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El camino de la oración
en René Voillaume
jos, porque su corazón arde por ir más lejos, Pero mayor importancia tuvo aún el he-
y se encuentran impedidos por muchos te- cho de poder encontrarme con él en Pa-
mores y obstáculos más o menos ilusorios» rís, en julio de 1985 –con vistas al trabajo
(Le paysan de la Garonne, París 1966, que pensaba iniciar para el doctorado en
337). Teología–, y luego en Toulouse, en marzo
Pues bien, estamos convencidos de que, del siguiente año. Fue en París donde me
en este sentido, la experiencia de las Fra- sugirió la lectura de El-Abiodh-Sidi-
ternidades, compartida, iluminada y expre- Cheikh, la obra que él mismo escribiera
sada por René Voillaume, tiene mucho que sobre la historia de las Fraternidades, con
decir a los hombres y mujeres de nuestro claras implicaciones autobiográficas. La
tiempo. lectura, el fichaje y la síntesis de esta obra
Uno de los temas más desarrollados por de diez libros, contenidos en quince volú-
Voillaume en sus escritos y conferencias menes, supuso varios meses durante los
ha sido el de la oración, sin que preten- cuales conviví con los Hermanitos de la
diera, sin embargo, formular una doctrina fraternidad de Rangueil (Toulouse) –don-
sistemática sobre la misma. Su interés es- de, dicho sea de paso, había vivido Jacques
tuvo más bien centrado, según veremos, Maritain los últimos trece años de su vida–
sobre la búsqueda contemplativa de Dios . El carácter confidencial de esta obra –
en las condiciones concretas y complejas escrita para el solo uso interno de la Con-
en las que debe recorrer este camino el gregación–, y el hecho de no haber sido
hombre de hoy. Esto lo expuso, por una editados sino unos pocos ejemplares de la
parte, en las enseñanzas y directrices que misma, demandaron esta prolongada y pro-
diera a los Hermanitos (y Hermanitas) de vechosa estadía entre los Hermanitos.
Jesús, en relación a la vida contemplativa El conocimiento de esta obra cambió
de las Fraternidades. Y, por otra, en un radicalmente la orientación de mi trabajo,
nutrido conjunto de enseñanzas que ata- al abrirme un panorama hasta entonces ig-
ñen a la vida de oración de todo bautiza- norado. El hecho de conocer la historia
do, cualquiera fuera su vocación y estado. personal del padre Voillaume, así como la
La decisión de estudiar las enseñanzas de los Hermanitos de Jesús, me permitió
de René Voillaume sobre la oración tuvo considerar el pensamiento de aquél en el
que ver con el influjo que, según vimos, marco de una mayor objetividad histórica
alcanzaron sus publicaciones sobre los hom- y de su rica experiencia vital.
bres y mujeres de nuestro tiempo, como No menos providencial para la investi-
así también con lo esclarecedora y prove- gación que iniciaba fue la convivencia y el
chosa que había resultado para mi propia diálogo, en la fraternidad de Rangueil, con
vida de oración la lectura de sus escritos. varios de los hermanitos que habían cum-
Por ello en 1980 abordé la investigación plido un papel singular en la historia de la
de este tema, de la que resultó, en 1983, Congregación: Frère André –quien forma-
mi tesina para la Licenciatura en Teología. ba parte del grupo fundador–, René Page
Fue muy útil, para una mejor compren- –sucesor de Voillaume en el gobierno de
sión de su obra, el contacto epistolar que las Fraternidades–, y Michel Nurdin –el
en esos momentos pude establecer con el teólogo al que solía consultar–. Esto posi-
P. Voillaume. bilitó un acceso distinto al autor investiga-
do y a la historia misma de la Fraternidad,
José María Recondo 5
dándome otro tipo de objetivación respec- tiana. Estos dos últimos capítulos concen-
to de lo ya conocido. tran, sucesivamente, la enseñanza sobre
Si bien, como acabo de explicar, el ori- la oración dada por Voillaume, por una
gen del presente texto tiene que ver con la parte, a los Hermanitos de Jesús –en el
investigación realizada para la obtención marco específico y peculiar de su voca-
del doctorado en Teología, al preparar este ción contemplativa–, y por otra, a un au-
libro he procurado despojarlo de todo ro- ditorio más vasto y plural, que participa
paje erudito, para facilitar de este modo por igual del llamado a desarrollar la di-
una lectura más clara y fluída del mismo. mensión contemplativa de la vida cristia-
Esto supuso, obviamente, entre otras co- na.
sas, una sustancial «poda» del aparato téc- Quisiera agradecer particularmente, an-
nico que acompañaba la investigación en tes de terminar, a D. José María Iraburu,
su origen. bajo cuya afectuosa guía y consejo he lle-
El cuerpo del libro está formado por cua- vado adelante esta investigación y a cuya
tro capítulos. He querido comenzar con generosidad debo la posibilidad de realizar
una introducción histórica, que toma como esta publicación, y a mi amigo Fr. Michel
punto de partida la vocación, el ideal y los Nurdin, pues a su constante asistencia e
proyectos de fundación del Padre de iluminación se deben, también, en gran
Foucauld, pues éste es el marco a partir medida, los frutos que haya podido obte-
del cual el P. Voillaume desarrollará tanto ner con mi trabajo.
su vocación contemplativa como su re-
flexión en torno a la oración. Tras ello,
recorriendo las diferentes etapas de la vida
de René Voillaume, podremos apreciar tam-
bién la progresiva constitución de la actual
fisonomía de las Fraternidades. Esto ha-
brá de favorecer una más justa compren-
sión de la enseñanza de Voillaume, al po-
der considerarla en su contexto, y confor-
me a una historia de la que también es
fruto.
El breve capítulo segundo, titulado La
enseñanza sobre la oración en René
Voillaume, y sus destinatarios, continúa,
en cierto sentido, al primero, aunque abor-
dando más directamente los condiciona-
mientos históricos por los que pasa la obra
de Voillaume en relación al tema estudia-
do. Esto nos permitirá entender por qué
los capítulos tercero y cuarto tratan, res-
pectivamente, sobre la vida contemplati-
va de las Fraternidades y sobre la di-
mensión contemplativa de la vida cris-
6 El camino de la oración, en René Voillaume
1. Charles de Foucauld.
Vocación, ideal y proyectos de
fundación
El 1º de diciembre de 1916 moría en
Tamanrasset el hermano Carlos de Jesús,
después de haber buscado infructuosamen-
Capítulo I te que alguien se le uniera para continuar
«gritando el Evangelio con toda la vida»
(CHARLES DE FOUCAULD, Écrits spirituels,
El marco histórico París 1947, 121). Quedaban, sin embar-
go, tras él, como semilla fecunda, sus ejem-
plos y sus escritos.
buscar a toda hora del día y de la noche. junio de 1896 compone una pequeña Re-
Hizo cuanto estaba a su alcance para in- gla para los miembros de la Congregación
sertarse verdaderamente en la región del que quería fundar, los «Hermanitos del
Hoggar. Veía ya claramente que la suya Sagrado Corazón de Jesús».
era una vocación de presencia entre el pue- Ya en Palestina, la abadesa de las clarisas
blo, una presencia que quiere ser testimo- de Jerusalén ayudará con su influencia a
nio y transparencia del amor de Cristo. reavivar sus proyectos, y en 1899 redac-
Tenemos, pues, ante nosotros, una au- tará la Regla de los «Ermitaños del Sagra-
téntica vocación contemplativa nutrida en do Corazón», donde aparece un elemento
la meditación evangélica y centrada en la nuevo: el acento sobre el sacerdocio y el
adoración del misterio eucarístico –verda- apostolado, presentándose desde entonces
dero corazón del «pequeño Nazaret»–. Y, la «vida de Nazaret», a la vez recogida y
a la vez, una caridad apostólica al servicio abierta, lugar de intimidad con Jesús y lu-
de la salvación del prójimo, que no se ex- gar de partida en misión. Dos años más
presa por la predicación ni por las obras tarde, una mejor advertencia de las exi-
organizadas, sino a partir de una amistad gencias de caridad universal que implica el
respetuosa, llena de hospitalidad y bondad, sacerdocio, lo lleva a volver a la denomi-
como irradiación del amor de Cristo hacia nación «Hermanitos del Sagrado Corazón
todos los hombres. Este segundo elemen- de Jesús».
to fue el que más tiempo le llevó madurar; En 1902 redacta la regla de las «Her-
fue en los últimos años de su vida cuando manitas del Sagrado Corazón».
encontró su más adecuada expresión. Así,
al mismo tiempo que procuraba una vida En los últimos años de su vida, frente al
de intimidad contemplativa con el Señor, fracaso de sus primeros proyectos, consi-
no se separaba físicamente de los hom- dera la posibilidad de una especie de mi-
bres y, en particular, de los pobres. Tal es sioneros laicos que pudieran instalarse en-
la vida de Jesús en Nazaret: vida silencio- tre los infieles para atraerlos a la fe por el
sa, recogida, pobre, laboriosa, a la vez que ejemplo y la bondad, apoyando de este
abierta y plenamente accesible a todos los modo la tarea de los misioneros consagra-
de su pueblo y de su aldea. dos. Este proyecto data de 1909, y es con
esta finalidad que suscitará una «Unión de
El Padre de Foucauld, fundador Hermanos y Hermanas del Sagrado Cora-
zón de Jesús», para quienes escribirá su
El Hno. Carlos de Jesús pasó su vida Directorio, y que a su muerte contaba con
religiosa pensando agrupar en torno suyo 49 miembros, constituyendo la única des-
algunos hermanos que compartieran su cendencia visible que dejaba en torno a su
vida. Pero esta idea, nacida en el tercer ideal. En 1924 se convertirá en la «Aso-
año de su período trapense, no la vería ciación Charles de Foucauld», de la cual
nunca realizada, aceptando el fracaso apa- nacerá, en 1949, la «Fraternidad Charles
rente de su deseo como una consecuencia de Foucauld».
de su indignidad.
Finalmente, el 13 de mayo de 1911 es-
En la carta que escribiera en 1893 al aba- cribirá una importante carta donde va a
te Huvelin, esboza por vez primera el ideal delinear por última vez el ideal de las Fra-
religioso que se sentía llamado a vivir. En ternidades (cf. CH. DE FOUCAULD, Lettres à
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mes frères de la Trappe, París 1969, 273- ce, sus orígenes alsacianos y loreneses in-
276)*. fluyen por igual sobre su temperamento:
*[Es preciso observar aquí, por otra par- «Eramos (mis hermanos y yo) poco
te, que si bien el Padre de Foucauld fue el comunicativos, tímidos, más bien retraí-
inspirador de la fundación de los Herma- dos, como lo son frecuentemente los
nitos de Jesús, no puede, sin embargo, ser loreneses, mientras que interiormente éra-
considerado propiamente como fundador, mos sensibles y afectivos, aunque sin de-
en el sentido que la Iglesia ha dado habi- jarlo aparecer. Yo sufriré por ello toda mi
tualmente a este término (cf. FPF, 13-14). vida» (HIST, 1, 24).
Porque «en la historia de las fundaciones
religiosas, él es el único que dio origen a Con clara inclinación por el saber cien-
sus congregaciones, muriendo» (Id. Aux tífico, y atracción particular por la física y
Petits Frères de Jésus, en Petits Fréres la mecánica, sus aptitudes para la ingenie-
de Jésus, Chapitre Général 1966, ría –su «primera vocación»– eran además
Compte-rendu 6/9/66, 1)]. favorecidas por el ambiente familiar, don-
Esta síntesis de la vida, el ideal y los de tanto su padre como sus tíos tenían
proyectos de fundación del Padre de esta profesión. Su interés por estas cien-
Foucauld nos permitirá seguidamente com- cias caracterizará los años de su adoles-
prender los términos en que concibieron cencia y primera juventud, al igual que su
su vocación religiosa los Hermanitos de religiosidad, alimentada desde niño por una
Jesús y el camino que, a través de los años, particular devoción a la Eucaristía.
habrían de seguir, en busca de una mayor Su vocación al sacerdocio, de la que
fidelidad al carisma recibido. hay ya signos durante su infancia, después
de haber sido acallada por su pasión por
las ciencias, se verá confirmada por un
hecho misterioso del que es objeto cuan-
2. La realización histórica del ideal do tenía 16 años, y que es juzgado por el
del Padre de Foucauld mismo Voillaume como una gracia místi-
en los Hermanitos de Jesús ca. Desde entonces ampliará el tiempo de
oración, y su vida de unión con Dios esta-
René Voillaume. rá especialmente representada por su de-
Manifestación progresiva voción al Sagrado Corazón y al Smo. Sa-
de su vocación cramento.
El Padre Voillaume nace en Versalles el Junto a este llamado al sacerdocio, na-
19 de julio de 1905, en el seno de una cía en él una vocación misionera. África
familia de cómoda situación económica, ejercía sobre él una particular atracción y
aunque de vida austera. Allí vivirá hasta en esto no parece ajeno el hecho de que
los nueve años, para luego residir en La su hermana mayor, Margherite, hubiera
Bourboule durante los años de la guerra entrado en 1921 en las Hermanas Misio-
del 14; aquí hará la primera comunión y neras de Nuestra Señora de África
será confirmado. («Soeurs Blanches»).
Introvertido y poco comunicativo, su in- Carecía, sin embargo, de claridad, a la
fancia será solitaria y con marcada voca- hora de decidirse por una Congregación
ción a la lectura. Según él mismo recono- en particular, lo cual hizo que le aconseja-
José María Recondo 11
cultura, las costumbres, el arte religioso, sino ción durante su estancia en Tierra Santa:
más profundamente por todo aquello que fue allí donde redactó la llamada Regla de
estos signos exteriores contienen, en la ca- 1899, que los Hermanitos eligieron desde
ridad de Cristo, de verdadera adaptación de un comienzo como base de su proyecto
alma» (Ib., 258). fundador.
«Para el Hermanito del Sagrado Corazón,
la Eucaristía es el único medio, el modelo y Los años de guerra y de dispersión:
la razón de ser de su vida... El culto del sacri- la identidad de la Fraternidad
ficio eucarístico se concreta por el lugar se profundiza
dado, en [la] vida [de los Hermanitos], a la
misa y a las horas de adoración del Smo. Sa- La llegada de la Segunda Guerra Mun-
cramento expuesto; y su adoración está en dial habrá de modificar la vida de la Fra-
total dependencia del acto mismo del Sacri- ternidad, al ser movilizados la mayor parte
ficio. [...] Y está allí, para él, la vida que debe de los hermanitos. Un par de ellos queda-
llevar a sus hermanos infieles: ser redentor rá, sin embargo, en El-Abiodh, posibilitan-
con Jesús Sacerdote y, con él, hostia y vícti- do el regreso periódico del resto; pero aun
ma. La Eucaristía es como el testimonio su- así, la vida de la comunidad entrará en un
premo de la gloria divina entre los hombres;
en la comunión de los santos y en la dilata-
paréntesis que habrá de prolongarse hasta
ción del Cuerpo místico, los Hermanitos el final de la guerra.
deberán hacerse, como Jesús, alimento de las René Voillaume había sido destinado a
almas, dejándose, como Jesús, devorar por Orán y luego a Touggourt como personal
ellas en el silencio de la oblación, haciéndo- militar no combatiente. Esto lo mantendrá
se «todo a todos», como contemplativos y alejado durante varios años del gobierno
como misioneros» (Ib., 258-259). físico de la comunidad de El-Abiodh.
Estos rasgos característicos de la Frater- Se abre así un período en el que distin-
nidad habrán de explicitarse, durante más tas circunstancias y hechos providenciales
de diez años, a través de una forma de llevarán a la Fraternidad a una transfor-
vida auténticamente monástica. Las obser- mación hasta entonces imprevista.
vancias clásicas de la clausura, el silencio
y la oración de día y de noche, constituían Cabe comenzar recordando que la Re-
lo esencial de su testimonio exterior, tanto gla de 1899, a partir de la cual se proyectó
frente a la población musulmana, como la fundación, había sido en muchos as-
para aquellos cristianos con quienes esta- pectos modificada, en razón de haber sido
ban espiritualmente vinculados o que iban considerada por algunos superiores de San
a hacer retiro a la Fraternidad. Las obser- Sulpicio como impracticable y «escrita no
vancias constituían, pues, para ellos, la tra- para hombres sino para ángeles» (cf. HIST,
ma cotidiana de la vida y, sin confundirlas 1, 268).
con lo esencial, las consideraban forman- Esto hizo que, exceptuando al grupo
do el cuerpo en el que lo esencial se encar- fundador, el resto de los hermanitos no
naba. tuviera un conocimiento directo de ella; es
Este carácter monástico que había asu- más, se evitó expresamente que llegara a
mido la Fraternidad desde su fundación manos de los más jóvenes, para preser-
está vinculado a la concepción que el Pa- varlos de engañosas ilusiones.
dre de Foucauld tenía para su Congrega- Así fue como, tras la lectura de dicha
14 El camino de la oración, en René Voillaume
regla por parte de los hermanitos que ha- lidad del padre y de su concepción de la vida
bían permanecido en El-Abiodh, le plan- de Jesús en Nazaret, releer no solamente la
tearan éstos a Voillaume, en mayo de 1943, Regla de 1899 –que conservábamos siem-
la exigencia de volver a una más perfecta pre, en tanto definía netamente una vocación
observancia de la misma, a fin de seguir contemplativa misionera–sino también re-
pensar la manera concreta en que habíamos
con mayor fidelidad al Hermano Carlos realizado este ideal. Es en esta línea, y libe-
de Jesús. Esto suponía, fundamentalmen- rados de toda tendencia a una interpretación
te: una vida de mayor pobreza y austeri- literal, como yo me puse a trabajar» (HIST, 8,
dad (reaccionando de modo particular con- 126).
tra la importancia material del monasterio Expresa así Voillaume, en pocas líneas,
que habitaban), un cumplimiento más es- la base sobre la cual evolucionará, en ade-
tricto de la clausura y del silencio, dar más lante, la Fraternidad, y el principio que po-
importancia al trabajo, y alcanzar una ma- sibilitará la futura dilatación de su misión:
yor simplicidad en el trato. Ya no se busca definir la vocación y mi-
La irreductibilidad con que se presentó sión de los Hermanitos por referencia a la
inicialmente el planteamiento fue supera- sola Regla de 1899 (que no representaba
da en virtud del espíritu abierto y paciente el pensamiento del Hno. Carlos sino par-
del P. Voillaume, así como por la interven- cialmente y, en más de un aspecto, de
ción del Prefecto Apostólico del Sahara, modo germinal), sino a partir del conjunto
Mons. Mercier. de la vida y de los escritos del padre de
De este modo, las observancias señala- Foucauld, lo cual aseguraba una mayor fi-
das encontrarán eco y sintonía en René delidad a la integridad de su mensaje.
Voillaume y, mientras la vida en El-Abiodh Como fruto de aquel período de inves-
iba evolucionando en tal sentido, él se reti- tigación y reflexión, Voillaume escribirá
rará en junio de 1944 a la ermita de Djebel- unas 200 páginas que titulará La mission
Aïssa, comenzando un trabajo de investi- providentielle du Père Charles de
gación, a fin de compenetrarse mejor con Foucauld et la réalisation de ses projets
el espíritu del Hno. Carlos de Jesús. Esto, de fondation; subtitulado: Etude sur
que habrá de llevarle un año entero, supu- l’esprit et le règlement des Fraternités.
so la lectura de los escritos del P. de Parece oportuno destacar el decisivo
Foucauld –incluso los inéditos, a los que papel que jugara uno de los hermanitos
tenía acceso por vía de la postulación de que permaneció en El-Abiodh durante la
la causa de beatificación–, intercambio de guerra, quien, contagiado del radicalismo
opiniones con los hermanitos, y tiempo de evangélico del padre de Foucauld, impul-
reflexión en la oración. sará la transformación de la Fraternidad
«Experimentamos, ante todo, la necesidad en dirección a una mayor pureza de ideal:
de ponernos en contacto con el espíritu del Frère Noël, posteriormente conocido por
padre de Foucauld y el conjunto de su vida, Milad. Nombrado poco después maestro
lo que habíamos omitido hacer desde el mo-
mento en que elegimos, como base de nues-
de novicios, él será el formador de los her-
tra fundación, las constituciones y el regla- manitos durante los años de mayor afluen-
mento escritos por el Hno. Carlos en 1899. cia de vocaciones. Es preciso, pues, des-
Nosotros queríamos, a la luz de la espiritua- tacar su figura, tanto por la importancia de
su participación en el período que acaba-
José María Recondo 15
mos de narrar –verdaderamente determi- Parece conveniente aclarar aquí que Fr.
nante para la futura orientación de la Fra- André había permanecido durante la gue-
ternidad–, como por lo que significó como rra, por razones de salud, con los Padres
formador en la Congregación*. Blancos, en Maison-Carrée.
*[ONÉSIME RETAILLEAU ingresó en la Fra- Antes de ir a Francia en 1945, Voillau-
ternidad en 1935. Teniendo una hermana me encuentra, pues, a Fr. André; por él
religiosa, intercambiarán sus nombres, lla- conocerá en Argel a militantes obreros cris-
mándose ella en religión Soeur Onésime, tianos con quienes éste se había relaciona-
en tanto él sería llamado Frère Noël. Este do en esos años. Como consecuencia de
nombre, arabizado, se convertirá en «Milad
Aïssa», que significa «el nacimiento [de] ese encuentro, comienzan a entrever la
Jesús». A él corresponde el libro que fir- posibilidad de estar presentes en el mundo
mará como UN PETIT FRÈRE DE JÉSUS, Ce que obrero. El posterior viaje a Francia y los
croyait Charles de Foucauld, Tours contactos que allí tendrá, confirmarán a
1971]. Voillaume en esta idea, que anuncia a los
Se cierra así la crisis desencadenada en hermanitos a su vuelta a El-Abiodh, en di-
1943, de la que la Fraternidad, profundi- ciembre de ese mismo año.
zando su ideal, sale más firmemente De este modo, las nuevas Constitucio-
enraizada en el espíritu del Padre de Fou- nes, redactadas por entonces y aprobadas
cauld. Lo que había faltado, según Voi- en 1947, considerarán como destinatarios
llaume, era «una presencia suficiente del de la misión de la Fraternidad no sólo el
alma y del espíritu del Padre de Foucauld Islam sino toda tierra de misión –siendo
–un cierto sentido de la pobreza y del tra- en esto fieles al pensamiento del padre de
bajo–, una profundización mayor del mis- Foucauld–, en la que incluían al mundo
terio de la vida oculta de Nazaret» (La obrero, en razón de su descristianización.
mission providentielle du Père Charles También se subraya la importancia del tra-
de Foucauld et les règlements des Fra- bajo, aunque no se contemplara aún la
ternités, «Les Petits Frères de Jesús» 24, posibilidad del trabajo asalariado en el ex-
1983, nn. 95-96, 21). terior: también la fraternidad obrera se la
concebía por entonces como monástica,
Del Islam al mundo obrero: aunque inserta en el medio obrero y en
la misión de la Fraternidad se dilata intercambio de relaciones y adaptación al
Si los años de guerra resultaron una oca- mismo. Cambian, además, su nombre; al
sión providencial para que la Fraternidad existir ya una Congregación con la misma
se afirmara en su espíritu propio, el tiem- denominación que utilizaban, serán desde
po inmediatamente posterior no habrá de entonces los «Hermanitos de Jesús».
ser menos importante en orden a revelar Entre las personas que Voillaume encon-
su futura orientación. tró en Francia y que habrían de confir-
Poco después de acabada la guerra, el marlo en el proyecto de las fraternidades
P. Voillaume emprenderá un viaje a Fran- obreras, es preciso destacar a Soeur
cia (1945), al que seguirá, entre abril y ju- Magdeleine de Jésus, fundadora de las
lio de 1946, otro a Roma y Francia, resul- Hermanitas de Jesús, con quien ya por
tando ambos decisivos para el futuro de la entonces tenía una importante relación, y
Fraternidad. que orientaba en tal sentido la misión de
16 El camino de la oración, en René Voillaume
su Congregación (cf. ibid., 9, 6)*. Se ha- hizo con Fr. André entre abril y junio de
bían encontrado por vez primera en El- ese año. El principal cometido del mismo
Golea, peregrinando ambos, en 1939, a la era organizar una fraternidad de estudios
tumba del padre de Foucauld. Hubo siem- en Roma. Frère André acompañaba al P.
pre entre ellos una profunda comunión en Voillaume para aconsejarlo en esto y para
la manera de concebir el ideal de las Fra- reencontrarse en Roma con su amigo
ternidades, y no es fácil delimitar las res- Jacques Maritain –por entonces embaja-
pectivas influencias, que fueron recípro- dor de su país ante la Santa Sede–, a quien
cas. no veía desde hacía trece años. Milad que-
*[ Elisabeth Hutin, en religión Petite daba, mientras tanto, como responsable en
Soeur Magdeleine de Jésus, deseosa de El-Abiodh.
seguir el camino trazado por el Hermano El primer hecho destacable es el encuen-
Carlos de Jesús, parte con una compañera tro que tienen en Argel, antes de cruzar
(Anne Cadoret) para África del Norte en hacia Europa, con dirigentes de la J.O.C.
1936, permaneciendo en Boghari hasta
1938; allí harán una experiencia de asis- De lo conversado con ellos surge la posi-
tencia indígena. Marcharán posteriormen- bilidad de una fraternidad obrera con tra-
te hacia el Sahara, después de hacer un año bajo en el exterior, pues los jocistas obje-
de noviciado con las Hermanas Blancas en tan el proyecto de un trabajo artesanal in-
Birmandreis (Argelia), a petición expresa dependiente, en orden a evitar el riesgo
del Prefecto Apostólico, Mons. Nouet. En capitalista de otras órdenes o congregacio-
1939 fundan en Touggourt la primera fra- nes religiosas.
ternidad. En 1946, unos meses antes que
lo hicieran los Hermanitos de Jesús, fun- Así nace, pues, unido al deseo de una
dan la primera fraternidad obrera en Aix- pobreza real y efectiva, la idea del trabajo
en-Provence. Con el paso de los años al- asalariado en el exterior de la fraternidad.
canzarán un rápido crecimiento, a la vez que Pero es necesario tener en cuenta aquí que
se iban esparciendo por todo el mundo. En en ningún momento había sido puesta en
1980 la Congregación contaba con 230 duda la naturaleza contemplativa de la vo-
fraternidades, 880 religiosas de votos per- cación de las Fraternidades.
petuos, 186 de votos temporales y 80 no-
vicias (cf. G. Rocca, Piccole Sorelle di Gesù Esto no será siempre comprendido por
(Fraternità delle), en Dizionario degli todos los que compartían con ellos en
Istituti di perfezione, 6, Roma 1973 ss., Francia la preocupación por evangelizar el
1620-1622)]. mundo obrero; tal el caso de los sacerdo-
Sostiene Voillaume, por otra parte, que tes de la «Misión de París». Encontraron,
«el período que se extiende de marzo a por el contrario, una profunda compren-
octubre de 1946 será, para las Fraternida- sión en Jacques Loew y su equipo, en el
des, extraordinariamente fecundo y rico en abate Guerin, y en Margherite Tarride*.
acontecimientos o decisiones que contri- Estos fueron, por otra parte, algunos de
buirán a dar, tanto a los hermanitos como los múltiples contactos que tuvieron du-
a las hermanitas de Jesús, su fisonomía rante ese viaje.
definitiva» (HIST, 9, 21). *[MARGHERITE TARRIDE, habiendo cedi-
do todos sus bienes, llevaba a cabo una vida
Lo más relevante dentro de este perío- contemplativa en medio de una gran po-
do fue, sin duda, el viaje que el P. Voillaume breza, trabajando como obrera y habitando
José María Recondo 17
en un barrio gitano de los suburbios de «He dicho más arriba que Raïssa tenía to-
Toulouse. Era dirigida espiritualmente por tal consciencia de su vocación de contem-
el padre Marie-Joseph Nicolas, del con- plación en pleno mundo. “Es un error –es-
vento de los dominicos, en donde ella ha- cribe ella– aislarse de los hombres porque
bía recibido, también, formación teológica uno posea una visión más clara de la verdad.
y espiritual (cf. HIST, 9, 300, nota 163)]. Si Dios no llama a la soledad, es preciso vi-
En Roma fueron numerosos los encuen- vir con Dios en la multitud; hacerlo conocer
allí y hacerlo amar” (10-3-1919)» (R.
tros de Fr. André con los Maritain. Tam- VOILLAUME, Prefacio a Jour-nal de Raïssa,
bién Voillaume tendrá oportunidad de es- publicado por J. MARITAIN, París 1963, XVI).
tar con ellos. Pero ahora quisiéramos de-
tenernos un momento sobre el particular Es de particular elocuencia, por otro lado,
vínculo que existió entre Jacques y Raïssa la carta que frère André recibe en 1928 de
Maritain y la Fraternidad. Jacques Maritain, cuando buscaba una for-
ma de vida totalmente consagrada a Dios,
El total acuerdo que hubo entre ellos res- pero dentro del mundo:
pecto de la posibilidad y la importancia de
una vida contemplativa en el mundo –la «¿Una vida contemplativa en el mundo? ¿Y
que incluso no implicara el cuidado directo
«contemplation sur les chemins», para to- del apostolado, de la vida mixta dominicana?
mar la conocida expresión de Raïssa–, pa- Aun eso. Sin embargo, aquélla no se justifi-
rece indicar que los Maritain no habrían caría en el mundo sino por el deseo de servir
sido ajenos, aun sin proponérselo, al modo a las almas y de estar por tanto, de una mane-
de vida que desde 1947 adoptarían las Fra- ra o de otra, entregados a ellas, y de soportar
ternidades. Hay que tener en cuenta, por animosamente por ellas todo el tráfago, las
lo demás, que ellos habían reflexionado amarguras, y las idas y venidas inútiles que
en torno a aquel tema, mucho antes de son inseparables del trato con los hombres,
que los Hermanitos dejasen la clausura de no siendo esto sino para dar testimonio, en
El-Abiodh. medio de ellos, de la contemplación misma
y del amor eucarístico de Nuestro Señor.
Creemos que Voillaume no aceptaría «Si usted debe permanecer en el mundo,
sino parcialmente –de acuerdo a lo con- yo creo que es por la voluntad de dejarse de-
versado con él– estas afirmaciones que vorar por los otros, no preservando sino la
acabamos de realizar*. parte (muy grande) de soledad necesaria para
*[Voillaume, si bien acepta que Maritain que Dios haga de usted algo útilmente
les dio «el testimonio personal de una vida devorable...
de oración vivida en el mundo», afirma, sin «¿Qué queda después de esto? Esa impre-
embargo, que «eso no cambió nada», pues sión, esa idea, esa esperanza de que el Espí-
la influencia de Maritain se dio más bien ritu Santo prepara algo en el mundo, una obra
en el plano de la expresión, y en él encon- de amor y de contemplación que querrá al-
traron bien expresado «aquello que ya vi- mas totalmente entregadas e inmoladas en
vían» (cf. J.M. RECONDO, La oración en medio mismo del mundo...» (Del folleto
René Voillau-me, Burgos 1989, 303)]. editado por los Hermanitos de Jesús en me-
Sin embargo, en el prefacio al Journal moria de Maritain, tras su muerte, bajo el
de Raïssa, al comentar un texto escrito por único título de Jacques Maritain, s.l., s.a.,
ella en 1919, él mismo expresa lo siguien- pero Marsella 1973, 10).
te: Como se puede fácilmente apreciar, este
18 El camino de la oración, en René Voillaume
texto, escrito veinte años antes de la fun- tras la muerte de Raïssa, en 1960, Maritain
dación de la primera fraternidad obrera, se instalará en la fraternidad de los Her-
expresa admirablemente la espiritualidad en manitos de Toulouse, donde vivirá hasta
la que habrían de iniciarse las Fraternida- 1970, año en que pide ser admitido en la
des. Congregación, para morir, formando par-
Sobre el conocimiento de esta carta por te de ella, en 1973. Poco después de su
parte del padre Voillaume durante el pe- instalación en Toulouse, Voillaume se re-
ríodo de El-Abiodh no cabe duda, si tene- ferirá a
mos en cuenta que en su primer libro, lle- «ese parentesco espiritual que existía ya
vado a imprenta a fines de 1946 –es decir, desde hace mucho tiempo con nuestra for-
cuando la Fraternidad preparaba su salida ma de vida religiosa, que lo ha conducido a
de la clausura–, aparece, entrecomillada, venir a vivir entre nosotros, como un herma-
la expresión «útilmente devorable» que no mayor del que tenemos mucho que espe-
rar. [...] Estoy contento de que tengáis la po-
Maritain utilizara en su carta (cf. FPF, 105). sibilidad, un día u otro, de encontrar a quien
Cabe señalar, además, que en El- ha estado asociado más de lo que tal vez pen-
Abiodh, todos los hermanitos habían leído sáis, a la fundación espiritual de la Fraterni-
los textos espirituales de Maritain, habien- dad» (L/III, 74-75).*
do sido Fr. André, desde 1936, el respon- *[Frère André, en este mismo sentido,
sable de su formación doctrinal. hablará de la unidad entre la vida y la obra
Aun prescindiendo de lo escrito por de J. Maritain y de la «profunda consonan-
cia de ambas con la vocación de los reli-
Maritain sobre la contemplación en varias giosos que lo habían acogido» –el subra-
de sus obras –De la vie d’oraison (1922), yado es nuestro– (L. GARDET, Temoignage,
Les degrés du savoir (1932), Action et «Cahiers Jacques Maritain» 10, 1984,31).
contemplation, en Questions de cons- Ver también la carta que el P. Voillaume
cience (1938)–, es preciso destacar lo que escribió desde Kolbsheim tras la muerte
escribió sobre «la contemplación por los de Maritain: L/IV (En souvenir de Jacques
caminos» en Le paysan de la Garonne Maritain), 162-165].
(1966) y, antes, con Raïssa, en Liturgie et Resumiendo, consideramos que sería
contemplation (1959) (cf. J. MARITAIN, Le superficial reducir a una sola causa lo que
paysan de la Garonne, París 1966, 283- en la acción providente de Dios –según lo
370; J. Y R. MARITAIN, Liturgie et contem- que antes hemos podido ver– tuvo un cur-
plation, Brujas 1959, 76-78). El mismo so manifiestamente más complejo. No
Voillaume, tras la lectura de éste último, podríamos prescindir, por ejemplo, en este
escribe así a los hermanitos: análisis, del contexto histórico-pastoral de
«Confieso que no pude dejar de escribir- la Iglesia en Francia durante aquellos años:
le, en nombre de todos nosotros, a Jacques la preocupación misionera por evangelizar
Maritain, para comunicarle mi alegría y dar- el mundo obrero como tema dominante.
le las gracias porque supo expresar con tanta Eran los años de Francia, país de misión,
exactitud lo esencial de la vocación de los según el título del célebre libro del ABBÉ
Hermanitos en el capítulo La contemplación GODIN. Todo esto no puede haber sido aje-
por los caminos. Es exactamente eso» (L/III, no a la transformación que por entonces
20-21).
sufría la Fraternidad. Pero no queríamos
Por último, es importante recordar que dejar inadvertido el peculiar papel que tocó
José María Recondo 19
La apertura
a múltiples requerimientos
A partir de los años 50, una multiforme
actividad comienza a tener lugar en la vida
22 El camino de la oración, en René Voillaume
del P. Voillaume. En ello tuvo mucho que seguía siendo fundador y padre, quería,
ver la resonancia que por entonces tenía, sin embargo, dedicarse, con mayor solici-
entre laicos y sacerdotes, el mensaje espi- tud, a las más recientes fundaciones de los
ritual del Padre de Foucauld. Hermanitos y Hermanitas del Evangelio*.
Voillaume es solicitado por entonces para *[Recordemos, por lo demás, que
predicar diversos retiros, de los que sal- Voillaume nunca dejó de ser Hermanito de
drán los gérmenes de la «Unión Sacerdo- Jesús. Necesitó de un indulto personal de
tal» y de la Fraternidad Secular Charles de Pablo VI para poder asumir el gobierno de
Foucauld. El Instituto Secular femenino las Fraternidades del Evangelio, sin dejar
de ser Hermanito de Jesús].
«Jesus-Caritas» comenzaba, por su parte,
a prepararse. Al asesoramiento espiritual
que Voillaume hacía de estos grupos, hay La verificación
que sumar, en 1956, la fundación de los de una nueva etapa
Hermanitos del Evangelio, mientras pro- No obstante su deseo de seguir partici-
yectaba, a su vez, con el P. Lebret, la crea- pando de cerca de la vida de los Hermani-
ción de la F.A.M.E.I. (Fraternité d’Amitié tos de Jesús, vemos, sin embargo, que,
et d’Entraide Internationale) (cf. HIST, 10, con el andar del tiempo, el distanciamien-
95-101). to de Voillaume respecto de la Fraternidad
El mismo Voillaume, recordando la mul- –que había comenzado a verificarse aun
tiplicación de responsabilidades y de que- antes de que dejase el priorato–, no haría
haceres que caracterizó su vida en aque- sino acentuarse. Varios elementos ayudan
llos años, confiesa: «En lo que concernía a poner en evidencia este hecho, sobre el
a mi vida personal en este período, estoy cual Voillaume no hace, sin embargo, en
realmente sorprendido, al releer mis dia- sus escritos, una referencia explícita:
rios, del número de reuniones y retiros de a) No parece casual que en El-Abiodh-
los que participaba, y que se seguían, por Sidi-Cheikh, su estudio histórico sobre los
así decirlo, sin interrupción, en el intervalo Hermanitos de Jesús, Voillaume relate de-
de mis viajes» (HIST, 10, 100). tallada y minuciosamente la vida de la Con-
Si añadimos, a todo esto, la fundación gregación hasta los años 50 –habiendo de-
de las Hermanitas del Evangelio en 1963, dicado para ello nueve de los diez libros
podemos comprender que, inevitablemen- que forman esta obra–, para luego, cam-
te, las tensiones aparejadas por esta situa- biando totalmente la metodología, hacer
ción, le harían cada vez más difícil llevar una exposición más genérica e imprecisa
adelante el priorato de los Hermanitos de del período siguiente.
Jesús. De este modo, y considerando que Es de notar, en este sentido, que para el
la Congregación había alcanzado ya la su- primer período contara con abundante
ficiente consolidación y madurez, a fines documentación, que confrontaba constan-
de 1965, Voillaume presenta, de manera temente con sus diarios, cartas y diferen-
indeclinable, su renuncia como prior (cf. tes escritos de la época, mientras que a
Id., Lettre aux Petits Frères de Jésus. Noël partir de los años 60, predomina amplia-
1965, «Jesus-Caritas» n. 142, 1966, 101- mente el recurso a lo expuesto y discutido
108). Si bien esta decisión no lo en los Capítulos Generales de la Congre-
desvinculaba de sus Hermanitos, de los que gación. El mismo Voillaume reconoce, por
José María Recondo 23
para acoger este don. Afirmado lo cual, plica que la donación de esta gracia esté
Voillaume concluye que la contemplación abierta a cristianos de toda condición y es-
supondrá, por ello, habitualmente, una pre- tado: Precisamente porque la preparación
paración, la cual posee sus exigencias pro- que el hombre puede ofrecer está más vin-
pias (cf. ibid.). culada a la disposición interior del alma,
que a las condiciones exteriores de vida.
—Contemplación y «vida contemplativa» No obstante lo cual, sigue siendo cierto
Al analizar estas exigencias, Voillaume que hay todo un conjunto de medios exte-
considera importante distinguir entre aque- riores particularmente aptos para preparar
llas que pertenecen a la preparación mis- a las almas a la contemplación. Estos, en
ma del alma, y aquellas que tocan a las el cristianismo, han alcanzado históricamen-
condiciones exteriores de vida. te su más alta expresión en las Ordenes
En el primer caso, Voillaume sitúa la dis- reconocidas por la Iglesia como
posición última del alma para recibir la gra- contemplativas. Su experiencia secular en
cia de la contemplación, en la muerte a esta materia hace que estas prácticas pue-
todo lo que no es Dios. Lo cual supone dan ser consideradas como privilegiadas.
un desasimiento profundo de todo lo crea- Entre ellas, Voillaume destaca especialmen-
do y, particularmente, de sí mismo. No te la clausura y el silencio.
significa esto que tal muerte esté totalmente Reconoce Voillaume que las observan-
en nuestro poder, porque las mismas gra- cias monásticas de la clausura y el silencio
cias de contemplación habrán de consu- exterior crean unas condiciones de vida
marla en nosotros, al hacer penetrar el fue- particularmente favorables para la realiza-
go acrisolador del amor en aquellas pro- ción de esa muerte a todo lo creado que
fundidades del alma en las que nada pode- hace posible la perfecta unión con Dios.
mos por nosotros mismos. Con todo, ese Pero no ha de pensarse, añadirá, que el
desasimiento radical, aun cuando no po- solo hecho de abrazar exteriormente un
damos realizarlo actualmente sino de un tal género de vida, dispone el alma de un
modo imperfecto, ha de ser, al menos, modo inmediato a la contemplación*.
intencionalmente querido y deseado, a la *[Es aquí, por otra parte –agrega Voillau-
espera de que sea consumado por la ac- me–, donde se separa la concepción
ción de Dios en nuestras almas (cf. AUC, monástica cristiana de la mayor parte de
179-180). los ensayos realizados fuera de la Iglesia
en orden a alcanzar la comunión con la di-
Por otra parte, esta muerte por la que el vinidad (cf. AUC, 183). En esto parece ha-
alma va alcanzando la debida disposición, cerse eco de lo que afirmara en su momen-
no ha de entenderse en un sentido sólo ni to MARITAIN: «La contemplación cristiana
primariamente negativo. El movimiento de responde, ante todo, a ese espíritu que so-
desprendimiento viene como fruto de nues- pla donde quiere, y hace oír su voz sin que
tra adhesión a Dios por el amor. Es, pues, nadie sepa de dónde viene ni adónde va (Jn
«en el orden de la caridad donde se sitúa 3, 8)... Esto implica que la contemplación
la predisposición esencial a la gracia de la cristiana es todo lo contrario de un asunto
contemplación» (AUC, 180). de técnica... La espiritualidad natural, como
la de la India, por ejemplo, tiene técnicas
El hecho de que la disposición última bien determinadas. «Este aparato de técni-
del alma se sitúe en el plano del amor ex- cas es lo primero que impresiona a quien
José María Recondo 27
comienza a estudiar la mística comparada. Para entender mejor esto, parece opor-
Pues bien, una de las diferencias más ob- tuno recordar aquello que se considera
vias entre la mística cristiana y las otras imprescindible para la realización de la vida
místicas es su libertad en lo que respecta a contemplativa, cualquiera sea su forma. El
la técnica y a todas las recetas y fórmu- P. Voillaume dirá que ella implica, necesa-
las... » (J. Y R. MARITAIN, Liturgie et
contemplation, Brujas 1959, 64-65)]. riamente, un doble elemento:
«La Iglesia confiere al religioso contem-
La clausura y el silencio no son para el plativo una misión en el Cuerpo místico de
monje cristiano sino instrumentos al servi- Cristo, misión invisible pero que se expresa
cio del amor, y conservan toda su eficacia concretamente por una separación visible
sólo en la medida en que conducen al de- de las otras actividades humanas» (AUC,
sarrollo de la caridad. Pues es precisamente 188).
por relación a la caridad, por lo que pue-
den disponer a la contemplación. Así se La vida contemplativa
explica que, de hecho, estas prácticas pue- propia de las Fraternidades
dan ser ineficaces: sea por falta de genero- Para mostrar el carácter contemplativo
sidad en el sujeto, sea porque resultan in- de la vida de las Fraternidades habrá, pues,
adecuadas para un determinado tipo de que precisar cuál es la misión espiritual que
temperamento*. los Hermanitos de Jesús reciben de la Igle-
*[Cuando falta la generosidad, las obser- sia, y cuál la forma concreta de separación
vancias, que debían favorecer el desapego por la que aquélla adquiere una expresión
del corazón para su dilatación en el amor, visible. Comenzaremos, pues, por esto úl-
pueden pasar a ser refugio de una actitud timo.
mezquina para con Dios y para con el pró-
jimo (cf. AUC, 183-186)]. —Separación y presencia
Esto nos lleva, según Voillaume, a la ne- Ni el Padre de Foucauld ni los Hermani-
cesidad de distinguir las disposiciones in- tos de Jesús dudaron nunca del sentido
teriores que estas prácticas están destina- contemplativo de su vocación. Ello impli-
das a producir en el alma, de las prácticas caba, por tanto, una separación. Sólo que
u observancias consideradas en sí mismas. ésta no habría de consistir en la tradicional
Y a preguntarnos en qué medida las ob- clausura material, sino en la renuncia a todo
servancias de la clausura y el silencio, tal un conjunto de actividades, entre las que
como son practicadas en las órdenes se contaban, tanto el ministerio de la pre-
contemplativas tradicionales, tienen un dicación, como cualquier obra de aposto-
valor absoluto como medio, en orden a la lado explícito o de caridad organizada. La
vida contemplativa. separación tendrá lugar, entonces, en el
Por aquí arribamos entonces a la posibi- orden de las actividades, pero no en el de
lidad –y a la validez– de esa vida la presencia en medio de los hombres.
contemplativa peculiar que representan en «El aspecto propio de la vocación
la Iglesia las Fraternidades. Lo cual supu- contemplativa del Padre de Foucauld que lo
so cierta continuidad y, a la vez, cierta rup- distingue radicalmente de las otras órdenes
tura respecto de la experiencia monástica contemplativas es que ella debe ser vivida en
precedente. contacto con los hombres, en medio de
ellos» (AUC, 190).
28 El camino de la oración, en René Voillaume
«Este rechazo [del Padre de Foucauld] no bién esta vocación totalmente excepcional,
es timidez espiritual ni temor a las respon- esta vocación de la presencia, el apostolado
sabilidades, ni existe tampoco únicamente en de la presencia, para dar testimonio de la ver-
orden a conservar la vida de intimidad con dad, de la realidad de Dios, de Dios que no
Dios. No se presenta tampoco como un em- puede ser expresado con ninguna palabra hu-
pobrecimiento de su personalidad espiritual mana. Hay una sola Palabra, el Verbo, el Hijo,
ni como una disminución de la acción real y que es siempre para nuestras palabras huma-
profunda sobre el mundo de las almas. Lejos nas una realidad absolutamente trascenden-
de ello, la separación establece al Padre de te. Es entonces un buen camino el expresarlo
Foucauld y, tras él, a sus Hermanitos, en un sin palabras, el expresarlo callando, en silen-
verdadero estado de vida contemplativa, del cio, contemplando, adorando, amando.
cual ella es signo, la expresión directa, al «Yo quiero con estas palabras confir-
mismo tiempo que condición evidente de su
realización» (AUC, 190).
mar, como lo ha querido vuestra superio-
ra, confirmar vuestra vocación en la Igle-
—La misión de las Fraternidades sia, y deciros que es una vocación auténti-
ca, actual, necesaria» (JUAN PABLO II, Alo-
La separación, como elemento constitu- cución a las Hermanitas de Jesús; Tre
tivo de la vida contemplativa no es, en úl- Fontane, 22-12-85, «Nouvelles des Fra-
tima instancia, sino el revés de una mi- ternités» 12, 1986,7)*.
sión. Esta, en el caso de las Fraternidades,
está compuesta por un doble elemento: Los *[ Parece legítimo preguntarse si no es-
tarían en el pensamiento de JUAN PABLO II
Hermanitos de Jesús «deben dar testimo- estas reflexiones, cuando escribía, muy
nio, gritar el Evangelio con su vida, y poco tiempo después (16-3-86), su Car-
realizar en plenitud la contemplación del ta a los sacerdotes, del Jueves Santo de
misterio del Sagrado Corazón de Jesús» 1986. En ella decía: «Si bien el objetivo
(AUC, 191). es ciertamente agrupar al Pueblo de Dios
en torno al misterio eucarístico con la ca-
–El apostolado silencioso tequesis y la penitencia, son también ne-
cesarias otras actividades apostólicas, se-
Cuando a fines de 1985, el Papa Juan gún las circunstancias: a veces, durante
Pablo II visitaba la Fraternidad General de años, hay una simple presencia, con un tes-
las Hermanitas de Jesús en Tre Fonta-ne, timonio silencioso de la fe en ambientes
Roma, se refirió a este peculiar aspecto de no cristianos; o bien una cercanía a las per-
la vocación de las Fraternidades, que con- sonas, a las familias y sus preocupaciones;
siste en estar presentes en medio de los tiene lugar un primer anuncio que trata de
hombres como «testigos silenciosos de la despertar a la fe a los incrédulos y tibios;
amistad divina» –así titula Voillaume una se da un testimonio de caridad y de justi-
de sus cartas al respecto– (cf. L/I, 335-346): cia compartida con los seglares cristianos,
que hace más creíble la fe y la pone en prác-
«Yo he pensado muchas veces sobre este tica» («Ecclesia» 46 (1986) 432)].
problema de vuestra identidad, de vuestro
apostolado. Muchas veces me preguntaba, En la línea de lo expresado por el Papa,
incluso, ¿por qué siempre callan?, ¿por qué Voillaume había afirmado en 1962 que el
no hablan? Pero yo comprendo cada vez más apostolado que los cristianos realizan me-
que es algo acertado, que hace falta –en esta diante la predicación de la palabra y el mi-
gran riqueza, en esta gran diversidad de vo- nisterio de los sacramentos, no agota to-
caciones que hay en la Iglesia– tener tam-
30 El camino de la oración, en René Voillaume
dos los medios que Jesús posee en su Igle- los Hermanitos parecen haber sido llama-
sia para manifestarse. Porque hay verda- dos a manifestar, por su manera de amar,
des divinas, en particular ciertos aspectos ese respeto misterioso por la libertad de la
del amor misericordioso con que Dios ro- inteligencia y del corazón que hallamos en
dea al hombre pecador, que no pueden Dios: esa paciencia incansable de la mise-
expresarse plenamente mediante palabras, ricordia divina, que está humildemente sen-
sino sólo a través de una cierta manera tada a la puerta del pecador o del incrédu-
de vivir. Jesús mismo, Palabra de Dios lo, y allí espera. Y «manifestar a alguien
encarnada, no se contentó con instruirnos una amistad enteramente desinteresada,
con enseñanzas orales. El juzgó necesario amándole por sí mismo, sin intentar con-
manifestarnos los sentimientos de su co- vencerle o traerle a la fe, aunque, desde
razón y ciertas actitudes del amor miseri- luego, sin ocultarle nuestra fe, puede ser a
cordioso de Dios, a través de su propia menudo la única manera de revelarle la
manera de ser y de vivir. plenitud del amor que reside en Dios» (L/
«Hay en ello un aspecto fundamental de la I, 337).
revelación que Dios realiza por la Encarna- Siguiendo al Padre de Foucauld, los Her-
ción, y una serie de cualidades del amor de manitos deben dar testimonio, en medio
Jesús como Buen Pastor, tales como el res- del mundo, de una vida de intimidad con
peto, la humildad, la paciencia y la miseri- Jesús, sin que ello, sin embargo, sea pro-
cordia por los pecadores, que ninguna ense-
ñanza por medio de la palabra podría expre- curado por sí mismo:
sar ni transmitir plenamente. Ahora bien, si «Nuestra vida de unión con Jesús no es que-
Jesús ha querido continuar enseñando y trans- rida por esto, pues ella no es un medio sino
mitiendo, por los sacramentos, la vida divina un fin en sí misma. Nosotros debemos sim-
a través de la Iglesia, ¿cómo podría dejar de plemente estar presentes» (AUC, 191).
comunicarnos aquello que sólo su manera de «Y para que una tal actitud no sea un [mero]
vivir podría hacernos comprender? método de aproximación, es preciso que sea
«Aquí hallamos entonces la vocación del vivida por los Hermanitos como una imita-
Hermanito de Jesús, quien, según la céle- ción del Corazón de Jesús, imitación que sólo
bre expresión del Padre de Foucauld, debe puede ser fruto de la vida contemplativa» (L/
“gritar con su vida el Evangelio”, expre- I, 339).
sión con la que quiso definir la misión ex- Asoma aquí el otro elemento que va a
terior de las Fraternidades y justificar así delinear la misión de las Fraternidades.
su forma de vida religiosa» (R-62, 24)*. Porque si bien la presencia del Hermanito
*[Aclara Voillaume que «siempre ha ha- en el mundo se hace necesaria para poder
bido en la Iglesia, mediante la vida de los irradiar el Evangelio por medio de su vida,
santos y el testimonio de los religiosos, este aspecto de su misión es, con todo,
una tal enseñanza a través de la vida. La di- algo derivado:
ferencia radica en que los Hermanitos de «Aquello que debemos desear, primaria-
Jesús tienen una forma de vida religiosa mente y ante todo, es la total comunión con
más completamente orientada a esta sola la vida del Sagrado Corazón, que es el fin
enseñanza de valores evangélicos a través mismo de nuestra vida y que exige, igualmen-
de la vida» (Ib., nota 1)]. te, los contactos con los hombres, para ser
Subrayando la virtualidad apostólica de vivida en plenitud» (AUC, 192).
esta presencia silenciosa, dirá Voillaume que
José María Recondo 31
–Redentores con Jesús: el Sagrado Cora- «La vida de Nazaret es Jesús permanecien-
zón de Jesús y la vida contemplativa de do treinta años sin actividades exteriores de-
las Fraternidades finidas: un Hermanito no puede vivir en
Nazaret si su vida entera no está en confor-
Recorriendo a grandes trazos la historia midad con la vida y con la actividad íntima de
de la vida religiosa contemplativa, el Pa- Jesús, con la de su Sagrado Corazón» (L/I,
dre Voillaume señala que a partir de los 289).
tiempos modernos, ella tiende a salir del Si bien son muy pocos los textos en los
claustro y a penetrar la vida cotidiana de que Charles de Foucauld se refiere a la
los hombres para asumir, tanto sus necesi- devoción al Sagrado Corazón considerán-
dades y sus penas, como la expiación de dola en sí misma, advertimos, sin embar-
sus pecados. Esto, afirma, parece corres- go, con facilidad, que la vida del Corazón
ponder a un desarrollo de la espiritualidad de Jesús se encuentra para él subyacente
cristiana que busca cada vez más su fuen- a todo, y emerge a cada instante como
te y su camino en la contemplación del algo tan natural, que pareciera hacerle in-
misterio del Corazón de Jesús. Las revela- necesaria una referencia más explícita. El
ciones del Sagrado Corazón a Santa Mar- culto al Sagrado Corazón es, en el Herma-
garita María van a abrir una nueva etapa no Carlos, inseparable del de la persona
en la oración de las almas contemplativas. misma de Jesús. Y la necesidad imperiosa
El fin de la contemplación ya no será de asemejarse al Señor que él experimen-
únicamente la búsqueda sólo de Dios, sino ta desde un comienzo, lo lleva a querer
la tendencia a identificarse y asimilarse a conformarse con los sentimientos de su
la vida del Corazón de Jesús, Redentor Corazón. Esta búsqueda de conformidad
del mundo. Esto supone, además, un acen- hace nacer en él un deseo de inmolación,
to cristocéntrico sobre la vida contem- que se expresará primeramente en el an-
plativa, en la que Jesús comunicará sus helo del martirio. Pero habrá luego en él
inquietudes y sufrimientos, asociándola a una actitud de constante inmolación inte-
su trabajo redentor. rior, traducida particularmente en su vo-
«Es en esta línea donde se insertará la es- luntad de participación, mediante el sufri-
piritualidad del Padre de Foucauld y sus Fra- miento, en el trabajo redentor de Jesús:
ternidades, centrada totalmente sobre el mis- «Deseo de sufrimientos para devolverle
terio del Sagrado Corazón de Jesús Reden- amor por amor, para imitarle, [...] para entrar
tor. Ya hemos hecho notar esta particulari- en su trabajo, y ofrecerme con El, la nada
dad de la espiritualidad del Padre, quien des- que yo soy, en sacrificio, en víctima, por la
de un comienzo asoció a la vida de Nazaret santificación de los hombres» (C H . DE
la intensa actividad redentora del Sagrado FOUCAULD, Écrits spirituels, París 1947, 67).
Corazón [...], ese impaciente deseo de salvar,
por la inmolación de sí mismo, del cual el Los Hermanitos participan de esta vo-
alma del oscuro obrero de Nazaret debía des- cación, y son llamados, junto al Hermano
bordar, en el silencio de sus relaciones con Carlos, a ser «redentores con Jesús»*.
el Padre» (AUC, 195). *[Así el título de una importante carta
También los Hermanitos deberán cen- del P. Voillaume, donde expone esta dimen-
trarse en el Corazón de Jesús, si buscan sión de la vida de las Fraternidades: AUCM
penetrar en el misterio de Nazaret: (Sauveurs avec Jésus), 215-229. Tradu-
cida en la versión castellana como Reden-
32 El camino de la oración, en René Voillaume
Uno de los motivos que más influyeron parece necesario, sin embargo, señalar aquí
para que los Hermanitos abandonaran la la íntima relación que existe, en la voca-
vida claustral fue el deseo de compartir, ción de los Hermanitos, entre su participa-
de una manera efectiva, la suerte de los ción en el misterio del Corazón de Jesús, y
desheredados. Pero el contacto y las rela- su vida eucarística. Ya Carlos de Foucauld
ciones con los hombres no fueron sólo exi- presentaba claramente asociadas estas dos
gidos para la realización de una vida po- realidades en su experiencia espiritual.
bre, sino también «por la verdad misma Voillaume se preocupó, a su vez, de que
de una vida contemplativa que tiene por esto no se perdiera de vista en la experien-
término la unión a Cristo entero, el Cristo cia espiritual de las Fraternidades:
con todos sus miembros, y esta vida quie- «Este estado de ofrenda al sufrimiento por
re ser una participación real en los sufri- amor, que tiende poco a poco a hacerse como
mientos de la Cabeza y de los miembros» habitual [...], no hace sino explicitar el carác-
(AUC, 199). ter de víctima en unión con Cristo, impreso
«El tipo de vida contemplativa que nos ha por el bautismo en nuestras almas. En la Misa
legado el padre Charles de Foucauld no sólo es donde ejercemos litúrgicamente este ca-
se distingue por el hecho de que se viva en rácter, ofreciéndonos realmente con Jesús.
medio del mundo y compartiendo la con- No tengo, pues, necesidad de insistir aquí
dición de la gente pobre (esto implicará, por sobre la importancia primordial del Sacrifi-
lo demás, una transformación de los medios cio Eucarístico en nuestra vida de redento-
de la vida contemplativa); va más allá, puesto res.
que esa vida contemplativa, centrada en el «En la Santa Misa es donde realizamos al
Corazón de Cristo, se abre al misterio de máximo esta comunión con Cristo crucifi-
la caridad para con los hombres, contem- cado y ofrecido, debiendo ser, nuestra vida
plada en su fuente divina» (CONT, 61). de inmolación, su realización diaria» (AUCM,
227).
Será entonces en la contemplación del
Corazón de Jesús y en la asimilación a él,
donde alcance su unidad la vida con-
templativa de las Fraternidades. Allí se con- 2. «A ejemplo de Nazaret»
jugan elementos aparentemente contradic-
torios, que configuran la vida religiosa de Tan pronto como el Padre de Foucauld
los Hermanitos. descubrió en el Evangelio que era preciso
«encerrarlo todo en el amor», y que éste
«Toda la vida del padre Charles de Foucauld
está consagrada al Corazón de Cristo como último «tiene por efecto primero la imita-
único lugar donde se encuentran [...] esos dos ción», no sintiéndose llamado a imitar la
movimientos de amor aparentemente tan di- vida pública de Jesús en la predicación,
versos, en las condiciones de su realización sintió que «debía imitarlo en la vida oculta
concreta: el que nos impulsa a amar a Dios del humilde y pobre obrero de Nazaret»
hasta la separación de lo creado, y el que nos (CH. DE FOUCAULD, Lettres à Henry de
mueve a amar a los hombres con una total Castries, París 1938, 96-97). Considera,
presencia a sus tareas terrenas cotidianas» en este sentido, Voillaume, que «desde el
(CONT, 62). día de su conversión hasta su muerte, en
Si bien más adelante desarrollaremos con el transcurso de una existencia con etapas
mayor detenimiento la dimensión tan contrapuestas en apariencia, este ideal
eucarística de la vida de las Fraternidades, se presenta como el punto fijo al que se
34 El camino de la oración, en René Voillaume
refieren todas sus aspiraciones» (AUCM, «Es preciso no olvidar este aspecto muy
187). Así lo vemos expresado en una de importante [de la comunidad social de desti-
las anotaciones de su Diario: no con los pobres] que ha dado origen a la
Congregación de los Hermanitos de Jesús y
«Toma [...] como objetivo la vida de a las Hermanitas, porque todo procede de
Nazaret, en todo y para todo, en su simplici- aquí. Si esta Congregación está llamada a vi-
dad y en su amplitud, no sirviéndote del Re- vir mezclada con los pobres y a abrazar una
glamento sino como de un Directorio, que pobreza social, y no sólo una pobreza reli-
te ayudará, en ciertas cosas, a entrar en la vida giosa (porque es preciso distinguir bien es-
de Nazaret [...]: nada de hábito –como Jesús tos dos géneros de pobreza), es a causa de
en Nazaret–; nada de clausura –como Jesús esta intuición que ha tenido el Padre de
en Nazaret–; nada de alojamiento alejado de Foucauld» (FRA-SEC, IV-Nazareth, 3)*.
todo lugar habitado, sino cerca de una aldea
–como Jesús en Nazaret–; no menos de ocho *[Recuerda Voillaume a «los Hermani-
horas de trabajo al día (manual o de otra cla- tos y las Hermanitas del Padre de Foucauld,
se; siempre que sea posible, manual) –como [que] tienen, como primera misión, con-
Jesús en Nazaret–; ni mucho terreno, ni gran vertirse en hermanos y hermanas de los po-
alojamiento, ni grandes gastos, ni siquiera bres, no sólo amándoles, sino pertenecien-
grandes limosnas, sino extrema pobreza en do socialmente con toda su vida a la cla-
todo –como Jesús en Nazaret–. En una pala- se de los pobres. [...] La pertenencia al
bra, en todo: Jesús en Nazaret» (CH. DE mundo de los pobres arrastra para las Fra-
FOUCAULD, Oeuvres Spiri-tuelles, 369-370). ternidades la obligación de vivir de su tra-
bajo, sin poder recibir limosnas. Acarrea
La vida de Nazaret también consigo la elección del barrio y
del alojamiento, la hospitalización en caso
Dos elementos esenciales configuran, de enfermedad, un cierto modo de vivir y
según Voillaume, el ideal de vida religiosa de alimentarse» (AUCM, 33 y 36)].
que, inspirado en Nazaret, concibió el Pa- «El trabajo manual de los pobres debe ser
dre de Foucauld. para la Fraternidad, como para Jesús y su fa-
a) En primer lugar, Nazaret encarna para milia, el medio normal de subsistencia. Exis-
él un cuadro de vida religiosa que deberá te una estrecha vinculación entre este géne-
integrar, salvaguardándolas a la vez, la po- ro de trabajo y la pobreza. [...] El hecho de
breza real del alojamiento y del nivel de compartir el trabajo cotidiano para vivir es
vida, así como la inseguridad y el duro lo que realiza, principalmente, la asimilación
de la Fraternidad al mundo de los pobres: sin
trabajo que son propios de una familia compartir esto, la pobreza del alojamiento y
obrera. de la vida, el conocimiento del medio, inclu-
El Hno. Carlos estuvo fuertemente atraí- sive la amistad, serían insuficientes. El he-
do por la dimensión de humildad social cho de vivir del trabajo de las manos consti-
que el trabajo manual confería a la vida de tuye, por esta razón, un elemento esencial
Nazaret. Esto influye decisivamente en su de la Fraternidad, sin el cual ella no podría
vocación; por ello, en gran medida, deja la ser fiel ni a su misión ni a su espíritu» (R-62,
324-325).
Trapa. Por ello, también, se resiste duran-
te mucho tiempo a la posibilidad del b) Hubiera sido posible mantener la imi-
sacerdocio, por temor a que la dignidad tación de la vida de Nazaret en un marco
del ministerio le impusiera un comporta- de clausura, silencio y retiro efectivo, lo
miento social incompatible con la imita- que le habría conferido una fisonomía mo-
ción de la pobreza obrera. nástica tradicional; y esto es, en efecto, lo
José María Recondo 35
tituir pequeñas comunidades, lo cual ca- cación en este sentido. [...] Hermanitos, no
racterizará también la fisonomía de la Con- os extrañéis, por tanto, al descubrir que vues-
gregación. Recuerda, al respecto, tra oración adoptará con mucha frecuencia
Voillaume, que el Hno. Carlos de Jesús la forma de un impulso doloroso, de una es-
«vuelve a su primera idea de grupos pe- pera oscura o de una sed insatisfecha, orien-
tada hacia Jesús Redentor. [...] El Espíritu
queños, no sólo porque esto permite ser Santo trabajará en vuestros corazones, y es
más pobres, sino también –y esto es fruto oportuno que sepáis en qué dirección os lle-
de la experiencia de sus últimos años– por- vará, para que no estorbéis su acción en vo-
que permite estar más cerca de los hom- sotros, y a fin de que permanezcáis con toda
bres, más mezclado entre ellos, multipli- calma en este modo de oración» (AUCM, 97-
cándose a la vez los puntos de contacto» 99).
(AUCM, 28). Esta vida contemplativa peculiar que los
Hermanitos llevan a cabo «arrojados en el
Nazaret y la vida contemplativa mundo y en la miseria del mundo» (J. Y
de las Fraternidades R. MARITAIN, o.c., 78.), responde al ideal
Los religiosos de las Ordenes monásticas de vida religiosa que el Padre de Foucauld
tradicionales se disponen a la oración concibiera «a ejemplo de Nazaret».
contemplativa por el camino de la sole- «En esta intuición original del Padre de
dad, el aislamiento y el silencio. Voillaume Foucauld, ¿se trata simplemente de una vida
considera que esta forma de oración no contemplativa llevada a cabo en medio de los
representa toda la oración ni la agota. En hombres, especialmente entre los pobres, y
todo caso, no parece ser la que están lla- compartiendo su condición trabajadora, sin
mados a tener, habitualmente, los Herma- que la naturaleza misma de esta vida
nitos de Jesús. Estos son llamados, por su contemplativa, y la actitud de corazón y de
espíritu que ella implica en nuestras relacio-
estado de vida, a una verdadera y auténti- nes con los hombres sea fundamentalmente
ca oración, pero que «no adoptará en su diferente de aquella que está implicada por
alma la misma forma que la oración del una vida contemplativa llevada a cabo en el
religioso de clausura» (AUCM, 97). No se desierto? ¿O bien, más profundamente, se
desarrollará en iguales circunstancias de trata de un nuevo tipo de vida contemplativa,
vida, y las condiciones de su ejercicio se- en la cual la misma contemplación, centrada
rán radicalmente diversas. La oración de sobre el Corazón de Cristo, se abre al miste-
los Hermanitos surgirá, con frecuencia, en rio de la caridad hacia los hombres, contem-
medio del cansancio, del sufrimiento, de plada en su fuente divina, y se encarna con-
las dificultades de una vida de pobreza cretamente en una amistad realizada? [...] La
muchas veces atropellada. vida de Nazaret así concebida es más que una
simple forma exterior de vida: ella tiene exi-
«Los Hermanitos de Jesús están llamados gencias profundas que le son propias. Esta
a vivir un esfuerzo de oración y de fe que intuición del Hno. Carlos está, pues, en la base
brotará, algunas veces, del sufrimiento de su de la vida religiosa de las Fraternidades de
propia vida y, más a menudo, tal vez, de la los Hermanitos de Jesús [y] concierne tam-
plena comunión con la miseria física y mo- bién, de una manera esencial, las Fraternida-
ral de quienes les rodean. des del Evangelio» (R. VOILLAUME, Lettre aux
«Esta integración en la humanidad dolori- Fraternités de l’Évangile; Béni-Abbès, 15-
da está ligada al brote de su oración, y no ha 10-70, texto policopiado, s.l., s.a., 17).
de existir, para ellos, un problema de dosifi- «Nazaret», así presentado, parece con-
José María Recondo 37
to que unifica y pacifica nuestra vida religio- pareciera que el paso del tiempo fue afian-
sa, en la donación a nuestro muy amado Her- zando en los Hermanitos la valoración de
mano y Señor Jesús. Parafraseando a San Pa- las potencialidades que la «vida de
blo, podría decirse que para unirnos a Dios, Nazaret» posee en relación a su vida
nos esperan aún, en nuestra vida misma de contemplativa propia, mientras que en
Nazaret, “la labor de nuestra fe, los trabajos
de nuestra caridad, la constancia de nuestra Voillaume vemos sucederse períodos de
esperanza en nuestro Señor Jesucristo, bajo mayor convencimiento con otros de vaci-
la mirada de Dios, nuestro Padre” (1 Tes 1, lación o retractación.
3)» (Ib. Compte-rendu 2, 5).
—La oración de las pobres gentes
No obstante lo experimentado por los
Hermanitos y lo afirmado por Voillaume «Nuestra oración debe ser la oración de
en los textos más arriba citados, respecto los pobres, la oración de los que penan y
del valor de la «vida de Nazaret» no sólo sufren» (AUCM, 112).
como cuadro exterior de su vida religiosa Una de las principales objeciones que
sino inclusive como matriz de una vida solían hacerse al modo de vida de las Fra-
contemplativa peculiar, es preciso recono- ternidades era que el cansancio, el ruido y
cer que en más de una ocasión encontra- la pesadez del espíritu provocada por un
mos al mismo Voillaume desandando los esfuerzo físico penoso y prolongado, qui-
pasos que anteriormente diera en esta di- tarían toda posibilidad de llevar adelante
rección. Sobre todo, puede sorprender que una auténtica vida de oración. Los mis-
en El-Abiodh-Sidi-Cheikh, su estudio his- mos Hermanitos reconocían, por lo demás,
tórico sobre la vida de los Hermanitos de que llegada la hora de la oración, se sen-
Jesús, al referirse en la conclusión a las tían incapaces, la mayor parte del tiempo,
características esenciales del carisma de la de meditar y de pensar. Sin embargo, ellos
fundación, omita voluntariamente hablar experimentaban que Dios los impulsaba a
de «Nazaret», por considerar que «este una participación cada vez más completa
término se presta a múltiples interpreta- en el destino de los pobres y, a la vez, a
ciones, siendo, además, [...] herencia co- una auténtica vida de oración. Toda la cues-
mún de todos los discípulos del Hno. Car- tión estaba, pues, en saber si no se les ofre-
los» (HIST, 10, 932). cía otro camino para avanzar hacia la unión
Este alejamiento de Voillaume en rela- con Dios en la oración.
ción a «Nazaret» refleja probablemente la «Aquellos que se ven privados de meditar
preocupación que en más de una oportu- debido a sus condiciones de vida, ¿se verían,
nidad le causaron algunos Hermanitos de por el mismo motivo, privados de orar? ¿No
está la oración más allá de la reflexión? Los
Jesús o del Evangelio al interpretar de pobres no pueden meditar. No están dispues-
modo inexacto la imitación de la vida de tos para ello, no poseen la cultura requerida,
Nazaret. no conocen el mecanismo de la meditación,
El tema de «Nazaret» es, así, uno de los o bien están demasiado cansados. Participan-
que más fluctuaciones ha sufrido en el pen- do de la vida de los trabajadores, tendréis que
samiento de Voillaume. Es quizá aquí don- participar también de su modo de oración.
de más claramente aparece el costo de su Tampoco vosotros estáis dispuestos para me-
ditar cuando regresáis a vuestra morada,
distanciamiento físico, a partir de los años atontados por el ruido de las máquinas de la
60, respecto de las Fraternidades. Pues fábrica, deshechos por el trabajo en el fondo
José María Recondo 39
de las minas, embrutecidos por las largas del Tabernáculo. Y esto bastará. Esta aspira-
horas de trabajo al sol en una granja, con la ción silenciosa de vuestro ser hacia Dios, si
cabeza pesada debido a la intoxicación pro- es auténtica, representa infinitamente más
ducida por los gases que lanza al aire la fá- que la meditación o la lectura. [...] No temáis
brica de plásticos, o llenos de sueño después aceptar el vacío de pensamiento y de senti-
de las jornadas de pesca en el mar. No po- miento, con tal que no haya sido provocado
déis meditar» (AUCM, 121). artificialmente por medio de vuestros esfuer-
«No debemos querer tomar otro camino zos, y con tal de que hagáis pasar a ese vacío
que el que Dios nos ofrece. Debemos orar la espera silenciosa, valiente, dolorosa tal
como podamos y no tenemos que inquietar- vez, en todo caso oscura, de la visita divina»
nos intentando rezar como no podemos. No (AUCM, 126-127).
quiero decir que la meditación no juegue su Añadirá Voillaume que los Hermanitos
papel en este proceso [...] Lo único que quie- no han de temer extraviarse por este ca-
ro decir es que la meditación no es oración, mino, con la condición de perseverar. Esta
que ni siquiera es esencial como preparación es la única condición esencial. Y recuerda
a la oración cuando circunstancias indepen- que, reuniendo todas las enseñanzas de
dientes de nuestra voluntad nos obligan a
seguir otro camino. Porque existe otro ca- Jesús acerca de la oración, no encuentra
mino» (AUCM, 120). uno, prácticamente, sino una sola recomen-
dación: la perseverancia. Olvidamos con
Propone Voillaume entonces a sus Her- frecuencia que esta recomendación de-
manitos, el recorrido de un camino más muestra, precisamente, que Dios se pro-
despojado, más adecuado a las condicio- pone hacer el resto (cf. AUCM, 124).
nes físicas y psicológicas en las que los
introduce la vida pobre y laboriosa de «Esta convicción es la que tenéis que gra-
bar en el fondo de vuestro corazón: creer que
Nazaret, con la seguridad «de que Dios ese camino es bueno, que es un camino de
aceptará este itinerario reducido para las atajo que lleva a la unión en la fe, y que Dios
pobres gentes» (AUCM, 124). vendrá para hacer vuestra oración a pesar
«Sí podréis, a fuerza de valor perseverante vuestro. No se cree en esto suficientemen-
y por medio de actos de fe y de amor senci- te, por eso no llega uno a acostumbrarse a la
llos y desnudos, sí podréis poneros delante idea de una oración sin forma» (AUCM, 122.
de Dios, y esperarle, abriéndole el fondo de cf. R-62, 93. En relación a este tema de la ora-
vuestro ser tal y como es. Espera de su veni- ción de las pobres gentes, véase también PV,
da en el deseo, pero ante todo, espera en esa 3-15).
sensación de impotencia, de miseria, de co-
bardía. El resultado será, con frecuencia, una —Nazaret y el desierto
oración dolorosa, tosca, aparentemente poco Si bien Voillaume alienta a los Hermani-
espiritual» (AUCM, 121-122).
tos a perseverar por el camino de las po-
«Sólo se trata de estar realmente presen- bres gentes, es consciente, sin embargo,
tes delante de Dios, no por medio del pensa- de los riesgos propios de su modo de vida.
miento, de la imaginación o de los sentimien-
tos, los cuales quizá vagabundeen por otro
La fatiga, el embotamiento de la inteligen-
lado, sino por el deseo, constantemente re- cia, la agitación y el ruido continuo pue-
novado, de nuestra voluntad. Muchas veces den, a la larga, alterar el silencio interior
la única manera a vuestro alcance de poder del corazón. Por eso juzga indispensable
expresar esta voluntad, será permaneciendo que los Hermanitos procuren, a intervalos
físicamente presentes, de rodillas, a los pies regulares, un tiempo para la reflexión acerca
40 El camino de la oración, en René Voillaume
de la fe, del Evangelio y de sí mismos, con las Cartas a las Fraternidades, es, por
objeto de no engañarse sobre las propias otra parte, clara muestra de esta tendencia
disposiciones interiores. a la que venimos aludiendo. Redactada a
«Inspirados por la contemplación de Cris- fines de 1958, responde a una consulta
to en Nazaret, los discípulos del padre Char- general en la que los Hermanitos expusie-
les de Foucauld eligen compartir, como mar- ron los interrogantes que por entonces se
co y materia de su vida religiosa planteaban respecto de la oración, y las
contemplativa, los trabajos y las condiciones dificultades con que tropezaban para ser
de vida de los pobres, exponiéndose así a fieles a ella. Habían pasado ya varios años
quedar privados, de manera casi habitual, de desde que Voillaume escribiera La oración
un mínimo de silencio, de libertad de espíri- de las pobres gentes. Esta nueva carta,
tu y de tiempo dedicable a la oración prolon- sin querer de ningún modo contradecir lo
gada, cosas todas ellas consideradas gene-
ralmente como medios privilegiados, si no expuesto anteriormente, revela, sin embar-
indispensables, de una oración contemplativa. go, el esfuerzo por incorporar mejor, tras
Sin embargo, para los hermanitos el valor ese tiempo de experiencia, los medios tra-
de estos medios no es objeto de contesta- dicionales de unión con Dios, aunque adap-
ción. Experimentan incluso la necesidad ur- tados a la situación propia de las Fraterni-
gente de volver a ellos periódicamente, acen- dades*.
tuando en lo posible su densidad espiritual. *[En El camino de la oración, y relacio-
Estos períodos de recomienzo se distinguen nando ambas cartas, advierte Voillaume a los
por un carácter de absoluto silencio, de so- Hermanitos sobre el riesgo de caer en esta-
ledad y de despojo propio del desierto» do de pasividad, sin aprender a orar y sin re-
(CONT, 63-64). accionar contra las dificultades exteriores de
A lo largo de los años 50, y respondien- la oración, apoyándose para ello en lo ex-
do a ciertas aspiraciones que iban surgien- puesto por él en La oración de las pobres
do en la Fraternidad, las cartas del padre gentes (cf. L/I, 199). Hace notar, incluso,
Voillaume robustecerían en ella algunas Voillaume, en otra carta, que el hecho de lle-
observancias tradicionales de la vida var a cabo la vida contemplativa mezclado en-
contemplativa, por el espíritu y la práctica tre los hombres, con sus preocupaciones y
sufrimientos, «supone absolutamente una for-
del desierto. mación previa del espíritu de fe, y la adquisi-
En un comienzo se había puesto el acento ción de un hábito de oración, fruto de un
sobre la santificación del domingo y sobre esfuerzo fecundado por la acción escondida
los retiros mensuales y anuales. Luego se [...] del Espíritu de Jesús en nosotros» (L/II,
incorporan otras prácticas, tales como la 263). Hay que apuntar también, que en una car-
cuarentena en soledad, que precede a la ta escrita por Voillaume en 1961, reflexio-
nando sobre la formación para la oración que
profesión perpetua, o la instalación de una
la Fraternidad debía proporcionar a los Her-
ermita en los alrededores de cada fraterni- manitos, revaloriza de modo notable el lugar
dad. A continuación del Capítulo General de la meditación en ese proceso (cf. L/III, 51-
de 1966 se instauró el «año de desierto», 55).
que realizarían los hermanitos diez años
Los Capítulos Generales de 1966 y 1972
después de su salida de la fraternidad de
pondrían, asimismo, de manifiesto, la pre-
estudios.
ocupación de los Hermanitos por ahondar
La extensa carta El camino de la ora- en esta búsqueda.
ción, contenida en el primer volumen de
José María Recondo 41
Insistirá Voillaume, por lo demás, en nu- Por último, es conveniente reparar, una
merosas ocasiones, sobre la necesidad de vez más, en el lugar primordial que la «vida
ir adquiriendo un ritmo de alternancia en- de Nazaret» ocupa, en la vida contem-
tre la vida habitual de «Nazaret» y las idas plativa de las Fraternidades. De lo contra-
al desierto: «Debemos ir sin cesar del de- rio, correríamos el riesgo de pensar que
sierto a los hombres y de los hombres al ésta se constituye fundamentalmente so-
desierto, y dentro de la alternancia de esos bre las «huidas» al desierto.
estilos de vida exteriormente inconciliables «Insisto en el valor de acercamiento hacia
y opuestos, se realizará, poco a poco, den- la unión divina que tiene en nuestro ritmo de
tro de nosotros, la unidad espiritual de la vida el período de trabajo y el de fatiga. No
vida de Nazaret» (L/II, 265). Ya en La ora- es tiempo durante el cual vivimos como de
ción de las pobres gentes señalaba la im- algo adquirido, consumiendo energías espi-
portancia de esto: rituales almacenadas durante nuestros mo-
mentos de retiro; como si fuera un depósito
«Es necesario comprender bien el sentido que se llenó y se vacía en poco tiempo. Se-
de esta alternancia, que os lleva a perseguir mejante concepto es totalmente falso. [...] En
la unión con Dios en dos direcciones de vida ese estado de expropiación de nosotros mis-
diametralmente opuestas. Por un lado, las jor- mos en el que nos sumerge el esfuerzo vale-
nadas de trabajo cargadas de fatiga, atrope- roso para orar al atardecer de una jornada
lladas por la importunidad de aquellos que agotadora, estamos tanto, y a veces más, a la
tienen necesidad de vosotros, os obligarán a disposición de la acción santificante del es-
tener una oración oscura, informe, a veces píritu de Dios, que en el transcurso de un re-
dolorosa, de la que ya conocéis ahora su va- poso apacible en la lectura meditada, hecha
lor de purificación y de unión con Dios en la en el umbral de una jornada silenciosa; pero
fe. Por otro lado, las horas de recogimiento uno y otro son los dos elementos que asegu-
más prolongadas, las horas de silencio, os ran, al abrigo de las ilusiones, el equilibrio y
encontrarán, a causa del contraste, como un la profundización generosa de nuestra vida
poco psicológicamente inadaptados, por lo por Dios» (AUCM, 135).
menos al comienzo. Es normal. De esta ma-
nera os obligarán a un esfuerzo espiritual en
el plano de la lectura meditada y de la 3. «Adoración de Cristo
profundización de la fe [...]. en el sacramento de la Eucaristía»
«Estos períodos alternos de vidas diferen-
tes son para vosotros una garantía de verdad El amor del Padre de Foucauld por la
en la fe. Entregándoos generosamente a una persona de Jesús, que tras su conversión
y otra, sin intentar eludir lo que cada una de determina prácticamente todas sus actitu-
ellas os ofrece de desasimiento, de entrega des y aspiraciones, lo encontramos expre-
generosa, evitaréis los riesgos inherentes a sado en sus dos grandes devociones: la
cada una de estas formas de vida. Vuestra ora- Eucaristía y el Evangelio. «Su oración –
ción, vuestra fe, vuestro amor de Dios y de sostiene Voillaume– brota de su fe en la
los hombres, estarán al abrigo de las ilusio- presencia real de Jesús, y su meditación,
nes. Por lo que concierne a la oración [...], siempre escriturística, es la forma revesti-
os veréis constantemente constreñidos a da de su culto a la Palabra de Dios conte-
abordarla en tales condiciones que os obli-
garán a un esfuerzo de fe, ya se trate de la
nida en la Biblia» (Id., La vie de prière du
hora de adoración al atardecer de un día de Père de Foucauld, en L’oraison, París
trabajo, o del silencio que guardaréis duran- 1947, 103).
te una jornada de retiro» (AUCM, 133-134).
42 El camino de la oración, en René Voillaume
Los Hermanitos, tras él, tendrán en la Foucauld estuvo alimentada por esta espi-
palabra de Dios y, más particularmente, ritualidad, veremos que no se redujo a ella.
en la Eucaristía, el camino por donde en- Pues con el tiempo, este culto a la sagrada
contrar y conformarse a Jesús. Hostia se irá abriendo a una vida
eucarística más íntegra, por su configura-
La Eucaristía en la vida ción con Cristo, ofrecido en sacrificio al
del Padre de Foucauld Padre y entregado en favor de sus herma-
Desde su estancia en Tierra Santa, cuan- nos.
do llevaba a cabo su vida escondida en la Esta transformación comenzó a verifi-
cabañita de madera del jardín de las carse en Beni-Abbés, pero se puso parti-
Clarisas (1897-1900), el alma del Hno. cularmente de manifiesto cuando tuvo que
Carlos de Jesús quedará marcada profun- escoger entre la regularidad cotidiana de la
damente por su fe en la presencia real de exposición del Santísimo en su ermita de
Cristo en la Eucaristía. Es bajo este aspec- Beni-Abbés, y el abandono de su capilla
to como se le presentará primeramente el durante varios meses para salir en busca
misterio eucarístico. Se siente po-seído por de los tuaregs, en virtud de una caridad
un gran deseo de hacer oración delante que lo impulsaba a compartir su existen-
del Tabernáculo, y las exposiciones del cia. En Tamanrasset habría de estar seis
Santísimo Sacramento son para él fuente años soportando la privación de la reserva
de una felicidad muy honda. Le agrada eucarística, pues el Prefecto Apostólico
asistir a todas las misas que se celebran en había decidido no concederle esta facul-
el monasterio. tad sino en caso de que hubiera cristianos
Y, lo que es más importante, en el con- en la vecindad.
cepto ideal que se formó entonces sobre El P. Voillaume expresa así lo que él en-
la «vida de Nazaret», el Smo. Sacramen- tiende por una vida eucarística:
to se constituye en el elemento primordial «Vivir una vida eucarística no es sólo creer
en torno al cual todo se organiza: es preci- en este misterio y adorarlo, en las efusiones
samente la presencia de Jesús la que con- de una devoción íntima o de un culto públi-
figura a la Fraternidad con la verdadera co; tampoco estriba en contentarse con par-
casa de Nazaret. Esto se verá cristalizado ticipar en el divino sacrificio o en la comu-
en el reglamento de los Hermanitos del Sa- nión, como es deber de todo cristiano si no
grado Corazón de 1899, que está conce- quiere dejar de vivir; consiste, a fuerza de
bido en función de esta idea. amor y atraído por una gracia particular, en
ser configurado a Cristo, tal como se nos
En su concepción del misterio manifiesta en el Sacramento, [...participan-
eucarístico, Charles de Foucauld es tribu- do] de [la] oblación de Jesús a su Padre y de
tario del pensamiento de su época, y parti- [su] ofrecimiento a los hombres en el alimen-
cipaba por ello de las carencias propias del to» (FPF, 97-98).
siglo XIX. Sabemos que, por entonces, la En esta perspectiva, el alma, nutrida en
devoción y el culto al Smo. Sacramento la contemplación eucarística, es abando-
no eran suficientemente vinculados, nada y ofrecida al Padre, como Jesús en
teológica y litúrgicamente, con el sacrificio su Sacrificio, y entregada en alimento a
eucarístico. sus hermanos, como el pan eucarístico.
Con todo, si bien la piedad del Padre de Una tal vida, observa Voillaume, puede en
José María Recondo 43
en que le fuera dado volver a encontrar esta sucedió en la hora del sufrimiento humano
presencia tan amada, de la que tanto recibió, de Jesús» (L/I, 63).
y que siempre fue para él, literalmente, el Vemos, pues, que los Hermanitos están
camino que conduce al Padre. Por obedien-
cia a nuestra vocación, también podemos
llamados a la realización de una vida
nosotros vernos forzados a privarnos de la eucarística. Esto implicará, según
misa ciertos días, y a veces hasta de la pre- Voillaume, por una parte, el ofrecimiento
sencia eucarística. En este caso el Señor su- de su vida a Cristo, en unión a su Sacrifi-
plirá a las gracias que nos llegan ordinaria- cio, y por la salvación de los hombres. Por
mente a través del sacramento del Cuerpo de otra parte, como la Eucaristía, que es tam-
Jesús y a través de su culto, pero entonces bién alimento, los Hermanitos han de en-
deberíamos estar más deseosos que nunca de tregarse a sus hermanos, «habiéndose
venerar el Cuerpo de Cristo y comulgar en transformado, por su contemplación euca-
él. [...] El culto eucarístico es un alimento y rística, en algo “útilmente devorable”»
un apoyo indispensable para nuestra flaque- (FPF, 105).
za, y jamás debemos privarnos de él por ne-
gligencia o fuera de la obediencia» (L/I, 217-
218). La lectura meditada
de la Sagrada Escritura
Sin embargo, observa Voillaume que la
orientación eucarística de la Fraternidad no Es preciso aludir, antes de terminar, al
ha de confundirse con la vocación que ca- lugar de privilegio que el Hno. Carlos de
racterizó a algunas congregaciones Jesús y, tras él, las Fraternidades, confirie-
adoratrices surgidas en los últimos dos si- ron a la Sagrada Escritura, en el desarrollo
glos: No tienen por misión, los Hermani- de su vida contemplativa.
tos, asegurar la adoración solemne y con- El Hno. Carlos acompañó siempre su
tinua del Santísimo Sacramento. Para ellos, oración eucarística con la lectura medita-
como para el Hermano Carlos, el culto da del Evangelio. Esa necesidad que expe-
eucarístico es el signo en el que se expresa rimentó de meditar –y de meditar por es-
su comunión de todo momento con la ac- crito– el texto evangélico, responde al amor
tividad redentora de Jesús, por medio de ardiente que tenía por la persona de Jesús,
la oración y del sacrificio de su propia vida. que aparejaba una tal veneración por su
«Nuestra principal actividad, la que justi- palabra. Sabemos que exponía siempre –
ficaría por sí sola nuestra consagración a una en una época en la que resultaba llamati-
forma de vida tan insensata como es la de un vo, por inusual–, al lado del tabernáculo,
Hermanito, consiste en reproducir la Pasión un ejemplar de la Sagrada Escritura. Era a
de Jesús, en dejarle volver a vivir en noso- Jesús mismo a quien él buscaba en los
tros sus sufrimientos [...] Tenemos que rea- Evangelios, deseoso de conformar a él sus
lizar nuestro lote de sufrimientos y de sacri- pensamientos, sus deseos, toda su vida (cf.
ficios: la comunión en el Sacrificio Id., La vie de prière..., 110-111).
eucarístico debe nutrir este esfuerzo y for-
talecernos con miras no solamente a aceptar Voillaume recuerda a los Hermanitos que
la cruz en nuestra vida, sino hasta ir a su en- la lectura meditada de la Biblia y, en parti-
cuentro. [...] La Eucaristía es como el lazo cular, de los libros del Nuevo Testamento,
que une a cada uno de nosotros y a cada una ha de convertirse en el pan cotidiano para
de nuestras jornadas, con su lote de pobres alimentación de su fe. En ella adquirirán el
miserias y pequeños sufrimientos, con lo que conocimiento del verdadero rostro de Dios y
José María Recondo 45
de Jesucristo, y del camino que han de reco- sin cuyo testimonio, quizá, «muchos cris-
rrer para asemejarse a él (cf. R-62, 77-78). tianos no habrían creído posible –señala
«La lectura meditada de la Biblia es un me- Voillaume– llegar a una verdadera oración
dio indispensable para disponerte a la con- contemplativa, dentro de las condiciones
templación de los misterios de Dios. No pue- ordinarias de la vida actual» (L/I, 315).
des prescindir de ella. Es imposible una vida Para ellos también habló Voillaume en
de oración ferviente, sin alimentar previa- no pocas oportunidades. De esto quisiéra-
mente tu espíritu, tu memoria y tu corazón,
con la meditación de la palabra de Dios. mos dar cuenta en el próximo capítulo,
exponiendo allí sus enseñanzas en torno al
«La lectura meditada de la Sagrada Escri- desarrollo de la dimensión contemplativa
tura debe igualmente imprimir en tu memo- de la vida cristiana.
ria los gestos de Dios y sus enseñanzas, con
el fin de conformar a ellos tu vida. No pro-
gresarás en la comprensión de la Escritura, y
del Evangelio en particular, si no pones en
práctica lo que has leído. Es viviendo el Evan-
gelio, “realizándolo”, como se aclara, y re-
cibes parte de la sabiduría divina» (R-62, 78).
Conclusión
La experiencia de esta vida contemplativa
peculiar que llevan a cabo los Hermanitos
de Jesús, ha sido reflejada y, a la vez, ilu-
minada, por la palabra y los escritos del
padre Voillaume.
El correr de los años fue ayudando a
clarificar el horizonte y los caminos de la
vida contemplativa de las Fraternidades.
Se integraron también, en ese proceso de
maduración, vacilaciones, fallos y rectifi-
caciones. Hay incluso algunas cuestiones
que, según hemos podido ver –al menos
en el pensamiento de René Voillaume–, no
han sido aún formuladas con la debida pre-
cisión. Sin embargo, no es difícil advertir
la riqueza que representa, para la vida de
la comunidad eclesial, esta presencia
contemplativa en pleno mundo, en cuya
espiritualidad se ven reflejadas muchas de
las aspiraciones de vida evangélica surgi-
das en nuestro tiempo.
Fue así como numerosos laicos, sacer-
dotes y religiosos serían atraídos por la
experiencia espiritual de las Fraternidades,
46 El camino de la oración, en René Voillaume
vina; sin este enraizamiento en el amor mis- hombre lleva en sí, de manera más o menos
mo que tenemos a Dios y a Cristo, nuestra consciente, una dimensión contemplativa que
caridad hacia nuestros hermanos no sería lo nadie podría negar sin condenarle al infortu-
que debe ser. También aquí se manifiesta un nio y probablemente a la desesperación. Los
progreso fundamental en la vida misma del contemplativos, en esta tierra que habitamos,
cristianismo y de los religiosos: en perca- son los testigos privilegiados de esta dimen-
tarse de que no podríamos amar perfectamen- sión trascendente de la humanidad» (CONT,
te a los hombres sin ese mínimo de contem- 54).
plación en torno a Dios, ya que sólo él puede «Sin la contemplación del Verbo de Dios
permitirnos el acrecentamiento de la cari- hecho hombre, es probablemente imposible
dad divina en nuestro amor, y en ausencia del para los hombres, sobre todo en la actual si-
cual, las numerosas realizaciones exteriores tuación del mundo, alcanzar esa calidad de
no serían más que un cuerpo sin alma» (RI, respeto de la persona humana sin la cual no
37-38). hay paz ni verdadera justicia en el amor» (ÉLÉ,
Agrega, asímismo, Voillaume, que 167).
«el amor no puede ser entre los hombres «El hombre de fe cuya mirada ha sido como
el signo para el reconocimiento de los dis- afinada por la familiarización con el miste-
cípulos de Cristo y el lugar de encuentro con rio divino, está más capacitado que cualquier
Dios, más que si este amor lleva, en sus ma- otro para una comprensión total del hombre
nifestaciones mismas, la marca de lo divino. y, por tanto, para amarle de verdad. Y esto
«Para aquellos que descuidan o rechazan implica consecuencias incluso para la cons-
la iluminación de la contemplación, o que no trucción de la ciudad terrena» (CONT, 54. Cf.
Gaudium et Spes 22).
osan afirmar ya su fe como verdadero cono-
cimiento de Dios, para ellos existe la tenta- c) Finalmente, Voillaume entiende que
ción de reducir deliberadamente el signo de la oración contemplativa, además de in-
Dios, al solo testimonio de un amor privado troducirnos en un conocimiento distinto,
de la perspectiva divina» (Id., De mejor diríamos, en una sabiduría nueva
l’importance de la contemplation des respecto de Dios y de los hombres, nos da
réalités divines pour l’homme acceso a un conocimiento de nosotros mis-
contemporain (Roma, 29-1-81), edición
policopiada, s.l., pero Roma, s.a., 13-14). mos que, de otro modo, no alcanzaría-
mos:
Avanza, incluso, Voillaume, sobre el in-
«Debemos estar persuadidos igualmente
flujo que la contemplación cristiana posee de que, sin oración interior, hay cierto cono-
respecto de la construcción de la historia y cimiento de nosotros mismos que no podre-
la transformación del mundo presente: mos lograr. [...] En la medida en que nuestra
«La esperanza que rebasa este mundo, le- oración es auténtica, nos encaminamos ha-
jos de debilitar el impulso hacia la edifica- cia un conocimiento de nosotros mismos que
ción de esta ciudad, le es indispensable en es indispensable para ser auténticos ante
virtud de una misteriosa paradoja. En efecto, Dios. No creo que pueda lograrse tal cono-
el hombre es incapaz de aportar a la cons- cimiento de sí fuera de la oración. Es cierto
trucción de su propia ciudad ese espíritu que que podemos experimentar nuestra debilidad
es el único que puede hacerla plenamente en la acción y en el ejercicio de la caridad;
humana, si no dirige su mirada más allá del como también, que podemos descubrir los
tiempo hacia la ciudad que permanece para propios defectos y conseguir cierto grado de
siempre: sin el reflejo de esta ciudad eterna, humildad. Pero hay una dimensión profunda
la ciudad terrena se hace inhabitable. Todo que no podemos alcanzar, una iluminación que
José María Recondo 51
sólo nos es otorgada por la luz del Espíritu la espiritualidad en la Iglesia parece enca-
Santo: y esto no ocurre en la acción. [...] La minarse, de manera constante, hacia una
consecuencia de esto es que existe una deli- difusión cada vez más universal de los va-
cadeza de conciencia imposible de conseguir lores espirituales, que en un principio cons-
al margen del contacto íntimo con el Señor. tituyeron el patrimonio de unos pocos: des-
Y esta delicadeza nos encamina hacia la per-
fección de la caridad» (RI, 74). pués de aparecer más o menos reservada
a los monjes, y más tarde a los religiosos o
Vemos, pues, de este modo, cómo la al clero, la realización de cierto grado de
verdadera contemplación, lejos de aislar- unión con Dios por la práctica de la ora-
nos en una postura evasiva respecto de la ción se presentó, posteriormente, como un
realidad, está llena de implicaciones y con- ideal accesible a todos los cristianos gene-
secuencias sobre la vida misma del cristia- rosos, cualquiera que fuera su estado.
no. De ella son fruto numerosas actitudes
que están en el origen de una nueva ma- En tanto la vida religiosa salía del claus-
nera de pensar, de sentir, y de obrar. La tro con las órdenes mendicantes, y pene-
unión contemplativa con el Señor traba en las actividades de la vida apostóli-
ca con San Ignacio, el nacimiento de las
«nos hace reaccionar espontáneamente terceras órdenes ponía la perfección evan-
delante de las cosas y de los hombres como
Cristo reaccionaría: es una luz que esclare-
gélica al alcance de los laicos, y San Fran-
ce las intenciones. Es cierto, no es uno per- cisco de Sales abría a las almas piadosas
fecto, pero está inclinado a tomar, a la larga, los caminos de la oración y de la unión
un cierto hábito de juzgar como el Señor lo íntima con Dios, en medio del tráfago del
haría. Por lo menos, se tiene en uno la luz mundo. El Padre de Foucauld y las Fra-
necesaria para reaccionar delante de los hom- ternidades habrán de situarse en esta mis-
bres en perfecta caridad, y para juzgar a los ma línea de evolución de la espiritualidad,
hombres y a las cosas según su relación al y podemos afirmar que su aportación en
fin último sobrenatural dispuesto por Dios. este sentido ha sido significativa.
Y esta manera de sentir debe establecerse en
nosotros como un hábito en el fondo del alma. Al reparar en el valor de las experiencias
Entonces sentimos más vivamente nuestras vividas a lo largo de los años por las Fra-
faltas, nuestras deficiencias en la caridad, ternidades, considera Voillaume que uno
nuestras vueltas sobre nosotros mismos: las de los aspectos más importantes del men-
sentimos en el momento mismo, como una saje que ellas tienen para ofrecer, es «no
falta a esa luz que está en nosotros como una sólo la afirmación de la posibilidad de una
lamparilla perpetua. Es difícil de definir esta vida de amistad con Jesucristo –amistad
unión a Dios que da la contemplación, unión fundada en la oración contemplativa–, sino
que permanece a lo largo de la jornada, que
parece muy frágil, mientras que ofrece una incluso que una tal intimidad puede ser
libertad muy grande al alma, esa libertad que, buscada y conseguida, por aquellos a quie-
sólo ella, permite volverse hacia los hom- nes Dios se la ofrece, en las situaciones y
bres sin apartarse de Dios» (RAPP, 768). estados de vida más dispares» (RI, 47-48).
Asegura, además, Voillaume, que nos en-
—La espiritualidad cristiana y su evolu- contramos hoy día en un estadio de evo-
ción en relación a la contemplación lución de la vida de la Iglesia, que se tra-
Según René Voillaume, la evolución de ducirá en una integración cada vez más
52 El camino de la oración, en René Voillaume
Y añade luego: qué aquel que quiere vivir una verdadera vida
«De igual modo, cuando obramos impul- de oración compromete toda su vida, todo
sados por el amor de Dios, pero sin que nues- su ser, en esta empresa» (Id., La vie
tro pensamiento se centre en él, no hay ora- d’oraison, inédito, 1942, 50).
ción interior; hay vida de caridad, que no es
lo mismo. [...] En cambio, si en medio de sus
actividades le viene a [a uno] el pensamiento
de Dios o de Cristo, entonces está orando. Oración y conocimiento
«Debemos tener ideas claras sobre esto, —Fe, conocimiento y oración
porque existe hoy cierta tendencia a la con- En la oración, recuerda Voillaume,
fusión en esta materia, a causa de la impor-
tancia creciente que estamos inclinados a dar
aprendemos a conocer a Dios y a amarle
a la actividad. Se tiende a decir: “toda mi vida mejor, y aun cuando el conocimiento no
es una oración; no tengo, pues, necesidad de se haga manifiesto, cuando se muestra os-
consagrarle momentos determinados”. Esto curo, «está siempre ahí, sin embargo,
puede ser verdad en parte, como diremos en- como un camino invisible por donde pasa
seguida, pero en el fondo de este juicio hay el amor» (L/I, 169). Con todo, se puede
una inexactitud sobre la naturaleza de la ora- comprobar, según Voillaume, que
ción, que puede tener consecuencias noci- «existe una tendencia bastante general a
vas» (Ib.). descuidar esta búsqueda de conocimiento
La unión íntima con Dios en la que el de Dios sin la cual no puede haber oración.
cristiano puede ser introducido por Cristo, Esta negligencia, ¿no estaría a menudo en el
es en definitiva una unión de amor, pero origen de ese estado de “vaguedad” del que
de un amor que no puede existir sin cierto muchos se lamentan con la sensación de que
grado de conocimiento de todo lo que hace son en parte responsables? ¿No es normal,
al ser amado digno de nuestro amor. Por en estas condiciones, que la hora de adora-
ción aparezca cada vez más como un momen-
otra parte, es preciso afirmar que «la ne- to duro que hay que pasar a los pies de Cristo
cesidad y el deseo de conocer a Cristo, es Crucificado? [...] Es cierto que la oración
una de las primeras señales del verdadero entraña este aspecto de sacrificio, pero no
amor» (RI, 53). podría ser sólo eso. A la larga, estos actos de
Concluye, pues, Voillaume, que, en la valor en pura pérdida de sí mismo, si no es-
oración, «el conocimiento y el amor se tán sostenidos por un conocimiento de Je-
persiguen de continuo mutuamente y, si sús constantemente renovado dentro de una
búsqueda amorosa de la fe, estos actos de
se me permite la expresión, se sobrepasan pura voluntad nos conducirán al desaliento»
de manera alterna» (RI, 73). (L/II, 170-171).
«Este círculo de vida, que se basta a sí mis- Apunta, por otra parte, Voillaume, que
mo y se cierra sobre Dios, es en nosotros la
imagen más auténtica de la vida trinitaria, de
la fe misma, en nuestros días, aparece con
la cual es, por otra parte, como un derrama- frecuencia, para buena parte de los cristia-
miento, en nuestro ser de gracia. Constituye nos, como una actitud existencial de con-
toda nuestra vida de relaciones con Dios, y fianza en Dios, de abandono en él, de en-
es aquello por lo cual las virtudes teologales trega en el amor en medio de la oscuridad.
tienen razón de fin, en comparación con las Y si bien esto responde a una feliz revalo-
otras virtudes. Y comprendemos también por rización de la dimensión personal y
54 El camino de la oración, en René Voillaume
pueden entregarse al estudio son capaces, mientos que habrán de seguir siendo muy
con la gracia de Dios, de llegar a una au- oscuros. Nosotros no podemos referirnos al
téntica oración contemplativa, con tal que conocimiento de Dios como al conocimien-
cada uno haya recibido, con un corazón to de un ser humano o de una verdad de or-
dócil, toda la instrucción que debía recibir den natural, porque Dios quiere conducirnos
más lejos. Vosotros podéis comprender que
de la Iglesia» (L/I, 179, nota 1). entrar en relación de conocimiento con un
–c) Grabando en nosotros las imágenes ser que, siendo Dios, es espiritual e infinito,
con las que nos presentan a Jesús los Evan- es algo que no tiene proporción ni está al al-
gelios, y reflexionando en torno a su mis- cance de nuestra naturaleza. La gracia que
terio, nos asemejamos –dice Voi-llaume–, Dios nos dio fortalece nuestra inteligencia y
de alguna manera, a los apóstoles y discí- nos permitirá sostener este aumento de co-
pulos que vivieron con el Señor. Pero hay nocimiento, pero ello nos vendrá de algo que
Dios nos conceda» (Ib., 5).
que tener en cuenta, sin embargo, que el
hecho de haber tenido delante de ellos a —La evolución del conocimiento,
Cristo en carne y hueso fue, para los após- en el camino de la oración
toles, el camino para el conocimiento de
Dios y, a la vez, en cierto sentido, un obs- Voillaume va a distinguir tres estadios en
táculo. Porque Dios, por ser tal, está mu- el conocimiento amoroso de Dios al que
cho más allá de lo que podamos imaginar nos introduce la oración.
o discurrir respecto de El. –a) Primeramente, existe un nivel de co-
Por eso, recuerda Voillaume, la presen- nocimiento
cia física de Cristo debía cesar. Esta reve- «en el que somos dueños de la situación:
laba al Padre, pero absorbía la imagina- meditamos el evangelio, extraemos de ello
ción de los apóstoles, quienes se apegaban una cierta satisfacción, leemos un libro de
a la persona de Cristo bajo su aspecto hu- lectura espiritual y tenemos la impresión de
mano visible. Era preciso, pues, la cruz, el aprender, de descubrir algo; esto nos propor-
ciona la alegría de entender, y enciende en
sufrimiento y la muerte de Cristo, que re- nuestro corazón un sentimiento de amor por
percutieron sobre los apóstoles doloro- Dios, de admiración, y tenemos la impresión
samente, como un escándalo, precisamente de que nuestros esfuerzos personales de me-
porque no habían sabido sobrepasar un ditación, de reflexión, obtienen un resultado
conocimiento y una adhesión humanamen- y nos enriquecen. [...] Y en esos esfuerzos,
te imperfectos respecto de la persona de evidentemente, siempre está Dios que nos
Jesucristo (cf. FRA-SEC, V-Le désert. La ayuda, nos esclarece, pero todo ello se nos
prière 4-5). Advierte, pues, Voillaume, que presenta como el fruto de nuestro propio
esfuerzo; y, en general, en este período, uno
«algo similar nos sucederá a nosotros. No va a la oración con facilidad, se verifican sus
porque seamos incomodados por la presen- progresos, se extrae de ello un gozo sensi-
cia física de Cristo, que no vemos, pero co- ble, se está en una etapa de descubrimiento»
rremos el riesgo de quedar limitados por (Ib.).
nuestros conocimientos imaginativos e in-
telectuales, pues Dios está más allá de ellos. Hay que observar que, si bien los escri-
Por esta razón, en toda oración que progre- tos del P. Voillaume reflejan, con el paso
sa, tendrá lugar, en el ámbito de los conoci- de los años, una valoración creciente res-
mientos, un parto doloroso, oscuro, alguna pecto de la meditación, él va a afirmar
vez desalentador, de otro orden de conoci- siempre que ésta «puede ser, todo lo más,
José María Recondo 57
rre con Dios. En una persona que reza fre- «la verdad, la convicción sobre la cual de-
cuentemente y con cierta regularidad, se da bemos asentar sólidamente nuestra vida de
como un hábito de ponerse en presencia de amor, es la certeza de ser amados por Dios,
Dios, que simplifica las cosas; se produce la certeza de ser amados por Cristo, no con
como un resumen, una evocación global de un amor cualquiera, sino con un amor de
toda la memoria que se tiene de Cristo. No elección y de amistad: esta certeza de fe es
se tiene ya necesidad de detallar, de pensar un preámbulo necesario para todos los pa-
en el Señor durante su infancia, en la cruz, sos de nuestro amor hacia Dios. Mientras no
no, todo lo pienso, en cierto modo, simultá- hemos descubierto esto, no podemos avan-
neamente, en una sola simple mirada. Esto zar ni en el amor de caridad ni en la vida de
es fruto del hábito de la oración. Se la deno- oración, dado que nuestro amor a Dios no
mina la oración de la mirada; se mira, pero pasa de ser una respuesta; y ¿cómo podría-
sin pensar en cosas precisas. Y es general- mos ser capaces de amar realmente si no
mente en ese momento, que tiene lugar el somos amados primero?» (RI, 48-49).
tránsito a esa oración que es como un poco «Para nosotros, la cuestión no es tanto es-
dolorosa, porque no se sabe ya muy bien tar convencidos en la fe que Dios ha enviado
cómo se hace» (Ib., 6-7). a su Hijo para salvar al mundo –pues esto lo
Insistamos, finalmente, una vez más, creemos de una manera general, creemos que
sobre cómo, lo que hemos venido viendo el Señor ama al mundo y a todos los hom-
acerca del conocimiento en la oración, no bres– sino creer suficientemente que noso-
podría entenderse sin la presencia del amor. tros, personalmente nosotros somos ama-
Los contemplativos saben por experiencia dos» (RV, 42).
hasta qué punto ese conocimiento «infini- La vida de los santos nos enseña –agre-
tamente luminoso aunque misteriosamen- ga Voillaume– «que precisamente todo ha
te oscuro» que ofrece la oración, es «fru- comenzado para ellos con el descubrimien-
to de un gran amor y tiene lugar dentro de to y la certidumbre de ser amados por
ese amor», siendo, a su vez, «fuente de Dios» (Ib.).
nuevo crecimiento en el amor» (CONT, No se trata, empero, de «esos sentimien-
45). tos que se tienen en ciertas horas gozosas
de nuestra vida espiritual, cuando el Señor
Oración y amor nos permite gustar de alegrías interiores
que nos ayudan a descubrir el amor que
La posibilidad, para el hombre, de un nos profesa. Se trata de una sensación más
encuentro de intimidad con Dios, en el que honda, de algo más intenso, capaz de re-
tenga lugar un verdadero diálogo y se ahon- sistir a todas las tentaciones y a todos los
de en el conocimiento de su misterio, está escándalos: ¡la certeza de sentirse amado!»
sujeta, en definitiva, a la existencia de una (RI, 49).
búsqueda mutua, que tiene su origen en el
amor. Para mantener esta persuasión en la base
de nuestra vida espiritual, será necesario,
—Amados por Dios pues, «mucho espíritu de fe. Debe ser una
convicción inquebrantable y no un senti-
Esto supone, pues, ante todo, creer que miento que pasa» (RI, 51).
Dios nos ama, que se interesa por cada
uno de nosotros, que nos busca. Porque, Reconoce, sin embargo, Voillaume, que
en última instancia, no le es fácil, a la inmensa mayoría de los
hombres, creer verdaderamente que Dios
60 El camino de la oración, en René Voillaume
«Y, sin embargo, cuando uno está en tal deramente actual, como una especie de
estado de oscuridad, sabe que está con el muerte a todo lo que no es Dios» (AUCM,
Señor, sabe que a pesar de su miseria, a pesar 239).
de la oscuridad, responde, no obstante, a su
amor, y que es amado profundamente por él» «No basta con alejarse materialmente de
(Ib.). los hombres entrando en una iglesia silen-
ciosa, o interrumpiendo con gusto nuestro
–c) Voillaume insistirá siempre, por lo trabajo, sino que es preciso que abandone-
demás, en la importancia de perseverar, mos en espíritu todo lo creado, de suerte que
recordando que «aun cuando ninguna cla- nada se levante entre Dios y nosotros, lo que
ridad se filtre todavía bajo la puerta, nues- supone que estemos despegados de todo y
tra tarea de amor consiste en llamar, vi- de nosotros mismos para Dios. También quie-
viendo dentro de la fe el ritmo cotidiano re decir esto que, en el momento de la ora-
de nuestra oración» (L/I, 287). ción, es preciso que seamos capaces de pre-
ferir conscientemente a Dios sobre todo lo
«Es una manifestación del amor de Dios demás» (L/I, 186).
para con nosotros, haber sido admitidos a per-
severar dentro de la esperanza ante una puer- –b) Esta disposición para la acogida de
ta cerrada, sin cesar de llamar porque tene- Dios, incluso durante un tiempo tan corto,
mos confianza en la palabra de Aquel al que «no se improvisa, pues depende del resto
buscamos todos los días por un camino de- de nuestra vida» (ENTRET, 145): «Si que-
sierto: «Pedid y se os dará, buscad y encon- remos ser honrados con nosotros mismos,
traréis, llamad y se os abrirá; porque todo el es preciso que hagamos cuanto podamos
que pide recibe; el que busca, encuentra; y al en el camino del despojamiento, a fin de
que llama, se le abrirá» (Mt 7, 7-8). Nuestra ser capaces, a lo largo de nuestras ocupa-
búsqueda es ya en sí misma un encuentro, y ciones cotidianas, de preferir a Jesús a todo
nuestra estación frente a la puerta nos ha in-
troducido ya en el interior del misterio, sin y de amarle más que a todo» (Ib.). Esto
que nosotros lo supiéramos. Aceptemos con implicará, por lo pronto, aceptar que, «so-
júbilo la parte que el Señor nos haya reserva- bre todo durante la juventud, tenemos ne-
do: sea lo que fuere, estemos seguros de que cesidad de aprender a disciplinarnos, a
ese lote contendrá para cada uno, su parte co- enseñorearnos de nosotros mismos, a
rrespondiente de vida divina, de esperanza, acostumbrarnos a hacer aquello que he-
de luz y, sobre todo, de participación en la mos decidido hacer, lo cual supone hacer
cruz» (Ib.). no siempre lo que agrada, sino muchas ve-
—Amor a Dios y desasimiento ces lo que desagrada» (HIST, 1, 257)*.
*[Advierte, sin embargo, Voillaume, que
Además de la obra purificadora que – «una vida no es mejor por el solo hecho de
según vimos– el Espíritu de Dios va reali- estar “reglamentada”, y muchas ilusiones
zando en nuestros corazones, es preciso, pueden encontrar su origen en la fidelidad
de nuestra parte, llevar a cabo una labor a un reglamento, en la medida que éste des-
de desposeimiento de nosotros mismos, plaza el centro de gravedad del amor, cen-
como condición para la unión con Dios tro de gravedad que está siempre fuera de
por el amor. nosotros, en Dios o en los otros, por lo
cual es imprevisible en cuanto a sus exi-
–a) Esto supone, según Voillaume, por gencias, y escapa a toda regla o previsión»
lo pronto, realizar «en el instante mismo (Ib.).]
de la oración [...] y de una manera verda-
Es importante, sin embargo, no perder
José María Recondo 63
de vista que «la necesidad absoluta de una altura máxima, a defecto de un impulso sufi-
ascesis y de una disciplina de vida» no es ciente. El edificio corre el riesgo de quedar
sino «para dejar el campo libre a la acción sin terminar, porque el constructor no habrá
del Espíritu Santo» (L/II, 208) o, dicho de sido capaz de consentir los últimos desasi-
otra manera, «para transformarnos en un mientos. Así es como tantas vidas
sacerdotales y religiosas se interrumpen al-
instrumento dócil de la caridad de Cristo» gún tiempo durante su ascenso, antes de caer
(AUCM, 279). en la mediocridad. ¿Quién no está tentado un
–c) Lo que no siempre es suficientemente día u otro de preservarse una posición có-
sopesado –o asumido– es el grado de des- moda, incompatible con la exigencia incan-
asimiento que Dios exige de nosotros. Así, sable de un amor que procede del infinito?»
(L/II, 120 y 122).
«la negligencia para colocarnos en un es-
tado de desposeimiento, de disponibilidad to- Aprender a orar
tal, frutos de una humildad verdadera y de una
valiente mortificación, es la causa, con mu- No obstante la absoluta libertad del Es-
cha frecuencia, y sea cual sea, por otro lado, píritu de Dios para obrar en nuestros cora-
la generosidad puesta en juego, de que mu- zones por encima de nuestras disposicio-
chas almas lleguen rápidamente como a un nes, es también cierto que, tal como
cierto límite en la práctica del amor [...]. En Voillaume observa, la oración, normalmen-
una palabra, eso es edificar sobre arena, ya te, «tiene necesidad de ser educada»
no es participar plenamente de la vida de Cris- (RAPP, 769).
to, en la que aparece un misterio de muerte
al que estamos asociados por el bautismo. «No hay que creer que baste con dejar a un
La vida procede de la muerte: “Si el grano de joven solo frente al Señor hacer lo que quie-
trigo no muere, permanece estéril y no da re, lo que puede, soñar o no soñar, dormir o
fruto”» (AUCM, 159). no dormir, hacer esfuerzos de tipo intelec-
tual o contentarse con buscar experimentar
A lo cual Voillaume agrega, algunos años un vago sentimiento afectivo respecto de la
más tarde: presencia de Dios y, cuando no lo logra, caer
«Podemos hacernos muchas ilusiones, al en el desaliento. Es preciso clarificar un
comienzo del camino que conduce a Dios, poco tales esfuerzos, con frecuencia gene-
pensando que cierto grado de renunciamien- rosos, pero mal orientados» (Ib.).
to puede ser suficiente y que la entrega de Porque el hábito «de la oración prolon-
uno mismo a los demás puede reemplazarlo. gada, en busca de contemplación natural
No, hasta en la entrega a los demás puede
haber ilusión, aun cuando esa entrega pueda y sobrenatural, don del Espíritu de Jesús,
ser un camino seguro para llegar al perfecto este hábito no se adquiere en un día. Hace
renunciamiento a sí mismo. falta una larga iniciación, suponiendo a la
vez dirección personal y fidelidad perse-
«[...] En los comienzos del crecimiento de
la vida divina, parecerá que todo va perfecta- verante» (HIST, 9,299).
mente: generosidad, cierta entrega de sí mis-
mo a los demás, sacrificios reales, una vida —La oración como búsqueda y acogida
de piedad sincera, todo eso podrá ilusionar En el camino de la oración –sostiene
durante algún tiempo. Pero con los años, Voillaume– hay, por una parte, «un apren-
cuando la edad de una fe más austera exija dizaje de la búsqueda de Dios que lleva
una entrega a Dios sin ningún tipo de com- consigo unas actividades al alcance del
pensación sensible, el ascenso se detendrá,
como si no pudiera ser sobrepasada cierta hombre»; pero también, por el hecho de
64 El camino de la oración, en René Voillaume
mejor es, porque «se interpone menos su propio esfuerzo» (L/IV, 94).
entre la acción de Dios y nosotros. La sen- Por último, consideramos legítimo apli-
cillez de medios nos ayuda a reparar me- car lo que en el siguiente texto Voillaume
nos en nosotros mismos» (RI, 82-83). afirma respecto de los ejercicios de pie-
Persuadido de que «podemos y debe- dad, a la cuestión que venimos analizando
mos aprender a recogernos, a hacer el si- (así lo hace, por lo demás, el mismo
lencio en nosotros mismos», reconoce Voillaume en RI, 82). De este modo, po-
Voillaume que dríamos comparar el papel que desempe-
«la disciplina del budismo o del yoga pue- ñan los métodos en la oración, con
de servir para realizar la preparación al reco- «el andamiaje y con las armaduras entre las
gimiento del espíritu que en otros tiempos que se fragua el cemento, imprescindibles
procuraban los llamados “métodos de ora- para empezar a construir un edificio o para
ción”, que eran también disciplinas del espí- sostenerle, mientras el cemento no fraguó
ritu y de los sentidos» (L/IV, 95). por completo.
Sin embargo, observa que, para que ello «Evidentemente, se pueden presentar va-
sea así, es necesario que estos ejercicios rios casos: si se retiran los andamios mien-
sean tras la obra está en construcción, se interrum-
pe ésta y el trabajo queda sin terminar. Si pa-
«reorientados y asumidos en su justo lu- rece que el trabajo está concluido y se reti-
gar de medios de preparación, dentro de la ran demasiado pronto ciertas armaduras o
perspectiva cristiana de la contemplación. De algunas partes del andamiaje, se corre el pe-
otra manera, no serían más que actividades, ligro de un derrumbamiento general o par-
provechosas ciertamente a nivel del equili- cial del edificio. Por el contrario, una vez ter-
brio humano, pero que conducirían rápida- minada la parte principal de la obra, es a me-
mente a un callejón sin salida en el camino nudo necesario, con objeto de continuar más
de la oración cristiana» (Ib.). fácilmente la construcción sin estorbos, des-
La diferencia fundamental entre una y montar definitivamente ciertas secciones
otra perspectiva radica en que el atractivo más bajas del andamiaje. En fin, el edificio
principal de estos métodos orientales completo y sólidamente terminado no pue-
de adquirir todo su valor ni recibir los últi-
«consiste en que producen unos resulta-
mos toques si no se retiran todos los anda-
dos que se pueden comprobar, y hay seguri-
mios» (AUCM, 262).
dad, hasta cierto punto, de obtenerlos, si se
persevera en el camino indicado. Estos re- —La preparación de la oración
sultados espirituales son conseguidos por
nuestro esfuerzo, mientras que la oración En realidad, y estrictamente, no es la
cristiana no puede progresar más que gratui- oración en cuanto tal aquello que pode-
tamente y en una forma que está más allá de mos aprender. Se trata más bien del cono-
todo estado interior adquirido» (Ib.). cimiento de una serie de presupuestos, y
A lo cual Voillaume agrega que de la adopción de un conjunto de actitu-
«el camino cristiano de la contemplación des que nos disponen interiormente al en-
pasa por la cruz, por la unión de amor con cuentro con el Señor. El P. Voillaume abor-
Cristo, y exige una última renuncia a sí mis- dará esta cuestión en diversas oportunida-
mo y a toda actividad del espíritu, de tal ma- des, pero será particularmente en su carta
nera que el alma se hace toda disponibilidad El camino de la oración donde conside-
para recibir un don de luz y de amor, que ella rará con mayor detenimiento la manera
es absolutamente incapaz de procurarse con como hemos de prepararnos a la oración
66 El camino de la oración, en René Voillaume
zar bien la oración, puesto que es muy difí- que, si bien no existe ningún método que
cil, si no imposible para el hombre, aun ayu- nos permita evitarlas totalmente en el mo-
dado por la gracia, perseverar durante largo mento de la oración, debemos adoptar, sin
tiempo y prolongarla, sin estar perturbado por embargo, todos los medios juzgados útiles
distracciones? Pero casi siempre está en para conservar la atención imaginativa e
nuestro poder, comenzar bien nuestra ora-
ción» (L/I, 190 y 192). intelectual fijada en Dios. Hecho, luego,
todo lo que nos es posible, «lo esencial es
Afirma, pues, Voillaume, que podemos esforzarse en conservar la paz» (L/I, 202).
y debemos aprender a recogernos, a hacer
el silencio en nuestro interior, y que «no «No hay que luchar siempre directamente
contra las distracciones o los devaneos, lo
hay que olvidar, en todo esto, la participa- que sería agotador y, además, ineficaz, sino
ción del cuerpo» (L/IV, 95). que debemos esforzarnos simplemente por
«La postura [corporal] que adoptemos du- volver a llevar, sin perturbarse, la imagina-
rante la oración debe expresar, a la vez, nues- ción y la inteligencia hacia Dios, hacia Je-
tra adoración hacia Dios, y hacernos más fá- sús.
cil el recogimiento interior. [...] No podemos «[...] Hace falta, además, combatir las cau-
decir que hicimos todo lo que nos es posible sas. En efecto, las distracciones dependen de
para orar bien, si no hicimos un esfuerzo para causas que son, lo más a menudo, anteriores
mantenernos correctamente. [...] Una actitud a la oración: desvelos, preocupaciones por
respetuosa del cuerpo es como una prenda el trabajo, inquietudes, es toda nuestra vida
entregada a Dios, de que estaremos interior- diaria lo que nos vuelve a traer la memoria, y
mente atentos a su divina presencia» (L/I, 194- con tanta más facilidad cuanto que en el mo-
195). mento de la oración el campo de la concien-
De todas formas, puesto que –según cia se encuentra precisamente libre de cual-
Voillaume– «sólo el comienzo de la ora- quier otra actividad.
ción está verdaderamente en nuestro po- «[...] El mejor remedio para las distraccio-
der» (L/I, 199), debemos imponernos, si nes consiste en ser fieles para preparar bien
es preciso, de cuando en cuando, volver a la oración: esfuerzo de desasimiento de las
empezar, para recuperar de este modo la ocupaciones que acabamos de dejar, regreso
disposición requerida para la oración. a la calma interior y exterior, transición tan
pura como sea posible entre la agitación pro-
«No olvidemos que la fe supone atención, ducida por múltiples actividades y la inmovi-
y que ésta, por regla general, a menos de es- lidad de la oración. Es preciso purificar la
tar mantenida por fuertes impresiones llega- memoria, aprendiendo a diferir para más ade-
das del exterior, no podría fijarse mucho lante el examen de nuestras inquietudes y la
tiempo en el mismo objeto. Fijar la atención solución de los problemas que nos preocu-
interior durante más de algunos minutos en pan» (L/I, 202-204).
un objeto invisible es cosa difícil. Debemos Hay que tener en cuenta, por otra par-
prever, por tanto, una recuperación frecuen-
te de nuestra oración, por ejemplo, cada diez te, que muchas veces la atención del espí-
o quince minutos: no temamos volver a po- ritu y del corazón, a la espera del don de
nernos de rodillas, ni renovar el sentimiento Dios, en la oración, «se sitúa más allá de
de la presencia de Jesús en la Eucaristía, ni las distracciones de la imaginación y la
leer algunas líneas del Evangelio» (L/I, 207). memoria: se sitúa a otro nivel» (ENTRET,
En cuanto a las distracciones que pue- 147-148).
dan sobrevenirnos, recuerda Voillaume «Las olas, dejando a un lado las tempesta-
68 El camino de la oración, en René Voillaume
des más violentas, no afectan más que a la tra oración misma, sino pensar, en cambio,
superficie del mar, mientras que un submari- en qué medida fuimos fieles para prepararla
no, a cierta profundidad, se encuentra en una bien, y para traer a ella las disposiciones del
calma perpetua. Tampoco las perturbaciones corazón y la colaboración activa que eran
atmosféricas afectan más que a las capas más convenientes. Si hicimos de este modo todo
bajas de la atmósfera. Después de haber he- lo que nos es posible, entonces no nos queda
cho lo que es posible y normal para concen- sino perseverar sin desanimarnos jamás» (L/
trarnos, eludiendo el vagabundeo de los pen- I, 208).
samientos y la memoria imaginativa, tene-
mos que aprender a encontrar la paz y el si- Jesús, el Camino de la oración
lencio de Dios, más allá de esos movimien- —Jesús, el Camino
tos de nuestro universo sensible, sin preocu-
parnos de someter a éste último a un silen- Cuando Voillaume se pregunta por la
cio para el que no está hecho, ya que perde- posibilidad de entablar y mantener relacio-
ríamos el tiempo. Nada manifiesta más cla- nes de intimidad con Dios, recuerda que
ramente cómo pertenecemos, ya aquí abajo, sólo en Jesucristo podemos franquear la
a dos universos. Este hábito de alcanzar la infinita distancia que nos separa de El (cf.
paz de Dios más allá de los movimientos y Jn 14,6).
actividades de los sentidos y de los senti-
mientos, nos dispone a encontrar y mante- «No estará mal que recordemos aquí que
ner la unión con él, a lo largo incluso de nues- Dios “habita en una luz inaccesible” (1 Tim
tras actividades de trabajo y relación. En ese 6, 16), y que no hay ninguna medida común
nivel encontraremos en Dios la fuente de esa entre el “mundo de Dios” y el “mundo crea-
paz prometida por Jesús, que nos invadirá to- do”: el cosmos, la humanidad. La historia de
talmente, disponiéndonos a acoger mejor a Israel nos muestra hasta qué punto había pe-
los demás y a amarlos» (ENTRET, 216-217). netrado la conciencia religiosa del pueblo de
la Antigua Alianza, la advertencia de Yahvé a
—d) Una vez hecho todo lo que sabe- Moisés en el Sinaí: “el hombre no puede ver-
mos y podemos para disponernos conve- me y vivir” (Ex 33, 20). Dios es en sí mismo
nientemente a la oración, ya no nos queda inaccesible al conocimiento humano; inclu-
sino «perseverar con confianza, con res- so lo que podemos conocer de él, y en pri-
peto hacia la oración, sin cansarnos de pre- mer término, su existencia, mediante el tes-
pararla bien y comenzarla bien cada día, timonio de sus obras, no es algo evidente
poniendo en ello cada vez nuestro cora- para la inteligencia humana. [...] Abandonado
a sus solas fuerzas, el hombre no tiene ante
zón como si fuera el primer día, con la sus ojos ni puede alcanzar directamente más
misma espera de la visita de Jesús y per- que la creación visible y material, único pun-
maneciendo en paz, ciertos entonces de to de partida posible para su conocimiento
que dentro de esta oscuridad, y sea lo que natural. No hablo ahora de lo que un hombre
sea lo que sintamos, Jesús está presente, puede entrever en su corazón tocado por la
contento de nosotros, y que nuestra ora- gracia» (RI, 41).
ción es eficaz» (L/I, 199). No obstante su infinita trascendencia, por
Insiste Voillaume en que no hemos de Jesucristo tenemos acceso al conocimien-
inquietarnos por el resultado obtenido, el to de su misterio y a una relación de co-
cual, por lo demás, escapa a nuestra esti- munión e intimidad personal con Dios (cf.
mación: Col 1,15; Ef 2,18; 3,12).
«Sólo Dios conoce el valor de nuestra ora- «No estamos irremediablemente separa-
ción. Vale más no reflexionar acerca de nues- dos del “mundo de Dios”, porque existe de
José María Recondo 69
hecho un tercer “mundo”, el mundo de Jesu- Maritain publicara tras la muerte de su es-
cristo, que se relaciona con los otros dos: posa–, Voillaume alude, al introducir un
con el mundo inaccesible de Dios y con el texto de aquélla, a la esencial vinculación
de las creaturas» (RI, 41). de la contemplación cristiana respecto de
Jesucristo «es el Camino, el Camino de la la humanidad de Jesucristo:
oración, el Camino hacia el Padre, el único
puente establecido sobre el abismo que se- «No resisto el deseo de citar otro texto
para el misterio insondable de Dios, de las [...], donde Raïssa expresa una verdad que ten-
búsquedas del hombre» (ENTRET, 141). go por esencial en lo que concierne a la con-
templación cristiana: “Ciertos espirituales
«Frente al mundo del Dios trascendente, piensan que la más alta contemplación, es-
incorpóreo, invisible, estamos un tanto des- tando librada de todas las imágenes de este
amparados, porque se escapa totalmente a mundo, es aquella que prescinde absoluta-
nuestra experiencia humana. Mas cuando se mente de imágenes, inclusive de la de Jesús,
trata de Jesús, que fue visto y oído en esta y en la que no entra, en consecuencia, la Hu-
tierra nuestra, que tiene cuerpo y es hombre manidad de Cristo. Hay aquí un profundo
eternamente, ¿qué pretexto podríamos invo- error, y el problema se desvanece desde el
car para no esforzarnos por conocerlo y acer- momento en que comprendemos con cuánta
carnos a él?» (RI, 42). verdad y profundidad el Verbo ha asumido la
Por otra parte, sabemos que Jesús no naturaleza humana, hasta tal punto que todo
tiene ya con nosotros el contacto directo aquello que pertenece a esta naturaleza, su-
que tenía con sus apóstoles, cuando po- frimiento, piedad, compasión, esperanza...,
dían verlo y tocarlo. Sin embargo –nos re- todas estas cosas se convierten, por así de-
cuerda Voillaume–, es preciso creer en su cirlo, en atributos divinos. Cuando los con-
presencia, estando además ciertos de que, templamos, son, pues, atributos de Dios; es
Dios mismo quien es contemplado... ” (Tex-
resucitado, él «sigue siendo accesible para tos breves, 1958 ó 1959)» (R. VOILLAUME,
nosotros»; es más, él «nos ve, [...] nos Prefacio a Journal de Raïssa, publicado por
conoce, [...] está presente a nuestros pen- J. MARITAIN, París 1963, XIX).
samientos más íntimos; y esto, en cual-
Hablándole a los Hermanitos de Jesús
quier momento de nuestra vida» (RI, 51).
sobre la manera como debían hacer la ora-
«Jesús está vivo, lo sabemos, y nuestra fe ción, Voillaume afirma:
en Jesús resucitado nos hace creer que está
cerca de cada uno de nosotros. Si hay en él «Nuestra mirada se dirigirá con preferen-
toda la inmensidad del Dios tres veces San- cia hacia Jesús, a partir de la presencia
to, hay también toda la extremidad de la ter- eucarís-tica y de la meditación del Evan-
nura humana y de la intimidad de la amistad gelio» (L/I, 206).
más pura. Nosotros creemos firmemente en Por encima de los destinatarios inme-
la coexistencia, en el corazón de Cristo, de diatos de esta afirmación, expresa aquí Voi-
estas dos realidades, iba a decir de estos dos llaume, en muy pocas palabras, el lugar
infinitos, el infinito de la proximidad del que a su juicio ocupan, en relación a la
amor, de la constante intimidad, el infinito
del Dios Creador y fin de todas las cosas, el oración cristiana, la palabra de Dios y el
infinito de la soberana Verdad, de Aquel que misterio eucarístico.
es. Tenemos que descubrir de nuevo ese mis-
terio, cada día de nuestra vida» (RV, 20). —A Jesús, por las Escrituras
Cabe evocar, asimismo, que en el prefa- Sostiene Voillaume que el medio más
cio del Journal de Raïssa –que Jacques apto para prepararse a la oración, está en
70 El camino de la oración, en René Voillaume
la meditación de la Sagrada Escritura (cf. debe ser la fuente –y lo es sin duda para las
RI, 83). Y observa, por otra parte, que, al almas interiores– de la oración y la contem-
exigir las generaciones actuales formas más plación personales» (RI, 71).
sobrias y despojadas, los métodos tradi- De este modo, para un desarrollo apro-
cionales se muestran muchas veces inefi- piado de la vida cristiana, será preciso no
caces, mientras que los métodos más sen- descuidar ninguna de estas dos dimensio-
cillos son mejor recibidos. Y «el más sen- nes.
cillo consiste en ir derecho a lo esencial, «Los que se contentan fácilmente con una
tomando simplemente la meditación de las participación exterior en la acción litúrgica,
palabras del Señor en el Evangelio como deberán aprender a profundizar su oración en
método de oración» (RV, 81). el silencio; y los que tienen un concepto de-
«Es en la meditación de los hechos de Je- masiado individual de la oración, harían bien
sús, de las palabras de Jesús, es en la con- aprendiendo el valor de una plegaria que es
templación de su corazón, esforzándonos en también comunión fraterna, de acuerdo con
comprenderle más y más profundamente, esta palabra del Señor: «Donde hay dos o tres
donde podremos encontrar el camino hacia reunidos en mi nombre, allí estoy yo en me-
el conocimiento de Dios» (RV, 28). dio de ellos» (Mt 18, 20)» (OVF, 119-120).
«La oración cristiana es una germinación En cuanto a la significación de la Euca-
de la palabra de Dios, de la que es, en cierta ristía para la oración personal del cristia-
forma, la fructificación en nuestro entendi- no, Voillaume encuentra que, en el último
miento iluminado por la fe y en nuestro co- siglo, aquélla ha sido
razón, con vistas a introducirnos más adelan- «objeto de una piedad individualista, hasta
te en el misterio mismo de Dios, a la oscura el punto que la comunión parecía como sen-
luz de un amor creciente» (ENTRET, 136). timentalmente separada del sacrificio, y que
la bendición del Santísimo Sacramento era
—A Jesús, en la Eucaristía anterior a la misa. Ahora se vuelve a una con-
Antes de ocuparnos del lugar que el P. cepción más justa del misterio eucarístico
Voillaume confiere a la Eucaristía en el ca- como sacrificio, pero con una tendencia a
mino de la oración mental o personal, es rechazar cualquier otra forma de veneración
preciso aludir a la relación que, a su juicio, de esta divina presencia» (RV, 100).
existe, entre ésta última y la oración Por eso, añadirá más adelante Voillaume
litúrgica en general. Advierte, por lo pron- que, en lo que se refiere a nuestra oración
to, sobre la necesidad de no oponerlas, y personal,
de entender adecuadamente el mutuo in- «la presencia de la Eucaristía en el taber-
flujo que tiene lugar entre ambas. náculo es, para las pobres gentes que somos,
«Nunca debemos oponerlas. Una y otra for- un hito para nuestra fe en Jesús y nuestro
man parte del destino cristiano; una y otra amor por él. Es como el claustro de los cris-
son necesarias a la Iglesia. Lejos de oponer- tianos viviendo en el mundo, su lugar de en-
las, hay que armonizarlas, porque la liturgia cuentro con el Señor. ¿A dónde podríamos ir
sería un acto formal si los cristianos que par- para encontrar una señal de la presencia de
ticipan en ella perdieran su contacto perso- Dios, una señal que nos incite a ponernos a
nal e íntimo con Cristo. La liturgia perdería orar, que nos sea una ayuda para alcanzar la
igualmente su finalidad, si no tuviera por ob- presencia de Dios, en un mundo que lleva
jeto, en definitiva, llevar a las almas a la con- cada vez menos las señales de esta presen-
templación eterna de Dios. [...] La liturgia cia? Esa señal de las Santas Especies provo-
José María Recondo 71
ca nuestra fe, puesto que nuestros ojos no unidad de vida, en la que se integren ar-
ven nada, y es, al mismo tiempo, como el moniosamente la oración y las ocupacio-
punto de partida de nuestra oración» (RV, nes cotidianas del cristiano.
101-102).
Hemos de procurar, no obstante, que
Observa, pues, Voillaume, que Jesús, al nuestra oración tienda a convertirse «en
instituir la Eucaristía, no tenía sólo en vis-
una actitud espiritual que se prolonga en la
ta perpetuar su sacrificio y darse como ali-
acción» (OVF, 138). Aunque, para ello, no
mento de vida a los hombres, sino tam-
hemos de perder de vista que el único lazo
bién «procurar a la debilidad de nuestra fe que puede, en este sentido, establecer la
la continuidad de una presencia vinculada unidad en nosotros, «y muy especialmen-
al signo concreto de las especies te entre la oración y la acción, es el amor»
eucarísticas» (RI, 22).
(AUCM, 244).
«Siendo centro de la vida litúrgica, ¿no es
también, la eucaristía, en el silencio de una «Es ahí, en la zona de vuestra alma en la
adoración más íntima, alimento de nuestra que se anudan los lazos de esta amistad única
contemplación del Señor?» (RI, 22-23). con Jesús, donde brotará la fuente de amor
que se verterá de vuestro corazón sobre to-
«Es verdad que debemos habituarnos a orar dos los hombres. [...] Desead este amor con
en todo lugar y en cualesquiera circunstan- toda vuestra alma, que este deseo permanez-
cias; pero hay que convencerse que para una ca en el fondo de vosotros mismos como una
oración prolongada, precisamos un ambien- oración continua, como disposición delante
te que invite a la oración. Es el momento de de Jesús, que os enseñará poco a poco a te-
recordar hasta qué punto la presencia de la ner dentro de vosotros sus propios sentimien-
sagrada eucaristía es importante para intro- tos. Será menester colaborar generosamen-
ducirnos en un recogimiento de unión a Cris- te con El a fin de establecer estas disposi-
to. Se trata de un hecho experimental, uni- ciones en vuestra alma» (AUCM, 396).
versalmente comprobado. Por lo demás, para
darse cuenta de ello basta observar la frial- —La oración continua
dad y vaciedad que advertimos en el ambien-
te de ciertas iglesias o templos privados de La oración continua «es unos de los
la presencia sacramental. Un ambiente así es frutos de la oración prolongada, que habi-
poco propicio para la oración, por faltarle un túa progresivamente al alma a la continua
signo concreto y localizado de la presencia presencia de Dios» (RI, 88). Pero es nece-
de Dios. Necesitamos de este signo porque sario entender adecuadamente lo que esto
somos hombres; y en este punto Cristo se significa. Porque
mostró mejor psicólogo y más comprensi-
vo de las verdaderas necesidades del hombre «no se trata de hacer esfuerzos desorde-
que ciertos teólogos que pretenden negar la nados para pensar de continuo en Dios, sino
necesidad y la oportunidad de esa presencia que se trata de un estado tranquilo que per-
sacramental» (RI, 85-86). mite, dentro de la acción, sentirnos espontá-
neamente inclinados a un comportamiento en
consonancia con el evangelio. Es una espe-
La oración en la vida cie de presencia de la caridad, con todas las
—Vida y oración: en busca de unidad actitudes espirituales beatificadas por Cris-
to en el sermón de la montaña. La imagen de
Podemos comprobar con demasiada fre- Cristo se halla suficientemente grabada en no-
cuencia –señala Voillaume–, la dificultad sotros para hacernos obrar constantemente de
que existe para alcanzar una verdadera una manera conforme a su espíritu» (RI, 88-89).
72 El camino de la oración, en René Voillaume
Esta «especie de vela del corazón, que que «tiene un deseo constante de oración,
es un estado real de contemplación» (L/I, deseo eficaz que la impulsa a ponerse en
214), no es, pues, fruto de un esfuerzo oración cuantas veces le es posible»; 2º)
por fijar simultáneamente la atención en Porque aun en el marco de una vida agita-
Dios y en nuestra actividad exterior. da, «se sumerge en la presencia de Dios
Tal esfuerzo, por lo demás, no lograría apenas iniciada la oración, como si nunca
su objetivo sino por breves instantes; «ni hubiera dejado esta presencia» (RI, 88).
siquiera debemos perseguirlo como un Quien se encuentre en esta situación, por
ideal, bajo pena de terminar en una ten- tanto, no sentirá ya quizás los momentos
sión nerviosa o en el desaliento. Sólo Dios de oración «como medios para obtener
puede depositar en nosotros el hábito de aquello que ya posee, pero continuará de-
una oscura mirada contemplativa, que es seándolos como una necesidad imperiosa
una verdadera atención del alma a Dios, y gratuita del amor» (RAPP, 772).
pero sin actividad de nuestra parte, deján- En este sentido, recuerda Voillaume, es
donos, pues, entera libertad para obrar» significativo el ejemplo del mismo Jesu-
(Ib.). cristo:
En este estado, añade Voillaume, cuan- «Nuestro Señor no tenía absolutamente
do se interrumpe la acción para hacer ora- ninguna necesidad de retirarse al desierto
ción, se tiene como la certidumbre de no para contemplar a su Padre y, sin embargo,
haber apartado jamás la mirada de Dios. lo hacía con frecuencia y extensamente. ¡Se-
Todo sucede como si se retirara simple- ríamos muy presuntuosos si, profundamen-
mente un velo que impedía, a un estado te unidos al Señor, pensáramos no tener ya
ya existente en lo profundo, subir a la cla- necesidad del desierto! Por otra parte, es
ra conciencia para hacerse explícito. En imposible, ya que cuanto más auténticamente
ese momento, pues, «tomamos concien- unidos estamos al Señor, tanto más desea-
mos estar a solas con él. Un alma que se ha-
cia de ello, pero la realidad estaba ya allí» lla en este estado no puede sino desear la
(RAPP, 772). «Es de ahí de donde proce- soledad con Dios, y si no ocurre así, no será
den esa seguridad, esa libertad, y esa paz entonces por auténticos motivos de caridad;
que experimentamos de pertenecer a Dios, como el Señor, que iba por la noche al de-
sea lo que fuere lo que nos pida hacer» (L/ sierto, mientras se dejaba apresar por los
I, 214). hombres durante toda la jornada. Huía de la
Sostiene, por otra parte, Voillaume, que muchedumbre, pero solamente en la noche
quienes son introducidos en este estado, al [...]. Es preciso, pues, resistirse a esa tenden-
percibir con mayor claridad y delicadeza cia reciente que consiste en creer que la ora-
ción difusa dispensa de toda otra oración»
los llamados de la caridad, poseen una (RAPP, 772-773).
mayor libertad en relación a los momen-
tos consagrados exclusivamente a Dios, Sostiene Voillaume que, en ocasiones,
para responder a aquéllos con entera dis- se «habla de oración difusa cuando no se
ponibilidad (cf. RAPP, 772). trata más que de acción por amor» (RV, 74).
Advierte, sin embargo, que no se alcan-
za un tal estado de libertad sino bajo la —La necesidad
acción del Espíritu Santo. Dos señales – de un ritmo de alternancia
afirma– ponen en evidencia si realmente La contemplación puede, conducirnos a
se halla el alma en tal situación: 1º) Por- esa unidad de vida a la que tantas almas
José María Recondo 73
ciones en que viven, no son capaces de cum- valdría a decir que el alma no vive plena-
plir siquiera la ley moral fundamental; y, con mente sino en esos momentos de silencio
mayor razón, gran número de hombres no y de desierto, mientras que su vida normal
reúnen el mínimo de condiciones requeri- representa un descenso (cf. PV, 11).
das para entregarse a la oración
contemplativa. Esta situación es algo que «La verdadera imagen es la del cuerpo vi-
puede escandalizarnos. La salvación del hom- viente, que está sometido a un ritmo de re-
bre y el crecimiento de su caridad son un poso y ejercicio. Sabemos muy bien que un
secreto; hay almas que parecen llamadas a hombre que descansa todo el tiempo se de-
alcanzar toda la plenitud de su caridad aquí bilita; sabemos también que aquél que se en-
abajo, mientras que otras no serán capaces trega sin ningún miramiento a los deportes o
de alcanzarla sino al entrar en el más allá de a un ejercicio violento se agota, si no sabe
la vida presente» (RI, 46). tomarse períodos de descanso. Si el ejerci-
cio y el descanso son armoniosamente or-
—b) Hay un segundo factor, sostiene ganizados, el ser viviente se desarrolla tanto
Voillaume, que será necesario tenga lugar en lo uno como en lo otro.
en la vida de los pobres para hacer posible «Un alma que se entrega a la voluntad de
esta vida de oración. Se trata de establecer Dios sobre ella, ofreciéndose en su estado
un ritmo al menos semanal de alternancia de trabajo, de pobreza, de cansancio, de es-
con tiempos de desierto (cf. RI, 10). Es pre- torbo de su vida por parte de los demás, no
debe atemorizarse, inclusive si el ritmo co-
ciso comprender las razones por las que tidiano de su oración no siempre es respeta-
este ritmo es necesario: do, porque si sabe ella utilizar todas estas
«La utilización de la vida dura y atropella- cosas, se abre camino hacia Dios y su vida
da como un medio para encaminarse a la de unión con Dios no disminuye. Por el con-
unión con Dios trae aparejados sus riesgos. trario, puede encontrar en ello una verdadera
El silencio exterior impuesto al monje no preparación a la oración, si no a la medita-
tiene valor más que cuando produce, cuando ción» (PV, 11-12).
subraya el silencio interior, que no es otra Por último, insiste una vez más Voillaume
cosa que el desapego, la paz del alma, la dis- en que «para aprender a orar es preciso,
ponibilidad a la acción divina. Si queremos
alcanzar esta disponibilidad por los medios
sencillamente, orar, orar mucho y saber
a que da lugar una vida de trabajador, hace falta volver a comenzar a orar indefinidamen-
que dispongamos de un control para saber si te, sin cansarse», aunque no percibamos
no estamos dominados por un engranaje ma- ningún resultado aparente (AUCM, 125).
terial: el ritmo de silencio semanal nos per- Porque –añade– si Jesús insistió tanto acer-
mitirá este control y un volver a poner la ca de la perseverancia, fue evidentemente
mirada sobre nosotros mismos, pues es bue- porque sabía que nos sería muy difícil (cf.
no mirarse a sí mismo de cuando en cuando. ibid.).
Y luego, permitirá, en lo referente a la ora-
«La única dificultad de la oración es, real-
ción, la reflexión sobre las realidades alcan-
mente, la falta de perseverancia. En el fon-
zadas por la fe, para profundizarlas» (RI, 11).
do, no hay otras dificultades verdaderas.
Hay que evitar pensar, como algunos lo Hace falta tener el coraje de ponerse en ora-
hacen –advierte Voillaume–, que estos re- ción, aun cuando parece que ella no ha de
tiros son comparables a un depósito que proporcionarnos nada; es suficiente, para
uno llena y se vacía luego durante la se- encontrar a Dios, ofrecerse en la desnudez
mana. Como imagen es falsa, pues equi- de la fe. Es preciso ir a ella con desapego,
con coraje; yo creo que allí está el camino
José María Recondo 77
Conclusión
Según hemos podido ver, el P. Voillaume
sostiene que la contemplación pertenece a Conclusión
la perfección de la vida cristiana a la cual
todo bautizado ha sido llamado.
La experiencia de las Fraternidades, al
llevar a cabo su vida de oración en condi- Las enseñanzas del P. Voillaume en tor-
ciones similares a las que posee la mayor no a la oración que, en el marco de su
parte de los hombres pobres en su exis- historia personal y la de las Fraternidades,
tencia cotidiana, ayuda a poner de mani- he procurado presentar a lo largo de este
fiesto la posibilidad que aun las pobres gen- libro, poseen, a mi entender, particular
tes tienen de desarrollar esta dimensión valor y significación para la vida espiritual
contemplativa de la vida cristiana. Y no de los hombres y mujeres de nuestro tiem-
sólo ofrecen un testimonio respecto de su po. En el actual contexto de renovada in-
posibilidad, sino también sobre los cami- quietud espiritual e interés por la oración,
nos que han de recorrer quienes viviendo se hace particularmente necesario un mar-
en tal situación quieran ir al encuentro del co orientador que descanse sobre la rica
Señor con sed de contemplación. En las tradición espiritual del cristianismo. Esto
enseñanzas del Padre Voillaume, que ilu- ayudará a liberar a esta búsqueda de va-
minaron esta experiencia de oración de las riados «espejismos» que ofrecen al hom-
Fraternidades mientras se iba desarrollan- bre posmoderno experiencias diversas de
do, se van reflejando, al mismo tiempo, índole narcisista, que no favorecen su ma-
sus frutos. duración en el amor –lugar y señal por ex-
Por otra parte, las directrices que sobre celencia de la madurez espiritual–.
la práctica de la oración fue formulando Las enseñanzas de Voillaume, dada la
Voillaume para laicos y religiosos diversos contemporaneidad de su lenguaje y pre-
se articulan –junto con lo dicho a las Fra- ocupaciones con la mentalidad de nuestra
ternidades–, conformando una enseñanza época, aparecen, en este sentido, como
de particular claridad y equilibrio. Era, pues, apropiadas y oportunas, por presentar lo
nuestra intención ponerlo de manifiesto, mejor de la doctrina tradicional sobre el
reuniendo en este capítulo lo que fue ex- camino de la oración, aplicada a las con-
poniendo a lo largo de los años sobre el diciones concretas y, a menudo aparente-
camino de oración. mente adversas, en las que debe abordar
esta búsqueda el hombre de hoy.
78 El camino de la oración, en René Voillaume