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Contenido

INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................ 2

I. PSICOLOGÍA CRIMINAL ................................................................................................. 3

1.1. CONCEPTUALIZACIÓN: ............................................................................................. 3

1.2. OBJETO DE ESTUDIO:................................................................................................ 5

1.3. LA PSICOLOGÍA EVOLUTIVA: .................................................................................. 6

1.4. LA PSICOLOGÍA SOCIAL: .......................................................................................... 7

1.5. LA PSICOLOGÍA BIOLÓGICA: .................................................................................. 8

1.6. LA PSICOLOGÍA DEL COMPORTAMIENTO: ......................................................... 9

II. TEORÍAS Y FACTORES PSICOCRIMINOLÓGICOS ............................................... 10

2.1. PERSONALIDAD Y DELITO: .................................................................................... 10

2.2. TEORÍA DE HANS EYSENCK: ................................................................................. 16

2.3. TEORÍAS PSICOANALÍTICAS: ................................................................................ 18

2.4. FRUSTRACIÓN-AGRESIÓN Y DELITO: ................................................................ 23

2.5. CONDICIONAMIENTO OPERANTE Y DELITO: ................................................... 28

2.6. TEORÍA DEL APRENDIZAJE SOCIAL O IMITACIÓN SOCIAL: ........................ 32

2.7. EL MODELO DE APRENDIZAJE SOCIAL SEGÚN P. FELDMAN: ................... 38

III. FUNDAMENTOS PSICOPATOLÓGICOS DE LA CONDUCTA DELICTIVA: .. 39

3.1. Enfermedad Mental, Trastornos Mentales Y Criminalidad .............................. 39

3.2. Psicopatología criminal/ psiquiatría criminal ..................................................... 47

3.3. Definición del término ............................................................................................... 47

3.4. Evolución histórica de la psicopatología criminal ............................................ 47

3.5. Principales trastornos clínicos asociados al comportamiento criminal ..... 51

3.5.1. Trastorno Negativista desafiante 313.81 (F91.3) ........................................ 51

3.5.2. Trastorno explosivo intermitente 312.34 (f63.81) ...................................... 52

3.5.3. Trastorno de la conducta ................................................................................. 52

3.6. Factores de riesgo y de protección ....................................................................... 57

3.6.1. Factor “alfa”,........................................................................................................ 57

1
3.6.2. Factor “beta”, ...................................................................................................... 58

3.7. Factores de oportunidad: ......................................................................................... 58

IV. EL MODELO PSICODINÁMICO Y SU FUNCIÓN MEDIADORA ........................ 58

V. Postulados Del Modelo Psicoanalítico. .................................................................. 59

VI. El Pensamiento De S.Freud (1856-1939) ............................................................. 61

VII. CONCLUSIONES......................................................................................................... 62

INTRODUCCIÓN

El estudio de la criminalidad humana es un fenómeno complejo sobre el cual


distintas ciencias han ido aportando conocimientos y teorías explicativas
respecto a su comprensión, evaluación y tratamiento. La relación entre ellas no
ha sido fácil y muchas veces ha representado una oposición en un intento de
clarificar el propio campo de estudio. En la actualidad se reconoce la necesidad
de observar el comportamiento humano como la consecuencia de factores
biológicos, psicológicos, sociales y ambientales, y por tanto la obligada
necesidad de abordar su comprensión desde una perspectiva pluridisciplinar e
integradora1.
Este aporte psicológico al campo criminológico no es reciente, ya se aprecian
ideas sobre el particular desde fines del siglo XIX. Sin embargo, también en
tiempos anteriores hubo preocupación por la dimensión Psicológica del hombre
y de su conducta criminal.
Esta concepción psicológico-criminal aborda ciertos aspectos extra jurídicos del
fenómeno delictivo y su hecho psicosocial, así como los aspectos estrictamente
psicológicos subyacentes en los actores de tales hechos, lo que constituye un
capítulo importante de la criminología al que denominamos
PSICOCRIMINOLOGÍA.

1
Soria Verdad, M.A. La psicología criminal: desarrollo conceptual y ámbitos de aplicación, en Psicología
Criminal. Edit. Pearson Educación. Madrid. 2006, pág.27.

2
La Psicocriminología está orientada al análisis de todo lo relativo a la explicación
del delito y el comportamiento criminal y antisocial desde el punto de vista
Psicológico.

I. PSICOLOGÍA CRIMINAL

1.1. CONCEPTUALIZACIÓN:

La Psicología Criminal se encarga de estudiar las aptitudes, los procesos


mentales, la personalidad, la motivación criminal y de su crimen. Parte de la
psicología del individuo se adentra en la psicología de los grupos sociales o
antisociales. Así pues, consideramos la Psicología criminal como una ciencia
social aplicada, que busca resolver problemas complejos, utilizando un método,
y no actúa de forma aislada, ya que es interdisciplinar.
El objeto de la psicología criminal es el estudio científico de los determinantes
psicobiológicos del comportamiento antisocial y delictivo. Sus ámbitos de
aplicación son: elaboración de las teorías sobre el conflicto, de técnicas
específicas, victimización, y reacción social, testimonios, investigación policial y
la prevención del delito.
Dorsch, definió la psicología criminal como una rama aplicada de la psicología
que pone en relación determinadas variables psicológicas con el criterio práctico
del atentado contra la norma jurídica. Tradicionalmente, se ha ocupado de
investigar al delincuente, las motivaciones de determinados delitos y las causas
de la tendencia a la criminalidad, es decir, sus factores endógenos y exógenos.
Por ejemplo, los componentes estructurales y constitucionales del individuo,
influencia del medio en el que se desarrolla, circunstancias de la situación, la
edad, el sexo, variables de personalidad, intelectuales o cognitivas, etc. No

3
obstante, y dado que el contenido de lo que ha de entenderse por delito viene
determinado por las normas jurídicas, sociales y culturales imperantes, y que en
la noción de delito se interrelacionan múltiples factores, los planteamientos
puramente psicológicos sobre la descripción y explicación de la criminalidad se
han ido ampliando, por ej., a análisis sociopsicológicos o a aspectos clínicos y
preventivos de la conducta delictiva2.
Para Blackburn la Psicología criminal es una ciencia que se ocupa de “explicar
el delito y aportar medidas para su control3”. Ya que:
 Atiende al delincuente.
 Estudia el hecho criminal.
 Previene del delito con programas de tratamiento a delincuentes o
medidas para hacer menos vulnerables a las víctimas.
Por tanto, la Psicología criminal es, según su raíz léxica, el estudio del alma del
sujeto criminal. Aunque aquí, el termino psique se usa en sentido científico, es
decir, aquellos rasgos de la personalidad total del delincuente y no su alma en
sentido metafísico.
El ámbito de aplicación de la Psicología criminal, en sentido amplio, es atender
al delito, al estudio del hecho criminal y a su prevención. Por lo tanto, se
distingue:
 La Psicología legal4 versa sobre el juicio oral y los testimonios y coordina
las nociones psicológicas y psicopatológicas que ocurren por la aplicación
de las normas penales vigentes sobre las condiciones del menor, del
enfermo mental, así como de las circunstancias agravantes o atenuantes.
 La Psicología forense5. Que trata al acusado y partícipes.
 La Psicología policial. Que está a caballo entre la psicología criminal y la
psicología forense.
La Psicología criminal estudia las aptitudes, los procesos mentales, la
personalidad, la motivación (consciente o inconsciente) del criminal y de su

2
Dorsch, F. Diccionario de Psicología
3
Blackburn, R. The psychology of criminal conduct. New York, Wiley. 1993.
Realiza estudios psicológicos en la sala de justicia y aspectos psicológicos de la creación de leyes y la
reacción social que ocasiona (psicología jurídica).
4
Realiza estudios psicológicos en la sala de justicia y aspectos psicológicos de la creación de leyes y la
reacción social que ocasiona (psicología jurídica).
5
Evaluación psicológica de los actores

4
crimen, partiendo, de la psicología del individuo hacia la psicología de los grupos
sociales o antisociales.
No obstante, debemos puntualizar que la Psicología criminal se sitúa dentro de
la Psicología jurídica como rama de la Psicología y abarca distintas áreas:
criminalidad, tratamiento de delincuentes, investigación criminal, victimización
delictiva, etc6.
Podemos resumir, según Marchiori que: “la Psicología criminal trata de averiguar,
de conocer qué es lo que induce a un sujeto a delinquir, qué significado tiene esa
conducta para él, porqué la idea de castigo no le atemoriza y le hace renunciar
a sus conductas criminales; la psicología criminal trata de averiguar su
significado de manera histórico-genética”.
Estas definiciones hacen que la psicología criminal, haya rebasado el límite de
la observación individual del sujeto antisocial extendiéndose hacia estudios de la
conducta criminal y de los factores psicológicos que influyen en la criminalidad,
ya sean individuales o colectivos.
La psicología criminal al igual que cualquiera otra disciplina científica intenta:
 Describir.
 Explicar.
 Predecir.
 Modificar.
Es también, la Psicología criminal, partícipe de la síntesis criminológica, así que
es interdisciplinaria, apoyándose de la Biología, la Antropología, la Sociología, la
Criminalística, la Victimología y la penología Criminológica.
Por tanto, es una ciencia social aplicada, que busca resolver problemas
complejos, utilizando un método, y no actúa de forma aislada, ya que es
interdisciplinar.
1.2. OBJETO DE ESTUDIO:

De acuerdo con lo visto hasta ahora, podemos decir que el objeto de psicología
criminal es el estudio científico de los determinantes psicológicos del
comportamiento antisocial y delictivo. Para este fin, se formulan hipótesis y
teorías psicológicas para la descripción y explicación del comportamiento

6
Soria Verde, M.A. 2006, pág. 20

5
delictivo, además de cuestiones asociadas a la prevención, resocialización y
medidas terapéuticas.

I. La Contribución de las áreas de las Psicología en el estudio de la


criminalidad.
Las diversas áreas de la psicología han ido realizando aportaciones significativas
cada vez mayores a la comprensión del comportamiento criminal. Cuatro de ellas
han sido las más relevantes:
1.3. LA PSICOLOGÍA EVOLUTIVA:

Su aportación ha sido ampliamente reconocida a nivel forense y ha facilitado un


conocimiento muy relevante al desarrollo de la personalidad del delincuente. La
integración y configuración de la estructura personal en cada uno de nosotros
proviene de un conjunto de factores e interacciones que se van produciendo
desde la más tierna infancia, así el ser adulto se halla condicionado por
elementos previos de desarrollo intelectual, procesos de influencia social e
integración de la personalidad.
La psicología evolutiva muestra como existe una influencia significativa entre el
desarrollo cognitivo del niño y su entorno, así la deprivación económica, la
ausencia de estimulación cultural, etc. Limitan las capacidades biológicas del
menor.
Dentro de la esfera social, destacan los trabajos sobre los estilos parentales y su
relación con el nivel de autoestima posteriormente desarrollado, especialmente
con la aparición de la agresión y sus formas expresivas.
La integración de la personalidad adulta tiene un momento especial significación
evolutivo, la adolescencia. Los resultados del comportamiento criminal a lo largo
de este periodo son extensos y de gran relevancia. Así se producen los primeros
contactos con los sistemas de control social (policía y/o justicia), las relaciones
con los grupos sociales, el consumo de drogas y/o alcohol, etc. Todo ello hace
de la adolescencia un etapa crítica a nivel evolutivo y de aparición de conductas
criminales. La necesidad de subrayar la propia personalidad en fase de
maduración, la ruptura necesaria con el entorno familiar, traumático o no, la
inseguridad personal y de abrirse a los retos y demandas de la sociedad

6
conducen al joven a una situación tremendamente confusa, conflictiva y
ambivalente.

1.4. LA PSICOLOGÍA SOCIAL:

Rama de la psicología de mayor relevancia en el estudio de la criminalidad y


aquella que mayor número de teorías explicativas ha aportado. Estas son las
cinco principales:
1.1.1. Estudios sobre las actitudes humanas: Una determinada conducta
se sustentaba en una actitud personal concreta respecto a un objeto o
persona. En los 60 se determinó que esto solo ocurría en escasas
situaciones. Actualmente se considera que el comportamiento basado en
un actitud depende de un complejo proceso decisional intermedio.

1.1.2. Teoría de la atribución social7: Formulada por Heider, nos dice que
una persona siempre atribuye una causa a la aparición de una determinada
conducta social8. La atribución puede aplicarse a factores internos o
externos.
1.1.3. Teoría de la disonancia cognitiva9: (Leon Festinger) Tendencia de
las personas a tomar una decisión entre cursos de acción alternativos, que
son valorados de forma similar por el sujeto, y cuya aceptación de uno y
rechazo de otro conlleva una tensión psicológica interna. El elemento clave
es que ambas elecciones susceptibles de ser realizadas poseen un grado
de atractivo similar. Una vez tomada la decisión, la disonancia sufrida no
finaliza, sino que se persiste; para reducirla el sujeto necesita realizar una
serie de cambios cognitivos o mentales dirigidos a incrementar la atracción
de la decisión tomada y reducir la ignorada. Todo ello produce a la larga un
descenso del malestar psicológico y la desaparición de los sentimientos
derivados de la decisión tomada.

7
Fritz Heider, La psicología de las relaciones interpersonales, Ed. 1958.
8
Myers, D.G. (2000). Psicología Social, 6ª Ed. Bogotá, McGraw Hill
9
Leon Festinger. La teoría de la disonancia cognitiva. Nueva York, 1957

7
1.1.4. Estudios sobre procesos grupales: El comportamiento social de los
individuos se halla en íntima relación y dependencia con el de otras
personas al encontrarse en una situación grupal. En dicho caso se dan un
conjunto de fenómenos que provocan una transformación del sujeto,
impensable sin la existencia del grupo, así se observan cambios de
pensamiento muy significativos. Ej. Conducta criminal.

1.1.5. Estudios sobre la desindividualización social: Basado en el principio


anterior, según el cual el comportamiento de una persona en el seno de un
grupo es cualitativamente diferente a la conducta individual. Define el
fenómeno como aquel proceso psicosocial por el que una persona pierde
su identidad personal en el seno de n grupo y, en consecuencia, se
<<desindividualiza>>. Para realizarlo la persona reduce su autobservación
y, por consiguiente, también restringe su capacidad de control y los
sentimientos de culpa y miedo que conllevan determinados
comportamientos en una concreta situación social.

1.5. LA PSICOLOGÍA BIOLÓGICA10:

La visión actual de un interaccionalismo biológico permito comprender que los


procesos biológicos se relacionan con el entorno físico-social y con experiencias
psicológicas desarrolladas por el individuo en su entorno. Es decir, si bien es
evidente que no todas las personas nacen con las mismas posibilidades
biológicas, será posteriormente su interacción con el medio lo que determine una
expansión de dichas limitaciones o una reducción significativa o total de éstas.
En esta rama se han desarrollado cuatro grandes líneas de investigación:

3.3.1 Estudios genéticos: Tratan de comprender la influencia de la


herencia genética en la persona y en su conducta criminal. Ej: estudios en
gemelos parecidos biológicamente pero no socialmente.

10
Bunge, M. y Ardila, R. (2002). Filosofía de la psicología.

8
3.3.2 Estudios sobre adopciones: Analiza los cambios existentes entre
niños adoptados por una familia sin antecedentes criminales y cuya familia
biológica de procedencia poseía antecedentes criminales.

3.3.3 Estudios fisiológicos: Analizan los cambios físicos producidos en el


cuerpo humano como consecuencia de eventos psicológicos. Ej: al analizar
el EEG de personas sometidas a aislamiento puede observarse un
enlentecimiento de las ondas cerebrales.

3.3.4 Disfunción cerebral: En la actualidad existe un acuerdo en


considerar la ausencia de relación directa entre afectación neurológica y
comportamiento, pero al mismo tiempo que una afectación grave tiene
mayor impacto.
1.6. LA PSICOLOGÍA DEL COMPORTAMIENTO:

Su estudio se basa en el comportamiento observable de la persona. Esta rama


tuvo la aparición de dos puntos relevantes en el desarrollo de la psicología
criminal:

3.4.1 El énfasis en la conducta observable: Permitió desarrollar sistemas


de evaluación, medida y control muy poderosas basadas en formulaciones
estadísticas y modelos experimentales.

3.4.2 El énfasis en la validez de las teorías elaboradas: Permitió


desarrollar y observar la capacidad de las diversas teorías creadas en la
predicción del comportamiento humano, lo que generó, en consecuencia,
numerosas hipótesis y comprobaciones empíricas.
El estudio de la conducta observada tuvo severas críticas y ello condujo a
sus científicos a introducir, progresivamente, los factores cognitivos como
fuente de estudio en la predicción del comportamiento humano.

9
II. TEORÍAS Y FACTORES PSICOCRIMINOLÓGICOS
2.1. PERSONALIDAD Y DELITO:

En primer lugar debemos precisar que no creemos en la existencia de una


“personalidad criminal” típica, porque los datos de diversos estudios sobre el
particular no avalan ello, en segundo lugar, la personalidad no es una realidad
puramente psicológica y aislada que condicionan el comportamiento humano, si
no que ella no se puede comprender separada de su entorno social, parecer que
siguen otros estudiosos y sobre todo de su contexto situacional que es muy
cambiante.

2.1.1. Carácter y Personalidad: En dicho contexto es frecuente


considerar, tanto la personalidad como el carácter, en términos sinónimos,
aunque otras tendencias afirman que el carácter era estructural de la
personalidad, o bien sus funciones afectivas y dinámicas.
Si tomamos como referencia la evolución histórica que plantea Raymon
Cattell, el desarrollo de los estudios sobre la personalidad11 habría que
tener en cuenta tres grandes etapas.
a) La fase Literaria y Filosófica, una especia de juego de percepción
personal y de creencias convencionales, desde la antigüedad hasta el
último novelista o autor teatral.
b) La fase Protoclínica, que es una etapa de observación y teorización
organizada. Destacaron las generalizaciones psiquiátricas como la de
Kraepelín, las tesis de Freud, Kretschmer, entre muchos trabajos.
c) La fase Cuantitativa y experimental que empezó a inicios de este
siglo XX y sus resultados se aprecian recién en las últimas décadas.
Según Cattell, en la fase protoclínica se escribieron cosas fascinantes
respecto de la personalidad, aunque no siempre muy bien fundadas, y que
cuando se desarrolle la historia en la siguiente en la siguiente generación,
probablemente se diga que “aunque esta segunda fase tuvo hombres de
gran talento, como Jung Y Freud, científicamente casi equivalió a un
desastre debido que la impresionante fachada de su pseudoconocimiento

11
Besada Fernández, Rebeca (2007). «Teoría factorial de la personalidad de Cattell». Técnicas de apoyo
psicológico y social al paciente y familiares. pág. 6.

10
cortó el incentivo para realizar los modestos experimentos de los que
depende el progreso de la ciencia”.
Para Cattell “la personalidad puede definirse como aquello que nos dice lo
que una persona hará cuando se encuentre en una situación determinada”
y en “un estado de ánimo definido”. Guilford por su parte afirma que “la
personalidad de un individuo es una constelación específica de rasgos”. Si
bien no existe acuerdo entre los psicólogos respecto a la noción de
personalidad, podemos considerar que la idea de Charles Morris, más afín
a la corriente de los rasgos, presenta una noción integral, concibiéndola
como un “Patrón único de los pensamientos, sentimientos y conducta del
individuo, que persisten con el tiempo y en diversas situaciones”.
Actualmente apreciamos que la personalidad no es considerada un sello
hereditario y fatal, sino que se configura a lo largo de la experiencia vital de
cada individuo, sobre todo en sus primeros años, de acuerdo a sus
condiciones internas o base biológica subyacente. Por eso es de
importancia sustantiva la primera infancia, en la que se configuran los
primeros basamentos de nuestra personalidad, peo que posteriormente, en
función de diversas influencias, puede reajustarse en alguna medida. Por
ello afirman algunos autores, que parece razonable considera que una gran
parte de la formación básica de la personalidad tiene lugar antes de los seis
o siete años de edad, pero que el aprendizaje de ciertos aspectos de esta
dimensión humana puede continuar a lo largo de la vida. Es también
necesario decir que en la base de la personalidad está sobre todo esa
estructura anatomo-fisiológica del sistema nervioso, que responde
“temperamentalmente”, de un modo singular e integrado ante las
experiencias y estímulos que inciden en el sujeto.

2.1.2. Las Tipologías Caracterológicas: Bahnsen empleó por primera vez el


término de Caracterología12 en 1867, en sus dos volúmenes titulados:
Beitrage zur Charakterolgie. Dentro de dicha vertiente surgieron las
tipologías caracterológicas y generalmente concebían el carácter
como aquel sello personal que diferenciaba a un individuo de otro, y

12
Friedrich August Bahnsen, Contribución a la caracterología. Vol. II, 1867

11
según el cual se respondía característicamente ante las diversas
situaciones que la experiencia individual, habiendo tenido mucha
difusión, en la primera mitad de la centuria pasada, los tipos
introvertido y extravertido de Carl Jung (1875-1961).
Una de las primeras topologías de inicio del siglo XX, que repercutió en el
campo criminológico fue propuesta en 1908 por el psicólogo G Heynas y
el psiquiatra E. Wiersna. Más tarde el sueco H. Sjoberg (1913-1919),
expuso también una caracterología parecida a la de Heynans- Wiersa,
considerando cuatro factores: Capacidad, valencia, estabilidad y solidez,
los que a su vez existían en el individuo, bien en cantidad excedente, media
o débil, dando lugar a ocho tipos: El supercapas, el sub capaz, el
superválido, el sub válido, el superestable, el sub estable, el supersólido, el
subsolado13.
El desarrollo ulterior de la topología holandesa de Aminas-Wiersma, por
los franceses Le Sume y Gastón Berger, llego a establecer ocho tipos
caracterológicos, considerando las combinaciones de tres propiedades
fundamentales, polarizadas cada una en dos extremos: Emotividad no
emotividad, actividad, no actividad, primariedad y no secundariedad. Tales
tipos son:

 Nervioso ( emotivo-inactivo-primario)
 Sentimental ( emotivo-inactivo-secundario)
 Colérico ( emotivo-activo-primario)
 Apasionado ( emotivo-activo-secundario)
 Sanguíneo ( no emotivo-activo-primario)
 Flemático ( no emotivo-activo-secundario)
 Amorfo ( no emotivo-inactivo-primario)
 Apático ( no emotivo-inactivo-secundario)

Respecto a la incidencia criminológica de estos tipos, Oscar Blarduni


expresaba que “el más criminógeno de todos es el nervioso. Después
vienen el amorfo, el apático, el colérico, etc. Esto no quiere decir que los

13
SJOBERG, Gideon:La ciudad preindustrial. Pasado y presente, Nueva York, 1960

12
flemáticos, por ejemplo, no cometan nunca crímenes. En principio es más
raro que lo hagan, pero cuando lo hacen el delito ofrecerá características
peculiares”14
Según esta tipología:
El Nervioso,es bastante emotivo, siente de manera muy viva los estímulos
del mundo externo, por ser de sensibilidad hiperestésica; en función de su
inactividad sus energías o impulsos no se descargan por una acción
continua, sino más bien por reacciones de tipo agresivo en momentos
determinados; y, además como es primario, su reacción es inmediata sin
meditar previamente las consecuencias de su acto, condiciones que son
favorables para incidir con mayor probabilidad en un comportamiento
antisocial o criminal.
El Amorfo, por sus notas peculiares de carácter, puede también estar
propenso a reacciones que pueden ser de tipo delictivo o antisocial,
además porque es una persona más inclinada a dejarse llevar por las malas
compañías, por faltarle aptitudes para resistir a la sugestiones del grupo o
de un líder.
El Apático, tiene falla en la esfera moral y volitiva, y a veces también es mal
dotado intelectualmente, por lo que en mayor proporción carecen de
escolaridad adecuada. Estos rasgos posibilitan una mayor incidencia
delictiva, ya sea contra la propiedad o de carácter sexual.
El Colérico, es bastante activo y de reacciones primarias o inmediatas,
además de ser muy emotivos, por lo que también es otro de los tipos
psicológicos con alta predisposición a caer en un comportamiento
delincuencial o antisocial, debido precisamente a su agresividad y
combatividad, por lo que puede incidir en actos de violencia contra las
personas.
El Sanguíneo, es propenso a la buena vida, el placer material, actuar
primero sin meditar y ser predominante activo, por lo que como señala
Blarduni, interviene poco en los delitos contra la propiedad, pero si tiene
mayor participación en los crímenes sexuales y los delitos de violencia
contra las personas.

14
Oscar Blarduni, La personalidad de delicuente. 1959

13
El Pasional, debido a sus rasgos predominantes, es de escasa incidencia
en la criminalidad.
El Sentimental, es un tipo caracterológico aún de menor frecuencias
delictiva entre los adultos, aunque en niños y adolescentes, tiene algún
grado de mayor significación que en el pasional.
El Flemático, es el tipo de mínima incidencia criminológica, tanto en
menores como en adultos, lo que guarda correlación con sus rasgos de no
emotividad y secundariedad, que propician una reacción meditada antes de
toda acción.

2.1.3. La Teoría de los <<Rasgos de Personalidad>>y Delito: Como


sabemos en los últimos tiempos ha tenido gran auge la tesis de los rasgos
como la visión más adecuada de la personalidad, caracterizada
precisamente como un conjunto de propiedades o rasgos más o menos
estables.
Para muchos autores, William Stern (1934) es el iniciador de esta
tendencia, aunque el hablo de disposiciones, siendo más bien Gordon
Allport (1937) quien prefirió la denominación de rasgos y la difundió. Para
este psicólogo, los rasgos son “tendencias o predisposiciones
determinantes a emitir una respuesta”15. Mientras tanto Cattell dice que por
rasgo “entendemos una tendencia a reaccionar, relativamente permanente
y amplia”16. En tanto Morris afirma que los rasgos son disposiciones
duraderas dentro del individuo, las cuales hacen que piense, sienta y actúe
en unas formas determinadas.
Para la medición de la personalidad, dentro de la corriente psicométrica, se
emplean diversos tests, habiendo logrado mayor desarrollo del estudio a
través de cuestionarios o inventarios multifásicos de personalidad que
miden los rasgos, los mismos que pueden diferenciarse según Pichot en:
a) Clásicos, como el Inventario de personalidad de Benreuter,
b) Psicopatológicos, como el MMPI, el Humm-Wadsworth, y
c) Factoriales como el Cattell 16 P.F., y el de Guilford, entre otros.

15
Gordon Allport. Teoria de la personalidad. Myers, D. (1988). Psicología. Médica Panamericana.
16
Kirchner, Teresa; Torres, Mercedes; Forns, María (1998). «El modelo de rasgos». Evaluación
psicológica: modelos y técnicas. Barcelona: Paidós Ibérica. pp. 25–28

14
Destacando sobre todo los psicopatológicos como el MMPI y los factoriales
como el Cattell 16 P.F. y el de Guilford.
 El Cuestionario 16 P.F17. de Cattell: Raymond Cattell y Odbert hallaron en
1936, una relación de 4500 términos referidos a los rasgos de
personalidad. Más tarde Cattell consideró que se podían reducir a 200,
porque muchos de ellos eran sinónimos o cuasisinónimos. Sin embargo
cuando a una persona se le clasificaba según esos 200 rasgos, varios de
ellos tendían a agruparse, por lo que luego de diversas investigaciones
concluyó que 16 rasgos representaban la complejidad de la personalidad
humana. también diferenció en tres Rasgos Comunes, que se dan en
todas las personas, y rasgos únicos propios de un individuo. Asimismo
desde otra perspectiva distinguió entre Rasgos Superficiales, y rasgos
Fuente que son las variables subyacentes determinantes de las
superficiales.
.
Mediante este cuestionario se pueden detectar ciertas características de
personalidad, que si bien no creemos que sean predisponentes de la
criminalidad, son indicadores de un mal ajuste personal pueden precipitar
en ciertas circunstancias un comportamiento delictivo.
 El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota (MMPI): Uno de
los inventarios psicopatológicos de mayor uso y difusión, para el estudio
de la personalidad, lo constituye el MMPI, el mismo que fue elaborado por
Starke Hathaway y J.C Mc Kinley por los años de 1940 y revisado en años
subsiguientes. Esta prueba consta de 10 escalas clínicas numeradas
secuencialmente: 1(Hs), 2(D), 3(Hi), 4(Dp), 5(Mf), 6(Pa), 7(Pt), 8(Es),
9(Ma), 0(Si). Además contiene escalas de validez: L, F, y K, que permiten
apreciar el grado de confianza para hacer inferencias sobre la
personalidad del encuestado. El número de ítems es de 566, lo que
determina que su aplicación demore hasta dos horas. Cada pregunta del
inventario presenta dos alternativas de respuesta: verdadero (V) y falso
(F) de las que se debe elegir una de ellas. Ejemplos:

17
Cattell, H. E. P., & Mead, A. D. (2008). Test de 16 factores de la personalidad (16PF). In G. Boyle, G.
Matthews, & D. H. Saklofske, Eds.) El manual de SAGE teoría de la personalidad y la evaluación; Vol 2
Medición y pruebas de personalidad (pp. 135–178). Los Angeles, CA: Sage

15
Este cuestionario ha sido también empleado dentro de la práctica
criminológica y penal, y de los diversos estudios al respecto. Tienen como
objeto detectar el trastorno de personalidad antisocial, que comprende
individuos con un comportamiento asocial, con mínima angustia y con
ningún o poco sentido de culpabilidad. Rafael Núñez afirma que los sujetos
normales como alta puntuación en esta escala, generalmente son rebeldes
y no respetan las normas vigentes en su grupo social, además son
egoístas, agresivos, individualistas, entusiastas y muy sensibles.
Precisamente Hathaway con Monachesi hicieron estudios empleando el
MMPI con menores delincuentes (1953), orientando a la predicción de la
conducta criminal, habiendo hallado que los sujetos ubicados en la escala
de excitación, conformada por las escalas 4(Dp), 8(Es), y 9(Ma) tenían alta
tasa de evolución criminal, pero que algunos autores como Di Tulio no
aceptan como válido.
Las correlaciones criminológicos, del 16 P.F. de Cattell, como del MMPI
deben tomarse con cautela, en el sentido de no pretender estar ante test
psicométricos capaces de detectar a los delincuentes, sino más bien ante
instrumentos de diagnóstico psicológico que nos indican que ciertos rasgos
de personalidad se presentan con elevada frecuencia en los grupos de
delincuentes psicópatas, pero que también se manifiestan en
personalidades que no son delincuentes.
Otro elemento de juicio que debemos considerar, es que los estudios sobre
los personalidad precisan en que éstos no determinan necesariamente un
tipo de comportamiento ineluctable en el sujeto que posee dichos rasgos,
ya que se deben considerar otras variables, como la situación en que se
halla el sujeto.
En suma, la teoría de los rasgos y las técnicas psicológicas para su revisión,
en lo referente al crimen, tienen que ser considerados bajo criterios no tan
rígidos, sino sus correlaciones anotadas y con las limitaciones que aún
existen en la predicción de la conducta humana y en particular del
comportamiento delictivo.

2.2. TEORÍA DE HANS EYSENCK:

16
El psicólogo inglés Hans Eysenck (N. 1916) de origen alemán, planteó que
existen correlaciones entre personalidad y delincuencia18 (1964). Su concepción
al respecto la escuadramos como de orden psicobiológica. De los experimentos
hechos por el autor y otros científicos, surgió la hipótesis de que hay una fuerte
predisposición hereditaria subyacente al comportamiento extravertido o
introvertido, así como para la estabilidad- neuroticismo. Para llegar a tal
afirmación consideró los estudios de los gemelos univitelinos, utilizando una
variedad de estímulos en situaciones diversas y otras investigaciones
adicionales.
Los fundamentos biológicos, en base a los estudios que he efectuado, sirven a
Eysenck para decir que los extravertidos que acumulan alto potencial de
inhibición durante el proceso de condicionamiento, resultarán más difíciles de
socializar y se condicionarán con menor intensidad que los introvertidos, que en
principio acumulan relativamente poca inhibición. De lo que se desprende
también que los introvertidos se condicionarán mucho mejor que los
extravertidos. Sin embargo anota que nada de cuanto hasta ahora hemos dicho
puede inducir a pensar que el entorno no ejerce ninguna influencia como causa
del delito. Ninguno de los autores mencionados hasta ahora suscribiría una
afirmación semejante. La noción misma de delincuencia o de delito sería absurda
sin un contexto de aprendizaje, de experiencia social y, genéricamente, de
interacción entre los hombres. Lo que demuestran las cifras es que la herencia
es un fuerte factor de predisposición en la realización o ejecución del delito.
La dimensión excitación- inhibición es de orden fenotípica, que en el proceso de
condicionamiento y frente a determinadas influencias ambientales, va a dar el
comportamiento de tipo extravertido o introvertido.
En base a lo anterior plantea que precisamente los psicópatas y ciertos
delincuentes, se caracterizan por el predominio de las dimensiones extraversión-
emotividad (neuroticismo) extremas, y en los que debido al predominio de la
inhibición el proceso de condicionamiento social es más difícil. Asimismo, entre
otras consideraciones afirma en Eysenck, que los psicópatas y otras personas,
de acuerdo con su hipótesis, son precisamente aquéllas en las que no se ha
producido un condicionamiento de las respuestas sociales. Disponemos de

18
Schmidt, V.; Firpo, L.; Vion, D.; Casella, L.; Cuenya, L.; Blum, G. D.; Pedrón, V.. «Modelo psicobiológico
de personalidad de Eysenck» (PDF). Revista Internacional de Psicología 11

17
pruebas suficientes para sugerir que las respuestas autónomas, condicionadas
de acuerdo con el sistema ordinario de Pavlov, constituyen la base de lo que
normalmente llamamos conciencia. La conciencia es, efectivamente un reflejo
condicionado.
En otro acápite agrega que en cuanto a factor disuasivo del delito, la reacción
autónoma, la conciencia condicionada del delincuente en potencia, tiene mucho
más poderosa que las fuerzas de la ley y el orden establecidos. De ello afirma
que la conciencia es principalmente, el factor fundamental que nos hace
comportarnos de una manera moral y socialmente aceptable. La delincuencia se
explicaría entonces, tomando en cuenta las siguientes consideraciones lúcidas
de todo lo anterior.

a) Es de esperar, que los experimentos de condicionamiento revelen, que los


psicópatas y los extravertidos manifiesten generalmente menos
condicionabilidad que los neuróticos y los normales.
b) Las personas que cometen delitos y otros actos antisociales serán más
extravertidos que las que se abstienen de realizar esos actos. Según Eysenck,
en ese segundo enunciado existe mayor número de pruebas confirmatorias.
c) Los patrones de conducta relacionados con la introversión-extraversión y con
estabilidad-neuroticismo, tienen unas bases sustancialmente hereditarias.
Según Yates, en la teoría de la socialización son importantes las diferencias
individuales en el que hay que considerar tres factores:

* Las diferencias de personalidad.


* La cantidad y clase de entrenamiento.
* Las diferentes definiciones culturales de lo que constituye el
comportamiento antisocial.
2.3. TEORÍAS PSICOANALÍTICAS:

Existen realmente diversas versiones explicativas del delito desarrollados desde


la vertiente del psicoanálisis, que décadas atrás era casi la única difundida dentro
del campo criminológico. Por ello Ellis y Gullo, con preocupación decían que por
desgracia, el psicoanálisis se utiliza con frecuencia como sinónimo absoluto de

18
análisis psicológico o psicoterapia19, idea que realmente se fue y a veces sigue
vigente en círculos jurídicos y criminológicos.

2.3.1. La Concepción de Sigmund Freud: Aproximadamente en 1915


Freud publicó su ensayo El Delincuente por Sentimiento de Culpabilidad,
dando origen a lo que se llamó luego el Psicoanálisis Criminal20 que ha
tenido tantas expresiones e interpretaciones de índole criminológica. Sin
embargo, ya antes en Tótem y Tabú (1912), había planteado determinadas
interpretaciones, desarrolladas luego por T. Reik, que algunos penalistas
acogieron yo una sed como explicación de la pena.
Siguiendo los argumentos de su ensayo de 1915, Freud creía que una
forma de criminalidad se explicaba en base a los fuertes sentimientos de
culpabilidad que sufría la persona, debido a que no había podido superar
su complejo Edipo, ya que decía haber observado sujetos que sufrían un
penoso sentimiento de culpabilidad de origen desconocido, y una vez
cometida una falta concreta, sentían mitigada la presión del mismo, y esto
significaba que el sentimiento de culpabilidad existía antes del delito.
También consideraba que había otro grupo de delincuentes, no
condicionados por el sentimiento de culpabilidad, es decir de aquellos que
no han desarrollado inhibiciones morales o creen justificada su conducta
contra la sociedad.

En base a esta versión se dedujeron otras tesis analíticas, con variantes


explicativas que llegan muchas veces al absurdo. En la mayoría de ellas
juega papel importante la visión pansexulista y su desarrollo en el individuo,
que pasaría por las etapas: oral, anal, fálica y etapa de latencia, así como
el famoso complejo de Edipo, que según los psicoanalistas se caracteriza
por la atracción erótica que siente el menor por el progenitor del sexo
opuesto, y a su vez rechazo u hostilidad hacia el del propio sexo. Otros de
los conceptos clave son: la tesis del subconsciente en la estructura del
aparato psíquico integrado por el que Ello o Id, el Yo o Ego, y el Súper Yo
o Súper Ego, con predominio fundamental de los procesos inconscientes.

19
Ellis y Gullo. Homicidios y asesinatos. New York, Stuart. 1971
20
Sigmund Freud. El delincuente por sentimiento de culpabilidad. 1915

19
Frente al argumento freudiano del delito sobre supuestos sentimientos de
culpabilidad, por un complejo de Edipo no superado, consideramos que no
existiendo pruebas científicas de tal complejo, sino más bien argumentos
sociales, culturales e históricos que lo desmientan, tal teoría carece de
validez. Sin embargo es obvio que los psicoanalistas que aún existen,
confían en la realidad de tal complejo. Albert Ellis, un psicólogo que luego
de ser psicoanalista abandonó dicha corriente, plantea conjuntamente con
Gullo, a las críticas siguientes a la teoría freudiana en general21.
a) Existen pocas pruebas, como insiste Jons y como explica M. Klein, que
los niños normales estén preocupados por celos, odios e impulsivos
agresivos gran parte del tiempo.
b) No hay razón para creer que los niños demanden invariablemente la
atención exclusiva de sus madres y que por ende, odien a sus padres de
manera inevitable. Es obvio que muchos niños admiran más a sus padres
que sus madres, y sienten cierto resentimiento hacia las madres por qué
los alejan del afecto paterno.
c) Cuando hay problemas de amor en los que alientan el hecho de que los
niños resientan a uno o ambos padres, no hay evidencias claramente bien
definidas, como lo indica Freud, ante el conflicto en cuestión se base en
fundamentos de tipo sexual.
d) El sistemas del Id, Ego y el Súper Ego es en gran parte ficticio y consiste
en un manejo real y poco científico de las partes de la personalidad, que en
realidad no posee ninguna existencia independiente, no están abrumadas
de energía instintiva y no impulsan al individuo a realizar nada.

2.3.2. Tesis de Franz Alexander y Hugo Staub: La comprensión del delito


fue presentada considerando algunas variantes no señaladas antes por
Freud, aunque si tomando como parámetros básicos los conceptos y
postulados psicoanalíticos, como el impulso o instinto fanático o de muerte,
con el que todo ser humano nace y que persiste toda su vida, y que ha
tenido diversos grado de aceptación por los mismos psicoanalistas.

21
Ellis y Gullo. Homicidios y asesinatos. New York, Stuart. 1971

20
Alexander y Staub, sobre la base de este impulso tanático, plantearon la
tesis del "innatismo criminal del ser humano"22; considerando al respecto
que todo hombre es innatamente criminal, es decir un inadaptado, y que
conserva en su plenitud esa tendencia durante los primeros años de la vida.
La adaptación del sujeto en la sociedad comienza después de la victoria
sobre el complejo de Edipo, en su periodo de latencia que descrito por
Freud, que surge entre el cuarto y sexto años de edad y termina en la
obsolescencia. La única diferencia entre el hombre normal y del
delincuente, era que el normal logra dominar parcialmente sus instintos
motores criminales, y los desvía hacia otros fines socialmente inocuos.
Frente a la criminalidad, y apreciando la variedad de delitos y delincuentes,
plantearon una clasificación de los mismos siguiendo una perspectiva
amplia, considerando dos grandes grupos:
A. Criminales Crónicos: que incluía a su vez cuatro subgrupos
especiales:
 Criminal condicionado orgánicamente, que abarcaba a los deficientes
mentales (imbéciles), enfermos mentales, orgánicos, toxicómanos y
alcohólicos.
 Criminal neurótico, en el que se incluían a los delincuentes por sentimientos
de culpabilidad y algunos afines, conforme a la explicación freudiana.
 Criminal normal con Súper Yo criminal, que abarca a individuos a una
sociedad especial, con una moral propia, que se podría llamar moral
criminal, diferente a la moral dominante. Son criminales no neuróticos.
 Criminal genuino, que sería un caso límite imaginable de hombre que no
ha recibido ninguna especie de adaptación social, y sería en consecuencia
un ser sin Súper Yo. Sin embargo, los mismos autores de esta tesis dudan
de su existencia real.
B. Criminales Accidentales o Agudos: que incluía dos variedades de
delincuentes:
 Delincuentes por equivocación o negligencia, en los que el Yo al estar
concentrado en una cosa distinta de la situación, es desbordado por la
tendencia criminal inconsciente.

22
Franz Alexander y Hugo Staub. El delincuente y sus jueces desde el punto de vista psicoanalítico. 1961.

21
 Delincuente situacional, originado sobre todo por choques afectivos o
emocionales que lesiona el sentimiento de lo justo, y entonces el poder
impeditivo del Súper Yo queda anulado en el hecho concreto.

En resumen, Alexander y Staub, ante la variedad de sucesos criminales y


de formas delictivas, los han adaptado a las tesis analítica, partiendo de la
cuestión alta tendencia criminal innata del hombre, así como de los
procesos del Complejo de Edipo y de la teórica tripartición de la
personalidad( Ello, Yo, Súper Yo), motivada por supuestas fuerzas
inconscientes.

2.3.3. Tesis de Mc Knight y Colaboradores (1966): Trata de explicar el


matricidio desde la perspectiva psicoanalítica, basada en otra hipótesis que
denominaron "Complejo de Orestes" y la "Crisis Catatímica". Para ello
recurren a la leyenda griega, en la que Orestes hijo de Agamenón y
Clitemnestra, luego que su madre conjuntamente con su amante Egisto
asesinara a su padre, enfurecido por tal homicidio y con la ayuda de su
hermano mató a su vez a su madre Clitemnestra y a Egisto.
En base a tal leyenda, Mc Knight y sus colaboradores, creen que los
hombres que matan a sus madres imitan a Orestes y defienden el honor de
sus padres traicionados. Como dicen Ellis y Gullo, francamente nos damos
mucha importancia al complejo de Orestes como causa primordial del
matricidio, porque realmente no tienen ninguna base objetiva sino tan sólo
una libre interpretación subjetiva.
2.3.4. Propuesta de M. N. Walsh (1966): Constituye otra variante de
explicación psicoanalítica del homicidio, postulando que el poder creciente
de las armas de aniquilación masiva se relaciona con el deseo de alcanzar
un poder que sobre pasa al del padre, aunados a los sentimientos de
culpabilidad edípicos. Ellis y Gullo cuestionan también esta supuesta tesis
analítica y afirman que es mucho más probable que cuando los varones de
nuestra sociedad desarrollan en pulsos homicidas por sus deseos de poder,
se están esforzando muchas veces en superar sentimientos de falta de
valor y desajustes, y que la interpretación de Walsh es probablemente una
bazofia psicoanalítica descarada.

22
2.3.5. Planeamiento de David Abrahamsem (1970): También desde una
vertiente psicoanalítica propone en Our Violent Society, una explicación de
un crimen violento del bazo, que se pasarían invariablemente en sus
sentimientos inconscientes de querer demostrar a su madre que no es
insignificante, y que puede vengarse de ella por haber rechazado 23. Esta
variante psicoanalítica considera que:
a) Los que cometen delitos violentos han sido gravemente
rechazados por su madre.
b) Ellos sienten amargamente este rechazo.
c) Esa experiencia es siempre inconsciente.
d) Tratan siempre de demostrar a su madre lo importante que son, y
e) Ellos creen que efectuar actos de violencia o matar a otras
personas, demostrará en forma ostensible su importancia.
En resumen podemos señalar que las tesis psicoanalíticas de la
criminalidad y la conducta antisocial carecen de objetividad científica, y más
bien constituyen una inconsistente explicación psicocrominológica, que no
ha contribuido al desarrollo criminológico desde dicha vertiente. Este punto
de vista se basa en aspectos metodológicos científicos que son señalados
por Mario Bunge, quién califica al psicoanálisis de pseudo ciencia; así como
argumentos desde la vertiente psicológica e incluso de algunos ex-
psicoanalistas como Albert Ellis, quien textualmente afirma que casi todas
las teorías psicoanalíticas sobre la criminalidad plantean exigencias
imposibles de credulidad y se enuncian de una amanera que hace que sean
inaceptables casi con toda seguridad. A Baratta, desde la perspectiva de la
criminología crítica, señala que no obstante la importante función crítica
ejercida por las teorías psicoanalíticas de la criminalidad frente a la
ideología de la defensa social, es menester decir que no han logrado
superar los límites fundamentales de la criminología tradicional, siguiendo
la orientación positivista.
2.4. FRUSTRACIÓN-AGRESIÓN Y DELITO:

23
David Abrahamsen, La psicología del crimen, 1967

23
La agresión como una forma de comportamiento humano tiene interés
criminológico, y principalmente las condiciones que la generan, entre ellas la
frustración.
2.4.1. Nociones de Frustración: El concepto de este fenómeno si bien es
unívoco entre los diversos autores, existe en todo caso algunas
coincidencias, por ejemplo Whittaker dice que la frustración se refiere a las
circunstancias que determinan en que una necesidad o motivo fracasen en
ser satisfechos24. El estado interno de trastorno emocional que acompaña
a esos sucesos, es denominado “presión psicológica”, “tensión” o
“ansiedad”. Cofer y Appley afirman que la frustración implica que no se ha
llevado a su manera a su meta a su conclusión una línea de acción, o que
no se ha alcanzado un estado final de algún tipo, o que no se ha logrado
materializar una solución a una consecuencia esperada25.
Dentro de esos conceptos se puede considerar que para que ocurra una
frustración se requieren dos precondiciones:
a) La existencia de un impulso o motivo alertado previamente o no
recompensado, y
b) Alguna forma de interferencia que dificulta el logro del impulso o
motivo. En este caso según señala Arnorld Buss, la frustración puede ser
consecuencia de una serie de operaciones, barreras, fracasos, factores de
distracción, conflicto, omisión de recompensa, ocurrida en alguna
secuencia del comportamiento26.
Generalmente la frustración intensa ocasiona un estado de excitación
emocional y cambios corporales fisiológicos que se hallan bajo el control
del sistema nervioso autónomo.

2.4.2. Frustración – Agresión: Los primeros estudios que plantearon una


correlación entre frustración y agresión se efectuaron por Dollard y fue
presentado en el libro Frustration and Agression (1939)27. La idea central
decía que la agresión era una resultante o función de la frustración sentida

24
James. O. Whitteker. Psicología. 1968
25
C. N. Cofer y M. H. Appley. Motivación: conducta y proceso. New York, Wiley. 1964.
26
Arnold Buss. La psicología de la agresión. 1969
27
Dollard y Miller. Teoria de la frustración y agresión. 1939

24
por el sujeto. La frustración era entendida como la situación experimentada
por una persona al producirse un bloqueo o dificultad que impedía el logro
u obtención de uno de sus objetivos. Inicialmente la hipótesis de Dollard fue
que toda frustración provocaba agresión y que toda agresión presuponía
siempre la existencia de una frustración, pero tal afirmación resultaba muy
genérica, sobre todo en los seres humanos.

Para Johnson esta hipótesis de la frustración y agresión tiene mucho de


verdad, pero es muy simple y general, y que su comprensión de la agresión
es muy limitada. Al respecto debemos anotar que las frustraciones pueden
generar no solo violencia física, sino también algunas otras
manifestaciones emocionales. Asimismo hay que aclarar, que no toda
agresión es resultante de la frustración, sino que puede ser efecto del
aprendizaje en algunos casos. Redl y Weinmann decían al respecto que el
“sociólogo y el antropólogo han demostrado la capacidad de engendrar odio
que poseen la pobreza, la desigualdad y la desorganización social, las
tensiones producidas por el apiñamiento y las relaciones vecinales”28.
Además está probado que no siempre una frustración produce agresión
necesariamente.

A. Reacciones o Respuestas ante la frustración: Sobre tales


consideraciones hay que indicar, que si bien inicialmente se planteó la idea
que la agresión siempre resultaba de la frustración, y que la frustración
siempre estimulaba la agresión al generarse críticas severas, sobre todo a
la asegunda parte de la tesis, el grupo de investigadores partidarios de este
planteamiento modificó esa versión de su “teorema de la frustración-
agresión” sobre todo Millar (1941), quien señaló que la frustración provoca
diversos tipos de reacción, una de las cuales puede ser la agresión.
Las reacciones a la frustración son pues muy variadas, considerándose dos
grupos, según el parecer de algunos autores. En el primero denominado
“reacciones orientadas hacia las tareas”, se incluyen:
a) El ataque y la agresión,

28
Redl y Weinmann. Manual teoría de la teoría de la enseñanza en el trabajo social. 1931

25
b) La huida y la retirada, y
c) Las componendas y las sustituciones.
En el segundo grupo de reacciones de mecanismos de defensa, se
consideras: a) la racionalización, b) la represión, c) la proyección, d)
identificación, entre otras.
B. Orientación o Dirección de la Agresión: Cuando la frustración produce
agresión, dice Peter Heintz, es preciso distinguir entre 1) las frustraciones
cuyas consecuencias agresivas se dirigen hacia el agente frustrador, y 2)
las frustraciones que provocan una agresividad tan fuerte que las
agresiones no tienen aparentemente ningún objetivo racionas, es decir
relacionados con la frustración, orientándose contra terceros.

Respecto al segundo tipo de reacción agresiva se ha desarrollado la


hipótesis del llamado "chivo expiatorio". Sobre todo cuando el agente
frustrador no es una persona sobre la que se pueda descargar la hostilidad
o agresión del sujeto frustrado, dado su poder u otro aspecto que limita la
agresión directa contra él. En estos casos la agresión se puede dirigir
contra un chivo expiatorio, o en otras palabras contra una persona inocente
que no tienen nada que ver con el fenómeno frustrados. Este el
desplazamiento de la agresión se aprecia en el caso de ataques contra
personas indefensas o marginadas, sin que medie motivo alguno, o
también las actividades destructivas que a veces realizan bandas de
jóvenes contra bienes ajenos.
También se consideran situaciones que la agresión se orienta contra sí
mismo, por algunos agentes frustrados. En suma, podemos apreciar que la
agresión se puede dirigir:
a) Contra el agente frustrante,
b) Contra otra persona o algún otro objeto, y
c) Contra sí mismo.
Además según Karl Mackal se pueden distinguir también, entre agresión
directa o física, puede implicar el golpear a una persona, y agresión
indirecta o verbal.
2.4.3. Frustración- Agresión y Nivel de Expectativa: L. Berkowitz (1969),
plantea que si bien la frustración se presenta como resultados del bloqueo

26
o la imposibilidad de llevar a cabo un estado de cosas anticipado y deseado,
se pueden identificar algunas condiciones en que ella se orientaría al
agresión, como las siguientes:

a) si la situación que impide o bloquea el acto no es arbitraria, la frustración


puede no ocurrir, ya que el éxito no era necesariamente esperado.
b) Cuando se espera el éxito y se da un bloqueo arbitrario, ocurrirá la
frustración. En otros términos la esperanza de alcanzar la meta u objetivo
es alto, la frustración será más intensa. Como dice Mischel, la frustración
empeora cuando se ha forjado expectativas y éstas no se alcanzan por que
el proceso queda bloqueado.
En todo caso reiteramos que no se puede hallar una relación directa y
necesaria entre frustración y agresión, sino tan sólo en ciertas
circunstancias y también cuando el fenómeno frustrante se percibe por el
sujeto como algo arbitrario o injusto, y sobre todo ante una alta expectativa
de éxito esperada. Asimismo hay que tener en cuenta la intensidad de la
frustración, y que en casos de respuesta agresiva, éstas pueden ser
también muy disímiles; en todo caso hay que considerar la presencia o
ausencia de inhibidores de las acciones agresivas y hostiles. Al respecto
estudios posteriores de Berkowitz, según señalan Secord y Backman,
indican que estímulos que han llegado a asociarse con la agresión o la
frustración, pueden facilitar la agresión en situaciones frustrantes.

2.4.4. Nivel de Tolerancia a la Frustración y Reacción Agresiva: Otro


aspecto importante de revisar es el nivel de tolerancia a la frustración que
ya fue considerada por Rosenzweig, y que puede ser entendido como el
grado y duración de la tensión que una persona puede soportar, sin sufrir
seria desorganización de la personalidad o alteración emocional. Este nivel
de tolerancia depende de una serie de factores psico-sociales presentes en
el desarrollo del individuo u otros problemas. Esto determina las diferencias
de este nivel de tolerancia entre las personas, e incluso en un mismo sujeto
donde se aprecian variantes en función de las circunstancias y otras
condiciones personales. Especialmente en las conductas agresivas más

27
extremas, como el homicidio, se han hecho algunos estudios vinculados al
nivel de tolerancia a la frustración.
Considerando otros factores concomitantes, Ellis y Gullo, proponen un
punto de vista más integral, al plantear que cierto tipo de homicidios se
explicaría en base a tres factores:

1) En función de la circunstancia frustrante.


2) El contacto repetido del homicida con la persona que se considera
frustrante.
3) La predisposición innata o adquirida de sentir la frustración como algo
intolerable, y que no puede soportarse por mucho tiempo.
2.5. CONDICIONAMIENTO OPERANTE Y DELITO:

Desde las vertientes de las teorías conductuales y reflejo condicionadas se han


planteado diversas explicaciones psciocriminológicas del delito y el
comportamiento antisocial. En estas teorías lo que predomina es el criterio de
explicar la conducta criminal y desviada, no en base a procesos inconscientes o
impulsos preexistentes, sino más bien acentuando el impacto de os factores
psicosociales que vive el sujeto y que van a condicionar su aprendizaje. Además
la corriente pavloviana o reflejo condicionada, trata también de estudiar aparte
de las variables externas, los procesos internos, sobre todo neurofisiológicos,
cuyo exponente es Iván Pavlov, vertiente conocida como modelo de
Condicionamiento Clásico. En parte de esta línea se halla también la tesis de
Hans Eysenck, que ya hemos visto.
Sobre la base de dichas tesis, sobre todo conductistas, se han desarrollado
diversas variantes neoconductistas, destacando sobre todo el condicionamiento
operante impulsado por B.F. Skinner. Debemos recordar que todas estas
corrientes son conocidas también como teorías del aprendizaje, que dan una
explicación del crimen sobre bases más objetivas, aunque quizá parciales en
algunos aspectos.

2.5.1. El Condicionamiento Operante: B.F. Skinner (1904-1990),


siguiendo el modelo conductista y tomando como antecedente la <<Ley del
efecto >> de Thorndike, desarrolló un modelo explicativo del

28
comportamiento que denominó Condicionamiento Operante, teoría que
sirve para explicar una gran variedad de conductas humanas, así como
para desarrollar consecuentemente diversas técnicas para su modificación
y modelamiento. El condicionamiento El condicionamiento clásico maneja
el refuerzo antes de la emisión de la conducta esperada, de tal manera que
asociando previamente un estímulo neutro al refuerzo incondicionado que
estimula la emisión de la conducta, de tal manera que asociando
previamente un estímulo neutro al refuerzo incondicionado que estimula la
emisión de esa conducta, se llega a producir tal comportamiento con la sola
presencia del estímulo neutro que se convierte en estímulo condicionado,
llamándose a la respuestas así producida, reflejo o reacción condicionada.
B. F. Skinner, al desarrollar el condicionamiento operante (1938, 1953,
1959), explica el aprendizaje según otro esquema. En este caso lo que
ocurre primero es la emisión de la conducta, y si seguida de ella se da un
evento reforzante para el sujeto, es probable que dicho comportamiento se
repita y se haga estable o perfeccione, según las contingencias que sigan
a la emisión de la conducta. En base a este modelo se explicarían gran
parte de los actos humanos. Antes de ver al aspecto del modelamiento de
la conducta criminal o antisocial, debemos aclarar otros puntos previos
importantes, como la noción de operante, refuerzo y sus variantes, que son
elementos claves que entran en la tesis de este tipo de condicionamiento:
 La conducta operante: es toda aquella que opera sobre el medio externo,
que lo cambia o afecta. En otros términos, una operante es una variedad
de respuesta (conducta) que surge espontáneamente en ausencia de
cualquier estimulación con la que pueda ser específicamente relacionada.
A su vez el comportamiento operante está determinado por las
consecuencias que le siguen inmediatamente. Las consecuencias de una
conducta operante, que aumentan la probabilidad que se repita se llaman
reforzadores o refuerzos.

 Condicionamiento operante: según algunos psicólogos se entiende que el


condicionamiento operante es un proceso de ejercer control sobre la
conducta de un organismo, por medio de la presentación del refuerzo,
inmediatamente que haya ocurrido la emisión de la conducta operante que
29
se desea condicionar, diferenciándose del condicionamiento respondiente
llamado también “clásico”, porque el refuerzo se presenta antes que ocurra
el comportamiento.

 El refuerzo: puede ser algo comestible, una sonrisa, una palabra de elogio,
una palmada amistosa o cualquier otro evento que aumente la probabilidad
que la conducta operante sea emitida nuevamente. Los reforzadores
pueden ser primarios o secundarios. Los primarios son estímulos que
poseen propiedades reforzantes, porque tienen importancia biológica o
satisfacen una necesidad fisiológica, como el agua, alimento, sexo, etc.
Los Secundarios o condicionados, son estímulos que adquieren la
propiedad reforzante por asociación con refuerzos primarios, y son muy
numerosos. Los estímulos que adquieren propiedad de refuerzo
secundario, están vinculados con la historia de la vida de una personal.
Los refuerzos se pueden diferenciar también desde otro punto de vista en
positivos y negativos. Un refuerzo POSITIVO es descrito como una
variedad de estímulo gratificante, que ocasiona satisfacción o agrado y el
deseo de repetir la conducta emitida; mientras que el refuerzo NEGATIVO
se define como un estímulo desagradable, cuya supresión o retiro después
de la emisión de una conducta, aumenta o intensifica la repetición de dicho
comportamiento.
Según la frecuencia de presentación se distingue entre refuerzo continuo
y refuerzo intermitente. Asimismo, en todo caso un reforzador debe
presentarse inmediatamente después de emitida la conducta operante, en
caso contrario no tendrá efecto reforzante.

2.5.2. Delito y condicionamiento operante: Si bien es cierto que Skinner


no efectuó un estudio de la delincuencia en base al modelo del
condicionamiento operante, sin embargo realizó algunos trabajos
experimentales sobre el comportamiento agresivo en animales, cuya
generalización al campo humano, con las limitaciones respectivas, sirven
para explicar en parte la conducta criminal y antisocial. Ello se puede
deducir de otros estudios sobre la agresión así como de las experiencias

30
sobre el tratamiento de conductas delictivas, siguiendo el paradigma de la
conducta operante y algunas otras variantes. Al respecto, Emilio Ribes
Iñesta dice que existen “casos de condicionamiento respondiente de la
agresión, en que estímulos previamente neutrales han adquirido la
capacidad funcional de evocar el tipo de comportamiento. Pero los
aspectos experimentales más interesantes de la agresión son los que
resultan, de los procedimientos de condicionamiento operante”.
Roger Ulrico plantea también que en términos generales, bajo el modelo
operante se puede explicar la conducta agresiva. Afirma al respecto: “Mi
propio enfoque es el del análisis conductual. Conceptuó la agresión
principalmente en función de los estímulos que controlan su tasa de
ocurrencia”, y que las instituciones sociales refuerzan de muchas maneras
la agresión. Pone el ejemplo, que si una máquina vendedora de dulces no
da el dulce luego de ponerse la moneda, la persona puede ensayar
pateando a la máquina, y si por alguna razón, obtiene así el dulce o la
moneda, la próxima vez que una máquina le “engañe”, probablemente
tratará de patearla. Esto también es una muestra de cómo los seres
humanos aprenden a agredir. J.D. Keehn considera que el “análisis
experimental de la agresión ha comenzado a aislar las condiciones
ambientales responsables del establecimiento y manutención tanto de la
agresión especificada por programa como de la inducida por éste, y la larga
servirá para someter estas conductas al control social benigno”
Emilio Ribes, glosando el punto de vista de Harold Cohen, considera que
la conducta delictuosa está determinada por un doble juego de elementos,
ambiental-social.
 El primero consiste en el reforzamiento intermitente que recibe la
conducta delictuosa, al ser afortunado en la mayoría de casos que se
comete un hecho punible, por lo que la proporción de refuerzos respecto a
no refuerzos del acto criminal es muy alto, lo que explicaría el
mantenimiento prolongado de la conducta antisocial.

 El segundo se refiere al hecho de que la comunidad establece


consecuencias aversivas demoradas sobre la conducta delictuosa, que no

31
llegan a tener eficacia y que provocan conductas de evitación por parte del
delincuente de las formas de gratificación social.

De ellos se deduce que la génesis directa de la conducta delictuosa se


halla entonces en la incapacidad de la sociedad para procurar
contingencias adecuadas que promuevan el desarrollo de repertorios
pertinentes en todos los miembros de la comunidad.
En base a tales puntos de vista, considera que los Ambientes Prostéticos
o instituciones donde se manejan contingencias positivas para el desarrollo
de conductas socializadas, que si bien pueden implementarse en cárceles
y centros de reeducación, pero si no se hace nada por la ampliación de sus
objetivos al medio natural de los delincuentes, podrían convertir al
programa en un simple proyecto de demostración y no de rehabilitación. Lo
importante es también lograr una generalización a circunstancias distintas.
Plantea asimismo que otro procedimiento para enfrentar el problema
delictivo sería de carácter preventivo, buscando la reestructuración o
cambio radical del medio social que genera la conducta criminal, lo que es
difícil por la resistencia al respecto de los organismos oficiales.
2.6. TEORÍA DEL APRENDIZAJE SOCIAL O IMITACIÓN SOCIAL:

El aprendizaje social o imitativo, o de modelamiento, ha tratado de ser explicado


por diversas concepciones teóricas. Entre ellas Holt siguió el modelo del
condicionamiento clásico y asociativo; Millar y Dollard consideraron que la
imitación se produce cuando se da un refuerzo positivo. Por su parte Albert
Bandura (Bandura y Walter, 1963; Bandura, 1965, 1969,1973), plantea que
muchas formas de comportamiento humano y entre ellas la violenta y agresiva,
en sus diferentes manifestaciones, se adquieren por la imitación de modelos
observados o por experiencias ejecutadas directamente.

Según A. Bandura, el aprendizaje social brinda una teoría general que pretende
ser lo bastante amplia como para abarcar las condiciones que regulan todas las
facetas de la agresión, sea individual o colectiva y sancionada personal o
institucionalmente. Afirma que los seres humanos no nacen con repertorios
prefabricados de conducta agresiva; deben aprenderlas de una u otra manera.

32
Las personas pueden adquirir estilos agresivos de conducta, ya sea por
observación de modelos agresivos o por la experiencia directa del combate.

2.6.1. Aprendizaje de la agresión por observación: Para bandura hay dos


formas de aprendizaje de la agresión , una por observación de modelos
, y otra por experiencia directa . El autor plantea que las conductas
mostradas por las personas son aprendidas muchas veces por
observación o imitación, sea deliberada o inadvertidamente, a través de
las influencias del ejemplo. Como anota feldman, el aprendizaje
observacional se relaciona con las respuestas que se adquieren sin
reforzamiento directo alguno para el adquiriente .En cambio, este observa
el comportamiento de otra persona denominada modelo

A. Proceso Del Aprendizaje Observacional: Bandura (1969) formulo la tesis


de la mediación –contiguidad o de la contiguidad mediacional para explicar
lo que llamo también “aprendizaje sin intentos “o “intentos
observacionales”, como efecto de los modelos sobre la conducta del
observador. Al respecto esta tesis plantea:

1) Un gradiente de contiguidad, entre la conducta del modelo y la


percepción del sujeto observador, como condición necesaria para
el aprendizaje vicario o
por imitación, aunque no totalmente suficiente.

2) Proceso atencionales .teniendo en cuenta que si bien el grandiente


de contiguidad es una condición necesaria pero no suficiente,
Bandura considera importante para el aprendizaje por observación, otros
procesos, y entre ellos la atención de los rasgos esenciales de la conducta
ejecutada por el paradigma .En realidad el proceso atencional es sustancial
en todo tipo de aprendizaje .feldman agrega que estos procesos de
atención requieren de la exposición a un modelo, la selección de una
conducta relacionada u su percepción exacta.

33
3) Procesos de retención adecuada del comportamiento observado. En
este proceso tiene un papel importante la función de codificación simbólica
y la seriación espacio-temporal de los inputs que llegan al observador.

4) Sistemas de mediación, según Feldman la retención efectiva


requiere que el recuerdo de la conducta modelada sea transformado en
símbolos verbales y visuales. Tales símbolos o sistemas de mediación
actúan en intima Colaboración:

a) El sistema medicional imaginativo, que opera a través de un proceso de


condicionamiento sensorial .Plantea que durante la exposición ante un
modelo, los estímulos originan respuestas perceptivas en el observador, y
nuevamente por contigüidad estas respuestas vienen secuencialmente
asociadas y son integradas a un nivel central, de tal manera que tras
sucesivas presentaciones, un estimulo dado adquiere la capacidad de
evocar imágenes. Esta activación puede darse no solo ante la presencia
física de los estímulos, sino ante la manera evocación imaginativa de uno
de ellos.

b) El sistema de mediación verbal .se trata de una mediación lingüística en


los seres humanos, en que la codificación lingüística de los hechos
observados posibilita un mayor poder de generalización de respuestas.
Se ha comprobado que una alta capacidad de codificación verbal,
lleva aparejada una mejor retención y consecuentemente una mayor
posibilidad de presentar conductas imitativas.

5) Procesos motivacionles .que permiten la manifestación de un


aprendizaje en una ejecución efectiva

6) Mecanismo de producción motora: la ejecución de la conducta por el


observador, se halla dirigida por los indicios de la mediación
representacional que ya posee el propio observador.

34
B. FUENTES DE LA CONDUCTA AGRESIVA: Bandura considero varias
fuentes importantes para el aprendizaje de este comportamiento por
imitación .Al respecto señaló que la sociedad tiene tres funciones
fundamentales:

1) Las influencias familiares: Las fuentes mas importantes de la


agresión modelada serian los integrantes de la familia; los estudios sobre
todo los jóvenes antisociales, han mostrado esta alta incidencias .Asimismo
este influjo de la violencia familiar se produce mediante los estilos de
comportamiento violento de los adultos sobre los niños .Sin embargo, el
modelo familiar no siempre se expresa en conductas agresivas o violencias
explicitas. Es también en el aspecto da la practica disciplinaria donde los
niños adquieren los modelos mas vividos de sus padres para influir en la
conducta de los demás. Los padres que propician los métodos de
denominación agresiva tienen hijos que tienden a valerse de tácticas
agresivas semejantes para controlar la conducta de sus compañeros.

2) Las Influencias Subculturales: Se ha estudiado bastante como el


medio subcultural, en el que se desenvuelve una persona ,influye también
la modelación de su comportamiento .no es nada sorprendente que las
tasas mas elevadas de conducta agresiva se encuentran en medios
sociales donde abundan modelos agresivos y en donde se considera que
la agresividad es un atributo muy valioso.

3) Modelamiento Simbólico: Además del aprendizaje social de la agresión


por observación casual y directa de modelos de la vida real o también
transmitidos a través de palabras e imágenes ,existe una tercera fuente
que se denomina por Bandura Modelamiento Simbólico , que proviene o es
proporcionado por los medios de comunicación de masas ,y entre ellos
sobre todo la televisión ,por su difusión en la mayoría de hogares y por la
forma vivida que presentan las imágenes .Bandura considera que el
modelamiento simbólico es mas notable en la propagación de la agresión
colectiva

35
2.6.2. Aprendizaje Por Experiencia Directa: Bandura plantea que la
agresión es modelada principalmente por el ejemplo ,aunque también
puede ser adquirida por una forma mas rudimentaria ,que se basa en
recompensar y castigar las consecuencias de una ejecución, mediante el
refuerzo diferencial .Cita estudios de Patterson, Littman y Bricker(1961),en
la que niños pasivos fueron convertidos en agresivos Menores que al luchar
con otros ,de los cuales eran victimas, si lograban contraataques
victoriosos, cuando los oponentes no eran tan hábiles incrementaron la
eficacia de luchar a la defensiva y luego iniciativa en el ataque .Debemos
anotar que el aprendizaje por experiencia directa ,seria una variante del
condicionamiento operan desarrollado por Skinner. Además bandura
enfatiza, sin embargo, que los estilos de agresión son aprendidos
fundamentalmente por la observación o imitación y posteriormente
perfeccionados a través de la práctica reforzada De todo lo señalado es
importante considerar lo que Bandura afirma, y es que en la teoría del
aprendizaje social se distingue entre adquisición de conductas con
potenciales destructivas y lesivos y los factores que determinan si una
persona ejecutara o no lo aprendido .Esta distinción es muy importante por
que no todo lo que se prende se realiza .Las personas pueden adquirir,
retener y poseer la capacidad para actuar agresivamente ,pero tal
aprendizaje rara vez se expresaran si la conducta no tiene valor funcional
para ellas o si están sancionadas de manera negativa. Si en lo futuro llegan
a presentarse los móviles adecuados, los individuos podrán en práctica lo
que han aprendido.

2.6.3. Instigadores Y Reforzadores De La Agresión: Dentro de esta


concepción se considera también importante el papel de los instigadores y
los reforzados de la conducta agresiva.

A. Instigadores De La Agresión: Si bien la conducta se adquiere sobre


la base de la observación y/o la experiencia directa ,existen además una
serie de estímulos o móviles que instigan su activación o canalización
efectiva .Al respecto se consideran los siguientes:

36
1) Influencia del modelamiento: Este estimulo instigador se da en el hecho
de que existen otras personas que ejecutan esas formas de
comportamiento agresivo .Esta influencia instigadora del modelamiento
que activa la conducta puede darse a través de cuatro procesos: por la
función discriminatoria función desinhibitoria, activación emocional ,e
intensificación del estimulo.

2) Tratamiento Aversivo: teniendo en cuenta que diferentes formas de


estimulación aversiva originan efectos conductuales distintos, se ha visto
en el aprendizaje social que la conducta agresiva puede relacionarse con
diferentes clases de antecedentes aversivos:

 Los ataques físicos pueden provocar contraataques, en este caso la


respuesta agresiva puede desalentarse el ataque inicial; también interviene
como reforzante la reducción del color consecuente.

 Amenazas e insultos verbales pueden precipitar reacciones de violencia


, sobre todo las afrentas que humillan y amenazan la reputación y el status
viril.
-Reducciones adversas del nivel de reforzamiento .significa que situaciones
aversivas de la vida pueden provocar que algunas personas emprendan
acciones agresivas.
-Obstaculización de la conducta dirigida a una meta, esto es la frustración

3) Móviles de incentivos: Se considera que el logro o recompensa esperada


del acto a efectuar motiva la conducta agresiva.

4) Control Instruccional: Cuando la conducta agresiva esta indicada por


ordenes de Autoridad.
5) Control ilusorio o simbólico: se tratarían realmente de situaciones
patológicas, en la que el sujeto tiene creencias ilusorias que la empujan
a realizar actos violentos.

B Reforzadores De La Agresión: (condiciones de mantenimiento). Se


37
Distinguen varias formas de control del reforzamiento
1) Reforzamiento externo directo:
-Recompensas tangibles luego del comportamiento agresivo.
-Recompensas sociales y de status a consecuencias de la conducta
Agresiva
-Mitigación del tratamiento aversivo, que puede lograrse mediante
Acciones agresivas o violentas.
-Expresiones de danos. Supone que la conducta agresiva es reforzada por
los signos de sufrimiento que manifiesta la victima.

2) Reforzamiento vicario: La gente observa constantemente la conducta


de los demás sus correspondientes recompensas y castigos, tales
resultados influyen en el comportamiento del sujeto. Las personas se
benefician pues, con los éxitos y los errores de los demás, lo mismo que
con sus propias experiencias.

3) Autorreforzamiento: Además de los elementos reforzantes externos, el


ser humano puede regular en alguna medida sus propias conductas por la
consecuencia producida por ellos mismos .La autorrecompensa por la
agresión se da en casos que la persona valore la conducta agresiva en
forma especial, como una fuente de orgullo personal .En consecuencia la
ejecución de un comportamiento agresivo será autorreforzante.
2.7. EL MODELO DE APRENDIZAJE SOCIAL SEGÚN P. FELDMAN:

En los trabajos Desarrollados por philip feldman, como criminal behavior: a


Pychological Análisis (1977),y otro en obra conjunta (1980),plantea un punto de
vista integral para la comprensión o interpretación del comportamiento criminal
,considerando básicamente tres grandes variables, las mismas que en una u otra
forma habían sido ya desarrolladas por estudios anteriores .El autor señala que
en la explicación o interpretación del delito, el aprendizaje ,las predisposiciones
de base genética y la identificación social tienen todos un efecto importante ,ellos
son complementarios ,no mutuamente excluyentes.

38
a) Las variables del aprendizaje, en las que ya se consideran los aportes del
condicionamiento clásico, el instrumental u operante, la imitación u
observacional entre otros. Se plantea que se aprende a delinquir como a no
delinquir, afirmación que proviene de las teorías del aprendizaje, en la que es
importante social.

b) Una variable genética, tomando en cuenta la predisposición individual,


siguiendo
Básicamente la tesis de Eysenck.

c) La reacción social o identificación, que influyen en la calificación de la


conducta Delictuosa, así como en su conservación .Para feldman esta
variable señala la función importante de las reacciones sociales de los que están
en posiciones de poder en los sistemas de vigilancia del cumplimiento de la ley
y penitenciaria, para sostener, y quizá reforzar, la conducta delictuosa desde
nuestra perspectiva constituye una visión bio-psico-social, que preferimos llamar
Socio-psico-biología desde nuestros primeros trabajos de 1966, aunque no
creemos hallar en la variable biología una predisposición sino un factor
contribuyente.

III. FUNDAMENTOS PSICOPATOLÓGICOS DE LA CONDUCTA


DELICTIVA:
3.1. Enfermedad Mental, Trastornos Mentales Y Criminalidad
a) La anormalidad del crimen: La sociedad siempre alarmada y perpleja por el
crimen, ha atribuido a menudo a este a supuesto anomalías mentales del autor.
Una vez, por le influencia de concepciones mágicas y primitivas, que hacen del
criminal un verdadero endemoniado, un maldito. Otras, mediante el proceso de
generalizar indebidamente patologías que, en efecto, se detectaron en le
población reclusa. Otras, en fin, si mas argumento que la suposición ingenua o
prepotente de que solo el individuo anormal puede atreverse a cuestionar un
orden social perfecto. El resultado último, en cualquier caso es inevitablemente
el mismo: se equiparan los conceptos “conductas acorde con la norma” (en
sentido sociológico-jurídico) y normalidad y a su vez normalidad y salud. Dicho
razonamiento, como es lógico, conduce a identificar, también “conductas

39
desviadas y anomalías” y “enfermedad”. Con lo que u la categoría enfermedad
s confundida con exigencias derivadas de “deber ser” que encuentran su
expresión en normas legales.
Solo a partir del siglo XIX se empieza a distinguir entre delincuente y enfermo
mental, y es contemplado este último como cualquier otro enfermo. Dicho
proceso de diferenciación, en todo caso, moral, sustentado por PRICHARD
DESPINE (1835) y otros, y las investigaciones NICOLSON, tratando de verificar
la tendencia a la locura del delincuente.
Es positivismo criminológico sustituirá la teoría de la “locura mental” por la de la
personalidad criminal, es decir por la hipótesis en que existe un conjunto de
rasgos, una personalidad, específicamente criminal, un entramado o estructura
psicología delictiva.
Dicha suposición, desde luego, destacaba la insuficiencia de las teorías
biológicas y sociológicas en el momento de explicar la etiología del crimen. Pero
el éxito inicial de la teoría de la personalidad criminal que recibe en su plena
coherencia con dos de los postulados del positivismo criminológico: el principio
de diversidad del delincuente (seria, desde un punto de vista cualitativo, distinto,
diferente de los demás ciudadanos “normales” que cumplen a las leyes), y la
necesidad de aislar, mensurar y cuantificar aquellos factores patológicos que
inciden de modos causal de individuo y le determinan al delito.
Pero, en todo, caso, tantos las viejas concepciones denomínales, como la teoría
d la locura mental o personalidad criminal, son escalones de un razonamiento
cuya premisa es le rechazo de la normalidad mima del crimen y de su
protagonista. La necesidad de demostrar que el delincuente es desde un punto
de vista psicológico, anímico, distinto del individuo “normal”; y que, precisamente
por ello delinque: porque es anormal.

b) La Psiquiatría: En cuanto a ciencia que se ocupa de los psíquicamente


anormales es, sin duda, la disciplina mejor predispuesta a explicar el
comportamiento delictivo como producto o expresión de patologías del
psiquismo humano. Sería erróneo suponer sin embargo, existe una teoría
psiquiatrita explicativa de la criminalidad, una teoría generalizadora compartida
por las comunes opinó. Como se vera no puede afirmarse que todo
comportamiento criminal tenga una base psicopatológica, ni se ha podido

40
demostrar siquiera una correlación inequivocaza entre enfermedad o trastorno
mental y delito. Hoy no cabe mantener que el delincuente sea un loco o que la
locura genera necesariamente criminalidad; tampoco y por las mismas razones
la tesis contraria: la normalidad del delincuente, porque las todas las
generalizaciones, carente de respaldo empírico, don falsas. Más bien, había que
reconocer que nuestra información es aun deficitaria; que contamos con serios
obstáculos metodológicos para formular conclusiones el respecto; y que es
necesario relativizar la confianza depositada en el saber empírico, cuando se
pretende establecer cierto tipo de relación entre perturbaciones psíquicas y
conductas desviadas.

c) Los Conceptos de Salud Mental y Enfermedad Mental: La primera


dificultad reside en la propia noción de “enfermedad” o “trastorno” mental, que
dista mucho de ser pacífica, como sucede también con su reverso: el concepto
de salud, de normalidad mental.
Si en el campo de la medicina somática tales definiciones suscitan problemas,
más aun en el de la psiquiatría. Las fronteras entre la salud y la enfermedad, la
normalidad y anormalidad son, en buena medida, circunstanciales, relativas,
cambiantes. Ello se debe ante todo a que la propia idea de normalidad psíquica
puede merecer muy diversas acepciones: la media (ausencia de síntomas), la
estadística (salud promedio) la psicodinámica (equilibrio de aparato intrasíquico),
la subjetiva (valoración y percepción de la propia salud), la procesal
(contemplación longitudinal del devenir vital), forense (valoración judicial) etc.
Pero también la inevitable influencia del contexto socio- cultural a, los estándares
normativos derivados de valores culturales, históricos. Ni si quiera categorías
psiquiatritas aparentemente pacíficas, como la esquizofrenia puedes sustraerse
tal contexto. Por último, el etiquetamiento de una persona como “enfermo mental”
es inseparable de ciertos procesos sociales de interacción, que tienen su
dinámica propia y no siempre se guían por el criterio objetivo del merecimiento
del autor o características intrínsecas de su conducta esto es, la reacción social
constituye una importante variable en los proceso de definición y selección de
dichos individuos “enfermos mentales”

41
d) Psicopatía, Sicopatología y anti socialidad: Desde que en 1986 definiera
KRAEPELIN la personalidad psicopatita, la doctrina psiquiatrita a tratado de
verificar la relación existente entre ciertas anomalías o trastornos psíquicos y el
comportamiento delictivo. La psicopatía, en este sentido ha polarizado desde
entonces la discusión científica, convirtiéndose en el eje de la polémica.
Pero tampoco hay consenso a algún entorno al concepto de psicopatía ni por
tanto, a la eventual relevancia criminó gena de esta o su correlación con el delito.
Con razón se ha dicho que no existes “el” psicópata, ni dos psicópatas iguales.
El número de heterogeneidad de las “personalidades psicopatitas” elaborada por
la doctrina científica, la etiológica muy diversa que esta atribuye a tales
patologías y las características y comportamiento y peculiaridades de las
distintas clasificaciones describen, demuestran la complejidad del problemas
En la actualidad psicopatía, sociopatia y personalidad antisocial se utilizan como
conceptos sinónimos, mereciendo amplio conocimiento la definición que ofrece
el DSN (Diagnostic and Statistical Manual Of. Mental Didorders), de la
Asociación Americana en Psiquiatría.

En este sentido, CRAFT, después de revisar el desarrollo del concepto de


“psicopatía”, ha concluido que existen dos rasgos distintivos de la personalidad
psicopatita (primario): una incapacidad de responder emocionalmente en
situaciones en las que se esperaría una respuesta tratándose de un individuo
normal, y una irresistible tendencia a actuar impulsivamente. De tales
características primarias se derivarían a otras secundarias: agresividad,
ausencia, resentimiento de culpa, imposibilidad de ser influido por l castigo por
consecuencia haber ibas del comportamiento antisocial y una falta de motivación
o pulsión positiva.
Según esta, por otra parte existe una correlación indiscutible entre psicopatía y
delincuencia, empíricamente constatada. Pues aun cuando la investigación
hasta ahora realizada debe completarse con un más matizado factorial, la
imagen de un prototipo de delincuente mal socializado, extravertido, neurótico e
impulsivo goza de gran predicamento, así como la hipótesis de que los
psicópatas representan, en términos cuantitativos el sub. Grupo más importante
total de la población criminal.

42
La Posterior Evolución De La Doctrina Psiquiatrita No Ha Contribuido A Clarificar
Significativamente El Concepto De Psicopatía:
 Di Tulio (1967), que se sitúa en este ámbito de la
Patología psicológica, distinguía tres tipos de psicópatas con relevancia penal:
ciertos hipertimicos, los hábiles, y los histriónicos.
SCHNEIDER, consideraba personalidades psicopáticas,
Según una famosa formula, aquellas que sufren por su anormalidad o hacen
sufrir a la sociedad por culpa de su inadaptación. Una definición ambigua e
imprecisa obligaría al autor a descubrir hasta diez tipos de personalidades de
personalidades psicopáticas: hipertimicos, deprimidos, miedosos, fanáticos,
vanidosos, lábiles de humor, explosivos, fríos, abúlicos y asténicos
 Una tipología semejantes, falta de sistemática, es la
Introducida por CATALANO y CERQUE TELLI (1953) que distinguen doce tipos
de psicópatas: hipertimicos, deprimidos, labiles de humor, anacasticos,
inquietos, asténicos, histriónicos, fanáticos, inestables, crueles, extraños e hipo
evolucionados, o la de KHAN (1969), quien se refiere a tres tipos de psicópatas:
psicópatas de instinto (impulso y proclives a una reacción violenta), del
temperamento y del carácter.
Se comprende, por ello, que el termino, “psicopatía” haya sido objeto de suerte
de críticas, y que la investigación sobre personalidades psicopaticas a cuyos
resultados se hará referencia después.
Existen tan variadas descripciones de esta entidad nomológica, que obviamente
una misma persona puede devenir psicópatas, según la teoría o clasificación que
se utilice, o que el psiquiatra aplique. De hecho como advierte CLECKLEY, en la
praxis clínica suele utilizarse una aceptación tan laxa que realmente cualquier
criminal podría ser reputado “psicópata”. Proceder censurable, ya que, según
resalta el propio CLECKLEY, ni la mayoría de los psicópatas. Las topologías
resultan, a veces, tan ambiguas que asignan a la personalidad psicopatita del
delincuente unos “rasgo” que en puridad, no parecen primitivos de éste, sino
comportamientos por otras muchas personalidades no criminales.
Una de objeción apunta a la escasa fiabilidad de los resultados obtenidos por las
investigaciones realizadas en la población reclusa y los errores de predicción
sobre el comportamiento de psicópatas. La tercera crítica, fundamentalmente
ideológica, reitera un argumento ya expuesto: la “enajenación mental” es una
43
mera definición social y los psiquiatras como afirman “agentes conservadores
del control social”
Muchas de las investigaciones empíricas dirigidas a comprobar las correlaciones
existentes entre determinadas anomalías psíquicas y el comportamiento
criminal; sus resultados, equívocos, desconcertantes e incluso contradictorios,
dan pie a toda suerte de interpretaciones y teorías.
Para una valorización correcta de aquellos, parece necesario distinguir los
estudios realizados de anomalías y perturbaciones psíquicas en la población
reclusa más en la femenina que en la masculina; índices que oscilarían, según
las diversas tesis, entre un 10 por 100 un tercio del total de la misma, si bien muy
pocos son los paciente que ingresan a los hospitales psiquiátricos procedentes
de los establecimientos penitenciarios, o de los tribunales de justicia. Los
problemático es la interpretación de tales datos.
En cuanto a la indecencia de la psicopatía en la población carcelaria, los
investigadores ofrecen porcentajes muy dispares, aunque no es posible
comparar estos por tratarse de nuestras homogéneas y de técnicas de
investigación también distintas.
Sería erróneo, sin embargo, inferir d estos datos obtenidos de la población
reclusa resultados concluyentes sobre la incidencia de ciertas patologías
psíquicas en la conducta delictiva. Por muchos y diversos motivos, abstracción
hecha de la escasa homogeneidad de los estudios mismos y de sus reiteradas
contradicciones.
Ante todo, no procede identificarse no procede a identificarse los términos
reclusos y delincuente, como hacen por rigor quienes explotan a la población
criminal no institucionalizada de los datos extraídos de la población reclusa. Se
olvida de la primera y que la mera institucionalizada del infractor (proceso,
sentencia, condena) condiciona decisivamente todo diagnostico objetivo sobre
su psiquismo, al potenciar eventualmente anomalías preexistentes y crear, sin
duda, otras nuevas. Por ello, en parte, no puedo sorprender sobremanera los
porcentajes de trastornos mentales que surgieron algunas investigaciones
carcelarias. Nada tiene de extraño, aunque precisamente por esta razón
tampoco demuestren nada, los elevados índices de oligofrénica halladazos en la
misma suelen citarse como ejemplo para diga matico al respecto.

44
Por otra parte, estas investigaciones sobre la población reclusa se han llevado a
cabo sin el contraste del correspondiente grupo de control; y carecemos, desde
luego, de información fiable respecto al impacto de unas y otra anomalías
psíquicas en la población general. De modo que no parece aventurara hasta qué
punto puede aguantas tales patologías una correlación especifica con la
conducta delictiva o con otros factores, pero no privativos a ella.
Así, SCHUESSLER y CRESSEY, en un informe de 1950 que evalúa los trabajos
realizados durante 25 años en los EE.UU. sobre la base de test objetivos de
personalidad en delincuentes se asocie a determinados rasgos de la
personalidad, porque las diferencias observadas entre los dos grupos carencia
de relevancia necesariamente para fundamentar tal correlación estadística
Parecida es la tesis del matrimonio GLUECK, después de comparar dos grupos
homogéneos de 500 delincuentes y no delincuentes, ponderando no solo
aspectos cualitativos ni dinámicos de las inteligencias, sino también la extensión
y naturaleza de patologías psíquicas de acuerdo con el test Rorschach. Las
analogías entre los dos grupos fueron más acusadas que las diferencias.
Se compararon dos grupos homogéneos de criminales y no criminales, a
menudo se halla diferencias considerables en diversas escalas; sin embargo, el
porcentaje medio de tales diferencias no suelen ser significativo.
Por el contrario un conocido estudio de seguimiento de GUZE, GOODWIN Y
CRANE, publicado en 1969, encontró que la sociopatía, el alcoholismo y la
drogodependencia son tres datos solidamente unidos y asociados a la conducta
delictiva.
En el momento de una valoración definitiva y conjunta de los materiales
acumulados, parece necesario excluir las dos tesis extremas. Ni se puede
sostener que le delito sea consecuencia directa de la enfermedad mental o
trastornos psíquicos identificación arcaica hoy superada, ni consta o cabe
verificar los contrario: que le delincuente sea, desde un punto de vista psíquico
tan estable y normal como el resto de la población no criminal, e, incluso, el
porcentaje de enfermos mentales en la población carcelaria muy inferior al de
tales patologías en la población general. A caso procede reconocer con H.
WILLIAMS que, salvo a excepciones determinadas, la conexión de la
enfermedad mental y el crimen es muy reducida. La sicopatología criminal, por
ello, a de esforzarse de poner en manifiesto tales correlacione con una

45
metodología diferenciadora no generalizadora. Y, en este sentido, tal vez solo
pueda mantener en cierto grado de certeza que cierto tipo de trastorno psíquico
se hallan asociados significativamente con ciertos tipos de comportamientos
delictivos.
En tales términos se plantea, en efecto, el problema: no si “el” delincuente es
una persona “normal”, desde el punto de vista psíquico, o si “la” enfermedad
mental influye o no en “el” crimen; si no la conexión que puede existir entre “las”
distintas patologías con sus muy diversas modalidades y con concretas
manifestaciones delictivas
Sabemos, sin duda, mucho más sobre las enfermedades y trastornos mentales,
desde un punto de vista psicopatológico y clínico; pero no sabemos tanto sobre
las relaciones especifica que puede existir entre cada una de esta entidades y
concretos comportamientos criminales.
Probablemente, porque, como apunta GOPPINGER, los progresos de las
disciplinas médicas y fines que se ocupan del hombre nos han permitido ampliar
el saber sobre este, aportando una multitud de conocimientos nuevos en torno a
posibles proceso reguladores y conexiones funcionales de su organismo; pero,
al mismo tiempo, numerosas hipótesis hasta entonces seguras e in
controvertidas, quedaron relativizadas o desmentidas en virtud de ese mismo
progreso.
En todo caso, conviene reiterar una vez más que la competencia de aquellas
disciplinas (psicopatológicas y psiquiatritas) se circunscriben a los proceso
mentales patológicos, al delincuente enfermo. Hipótesis que, según la comunes
opino, debe entenderse estadísticamente poco significativa si ponderamos el
total de la población criminal. La sociedad tiene la delincuente enfermo más por
impresibilidad propia del individuo sicótico que por las transen decía o gravedad
de sus actos, pero en términos cuantitativos, el delincuente sicótico representa
un porcentaje muy reducido de la población criminal total, muy inferior de lo que
pudiera parecerse. Ficciones estadísticas como la del delincuente medio, acaso
carezcan hoy de especial interés no obstante, i como punto de partida la
experiencia parece demostrar que los infractores de la ley son
sorprendentemente normales, desde un punto de vista psíquico: el problema, a
menudo, consiste no en que determinados individuos se hallen mal compuesto

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inadaptados, sino en que se encuentre bien dispuesto y adaptados a la vida y a
los valores criminales.
3.2. Psicopatología criminal/ psiquiatría criminal
La psicopatología criminal estudia la relación existente entre el crimen y los
trastornos psicológicos. El vínculo que tienen estos dos términos cuenta con una
larga historia, se remonta al inicio de la psicología como ciencia. Su relación ha
sido controvertida debido a las diferentes características patológicas de la
persona que cometía el crimen, no obstante, en la actualidad, parece haber
mayor consenso. Los trastornos psicológicos que más se suelen relacionar con
el crimen son: el Negativista Desafiante, el Explosivo intermitente, el de
Conducta, el de Personalidad Antisocial y algunas Parafilias. Sin embargo, el
psicópata es considerado por la criminología como el actor de los crímenes más
crueles y presenta unas características definitorias más allá del Trastorno de la
Personalidad Antisocial, aunque en los manuales de psiquiatría no se diferencia.
3.3. Definición del término
Atendiendo al término en sus partes, entendemos por psicopatología el estudio
científico de las enfermedades mentales o trastornos psicológicos, y por criminal
algo relativo al crimen. Por consiguiente, la psicopatología criminal es el estudio
de los trastornos psicológicos que guardan relación con las conductas criminales
o delitos voluntarios graves.
3.4. Evolución histórica de la psicopatología criminal
La historia entre la relación de trastorno psicológico y crimen cuenta con más de
200 años de antigüedad. Fue el psiquiatra francés Pinel quien en 1801 publicó
un tratado médico sobre la “Alienation Mentale” o manía sin delirio donde
consideraba a los criminales como personas sin moralidad, llevando a cabo
acciones cargadas de ira y sin sentimientos de culpabilidad (Pozueco, 2011),
diferenciándose de sus precedentes al no considerar la baja inteligencia su
causa. Pero la psicopatología criminal tiene como principal antecesor a
Lombroso (1835-1909), quien consideraba a los criminales como personas cuya
personalidad les llevaba a delinquir, caracterizándose por una morfología y unos
trastornos psiquiátricos definidos (Millon, 2009).
En 1896, Kraepelin definió la “personalidad psicopática” como la conexión
existente entre trastorno psicológico y crimen, aunque sin un consenso en los
rasgos de las personalidades psicopáticas (García-Pablos, 2003). Fue en 1903,

47
cuando Kraepelin en su obra “Psychiatrie: Ein Lehrbucha” comenzó a hablar de
los “estados psicopáticos” y de las “personalidades psicopáticas”, diferenciando
a los psicópatas de las personas con “manía sin delirio” recluidas en los
manicomios. Además, apuntó que las personalidades psicopáticas no siempre
circunscribían al mundo del crimen (Pozueco, 2011). La obra “Die
Psychopathischen Personlichkeiten” de Schneider en 1923, discípulo de
Kraepelin, fue uno de los postulados más influyentes de la psiquiatría, tanto de
la American Psychiatry Association (APA) como de la Organización Mundial de
la Salud (OMS) (Pozuelo, 2011).
Schneider definió diez tipos de personalidades psicopáticas y cada una contaba
con variantes o subtipos en los cuáles se apuntaba la prevalencia atendiendo al
sexo, la edad y la herencia, así como a su diagnóstico diferencial. Los diez tipos
psicopáticos de Schneider son: hipertímicos, depresivos, inseguros de sí
mismos, fanáticos, necesitados de estimación, lábiles, explosivos, desalmados,
abúlicos y asténicos. Esta tipología es semejante a la que en la actualidad recoge
el DSM-V de la APA en sus Trastornos de la Personalidad. Atendiendo a la
psicopatología de la personalidad que más se asocia al crimen y al concepto de
psicópata en la actualidad, Schneider lo recogió en su tipo desalmado,
caracterizado por un embotamiento afectivo, fundamentalmente hacia otras
personas, carente de compasión y arrepentimiento, es decir, de todo aquello
relacionado con la conciencia moral, el “enemigo de la sociedad” (Pinilla, 1945).
Schneider también resaltó lo ya apuntado por su antecesor, es decir, los
psicópatas también están fuera de los manicomios o centros penitenciarios
(Pozueco, 2011). Fueron Kraepelin y Schneider quienes enmarcaron a la
psicopatía o al psicópata dentro de la psicopatología.
Cleckley en 1941 en su obra “The Mask oj Sanity” resaltó la ausencia de
manifestaciones psicopatológicas de la psicopatía (Pozueco, 2011). Este autor
puso el foco de atención en la ausencia de respuestas afectivas hacia los demás,
las cuales explicarían su respuesta antisocial. Cleckley describió al psicópata
como aquella persona cuyo pensamiento lógico funciona perfectamente; sin
embargo no es capaz de guiar su comportamiento. El psicópata muestra
indiferencia hacia los valores personales y no hay nada que le pueda hacer
comprender algo relacionado sobre ello (Cleckeley, 1941 en Pozueco, 2011). La
discrepancia encontrada por Cleckley entre el discurso verbal y los actos de los

48
psicópatas le llevó a postular que podría existir una anomalía profunda para dar
respuesta a dicha discrepancia. Los estudios psicológicos de investigación que
se llevaron a cabo se fueron realizados con muestras amplias de delincuentes
comunes. Este hecho ha creado una amplia confusión que continúa hoy en día,
pues la mayoría de presos son diagnosticados con Trastornos de Personalidad
Antisocial, diferenciándolos (este autor y otros posteriores) del psicópata
criminal. En 1976, Cleckley presentó dieciséis características clínicas
descriptivas del psicópata que no suele acabar en una prisión (Cleckley, 1976) y
consideró que la psicopatía era un trastorno grave, más que la psicosis, debido
a su apariencia externa de normalidad. Es cierto que muchos de los criterios
postulados por este autor para el psicópata prototípico son comunes a una
personalidad antisocial (pobre juicio y comportamiento desviado inmotivado),
Cleckley consideró que ello es sólo una parte del trastorno, cuya característica
diferencial es su apariencia agradable, pero su trasfondo es asocial, superficial
y carente de afectividad (ausencia de sentimiento de culpa, incapacidad de amar
y ausencia general de afecto) (Cleckley, 1988).
Fue Robert Hare quien en 1985 elaboró el “Psychopathy Checklist” (PCL) una
escala de veintidós ítems donde describe los rasgos del psicópata,
posteriormente, en 1991, revisó su escala (PCL-R) con veinte ítems (López
&Núñez, 2009). El PCL-R incluye dos factores: factor 1 “interpersonal afectivo” y
factor 2 “desviación social”. El factor interpersonal hace referencia a ítems de
características afectivas e interpersonales y el factor de desviación social a
problemas de conducta y de su control, así como a una carencia de socialización
(López & Núñez, 2009). Hare, distingue al psicópata de otro criminal, pues
considera que el primero tiene una falta de empatía y conciencia moral. “Un
psicópata puede intentar imaginar lo que piensas; sin embargo, nunca podrá
comprender cómo te sientes (…) un psicópata puede llegar a relacionarse
socialmente, pero tratan a las personas como objetos” (Hare, 2010, entrevista).
Este fenómeno se dio en familias normalizadas tras varios hallazgos de
laboratorio. A los psicópatas se les activaban unas partes del cerebro diferentes
a otras personas cuando se les mostraban imágenes o palabras que contenían
una carga afectiva. Aunque estos hechos se deben seguir investigando, parece
existir una interacción entre el entorno donde se desarrolla el psicópata y una
carga genética (Hare, 2010, entrevista).Este autor postula que la psicopatología

49
del psicópata no se desarrolla a comienzos de la edad adulta o en la
adolescencia, sino que aparece a los tres o cinco años de edad.
Garrido considera que la violencia se puede aprender por diversas vías, pero
además, existe un disposición psicológica hereditaria de un cincuenta por ciento
(Garrido, 2009). Para Garrido (2009), la conciencia es la guía moral y asistida
por el razonamiento moral ayuda a decidir qué hay que hacer. La conciencia se
construye cuando se es capaz de establecer un vínculo emocional, por lo que
está íntimamente relacionada con la empatía y el sentimiento de amor (Garrido,
2008, 2009). Así, la vida de una persona con ausencia de conciencia o carencia
de esta, es una competición por el poder, «y las personas no son sino piezas de
un juego que son utilizadas para el interés de ganar». (Garrido, 2009, p.59). La
falta de conciencia, la incapacidad de amar y un pobre juicio moral son los rasgos
característicos para desencadenar conductas violentas, unido a la ausencia de
emociones que le impiden establecer vínculos afectivos y junto a la total falta de
conciencia, crean la variedad más grave: el psicópata (Garrido, 2009). Este autor
considera que la psicopatología violenta y criminal se desarrolla desde la
infancia; suelen ser niños con un carácter de personalidad muy difícil, desde muy
temprana edad. Algunos de los diagnósticos tempranos asociados a las
personalidades violentas o psicopáticas son: Trastorno Negativista Desafiante,
Trastorno con Déficit de Atención e Hiperactividad y Trastorno Disocial (en el
actual manual de la APA, DSM-V, ha pasado a llamarse Trastorno de la
Conducta) (Garrido, 2008). Para Garrido, al igual que para el resto de autores ya
mencionados, no todos los psicópatas cometen crímenes, por ello Garrido (2000)
en su obra: El psicópata: Un camaleón en la sociedad actual hace referencia al
psicópata como: una persona con naturaleza camaleónica por su capacidad de
disimular lo que es realmente y de aparentar lo que la otra persona quiere ver,
convirtiéndose en un perfecto depredador de la especie humana (Garrido, 2000).
En síntesis, podemos observar que el término psicopatología se relaciona con
los actos criminales desde los inicios de la historia de la criminología y con la
psicología científica. Desde su origen y hasta nuestros días ha existido una
ambigüedad entre la relación de psicopatología y crimen versus psicopatía y
crimen. El psicópata, el cual es considerado como el autor de los peores
crímenes por su ausencia de conciencia moral e incapacidad afectiva, en su
historia y también en la actualidad ha sido diagnosticado, mayoritariamente bajo

50
el Trastorno de la Personalidad Antisocial. Además, por su pronta manifestación,
tal y como señalan Hare (2010, en entrevista) y Garrido (2008), el psicópata
presenta rasgos característicos de diversos trastornos del desarrollo
relacionados fundamentalmente con conductas disruptivas. No obstante, existen
personas que cometen crímenes y no son psicópatas, por lo que pueden
presentar trastornos psicopatológicos que les lleven a cometer tal acto de
crueldad.
3.5. Principales trastornos clínicos asociados al comportamiento
criminal
Desde la perspectiva de la psicología clínica, los trastornos psicopatológicos
capaces de originar un acto criminal, son aquellos que están relacionados con
una alta impulsividad. En este apartado hacemos mención a los trastornos que
recoge el actual DSM-V bajo el epígrafe de “trastornos destructivos, del control
de los impulsos y de la conducta” (la descripción que aquí se presenta es
íntegramente basada en este manual). Además, también se recogen, dentro
de los Trastornos Parafílicos, aquellos que guardan relación con delitos
recogidos en el Código Penal.
3.5.1. Trastorno Negativista desafiante 313.81 (F91.3)
La característica esencial del trastorno negativista desafiante es un patrón
recurrente de comportamiento negativista, desafiante, desobediente y hostil,
dirigido a las figuras de autoridad. El comportamiento más característico es su
resistencia a las normas y demandas de los adultos. Expresan terquedad
persistente, no ceden y se niegan a negociar con adultos o compañeros. Sus
actos son deliberados y están pensados para molestar o comprobar los límites
establecidos. Puede existir un patrón emocional caracterizado por una baja
autoestima, baja tolerancia a la frustración, labilidad emocional y un consumo
precoz de drogas. Suele molestarse fácilmente por otros, es colérico, iracundo,
resentido y vengativo.
El trastorno suele aparecer en el ámbito familiar, en ocasiones no se amplía a la
institución académica o a la comunidad. Los síntomas suelen aparecer con
personas con las que hay relación y confianza y suelen justificar su
comportamiento como respuestas a exigencias, incomprensión u otras
circunstancias de difícil razonamiento. Por tanto, estos sujetos no consideran
que su comportamiento sea desproporcionado o antisocial.

51
El curso del trastorno suele ponerse de manifiesto antes de los ocho años y sus
síntomas tienden a incrementarse con la edad. Además, suele diagnosticarse de
forma conjunta con el Trastorno por Déficit de Atención y suele ser un antecesor
del Trastorno Disocial. La prevalencia se sitúa entre el dos y el dieciséis por
ciento.
3.5.2. Trastorno explosivo intermitente 312.34 (f63.81)
La característica principal del trastorno explosivo intermitente es el arrebato
recurrente de una falta de control de los impulsos de agresividad, ya sea de
forma verbal (berrinches, disputas verbales, palabras malsonantes, etc.) o física
contra la propiedad, los animales u otros individuos. Los arrebatos agresivos no
son premeditados, ni persiguen ningún objetivo, son impulsivos. La persona
puede describir los episodios agresivos como “ataques”, en los cuales su
precursor ha sido una sensación de tensión o agitación interna y con dicho
“ataque” tiene una sensación de liberación. Posteriormente, el individuo puede
sentir remordimientos por su comportamiento. El grado de agresividad es
desproporcional al episodio causante del estresante precipitante.
3.5.3. Trastorno de la conducta
El trastorno de la conducta se caracteriza por un patrón repetitivo y persistente
de comportamientos en los que no se respetan los derechos de los demás, las
normas o reglas sociales propias de la edad. Estos comportamientos se dividen
en cuatro grupos:
 Agresión a personas y animales: acosa, amenaza, inicia peleas, ha
ejercido crueldad física hacia personas y/o animales, puede utilizar armas
para hacer daño, ha robado agrediendo a la víctima y/o ha cometido una
violación sexual.
 Destrucción de la propiedad: ha destruido deliberadamente la
propiedad de alguien o ha prendido fuego deliberado para provocar
graves daños.
 Engaño o robo: miente con frecuencia para obtener cosas de otros ya
sean materiales o favores, ha robado objetos de valor y/o ha irrumpido
en el hogar o vehículo de alguien.
 Incumplimiento grave de las normas: falta con frecuencia a la escuela
o instituto y se suele saltar a menudo la prohibición de los padres de no

52
salir por la noche, llegando incluso a no regresar a casa en alguna
ocasión.
El patrón de comportamiento suele darse en distintos contextos como el
hogar, la institución académica o la comunidad.
Junto con las manifestaciones clínicas definitorias, suelen presentarse
otros síntomas asociados como:
 Falta de remordimiento o culpabilidad, es decir, una falta de
preocupación sobre las consecuencias de sus acciones.
 Insensibilidad, carencia de empatía. Suelen describirlo como una
persona fría e indiferente, que sólo se preocupa por los efectos que sus
actos tengan sobre él mismo, incluso cuando provoca daños importantes
a los demás.
 Despreocupación por su rendimiento. No se esfuerza por alcanzar un
rendimiento adecuado, ni muestra preocupación por ello. Suele culpar a
los demás de su bajo rendimiento.
 Afectividad superficial o deficiente. No expresa sentimiento con los
demás salvo de una forma superficial o cuando para obtener algún
beneficio.
La prevalencia del trastorno suele ser más frecuente en los hombres que en
las mujeres, llegando a alcanzar en los primeros un dieciséis por ciento y en
las segundas un nueve por ciento.
El inicio del trastorno suele producirse entre los cinco o seis años, aunque
usualmente se observa al final de la infancia. Es raro que comience después
de los dieciséis años. No obstante, para su clasificación en el DSM-V se ha
de especificar si es de inicio en la infancia [312.81 (F91.1)], antes de los 10
años, o de inicio en la adolescencia [312.82 (F91.2)] cuando no muestran
ningún síntoma característico antes de los 10 años.
Todos los trastornos hasta ahora expuestos tienen su inicio en la infancia o
en la adolescencia temprana. Estos trastornos tienen como nexo común una
falta de control de impulsos y comportamientos disruptivos, lo que sumado a
las características propias de cada trastorno, limitan la adaptación del menor,
tanto en el ámbito de la institución educativa y con los iguales, como en el
ámbito de la comunidad y posteriormente en el laboral.

53
El trastorno negativista desafiante suele aparecer entre los cinco y los ocho
años y si bien suele tener un buen pronóstico si su inicio es tardío, este suele
ser el antecesor del trastorno de la conducta en hasta un cuarenta por ciento.
A su vez, alrededor de un cuarenta por ciento de los diagnosticados
con trastorno de la conducta presenta en la edad adulta un Trastorno de la
Personalidad Antisocial.
Los tres Trastornos hasta ahora presentados son los que a priori pueden
desencadenar conductas de gran violencia, encontrando en ellos incluso una
secuencia evolutiva que iría desde el Trastorno Negativista Desafiante, al
Trastorno de la Conducta y terminaría en un Trastorno de la Personalidad
Antisocial. Además, siguiendo a Garrido (2009) y a la comorbilidad
presentada por estos trastornos con un Déficit de Atención
con Hiperactividad, pasaremos a describir también este último. El
Déficit de Atención con Hiperactividad no conlleva consigo una intención de
desobediencia o de dañar a los demás, pero sí que junto con ciertos factores
de riesgo puede llegar a provocar conductas de gran violencia (Garrido,
2008).
 Trastorno por déficit de atención e hiperactividad
La característica esencial del Trastorno por Déficit de Atención con
Hiperactividad es un patrón persistente de desatención e hiperactividad-
impulsividad, que es más frecuente y grave que el observado en sujetos de
un nivel de desarrollo similar. Los signos del trastorno pueden ser mínimos o
nulos cuando la persona está sometida a una situación con estricto control, a
una relación personal de uno a uno o a situaciones novedosas y/o de gran
interés o estimulantes. Los síntomas tienden a producirse con más frecuencia
en situaciones de grupo. Las características de inatención son con
frecuencia: dificultades para mantener la atención, parece no escuchar, no
sigue instrucciones, evita o se muestra poco entusiasta en comenzar nuevas
tareas, se distrae con facilidad y olvida tareas cotidianas. Las características
de hiperactividad e impulsividad son: se muestra con hipercinesia en
diferentes situaciones, tiene dificultades para jugar de forma tranquila, habla
excesivamente, responde antes de terminar una pregunta e interrumpe.

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Otras características asociadas a este trastorno pero no definitorias son: baja
tolerancia a la frustración, labilidad emocional, baja autoestima, disforia,
autoritarismo, e insistencia excesiva para satisfacer sus deseos.
Aunque las personas con este trastorno tienen un comportamiento impulsivo
que puede llegar a ser hostil, de desafío y oposición, éste no suele violar las
normas sociales características de la edad, cuando esto último ocurre suele
existir una comorbilidad con el Trastorno de la Conducta. No obstante,
siguiendo a Garrido (2008) pueden darse una serie de circunstancias que
predispongan al sujeto a involucrarse en situaciones violentas y/o delitos de
gravedad.
 Trastorno de la personalidad antisocial 301.7 (F60.2)
La característica esencial del Trastorno Antisocial de la personalidad es un
patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, que
comienza con síntomas del Trastorno del Comportamiento antes de los
quince años y continúa en la edad adulta. Algunos de los rasgos
característicos de la personalidad antisocial son: un fracaso reiterativo para
adaptarse a las normas sociales y legales, deshonestidad con la intención de
obtener un beneficio o placer personal, impulsividad o incapacidad para
planificar el futuro, irritabilidad y agresividad manifiestas en agresiones físicas
repetidas, irresponsabilidad constante y ausencia de remordimiento ante
cualquier acto que viole los derechos de los demás, incluido un acto de gran
crueldad con graves consecuencias para los otros.
Millon (2006) considera que “en la personalidad antisocial, la maldad y la
locura parecen entremezclarse. Algunas veces, los delitos de los antisociales
son tan incomprensibles y moralmente repugnantes que el acto por sí solo
nos hace dudar de su cordura” (Millon, 2006, p. 158). Millon (1990, visto en
Millon 2006), dentro del patrón principal de la personalidad antisocial,
distingue cinco variantes: el codicioso, el defensor de su reputación, el
arriesgado, el nómada y el malevolente. Desglosados estos subtipos los que
presentarían unas características más cercanas a la posibilidad de cometer
un acto criminal son: el codicioso y el malevolente.
El antisocial codicioso es la variante que más se aproxima al prototipo puro
descrito por el DSM-V. Este tipo considera que la vida no les ha ofrecido lo
que se merecen y se muestran celosos con aquellos con los que la vida les

55
ha ofrecido aquello que ellos envidian. Su móvil es compensar la sensación
de vacío que experimentan guiados por la envidia, para ello pueden utilizar
cualquier tipo de artimaña, llegando incluso al crimen.
El antisocial malevolente es una combinación de la personalidad antisocial y
la paranoide. Este tipo lleva a cabo acciones cargadas de odio y de
destrucción hacia los demás por el maltrato que considera ha recibido
anteriormente. Desconfían de la buena voluntad de los demás y por ello
siempre deben mantenerse en alerta. Para asegurarse sus límites con los
otros y llevar a cabo su deseo de venganza utiliza acciones de gran crueldad
realizadas con sangre fría.
A pesar de la gran crueldad con la que las personas antisociales tratan a los
demás, ya sean de forma más explícita o de forma más implícita bajo su
capacidad camaleónica (Garrido, 200), no todos los antisociales son
criminales ni todos los criminales son antisociales (Millon, 2009). Los rasgos
de la personalidad van de la normalidad a la patología, por tanto hay rasgos
antisociales que están dentro del intervalo de la normalidad que son
admirados en la sociedad actual como el ser intrépidos, arriesgados o el ser
escurridizo y saber dar la vuelta a las cosas hacia el propio beneficio, entre
otros. Muchos individuos con rasgos antisociales, pero también con
personalidad antisocial, tal y como ya se ha venido diciendo, no se
encuentran en la cárcel sino que ostentan cargo de poder en el mundo de los
negocios, la política o el ejército.
El trastorno antisocial ha sido el trastorno de la personalidad más estudiado,
y tal y como hemos descrito en la evolución histórica, se ha denominado
también psicopatía y sociopatía. Actualmente, estos términos se utilizan (en
ocasiones) de manera indistinta para describir a las personas que trasgreden
los derechos de los demás. No obstante el término psicópata y sociópata se
distinguen en su origen. Psicópata tiene una disposición constitucional hacia
la patología y sociópata hacia el modo de socialización (Millo, 2009). Para
Millon (2009) la mejor forma de entender estos dos conceptos es situarlos en
un continuo, pues ambos pueden presentar una predisposición biológica,
pero además, los dos conceptos, se desarrollan en un ambiente social que
puede ser poco adecuado. No obstante, hay autores que diferencian la
psicopatía de la personalidad antisocial, como Cleckley y Hare. Estos autores

56
consideran que el psicópata no sólo es antisocial, sino que va más allá,
siendo una de sus características principales la gran indiferencia interna con
la que destruyen la vida de los demás (Millon, 2009).
 Trastornos parafílicos
Las parafilias se caracterizan por impulsos sexuales recurrentes e intensos,
fantasías o comportamientos que implican objetos, personas o situaciones
poco habituales. Estos trastornos incluyen: el voyeurismos, exhibicionismo,
frotteurismo, masoquismo sexual, sadismo sexual, pedofilia, fetichismo y
travestismo. Todos los trastornos parafilicos citados son delito a excepción
del fetichismo y el travestismo. De los demás trastornos sexuales, los que
están caracterizados por una mayor crueldad son: el sadismo sexual y la
pedofilia. El sadismo sexual es la excitación sexual derivada del sufrimiento
psicológico o físico de otra persona que no ha dado su consentimiento. El
trastorno de pedofilia es la excitación, fantasías o acto sexual con niños
prepúberes. Los delitos descritos, en ocasiones, suelen llevar además al
asesinato de sus víctimas.
3.6. Factores de riesgo y de protección
Los factores de riesgo y protección asociados a la carrera delictiva son de diversa
índole: emocionales, familiares, sociales, del grupo de iguales, etc. En concreto,
nosotros nos centraremos en los tres grupos de factores propuestos por
Redondo (2008). Este autor considera que el riesgo de cometer un delito viene
dado por tres factores:
3.6.1. Factor “alfa”, compuesto por los factores psicobiológicos y de la
personalidad (genéticos, neuroquímicos como los neurotranmisores GABA
o dopamina, entre otros, endocrinos como la testosterona, referentes a
problemas neuropsicológicos, etc.), es decir, por factores determinados
biológicamente y por factores modulados por el aprendizaje. A este tipo, los
considera “estáticos” porque se desarrollan principalmente durante la
infancia y es en esta estapa donde empiezan a manifestarse, debutando
más abiertamente en la adolescencia y edad adulta. Dichos factores son
influyentes en la delincuencia, no pueden ser objeto de tratamiento, pero sí
de prevención. Como factores de riesgo se consideran: alta impulsividad,
labilidad emocional, estilo de crianza punitivo, coercitivo o negligente,

57
exposición a modelos delictivos, experiencias traumáticas en la infancia,
psicopatologías de los padres, etc.
Con respecto a los estilos de crianza, la literatura mayormente cita al
punitivo, coercitivo y negligente como los menos apropiados por desatender
las necesidades básicas de los niños y poner en riesgo su desarrollo
psicológico, neurológico y social. No obstante, más recientemente se han
llevado a cabo estudios donde se cita al estilo sobreprotector como un
desencadenante de la conducta violenta de los hijos, más concretamente
se ha estudiado su relación con el fenómeno de la violencia filioparental.
Aunque este tipo de violencia se suele quedar sólo dentro del hogar
familiar, recordemos que Garrido (2009) considera que los hijos que ejercen
violencia hacia sus padres presentan una falta de conciencia, un pobre
juicio moral y una incapacidad de amar, todo esto unido a otras
características como: manipulador, temerario, irresponsable, seductor, etc.
Además de todo lo descrito anteriormente, está fundamentalmente ligado a
una falta total de conciencia y de emociones que le impidan establecer
vínculos afectivos (Garrido, 2009).
3.6.2. Factor “beta”, hace referencia a factores dinámicos, que son
aquellos relacionados con la motivación actual delictiva: carencia de
vínculos afectivos, pobre autocontrol emocional, adicciones, creencias
favorables hacia los delitos, etc. Estos factores serían el objetivo del
tratamiento del delincuente.
3.7. Factores de oportunidad:
Para el delito, cuanta mayor disponibilidad haya de objetos y posibles víctimas
vulnerables, mayor probabilidad existirá de cometer un delito.
Observamos, por tanto, que existen factores que vienen determinados
biológicamente y otros que por la interacción con el entorno se ven potenciados.
Dichos factores propician la aparición de conductas conflictivas en la infancia y
con los años pueden llegar a desencadenar conductas delictivas de amplio
rango, desde delitos menores a delitos de gravedad.
IV. EL MODELO PSICODINÁMICO Y SU FUNCIÓN MEDIADORA

58
El psicoanálisis-o, si prefiere, el llamado modelo psicodinámico, representa un
puente o instrumento de comunicación entre el enfoque psiquiátrico y el
Psicológico.
En efecto nacido en el centro de la clínica y como terapia para ciertas dolencias
psíquicas concretas (Histeria y Neurosis) pronto se convirtió en una teoría
general e incluso en más que una teoría modelo en una auténtica cosmovisión.
El análisis imaginativo de la estructura y dinámica de la personalidad, del proceso
de desarrollo de esta de sus conflictos y motivo profundos, permitió a los
psicoanalistas elaborar un vocabulario e instrumental muy valioso para la propia
comunicación mutua de psiquiatras y psicólogos.
Los primeros adoptaron las teorías psicoanalíticas construidas como la base de
diversas clases de desajustes conductuales.
Los psicólogos trataron de verificar experimentalmente procesos como los de
represión y regresión. Pero, sobre todo, a través del paralelismo establecido por
el psicoanálisis entre el crimen y la neurosis, pudo aquel construir un entramado
teórico capaz de explicar el comportamiento antisocial, por más que el crimen
propiamente dicho no ocupara la atención de Freud, lo cierto es, en cualquier
caso, que las concepciones psicoanalíticas han ejercido una poderosa influencia
de criminología, probablemente muy superior al resto de teorías psicológicas y
psiquiatritas. Así como las relaciones del psicoanálisis y el derecho penal son,
desde siempre, poco cordiales y trágicos en enfrentamiento de lo primero con la
justicia penal, la criminología contemplo y sigue contemplando con interés la
sugestiva hipótesis del psicoanálisis, tanto en el plano etiológico – explicativo
como en el terapéutico.
El psicoanálisis desde luego, no es ni pretendió serlo nunca una teoría de la
criminalidad pero a pesar de sus innegables limitaciones y carencias posee un
gran atractivo. La coherencia interna de sus cutas de abstracción y
generalización, el propio discurso sicoanalítico, metafórico y enigmático, Ho la
apelación las fuerzas ocultas del inconciente y al pasado remoto del hombre en
el momento de explicar la parte irracionalidad del crimen, tal ves contribuyen la
fascinación que sus proposiciones despiertan.

V. Postulados Del Modelo Psicoanalítico.

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El modelo “psicoanalítico” se caracteriza frente a otros modelos por diversas
preposiciones y postulados.
a) Se trata de un modelo Psicodinámico
b) Responde a un poderoso determinismo biólogo
c) Concede un significado capital al instinto sexual, motor o referencia obligada
al comportamiento de todo individuo.
d) Su teoría psicosexual distingue cinco etapas en le desarrollo de la libido de
corresponden a otra zona erógena del cuerpo (oral, anal, genital); desarrollo que
determinara el de psiquismo y la personalidad del individuo.
e) La división topográfica del psiquismo en tres partes (consciente,
preconsciente e inconsciente) acentúa la trascendía etimológica e interpretativa
de esta última. La conducta humana consciente tiene un significado simbólico y
profundo, como reflejo de inconsciente.
f) El único método que permite captar el significado real de la acción humana
es el método introspectivo
g) El modelo psicoanalítico distingue tres instancias mentales: el ello, el yo y
el súper-yo (aparato intrapsíquico). El correcto equilibrio de las mismas aseguras
la estabilidad psíquica del individuo, sus desajustes o disfunciones (ausencia del
súper-yo o fragilidad del yo) las diversas patologías de aquella (vg. Neurosis).
h) El marco psicopatológico queda encuadrado en los conflictos infantiles que,
situados en alguna de las etapas del desarrollo de la libido, se manifiestan
durante la edad adulta a partir de procesos inconscientes. Los traumas
acaecidos durante esta última, son menores catalizadores de los conflictos en
fases tempranas de la vida.
i) Conflicto mental-represión (neurosis) y el delito como respuesta simbólica
o comportamiento sustitutivo, son los tres eslabones del proceso dinámico
básico que esgrime el psicoanálisis. El conflicto mental, que se produce entre las
estructuras primarias del individuo y los requerimientos a la conformidad
(moralidad convencional) de la comunidad o entre los tres niveles del psiquismo
de aquel: el yo, el ello y súper- yo reprime en el inconsciente impulsos y
complejos del individuo. Estos retratan de aflorar al mundo consciente,
venciendo el obstáculo del censor que les retenía allí, de modo que todos los
actos, incluidos de los delictivos, son respuestas sustitutivas o comportamientos

60
simbólicos que directa o indirectamente expresan la realidad de inconsciente, las
ideas, tendencia y sentimientos reprimidos
j) Particular interés (criminológicos). La no superación de este genera un
complejo de culpabilidad cuyo componente auto punitivo explica la comisión de
muchos delitos. El individuo delinque para ser castigado y aliviar el complejo de
culpabilidad. Este no subsigue al crimen: el precede y motiva
k) Desde un punto de vista terapéutica, el psicoanálisis pretende hacer
consciente lo inconsciente, de modo progresivo. De las diversas formas en que
este puede desvelarse (actos fallidos, sueños) utiliza clínicamente las pruebas
proyectivas, el análisis de los sueños y la técnica de los asociaciones libres. La
acción curativa exige que el paciente traslade al analista sentimientos y
reacciones acordes con el modelo elegido.
VI. El Pensamiento De S.Freud (1856-1939)

a) Para Freud todo acto humano – el delictivo también-tiene un sustrato y


connotación sexual profunda. La libido constituye la energía vital primaria del
hombre, motor y referencia obligada a su comportamiento. Freud potencia
significativamente el papel de los instintos .A juicio, pugnan en el individuo dos
instintos contrapuestos que polarizan su existencia: una fuerza positiva,
básicamente sexual, y una fuerza negativa, de destrucción, dicha teoría
freudiana de destructividad o agresividad innata del individuo, ofrece una
sugestiva hipótesis explicativa de determinadas manifestaciones delictivas.
b) Según Freud, la personalidad del individuo sigue una evolución paralela al
del mismo instinto sexual .Hasta el punto de que la libido se be localizado
progresivamente en diversas partes del ser humano haciendo de estas, durante
cada fases, el centro de interés del hombre.
c) Pero la aportación más significativa de Freud reside en la trascendencia
que atribuye al inconsciente su famosa ``división topográfica del psiquismo
(preconsciente, consiente, inconsciente), así como en el descubrimiento del
aparato intrapsiquico y sus tres instancias- yo, ello, súper-yo
El llamado aparato intrapsiquico o división dinámica de la personalidad, merece
especial consideración .Freud distingue tres instancias mentales: el ello, el yo, y
el súper-yo.

61
d) Según Freud, el equilibrio de estas tres instancias asegura la estabilidad
psíquica del individuo; sus disfunciones, desajustes o fallo de sincronización y
armonía, los diversos procesos patológicos. Es lógico, por ello, que la teoría
psicoanalítica utilice como una hipótesis explicativa del delito la ausencia del
súper-yo. El crimen seria consecuencia bien de un fracaso en la interiorización
de las normas y valores convencionales, bien de una mala estructuración del
“”yo””, incapaz de controlar las fuerzas instintivas del “”ello” y las exigencias
sociales del ``súper-yo.
La estructura dinámica del psiquismo conduce al concepto de neurosis,
fundamentalmente en la teoría psicoanalítica; esto es la, ``afección psicógena
cuyos síntomas son la expresión simbólica de un conflicto psíquico que tiene
sus raíces en la historia infantil del sujeto y constituyen deseos en tres el deseo
y la defensa.
Freud estableció un claro paralelismo entre neurosis y criminalidad, por entender
que tanto el comportamiento del neurótico como del delincuente responden a un
mismo proceso, a claves psicoanalíticamente afines .En ambos casos existe un
conflicto mental profundo, la actuación defensiva del ``yo” que reprime en el
inconsciente síntoma del neurótico como expresión del fracaso de la expresión
mediadora del ``yo´´ y de los equilibrios intrapsiquicos. No obstante, según
Freud, dos diferencias separan al neurótico del criminal en cuanto al nivel de
concienciación y desencadenamiento de la agresividad: en el neurótico hay algo
secreto para su propia conciencia, el en criminal su hecho es secreto para los
demás; el criminal pasa a los hechos, al acto; lo que el neurótico generalmente
imagina pero no llega hacer.

VII. CONCLUSIONES

1. Psicocriminología: Explicación de los fenómenos delictivos y antisociales


abordando también el estudio psicológico de los actores de tales fenómenos.

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2. La personalidad no se hereda, sino que se construye a lo largo de la
experiencia vital de cada individuo, antes de los 6 o 7 años, pero que se reajusta
con algunas influencias en los años posteriores.

3. Tipologías Caracterológicas:
 Nervioso (emotivo-inactivo-primario)
 Sentimental ( emotivo-inactivo-secundario)
 Colérico (emotivo-activo-primario)
 Apasionado (emotivo-activo-secundario)
 Sanguíneo no emotivo-activo-primario)
 Flemático (no emotivo-activo-secundario)
 Amorfo (no emotivo-inactivo-primario)
 Apático (no emotivo-inactivo-secundario)

4. Teoría de los Rasgos de la personalidad: Para la medición de la


personalidad, dentro de la corriente psicométrica, se emplean diversos test,
habiendo logrado mayor desarrollo del estudio a través de cuestionarios o
inventarios multifásicos de personalidad que miden los rasgos.

5. Según Bandura hay dos tipos de aprendizaje de la agresión:


* observación de modelos
* experiencia directa

6. El autor nos trata de explicar las influencias que desde el crecimiento que
nos va formando y nos va haciendo más propensos a cometer delitos.

7. El lugar donde vivimos donde podemos estar cotidianamente frente a


casos de delincuencia tenemos grande influencia que en nuestra adultez
reflejaríamos en nuestros actos

8. Estas son la clasificación de la esquizofrenia.


 Esquizofrenia paranoide
 Esquizofrenia habefrenica

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 Esquizofrenia catatónica
 Esquizofrenia indiferenciada
 Depresión post-esquizofrénica
 Esquizofrenia residual
 Esquizofrenia simple

9. Los diversos trastornos y disfunciones del comportamiento sexual, si bien


tienen una concomitancia fisiológica, no dejan de ser condicionados también por
diversos procesos psicosociales

10. Disfunciones Sexuales: Incluye conductas que no constituyen


desviaciones, sino más bien alteraciones que dificultan su expresión fisiológica
“normal” por razones psicológicas o psico – biológicas, tales como la aversión
sexual, frigidez, vaginismo, etc.

11. La Psiquiatría, la psicología y el Psicoanálisis son elementos esenciales


del estudio de la Psicocriminología.

12. La Psiquiatría está dispuesta a explicar el comportamiento delictivo de las


personas.

13. El comportamiento criminal no tiene base en la psicopatología.

14. El modelo Psicoanalítico distingue tres instancias mentales: El ellos, el yo


y el súper yo, el correcto equilibro de estas aseguran la estabilidad psíquica del
individuo.
15. El Psicoanálisis ha contribuido de forma decisiva a una mejor
comprensión del hombre sano o enfermo en los mecanismos no consecuentes
que subyacen a su conducta.

16. El conductismo supuso un rotundo desplazamiento del análisis causal de


las respuestas humanas del ámbito de las motivaciones internas.

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17. El comportamiento delictivo, pues parece derivar entonces de fallos o
deficiencias en el condicionamiento del proceso de socialización.

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