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MARCO TEÓRICO.

El diccionario de la real academia española define el altruismo como “Diligencia en

procurar el bien ajeno aun a costa del propio.”

Para Oliner (2002) un comportamiento es altruista siempre y cuando cumpla con los

siguientes criterios:

1) sea dirigido a ayudar a alguien más

2) involucre riesgo o sacrificio para el actor

3) no sea acompañado por ninguna recompensa externa

4) sea voluntario.

Desde la psicología social se han postulado diferentes teorías y posturas dedicadas al

análisis del altruismo entre estas podemos encontrar la postura del altruismo recíproco, según

Bowles (2004) este tipo de altruismo puede definirse como “aquellas acciones que confieren

un beneficio a otros con un coste para sí mismo, pero con la perspectiva de un beneficio

recíproco subsiguiente suficiente para cubrir costos” (p. 441). Así mismo Trivers (1971)

expresa que el altruismo reciproco emerge cuando:

1) Hay numerosas situaciones altruistas

2) Cuando determinado altruista actúa repetidamente con el mismo pequeño conjunto de

individuos

3) Cuando pares de altruistas están expuestos simétricamente a situaciones altruistas.

La postura de Trivers explica el altruismo reciproco desde la relación costo-beneficio ya

que el costo del altruismo es compensado por las retribuciones recíprocas asociadas a éste.

Desde un punto de vista conductista Skinner (1978) señaló que “aprendemos a ayudar o a

hacer el bien… debido a las consecuencias derivadas de ello. Algunas veces ayudamos
porque la incapacidad de los demás nos resulta aversiva. Ayudamos a los que nos ayudan, y

dejamos de ayudarlos cuando dejan de hacerlo” (p. 33).

Para Hinde y Groebel (1991) se deben tener en cuenta cuatro variables básicas al momento

de querer entender el alcance de esta conducta, estas cuatro variables son:

1) Lugar el entorno social y las normas en cuyo contexto se lleva a cabo la conducta

2) La relación entre costes y beneficios que conlleven el desarrollo de la acción para el

actor.

3) Cómo es esta conducta considerada por los demás.

4) Las características de la personalidad del actor, es decir, la existencia de rasgos de una

personalidad altruista.

Schwartz y Howard, (1984), proponen el modelo procesual del altruismo, este explica las

fases por las que debe pasar una persona para tomar la decisión o no de llevar a cabo una

acción altruista, según este modelo un sujeto debe pasar sucesivamente por tres fases previas:

Atención, Motivación y Evaluación (fig.1); gracias a este proceso la persona es capaz de

percibir si su ayuda es necesaria en una situación específica.

 Fase 1, ATENCIÓN: El sujeto efectúa un reconocimiento de la situación, este

reconocimiento se da por la experiencia que ha tenido antes este sujeto. Luego se inicia

un proceso de selección de una acción altruista adecuada e inmediatamente un

planteamiento personal de auto-atribución de competencia.

 Fase 2, MOTIVACIÓN: En esta fase el sujeto procede a la construcción de una norma

personal y a la generación de sentimientos de deber moral. También se hace una

evaluación de posibles consecuencias que se derivan de la acción, aquí el sujeto evalúa

tanto los costes como los beneficios que le traen llevar a cabo tal actuación altruista.
 Fase 3, EVALUACIÓN: En esta fase el sujeto hace una evaluación de los costes y

beneficios, si la evaluación es negativa el sujeto podría no llevar a cabo la actuación

altruista y si la evaluación es positiva el sujeto llevará a cabo la acción altruista.

Clary y Snyder, (1991) (Clary y Snyder, 1991, citados por Castro, Ricardo, 2002)

proponen seis funciones motivacionales que pueden iniciar y mantener la participación

voluntaria: Valores, Conocimiento, Social, Currículum, Protectora & Crecimiento personal.

Huston, Geis y Wright (1976) (Huston, Geis & Wright, 1976, citados por Araque,

Córdoba, Clar, García-Brisach, García-Piñana, García-Verdugo, Lozano & Vila, 1996) los

cuales indagaron hasta qué punto la imagen que tenemos de un buen samaritano se

corresponde con los samaritanos de carne y hueso que abundan en la calle. El factor que

impulsó la realización de esta investigación fue que en 1965 se sancionó en California la

«Ley del buen samaritano», con esta ley se compensaba a las personas por los daños que

hubieran sufrido al procurar impedir cualquier crimen, tratar de detener a un delincuente o

ayudar en una situación de emergencia. A través de diferentes instrumentos como entrevistas


y pruebas psicológicas Huston et.al establecieron un retrato complejo del «buen samaritano»,

a partir de una muestra de californianos beneficiados con esa ley.

En 1972 Clark y Word (Clark & Word, 1972, citados por Araque, Córdoba, Clar, García-

Brisach, García-Piñana, García-Verdugo, Lozano & Vila, 1996) con el objetivo de estudiar

los rasgos pro-sociales crearon una situación de emergencia, en esta situación un obrero de

mantenimiento del edificio había trepado por una escalerilla de metal, tropezando y

posteriormente cayendo al suelo, arrastrando consigo la escalera. Este sujeto lanzó un quejido

y pidió auxilio. Sujetos que presenciaron la escena corrieron a socorrer a la víctima, sin

importar si iban acompañados o solos. Luego estos investigadores decidieron hacer un

segundo experimento con iguales condiciones, sin embargo, en esta situación el sujeto

afectado no verbalizó el daño que había sufrido, en este experimento se observó que sólo el

30% de los sujetos lo socorrieron.

Entre 1969-1975 Piliavin y Rodin y Piliavin teniendo en cuenta el costo y la retribución

postularon un estudio del altruismo, para esto colocaron a un actor en subterráneo

neoyorquino el cual hacía el papel de un joven que se encontraba ebrio y que olía fuertemente

a alcohol, solo en el 50% de los ensayos realizados al joven le prestaron ayuda. Con esto los

investigadores concluyeron que auxiliaron al joven en un porcentaje bajo debido a que el

hecho de auxiliar a este joven traía consigo costes muy altos comparados con el hecho de no

auxiliarlo.

Para 1972 los psicólogos John Darley y C. Daniel Batson se propusieron investigar si la

religión tiene algún efecto sobre el comportamiento de ayuda al prójimo, esto lo hicieron

basándose en la parábola del buen samaritano: «Un hombre iba a Jerusalén de Jericó cuando

cayó en manos de ladrones, quienes lo robaron, golpearon y se fueron, dejándolo medio

muerto. Luego, casualmente, un sacerdote pasó por el mismo camino y, al verlo, optó por
cruzar la calle. Lo mismo hizo un levita cuando llegó al lugar, lo vio y se pasó para el otro

lado. Pero un viajero samaritano pasó junto a él y al verlo se llenó de piedad. Se acercó a él

y vendó sus heridas después de poner aceite y vino en ellas.» (Lc 10:30-35)

Apoyándose en la enseñanza de esta historia es así como estos investigadores deciden

realizar un experimento con 67 seminaristas del Princeton Theological Seminary y a un actor

el cual haría el papel de una persona necesitada. Con los 67 seminaristas voluntarios se

formaron dos grupos. Al primer grupo se les contó la parábola del buen samaritano y se les

encomendó realizar un sermón sobre dicha parábola. A el otro grupo no se les contó la

parábola, y se les encomendó realizar una charla sobre las oportunidades laborales.

J. Darley y D. Batson plantearon tres hipótesis:

1. La gente que piensa en lo religioso, los pensamientos de "ayuda" todavía no serían

más propensos que otros a ofrecer ayuda.

2. Las personas con prisa tendrán menos probabilidades de ofrecer ayuda que otras.

3. Las personas que son religiosas a la manera samaritana tendrán más probabilidades

de ayudar que las de un sacerdote o levita.

Los investigadores le pidieron al grupo de seminaristas que preparasen un sermón basado

en la parábola de “El buen samaritano”. Después de haber preparado sus sermones, se les

informó a los seminaristas de que los sermones serían filmados en otro edificio; se les indicó

cómo llegar y fueron enviados allí. Sin que ellos lo supieran, cada paso que daban era

observado en secreto por los investigadores. A los participantes del experimento se les

brindaron tiempos diferentes de entrega del sermón así que algunos realizaron la tarea con

prisa y otros no. Durante su camino al edificio los investigadores introdujeron aun actor en

el camino de los participantes, este actor daba muestras de necesitar ayuda: estaba tirado en

un portal en el cual tosía, se acurrucaba por el frío, se quejaba y tenía los ojos cerrados. Las
condiciones se habían arreglado para que algunos jóvenes tuviesen el tiempo justo para llegar

al sitio donde debían dar el sermón mientras que otros tenían suficiente tiempo de forma que

no estaban apresurados. Posterior a esto, se les pidió a los seminaristas que llenaran un

cuestionario donde se les preguntaba cuándo fue la última vez que vieron a una persona en

apuros y la ayudaron. Este cuestionario tenía una escala de ayuda:

En un callejón pasaron junto a un hombre sentado desplomado en la puerta, que gimió

y tosió dos veces mientras pasaban.

0 no notó a la víctima como necesitada

1 necesidad percibida pero no ofreció ayuda

2 no se detuvo, pero ayudó indirectamente (le dijo al asistente al llegar)

3 se detuvo y preguntó si la víctima necesitaba ayuda

4 después de parar, insistió en llevar a la víctima adentro y luego lo dejó.

5 se negó a dejar a la víctima, o insistió en llevarlo a algún lugar

Luego de llenar este cuestionario se realizaron entrevistas con los seminaristas que no

reconocían haber visto recientemente a una persona demandante de ayuda o si afirmaban que

no la habían ayudado, se desarrollaba una entrevista posterior para analizar las causas de este

comportamiento.

Los resultados que se obtuvieron de este experimento fue que no hay correlación entre

sujetos religiosos y la conducta de ayuda, esto debido a que los voluntarios que habían

preparado el sermón sobre la ayuda al prójimo no se detuvieron más veces que los que se

habían preparado la charla sobre las oportunidades laborales. El factor determinante de que

el seminarista se parara a ayudar al prójimo fue el tiempo. Sólo un 10% de las personas que
iban justas de tiempo se detuvo a ayudar al samaritano, independientemente de la charla que

se hubieran preparado, en cambio, de las personas que iban sobradas de tiempo, un 64% se

pararon a ayudar a aquel hombre, independientemente de la charla que se habían preparado.

Alrededor de la década de los ochenta se produjeron numerosos debates sobre si existeía

o no una personalidad altruista. Se consideraron variables que explicaban la disposición

altruista entre estas se incluyen variables: las tendencias cognitivas y afectivas orientadas

hacia la compasión, responsabilidad social, atribución de responsabilidad, y toma de

perspectiva (Batson el al., 1986).


REFERENCIAS.

1) Skinner, B. F. (1978). Reflections on behaviorism and society. Englewood Cliffs,

NJ: Prentice Hall

2) Oliner, S. (2012) Extraordinary acts of ordinary people: Faces of heroism and

altruism. En: S. Post, L. Underwood, J. Schloss, & W. Hurlbut (Eds.). Altruism

and altruistic love: Science, philosophy and religion in dialogue (pp. 123-139).

New York, NY: Oxford University Press

3) Bowles, S. (2004). Microeconomics: behavior, institutions, and evolution.

Princeton, NJ: Princeton University press.

4) Trivers, R. (1971). The evolution of reciprocal altruism. The Quarterly Review of

Biology, 46, 35-57.

5) Real Academia Española. (2018). Diccionario de la lengua española (23.a ed.).

Recuperado de: http://dle.rae.es/

6) Darley, J. M., & Batson, C. D. (1973). " From Jerusalem to Jericho": A study of

situational and dispositional variables in helping behavior. Journal of personality

and social psychology, 27(1), 100.

7) Araque, E., Córdoba, J., Clar, L., García-Brisach, I., García-Piñana, S., García-

Verdugo, M., ... & Vila, M. (1995). El Altruismo en el ámbito universitario.

8) Schwartz, S. H., & Howard, J. A. (1984). Internalized values as motivators of

altruism. In Development and maintenance of prosocial behavior (pp. 229-255).

Springer, Boston, MA.Hinde, R. A., & Groebel, J. (Eds.). (1991). Cooperation

and prosocial behaviour. Cambridge University Press.

9) Snyder, M., & Clary, E. G. (1991). A functional analysis of altruism and prosocial

behavior. Review of Personality and Social Psychology, 12, 119-148.


10) CASTRO, R. D. (2002). Voluntariado, altruismo y participación activa en la

conservación del medio ambiente. Psychosocial Intervention, 11(3).

11) Piliavin, I. M., Rodin, J., & Piliavin, J. A. (1969). Good samaritanism: an

underground phenomenon?. Journal of personality and social psychology, 13(4),

289.

12) Darley, J. M., & Batson, C. D. (1973). " From Jerusalem to Jericho": A study of

situational and dispositional variables in helping behavior. Journal of personality

and social psychology, 27(1), 100.

13) AVALOS, L. P., IÑESTA, E. R., ORTIZ, I. L., & SERNA, B. L. (2015).

Interacciones altruistas totales como función de la inducción de reciprocidad.

Revista Mexicana de Análisis de la conducta, 41(1), 32-52.

14) Batson, C. D., Bolen, M. H., Cross, J. A., & Neuringer-Benefiel, H. E. (1986).

Where is the altruism in the altruistic personality?. Journal of Personality and

Social Psychology, 50(1), 212.

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