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El emperador austríaco Francisco José
Guillermo II y la Weltpolitik
Las transformaciones del cambio de siglo y los conflictos entre las potencias
El derrumbamiento de los sistemas bismarckianos y la formación de las alianzas
enfrentadas
Las crisis que precedieron el conflicto
La crisis definitiva: el atentado de Sarajevo (verano de 1914)
Guillermo II y la Weltpolitik
El ascenso al trono alemán en 1890 de Guillermo II y la consiguiente destitución
del anciano Bismarck como canciller supuso un cambio en la política exterior
alemana a partir del cual se inició el proceso que finalmente llevó a la I Guerra
Mundial.
Las crisis que precedieron al conflicto
En un contexto de creciente enfrentamiento entre las potencias, durante la década
anterior a la guerra tuvieron lugar cuatro crisis internacionales que marcaron la
evolución hacia el conflicto generalizado:
Primera crisis marroquí (1905-1906)
Guillermo II, aprovechando una visita a Tánger, proclamó que Alemania no permitiría
que Marruecos pasara a ser dominado por una única potencia. Esta advertencia iba
claramente dirigida a Francia, cada vez más presente en el reino norteafricano. Este
desafío precipitó la convocatoria de la Conferencia de Algeciras (1906), a la que fueron
convocadas todas las potencias europeas. Alemania quedó aislada y Francia recibió el
claro apoyo británico.
La principal consecuencia fue la ratificación de la buena salud de la Entente Cordiale, lo
que aprovechó Francia para propiciar el acercamiento entre Gran Bretaña y Rusia. La
creciente agresividad germana disipó las diferencias entre Londres y San Petersburgo.
En 1907 se firmó el Acuerdo anglo-ruso, nacía así la Triple Entente.
La anexión austriaca de Bosnia-Herzegovina (1908)
Aprovechando la revolución de los Jóvenes Turcos en Turquía, Austria-Hungría se
anexionó Bosnia. Alemania apoyó a su aliado y Rusia se vio forzada a ceder ante la
agresión austríaca. Ni Francia ni Gran Bretaña se mostraron dispuestas a apoyar a
Rusia en un eventual conflicto.
La única buena noticia para San Petersburgo fue que, aprovechando la debilidad turca,
Bulgaria proclamó su independencia plena, rompiendo los lazos teóricos que aún la
unían a Turquía. Los búlgaros, como los demás eslavos de la región, veían a Rusia
como la gran potencia protectora eslava.
El ambiente en los Balcanes se enrareció aún más en un año en el que la pugna por la
hegemonía naval entre Alemania y Gran Bretaña daba una escalada.
El incidente de Agadir en Marruecos (1911)
El envío de un buque cañonero alemán a Agadir en un claro desafío a Francia provocó
una grave crisis que concluyó con la firma de un acuerdo franco-alemán por el que
Alemania daba manos libres a Francia en Marruecos a cambio de una parte importante
del Congo francés.
Mientras la tensión internacional se agudizaba, la alianza franco-británica salió
fortalecida al apoyar Londres resueltamente al gobierno de París.
Las guerras balcánicas (1912-1913)
Dos sucesivas guerras de los estados balcánicos, la primera contra Turquía y la
segunda interna entre ellos (Serbia y Grecia y Montenegro contra Bulgaria) concluyeron
con el Tratado de Bucarest (1913).
Las guerras balcánicas provocaron un vuelco en la situación en la zona:
Turquía quedó reducida en los Balcanes a la región en torno a Estambul.
Serbia (aliada de Rusia y defensora de los derechos de los eslavos en el imperio
austro-húngaro) se consolidó como el principal estado de la región:
Austria-Hungría, alarmada por el fortalecimiento serbio, llegó a la conclusión de
que solo una guerra preventiva impediría que Serbia encabezara un
levantamiento general de los eslavos en el Imperio de los Habsburgo, alentado
por la gran potencia eslava, Rusia.
Alemania estaba resuelta a apoyar a su aliado austro-húngaro en caso de
conflicto.
Rusia estaba decidida a intervenir en el caso de que Austria-Hungría atacase a
Serbia. Francia, a su vez, era mucho más proclive a apoyar a Rusia en caso de
guerra que en 1908.
El ambiente bélico se extendía en las diversas capitales europeas.
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La crisis definitiva: el atentado de Sarajevo (verano de 1914)
En este ambiente de tensión, el 28 de junio de 1914 fue asesinado el Archiduque
Francisco Fernando, sobrino del Emperador Francisco José I y heredero al trono
austro-húngaro, en Sarajevo (Bosnia). Un activista serbobosnio, Gavrilo Princip,
miembro de la organización nacionalista serbia "La Mano Negra", fue el autor del
magnicidio. Este atentado desencadenó una fatal serie de acontecimientos que
desembocó en la guerra.
Las potencias cumplieron fielmente sus alianzas. He aquí resumida la sucesión de hechos que llevó a la guerra:
28 junio Atentado de Sarajevo
23 julio Tras asegurarse el apoyo alemán, Austria-Hungría
lanza un ultimátum a Serbia
28 julio Austria-Hungría declara la guerra a Serbia
30 julio Rusia inicia la movilización general
1 agosto Alemania declara la guerra a Rusia. Francia inicia la
movilización general.
3 agosto Alemania declara la guerra a Francia
4 agosto Alemania invade Bélgica, lo que provoca que el
Reino Unido le declare la guerra.
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El colonialismo exacerbó la pugna entre las potencias industriales europeas en
busca de territorios y mercados. El imperialismo provocó que los roces entre las
potencias desbordaran el marco europeo y tuvieran lugar prácticamente en
cualquier parte del globo.
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1918: El Desenlace
El abandono de la guerra por parte de la Rusia revolucionaria permitió a Alemania concentrar todas sus fuerzas en el
frente occidental. El verano de 1918 fue testigo de los últimos y desesperados ataques germanos. Sin embargo, sus
aliados estaban al borde de la extenuación militar y económica. La llegada de las tropas norteamericanas
desequilibró definitivamente la balanza en favor de la Entente.
Frente Occidental Frente Oriental Otros frentes
El presidente Wilson pronuncia el discurso El estallido de la guerra Tras sus fracasadas
de los 14 puntos proponiendo las civil en Rusia fuerza a la ofensivas en Oriente
condiciones necesarias para la paz (enero delegación rusa a firmar Medio y la llegada de
1918) el Tratado de Brest- tropas británicas a la
Ofensivas alemanas (marzo-julio) Litovsk (3 marzo 1918). Anatolia, Turquía firma el
Llegada masiva de tropas norteamericanas, La Rusia soviética armisticio (30 octubre)
propicia la contraofensiva definitiva de la abandona el conflicto y
Entente bajo el mando de Foch (julio- cede grandes territorios a
septiembre) los Imperios Centrales.
Hindemburg y Ludendorff comunican al Tras el ataque francés
Kaiser Guillermo II la imposibilidad de desde Grecia, Bulgaria
continuar la guerra. firma el armisticio
Victoria italiana en Vittorio Veneto (septiembre)
(octubre)
Austria-Hungría firma el armisticio (3
noviembre)
La conciencia de la derrota provoca la
revolución en Alemania. El Kaiser abdica y
huye a Holanda. Se proclama la República
(9 noviembre)
Alemania firma el armisticio (11
noviembre 1918)
El 11 de Noviembre de 1918 la mayor tragedia que la humanidad había vivido hasta aquel momento concluía.
Millones de muertos, heridos, inválidos... Millones en pérdidas económicas. Rencor, dolor, desolación.
El gran desafío en el invierno de 1918 era construir un nuevo mundo que hiciera que el sangriento conflicto que
acababa de concluir fuera, tal como se proclamaba en aquel momento, "la guerra que pusiera fin a todas las guerras".
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El problema soviético
La Paz de Brest-Litovsk (marzo 1918) supuso la salida de la guerra de la Rusia soviética y la pérdida de gran
cantidad de territorios en beneficio de los Imperios Centrales. Lenin se apresuró a firmar una paz tan dura para
centrar al Ejército Rojo en la guerra civil iniciada en Rusia.
Los países de la Entente apoyaron, primero con tropas y luego con armas y dinero, al Ejército Blanco en su lucha
contra el gobierno bolchevique.
Aprovechando la situación creada por la revolución, la derrota ante los Imperios Centrales, la guerra civil rusa, y la
posterior victoria de la Entente , diversos territorios del antiguo imperio ruso zarista alcanzaron su independencia:
Finlandia, en diciembre de 1917 y los países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, a lo largo de 1918
Polonia y la Rusia soviética se enfrentaron en una guerra que concluyó con el Tratado de Riga (marzo 1921). Este
tratado supuso importantes pérdidas territoriales en beneficio del nuevo estado polaco. Finalmente, Rumanía se
anexionó Besarabia.
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Italia
Tras la firma de los tratados de paz en Italia se repetía la frase "Hemos ganado la guerra,
pero hemos perdido la paz". Así se resumía la generalizada sensación italiana de haber
sido menospreciados en París y haber conseguido pocos beneficios tras haber perdido
460.000 vidas humanas durante el conflicto.
La no anexión de territorios en Dalmacia debido a la aplicación del principio de las
nacionalidades en la nueva Yugoslavia y las exiguas conquistas coloniales causadas por el
egoísmo franco-británico, hicieron que las anexiones del Trentino-Alto Adigio y la
península de Istria (9.000 kilómetros cuadrados) parecieran muy poco a muchos italianos.
U.R.S.S.
Tras intervenir directamente y ayudar al Ejército Blanco durante el guerra civil, las
potencias vencedoras optaron por establecer lo que se denominó cordón sanitario en torno
a la URSS comunista. Establecimiento de una serie de estados antisoviéticos que cercaran
al nuevo estado soviético. Se trataba de impedir la expansión del comunismo y debilitar a
la URSS.
La U.R.S.S. fue aislada y no se le permitió el ingreso en la Sociedad de Naciones. Otra
gran potencia que quedaba fuera del concierto de naciones diseñado en París en 1919.
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Desde la perspectiva histórica, parece cada vez más evidente que la gran perdedora de la
primera guerra mundial fue Europa. Nuestro continente, que desde hacia varios siglos
había impuesto su hegemonía en el mundo, inició en 1914 un proceso de autodestrucción
que permitirá a diversas potencias extraeuropeas, esencialmente a los Estados Unidos,
alcanzar la hegemonía global.
La Sociedad de Naciones
El gran promotor de la idea, el presidente norteamericano Wilson, hizo que la
Conferencia de París, que había iniciado sus sesiones el 18 de enero de 1919, aprobara
una Resolución sobre la creación de una Sociedad de Naciones el día 25. En abril, la
Conferencia aprobó el Pacto de la Sociedad de Naciones, que fue anexado a los diversos
tratados de paz. Entró en vigor el junio de 1919, cuando se firmó el Tratado de Versalles.
La nueva Sociedad fijó su sede en Ginebra (Suiza). Sus principales instituciones eran una
Asamblea General, un Consejo, del que eran miembros permanentes las grandes
potencias, y un Secretario General, encargado dirigir los más de 600 funcionarios que
trabajaban para la Sociedad.
Teniendo como como objetivo esencial el mantenimiento de la paz, la Sociedad buscó
garantizar la protección de los pequeños países ante las grandes potencias. Se trataba de
crear un nuevo orden internacional basado en el principio de la seguridad colectiva. El
artículo 10º del Pacto consagraba este principio:
"Los miembros de la Sociedad se comprometen a respetar y a mantener contra
toda agresión exterior la integridad territorial y la independencia política presente
en todos los miembros de la Sociedad. En caso de agresión, de amenaza o de
peligro de agresión, el Consejo determinará los medios para asegurar el
cumplimiento de esta obligación."
La Sociedad de Naciones consiguió algunos éxitos en su labor, ayudó a solventar
pacíficamente algunos conflictos en el período inmediato de posguerra y tuvo su apogeo
en el período 1924-1929 (Tratado de Locarno, 1925, Ingreso de Alemania en la Sociedad,
1926, Pacto Briand-Kellogg, 1928), sin embargo, cuando la situación internacional se
enturbió tras la depresión de 1929, la Sociedad de Naciones se mostró totalmente incapaz
de mantener la paz.
¿Cuáles son las razones del fracaso de la Sociedad de Naciones? Todos los historiadores
coinciden en dos:
Ausencia de potencias clave en el concierto mundial:
Los primeros años de la posguerra estuvieron marcados por la dificultosa aplicación de los tratados de paz de 1919.
Sin embargo, la segunda mitad de los años veinte abrió un período de concordia internacional que ilusionó a los
contemporáneos.
La depresión de 1929 y el ascenso de Hitler al poder demostraron el carácter efímero de este tiempo de armonía. Los
años treinta prepararon el camino a una segunda y aun más destructiva conflagración mundial.
Los tratados firmados tras la Conferencia de París no sirvieron para crear un marco de estabilidad internacional. En
un contexto de graves dificultades económicas, la situación política mundial se caracterizó por la existencia de
múltiples conflictos pendientes, la dificultad en la aplicación de los tratados y la segura aparición de importantes
tensiones internacionales.
El Problema Soviético
Uno de los grandes problemas que siguieron al fin de la primera guerra mundial fue la fijación de las fronteras del
nuevo estado soviético. La Entente desde el armisticio de diciembre de 1917 y, muy especialmente, desde el Tratado
de Brest-Litovsk ayudaba activamente a los opositores al bolchevismo. Esta ayuda se concretó al estallar la guerra
civil en 1918 en una activa intervención militar en apoyo al Ejército Blanco.
El gobierno bolchevique tenía puesta su esperanza en la extensión de la revolución al corazón de Europa. Los
fracasos de la insurrección espartaquista en Berlín y de la república soviética de Béla Kun en Budapest pusieron fin
a estos sueños de revolución mundial.
No obstante, los éxitos del Ejército Rojo de Trotski forzaron un cambio de la política de los Aliados. Las tropas de
intervención fueron retiradas en 1919 y se inició la conocida como política de cordón sanitario: se trataba de crear
una serie de estados antisoviéticos en la frontera occidental que permitieran frenar la expansión del comunismo.
Aprovechando el caos de la derrota, la revolución y la guerra civil, finlandeses, bálticos y polacos se precipitaron a
romper lazos con la antigua potencia rusa. Así, con mayores o menores dificultades, Finlandia, Estonia, Letonia y
Lituania accedieron a la independencia.
En Polonia, el general Jósef Pilsudski había proclamado la República polaca en noviembre de 1918. El nuevo estado
buscó establecer unas fronteras lo más favorables posible, no dudando en continuar guerreando contra alemanes,
rusos o ucranianos. Frenado, a instancias de los aliados, el ataque polaco en occidente en enero de 1919, el gobierno
de Varsovia continuó su expansión hacia el este, alcanzando Kiev, la capital de Ucrania, en 1920.
Los aliados, en la figura del ministro de asuntos exteriores británico Lord Curzon, propusieron una línea de frontera
ruso-polaca, la línea Curzon, que dividía la Rusia Blanca (Bielorrusia) entre los dos estados.
Tras llevar la iniciativa en la primera fase de la guerra, los polacos vieron como el contraataque soviético llevó al
Ejército Rojo hasta las puertas de Varsovia. Los polacos resistieron con el apoyo francés. Finalmente, en marzo de
1921, se firmó el Tratado de Riga. La frontera ruso-polaca se fijaba en una línea de 150 a 200 kilómetros al oriente
de la línea Curzon.
A las grandes pérdidas territoriales rusas se le vino a añadir la Besarabia, anexionada por Rumania.
Trostky arengando al Ejército Rojo, 1918
El aislacionismo norteamericano
El aislacionismo, es decir, el rechazo a implicarse en alianzas permanentes, tiene en EE.UU. una larga tradición que
se remonta a las administraciones presididas por George Washington.
El rechazo del Senado norteamericano a firmar el Tratado de Versalles y el Pacto de la Sociedad de Naciones es el
más célebre e importante ejemplo de aislacionismo norteamericano.
Para que Estados Unidos se adhiriera a ambos tratados era necesario que el Senado los ratificara por una mayoría de
dos tercios. El presidente demócrata Wilson, que tenía que hacer frente a un Senado con mayoría republicana desde
1918, pecó de confianza y dio por sentado que conseguiría la aprobación de la cámara. Wilson, quien sufrió un
ataque de parálisis que le obligó a permanecer en su casa tres meses en pleno debate de la cuestión, se negó a pactar
cualquier tipo de enmienda de los tratados con el líder republicano en el Comité de asuntos exteriores del Senado,
Henry Cabot Lodge. Cuando, efectivamente, su propuesta fue derrotada en el Senado, Wilson pensó que una victoria
demócrata en las elecciones que se debían celebrarse en 1920 permitiría la definitiva ratificación de los tratados. Sin
embargo, Wilson había perdido contacto con la realidad norteamericana, la victoria del candidato republicano,
Harding, llevó a que EE.UU. rechazara definitivamente el Tratado de Versalles y la Sociedad de Naciones. En agosto
de 1921, el gobierno de Washington firmó por separado tratados de paz con Alemania, Austria y Hungría.
A partir de ese momento, la tarea de supervisar la ejecución del Tratado de Versalles se hizo infinitamente más
difícil. Francia y Gran Bretaña, a menudo enfrentadas, con la escasa ayuda de Bélgica e Italia, se vieron solas a la
hora de implementar un tratado que se había negociado entre los vencedores asumiendo la plena participación
norteamericana.
Sin embargo, la política norteamericana durante los años 20 no puede ser calificada de plenamente aislacionista, ya
que se implicó activamente en temas como el control de armamentos o las reparaciones de guerra (Plan Dawes).
El impacto de la depresión inclinó la balanza hacia posturas más aislacionistas: la Ley de Neutralidad de 1935 es el
mejor ejemplo de esta actitud reforzada. Hubo que esperar al inicio de la II Guerra Mundial para que la potencia
norteamericana optara por una política de decidido intervencionismo internacional.
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El Tratado de Locarno
La propuesta de Gustav Stresemann en febrero de 1925 de llegar a un reconocimiento legal de las fronteras
occidentales establecidas en el Tratado de Versalles, encontró una rápida respuesta de Aristide Briand, recién
nombrado ministro de asuntos exteriores en París. Las negociaciones iniciadas culminaron con la reunión de los
representantes de las grandes potencias en la ciudad suiza de Locarno durante el mes de octubre de 1925. Gustav
Stresemann por Alemania, Aristide Briand por Francia, Austen Chamberlain por Gran Bretaña, Benito Mussolini
por Italia y Émile Vandervelde representando a Bélgica debatieron los grandes temas que afectaban a la seguridad
europea.
Los Tratados de Locarno fueron finalmente ratificados y firmados en Londres en diciembre de 1925.
El principal de los tratados firmados en Locarno es el pacto de garantía mutua de las fronteras occidentales de
Alemania, incluyendo la zona desmilitarizada de Renania. Alemania, por primera vez, aceptaba de iure sus fronteras
con Francia y Bélgica aprobadas en Versalles. Los tres países interesados firmaron el tratado, junto al Reino Unido e
Italia que harían el papel de garantes del tratado.
La gran debilidad de los Tratados de Locarno fue que Alemania no quiso ni oír hablar de firmar pactos similares con
respecto a sus fronteras orientales. Alemania nunca reconoció sus nuevas fronteras con Polonia y Checoslovaquia, y,
allí, efectivamente se inició la crisis que llevó a la segunda guerra mundial.
Pese a todo, Locarno marcó el inicio de un nuevo período de distensión, lo que los historiadores han denominado la
era Briand-Stresemann, por el papel clave que jugaron los jefes de las diplomacias francesa y alemana en los años
subsiguientes. Un nuevo espíritu de concordia, el espíritu de Locarno, dominó la escena internacional hasta la
llegada de la depresión económica en 1929.
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La era Briand-Stresemann
El primer gran acto de este periodo es el ingreso de Alemania en la Sociedad de Naciones. La emotiva sesión de la
Sociedad en Ginebra tuvo una gran resonancia internacional. Briand dio la bienvenida a su colega germano y
Stresemann respondió con un discurso en el que exclamó: "¡Abajo los fusiles, las ametralladoras y los cañones!
¡Paso a la conciliación, al arbitraje y a la paz!". El ingreso de Alemania, además de dar mayor credibilidad a la
Sociedad de Naciones, significaba el reconocimiento del status de gran potencia al país germano.
En este nuevo ambiente internacional, en 1927 Briand entró en contacto con su colega norteamericano Frank
Kellogg, de estos contactos nació el denominado Pacto Briand-Kellogg, firmado solemnemente en agosto de 1927.
Este acuerdo, que no tenía importante contenido real, tenía, sin embargo, un importante valor simbólico y
ejemplificador: Francia y EE.UU. renunciaban a la guerra como medio para solucionar cualquier diferencia entre
ambos países. París y Washington invitaban a los demás estados a adherirse a este pacto que declaraba ilegítima a la
guerra. En 1929, más de 60 países, entre ellos Alemania, habían firmado el pacto.
Briand, que había tomado contacto con el conde Coudenhove-Kalergi, líder del movimiento Paneuropa, pronunció
en septiembre de 1929 un discurso en la Asamblea General de la Sociedad de Naciones en el que proclamaba la
necesidad de constituir una Unión Europea. Este es uno de los últimos momentos del espíritu de Locarno, el
estallido de la crisis económica hizo que la propuesta de Briand cayera en el vacío. Al año siguiente, en septiembre
de 1930, el ambiente internacional era muy diferente y la propuesta de Briand fue retirada.
Stresemann, mientras tanto, llevaba a cabo una decidida política de revisión del Tratado de Versalles. Fortalecida en
su posición internacional, contando con la comprensión de los países anglosajones y con una economía en
crecimiento, Alemania tenía cada vez más poder para incidir en las grandes decisiones internacionales. Fruto de la
labor diplomática de Stresemann fueron la evacuación de las tropas aliadas que aún quedaban en Renania en 1930
(cinco años antes de lo estipulado en el Tratado de Versalles) y una nueva renegociación del pago de las
reparaciones, concretada en llamado Plan Young de 1929. En este nuevo arreglo, en el que se reducía el monto total
de las reparaciones, se preveía que Alemania pagara indemnizaciones a los vencedores ¡hasta 1988!
La depresión económica que estaba a punto de estallar al otro lado del Atlántico vino a poner fin no solo a las
previsiones del Plan Young sino también al corto periodo de concordia internacional que había disfrutado el mundo.
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