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González Martín
!
Y
es
que
el
viejo
y
los
dos
amigos
del
joven
permiten
a
este
un
diálogo
sincrónico
con
cualquier
momento
de
manera
parecida
a
lo
que
le
sucede
a
Juan
de
Mena
en
su
Laberinto
de
Fortuna
al
encontrarse
frente
a
las
tres
ruedas.
Tanto
el
poeta
panegírico
del
XV
como
el
dramaturgo
surrealista
del
XX
plantean
la
posibilidad
de
que
el
sueño
sea
una
suerte
de
aleph
que
ofrece
la
con8luencia
y
visión
simultánea
de
todos
los
tiempos.
Esta
percepción,
que
entronca
las
obras
de
ambos
autores,
vemos
que
luego
se
desarrolla
y
rami8ica
libremente
en
uno
y
en
otro.
Para
Juan
de
Mena,
devoto
religioso,
el
futuro
está
escrito
y
regido
por
el
cielo
pero
velado
a
los
hombres.
Federico
García
Lorca,
más
cercano
al
Dickens
de
Christmas
Carol,
no
tiene
inconveniente
en
la
revelación
de
este
porvenir.
La
diferencia
entre
ambos
se
halla
en
que
Dickens
ofrece
a
su
protagonista,
Scrooge,
la
libertad
de
cambiar
el
rumbo
de
su
vida
tras
haber
vislumbrado
su
ominoso
destino.
En
Lorca
esto
no
sucede.
Las
premoniciones
del
protagonista
no
alteran
ni
una
hebra
del
hilo
de
la
vida
del
protagonista,
una
vida
que
se
agota
tras
la
partida
de
c a r t a s
c o n
e s o s
t r e s
p e c u l i a r e s
j u g a d o r e s
prestidigitadores
del
azar
como
las
tres
parcas
mitológicas
del
destino
de
los
humanos.
!
Como
se
ha
anunciado,
la
plasticidad
del
tiempo
no
solo
se
mani8iesta
a
merced
de
diferentes
personajes
sino
en
su
concepción
de
agua
navegable
por
el
sueño.
Esta
idea
se
resume
en
los
versos
proferidos
en
la
obra
por
Arlequín
(un
personaje
que
ha
surcado
un
océano
cronológico
desde
su
origen
en
la
comedia
del
arte
italiana
hasta
este
siglo
XX),
versos
que
más
tarde
rescataría
del
naufragio
Camarón
para
convertirlos
en
canción
y
traerlos
al
presente,
al
suyo
y
al
nuestro.
Y
así,
Salvador
Dalí
(1944)
durante
la
vigilia,
el
tiempo
es
el
que
es,
un
retablo
que
Proyecto
para
"Tristán
loco"
separa
tres
pinturas,
tres
momentos.
Pero
en
el
Colección
privada
sueño,
o
en
la
literatura,
el
tiempo
es
un
océano
porque
©
Salvador
Dalí,
Fundació
Gala-‐Salvador
Dalí,
Figueres,
2011
el
que
podemos
traer
a
Lorca
como
si
del
Tristán
de
Dalí
se
tratase.
!