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La Autoconquista de América Latina: El proyecto de historia

de las culturas literarias

Mario J. Valdés

Nuevo Texto Crítico, Año XII, Número 23/24, Enero-diciembre 1999, pp.
331-340 (Article)

Published by Nuevo Texto Crítico


DOI: https://doi.org/10.1353/ntc.1999.0012

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LA AUTOCONQUISTA DE
AMÉRICA LATINA
EL PROYECTO DE HISTORIA DE LAS
CULTURAS LITERARIAS
MARIO J. VALDÉS

El continente americano que vive principalmente en portugués y en es-


pañol en su historiografía cultural tiene conexiones muy marcadas con Polo-
nia y los otros países del este de Europa debido a que ambos grupos de
naciones, y de culturas tan distintas, usan modelos casi siempre franceses en
sus historias de la cultura; son modelos basados en condiciones y logros que
tienen muy poco, o nada, que ver con las culturas que son representadas.
Tenemos que empezar en el fundamento de la indagación histórica
cuestionando la estructura misma de nuestra empresa. Lo cual quiere decir
que los historiadores de las culturas latinoamericanas tenemos que empezar
con nuestra realidad empírica; tenemos que consumirnos a nosotros mismos,
hacer nuestra realidad cultural el punto de partida. Es decir, cumplir la mi-
sión de la antropofagia; pero, para poder consumir nuestra propia cultura
tenemos que liberarnos de modelos y estructuras que no respondan a esa
realidad. En otras palabras, si aceptamos el reto de consumir nuestra propia
cultura, primero tenemos que conquistarnos, conquistar nuestros prejuicios
historiográficos. ¿Por qué digo autoconquista? La explicación es sencilla:
Porque somos nosotros mismos, los latinoamericanos, los que nos hemos
encasillado en modelos europeos.
Hoy, la idea misma de un estudio comparativo de la cultura literaria de
todo un continente —en este caso de América Latina— bien podría produ-
cir miradas irónicas. Esto es comprensible a raíz de las luchas entre las dis-
ciplinas acerca de la validez de las macronarrativas y a la vez del recelo que
despiertan las totalidades abarcaduras en las humanidades y las ciencias so-
ciales. El empeño actual bien podría considerarse una empresa de múltiples
vidas y no un proyecto específico de investigación ubicado con límites de
tiempo y espacio muy reales. En realidad, este proyecto colaborativo ha sido
elaborado teniendo plena conciencia de estos desafíos y con la noción con-
ductora de que el trabajo de equipo puede proporcionar un agregado de
muchas vidas de trabajo. Éste es un proyecto de cinco años (1995-2000), en
cuyas premisas y metodologías historiográficas se han invertido tres años de
preparación en el que participan más de ciento cuarenta colaboradores de
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tres continentes y diversas culturas intelectuales. Conscientes de los riesgos
obvios que implica la reducción de la diversidad a unidades arbitrarias, o
del peligro opuesto de juntar un compendio de información en gran escala
que carezca de la coherencia de la historia, nos comprometemos a crear un
instrumento de investigación útil tanto para investigadores de historia cultu-
ral como para toda persona de inquietud intelectual que quiera saber más
sobre su identidad cultural.
Las ideas de historiadores culturales y de teóricos historiográficos como
Hayden White, Ángel Rama, Néstor García Canclini, Paul Ricoeur y Fer-
nand Braudel (y los otros historiadores de la escuela de los Annales) han
sido esenciales para el desenvolvimiento del proyecto desde el comienzo: el
numeroso equipo de investigación se ha ido aproximando a un consenso, si
bien en permanente evolución, acerca de los temas problemáticos de la his-
toriografía colaborativa. Meses de trabajo intenso llevaron a la iniciación del
proyecto de tres volúmenes, Historia comparada de las formaciones cultura-
les: literaturas de América Latina. Desde el principio, el equipo completo
tuvo que repensar su posición con respecto a las grandes categorías intelec-
tuales de la "literatura" y de la "historia". La literatura es una más entre una
cantidad de formas expresivas que traman las respuestas que un pueblo le
da a la vida, expresando modos que, a su vez, configuran el modo de vida de
un pueblo. De esta manera, las nociones duraderas de lo que es y no es la
literatura requieren una revisión seria y constante. Y si el pasado es una
parte significativa de nuestra vida y, por ende, instructiva tanto para noso-
tros como para los otros que quieran saber cómo vivimos, entonces debe
enfocarse dialécticamente como el pasado interpretado por el presente y en
él. La combinación de estas consideraciones obligó a los investigadores del
proyecto a abandonar el abrigo seguro de la historia literaria como el regis-
tro nacional de un cuerpo canónico y a aventurarse por los mares relativa-
mente inexplorados de la interdisciplinaridad comparativa.
Esta empresa entonces, se une a un número creciente de retos contem-
poráneos a la institución de la historia literaria según se la practicaba en el
pasado. Al poner la historia literaria en contacto directo con las ciencias
sociales —geografía, demografía, economía política, lingüística, antropología
y sociología—, este proyecto se propone ir más allá de la búsqueda del enri-
quecimiento de las perspectivas múltiples. No es posible simplemente sa-
quear estas disciplinas altamente desarrolladas para obtener ideas; cada una
tiene sus premisas y métodos propios. También es obvio que ninguno de los
integrantes del equipo podría dominar todas estas disciplinas pero, en con-
junto, el equipo ha aceptado el desafío de la colaboración y la responsabili-
dad de establecer un diálogo con estos otros campos para ampliar, sinergéti-
camente, el alcance de las posibilidades intelectuales. Resistiéndose al atrac-
tivo de lo que Braudel (y antes Michelet) llamó la "historia total", el proyec-
to busca dar a conocer la base disciplinaria de estudios literarios a los dis-
tintos intereses de las ciencias sociales y de las otras humanidades. El pro-
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pósito es la multiplicidad, en vez de la totalidad, la penetración perspectivis-
ta, en vez del cuidado empíreo.
Como historia comparativa de la cultura literaria, el proyecto examina
el marco "empírico" o material de los "territorios", los pueblos, los idiomas y
sus instituciones, como así también sus centros urbanos como lugares de
producción y de recepción de varias culturas literarias. Las sociedades pro-
ducen espacio como "territorio", como una manifestación de la cultura. Al
intentar trazar el mapa de ese territorio, el equipo es consciente de la para
nada inocente naturaleza de la cartografía y, sobre todo, de la geografía. El
trazado de los mapas ha sido siempre una manera de lograr que algo existie-
ra a los ojos imperiales. Se ha llamado a la geografía la "imposición del
conocimiento sobre la experiencia en un paisaje específico particular". Y
aún así el trazado del mapa de los centros culturales puede decirnos mucho
acerca de las cuestiones importantes del acceso a la literatura y acerca de la
relación del poder cultural con el económico. Las ciudades existen como
expresiones de los valores y de las aspiraciones culturales, aunque de las
maneras complejas que se estudiarán en el proyecto. Al examinar el pasado
de la cultura literaria desde estas perspectivas múltiples, este equipo de his-
toriadores literarios bien podrían enfrentarse con consideraciones de fechas
y paradigmas que han recibido escasa atención por parte de la historia lite-
raria anterior, ya sea en su forma nacional o comparativa.
Podría existir quien tema que, como resultado de este enfoque más am-
plio de las formaciones culturales y los procesos culturales dinámicos, la
narrativa histórica literaria más familiar de autores y obras literarias se con-
vierta en una historia demasiado general de todos los que escriben o de lo
que se escribe, o de todos los que leen o son leídos, sin prestarle la atención
debida a las obras significativas de la literatura que se perciben como inte-
grantes de una identidad cultural. Sin embargo, como lo demostrará el índi-
ce tentativo de contenidos, no es ese el resultado lógico de un interés histo-
riografía) por el trazado de mapas de largo plazo del pasado o del presente
de la cultura literaria. El marco de los datos empíricos y de su trazado con-
ceptual empleado por este proyecto contextualizará esas obras importantes,
aunque también debería posibilitar la distinción de líneas de desarrollo im-
portantes y la percepción de los rasgos salientes y las repeticiones sorpren-
dentes que evidencian una herencia viviente, compartida, que bien podría
darse por sentado la mayoría de las veces. El propósito de estos procedi-
mientos metodológicos consiste, entonces, en revelar lo que tienen y no tie-
nen en común y de esa manera ofrecer al lector varias vías de acceso al
registro del tiempo y del espacio vividos de una cultura literaria. No puede
haber historia literaria en los instantes momentáneos de la experiencia vivi-
da; en tal sentido, para el historiador literario sólo existe lo que Braudel
llamó la longue durée.
En términos históricos, este proyecto sobre América Latina trata de pe-
ríodos extensos (más de cinco siglos), de un área geográfica específica y de
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los diversos pueblos que comparten el territorio, de sus instituciones y co-
munidades. Éstas son las dimensiones de tiempo y espacio que determinan
la historia de esta cultura literaria, si bien de las mismas se han trazado
comparaciones múltiples de las ideas, las imágenes, las formas textuales y,
por supuesto, la representación de la humanidad producida por los latinoa-
mericanos. Dichas comparaciones operan a través del tiempo y del espacio,
ilustrando continuidades, tendencias, repeticiones y diferencias, a la vez que
funcionan como una sonda retrospectiva de los procesos de autocreación
individual y colectiva. Es así como surge la dialéctica de la imaginación lite-
raria como habitat humano y como constelación narrativa, ya que una histo-
ria literaria comparativa puede reunir respuestas que difieren en el lenguaje
con condiciones de existencia similares y aspiraciones humanas compartidas.
En el caso específico de América Latina, el proyecto explorará la cultu-
ra literaria de los diversos pueblos que comparten este espacio territorial
particular a través de la formulación de preguntas derivadas de una pers-
pectiva interdisciplinaria. Las preguntas indagan acerca de las especificida-
des contextúales de ese ambiente común que puedan entonces referirse al
registro histórico de una cultura literaria, la que (como todas las culturas)
está en un proceso contrario. Este enfoque, no obstante, depende obviamen-
te de la buena voluntad y de la colaboración excepcionales de los colegas de
varias disciplinas y de la generosa combinación del conocimiento acumula-
do, reunido por estos profesores que, aunque expertos en un área en parti-
cular, han acordado pensar comparativamente superando los h'mites de su
especialidad para buscar un terreno común. Por lo tanto, mientras que los
tres volúmenes puedan a veces parecer que cubren parte del mismo material
estudiado por otras historias literarias, en realidad lo harán desde perspecti-
vas muy diversas formulando, por lo tanto, preguntas muy distintivas. En
consecuencia, mientras que algunos de los colaboradores de este equipo
bien pueden enfocar las mismas instituciones, obras o autores, es obvio que
las preocupaciones y los interrogantes que se dirijan a estos materiales van a
ser muy diferentes. En un planteamiento basado en la problemática de la
historia cultural como éste, a diferencia de uno cronológico o temático, los
resultados invariablemente reflejan las preguntas formuladas y los proble-
mas previstos. De esta manera, la dinámica interna de lo comparativo y de
lo dialógico entre las varias partes de esta historia constituirá una dimensión
significativa de tal semejante esfuerzo colaborativo.
Parte de lo que distingue esta empresa de los esfuerzos anteriores es,
entonces, el hecho de que el presente modelo historiografía) establece un
vínculo constante entre el pasado distante y el pasado reciente; él postula la
significación del pasado como un significado presente, como la posibilidad
de significar en nuestro propio presente. Obviamente, si se aisla el pasado
literario del presente, no habría ninguna perspectiva histórica; de manera
similar, no puede desconocerse lo que se ha interpuesto entre el texto del
pasado y sus lectores de hoy. En la cultura literaria puede haber temas cons-
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tantes, medios de hacer tramas, repetición de ideas e imágenes que, en con-
junto, hacen de la segregación de la literatura en fragmentos inconexos y su
separación de la "vida" no sólo una falsificación del pasado sino un empo-
brecimiento del presente.
Una ilusión reductiva frecuente de la historia literaria es la antigua
creencia de que los "clásicos" de la literatura son la obra del genio que de
alguna manera existe fuera del tiempo y que se eleva sobre el nivel de la
vida hasta el punto de separar a sus autores de la comunidad. Tal ilusión
pasa por alto el hecho de que una obra literaria consiste de la lengua que,
pese a ser empleada de manera innovativa, deriva del uso cotidiano; de ma-
nera similar la cultura literaria a su vez se perpetúa en la reabsorción de su
discurso dentro del lenguaje de la vida cotidiana. La desatención a este in-
tercambio mutuo ha llevado a la separación de la literatura de la vida popu-
lar desmentida por la obra de Dante, Cervantes, Milton, Joyce, Borges o
Neruda. Es en parte esta calidad de inseparabilidad de la literatura de las
realidades de su cultura que impulsa el deseo del proyecto de contextualizar
las obras del pasado como parte de la vida en ese entonces y ahora. Es por
eso que las literaturas (en plural) examinadas (analizadas, estudiadas) en
estos volúmenes incluyen tanto literaturas de corte elitista y popular como
orales-performativas, olvidadas por el canon o por la historia. Literaturas,
en otros términos, significa todos los discursos verbales como así también su
connotación más obvia de obras orales en muchos idiomas diferentes.
Como lo sugiere el título Historia comparada de las formaciones cultura-
les: literaturas de América Latina ésta es entonces una historia de pluralida-
des unidas bajo la designación debatida de "América Latina". Éste no será
un registro de libros y autores de un lugar determinado. No obstante ofrece-
rá hipótesis predictivas provisionales para retar el privilegio epistemológico
de la evidencia documental; estos retos planteados a menudo como interro-
gantes. Por lo tanto, entre las nuevas preguntas que el proyecto busca for-
mular figuran: ¿Por qué una pluralidad de literaturas? ¿Cuáles son los pará-
metros de América Latina como geografía espacial y humana? ¿Qué se sig-
nifica por una formación cultural y, más pertinente al caso, ¿por qué debería
la búsqueda de la historia literaria abrigar nociones tales como la de forma-
ción cultural? La idea es construir una historia sin cierre, una a la cual se
pueda acceder desde muchos puntos diferentes y pueda desplegarse a través
de muchas lineas narrativas centradas, coherentes e informadas. Será una
historia de cientos de comunidades vinculadas por la lengua, la historia o los
modelos económicos. Las condiciones materiales de estas comunidades
constituirán el fondo contra el cual se examinen las instituciones y la cultura
literaria que comparten. El valor de los artefactos culturales como la litera-
tura reside, en parte, en las maneras en que estos artefactos se posean en
común; en otras palabras, reside en su valor de recambio, en la medida de
su uso. Un poema puede volverse canción y a la larga convertirse en una
seña de identidad de una comunidad, sin que haya compra o venta alguna.
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Por eso, el valor material de la literatura como mercancía, como producto
de mercado, es relativo y tal vez en términos absolutos, bastante insignifican-
te; es el valor de formación cultural que no tiene precio.
¿Qué se quiere decir, entonces, por "una historia comparativa de las
formaciones culturales"? Primero y principal, implica la rotura epistemológi-
ca con las historias literarias de América Latina del pasado. Reconoce, por
ejemplo, una cantidad de problemáticas centrales que anteriormente habían
sido minimizadas o pasadas por alto. Por ejemplo, los sectores españoles y
portugueses del continente han experimentado desarrollos culturales parale-
los (aunque diferentes) en términos de sus vínculos europeos: ambos mante-
nían lazos más estrechos con París que con Lisboa o Madrid. O, para dar
otro ejemplo, esta vez del sector económico, la participación de América
Latina en el mercado mundial ha pasado por períodos de auge y de quiebra
de la demanda de sus productos de materia prima (café, caña de azúcar,
caucho, cobre, bananas, metales preciosos y, hoy, cocaína), lo que muestra
un paralelo en el dominio de los productos culturales: en el periodo sugesti-
vamente llamado boom de los años 1960 y 1970 de la novela latinoamericana
y del "realismo mágico" en todos los productos imaginativos del continente
(ya sean éstos films o ficciones) que han sido convertidos en artículos de
consumo exóticos por los centros editoriales y académicos de los mercados
metropolitanos angloamericanos y europeos. Más allá del reconocimiento de
la realidad compleja de un continente cuya riqueza, en la mayoría de los
casos, no se comparte entre sus habitantes, hay además una historia escasa-
mente registrada de las formaciones culturales que han generado enormes
zonas transnacionales de interacción cultural, las que proveerán el foco prin-
cipal de la investigación del proyecto. Lo transnacional, no obstante, no es
aquí un simple sinónimo de lo regional con su frecuente asociación de pure-
za étnica y autenticidad cultural. Por el contrario, en América Latina es el
dominio de la geografía humana y de la demografía de lo multiétnico y lo
multirracial.
Sería problemático afirmar que "América Latina" es la creación de los
pueblos que la habitan ya que tanto la cultura como la cartografía del conti-
nente han sido creadas como reacción contra las presiones externas y engen-
dradas tanto por maneras proactivas como reactivas. El término "América
Latina", una designación arbitraria denominada así para satisfacer propósi-
tos imperialistas franceses, es una construcción discursiva pero en su uso
actual es contingente, heterogénea, dinámica. Sus diferentes áreas tienen
historias coloniales diferentes, creolización diferente y relaciones diferentes
con la modernidad —y posmodernidad. De una manera literal y figurada,
el terreno sobre el que se asienta la construcción cultural llamada América
Latina es, por definición, inestable; los procesos de formación histórica del
pasado con frecuencia han sido perturbados por pequeñas y grandes revuel-
tas tales como la Revolución Mexicana de 1910, las guerras de la inde-
pendencia que habían traspasado Hispanoamérica un siglo antes, o los cam-
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bios caóticos de poder en el Caribe durante el siglo dieciocho, por no men-
cionar a la conquista misma. Su historia ha sido interrumpida por disturbios
inducidos desde el exterior o infligidos desde adentro que continúan alte-
rando la configuración de la cultura del hemisferio, de una manera similar a
la alteración de su topografía ocasionada por los desastres naturales causa-
dos por los deslizamientos geológicos.
Los procesos culturales de autoexpresión de los pueblos que hablan los
idiomas indígenas, el español y el portugués deben leerse dentro de este
contexto: tal es la premisa de nuestro proyecto. Los textos específicos desig-
nados en distintos momentos como "literatura son manifestaciones de este
proceso continuo por el cual un pueblo se reconoce a sí mismo, a sus mitos,
visiones, e ideales compartidos, así como responde al abuso del poder por el
impulso incesante en busca de la riqueza y el dominio político. Por lo tanto,
no se enfocarán las literaturas latinoamericanas sólo a través del discurso
individuado ni aún del de sus escritores más conocidos; por el contrario, el
enfoque va a centrarse sobre la situación de las literaturas (en plural) dentro
de los contextos culturales e históricos más amplios. El desafío obvio del
proyecto consiste en escribir esta historia de formaciones culturales como
un proyecto colaborativo fiel a la diversidad situacional de los contextos tan-
to de la literatura como de los colaboradores que están escribiendo y mante-
ner, a la vez, la consistencia necesaria en el enfoque, colectivo, pero singular
como un coro clásico.
Historia de formaciones culturales: literaturas de América Latina está di-
vidido en tres volúmenes estructuralmente interdependientes titulados: Con-
figuraciones de la cultura literaria en América Latina; Modelos institucionales
y modalidades culturales de la literatura latinoamericana y, por fin, Literatura
latinoamericana: del tema a la historia. En vez de ofrecer una mera secuen-
cia cronológica de la cultura, el método historiografía) empleado aquí, en
cada paso dado, traza el mapa del terreno material, examina las formaciones
culturales e institucionales que tienen una relación directa con la produc-
ción literaria y su difusión y ofrece una narrativa histórica construida con
plena conciencia de su propia ubicación dentro del marco del contexto cul-
tural. Esta organización permite que el lector presencie la compleja red del
desarrollo cultural a lo largo del tiempo.
El primer volumen establece los parámetros geográfico, lingüístico y so-
cial, del campo de acción de la historia de estas diversas culturas literarias.
El segundo volumen se concentra en las modalidades culturales, los modos
discursivos, las sanciones institucionales y los centros culturales que tanto
atraen como irradian ideas y sus configuraciones a lo largo de órbitas de
distribución e influencia cada vez más grandes. Estos centros componen la
constelación de concentraciones mayores y menores de actividad literaria
que se vinculan no sólo entre si, sino también con otros centros expatriados
en lugares tales como París y Nueva York. El tercer volumen se centra en los
modos de representación y la consecuente red narrativa que conecta los
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centros culturales entre sí y con los centros europeos y (anglófonos) de Nor-
teamérica. Estos hilos colectivos componen la trama de la cultura comparti-
da e identifican el papel clave de ciertos escritores individuales cuyas obras
se han convertido en fuerzas culturales destacadas. Autores tales como Sor
Juana, Rubén Darío, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges o Gabriel García
Márquez, cuyos escritos han sido traducidos y trasmitidos mucho más allá
de su lugar de origen, se vuelven los indicadores más relevantes de la reali-
dad cultural de América Latina. Sin embargo, cuando se los saca de su con-
texto local, ellos crean otra "América Latina" que existe en otra parte: en las
fabulaciones creadas por la distancia cultural. El tercer volumen, al igual
que los dos primeros, tiene una estructura y una lógica específicas. La pri-
mera sección enfoca la historia literaria de América Latina desde ángulos
complementarios que permiten la construcción de una perspectiva latinoa-
mericana de la cultura literaria que sobrepasa localismos y regionalismos.
La segunda sección narra la historia de los encuentros culturales: estos son
ensayos de sincretismo, hibridación y adaptación. El foco central recae en
las especificidades del fenómeno de trasculturalización tal como se realiza
en los casos especiales en América Latina. Finalmente, en la tercera sec-
ción, el foco autorreflexivo ilumina nuestro siglo como el momento temporal
desde el que se configura y se narra la historia total.
Este proyecto, al aparecer a finales del siglo XX, reconoce y responde
al principio interpretativo de que la historiografía implica siempre las posi-
bilidades narrativas del pasado vinculadas dialécticamente con la perspecti-
va del historiador de hoy: el pasado histórico es una construcción que confi-
guramos conceptualmente por medio de las condiciones posibilitadas por
nuestro propio presente. Por lo tanto, esta historia literaria no será una na-
rrativa de fechas, hechos o acontecimientos. En esta historia los materiales
históricos estarán sujetos a la interpretación múltiple de los 125 colaborado-
res que participan en la redacción de esta historia colaborativa de las forma-
ciones culturales. En este momento particular del siglo, haríamos bien en
recordar la admonición hecha por Francisco Goya en el siglo pasado: "El
sueño de la razón produce monstruos". La mayor virtud de la colaboración
bien puede ser una vigilancia a favor de una historiografía dialéctica nacida
del intercambio entre los miembros del equipo. Esperamos evitar el sueño
de la razón que aun en nuestra época sigue produciendo los monstruos del
nacionalismo extremo que, en la mayoría de los casos, ha servido para ocul-
tar la flagrante explotación económica y política de muchos por parte de
pocos. Al buscar un modelo de cultura compartida este proyecto espera ir
más allá de los nacionalismos divisivos, a la vez que evita narrativas magis-
trales imperiales que repiten tal dominación.
En conclusión ¿para quién se escribe este tipo de historia literaria y
cuál es su finalidad? Se la escribe para quienes, dentro y fuera de las Ameri-
cas, estén interesados en la exploración de una historia cultural compartida,
distinta y compleja y de sus formaciones literarias. Su propósito es crear un
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relato leíble con múltiples perspectivas, aunque también es crear un instru-
mento de investigación colaborativo, uno que constantemente abra nuevos
caminos de indagación, uno que no se encierre en la historia oficial o en la
veneración de la obra maestra, uno que reduzca todas las preguntas a una
sola versión e interpretación. La historia literaria filológica, en su cumbre
del siglo XIX, tendía a crear construcciones cerradas y percibió como una
de sus tareas la contextualización de la literatura en la historia nacional polí-
tica siguiendo ciertos modelos específicos desde el espíritu unitario de la
época histórica de Hegel, hasta la mentalidad característica del Geist de
Dilthey, en la cual el contexto era cultural (filosófico, religioso, legal estéti-
co, científico) aunque ciertamente no material, ni social o político. Desde
hace más de un siglo que se clama por el abandono de la historia literaria.
Se ha venido anunciando su desaparición como disciplina dentro de los es-
tudios literarios durante por lo menos los últimos treinta años. Comenta-
dores recientes de las características de la disciplina han puesto en eviden-
cia una desconfianza tan profunda hacia sus procedimientos como sus pre-
decesores tuvieron una confianza sin límites en la rectitud de su historiogra-
fía. Hoy, bajo la presión de las diversas influencias de la antropología cul-
tural, la teoría de las comunicaciones, la semiología cultural, la hermenéuti-
ca, la teoría legal crítica, la "geografía nueva" y las teorías de Michel Fou-
cault — para mencionar unas pocas— existe una fluidez en las intersecciones
posibles entre lo literario y sus contextos sociopolíticos más amplios. Histo-
ria comparada de las formaciones culturares: literaturas de América Latina se
sitúa dentro de este marco de referencia.

NOTAS

1.Por ejemplo, Emory Elliot, ed., Columbia Literary History of the United States. New
York: Columbia University Press, 1988) y Denis Hollier, ed., A New History of French Literatu-
re (Cambridge: Harvard University Press, 1989).
2.John Moss, Enduring Dreams: An Exploration ofArctic Landscape (Toronto·. House of
Anansi Press, 1994), 1.
3.La idea consiste en trazar la ubicación (correspondiente a momentos históricos dife-
rentes) de varias instituciones dentro de América Latina: el cine, la televisión, las emisoras
radiales; los teatros; los museos; las universidades y academias; Ia publicación de libros y perió-
dicos; los archivos públicos.
4.Véase Mark Schoenfeld y Valerie Traub, sección "Forum", PMLA 111.2(1996): 281:
"Podría resultar útil reemplazar el privilegio de la evidencia epistemológica con el de la hipóte-
sis predictiva: Si formulamos una hipótesis X: ¿qué estamos sacando a la luz que de otra
manera hubiera permanecido oculto? La utilización provisional de las hipótesis predictivas es
una manera ténue de erudición que exige generosidad intelectual. La recompensa es la puesta
en un primer plano de la evidencia como una construcción circular, de acrecentamiento contin-
gente de la selectividad histórica y los criterios disciplinarios".
5.La producción y la compra de una gran novela cuesta Io mismo que la de una mala;
una obra maestra cultural puede languidecer por años, mientras que una obra de moda tiene
éxito comercial inmediato.
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6.Véase el artículo de Roberto Maria Dainotto, "Ah the Regions Do Smilingly Revolt:
The Literature of Place and Region". Critical Inquiry 22 (Primavera 1996): 486-505, que con
penetración establece la conexión entre el regionalismo de hoy y el nacionalismo de ayer "los
dos hablan el mismo lenguaje; alientan los mismos deseos amenazadores e infantiles de pureza
y autenticidad" (505).
7.Véase el número especial de Journal of Interdisciplinary Literary Studies sobre "Frag-
mented Identities: Postmodernism in Spain and Latin America", 7. 2 (1995).
8.Reconociendo que la definición de "literario" ha cambiado en el trascurso de los siglos
y en los distintos lugares, este proyecto lo definirá, según se notara anteriormente, tanto oral
como escrito, performative como leído, ficcional como no fíccional.
9.Hubo, por supuesto, intentos importantes para ver la literatura como la reflexión direc-
ta del cambio social en la obra de Hippolyte Taine y de muchos historiadores literarios marxis-
tes.
10.En "The Fall of Literary History" contenido en The Attack on Literature and Other
Essays (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1982), René Wellek delinea algunos
de esos ataques, desde la afirmación de W.P. Ker de 1893 de que la historia literaria sólo
proporcionaba un museo o galería, a través de la posición idealista de 1917 de Croce, de que
las obras de arte son únicas y, por lo tanto, no puede haber continuidad alguna entre ellas,
hasta las opiniones del New Criticism en Estados Unidos, la critica práctica del inglés J. Leavis
y la protesta fenomenología de Emil Staiger.
11.En 1970 la publicación New Literary History le dedicó uno de sus primeros números al
interrogante: "¿Es obsoleta la historia literaria?"
12.Véase, por ejemplo el acierto de Fernando Ainsa en Identidad cultural de Iberoaméri-
ca en su narrativa. Madrid: Gredos, 1986, en que afirma que la cultura es un proceso dialógico
de objetivación y desobjetivación entre los elementos que la integran (p. 28), observación en
vivo contraste con la generación anterior de historiadores como Germán Arciniegas. Aunque
Ángel Rama señala la importancia de la cultura popular como expresión de cambios y transfor-
maciones culturales, La ciudad letrada no ha tomado en cuenta en las historias literarias de
América Latina. Véase también Iris M. Zavala, "Representing the Colonial Subject" en Re/Dis-
covering Colonial Writing. Ed. René Jara and Nicholos Spadaccini. Minneapolis: University of
Minnesota Press, 1989, 332-48 y también Antonio Candido, "Literatura e subdesenvolvimento"
en A educaçâo pela noite e outros ensaios, Sao Paulo: Ática, 1987, 140-162.

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