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LITERATURA DEL MEXICO ANTIGUO PREFACIO A la memoria de Angel Ma. Garibay K. AL ieuat que los arquedlogos han descubierto, durante las htimas déca- das, m4s numerosos testimonios del arte indigena y de lo que fue el flore- cimiento urbano en el México antiguo, también los fildlogos ¢ historiadores tienen ya a su alcance considerable caudal de textos con producciones lite- tarias, de origen prehispanico, en varios de los idiomas hablados en Meso- américa. A hallazgos en archivos y bibliotecas, sobre todo de México, Gua- temala, los Estados Unidos y Europa, se debe el rescate de un gran conjunto de obras, principalmente en néhuatl —la lengua de los toltecas y los aztecas-— y asimismo en varios idiomas de la familia mayense y, en menor proporcién, en otros como el otomi y el zapoteco. Desde los dias de 12 Conquista, hombres como Hernan Cortés y Bernal Diaz del Castillo, que expresaron admiracién ante ta suntuesidad de tem- plos y palacios, tuvieron también cierta noticia de los cantares y poemas, entonados por los nativos de México, como aquellos “‘a los que Moctezuma era aficionado”. ! Alusiones como ésta, y lo que el mismo Bernal consigné respecto de “las casas de los idclos, donde se guardaban muchos libros de papel, cogidos a dobleces, como a manera de pafios de Castilla”,? pueden citarse entre los mds tempranos testimonios acerca de las formas de que dispuso el hombre prehispdnico para consetvar el recuerdo de sus tradicio- nes ¢ historia, sus relatos y diversas formas de poesfa. En el concepto de literatura, en su més amplio sentido, cabe incluir esos textos preservados, por largo tiempo, a través de la tradicién oral y asimismo cuanto quedd redactado en las inscripciones, en monumentos y cédices, por medio de distintos tipos de escritura jeroglifica, 1 Bernal Diaz del Castillo, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva Espata, edicign preparada por Joaquin Ramirez Cabafias, 2 v., México, Editorial Porria, 1935, . §, p. 272. 2 Op. city o Lp. 143. x Cierto es que la conquista espafiola afecté hondamente a todo el con- junto de instituciones culturales prehispdnicas, y socavé, por tanto, la vita- lidad de la tradicién oral y trajo consige la destruccién de los viejos libros natives, muchos de los cuales se convirtieron en cenizas. Mas la imposicién venida de fuera no logré, a la postte, la desaparicién total del universo de simbolos, pensamiento y expresién del alma ind{gena. Algunos de los sabios del México antiguo, sobrevivientes a la Conquista, se interesaron, por cuen- ta propia, en iniciar el rescate de lo que consideraban su invaluable herencia. Valiéndose de su propia lengua, pero empleando ya en ocasiones el alfabeto tecién aprendido, pusieron por escrito muchos textos que pervivian en la tradicién oral. De este modo habria de llegar hasta nosotros, para dar sdélo un ejemplo, la serie de documentos nahuas, transcritos en 1528, que hoy se conocen como Uvos anales bistéricos de la nacién mexicana. Y bubo otros genuinos humanistas, como los franciscanos Andrés de Olmos y Bernardino de Sahagin, que también participaron en Ia empresa de hacer ¢} rescate del legado de historia y cultura de Mesoainérica, Gracias, en consecuencia, al mismo hombre indigena —que no pocas veces trabajé al lado de frailes humanistas hispanos— no se perdieron para siempre muesttas extraordinarias de las que ahora llamamos litetatutas prehispdnicas de México, en néhuatl, en varias lenguas mayanses y en otras mas. EI gran conjunto de fuentes que hasta hoy se conservan —y de fas que hablaré a su debido tiempe— permiten acercarnos a los mitos y leyen- das, crdnicas y relatos histéricos, himnos tituales, otra gran variedad de poemas, discursos, composiciones para ser representadas, escritos de cardc- ter religioso, calendarico y econémico, en resumen, testimonios de primera mano que nos ponen en contacto con el pensamiento, ta cultura y la vida prehispdnicas. Estas producciones constituyen la literatura de pueblos que vivieron, durante milenios, aislados bdsicamente de contacto con el Viejo Mundo. Ofrecen la posibilidad extraordinaria de estudiar al hombre como creador de cultura, con historia, es decir con plena conciencia de sf mismo, en un dmbito diferente de aquellos en que se desartollaron las civilizaciones de Asia, Africa y Europa, El estudio y disfrute de estas literaturas conciernen, primotdialmente, al mexicano y a los pueblos todos de Iberoamérica porque, de un modo o de otto, tienen ellos en lo indigena una de sus raices culturales, en algunos casos, la de mayor profundidad. Por otta parte, cuantos se interesan por conocer toda manifestacidn de alta cultura —los estudiosos y humanistas de cualquier rumbo del planeta— podrén hallar en as creaciones literarias del México antiguo testimonios de gentes que, en términos de su propia visién del mundo, lograron atisbos en verdad dignos de valoracién y andlisis. Este libro viene a formar parte de la Biblioteca Ayacucho, que, seguin el propdsito de sus editores, aspira a convertirse en coleccién representativa de Ja cultura de Iberoamérica, desde sus origenes hasta el presente, En otros x

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