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Escuela de Posgrado 1

Pedro Villanueva Bogani

MÓDULO 2. FUERZA PÚBLICA Y DERECHOS HUMANOS

Índice

Tema 1. Derechos humanos, seguridad y empleo de armas de fuego por


agentes estatales ...................................................................................................... 3
1.1 Suspensión y restricción de derechos humanos por razones de seguridad ..... 4
1.2 Condiciones para garantizar un equilibrio entre seguridad y derechos humanos
a través de la fuerza pública ....................................................................................... 8
1.3 El empleo de la fuerza y el derecho humano a la vida .................................... 10
1.4 El Empleo de la fuerza y el derecho humano a la integridad física ................. 13

Tema 2. Principios y criterios internacionales del empleo de la fuerza pública 16


2.1 Principios de legalidad, necesidad y proporcionalidad .................................... 16
2.1.1 Legalidad ..................................................................................................... 17
2.1.2 Necesidad .................................................................................................... 19
2.1.3 Proporcionalidad .......................................................................................... 21
2.2 El criterio de la razonabilidad subjetiva (“Honesta creencia”) ......................... 23
2.3 El criterio de la razonabilidad objetiva ............................................................. 23
2.4 El criterio de “subrogación del juzgador” ......................................................... 24

Tema 3. Análisis del empleo del arma de fuego en situaciones-tipo reales...... 26


3.1 Disparos de advertencia ................................................................................. 27
3.1.1 El disparo al aire .......................................................................................... 28
3.1.2 El disparo contra superficies sólidas............................................................ 30
3.2 Disparos a personas que se dan a la fuga ...................................................... 31
3.3 Armas de fuego en el control de disturbios ..................................................... 33
3.4 El apoyo militar a la seguridad interna ............................................................ 34

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Curso de Capacitación en Derecho Internacional Humanitario,
Fuerza Pública y Derechos Humanos

Derechos humanos, seguridad y empleo de armas de


Tema 1
fuego por agentes estatales

Para garantizar orden y seguridad a las personas y, en general, para hacer


cumplir la ley, los Estados cuentan con una atribución que les es exclusiva:
emplear la fuerza pública. Esta atribución, sin embargo, no es absoluta; debe
ser compatible con los compromisos nacionales e internacionales asumidos
por el propio Estado de respetar y garantizar los derechos humanos de todas
las personas bajo su jurisdicción.

El presente tema se organiza de la siguiente manera:

1.1. Suspensión y restricción de derechos humanos


por razones de seguridad

1.2. Condiciones para garantizar un equilibrio entre


seguridad y Derechos Humanos a través de la
Derechos humanos, Fuerza pública
seguridad y empleo de
armas de fuego por
agentes estatales
1.3. Empleo de la fuerza y derecho humano a la vida

1.4. Empleo de la fuerza y derecho humano a la


integridad física.

Partiendo por reconocer que proveer seguridad y respetar derechos humanos son
obligaciones esenciales del Estado, ¿cómo se relacionan entre sí ambas obligaciones?
¿Existe preeminencia de una respecto de la otra? Para empezar, debemos comprender que
ambas se deben imponer límites recíprocamente.

En efecto, si los Estados, a través de la fuerza pública, priorizaran la seguridad asumiéndola


como un fin en sí mismo, los derechos de las personas serían relativizados, se abriría el
camino a la arbitrariedad y se elevaría la posibilidad de incurrir en violaciones de derechos
humanos.

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Sin embargo, cierto es también que si no se admitieran ciertas afectaciones razonables a los
derechos de las personas, la seguridad podría terminar resquebrajándose, dando pie al
descontrol o al caos y, con ello, a la afectación de otros tantos derechos fundamentales.
Equilibrar, a través de la fuerza pública, la seguridad con el pleno respeto de los derechos
humanos no es, pues, asunto sencillo.

El objetivo de este primer tema, por tanto, será proporcionar al alumno los contenidos y
criterios que le permitan analizar la legitimidad de las afectaciones a los derechos humanos
causadas a través de la fuerza pública por razones de seguridad. El estudio de cada tema
se complementará con la revisión de sesiones virtuales o con la lectura de este material de
estudio; a ello se une el fortalecimiento y la ampliación de los contenidos a partir de la
revisión de las lecturas seleccionadas para cada tema, así como también las actividades
programadas para el curso (sean estas opcionales u obligatorias).

1.1 Suspensión y restricción de derechos humanos por razones de seguridad


Los derechos humanos no son absolutos. Su libre ejercicio encuentra límites en la
necesidad de una vida armónica en comunidad, esto es, en la búsqueda de la
coexistencia pacífica y segura entre las personas dentro de una sociedad. Esta
concepción puede ser rastreada hasta los mismos orígenes del Estado liberal con
John Locke, quien ya en el siglo XVII señalaba que para garantizar nuestros derechos
naturales de vida, libertad y propiedad, los individuos debíamos renunciar a uno de los
derechos que teníamos en el Estado de naturaleza: la aplicación de justicia por mano
propia. 1
Esta lógica de cesiones a la libertad individual y de respeto del derecho ajeno ha sido
incluso positivada en el derecho internacional de los derechos humanos.
Así, por ejemplo, en el ámbito interamericano, la disposición contenida en el artículo
32 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) señala que:
“Los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás,
por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una
sociedad democrática”. 2
La facultad de los Estados de suspender ciertas obligaciones contraídas
internacionalmente respecto de los derechos humanos reconocidos se encuentra
contemplada en el artículo 4.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(PIDCP) y en el artículo 27 de la CADH. 3 Esta facultad no es, sin embargo, irrestricta.
A nivel internacional se ha establecido que se trata de una medida excepcional y, en
esa medida, tanto la identificación de los derechos a suspender como las medidas a

1
Lectura de la teoría de John Locke que efectúa Salazar Ugarte, Pedro en “Redefiniendo el
concepto de seguridad para buscar las causas de inseguridad en México”. En: SELA 2010.
Inseguridad, democracia y derecho. Buenos Aires: Libraria, 2011. Pág. 254.
2
CADH. Artículo 32 inciso 2.
3
El artículo 4.1 del PIDCP establece: “En situaciones excepcionales que pongan en peligro la
vida de la nación y cuya existencia haya sido proclamada oficialmente, los Estados Partes en el
presente Pacto podrán adoptar disposiciones que, en la medida estrictamente limitada a las
exigencias de la situación, suspendan las obligaciones contraídas en virtud de este Pacto [...]”. Por
su parte el artículo 27.1 de la CADH señala: “En caso de guerra, de peligro público o de otra
emergencia que amenace la independencia o seguridad del Estado parte, éste podrá adoptar
disposiciones que, en la medida y por el tiempo estrictamente limitados a las exigencias de la
situación, suspendan las obligaciones contraídas en virtud de esta Convención [...])”.

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través de las cuales se concretan tales suspensiones deben limitarse a las


“estrictamente necesarias según las exigencias de la situación”, lo cual afirma el
principio de proporcionalidad que debe orientar toda decisión de afectación de
derechos por parte del Estado. 4
En concreto, los principios de estricta necesidad y proporcionalidad de las medidas
deben verificarse en tres aspectos: a) la duración; b) el ámbito geográfico; y c) el
alcance material de la medida. 5 Para efectos de este primer tema, nos concentraremos
en el alcance material de la restricción, pues es justamente este el que más nos
interesa desde la perspectiva de la seguridad y de los derechos humanos.
El alcance material de una suspensión de derechos involucra el análisis de las
circunstancias que llevan a tal suspensión, así como de las medidas a través de las
cuales tal suspensión se materializa. A nivel internacional no existe una
caracterización única o estándar de las circunstancias que justifiquen una suspensión
de derechos ni de las medidas concretas a adoptar; más bien, se delega en los
propios Estados la determinación de estas. En el Sistema Europeo de Derechos
Humanos ello ha quedado establecido de la siguiente manera:
[R]ecae en cada Estado contratante, en atención a su responsabilidad respecto
de "la vida de su nación", determinar si esa vida está amenazada por una
"emergencia pública" y, en caso afirmativo, hasta qué punto es necesario intentar
superar la emergencia. Por razón de su contacto directo y continuo con las
necesidades apremiantes del momento, las autoridades nacionales están, en
principio, mejor situadas que el juez internacional para decidir tanto sobre la
existencia de una emergencia así como sobre la naturaleza y el alcance de las
excepciones necesarias para evitarla. Por consiguiente, en este asunto, debe
dejarse un amplio margen de apreciación en manos de las autoridades
nacionales. 6
Por otro lado, la Corte IDH nos recuerda que la legalidad de las medidas que se
adopten para enfrentar cada una de las situaciones especiales que se presenten
dependerá del carácter, de la intensidad, de la profundidad y del particular contexto de
la emergencia, así como de la proporcionalidad y razonabilidad que guarden las
medidas adoptadas respecto de ella. 7 Es por ello que, en otro pronunciamiento, la
Corte IDH, insistiendo en la estricta excepcionalidad de este tipo de decisiones, señaló
que el Estado debe encontrarse frente a “reales situaciones de emergencia”, por lo
que, bajo ningún supuesto, estas suspensiones pueden constituirse en “medio para
enfrentar la criminalidad común”. 8

4 o
Cfr. Comité de Derechos Humanos. Observación General N. 29. Suspensión de obligaciones
durante un estado de excepción (artículo 4). 72º período de sesiones (2001). Parágrafo 4.
5
Ibídem. Loc. Cit.
6
CEDH. Case of A. and others vs. The United Kingdom. Application N° 3455/05. Judgement.
Strasbourg. 19 February 2009. Parágrafo 173. Traducción libre.
7
Corte IDH. El Hábeas Corpus Bajo Suspensión de Garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 Convención
Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-8/87 del 30 de enero de 1987.
Serie A No. 8. Parágrafo 22.
8
Cfr. Caso Zambrano Vélez y otros vs. Ecuador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 4 de
julio de 2007. Serie C No. 166. Parágrafo 52.

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En resumen, estos son los criterios que habremos de tomar en cuenta para determinar
si la afectación a la seguridad de un Estado es de la magnitud suficiente como para
permitirle a este suspender los derechos de las personas:

1) Contexto.
Carácter, intensidad, profundidad y
particularidad suficientes para considerarlo
emergencia.

2) Medidas.
Necesarias y proporcionales al contexto.

3) Nivel de amenaza.
Extraordinario; inseguridad superior a la
generada por la criminalidad común.

En cuanto a los derechos a suspender, en primer lugar, debe tratarse de aquellos cuya
suspensión demuestre ser eficaz para superar la situación de emergencia o amenaza
a la vida de la nación. Dicho en otros términos, solo se encuentra justificado suspender
el ejercicio de ciertos derechos humanos si esta suspensión contribuye directamente a
retornar a una situación de estabilidad en la que el Estado nuevamente se encuentre
en aptitud de garantizar la totalidad de los derechos reconocidos a las personas.
Entre los derechos no suspendibles también llamados “núcleo duro de los derechos
humanos” destacan el derecho a no ser privado arbitrariamente de la vida (artículos
6.1 PIDCP y 4.1 CADH); la prohibición de la tortura (artículos 7 PIDCP y 5 CADH) y la
prohibición de la esclavitud (artículos 8.1 PIDCP y 6.1 CADH), entre otros, 9 así como
las garantías judiciales para hacerlos efectivos.

9
Para una enumeración más exhaustiva Cfr. Artículo 4.2 PIDCP y 27.2 CADH.

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Fuerza Pública y Derechos Humanos

Dicho todo esto, es necesario, sin embargo, distinguir el concepto de suspensión de


derechos del de restricción de estos.

Al respecto, el Comité de Derechos Humanos (CDH) ha señalado que “calificar


cualquier disposición del Pacto de disposición que no puede ser suspendida no
significa que en caso alguno se justifiquen limitaciones o restricciones” a lo que agrega
que “la permisibilidad de las restricciones es independiente de la cuestión de la
suspensión”. 10 En efecto, la suspensión a la que acabamos de aludir responde a una
situación excepcional (emergencia) y alcanza a las personas dentro un ámbito
espacial y temporal delimitado.
Las restricciones, en cambio, son afectaciones de carácter general y permanente,
que pueden ocurrir tanto en situaciones de normalidad como de emergencia y que se
sustentan en el respeto a los derechos de los demás, la seguridad de todos y las
justas exigencias del bien común. 11 En líneas generales, para que las restricciones
sean válidas, se requieren tres condiciones: 1) que estén previamente establecidas en
la ley; 2) que sean necesarias en una sociedad democrática; y 3) que sean
compatibles con el resto de derechos humanos reconocidos internacionalmente. 12 De
las tres condiciones mencionadas, desarrollaremos más en detalle la segunda de ellas
“necesarias en una sociedad democrática” por la aparente ambigüedad del
concepto. En el ámbito interamericano, la Corte IDH, siguiendo la jurisprudencia
europea, ha añadido que para que una restricción sea necesaria en una sociedad
democrática:
Entre varias opciones para alcanzar ese objetivo debe escogerse aquélla que
restrinja en menor escala el derecho protegido. Dado este estándar, no es
suficiente que se demuestre, por ejemplo, que la ley cumple un propósito útil u
oportuno; para que sean compatibles con la Convención las restricciones deben
justificarse según objetivos colectivos que, por su importancia, preponderen
claramente sobre la necesidad social del pleno goce del derecho. 13

10 o
Comité de Derechos Humanos (CDH). Observación General N 29. Ob. cit. Parágrafo 7.
11
Cfr. CADH, Artículos 30 y 32.2
12 o
Cfr. CDH. Observación General N. 27. Parágrafo 11. En el mismo sentido, revísense los artículos
15 (Derecho de reunión); 16.2 (Libertad de asociación) y 22.3 (Derecho de circulación) de la
CADH.
13
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985. La colegiación obligatoria de
periodistas (Arts. 13 y 29 CADH). San José. parágrafo 46.

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El empleo de la fuerza pública contra las personas, si es realizado de un modo


compatible con los parámetros arriba expuestos, constituye una forma válida de
restricción de ciertos derechos esenciales de las personas (vida, integridad, libertad,
etc.) basada en razones de seguridad. Se trata, en suma, de reservarle a los Estados
un margen de utilización de fuerza, que se concreta en restricciones puntuales a estos
derechos y que justamente le permite no abdicar de su obligación de proveer orden y
seguridad a los ciudadanos.

1.2 Condiciones para garantizar un equilibrio entre seguridad y derechos


humanos a través de la fuerza pública
En primer lugar, una noción de seguridad compatible con los derechos humanos
debe tener al individuo y al respeto de su dignidad como su componente central. Este
ha sido el criterio de la Corte IDH en su jurisprudencia:
Está más allá de toda duda que el Estado tiene el derecho y el deber de
garantizar su propia seguridad. Tampoco puede discutirse que toda sociedad
padece por las infracciones a su orden jurídico. Pero, por graves que puedan
ser ciertas acciones y por culpables que puedan ser los reos de determinados
delitos, no cabe admitir que el poder pueda ejercerse sin límite alguno o que
el Estado pueda valerse de cualquier procedimiento para alcanzar sus
objetivos, sin sujeción al derecho o a la moral. Ninguna actividad del Estado
puede fundarse sobre el desprecio a la dignidad humana. 14
En segundo lugar, un elemento clave de una noción de seguridad compatible con los
derechos humanos es la proscripción del exceso o la arbitrariedad estatal en la
relación directa con las personas bajo su jurisdicción. 15
En tercer lugar, la seguridad con enfoque de derechos humanos supone también la
adopción de medidas positivas que aseguren el ejercicio más amplio de tales derechos
en la búsqueda del más pleno desarrollo de la persona y de la comunidad. 16

Para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por ejemplo, estas


obligaciones positivas en relación con la seguridad suponen que los Estados, al ser
depositarios del monopolio de la fuerza legítima, asuman funciones de prevención,
disuasión y represión del delito y de la violencia. 17 Finalmente, el deber de proveer
seguridad con enfoque de derechos humanos alcanza incluso a los actos ilegales de
agentes no estatales o particulares que afecten derechos fundamentales de las
personas, pues justamente las obligaciones positivas del Estado se dirigen a ejercer
control sobre ellos:
[Estas obligaciones de respeto y protección] proyectan sus efectos más allá de la
relación entre sus agentes y las personas sometidas a su jurisdicción, pues se
manifiestan también en la obligación positiva del Estado de adoptar las medidas
necesarias para asegurar la efectiva protección de los derechos humanos en las

14
Corte IDH. Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras, Sentencia de 29 de julio de 1988 (Fondo).
Parágrafo 154.
15
Cfr. CARRILLO SALCEDO, Juan Antonio. Soberanía de los Estados y Derechos Humanos en el
Derecho Internacional Contemporáneo. Madrid: Editorial Tecnos, 1995. Págs. 16 y ss.
16
Respecto de estas obligaciones generales del Estado, cfr. Corte IDH. Caso Velásquez Rodríguez
vs. Honduras. Cit. Parágrafo 166.
17
Cfr. CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos. OEA/Ser.L/V/II. Doc. 57, 31
diciembre 2009. P. 31. Parágrafo 72.

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relaciones inter‐individuales. La atribución de responsabilidad al Estado por actos


de particulares puede darse en casos en que el Estado incumple, por acción u
omisión de sus agentes cuando se encuentren en posición de garantes, esas
obligaciones erga omnes contenidas en los artículos 1.1 y 2 de la Convención. 18
Ahora bien, ¿cuáles son las medidas positivas que debe adoptar el Estado para que
su fuerza pública se ejerza equilibrando los deberes de proveer seguridad y de velar
por los derechos humanos?

Revise la Sesión virtual 1.

Luego de haber revisado la Sesión virtual 1, lo invitamos a revisar la siguiente lectura


para profundizar en el tema tratado en esta unidad.

Revisión de lecturas

Para profundizar en el estudio de este tema, usted deberá revisar la siguiente lectura:
Corte Interamericana de Derechos Humanos:

OFICINA DEL ALTO COMISIONADO PARA LOS DERECHOS HUMANOS


1990 Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por
los Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley. Ginebra: OACDH.
Consulta: 7 de agosto de 2015.
http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/UseOfForceAndFirear
ms.aspx

18
Cfr. Corte IDH: Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri vs. Perú. Sentencia de 8 de julio de
2004, Serie C No. 110, párrafo 91.

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1.3 Empleo de la fuerza y derecho humano a la vida


El derecho humano a la vida es el más fundamental de los derechos de las personas;
su goce “es un prerrequisito para el disfrute de todos los demás derechos humanos” al
punto que “de no ser respetado todos los derechos carecen de sentido”. 19 En su
acepción positiva, implica por parte del Estado tanto la obligación de adoptar medidas
internas que aseguren su pleno y libre ejercicio (tales como prevenir, juzgar y castigar
la privación de la vida como consecuencia de actos criminales) como la de crear las
condiciones que garanticen una existencia digna de las personas bajo su
jurisdicción. 20

En su acepción negativa supone la proscripción de la


privación arbitraria de la vida. Es justamente esta
segunda acepción la que nos interesa explorar desde la
perspectiva del empleo de la fuerza pública.
El empleo del término “privación arbitraria de la vida”
está presente en dos de los principales tratados de
derechos humanos que reconocen este derecho. 21 El
CDH, agrega que “los Estados Parte no sólo deben
tomar medidas para evitar y castigar los actos
23
criminales que entrañen la privación de la vida, sino
también evitar que sus propias fuerzas de seguridad
maten de forma arbitraria”. 22

Una primera reflexión importante es que la definición del término “arbitrario” resulta
clave para determinar cuándo una muerte causada por un funcionario encargado de
hacer cumplir la ley (FEHCL) 24 deviene en violación del derecho humano a la vida y
cuándo no. Por otro lado, cabe afirmar que, si solo se proscribe la privación “arbitraria”
de la vida, existen entonces privaciones “no arbitrarias” de la vida que, en
consecuencia, no constituirían violaciones a este derecho humano y que sería
necesario identificar caso por caso. El concepto de “arbitrariedad” en el empleo de la
fuerza pública y sus implicancias respecto de los derechos humanos se desarrollará
en el Tema 2 de este Módulo.

19
Cfr. Corte IDH. Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala
Sentencia de 19 de noviembre 1999 (Fondo), Serie C No. 63, parágrafo 144.
20
Corte IDH. Caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, parágrafo 153.
21
Cfr. PIDCP, art. 6.1; CADH, art. 4.1;
22 o
CDH. Observación General N. 6 Derecho a la vida. 16º período de sesiones (1982). Párrafo 3.
23
EL ESPECTADOR. “Consejo de Estado le ordenó al Ejército pedir perdón por ejecución
extrajudicial en 1993”. El Espectador. México D.F., 22 de mayo de 2015. Consulta: 20 de julio de
2015. http://www.elespectador.com/noticias/judicial/consejo-de-estado-le-ordeno-al-ejercito-pedir-
perdon-ej-articulo-561899
24
En adelante utilizaremos el término “Funcionario Encargado de Hacer Cumplir la Ley” (FEHCL)
para aludir a aquellos agentes estatales, sean policías o militares, que ejercen o pueden ejercer en
determinadas circunstancias funciones de Policía, tales como arresto, detención o uso de la fuerza
pública.

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1.2.1 Arma de fuego y derecho humano a la vida


El artículo 9 de los Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y Armas de
Fuego por los FEHCL (PPBB) establece:
Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley no emplearán armas de
fuego contra las personas salvo en defensa propia o de otras personas, en
caso de peligro inminente de muerte o lesiones graves, o con el propósito de
evitar la comisión de un delito particularmente grave que entrañe una seria
amenaza para la vida, o con el objeto de detener a una persona que
represente ese peligro y oponga resistencia a su autoridad, o para impedir su
fuga, y sólo en caso de que resulten insuficientes medidas menos extremas
para lograr dichos objetivos. En cualquier caso, sólo se podrá hacer uso
intencional de armas letales cuando sea estrictamente inevitable para proteger
una vida.25 (El subrayado es nuestro)
Son entonces cinco (5) los supuestos que justifican el empleo de un arma de fuego.
Tal como se lee en las últimas líneas del párrafo, los cinco tienen en común un marco
general de defensa de la vida y la condición de agotar medidas menos extremas antes
de recurrir al arma de fuego.
Una lectura detallada del citado artículo nos permite arribar a ciertas conclusiones que
resultan de mucha relevancia al momento de analizar el comportamiento de los
FEHCL en relación con el empleo del arma de fuego:

a) Los medios con los que se amenace la vida son irrelevantes

No existe mención alguna en el


Principio 9 de los PPBB ni en el resto
del instrumento a los medios con los
que la vida puede ser amenazada. En
otras palabras, los medios con los
que un presunto infractor ponga en
riesgo una vida no son determinantes
para justificar en un FEHCL la
necesidad de emplear el arma de
fuego contra él. 26

Esto destierra la errónea concepción según la cual un FEHCL solo puede emplear
el arma de fuego para repeler una amenaza generada con un medio de fuerza
equivalente o superior. Existen innumerables ejemplos en la realidad nacional e
internacional en los que la vida de las personas ha sido segada o puesta en
inminente riesgo a través de armas blancas, objetos punzocortantes,
contundentes e incluso a través de la sola fuerza física superior. Para Patrick y
Hall: “Una persona asesinada con un arma de fuego está tan muerta como aquélla
acuchillada hasta morir, aquélla pateada hasta morir o aquélla impactada con un

25
PPBB. Ob. Cit. Principio 9.
26
LA REPÚBLICA. “Defensoría del Pueblo pide reactivar diálogo en conflictos sociales de Piura”. El
Espectador. Lima, 23 de julio de 2015. Consulta: 03 de agosto de 2015.
http://larepublica.pe/impresa/sociedad/17306-defensoria-del-pueblo-pide-reactivar-dialogo-en-
conflictos-sociales-de-piura

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auto y asesinada. La fuerza letal tendría que ser razonable y justificada para
prevenir cualquiera de esos ejemplos”. 27

b) El peligro contra la vida debe ser “inminente”

Para que el empleo del arma de fuego se


encuentre habilitado, el riesgo contra la vida
que se pretende neutralizar debe ser inminente.
Esta regla deriva del propio Principio 9 cuando
establece que los FEHCL: “[N]o emplearán
armas de fuego contra las personas salvo en
defensa propia o de otras personas, en caso de
peligro inminente de muerte o lesiones graves”. 28

Para Patrick y Hall, “inminente” significa “simplemente que el peligro puede ocurrir
en cualquier momento. No tiene por qué haber ocurrido o estar ocurriendo
todavía, pero podría ocurrir en cualquier momento”. 29 Esto implica que el FEHCL
no está en la obligación de esperar a que la amenaza contra la vida se concrete ni
mucho menos a tener una certeza absoluta de que el hecho se concretará. Si un
FEHCL percibe de los hechos y de las circunstancias concretas, sobre la base de
su conocimiento y experiencia, que una situación determinada representa una
amenaza inminente de muerte para sí o para terceros, entonces está en la
obligación de emplear el arma de fuego para detener esa amenaza. Sobre el
particular, en el caso McCann vs. The United Kingdom, en el que agentes del
Ejército británico dispararon contra tres sospechosos que, según información de
inteligencia, estaban próximos a detonar un coche bomba frente a la Asamblea
Legislativa de Gibraltar, la Corte Europea de Derechos Humanos señaló que para
la decisión del empleo de la fuerza letal bastaba un riesgo “percibido como válido
en el momento” pues “[s]ostener lo contrario sería poco realista y supondría una
carga para el Estado y su funcionarios en el ejercicio de su deber, tal vez en
detrimento de sus vidas y las de los demás”. 30

c) El FEHCL no emplea las armas de fuego para causar la muerte


necesariamente
Debe quedar muy claro que el Principio 9 no es una norma orientada a justificar
las eventuales muertes que un FEHCL pudiera causar a través del empleo de su
arma de fuego. Muy por el contrario, el principio justifica el empleo del arma de
fuego contra las personas con la finalidad última de proteger vidas. Este enfoque
ha sido también recogido por la Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH) en
el caso McCann vs. The United Kingdom recién citado, cuando analiza las

27
PATRICK, Urey W. & John C. HALL. In defense of self and others. Issues, Facts & Fallacies: The
realities of Law Enforcement’s Use of Deadly Force. Durham: Carolina Academic Press, 2010.
Pág.175. Traducción libre.
28
RPP. “Gobierno regula el uso de la fuerza por parte de la Policía Nacional”. RPP. Lima, 16 de
agosto de 2015. Consulta: 17 de agosto de 2015. http://www.rpp.com.pe/2015-08-16-gobierno-
regula-el-uso-de-la-fuerza-por-parte-de-la-policia-nacional-noticia_827001.html
29
Ibídem. Pág.64. Traducción libre.
30
CEDH. McCann vs. United Kingdom. Case 17/1994/464/545. Sentencia del 5 de setiembre de
1995. Parágrafo 200.

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situaciones en las que la privación de la vida no se considera contraria al derecho


a la vida reconocido en el artículo 2 del Convenio Europeo para la Protección de
los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales (CEPDLF):
El texto del artículo 2°, leído integralmente, demuestra que el parágrafo 2 (art.
2-2) no define, en principio, situaciones en las que es permitido causar
intencionalmente la muerte a un individuo sino que describe las situaciones en
las que es permitido “usar la fuerza” lo cual podría derivar, como resultado no
intencional, en la privación de la vida.31

Ese ha sido también el sentido en el que se han


pronunciado los manuales de derechos humanos y
función policial aprobados en la región andina:
Cuando el/la Policía dispara su arma en
cumplimiento de su deber, no lo hace para
advertir, asustar, herir o desarmar; lo hace
para interrumpir de inmediato una agresión
en contra de su vida o la de terceros. El
objetivo es lograr que el agresor cese su
ataque de manera inmediata. El disparo de
arma de fuego en estas circunstancias puede
resultar letal, entre otras, por las
características del arma utilizada (o tipo de
munición), por la región del cuerpo en la que 33
éste impacta o por la capacidad de
resistencia física de la persona afectada. Esto
quiere decir que la letalidad no es
necesariamente consecuencia de una
intención deliberada del/de la Policía. 32

1.4 El empleo de la fuerza y el derecho humano a la integridad física


La integridad física es otro de los derechos esenciales del ser humano que puede
verse afectado a través del empleo de la fuerza pública. Una interesante definición del
derecho a la integridad física, que hace suya la Defensoría del Pueblo colombiana, es
la siguiente:
En el aspecto físico, la integridad personal hace referencia a la conservación del
cuerpo humano en su contexto anatómico y al equilibrio funcional y fisiológico de
los diferentes órganos. Este derecho protege la integridad física de las personas
de ataques injustos contra el cuerpo o la salud, que produzcan incapacidad para

31
Ibídem. Parágrafo 148. Traducción libre.
32
MINISTERIO DE JUSTICIA y otros - ECUADOR. Manual de Derechos Humanos aplicados a la
Función Policial. Ob. Cit. Pág. 228. En el mismo sentido, cfr. MINISTERIO DEL INTERIOR - Perú.
Manual de Derechos Humanos aplicados a la Función Policial. Ob. Cit. Pág. 70; y, POLICÍA
NACIONAL DE BOLIVIA. Manual de Técnicas Básicas de Intervención Policial en el contexto de
los Derechos Humanos. Ob. Cit. Pág. 92.
33
ENTORNO INTELIGENTE. “Proporcionalidad, congruencia y oportunidad, tres principios para el
uso de armas de la Policía”. ENTORNO INTELIGENTE. Lima, 26 de noviembre de 2014. Consulta:
17 de agosto de 2015. http://www.entornointeligente.com/articulo/4260088/Porporcionalidad-
congruencia-y-oportunidad-tres-principios-para-el-uso-de-armas-de-la-Policia-26112014

Pontificia Universidad Católica del Perú 13


Pedro Villanueva Bogani

trabajar o para desplazarse, o que le causen enfermedad, deformaciones físicas


o mutilación a cualquiera de sus miembros. 34 (El subrayado es nuestro)
La definición citada da pie para resaltar un aspecto clave de este derecho y sustancial
para su análisis en relación con el empleo de la fuerza pública. Y es que, a diferencia
de la prohibición de la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes que
claramente pertenecen al núcleo de derechos inderogables del ser humano, en el caso
del derecho a la integridad física sí resulta razonable interpretar que se trata de un
derecho pasible de restricciones válidas.
En efecto, cuando se acude a la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o Degradantes (CT), se encuentra que en la definición de tortura
se señala: “No se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que sean
consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o
incidentales a éstas”. 35 En igual sentido, en el ámbito interamericano, se pronuncia la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura (CIPST): “No estarán
comprendidos en el concepto de tortura las penas o sufrimientos físicos o mentales
que sean únicamente consecuencia de medidas legales o inherentes a éstas [...]”. 36
Para Cecilia Medina, la posibilidad de restringir el derecho a la integridad personal (y la
integridad física dentro de él) no admite duda y, más bien, reconoce que el reto se
encuentra en determinar los elementos que diferencian las conductas estatales
prohibidas de las permitidas:
[L]as conductas prohibidas no admiten restricción ni suspensión y, sin embargo,
es posible concebir tratamientos que afecten la integridad personal y que, sin
embargo, no violen la prohibición. De partida, podemos admitir que si se permite
la noción de legítima defensa para justificar una privación de la vida, es admisible
que una noción similar se utilice para justificar actos que afecten la integridad
personal; si se permiten las penas privativas de libertad, que muy probablemente
pueden causar sufrimiento psíquico y moral y, a veces, también físico, hay que
saber qué circunstancias transforman una privación de libertad en una violación
del artículo 5.2 de la Convención.37
La autora señala que dos son los elementos que distinguen las conductas estatales
prohibidas de las permitidas en lo que a la integridad personal se refiere: 1) la
existencia de un propósito ilegítimo; y 2) la severidad del sufrimiento. El primero se
expresaría en la búsqueda deliberada del sufrimiento para el logro de determinados
fines arbitrarios o simplemente en la búsqueda de causar humillación; el segundo se
expresaría, tal como lo señala la CEDH, en “un ‘maltrato’ que alcance un nivel mínimo
de severidad y que implique un daño corporal real o sufrimiento físico o mental
intenso”. 38

34
MADRID-MALO, Mario. Estudio sobre derechos fundamentales. Defensoría del Pueblo. Bogotá,
1994. Citado por: DEFENSORÍA DEL PUEBLO. Derecho a la Integridad. Bogotá, Defensoría del
Pueblo, 2001. Pág. 18. Disponible en:
http://www.defensoria.org.co/red/anexos/publicaciones/derecho_a_la_integridad.pdf
35
CT. Entrada en vigor: 26 de junio de 1987. Artículo 1.1 in fine.
36
CIPST. Entrada en vigor: 28 de febrero de 1987. Artículo 2 in fine.
37
MEDINA QUIROGA, Cecilia. La Convención Americana: Teoría y jurisprudencia. Vida, integridad
personal, libertad personal, debido proceso y recurso judicial. San José: Universidad de Chile,
Facultad de Derecho, Centro de Derechos Humanos, 2005. Pág. 153.
38
Ibídem. Pág. 155.

14 Instituto de Democracia y Derechos Humanos


Curso de Capacitación en Derecho Internacional Humanitario,
Fuerza Pública y Derechos Humanos

Si llevamos estas reflexiones al ejemplo concreto del empleo de la fuerza pública,


podríamos afirmar que, si se acredita que esta se utilizó contra una persona con un
claro objetivo ilegítimo como puede ser el amedrentamiento, la coacción o la
amenaza y el sufrimiento físico causado fue intenso, entonces la situación puede
llegar a calificar como tortura y, en tal sentido, como conducta absolutamente
prohibida. Ahora bien, tratándose de afectaciones que no reúnan los dos elementos
(objetivo ilegítimo y severidad), existe la necesidad de determinar si se trata de una
restricción razonable:
[El] artículo 5 tiene un plus, porque consagra el derecho a la integridad personal.
Este plus puede hacer una diferencia en el razonamiento. Si toda persona tiene
derecho a que el Estado o los particulares no interfieran con él o con sus
decisiones respecto de él, puede sostenerse que cualquier interferencia que no
se justifique de un modo razonable constituirá una violación a esa norma,
independientemente de si la conducta del Estado pueda ser subsumida en una de
las conductas prohibidas. Para ello será necesario examinar la conducta del
Estado en cuanto a su conducencia y proporcionalidad y constatar la ausencia de
otra alternativa para lograr el objetivo. 39 (El subrayado es nuestro)

Podemos concluir entonces que un FEHCL puede válidamente


afectar la integridad física de una persona a través del empleo de la
fuerza pública, en primer término, si el objetivo es legítimo y el daño
no produce un sufrimiento físico intenso que lo aproxime a la tortura
pero, además, si se demuestra que tal empleo fue razonable según
el criterio arriba citado.

39
MEDINA QUIROGA, Cecilia. Ob. Cit. Pág. 157.

Pontificia Universidad Católica del Perú 15

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