tantos hombres en la tierra que, por la mi-
necesario para mantenerse delante de Dios seria a la que están sujetos y por las condi-
76 El camino de la oración, en René Voillaume

ciones en que viven, no son capaces de cum- valdría a decir que el alma no vive plena-
plir siquiera la ley moral fundamental; y, con mente sino en esos momentos de silencio
mayor razón, gran número de hombres no y de desierto, mientras que su vida normal
reúnen el mínimo de condiciones requeri- representa un descenso (cf. PV, 11).
das para entregarse a la oración
contemplativa. Esta situación es algo que «La verdadera imagen es la del cuerpo vi-
puede escandalizarnos. La salvación del hom- viente, que está sometido a un ritmo de re-
bre y el crecimiento de su caridad son un poso y ejercicio. Sabemos muy bien que un
secreto; hay almas que parecen llamadas a hombre que descansa todo el tiempo se de-
alcanzar toda la plenitud de su caridad aquí bilita; sabemos también que aquél que se en-
abajo, mientras que otras no serán capaces trega sin ningún miramiento a los deportes o
de alcanzarla sino al entrar en el más allá de a un ejercicio violento se agota, si no sabe
la vida presente» (RI, 46). tomarse períodos de descanso. Si el ejerci-
cio y el descanso son armoniosamente or-
—b) Hay un segundo factor, sostiene ganizados, el ser viviente se desarrolla tanto
Voillaume, que será necesario tenga lugar en lo uno como en lo otro.
en la vida de los pobres para hacer posible «Un alma que se entrega a la voluntad de
esta vida de oración. Se trata de establecer Dios sobre ella, ofreciéndose en su estado
un ritmo al menos semanal de alternancia de trabajo, de pobreza, de cansancio, de es-
con tiempos de desierto (cf. RI, 10). Es pre- torbo de su vida por parte de los demás, no
debe atemorizarse, inclusive si el ritmo co-
ciso comprender las razones por las que tidiano de su oración no siempre es respeta-
este ritmo es necesario: do, porque si sabe ella utilizar todas estas
«La utilización de la vida dura y atropella- cosas, se abre camino hacia Dios y su vida
da como un medio para encaminarse a la de unión con Dios no disminuye. Por el con-
unión con Dios trae aparejados sus riesgos. trario, puede encontrar en ello una verdadera
El silencio exterior impuesto al monje no preparación a la oración, si no a la medita-
tiene valor más que cuando produce, cuando ción» (PV, 11-12).
subraya el silencio interior, que no es otra Por último, insiste una vez más Voillaume
cosa que el desapego, la paz del alma, la dis- en que «para aprender a orar es preciso,
ponibilidad a la acción divina. Si queremos
alcanzar esta disponibilidad por los medios
sencillamente, orar, orar mucho y saber
a que da lugar una vida de trabajador, hace falta volver a comenzar a orar indefinidamen-
que dispongamos de un control para saber si te, sin cansarse», aunque no percibamos
no estamos dominados por un engranaje ma- ningún resultado aparente (AUCM, 125).
terial: el ritmo de silencio semanal nos per- Porque –añade– si Jesús insistió tanto acer-
mitirá este control y un volver a poner la ca de la perseverancia, fue evidentemente
mirada sobre nosotros mismos, pues es bue- porque sabía que nos sería muy difícil (cf.
no mirarse a sí mismo de cuando en cuando. ibid.).
Y luego, permitirá, en lo referente a la ora-
«La única dificultad de la oración es, real-
ción, la reflexión sobre las realidades alcan-
mente, la falta de perseverancia. En el fon-
zadas por la fe, para profundizarlas» (RI, 11).
do, no hay otras dificultades verdaderas.
Hay que evitar pensar, como algunos lo Hace falta tener el coraje de ponerse en ora-
hacen –advierte Voillaume–, que estos re- ción, aun cuando parece que ella no ha de
tiros son comparables a un depósito que proporcionarnos nada; es suficiente, para
uno llena y se vacía luego durante la se- encontrar a Dios, ofrecerse en la desnudez
mana. Como imagen es falsa, pues equi- de la fe. Es preciso ir a ella con desapego,
con coraje; yo creo que allí está el camino
José María Recondo 77

de aquellos que no pueden encontrar a Dios


de otra manera» (PV, 12).
«La oración es una ruda tarea; hace falta
decidirnos a ir hasta el extremo, a mantener-
nos hasta el fin: si no tenemos coraje, es in-
útil. Pero no digamos que no tenemos en
nuestra vida las condiciones necesarias para
orar» (PV, 15).

Conclusión
Según hemos podido ver, el P. Voillaume
sostiene que la contemplación pertenece a Conclusión
la perfección de la vida cristiana a la cual
todo bautizado ha sido llamado.
La experiencia de las Fraternidades, al
llevar a cabo su vida de oración en condi- Las enseñanzas del P. Voillaume en tor-
ciones similares a las que posee la mayor no a la oración que, en el marco de su
parte de los hombres pobres en su exis- historia personal y la de las Fraternidades,
tencia cotidiana, ayuda a poner de mani- he procurado presentar a lo largo de este
fiesto la posibilidad que aun las pobres gen- libro, poseen, a mi entender, particular
tes tienen de desarrollar esta dimensión valor y significación para la vida espiritual
contemplativa de la vida cristiana. Y no de los hombres y mujeres de nuestro tiem-
sólo ofrecen un testimonio respecto de su po. En el actual contexto de renovada in-
posibilidad, sino también sobre los cami- quietud espiritual e interés por la oración,
nos que han de recorrer quienes viviendo se hace particularmente necesario un mar-
en tal situación quieran ir al encuentro del co orientador que descanse sobre la rica
Señor con sed de contemplación. En las tradición espiritual del cristianismo. Esto
enseñanzas del Padre Voillaume, que ilu- ayudará a liberar a esta búsqueda de va-
minaron esta experiencia de oración de las riados «espejismos» que ofrecen al hom-
Fraternidades mientras se iba desarrollan- bre posmoderno experiencias diversas de
do, se van reflejando, al mismo tiempo, índole narcisista, que no favorecen su ma-
sus frutos. duración en el amor –lugar y señal por ex-
Por otra parte, las directrices que sobre celencia de la madurez espiritual–.
la práctica de la oración fue formulando Las enseñanzas de Voillaume, dada la
Voillaume para laicos y religiosos diversos contemporaneidad de su lenguaje y pre-
se articulan –junto con lo dicho a las Fra- ocupaciones con la mentalidad de nuestra
ternidades–, conformando una enseñanza época, aparecen, en este sentido, como
de particular claridad y equilibrio. Era, pues, apropiadas y oportunas, por presentar lo
nuestra intención ponerlo de manifiesto, mejor de la doctrina tradicional sobre el
reuniendo en este capítulo lo que fue ex- camino de la oración, aplicada a las con-
poniendo a lo largo de los años sobre el diciones concretas y, a menudo aparente-
camino de oración. mente adversas, en las que debe abordar
esta búsqueda el hombre de hoy.
78 El camino de la oración, en René Voillaume

Es preciso reparar, además, en la apor- sayos Teológicos, 1, Madrid 1964, 284).


tación que representa, para el mundo ac- Tal como hemos visto, ha sido René
tual, el testimonio dado por las Fraternida- Voillaume quien formulara, mientras la fi-
des en relación a la posibilidad y a los sonomía propia de las Fraternidades se iba
caminos para disponerse a una oración configurando, las principales líneas que
contemplativa en las condiciones de vida constituyen su espiritualidad. Y cabe seña-
de los pobres (cf. E. LÓPEZ, ¿Es posible la lar, por último, la contribución que signifi-
contemplación hoy? Cuáles han de ser los có en más de un aspecto la experiencia de
caminos para llegar a la contemplación so- las Fraternidades para la renovación de la
brenatural, en Contemplación. Primer Con-
greso Nacional de Vida Contemplativa, vida consagrada en la segunda mitad del
Madrid 1973, 84-85.). siglo XX (cf. TH . MATURA , Quelle vie
religieuse pour demain?, «Vie consacrée»
Es conveniente destacar, asimismo, la 52, 1980, 241-242).
originalidad que entraña, para la vida de la Por todo ello consideramos que puede
comunidad eclesial, la vida contemplativa ser de particular valor el acceso al testimo-
de las Fraternidades. Pues constituye, se- nio de estos discípulos del Padre de
gún HANS URS VON BALTHASAR, una de esas Foucauld, así como a las enseñanzas que
«formas que, aunque arraigadas profun- René Voillaume fue formulando para los
damente en la tradición y en la esencia Hermanitos y para todo aquel que busque
supratemporal de la Iglesia, son vividas en su camino el encuentro contemplativo
como una acuñación nueva, siendo de este con el Señor.
modo, encargo auténtico del Espíritu» (En-
José María Recondo 79

–Los dos órdenes de destinatarios de las en-


señanzas sobre la oración de René Voillaume,
23.
Conclusión, 24.
Capítulo III
La vida contemplativa
de las Fraternidades
Indice
1. «Una vida contemplativa peculiar»
—La vida contemplativa, 25. –La con-
Introducción, 3. templación, 25. –Contemplación y «vida con-
templativa», 26.
Siglas, 6.
—La vida contemplativa propia de las
Fraternidades, 27. –Separación y presencia,
Capítulo I 27. –La misión de las Fraternidades, 29. –El
El marco histórico apostolado silencioso, 29. –Redentores con
Jesús: el Sagrado Corazón de Jesús y la vida
contemplativa de las Fraternidades, 31.
1. Charles de Foucauld. Vocación, ideal
y proyectos de fundación 2. «A ejemplo de Nazaret»
–Vocación, ideal y misión, 7. –El Padre de —La vida de Nazaret, 34.
Foucauld, fundador, 9. —Nazaret y la vida contemplativa de las
2. La realización histórica del ideal del Fraternidades, 36. –La oración de las po-
bres gentes, 38. –Nazaret y el desierto, 39.
Padre de Foucauld en los Hermanitos de
Jesús 3. «Adoración de Cristo en el sacramen-
–René Voillaume. Manifestación progre- to de la Eucaristía»
siva de su vocación, 10. –Tras las huellas de –La Eucaristía en la vida del Padre de
Charles de Foucauld, 11. –La Fraternidad de Foucauld, 42. –La Eucaristía en la vida de las
El-Abiodh-Sidi-Cheikh, 12.–Los años de Fraternidades, 43. –La lectura meditada de
guerra y de dispersión: la identidad de la Fra- la Sagrada Escritura, 44.
ternidad se profundiza, 13. –Del Islam al Conclusión, 45.
mundo obrero: la misión de la Fraternidad
se dilata, 15. –La hora de la expansión, 19.
Capítulo IV
Conclusión, 21.
La dimensión contemplativa
de la vida cristiana
Capítulo II
La enseñanza sobre la oración 1. Dimensión contemplativa de toda
en René Voillaume, vida cristiana
y sus destinatarios –La contemplación cristiana, 47. –Vida
cristiana y contemplación, 48. –Influjo de la
–La apertura a múltiples requerimientos, contemplación sobre la vida cristiana, 49. –
21. –La verificación de una nueva etapa, 22. La espiritualidad cristiana y su evolución en
relación a la contemplación, 51.
80 El camino de la oración, en René Voillaume

2. El camino de la oración —Jesús, el Camino de la oración, 68. –


—«Pensar en Dios amándole», 52. Jesús, el Camino, 68. –A Jesús, por las Es-
crituras, 69. –A Jesús, en la Eucaristía, 70.
—Oración y conocimiento, 53. –Fe, co-
nocimiento y oración, 53. –Valor y límites —La oración en la vida, 71. –Vida y ora-
del conocimiento humano, en el camino de ción: en busca de unidad, 71. –La oración con-
la oración, 54. –La evolución del conoci- tinua, 71. –La necesidad de un ritmo de al-
miento en el camino de la oración, 56. ternancia, 72.
—Oración y amor, 59. –Amados por Dios, 3. La oración de las pobres gentes
59. –«Amarás al Señor, tu Dios»... 60. –Amor –La situación de los pobres, 74. –El cami-
a Dios y desasimiento, 62. no de los pobres, 75.
—Aprender a orar, 63. –La oración como
búsqueda y acogida, 63. –El valor de los mé- Conclusión, 76.
todos, 64. –La relatividad de los métodos, Conclusión, 77.
64. –La preparación de la oración, 65.

You might also like