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CLASIFICACION DEL SUELO DE ACUERDO A SU CAPACIDAD DE USO

El sistema de clasificación de tierras según su capacidad de uso, tienen


como finalidad ubicar los elementos de juicio necesarios para dedicar los
diferentes terrenos al uso adecuado, según su aptitud en particular y de
este modo programar el aprovechamiento óptimo de este recurso.

Para realizar ésta, es necesario considerar los factores que restringen


o limitan el uso que pueda dársele a un terreno, al agruparlos en
diferentes clases, de acuerdo con la magnitud de las restricciones que
los caracterizan. Sin embargo, los suelos de una misma clase, no
necesariamente están afectados por los mismos factores, o sea que
terrenos en una misma categoría de clasificación pueden requerir
prácticas de manejo y conservación diferentes, dependiendo del factor o
factores que intervienen en su clasificación.

El sistema de clasificación por capacidad de uso (desarrollado por el USDA)


aplica una metodología que permite, en forma práctica, ubicar las
diferentes clases de uso, de acuerdo con rangos cuantitativos de los
diferentes factores limitantes. No obstante, es posible que tales rangos no se
adapten a todas las condiciones de la República Mexicana, en cuyo caso es
necesario realizar modificaciones pertinentes para una mejor agrupación de los
terrenos. Como la generada en INEGI por Duch, Bayona y Labra.

Clases de terrenos

Se consideran ocho clases de terrenos, los cuales se pueden resumir


en:

I. Apropiados para cultivar:

1. Sin métodos especiales. II. Con


métodos sencillos. III. Con métodos
intensivos.

II. Apropiados para cultivo ocasional o limitado:

III. Con uso limitado y con métodos intensivos.

IV. No apropiado para cultivo pero adecuado para vegetación per-


manente:

V. Sin emplear restricciones o métodos especiales.

VI. Con restricciones moderadas.

VII. Con severas restricciones.

VIII. No adecuados para cultivo, pastoreo, ni silvicultura:


Por lo general, tierras demasiado escabrosas, arenosas, húmedas o
áridas, no apropiadas para cultivo, pastoreo o silvicultura, pero que
pueden ser útiles para animales de vida silvestre.

Terrenos de primera clase. Son aquellos que presentan muy pocas o


ninguna limitación para su uso y además, cuando éstas existen son fáciles
de corregir.
Estos terrenos pueden utilizarse para desarrollar una amplia gama de
cultivos, pastos, bosque o vida silvestre. Son casi planos y el riesgo de
erosión es muy leve bajo cualquier sistema de manejo. Son suelos
profundos, bien drenados y sin peligro de inundaciones. Pueden tener
problemas incipientes de salinidad, sodicidad o manto freático somero,
siempre y cuando estos problemas puedan corregirse con facilidad y no
exista la posibilidad de que vuelvan a aparecer. Requieren prácticas de
manejo comunes para mantener su productividad.

Terrenos de segunda clase. En esta clase los terrenos no presentan


limitaciones acentuadas para el desarrollo de los cultivos, únicamente es
necesario elegir las plantas por sembrar o bien cultivar especies que
requieren prácticas de manejo fáciles de aplicar. Pueden usarse para
cultivos, pastos, bosques o vida silvestre.
Algunas de las limitaciones que pueden presentarse en esta clase de
terrenos son: erosión o susceptibilidad moderada a la erosión hídrica o
eolítica, pendiente suave, profundidad menor que la ideal (< 2 m), contenido
moderado de sales o de sodio, fácil de corregir, aunque con posibilidad de que
vuelvan a aparecer. Asimismo, pueden estar expuestos a excesos de
humedad, que es factible de corregir por drenaje. Pero sin que desaparezca
este problema en forma permanente; además, es posible que existan
limitaciones climáticas leves en el uso y manejo del suelo.

Terrenos de tercera clase. Los suelos de esta clase presentan severas


limitaciones que restringen el desarrollo de los posibles cultivos por establecer,
o bien requieren de prácticas especiales de conservación para algunos o todos
los cultivos agrícolas.
Los terrenos de tercera clase tienen limitaciones moderadas para su uso en
cultivos agrícolas; limitaciones que puedan ser una o más de las siguientes:
a) Pendientes fuertes, b) Moderada susceptibilidad a la erosión hídrica o
eólica o degradación por acción erosiva en el pasado, c) Inundaciones
frecuentes d) Poca profundidad efectiva. e) Contaminación moderada por
salinidad o sodicidad, f) Pedregosidad.

Terrenos de cuarta clase. Los terrenos de esta clase tienen limitaciones muy
severas para el desarrollo de los cultivos agrícolas, por lo que su uso se
restringe a solo alguno de ellos. Cuando estos suelos se cultivan, son
necesarias las prácticas de conservación. Estos terrenos pueden usarse para
un grupo reducido de cultivos, particularmente pastos, bosques o vida silvestre.
Sus restricciones para los cultivos pueden ser una o más de las siguientes:
a) Pendiente muy pronunciada, b) Alta susceptibilidad a la erosión hídrica o
eólica con efectos severos de la erosión en el pasado, c) Poca profundidad
efectiva, d) Inundaciones frecuentes, e) Drenaje deficiente, f) Contaminación
severa por salinidad o sodicidad, g) Efectos moderados del clima.
Las cuatro clases de terrenos definidas son las que se consideran
adecuadas en mayor o menor grado, para utilizarse en la agricultu ra, ya que
las tierras de quinta a octava clase, presentan severas limitaciones para este
fin, por lo que se les denomina terrenos de uso limitado, aptos o con
limitaciones para pastizales, bosque o vida silvestre.

Terrenos de quinta clase. Aunque los terrenos de quinta clase no tienen


problemas de erosión, o es muy reducido, presentan limitaciones que no es ni
práctico ni económico tratar de superar, por lo que es preferible su uso para
pastizales, árboles o vida silvestre.
También se agrupan dentro de la quinta clase, aquellos terrenos que a pesar
de tener las mismas características que de los de primera clase, presentan
algún factor de demérito que restringe el uso agrícola. Algunos ejemplos de
esta clase de tierras son:
a) Suelos planos o casi planos, con piedras o rocas en la superficie, b)
Terrenos bajos, sujetos a inundaciones frecuentes que interfieren con el
desarrollo normal de los cultivos y donde no es práctico drenar para poder
cultivarlos, c) Terrenos de primera clase, ubicados en pequeños claros dentro
de una zona de bosque.
En estos terrenos no es factible el desarrollo normal de los cultivos
comunes, pero mediante un manejo apropiado pueden desarrollarse los
pastizales y las áreas forestales.

Terrenos de sexta clase. Los suelos de esta clase presentan severas


limitaciones que los hacen impropios para los cultivos, por lo que su uso se
restringe a pastizales, bosque o vida silvestre. Las prácticas de conservación
y manejo, de acuerdo a los factores limitantes, son indispensables para
mantener el nivel de productividad del terreno.
Estos terrenos presentan limitaciones que no es posible corregir de manera
permanente, tales como pendientes muy pronunciadas que propician la
erosión severa, pedregosidad, peligro de inundaciones, poca profundidad
efectiva, salinidad, sodicidad o efectos climáticos adversos y severos.

Terrenos de séptima clase. Estos terrenos presentan limitaciones muy


severas que los hacen inadecuados para los cultivos, por lo que su uso queda
restringido para pastos con limitaciones, árboles o vida silvestre. Sus
condiciones son tan críticas que resulta poco práctico aplicar medidas de
mejoramiento además de que sus limitaciones no pueden ser totalmente
corregidas. Aún el caso de que se usen para pastoreo o árboles, deben
aplicarse algunas prácticas de manejo. La conservación de éstos terrenos es
indispensable para proteger y evitar daño a las áreas vecinas y especialmente
en vasos de almacenamiento u otras obras de captación de humedad.

Terrenos de octava clase. Estos suelos tienen limitaciones excesivas para su


uso en cultivos comerciales, desarrollo de pastizales o bien explotaciones
forestales, por lo que su utilización debe orientarse para fines recreativos, vida
silvestre, abastecimiento de agua o para fines estéticos.
Las limitaciones que se presentan al desarrollo de cultivos o pastos, hacen
antieconómico cualquier intento de acondicionamiento de éstos para tal fin,
aunque algunas prácticas favorecen su uso para la vida silvestre y protegen las
cuencas, lo que resulta conveniente para preservar otros suelos más valiosos.
Las zonas de malpaís, los afloramientos rocosos, las playas de arenas y
otras casi desnudas, son terrenos que quedan incluidos en la octava clase y
se caracterizan porque sus limitaciones que no pueden ser corregidas.
Las limitaciones que pueden presentar los terrenos de octava clase son:

a) Erosión muy severa, donde aflora el material rocoso, b) Efectos


adversos y muy severos del clima, c) Inundación permanente, d)
Pedregosidad, e) Salinidad o sodicidad.

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