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LAS CONDICIONES DE LA ACCION Y EL NUEVO CODIGO PROCESAL CIVIL VICTOR

TICONA POSTIGO
LAS CONDICIONES DE LA ACCIÓN Y EL NUEVO CÓDIGO PROCESAL CIVIL VÍCTOR
TICONA POSTIGO * - PERÚ (Lima)
"No os dejéis, ante todo, seducir por el mito del legislador. Más bien pensad en el Juez,
que es verdaderamente la figura central del derecho. Un ordenamiento jurídico se
puede concebir sin ley, pero nunca sin juez (...) Es bastante más preferible para un
pueblo el tener malas leyes con buenos jueces, que malos jueces con buenas leyes. No
llegaré hasta el extremo de aconsejaros que repudies el derecho legal, pero tenga la
conciencia tranquila al encomendaros que no abuséis, como nosotros lo estamos
haciendo, y, sobre todo, cuidad mucho de la dignidad, el prestigio, la libertad del juez,
y de no atarlo demasiado corto en sus manos. Es el Juez, no el legislador, quien tiene
ante sí al hombre vivo, mientras que el hombre del legislador es desgraciadamente una
marioneta. Y sólo el contacto con el hombre vivo y auténtico, con sus fuerzas y
debilidades, sus alegrías y sus sufrimientos, con su bien y su mal, puede inspirar esa
visión suprema que es la intuición de la justicia".
Francisco Carnelutti. (III Congreso Internacional de Derecho Procesal Civil, Venecia, 15
de abril de 1960)
SUMARIO: 1. Introducción.- 2. Las condiciones de la acción.- 3. La legitimidad para
obrar.- 4. La legitimidad para obrar y el Código Procesal Civil.- 5. El interés para obrar.-
6. El interés para obrar en el Código Procesal Civil.
1. INTRODUCCIÓN
La propuesta que nos hace el nuevo Código Procesal Civil, vigente desde el 28 de julio
de 1993, viene constituyendo un reto histórico para todos los integrantes de nuestra
sociedad, y, en particular, para jueces, abogados, justiciables y auxiliares
jurisdiccionales.
Este reto debemos seguir afrontando con sincera y firme voluntad de cambiar para
hacer verdaderamente eficaz la forma de hacer justicia civil en nuestro país. Y en esta
dirección, resulta de suma importancia la difusión y adecuado conocimiento de las
nuevas normas, instituciones y categorías procesales que reconoce y sistematiza el
Código. El propósito de este artículo es precisamente compartir algunas reflexiones y
conclusiones preliminares sobre una categoría procesal de vital trascendencia: las
condiciones de la acción y, su regulación y aplicación conforme a la nueva normatividad
procesal y a la luz de la doctrina que la informa.
Para un eficaz y adecuado saneamiento del proceso se requiere el conocimiento y
manejo cabal de cinco categorías procesales básicas: a) los presupuestos procesales
(competencia del juez, capacidad procesal de las partes y requisitos de la demanda), b)
las condiciones de la acción (legitimidad e interés para obrar), c) los juicios de
admisibilidad, procedibilidad y fundabilidad sobre la demanda y la pretensión, d) los
tres filtros o diques que tiene nuestro proceso civil para depurarlo de vicios y defectos
que ulteriormente puedan obstar a una sentencia sobre el fondo del litigio; y, e) la
nulidad procesal(1).
Los filtros o diques(2) configurados en el nuevo proceso civil, están constituidos por: a)
la calificación de la demanda, b) la resolución de excepciones, y, c) el saneamiento del
proceso. En estos tres filtros el Juez va ampliando su espectro de examen y análisis
sobre los presupuestos procesales, las condiciones de la acción, los juicios de
admisibilidad y de procedibilidad, el debido proceso y otras causales de nulidad.
Las dos condiciones de la acción deben ser objeto de examen judicial en los tres filtros
ya señalados.
En la hipótesis que el juez, al calificar la demanda (primer filtro), verifica que el actor
carece manifiestamente de legitimidad para obrar o de interés para obrar, tiene el
deber de rechazar liminarmente la demanda, declarándola improcedente (Art. 427°
incs. 1 y 2).
El demandado, en el segundo filtro, denuncia la ausencia o defecto de una de estas dos
condiciones cuando propone las excepciones de: falta de legitimidad para obrar, falta
de agotamiento de la vía administrativa, litispendencia, cosa juzgada, desistimiento de
la pretensión, conclusión del proceso por conciliación o transacción, caducidad,
prescripción extintiva y convenio arbitral.
En el, tercer filtro si el demandado no ha propuesta las excepciones señaladas en
párrafo anterior, el juez de oficio y vía saneamiento del proceso (ope judicis), debe
examinar y pronunciarse sobre los hechos referidos a aquellas, esto es, que debe
examinar que en el proceso concurran los tres presupuestos procesales y las dos
condiciones de la acción, ordenando la subsanación o, en su caso, la conclusión y
nulidad del proceso, salvo en cuanto a los hechos relacionados con las excepciones de
prescripción extintiva y de convenio arbitral, las que solamente pueden ser propuestas
y resueltas a instancia del demandado o, en su caso, del reconvenido (ope exceptionis).
2. LAS CONDICIONES DE LA ACCIÓN
Sobre la explicación de la naturaleza jurídica de las condiciones de la acción, en la
doctrina, se han formulado dos teorías irreconciliables, de cuyos fundamentos
esenciales haremos una breve referencia:
A) La primera teoría, postulada por CHIOVENDA, ALSINA, DEVIS ECHANDIA, entre otros,
sostienen que las condiciones de la acción vienen a estar constituidas por los
presupuestos materiales de la sentencia de fondo favorable y, además, son los
requisitos que el Juez debe examinar y establecer en su decisión final para que el
demandante pueda obtener una sentencia favorable(3). Esto significa, según esta
teoría, que el actor debe probar la concurrencia de las condiciones de la acción como
requisito sine qua non para obtener una sentencia favorable y, consiguientemente,
tutela para su pretensión.
Según esta vertiente doctrinaria, las condiciones de la acción son tres: a) derecho (ley,
norma jurídica, voluntad abstracta de la ley o posibilidad jurídica); b) legitimidad para
obrar (denominada también como legitimatio ad causam, legitimación sustantiva,
legitimación en la causa, calidad para obrar, cualidad para obrar); y, c) interés para
obrar (denominada también como interés procesal, interés en obrar, interés en
accionar, necesidad de tutela jurisdiccional). Asimismo, esta teoría sostiene que las
condiciones de la acción no deben ser examinadas por el juzgador al momento de
calificar la demanda o inmediatamente después sino únicamente en el momento de
expedir sentencia. Esta posición doctrinal se halla dentro del contexto de la teoría de
la acción como "derecho concreto", según la cual, solamente tiene acción quien tiene
derecho sustantivo; tesis que, como sabemos, se inspira en la concepción de la acción
como elemento del derecho sustantivo lesionado(4).
B) La segunda teoría(5) postula que las condiciones de la acción son aquellos requisitos
exigibles para el ejercicio válido y efectivo de la acción, como derecho abstracto a
iniciar y seguir un proceso. Tales condiciones son dos: a) la legitimidad para obrar; y, b)
el interés para obrar las mismas deben ser examinadas por el juzgador cuando califique
la demanda (si falta en forma manifiesta alguna de las condiciones, rechazará
liminarmente la demanda), cuando resuelve las excepciones (como sabemos, las
excepciones están dirigidas a denunciar la ausencia o defecto de un presupuesto
procesal o de una condición de la acción), y, también, cuando sanee el proceso. Si al
calificar la demanda, resolver las excepciones o sanear el proceso, la ausencia o defecto
de una de estas condiciones no se manifiesta, excepcionalmente el juez podrá
pronunciarse sobre aquella ausencia o defecto al expedir sentencia, conforme le
autoriza el Art. 121°, último párrafo.
También para LIEBMAN(6) las condiciones de la acción son el interés para accionar y la
legitimación; y, a este respecto nos dice: "Las mismas son, como ya se señalado, los
requisitos de existencia de la acción, y deben por eso ser establecidas en juicio
(aunque, de ordinario de manera implícita) preliminarmente al examen de fondo. Sólo
si concurren estas condiciones puede considerarse existente la acción y surge para el
juez la necesidad de proveer sobre la demanda, para acogerla o rechazarla. Las mismas
por eso pueden también definirse como las condiciones de admisibilidad de la
providencia sobre la demanda, o sea como condiciones esenciales para el ejercicio de
la función jurisdiccional respecto de un concepto caso específico deducido en juicio".
"La ausencia aún de una sola de ellas induce carencia de acción y puede ser puesta de
relieve aun de oficio, en cualquier grado del proceso".
Si los presupuestos procesales permiten constituir válidamente el proceso, las
condiciones de la acción permiten al juez emitir un pronunciamiento válido sobre el
fondo del litigio, como bien lo hace notar el maestro Juan MONROY GALVEZ(7). Para la
hipótesis en que concurren los presupuestos procesales pero con ausencia de
cualquiera de las condiciones de la acción, el proceso no será nulo (en estricto sentido),
sin embargo no podrá expedirse pronunciamiento válido sobre el fondo de la litis: la
sentencia tendrá el carácter de inhibitoria.

3. LA LEGITIMIDAD PARA COBRAR


Como ya hemos anotado, las condiciones de la acción para nuestro Código y la doctrina
que los informa, son dos: la legitimidad para obrar y el interés para obrar.
A) CONCEPTO
En la doctrina y en el derecho comparado, esta condición de la acción tiene, como lo
hemos visto, otras denominaciones: legitimatio ad causam, legitimación en la causa,
legitimación sustantiva, legitimación para accionar, cualidad para obrar, calidad para
obrar, legitimación para pretender o resistir la pretensión, legitimación para actuar y
contradecir.
Para Luis LORETO(8) la legitimidad para obrar, o cualidad como también la denomina,
"expresa una relación de identidad lógica entre la persona del actor o del demandado
concretamente considerada, y la persona abstracta a quien la ley concede acción o
contra quien la concede. La cualidad, pues, no es un derecho, ni tampoco el título de
un derecho. Expresa simplemente una idea de pura relación".
Sobre esta condición de la acción, CHIOVENDA(9) enseña: "Con ella se expresa que,
para que el juez estime la demanda, no basta que considere existente el derecho, sino
que es necesario que considere que éste corresponde precisamente a aquel que lo
hace valer; o sea, considere la identidad de la persona del actor con la persona en cuyo
valor está la ley (legitimación activa), y la identidad de la persona del demandado con
la persona contra quien se dirige la voluntad de la ley (legitimación pasiva)".
Por su lado, VESCOVI(10) también pone de relieve la idea de pura relación que tiene la
legitimidad para obrar, expresando: "es la consideración legal, respecto del proceso, a
las personas que se hallan en una determinada relación con el objeto del litigio y en
virtud de la cual se exige, para que la pretensión de fondo pueda ser examinada, que
dichas personas figuren como tales partes en el proceso".
En la gran mayoría de casos, los que son parte de la relación jurídica material (o
sustancial) son también parte de la relación jurídica procesal. Empero hay casos,
aunque los menos, es donde las partes del proceso no son los mismos titulares de la
relación sustantiva. Como Juan MONTERO AROCA (en su ponencia "La Legitimación en
el Código Procesal Civil del Perú", en el Congreso Internacional de Derecho Procesal
Civil, organizado y realizado en julio de 1994, por la Universidad de Lima, en donde
también tuve el honor de ser invitado como expositor), explica en forma meridiana:
"Ahora bien, esto no tiene porque ser siempre así; la actividad procesal puede iniciarse
por persona distinta del titular de la relación jurídico-material o frente a persona
distinta; bien porque existe error o se falta a la verdad por quien interpone la
pretensión, bien porque el ordenamiento jurídico permite pretender la actuación del
derecho objetivo a quien no es titular de la relación jurídico-material. Por una de estas
razones, los que son parte material no siempre son parte en el proceso... Si el derecho
subjetivo -alegado en la demanda- existe o no, si la obligación correlativa existe o no,
es algo que sólo podrá saberse al final del proceso -luego de la cognición plena-, pero
de entrada, el proceso sólo tendrá sentido si el que insta afirma (los subrayados son
nuestros) su titularidad del derecho e imputa la titularidad de la obligación al
demandado... con más claridad podrá comprobarse lo que decimos si ponemos unos
ejemplos: A) si "A" demanda a "B" respecto de un contrato de compraventa y afirma
que él, "A", es el comprador y que "B" es el vendedor, con esas simples afirmaciones
uno y otro quedarán legitimados para debatir en torno a cualquiera de las
consecuencias jurídicas derivadas del contrato. B) si "C" demanda a "D" con referencia
a una concreta relación jurídico-material y afirma que él, "C", no es el acreedor o que
"D" no es el deudor, estaremos ante un supuesto de falta de legitimación -o
legitimidad- activa o pasiva".
Tener legitimación o legitimidad para obrar consiste en ser la persona que, de
conformidad con la ley sustancial, puede formular (legitimación activa) o contradecir
(legitimación pasiva) las pretensiones contenidas en la demanda. Por otro lado, debe
de tenerse presente que no se trata de la titularidad del derecho o de la obligación
sustancial, porque puede ocurrir que éstos no existan, siendo suficiente con que se
pretenda su existencia, que se afirme que existe. Además, debe quedar bien en claro,
que puede existir perfectamente la legitimidad para obrar, activa y pasiva, y sin
embargo, declararse en la sentencia que el derecho o la obligación invocada en la
demanda realmente no existe(11).
Cuando el juez, al calificar la demanda, examina si el demandante tiene o no
legitimidad para obrar, simplemente debe verificar si hay esa relación formal de
correspondencia entre tal demandante y la persona a quien la ley concede acción; en
este examen, no juzga la justicia de la pretensión y menos si el actor es o no titular del
derecho que alega en su demanda, pues estos dos aspectos el juez los evalúa al expedir
sentencia (cuando emite juicio de fundabilidad sobre la pretensión). De esto podemos
concluir que lo que la tipicidad es al Derecho Procesal Penal, la legitimidad para obrar
es al Derecho Procesal Civil. Así, cuando el juez penal verifica que en la denuncia penal
presentada existe tipicidad, no está estimando y concluyendo que el imputado sea
autor y culpable del delito que se le atribuye, sino que simplemente ha verificado una
mera relación positiva de correspondencia entre la conducta delictual imputada y el
tipo penal descrito en la ley como delito; de consiguiente, en este caso, procederá a
expedir el auto apertorio de instrucción, siempre que además la denuncia reúna los
demás requisitos de ley. En el mismo sentido, el juez civil, cuando verifica la existencia
de la legitimidad para obrar del demandante "X" (legitimidad activa) no está llegando
a la convicción de que ese actor sea efectivamente titular del derecho sustantivo
alegado en la demanda, sino que simplemente está concluyendo que existe esa
relación formal de correspondencia entre la persona del accionante y la persona a
quien la norma jurídica abstractamente favorece y, por otra parte, cuando el Juez
constata que el demandado "Z" tiene legitimidad para obrar (legitimidad pasiva) no
está llegando a la convicción de que esta demandado sea titular de la obligación
demandada, sino que verifica la existencia de una mera relación formal de
correspondencia entre ese demandado y la persona abstracta a quien la norma jurídica
le atribuye la calidad de obligada.
Si, por ejemplo, los hermanos "A" y "B" compraron el bien inmueble "Z", no puede
únicamente el hermano "B" propone demanda de nulidad del contrato de
compraventa celebrado con "D" (salvo como es obvio, que actúe por derecho propio y
como apoderado de su hermano "A", o bien alegue procurador oficiosa); sin no
obstante ello, demandara la nulidad del contrato, el Juez debe declarar de plano
improcedente la demanda (Art. 427° inc. 1) porque el demandante ("B") carece
evidentemente de legitimidad (activa) para obrar. Como es fácil advertir, en este caso
de litisconsocio necesario, la legitimidad para obrar es plural e inescindible, por la
propia naturaleza de la relación sustancial y la pretensión de nulidad. Algunos autores,
sostienen que en este caso la legitimidad no existe, otros firman que existe pero en
forma incompleta; sin embargo, en todo caso no concurre esta condición de la acción
y, por consiguiente el Juez no podría pronunciarse sobre el fondo del litigio.
Para la hipótesis en donde la demanda sea interpuesta por los 2 hermanos ("A" y "B"),
el Juez constará que en la demanda concurre la legitimidad para obrar (activa), por
tanto, en este aspecto, la demanda es procedente. Empero, muy bien podría suceder
que luego de tramitado el proceso (cognición plena, mediante la audiencia de
pruebas), el Juez puede declare infundada la demanda si aquellos hermanos no
llegaran a probar idóneamente los hechos en que sustentan la causal de nulidad del
contrato de compraventa: como vemos, los actores tienen legitimidad para obrar
activa, pero no son titulares del derecho (alegado en la demanda) de pedir la nulidad
del contrato. Esto significa, en otras palabras que la citada demanda es admisible
(porque reúne los requisitos de forma), además es procedente (porque tiene los
requisitos de fondo, Vg. Legitimidad para obrar activa); empero, esa misma demanda
es infundada porque los actores no llegaron a probar los hechos sustentatorios de su
pretensión (Art. 200°) no obstante tener la carga procesal de acreditarlos.
B) CLASES DE LEGITIMIDAD PARA COBRAR
Atendiendo al sujeto legitimado o a la posición que éste adopta al interior del proceso,
la legitimidad puede ser:
a) Legitimidad activa y pasiva: la primera concierne al demandante, la segunda al
demandado.
b) Legitimidad principal y secundaria: la primera corresponde al actor y al demandado,
así como al interviniente litisconsorte, interviniente excluyente principal (art. 98° y
99°). la segunda corresponde, por ejemplo, al tercero interviniente coayuvante (Art.
97°).
c) Legitimidad permanente y transitoria: la primera corresponde al sujeto procesal para
seguir todo el proceso; la segunda, corresponde al sujeto que interviene en una
cuestión incidental.
d) Legitimidad ordinaria y extraordinaria: la primera se da por ejemplo en el
litisconsorcio necesario; mientras que la segunda, en la sustitución procesal, regulada
en el Art. 60° (llamada por los civilistas acción subrogatoria u oblicua: Art. 1219° inc. 4
del C.C.).
C) CARACTERÍSTICAS
Siguiendo en parte el criterio expuesto por DEVIS ECHANDIA(12) consideramos que la
legitimidad para obrar tiene las siguientes características:
a) La legitimidad se distingue totalmente de la titularidad del derecho sustancial
alegado en la demanda. La condición de la acción, bajo examen, no es el derecho ni la
titularidad del derecho controvertido. El actor puede estar legitimado, pero si no
prueba los hechos sustentatorios de su pretensión, la demanda se declarará infundada,
esto es que el actor, en esta hipótesis, no habrá probado ser titular del derecho que
alega.
b) La legitimidad para obrar no es requisito para una sentencia favorable, sino
simplemente para el ejercicio válido de la acción y para una sentencia de mérito (sea
ésta favorable o desfavorable). Si el actor acredita estar legitimado en la causa, no
significa en modo alguno que la sentencia deba serle necesariamente favorable; como
ya hemos visto, son cosas totalmente distintas la legitimidad para obrar y el derecho
sustantivo discutido en proceso. Por tanto, técnicamente, sólo si en un proceso
determinado se establece la concurrencia de la legitimidad activa y pasiva (del actor y
del demandado, respectivamente), el Juez estará en el deber de pronunciamiento
sobre el mérito de la causa, expidiendo sentencia sobre el fondo de la litis, ya sea
declarando fundada o infundada la demanda (obviamente, siempre que no existan
otras causas que obsten al pronunciamiento de mérito).
c) La sentencia inhibitoria (o de forma) que se expida por haberse constatado la falta
de legitimidad (sea activa o pasiva) no genera cosa juzgada; pues, el juez en esta forma
de pronunciamiento, no afirma ni niega la existencia del derecho alegado por el actor
en la demanda; consecuentemente, al no existir pronunciamiento sobre el fondo del
litigio, no puede considerarse juzgado el litigio o causa.
d) La legitimidad es personal, subjetiva y concreta. Con claridad, en este punto, DEVIS
ECHANDIA(13) nos dice: "Cada parte debe tener su propia legitimación en la causa, en
razón de su personal situación, respecto a las pretensiones o excepciones de mérito
que en el proceso se discutan o simplemente deban ser objeto de la sentencia, e
igualmente cada interviniente debe aducir su propia legitimación en la causa para que
se acepte su intervención. Cuando una persona obra en representación de otra, los
actos de aquella se entiende como de ésta y, por lo tanto, es la legitimación del
representado lo que permite la decisión de fondo en la sentencia".
e) La legitimidad para obrar activa debe existir desde el momento en que se dicta el
auto admisorio de la demanda. Precisamente, cuando el juez califica la demanda, entre
otros aspectos que debe verificar es si el actor está o no legitimado en la causa, sino lo
estuviera en forma evidente, rechazará liminarmente la demanda, como lo prescribe
el Art. 427° inc. 1. Además, la relación jurídica procesal tiene existencia desde que se
dicta el mencionado auto, momento en el cual también debe exigirse la concurrencia
de aquellas legitimaciones, particularmente la activa (como veremos más adelante, la
falta de legitimidad pasiva, podrá deducirse también como excepción y, en todo caso,
el juez revisará ambas legitimaciones cuando expida auto de saneamiento procesal).
Tratándose de los terceros intervinientes, se exige que su legitimación exista al
momento que solicitan su incorporación al proceso; si no estuvieran legitimados, se
rechazará de plano su intervención; y, en todo caso, de constatarse aquella falta de
legitimidad posteriormente, el juez procederá a la extromisión procesal del tercero
indebidamente incorporado, estando a la facultad prevista en el Art. 107°.
Ahora bien, puede ocurrir que al iniciarse el proceso uno de los litigantes no tenga
legitimidad o, bien que en el iter procesal la adquiera. Sobre este problema,
puntualmente DEVIS ECHANDIA(14) expresa: "Por lo general, la situación que existe en
ese momento -admisión a trámite de la demanda- permanece igual durante el curso
del proceso y no se presenta problema alguno sobre el particular. Pero, por excepción,
puede ocurrir que se altere en uno de dos sentidos: o porque quien no estaba
legitimado en la causa entonces, adquiera esa calidad antes de la sentencia; o porque
desaparezcan los hechos que otorgaban la debida legitimación en la causa a alguna de
las partes".
Aunque el mencionado profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional
de Bogotá propone una solución a esta cuestión(15) distinta a nuestro Código,
consideramos que éste propone una solución más acertada y congruente con el
derecho a la tutela jurisdiccional que tiene toda persona. En efecto, el Art. 451°, inc. 4
y parte pertinente del inc. 5 establece soluciones diversas: a) si se verifica la falta de
legitimidad para obrar del demandado, declarará el juez fundada la excepción que a
este respecto se haya formulado y tendrá el efecto de suspender el proceso hasta el
que actor establezca la relación jurídica procesal entre las personas que el auto
resolutorio ordene y dentro del plazo que éste fije; b) Si el juez verifica la falta de
legitimidad para obrar del demandante, procederá a declarar fundada la excepción que
con este fin se hay interpuesto y tendrá el efecto de anular todo lo actuado y dar por
concluido el proceso.
Como advertimos, la solución que nos propone nuestro Código es diversa según se
trate de la falta de legitimidad del actor o del demandado; lo que nos parece muy
razonable y certero. En el caso de carencia evidente de legitimidad del demandado, se
justifica que se suspenda el proceso, por cuanto en prime término existe una demanda
y petición de tutela jurisdiccional, la cual debe ser satisfecha salvando previamente la
omisión o defecto aludido; es decir, emplazando a la persona o personas que
verdaderamente y además corresponde ser demandadas , para que éstas puedan
ejercitar su derecho de contradicción en proceso y, en todo caso, el juez pueda
pronunciarse válidamente sobre el fondo de la litis. En cambio, tratándose de la falta
de legitimidad para obrar del actor, la situación es totalmente distinta, pues, debe
tenerse en cuenta el principio nemo judex sine actore (no hay juez sin actor)
consagrado en el Art. IV del Título Preliminar del Código que dispone, en su primer
párrafo: "El proceso se promueve sólo a iniciativa de parte, la que invocará interés y
legitimidad para obrar. No requieren invocarlos el Ministerio Público, el procurador
oficioso ni quien defiende intereses difusos".
Entonces, no se puede obligar a una persona (o personas) a actuar como demandante
en un proceso; si ello ocurriera, el juez, en buena cuenta, estaría promoviendo de oficio
el proceso, lo que, como hemos visto, está absolutamente prohibido. Esto explica y
justifica el porqué en nuestro Código, la falta de legitimidad para obrar del actor
determina inexorablemente la nulidad y conclusión del proceso, ya sea en vía de
excepción o en vía de saneamiento procesal, como lo analizaremos más adelante. Al
calificarse la demanda, ésta es improcedente si el actor carece evidentemente la
legitimidad para obrar (Art. 427° inc. 1).
f) La legitimidad para obrar (legitimatio ad causam) es totalmente distinta a la
capacidad procesal (legitimatio ad processum). La ausencia de la primera en un proceso
determinado, significa que éste es válido, pero el juez no puede emitir un
pronunciamiento (sentencia) sobre el fondo del litigio. La ausencia de la segunda, por
constituir un presupuesto procesal, determina la invalidez de la relación jurídica
procesal (o proceso) y, a fortiori (con mayor razón) el juez no puede resolver el fondo
de la litis.
4. LA LEGITIMIDAD PARA OBRAR Y EL CÓDIGO PROCESAL CIVIL
En diferentes disposiciones, el Código regula la aplicación de esta condición de la
acción: la legitimidad para obrar. Resulta pues que, en congruencia con la doctrina
contemporánea y el derecho comparado en esta materia, el Código confiere a la
legitimidad para obrar la importancia teórica y práctica que indudablemente tiene en
el proceso civil de nuestros tiempos, para que pueda responder a las exigencias
imperativas de un servicio de justicia eficaz, con celeridad y economía procesal.Así,
veamos algunos casos, en donde esta condición de la acción es regulada y aplicada:
A) LA LEGITIMIDAD PARA OBRAR Y EL PRINCIPIO DE INICIATIVA DE PARTE
El proceso civil en ningún caso puede ser iniciado de oficio por el juez, requiere siempre
la iniciativa de parte, en virtud del principio dispositivo, según el cual no hay actor sin
juez.
La demanda es el modo o forma inicial como se comienza a ejercitar el derecho
(abstracto) de acción. El demandante, al interponer una demanda, necesariamente
debe invocar y describir la concurrencia de las dos condiciones de la acción: la
legitimidad y el interés para obrar. Así le impone la norma contenida en el Art. IV,
primer párrafo, del Título Preliminar del Código.
Sin embargo, es oportuno precisar que no es simplemente suficiente afirmar en la
demanda que se tiene legitimidad para obrar sino que es necesario que tal condición
de la acción fluya del texto de la demanda. Pues, podría ocurrir que pese a la afirmación
de su existencia (invocación), empero, de los hechos sustentatorios de la pretensión se
desprende que el actor carece en forma evidente de legitimidad para obrar, en cuyo
supuesto al juez rechazará liminarmente la demanda.
B) LA LEGITIMIDAD PARA OBRAR Y EL PATRIMONIO AUTÓNOMO
Para nuestro sistema jurídico puede considerarse patrimonio autónomo a la sociedad
conyugal, la herencia vacante, la sucesión indivisa, la copropiedad o condominio,
etc.(16).
El patrimonio autónomo es representando en proceso por cualquiera de sus
copartícipes cuando actúa como demandante; en tanto que si son demandados la
representación recaerá en la totalidad de los partícipes que la conforman (Art. 65°).
Ello significa que cuando actúa como demandante cualquiera de los partícipes tiene
legitimidad para obrar activa y, de consiguiente, puede demandar, en cuyo caso, la
excepción de falta de legitimidad para obrar del demandante que pudiera formular el
demandado, debe ser declarada improcedente.
Cuando el patrimonio autónomo actúa como demandado, debe emplazarse
necesariamente a todos los copartícipes; sino se demandara a todos éstos, en primer
lugar, el juez, de oficio, debe disponer que se integre la relación jurídica procesal,
ordenando el emplazamiento de los partícipes que no fueron demandados,
cumpliendo de esta forma el deber (antes que facultad) que le impone el Art. 95°.
Cuando actúa como demandado, el patrimonio autónomo, es considerado como
litisconsorcio necesario pasivo; esto explica que si no se demanda a todos los
partícipes, cualquiera de los que fueron demandados, pueden interponer la excepción
de falta de legitimidad para obrar de la parte demandada (Art. 446°, Inc. 6), en cuya
hipótesis el juez deberá declarar fundado aquel medio de defensa de forma, a
despecho de la redacción que tiene el Art. 65° (que alude a la representación que recae
en la totalidad de los partícipes); el litisconsorcio necesario pasivo que configura el
patrimonio autónomo, cuando es demandado, de ninguna manera se refiere a la
capacidad procesal o a la representación de los copartícipes sino a su legitimidad para
obrar en proceso.
Como hemos señalado, el condominio o copropiedad configura un caso de patrimonio
autónomo, por tal razón, en concordancia del citado numeral 65°, el Código Civil (Art.
979°) faculta a cualquier copropietario para reivindicar el bien común, así como para
promover acciones posesorias, interdictos, desalojos, etc. En cambio, si la demanda
tiene por objeto un bien en copropiedad, debe demandarse a todos los copartícipes;
pues, de lo contrario la excepción de falta de legitimidad para obrar de la parte
demandada que se opusiera debe ser declarada fundada (si antes el juez no ordenó la
integración de la relación jurídica procesal Art. 95°).
C) LA LEGITIMIDAD PARA OBRA Y EL LITISCONSORCIO NECESARIO
El Código, en el Art. 93°, regula la figura del litisconsorcio necesario, prescribiendo que
cuando la decisión a recaer en el proceso afecta de manera uniforme a todos los
litisconsortes, sólo será expedida válidamente si todos comparecen o son emplazados,
según sea el caso de litisconsorcio necesario activo o pasivo, respectivamente, salvo
que la ley disponga lo contrario.
Por tanto, en el litisconsorcio necesario "la relación sustancial es única para varios
sujetos, de modo que las modificaciones de ella, para ser eficaces, deben operar
conjuntamente en frente de todos. En estos casos de listiconsorcio necesario, la
legitimación pertenece conjunta, y no separadamente, a varias personas"(17).
Como podemos inferir, el litisconsorcio necesario (sea activo o pasivo) se relaciona
directamente con la legitimidad para obrar (también activa o pasiva). Pues, en la
hipótesis que no actuara como autor uno de los litisconsortes activos, no habrá
legitimidad para obrar en la parte demandante y, en tal situación, el juez declarará
liminarmente improcedente la demanda (Art. 427° inc. 1) por la evidente ausencia de
esta condición de la acción; y en todo caso, el demandado podrá oponer exitosamente
la excepción de falta de legitimidad para obrar de la parte demandante (Art. 446° inc.
6) y aún, el juez de oficio, al sanear el proceso, examinará si las partes tienen
legitimidad para obrar. En el caso propuesto, deberá declarar nulo todo lo actuado y
concluido el proceso en aplicación de la norma contenida en el Art. 465° inc. 2, en
virtud de que la ausencia de la legitimidad para obrar activa configura un caso de
nulidad insubsanable.
La situación es distinta cuando se trata de litisconsorcio pasivo. En este caso, el Juez al
calificar la demanda (o en cualquier estado del proceso), si advirtiera que no han sido
demandados todos los litisconsortes necesarios, en cumplimiento de lo dispuesto por
el Art. 95° deberá suspender el proceso y disponer que se emplace al litisconsorte que
no fue demandado. En su defecto, el demandado puede oponer la excepción de falta
de legitimidad para obrar de la parte demandada (pasiva) y, al declararse fundado este
medio de defensa de forma, el juez deberá suspender el proceso, a fin de que el actor
establezca la relación jurídica procesal con las personas (litisconsortes necesarios) que
el auto resolutorio ordene y dentro del plazo que señale (Art. 451° inc. 4). En todo caso,
al sanear el proceso, el juez de oficio examinará si existe en ambas partes la legitimidad
para obrar, y si faltare en la parte demandada, podrá disponer la suspensión del
proceso hasta que se emplace a todos los litisconsortes necesarios pasivos. Se debe
considerar indudablemente que la ausencia o defecto de la legitimidad para obrar
pasiva configura un caso de nulidad (relativa) subsanable (Art. 465°, inc. 3).
El litisconsorcio necesario es un caso de legitimidad para obrar plural como bien lo
puntualiza Juan MONTERO AROCA: "En el litisconsorcio, pues, la afirmación de
titularidad activa del derecho subjetivo ha de hacerse por varias personas (activo) o ha
de imputarse la obligación a varias personas (pasivo). Esto puede suceder porque viene
impuesto por la propia naturaleza de la relación jurídico-material controvertida sobre
la que se han de hacer afirmaciones... Por ejemplo, si se pretende la nulidad de un
negocio jurídico debe demandarse a todos los que fueron parte material en su
realización, porque el negocio será nulo o válido para todos ellos. En caso de
cotitularidad de varias personas sobre un mismo bien, la pretensión reivindicatoria del
mismo debe dirigirse contra todas" (Ponencia: la legitimación en el Código Procesal
Civil del Perú).
D) LA LEGITIMIDAD PARA OBRAR Y LA SUCESIÓN PROCESAL
Los casos de sucesión procesal, como sabemos, están previstos en el Art. 108° del
Código.
El sucesor a título universal o a título particular, por ser nuevo titular del derecho
sustantivo discutido, también adquiere colateralmente la legitimidad para obrar, sea
activa o pasiva, según sea el caso. Como ya hemos señalado, esta condición de la acción
es personal, subjetiva y concreta, y, por consiguiente en las hipótesis de sucesión
procesal, también se trasmite al sucesor aquella legitimidad para obrar (el sucesor
adquiere paralelamente el derecho -discutido en proceso- y la legitimidad para obrar
activa).
Ocurría frecuentemente, con la anterior normatividad procesal, que se cuestionaba la
comparecencia y actuación del actor (y a la vez sucesor del originario titular del
derecho) mediante la excepción de falta de personería, alegando que demandaba sin
haber acreditado su condición de sucesor (o heredero), lo que evidentemente era un
craso error, en sentido técnico lo que se cuestionaba en ese caso no era la capacidad
procesal del actor sino su legitimidad para obrar activa.
E) LA LEGITIMIDAD PARA OBRAR Y LA CALIFICACIÓN DE LA DEMANDA
El Código prevé y regula tres filtros o diques: a) la calificación de la demanda, b) la
resolución de excepciones, y c) el saneamiento del proceso.
En el primer filtro (calificación de la demanda) el juez, al emitir el juicio de
procedibilidad sobre la pretensión, debe examinar si el actor tiene o no legitimidad
para obrar que invoca en su demanda. De constatar su ausencia evidente declarará
improcedente la demanda, conforme a la norma contenida en el Art. 427° inc. 1.
Como ya hemos analizado, la legitimidad para obrar no constituye en modo alguno la
titularidad del derecho sustantivo, sino simplemente una mera relación formal de
correspondencia entre el actor concretamente considerado y la persona que en
abstracto favorece la norma jurídica (legitimidad activa) y, por otro lado, entre el
demandado y la persona abstracta contra la cual se concede tutela jurisdiccional.
Si la falta de legitimidad para obrar del actor no es evidente, el juez debe presumir su
existencia, en virtud del principio "in dubio pro pretensor": en la duda debe estarse a
lo más favorable al pretensor. Sin embargo, ello no impide de modo alguno que el
demandado pueda interponer la excepción de falta de legitimidad para obrar del actor
(Art. 446° inc. 6) o, en todo caso, tampoco releva al juez de examinar la legitimidad
activa y pasiva al sanear el proceso, y en caso de constatar su ausencia o defecto,
dictará la resolución que corresponda (Arts. 465°, 451° inc. 4 y 5).
F) LA LEGITIMIDAD PARA OBRAR Y SU EXCEPCIÓN RESPECTIVA
Sin perjuicio del examen de esta condición de la acción por parte del juez al calificar la
demanda, el demandado está facultado para oponer la excepción de falta de
legitimidad para obrar del actor o, en su caso, del demandado (Art. 446° inc. 6).
Hemos podido advertir, en la praxis judicial, que en algunos casos se ha confundido la
excepción sub análisis con otros medios de defensa de fondo como: el pago, la falta de
obligación, la de irresponsabilidad, entre otros.
Estos medios de defensa de fondo pretenden establecer en el proceso que el derecho
discutido ya no existe o nunca existió; mientras que la excepción de falta de legitimidad
para obrar está dirigida a acreditar que no hay aquella relación formal de
correspondencia entre las partes y las personas que en abstracto favorece u obliga la
ley. Esto explica que para resolver la excepción procesal que analizamos se requiere
solamente de una cognición sumaria o semiplena, pues sólo hay pronunciamiento
sobre la relación jurídica procesal (se constata en esencia si en el proceso intervienen
o no las personas que deben actuar como demandantes y como demandados);
mientras que el pronunciamiento sobre los medios de defensa de fondo
necesariamente requiere de una cognición plena o completa (audiencia de prueba),
porque precisamente se va a resolver el fondo del litigio, esto es sobre la relación
jurídica sustantiva. En otras palabras, el juez va a decidir si existe el derecho discutido
y si el actor es el titular de este derecho.
C) LA LEGITIMIDAD PARA OBRAR Y EL SANEAMIENTO DEL PROCESO
Al sanear el proceso el juez debe examinar, entre otros aspectos, la concurrencia de
los tres presupuestos procesales y de las dos condiciones de la acción.
Si de este examen llega a la convicción de que el actor carece evidentemente de
legitimidad para obrar (activa), declarará la nulidad de todo lo actuado y dará por
concluido el proceso (Arts. 465°, inc. 2 y 451°, inc. 5), pues la carencia de esta condición
de la acción en el actor constituye indudablemente un defecto insubsanable y, de
consiguiente, un caso de nulidad absoluta.
Empero, si de aquel examen, el juez concluye indubitablemente que el demandado
carece de legitimidad para obrar (pasiva), suspenderá el proceso hasta que el
demandante establezca la relación procesal entre las personas que la resolución
ordene y en el plazo judicial que a tal finalidad se fije (Arts. 465°, inc. 3, y 451°, inc. 4).
En este caso la falta de legitimidad pasiva configura un defecto subsanable, por tanto,
es razonable que se disponga judicialmente la subsanación correspondiente; trátase,
entonces, de una nulidad relativa.
Si no es evidente la falta de legitimidad para obrar activa o pasiva, el juez presumirá la
existencia de ellas en virtud del principio in dubio pro pretensor, continuando con el
proceso hasta la expedición de sentencia, siempre que no exista otra causal que obste
a su continuación.
H) LA LEGITIMIDAD PARA OBRAR Y LA SENTENCIA
La finalidad que tienen los tres filtros (calificación de la demanda, resolución de
excepciones y saneamiento del proceso), consiste en hacer viable en la sentencia un
pronunciamiento (juicio de fundabilidad) sobre el fondo del litigio y, hacer efectivo de
este modo, los fines del proceso: resolver un conflicto de intereses y lograr la paz social
en justicia. En consecuencia, el juez al emitir sentencia como regla general, debe
pronunciarse sobre la cuestión controvertida, declarando el derecho de las partes (Art.
121°, último párrafo).
Sin embargo, no siempre puede ocurrir que el juez declare en la sentencia fundada o,
en su caso infundada la demanda (juicio de fundabilidad, positivo o negativo).
Excepcionalmente la disposición referida autoriza al juez a pronunciarse sobre la
validez de la relación jurídica procesal; esto es, que emita una sentencia inhibitoria, en
donde ponga de manifiesto la omisión o defecto de un presupuesto procesal o de una
condición de la acción, la concurrencia de cualquier otra causal de nulidad (absoluta o
relativa), incluso la infracción al debido proceso.
Habíamos precisado que si la ausencia o defecto de la legitimidad para obrar no es
evidente, el juez califica positivamente la demanda, admitiéndola a trámite. No
obstante, puede ocurrir, aunque excepcionalmente, que luego de la cognición plena
sobre el objeto del litigio, al momento de expedir sentencia, el juez advierta con nitidez
la falta de legitimidad para obrar del demandante o del demandado. En esta situación,
obviamente el juzgador no puede pronunciarse sobre el fondo del litigio, entonces no
tendrá otra alternativa que emitir una sentencia inhibitoria: sustentándola en que el
demandante o el demandado carecen de legitimidad para obrar, y consiguientemente,
improcedente la demanda (juicio de procedibilidad negativo sobre la pretensión
contenida en la demanda).

5. EL INTERÉS PARA OBRAR


A) CONCEPTO
Esta segunda condición de la acción ha sido denominada por la doctrina y en el derecho
comparado de varias formas: interés procesal, interés en obrar, interés en accionar,
necesidad de tutela jurisdiccional(18).
Consideramos que esta condición de la acción consiste en el actual estado de necesidad
de tutela jurisdiccional en que se encuentra una persona en concreto, y que lo
determina a solicitar, por vía única y sin tener otra alternativa eficaz, la intervención
del respectivo órgano jurisdiccional con la finalidad de que resuelva el conflicto de
intereses, en el cual es parte.
Para CHIOVENDA(19) esta condición de la acción "...no consiste solamente en el interés
en conseguir el bien garantizado por la ley (lo cual forma parte del contenido del
derecho) sino en el interés en conseguirlo por obra de los órganos jurisdiccionales. Se
puede, por lo tanto, tener derecho y no tener todavía acción ninguna... Por regla
general puede decirse que el interés en obrar consiste en esto: que sin la intervención
de los órganos jurisdiccionales, el actor sufriría un daño injusto. Además, varía según
el modo de actuación de la ley que se invoca (sentencia de condena o de declaración,
medida preventiva de seguridad, etc.)".
Para el maestro Juan MONROY GALVEZ(20) el interés para obrar es, básicamente un
estado de necesidad, y agrega: "Cuando una persona tiene una pretensión material,
antes de convertirla en pretensión procesal, puede -se encuentre o no regulados-
realizar una serie de actos destinados a procurar satisfacer su pretensión antes de
iniciar el proceso, desde solicitar, invocar, rogar, requerir, exigir, apremiar, o amenazar
al obligado. Se dice que hay interés procesal o interés para obrar cuando una persona
ha agotado los medios para satisfacer su pretensión material y no tiene otra alternativa
que no sea recurrir al órgano jurisdiccional. Esta necesidad inmediata, actual,
irremplazable de tutela jurídica es el interés para obrar".
El interés para obrar o interés en obrar es según Gian ANTONIO MICHELI "aquella
situación de insatisfacción en que un sujeto puede llegar a encontrarse si no recurre al
juez, en cuanto sólo la obra de este último puede satisfacer dicho interés, esto, es hacer
desaparecer la insatisfacción misma. Pero es de advertir que la situación sicológica en
que el sujeto puede encontrarse adquiere relieve y significado jurídico solamente en
cuanto él plantea, pidiendo un cierto tipo de tutela, una situación de hecho idónea en
abstracto, según las normas objetivas para hacerla reconocer". (21)
En otra hipótesis, como expone BRISEÑO SIERRA(22) tener derecho no es suficiente
para pretender sustantivamente, porque puede ocurrir que aquél haya prescrito. Si en
un caso insólito el actor afirmara haber celebrado con el demandado un mutuo y no
haber recibido el pago en el tiempo, por cuya razón prescribió, el demandado podrá
oponer con éxito la excepción de prescripción extintiva (el juez no puede rechazar de
plano la demanda y el sustento de este medio de defensa será que el actor carece de
necesidad de tutela jurisdiccional (interés para obrar) desde el día siguiente al del
vencimiento del plazo de prescripción extintiva previsto por la ley.
Existen otros casos en que la providencia jurisdiccional se hace imprescindible para
obtener una nueva situación o relación jurídica, ya que según el ordenamiento jurídico
no existe otra vía, tal como ocurre con la demanda de divorcio, con la de nulidad del
matrimonio, impugnación de actor o resolución administrativa, interdicción, etc. En
todos estos casos, la única vía para resolver el litigio es la vía jurisdiccional, no siendo
procedente una autocomposición (por los propios interesados del litigio). Con relación
a este punto, BRISEÑO SIERRA, citando a CALAMANDREI, nos dice: "cuando en la
práctica se presente la circunstancia que haga indispensable la intervención judicial, se
podrá hablar de interés en obrar. Ello puede acontecer, más bien porque los sujetos no
alcancen por sí la solución o porque no pueden legalmente conseguirla. Se puede
concluir que el interés procesal en sus diversas configuraciones, surge cuando la
finalidad que el solicitante se propone alcanzar mediante la pretensión, no puede o no
puede ya ser alcanzada sino mediante la providencia del juez, cuando la situación
jurídica existente antes del proceso es tal que el recurso a la autoridad judicial se
presenta como necesario.(23)
B) DIFERENCIAS ENTRE EL INTERÉS SUSTANCIAL Y EL INTERÉS PARA OBRAR
El interés procesal (o interés para obrar) es totalmente distinto al interés material(24),
sin embargo se relacionan. En este sentido LIEBMAN(25) puntualiza: "El mismo -interés
para accionar, como le llama- se distingue del interés sustancial, para cuya protección
se intenta la acción, así como se distinguen los dos correspondientes derechos, el
sustancial, que se afirma correspondiente al actor, y el procesal que se ejercita para la
tutela del primero. El interés para accionar es por eso un interés procesal, secundario
e instrumental, respecto del interés sustancial primario, y tiene por objeto la
providencia que se pide al magistrado, como medio para obtener la satisfacción del
interés primario, que ha quedado lesionado por el comportamiento de la contraparte,
o más genéricamente por la situación de hecho objetivamente existente. Por ejemplo,
el interés primario (sustancial) de quien se afirma acreedor de 100 es obtener el pago
de esta suma; el interés para accionar (procesal) surgirá si el deudor no paga al
vencimiento y tendrá por objeto la condena del deudor y sucesivamente la ejecución
forzada a cargo de su patrimonio. El interés para accionar surge de la necesidad de
obtener del proceso la protección del interés sustancial; presupone por eso la lesión
aparente o real de ese interés -por lo menos alegar tal lesión- y la idoneidad de la
providencia demandada para protegerlo y satisfacerlo. Sería, en efecto inútil tomar en
examen la demanda para conceder (o negar) la providencia pedida, en el caso de que
en la situación de hecho que viene dibujada no se comprenda afirmada una lesión del
derecho o interés que se alega frente a la contraparte, o si los efectos jurídicos que se
esperan de la providencia sean, de cualquier modo ya adquiridos, o si la providencia es
por sí misma inadecuada o inidónea para remover la lesión, o finalmente si la
providencia pedida no puede ser pronunciada, por no admitirse por la ley (ejemplo, la
prisión por deudas). Naturalmente, el reconocimiento de la existencia de interés en
accionar no significa todavía que el actor tenga razón: quiere decir solamente que su
demanda se presenta como merecedora de ser tomada en examen; y al fondo -de la
litis-, no al interés para accionar, pertenece toda cuestión de hecho y de derecho
relativa al fundamento de la demanda, esto es a la conformidad al derecho de la
protección jurídica que se pretende para el interés sustancial. En conclusión, el interés
para accionar está dado por la relación jurídica entre la situación antijurídica que se
denuncia -o describe- y la providencia que se pide para ponerle remedio mediante la
aplicación del derecho, y esta relación debe consistir en la utilidad de la providencia,
como medio para adquirir por parte del interés lesionado la protección acordada por
el derecho".
Representaremos, con el siguiente ejemplo, la diferencia entre el interés sustancial y
el interés procesal (interés para obrar): a) Ticio entrega en mutuo a Cayo la suma de 5
mil nuevos soles por el plazo de 60 días; b) vencido el plazo convencional referido. Ticio
tiene interés sustancial (patrimonial) en que Cayo le pague la suma de dinero mutuada
y este interés lo lleva a solicitar (personalmente y hasta por carta notarial) a Cayo
cumpla con su obligación asumida en tal contrato; c) no obstante los requerimientos,
Cayo no cumple, por lo que la situación de Ticio es de un estado de necesidad de tutela
jurisdiccional, esto es, que ya no tiene otra alternativa que recurrir al juez para que,
mediante el proceso civil respectivo, se condene a Cayo al cumplimiento de aquella
obligación pecuniaria; cuando surge tal estado de necesidad de tutela jurisdiccional,
decimos que Ticio tiene interés para obrar o interés procesal; d) entonces Ticio se ve
determinado a interponer su demanda y seguir el proceso respectivo, invocando aquel
interés procesal y también paralelamente el interés sustancial; invoca el interés
sustancial cuando afirma que Cayo no le paga la obligación patrimonial citada, pese a
ser exigible conforme al ordenamiento jurídico vigente; e invocará el interés procesal
cuando descrita esta situación, manifiesta su necesidad de que el despacho judicial
intervenga y en la sentencia se le condene a pagar, incluso con las costas y costos; este
interés procesal, de que intervenga el juez, es de carácter extra-patrimonial; e) una vez
condenado Cayo efectivamente a pagar la deuda, puede ocurrir -lo que no es raro en
la realidad- que en vía de ejecución de sentencia se establezca que el ejecutado sea o
haya devenido en insolvente económicamente; f) en esta situación, al acreedor Ticio
no podrá solicitar que Cayo sea privado de su libertad en razón de no haber pagado la
deuda, pues la tutela jurisdiccional a que está obligado el Estado no llega al extremo
de amparar una "prisión por deuda"; g) Conforme al Art. 2001°, inc. 1, del C.C. el
acreedor tendrá que esperar que Cayo tenga posibilidad económica en lo futuro para
que pague la deuda, y tendrá 10 años para solicitar en cualquier momento la ejecución
de aquella sentencia: h) mientras tanto, la necesidad de tutela jurisdiccional (interés
para obrar) que tenía Ticio ha sido plenamente satisfecha por el Estado; i) empero,
también hay que reconocer que el interés sustancial (derivado del contrato de mutuo,
cuya obligación no ha sido pagada, aún, pese a la sentencia condenatoria) no ha sido
satisfecho por Cayo; j) en esta hipótesis, por consiguiente el interés procesal, que es de
carácter necesariamente extrapatrimonial, corresponde satisfacerlo al Estado
mediante los organismos jurisdiccionales correspondientes; en tanto que el interés
sustancial, que es de carácter patrimonial (aunque en otros casos no necesariamente
patrimonial, pues podría ser el interés de carácter extrapatrimonial o mixto),
corresponde satisfacer a Cayo.
6. EL INTERÉS PARA OBRAR EN EL CÓDIGO PROCESAL CIVIL
Esta condición de la acción también está regulada sistemáticamente en el Código.
Veamos algunos casos en donde se relacionan con otras categorías e instituciones
procesales.
A) EL INTERÉS PARA OBRAR Y SU INVOCACIÓN EN LA DEMANDA
Ha quedado claro que el interés para obrar o interés procesal consiste en el estado de
necesidad de tutela jurisdiccional en que se halla el actor, que lo determina por vía
única y sin otra alternativa a requerir la intervención del órgano jurisdiccional para que
resuelve el conflicto de interés (en donde es parte) o elimine la incertidumbre jurídica.
El actor en su demanda debe invocar encontrarse en estado de necesidad de tutela
jurisdiccional. Tal invocación puede ser expresa o tácita y, además, debe estar
corroborada con los hechos sustentatorios de la pretensión. Cuando el actor, en su
demanda solicita que el despacho judicial intervenga, se admita a trámite la demanda
y en su oportunidad sea declarada fundada, está no sólo invocando el interés para
obrar sino, además, está solicitando que el Estado le provea tutela jurisdiccional. Ello
servirá para que el juez al calificar la demanda (o en su caso, al resolver excepciones o
sanear el proceso) pueda examinar esta segunda condición de la acción y determinar
la procedencia de la demanda; pues si el actor carece manifiestamente de interés para
obrar debe declararla improcedente (Art. 427° inc. 2) en cuyo caso emitirá sobre la
pretensión un juicio de procedibilidad negativo.
B) EL INTERÉS PARA OBRAR Y LA CALIFICACIÓN DE LA DEMANDA
En este primer filtro (calificación de la demanda) el juez debe, entre otros, examinar y
establecer si el actor tiene o no interés para obrar. Si de tal examen concluye que tiene
necesidad de tutela jurisdiccional, en este aspecto considerará procedente la
demanda. Empero si de tal examen llega a la convicción de que el demandante carece
manifiestamente de interés para obrar, deberá entonces declarar improcedente la
demanda (Art. 427° inc. 2).
Si el juez tuviera duda sobre la falta de interés para obrar del actor (cuando no sea
manifiesta la carencia de esta condición de la acción), en aplicación del principio in
dubio pro pretensor, en este aspecto debe considerar procedente la demanda y, si
cumpliera los otros requisitos de fondo, admitirla a trámite, sin perjuicio de volver a
examinar esta condición en los otros dos filtros.
En la hipótesis que el juez no advirtiera la carencia de interés procesal del actor, por su
lado el demandado podrá oponer la respectiva excepción, según cada caso; así
propondrá la excepción de falta de agotamiento en la vía administrativa, de cosa
juzgada, etc. Al sanear el proceso, en todo caso, el juez de oficio debe volver a examinar
esta condición de la acción, como luego lo analizamos.
C) EL INTERÉS PARA OBRAR Y LAS EXCEPCIONES
Hemos anotado ya que el segundo filtro, en nuestro proceso civil, está configurado por
la interposición, tramitación y resolución de las excepciones; ya que estas bien
cuestionan un presupuesto procesal o una condición de la acción.
El demandado ejercitando su derecho de contradicción, puede proponer una o varias
de las excepciones previstas en el Art. 446° del Código, denunciando la ausencia o
defecto de un presupuesto procesal o de una condición de la acción. Es que no
solamente es deber del juez examinar estos aspectos de la relación jurídica procesal (al
calificar y sanear el proceso) sino que además el Código confiere al demandado la
facultad de denunciar aquella omisiones o defectos, mediante la respectiva excepción,
contribuyendo con ello a depurar e inmacular el proceso de defectos o anomalías que
al final de la instancia puedan obstar a una sentencia de mérito, sobre el fondo del
litigio.
El demandado denuncia la omisión o defecto del interés para obrar en el demandante,
interponiendo las siguientes excepciones: a) falta de agotamiento de la vía
administrativa, b) litispendencia, c) cosa juzgada, d) desistimiento de la pretensión, e)
conclusión del proceso por conciliación, f) conclusión del proceso por transacción, g)
caducidad, h) prescripción extintiva, e, i) convenio arbitral.
Cuando se declara fundada la excepción de falta de agotamiento de la vía
administrativa se ha probado que el autor, sin haber agotado el respectivo proceso
administrativo, recurrió a la vía jurisdiccional en forma prematura. Una vez que agote
la vía administrativa y le sea adversa la última resolución, recién se encontrará
entonces en un estado de necesidad de recurrir a la vía jurisdiccional, solicitando tutela
jurisdiccional; por consiguiente, en esta última situación podrá interponer la demanda
invocando y acreditando interés para obrar.
Con respecto a la excepción de litispendencia, si es declarada fundada, ello significa
que en el primer proceso instaurado y en actual tramite, el Estado está satisfaciendo
su necesidad de tutela jurisdiccional, mientras que en el segundo proceso el mismo
actor carece manifiestamente de interés para obrar. Resulta entonces razonable que
en virtud de esta excepción, el segundo proceso sea declarado nulo y concluido, como
precisamente lo dispone el Art. 451° inc. 5.
En la excepción de cosa juzgada, declarada fundada, el interés para obrar del actor ya
fue satisfecho por el Estado en el primer proceso, resultando por demás lógico y
razonable que el segundo proceso (donde se propone aquel medio de defensa de
forma) sea declarado nulo y concluido (Art. 451° inc. 5).
Si el demandante se desistió de la pretensión ya no puede promover un segundo e
idéntico proceso (Art. 344°); si lo hace, resulta manifiesta su carencia de interés para
obrar, y si el juez no lo advirtió al calificar la demanda, el demandado está autorizado
para oponer la excepción de desistimiento de la pretensión, supuesto en el que debe
declarar fundada esta excepción, anulándose todo lo actuado y concluido el proceso
(Art. 451° inc. 5).
Si el conflicto de intereses fue objeto de conciliación o transacción, cualquiera de los
celebrantes está impedido de promover ulterior proceso idéntico; en caso de hacerlo,
entonces también carecerá de interés para obrar; en tal virtud la excepción que a tal
efecto se propusiera debe ser declarada fundada, nulo lo actuado y concluido el
proceso (Art. 451° inc. 5).
En la caducidad y prescripción, al haber quedado extinguida la acción, quien promueve
el proceso para ejercitarla, carece de interés para obrar: su inactividad para exigir el
cumplimiento de la obligación a su favor, durante el plazo legal, es sancionada por el
ordenamiento jurídico, considerándolo como carente de necesidad de tutela
jurisdiccional (en ese sentido el C.C. -Arts. 1989° y 2003°- sanciona que por la
prescripción y la caducidad se extingue la acción: precisamente no hay deber de
conceder tutela jurisdiccional ni derecho procesal a exigirla -acción- para hacer valer el
derecho subjetivo sustancial que antes de la prescripción o la caducidad existía).
Quien ha pactado arbitraje para resolver sus conflictos de intereses con determinada
persona, no puede recurrir a la vía jurisdiccional (solicitando tutela jurisdiccional) sino
que está obligado a cumplir el convenio arbitral y someter la decisión del litigio, del
que es parte, a los arbitrios nombrados al efecto. Empero, cabe anotar, que si el
demandado no propone la excepción de convenio arbitral renuncia tácitamente al
arbitraje y se somete a la vía jurisdiccional (Art. 12° de la Ley General de Arbitraje).
D) EL INTERÉS PARA OBRAR Y EL SANEAMIENTO DEL PROCESO
Entre otros aspectos que el juez debe examinar, al sanear el proceso, es el relativo al
interés para obrar que debe tener el actor.
Ciertamente, tal examen no es ilimitado. Si el demandado no ha interpuesto las
excepciones de: a) falta de agotamiento de la vía administrativa, b) litispendencia, c)
cosa juzgada, d) desistimiento de la pretensión, e) conclusión del proceso por
conciliación, f) conclusión del proceso por transacción, y g) caducidad(26), el juez de
oficio debe examinar y verificar si concurren o no los supuestos de procedibilidad y de
fundabilidad de aquellas excepciones. En el caso que llegue a la convicción de que el
actor carece manifiestamente de interés para obrar (y que hubieran fundado
cualquiera de las anotadas excepciones) debe pronunciarse de oficio sobre ello,
declarar la nulidad de todo lo actuado y concluido el proceso en observancia de las
normas contenidas en los artículos 465° inc. 2 y 451° inc. 5.
Si bien, en sentido estricto, la ausencia del interés para obrar del demandante no
constituye causa de nulidad del proceso (sino un impedimento para pronunciarse
válidamente en la sentencia sobre el fondo del litigio), también es cierto que según la
orientación y política procesal de nuestro Código, aquella ausencia es considerada
como causal de improcedencia de la demanda al calificarse ésta y como causal de
nulidad absoluta e insubsanable (al declararse fundada una de las excepciones
señaladas o al sanearse el proceso).
Cabe hacer presente que el juez, vía saneamiento del proceso, no puede examinar y
pronunciarse sobre los hechos bajo los cuales serían fundadas las excepciones de
prescripción extintiva y de convenio arbitral. Con respecto a esta primera excepción,
como bien sabemos, el juez no puede fundar sus fallas en la prescripción si no ha sido
alegada (Art. 1992° del C.C.). Tampoco el juez puede de oficio examinar los hechos que
darían lugar a declarar fundada la excepción de convenio arbitral porque el demandado
tiene la facultad legal de renunciar a la vía arbitral y continuar la vía jurisdiccional en
donde ha sido emplazado. En este sentido el Art. 12° de la Ley General de Arbitraje
(D.L.N° 25935) dispone en su segundo párrafo: "se entiende que existe renuncia tácita
cuando se hubiera interpuesto demanda por una de las partes y el demandado no
invoca la excepción arbitral. En este caso, queda sin efecto el convenio arbitral y las
partes se someten a lo que se resuelva en el proceso judicial".
En conclusión, la renuncia tácita del demandante al arbitraje (por la interposición de la
demanda) y del demandado (omitiendo interponer la excepción de convenio arbitral)
impide al juez de oficio examinar y pronunciarse sobre el convenio arbitral que las
partes hubieren celebrado, de consiguiente, procederá a sanear el proceso,
considerando válida la relación jurídica procesal en este aspecto.
E) EL INTERÉS PARA OBRAR Y LA SENTENCIA
Si la ausencia del interés para obrar en el actor no es manifiesta (al calificar la demanda,
resolverse las excepciones respectivas o al sanear el proceso) el juez debe admitir a
trámite la demanda y, en su caso, continuarse con el proceso hasta la expedición de la
sentencia. Como regla general, el juez debe emitir solamente juicio de fundabilidad
(positivo o negativo) sobre la pretensión (Arts. 121° y 200°).
Empero, excepcionalmente puede pronunciarse sobre la validez de la relación jurídica
procesal y, particularmente sobre la ausencia del interés para obrar del actor. Puede
ocurrir, lo que no es imposible en la praxis, que se requiera de cognición plena (a través
de la audiencia de pruebas) para determinar con nitidez si el actor carece o no de esta
condición de la acción, y de establecerse indubitablemente la ausencia de este interés
procesal, entonces nada más racional que el juez emita una sentencia inhibitoria,
declarando improcedente la demanda.
No está demás hacer presente que en la sentencia (al igual que en el saneamiento) el
juez no puede examinar ni pronunciarse de oficio sobre los hechos que hubieran
podido fundar las excepciones de prescripción extintiva y de convenio arbitral, por las
razones ya anotadas en el parágrafo anterior D, respecto al saneamiento procesal y
esta condición de la acción.______________________________
(1) En forma amplia y exhaustiva se analiza estas 5 categorías procesales en el tema
sobre Saneamiento y Nulidad Procesal incorporado a la segunda edición, corregida y
aumentada, en "COMENTARIOS, DOCTRINA Y MATERIALES DE ESTUDIO DEL CODIGO
PROCESAL CIVIL" de VICTOR TICONA POSTIGO, Editorial Jurídica GRIJLEY, Lima-Perú
1995, en muy reciente publicación.
(2) Adoptamos la denominación de FILTROS porque precisamente la finalidad de ellos
consiste en depurar, expurgar, purificar o inmacular el proceso de todo vicio, defecto,
omisión o nulidad que puede ulteriormente obstar a un pronunciamiento sobre el
fondo del litigio o, en su caso, anular lo actuado y dar por concluido el proceso si se
verifica la existencia de una causal absoluta y, de consiguiente, insubsanable.
(3) Una parte de la doctrina (también en esta posición se adscribe el maestro y jurista
CARLOS PARODI REMON, así véase en: Comentarios al Código Procesal Civil, La
Postulación del Proceso; DERECHO PROCESAL CIVIL DOCTRINA, año 5, Lima-Perú 1995,
Facultad de Derecho de la Universidad de San Martín de Porres, Edición de la Revista
"VOX JURIS"; Págs. 189-206) estima además que en lugar de condiciones de la acción
debe denominarse condiciones para que el actor obtenga una sentencia favorable.
(4) Sobre esta primera teoría confróntese: Enrique VESCONI, Teoría General del
Proceso", Edit. Temis, Bogotá-Colombia 1984, Pág. 96; Hernando DEVIS ECHANDIA,
"Compendio de Derecho Procesal Civil", Parte General, Edit. Temis Bogotá 1963, Págs.
114, 117 y 123; Hugo ALSINA, "Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y
Comercial", segunda edición, Parte General, Edit. EDIAR S.A., Bs. As. 1956, T.I. Págs.
386-398; Guiseppe CHIOVENDA, Instituciones de Derecho Procesal Civil", T.I., Segunda
Edición, Edit. Revista de Derecho Privado, Madrid 1948, Págs. 182-189.
(5) Es tendencia de la doctrina actual seguir los postulados de esta segunda teoría, así
también siguen esta tendencia los códigos más avanzados como el Código General del
Proceso de Uruguay, Los Códigos de Brasil, Venezuela Italia, Francia, etc. así también
el Código Procesal Civil Modelo para Latinoamérica. Puede confrontarse: Enrique
VESCOVI, Teoría General del Proceso, Págs. 81-82., además: Juan MONROY GALVEZ,
Revista de Derecho THEMIS N° 27-28; Segunda Epoca, "Las Excepciones en el Código
Procesal Civil Peruano", Pág. 124; asimismo, del propio autor, TEMAS DE PROCESO
CIVIL, Ediciones Librería Studium, Lima-Perú, 1987, Pág. 181.
(6) MANUAL DE DERECHO PROCESAL CIVIL, Edit. EJEA, Bs. As. 1976, Traducción
Santiago Sentis Melendo, pág. 114.
(7) CONCEPTOS ELEMENTALES DE PROCESO CIVIL (III), publicado en el diario oficial "El
Peruano", Lima 12-08-92, pág. B-5.
(8) "ESTUDIOS DE DERECHO PROCESAL CIVIL: Contribución al Estudio de la Excepción
de Inadmisibilidad por Falta de Cualidad", Edit. Sucre, Caracas, 1956, pág. 72; citado
por: AUGUSTO FERRERO: "Las Excepciones en el Derecho Procesal Civil", Lima-Perú
1972, pág. 99.
(9) "INSTITUCIONES DE DERECHO PROCESAL CIVIL", Edit. Revista de Derecho Privado,
Vol. I, 2da. Edición, traducción Gómez Orbaneja, Madrid 1984, pág. 185.
(10) TEORIA GENERAL DEL PROCESO, cit. pág. 195.
(11) Cfr.: Mabel DE LOS SANTOS, Falta de Acción, La Excepción de Falta Manifiesta de
Legitimación para Obrar, en "EXCEPCIONES PROCESALES", Jorge Peyrano, Edit.
Panamericana, Santa Fe - Argentina 1993, Pág. 67, Además, véase "Teoría General del
Proceso, DEVIS ECHANDIA, Edit. Universidad, Bs. As. 1984, tomo I, pág. 310.
(12) Cfr. DEVIS ECHANDIA, TEORIA GENERAL DEL PROCESO, Cit. T.I. págs. 288 y ss; y del
mismo autor: COMPENDIO DE DERECHO PROCESAL, Parte General, Cit. págs. 124 y ss.
(13) "TEORIA GENERAL DEL PROCESO", T.I. cit. pág. 290.
(14) "TEORIA GENERAL DEL PROCESO", T.I. cit. pág. 292.
(15) DEVIS ECHANDIA propone como solución -que a nuestro entender no es la más
adecuada- a este problema de la legitimidad la siguiente: "Estas alteraciones no afectan
el contenido de la sentencia, ya que debe resolver sobre la situación planteada en la
demanda. De ahí que algunos autores hablen del principio de la pertetuatio
legitimationis". En otras palabras, según este autor, la carencia de legitimación
sustantiva del demandado no es defecto subsanable (ni en vía de saneamiento
procesal), pues en este caso, el juez al pronunciar sentencia deberá emitir una
sentencia inhibitoria: porque debe pronunciarse "sobre la situación planteada en la
demanda"; lo que nos parece que el principio hic et nunc, en este problema, es aplicado
en forma absoluta y en desmedro del derecho de tutela jurisdiccional del actor, Véase,
TEORIA GENERAL DEL PROCESO, T.I. cit. pag. 292.
(16) Véase: Noción, representación y antecedentes jurisprudenciales del patrimonio
autónomo en: COMENTARIOS MATERIALES DE ESTUDIO Y DOCTRINA DEL CODIGO
PROCESAL CIVIL, Víctor TICONA POSTIGO, Edit. Paul MEZA M. Arequipa Perú 1994,
Primera Edición, págs. 144-148.
(17) Cfr. CLAMANANDREI, "ISTITUZIONI..." parte seconda, Pacova 1994, pág: 196-197,
citado por Encarnación DAVILA MILLAN en LITISCONSORCIO NECESARIO, concepto y
tratamiento procesal, Edit. BOSCH, S.A., Barcelona 1975, pág. 48.
(18) CHIOVENDA denomina a esta condición como interés en obrar, la doctrina
mayoritaria la denomina interés en accionar, como LIEBMAN, ROCCO, MICHELI la
doctrina alemana prefiere referirse a la necesidad de tutela jurídica. Particularmente
nosotros creemos que también puede hablarse de "necesidad de tutela jurisdiccional",
al referirnos al interés para obrar.
(19) INSTITUCIONES, cit. T.I. págs. 188-189.
(20) CONCEPTOS ELEMENTALES DE PROCESO CIVIL (III), publicado por el diario oficial
"El Peruano", Lima 12 de agosto de 1992, pág. B-5.
(21) DERECHO PROCESAL CIVIL, ("Curso de Derecho Procesal Civil"), Vol. I, parte
General, Edit. EJEA, Bs. As. 1970, pág. 26.
(22) DERECHO PROCESAL, Vol. IV, primera edición, Cárdenas Editor y Distribuidor,
México 1970, pág. 129.
(23) "DERECHO PROCESAL", cit. Vol IV, pág. 124.
(24) En un serio y analítico planteamiento efectuado por el Dr. JUAN MONROY GALVEZ
(Véase en: El Artículo VI del Titulo Preliminar del Código Civil Peruano de 1984, THEMIS,
Revista de Derecho, Edición de Aniversario, Nro. 30, noviembre de 1994, pág. 37-47)
llega a la meridiana conclusión de que el Art. VI del Título Preliminar del C.C. vigente
contiene una norma defectuosa y prescindible en nuestro sistema jurídico, pues
admitiendo su naturaleza procesal, los conceptos que utiliza no corresponden a una
concepción científica del proceso; y, "Desde una óptica procesal -admitiendo como
realizados los cambios propuestos en las categorías mal empleadas- la norma seguiría
siendo absolutamente inútil, desde que hoy el Código Procesal Civil regula los criterios
o requisitos para intervenir en un proceso, sea como parte o tercero legitimado". En
otra conclusión afirma el maestro: "En una interpretación distinta a la anterior, la
norma puede conducir a una contradicción insalvable, desde que exigiría situaciones
materiales inviables para participar en un proceso, como por ejemplo que el
demandado sólo pueda contradecir la pretensión, si tiene razón. La norma, desde la
consideración del interés material como presupuesto para intervenir en un proceso, es
absolutamente innecesaria". En todo caso, nosotros convenimos que en todo sistema
jurídico es -absolutamente diferenciable el interés sustancial del interés procesal (o
legitimidad para obrar.
(25) "MANUAL DE DERECHO PROCESAL CIVIL", cit. págs. 115-116.
(26) Estas siete excepciones denuncian la falta de interés para obrar en el actor.

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