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Manifiesto 2018

¡RECONSTRUYAMOS NUESTRA NACIÓN!


NOVIEMBRE DE 2018*

“El derecho al desarrollo es un derecho humano inalienable en virtud del cual todo
ser humano y todos los pueblos están facultados para participar en un desarrollo
económico, social, cultural y político en el que puedan realizarse plenamente todos
los derechos humanos y libertades fundamentales, a contribuir a ese desarrollo y a
disfrutar de él” (Declaración sobre el derecho al desarrollo, Asamblea General de
la ONU, 1986).

Quienes firmamos este documento, catedráticos e investigadores miembros


del Consejo Nacional de Universitarios por una Nueva Estrategia de Desarrollo,
compartimos la esperanza de los 30.1 millones de mexicanos que en las pasadas
elecciones empuñaron sus votos electorales en favor del cambio, como
manifestación masiva de la indignación y el hartazgo de la ciudadanía ante la crisis
de inseguridad pública y de violencia; ante la corrupción y los pactos de impunidad
que estimulan los crímenes y fomentan el enriquecimiento ilícito; ante la flotante
casta de políticos que luchan por los cargos públicos como botín pero no conectan
con las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos; ante los privilegios que se
autoasignan los altos funcionarios públicos y la vida de lujo que se dan con dinero
de los contribuyentes; ante la afrentosa desigualdad que ubica al presidente de la
Suprema Corte de Justicia de México como el mejor pagado del planeta (con un
salario mensual en 2018 de 651,741 pesos) y al salario mínimo en México (de 2,651
pesos al mes) como el más bajo no solo entre los países de la OCDE sino también
de América Latina; ante la creciente pobreza, marginación, polarización social y
emigración de más de trece millones de mexicanos que se han ido al extranjero
durante las últimas tres décadas y media en busca de empleos que no encuentran
en nuestra patria, debido a la obcecada aplicación de una estrategia económica
claramente fracasada en términos de crecimiento del producto nacional y del
bienestar de la mayoría de los mexicanos.

De hecho, cumplimos ya tres décadas y media perdidas para el desarrollo:


durante el periodo 1983-2017, el PIB mexicano apenas creció a una tasa media de
2.3% anual; y el crecimiento económico per cápita fue de sólo 0.7% anual, con un
crecimiento per cápita acumulado de 29.1% en estos 35 años. Comparativamente,
durante el periodo 1935-1982, el PIB mexicano creció a una tasa media de 6.1%
anual y el crecimiento del PIB per cápita fue de 3.2% anual, con un crecimiento
acumulado per cápita de 348% en 48 años. En 1982, México era la octava economía
del planeta con un PIB de 632,521 millones de dólares estadounidenses (mdd) a
precios constantes de 1990 corregidos a paridad de poder adquisitivo (PPA),
mientras que China era la décima economía, con un PIB de 515,321 millones de
dólares PPA de 1990. Treinta y cinco años después, China se había convertido ―de
acuerdo con este indicador― en la primera economía del mundo, con un PIB de
13,688,913 mdd PPA de 1990; mientras que México había descendido al onceavo
lugar con un PIB de 1,452,607 mdd PPA de 1990.
No sólo extraviamos el camino del desarrollo, también sufrimos un fuerte
deterioro del bienestar de las mayorías nacionales. Durante el periodo 1983-2017,
los salarios mínimos perdieron el 69.1% de su poder de compra, los salarios
contractuales en las ramas de jurisdicción federal sufrieron una caída real de 63.6%,
y los ingresos medios de los campesinos se redujeron más de un tercio en términos
reales; se agigantó el empleo informal hasta incluir al 56.9% de los ocupados; y más
de treinta millones de mexicanos cayeron en la pobreza. Nos enfilamos así hacia
una grave pérdida de cohesión social, cuyas manifestaciones son cada vez más
alarmantes.

Saldremos de este túnel oscuro. El vibrante anhelo de cambio emergido desde


muy amplios y diversos segmentos sociales es la expresión de la esperanza. ¿Pero
qué habrá después de la oscuridad? ¿Cuál es el México posible al que aspiramos y
deseamos ver a plena luz? No hay duda: la restauración de la cohesión social, de
la convivencia justa y digna entre los mexicanos, exige un magno esfuerzo de
inteligencia colectiva, de buena fe y de convergencia de voluntades para encontrar
los caminos viables de un México mejor.
Precisamente cuando fundamos el Consejo Nacional de Universitarios por una
Nueva Estrategia de Desarrollo nos trazamos como primer objetivo: “conjuntar
nuestros esfuerzos para formular un sistema integral de propuestas viables de
políticas públicas capaces de superar el pobre y errático desempeño mostrado por
la economía mexicana durante las últimas décadas, fortalecer la cohesión social de
nuestra nación y abrir los cauces de un desarrollo sustentable, incluyente, equitativo
y democrático”.** Ahora, frente al horizonte abierto a la esperanza, proponemos los
siguientes cursos de acción para la reconstrucción de nuestra nación:***

I
QUÉ HACER PARA QUE LA ECONOMÍA CREZCA MÁS
Y GENERE SUFICIENTES EMPLEOS DIGNOS

El primer gran reto es superar la pobreza y reducir la desigualdad que padece


nuestra nación, lo cual no es susceptible de lograrse a través de simples
mecanismos de compensación social; para lograrlo es preciso articular de manera
soberana, sinérgica y positivamente, la política económica y la social, a fin de
asegurar la plena inclusión de toda la población en las tareas y los beneficios del
desarrollo, dejando atrás la marginación y la exclusión. Por ello proponemos:

1. Fortalecer el mercado interno como el principal motor del desarrollo


económico, a través de la elevación sostenida del poder adquisitivo de los salarios
y del estímulo a la producción de bienes de consumo, intermedios y de capital de
origen nacional, lo que traerá consigo el mejoramiento de la calidad de vida de la
población y mayores encadenamientos productivos internos, tanto de las industrias
que abastecen el mercado interno como de las industrias exportadoras, con la
consiguiente mayor generación de empleos dignos. (Por el contrario, la estrategia
económica vigente que erige el mercado externo como el principal motor de
desarrollo, fincando la competitividad de las exportaciones en una política de bajos
salarios y en la liberalización comercial para importar bienes intermedios y de
capital, ha traído consigo la caída del poder de compra de los trabajadores, la
desarticulación interna de la planta productiva y una menor generación de empleos,
debilitando sistemáticamente el mercado interno).

Para lograr un mayor y más dinámico crecimiento del mercado interno es


necesario promover la competencia y regular los mercados oligopólicos para poner
coto a los poderes económicos dominantes, reduciendo así la pérdida absoluta de
los hogares y de las micro, pequeñas y medianas empresas que pagan precios
oligopólicos por numerosos bienes y servicios, liberando de este modo un poder de
compra adicional que hará crecer más el mercado interno. En consecuencia,
proponemos asegurar la plena autonomía y el fortalecimiento de las instituciones
responsables de promover la competencia y, sobre todo, establecer precios
máximos para los bienes y servicios en mercados oligopólicos.

Proponemos también aplicar una política de comercio exterior pragmática que


utilice al máximo los márgenes de maniobra para regular nuestro comercio exterior,
aplicando (exactamente igual a como proceden —aunque no lo prediquen—
Estados Unidos, Canadá y los demás países desarrollados) aranceles, normas
técnicas, salvaguardas y disposiciones contra prácticas desleales de comercio, a
las cuales tenemos derecho en la OMC e incluso en los acuerdos comerciales
vigentes de los que México es parte contratante, sin demérito de aplicar órdenes de
mercadeo y otras restricciones cuantitativas habitualmente aplicadas por los países
desarrollados y por las exitosas economías emergentes.

2. Para minimizar la volatilidad del crecimiento económico y de la generación


de empleos proponemos redireccionar las políticas macroeconómicas (monetaria,
fiscal y cambiaria) desde el enfoque actual centrado en la estabilidad de precios y
el balance fiscal, hacia un enfoque centrado en el crecimiento sostenido de la
economía real. Para lograr este objetivo proponemos reformar la Ley del Banco de
México, a fin de ampliar el mandato de nuestro banco central, que hoy tiene como
única tarea macroeconómica el control de la inflación, para que se ocupe también
—como hacen los bancos centrales de Estados Unidos y Canadá— del crecimiento
sostenido del producto nacional y del empleo; y reformar la Ley Federal de
Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, a fin de ampliar el mandato de la SHCP
para que no sólo atienda el balance fiscal, sino también sea corresponsable del
crecimiento sostenido de la economía real y del empleo. Proponemos también una
política de tipo de cambio real competitivo que contribuya al crecimiento sostenido
del producto nacional y del empleo por dos vías: 1) apuntalando la competitividad-
precio de los productos mexicanos, tanto en los mercados externos, como en el
mercado interno frente a las importaciones, y 2) asegurando el equilibrio sostenible
de las cuentas externas, lo que permitirá poner fin a los ciclos de freno y arranque
originados en choques externos que desfondan nuestra economía debido a la
vulnerabilidad que provoca la insana dependencia del ahorro externo. Finalmente,
para reducir los elevados costos de la acumulación de reservas internacionales ―y
los riesgos que esto implica, derivados del carácter golondrino de la inversión
extranjera en títulos de deuda pública― proponemos reducir los requerimientos de
reserva mediante los mecanismos macroprudenciales aprobados por el FMI, que
incluyen el eventual control de capitales, liberando así excedentes de divisas que
deben ser utilizados para estimular el crecimiento económico, canalizándolos a
inversiones productivas.

3. Desplegar una nueva estrategia de industrialización con cuatro objetivos


básicos: 1) incrementar la articulación interna de la planta productiva; 2) lograr una
balanza comercial manufacturera equilibrada; 3) inducir una elevada tasa de
generación de empleos manufactureros; 4) cerrar la brecha tecnológica y de
estructura industrial entre México y los países líderes, incluso en las industrias de
tecnología avanzada. Para lograr estos objetivos, los instrumentos fundamentales
de política pública son: 1) políticas macroeconómicas favorables al desarrollo
manufacturero, especialmente la política de tipo de cambio real competitivo antes
indicada; 2) políticas generales de fomento económico (construcción de
infraestructura, formación de recursos humanos, sistema financiero competitivo,
etc.); 3) instrumentos horizontales de fomento manufacturero, es decir aplicables
sin distinción de sectores, como son los incentivos a la innovación y a la
transferencia tecnológica, y los apoyos crediticos con tasas preferenciales para
micros, pequeñas y medianas industrias, entre otros; 4) formulación de una
estrategia sectorizada de desarrollo industrial dirigida prioritariamente a aquellos
sectores que generan mayores beneficios y efectos multiplicadores (desarrollo
tecnológico, encadenamientos productivos con mayor participación de micros,
pequeñas y medianas empresas, economías de redes, etc.); 5) instrumentos
sectoriales de fomento de los sectores prioritarios e innovadores, utilizando los
márgenes de maniobra que tenemos en el TLCAN y la OMC, como son el crédito
preferencial, las compras públicas, el apalancamiento o asociación con capital de
riesgo por la banca de desarrollo, y subsidios especiales. Hay que recordarlo: los
procesos de industrialización exitosos han derivado de especialidades y ventajas
competitivas adquiridas a propósito mediante resueltas acciones de política
industrial.

4. Restablecer nuestra soberanía alimentaria y promover el desarrollo


incluyente del sector agropecuario, forestal y pesquero. Es factible sustituir la
importación de alimentos por producción nacional, aumentando la productividad y
el empleo rural, así como el ingreso de los campesinos y demás productores,
mediante los siguientes instrumentos de fomento: 1) un sistema de precios de
garantía o soporte, o bien generalizar el sistema de ingreso objetivo introducido
desde 2002-2003, extendiéndolo a todas las zonas de producción del país y a todos
los productos y cultivos básicos definidos en la Ley de Desarrollo Rural Sustentable;
2) reestructurar el sistema público de desarrollo de la ciencia y la tecnología en el
ámbito agropecuario, forestal y pesquero, para disminuir costos unitarios, introducir
tecnologías de bajo costo energético y minimizar los efectos del cambio climático,
apoyando su difusión a través de robustos programas de extensionismo; 3)
incrementar sustancialmente la inversión pública en infraestructura rural (obras
hidráulicas, caminos, recuperación de suelos, bodegas, etc.); 4) asegurar una oferta
satisfactoria de crédito fresco para las actividades agropecuarias (con
segmentación de tasas, según el tipo de productor y vinculándolo a programas de
asistencia técnica), acompañando el crédito con seguro agrícola con primas
subsidiadas, e introduciendo un sesgo preferente hacia los fondos de
autoaseguramiento y las organizaciones de productores; 5) desarrollar programas
diferenciados para la atención de los diversos segmentos de productores, dada la
macrodiversidad productiva y la estructura de productores de nuestro país,
atendiendo especialmente a las pequeñas unidades de producción campesinas; 6)
un sistema integral de pagos por servicios ambientales, orientado a mitigar el
cambio climático y detener o revertir el deterioro de nuestros recursos naturales; 7)
intervención para la corrección de fallas de mercado, atacando prácticas
anticompetitivas, reduciendo el peso de los monopolios, corrigiendo también las
formas de intervención gubernamental que auspician la creación de monopolios
privados, y promoviendo la reducción de costos de intermediación a través de la
modernización de los arcaicos sistemas de mercado y logística de los alimentos que
aún prevalecen en amplias zonas del país; 8) asegurar una oferta suficiente de
semillas mejoradas de polinización libre y aplicar el principio precautorio respecto a
las semillas transgénicas.

5. Proponemos una política energética en los siguientes cursos de acción: 1)


administrar inteligentemente los declinantes recursos petroleros del país; 2) acelerar
la transición hacia fuentes limpias de energía, con especial atención hacia las
fuentes renovables; 3) establecer una estrategia endógena de investigación y
desarrollo tecnológico en materia energética con visión de largo plazo; 4) concentrar
atención y recursos en la racionalización del consumo de energía; 5) elevar la
eficiencia y la seguridad en la cadena de suministro de petrolíferos y gas natural
reduciendo la importación de petrolíferos y aumentando la integración nacional de
la petroquímica; 6) garantizar el acceso de todos a la electricidad y eliminar el riesgo
de escasez y precios altos; 7) revalorar el papel de Pemex y CFE en el desarrollo;
8) mejorar la transparencia y la rendición de cuentas en las actividades, las
empresas y los reguladores; y 9) democratizar la política energética y respetar las
decisiones de las comunidades; 10) para asegurar la sostenibilidad energética del
país, y en virtud de que la reforma energética aprobada por el congreso en 2013 fue
rechazada por más del sesenta por ciento de la ciudadanía según diversas
encuestas, proponemos abrogar dicha reforma devolviendo al Estado la plena
soberanía en materia energética, sin demérito de cumplir los contratos ya firmados.
Mientras tanto, una de nuestras mayores preocupaciones ―aducida por la
ciudadanía como una de las razones de su rechazo a la reforma energética― ha
sido también compartida por el colega Paul Krugman, quien durante una de sus
estancias en México (27/03/2015) advirtió que en procesos de privatización del
sector energético ha habido casos, incluso en Estados Unidos e Israel en los que
las concesiones o licitaciones “han resultado ser un regalo”. Por eso proponemos
una urgente batería de medidas en materia de transparencia y rendición de cuentas
en el sector energético, comenzando por garantizar la difusión y la consulta pública
de autorizaciones, contratos, asignaciones, permisos, alianzas, sociedades,
asociaciones, coinversiones que el Estado conceda o suscriba con particulares,
empresas productivas del Estado, subsidiarias y filiales, así como de todos aquellos
que éstas celebren.
6. Proponemos una política de Estado en materia de ciencia, tecnología,
innovación y competitividad a través de los siguientes cursos de acción: 1)
incrementar significativamente la cantidad y la calidad del gasto público en ciencia
y tecnología; 2) descentralizar el sistema científico y tecnológico bajo una clara
estrategia de regionalización y articulación con la estrategia de industrialización
antes definida; 3) invertir en la formación de recursos humanos que impulsen la
generación y transferencia de conocimientos así como la innovación en las esferas
productiva, gubernamental, científica y de desarrollo tecnológico; 4) fomentar los
vínculos de las empresas privadas y del sector social con los centros de
investigación públicos y con las instituciones educativas; 5) desarrollar programas
de fomento a la innovación atendiendo especialmente las redes locales de pymes
innovadoras; 6) pasar a una visión integral de la competitividad sistémica de la
economía nacional, que atienda el conjunto de sus determinantes, incluyendo la
calidad de las instituciones, la infraestructura, el ambiente macroeconómico, la salud
de la población, la educación superior y la capacitación de los trabajadores, el
desarrollo del sistema financiero, entre otras, a fin de que el Estado asuma y cumpla
eficazmente sus responsabilidades en el desarrollo de la competitividad nacional.
La atención de estas áreas es uno de los factores explicativos del éxito económico
de las naciones; constituye un componente fundamental de una estrategia
consistente para elevar la eficiencia y generar empleos cada vez mejor
remunerados; y es, por ello, factor relevante para que México logre ir cerrando las
brechas ―de productividad, ingreso y calidad de vida― que nos separan de los
países industrializados o de altos ingresos.

II
QUÉ HACER PARA LOGRAR EL PLENO EJERCICIO
DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES

Para reconstruir la cohesión social de nuestra nación y avanzar hacia niveles


superiores de desarrollo, dos esfuerzos ―magnos pero económicamente viables―
son indispensables: 1) lograr la plena inclusión de todos los mexicanos en las tareas
y los beneficios del desarrollo; 2) que el Estado mexicano cumpla cabalmente su
mandato constitucional de garantizar el pleno ejercicio de los derechos económicos,
sociales y culturales reconocidos en nuestra Constitución y en los tratados
internacionales de los que México es parte. Para ello proponemos:
1. Instrumentar políticas de empleo digno, distribución del ingreso y superación de
la pobreza. Puesto que la insuficiente generación de empleos formales está
asociada a la baja tasa media de crecimiento del PIB (que fue de 2.3% anual durante
el periodo 1983-2017), la cual ha sido causada por la estrategia económica aplicada
desde 1983 hasta el presente, proponemos pasar a una nueva estrategia de
desarrollo ―cuyos instrumentos fundamentales resumimos en este documento―
que asegure un crecimiento del PIB similar al observado durante el periodo 1935-
1982, que fue de 6.1% anual.

Proponemos también una política salarial que tenga dos objetivos: 1) elevar
paulatinamente el poder adquisitivo de los trabajadores; y 2) mejorar la distribución
del ingreso entre los factores de la producción. Para lograrlo, la tasa de incremento
anual de los salarios mínimos debe superar la suma de las tasas de inflación y de
incremento de la productividad observadas en el año previo. Una política salarial así
fue aplicada en México durante la época del desarrollo estabilizador: no provocó
inflación (su tasa media fue de 2.5% anual en el periodo 1959-1970), y sí permitió
una incremento del PIB a una tasa media del 6.7% anual, debido al robusto
crecimiento del mercado interno.

Hacer realidad el Estado democrático de derecho en el mundo laboral, a través


de los siguientes cursos de acción: 1) aplicar en México las disposiciones del
Convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo ratificado por el Senado
mexicano, lo cual implica garantizar la libertad y democracia sindical y la auténtica
contratación colectiva, mediante el voto universal secreto y directo de los
trabajadores involucrados; 2) crear el Centro de Conciliación y Registro Laboral,
instancia federal garante de la libertad y democracia sindical y de la auténtica
contratación colectiva, y concluir los cambios reglamentarios de la reforma del
artículo 123 de nuestra Constitución que se aprobó en febrero de 2017, los cuales
implican también: suprimir las Juntas de Conciliación y Arbitraje, y crear Tribunales
de Trabajo dependientes del poder judicial, así como modernizar el procedimiento
en los conflictos de trabajo, haciéndolo oral, expedito y de corta duración, e
instrumentar el procedimiento conciliatorio previo al judicial, poniendo estos dos
procedimientos en manos de personal de carrera, capacitado, que ingrese mediante
concursos, tal y como lo establece la reforma constitucional referida.

Proponemos también ampliar el programa Prospera en las zonas urbanas,


donde está creciendo la pobreza, eliminando las condicionalidades que suponen la
inversión de tiempo de las mujeres, y triplicar las bajísimas transferencias de
Prospera en las comunidades rurales sin escuela y/o sin clínica que en una alta
proporción son indígenas. En el mediano plazo se propone la desaparición de
Prospera y su sustitución por la institución gradual de un ingreso ciudadano
garantizado, cuya viabilidad económica se evidencia en el hecho de que otros
países con un PIB per cápita menor del que actualmente tiene México, instituyeron,
en su momento, modelos muy avanzados de Estado de bienestar.

2. Construir un Estado de bienestar moderno que asegure el pleno ejercicio de


los derechos sociales mediante los siguientes cursos de acción: 1) instituir un
sistema único de salud, público y gratuito que garantice el derecho a los servicios
de salud para todos, a partir de un modelo normativo que asegure igualdad de
acceso a un conjunto creciente de servicios, ofrecidos con la misma calidad para
todos; 2) garantizar una pensión universal para los adultos mayores de 65 años que
carezcan de seguridad social, que forme parte de un sistema de pensiones públicas,
financiado públicamente y no contributivo, que fije montos suficientes para asegurar
una vida digna a quienes las reciban, complementado de un plan contributivo para
quienes trabajan en el sector formal, de administración pública y con una pensión
digna; 3) desarrollar un sistema de seguro de desempleo, universal no contributivo,
articulado con políticas de capacitación y calificación laboral, así como de políticas
de activación laboral; 4) instituir gradualmente un ingreso ciudadano universal
mínimo garantizado, para reemplazar el programa Prospera, y concebir este nuevo
derecho como un seguro contra la pobreza extrema y como un mecanismo
anticíclico en situaciones de crisis y vulnerabilidad; 5) establecer un sistema
universal de vigilancia y promoción nutricional para detectar y prevenir de manera
oportuna riesgos y daños derivados de la desnutrición y de la obesidad infantil; 6)
establecer una política de vivienda para hacer frente a la exclusión de los programas
de vivienda de la mitad de la población, que busque el pleno ejercicio del derecho
constitucional a disfrutar de una vivienda digna; 7) promover y garantizar la equidad
de género en el trabajo, la escuela, la familia y en todos los ámbitos públicos y
privados; 8) garantizar el pleno ejercicio de una ciudadanía étnica que asegure el
derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación.

Para el cumplimiento cabal de estos derechos, proponemos instituir una


procuraduría de derechos sociales, y realizar las reformas legales pertinentes para
hacer exigibles los derechos sociales, estipulando los sujetos obligados a otorgar
los respectivos bienes públicos, su financiamiento multianual y las penas a los
funcionarios que incumplan.

3. Instrumentar una auténtica reforma educativa que resuelva de raíz las


desigualdades de acceso, permanencia y resultados de aprendizaje y al mismo
tiempo incremente sustancialmente la calidad académica desde el preescolar hasta
el posgrado. Es indispensable reconocer el papel central de la educación en el
desarrollo de las capacidades necesarias para la construcción de una sociedad más
justa y cohesionada. Para ello proponemos: 1) elevar la cantidad, pero sobre todo
la calidad, del gasto público en educación y distribuirlo con criterios de equidad con
el fin de atender proporcionalmente las necesidades de los grupos vulnerables; 2)
superar los rezagos de cobertura en educación básica, media superior y superior,
3) desarrollar modelos educativos con relevancia social y pertinencia cultural, 4)
impulsar la introducción de innovaciones pedagógicas, precedida de procesos
cuidadosos de desarrollo experimental; 5) impulsar como prioridad programas y
estrategias efectivas de formación y actualización del magisterio y un sistema de
incentivos para el desarrollo de la carrera académica.

4. Una política integral de atención a la problemática de los jóvenes que los


reconozca cabalmente como sujetos de derechos, y asuma que los jóvenes no son
sólo un recurso para el desarrollo, sino que el desarrollo económico, social, cultural
e institucional es un recurso para el desarrollo de los jóvenes, para que cada uno
de ellos encuentre caminos abiertos para realizar de manera independiente su
propio proyecto de vida. Para ello proponemos: 1) asegurar una oferta suficiente de
empleos dignos para aquellos que desean insertarse en el mercado laboral,
mediante un robusto crecimiento económico y el cumplimiento cabal de la función
de inspección laboral por la autoridad correspondiente, además de programas
especiales de empleo para jóvenes sobre todo en actividades de impacto
comunitario, así como para promover que los jóvenes egresados de educación
superior y de posgrado consigan empleos en las respectivas áreas para la que
fueron formados; 2) superar la insuficiente oferta de oportunidades para que los
jóvenes ingresen a la educación media superior en instituciones de calidad que
permitan continuar con estudios profesionales; 3) elevar aceleradamente la
cobertura de educación superior y asegurar que los procesos de admisión para
educación media superior y superior realmente garanticen igualdad de
oportunidades para los grupos más vulnerables; 4) reconociendo los diferentes
perfiles, culturas y necesidades de los jóvenes, conformar programas y proyectos
sociales, culturales, artísticos, deportivos y civilizatorios diseñados, ejecutados y
supervisados por jóvenes, abrir espacios a los jóvenes en el campo político y
conjugar políticas públicas para construir ciudadanía entre los jóvenes.

5. Puesto que durante el periodo 1983-2017 más de trece millones de


mexicanos emigraron al extranjero en busca de empleos que no encontraron en
nuestro país, y haciéndonos cargo de que en Estados Unidos residen más de treinta
y cinco millones de personas de origen mexicano, proponemos nuevas políticas
públicas sobre migrantes. En lugar del enfoque policiaco de seguridad nacional que
hoy prevalece, debemos adoptar un enfoque de seguridad humana establecido en
las convenciones internacionales, que permita exigir el respeto irrestricto de los
derechos humanos de todos los migrantes mexicanos en Estados Unidos y en otros
países, y nos obligue a garantizar los derechos humanos de todos los extranjeros
que radiquen en México o transiten por el territorio nacional. Con un criterio de
colaboración permanente, debemos desarrollar una estrategia para estrechar los
vínculos sociales, económicos, culturales y políticos con la comunidad hispano-
mexicana de Estados Unidos; promover el fortalecimiento de las organizaciones
comunitarias vinculadas con organizaciones de migrantes; y fomentar las alianzas
en planes, programas y proyectos de desarrollo regional con enfoque transnacional.

III
CÓMO ASEGURAR LA SUSTENTABILIDAD DEL DESARROLLO
Y LOGRAR UN MEJOR DESARROLLO REGIONAL Y URBANO

Sociedad, territorio y ambiente conforman una gran unidad que requiere políticas
integrales. Por ello es necesario asumir el imperativo nacional de un desarrollo
territorial incluyente y sustentable, para lo cual proponemos:

1. Asegurar la sustentabilidad del desarrollo mediante los siguientes cursos de


acción: 1) adoptar operativamente el enfoque de integración de políticas para que
las decisiones económicas y sociales se adopten tomando en cuenta los costos del
deterioro y el agotamiento de los recursos y servicios ambientales, de tal modo que
las políticas de crecimiento económico asuman y reduzcan los costos ambientales;
2) acelerar nuestra transición energética para aumentar el uso de energías
procedentes de fuentes no fósiles, sobre todo las eólicas y solares, a fin de contribuir
a mitigar el cambio climático; 3) adaptarnos al ya inevitable cambio climático
mediante políticas de prevención y respuesta que reduzcan la vulnerabilidad social
y económica, reorientando la protección civil hacia estrategias integrales de
atención de riesgos; 4) en la política de agua, la prioridad debe ser satisfacer el
derecho humano al acceso suficiente y equitativo, a disponer de agua realmente
potable, con garantías para dicho acceso y formas claras de exigir este derecho,
además de atender los principios ambientales de protección de las fuentes hídricas,
suelos y servicios ambientales en las cuencas; 5) apoyar mejor el esfuerzo de las
ciudades, las zonas metropolitanas y los municipios en general para enfrentar la
gestión local de los residuos, la reducción de la contaminación atmosférica, el
ordenamiento del territorio, el ruido excesivo, el daño a los paisajes y las demás
tareas que están bajo responsabilidad de los gobiernos locales, para lo cual se
requiere una mejor concurrencia intergubernamental de la gestión ambiental; 6)
contar con una estrategia nacional para ordenar la producción y el uso de los
productos y sustancias riesgosas, y el mejor manejo de los residuos peligrosos y de
los domésticos.

2. Una nueva estrategia de desarrollo territorial sustentable centrada en los


siguientes cursos de acción: 1) planeación del desarrollo territorial con horizonte de
largo plazo donde se insertan los planes sexenales; 2) priorizar el desarrollo desde
las regiones y no solo desde los sectores que conforman el gobierno, de manera
que se endogenice el diseño y la gestión de las políticas de desarrollo a fin de que
en cada región se seleccionen e impulsen actividades que aprovechen y potencien
las capacidades productivas, sociales, tecnológicas y medioambientales disponibles
y posibles; 3) asegurar la defensa de los recursos naturales, por encima de los
negocios privados (mineros, energéticos, inmobiliarios, turísticos, etc.); 4) orientar
las políticas y los recursos públicos hacia la reducción efectiva de la desigualdad y
la pobreza, promoviendo un desarrollo regional incluyente y equitativo que garantice
el bienestar de la sociedad en el territorio.

3. Una nueva estrategia nacional de desarrollo urbano-metropolitano y de


ordenamiento territorial en la que el Estado recupere su papel rector a través de los
siguientes cursos de acción: 1) priorizar en las políticas públicas, el reordenamiento
y consolidación-compactación de las ciudades, ocupando los vacíos urbanos y
evitando el crecimiento expansivo y disperso; 2) establecer un nuevo estatuto legal
para la planificación integral del desarrollo territorial sustentable de largo plazo y con
la participación de los actores sociales, garantizando la coordinación entre los tres
ámbitos de gobierno; 3) otorgar en la ley un estatuto para las metrópolis como parte
del desarrollo urbano que garantice la coordinación interestatal e intermunicipal
obligatoria para el diseño y ejecución de los correspondientes planes de desarrollo
de las metrópolis; 4) aplicar el derecho a la vivienda adecuada, evitando conjuntos
habitacionales alejados, dispersos, desestructurados de las ciudades y carentes de
la oferta de empleo, de servicios y de equipamientos sociales; 5) definir en la ley y
en las políticas públicas la prioridad en la accesibilidad y en la movilidad sustentable
en las metrópolis y ciudades, concentrando los recursos y los proyectos en el
transporte público de calidad e integrado y en la movilidad no motorizada; 6)
reestructurar la fiscalidad urbana y hacer de la recuperación de las plusvalías
inmobiliarias ―vía impuesto predial― la fuente más importante para construir y
mantener las infraestructuras y los espacios públicos en las ciudades.

IV
CÓMO FINANCIAR EL DESARROLLO ECONÓMICO
INCLUYENTE, EQUITATIVO Y SUSTENTABLE.
1. Transitar a un sistema tributario moderno, capaz de proveer al Estado ―en
sus tres ámbitos de gobierno: federal, estatal y municipal― recursos suficientes
para el cumplimiento cabal de sus responsabilidades en el desarrollo económico y
social, sin aumentar la carga fiscal de la población de bajos ingresos ni la pagada
por la clase media y por las micro y pequeñas empresas, a través de los siguientes
cursos de acción: Primero: ampliar la base de contribuyentes y de ingresos sujetos
a tributación: 1) gravar con tasas normales de ISR los dividendos recibidos por los
accionistas de las empresas; 2) gravar las ganancias bursátiles obtenidas por
personas físicas con tasas normales de ISR; 3) gravar las herencias mayores de
diez millones de pesos con una marcada progresividad; 4) introducir un impuesto
progresivo sobre la riqueza, a partir de tasas bajas, que funcione a la vez como
impuesto de control; 5) gravar al capital especulativo extranjero para resguardar la
estabilidad macroeconómica nacional; 6) gravar las transferencias de capitales
mexicanos al exterior; 7) incorporar plenamente a la grande y mediana economía
informal al régimen tributario. Segundo: mejorar considerablemente la fiscalización
y combatir resueltamente la evasión fiscal. Tercero: simplificación y racionalización
de la legislación tributaria, eliminando regímenes especiales que generan múltiples
canales de elusión tributaria. Cuarto: acentuar significativamente la progresividad
del impuesto sobre la renta aumentando el número de rangos en los ingresos
mayores de dos millones de pesos, preferentemente mediante la introducción de
ISR locales, análogos a los impuestos estatales o provinciales sobre el ingreso
vigentes entre los otros dos socios del TLCAN. Quinto: introducir una mayor
diferenciación en las tasas de IVA, aumentando las tasas a los bienes y servicios
suntuarios; Sexto: otorgar mayores facultades tributarias a los estados y municipios
e incrementar la eficiencia recaudatoria en los actuales impuestos subnacionales.

Desde luego, la anterior reforma tributaria que permitiría incrementar la


recaudación en diez puntos porcentuales del PIB, debe ser parte de la reforma
integral de la administración pública que incluye eficaces sistemas de transparencia,
rendición de cuentas y auditoria social, no solo para asegurar la probidad en el
ejercicio del gasto público, sino también su eficiencia y concordancia con el interés
general de la nación.

2. Construir un sistema financiero moderno que cumpla cabalmente sus


funciones en el desarrollo, a través de los siguientes cursos de acción: 1) que el
Banco de México, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, y la SHCP asuman
plenamente sus responsabilidades, utilizando las facultades que les han conferido
las leyes, tales como regular las tasas de interés y las comisiones (caso del Banco
de México) y, en general, para asegurar el buen financiamiento del sistema
financiero; 2) promover el ahorro y el crédito, asegurando que en el sistema bancario
haya instrumentos financieros de ahorro protegidos que rindan tasas reales
positivas y orientar el crédito a sectores prioritarios mediante tasas competitivas; 3)
obligar a los bancos extranjeros a que coticen en la BMV para transparentar sus
operaciones, además de limitar y gravar el pago de dividendos que realizan a sus
accionistas; 4) reestructurar la banca de desarrollo para que retome sus funciones
de promoción del desarrollo económico y social, para lo cual debe operar
directamente en primer piso, tanto para la captación de ahorro como para el
otorgamiento de crédito, poniendo fin al enfoque de subordinación de la banca de
desarrollo a la banca privada; 5) crear un gran banco público que opere en amplia
escala comercial y actúe como banco testigo en competencia con los grandes
bancos privados; 6) para el financiamiento a través de la BMV, es necesario facilitar
el acceso a pequeñas y medianas empresas consolidadas, mediante una política
industrial activa; 7) realizar una eficaz regulación de las instituciones
microfinancieras que garantice su solidez financiera, proteja el patrimonio de los
ahorradores y les otorgue tasas reales positivas, promueva el crédito a los
micronegocios regulando las tasas de interés, y apoye las labores de
acompañamiento y los servicios no financieros que brindan las microfinancieras; 8)
aprovechar los fondos de ahorro para el retiro para apoyar más a la actividad
productiva, principalmente mediante asociación con la banca de desarrollo,
mejorando así los rendimientos de los fondos y el crédito a la inversión productiva.

Puesto que los flujos de inversión extranjera de cartera (IEC) no están


relacionados con el crecimiento económico; y sí representan un alto riesgo por
eventuales salidas masivas de capitales especulativos, proponemos someter la IEC
a regulaciones prudenciales, que incluyan impuestos sobre flujos.

Finalmente, puesto que la inversión extranjera directa (IED) ingresada a México


durante las últimas tres décadas y media se ha orientado básicamente a la compra
de activos nacionales ya existentes, proponemos una política de IED similar a la
aplicada por las economías emergentes más exitosas del planeta, a fin de que el
ingreso de IED contribuya a la transferencia de tecnología, a la capacitación de
trabajadores nacionales y a la formación de cadenas de proveeduría internas, como
parte de la estrategia nacional de industrialización.

V
CÓMO LOGRAR UNA INSERCIÓN EFICIENTE Y DIGNA DE MÉXICO
EN LOS PROCESOS DE GLOBALIZACIÓN Y REGIONALIZACIÓN

1. México debe cambiar sustancialmente su actitud frente a los procesos de


globalización, en virtud de que éstos no generan espontáneamente —es decir, por
la simple acción de la “mano invisible del mercado”— un proceso de convergencia
económica, sino un ensanchamiento de las desigualdades entre países pobres y
ricos y entre estratos sociales perdedores y ganadores dentro de cada país. En vez
de un estilo pasivo de inserción en la globalización, a través de la liberalización
económica a ultranza y de la reducción de las funciones del Estado en la promoción
activa del desarrollo, México debe redefinir de manera soberana, mediante políticas
económicas y sociales activas, su propio estilo de desarrollo económico e inserción
eficiente y digna en la economía mundial.

Además, como promotor resuelto de una globalización incluyente y equitativa,


México debe impulsar la reforma de las instituciones de manejo de la economía
mundial (FMI, Banco Mundial, OMC, etc.). No sólo se requiere continuar la tarea de
rediseñar la arquitectura del sistema financiero internacional; también es necesario
reformar y desarrollar otros arreglos institucionales en materia de comercio,
migración internacional y derechos de los migrantes, propiedad intelectual y difusión
de tecnologías, seguridad alimentaria, sustentabilidad y desarrollo ambiental,
etcétera, a fin de arribar a una gestión global de carácter democrático, que atienda
el crecimiento económico general y el reparto equitativo de sus beneficios.

Desde luego, dada la dimensión y complejidad de estas reformas en la


gobernanza de la economía global, su cristalización plena no se vislumbra cercana.
Por eso, la clave del éxito consiste en poner el mayor énfasis en un camino propio
hacia la prosperidad, como los que han configurado a fuerza de audacia e iniciativa
histórica los paradigmáticos países emergentes y de nueva industrialización, que
han diseñado endógenamente e instrumentado soberanamente sus estrategias de
desarrollo.

2. México debe redefinir su geoestrategia de inserción en los procesos de


regionalización. Después de la adhesión de México al GATT (hoy OMC), el gobierno
mexicano emprendió una carrera negociadora de tratados de libre comercio,
comenzando por el TLCAN, hasta colocar a México en 2008 como país líder del
mundo en tratados de libre comercio. Pero esto no trajo consigo mayor desarrollo
económico, sino lo contrario: en 1990 México ocupaba el lugar 45 entre 189 países
del mundo según su PIB per cápita medido a paridad de poder adquisitivo; en 2017
descendió al lugar 69 entre esos mismos 189 países. La razón es sencilla: ninguna
evidencia internacional indica que el libre comercio con países altamente
desarrollados pueda conducir a un país subdesarrollado (o de desarrollo medio)
hacia mayores niveles de desarrollo económico.

En el TLCAN, las fuertes desigualdades iniciales en PIB per cápita entre México,
Estados Unidos y Canadá, lejos de reducirse se han agrandado; y sus principales
beneficiarios han sido las grandes corporaciones de los tres países, mientras que
nuestros pueblos han resultado ser perdedores netos. Por eso proponemos una
enmienda progresista del TLCAN con dos componentes básicos: 1) la institución de
fondos estructurales y de cohesión social que compensen a los segmentos sociales
perdedores con el libre comercio y promuevan el desarrollo incluyente y
convergente de nuestras naciones y de las regiones subnacionales de los tres
países; 2) un acuerdo migratorio que desemboque en el libre flujo de mano de obra.
(Cabe aclarar que esta enmienda del TLCAN no es precondición para que nuestro
país comience a aplicar una nueva estrategia de desarrollo, utilizando los márgenes
de maniobra disponibles en el TLCAN. Sin embargo, el proyectado T-MEC reduce
aún más estos márgenes de autodeterminación nacional, por lo cual debe ser
sometido a debate público antes de ser aprobado).

Los demás tratados de libre comercio firmados por México, incluido el Tratado
de Libre Comercio Unión Europea-México (TLCUEM), han arrojado resultados
igualmente decepcionantes para México en términos de crecimiento económico y
bienestar para las mayorías nacionales. Por ello, hay que poner fin a la carrera por
firmar tratados de libre comercio.
Una nueva geoestrategia de inserción en los procesos de regionalización
realmente congruente con nuestros intereses nacionales debe orientarse a: 1)
potenciar el desarrollo endógeno del país mediante una nueva estrategia de
desarrollo; 2) promover el respeto a la soberanía de las naciones, rechazando las
condicionalidades; 3) apoyar la multipolaridad en la economía global; 4) participar
en procesos de integración basados en la cooperación y la solidaridad. En esta
perspectiva, una política de mayor comercio y cooperación para el desarrollo con
Asia es algo congruente con el nuevo multipolarismo encabezado por China, y muy
recomendable por el gran dinamismo económico y financiero de esa región.
Además, hay que voltear hacia nuestra América Latina y valorar la viabilidad de una
integración regional basada en la cooperación y la solidaridad, que podría
convertirse en vía ancha para que nuestra Patria Grande cruce unida los umbrales
del desarrollo.

VI
CÓMO RESTABLECER LA SEGURIDAD PÚBLICA
Y MEJORAR LA TRANSPARENCIA Y LA RENDICIÓN DE CUENTAS

1. Proponemos una política de Estado democrática en seguridad pública que


tenga los siguientes cursos de acción: 1) golpes sistemáticos al nervio financiero y
patrimonial del crimen organizado, mediante la acción eficaz de los órganos de
inteligencia financiera para desmantelar empresas criminales y firmas legales
ligadas a ellas; 2) generación masiva de empleos permanentes y bien remunerados,
sobre todo para los jóvenes y combate estructural a la enorme pobreza y
desigualdad; 3) en lugar de mayor gasto en seguridad pública hay que gastar más
y mejor en educación, investigación, prevención de consumo de drogas y
tratamiento de adictos; 4) programas de fortalecimiento de la cohesión social, apoyo
a la “economía del cuidado” en las familias, participación ciudadana y social libre,
informada y crítica en la seguridad pública, regulando, supervisando y apoyando
con recursos fiscales y capacitación a las policías de barrio y comunitarias; 5)
investigación y castigo a todo acto de corrupción para terminar con el alto porcentaje
de impunidad de funcionarios y cuerpos del orden coludidos con el crimen
organizado, así como para evitar la penetración de dinero del crimen en las
campañas electorales; 6) abrogar las leyes que propician un Estado policíaco y
focalizar acciones represivas en las organizaciones criminales violentas; 7)
fomentar entre los campesinos programas de desarrollo alternativos al cultivo de
enervantes, despenalizar las drogas y regular la producción de estupefacientes,
como ya ocurre con la mariguana en Uruguay, Canadá y en la mayoría de las
entidades federativas de Estados Unidos; 8) fomentar la participación de la sociedad
civil en acciones de seguridad pública y en programas de contraloría social de las
instituciones de administración de la justicia.

Nuestra propuesta de seguridad pública se inserta en el concepto de seguridad


humana ―hacia el cual confluyen todas las propuestas contenidas en este
documento―, entendida como la ausencia de amenazas y miedos que se logra
mediante el pleno ejercicio de los derechos humanos (civiles, políticos, económicos,
sociales, culturales y ambientales) que otorgan certeza a la opción de vivir con
dignidad, justicia y libertad.

2. En materia de rendición de cuentas, trasparencia y acceso a la información,


proponemos concluir los procesos de institucionalización y aplicación de los
avances legislativos en estos temas, así como cerrar los huecos jurídicos, políticos
e institucionales tales como la no participación del Instituto Nacional Electoral en el
Sistema Nacional Anticorrupción. Además, es preciso que las legislaturas de los
estados de la República dicten disposiciones jurídicas para evitar la captura de los
sistemas estatales anticorrupción por los gobernadores; aplicar rigurosamente la ley
a los funcionarios del gobierno federal saliente, especialmente en los casos
emblemáticos como los de la empresa Oderbrecht y la “Estafa Maestra”, así como
en los casos de exgobernadores como Javier Duarte que saquearon el erario
público; cumplir los compromisos asumidos por el gobierno federal en el marco de
la Alianza para el Gobierno Abierto (AGA); transparentar y regular realmente los
gastos en publicidad oficial de los tres ámbitos de gobierno para impedir la censura
sutil o indirecta, para lo cual debe derogarse la llamada “Ley Chayote” y aprobarse
un nuevo ordenamiento jurídico; poner fin a la anacrónica figura del fuero político
para los servidores públicos electos, que se ha convertido en la garantía de
impunidad; y establecer la obligatoriedad de hacer públicas las declaraciones
patrimonial, de interés y fiscales de los funcionarios públicos electos y designados.

VII
HACER REALIDAD EL ESTADO DE DERECHO
Y CONSTRUIR LA DEMOCRACIA EN MÉXICO

1. Hacer realidad el estado de derecho. México es parte de los pactos


internacionales sobre los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y
culturales; es parte de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; y ha
suscrito y ratificado todas las convenciones que se han construido sobre estas
materias en el ámbito de las Naciones Unidas. Pero, sobre todo, México es uno de
los países que ha incorporado a su derecho interno ―en nuestra Constitución― los
más importantes compromisos a favor de los derechos fundamentales.

Sin embargo, el México real dista enormemente de calificar como estado de


derecho. No obstante que ha ganado autonomía, el Poder Judicial de la Federación
no ha mejorado sus métodos para la impartición de justicia y los ejecutivos federal,
estatales y municipales no cumplen eficazmente sus responsabilidades en materia
de persecución del delito, todo lo cual da por resultado un estado generalizado de
impunidad, que frecuentemente tiene como origen la corrupción que ha penetrado
en los tres poderes de la unión y en los tres niveles de gobierno.

¡¡Sí se puede escapar del trinomio perverso de indolencia, corrupción e


impunidad!! Profundas crisis nacionales como la que hoy padece México han
obligado a muchos países a realizar grandes reformas que los han transformado en
ejemplares naciones democráticas con robustos estados de derecho.
Ningún país vino al mundo libre de corrupción y con instituciones públicas
eficientes y democráticas. Todavía en el siglo XVIII todas las naciones-estado de
Europa eran gobernadas por funcionarios ineficientes y corruptos que hacían
fortunas al amparo del poder público (mediante el cohecho y el robo del erario
público). Pero en el curso del siglo XIX lograron establecer instituciones públicas
eficientes, funcionales y democráticas. Lo mismo han hecho los países de nueva
industrialización, que transitaron de sistemas políticos corruptos y basados en el
clientelismo, a sistemas políticos eficientes y democráticos. Por eso proponemos:

2. Construir la democracia en México, cuyas instituciones y prácticas


fundamentales son: en primer lugar, la realización de elecciones verdaderamente
libres, equitativas y transparentes —como institución nodal de la democracia
representativa— que permite el arbitraje directo de los electores sobre la eficacia de
los programas de gobierno y la eficiencia de los servidores públicos; en segundo
lugar, establecer un verdadero servicio civil de carrera, cuyos rasgos fundamentales
son: un sistema transparente de acceso a los cargos públicos basado en la
calificación profesional (mediante concursos abiertos) y no en el favoritismo, un
régimen de ascensos dentro de la estructura jerárquica basado también en los
méritos, y una remuneración suficiente (pero no excesiva) correspondiente a la
calificación profesional; en tercer lugar, la experiencia internacional indica que la
eficiencia del Estado resulta mayor cuanto más efectivo es el sistema de pesos y
contrapesos, cuyo componente primordial estriba en la auténtica separación de los
poderes (legislativo, judicial y ejecutivo); en cuarto lugar, un sistema efectivo de
rendición de cuentas, transparencia y auditoria social en todos los ámbitos de
gobierno es crucial para asegurar la probidad de los funcionarios y la erradicación
de la corrupción y la impunidad; en quinto lugar, la existencia de medios masivos de
comunicación independientes, plurales y en auténtico régimen de libre competencia
―versus las estructuras mediáticas duopólicas u oligopólicas― contribuye de
manera relevante a la vigilancia de los poderes del Estado; en sexto lugar, la gestión
autónoma y democrática de los asuntos locales —por los gobiernos estatales y
municipales— eleva la eficiencia general del sistema; en séptimo lugar, las
instituciones funcionan mejor cuanto más amplios son los cauces de expresión y
participación directa de la ciudadanía en las decisiones públicas (referéndums,
iniciativas ciudadanas, etc). Tratándose de programas específicos o comunitarios,
se consigue mayor eficiencia mediante la participación directa de los beneficiarios
en su definición, ejecución y supervisión (consejos gestores, presupuestos
participativos, etc).

VIII
CAMINOS AL DESARROLLO Y AL ESTADO DE BIENESTAR

1. Subir por la escalera. Todos los países hoy desarrollados ―comenzando por
Inglaterra, y posteriormente Estados Unidos, Alemania, Japón, etcétera― basaron
sus estrategias de industrialización en la protección de sus mercados internos y en
robustas políticas industriales y de innovación. Pero después de que cada uno de
ellos alcanzó la cumbre de la industrialización, predicó el fundamentalismo de
mercado (la fe ciega en el libre comercio y en la mano invisible del mercado para
asignar eficientemente los recursos), intentando así “retirar la escalera por la cual
había trepado para impedir a otros trepar tras él” (F. List, economista alemán). No
obstante, los países que se han industrializado después (Corea del Sur, Taiwán,
etcétera) no hicieron caso a las prédicas del fundamentalismo de mercado y
subieron por la misma escalera del comercio administrado y de las políticas
industriales y de innovación, aprovechando el impulso del mercado mundial. Más
recientemente, las exitosas economías emergentes (China, India, etc.) tampoco han
asumido la ideología de la infalible mano invisible del mercado, sino que han
aplicado políticas comerciales, industriales y de innovación orientadas a la
generación de capacidades competitivas, utilizando la misma escalera que conduce
al desarrollo. La opción de México es obvia.

2. Romper nuestra trampa de inequidad. La existencia de un sistema incapaz


de reducir la pobreza y la desigualdad se perpetúa por la desigualdad de
representación política que conduce al establecimiento de instituciones que
favorecen sistemáticamente a quienes más tienen. Sin embargo, la historia
universal muestra que es factible romper estos círculos viciosos de desigualdad
mediante la construcción de amplias coaliciones de fuerzas sociales y políticas. Por
ejemplo, hasta comienzos del siglo XX los países europeos hoy desarrollados tenían
elevados niveles de desigualdad, pero en el transcurso de dos décadas lograron
reducir drásticamente la desigualdad mediante el establecimiento de generosos
estados de bienestar basados en impuestos progresivos sobre el ingreso, que
fueron promovidos por una oleada de alianzas de fuerzas políticas y sociales
comprometidas con el desarrollo incluyente y la democracia de calidad. Todavía en
1960, cuando estos países habían ya consolidado sus estados de bienestar, su PIB
per cápita medido en dólares constantes de 1990 corregidos a paridad de poder
adquisitivo (PPA) era similar al que México tiene ahora (el de Finlandia era de 6,230
dólares PPA de 1990; el de Francia, de 7,398; el de Alemania, de 7,705; el del Reino
Unido, de 8,645; mientras que el PIB per cápita de México en 2008 fue de 7,979
dólares PPA de 1990), pero al romper sus trampas de inequidad esos países
abrieron los cauces de un desarrollo económico más acelerado mediante un
mercado interno muy dinámico, una población con mayor escolaridad, más
saludable y socialmente cohesionada. Lo mismo han hecho los demás países hoy
desarrollados, incluidos los de nueva industrialización, como Corea del Sur que
logró romper su trampa de inequidad a través de una singular coalición de fuerzas
políticas y sociales pro-bienestar que se montó en la ola de la democratización.

3. Transitar a una estrategia posneoliberal de desarrollo. En nuestra propia


América Latina está comprobado que sí se puede. Por ejemplo, cuando Néstor
Kirchner llegó a la presidencia de Argentina impulsado por una amplia coalición de
fuerzas políticas y sociales, encontró a su país hundido en una profunda crisis: el
PIB había caído 16.5% en 2002, la deuda externa representaba el 152.7% del PIB;
la pobreza había saltado del 23.7% en 1999 al 45.4% en 2002; etcétera. Pero
Argentina se levantó como por arte de magia mediante dos decisiones soberanas
impulsadas por la coalición encabezada por Kirchner: 1) salvar al país primero y
después servir la deuda externa, previa renegociación; 2) pasar a una estrategia
económica posneoliberal, que incluyó un amplio programa de obras públicas, una
política de tipo de cambio real competitivo, una política industrial y comercial activa,
la conversión del mercado interno en motor del desarrollo vía aumento del empleo
genuino y del salario real, un significativo incremento del gasto social, y un
presupuesto estructuralmente equilibrado mediante el aumento de la recaudación
“allí donde hay real capacidad contributiva”. Con esta estrategia el PIB argentino,
medido en dólares constantes corregidos a paridad de poder adquisitivo (PPA),
creció a una tasa media de 6.3% anual durante el periodo 2003-2011, y el PIB per
cápita creció a una tasa de 5.2% anual, con un crecimiento acumulado per cápita
de 58.1% en dicho lapso; los salarios mínimos reales (medidos en dólares
constantes PPA, de acuerdo con cifras de la OIT), aumentaron 348.2% durante el
periodo 2003-2011, y los salarios medios reales subieron 125.9%; la pobreza (según
cifras de CEPAL) disminuyó del 45.4% de la población en 2002, al 5.7% en 2011, y
la indigencia se redujo del 20.9% en 2002 al 1.9%. Fue el premio a la soberanía
económica, a la audacia y la iniciativa histórica. (Después de 2011, la política
económica argentina se fue apartando de los principios posneoliberales de la
estrategia de Néstor Kirchner, dando lugar al deterioro macroeconómico de
Argentina, lo que propició ―en conjunción con problemas de orden político― el
ascenso al poder de la coalición neoliberal encabezada por Mauricio Macri).

Poco después de iniciada la experiencia kirchnerista en Argentina, una amplia


coalición de fuerzas políticas y sociales llevó a la presidencia de Uruguay a Tabaré
Vázquez en 2005, quien fue sucedido en 2010 por José Mujica y éste nuevamente
por Tabaré en 2015. En sus primeros doce años de gobierno posneoliberal, el PIB
de Uruguay creció a una tasa media del 4.4% anual, y el PIB per cápita creció a una
tasa de 4.1% anual, con un crecimiento acumulado per cápita de 68.2% en el
periodo 2005-2017; los salarios mínimos reales (medidos en dólares constantes
PPA, de acuerdo con la OIT) crecieron 248.4% durante el periodo 2005-2016, y los
salarios medios reales crecieron 62%; la pobreza se redujo del 39.9% de la
población en 2004, al 9.4% en 2016; y la indigencia disminuyó del 4.7% a 0.3%.
(Durante esa misma década de los dos mil, amplias coaliciones de fuerzas sociales
y políticas con programas posneoliberales de desarrollo triunfaron también en otros
países de América Latina, reconfirmando que ¡sí se puede! Ciertamente, las
experiencias posteriores también indican que para preservar las transformaciones
posneoliberales hay que asegurar: la congruencia entre las políticas
macroeconómicas, industriales y de elevación del bienestar social; la adhesión a los
valores de la democracia, la transparencia y la rendición de cuentas; y la cohesión
de las coaliciones sociales y políticas promotoras del desarrollo nacional incluyente).

Este es nuestro reto: reconstruir conscientemente la autoestima del pueblo


mexicano, la confianza en nosotros mismos, la seguridad plena de que podemos
forjar un futuro mejor mediante una amplia coalición de fuerzas sociales y políticas
para la reconstrucción de nuestra nación.

* La primera versión de este manifiesto fue publicada en mayo de 2015. En


esta nueva versión se han actualizado las cifras, las palabras introductorias y los
párrafos que ―a la luz de los trabajos de investigación incluidos en nuestra nueva
colección de libros México 2018-2024. Nueva Estrategia de Desarrollo―
estrictamente lo ameritaban: el laboral, el de transparencia y el del TLCAN.

La recabación de firmas para esta nueva versión se encuentra en proceso.

Los firmantes de la primera versión de este Manifiesto ―disponible en nuestro


sitio web (www.consejonacionaldeuniversitarios.org)― somos:

Firmantes: Jaime Aboites (UAM), John Ackerman (UNAM), Genaro Aguilar


(IPN), Sergio Aguayo Quezada (COLMEX), Ismael Aguilar (ITESM), Luis Aguirre
Villaseñor (UAAAN), Germán Alarco Tosoni (UP), Jorge Alonso Sánchez (CIESAS),
Alejandro Álvarez Béjar (UNAM), Adolfo Álvarez Macías (UAM-X), Lourdes Ampudia
Rueda (UACJ), Nora C. Ampudia (U. Panamericana), José Luis Apodaca (OC), Ana
María Aragonés (UNAM), Luis Arizmendi (IPN), Alberto Arroyo Picard (UAM), Luis
Alejandro Astorga (UNAM), Marcela Astudillo Moya (UNAM), Normand Asuad
Sanén (UNAM), Abelardo Ávila Curiel (INCMN), Felipe Arturo Ávila Espinosa
(UNAM), Patricia Ávila García (UNAM), Alberto Aziz Nassif (CIESAS), Oscar Báez
Soto (INACIPE), Carlos Barba (UDG), Fabio Barbosa Cano (UNAM), Hilario
Barcelata (UV), Jorge Basave Kunhardt (UNAM), Gerardo Bazán (UNAM), Luisa
Béjar Algazi (UNAM), Graciela Bensusán (UAM), Ilán Bizberg (COLMEX), Eckart
Boege (INAH), Guillermo Boils (UNAM), Inocente Bojórquez (UQROO), Julio
Boltvinik (COLMEX), Alfonso Bouzas (UNAM), Tomás Bustamante (UAGRO),
Carlos Bustamante Lemus (UNAM), José Luis Caballero Ochoa (UIA), Luis
Fernando Cabrera (UQROO), José María Calderón (UNAM), Miguel Ángel Calderón
(UACJ), José Luis Calva (UNAM), Rosa María Camarena Córdova (UNAM), Mario
Camberos (CIAD), Alejandro Canales Cerón (UDG), Manuel Canto Chac (UAM),
Oswaldo Chacón Rojas (UACH), Jesús Cantú Escalante (ITESM), Mario
Capdevielle (UAM-X), María Elena Cardero (UNAM), Juan Benjamín Carrera
(UACJ), Pablo Carricart (UNAM), Mónica Casalet Ravenna (FLACSO), Juan
Castaingts Teillery (UAM), Manuel Ángel Castillo (COLMEX), Rafael Castillo Esquer
(USON), Beatriz Cavallotti (UACH), Carola Conde Bonfil (UAM), Roberto M.
Constantino (UAM), María Martha Collignon-Goribar (ITESO), Camilo Contreras
(COLEF), Oscar Fernando Contreras (COLEF), Ramón Humberto Córdova
(UNAM), Romer Cornejo (COLMEX), Rodolfo Corona (UAA), Miguel Ángel Corona
Jiménez (UIA), Leonel Corona Treviño (UNAM), Raúl Coronilla Cruz (UAM), José I.
Cortés Flores (COLPOS), Carlos Cortez Ruiz (UAM), René Coulomb (UAM), José
Antonio Crespo (CIDE), Moritz Alberto Cruz (UNAM), Fortunato Cuamatzin (BUAP),
Leonardo Curzio (UNAM), Gonzalo Chapela (UACH), José Luis de la Cruz (IDIC),
Víctor Livio de los Ríos (UNAM), Mauricio de María y Campos (COLMEX), Marcos
Chávez (UNAM), Ana María Chávez Galindo (UNAM), Alejandro Dabat (UNAM),
Orlando Delgado Selley (UACM), Adrián de León (UDG), Patricia del Hierro Carrillo
(UP), Enrique de la Garza (UAM), Guillermo de la Peña (CIESAS), Ángel de la Vega
Navarro (UNAM), Jorge A. Dettmer (UNAM), Axel Didriksson (UNAM), Lilia
Domínguez Villalobos (UNAM), Enrique Dussel Peters (UNAM), Gabriela Dutrénit
(UAM-X), Jorge Isaac Egurrola (UNAM), Catalina Eibenschutz (UAM), Roberto
Eibenschutz (UAM), Carlos Encinas Ferrer (UdelaSalle), Mildred Espindola (UNAM),
Germán Espino (UAQ), Alejandro Espinosa (INIFAP), Jaime Estay (BUAP), José
Luis Estrada (UAM), Claudio A. Estrada Gasca (UNAM), Jorge Feregrino (UNAM),
José Ignacio Fernández Méndez (UNAM), Jorge Rafael Figueroa (UAS), Enrique G.
Gallegos (UAM), Mónica Gambrill† (UNAM), Alba Gámez Vázquez (UABCS), Luis
Ramiro García Chávez (UACH), Rodolfo García del Castillo (CIDE), Rodolfo García
Zamora (UAZ), Celso Garrido (UAM), Gilberto Garza Grimaldo (UAGRO), Carlos
Gay (UNAM), Antonio Gazól (UNAM), Manuel Ángel Gómez Cruz (UACH), Gabriel
Gómez Ochoa (UNAM), Silvia Gómez Tagle (COLMEX), Laura Gómez Tovar
(UACH), Juan González García (UCOL), Arturo Guillén Romo (UAM-I), Héctor
Guillén Romo (U. Paris), Teresa Gutiérrez-Haces (UNAM), Abelardo Aníbal
Gutiérrez Lara (UNAM), Carlota Guzmán Gómez (CRIM-UNAM), Oscar Misael
Hernández (COLEF), Plinio Hernández Barriga (UMICH), María del Carmen
Hernández Moreno (CIAD), Ildefonso P. Hernández Silva (UIMQROO), Sergio Luis
Hernández Valdés (UJED), Zeuz Salvador Hernández Veleros (UADH), Luis Alfonso
Herrera (UACJ), Felipe Hevia (CIESAS), Gerardo Huber Bernal (UABC), Laura
Huicochea Gómez (ECOSUR), Alfonso Iracheta (CMQ), Jorge Marcial Islas
Samperio (UNAM), Ernesto Isunza Vera (CIESAS), Antonina Ivanova (UABCS),
Ramón Jarquín Gálvez (UASLP), Leobardo Jiménez (COLPOS), Raúl Jiménez
Guillén (UATX), René Jiménez Ornelas (UNAM), Omar Jiménez Sandoval (ITESM),
Gloria de la Luz Juárez (UAM), Armando Kuri Gaytán (UNAM), Blanca Esthela Lara
Enríquez (COLSON), Jesús Lechuga Montenegro (UAM), Carlos Lemus (CRIM-
UNAM), Noemí Levy Orlik (UNAM), Teresa S. López (UNAM), Jorge López Arévalo
(UNACH), Gerardo López Cervantes (UAS), Julio López Gallardo (UNAM), Emilio
López Gámez (UACH), Ignacio Llamas Huitrón (UAM), Jesús Manuel Macías
(CIESAS), Sergio Madrid (CCMSS), María Irma Manrique Campos (UNAM),
Guadalupe Mántey (UNAM), Carlos Marichal (COLMEX), Héctor Marín (UJED),
Abelardo Mariña Flores (UAM), Manuel Martín Castillo (UADY), María Antonieta
Martín Granados (UNAM), Rogelio Martínez Aguilar (UNAM), Carlos Martínez
Assad (UNAM), René D. Martínez B. (UNAM), Regina Martínez Casas (CIESAS),
Francisco Martínez Gómez (UAdeC), David Martínez Mendizabal (UIA León), José
Manuel Maass (UNAM), Omar Masera (UNAM), Yolanda Massieu Trigo (UAM),
Adolfo Mejía Ponce de León (IPN), Gabriel Mendoza Pichardo (UNAM), Alfonso
Mercado (COLMEX), Luis Mesa Delmonte† (COLMEX), Mónica Mimbrera (UNAM),
Miguel Moctezuma Longoria (UAZ), Georgel Moctezuma López (INIFAP), Raúl
Molina Salazar (UAM), Ernesto Moreno (UNAM), Nora Lina Montes Delgado
(UNAM), Francisco Montiel Domínguez (UG), José A. Moreno Mena (UABC), César
Lenin Navarro (UMICH), Emma Liliana Navarrete (CQM), Alberto Olvera (UV),
Gerardo Ordóñez (COLEF), Jaime Ornelas (UATX), Arturo Oropeza García
(UNAM), Luis Ángel Ortiz Palacios (UNAM), Javier Orozco Alvarado (UDG), Úrsula
Oswald (UNAM), Lylia Palacios (UANL), Luisa Paré (IISUNAM), Pedro José
Peñaloza (UNAM), Mario Iván Patiño Rodríguez Malpica (UIA-León), Ruperto Patiño
Manffer (UNAM), Francisco Javier Pérez Chagollán (UDG), Enrique Pino Hidalgo
(UAM), Rosa María Piñón Antillón (UNAM), Leobardo Plata Pérez (UASLP), Efraín
Poot Capetillo (UADY), Emilio Pradilla Cobos (UAM), Jaime Antonio Preciado
(UDG), Benjamín Preciado Solís (COLMEX), Enrique Provencio (UNAM), Gloria
Margarita Puente de la Mora (UCOL), Luis Quintana (UNAM), Víctor M. Quintana
(UACJ), Blanca Rebeca Ramírez (UAM), Juan José Ramírez Bonilla (COLMEX),
Eduardo Ramírez Cedillo (UAM), César Adrián Ramírez Miranda (UACH), Leticia
Reina (INAH), Gerardo Reyes Guzmán (COLTLAX), Isabel Reyes Lagunes
(UNAM), Luis Reygadas (UAM), Jesús Rivera de la Rosa (BUAP), Héctor Robles
Berlanga (UAM), Hipólito Rodríguez (CIESAS), Víctor Rodríguez Padilla (UNAM),
José Antonio Rojas Nieto (UNAM), Ignacio Román Morales (ITESO), Alfredo Román
Zavala (COLMEX), José Antonio Romero (CEE), María Elena Romero Ortiz (UCOL),
Daniel Romo (IPN), Ximena Roncal Vattuone (BUAP), María Cristina Rosas
(UNAM), Carlos Rozo (UAM), Blanca Rubio Vega (UNAM), Rosaura Ruíz Gutiérrez
(UNAM), Ángel Guillermo Ruíz Moreno (UDG), César Salazar (UNAM), Adolfo
Sánchez Almanza (UNAM), Germán Sánchez Daza (BUAP), Alejandro Sánchez
Vélez (UACH), Agustín Sandez Pérez (UABC), Pablo Sandoval Cabrera (UDG), Rita
Schwentesius (UACH), Ilán Semo, (UIA), José Antonio Serratos Hernández
(UACM), Marisol Silva Laya (UIA), María Herlinda Suárez Zozaya (UNAM), Aníbal
Terrones Cordero (UAEH), Darcy Tetreault (UAZ), Felipe Torres Torres (UNAM),
Juan de Dios Trujillo (UAS), Antonio Turrent (INIFAP), Manuel Ulloa Herrero
(UNAM), Mónica Unda Gutiérrez (ITESO), José Urciaga (UABCS), Maritza Urteaga
(INAH), Carlos M. Urzúa (ITESM), Carlos Uscanga (UNAM), Enrique Valencia
Lomelí (UDG), José Manuel Valenzuela (COLEF), Ricardo Valero (UNAM),
Armando Vázquez-Ramos (CSULB), Micaela Velázquez (UNAM), Francisco
Venegas-Martínez (IPN), Gregorio Vidal (UAM), Gustavo Viniegra (UAM), Daniel
Villafuerte (UNICACH), Ivonne Vizcarra Bordi (UAEM), Omar Wicab (UAN), Jorge
Witker Velásquez (UNAM), Arturo Yamasaki (Alicia Ziccardi (UNAM), Nicolás
Guadalupe Zúñiga Espinoza (UAS).

Comisión Redactora: Abelardo Ávila Curiel (INCMN), Alberto Aziz Nassif


(CIESAS), Carlos Barba (UDG), Hilario Barcelata (UV), Julio Boltvinik (COLMEX),
José Luis Calva (UNAM), Manuel Canto Chac (UAM-X), Orlando Delgado Selley
(UACM), Rodolfo García Zamora (UAZ), Gabriel Gómez Ochoa (UNAM), Alfonso
Iracheta (CMQ), Omar Jiménez Sandoval (ITESM), Carlos Gay (UNAM), Armando
Kuri Gaytán (UNAM), Carlos Lemus (CRIM-UNAM), Carlos Marichal (COLMEX),
Mónica Mimbrera (UNAM), Alberto Olvera (UV), Ruperto Patiño Manffer (UNAM),
Enrique Pino Hidalgo (UAM-I), Enrique Provencio (UNAM), Víctor M. Quintana
(UACJ), Víctor Rodríguez Padilla (UNAM), César Salazar (UNAM), Pablo Sandoval
Cabrera (UDG), Marisol Silva Laya (UIA), Juan de Dios Trujillo (UAS), Antonio
Turrent (INIFAP), Enrique Valencia Lomelí (UDG).

Coordinador: José Luis Calva (UNAM)

NOTAS

** El Consejo Nacional de Universitarios por una Nueva Estrategia de Desarrollo


fue fundado en noviembre de 2010 con tres objetivos:

“Primero: conjuntar nuestros esfuerzos para formular desde una perspectiva


universitaria un sistema integral de propuestas viables de políticas públicas capaces
de superar el pobre y errático desempeño mostrado por la economía mexicana
durante las últimas décadas, fortalecer la cohesión social de nuestra nación y abrir
los cauces de un desarrollo sustentable, incluyente, equitativo y democrático.
“Segundo: contribuir de manera organizada a la formación de la conciencia
ciudadana sobre la apremiante necesidad de que nuestro país adopte una nueva
estrategia de desarrollo.

“Tercero: contribuir a enriquecer el contenido y a elevar la calidad del debate


político y social sobre los grandes problemas nacionales.

“Estos objetivos los realizaremos con espíritu de servicio a la nación y visión de


Estado, con plena independencia respecto a los partidos políticos.” (Véase
www.consejonacionaldeuniversitarios.org.mx)

*** Las propuestas que presentamos en este documento se basan


principalmente en los trabajos de investigación que realizamos en cumplimiento del
primero de nuestros objetivos y que publicamos en la colección de libros de México
2018-2024. Nueva estrategia de desarrollo, con Juan Pablos Editor. Los títulos de
estos libros son: 1. Globalización neoliberal en crisis; 2. Estrategias de desarrollo
económico; 3. Mercado interno e inserción de México en el mundo; 4.
Macroeconomía del desarrollo con equidad; 5. Equidad fiscal; 6. Instituciones de
crédito y financiamiento del desarrollo; 7. Política industrial para el siglo XXI; 8.
Futuro de la energía en México; 9. Soberanía alimentaria y desarrollo del campo;
10. Sistema Nacional de educación, ciencia, tecnología y competitividad; 11.
Políticas de empleo digno y superación de la pobreza; 12. Derechos sociales y
estado de bienestar; 13. Desarrollo territorial y urbano; 14. Políticas de desarrollo
sustentable; 15. Agenda 3.0 de la democracia en México; 16. Trampas de
desigualdad y cambios de régimen; 17. De la inseguridad pública a la Gran
seguridad; 18. Los jóvenes de hoy: el desarrollo como recurso; 19. La economía de
México en el TLCAN-USMCA. Balance y alternativas; 20. Migración de mexicanos
a Estados Unidos. Derechos humanos y desarrollo.

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