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DEPARTAMENTO DE HISTORIA
18 DE JUNIO DE 2008
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ÍNDICE
Agradecimientos 4
Introducción 5
CAPÍTULO UNO
1. Estigmatización e invisibilización 13
5. Políticas del gobierno colombiano en torno al sector rural: La Caja Agraria y el Incora 28
CAPÍTULO DOS
3. Reordenamiento poblacional 72
Conclusiones 76
Bibliografía 82
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ÍNDICE DE MAPAS, TABLAS Y FOTOGRAFÍAS
Mapas:
1. Descripción de la ubicación de las comunidades indígenas en la década de los treinta según Justo 14
Ramón
2. Rutas del territorio del Caquetá hacia el exterior primera mitad siglo XX 17
3. Rango de acción de los proyectos de colonización de la Caja Agraria y el Incora 31
4. Principal vínculo del piedemonte caqueteño con el exterior segunda mitad siglo XX 34
5. Hacienda Larandia en la década de los sesentas 36
6. Ampliación de la ocupación agropecuaria 1946-1967 38
7. Asentamientos en el Caquetá en la primera mitad del siglo XX 52
8. Comunicación interna de la intendencia 1964 58
9. Poblaciones según categoría administrativa en la intendencia del Caquetá, 1964 73
10. Concentración del poblamiento en la intendencia, 1964 74
Tablas:
1. Vías de comunicación del territorio del Caquetá con la Amazonía, 1935 19
2. Producción de arroz por toneladas, 1965 33
3. Ampliación del área de producción agropecuaria en el piedemonte 1962-1965 45
4. Crecimiento de Larandia 46
Fotografías:
1. Plana urbana de Belén de los Andaquíes, 1974 49
2. Población de Getuchá, 1974 55
3. Plana urbana de Albania, 1975 63
4. Población de Paujil, 1974 70
5. Población de Puerto Manrique, 1974 71
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AGRADECIMIENTOS
Fueron varias las personas que contribuyeron en la realización del presente trabajo de grado. A
ellas debo enormes agradecimientos pues gracias a su ayuda esta investigación se constituyó, ante
todo, en un proceso de inmenso aprendizaje. Taller Umbra se convirtió en un espacio vital para la
elaboración del texto, agradezco a Marcela Riveros, Mayra González, Catalina Sánchez, Ana María
Silva, María Alejandra Montoya, Mónica Hernández, Tatiana Castro, Jerónimo Carranza, Jorge Luis
Lázaro, Santiago Muñoz, Diego Romero, Alfonso Amaya, Bladimir Rodríguez y Juan Camilo Niño
por su paciente lectura, su interés y las valiosas sugerencias que hicieron que este trabajo se
constituyera en un hijo más de los varios que ya tiene el taller. A Umbra y su felina familia por la
paciencia al recibirnos a cada tanto en su hogar. Debo hacer un agradecimiento especial a Marta
Herrera, no sólo por ser forjadora de un espacio de discusión académica tan valioso como Taller
Umbra sino también por sus invaluables recomendaciones, por su interés, por el generoso tiempo
que le dedicó a la investigación y por su paciente y oportuna orientación durante todo el proceso.
Además, agradezco la guía de Décsy Arévalo y de Claudia Leal, cuyas sugerencias y buena
disposición ante la investigación le dieron importantes luces al trabajo. Katherine Bonil prestó toda
su colaboración y asistencia en los últimos meses.
Además debo gratitud a los colonos José Arcadio Trujillo y a Jaime Marín Ruíz, por su buena
disposición para compartir conmigo momentos importantes de sus vidas. Por último, hago un
agradecimiento especial a Estefanía Ciro, mi hermana, quien durante múltiples conversaciones dio
importantes ideas y orientación para todo el proceso. A Ana María Valencia, por su disposición en
la lectura y discusión del texto en medio de amenas charlas. A Felipe Andrés Morales, por su
incondicional apoyo y colaboración en la elaboración de los mapas, y a Walter Ciro, Claudia
Rodríguez y Rosita Ferreira, para quienes este trabajo es solo un pequeño abono en la enorme
deuda de gratitud que tengo con ellos. Por supuesto, de los errores y carencias de esta
investigación soy yo la única responsable.
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INTRODUCCIÓN
El proceso migratorio que vivió el Caquetá en la década del cincuenta y del sesenta se inscribe
dentro de un fenómeno colonizador que afectó gran parte del territorio nacional a mediados de
siglo XX, particularmente en las regiones del Magdalena Medio, Catatumbo, Amazonía, Urabá,
Bahía Solano y los Llanos Orientales5. Este proceso nacional ha sido ampliamente estudiado en el
marco de una extensa historiografía colombiana sobre colonización6. En las últimas décadas,
buena parte de los estudios sobre colonización ha hecho énfasis en los procesos migratorios de
mediados del siglo XX debido, primero, a la reciente y, relativamente masiva, migración que
sufrieron estos territorios y segundo, por los conflictos de diverso orden que las han afectado.
1
DANE, XIII Censo Nacional de Población, y II de edificios y viviendas, julio 15 de 1964, Departamento
Administrativo Nacional de Estadística, Bogotá, 1967, p. 69.
2
DANE, XIII Censo Nacional…, pp. 80-81.
3
“Larandia”, en La República, Suplemento del Caquetá, Julio 23 de 1968, p. 9.
4
DANE, XIII Censo Nacional…, p. 82.
5
Al respecto se puede consultar: REYES, Alejandro, “Territorios de la violencia en Colombia” y STEINER,
Claudia “Héroes y banano en el Golfo de Urabá: la construcción de una frontera conflictiva”, ambos en
SILVA, Renán. (ed.), Territorios, regiones, sociedades, Cerec, Cali, 1994, pp. 111-122 y pp. 137-149,
respectivamente; FAJARDO, Darío, “La colonización de la Macarena en la historia de la frontera agraria” en
MOLANO, Alfredo. (et.al), Yo le digo una de las cosas…, Editorial Presencia, Bogotá, s.f, pp. 185-206; GARCÍA,
Clara Inés, Urabá, región, actores y conflicto, 1960-1990, Cerec, Medellín, 1996; VARGAS, Alejo, Magdalena
Medio Santandereano: colonización y conflicto armado, Cinep, Bogotá, 1992.
6
Sobre esta historiografía se han realizado diversos balances. Entre estos ver: LEGRAND, Catherine,
“Colonización y violencia en Colombia: perspectivas y debate”, en MACHADO, Absalón. (comp.) El agro y la
cuestión social, Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1994, pp. 3-21; GARCÍA, Clara Inés, “Enfoques y problemas
de la investigación sobre territorios de frontera interna en Colombia” en GARCÍA, Clara Inés. (comp.),
Fronteras, territorios y metáforas, Hombre Nuevo Editores, Medellín, 2003, pp. 47-69. Un análisis sobre la
serie “Conflicto social y violencia en Colombia”, promotora de estudios regionales sobre colonización, se
puede ver en: GONZÁLEZ, Fernán E., “Poblamiento y conflicto social en la historia colombiana”, en SILVA,
Renán. (ed.), Territorios, regiones…, pp. 13-33.
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Para el caso del Caquetá han sido numerosos los investigadores que se han preocupado por
explicar el proceso migratorio de la década de los cincuentas y sesentas. Sus estudios se han
interesado fundamentalmente en describir y analizar las causas de la migración, los flujos
demográficos, los incentivos estatales en el marco de los proyectos de colonización de la Caja
Agraria y el Incora, la aparición de nuevos asentamientos y grupos sociales y el surgimiento de
conflictos derivados de la colonización.7 Dentro de estos trabajos, para los efectos de esta
investigación centrada en la reconfiguración espacial del piedemonte caqueteño, pueden
identificarse básicamente dos perspectivas. La que, de alguna manera, considera como precaria la
ocupación anterior a la colona y asume como factor fundamental para entender el proceso
migratorio y los conflictos que ha generado la mayor o menor presencia del estado en el área. Y
una segunda tendencia que hace referencia, más que a una colonización, a una transformación de
7
Entre estos trabajos destacan: JIMENO, Myriam, “El poblamiento contemporáneo de la Amazonía”, en
Colombia Amazónica, Universidad Nacional, Bogotá, 1987, pp. 213-232; ARCILA NIÑO, Oscar. (et.al),
Caquetá, construcción de un territorio amazónico en el siglo XX, Instituto Amazónico de Investigaciones
Científicas, SINCHI, Bogotá, 2000; ARIZA, Eduardo, RAMÍREZ, María Clemencia, VEGA, Leonardo, Atlas
cultural de la Amazonia Colombiana: la construcción del territorio en el siglo XX, Instituto Colombiano de
Antropología, Bogotá, 1998; ARTUNDUAGA, Félix, Historia general del Caquetá, Fondo Mixto para la
Promoción de la Cultura y las Artes del Caquetá, Florencia, 1990; URBINA, Hernando, “Colonización y
titulación de baldíos”, en Revista Nacional de Agricultura, n°912-913, julio-diciembre 1995, pp. 140-143;
UMAÑA, Pedro José, “Reseña histórica de la colonización en el Caquetá” y PULECIO, Herminso, “Apuntes
sobre el papel del Estado en la Amazonía” ambos en Memorias del Primer Encuentro de Investigadores del
Piedemonte Amazónico, Universidad de la Amazonía, Florencia, 1993, pp. 121-133 y pp. 53-65
respectivamente; BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial en el piedemonte amazónico en
Colombia, el territorio comprendido entre el río Ariari y el Ecuador. (1968), Instituto Geográfico Agustín
Codazzi, Bogotá, 1974; MORA, Leonidas, “Las tendencias del desarrollo económico y la colonización” y
ROJAS, Humberto, “La colonización en la selva húmeda tropical colombiana” en Colonización del bosque
húmedo tropical, Corporación Araracuara, Bogotá, 1990, pp. 149-167; MORA, Leonidas, JARAMILLO, Jaime,
CUBIDES, Fernando, Colonización, Coca y Guerrilla, (1986), Alianza Editorial Colombiana, Bogotá, 2. Ed.,
1989; AMÉZQUITA, Carlos, Nuevos modelos de vinculación de las zonas de colonización a la vida nacional,
Universidad Nacional, Bogotá, 1981; VALENCIA, Alberto, Estado y Colonización en la Amazonía Colombiana,
Caquetá-Putumayo, Universidad Federal Do Para Nucleo de Altos Estudios Amazónicos, Belem, 1986. Entre
estas investigaciones sobre el proceso migratorio caqueteño de mediados de siglo destaca la compilación de
dos tomos realizada por Bernardo Tovar Zambrano que, con investigadores caqueteños, hace un estudio
discriminado de la colonización a partir de las diferentes áreas geográficas que componen el territorio nor-
occidental de la Amazonía colombiana. En esta recopilación se encuentran: BALCAZAR, Juan Martín,
“Colonización: contradicciones trágicas-Bodoquero, Pescado, Fragua”, T.1, pp. 107-137; LEÓN, Juan Antonio
“El caucho, las violencias y la coca-Subregión Caquetá, Zona Alto Caguán, El Pato, Llanos del Yarí”, T.1, pp.
141-177; CASAS, Justo, RONCANCIO, Gustavo, “Para volver a empezar- el Ariari”, T.1, pp. 181-229; CASTILLO,
Elsy, “Río de palabras vivas-Orteguaza-Medio Caquetá 1950-1990”, T.2, pp. 1965; RAMIREZ, Roberto, “Un
espacio amazónico- La Baja Bota Caucana”, T.2, pp. 69-125; QUINTERO, Hernán y SIERRA, Fanny, “Una
cultura que nace-colonización del Guayabero”, T.2, pp. 129-189; TOVAR ZAMBRANO, Bernardo, Pobladores
de la selva: historia de la colonización del noroccidente de la Amazonía Colombiana, Instituto Colombiano de
Antropología, Bogotá, 1995.
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la ocupación en el piedemonte problematizando, además, la presencia del estado y asociando el
papel desarrollado por éste con la expansión de un nuevo modelo capitalista en la región.
Dentro del primer grupo se pueden clasificar autores, que si bien en muchos casos, explícitamente
se refieren a la ocupación ancestral del territorio, en el desarrollo de sus escritos terminan por
invisibilizar implícitamente esa ocupación o relegarla al carácter de precaria. Este es el caso, por
ejemplo, de Jimeno, quien sostiene que la ocupación anterior a la agropecuaria era una ocupación
precaria y que la marginalidad de esta área frente al proceso histórico del país sólo empezó a
modificarse en el decenio de 19308. Una perspectiva similar se encuentra en autores como
Perdomo, Casas, Roncancio, Ramírez, Umaña y Artunduaga.9 En algunos casos esta aproximación
se torna incluso más radical, como en Brucher, quien llega al extremo de afirmar que: “la cuenca
del Amazonas misma es en sí un espacio vacío desde el punto de vista geográfico–
antropológico,”.10 Para él, quien recorrió el área a fines de la década del 60, era necesario civilizar
a los indígenas, campesinos y colonos del área y organizarlos alrededor de grandes explotaciones
pecuarias, como era el caso de la hacienda Larandia que, según Brucher, era modelo de empresa
ejemplar.11 Una dificultad que ofrecen estos estudios es el de subestimar las formas de ocupación
que no se ajustan al modelo agropecuario. Adicionalmente, para estos autores los conflictos en el
área se asocian con la mayor o menor presencia del estado en el área.
Dentro del segundo grupo pueden clasificarse autores que han problematizado la idea de una
ocupación precaria previa al proceso de colonización. Estos autores, como es el caso de
Domínguez, Romero, Rojas, Leyva, Castillo, Arcila, Ciro, Ariza, Ramirez y Vega hacen referencia,
más que a una colonización, a una transformación de la ocupación en el piedemonte.12 En las
8
JIMENO, Myriam, “El poblamiento contemporáneo de la Amazonía…”, p. 213 y p. 217.
9
PERDOMO, Gabriel, “Caucheros, indígenas y capuchinos en la construcción social regional (Caquetá 1902-
1916)” en Memorias del primer encuentro de investigadores…, pp. 97-98; CASAS, Justo, RONCANCIO,
Gustavo, “Para volver a empezar- el Ariari…”, p. 183; RAMIREZ, Roberto, “Un espacio amazónico- La Baja
Bota Caucana…” p. 125; UMAÑA, Pedro José, “Reseña histórica de la colonización en el Caquetá…”, pp. 132-
133; ARTUNDUAGA, Félix, Historia general del Caquetá…, Cap. XI-XIV.
10
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial en el piedemonte amazónico en Colombia…, p. 54.
11
Véase, por ejemplo, BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial en el piedemonte amazónico
en Colombia…, pp. 166-167 y p. 182.
12
DOMINGUEZ, Camilo, “Territorio y región en la Amazonía occidental colombiana. Conceptos básicos” y
ROMERO, María Eugenia, “Caracterización del piedemonte amazónico y llanero: perspectivas comparativas”
ambos en Memorias del primer encuentro…, p. 12 y pp. 67-79 respectivamente; ROJAS, Humberto, “La
colonización en la selva húmeda tropical colombiana” en Colonización del bosque húmedo tropical…, pp. 67-
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investigaciones con esta orientación el proceso se explica en términos de una invasión andina del
piedemonte y, en palabras de Domínguez, a una penetración de las “formas territorialmente
nacionales en la Amazonía”13. Para otros autores dentro de esta tendencia el problema no radica
sólo en la expansión andina en el piedemonte, sino además en la expansión de un nuevo modelo
capitalista en la región14. Los estudios con esta orientación han criticado además la idea de la
“ausencia estatal” como causa del conflicto social. En este sentido, autores como Mora, plantean
que el conflicto no se da por ausencia del estado, sino por el tipo de vínculo frontera-estado. Por
su parte, Domínguez llama la atención sobre el hecho de que las formas territoriales de ocupación
andina provienen de zonas específicas. Así: “tenemos una forma territorial en el Caquetá producto
de la expansión huilense y una forma territorial en el Guaviare producto de la expansión
cundinamarquesa, boyacense y llanera.”15.
El presente trabajo se inscribe en esta segunda tendencia y busca profundizar en lo planteado por
Camilo Domínguez respecto al origen específico del la migración que se dio hacia el piedemonte
caqueteño a mediados de siglo XX y que lo transformó en todos los niveles. La composición
productiva cambió, mientras que carreteras, pueblos y potreros empezaron a surgir en uno y otro
lado del paisaje piemontano transformando los patrones de poblamiento del lugar. Este cambio en
el paisaje caqueteño se entiende en el marco de la penetración de un modelo de desarrollo
agropecuario, replica del modelo del interior del país. Considerando la transformación en la
ocupación del piedemonte, la presente investigación no pretende mirar sólo el nuevo modelo de
desarrollo que se buscó implementar, sino también problematizar la idea misma de desarrollo.
81, p. 6; LEYVA, Pablo, “La Amazonía colombiana en perspectiva”, en Colombia Amazónica…, p. 279;
CASTILLO, Elsy, “Rio de palabras vivas, Orteguaza-Medio Caquetá 1950-1990…”, T.2, pp. 19-65; ARCILA
NIÑO, Oscar. (et.al), Caquetá, construcción de un territorio amazónico….; ARIZA, Eduardo, et al., Atlas
cultural de la Amazonia Colombiana….; CIRO, Estefanía, El estado en las fronteras: proceso de expansión
estatal en el piedemonte caqueteño, 1887-1930, Tesis Historia, Universidad de los Andes, Bogotá, 2008.
13
DOMINGUEZ, Camilo, “Territorio y región en la Amazonía occidental colombiana. Conceptos básicos”, en
Memorias del primer encuentro…, p. 12.
14
Véase sobre esta posición: MORA, Leonidas, “Las tendencias del desarrollo económico y la colonización…”;
MORA, Leonidas, JARAMILLO, Jaime, CUBIDES, Fernando, Colonización, Coca y Guerrilla…, p. 232. Se plantea
que la frontera reproduce los problemas del interior del país cuando tras el campesino llegan el capital y las
instituciones; en este mismo sentido están: VALENCIA, Alberto, Estado y Colonización en la Amazonía….;
VALENCIA, Alberto, “Caquetá ¿laboratorio de paz?” en TOVAR ZAMBRANO, Bernardo, Pobladores de la
selva…., T.2, pp. 193-235; VALENCIA, Alberto, Estado y Colonización en la Amazonía…; AMÉZQUITA, Carlos,
Nuevos modelos de vinculación….
15
DOMINGUEZ, Camilo, “Territorio y región en la Amazonía occidental colombiana. Conceptos básicos”, en
Memorias del primer encuentro…, pp. 12-13.
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Según esta se considera que hay un modelo que, al aplicarse en una sociedad, genera
automáticamente un proceso de evolución o progreso generalizado. En contra de la anterior idea,
en el presente trabajo de grado lo que nos interesa es preguntarnos ¿Por qué y para quien era
este un modelo de desarrollo?
Así, el objetivo del presente estudio es mostrar cómo tras la penetración del modelo de ocupación
agropecuario se encontraban importantes intereses económicos de la clase política huilense que,
aunados a políticas del capitalismo mundial, promovieron una transformación del territorio
amazónico con el objeto de vincularlo al mercado agropecuario nacional. También veremos cómo,
a partir de los proyectos de transformación de la ocupación piemontana, se presentó un cambio
en el paisaje caqueteño, de sus patrones de poblamiento y de sus consiguientes rutas de
comunicación, con miras a adecuar este territorio a los nuevos intereses económicos.
En función de este objetivo es importante tener en cuenta para esta investigación algunos ejes de
análisis. El primero con respecto a la categoría de colono16. Según la Real Academia de la Lengua se
entiende por colono “la persona que coloniza un territorio o que habita en una colonia”17. El verbo
colonizar, a su vez, refiere a “formar o establecer colonia en un país”18 y la palabra colonia hace
referencia a un “conjunto de personas procedentes de un territorio que van a otro para
establecerse en él”19. Con base en estas definiciones y en contravía de los mitos fundacionales que
suelen acompañar la condición de colono, en el presente trabajo de grado entendemos que el
colono, más que un ocupador primigenio de un territorio, se constituye en una primera avanzada
de una nueva forma de apropiación espacial.
Para el caso particular del proceso que vivió el piedemonte caqueteño a mediados del siglo XX
consideramos entonces a la población colona como a un contingente humano que, procedente de
la región andina, se estableció en el piedemonte caqueteño y que, en este proceso, trasladó las
formas de ocupación andina al piedemonte. En este sentido, entenderemos al colono caqueteño,
16
Al respecto ver: ACERO, Hugo, “El Colono” en Colonización del bosque húmedo tropical…, pp. 215-226.
17
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=colono. Consultado 12 de junio de 2008.
18
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=colono. Consultado 12 de junio de 2008.
19
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=colono. Consultado 12 de junio de 2008.
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específicamente, como a un inmigrante interesado en establecer asentamientos permanentes de
tipo agropecuario vinculados a una dinámica de mercado nacional20.
“El Estado, más que estar constituido por una institucionalidad virtual y totalizante,
responde a las visiones, los intereses y las prácticas de los grupos particulares que
tienen acceso a “ser” el Estado: a hablar, a decidir en nombre del Estado, a definir
cuál es desde su perspectiva la lectura legítima de la realidad, en fin, a determinar su
proyecto”21.
Así, entendemos que el estado constituye una forma de dominación ligada a intereses
particulares y cuyo modelo de desarrollo no produce necesariamente un beneficio para la
totalidad de la población que lo vive.
20
Según Legrand, “legalmente eran colonos aquellos, y solo aquellos individuos que cultivaban la tierra o
criaban ganado en tierras baldías sin disponer de un título escrito al territorio explotado”, LEGRAND,
Catherine, Colonización y protesta campesina en Colombia (1850-1950), Universidad Nacional de Colombia,
Bogotá, 1988, p. 43.
21
SERJE, Margarita, El revés de la nación: territorios salvajes, fronteras y tierras de nadie, Universidad de los
Andes, Bogotá, 2005, p. 17.
22
Sobre este punto, que se tratará en detalle más adelante, véase: ARCHILA, Sonia, Arqueobotánica en la
Amazonía colombiana. Un modelo etnográfico para el análisis de maderas carbonizadas, Fian, Uniandes,
Ceso, Bogotá, 2005; MORA, Santiago, Amazonía: pasado y presente de un territorio remoto: el ámbito, la
historia y la cultura vista por antropólogos y arqueólogos en la Amazonía, Universidad de los Andes, Bogotá,
2006, capítulos 2 y 3; CAVELIER, Inés, MORA, Santiago, RODRÍGUEZ, Camilo, HERRERA, Luisa, MORCOTE,
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potrero, era una forma de ordenamiento espacial o si se quiere un paisaje reflejo de la forma en
que diversos grupos humanos veían y organizaban el mundo. En este sentido consideramos que la
conceptualización que hace Duncan del paisaje puede resultar de utilidad para el análisis de las
transformaciones que se operaron en el piedemonte caqueteño. Según Duncan:
Sobre esta base se puede entender que, a partir de la migración del interior del país, el traslado
de formas de ocupación andinas a este territorio generó una transformación en el paisaje
consistente, en parte, en la potrerización de la anterior condición selvática. En el contexto del
nuevo modelo de apropiación espacial que entró, la selva tenía una connotación peyorativa y la
pradera era considerada por los nuevos pobladores como el ideal de organización espacial24.
Realmente, lo que se presentó en términos geográficos fue una conversión del paisaje selvático
en potrero, más que en pradera25 sin embargo, en aras de mostrar más claramente la carga
cultural de esta transformación hemos querido utilizar el concepto de pradera, en lugar del de
potrero, que sería más exacto. Lo anterior, particularmente porque dentro del discurso
colonizador que se expresa en algunos artículos de periódico de la época, la referencia directa al
paisaje de pradera como paradigma del nuevo desarrollo caqueteño, ligado no solo a proyectos
económicos sino a ideas occidentales de “civilización” y “cultura”, era reiterativo, aún a pesar de
Gaspar, “No sólo de caza vive el hombre. Ocupación del bosque amazónico, holoceno temprano” en
CAVELIER, Inés y MORA, Santiago. (eds.), Ámbito y ocupaciones tempranas de la Amazonía tropical,
Fundación Erigaie, Bogotá, 1995, pp. 27-44.
23
DUNCAN, James, “The power of place in Kandy, Sri Lanka: 1780-1980” en AGNEW, John A., DUNCAN,
James. (eds.), The power of place. Bringing together geographical and sociological imagination, Unwin
Hyma, Boston, 1989., p.186. “Un paisaje (…), es un modelo, culturalmente producido, de la forma cómo el
entorno debe verse. El paisaje (…) no es solamente un entorno, sino una forma de organización de colinas,
árboles, pueblos o casas. Los entornos se transforman en paisajes cuando las personas los transforman
físicamente o, simplemente, cuando los reinterpretan con el objeto de orientarlos hacia un modelo de
paisaje en particular. Estos modelos tienen especificidades históricas y culturales” (mi traducción).
24
Véase “Exhortación a los colombianos” en La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, pp. 1-
2.
25
Las praderas son propias de lugares con estaciones, más acordes con la geografía europea que con la del
trópico amazónico.
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las limitaciones geográficas que el piedemonte caqueteño, en tanto trópico, presentaba para este
modelo.
Esta investigación se desarrolló a partir de la revisión de fuentes primarias y secundarias. Entre las
fuentes primarias utilizadas se encuentran periódicos, testimonios de viajeros y revistas de la
época, algunas entrevistas a colonos, datos censales, mapas y fotografías aéreas de las
poblaciones piemontanas. Las fotografías aéreas, tomadas en la década de los setentas, si bien no
corresponden estrictamente con el periodo de investigación -debido a la imposibilidad de
encontrarlas de tal antigüedad-, son útiles porque reflejan la tendencia de la organización urbana
de los poblados creados durante el periodo migratorio.
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CAPÍTULO PRIMERO
1. Estigmatización e Invisibilización:
En la década de los treinta del siglo pasado el geógrafo e historiador Justo Ramón, destacado
miembro de la Sociedad Geográfica, profesor de ilustres personajes de la vida colombiana26 y
educador de una amplia cantidad de población a través de sus textos escolares, describía a la
Amazonía como a un lugar marginal e inhabitado debido a la agreste geografía que,
supuestamente, la caracterizaba. Según el educador:
“Como rasgos fisonómicos (…) pueden subrayarse: la selva virgen que la cubre en casi
toda su extensión (…), es hostil a su poblamiento (…). La colonización de aquellas
tierras será, dada su extensión, el clima, la vegetación selvática, y la escasa población
del país, de una lentitud que no guarda proporción con nuestro acelerado progreso
en otros aspectos de la vida. Ellas son ante todo una valiosa reserva para años
27
lejanos” .
26
Se sabe que fue profesor de Marco Fidel Suarez y de Eduardo Carranza. En http://biblioteca-virtual-
antioquia.udea.edu.co/pdf/11/11_1195163593.pdf
http://www.paginadigital.com/articulos/2008/2008prim/literatura2/tenorio-210208.asp. Consultado junio 9
de 2008.
27
RAMÓN, Justo (Hermano), Geografía Superior de Colombia. (1936), Bogotá, Librería Stella, Colección La
Salle, 4ed., 1949, p. 56. Subrayado nuestro.
28
RAMÓN, Justo (Hermano), Geografía Superior de Colombia…, p. 109. Subrayado mío.
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MAPA N°1
Pero no suficiente con esta descripción, el geógrafo describe otras actividades económicas que se
practicaban en esta región y que, incluso, la vinculaban comercialmente con el Huila, Bajo
Putumayo y Brasil, olvidando, al parecer, el carácter desértico que le había atribuido
anteriormente al Caquetá:
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que se vende en Manaos). La pesca es variada e inagotable, (…). El comercio de
29
géneros agrícolas y forestales se hace con el Huila, bajo Putumayo y Brasil” .
La posición del geógrafo Justo Ramón da cuenta de una invisibilización y de una estigmatización
de la ocupación caqueteña de principios de siglo. Invisibilización porque el autor primero dice que
no existe esta ocupación y estigmatización porque se pasa a describir a sus pobladores como
“salvajes”.
Sin embargo había una ocupación que, si bien era negada o subestimada desde la percepción de
este observador “occidental”, estaba allí. Lo que había, y tal vez por ello la negación, eran dos
paradigmas culturales que modelaban el espacio de una forma muy diferente.
29
RAMÓN, Justo (Hermano), Geografía Superior de Colombia…, p. 298. Subrayado mío.
30
RAMÓN, Justo (Hermano), Geografía Superior de Colombia…, p. 5. Subrayado mío.
31
Por ejemplo, la evidencia arqueológica del sitio Peña Roja, en el Caquetá Medio, indica que fue ocupado
desde hace por lo menos 9000 años. Véase: ARCHILA, Sonia, Arqueobotánica en la Amazonía colombiana….,
p. 51.
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que permitieron el sostenimiento de amplias densidades de población en este territorio32. Esta
prolongada ocupación del territorio configuró una amplia red de asentamientos alrededor de los
ríos Caquetá, Orteguaza, Caguán, Yarí y sus afluentes y estableció vínculos terrestres y fluviales
que los comunicaban, tanto entre ellos como con las regiones aledañas al piedemonte. Según
María Eugenia Romero, la zona piemontana, los Llanos Orientales y la selva amazónica “parece
haber sido un área de paso obligado de grupos migratorios de sur a norte y de norte a sur, como
ruta de migraciones desde los Andes hacia el oriente y viceversa”.33
En un periodo más reciente y, a partir del siglo XVII, empezó a hacer presencia población europea
interesada en establecer vínculos mercantilistas. Las actividades extractivas que desarrolló esta
población en el territorio amazónico serían claves para el futuro del piedemonte caqueteño al
producir, entre otras cosas, una baja demográfica sin precedentes entre la población indígena34. A
finales del siglo XIX y principios del siglo XX la extracción de la quina y el caucho fueron muy
importantes; hacia los años cincuenta del siglo XX la actividad extractiva ya no presentaba el auge
quinero y cauchero y en cambio se había diversificado, desarrollándose en torno a productos
medicinales, fibras textiles, resinas –caucho blanco y negro en menor proporción, balata, chicle,
siringa, juansoco y aguarrás-, y maderas como balso, cedro, amarillo, laurel, comino y achapo35.
Además también se comercializaban pieles de tigre mariposo, cerrillo, tigrillo, nutria y lubón, que
se vendían para conseguir pilas, pólvora entre otros tipos de elementos36. Lejos de indicar
marginalidad, la economía extractiva sostenía vínculos comerciales con Brasil, Perú, y el interior
del país37.
32
Al respecto véase ARCHILA, Sonia, Arqueobotánica en la Amazonía colombiana...; MORA, Santiago,
Amazonía: pasado y presente de un territorio remoto…., capítulos 2 y 3; CAVELIER, Inés, MORA, Santiago,
RODRÍGUEZ, Camilo, HERRERA, Luisa, MORCOTE, Gaspar, “No sólo de caza vive el hombre. Ocupación del
bosque amazónico….”; Ingenierías prehispánicas, Fondo FEN Colombia, Bogotá, 1990.
33
ROMERO, María Eugenia, “Caracterización del piedemonte amazónico y llanero…”, p. 71.
34
En el marco de la vinculación de estos territorios a la economía extractiva se produciría un holocausto de
la población indígena. El caso extremo se viviría durante el periodo cauchero de finales del siglo XIX, cuando
los empresarios caucheros esclavizaron población nativa para vincularla a estas actividades como
extractores. Al respecto del holocausto indígena durante el periodo cauchero véase: PINEDA CAMACHO,
Roberto, Holocausto en el Amazonas: una historia social de la Casa Arana, Espasa, Bogotá, 2000.
35
CORDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico de la intendencia del Caquetá, Imprenta Nacional,
Bogotá, 1954, pp. 141-142.
36
URIBE, Graciela, Veníamos con una manotada de ambiciones, Aporte a la historia de la colonización del
Caquetá, Misereor, Bogotá, 1992, pp. 34-38.
37
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico… pp. 141-142.
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MAPA N°2
Los vínculos anteriores a la migración del cincuenta entre el piedemonte caqueteño y sus regiones
aledañas sobresalen de los testimonios de Joaquín Rocha, un viajero que visitó estos territorios a
principios del siglo XX. Según Rocha, en el marco de la economía cauchera:
“Muchos de ellos (indígenas) han ido a Mocoa y a La Ceja, Santa Librada, Altamira y
Pitalito, en el Tolima; algunos conocen a Iquitos, y hay entre los coreguajes quien
haya estado en Manizales, y aun creo que en Medellín, llevado a estas ciudades
antioqueñas por don Francisco Gutiérrez, antiguo dueño de la agencia Tres
Esquinas”38
Tres Esquinas era una agencia cauchera que, ubicada entre el río Orteguaza y el río Caquetá, se
constituía en un importante centro de contacto comercial entre la región Andina, en el sector
tanto del Huila como de Nariño, y la Amazonía brasilera y peruana (Ver Mapa N°2). Según Rocha:
38
ROCHA, Joaquín, Memorandum de viaje: (regiones amazónicas).(1905), Editorial Cromos, Bogotá, 2°.ed,
1933, p. 48. Cursiva nuestras.
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“Tres esquinas debe su nombre a los tres caminos que en ese punto convergen: uno
al Norte, Orteguaza arriba, que conduce a los pueblos de La Ceja, Santa Librada y
Garzón en el Tolima y por ahí a Neiva (…); otro al Occidente, Caquetá arriba, el mismo
que traíamos y que es vía para Mocoa, y de ahí por Sebondoi a Pasto (…) a Popayán;
y el tercero al Oriente, Caquetá abajo, que lleva a Charuncagui en la Huitocia, y de ahí
a Brasil y el Perú. Por tanto, Tres Esquinas es un lugar concurrido por viajeros y
traficantes, y quien está allí no se siente enteramente en el desierto sino en medio
del humano trato, con noticias de todas partes y más al alcance de los recursos que
39
en lo más de la parte alta del territorio y que en mucho en la parte baja” .
El geógrafo Justo Ramón describe en su Geografía Superior de Colombia las rutas hacia el sur que
vinculaban el piedemonte con Brasil, Putumayo y Perú. A partir del puerto de Venecia, a 14 km de
camino desde Florencia, se seguía por el río Orteguaza y después por el río Caquetá hasta el
puerto de La Tagua en un viaje que demoraba dos días. Desde La Tagua se seguía hasta Caucayá
(actual Puerto Leguízamo), puerto sobre el río Putumayo al que se llegaba tras recorrer una
carretera de 25km. A partir del río Putumayo se podía seguir hasta Leticia después de haber
tomado el río Amazonas durante 2025 km40. Estas rutas eran utilizadas tanto por comunidades
indígenas como por caucheros provenientes del Perú y de Brasil que subían por el río Caquetá
buscando mano de obra esclava y siringa (un tipo de caucho)41 y bajaban llevándose el caucho
hacia Manaos42.
En la década de los treinta del siglo XX Manuel Roca hace un listado de las vías de comunicación
que vinculaban al territorio caqueteño con el resto de la Amazonía. La información sobre estas
rutas las resumimos en la siguiente tabla.
TABLA N°1
VIAS DE COMUNICACIÓN DEL TERRITORIO DEL CAQUETA CON LA AMAZONÍA, 1935
Nombre de la Origen Destino Descripción Duración
ruta
La Tagua Caucayá Carretera
Debajo de Río Curiyáa
Remolino (dos
horas debajo
39
ROCHA, Joaquín, Memorandum de viaje… p. 34. Subrayado nuestro.
40
RAMÓN, Justo, (hermano), Geografía Superior de Colombia…, p. 60.
41
PINEDA CAMACHO, Roberto, Historia Oral y proceso esclavista en el Caquetá, Banco de la República,
Bogotá, 1985, p. 73.
42
PINEDA CAMACHO, Roberto, “Panorama de la historia económica de la Amazonía, (siglos XVII-XIX)” en
Boletín de Antropología, Universidad de Antioquia, Volúmen 6, N°21, Medellín, 1987, p. 72.
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de La Tagua)
Rio Curiyáa Río Putumayo Navegación río
(más abajo de Curiyáa
Caucayá)
Este contacto con el sur era de ancestral importancia para esta región, pues parte del
poblamiento indígena del Caquetá se originó a raíz de la migración, en tiempos remotos, de
Página 19 de 86
grupos humanos indígenas protoarawak y prototupiguaraní, provenientes de la región del
Amazonas central43.
Por su parte, el coronel Juan Bautista Córdoba, quien recorrió el territorio del piedemonte en la
década de los cincuenta, describe las rutas que vinculaban a esta región con el oriente “En parte
camino de herradura y en buen trayecto trocha selvática”44. Una partía de San Vicente del
Caguán:
“Esta es la vía de penetración a los llanos del Yarí, desde el Caquetá y desde el centro
del Huila. Es una vía de gran importancia, que se interna en la intendencia del Meta
(…), se interna en los llanos de San Martín. También por dicho río (Guayabero) hay
comunicación directa a San José del Guaviare”45.
La otra ruta que comunicaba hacia el oriente partía del río Caguán, cerca a la desembocadura con
el río Caquetá, y llegaba al Vaupés y el alto Apaporis46.
Estos vínculos entre la región Amazónica y la del Orinoco han sido poco estudiados, sin embargo
María Eugenia Romero llama la atención sobre las migraciones que desde tiempo ancestral
existieron entre las regiones de selva húmeda tropical y de sabana llanera, particularmente para
el caso del grupo Arawak47.
A diferencia de Justo Ramón, Camilo Domínguez sostiene que la Amazonía nunca ha sido marginal
para la economía colombiana.48 En este sentido, diversos estudios han señalado las rutas que
comunicaban al territorio piemontano con el andino. Según Friede, la topografía de la cordillera
Oriental en el sector del piedemonte caqueteño permitía numerosas rutas de contacto entre esta
región y, particularmente, la del alto Magdalena, en el Huila49. La ruta más cómoda conducía
desde la Ceja de los Andaquíes (cerca del actual Acevedo) en el Valle del Suaza hasta el rio
43
ROMERO, María Eugenia, “Caracterización del piedemonte…”, p. 73.
44
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico…, p. 42.
45
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico…, p. 42.
46
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico…, p. 44.
47
ROMERO, María Eugenia, en “Caracterización del piedemonte…”, p. 69.
48
DOMINGUEZ, Camilo, “Poblaciones humanas y desarrollo amazónico”, en Poblaciones humanas y
desarrollo amazónico en Colombia, Universidad de la Amazonía, Florencia, 1990, p. 12.
49
FRIEDE, Juan, Los Andaki, 1538-1947, Historia de la aculturación de una tribu selvática, Fondo de Cultura
Económica, México, 1953, p .31.
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Pescado50, cerca del actual poblado de Belén de los Andaquíes. Por su parte había otras rutas que
atravesaban la cordillera en el sector de Puerto Rico y San Vicente comunicando a estos poblados
directamente con el oriente del Huila, es decir, con los poblados de Algeciras y Garzón51.
Desde tiempos remotos se presentaron importantes migraciones desde la región Andina hacia la
zona del Caquetá, como la de los escultores de la estatutaria de San Agustín y la de otros grupos
de origen chibcha que se asentaron en la Amazonía52. Según Augusto Gómez, en tiempos
prehispánicos, desde la Amazonía hacia los Andes subían especies animales, vegetales y
conocimientos médicos a cambio de productos como la sal53.
50
FRIEDE, Juan, Los Andaki…., p. 33.
51
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico…, pp. 42-43.
52
ROMERO, María Eugenia, en “Caracterización del piedemonte…”, p. 73.
53
GÓMEZ, Augusto, “Bienes, rutas e intercambios (siglos XV-XIX): las relaciones de intercambio interétnico
entre las tierras bajas de la Amazonía y las tierras altas de los Andes”, en Revista de antropología y
arqueología, Vol. 9, N°1/2, Bogotá, (1996/1997), p. 66.
54
GÓMEZ, Augusto, “Bienes, rutas…”, p. 62 y p. 66.
55
PINEDA CAMACHO, Roberto, Historia oral y proceso esclavista…, p. 35.
56
PINEDA CAMACHO, Roberto, “Panorama de la historia económica...”, pp. 81-82.
57
En términos muy generales Camilo Domínguez se refiere a la expansión huilense sobre el territorio de la
Amazonía en el marco de la expansión de las “territorialidades nacionales” sobre los territorios étnicos,
haciendo que estas regiones se integren más a la economía colombiana y se desvinculen de su territorialidad
étnica, en Domínguez, Camilo, “Territorio y región en la Amazonía….”, p. 13.
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Retomando lo visto hasta ahora, se puede apreciar que el piedemonte caqueteño se había
constituido en un centro de tráfico tradicional entre distintas regiones del interior del país y de la
Amazonía. Para objeto de esta investigación nos interesa resaltar, particularmente, su condición
de punto de contacto entre las sabanas amazónicas y las alturas andinas58. Como ya se expuso,
buena parte de la economía extractiva de la quina y del caucho era movida por intereses
huilenses, parte de su extracción tenía como destino Neiva y se hacía con créditos de casas
comerciales de esta ciudad59.
Con la caída de la economía extractiva en la primera década del siglo XX, muchos intereses
huilenses sobre la región del Caquetá se trasladaron a la ganadería. Así, si bien no fue una pauta
generalizada, son múltiples los ejemplos de empresarios caucheros que invirtieron su capital en la
economía ganadera60. Uno de los ejemplos más destacados es el de la familia Perdomo, antiguos
empresarios caucheros que, hacia los veinte, tendrían una hacienda ganadera en Balsillas, cerca de
San Vicente. Dos mujeres de esta familia se casarían con prominentes ganaderos y líderes políticos
de la región en los sesentas: Hernando Turbay Turbay y Oliverio Lara.
Además de este traslado de los intereses de los empresarios caucheros, desde la segunda mitad
del siglo XIX, el territorio del piedemonte caqueteño empezó a verse ocupado por colonos
huilenses dedicados a actividades agropecuarias61. Según Rocha, el primer colono blanco fue un
tolimense que, conocido como Ventura Cuéllar, llegó alrededor de 1860 “ahuyentado de sus lares
quizá por alguna de nuestras guerras intestinas”62. Esta observación, si bien se estructura dentro
de la idea cuasi mítica de un colono primigenio, muestra la temprana relación entre los conflictos
en la zona andina y la migración al piedemonte caqueteño. Así es cómo, tras Cuellar, vinieron
otros, también huyendo de los conflictos bélicos del interior del país y desplazados por el cierre de
la frontera agraria que operó en el territorio huilense en la segunda mitad del siglo XIX63.
58
María Clemencia Ramírez tiene un interesante estudio sobre las relaciones piedemonte-Andes para el
caso del Valle del Sibundoy, en RAMÍREZ, María Clemencia, Frontera fluida entre Andes, piedemonte y selva:
El caso del Valle del Sibundoy, Siglo XVI-XVIII, Editorial ABC, Bogotá, 1996.
59
PINEDA CAMACHO, Roberto, “Panorama de la historia económica…”, pp. 81-82.
60
Sobre este traspaso de la actividad cauchera a la ganadera véase: CIRO, Estefanía, El estado en las
fronteras…., p. 91.
61
Se debe tener en cuenta que para este periodo el territorio del Tolima Grande incluía al Huila.
62
ROCHA, Joaquín, Memorandum de viaje..., p. 43.
63
CIRO, Estefanía, El estado en las fronteras…, p. 81.
Página 22 de 86
Estos colonos se establecieron en el piedemonte, al ser este el lugar más propicio para desarrollar
actividades agrícolas, creándose allí un núcleo de producción agropecuaria. La zona
geomorfológica del piedemonte es de vital importancia para comprender la ocupación
agropecuaria del territorio caqueteño ya que ésta zona se caracteriza por tener suelos ricos en
nutrientes y en materia orgánica y aptos para pastos y varios cultivos, especialmente aquellos
suelos ubicados en las orillas de los ríos y formados por los sedimentos provenientes de la
cordillera Oriental. Por consiguiente, los colonos encontraron en el piedemonte suelos fértiles
para continuar con sus actividades agrícolas64. El colono José Arcadio Trujillo recuerda que ya para
la primera mitad del siglo XX se había establecido en el piedemonte caqueteño una significativa
colonia de pobladores del sur del Huila. Entre ellos bastantes provenientes de Elías, Pitalito,
Garzón, Guadalupe y Suaza65. (Ver Mapa N°2, ya citado)
Esta colonia huilense correspondía con el interés que comerciantes, ganaderos y campesinos del
Huila sentían por el territorio del Caquetá, pues veían la posibilidad de emprender exitosas
actividades económicas en la región66. Esta situación es descrita por Reynel Salas:
64
Según Antonio Flórez, los piedemontes son áreas de transición geomorfológica porque constituyen “áreas
de contacto entre el borde bajo de una cordillera o serranía y la llanura aluvial”, FLÓREZ, Antonio, Colombia:
evolución de sus relieves y modelados, Red de Estudios de Espacio y Territorio, Universidad Nacional de
Colombia, Bogotá, 2003, p. 125. En el proceso de poblamiento colombiano los piedemontes han ocupado un
lugar importante ya que en éstos se han ubicado varias ciudades intermedias de Colombia como: Florencia,
Villavicencio, Armenia, entre otras. Agradezco a Marcela Riveros, geógrafa, Universidad Nacional de
Colombia, su asesoría respecto a estos temas.
65
TRUJILLO, Salomón, Abriendo la frontera, memorias de un colono fundador del Caquetá, historia de vida
de Arcadio Trujillo Lozada, Colcultura, Florencia, 1998, p.100.
66
SALAS VARGAS, Reynel, “El Huila frente al conflicto amazónico”, en: TOVAR ZAMBRANO, Bernardo, (ed.)
Historia General del Huila, Academia Huilense de Historia, Volumen 2, 1996, p.255.
Página 23 de 86
vez que le ayudaría a solucionar los conflictos sociales suscitados en torno a la tierra
y el trabajo”.67
En este sentido, eran frecuentes las voces huilenses que reclamaban un mayor apoyo a los
proyectos de explotación, colonización, desarrollo comercial, navegación y agricultura en el
Caquetá68. Para la década de los treinta el panorama de los intereses huilenses en la región era
crítico pues ya se habían consolidado una serie de fincas ganaderas en el eje de las poblaciones de
Florencia y San Vicente pero, debido a la falta de carreteras que ofrecieran las condiciones
necesarias para transportar la producción pecuaria hacia el Huila, esta economía estaba
estancada. Un viajero recuerda que en la década de los treinta
Sin embargo, en los treinta se fortalecería la vinculación del piedemonte con el Huila en el marco
de un incipiente mercado agropecuario. Con el conflicto colombo peruano el gobierno nacional
adaptó la vía Guadalupe-Florencia con el objeto de acrecentar el control estatal sobre este
territorio. Según un representante a la cámara huilense porque “La región del Caquetá, por
razones geográficas, corresponde vincularla al Huila”.70
A finales del siglo XIX y principios del XX, la extracción de quina (1873-1884) y caucho (1890-
1920)71 en la región del Caquetá se constituyó en un elemento indispensable en la configuración
de este territorio72. La importancia que tuvo la economía extractiva, así como su declive, se explica
67
SALAS VARGAS, Reynel, “El Huila frente al conflicto….”, p. 255.
68
SALAS VARGAS, Reynel, “El Huila frente al conflicto…”, p. 256.
69
Entrevista con Pedro María Motta, Neiva, mayo de 1987 en SALAS, Reynel, “El Huila frente al conflicto…”,
p. 257.
70
Ley 10 de 1927
71
Según Camilo Domínguez, la economía extractiva se entiende como un “proceso productivo generador de
un valor agregado a una mercancía cuya relación y acumulación se hace extraregionalmente, sin dejar
valorización permanente sobre el espacio donde se ha producido”, en DOMÍNGUEZ, Camilo y GÓMEZ,
Augusto, La economía extractiva en la Amazonía colombiana: 1850-1930, Corporación colombiana para la
Amazonía Araracuara, Bogotá, 1990, p.9.
72
Al respecto se puede ver: BOTÍA, Carlos G. Extracción de Quina. La configuración del espacio andino-
amazónico de fines del siglo XIX, Universidad Nacional, Instituto Amazónico de Investigaciones, Bogotá; y
Página 24 de 86
en gran medida por la vinculación que este tipo de economía sostuvo con los intereses mundiales
del momento: de la quina salía la quinina, cura para la malaria, y con ello la posibilidad de los
imperios de seguir ampliando su dominio en las regiones tropicales. La importancia del caucho se
explicaba, por su parte, en el contexto de la segunda revolución industrial, ante la demanda de
aislantes eléctricos, impermeables, materiales elásticos con la aparición de la energía eléctrica, la
bicicleta y el automóvil. Para el caso del caucho, el establecimiento de plantaciones holandesas e
inglesas en los territorios de Java y Ceilán bajaron su precio en forma tal que hacia la segunda
década del siglo XX se había frenado su extracción en Colombia73.
Ya para mediados del siglo XX la economía extractiva no tenía la importancia de antaño. En 1964
solamente un 0.6% de la población económicamente activa en el Caquetá se dedicada a este tipo
de actividad74. La extracción de cedro con fines de exportación, que había empezado en 1940, se
detuvo en 196275. Tal vez esta disminución de la importancia de la actividad maderera en el
Caquetá se debió a que esta actividad se concentró en el Pacífico, principalmente en Tumaco,
donde en el periodo entre 1950-1975 hubo un auge maderero “asociado con la exportación de
trozas y maderas aserradas”76. En contraposición, nuevas dinámicas económicas mundiales
promovieron una visión diferente sobre estos territorios.
A mediados del siglo XX empiezan a cobrar relevancia una serie de organismos mundiales en el
marco de una integración internacional establecida, particularmente, sobre la base de una
economía de mercado. Organizaciones como las Naciones Unidas o el Banco Mundial cobraron
amplia relevancia en la decisión de políticas económicas dentro de los diferentes países. Las
políticas dictadas por estos organismos fueron particularmente importantes para el Estado
colombiano.
“el bajo nivel del ingreso agrícola por persona se refleja en una insuficiente
formación de capital que resulta poco satisfactoria para la economía en general (…).
Un mejoramiento general de la productividad agrícola (…) incrementaría la formación
de capitales en la agricultura al igual que en otras actividades no agrícolas”.78
A su vez, el director de la misión de la FAO que visitó el país en 1952, Adolfo Staffe, informaba
sobre la posibilidad de convertir la Amazonía en un campo agrícola y sobre la conveniencia que
tendría este proyecto para el mundo entero. La Amazonía se vincularía al mercado mundial en
forma de pradera de cultivos:
“desde hace más de un año dos técnicos de la FAO están recorriendo la región del
Amazonas, y los estudios que han hecho les permiten considerar que con la
explotación agrícola de una buena parte del Amazonas, a lado y lado del río, se
podría alimentar a toda la población del mundo, es decir, no solamente de América,
79
sino del mundo” .
En el marco del proyecto de convertir la Amazonía en una despensa agrícola, la misión de la FAO
proponía un “plan de colonización y explotación” para el Caquetá con el objeto de establecer un
régimen agrícola y ganadero en esta región80.
El Caquetá, considerado por Justo Ramón como un espacio marginal e inhabitable -por el
momento-, ahora aparecía ocupando un nuevo papel en el plano económico nacional. Dentro del
discurso de la FAO ya no se hacía referencia a las condiciones “hostiles” del Caquetá sino a lo
parecido que era su terreno con los del interior del país. En el proyecto de la FAO el papel del
Caquetá en la economía colombiana era comparable al de las sabanas de Bogotá o del Tolima. La
FAO veía muy viable que esta región transformara su condición selvática en un paisaje
económicamente productivo, desde la perspectiva de los intereses nacionales e internacionales
del momento. Un paisaje similar al de cualquier otro lugar del interior del país. El problema es que,
78
Agricultura, Semanario de la SAC, Bogotá, Año 1, Marzo 12 de 1961, p.7.
79
“El Caquetá es el gran paraíso de Colombia, dice miembro de la FAO. Plan Agrícola y ganadero para esas
regiones propondrá la entidad”, en El Tiempo, Octubre 15 de 1952, N°14763, p.19.
80
“Plan para explotar las tierras del Caquetá ha presentado la FAO”, en El Tiempo, Noviembre 25 de 1952,
N°14804, p.1 y 15.
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bajo esta orientación, la FAO negaba las verdaderas calidades del suelo caqueteño, calidades que,
en parte, serían causa del conflicto social que sacudiría posteriormente a la región81. Según Staffe,
el territorio del Caquetá en los cincuenta era:
“el paraíso de Colombia. Ninguna otra tierra, ni la Sabana de Bogotá ni el Tolima, con
ser tan buenas regiones, pueden equipararse al Caquetá. Allí Colombia puede crear
una fuente de abastecimiento de todos los frutos, y en ganadería es el campo ideal
para levantar el romo-sinuano, o cualquier otra raza típicamente colombiana, y
asombrar en el curso de pocos años con una producción pecuaria de primer
82
orden” .
A estos planes de la misión de la FAO se unían también los esgrimidos por la misión del Banco
Mundial que visitó el país en la década de los cincuenta. En cabeza de Lauchlin Currie, la misión del
Banco Mundial proponía una “transformación de los patrones de aprovechamiento de la tierra,
buscando el desarrollo de la agricultura “moderna” en las tierras más aptas y el traslado de
83
ganadería a las de inferior calidad, privilegiando el fortalecimiento de las unidades mayores” .
Esta aproximación coincidía con la liquidación total de la industria ganadera en el sur y oriente del
Tolima, y en parte del Huila, norte del Cauca y amplias zonas de Antioquia84, en donde las
explotaciones extensivas (ganadería) habían sido reemplazadas por cultivos mecanizados de alta
productividad85. El Caquetá quedaba entonces integrado como un territorio destinado a acoger las
explotaciones extensivas eliminadas en el interior. De nuevo, en el horizonte de los intereses
económicos el Caquetá adquiría un paisaje sabanero.
81
Las actividades agropecuarias desarrolladas por los colonos en el piedemonte agotaban el suelo a las
pocas cosechas con lo cual entraba en crisis la economía campesina.
82
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico..., pp. 127-128.
83
FAJARDO, Darío, Haciendas, campesinos y políticas agrarias en Colombia, 1920-1980, Oveja Negra,
Bogotá, 1983, p.106.
84
FAJARDO, Darío, Haciendas, campesinos y políticas…, p. 102.
85
FAJARDO, Darío, Haciendas, campesinos y políticas…, p. 93.
Página 27 de 86
condicionó su ayuda a los gobiernos latinoamericanos a la realización de proyectos de Reforma
Agraria en sus respectivos países.86
Tras la Segunda Guerra Mundial, Colombia vivía un momento de prosperidad económica, impulso
industrializador y crecimiento demográfico, pero era patente el rezago del sector agropecuario.
Las políticas estatales en torno al campo se encaminaron a orientarlo hacia un desarrollo de tipo
capitalista cuyo marco sería el “impulso de un crecimiento económico basado en una agricultura
86
FAJARDO, Darío, Haciendas, campesinos y políticas…, p.103.
87
FAJARDO, Darío, Espacio y sociedad: formación de las regiones agrarias en Colombia, Corporación
Colombiana para la Amazonia-Araracuara, Bogotá, 1993, p. 191; FAJARDO, Darío. (et.al), Campesinado y
capitalismo en Colombia, Cinep, Bogotá, 1981.
88
Al respecto de esta expulsión de campesinos la revista de la Sociedad de Agricultores de Colombia
sostenía “Debemos afrontar el problema estimulando sin temor este proceso de industrialización de la
agricultura y dedicarnos a capacitar la mano de obra sobrante en el campo, en oficios y ocupaciones que le
permita obtener empleo bien remunerado en la ciudad”, en: “El campesino y la mecanización”, en
Agricultura, julio 6 de 1961, p.4. Sobre el proceso de mecanización del campo ver: KALMANOVITZ, Salomón,
Economía y nación, Una breve historia de Colombia, Siglo Veintiuno Editores, Medellín, 1985, p. 386.
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empresarial de medianos y grandes agricultores, que implicaba unas políticas donde el problema
agrario y la redistribución de la propiedad no tenían cabida alguna”89.
En este contexto, el gobierno nacional proyectó una serie de planes de colonización que habrían
de desarrollarse con el objeto de adecuar las estructuras productivas de estos territorios “baldíos”
a las exigencias de los intereses económicos tanto nacionales como internacionales. Siguiendo
esta línea, en 1948 se fundó el “Instituto de Parcelaciones, Colonizaciones y Defensa Forestal” y
en 1953 el “Instituto de Colonización e Inmigración”, ambos sin resultados prácticos91. A partir de
1956 la Caja Agraria asumió esta tarea.
La Caja Agraria era una institución crediticia que le prestaba $5.000 pesos a población traída del
interior del país para que empezara una nueva vida agrícola en los territorios “baldíos”. A
mediados de 1959, la Caja Agraria fundó tres frentes de colonización dirigida en el Caquetá, en La
Mono, Maguaré y Valparaíso (Ver Mapa N°3). Sin embargo, este proyecto fue finalizado por el
Estado debido a diversos problemas que hicieron que los colonos abandonaran pronto las parcelas
asignadas. Entre las dificultades de este proyecto estaba la falta de asesoría técnica, al
desconocimiento del terreno y el consiguiente diseño arbitrario de las parcelas, la poca vocación
agrícola de los pobladores beneficiados –en su mayoría venían de centros urbanos- y la ausencia
de una inversión en infraestructura que facilitara la salida de la producción agropecuaria.92 Un
testimonio de un colono da cuenta de lo problemático, e incluso trágico, que pudo resultar este
proceso:
89
MACHADO, Absalón, “Políticas agrarias en Colombia”, en FAJARDO, Darío, (et.al), Campesinado y
capitalismo en Colombia, Cinep, Bogotá, 1981, p.72.
90
“El Caquetá es el gran paraíso de Colombia, dice miembro de la FAO. Plan Agrícola y ganadero para esas
regiones propondrá la entidad”, en El Tiempo, Octubre 15 de 1952, n°14763, p. 19. Subrayado nuestro.
91
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial…., p. 45.
92
AMÉZQUITA, Carlos, Nuevos modelos de vinculación…, pp. 53-57.
Página 29 de 86
“…Es que eso fue una distracción, tras la voz de cinco mil pesos botaron gente para
esta colonia, para desalojar gente del interior. Terratenientes con ganas de hacerse a
más tierras. Había que ver algunos que nunca habían trabajado la tierra, empleados,
policías que renunciaron a sus puestos, pobrecitos, se los comió el clima, el trabajo
material. Hasta lloraban, no aguantaron y se fueron”.93
Sin embargo, pese al fracaso del proyecto, problema que ha sido ampliamente estudiado en la
historiografía sobre el Caquetá, debemos preguntarnos si, de todas formas, no tuvo un impacto
en la región. El proyecto fracasó si se considera lo que el proyecto proponía, pero fue una
importante avanzada en el plan de convertir el Caquetá en reserva agropecuaria al atraer y dejar
ubicados en esta región a cientos de colonos que, pese a haber abandonado las parcelas
asignadas, siguieron recorriendo el piedemonte buscando sitios donde hacer sus fincas.
Ante el fracaso del proyecto de colonización de la Caja Agraria el papel fue asumido por el
Instituto Colombiano de Reforma Agraria94 que, nacido tras la Conferencia de Punta del Este, el 15
de septiembre de 1962 dio inicio al “Proyecto Caquetá N°1”95. Este proyecto ya no se encargaría
de establecer colonizaciones dirigidas, como las de La Mono, Maguaré y Valparaíso, sino de apoyar
las colonizaciones que espontáneamente realizaban los colonos.
93
URIBE, Ramón, Veníamos con una manotada…., p. 58.
94
Incora.
95
“Inversiones por $107 millones… “, en La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, p9.
96
AMÉZQUITA, Carlos, Nuevos modelos de vinculación...., p.65.
Página 30 de 86
MAPA N°3
Esta zona sería el foco del nuevo tipo de plan proyectado para la Amazonía. En este sector del
piedemonte amazónico se dio “crédito supervisado y asistencia técnica” 97 y el Incora “construyó
carreteras, puentes, escuelas, puestos de salud; fundó sindicatos y distribuyó títulos de
98
propiedad” . El Incora se preocupó, entonces, por desarrollar en este sector la infraestructura y
las condiciones necesarias para una dinámica de mercado pensada en términos de los criterios del
interior andino.
97
“Inversiones por….” en La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, p9.
98
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial…., p. 48.
Página 31 de 86
Los títulos se adjudicaron a los colonos que hubiesen desmontado dos terceras partes de su
baldío99, promoviendo activamente el desmonte de selva y la transformación del paisaje
piemontano en potrero. El apoyo a la ganadería fue particularmente importante. Según Amézquita
“el 75% del “crédito dirigido” se destinaba obligatoriamente a la ganadería y el resto a cultivos
comerciales, asistencia técnica, abonos, sembrados, etc”.100
Para 1968 se calculaban inversiones por $107 millones en el Caquetá y el Incora había otorgado
“crédito supervisado a 2540 familias por más de $58 millones, para el fomento de la
agricultura y la ganadería. Se han financiado 25.737 cabezas de ganado, así como la
construcción de gallineros y porquerizas. Bajo el programa de fomento de cultivos se
tienen sembradas 559 has de palma africana y 315 de caucho en sitio definitivo”101.
Desde un principio el Incora prestó especial atención a los sectores que se vislumbraban con
posibilidad de explotación ganadera y agricultura comercial102. Así se entiende cómo pese a
conocerse como Reforma Agraria, este proyecto garantizó el crecimiento en el piedemonte de
unidades de producción latifundistas.
Oliverio Lara, ganadero huilense y cabeza visible de uno de estos grandes latifundios, en 1962
saludaba la ley resaltando su carácter benéfico y proponía, además, que las adjudicaciones de
baldíos no tuvieran el límite de 450 has y que se le abrieran las puertas de las adjudicaciones a las
personas jurídicas, teniendo en cuenta a las asociaciones de capitales103. En este sentido, el
Proyecto de Reforma Agraria comprendía artículos que beneficiaban los intereses de estos
empresarios ganaderos pues el propósito que existía, más que el de redistribución y solución del
conflicto por la tierra, era el del desarrollo de un proceso de acumulación de capital en el sector
rural:
“Artículo 33: Cuando se trate de establecer en terrenos baldíos, no cobijados por las
reservas para colonizaciones dirigidas, una explotación agrícola o pecuaria que tenga
especial importancia para la economía nacional, por cuanto sus productos estén
destinados a sustituir importaciones o a ser exportados en razonable proporción, o a
proveer de materias primas a las industrias nacionales, el Instituto podrá celebrar
99
ARCILA NIÑO, Oscar, (et.al), Caquetá, construcción de un territorio…, p. 52.
100
AMÉZQUITA, Carlos, Nuevos modelos de vinculación…., p.59.
101
“Inversiones por…”, en La República, Suplemento del Caquetá, Julio 23 de 1968, p.9.
102
AMÉZQUITA, Carlos, Nuevos modelos de vinculación…., p.59.
103
FAJARDO, Darío, Haciendas, campesinos y políticas agrarias…, p. 117.
Página 32 de 86
contratos con las personas naturales o sociedades de cualquier índole interesadas en
tal explotación, en los cuales se señalarán la clase de ésta y el plazo dentro del cual
deberá realizarse para adquirir derecho a la adjudicación. En estos contratos, los
cuales requieren para su validez la aprobación del Gobierno, previo concepto del
Concejo Nacional de Planeación, la superficie asignada podrá ser hasta de dos mil
quinientas hectáreas (2.500 hs).
También podrá el Instituto celebrar contratos, con las mismas formalidades arriba
previstas, para el establecimiento de explotaciones agrícolas y pecuarias en regiones
de muy escasa densidad de población y abundancia de tierras baldías no reservadas
para colonizaciones especiales, sin la limitación en cuanto a la superficie que señala
este artículo. Dichos contratos determinarán las extensiones que deberán ponerse
bajo explotación en cada periodo anual y no podrán cobijar una superficie total
mayor de la que deba explotarse en un plazo de cinco años y una tercera parte
más”.104
TABLA N°2
PRODUCCIÓN DE ARROZ EN TONELADAS, 1965
AÑO TOTAL EXPORTADO A OTROS PORCENTAJE
DEPTOS. EXPORTADO
1960 - 3500 -
1961 11540 8750 75.8
104
Baldíos Nacionales, Capítulo VIII, Proyecto de Reforma Agraria en Agricultura, semanario de la SAC, Año
1, n°5, abril 22 de 1961.
105
DANE, XIII Censo Nacional…, p. 100.
106
“El problema del Arroz en el Caquetá”, En: Arroz, N°157, 1965, p.21.
107
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial…, p.110.
108
“El problema del Arroz en el Caquetá”, En: Arroz, N°157, 1965, p.21.
Página 33 de 86
1962 14600 10950 75
1963 19450 16260 83.5
1964 11000* 7850 71.3
Fuente: Elaborado por la autora a partir de “El problema del Arroz en el Caquetá”, En: Arroz, N°157, 1965,
p.21.
*: la disminución de la producción se debió a una plaga que azotó a la mayoría de los cultivos durante este
periodo.
De igual manera, la región se consolidó como bastión ganadero. Según Brucher en los sesentas en
la zona comprendida entre Belén, Florencia y Paujil había varias haciendas con más de mil reses
sin contar con Larandia, la hacienda más grande que alcanzaba las 36.000 reses109. Hacia la década
de los sesentas aproximadamente 10.000 cabezas de ganado110 salían anualmente en camiones
rumbo a los mercados de Cali, Neiva, Bogotá, Ibagué, entre otros. Además, parte de él también se
exportaba hacia el Perú, pero ya no por la histórica ruta de La Tagua y el río Caquetá (Ver Mapa
N°2, páginas anteriores), sino ahora saliendo por la vía Guadalupe-Florencia en un largo viaje en
carretera hasta el puerto de Buenaventura, en el Valle, desde donde se embarcaba hacia Perú111.
MAPA N°4
109
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluval…, p. 124.
110
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial…, p. 124.
111
“Larandia”, en La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, p. 9.
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En el marco de esta recomposición productiva, para los sesentas múltiples instituciones bancarias
y representantes de los gremios nacionales instalaron oficina en la capital de la intendencia. En
1959 se creó el Fondo Ganadero del Caquetá con el objeto de dar créditos para compra de
animales y siembra de pastos112. En 1965 la Federación Nacional de Arroceros instaló su oficina en
Florencia para “poner a disposición semillas seleccionadas, insecticidas, matamalezas, fertilizantes
y asistencia técnica”113. Según Carlos Amézquita, en 1966 fue patente el crecimiento de la industria
bancaria en el Caquetá, además del Banco de la República se instalaron el Banco Popular, el Banco
Ganadero, el Banco Central Hipotecario y el Banco de Colombia. Asimismo, las oficinas de la Caja
Agraria y el Incora también hicieron presencia, ya no sólo en Florencia sino también en los centros
urbanos de los frentes de colonización como Belén, El Doncello, Puerto Rico, Solano y Puerto
Leguízamo114. El piedemonte se había empezado a transformar y ocupaba un nuevo lugar en la
economía nacional.
Desde la década de los treinta esta vía había empezado a relegar a las demás rutas de
comunicación que vinculaban al piedemonte caqueteño con los Andes. Esto se debía a que
durante este periodo, debido al conflicto con el Perú, el gobierno nacional había invertido en el
mejoramiento de la vía y ésta estaba en mejor estado –desde la perspectiva de los intereses
colonizadores- que las otras vías que comunicaban el piedemonte con el exterior, entre estas las
vías que habían vinculado tradicionalmente a Belén, Puerto Rico o San Vicente directamente con
el Huila.
112
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial…, p. 126.
113
“El problema del Arroz en el Caquetá”, En: Arroz, N°157, 1965, p. 21.
114
AMÉZQUITA, Carlos, Nuevos modelos de vinculación…., p. 60.
115
“Inversiones por $107 millones….”, en La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, p. 9.
116
“Exhortación a los Colombianos”, en La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, pp. 1-2.
Página 35 de 86
Durante los sesentas el vínculo principal del Caquetá era con el Huila y la clase empresarial
huilense, tradicionalmente interesada en los territorios caqueteños, desempeñaba importantes
papeles políticos y económicos en la vida regional de la Intendencia.
MAPA N°5
Hacia los sesentas la firma ganadera “Leonidas Lara e Hijos”, la más importante del Caquetá, era
de origen huilense. Entre sus propiedades en el Caquetá esta firma tenía una hacienda en Balsillas,
entre San Vicente del Caguán y Algeciras117; otra en los llanos del Yarí, conocida como “El
Recreo”118; también había sido propietaria de una finca llamada “La Estrella”, que donó en 1953 a
la cooperativa de obreros y empleados de la sexta brigada del ejército en Florencia119, y era la
117
ARTUNDUAGA, Felix, Historia general…, p. 154.
118
ARCILA NIÑO, Oscar, Construcción de un territorio…, p. 50.
119
Oficina de instrumentos públicos, Libro de registro 10, 1953-1954, Partida 366, diciembre 14 de 1953.
Página 36 de 86
propietaria de Larandia, que en la década de los sesenta llegó a ser la empresa ganadera más
grande de Colombia120. (Ver Mapa N°5)
Oliverio Lara, cabeza visible de esta firma, había sido concejal, diputado, alcalde de Neiva en 1943
y gobernador del Huila en 1945121. En los sesentas ocupaba un lugar destacado en la vida nacional.
Ante el secuestro del que sería víctima en 1965 una revista especializada en temas agrícolas decía
de él:
“Don Oliverio Lara Borrero tenía la jerarquía de presidenciable y era un líder por
entero consagrado a los problemas rurales que conocía con profunda experiencia,
sabiduría y precisión. Fue presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, de
la Asociación Colombiana de Ganaderos, pertenecía a la Confederación Colombiana
de Ganaderos de la cual fue uno de sus guías. Presidió las Exposiciones Agropecuarias
más importantes del país. Fue por más de cinco periodos presidente de Cebú y, en su
hato de Balsillas, estuvo dedicado a crear una raza bovina para Colombia”.122
Otro ejemplo del significativo poder político que la clase ganadera huilense obtuvo en el Caquetá
durante la década de los sesentas es el de Hernando Turbay Turbay. Turbay nació en Neiva en la
década de los treinta en el seno de una familia con intereses ganaderos en el sector de San
Vicente del Caguán en donde “su padre Abbas Turbay vislumbró el futuro de su familia”.123 Tras
ser un reconocido ganadero, en 1960, en el marco de los proyectos de colonización emprendidos
por el estado, Turbay empezó su vida política en el Caquetá llegando a ser intendente y
Representante a la Cámara a partir de 1968124. Durante su vida política Turbay fue muy popular
entre los colonos pues fue activo promotor de la colonización, de la apertura de vías, del aumento
en la productividad agrícola y de vincular más el piedemonte al mercado agropecuario nacional125.
120
“Larandia”, en La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, p.9.
121
ARTUNDUAGA, Félix, Historia general……., p. 154.
122
“El secuestro de Oliverio Lara, un crimen abominable contra el país” En: Arroz, N°153, 27 abril de 1965,
p.2.
123
MOJICA, Elaine, Caquetá, cuatro décadas de liberalismo, Reportaje a la vida y obra de Hernando Turbay
Turbay, Florencia, 2000, p.20.
124
MOJICA, Elaine, Caquetá, cuatro décadas de liberalismo…, p.22.
125
Precisamente sería en 1981, cuando Hernando Turbay era presidente de la Cámara de Representantes y
su tío, Julio César Turbay Ayala, presidente de la República, que el Caquetá sería ascendida a categoría de
departamento.
Página 37 de 86
En 1968, algo más de treinta años después de lo escrito por el geógrafo Justo Ramón sobre el
territorio del Caquetá, en el periódico La República, uno de los más importantes del país, se
promovió una campaña por la departamentalización de la Intendencia del Caquetá.
El paradigma de desarrollo que manejaba la clase política caqueteña que, como vimos, estaba
estrechamente vinculada con los históricos intereses huilenses en la región, eran las regiones del
interior del país. La clase política esperaba ver beneficiadas sus actividades económicas de tipo
agropecuario con la implantación del modelo de desarrollo que operaba en el interior.
El Tolima, la sabana de Bogotá, el Valle del Cauca o Antioquia se veían como los puntos de
referencia para el progreso económico que esta población de origen andino quería implantar en el
126
“Exhortación a los colombianos”, En: La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, p.1-2.
Página 38 de 86
piedemonte. La histórica ocupación indígena o el paisaje selvático tenían en los sesenta la misma
valoración que les había dado Justo Ramón treinta años antes. El “progreso” venía con la
praderización y la utopía era la ganadería. Como muestra de ello, en 1964 se estableció como
escudo de Florencia la imagen de una pradera con un toro. La imagen venía acompañada por una
montaña que “representa la cordillera que sirve de límite con el departamento del Huila” –no el
resto de la Amazonía sino el Huila- y un “sol naciente representa la esperanza de una nueva
vida”127.
Con este nuevo paradigma se cortaba radicalmente con la configuración geográfica del Caquetá
anterior a la colonización: el Caquetá indígena y de estrecha vinculación tanto con el resto de la
Amazonía como con las sabanas del Orinoco.
127
Página oficial de la Alcaldía Municipal de Florencia, http://www.florencia-
caqueta.gov.co/nuestromunicipio.shtml?apc=m-y1--&m=f. Consultada 19 de mayo de 2008.
Página 39 de 86
en fin, aceptándola como una región olvidada a donde se dirigen los derrotados por
la fortuna a correr el albur o a terminar lastimosamente sus últimos quejumbrosos
días (…).128
Frente a esta imagen sobre el Caquetá que se quería eliminar, el autor del artículo se preocupaba
por encontrar –o más bien, crear- analogías entre el territorio piemontano y el del interior del
país. El objeto principal del texto es mostrar las posibilidades agropecuarias que el Caquetá le
ofrecería a la economía nacional. En este sentido, y siguiendo con el planteamiento de Justo
Ramón, la única forma aceptada de ocupación territorial del Caquetá era la de la configuración
andina y ante esto, cualquier paisaje “exótico”, si no era praderizado era vinculado a la industria
turística129. Así se destaca en este texto:
No. Ya es tiempo que conozcamos la realidad caqueteña (…) que miremos al Caquetá
como una reserva de la patria, por su potencialidad ganadera y agrícola; que
hablemos con sus gentes para darnos cuenta cabal de grado de cultura a que están
llegando con grandes perspectivas en el campo educacional; que admiremos
poblaciones como Doncello, con diez años de fundada son emporios de riqueza
incalculable; que escudriñemos lugares que, como Cartagena del Chaira, son
atractivos turísticos, propicios para el incrementos de esa maravillosa industria
nacional; o que subiendo un poco hacia las altiplanicies, como en Balsillas u Holanda,
nos encontremos a 16 grados de temperatura media, con sabanas como la de
Bogotá, en donde florece mágicamente la vegetación y la ganadería se desarrolla
prodigiosamente; o en los valles cercanos a la capital de la intendencia, con praderas
que, como las de Larandia, constituyen un prototipo por su feracidad (…).
Observemos los grandes cultivos de arroz, maíz, plátano, palma africana, caucho y
cacao, que forman el grupo principal de la producción agrícola regional; démonos
gusto admirando los productos de la industria ganadera y porcina, que surte los
mercados de Bogotá, Cali, Ibagué, Neiva y otras ciudades colombianas, siendo
famosos por su calidad; y en fin, démonos cuenta de que el Caquetá es, como
justamente lo han llamado, “El paraíso verde de Colombia”.130
128
“Exhortación a los Colombianos”, en La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, p1-2.
Subrayados míos.
129
Este mismo proceso de trivialización del paisaje, en el que lo “éxotico” es aceptado en tanto “turístico” es
destacado por Duncan para el caso de la ciudad de Kandy, en Sri Lanka, durante su periodo colonial inglés.
Según Duncan, fragmentos del paisaje de Kandy fueron conservados en tanto lo “pintoresco” y “exótico” fue
puesto de moda por el romanticismo. Sin embargo, esto no fue más que una trivialización del paisaje de
Kandy, al convertirlo más en una pieza de museo que en un paisaje con futuro. DUNCAN, James, “The power
of place in Kandy, Sri Lanka: 1780-1980…”, p. 196.
130
“Exhortación a los Colombianos”, en La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, p1-2.
Subrayados míos.
Página 40 de 86
CAPÍTULO SEGUNDO
Tras la recomposición productiva que sufrió el piedemonte y que orientó sus actividades
económicas hacia la agricultura comercial y la ganadería se generaron importantes cambios en los
patrones de ordenamiento y poblamiento de este territorio.
Según se expuso en el capítulo primero, desde finales del siglo XIX empezó a surgir un foco de
ocupación agropecuaria, de origen huilense, en el piedemonte. Esta ocupación se ubicaba en el
punto intermedio entre las llanuras amazónicas y la región andina, en el sector más propicio para
desarrollar actividades de tipo agropecuario.
MAPA N°6
Página 41 de 86
Los colonos, que buscando tierra migraban al Caquetá ingresando por los caminos que,
atravesando la cordillera Oriental, conectaban al Huila con las pequeñas poblaciones agrícolas
ubicadas en el piedemonte, crearon un eje que fue aumentando en importancia en la medida en la
que fueron llegando más inmigrantes. A partir de este eje, que empezó a comprender las
poblaciones de Belén de los Andaquíes, Florencia, Montañita, Puerto Rico, San Vicente y
Guacamayas, se artículo la nueva configuración territorial del Caquetá. (Ver Mapa N°6).
Así, los sectores de población dedicados a otros tipos de economía tuvieron que desplazarse hacia
el sur. Es el caso del sector de población dedicado a las actividades de tigrilleo131, que tuvo que
trasladarse pues “se iba gorgojeando la selva porque estaban entrando colonos” 132 . O el caso de
los Huitotos, que asentados en Montañita, -donde hoy en día es la plaza, en treinta casas sobre
zancos133-, debieron vender el pueblo en 1940. Lo compró el Consejo Municipal de Florencia para
que se pudiera crear el corregimiento de Montañita, donde se establecieron colonos provenientes
del Huila dedicados a labores agrícolas.
Los Huitotos tuvieron que migrar entonces hacia La Niña, El Barro, Solita y Maticurú, poblaciones
ribereñas del Orteguaza y Caquetá. A estos huitotos, que se negaron a vincularse a una dinámica
de mercado, los describía el coronel Juan Bautista Córdoba en los cincuenta como “en estado
semisalvaje, que conserva sus costumbres y creencias”134. Sin embargo, a los Huitotos que se
quedaron, en tanto adoptaron muchas de las nuevas formas de la vida colona adaptándose,
además, a una economía agropecuaria vinculada al mercado, se les describía positivamente e
incluso se les tildaba de patriotas. La vinculación a la economía de mercado se convertía así en un
criterio de demarcación entre lo salvaje y lo civilizado. Al respecto Córdoba decía:
131
Consistía en la comercialización de pieles de animales que alcanzaban altos precios en el extranjero.
MOLANO, Alfredo, Selva Adentro, una historia oral de la colonización del Guaviare, El Áncora editores,
Bogotá, 1987, p. 17 y p. 33.
132
TRUJILLO, Salomón, Abriendo la frontera..., p. 155.
133
TRUJILLO, Salomón, Abriendo la frontera…, p. 99.
134
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico…., p. 113.
Página 42 de 86
donde los productos de su agricultura y ganadería son sacados a los mercados,
(…)”135.
Se presentó entonces un proceso de desplazamiento del tipo de poblamiento nativo según se iba
ampliando la presencia de la ocupación colona. Esto se entiende porque, según Camilo
Domínguez:
“La geografía del colono es totalmente excluyente con la geografía del indígena, pues
esta última es autártica y no produce mercancías. Los espacios urbanos carecen de
función para el indígena, lo mismo que las redes de circulación creadas para el flujo
de mercancías (…). Lo anterior nos explica el efecto destructivo que tiene la
colonización sobre los indígenas. La ciudad es el gran disolvente de las comunidades
pues al negarles su geografía destruye cualquier posibilidad de sostener
espacialmente su cultura”.136
A costa del desplazamiento del poblamiento indígena se fue consolidando, entonces, un núcleo
de producción agropecuaria en las hoyas del río Orteguaza y Caguán debido a estar estas regiones
directamente vinculadas con el Huila a través de las vías Guadalupe-Florencia y Algeciras-San
Vicente (Ver Mapa N°2, Capítulo 1), rutas por donde ingresaban los colonos. Según lo descrito por
Justo Ramón este núcleo agropecuario ya estaba relativamente consolidado en la década de los
treinta, pues tal como escribía en ese entonces:
Los migrantes de mediados de siglo entraron al Caquetá, en su mayoría, por la ruta que de
Guadalupe conducía a Florencia. Florencia se constituyó entonces en el eje de distribución de este
poblamiento colono.
Al llegar a Florencia, los inmigrantes se encontraron con una frontera agraria que comprendía el
sector de la capital de la intendencia “dentro de un círculo de 10 a 15 km” 138 -que para 1951 tenía
135
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico…, p. 113.
136
DOMÍNGUEZ, Camilo, Nación y étnias: conflictos territoriales en la Amazonía colombiana, 1750-1933,
Coama, Bogotá, 1994, pp.64-65.
137
RAMÓN, Justo (hermano), Geografía superior…, pp. 298-299.
138
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial…., p. 52.
Página 43 de 86
el 40% de la producción agropecuaria censada en la intendencia, repartida entre cafetales (46,3%)
y ganado bovino (21,7%) principalmente139-. Este sector agrícola llegaba hasta las poblaciones de
Belén de los Andaquíes y Montañita.140 La existencia de esta frontera agraria, precisamente en la
puerta de entrada al territorio, facilitó el proceso de ruralización así como de vinculación de la
población inmigrante a la economía agropecuaria.
Este proceso de ruralización se vio reforzado por la poca capacidad de absorción de población que
tuvieron, en los cincuenta, los centros urbanos del piedemonte. Es el caso de Florencia, que pese a
ser la puerta de entrada de miles de colonos, tuvo un escaso crecimiento poblacional durante este
periodo. Para 1964, Florencia tenía uno de los índices de crecimiento más bajos entre todas las
capitales del país, en un contexto en el que estas sí se vieron beneficiadas por la migración del
campo y en el que el Caquetá tuvo la segunda mayor tasa de crecimiento poblacional nacional.141
Esto se entiende en tanto que el sector productivo de la ciudad era escaso y carecía de las
capacidades para absorber laboralmente a la población migrante. Según Brucher, en la Florencia
de los sesenta “solamente hay unos pocos talleres de artesanía, fábricas pequeñas que producen
gaseosas, jabón y baldosas. Además, cuenta con varias trilladoras de arroz”, sin embargo, “No es
posible pensar en establecer otras fábricas, ni en aumentar la producción, a causa del grave
problema de escasez de energía eléctrica”.142 Esta situación era, a todas luces, un freno para la
industria y los campesinos inmigrantes se tuvieron que ocupar laboralmente en el campo.
Sin embargo, este no fue el caso solamente de Florencia sino, en general, el de los demás centros
urbanos como Belén, Puerto Rico o San Vicente. En efecto, la población colonizadora se distribuyó
de forma dispersa en el campo. Según el Censo de 1964 un 63% de la población vivía en pequeñas
localidades con población diseminada143 siendo solamente un 24% de población la que habitaba
en las cabeceras y un 76% la que vivía en el “resto de los municipios”144.
139
CORDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico...., p. 135.
140
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial…, p.140.
141
DANE, XIII Censo Nacional…, p. 70.
142
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial…, p. 174.
143
La dispersión de los asentamientos durante la colonización es una característica frecuente en los procesos de
apertura de fronteras. Véase REBORATTI, Carlos. E., “El desarrollo de la frontera: un esquema para América Latina” en
García, Clara Ines, Fronteras, territorios y metáforas…, p. 76.
144
DANE, XIII Censo Nacional…, p. 69.
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Esta situación concuerda con el perfil de los inmigrantes. La Violencia (1946-1966), que azotó
principalmente la zona andina en su sector rural, propició la expropiación de 400.000 propietarios
rurales, principalmente medianos y pequeños campesinos, y generó la migración de dos millones
de persona de su lugar de origen145. En este sentido, el contingente de migrantes hacia el Caquetá
estuvo conformado mayoritariamente por campesinos, atraídos porque en esta región “hay
mucha montaña, tierra productiva, violencia nada. Para vivir bien. Muy fácil hacernos finca otra
vez”.146
La principal actividad desarrollada por esta población inmigrante era la del desmonte de selva. Si
en el periodo de 1962 a 1965 anualmente se desmontaban para cultivo 4090 has147, y una familia
de colonos desmontaba entre 2 y 5 has. al año148, encontramos que un promedio de 1168 familias
de colonos se ocupaban anualmente en el desmonte de selva y su conversión en pradera. La
referencia a la selva virgen que hacía Justo Ramón al respecto del piedemonte caqueteño en la
década de los treinta era impensable en los sesentas. Si no era aplicable en los treinta -pues era un
paisaje selvático pero no virgen-, en los sesentas el paisaje de la intendencia no era ni selvático ni
virgen.
La acción del Incora fue muy importante en este proceso de praderización de la selva. Desde el
comienzo de su actividad en este territorio en 1962 hasta 1965 es evidente el significativo
aumento del área de selva desmontada con el objeto de producir cultivos comerciales y ganado.
En el siguiente cuadro se evidencia el aumento de las áreas vinculadas a la producción
agropecuaria:
TABLA N°3
AMPLIACIÓN DEL ÁREA DE PRODUCCIÓN AGROPECUARIA EN EL PIEDEMONTE 1962-1965
1962 1965 CRECIMIENTO ANUAL
DE HECTÁREAS
ÁREA DE 947 has. en cultivos de 9.097 has. en cultivos 2716 has.
CULTIVO pan coger. comerciales (maíz, arroz).
145
MORA, Leonidas. (et.al), Colonización, coca…, p. 12.
146
URIBE, Graciela, Veníamos con una manotada…, p. 52.
147
Incora Caquetá, en AMÉZQUITA, Carlos, Nuevos modelos de vinculación…., p. 61.
148
MORA, Leonidas, “Las tendencias del desarrollo económico y la colonización”, en GUHL, Ernesto,
Colonización del bosque húmedo tropical…, p. 183.
Página 45 de 86
ÁREA 5210 has y 980 9331 has y 5714 cabezas de 1373 has.
GANADERÍA cabezas de ganado. ganado.
Fuente: AMÉZQUITA, Carlos, Nuevos modelos de vinculación…, p. 61.
El caso de Larandia es el más destacado (Ver Mapa N°5, ya citado). La hacienda, que hacia los
sesenta contaba con 30.000 has y 36102 reses149, se constituyó en un foco de atracción de
población colona que, por la precariedad de los recursos con los que generalmente contaba, se
debía emplear como jornalera150. Uno de los inmigrantes recordaba:
“Así fue que yo me fui a trabajar allá, recién llegado de afuera. Un tipo que me
encontré en la plaza de mercado en Florencia, cuando me bajé del bus y pregunté
donde podía conseguir trabajo, me dijo: hombre, allá en la Lara, a todo el que llega le
dan trabajo. (…) Eso iba un bus lleno de trabajadores para donde había hecho el
contrato el señor que nos había enganchado”151.
En los sesentas la hacienda alcanzaría a tener hasta 1200 jornaleros a la vez, ocupados
principalmente en el desmonte de selva.152 Fue con base en esta enorme disponibilidad de mano
de obra que la hacienda multiplicó sustancialmente su área durante este periodo:
TABLA N°4
CRECIMIENTO DE LARANDIA
Crecimiento de la Hacienda Ritmo de incorporación de
praderas
Año Hectáreas Crecimiento Has/año Has/día
1935 1794 0 0 0
1946 2365 571 52 0.1
1950 7625 5260 1315 3.6
1965 35000 25000 2500 6.8
Fuente: ARCILA NIÑO, Oscar, Caquetá, construcción de un territorio amazónico en el siglo XX, Op.cit. p.61.
149
“Larandia”. En: La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, p.9.
150
ACERO VELÁSQUEZ, Hugo, “El Colono”, en GUHL, Ernesto. (et.al), Colonización del Bosque…, p. 216.
151
URIBE, Graciela, Veníamos con una manotada…., p. 53.
152
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial…., p. 176.
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Sin embargo, al mismo tiempo, a la par con su crecimiento la hacienda empezó a expulsar a la
población colona asentada a su alrededor pues las mejoras de los inmigrantes se vieron poco a
poco invadidas por la presencia de la hacienda. Los colonos, carentes de cercos y de los recursos
para mantener su mejora, ante el incesante crecimiento de Larandia vendían su parcela –en el
mejor de los casos- y migraban de nuevo selva adentro.153
Este fue el caso de las poblaciones de Potosí, Santuario, Montañita y Milán (Ver Mapa N°5 ya
citado). Absorbidas por la dinámica de la hacienda, estas poblaciones estancaron su crecimiento
pues, con la migración de sus habitantes a causa de Larandia, perdieron población y dejaron de ser
frontera abierta y centro de absorción de población para los nuevos colonos. Refiriéndose a las
consecuencias negativas de Larandia, Brucher afirmaba en los sesentas:
153
URIBE, Graciela, Veníamos con una manotada…, pp. 52-54.
154
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial…., p. 182.
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intercambio que se establecen entre el enclave y el capital extranjero en países
originarios y dominantes”155.
Desde principios de siglo XX en el territorio del Caquetá se había presentado la tensión entre
distintos tipos de ocupaciones humanas. Decimos tensión porque estas ocupaciones eran
producto, y a su vez generaban, ordenamientos territoriales y concepciones del espacio
radicalmente opuestos. Sin embargo, ellas mismas presentaban entre sí diferentes tipos de
articulación espacial, como se verá más adelante.
Una de estas ocupaciones era la que se presentaba en las hoyas del río Caguán y Orteguaza, en
medio del proceso de consolidación de una economía de tipo agropecuario. Estas ocupaciones se
caracterizaron por establecer poblaciones de carácter sedentario, tal como lo exigían los
requerimientos de una economía agropecuaria de mercado, estableciéndose poblados que en
155
ZAMBRANO, Fabio, “El poblamiento de la costa Caribe…”, p. 604.
156
Este es un ciclo clásico de los procesos de apertura de frontera agrícola en Colombia. Este ciclo garantiza
la reproducción de las estructuras agrarias y las contradicciones inherentes a ellas, en todos los rincones de
las fronteras agrícolas. FAJARDO, Darío, Espacio y sociedad…., p. 183.
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buena parte replicaban la organización espacial de las poblaciones del interior del país. Según lo
evidencia la fotografía aérea del poblado de Belén de los Andaquíes, digno representante de este
ordenamiento urbano –en los sesentas un diario la apodaba “la ciudad señora”157-, estas
poblaciones se caracterizaban por tener una traza en cuadrícula y una plaza principal (que se ve
desde los aires con una cruz), además de iglesia y entidades administrativas. (Ver Foto N°1).
FOTO N°1
PLANA URBANA DE BELÉN DE LOS ANDAQUIES, 1974
El establecimiento de estas poblaciones nucleadas había sido un proceso arduo en el territorio del
Caquetá. Desde las primeras entradas de los misioneros en el siglo XVII uno de los objetivos
principales había sido reducir a pueblos a las comunidades indígenas.158 Todo esto en el interés de
157
La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, p. 3.
158
A finales del siglo XVI se fundó el primer poblado, conocido como Espíritu Santo del Caguán,
sucesivamente vendrían Descanse, Yunguillo, Limón, Nuestra Señora de Ecija. En el siglo XVIII existieron San
Luis de los Andaquíes, San Antonio de Padua, Arcángel San Miguel de Yaguanongas, Caquetá, Santa Rosa,
San Antonio del Caquetá, San Juan, Nuestra Señora de la Gracia y San Juan, Nuestra Señora de los Dolores
de Santa María, pueblo Andaquí, San Francisco Solano, San José de los Canelos, San Antonio del Oteguaza,
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difusión de la “civilización cristiana, el fomento de la prosperidad material del territorio y de los
indígenas en él establecidos”, según rezaba el artículo 13 de la Convención de las Misiones159.
Sin embargo el establecimiento de pueblos había resultado prácticamente imposible pues los
nativos no solían durar mayor tiempo en los núcleos instalados por los misioneros. El proceso de
establecimiento de núcleos de poblamiento sólo empezaría a tener éxito con el ingreso al
territorio de población de origen andino. Para la primera mitad del siglo XX, después de seculares
intentos, los misioneros y colonos habían logrado establecer poblaciones como Belén de los
Andaquíes, Florencia, San Vicente y Puerto Rico. Estas poblaciones, según se explicó, formaban el
eje de la economía agropecuaria en la intendencia y, en este sentido, se encargaban de surtir con
alimentación a las cuadrillas de trabajadores de la economía extractiva.
Las ciudades eran vistas, desde la óptica de los colonizadores, como enclaves de civilidad en medio
de la selvática geografía caqueteña. La configuración espacial de las ciudades y sus características
intrínsecas (plaza, iglesia, calles) representaban todo lo que los colonos valoraban como positivo y
digno de exaltar, en contraposición radical con cualquier otro tipo de organización espacial, como
la indígena. Esto se evidencia en un artículo del periódico Florencia al respecto de la capital de la
intendencia en los sesentas que muestra, por lo demás, la preocupación de los colonos
caqueteños por ser aceptados por el interior del país:
“Con harta frecuencia nos hemos encontrado con turistas que vienen a Florencia por
primera vez, con el ánimo de conocer en plena calle la cusma del indígena y el rugido
del tigre. Pero al llegar descubren algo muy distinto de lo que pensaban. Desde la
entrada se encuentran con gentes cultas, calles espaciosas y bien trazadas, traficar
intenso de gentes y vehículos etc; en fin, para ellos es toda una sorpresa encontrarse
con todas las características de una ciudad que se desarrolla con ritmo acelerado.
(…). ...si el visitante es un alma cristiana, no se contenta con conocer calles y
comercio; siente necesidad de llegar hasta nuestro hermoso templo cuya torre se
divisa desde lejos invitando al turista a adorar al Señor “Dios está aquí: venid
adoradores, adoremos”160.
San Bautista del río Pescado, El Patriarca San José del Puerto del río Pescado, Caguán, Ahumea, San Miguel
de Puiaonti, Solano, El Pescado del Andaquí, Bodoquerita, Santa Bárbara de la Bodoquera, Nuestra Señora
de las Gracias del río Caguán. Para el siglo XX estos pueblos habían sido destruidos por los indígenas y
abandonados. En FRIEDE, Juan, Los Andakí….., pp. 80-85.
159
“La iglesia y los indígenas”, En: Florencia, Abril 1962, p.4.
160
“Nuestra Catedral”, En: Florencia, abril 1962, p.5.
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Además del poblamiento nucleado de colonos campesinos estaba el poblamiento configurado por
las actividades extractivas desarrolladas en la región. La dinámica de la economía extractiva estaba
vinculada estrechamente a las arterias fluviales y se distribuía en sectores como Maticurú, La
Tagua, Puerto Diago, Potosí, Puerto Leguízamo, Morelia, Solano, río Pescado, río Caguán, río
Mecaya, río Peneya, río Fragua-Chorroso y el río San Pedro. 161 (Ver Mapa N°7)
161
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico…, pp. 141-142.
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MAPA N°7
Esta ocupación ordenaba el poblamiento alrededor de los puertos –para la década de los
cincuenta la mayoría de los asentamientos se ubicaba a orillas de los ríos (Ver Mapa N°7)- y de
numerosos campamentos itinerantes, que se trasladaban por entre la selva en busca de los
productos para extraer.162
Para el caso de los campamentos establecidos por la economía del cedro (1940-1960), se llegaban
a concentrar en ellos hasta ochenta personas. Los trocheros, recorredores y monteros se
encargaban de abrir caminos entre la selva buscando los productos. Al encontrar un “corte de
cedro” se establecía un campamento en el que convivían aserradores, cazadores y cocineras hasta
por dos meses mientras se extraía toda la madera. Después los arrieros, con cuadrillas de hasta 20
162
URIBE, Graciela, Veníamos con una manotada…, pp. 34-35.
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mulas, transportaban el cedro hasta los caños más cercanos desde donde un grupo de balseros,
después de construir las balsas, trasladaba el producto hasta un río grande, como el Orteguaza o
Caquetá. De allí, barcos de vapor los transportaban río arriba.163 La economía extractiva se
caracterizaba entonces por generar una dinámica de bastante movilidad.
El carácter móvil de esta economía hacía que su dinámica interna fuera muy distinta a la de la
ocupación campesina. Las diferencias en las dinámicas hacían que a nivel social estas dos
ocupaciones generaran procesos disímiles. La economía extractiva no creaba asentamientos
estables, núcleos familiares ni una acumulación de capital –en los trabajadores rasos- que
permitiera un acrecentamiento de las condiciones materiales del territorio. Esta transgresión de
las formas de organización social promovidas durante siglos por los poderes estatales, que
implicaban una sedentarización, la formación de un núcleo familiar y una capacidad de
acumulación de capital, era criticada duramente por viajeros como Rocha. A principio de siglo XX
Rocha comparaba la ocupación campesina del rio Orteguaza con la de la economía extractiva del
rio Caquetá, y criticaba la inestabilidad de esta última, producto de la ausencia de una unidad
familiar:
“Entiendo que en la región del (rio) Orteguasa, en esas verdaderas colonias, hay
suficiente número de mujeres, de ellas muchas que son esposas legítimas, lo cual
asegura la estabilidad de estas fundaciones. Pero en el (río) Caquetá el número de
mujeres es lamentablemente deficiente. Los colonos en el bajo río no pasan de diez y
seis o veinte, cada uno de los cuales tiene su esposa legítima o ilegítima; más en sus
casas y al arrimo de ellos, hay otros residentes contratistas extractores y algún
número de peones, los cuales tienen que pasarse sin la compañía, (…) de esta mitad
del género humano, indispensable a la otra mitad. (…). Dos caucheros allí (…) han
resuelto el problema aviniéndose con una sola mujer para ambos (…). Como la pasión
del amor, empero, es exclusiva en su objeto, no todos los individuos de esa infelíz
comarca podrían optar por la filosófica solución (…), y allí ha sido el entrar en
competencias, infidelidades y deslealtades que, desgraciadamente, terminan en su
mayor parte de manera trágica. Los caquetenses, por regla general, mueren de
muerte violenta y en ninguna parte cabe mejor que allí, después de perpetrado un
homicidio, la pregunta ¿Quién es ella? Que diz que no omiten los buenos jueces del
crimen”. 164
163
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico…., pp.141-142.
164
ROCHA, Joaquín, Memorandum de viaje…, p. 44.
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en establecerse como lo dictan las reglas de la civilización: en un buen clima, en sociedad, con
familia y recursos económicos. Esto lo destaca Rocha para el caso de los caucheros, de quienes
dice:
No se concibe que gentes que vienen de tan lejos y para quienes la vida es tan
penosa en estas salvajes e insalubres selvas, vengan a perder así lastimosamente su
tiempo, único capital que poseen; mas ése es el hecho, y salvo unas pocas y honrosas
excepciones, parece que más se cuida el cauchero de comer y no trabajar, que de
trabajar para ganarse una subsistencia honrada y aun hacer un pequeño capital (que
eso podrían) con el fin de salirse a vivir vida laboriosa, pero más descansada y con
menos padecimientos y peligros, en lugares de buen clima, en sociedad y al lado de
su familia y con recursos.165
Por otra parte estaba la ocupación generada por las comunidades indígenas. Desde la perspectiva
occidental esta ocupación carecía de total lógica. En este sentido Brucher decía en los sesenta
sobre las parcelas indígenas que “las plantas que cultivan están sembradas en desorden, y la
manera de trazar sus “campos” muestra una carencia total del sentido de organización”166 . Esta
idea de desorden era resultado de la incomprensión de prácticas agropecuarias distintas a las del
monocultivo y el pastoreo.
Como lo muestran investigaciones realizadas en el campo de la antropología y la etnobotánica, las
comunidades indígenas habían desarrollado diversos mecanismos de adaptación al ambiente de
selva tropical húmeda que les habían generado lógicas de ocupación diferentes a las del mundo
occidental. Entre estos mecanismos se encontraba la práctica de la roza y quema167, actividades de
caza y pesca, nomadismo y mejora de suelos mediante el traslado de limo. Se trata de la aplicación
de unas técnicas agrícolas en donde “no existen fronteras entre lo cultivado y lo silvestre, sino un
continuo que abarca las plantas domesticadas, semidomesticadas, manipuladas y silvestres” que
“hacia énfasis en la mezcla de las plantas empleadas, marcando un contraste con el monocultivo
característico de los occidentales”168. Estos tipos de adaptación generaban formas de organización
espacial diferentes. Refiriéndose a los coreguajes, tamas y macaguajes del bajo Caquetá Rocha
escribe:
“…varias familias viven, en una misma casa, de manera que los habitantes de una de
éstas alcanzan a sesenta, ochenta, o más almas. Cuando se dice, pues, una casa de
165
ROCHA, Joaquín, Memorandum de viaje…, pp. 44-45.
166
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial…, p. 167.
167
GÓMEZ, Augusto, “Bienes, rutas...”, p. 56.
168
GÓMEZ, Augusto, “Bienes, rutas…”, p. Ibid, p.59. Al respecto véase también ARCHILA, Sonia,
Arqueobotánica en la Amazonía colombiana….; Ingenierías prehispánicas…
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indios en esta región, entiéndese la reunión de toda una tribu o parcialidad. No
edifican estas moradas como los blancos sobre horcones; no son, pues, de piso alto,
sino de un solo piso y construídas, no a las orillas del río, sino sobre lomas donde no
llegan las inundaciones”169
Además, el escrito de Rocha describe una fuerte vinculación de la ocupación indígena con las
dinámicas fluviales. Los ríos eran vías por las cuales transitaban familias y grupos indígenas
haciendo que se mantuvieran estrechos contactos entre diversas tribus:
“La vida del coreguaje se pasa, o bien en viajes como boga, profesión en que estos
indios son habilísimos, en la caza y la pesca o en trabajos de agricultura; pero más en
bacanales en que la bebida es el guarapo de caña, cuándo los de Consacuntí en
Niñera, cuándo los de Solano en las casas de los tamas en el Orteguasa, o éstos en las
casas de aquellos, o ésos en las de éstos. Estas orgías ocupan la mayor parte de su
tiempo, y por Tres Esquinas hay un perpetuo pasar de los indios e indias en canoas,
yendo de sus borracheras o viniendo de éstas. (…) Tamas y coreguajes aman a sus
mujeres e hijos, y gustan de no separarse de su familia, ni aún en sus viajes como
bogas. Casi siempre llevan consigo a su esposa, quien, es muy útil como cocinera a
los mismos blancos viajeros, y cuando hay espacio sobrante en la embarcación, viajan
los indios con sus chiquillos también”.170
169
ROCHA, Joaquín, Memorandum de viaje…, p. 47.
170
ROCHA, Joaquín, Memorandum de viaje…, p. 47.
171
ROCHA, Joaquín, Memorandum de viaje…, p. 48.
172
LEAL, Claudia y RESTREPO, Eduardo, Unos bosques sembrados…., pp.30-31.
173
PINEDA, Roberto, Historia oral y proceso esclavista…., p. 98.
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izquierda del río Orteguaza, ésta ocupación no generaba centros urbanos grandes ni trazas
urbanas cuadriculadas. Al parecer esta flexibilidad del poblamiento se podía presentar debido a la
marcada movilidad espacial de estas comunidades, que respondía a los ciclos hídricos anuales o al
comercio.
FOTO N°2
POBLACIÓN DE GETUCHÁ, 1974
En múltiples oportunidades voces desde las misiones católicas y la clase política caqueteña habían
propugnado por una colonización basada en fundaciones estables al estilo de los desarrollados
alrededor de la economía agropecuaria, en contraposición con la negativa indígena a asentarse en
poblados fijos y a la amplia presencia de campamentos móviles establecidos alrededor de la
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extracción del caucho y del cedro174. Sin embargo, esta tensión aun continuaba a la llegada de la
migración sin obtenerse la “victoria” de ningún bando.
Sin embargo, con la migración de mediados de siglo esta situación cambio. Según ya se expuso en
la introducción, la migración de mediados de siglo hizo que la población de la intendencia creciera
en más del doble en solo trece años175. Hacia 1968 llegaban aproximadamente 52 familias por
semana buscando hacer fincas176. Esto implicaría un cambio significativo en la configuración
espacial del piedemonte.
Había entonces un traslado, no solo de personas sino también de toda una forma de vida, un
traslado de elementos de apropiación nuevos que, traídos desde los lugares de origen,
promoverían la reconfiguración de este territorio. De esta forma, el interés por replicar los
espacios en los que estas familias se desenvolvían antes del desplazamiento condicionó el paisaje
que después de esta migración adquiriría el piedemonte: cultivos, vías, veredas y poblados,
buscarían ser reproducidos una y otra vez en este nuevo territorio.
A esto se unieron los intereses políticos del momento, de los cuales ya se habló en el capítulo
primero, y que se orientaban a convertir a esta zona en una despensa agropecuaria fundamentada
en la mediana y gran propiedad. En este sentido, el director de la misión de la FAO, en el marco del
“plan de colonización y explotación” del Caquetá, anotaba:
“Me parece una inversión muy sabia y eminentemente perspicaz la de fundar uno,
dos o tres “pueblos modelos” en los sitios más adecuados del Caquetá, y de
174
Sobre los campamentos ver testimonios en: URIBE, Graciela, Veníamos con una manotada…., p. 35.
175
DANE, XIII Censo Nacional…, p. 69.
176
“Larandia”. En: La República, Suplemento del Caquetá, julio 23 de 1968, p.9.
177
Testimonios en BALCAZAR, Juan Martín, “Colonización: contradicciones trágicas, Bodoquero, Pescado,
Fragua…”, p. 123.
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proveerlos de todos los medios culturales posibles y necesarios, tales como iglesia,
escuela, acueducto, planta eléctrica, etc.”178.
En este sentido, junto con la recomposición productiva del Caquetá de mediados de siglo venían
una serie de elementos de apropiación del espacio diferentes, e íntimamente ligados a los
requerimientos de una economía agropecuaria vinculada al mercado nacional. La FAO proponía la
creación de pueblos “modelos”, ejemplos de los pueblos del interior del país, vinculados a una
iglesia, a un acueducto, a una planta eléctrica y a un proceso educativo particular.
Al respecto de este último punto el director de la FAO sostenía en 1961: “es necesario hacer que
los agricultores sean más receptivos a las técnicas agrícolas modernas. Para lograrlo, las
autoridades de educación pública deben proponerse como primer objetivo la elevación general
del nivel de la enseñanza al campesino”179. En este sentido, además de promoverse la
construcción de escuelas, se empieza una “campaña de difusión y aprendizaje agropecuario” por
medio de la radio Sutatenza, según artículo del diario La República: “llevando civilización y cultura
a los rincones más apartados”.180 Precisamente, en el periódico Florencia se anunciaba, en 1961, el
próximo arribo de “los expertos de Sutatenza para dictar un curso agropecuario” a pueblos como
Morelia y Puerto Rico.181
Los modelos de pueblos que la FAO recomendaba debían contener, entonces, todos los elementos
que la presencia de una masa poblacional del interior del país requería para el desarrollo que se le
quería orientar. Este interés por construir poblaciones con las características anteriormente
nombradas se evidencia en el periódico Florencia, tribuna desde la cual se propugnaba por la
urgente prestación de servicios de salud, electrificación, acueducto, alcantarillado, iglesia y
caminos a los colonos que insistentemente los solicitaban182.
Sin embargo, la realidad se distanció de estas idealizaciones y, más que el estado o la iglesia, que
había sido la encargada de establecer las fundaciones anteriores, los que primero tomaron la
178
CÓRDOBA, Compendio geográfico..., p. 129.
179
Agricultura, Semanario de la SAC, Año 1, marzo 12 de 1961, Bogotá, p.7.
180
“Suplemento del Caquetá”, En: La República, julio 23 de 1968, p.5.
181
“Ecos Parroquiales”, En: Florencia, octubre de 1961, p.11.
182
Estas referencias se encuentran generalmente en la sección “Ecos parroquiales”, “Mundo nuestro” o
“Vida capitalina” En: Florencia, Año 1-4, octubre 1961 a mayo 29 de 1966, Florencia.
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iniciativa de llevar a cabo la fundación de este tipo de poblaciones fueron los mismos colonos. Y
así, este numeroso contingente de población campesina inmigrante hizo que, en este momento,
pese a que ya hubiese algunos precedentes, comenzara una fuerte campaña de fundación de
poblados, haciendo así que este tipo de ocupación albergara el mayor número de población en el
piedemonte caqueteño. (Ver Mapa N°10, páginas siguientes)
Esta solidaridad fue fundamental en el proceso de constitución de las veredas que, como en el
interior del país, se crearon como las unidades administrativas básicas para agrupar, en primera
instancia, a los campesinos dispersos en el campo.
“Las veredas se iban organizado de acuerdo a la cercanía de los colonos unos con
otros. Entonces eran de diez, doce familias, según. Porque las distancias eran muy
grandes (…). Empezamos charlando con los unos y con los otros de ver las
necesidades, si pudiéramos tener una tiendita, hacer una cooperativa, hacer un
pueblo (…), lo primero era la escuela, porque sin educación los hijos, eso va afanando
a todo el mundo, (…). Ya con un inicio de la escuela, se organizaba la Junta de Acción
Comunal, que le daba la Partida de Bautizo a la vereda, o sea la Personería Jurídica y
se le ponía el nombre. El nombre que le poníamos dependía, unas veces lo escogía el
presidente de la junta, otras veces entre todos los vecinos, por el nombre de una
183
Estas prácticas las destaca Fals Borda para el caso de Saucio, en Boyacá. Véase: FALS BORDA, Orlando,
Campesinos de los Andes: estudio sociológico de Saucio, Universidad Nacional, Bogotá, 1961, p.46.
184
ACERO, Hugo, “El Colono…”, p. 217.
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quebrada o por los nombres de afuera que a uno le gustaban o le traían
recuerdos”.185
Según lo mostró el anterior testimonio, los proyectos de fundación de poblados surgieron de las
conversaciones entabladas entre los mismos colonos en el contexto de los procesos de
socialización anteriormente mencionados. Fals Borda, refiriéndose a los campesinos andinos de los
cincuenta, da cuenta de la importancia de la tienda como institución de socialización entre los
mismos campesinos: “Para el agricultor es natural ir a la tienda a beber, aunque solo sea por el
motivo de que la tienda es la única institución organizada en que puede pasar un “rato sabroso y
diferente”.186
En el caso del piedemonte, estos espacios de socialización se establecían primero en los ranchos
de los colonos y, en la medida en que se iba consolidando la colonización y algunos parajes o
ranchos se constituían en puntos de paso o de pernoctación en los caminos, estos se fueron
convirtiendo en lugares de aprovisionamiento en los que se reunían viajeros y pobladores187. En
medio de la bebida, las charlas giraban en torno a las cosechas, las cacerías, las “aventuras” en el
monte y las mujeres188, a partir de eso surgían las problemáticas comunes y las propuestas para
solucionarlas.
En múltiples ocasiones fue en medio de estas conversaciones en las tiendas que surgió la idea de
fundar pueblos. En este sentido, Leonidas Mora destaca el carácter complementario entre el
sector rural y el urbano. En este proceso de consolidación de un sector rural agropecuario
vinculado a una economía de mercado, las ciudades, en tanto centros de mercadeo y servicios,
eran fundamentales para la población rural.189 Según describe Brucher esta era la situación de
Florencia, considerada ante todo un “centro de mercadeo y administración”.190 El poblamiento
colono, que cada vez se iba alejando más de Florencia, necesitaba nuevos núcleos urbanos que
cumplieran esa función para así no tener que seguir dependiendo de la capital de la intendencia,
separada de ellos por un largo y difícil trayecto.191
185
URIBE, Graciela, Veníamos con una manotada…., p. 99.
186
URIBE, Graciela, Veníamos con una manotada…, p. 209.
187
Esta situación la destaca Félix Artunduaga en el marco del proceso de fundación del poblado de El
Doncello en: ARTUNDUAGA, Félix, Historia General….., p. 131.
188
URIBE, Graciela, Veníamos con una manotada…., p. 88.
189
MORA, Leonidas, “Las tendencias del desarrollo económico y la colonización…..”, p. 172.
190
BRUCHER, Wolfgang, La colonización de la selva pluvial…., p.174.
191
Esta preocupación es expuesta en ARTUNDUAGA, Félix, Historia General….., p. 131.
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La fundación del pueblo, pese a no tener en principio ningún apoyo estatal, no se hacía de manera
improvisada sino muy bien planeada y coordinada por los colonos, que parecían tener muy claro
sus objetivos –el ordenamiento que debía tener la población, las necesidades que tenía que suplir-
. Además, esta organización se entiende en el marco de la importancia que le daban los
campesinos a la institucionalización de su trabajo comunitario para tener reconocimiento estatal
y, con ello, apoyo económico para la realización de las obras de infraestructura que la comunidad
consideraba prioritarias. La importancia de esta institucionalización se evidencia en la opinión de
un colono al respecto cuando justificaba esta organización diciendo “porque un pueblo sin ley no
es un pueblo”192.
Si bien las Juntas de Acción Comunal no se establecerían sino hasta 1958193, según muestra la
siguiente descripción de la fundación de El Doncello en 1952, desde principios de los cincuenta los
campesinos conformaban Juntas Organizadoras para llevar a cabo sus proyectos.
“Molina (el propietario de la tienda donde surgió la idea) fue uno de los más
entusiastas y para que la idea no quedara en buenas intenciones donó
inmediatamente un lote para que se destinara como plaza y otro para la escuela.
Enseguida los trazaron (…), otro de los presentes se ofreció para techar la escuela
cuando estuviera lista. Otros dos colonos (…) compraron a Molina media hectárea
más y la dividieron en siete lotes. Este grupo se constituyó en Junta Organizadora y
pidió al viajero Aguirre que hiciera el trazo de la población (…) poniendo mojones a
cuatro manzanas, con sus respectivas calles de 12 metros de ancho. En los meses
siguientes, mediante mingas (….) los vecinos hicieron la escuela. En esas pasó el
sacerdote (…) quien vio con admiración los trabajos. Prometió conseguir maestra y
volver a bautizar el pueblo (…). En cuanto a la maestra (…) sembró el árbol de mango,
centro de la plaza de los Fundadores”194
Con estas poblaciones se iniciaba una nueva era en la dinámica del poblamiento del piedemonte
caqueteño. El título de “Fundadores” que se adjudicaron los colonos fue invisibilizando poco a
poco las ocupaciones anteriores a su llegada.
Este caso de invisibilización se observa en el pueblo de Cartagena del Chairá, por ejemplo. En el
sitio en donde se ubica actualmente Cartagena del Chairá, en la confluencia entre los ríos Guayas y
Caguán, Justo Ramón situaba en los treinta la población de Colón195. A su vez, en la década de los
192
Testimonio colono en QUINTERO, Hernán y SIERRA, Fanny, “una cultura que nace…..”, p. 170.
193
ZAMBRANO, Fabio, “El poblamiento de la costa Caribe…”, p. 132.
194
ZAMBRANO, Fabio, “El poblamiento de la costa Caribe…”, p. 132.
195
Mapa “Amazonía Colombiana”, en RAMÓN, Justo (Hermano), Geografía superior…, p. 254.
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cincuenta el Coronel Córdoba ya sitúa un poblado que denomina Cartagena. Sin embargo,
generalmente se sitúa la fundación del poblado en 1966, cuando una gran cantidad de colonos,
desplazados tras el fracaso de las colonizaciones promovidas por la Caja Agraria y el Incora, se
trasladaron hasta este sector. Si bien en este momento comienza una nueva etapa de la existencia
de este lugar, que el 11 de enero de 1967 fue ascendido a inspección de policía y en 1974 a
Corregimiento, no se puede negar la larga tradición de poblamiento en esta zona196.
Lo mismo parece suceder con la población de Valparaíso. Localizada en la bocana del río Fragua
sobre el río Pescado, en los anales oficiales se sitúa su fundación el 12 de noviembre de 1959,
producto de la organización de un grupo de colonos197. Sin embargo, Roberto Pineda Camacho
habla de la existencia de un campamento cauchero conocido como Valparaíso y también
menciona a Colón, que ya situamos en el actual lugar que ocupa hoy Cartagena del Chairá198. Si
bien Pineda no precisa su ubicación, el hecho de que el Valparaíso moderno este ubicado en el río
Pescado -tradicional ruta de contacto con los Andes, según se vio en el capítulo primero-, hace
pensar que el Valparaíso que menciona pueda ser el antecesor del moderno Valparaíso.
El proceso de fundación de pueblos adelantado por los colonos de mediados de siglo se repetiría
en muchas ocasiones y lugares del piedemonte. Este proceso estableció una red urbana de
carácter marcadamente agrario, lo cual generó una recomposición de la forma de ocupación del
piedemonte. Así, durante este periodo crecieron significativamente las poblaciones vinculadas a
la economía agraria y, además, se fundaron –e incluso se podría pensar que refundaron- algunas
más como El Doncello en 1951, Paujil y Milán en 1953, Valparaíso y Albania en 1959 y Cartagena
del Chairá en 1966. Adicionalmente, alrededor de estas se congregaba una amplia gama de
veredas en las que se desarrollaban las actividades agropecuarias y se ubicaba el mayor
porcentaje de población199.
Según se explicó, no fue el solo hecho de la existencia de estos nuevos asentamientos lo que
marcó la reconfiguración espacial del piedemonte. Ya vimos que muchos de estos “nuevos”
196
Sobre la historia reciente de Cartagena del Chairá véase ARTUNDUAGA, Félix, Historia general…, pp. 155-
156.
197
ARTUNDUAGA, Félix, Historia general…, p. 140.
198
PINEDA CAMACHO, Roberto, “Panorama de la historia económica…”, p. 82.
199
Como ya se expuso anteriormente, según el censo de 1964 el 24% de la población habitaba en las
cabeceras y el 76% que vivía en el “resto de los municipios”. DANE, XIII Censo Nacional…, p. 69.
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poblados ya tenían antiguos antecedentes. Sin embargo, lo que cambio fue el nuevo
ordenamiento espacial que reflejaban estos pueblos: bajo el modelo de las poblaciones del
interior del país y con la intención de vincularse a una economía de mercado. De tal forma, sobre
el piedemonte empezaron a crecer pueblos como Albania, con la característica traza urbana
cuadriculada de los pueblos de la región andina. (Ver Foto N°3).
FOTO N°3
POBLACIÓN DE ALBANIA, 1975
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Basados en un informe del coronel Córdoba sobre vías de comunicación en la intendencia en 1954,
el transporte más usado en el territorio para la década de los cincuenta era el fluvial (Ver Mapa
N°2 ya citado). La principal red era la que formaba el río Orteguaza, el río Caquetá, y el río Caguán.
En los dos primeros operaban frecuentemente barcos a vapor entre Venecia y La Tagua, que
demoraban dos días de bajada y aproximadamente seis de subida, pasando entretanto por varias
estaciones200. Hasta el Caguán los viajes eran menores y cuando se realizaban duraban
aproximadamente siete días de ida y tres de regreso201. Además, había muchos ríos tributarios de
estos tres que se navegaban en canoa y a motor, viajes cuya regularidad dependía de las
necesidades locales. Ejemplos de estos eran el río Pescado, para Belén de los Andaquíes, y el río
Guayas para Puerto Rico. (Ver Mapa N°2)
En esta dinámica fluvial participaba el mismo estado. Según Justo Ramón, la navegación a vapor
empezó a implementarse en estos ríos por el patrocinio de los hermanos Reyes –uno de ellos
Rafael, futuro presidente de Colombia-, en el marco de sus actividades como empresarios
quineros y caucheros.202 Hacia los treinta actuaba en esta región una empresa adscrita al
Ministerio de Obras Públicas llamada Empresa Nacional de Navegación del Sur. Esta empresa
contaba con 3 remolcadores, 4 vapores, una lancha y un equipo de 24 botes para cubrir las rutas
de los río Orteguaza, Caquetá y Putumayo.203
200
Estas paradas eran: Primavera, Potosí, Río Pescado, San Antonio, El Tigre, Granario, Peneya, Germano,
Tres Esquinas, Solano, Cury-Playa y Puerto Boy. CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico…, p. 46.
201
Las paradas en esta ruta eran, desde La Tagua: Bocas del Caguán, Los cotudos, La Argentina, Puerto
Príncipe, Puerto Argentina, El Billar, Bocas quebrada Panamá, Cartagena, Los Espejos, Palermo, Las Pavas,
Argelia y Bocas quebrada la Ceiba. CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfica…, p. 47.
202
RAMÓN, Justo (Hermano), Geografía superior…., p. 59.
203
RAMÓN, Justo (Hermano), Geografía superior…., p. 59.
204
Ley 10 de 1927 (Septiembre 9) por la cual se toman algunas medidas para la protección de los Territorios
del Caquetá y Putumayo.
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eficazmente la comunicación rápida de tales regiones con el Departamento del Huila,
las necesidades de la vida social impondrán más adelante las medidas conducentes al
aprovechamiento de ellas”205
A partir de esta dinámica fluvial se estableció un ordenamiento espacial que, como ya se expuso,
promovió un poblamiento ribereño. Los itinerarios de los viajes en vapor marcaron el ritmo de las
poblaciones, la mayoría de las cuales eran puertos y se encontraban en frecuente actividad, pues
el objeto de la navegación no era andar entre dos puntos sino ir haciendo constantes paradas para
recoger los productos que los balseros y arrieros habían sacado de la selva. Bajo la sombra de esta
dinámica crecieron varias poblaciones como las ubicadas por Córdoba en la década de los
cincuenta en el Mapa N°7.
Sin embargo, con la migración de mediados de siglo la primacía del transporte fluvial cambió,
cediéndole su puesto a las carreteras y caminos, que a su vez esbozaron un ordenamiento
territorial diferente. (Ver Mapa N°8). Estas vías terrestres fueron, desde ahora, las principales
articuladoras de los poblados del nuevo orden.
MAPA N°8
205
Ley 10 de 1927 (Septiembre 9) por la cual se toman algunas medidas para la protección de los Territorios
del Caquetá y Putumayo.
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Este cambio se presentó debido a diferentes factores. Primero, a la disminución del caudal del río
Orteguaza debido a la tala indiscriminada que se presentó durante la colonización, haciendo que,
incluso, se tuviera que cambiar el puerto sobre este río varias veces.206 Córdoba ya hacía
referencia a esta dificultad en los cincuenta, exponiendo la tensión río-carretera al rescatar la
importancia de la vía Montañita-Bajo Orteguaza “que, beneficiando los terrenos de la margen
izquierda del río Orteguaza, salvaría los serios inconvenientes de navegación del Alto Orteguaza,
207
en verano” . Se presentaba entonces, en algunas ocasiones, una insuficiencia del transporte
fluvial que debía ser suplantado por el terrestre.
Por otro lado, esta consolidación de la carretera como medio privilegiado de transporte también
se explica a partir de la ausencia de una cultura fluvial entre los nuevos colonizadores: la gran
mayoría de colonos no sabía nadar o incluso no habían visto en su vida tanta cantidad de ríos, tan
206
Primero fue Venecia, luego Puerto Lara y luego Milán. ARTUNDUAGA, Félix, Historia general…., p. 135.
207
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico…., p. 130.
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grandes y tan llenos de fauna desconocida. No les debía parecer muy atractivo subirse a un
planchón y andar por ahí con la familia a cuestas. Uno de ellos describía con un poco de humor la
situación que vivían cuando debían enfrentarse a estas arterias fluviales:
Sin embargo, había una razón más importante por la cual hubo un traspaso de la primacía del
transporte fluvial hacia el terrestre y esta es el traspaso de una economía en la que coexistían
modelos nativos de explotación del territorio con enclaves de economía extractiva, a una de tipo
agropecuario.
A finales de los cincuenta tomó impulso a nivel nacional la construcción de carreteras, al tiempo
que el río Magdalena perdía su importancia histórica como eje de comunicación principal. En el
marco de este mismo proceso, en la intendencia del Caquetá se hizo más fuerte la preocupación
por priorizar las carreteras como medio de comunicación.
Esta primacía de las vías terrestres se explica por el nuevo tipo de articulación que el piedemonte
presentó con el interior del país en este momento pues, en medio del interés por convertir esta
zona en despensa agrícola, se hacía vital establecer fuertes lazos de comunicación con la región
andina. Los ríos, frente a esto, no resultaban muy útiles para estos fines pues, en tanto estos
hacían parte de la cuenca amazónica y desembocaban en el Amazonas su contacto era con la
Amazonía, en el sur, región aún más inaccesible para el poder central colombiano.
Las vías terrestres tuvieron que empezar a jugar entonces un papel más importante del que les
había tocado hasta ahora. Pero su papel no fue neutral, ni puede resumirse al de simple “motor
del progreso regional” como solía considerarse en los periódicos de la intendencia. En cambio, la
construcción de vías de penetración “que no de comunicación, pues estos han sido territorios
históricamente articulados e intercomunicados desde el punto de vista de sus habitantes”209 se
208
URIBE, Graciela, Veníamos con una manotada…, p. 38.
209
SERJE, Margarita, “Fronteras carcelarias. Violencia y civilización en los territorios salvajes y tierras de
nadie en Colombia”, en GARCÍA, Clara Inés, Fronteras, territorios…, p. 196.
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desarrolló en el marco de políticas de ordenamiento espacial que garantizaran la incorporación de
estos territorios al proyecto de agricultura empresarial que se tenía como modelo de desarrollo
para el campo colombiano.
Además,
“El plan recomienda una carretera de Florencia a San Vicente, de la cual apenas está
construida una parte, y varios caminos de penetración para llegar a los mercados del
211
interior en forma rápida” .
Para el modelo de desarrollo que se quería implantar, las vías tradicionales de comunicación de los
pobladores de este territorio, con toda la dinámica que generaban a su alrededor, no tenían
cabida pues respondían a un ordenamiento espacial distinto que era silenciado con la recurrente
queja de la clase política regional por la falta de integración de la intendencia. En este sentido, las
vías de “penetración” se convirtieron en el centro del debate público del momento. En 1963 el
periódico Florencia publicaba una entrevista con el Intendente del Caquetá -el huilense Hernando
Turbay- y el Director del Incora en la que se coincidía en que el principal problema de la región era
la falta de “vías de penetración”212. En palabras suyas, “nuestra región, como creemos todos, se
vitalizará sólo cuando la veamos incorporada al tráfico comercial no solo en sí sino con el resto del
213
país” .
Al respecto del problema de la integración con el mercado nacional fue muy importante el debate
generado alrededor de la vía al Huila. Según se expuso en el capítulo primero los intereses
210
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico…., p. 128.
211
CÓRDOBA, Juan Bautista, Compendio geográfico…, p. 128.
212
“Reportajes”, En: Florencia, N°4, octubre de 1963, p.11.
213
“Reportajes”, En: Florencia, N°4, octubre de 1963, p.11.
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huilenses en la región del Caquetá eran muy fuertes. La clase política y empresarial del
departamento del Huila solía coincidir con la caqueteña. El interés, particularmente, era el de
integrar esta región al mercado agropecuario nacional pues eran varias las ganaderías, de
propiedad huilense, que se habían consolidado en el piedemonte.
Hacia los sesenta había una frecuente petición de mejora de la vía que comunicaba al piedemonte
con el Huila pues, por el invierno, se hacía intransitable la mayor parte del año, impidiendo la
salida de la producción agropecuaria hacia el interior del país:
“Hace ya bastante tiempo que los caqueteños venimos insistiendo por intermedio de
la prensa capitalina sobre la necesidad urgente de que el gobierno nacional acometa
rápidamente la construcción de la nueva carretera entre Florencia y Garzón, (…) No se
debe olvidar que el Caquetá es una región ganadera y agrícola. En consecuencia,
produce ganado de un kilaje mayor al de cualquier parte de Colombia, (…), (el
invierno) no permite durante este tiempo el transporte de dichas reses ni tampoco de
los productos agrícolas y madereros, con grave perjuicio para la economía regional. Es
conveniente que el gobierno nacional se dé cuenta de que el Caquetá es la reserva
económica de la patria y que no debe mirarnos con tanta indiferencia como hasta
ahora ha procedido, pues tenemos la seguridad de que un generoso aporte de su
parte, nos abrirá las puertas para contribuir material y espiritualmente al servicio de
todos los colombianos, ya que nuestra capacidad productora de carne, arroz y
madera puede abastecer los mercados más exigentes y nuestros hijos a hacer
resplandecer en el campo intelectual el prestigio de Colombia”.214
Las carreteras y caminos eran entonces una prioridad en este momento. En 1962, según el
periódico Florencia, el Caquetá se constituía en el territorio nacional que recibía más ayuda del
gobierno central para la construcción de caminos vecinales con 1.000.000 de pesos, el doble de lo
otorgado para el resto de territorios nacionales215. Durante el proyecto Caquetá 1 del Incora se
construyeron en el Caquetá 110 km en vías terrestres. Sin embargo, en tanto las vías eran de
“penetración”, buscando sacar la gran producción del Caquetá hacia el interior del país, su
construcción no benefició necesariamente a la colonización campesina sino, en cambio, a los
grandes centros agrícolas como Larandia.
214
LUNA, Octavio, “Nueva carretera Florencia-Garzón”, En: Florencia, julio de 1962, p.3. Subrayado mío.
215
Florencia, Año II, n°1, enero de 1962, p. 10
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Eran frecuentes las peticiones de las comunidades campesinas solicitando carretera para sus
veredas. Este es el caso de la solicitud de la vía Paujil-Cartagena del Caguán216 “lo que sería la vida
de ocho importantes veredas de una maravillosa colonización espontánea, donde los vecinos en la
pasada cosecha de arroz empezaron con esfuerzos sobrehumanos el camino de herradura”.217 Sin
embargo esta vía no se haría. Entre tanto, sí se construirían una serie de vías hacia Larandia que,
en palabras de un funcionario público del momento: “no le presta servicio a nadie, puesto que por
ahí no hay colonización” 218. En otras oportunidades algunos pueblos, surgidos en la punta de la
carretera en el marco de la dinámica producida por su construcción, desaparecieron cuando esta
amplio su rumbo.
Las carreteras, al convertirse en las vías principales de comunicación de este territorio, tuvieron un
papel primordial en la estructuración del espacio piemontano, generando una concentración de la
actividad económica y reordenando la distribución poblacional, pues impulsaba tanto a los
colonos como a los centros agrícolas a establecerse en sus inmediaciones.
Como se observa en la siguiente fotografía aérea del poblado de Paujil, uno de los de mayor
crecimiento del periodo, fundado en 1953 y representante por excelencia del tipo de ocupación
campesina, el nuevo eje de articulación de las poblaciones ya no fueron los ríos sino las carreteras.
La articulación de Paujil, al igual que la de El Doncello -fundado en 1951- era netamente terrestre
pues no había ríos en sus inmediaciones.
FOTO N°4
POBLACIÓN DE PAUJIL, 1975
216
Probablemente se refiere a Cartagena del Chairá, ubicada sobre el río Caguán y con una trocha
intermitente hasta el Paujil.
217
Florencia, Año I, n°1, Octubre de 1962, p.12. Además de este caso está el de la población de Morelia, por
donde no se quería hacer pasar la carretera; o el curso del río Orteguaza, para donde ampliamente se
solicitó carretera pero finalmente no se realizó. BALCAZAR, Juan Martín, “Colonización: contradicciones
trágicas…”, T.1, p. 125.
218
Citado por ARTUNDUAGA, Félix, Historia General…, p. 124.
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Lo mismo se aprecia de la fotografía N°3 (ya citada), tomada en 1975 y que representa a la
población de Albania, fundada en 1953 ya no a orillas del río Fragua sino comunicada a través de
una carretera con Belén de los Andaquies -uno de los núcleos urbanos más importantes-, pese a
tener dos ríos, el Fragua y el Pescado, muy cerca.
FOTO N°5
PUERTO MANRIQUE, 1974
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3. Reordenamiento poblacional:
Esta nueva articulación vial incrementó la concentración de las actividades económicas en la franja
nor-occidental de la intendencia, en el eje de Florencia, en las hoyas del rio Orteguaza y Caguán
donde se consolidó un modo de producción agropecuario. En este sector se creó una red de
poblaciones con marcado carácter agrícola vinculadas a través de una articulación vial terrestre.
En 1964 todos los municipios, tres de los cuatro corregimientos y 28 de las 30 inspecciones de
policía del Caquetá se encontraban ubicados en esta zona. (Ver Mapa N°9). Además, la mayor
concentración poblacional se encontraba en este sector noroccidental (Ver Mapa N°10).
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MAPA N°9
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MAPA N°10
Por su parte, el eje fluvial, sus poblaciones y sus actividades económicas pasaron a ocupar un
segundo plano. Si antes de la migración la primacía urbana la ocupaban poblados portuarios, tras
la migración esta ya no era la situación y las más importantes poblaciones estaban articuladas por
carreteras. Además, solo una de las poblaciones nacidas tras la migración se constituyó como
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puerto, Milán, mientras tanto las otras hacían un constante reclamo de carreteras para poder
sacar su producción.
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CONCLUSIONES
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de selva, en su mayor parte desesperado: “Y entonces, lo que más le interesa es tumbar y tumbar,
ver el sol, no dejar que la selva se lo coma a uno”219.
Este punto dirige la atención al problema de la conceptualización del colono. Con frecuencia, tras
los procesos de colonización se sigue la invisibilización de las ocupaciones anteriores y se llega a
considerar al colono como a un personaje primigenio, vinculado a un mito fundacional. Sin
embargo, a partir del presente trabajo de grado proponemos que el colono, más que un ocupador
primigenio de un lugar se constituye en la primera avanzada de una nueva forma de apropiación
espacial. En este sentido consideramos que, en el marco de la extensa historiografía colombiana
sobre colonización, resulta prioritario problematizar conceptos como el de colono, cuyo sentido se
da por sobre entendido, sin cuestionar las implicaciones del sentido implícito con el que se utiliza.
Pensamos entonces que la aproximación dada en este texto al término de colono puede
proporcionar un acercamiento más complejo y enriquecedor de los procesos de colonización que
puede ser desarrollado por futuras investigaciones.
Considerando los intereses tras la colonización, este proceso no puede verse entonces solamente
como generado por la migración de miles de campesinos sin tierra. En cambio, fue un proceso
significativamente orientado por el estado y por organismos internacionales como la FAO y el
Banco Mundial, que crearon incentivos a la migración por medio de una serie de políticas
219
URIBE, Graciela, Veníamos con una manotada…, p. 83.
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crediticias y de apoyo gubernamental con las cuales se atrajo población andina, fuertemente
afectada por La Violencia, a asentarse en estos territorios y apropiarlos para la producción
agropecuaria nacional. Adicionalmente, tanto esta migración como La Violencia no pueden
entenderse sin considerar el impacto de la política agraria del estado expresada en las Leyes 200
de 1936, 100 de 1944 y las políticas de mecanización agraria. En contraposición al discurso que
acompañó a su promulgación, lo que las disposiciones estatales propiciaron fue una mayor
concentración de la propiedad en el área andina y el desplazamiento de miles de familias
campesinas que fueron despojadas de los medios para obtener su subsistencia. Como resultado
de este proceso migratorio, la producción agropecuaria se convirtió en la principal actividad
económica del Caquetá en la década de los sesentas. Un 70.5% de la población económicamente
activa de la intendencia se dedicaba a esta actividad. Además, en este periodo se exportaban al
interior del país 10.000 cabezas de ganado anuales y entre el 70% y el 80% de la carga de arroz
producida.
Ante la compleja situación de las inversiones huilenses en la región fueron precisamente los
hacendados oriundos del Huila los más activos promotores de campañas por el fortalecimiento de
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los vínculos de los sectores agropecuarios del piedemonte con la economía nacional. Por tal
motivo serían estos mismos hacendados los más importantes líderes políticos del Caquetá
durante los sesenta, siendo activos impulsores de la construcción de vías de “penetración”, de la
fundación de poblados y de la departamentalización del Caquetá, actuando en concordancia con
los proyectos estatales de colonización.
Al considerar el importante papel del Huila en el proceso de ocupación del Caquetá entendemos
entonces que el proceso de colonización de mediados de siglo no se dio en el vacío sino que, en
cambio, se configuró sobre la base de estructuras y redes de relaciones de poder regionales
previamente consolidadas. No sólo fue el muy importante problema de la estructura de tenencia
de tierras en el área andina o de los modelos de dependencia económica frente al exterior los que
estuvieron en la base del proceso. Otros aspectos de gran importancia se evidencian como, por
ejemplo, la estructura previa de relaciones entre el piedemonte y los Andes que sirvió de base y en
muchos aspectos moldeó el ordenamiento social y espacial de los inmigrantes en el piedemonte
caqueteño. Las relaciones con el Alto Magdalena, los intereses de hacendados, comerciantes y
políticos del Huila fueron elementos claves en la dinámica que adquirió el proceso migratorio. Fue
sobre esas redes regionales preexistentes que se reconfiguró el piedemonte y se transformaron
los parámetros de vinculación con el área andina. El dominio adquirido por los Andes sobre el
piedemonte se hizo sobre la base del rechazo a las formas de ocupación previas, para de esta
forma lograr la imposición de un modelo “andino” en el piedemonte.
A mediados de siglo se presentó entonces una expansión del paisaje huilense, como
representativo del interior del país, en el piedemonte. Los migrantes, ya no hombres solteros sino
familias enteras, trasladaron elementos de apropiación nuevos que, traídos desde los lugares de
origen, promovieron la reconfiguración de este territorio. De esta forma, el interés por replicar los
espacios en los que estas familias se desenvolvían antes del desplazamiento condicionó el paisaje
que después de esta migración adquiriría el piedemonte: cultivos, vías, veredas y poblados,
buscarían ser reproducidos una y otra vez en este nuevo territorio. Así, en la franja nor-occidental
de la intendencia se utilizaron mecanismos de apropiación en las que se destaca la fundación de
pueblos y la primacía de las vías terrestres como transporte privilegiado por sobre las vías
fluviales. Para el modelo de desarrollo que se quería implantar, las vías tradicionales de
comunicación de los pobladores de este territorio, con toda la dinámica que generaban a su
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alrededor, no tenían cabida pues respondían a un ordenamiento espacial distinto que era
silenciado con la recurrente queja de la clase política regional sobre la falta de integración de la
intendencia. En este sentido, las carreteras, en tanto “vías de penetración”, se convirtieron en el
centro del debate público del momento.
Ante la implantación de este nuevo criterio sobre qué era una vía de comunicación y que no, el
Caquetá sufrió un cambio en los vínculos de su territorio con el exterior. A grandes rasgos, a
principios del siglo XX el territorio caqueteño estaba articulado con las sabanas llaneras, la
Amazonía peruana y brasilera y la región andina a través de rutas tanto terrestres como fluviales.
Sin embargo, una de las principales transformaciones que sufrió el piedemonte con la expansión
de la economía agropecuaria fue el de la reducción en la variedad de sus rutas de comunicación
con el exterior. A partir de la década del cincuenta la vía Florencia-Guadalupe, que vinculaba a la
intendencia con el Huila, se convirtió en la privilegiada. Incluso, las exportaciones de ganado hacia
el Perú no se hacían por la tradicional ruta que comunicaba al Caquetá con este país en la primera
mitad del siglo, sino por el Huila desde donde se transportaba el ganado hasta Buenaventura y se
embarcaba hacia el Perú.
Paralelo al cambio en los vínculos del piedemonte con el exterior se produjo una reconfiguración
del poblamiento caqueteño. A partir de un eje de poblamiento agropecuario que había empezado
a surgir desde principios del siglo XX entre las poblaciones de Belén-Florencia-Montañita, se
expandió una estructura de ocupación agropecuaria que abarcó toda la franja nor-occidental de la
intendencia. En este sector, que abarcaba las áreas en las que hicieron presencia los proyectos
estatales de colonización, se replicó la organización espacial de las ocupaciones del interior del
país. Por su parte, los otros tipos de ocupación, como los generados por la población indígena y la
dedicada a actividades extractivas, fueron desplazados.
Al final encontramos que en el Caquetá tuvo lugar una concentración de las actividades
económicas en la fraja nor-occidental de la intendencia, en el eje de Florencia, en las hoyas de los
ríos Orteguaza y Caguán. Esta franja se caracterizó por tener una red de poblaciones de carácter
agrario. Con este proceso se desarticuló la unidad del territorio caqueteño, pues las regiones no
vinculadas a este nuevo modelo, ubicadas desde el río Caguán hacia los llanos de Yarí, al Oriente,
fueron relegadas e invisibilizadas. Por su parte, la nueva estructura de ocupación agropecuaria,
reflejo de las desiguales estructuras de tenencia de tierra del interior del país, se convertiría en la
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base de los conflictos que vive actualmente esta región. Entre los resultados de la “colonización”
de estos territorios siguiendo los modelos de ocupación andina estuvo, pues, la reproducción de
los conflictos agrarios andinos en la zona del Caquetá.
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