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Texto

abierto
y texto
cerrado

Semiótica
Competencias del receptor
Con el concepto de competencia, Eco hace referencia al conocimiento acumulado del destinatario.
Este puede ser suficiente, no coincidir con las que prevé el emisor, o pueden diferir. Para decodificar
un mensaje verbal se necesita, por ejemplo y como mínimo, de la competencia lingüística. Así la
competencia tiene relación con la propia impronta que pone el lector frente a un texto, con su personal
sistema de significados, con su bagaje de conocimientos adquiridos por experiencia, por formación,
por investigación, por transmisión cultural. Por ejemplo, en la comunicación cara a cara intervienen
formas extralingüísticas y procedimientos de redundancia y retroalimentación, por lo que nunca se
da una comunicación meramente lingüística, sino una actividad semiótica en la que varios sentidos
de signos se complementan entre sí.
Generar un texto significa aplicar una estrategia que incluye las previsiones de los movimientos del
otro. El estratega se fabrica un modelo de adversario. Para organizar su estrategia textual debe
referirse a una serie de competencias y debe prever un lector Modelo que posea dichas
competencias. Los medios que utiliza son la elección de la lengua, la elección de un tipo de
enciclopedia, o sea de un vocabulario y la elección de un determinado patrimonio léxico y estilístico,
que puede ser, por ejemplo, la restricción del campo gráfico y la elección de marcas distintivas que
seleccionan a la audiencia.

Diccionario y enciclopedia.
Eco plantea como hipótesis reguladora, en los procesos concretos de interpretación, el modelo de
“enciclopedia” como único modelo capaz de expresar la complejidad de la semiosis en el plano
teórico" (Eco, 1979: 289).

El modelo enciclopédico es un postulado semiótico; es el conjunto registrado de todas las


interpretaciones, concebible objetivamente como la biblioteca de las bibliotecas; la actividad
textual transforma con el tiempo la enciclopedia misma y además la enciclopedia, como sistema
objetivo de sus interpretaciones, es poseída de diferentes maneras por sus distintos usuarios (Eco,
1979:133). Así, en el proceso de semiosis ilimitada, los significados se ligan en unidades culturales
interrelacionadas unas con otras.

En cambio, para Eco, abrir el diccionario como proceso concreto de interpretación implica
aceptar “postulados de significación”: un término sigue incompleto aún después de haber
recibido una definición (Eco, 1979:137).
Para el autor, las cosas tienen diferentes interpretaciones, infinitas. Por esto, es evidente que las
teorías deben pasar de un análisis en forma de diccionario a un análisis en forma de enciclopedia,
que pueda tener en cuenta y describir “en el nivel del código, una variedad de contextos y, por
consiguiente, de posibles apariciones contextuales en las que el lexema aparece como
realización concreta” (Eco, 1979: 30).

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Una competencia enciclopédica “se basa sobre datos culturales aceptados socialmente debido
a su „constancia‟ estadística” (Eco, 1979: 30), y este tipo de representación enciclopédica puede
integrarse mediante elementos de hipercodificación a través del registro de „cuadros‟ comunes e
intertextuales.

De este modo, se postula una descripción semántica basada en la estructura del código, que se
construye para alcanzar la comprensión de los textos; al mismo tiempo, se postula una teoría del
texto que no niega, sino que, por el contrario, engloba (a través de la noción de enciclopedia) los
resultados de un análisis componencial ampliado (Eco, 1979: 37).

Eco trazará, entonces, con mayor definición, el mapa del recorrido que ha estado presente casi
desde siempre en su discurso semiótico: el problema de cómo alcanzar una representación
metalingüística razonable (por tanto una definición) del movimiento interpretativo y contextual, sin
dejar de lado la imagen de la estructura. Cómo formalizar desde la semiótica como disciplina y sin
caer en una rigidez "ontológica" innecesaria, la semiosis ilimitada y, al mismo tiempo integrar
coherentemente una semántica del texto, del signo, a sus niveles pragmático-discursivos. Para ello
propone la noción de enciclopedia que integra las semánticas componenciales y el concepto de
diccionario. La enciclopedia es, como laberinto global y cartografía de la semiosis, irrepresentable
en su extensión total, pero puede serlo, localmente, por "zonas de competencia", por "porciones".
La enciclopedia debe ser razonablemente capaz de proporcionar a la semiótica un mapa relativizado
de los posibles itinerarios o desplazamientos semántico-pragmáticos del intérprete. No puede
lógicamente preveer todos los desplazamientos y circunstancias o contextos posibles del discurso,
pero si puede de hecho acercarse suficientemente en cuanto mapa semántico-pragmático relativo
a una cultura determinada. Un análisis en forma de enciclopedia considera tanto las selecciones
contextuales como las selecciones circunstanciales (Eco, 1979: 37).

Texto abierto y texto cerrado.

Según el tipo del que sean los textos Eco va a determinar diferentes lectores. Plantea dos tipos de
textos: cerrados y abiertos.

El texto cerrado va dirigido a un tipo de target, de lector puntual, a alguien específico. Tiene un
enfoque delimitado y estimula precisamente algo. Un texto cerrado establece un límite de vigilancia
sobre la cooperación que tiene el lector.

Tiene un enfoque específico y estimula precisamente algo. Posee valoración semiótica, análisis
histórico y prejuicio cultural.
1. Lo guía hacia su propia idea.
2. No tiene varias interpretaciones.
3. Tiene un lector modelo especifico y es didáctico.

En relación con los textos abiertos, como su nombre lo dice, están abiertos a una libre
interpretación. En si, según Eco, un texto quiere que alguien lo ayude a funcionar. También se
comentó la percepción estética que se aplica al leer un texto, es la primera que llega, el primer
vínculo entre el texto y el lector. El papel de este último debe actualizar una cadena de artificios
expresivos. El texto tiene elementos no dichos, gracias a esto es que el lector participa. Asimismo,
todo texto o mensaje postula una competencia gramatical por parte del destinatario, existen textos
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para ciertos lectores con ciertos conocimientos o experiencias. Es así como la interpretación del
lector puede llegar a ser infinita.

En relación con los textos abiertos:


1. Deja de lado lo didáctico y pasa a lo estético.
2. Deja al lector mayor iniciativa interpretativa.
En el caso de estos textos también puede suceder que la competencia del lector Modelo no haya
sido la adecuada.

Uso e interpretación de los textos: El uso libre de un texto tomado como estímulo imaginativo es
distinto a la interpretación de un texto abierto. La noción de interpretación supone una dialéctica
entre la estrategia del autor y la respuesta del lector modelo, pues en los textos la cadena de las
interpretaciones es infinita. Los textos cerrados son más resistentes al uso, que los textos abiertos,
porque no es probable que se modifique el sentido que buscan crear.

Eco propone dos modelos de tipos textuales básicos que son: el kit, cuyo modelo es el
rompecabezas, que hace trabajar al usuario sólo para producir un único tipo de producto final, y el
mecano, cuyo modelo es la caja de lápices, el cual permite construir a voluntad una multiplicidad
de formas. Cabe señalar que lo dicho con relación a la atención hacia la demanda que el texto
efectúa al lector es válido siempre y cuando la lectura tenga la intención de efectuar una
“interpretación” del texto. Eco reconoce, sin problema, la existencia de todo un universo otro
respecto del de la interpretación: el universo de los “usos” posibles de un texto que escapan, por
definición, a cualquier propuesta de sistematización y a cualquier intención o instrucción que pueda
aparecérsele al lector desde el propio texto. El ámbito de la interpretación es aquel en el cual se
produciría la confluencia de una doble intencionalidad: la del texto, de ser interpretado en
determinados sentidos y no en otros, y la del lector, en tanto quien pretende llegar a la mejor de las
interpretaciones posibles.

Lugar del interpretante


En este planteo y definición, Umberto Eco realiza un claro acercamiento y reivindicación de la teoría
triádica de Charles Pierce.

Si se retoma el planteo de Pierce, se recordará que en su estructura triádica, existía en su base, el


signo o representamen, puesto en relación con un objeto al que representa, y en el vértice del
triángulo, el interpretante, que se inclina a identificarse con el significado o la referencia. La
concepción del significado, como interpretante, sugiere un movimiento constante de ida y vuelta
entre los términos, entre las distintas estructuras nuclearizadas (nudos cooperativos), cuya
condición necesaria es la del proceso inferencial.

De los modos que el sujeto tiene de realizar una inferencia (para relacionarse con una realidad),
Umberto Eco privilegia, en complicidad con la semiótica peirceana, el modelo abductivo, frente al
inductivo y al deductivo. Frente a la deducción y la inducción, la abducción reconoce un camino
incierto y sugiere la hipótesis: lo que puede ser. Señala un movimiento continuo entre los términos
del consecuente al antecedente, lo que conviene muy bien a la idea de signo, como interpretante
de otro signo. Es el mecanismo más habitual de los procesos semióticos, y fundamental para
comprender y explicar la comunicación humana y cómo tiene lugar la interpretación.

La inferencia en el modo abductivo es alentada desde el texto; al concebirse las opciones como
instrucciones, las decisiones interpretativas finales, interpretantes finales del lector las habrá de ir
tomando en permanente correlación con el Lector Modelo, que representa las previsiones que al
respecto hace el texto. Las previsiones y paseos inferenciales son permanentes, incluso pueden
contener saltos, como en el juego del ajedrez (Eco, 1979: 108-109).

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Por los motivos aducidos, advierte el propio Eco que, aunque la representación de la cooperación
textual esté hecha por niveles, nunca su dinamismo puede resolverse linealmente y las flechas no
marcan un proceso temporal o lógico, sino que muestran la interdependencia entre los diferentes
casilleros (Eco, 1979: 99).

Para el autor, se entiende por interpretación la actualización semántica de lo que el texto, como
estrategia, quiere decir, con la cooperación de su Lector Modelo (Eco, 1979: 252).

Interpretar un texto consiste en inferir del mismo lo que no se dice explícitamente, pero no hacerlo
decir lo contrario de lo que dice.

Un texto en tanto que existe y está al alcance de cualquier lector, no restringe las formas de utilizarlo.
Sin embargo, el uso es otra cosa (Eco, 1979: 85-86).

Ahora bien, dentro de la teoría que postula Eco, es decir, dentro de la red de significados que
construye para referirse a un texto, se establece una clara diferencia entre interpretar y usar uno.
La primera de estas acciones consiste en intentar encarnar a su Lector Modelo, más allá de lo difuso
de sus límites; mientras la segunda consiste, básicamente, en hacer decir lo que cada Lector
Empírico quiera, sin preocuparse por lo que el texto constituya, en tanto mecánica textual. De aquí
que Interpretación y Cooperación Textual sean mutuamente intercambiables.

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Bibliografía de referencias
Eco, U. (1999). Lector In Fabula. Barcelona: Lumen.

Zecchetto, V. (2005). Seis Semiólogos en busca del lector. Bs As., Argentina: La Crujía
Editores.

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