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BIOÉTICA: VIDA DIGNA y CALIDAD DE

VIDA
wikiestudiantes.org 23 enero, 2014 Comentarios desactivadosen BIOÉTICA: VIDA DIGNA y
CALIDAD DE VIDA

Ante los distintos cambios, avances y desafíos que el mundo actual


presenta, y con ellos, ciertas situaciones y dilemas en los cuales la vida y
su calidad, la dignidad, los derechos y la justicia de las personas se ven
vulnerados y comprometidos, se exige, una enseñanza de la ética, y hoy
principalmente de la bioética para abordar desde los valores, principios,
actitudes y humanismo, los modos de proceder frente a las distintas
circunstancias que nos presente la realidad de vivir la existencia. Ante esta
preocupación por la dignidad de la persona humana y su calidad de vida,
la filosofía personalista desde principios del siglo XX, viene aportando sus
investigaciones sobre la importancia del tema y expone sus argumentos
desde una perspectiva bioética personalista. Por consiguiente, el aporte de
la filosofía personalista a la bioética es retomar el concepto de persona y
su importancia.

Siendo la filosofía la base de la ética y de la bioética, debemos decir que la


bioética se preocupa por la vida humana, y cómo se la debe tratar frente
a las practicas que determinan opciones como los dilemas médicos y
clínicos, en fin, la bioética es una herramienta que delibera sobre los
valores y principios éticos aplicados a las prácticas biomédicas. Desde esta
perspectiva los conocimientos aportados por la bioética permiten velar en
un primer momento por la dignidad y la calidad de vida de las personas;
se aplican los principios éticos médicos, de autonomía, beneficencia, no
maleficencia, y en una ética general, el de justicia, que en cuanto sin la
idea de dignidad, -principio eminente de la bioética: el respeto de la
dignidad humana-, estos, se vuelven ininteligibles, esto es, que no serían
comprendidos. Así, la preocupación de la bioética es velar porque esas
prácticas estén en armonía con el respeto y el rol unificador que conlleva
y exige la dignidad humana.

Bajo los antecedentes de vivir dignamente, tener una vida digna, y esto
sujeto a la calidad de vida, se pone de manifiesto que la vida o existencia
no se da sino en la realidad de la historia humana, la vida es una categoría
que denota desde su etimología latina vita, unas diferencias en cuanto
biológicamente comparativas con todos los seres vivos, con la capacidad
de nacer, crecer, reproducirse y morir. Por cierto, la vida de los seres
humanos denominada vida humana, lleva consigo infinitas razones y juicios
que la hacen diferente de la vida de los demás seres vivos. Pero, ante
tantas circunstancias de vulnerabilidad que atentan contra la vida humana,
hoy ya no sólo se habla de vida humana, para ser diferenciada de las
demás, sino de tener una calidad de vida y sobre todo digna, esto es, ser
respetada bajo cualquier presupuesto y circunstancia.

De esta manera la bioética permite conocer y reconocer el valor de la


dignidad de la persona humana y a su calidad de vida como aquella que
concede importancia y centralidad desde su significación ontológica,
antropológica, cultural, social y religiosa y, porque tiene una visión del
hombre como un constructo de integralidad y armonía en todas sus
dimensiones. Es por ello que, lo comprende como aquel ser que es capaz
de hacer sociedad y comunidad, libre, autónomo y capaz de amar, y con
ello le otorga la máxima importancia al sentido de su dignidad humana.
Este proceso dispone un contexto e incluye todas las experiencias de la
persona o de la comunidad en todos sus sucesos: nacimiento, muerte;
fracasos, logros; tragedia, esperanza; dolor, sufrimiento y bienestar.

Cada vez se individualiza al ser humano y se lo relega a las circunstancias


de los nuevos avances técnicos y científicos que crean interrogantes y
dilemas a la hora de hacer opciones; permiten rechazar y olvidar sus
dimensiones entre ellas la subjetiva y trascendente, en la que su
esperanza, su voluntad, su valor absoluto, su subjetividad, su autonomía,
su libertad, el sentido de su existencia, sus propios sentimientos, su
espiritualidad y su realidad humana hoy carecen de importancia para poder
contemplar su dignidad y su calidad de vida.

Cabe anotar que si hoy existe un gran esfuerzo por abordar a la persona
humana, la importancia de su dignidad, y el sentido de su existencia, esto
debería permitir la interdisciplinariedad de todos los saberes en cuanto que
todas las ciencias estarían con sus presupuestos y métodos propios de
investigación, dispuestas a valorar a la persona con una formación integral,
humana y digna, y del mismo modo valorar la realidad de su existencia
inserta en el mundo. Esta realidad actual en la que se vive hoy entre
dilemas éticos, bioéticos y morales, exige y vincula esa interdisciplinariedad
de saberes, los cuales deben propender por dar si no soluciones y
respuestas, sí argumentos sólidos para poder hacer la “opción” que de
alguna manera exigen los dilemas. Estas situaciones también integran los
referentes que produce la experiencia existencial de vivir, y sentirse
vulnerable ante interrogantes carentes de respuestas concretas, sólidas y
únicas para el ser humano, como el sin sentido de la existencia, el por qué
del sufrimiento y el dolor, y por qué el ser humano es finito y está
encaminado hacia la muerte.

Por lo anterior, la bioética permite indicar su preocupación por la dignidad


de la persona humana. En cuanto a su comprensión antropológica tiene en
cuenta la visión del hombre integral y armónica y, por consiguiente,
pregunta qué hace el hombre de sí mismo y de su existencia; de la misma
manera comprende que no solo concede importancia y centralidad a la
persona, sino también importancia al sentido de su dignidad humana. Así,
la perspectiva personalista de la ética y la bioética quiere aportar con sus
argumentos filosóficos a la comprensión de los dilemas que vulneran la
dignidad de la persona humana y su calidad de vida.

Bibliografía:
Andorno, Roberto. Bioética y Dignidad de la Persona. Madrid: TECNOS,
2012.
Burgos, J. Manuel. Introducción al Personalismo. Madrid: Palabra, 201.

Escritorio: CARLOS ANDRÉS ANDINO ACOSTA


RESUMEN

Se hace un análisis del surgimiento de la ética y posteriormente de la ética médica, pasando la


medicina de la era pre-técnica a la era técnica; cómo se va conformando una mejor organización de
los que se dedicaban a la profesión, incluso con una conducta que se sugiere en el juramento
Hipocrático, paradigma de la ética profesional. Desde ese entonces se explica el modelo de relación
médico-paciente paternalista que llegó a nuestros días. El desarrollo extraordinario de la Medicina
en los últimos 50 años hizo que se reflexionara la necesidad de profundizar en el actuar ético y así
surge la Bioética como una nueva disciplina en la segunda mitad del siglo pasado. Evidentemente
los dilemas que se presentan en la práctica médica hoy día son más numerosos y complejos pero
además cada vez se necesitan médicos más virtuosos que se dediquen a humanizar la Medicina.
Con estas premisas se analiza la aparición de la concepción de calidad de vida en la Medicina. Se
enfatiza la importancia de una consideración adecuada de su significado y aplicación,
diferenciándose el criterio utilitarista y el personalista.

DESCRIPTORES(DeCS):

BIOÉTICA/ historia.
CALIDAD DE VIDA
ÉTICA MÉDICA/historia
HISTORIA DE LA MEDICINA
INTRODUCCIÓN

La ética, es decir, el conocimiento organizado de la moral, tiene una antigüedad de veinticinco


siglos. Para Aristóteles, fue Sócrates su fundador, ya que éste fue el primero en señalar y definir las
virtudes éticas y en cuestionar la forma como debemos vivir. La ética médica es ligeramente
posterior a Sócrates, él consideraba que la Medicina era un servicio de los Dioses (Medicina
Teologal). En realidad, Sócrates e Hipócrates fueron contemporáneos y formaron parte de la “era
técnica” de la medicina. En la “era pretécnica” había una combinación de empirismo y magia, con
un trasfondo sobrenatural y con médicos que eran sacerdotes. La “era técnica”, iniciada con
Alemeón de Crotona e Hipócrates de Cos, se distingue porque el médico se propone curar al
enfermo, sabiendo por qué hace lo que hace, lo cuál le empuja a estudiar la naturaleza.
Para los griegos: Physis (naturaleza) era lo pleno, maduro, bello, sano. Pathos (enfermedad) algo
contranatural, inmoral. El médico, que tenía la virtud de hacer volver a su cauce la Phycis era un
moralista en cierta forma, porque la enfermedad colocaba al hombre en riña con lo bueno y lo bello.
Si hay Pathos, no hay Ethos que significaba “orden natural”, “modo o forma de vida”. El enfermo
(in-firmus, sin firmeza física y moral), colocado en posición de incapacitado debía ser tratado como
un niño pequeño y el médico, como ordenador, tenía papel de padre. Esto explica el paternalismo
que ha caracterizado a la medicina occidental.
Con Hipócrates, la razón permite al médico preguntarse: ¿qué son las enfermedades?, ¿cómo
tratarlas?. Así la medicina pierde su carácter sagrado. De medicina sacralizada a razonada y el
médico se hace un técnico. Hasta ese momento la profesión tenía carácter de secta, los
conocimientos médicos se heredaban, se trasmitían en el grupo familiar. No existía organización ni
reglamentación. Esta falta de disposiciones reglamentarias del ejercicio médico en Grecia, junto con
la natural desconfianza de la sociedad, indujo a la secta a dictar sus propias normas de conducta
que se consignaron en un documento que pasó a la posteridad con el nombre de “Juramento
Hipocrático”, paradigma de la ética profesional. (1)
Como vemos, la ética general u ordinaria, iniciada por Sócrates, al señalar la necesidad de vivir bajo
el mandato de las virtudes, da origen a la ética médica, iniciada con los preceptos contenidos en el
Juramento Hipocrático, que a la vez señalaba el actuar médico frente al enfermo, imponiéndole una
suprema regla de moral: favorecerlo, o por lo menos, no perjudicarlo.
Ética Médica dependiente del “orden natural” de los griegos, fue apuntalada por los teólogos. La
medicina se convierte en profesión, según el sentido etimológico (professio), es decir, con
implicaciones confesionales, teologales y así el médico además de técnico virtuoso, debe ser un
virtuoso moral. Eso fue muy afianzado por otras figuras, como Maimónedes (moisés Ben Maimón),
médico, teólogo y filósofo, nacido en Córdoba, España, hacia 1135 de la era cristiana, que en su
invocación contemplaba: “Amar al arte y al hombre; indiferencia por el lucro y la gloria; respeto por
la salud y la vida; respeto por la autonomía del paciente; afán por la sabiduría en beneficio del
paciente; prudencia y modestia”.Pese a los muchos cambios ocurridos en la sociedad en los siglos
posteriores, la ética médica se mantuvo con sus mismas definiciones.(1,2)
Bien entrado ya el siglo XX, ocurrieron muchos cambios económicos, políticos y sociales, pero en la
medicina hay que decir que los avances de los últimos 40 años han sido mayores en número y
profundidad que en los 300 años precedentes. De manera que si se decía que al principio debía
añadirse ciencia a la ética porque si no ésta sería algo vano e inconsistente, se ha señalado en la
actualidad que si no se añade ética a la ciencia, ésta se convertiría en algo peligroso para la
supervivencia de la humanidad. Vemos así que en 1933 un biólogo llamado Aldo Leopold escribió
en “The Journal of Forestry” de los EEUU, un artículo titulado “Ética de la Conservación”.
Posteriormente, vivida ya la explosión atómica de Hiroshima y Nagasaki, dicho artículo, ampliado,
se publicó con el título de “La Ética de la Tierra”, en la revista Almanac. Por ello se ha considerado
a Leopold como precursor de la Bioética, siendo el citado artículo fuente de inspiración para el
médico oncólogo, profesor de la universidad de Wisconsin, Von Rensselaer Potter, que publicó en
1971 un libro titulado “Bioethics, bridge to the future”. Potter, interesado también en las relaciones
del hombre con la tierra, los animales y las plantas, había llegado al convencimiento de que si no se
ponía freno al comportamiento del hombre frente a la naturaleza, su supervivencia en el planeta no
sería muy larga. Era necesario una ética basada en el conocimiento biológico y a ello le nombró
Bioética, que equivalía para él a ciencia de la supervivencia.
Posteriormente la Bioética se ha ido consolidando como una nueva disciplina en la cual existen
diferentes corrientes. Consideramos que la Bioética Personalista, con su fundamento antropológico,
que pone al hombre al centro, se aviene con nuestra perspectiva social. Los principios que
basamentan la acción bioética son los siguientes: beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía,
involucrando para su atención al paciente, al médico y al estado. De los principios brotan reglas
como son la veracidad, intimidad, confidencialidad, fidelidad que guardan un equilibrio con ellos.
Ahora bien, no hay que confundir con que la Bioética se trate de un rígido tratado de principios y
reglas, sino que esas son herramientas para analizar profundamente y particularmente las
circunstancias.(1,3,4)
Precisamente hoy en día, en el mundo entero la necesidad de contar con médicos más humanos y
compasivos es extraordinaria, teniendo en cuenta el gran desarrollo de los poderes tecnológicos de
la medicina. Los mismos profesionales de la medicina se encuentran perplejos ante una multitud de
problemas nuevos y dilemas de difícil solución. Evidentemente la antigua deontología profesional y
la simple buena conciencia del médico no bastan. Es necesario estas nuevas herramientas
conceptuales y metodológicas que la Bioética ofrece, como instancia dirigida a la defensa de las
condiciones de vida y de supervivencia de la humanidad.

Puntos clave

Los principios de la bioética se


basan en valores éticos
universalmente aceptados.

¿Por qué se suele hablar de principios de la bioética y no de valores?


¿Cuáles son los principios de la bioética?

El mundo humano es un mundo de significados más allá de la apariencia y, por tanto, de valores. Algunos de
éstos, los que se orientan a la búsqueda del bien que proporcionará la felicidad, son valores éticos. Hay una
serie de valores éticos que deberían ser aceptados universalmente, por ejemplo la libertad, o la igual dignidad
de todas las personas. El aforismo de Hipócrates, primero no hacer daño (principio de no maleficencia),
que aporta una llamada de prudencia al afán de hacer bien al enfermo (principio de beneficencia), se
complementa, en el momento actual, con otros principios. Los principios de la bioética resultan un buen
instrumento para analizar la calidad ética de las decisiones sanitarias. Tales principios son: beneficencia, no-
maleficencia, autonomía y justicia. El esfuerzo por respetar los principios de bioética en las actuaciones
profesionales y su utilización como referente en la reflexión necesaria para resolver problemas éticos, permite
orientar la práctica profesional hacia el cumplimiento de los fines de la medicina 1.
Puntos clave

El principio de autonomía se
expresa como respeto a la
capacidad de decisión de los
pacientes, y propone tener en
cuenta sus preferencias en
aquellas cuestiones de salud
relativas a su persona

¿Cual es el principio más moderno de la bioética?

El más moderno de los principios de la bioética es el de autonomía, ya que surge como consecuencia de un
concepto de ser humano que implica la idea de libertad personal. Boecio (siglo V) define, por primera vez, a la
persona como sujeto independiente del grupo social. Hasta ese momento no se concebía la posibilidad de que
una persona actuara según expectativas diferentes a las de la familia y/o el estrato social al que pertenecía.
El principio de autonomía exige el respeto a la capacidad de decisión de las personas, y el derecho a que se
respete su voluntad, en aquellas cuestiones que se refieren a ellas mismas.

Puntos clave

Con la publicación del Informe


Belmont, la comunidad científica
internacional acepta como
principios fundamentales de la
bioética los de beneficencia, no-
maleficencia, autonomía y
justicia.

¿Cuáles son los otros principios de la Bioética?

La práctica de la medicina tradicionalmente se ha inspirado en la búsqueda del bien de la persona enferma y


se ha guiado por la prudencia, según la máxima de “primum non nocere”. Sin embargo, la Bioética como
disciplina no surge hasta la segunda mitad del siglo XX. En el año 1974, el Congreso de los Estados Unidos
creó una comisión para elaborar directrices éticas con el objetivo de proteger y garantizar los derechos de las
personas incluidas en estudios de investigación biomédica, ya que habían sido en algunas ocasiones, hasta
ese momento, víctimas del afán experimentador de los científicos. Como consecuencia, en 1978 se redactó
el Informe Belmont 2, uno de los primeros documentos escritos sobre bioética. En éste se reconocía la
necesidad del respeto a la opinión de las personas enfermas (autonomía), de la práctica profesional
beneficente y de la justicia. Un año mas tarde, Beauchamp y Childress 3 introdujeron en la reflexión bioética el
concepto de no maleficencia que es aceptado universalmente como cuarto principio.
Los detractores de que se reconozca protagonismo a los pacientes, sostienen que la autonomía les hace
tomar decisiones erróneas, ya que no son capaces de entender e integrar la información sobre su
enfermedad. Afirman que los profesionales declinan sus responsabilidades cuando permiten que sea el
paciente quien tome la decisión y limitan el papel del médico a informar sobre cuestiones técnicas difíciles de
comprender. Opinan asimismo que la protección de los pacientes si es total y absoluta, impedirá la
introducción de nuevos medicamentos, al dificultar excesivamente la investigación.
Principios básicos de la bioética
Lic. María del Carmen Amaro Cano,(1) Lic. Angela Marrero Lemus,(2) Lic. María
Luisa Valencia,2 Lic. Siara Blanca Casas2 y Lic. Haymara Moynelo2

(1) Profesora de la Facultad de Ciencias Médicas "General Calixto García". Jefa


de la Cátedra de Bioética.
(2) Enfermera docente-asistencial del Hospital Clinicoquirúrgico Docente
"General Calixto García".

RESUMEN
Se realiza un recuento histórico de la evolución de los conceptos de ética y
moral, profundizando en las características de la ética profesional y, en
particular, de la ética médica tradicional, cuyos aspectos más importantes están
recogidos en el Código de Hammurabi, rey babilónico ( 2 000 años ane), y en el
Juramento y los Aforismos de Hipócrates (siglo IV ane), en plena civilización
griega. Se exponen algunas de las definiciones más aceptadas de Bioética,
explicando además cómo surge esta disciplina y los principios fundamentales en
los cuales se sustenta, lo cual abarca no sólo su definición, sino su alcance,
especialmente a la altura del desarrollo científico y técnico actual, en el campo
de la Biomedicina y la Biotecnología.

Palabras clave: ETICA/moral/bioética/principios éticos/valores morales/virtudes


éticas.

INTRODUCCION
La Bioética es una disciplina de apenas 20 años de existencia y, por tal motivo,
desconocida aún por muchos profesionales de las ciencias de la salud, a pesar
de que los mayores avances en el estudio, reflexión y debate acerca de los
enfoques bioéticos se han realizado en el campo de las ciencias médicas.

En los últimos años se ha producido un auge en la divulgación de estos


conocimientos, a escala mundial, y llama poderosamente la atención cómo son
cada vez más las enfermeras que se interesan en estos problemas.

Este tema responde a la necesidad de propiciar la reflexión del personal de


Enfermería sobre los aspectos éticos del ejercicio de la profesión, enfatizando en
la necesidad de reconocer al paciente como un sujeto autónomo, que tiene
derecho a saber, opinar y decir sobre la conducta que pretenden asumir los
profesionales de la salud, en la intención de promoverle su salud, evitarle
enfermedades, o diagnosticar, tratar y rehabilitar en caso necesario.

OBJETIVOS
Son objetivos de este trabajo actualizar los conocimientos sobre ética y moral,
así como ética profesional, especialmente ética médica y ética de Enfermería;
así como informar aspectos teórico-conceptuales acerca de la Bioética y sus
principios fundamentales y finalmente identificar las principales virtudes éticas
que deben caracterizar al personal de Enfermería.
DESARROLLO
Evolución histórica de los conceptos de ética y moral
La moral es una de las formas de la conciencia social que, en tanto que reflejo
de las condiciones materiales de vida de los hombres, es histórica y concreta y,
por tanto, relativa y cambiante, cuyo desarrollo constante va acorde con la
marcha de la sociedad.1

El estudio de la moral forma parte actualmente de una ciencia particular, la ética,


formulada como tal desde el siglo VI ane., en la Grecia Antigua, por el filósofo
griego, Aristóteles. Sin embargo, los problemas éticos, tanto de la sociedad en
general, como de las profesiones más connotadas -por su grado de vinculación al
hombre mismo- fueron objeto de análisis y formulaciones teóricas, así como
regulaciones, incluso jurídicas, desde la más antigua civilización babilónica (2
000 años a.n.e.) por el rey Hammurabi.

En el caso del ejercicio de la Medicina, aparecieron ya regulaciones en ese


Código babilónico y reaparecie ron después, en la Grecia Antigua, en el
Juramento y los Aforismos de Hipócra tes, médico griego nacido en la isla de
Cos.

La ética médica tradicional se ha basado en dos principios fundamentales: "No


dañar" y "Hacer el bien". Estos dos principios han sido exigidos, a lo largo de los
años, a los médicos en ejercicio y, a partir de finales del siglo XIX, se ha hecho
extensivo su cumplimiento a todos los profesionales de las ciencias médicas. En
Enfermería, a partir de su definición como profesión, gracias a Florence
Nightingale, se le añadieron otros dos principios: la fidelidad (al paciente), que
obliga a cumplir con los compromisos contraídos; y la veracidad, aun cuando su
ejercicio pueda entrañar dificultades a quien la ejerce.2

Surgimiento y desarrollo de la Bioética


Sus antecedentes más remotos pueden encontrarse en los crímenes de guerra
cometidos por los nazis, durante la II Guerra Mundia, cuando realizaron
experimentos directamente en humanos, con los prisioneros de guerra, cuyo
descubrimiento posterior dio origen al Código de Nuremberg; el surgimiento de
esta nueva disciplina ocurre en la segunda mitad de este siglo.

A fines de la década de los 60 y principios de los años 70, el incremento de las


crisis cíclicas del capitalismo, por aumento desmedido de la producción y
disminución galopante del consumo, produce un período de estanflación
(estancamiento e inflación) en la econo mía. El exceso de liquidez (capital que no
encuentra ubicación rentable) trata de encontrar como destino fundamental las
áreas subdesarrolladas de América Latina y el Caribe. En el seno de la sociedad
norteamericana se entroniza el modelo económico neoliberal, que propugna la
libertad económica como madre de todas las libertades, enfatizan do en que "el
mercado es la solución a todos los problemas".
Pero el indiscutido crecimiento económico que trajo consigo el nuevo modelo
económico no se tradujo en el esperado desarrollo humano, pues las inequidades
sociales se hicieron cada vez más notorias. Todo este clima de insatisfacción
social propició una gran crisis de valores morales y, al propio tiempo, permitió la
reflexión acerca de sus consecuencias.

Es en este contexto que un médico oncólogo norteamericano, el Doctor Van


Rensselaer Potter, obligado a enfrentar la creciente deshumanización en el trato
con pacientes en estadio terminal de cáncer, atendidos en Unidades de Cuidados
Especiales o Intensivos, rodeados de equipos que todo lo miden, menos los
sentimientos, comienza a reflexionar sobre el efecto del impulso extraordinadio
del desarrollo científico-técnico, que había invadido el campo de las ciencias
médicas, en el paciente, quien había sido visto hasta ese momento como alguien
pasivo en el proceso salud-enfermedad, delegando o, mas bien, obligado a
delegar su derecho de libertad de elegir lo mejor para él, en el personal de salud.

Así, Potter, elabora su teoría acerca de una nueva disciplina, la Bioética, para
estudiar justamente los problemas morales surgidos al calor del desarrollo
científico y que abarca, no sólo al hombre sano o enfermo, sino a todos los seres
vivos que tienen relación con la mejor calidad de vida del hombre.3

Varios estudiosos de la obra de Potter, filósofos y juristas especialmente, han


aportado nuevas reflexiones, enfoques y conceptualizaciones. Beauchamps y
Childress elaboraron la teoría principalista. Otros estudiosos del tema,
historiadores, médicos, eticistas y teólogos, han añadido diversos matices. De la
Norteamérica neoliberal a la Europa social demócrata, nuevas lecturas han sido
realizadas atemperadas a las tradiciones culturales, condiciones económicas y
realidades sociopolíticas de la década de los 80, fecha en que se introdujo la
Bioética en el continente europeo. La década de los 90 presencia el arribo de la
Bioética a Latinoamérica y el Caribe y en estas tierras de sincretismos culturales
y religiosos, en las que el modelo neoliberal hace estragos sociales y existe un
pequeño país que, en aras de su derecho a la autonomía se enfrenta a un injusto
bloqueo por más de tres décadas y, a pesar de ello, no ha dejado de enarbolar su
proyecto de justicia social, la Bioética se redimensiona, enfatizando en la
necesidad de cultivar las mejores virtudes morales en los profesionales de la
salud.

Principios de la Bioética4
A los principios tradicionales de la ética médica, la Bioética añade dos nuevos
principios: la autonomía (del paciente) y la justicia (que debe ejercer la sociedad
a través de sus instituciones de salud).
El principio de la beneficiencia significa hacer el bien en todas y cada una de las
acciones que se realizan, pues dañar no puede estar presente, de manera
consciente, ni en la idea, de un profesional de la salud.

La sociedad actual se caracteriza por un énfasis, a veces exagerado, en la


tecnología, y ello lleva imperceptiblemente a la deshumanización. Es por ello que
se hace más necesaria que nunca la formación humanista de los profesionales de
la salud. La atención de Enfermería debe fundamentarse, de manera especial, en
la formación humanista de ese profesional.

Una enfermera practica la beneficiencia a partir del momento en que se preocupa


y dedica atención preferente a su autosuperación para mantener la competencia y
desempeño profesional, que le permitirá brindar una atención de calidad.
También cumplirá con el principio de beneficiencia en las acciones cotidianas
cuando se esfuerce por establecer diagnósticos correctos de Enfermería, pues de
la identificación clara y precisa de las respuestas humanas del paciente a su
problema de salud/enfermedad dependerá la eficacia de las acciones
independientes de la enfermera. La enfermera aplica además la beneficencia
cuando, al ejecutar acciones dependientes de las órdenes médicas, ajusta el
horario de la administración de los medicamentos no a su comodidad, sino a las
necesidades del paciente.

El principio de no maleficencia, sinónimo del "No dañar", de la ética médica


tradicional, es considerado por algunos eticistas como el otro elemento del par
dialéctico beneficencia no maleficencia. En cualquier caso, se reconoce la
obligatoriedad de hacer el bien y no hacer el mal. Pero, ¿cuál es el bien y cuál el
mal? A lo largo de la historia de la humanidad, en correspondencia con la
práctica social, determinados grupos de hombres han elaborado sus propias
teorías filosóficas y en ellas han expuesto sus aspiraciones, como expresión
consciente y anticipada de sus necesidades históricas. Estas aspiraciones se
desarrollan en el sistema de valores morales que, a su vez, se forman a través de
la idealización del significado histórico que la realidad tiene para el hombre.

Como todo fenómeno social, los valores poseen un carácter histórico concreto, de
manera que cambian con el propio desarrollo de la sociedad. Por eso, como
criterio universal para la determinación de los valores actúa el progreso social: lo
que lo favorece, constituye un valor; lo que lo dificulta u obstaculiza, constituye
un antivalor.5

En correspondencia con los valores universalmente reconocidos: la vida y


la salud, cualquier enfermera puede distinguir dos ideas fundamentales:
 Su profesión le proporciona una capacidad peculiar que la faculta
específicamente para contribuir al bien del individuo, la familia o
comunidad que atiende.
 Su profesión implica un deber para con la sociedad.

La autonomía, uno de los principios que incorpora la Bioética a la ética médica


tradicional, se define como la aceptación del otro como agente moral
responsable y libre para tomar decisiones. La expresión más diáfana del pleno
ejercicio de la autonomía, por parte de los pacientes, es el consentimiento
informado, el cual consta de dos elementos fundamentales: la información y
el consentimiento.

La información corresponde al profesional de salud y debe incluir dos aspectos


importantes:

1. Descubrimiento de la información, que estará dosificada en


correspondencia con lo que el paciente quiere realmente saber, cómo y
cuándo lo quiere saber.
2. La información comprensible, es decir, tomar en cuenta la necesidad de
utilizar un lenguaje claro y preciso.

Por su parte, el consentimiento es competencia del paciente o de su


representante moral (familiar) o legal (tutores, en el caso de menores de edad,
o abogados especialmente contratados para el caso).
El consentimiento comprende también dos aspectos:

1. Consentimiento voluntario, sin abusos paternalistas ni presiones


autoritarias.
2. La competencia para el consentimiento, tanto física como psicológica.

El consentimiento informado protege, en primer lugar, a pacientes y sujetos de


experimentación, previendo riesgos y daños posibles; pero también protege y
beneficia a todos en la sociedad, incluyendo profesionales de la salud e
instituciones.

Dicho esto así todo parece claro y de fácil solución; sin embargo, el profesional
de la salud se enfrenta, en su ejercicio cotidiano, a una categoría mucho más
abarcadora que la autonomía, que es la integridad del paciente como un todo, con
sus valores más preciados: la vida y la salud, que incluye además el respeto a su
individualidad y a su derecho de libertad de opción. Es precisamente en este
rango, en el que se presentan los mayores conflictos éticos. Otro tanto sucede
cuando los elementos que justifican el ejercicio de la autonomíaen el individuo
son contrarios al derecho de elección de la comunidad.

El principio de la justicia, en el marco de la atención de salud, se refiere


generalmente a lo que los filósofos denominan "justicia distributiva", es decir, la
distribución equitativa de bienes escasos en una comunidad.Justicia significa, a
fin de cuentas, dar a cada quien lo suyo, lo merecido, lo propio, lo necesario, y
este enunciado está evidentemente vinculado, en primera instancia, al proyecto
social del modelo económico que impere en la sociedad que se analiza.

En Estados Unidos de Norteamérica, primera potencia industrial y económica del


mundo, la justicia distributiva no marcha pareja con el crecimiento económico.
Los costos de seguro de enfermedad de una persona pueden llegar fácilmente a
los $400 mensuales, mientras que los de una familia afiliada a un plan de seguro
privado puede alcanzar y superar los 12 000 dólares anuales.

En Cuba, país subdesarrollado y bloqueado económicamente, el proyecto social


correspondiente al sistema socioeconómico socialista estableció como premisa la
distribución equitativa de las riquezas para emprender el crecimiento económico.
Desde el triunfo de la revolución social en el país, la salud fue reconocida como
un derecho de todos los ciudadanos y un deber estatal, aplicando a toda la
población los beneficios gratuitos de la atención médica, tanto en el nivel
primario, como secundario y terciario.

Aunque el mayor énfasis se hace sobre la justicia al nivel de la sociedad y de las


instituciones, ello no evade la responsabilidad individual de los profesionales de
la salud en la aplicación de este principio de la Bioética. Cuando una enfermera,
al entregar y/o recibir su turno, coloca al sujeto, objeto de su atención, en primer
lugar, es decir, cuando entrega y recibe a pacientes y después se ocupa de hacer
lo mismo con los objetos y materiales que le servirán para brindarle una atención
de calidad a sus pacientes, esa enfermera estará actuando con justicia. Otro tanto
sucede cuando la enfermera hace gestiones para conseguir lo más adecuado para
realizar las acciones de Enfermería correspondientes.

Justicia significa también no derrochar escasos recursos en un paciente, a


sabiendas que esos recursos no variarán un ápice el curso de la evolución de su
estadio terminal, dejando por ello desprotegidos a otros pacientes necesitados y
con posibilidades de recuperación. Resulta a todas luces injusto el procedimiento
de prolongar la agonía de un enfermo en estadio terminal por una parte, y acortar
una vida útil y recuperable, por otra.
La enfermera aplica el principio de la justicia, además, cuando, ante una
urgencia, atiende al más necesitado de los posibles a recuperar; cuando en una
sala de cuidados especiales atiende al más grave; cuando valora las necesidades
de un paciente y jerarquiza debidamente la satisfacción de las mismas.

Justicia en salud significa dar a cada quien lo necesario, en el momento preciso,


con independencia de su status social y sin reparar en los costos. Por ello, en el
mundo contemporáneo, la salud ha dejado de ser una cuestión privada para
convertirse en un problema público.

Principios y virtudes de la práctica de Enfermería6


La Enfermería profesional hizo suyos lo

LA ÉTICA Y LA INGENIERIA CIVIL


La Civil y el Ingeniero Civil
Es importante conocer la Civil y al Ingeniero Civil para poder conocer
su relación con ética , así pues tenemos que la Civil es una rama de la
ingeniería que comprende muchos campos de especialización como
estructuras e hidráulica, ahora bien, los Ingenieros Civiles son los
encargados de medir y trazar los mapas de la superficie terrestre, diseñar
y supervisar la construcción de puentes, túneles, grandes edificios, presas
y estructuras costeras, planear, trazar, construir y dar mantenimiento a
vías férreas, carreteras y aeropuertos, etc.
De los objetivos generales de esta rama destacan: Contribuir con el
desarrollo del país a través del incremento de las obras civiles que éste
necesita en los diversos sectores que la integran, incidir en el desarrollo
de las ramas de agropecuaria y salud a través de la realización de las
obras civiles requeridas por ellas, incidir en la producción de la
problemática de los asentamientos humanos mediante la elaboración y
ejecución, conjuntamente con el gobierno y/o sectores privados, de
planes de construcción y otros servicios que conlleven a asegurar
trabajos de calidad y mejor forma de vida para los habitantes de la
población en nuestro caso México .
El ingeniero civil participa en la sociedad, creando espacios y servicios
para mejorar su comodidad y calidad de vida, facilitándole sus
funciones particulares en la salud creando obras que protegen la salud
del hombre o construcciones que permitan a otras disciplinas trabajar la
salud humana
Ética aplicada a la ingeniería Civil
El ingeniero civil va construyendo su prestigio profesional de una
manera lenta, ya que al egresar de la universidad este va desarrollando
labores cuya complejidad y responsabilidad aumenta poco a poco.
La sociedad Colombiana de Ingenieros resume su código de ética
profesional en los diez principios básicos siguientes:
1) Ejercer tanto la profesión como las actividades que de ella se derivan,
con decoro, dignidad e integridad.
2) Obrar siempre bajo la consideración de que el ejercicio de la
profesión constituye no solo una actividad técnica sino también una
función social.
3) Actuar siempre honorable y lealmente frente a las personas o
entidades a las cuales preste sus servicios.
4) Abstenerse de recibir gratificaciones o recompensas distintas del
salario u honorarios pactados.
5) No usar métodos de competencia desleal con los colegas, tales como
rebajar cuantía corriente de los honorarios u ofrecer los servicios
profesionales a menor precio luego de conocer la propuesta del
competidor.
6) No tratar de suplantar a otro ingeniero cuando este haya adelantado
gestiones definitivas para obtener un trabajo o una posición
determinada, ni pretender que se le nombre en reemplazo de quien este
ejerciendo honrada y competentemente un empleo.
7) Abstenerse de cualquier intervención que pudiera afectar
injustamente la reputación profesional de un colega.
8) Al anunciar sus servicios, ceñirse exclusivamente a aquellos que están
garantizados por los títulos académicos obtenidos o la experiencia
profesional que se posee.
9) No propiciar licitaciones o concursos en los cuales el valor de los
honorarios profesionales sea uno de los factores que determinan la
adjudicación de un servicio de ingeniería de consulta, ni participar en
ellos.
10) Tener, en fin, el debido respeto y consideración para con los
colegas.
El ingeniero que practica su profesión debe estudiar los conceptos
jurídicos mínimos que reglamentan lo referente al ejercicio profesional.
El ingeniero debe desarrollar sus labores profesionales acogiéndose
siempre a las leyes vigentes, tanto laborales como comerciales y de
orden general, por lo que debe asesorarse de profesionales del derecho
cuando debe firmar un contrato o cuando se esté comprometiendo en
la ejecución de trabajos de envergadura.
Conclusión
La lealtad hace parte fundamental de la ética profesional y esto se aplica
si un ingeniero que es contratado para trabajar se arrepiente de su
decisión o consigue algún otro trabajo que en el momento considera
mejor, por lo que un cambio tan brusco en la decisión inicial, de alguna
manera refleja una falta de lealtad con la entidad que lo había
contratado
Tenemos que conocer todas esas normas éticas que rigen tanto nuestra
profesión como las de muchos otros profesionales ya que de esos
conocimientos dotados de ética y profesionalismo depende nuestro
futuro y nuestro porvenir no solo como buenos profesionales sino
también como buenos mexicanos que somos.
Así pues se espera que esta información sea útil para conceptuar la gran
importancia que tiene la ética profesional para nosotros que anhelamos
ser ingenieros civiles, para poder llevar una vida profesional honesta,
decente, responsable y útil a la sociedad.
Un profesional sin ética es una deshonra para la profesión de la
Ingeniería Civil.
FUENTES:
Introducción a la ingeniería. Alberto Sarilla Molina. Mc Graw Hill

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