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Creemos que al ser conscientes de que estamos observando y porque, nos brinda la
posibilidad de no atraparnos en el juicio del debería ser, no nos posicionamos así en un problema
real y nos invita a preguntarnos porque vemos lo que vemos, más si es real o no.
Diagnostico.
Cabe recordar nuestro aprendizaje clásico, de como vemos los problemas en psicología,
nos enseñan que frente a enfermedades mentales tenemos que actuar con cierta técnica, en ciertas
sesiones y con cierta duración de tiempo. Olvidándonos así de la persona y solo centrarnos en el
diagnóstico. De esta forma obtenemos seguridad y control frente al síntoma para sí capacitar al
paciente en cómo manejar dicha dolencia. Es así como solemos catalogar al otro como ansioso,
depresivo, bi-polar, etc… usando una etiqueta que cubre al paciente y solo brinda la oportunidad
de que el paciente se relacione con los demás de esa manera y no de otra. En cambio, si tomamos
el análisis del síntoma en un contexto de interacciones podemos mostrar al paciente que lo que
ocurre no es por su ansiedad, sino más bien tiene que ver con su interdependencia e
internacionalidad con su contexto relacional. Zlachevsky (s/f) señala que la terapia construccionista
social desplaza la visión centrada en el problema hacia una construcción lingüística, se refiere en
este caso a la forma como los sujetos protagonistas de una historia, en un contexto determinado ,
significan lo que les pasa y le otorgan sentido a ello, abocándose el terapeuta a la descripción de
las redes de significados compartidos por los individuos que son protagonistas de la situación
catalogada como problema, entendiendo lo humano y lo psicológico en el espacio de relaciones ,
poniendo acento en lo contextual. Según lo anterior, solo así y desde un análisis relacional
podemos dar cuenta que el síntoma solo nos brinda información que es “algo” está ocurriendo
dentro de ese sistema de relaciones, y percatamos así que no podemos estudiar el síntoma de
manera aislada, sino que interaccional y contextual. Es así como desde un análisis sistémico e
internacional, el diagnostico deja de tener relevancia puesto que el síntoma es una señal que
aparece para equilibrar o desequilibrar este sistema y debe ser entendido en su contexto no así de
manera independiente o aislada.
Como bien dice Maturana “Cuando se coloca la objetividad entre paréntesis, todas las
posiciones, todos los versos en el multi-verso, son igualmente válidos. Al comprender esto, se
pierde la pasión por cambiar al otro” (Maturana, 1992). La noción de que el otro asista para que
cambie, en este enfoque no sería pertinente puesto que obligaríamos a que el otro haga lo que yo
espero, según lo que yo conozco, en cambio si yo utilizo esta realidad que me señala el paciente
y la coloco entre paréntesis, es igualmente valida, posicionándonos en la misma base , la cual es
se torna simétrica, para que de esa senda se comience a co-construir una realidad alternativa que
desate la prisión de explicaciones que tiene al paciente en aquel relato doloroso.
Por lo tanto, el terapeuta deberá ser reflexivo que como no existe una realidad
independiente del observador, sino que la realidad se crea en el lenguajear, será necesario hacerse
responsable de las observaciones que realiza y conocer que es lo que trae de la mano a sesión y
porque está actuando de esa manera en ella, logrando reconocer constantemente que aspectos
debe recocer de sí mismo para hacerse cargo.
Bibliografía:
Echeverría, R. (2007). Ontología del Lenguaje. Buenos Aires: Granica: Juan Carlos Saez Editor.
White, M. y. (1993). Medios narrativos para fines terapeuticos. Barcelona, España: Paidós.
Zlachevsk A. M (s/f). Capítulo I El paso de la mente desde el interior de la persona hacia el discurso
que ocurre entre las personas.
Zlachevsky, A. M. (1998). ¿Es posible ser coherente? Terapia Psicológica, 29, 17-23.