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Definición
La palabra liberal deriva del latín liber, libre, y antes del fin del siglo XVIII significa sólo
“condición de un hombre libre”. Así se hablaba de “artes liberales” o “profesiones
liberales”. Después, el término fue aplicado también a las cualidades del intelecto o del
carácter que se consideraban como un ornamento propio de quien ocupaba una alta
posición social, debido a su riqueza y educación. Así pues, liberal tiene el sentido de
intelectualmente independiente, dotado de una mentalidad amplia, magnánimo, franco,
abierto y genial. Además, Liberalismo puede también significar un sistema político o una
tendencia opuesta a la centralización y al absolutismo. En este sentido, Liberalismo no
difiere del espíritu y las enseñanzas de la Iglesia Católica. Desde el fin del siglo XVIII,
sin embargo, la palabra ha sido aplicada cada vez más a ciertas tendencias en la vida
intelectual, religiosa, política y económica, que implicaban una parcial o total
emancipación del hombre respecto al orden sobrenatural, moral y divino. Normalmente,
los principios de 1789, o sea de la Revolución Francesa, son considerados como la
carta magna de esta nueva forma de Liberalismo. El principio más fundamental afirma
una irrestricta y absoluta libertad de pensamiento, religión conciencia, credo, palabra,
prensa y política. Las consecuencias necesarias de esto son, por un lado, la abolición
del derecho divino y de cualquier clase de autoridad derivada de Dios; la relegación de
la religión, desde la vida pública, al dominio privado de la conciencia individual de cada
uno; la ignorancia absoluta del cristianismo y de la Iglesia como instituciones públicas,
legales y sociales; por otro lado, supone el poner en práctica una absoluta autonomía de
cada hombre y ciudadano en todo tipo de actividades humanas, y una concentración de
toda la autoridad pública en una “soberanía del pueblo”. Esta soberanía popular en
todas las ramas de la vida pública, como la legislación, administración y jurisdicción, es
para ser ejercida en el nombre y por orden de los ciudadanos, de tal modo que todos
deberían tener y compartir el control de esto. Un principio fundamental del Liberalismo
es la proposición: “Son contrarias al derecho, libertad y dignidad naturales, innatos, e
inalienables de sujetarse por uno mismo a una autoridad, cualquier principio, regla,
medida o sanción que no estén dentro uno mismo”. Este principio enunciado implica la
negación de toda verdadera autoridad; porque la autoridad necesariamente presupone
un poder que está fuera y sobre el hombre vinculándolo moralmente.
Estas tendencias, sin embargo, estuvieron más o menos activas mucho antes de 1789;
sin duda son coetáneas con el género humano. El Liberalismo moderno las adopta y
propaga bajo la engañosa máscara del Liberalismo en su auténtico sentido. Como
descendiente directo del Humanismo y de la Reforma en los siglos XV y XVI, el
Liberalismo moderno fue más desarrollado por los filósofos y letrados de Inglaterra,
especialmente por Locke y Hume; por Rosseau y los Enciclopedistas en Francia; y por
Lessing y Kant en Alemania. Su auténtica cuna, sin embargo, fueron los salones de los
librepensadores moderados de la nobleza francesa (1730-1789), especialmente de
Madame Necker y su hija Madame de Staël. La última más que nadie fue la conexión
entre los elementos librepensadores antes y después de la Revolucion y el centro del
moderno movimiento Liberal tanto en Francia como en Suiza. En su visión político-
religiosa Madame de Staël está íntimamente conectada con Mirebeau y el partido
Constitucional de la Revolución. Estas concepciones encuentran la más clara
exposición en su obra "Considèrations sur les principaux Èvènements de la Rèvolution
française". Ella aboga por la mayor posible libertad individual, y denuncia como absurda
la derivación de la autoridad humana desde Dios. La posición legal de la Iglesia, según
ella, tanto como institución pública, así como propietaria de bienes, es la de una
organización nacional que está, por lo tanto, enteramente sujeta a la voluntad de la
nación; la propiedad eclesiástica no pertenece a la Iglesia, sino a la nación; la abolición
de los privilegios eclesiásticos está totalmente justificada, ya que el clérigo es un
enemigo natural de los principios de la Revolución. La forma ideal de gobierno es la
república en los estados más pequeños y, en los más grandes, la monarquía
constitucional, siguiendo el modelo de Inglaterra. Todo el arte de gobernar en los
tiempos modernos, consiste, de acuerdo con Madame de Staël, en la técnica de dirigir
la opinión pública y en el aprovechamiento de ésta en el momento preciso.
Liberalismo antieclesiástico
Liberalismo antiguo
Primero sostenido por Madame de Staël y Constant. Puede ser descrito como
Liberalismo de salón, propio de los librepensadores de las clases más educadas,
quienes, sin embargo, no consienten en llegar a ser políticos prácticos u hombres de
estado; ellos fueron observadores superiores, críticos infalibles, permaneciendo por
encima de todos los partidos. Más tarde algunos pocos de estos viejos liberales,
animados por una auténtica caballerosidad liberal, se erigieron a favor de los derechos
de las mayorías oprimidas contra las mayorías jacobinas, por ejemplo Littrè y Laboulaye
en Francia (1879-1880).
El Liberalismo Burgués
Fue la natural consecuencia del Liberalismo doctrinario; se adaptó más a los intereses
de las clases adineradas y dotadas de propiedades; debido a que el clero y la nobleza
habían sido desposeídos de su poder político, éstas fueron las únicas clases que
pudieron usar de las nuevas instituciones, no estando el pueblo suficientemente
organizado e instruido para hacerlo. Las ricas clases industriales, además, fueron, muy
desde el comienzo en todos los países, el principal sostén del Liberalismo y, el
Liberalismo por su parte, fue forzado para favorecer sus intereses. Esta clase de
Liberalismo burgués gozó de su más alto favor en Francia durante el tiempo del rey-
ciudadano Luis Felipe (1830-40), quien abiertamente reconoció su dependencia de él.
Floreció en Alemania, como “Liberalismo nacional”, en Austria, como “Liberalismo
político en general”, en Francia como el Liberalismo del partido Oportunista de
Gambetta. Sus rasgos característicos son materialistas; sus ideales sórdidos atienden
sólo a un irrestricto disfrute de la vida, al egoismo en la explotación del económicamente
débil, por medio de tarifas que se aplican según los intereses de las clases. Mantiene
una sistemática persecusión del Cristianismo y, en especial de la Iglesia Católica con
sus instituciones, junto con una frívola desconsideración y, aun una imitación burlesca,
del orden moral divino. Incluye además una indiferencia cínica en la elección y uso de
los medios —asesinato, corrupción, fraude, etc.— para luchar contra sus oponentes y
adquirir una absoluta preponderancia y control de todo.
El liberalismo progresista
Los “partidos progresistas” Liberales están en oposición a los Conservadores y los
Liberales de las clases burguesas, en cuanto éstos, una vez en el poder, normalmente
dedican poca o ninguna atención a promover las mejoras sociales acordes los principios
liberales, mientras que los progresistas ponen más esfuerzo en los mismos objetivos
fudamentales del Liberalismo y luchan contra una cínica política parcializada hacia
intereses particulares; por esta razón los progresistas aparecen ante el observador de
fuera como más imparciales y honestos.
El liberalismo radical
Los Liberales Radicales se adhieren a las ideas modernas progresistas, que tratan de
poner en práctica sin considerar el orden existente o los derechos, ideas y sentimientos
de otras personas. Así fue el primer partido político Liberal en 1810: los jacobinos
españoles. Este es el Radicalismo, que bajo una máscara de libertad está ahora
aniquilando los derechos de los católicos en Francia.
El liberalismo demócrata
Los Démocratas Liberales quieren hacer a las masas del pueblo común el factor
decisivo en los asuntos públicos. Ellos se refieren especialmente a las clases medias,
cuyos intereses pretenden considerarlos en primer lugar.
El Socialismo
El Socialismo es el Liberalismo del interés individual, propiciado por todas las clases de
liberales descritas antes, pero asumido por los miembros del cuarto estado y del
proletariado. No es nada más que la reacción natural contra una política parcializada
hacia intereses propiosde algunos. Sus principales ramas son:
El Comunismo
El Comunismo, que trata de reorganizar las condiciones sociales aboliendo la propiedad
privada. La Social Democracia Radical de Marx (fundada en 1848), común en Alemania
y Austria. El Socialismo Moderado (Federación Democrática Socialista en Inglaterra,
Posibilistas en Francia, etc.) Los partidos Anarquistas fundados por Bakunin, Most, y
Krapotkin, después de 1868, durante algunos periodos aliados a la Social Democracia.
El Anarquismo como sistema es relativamente el más lógico y radical desarrollo de los
principios Liberales.
HERM. GRUBER Transcrito por Vivek Gilbert John Fernandez Dedicado a Anusha
Jebanasam y al Opus Dei Traducción al castellano del artículo original en inglés
efectuada por Luis Francisco Eguiguren Callirgos, Doctor en Filosofía, Pontificia
Università della Santa Croce, Roma. Profesor de la Universidad de Piura, Perú.