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RESUMEN
ABSTRACT
With the exception of the pure right processes that, by their nature, are
not about facts but only about the law applicable to the controversial
case, in all other processes the controversy revolves around facts that
must be proven by those who affirm them and by those who the
controverted denying them and affirming other facts; hence the
importance of the test and the activity that develops around it, which is
1
the so-called probative activity. In this article, the evidence is analyzed
as an activity of the parties and the judge, and the various means of
evidence that can be offered to demonstrate the veracity or falsity of
the facts that are the subject of controversy in the process and that
constitute the so-called thema probandi, that is, the set of facts that
must be subject to the evidence offered by the parties and,
exceptionally, ordered ex officio by the judge (the latter being the stance
with which we do not agree at all, as we shall see later.
1.- INTRODUCCIÓN.
Analizando punto por punto lo anterior, no hay duda que los medios de
prueba tienden a acreditar los hechos que son materia de la controversia
(porque los hechos no controvertidos no requieren ser probados), pero
en cuanto a producir certeza hay opiniones discrepantes, porque la
certeza es el grado sumo de la convicción que se alcanza a través de un
razonamiento lógico impecable y mediante una demostración
fehaciente de los hechos, que no deje dudas sobre su probanza; de otra
manera la convicción (el convencimiento sobre el hecho) sería
meramente subjetivo. Sobre esto volveremos más adelante.
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Esta convicción a la que llega el juez sobre los hechos materia de la
controversia debe alcanzarse con el mayor grado de aproximación a la
verdad (del proceso, se sobrentiende), es decir que el juez debe adquirir
certeza sobre los hechos que son materia de la prueba (thema
probandi). La certeza es el grado mayor del convencimiento que puede
alcanzar el juez, por lo que la prueba debe estar orientada a lograr ese
grado de convencimiento sobre los hechos que decidirán la
controversia, que ha sido prefijada como thema decidendi;
cronológicamente, una vez definida la controversia y fijados los puntos
controvertidos que serán objeto de prueba se pasa al saneamiento
probatorio, que consiste en una suerte de tamizaje donde el juez decide
sobre la admisibilidad de los medios probatorios, oportunamente
ofrecidos por las partes como fundamento fáctico de sus pretensiones.
En todo proceso civil, para estar en capacidad de definir los hechos que
van a ser materia u objeto de la prueba (que son las afirmaciones
realizadas por las partes sobre los hechos que sustentan sus
pretensiones), que es lo que se conoce con el nombre latino de thema
probandi, es necesario que primero se defina lo que será el tema de la
controversia (thema decidendi). Es alrededor de este tema que gira la
controversia sobre los hechos introducidos al proceso por las partes: el
demandante, con la demanda, y el demandado, con la contestación de
la misma (negándola, desde luego). Nuestro proceso civil se encuentra
primordialmente regido por el principio dispositivo, en virtud del cual las
partes son las encargadas de fijar el alcance y contenido de sus
pretensiones, lo que permite demarcar el perímetro del thema
decidendi, es decir, aquello sobre lo que debe pronunciarse el juez para
decidir el conflicto de intereses que debe resolver mediante la
sentencia.
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arriba; sin embargo, no todos los hechos deben ser probados, sino solo
los que pasan a conformar el thema probandi y que deben ser
acreditados con los medios de prueba que subsistan como admitidos
para tal efecto luego del tamizaje llevado a cabo en el saneamiento
probatorio, etapa donde se decide sobre la admisión o no de los medios
de prueba ofrecidos por las partes procesales.
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Al lado de esos hechos, los hechos notorios gozan de una dispensa
relativa de la prueba siempre que la notoriedad sea absoluta y general.
Ejemplo de un hecho notorio con estas características es el ataque
terrorista a las “Torres Gemelas” (Twin Towers, el día 11 de septiembre
de 2001), que es un hecho que casi nadie puede desconocer.
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sol se oculta por occidente (lo sabía el poeta Catulo -87 AC- cuando
escribió ese verso inmortal de uno de sus poemas: “soles occidere et
redire possunt”); que la gravedad atrae los cuerpos con una fuerza
directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente
proporcional al cuadrado de la distancia que los separa, etc. También
sabemos por experiencia que las hojas de los árboles caen en otoño; que
en invierno hace frío y en verano calor. El dolor también es una
experiencia (Ortega y Gasset decía que la experiencia de un dolor de
muelas era intransferible), etc.
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sobrevenido (por ejemplo, la modificación de un plazo en un contrato,
la exclusión de un heredero en un testamento, etc.).
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Commerce o Cámara de Comercio Internacional, con sede en París)
contribuye de manera decisiva a uniformizar la costumbre mercantil,
mediante la difusión, a través de sus “Brochures” o “Publicaciones”, de
las normas de uso mercantil generalmente aceptadas por los
comerciantes internacionales (así los “Incoterms”, por ejemplo, o
'términos internacionales de comercio', que son términos de tres letras
cada uno que reflejan las normas de aceptación voluntaria por las partes
de un contrato internacional de compraventa acerca de las condiciones
de entrega de las mercancías y/o productos; así FOB “Free On Board”
significa que es obligación del vendedor poner la mercancía a bordo del
buque que la transportará; CIF “Cost, Insurance and Freight”, significa
que en el precio se incluye el costo, el seguro y el flete, etc. ).
El artículo 197 del Código Procesal Civil ser refiere a esta actividad del
juez de la siguiente forma:
Todos los medios probatorios son valorados por el Juez en forma conjunta,
utilizando su apreciación razonada. Sin embargo, en la resolución sólo
serán expresadas las valoraciones esenciales y determinantes que
sustenten su decisión.
8
Este artículo establece el primer principio que hay que tomar en cuenta
en materia de valoración de la prueba: el “principio de unidad de la
prueba”.
En cuanto a los medios de prueba que pueden ser ofrecidos por las
partes para sustentar los hechos en que fundan la demanda y la
contradicción, dado que en nuestro Código Procesal Civil existen tres
procesos de cognición (que son el de conocimiento, el abreviado y el
sumarísimo), éstos varían según se trate de la vía procedimental en la
que se deba tramitar el proceso. Sobre esto también volveremos más
adelante.
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declaración de un testigo sobre un determinado hecho, que la
convicción que le produce un documento que constata la veracidad (o
falsedad) de tal hecho (por ejemplo, un video, o un audio, etc.) y que
demuestra, mejor que un testigo, la ocurrencia o no de un hecho y la
forma cómo ocurrió ( o no ocurrió).
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fase de admisión de la prueba en el proceso; y 4. La fase de valoración o
apreciación de la prueba por el Juez.
Sobre las dos primeras fases no hay mucho que comentar, salvo que las
pruebas de un hecho pueden preexistir al proceso (como ocurre con la
generalidad de los documentos) o pueden ser establecidas dentro del
proceso a través de los medios probatorios ofrecidos por las partes
(como ocurre con los dictámenes periciales, o la declaración de parte, o
la de testigos).
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Sobre la tercera fase, que es la admisión de los medios de prueba
ofrecidos por las partes, ello implica una calificación previa del medio
probatorio por el juez, el que debe determinar si es que las pruebas
ofrecidas cumplen con los requisitos intrínsecos de las mismas, esto es
la conducencia, utilidad, pertinencia y ausencia de prohibición legal de
la prueba; y los requisitos extrínsecos, esto es, la oportunidad y la
formalidad adecuada para su ofrecimiento y actuación.
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el postulado del principio es que una vez admitido un medio probatorio,
éste es “adquirido” por el proceso y desde ese momento pertenece a
éste, es decir a quienes forman parte del mismo.
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La ausencia de prohibición legal que tiene su antónimo en la ilicitud de
la prueba merece un título aparte por su importancia, aunque sobre
todo sea materia de estudio en el derecho procesal penal.
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diferencia de la ilícita, es admisible para efectos del proceso civil, sin
menoscabo de la responsabilidad en la que pudiera haber incurrido
quien en su obtención o causación haya infringido un determinado
derecho.
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si ese hallazgo se hubiera producido de todas maneras como resultado
del registro aleatorio del equipaje de los pasajeros, podría aplicarse la
llamada teoría del “descubrimiento inevitable”, que permite admitir la
prueba derivada de otra obtenida ilícitamente siempre que el
descubrimiento de la segunda se hubiera producido incluso sin la
existencia de la primera. Sobre ésta y otras teorías que constituyen
excepciones a la llamada regla de exclusión (exclusionary rule)
volveremos enseguida.
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2.2.2.2 La llamada “regla de exclusión” tiene un carácter general, y dado
que su finalidad es la protección de los derechos fundamentales de las
personas en el proceso, puede aplicarse a todo tipo de procesos, ya sea
de carácter penal, civil, comercial, contencioso-administrativo, laboral,
etc.). La “exclusionary rule” es un conjunto de reglas que excluyen o
suprimen la prueba (evidence) obtenida en violación de los derechos
constitucionales de las partes procesales en un proceso distinto a uno
de carácter penal, en el cual la misma regla solo protege al investigado
o imputado de un delito.
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Siendo diversas las teorías y sus respectivos fundamentos, su finalidad,
sin embargo, es única: permitir que en ciertos casos las pruebas
derivadas de la prueba ilícita no sean excluidas del proceso. No es la idea
de este trabajo extendernos en un análisis más profundo sobre la prueba
ilícita, y las teorías que permiten salvar la valla de la regla de exclusión,
permitiendo la incorporación de la prueba al proceso, así que, por ahora,
dejamos este tema para otra oportunidad, no sin antes señalar que en
nuestro país la Constitución de 1993 hace mención expresa a la
ineficacia de las pruebas obtenidas con lesión a derechos
fundamentales, cuando señala que carecen de valor las declaraciones
obtenidas por la violencia (moral, psíquica o física), y quien las emplea
incurre en responsabilidad (art. 2.24.h); y también al prescribir que los
documentos privados obtenidos con violación del precepto
constitucional no tienen efecto legal (art. 2.10).
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En cuanto a los requisitos extrínsecos de la prueba, que son la
oportunidad y la formalidad adecuada para su ofrecimiento y actuación,
como ya hemos señalado, en nuestro sistema procesal civil los medios
probatorios, en general, se ofrecen con la demanda por el demandante,
y con la contestación por el demandado; sobre la formalidad para el
ofrecimiento de los medios probatorios típicos, éstas están reguladas en
los artículos 188 y subsiguientes del Código Procesal Civil, pero
adelantando un criterio que luego veremos más en detalle, cuando, por
ejemplo, se ofrece la declaración de parte debe acompañarse en sobre
cerrado el pliego de preguntas que luego se abrirá al cuando llegue el
momento de actuación de la prueba, y cuando se ofrece una pericia
técnica deberá el oferente señalar sobre qué versará ésta y qué tipo
especializado de profesional o técnico evacuarla.
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que ayuden a desvirtuar las menos creíbles (corroborativas negativas).
Esta actividad valorativa de las pruebas es la que brinda mayores
garantías al procedimiento probatorio en sí, pues, no sólo protege a las
partes sino también al juez, ya que la sentencia que éste dicte lo será en
función, precisamente, a lo que él considera probado en el proceso, la
llamada “verdad procesal”.
1. La declaración de parte
2. La declaración de testigos
3. los documentos
4. La pericia
5. La inspección judicial
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Art. 193 Medios probatorios atípicos
La Declaración de Parte está regulada en los artículos 213 al 221 del CPC. El
artículo primero de los cuales establece que las partes pueden pedirse
recíprocamente su declaración.
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cómo es cierto que ….tal cosa” o “ Diga cómo es verdad que …..tal cosa” que
el confesante debía responder, esencialmente, sí o no, pero si no concurría
a la audiencia el apercibimiento consistía en tener por contestadas las
preguntas en sentido afirmativo (dándole la razón a la contraparte, vista la
forma en que se hacían las preguntas), lo que constituía una confesión ficta,
pero aun así ella era considerada prueba plena, dado que el anterior código
había adoptado el sistema de la prueba tasada, esto es que las pruebas,
aisladamente consideradas, tenían un valor propio asignado por la ley que
el juez no podía desconocer aun cuando iba contra su propio criterio de
interpretación del acervo probatorio en su conjunto.
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Desde luego, si el abogado de la parte absolvente no está de acuerdo con
alguna pregunta, repregunta o aclaración solicitada, puede oponerse, y el
juez puede decidir sobre la incidencia en ese mismo momento o diferir su
decisión para más adelante, en cuyo caso el declarante debe dar respuesta
a lo que se le pide, a pesar de la oposición. En cualquier caso, la decisión del
juez sobre la oposición formulada por la parte es inimpugnable (sobre este
recorte al derecho a la impugnación volveremos más adelante, cuando nos
ocupemos de las pruebas de oficio).
De otro lado, el artículo 215 del CPC establece que la declaración de parte
es divisible si 1) comprende hechos diversos independientes entre sí, o 2)
se demuestra la falsedad de una parte de lo declarado. La divisibilidad
significa que el juez puede apreciar por separado las respuestas dadas por
la parte a las preguntas formuladas en el pliego y a las repreguntas y
aclaraciones formuladas por las partes y el juez en la audiencia de su
propósito.
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Otra característica de este medio de prueba es su irrevocabilidad (artículo
216); si el absolvente se rectifica el juez apreciará esta conducta. La ley no
señala un plazo para que el declarante se rectifique, porque no constituye
un derecho que éste puede ejercitar como parte procesal, sino una
situación de hecho que se puede presentar cuando el declarante toma
conciencia del perjuicio que su declaración puede ocasionarle a su defensa;
en todo caso la apreciación de la rectificación la hará el juez contrastándola
con los demás medios de pruebas actuados, pues hay casos en que, por el
nerviosismo propio que causa a las partes (generalmente legos) asistir y
participar en una audiencia de pruebas, el declarante pude equivocarse de
buena fe al responder una o más preguntas.
Para finalizar este punto, anotamos, como dato curioso, que en el código
de 1912 existía un medio probatorio que nunca en mi vida profesional pude
ver que se ofreciera como tal; se llamaba “juramento decisorio” y consistía
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en que la controversia quedaba enteramente sometida al juramento que, a
pedido de una de las partes, debía prestar la contraparte sobre la verdad
de los hechos. Desde luego, un medio probatorio así, que dejaba la suerte
del juicio en manos de una de las partes, era posible solo en una sociedad
con muy altos valores morales, pero resulta inconcebible para la época en
que vivimos, en que la mentira es no es sancionada con todo rigor, a pesar
del deber de probidad que deben observar las partes procesales y sus
abogados según el artículo IV del TP del CPC.
3.2 Testigos.
El CPC no dice nada sobre si el conocimiento del hecho del testigo debe ser
directo o puede tratarse de un testigo de referencia (testigo de oídas), que
ha tenido conocimiento de los hechos sobre los que depone de manera
indirecta, pero no habiendo previsión legal alguna al respeto, lo razonable
sería exigirle al testigo que, en tal caso, indique el momento, el lugar, la
persona y el medio por los cuales obtuvo el conocimiento de los hechos. Si
dicho testigo se niega a proporcionar la identidad de esa persona, su
testimonio no debería ser tomado en cuenta.
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“la testimonial por referencia no es válida si existe la posibilidad de declarar
del testigo presencial o directo, salvo cuando se presenten supuestos de
indisponibilidad, como muerte, grave enfermedad que el impida expresar su
de voluntad, etc.”1.
Puede ocurrir que el testigo haya sido propuesto por ambas partes, en cuyo
caso el interrogatorio empezará por las preguntas de la parte demandante;
esto está establecido en el artículo 224 del CPC.
Como es lógico, el testigo solo puede ser interrogado sobre los hechos
controvertidos especificados por el proponente al ofrecer su testimonio.
2. El que ha sido condenado por delito que a criterio del juez afecte su
idoneidad.
1
RABANAL PALACIOS, “La prueba prohibida desde la doctrina y la jurisprudencia”.
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3. El pariente dentro del cuarto grado de consanguinidad (primo hermano,
tío abuelo y sobrino nieto) o tercero de afinidad (tío y sobrino político), el
cónyuge o el concubino, salvo en asuntos de derecho de familia o que lo
proponga la parte contraria (en cuyo caso tampoco deben observarse las
mismas reglas con dicha parte).
3.3 Documentos.
El artículo 232 define a los documentos como “…todo escrito u objeto que
sirve para acreditar un hecho”, pero hay que acudir al siguiente artículo
para saber qué se considera específicamente como documento en el
proceso civil.
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en la modalidad de soportes informáticos, y otras reproducciones de audio
o video, la telemática en genera, y demás objetos que recojan, contengan
o representen algún hecho, o una actividad humana o su resultado”.
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que ahí se hacen constar, a menos, desde luego, que se demuestre su
falsedad o su nulidad.
Del documento privado se ocupa el artículo 236 del CPC, que lo define como
aquél que no tiene las características de documento público, añadiendo que
su legalización o certificación no lo convierte en público.
Hay que recordar que muchos actos jurídicos sujetos a formalidad esencial
solo requieren que los mismos consten por escrito bajo sanción de nulidad,
como, por ejemplo, la transacción (que además constituye un título de
ejecución aun constando en documento privado), así que su importancia en
el tráfico negocial moderno es enorme. Otro ejemplo de instrumentos
privados que producen presunción de verdad respecto de su contenido son
los títulos-valores, que siendo títulos ejecutivos no están sujetos a un
proceso de cognición, sino que se tramitan a través del ahora llamado
Proceso Único de Ejecución. El proceso ejecutivo, a diferencia de los de
cognición donde el demandante debe probar los hechos en que funda su
demanda, solo requiera la presentación del título ejecutivo, muchos de los
cuales son instrumentos privados, tales como la letra de cambio o el pagaré,
y su sola presentación hace presumir la existencia del derecho incorporado
al mismo (lo que en derecho cambiario se conoce como la “cosificación del
derecho”), de manera que el demandante no tiene que probar casi nada
para que el juez despache ejecución, mientras que la carga de la prueba
sobre la inexigibilidad o iliquidez de la obligación, o de la nulidad formal o
falsedad del título o la extinción de la obligación contenida en el mismo es
de responsabilidad exclusiva del demandado.
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declarado nulo (no falso, porque en tal caso el acto tendría que probarse
por otro medio); esto está señalado en el artículo 237 del CPC.
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total del precio, la empresa de leasing presentó, además, la constancia de
haber abonado en la cuenta corriente del arrendatario financiero la suma
que éste le había adelantado al vendedor.
Como es sabido, ciertos actos jurídicos requieren ser celebrados por escrito
y esta formalidad puede ser exigida por la ley (o establecida por las partes)
bajo sanción de nulidad, de manera tal el acto no existe sino se ha sujetado
a esa formalidad; en estos casos no aplica el principio de prueba escrita,
pues, como señalamos, el acto es su forma. Por ejemplo, si se tratara de
demostrar la existencia de una hipoteca, no bastaría a ese fin el documento
donde el dueño del inmueble deja constancia que lo está hipotecando, pues
este derecho real de garantía es eminentemente formal y la ley exige que
se otorgue mediante escritura pública y se inscriba en la partida registral
del inmueble. Sin esto no existe hipoteca alguna.
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Cuando la forma se exige ad probationem, es decir que ciertos actos deben
ser probados observando la forma prescrita por la ley, existiendo un
principio de prueba escrita pueden ser corroborados con otros medios de
prueba. Una formalidad se exige ad probationem cuando determinada
forma debe observarse en los actos jurídicos a los efectos de su prueba, no
de su validez, de manera tal que nada impide su corroboración por otros
medios de prueba (siempre que exista, desde luego, principio de prueba
escrita).
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presentación de la prueba ocasiona, sobre todo al demandado, situaciones
de apremio que muchas veces no puede vencer y que por ello muchos
jueces, conscientes de esta limitación que le impone la ley al demandado,
admiten que éstos ofrezcan medios que aún no tienen en su poder con el
compromiso de presentarlos en cuanto los adquieran (ahí como en el
ejemplo de la escritura pública que se encuentra en el Archivo General de
la Nación, presentando al juzgado la solicitud para que se le extienda un
traslado de la misma). Ese es un caso muy similar, de manera que teniendo
en cuenta que al demandado no le será posible obtener a tiempo las copias
certificas, debería admitirse tal medio probatorio presentando copias
simples con el compromiso de presentar las certificadas una vez que las
obtenga, acompañando copia del escrito con el que ha solicitado dichas
copias. En el expediente de su propósito.
Sobre los documentos en otro idioma baste decir que deben ser
acompañados de su traducción oficial; como en ciertos casos el volumen a
traducir puede ser considerable, debería aplicarse aquí la misma tesitura
que sugerida para casos anteriores, es decir, una constancia que están
siendo traducidos por un traductor público juramentado y, de ser posible,
acompañar una traducción simple mientras se obtiene la oficial o, al menos,
dar razón de su contenido, para que la otra parte sepa a qué se enfrenta.
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El art. 245 se ocupa de la fecha cierta; este es un tema de capital
importancia en materia probatoria, pues muchos actos se deciden a partir
del discernimiento de su fecha, como, por ejemplo, cuando se presenta un
concurso de acreedores contemplado en el artículo el artículo 1135 del
Código Civil, que prevé que cuando el bien es inmueble y concurren
diversos acreedores a quienes el mismo deudor se ha obligado a entregarlo,
se prefiere al acreedor de buena fe cuyo título ha sido primeramente
inscrito o, en defecto de inscripción, al acreedor cuyo título sea de fecha
anterior, y de haber más de uno, prevalece el título de fecha más antigua.
Como ésta hay muchos otros casos en que la fecha decide un conflicto de
intereses.
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El reconocimiento de un instrumento (escrito se entiende) se hace respecto
de su contenido y firma; puede ocurrir que el obligado reconozca el
contenido o parte del mismo, pero no su firma, o puede presentarse la
situación inversa, esto es que reconociendo su firma niegue todo o parte de
su contenido.
La forma del reconocimiento está normada en el art. 249 que dice así:
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Los documentos otorgados, extendidos o suscritos por representantes
serán reconocidos por estos o por los actuales representantes, sean legales
o de personas jurídicas (artículo 250 del CPC).
3.3.6 Cotejo.
Del cotejo de documentos se ocupan los artículos 255 al 258 del CPC que
pasamos a transcribir ya que se explican por sí solos.
3.3.7 Exhibición.
Por último, en cuanto a la prueba documental, los artículos 259, 260 y 261
del CPC se ocupan de la exhibición; la exhibición de un documento puede
estar a cargo de una de las partes o de un tercero y las reglas que gobiernan
su actuación son las siguientes:
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La necesidad que el documento en poder del tercero pertenezca, incumba
o esté referido a alguna de las partes no requiere de mayor explicación,
pues no tendría sentido ordenar la exhibición de un documento que no
tuviera relación alguna con los hechos que se controvierten en el proceso o
con las partes que participan en él.
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vuelve a incumplir en la nueva fecha fijada por el Juez. En ambos casos, la
multa se aplicará sin perjuicio de la responsabilidad penal a que hubiere
lugar.
3.4 Pericia
El artículo 262 señala que “La pericia procede cuando la apreciación de los
hechos controvertidos requiere de conocimientos especiales de naturaleza
científica, tecnológica, artística u otra análoga”.
El artículo 263 establece los requisitos que debe observar la parte que
ofrece la prueba pericial; dice así:
Las partes pueden, en el mismo plazo que los peritos nombrados por el
Juez, presentar informe pericial sobre los mismos puntos que trata el
Artículo 263, siempre que lo hayan ofrecido en la oportunidad debida.
Este perito podrá ser citado a la audiencia de pruebas y participará en ella
con sujeción a lo que el Juez ordene.
Sin poner en duda la probidad de los peritos, los peritajes de partes suelen
inclinar la balanza en favor de la parte que los solicita y los paga, pero esto
no necesariamente es así en todos los casos. De cualquier manera, siempre
se pueden contrastar el peritaje dispuesto por el juez a pedido de parte con
el peritaje hecho a pedido de una de las partes y sacar conclusiones valiosas.
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A modo de anécdota, en un proceso en que participamos como abogados
del demandado, que era un banco comercial de la plaza, el demandante
pretendía una indemnización por daños y perjuicios sosteniendo como
argumento de hecho que el banco había pagado un total de nueve cheques
por sumas millonarias, a pesar que las firmas de los representantes del
girador eran “notoriamente falsificadas”, en cuyo caso, de acuerdo con el
inciso 1 del artículo 172 de la anterior ley de Títulos-Valores Ley 16.587, ésta
el banco girado respondía por los daños y perjuicios que causara si pagaba
un cheque en esas condiciones (la actual ley de la materia también le
atribuye la misma responsabilidad cuando el banco paga un cheque cuya
firma se aprecia “a simple vista” que es falsificada, de manera que es lo
mismo con otras palabras). Lo cierto es que el proceso llegó a la Corte
Suprema en vía de recurso de casación, y ésta, sorprendentemente, casó la
sentencia de vista y declaró insubsistente la de primera instancia y ordenó
el reenvío del expediente para que el juez de primer grado estableciera, a
través de un peritaje, si la firma puesta en los cheques era o no
“notoriamente falsificada”, lo cual es un disparate pues si la falsedad debía
ser “notoria” no tenía por qué ser materia de un peritaje, cuya actuación
más bien demostraba que la falsificación no era notoria pues de serlo no se
hubiera requerido de la misma.
41
Artículo 266.- Observaciones.
42
La inspección judicial procede cuando el Juez debe apreciar personalmente
los hechos relacionados con los puntos controvertidos.
Sobre la forma cómo se realiza la diligencia, nos ilustra el artículo 273 que
señala lo siguiente:
43
Artículo 274.- Contenido del acta.
Los sucedáneos son los sustitutos de los medios probatorios típicos y son
definidos por sus fines en el artículo 275 del CPC en los siguientes términos:
Los sucedáneos son auxilios establecidos por la ley o asumidos por el Juez
para lograr la finalidad de los medios probatorios, corroborando,
complementando o sustituyendo el valor o alcance de éstos.
Sobre los indicios hay tema para escribir todo un artículo; sin embargo, acá
nos vamos a ocupar de definirlos más allá de cómo son definidos en el
artículo transcrito.
44
generan durante el hecho, y consecuentes, los que se generan que se
generan con posterioridad al hecho.
45
El indicio, a diferencia de la mera sospecha, es un hecho cierto o
debidamente probado pero que, como señalamos, no prueba por sí mismo
el hecho indicado, sino que necesita complementarse con otros indicios que
coinciden en señalar el hecho indicado, que de esa manera puede probarse
con un mayor o menor grado de certeza, dependiendo de la relevancia de
los hechos indicadores, pues no todos los indicios tienen la misma
importancia ni contribuyen de mismo modo a demostrar existencia o no de
hecho indicado.
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Artículo 278.- Presunción legal absoluta.
Cuando la ley califica una presunción con carácter absoluto no cabe prueba
en contrario. El beneficiario de tal presunción sólo ha de acreditar la
realidad del hecho que a ella le sirve de base.
Artículo 279.- Presunción legal relativa.
También dijimos lo que los artículos 278 y 279 señalan que las presunciones
legales no admiten prueba en contrario, y pusimos como ejemplo la
presunción legal del artículo 2012 del Código Civil con relación al contenido
de las inscripciones en Registros Públicos, en el sentido que se presume, sin
admitir prueba en contrario, que todos tenemos conocimiento del
contenido de las mismas (lo que, además de ser una presunción legal, es
también una ficción legal, pues no se corresponde ni remotamente con la
realidad).
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Desde luego, para hacer valer una presunción iuris tantum, la parte que la
invoca debe probar el presupuesto de hecho de ella (en el caso del ejemplo
anterior, debe probar que el hijo no nació durante el matrimonio o dentro
de los 300 posteriores a su disolución), mientras que la parte que intenta
destruirla debe probar que a pesar de esos supuestos, no se trata de un hijo
matrimonial porque durante ese lapso el marido estuvo ausente del hogar
conyugal, o existía una separación de hecho que impedía la cohabitación, o
había permanecía en un país extranjero según su registro migratorio, o
finalmente, pero más fehacientemente, recurriendo a la prueba biológica
del ADN y demostrado concluyentemente que no es el padre, a pesar de la
presunción.
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El razonamiento lógico-crítico del Juez, basado en reglas de experiencia o
en sus conocimientos y a partir del presupuesto debidamente acreditado
en el proceso, contribuye a formar convicción respecto al hecho o hechos
investigados.
49
Otro elemento a tener en cuenta es que esa conducta obstruccionista tiene
que darse en relación a los medios probatorios, porque extenderla a la
totalidad del proceso es peligroso, en la medida que puede dar lugar a
considerar que hacer uso de todos los medios impugnativos constituye una
conducta obstruccionista.
Otro ejemplo de ficción legal es la creada por la Ley Nº 29618 Ley, que
establece la presunción que el Estado es poseedor de todos los inmuebles
de su propiedad (privada) y declara imprescriptibles los bienes inmuebles
de dominio privado estatal (lo que es inconstitucional, porque el artículo 73
de la Constitución establece que solo los bienes de dominio público del
estado son inalienables e imprescriptibles). La ficción legal, en este caso,
consiste en presumir como verdadero un hecho que a todas luces no lo es,
porque el Estado no ejerce de hecho la posesión de todos los inmuebles de
su propiedad.
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En eso consiste la ficción legal, en dar por cierto e incontestable un hecho
que no lo es.
4. CUESTIONES PROBATORIAS
51
Un testigo puede ser tachado cuando se encuentra en alguno de los
supuestos de los incisos 2 y 3 del artículo 224 del CPC, esto es si es pariente,
cónyuge o concubino de alguna de las partes o tiene amistad o enemistad
con ella o interés en el resultado del proceso o si tiene vínculo laboral o es
acreedor o deudor de alguna de las partes; obviamente no procede la tacha
cuando el testigo es propuesto por ambas partes. También cuando está
prohibido de declarar según el artículo 229 del código. En todos los casos la
parte que formula la tacha tiene que probar el hecho en que se funda la
misma, a menos que se trate de un hecho notorio, etc. Es importante tener
en cuenta que en los casos de los incisos 2 y 3 del artículo 224, no hay
impedimento para declarar, pero sí para fundamentar la tacha del testigo
aduciendo alguno de esos supuestos, porque es presumible que un testigo
así no va a ser capaz brindar un testimonio imparcial.
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considere relevante. No hay que confundir la falsedad del hecho que
pretende probarse con el documento con la falsificación material del
mismo: son cosas totalmente distintas. El documento puede no haber sido
falsificado, pero su contenido, es decir, el hecho que expresa, puede ser
falso. En este último caso no procede la tacha del mismo, pues no ha habido
alteración material del documento.
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negando a pagar esta última una póliza de seguro de desgravamen
hipotecario que el demandante alegaba haber contratado, la compañía de
seguros, que no le había extendido la póliza aduciendo que padecía de una
enfermedad grave que lo descartaba como sujeto asegurable, no pudo
probar que la enfermedad preexistente del cliente (que padecía de diabetes
mellitus y que éste había informado en su Declaración Personal de Salud
cuando solicitó el seguro), era de una gravedad tal que no se le podía
extender la póliza, porque se formuló oposición a la exhibición de su
Historia Clínica solicitada al médico tratante, la que se fundó en su deber de
guardar secreto profesional sobre su paciente.
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Aquí se hace necesario recordar que según la última parte del arriba
transcrito artículo 301 del CPC, el medio probatorio cuestionado deber ser
actuado de todas maneras, pero su eficacia se resolverá en la sentencia,
salvo decisión debidamente fundamentada e inimpugnable, como señala la
última parte del artículo 301 del CPC arriba transcrito.
En otros casos, que quedan a criterio del juez pero que debemos suponer
que son más evidentes, el artículo autoriza a éste a que mediante una
resolución “...debidamente fundada e inimpugnable…”, rechace la
actuación del medio probatorio.
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intrascendente la distinción entre falsedad y falsificación, posición que
compartimos en el campo de la prueba civil, pero con la que discrepamos
en el terreno de lo penal, donde se trata de una conducta (la falsificación)
que por sí constituye un delito.
5. LA PRUEBA DE OFICIO
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controversia, siempre que la fuente de prueba haya sido citada por las
partes en el proceso. Con esta actuación probatoria el Juez cuidará de no
reemplazar a las partes en su carga probatoria, y deberá asegurarles el
derecho de contradicción de la prueba.
La resolución que ordena las pruebas de oficio debe estar debidamente
motivada, bajo sanción de nulidad, siendo esta resolución inimpugnable,
siempre que se ajuste a los límites establecidos en este artículo.
En ninguna instancia o grado se declarará la nulidad de la sentencia por no
haberse ordenado la actuación de las pruebas de oficio.
El Juez puede ordenar de manera excepcional la comparecencia de un
menor de edad con discernimiento a la audiencia de pruebas o a una
especial.
El artículo 194 del Código Procesal Civil que hemos transcrito regula la
“prueba de oficio” en los términos expresados, pero lo que queremos
resaltar aquí es que éste es un concepto muy debatido en doctrina, ya que
confronta dos posturas totalmente opuestas sobre la tarea que
corresponde al juez en el proceso civil o, mejor aún, sobre la necesidad de
mantener, en un proceso que debe ser de carácter eminentemente
dispositivo (con exclusión de los procesos de familia y laborales, y los que
versen sobre derechos indisponibles) una institución propia del
autoritarismo del proceso inquisitivo, donde el juez participa como el gran
rector del proceso y es el obligado a desentrañar la verdad de los hechos,
más allá de lo que haya podido probar el demandante sobre los hechos de
su demanda.
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infunda, como lo manda el artículo 200 del CPC (Improbanza de la
pretensión).
En efecto, permitir que el juez ordene una prueba de oficio solo beneficia
al demandante, que no ha logrado convencer al juez con los medios
probatorios que ha ofrecido en prueba de los hechos que constituyen la
fundamentación fáctica de su demanda. Y eso propicia la desigualdad de
armas en el proceso, que es lo opuesto al principio de socialización del
proceso que postula el artículo IV del Título Preliminar del CPC.
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El ejemplo anterior pone de relieve dos cosas: una es el enorme atraso que
la frustrada actuación de la prueba de oficio ocasionó al proceso y el otro,
más importante aún que el primero, es que esa prueba constituía, a todas
luces, una ayuda que el juez le brindaba al demandante que no había
podido probar ese punto a cabalidad, infringiéndose, al ordenarla, el
principio de igualdad de armas, en detrimento del banco, cuando lo cierto
es que debió primar el principio de socialización del proceso del artículo IV
del Título Preliminar del CPC, que propicia la igualdad de las partes en el
proceso.
Por eso consideramos que esta rémora del proceso inquisitivo debe
desaparecer en el sistema procesal civil de nuestro país. Como ya lo
expresamos arriba, no es tarea del juez buscar la verdad de los hechos más
allá de los que han sido presentados por las partes al proceso y para cuya
acreditación han ofrecido los medios probatorios, y además contraviene lo
dispuesto en los artículos 196, sobre carga de la prueba, y también el
artículo 200, sobre improbanza de la pretensión. Debemos dejar en claro
que, desde luego, esto no va más allá de los derechos disponibles, y no se
aplica en los casos de derechos de familia indisponibles ni en los
indisponibles en materia laboral Tampoco cuando está de por medio el
orden público y/o las buenas costumbres (concepto, este último, no solo
indefinido, sino también variable con los tiempos, y que debería ser
eliminado como referente).
“La resolución que ordena las pruebas de oficio debe estar debidamente
motivada, bajo sanción de nulidad, siendo esta
resolución inimpugnable, siempre que se ajuste a los límites
establecidos en este artículo” (el resaltado es nuestro).
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El no poder impugnar una resolución tan trascendente, que puede variar el
curso del proceso, no solo importa restringir el derecho de impugnación de
las resoluciones judiciales a las partes, sino que vulnera el derecho a la
pluralidad de instancia y recorta el derecho a la defensa, ambos
reconocidos en el artículo 139 de la Constitución, incisos 6 y 14,
respectivamente.
Además, ¿en qué situación quedan los litigantes que advierten que la
resolución no está “debidamente motivada”, como exige la norma y, por lo
tanto, es nula? Al menos, en teoría, estarían desprotegidos desde que no
pueden impugnarla, debiendo limitarse a solicitar al juez quela dictó que la
declare nula empleando haciendo valer la nulidad como remedio que,,
aunque no es un medio de gravamen es, de todos modos, un medio
impugnatorio, pues es sabido que éstos de clasifican en remedios y
recursos. Así las cosas, ¿cómo hacer valer los litigantes esta nulidad?
Aparentemente estarían totalmente desprotegidos, ya que el juez podría
declarar improcedente sin más la nulidad propuesta sobre la base del
carácter de inimpugnable que tiene la resolución que ordena la prueba de
oficio, y en vista que no puede impugnarla mediante un recurso, que es un
medio de gravamen, siendo esta nula podría solicitar al juez que se
declarase dicha nulidad como remedio, aun cuando este es también un
medio impugnativo, según vimos.
Esta tónica del código de establecer con cierta frecuencia casos en los que
el juez dicta resoluciones inimpugnables ya la hemos visto también cuando
hicimos referencia a la resolución que decide sobre una tacha u oposición
(supra 4. CUESTIONES PROBATORIAS), y eso también constituye un recorte
inaceptable a la garantía constitucional de pluralidad de instancia y al
derecho de defensa de las partes. Además, siendo que las impugnaciones
se tramitan en cuaderno separado, sin detener el curso del principal, no
existe una razón valedera para impedir su ejercicio. Desde luego, en estos
casos podría imponerse una multa al impugnante para el caso que el
superior confirmara la resolución, lo que quizá evitara el uso indiscriminado
o malicioso de estas impugnaciones, pero impedirlas es, además de
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agraviante al derecho de defensa, una mala práctica como sistema de
derecho procesal.
6. LA VERDAD PROCESAL
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satisfactoriamente los hechos en que se funda la demanda y la
contestación.
Aunque importan una nueva digresión en el discurso, hay que recordar que
Heiddeger y Tarski, en el siglo XX, reformularon esta concepción de la
verdad, que había sido desarrollada por filósofos de la talla de Aristóteles y
Santo Tomás, y que a partir de Tarsky resulta siendo conocida como la
teoría semántica de la verdad. El desarrollo de este y otros temas
vinculados a la verdad procesal será materia de otro artículo, pues el tema
es demasiado extenso para agotarlo en este título.
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Retomando el tema, y como dijimos, la tarea del juez es, sin duda, alcanzar
la verdad del proceso porque no teniendo más herramientas que las
pruebas de los hechos ofrecidas por las partes (y, en ciertos casos,
ordenadas de oficio) no puede pretender llegar a alcanza la verdad-
verdadera de que hablábamos antes, la que no pasa de ser un desiderátum
más que una tarea que se le puede imponer al juez como algo necesario
para concluir un proceso, que no puede ser otra que el dictado de una
sentencia según la verdad que ha podido alcanzar en el mismo a través de
las pruebas que ha valorado y razonado, es decir, la verdad hemos llamado
“verdad procesal”.
Ahora bien, como hay dos instancias de mérito (por la garantía de pluralidad
de instancia), también puede haber dos verdades procesales: la establecida
por el juez de primera instancia y la del juez de alzada; de no coincidir ambas
verdades, prevalece la del segundo juzgador por el verticalismo propio del
sistema judicial, donde la verdad final es la que llega a establecer este
último, al menos para todo efecto legal y práctico, ya que la Corte de
Casación no puede actuar como instancia de mérito.
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