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LA FATIGA

La fatiga es un proceso de degeneración de un material sometido a cargas cíclicas


de valores por debajo de aquellos que serían capaces de provocar su rotura
mediante tracción. Durante dicho proceso se genera una grieta que, si se dan las
condiciones adecuadas crecerá hasta producir la rotura de la pieza al aplicar un
número de ciclos suficientes. El número de ciclos necesarios dependerá de varios
factores como la carga aplicada, presencia de entallas…
Si bien no se ha encontrado una respuesta que explique totalmente la fatiga se
puede aceptar que la fractura por fatiga se debe a deformaciones plásticas de la
estructura de forma similar a como ocurre en deformaciones monodireccionales
producidas por cargas estáticas, con la diferencia fundamental de que bajo cargas
cíclicas se generan deformaciones residuales en algunos cristales.
Incluso bajo cargas pequeñas pueden aparecer estas bandas de deslizamiento,
aumentando con el número de ciclos llegando a provocar la aparición de una fisura.
Este proceso inicial, que se puede denominar nucleación, se da preferentemente en
granos próximos a la superficie produciendo los efectos de intrusión y extrusión,
facilitando la existencia de la intrusión la propagación de la grieta debido a la
tracción. También puede iniciarse el proceso en puntos que presenten algún tipo de
irregularidad como inclusiones, discontinuidades superficiales, etc. La siguiente fase
es la de crecimiento de grieta que puede dividirse a su vez en dos fases. La primera
fase supone el crecimiento de una grieta corta en pequeñas distancias del tamaño
de pocos. En esta fase, dado que el tamaño de la grieta es comparable al de los
elementos característicos de la microestructura del material, dicha microestructura
(tamaño de grano, orientación de los mismos…) afecta en gran medida al
crecimiento de la grieta. La segunda fase consiste en un crecimiento de la grieta
normal al plano principal de tensiones. En este caso de grietas más largas la
microestructura del material afecta en menor medida al crecimiento de la grieta dado
que la zona de plastificación creada por el propio crecimiento de la grieta es mucho
mayor que las dimensiones características de la microestructura.
Fatiga
En ingeniería y, en especial, en ciencia de los materiales, la fatiga de
materiales se refiere a un fenómeno por el cual la rotura de los materiales bajo
cargas dinámicas cíclicas se produce más fácilmente que con cargas estáticas.
Aunque es un fenómeno que, sin definición formal, era reconocido desde la
antigüedad, este comportamiento no fue de interés real hasta la revolución
industrial, cuando, a mediados del siglo XIX se comenzaron a producir las fuerzas
necesarias para provocar la rotura de los materiales con cargas dinámicas muy
inferiores a las necesarias en el caso estático; y a desarrollar métodos de cálculo
para el diseño de piezas confiables. Este no es el caso de materiales de aparición
reciente, para los que es necesaria la fabricación y el ensayo de prototipos.

1. Denominado ciclo de carga repetida, los máximos y mínimos son


asimétricos con respecto al nivel cero de carga.
2. Aleatorio: el nivel de tensión puede variar al azar en amplitud y frecuencia.
La amplitud de la tensión varía alrededor de un valor medio, el promedio de las
tensiones máxima y mínima en cada ciclo:

El intervalo de tensiones es la diferencia entre tensión máxima y mínima

La amplitud de tensión es la mitad del intervalo de tensiones

El cociente de tensiones R es el cociente entre las amplitudes mínima y máxima

Por convención, los esfuerzos a tracción son positivos y los de compresión son
negativos. Para el caso de un ciclo con inversión completa de carga, el valor de R es
igual a -1
CORROSIÓN

La corrosión se define como el deterioro de un material a consecuencia de


un ataque electroquímico por su entorno. De manera más general, puede
entenderse como la tendencia general que tienen los materiales a buscar su forma
de mayor estabilidad o de menor energía interna. Siempre que la corrosión esté
originada por una reacción electroquímica (oxidación), la velocidad a la que tiene
lugar dependerá en alguna medida de la temperatura, de la salinidad del fluido en
contacto con el metal y de las propiedades de los metales en cuestión. Otros
materiales no metálicos también sufren corrosión mediante otros mecanismos. El
proceso de corrosión es natural y espontáneo
La corrosión es una reacción química (oxido-reducción) en la que intervienen tres
factores: la pieza manufacturada, el ambiente y el agua, o por medio de una
reacción electroquímica.
Los factores más conocidos son las alteraciones químicas de los metales a causa
del aire, como la herrumbre del hierro y el acero o la formación de pátina verde en
el cobre y sus aleaciones (bronce, latón).
Las fracturas por fatiga tienen como causa principal el verse sometidas a un
esfuerzo mecánico repetitivo de forma periódica. También puede venir provocadas
(de forma más sutil) de manera indirecta por ciclos de tensión repetitivos
térmicamente inducidos en el componente. La geometría de éste es de gran
importancia dado que como más tensionada esté más favorece a la aparición de
la corrosión por fatiga.
Como más baja sea la resistencia mecánica del material, más pequeñas serán las
tensiones necesarias para conducir a un proceso de fractura por fatiga. Los puntos
de inicio de la fractura serán los más débiles estructuralmente, normalmente límites
de grano expuestos, producidas por una muesca, o en parte corroídas a nivel
microscópico. El efecto combinado entre ataque químico y esfuerzo mecánico lleva
hacia el desarrollo de fisuras. Los recubrimientos con carácter frágil y facilidad para
el resquebrajamiento, como los galvánicos, son frecuentemente la causa de una
fractura por fatiga.
La morfología de éstas fracturas es muy característica, aunque ocasionalmente
pueden parecerse a una SCC , así que hay que examinar todas las circunstancias
antes de clasificarlas. Normalmente son rectilíneas y perpendiculares a la superficie.
Típicamente se encontraran cerca, otras fisuras paralelas a la primera.
GRAVITY PROBE B

La gravedad, con permiso de la hipotética energía oscura, es una de las fuerzas más
determinantes de todas las que rigen el Universo a la par que una de las más
complejas. Pero por suerte contamos con una poderosa herramienta para
desentrañar sus misterios, la teoría general de la relatividad publicada por Albert
Einstein en 1915 y 1916 la cual entre otras cosas predice numerosos efectos
producidos por la gravedad sobre el espacio-tiempo. Pues bien, ahora una
experimento de la NASA articulado mediante la sonda Gravity Probe B ha
confirmado con un margen de error ínfimo dos de los fenómenos más
importantes pronosticados por la relatividad general: el efecto gravitacional
geodético y el efecto rotatorio de torsión por arrastre.

Según la relatividad general un objeto de gran masa --por ejemplo la Tierra-- provoca
con su gravedad que el espacio-tiempo se curven a su alrededor (efecto geodético)
y también arrastra consigo al especio-tiempo conforme rota (torsión por arrastre).
¿Y cómo narices se han comprobado experimentalmente estos dos efectos? os
estaréis preguntando la mayoría.

La Gravity Probe B incorporaba --en diciembre de 2010 se puso fuera de servicio--


los cuatro giroscopios más precisos construidos por el hombre y fue calibrada con
unas “estrellas guía” (IM Pegasi y el quasar 3C454.3) para tener una dirección de
referencia para los giroscopios mientras permanecía en órbita polar alrededor de la
Tierra y poder comprobar posteriormente si la dirección de giro de los mismos
cambiaba. Entonces, si la gravedad no afectara el espacio-tiempo, los giroscopios
apuntarían siempre en la misma dirección mientras la sonda permanecía en
órbita, pero resulta que sí que se detectaron cambios en la dirección de giro de
los cuatro artilugios del satélite con lo que las teorías de Einstein quedaron
confirmadas (mejor dicho, quedaron confirmadas con una exactitud superior a lo que
se había logrado hasta ahora ya que una teoría científica nunca puede ser
considerada los suficientemente verificada).

Sin más contexto es probable que a muchos lo dicho hasta aquí os suene a poco
pero determinar los dos efectos que nos ocupan con la precisión que se ha
conseguido es algo extremadamente complejo. Para que os hagáis una idea del
esfuerzo que ha llevado todo esto basta con decir que la NASA comenzó a trabajar
en el proyecto de crear un giroscopio para la relatividad en 1963, que la investigación
ha costado más de 750 millones de dólares o que muchas de las innovaciones
tecnológicas creadas para la Gravity Probe B han permitido el desarrollo de diversas
misiones vitales --por ejemplo la misión del Explorador del Fondo Cósmico que
proporcionó los datos que hoy suponen el principal sustento de la Teoría del Big
Bang--.

Por último comentar que me alegro mucho de los resultados obtenidos por la Gravity
Probe B no solamente debido a que los mismos tendrán grandes implicaciones
positivas para el mundo de la investigación astrofísica sino también porque con ellos
se ha cerrado de un plumazo las bocas de todos aquellos que decían que la sonda
no serviría para nada (y a nivel más global a todos aquellos que en general opinan
que los Estados deberían gastar menos dinero en investigación astrofísica).

Gravity Probe B es un satélite artificial desarrollado por la NASA y la Universidad de


Stanford para comprobar dos predicciones de la teoría general de la relatividad de Albert
Einstein. Fue lanzado el 20 de abril de 2004 por un cohete Delta desde la base
Vandenberg, obteniendo resultados exitosos que fueron presentados los primeros días de
mayo de 2011.12
El satélite, que orbita a 650 km de altura en una órbita polar, lleva cuatro
pequeños giroscopios contenidos en un vaso Dewar de 1500 litros de capacidad y enfriado
con helio líquido a 1,8 Kelvin, cuyo desplazamiento será medido con una precisión sin
precedentes para detectar pequeños cambios en la dirección de giro. Estos pequeños
cambios serían debidos a la manera en que el espaciotiempo es distorsionado por la masa
y el giro de la Tierra. Los giroscopios fueron construidos a partir de esferas
de cuarzorecubiertas de niobio, que a las temperaturas del helio líquido se
vuelve superconductor, permitiendo que los giroscopios puedan ser suspendidos
eléctricamente. Los cambios en el eje de rotación de los giroscopios (que giran a 10.000
revoluciones por minuto) son medidos por magnetómetros ultrasensibles.
La nave se estabiliza por rotación (entre 0,1 y 1 revoluciones por minuto). Los propulsores
de posición se alimentan del helio que enfría el vaso Dewar.
En mayo de 2011 la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados
Unidos, NASA, informó que la misión Gravity Probe B pudo confirmar las dos predicciones
clave derivadas de la teoría general de la relatividad para cuyo fin había sido diseñada la
nave.3 A su vez la Universidad Stanford informó que después de treinta y un años de
investigaciones, diez años de preparativos, un año y medio de vuelo y cinco años de análisis
de datos; el grupo encargado del proyecto arribó a los resultados finales de la prueba que
marca un hito en la teoría formulada por Albert Einstein en 1916

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