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La escena ocurrió exactamente hace dos semanas, y no pasaría de ser una anécdota trivial salvo que el
pasajero que asiento de por medio hacía lo propio, me preguntó si no me había llevado por casualidad su
revista Neewswek. Me sentí como el personaje del aviso de LG que recibe por error un enorme monitor
de plasma y que días después todavía se rasca la cabeza haciéndose como el que nunca lo recibió, pero
aquí no había confusión posible así que avergonzadamente resigné mi trofeo, y me autoconsolé
imaginando que encontraría el mismo ejemplar en las quioscos atrasadas de Buenos Aires por cuando el
número data del 15 de octubre y ya estábamos en el veintipico.
Vano fue el intento durante dos o tres días de comprarla y ya me había olvidado del asunto (una verdadera
pena porque la nota de Lee Silver The year of miracles, había sido extraordinaria. Pero claro no contaba
con la astucia del mar muerto y heme aquí varado esta vez en el Aeroparque con la mayoría de los
aviones de Aerolíneas atrasados entre 2 y 3 horas y buscando robarle tiempo al tiempo encuentro la
revista apolillada en uno de los quioscos de un aeropuerto que se supone debería ser la apología de la
novedad, lo ultimo, lo reciente lo mas nuevo.
Así con Silver a mi izquierda y un alfajor cordobés de tres capas a mi derecha retomemos las geniales
observaciones de este profesor de biología molecular de Princenton, autor de Challenging Nature y sin
ningún interés (lease posesión de acciones, seguramente a su pesar) en ninguna empresa farmacéutica o
biotecnologica.
Donde estaba el Ello debe advenir el Yo
La frase de Freud nos acompaña siempre “Wo Es war soll Ich werden” (Donde estaba el Ello debe
advenir el Yo). Es redondita, fantástica, un epigrama con el poder y la contundencia de una fórmula
matemática. Rara vez en una frase se acumuló tanto poder explicativo y casi un siglo después de
pronunciada todavía es mucho lo que podemos extraerle a la sentencia genial.
No importa si aquello a lo que apuntaba Freud es muy distinto de lo que trataremos hoy aquí, no interesa
demasiado que en un caso estuviéramos hablando de la dinámica intrapsíquica y hoy nos interese la
ecología de las ideas. No es tampoco relevante que la teoría freudiana sea sobretodo una teoría de la
sublimación como orígen de la cultura y que el desplazamiento al que nos referimos hoy es a la Biología
ocupando hoy, el lugar que la física ocupó ayer.
Porque la traducción del epigrama es también una sentencia que se viene arrastrando hace décadas pero
recién hoy llega a su plena concreción. Donde antes estaba la física ahora debe advenir la Biología.
Porque asi como George Gamow se entusiasmó a principios de los años 1900, en su librito 30 años que
conmovieron a la física, mostrando como las primeras primeras tres décadas del siglo XX cambiaron a la
física hoy, el 2007 fue el año que cambió a la biología, y al hacerlo puso patas para arriba todo lo que
sabíamos acerca de la naturaleza humana, y mucho mas nos dejó a las puertas de la mas escandalosa y
poderosa operación de rediseño de nuestro cuerpo jamas entrevista hasta este momento.
Una analogía que hay que profundizar
La primera analogia con la frase freudiana está en la fecha. Porque si bien fueron tres décadas las que
inventaron una nueva cosmología y filosofía de la naturaleza hubo, un año en particular que quedo en la
agenda como el antes y después de la revolución en la física. Ese año fue 1905 cuando Albert Einstein
publico cuatro trabajos que destruyeron la visión previa acerca de como funcionaba el universo abriendo
una caja de Pandora cuyas consecuencias aun estamos viviendo.
Lo mismo ha ocurrido durante 2007 (que no quedará en los anales solamente como el año en que el
iPhone cambió para siempre la ecología de la telefonía móvil, pero sobretodo la ecología de la
computación personal), sino mucho mas claramente como el año en que los hombres jugando a ser
dioses… por fin empezamos a lograrlo.