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El ascenso de Guillermo II al trono alemán en 1890 y la consiguiente destitución del

anciano Canciller Bismarck provocaron un cambio importante en la política exterior


alemana.
Guillermo II abandonó el complejo sistema de alianzas construido por Bismarck y que
había garantizado la paz en Europa durante casi veinte años e impulsó una política
alemana de hegemonía mundial, la Weltpolitik.
La mayor parte de los historiadores consideran que en ese momento se inició el camino
que finalmente llevó a la Primera Guerra Mundial

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El emperador austríaco Francisco José
Guillermo II y la Weltpolitik
Las transformaciones del cambio de siglo y los conflictos entre las potencias
El derrumbamiento de los sistemas bismarckianos y la formación de las alianzas
enfrentadas
Las crisis que precedieron el conflicto
La crisis definitiva: el atentado de Sarajevo (verano de 1914)

Guillermo II y la Weltpolitik
El ascenso al trono alemán en 1890 de Guillermo II y la consiguiente destitución
del anciano Bismarck como canciller supuso un cambio en la política exterior
alemana a partir del cual se inició el proceso que finalmente llevó a la I Guerra
Mundial.
Las crisis que precedieron al conflicto
En un contexto de creciente enfrentamiento entre las potencias, durante la década
anterior a la guerra tuvieron lugar cuatro crisis internacionales que marcaron la
evolución hacia el conflicto generalizado:
Primera crisis marroquí (1905-1906)
Guillermo II, aprovechando una visita a Tánger, proclamó que Alemania no permitiría
que Marruecos pasara a ser dominado por una única potencia. Esta advertencia iba
claramente dirigida a Francia, cada vez más presente en el reino norteafricano. Este
desafío precipitó la convocatoria de la Conferencia de Algeciras (1906), a la que fueron
convocadas todas las potencias europeas. Alemania quedó aislada y Francia recibió el
claro apoyo británico.
La principal consecuencia fue la ratificación de la buena salud de la Entente Cordiale, lo
que aprovechó Francia para propiciar el acercamiento entre Gran Bretaña y Rusia. La
creciente agresividad germana disipó las diferencias entre Londres y San Petersburgo.
En 1907 se firmó el Acuerdo anglo-ruso, nacía así la Triple Entente.
La anexión austriaca de Bosnia-Herzegovina (1908)
Aprovechando la revolución de los Jóvenes Turcos en Turquía, Austria-Hungría se
anexionó Bosnia. Alemania apoyó a su aliado y Rusia se vio forzada a ceder ante la
agresión austríaca. Ni Francia ni Gran Bretaña se mostraron dispuestas a apoyar a
Rusia en un eventual conflicto.
La única buena noticia para San Petersburgo fue que, aprovechando la debilidad turca,
Bulgaria proclamó su independencia plena, rompiendo los lazos teóricos que aún la
unían a Turquía. Los búlgaros, como los demás eslavos de la región, veían a Rusia
como la gran potencia protectora eslava.
El ambiente en los Balcanes se enrareció aún más en un año en el que la pugna por la
hegemonía naval entre Alemania y Gran Bretaña daba una escalada.
El incidente de Agadir en Marruecos (1911)
El envío de un buque cañonero alemán a Agadir en un claro desafío a Francia provocó
una grave crisis que concluyó con la firma de un acuerdo franco-alemán por el que
Alemania daba manos libres a Francia en Marruecos a cambio de una parte importante
del Congo francés.
Mientras la tensión internacional se agudizaba, la alianza franco-británica salió
fortalecida al apoyar Londres resueltamente al gobierno de París.
Las guerras balcánicas (1912-1913)
Dos sucesivas guerras de los estados balcánicos, la primera contra Turquía y la
segunda interna entre ellos (Serbia y Grecia y Montenegro contra Bulgaria) concluyeron
con el Tratado de Bucarest (1913).
Las guerras balcánicas provocaron un vuelco en la situación en la zona:
 Turquía quedó reducida en los Balcanes a la región en torno a Estambul.
 Serbia (aliada de Rusia y defensora de los derechos de los eslavos en el imperio
austro-húngaro) se consolidó como el principal estado de la región:
 Austria-Hungría, alarmada por el fortalecimiento serbio, llegó a la conclusión de
que solo una guerra preventiva impediría que Serbia encabezara un
levantamiento general de los eslavos en el Imperio de los Habsburgo, alentado
por la gran potencia eslava, Rusia.
 Alemania estaba resuelta a apoyar a su aliado austro-húngaro en caso de
conflicto.
 Rusia estaba decidida a intervenir en el caso de que Austria-Hungría atacase a
Serbia. Francia, a su vez, era mucho más proclive a apoyar a Rusia en caso de
guerra que en 1908.
El ambiente bélico se extendía en las diversas capitales europeas.
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La crisis definitiva: el atentado de Sarajevo (verano de 1914)
En este ambiente de tensión, el 28 de junio de 1914 fue asesinado el Archiduque
Francisco Fernando, sobrino del Emperador Francisco José I y heredero al trono
austro-húngaro, en Sarajevo (Bosnia). Un activista serbobosnio, Gavrilo Princip,
miembro de la organización nacionalista serbia "La Mano Negra", fue el autor del
magnicidio. Este atentado desencadenó una fatal serie de acontecimientos que
desembocó en la guerra.
Las potencias cumplieron fielmente sus alianzas. He aquí resumida la sucesión de hechos que llevó a la guerra:
28 junio Atentado de Sarajevo
23 julio Tras asegurarse el apoyo alemán, Austria-Hungría
lanza un ultimátum a Serbia
28 julio Austria-Hungría declara la guerra a Serbia
30 julio Rusia inicia la movilización general
1 agosto Alemania declara la guerra a Rusia. Francia inicia la
movilización general.
3 agosto Alemania declara la guerra a Francia
4 agosto Alemania invade Bélgica, lo que provoca que el
Reino Unido le declare la guerra.

Guillermo II abandonó el complejo sistema de alianzas construido por Bismarck,


los sistemas bismarckianos, que había garantizado la paz en Europa durante
casi veinte años e impulsó una política alemana de hegemonía mundial, la
Weltpolitik.
Las transformaciones del cambio de siglo y los conflictos entre las
potencias
Para comprender el camino que llevó a la Gran Guerra es necesario que
reparemos en otras transformaciones de fondo que van alterar de manera
decisiva el mundo que transitaba del siglo XIX al XX:

El ascenso de las potencias extraeuropeas, Estados Unidos y Japón, supuso el


paso de un concierto europeo a un concierto mundial de potencias. Dos guerras
en el tránsito de siglo ejemplifican esta transformación: la guerra hispano-
norteamericana de 1898 y la guerra ruso-japonesa de 1905.

El cambio tecnológico propiciado por la Segunda Revolución Industrial trajo


consigo un cambio en la correlación de fuerzas entre las potencias. La cada vez
más poderosa Alemania desafió la ya larga hegemonía británica, este desafío se
concretó en dos terrenos:

 Rivalidad económica, en el terreno industrial, comercial y financiero. En 1896,


se publica en Gran Bretaña el libro "Made in Germany" de Ernest E. Williams,
que supuso una verdadera señal de alerta ante la creciente competencia de
la economía germana.

 Rivalidad naval. La Weltpolitik necesitaba de una armada poderosa. Las


leyes navales alemanas de 1898 y 1900 significaron un claro desafío a la
hegemonía naval británica. El gobierno de Londres respondió en 1907 con la
construcción de un nuevo tipo de acorazado, el Dreadnought. La respuesta
germana no se hizo esperar. Las potencias se lanzaron a una verdadera
carrera de armamentos navales.

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El colonialismo exacerbó la pugna entre las potencias industriales europeas en
busca de territorios y mercados. El imperialismo provocó que los roces entre las
potencias desbordaran el marco europeo y tuvieran lugar prácticamente en
cualquier parte del globo.

El colonialismo y el imperialismo agudizaron las tensiones económicas. Las


potencias imperialistas tendieron a establecer economías cerradas con sus
colonias, lo que llevó primero a una feroz lucha por territorios y, posteriormente,
cuando el reparto estaba prácticamente hecho, a una guerra de aranceles. El
proteccionismo fue otro elemento que enrareció las relaciones internacionales.

En este marco de creciente competencia entre las potencias, florecieron otras


rivalidades, esencialmente de tipo territorial, que están en el origen de la Gran
Guerra:

 Rivalidad franco-germana, ineludible desde la anexión de Alsacia-


Lorena por Alemania en 1870.

 La creciente debilidad turca y el nacionalismo eslavo anti-


Habsburgo incrementaron de manera significativa la rivalidad entre
Rusia y Austria-Hungría por la hegemonía en los Balcanes.
Un último elemento que no debemos olvidar es la rivalidad psicológica entre los
pueblos. El creciente nacionalismo fue sistemáticamente fomentado por la
prensa y por las campañas de militares y grandes industriales. Los casos más
evidentes se dieron en Francia, Alemania y Gran Bretaña. El odio al vecino fue
más la norma que la excepción.
Tras más de cuatro años de cruel guerra, los países de la Entente consiguieron imponerse a los Imperios Centrales.
La defección de la Rusia soviética fue ampliamente compensada por la incorporación de Estados Unidos al bando
aliado.
La esperanza de que el conflicto que acababa de concluir fuera "la guerra que pusiera fin a todas las guerras" se vio
pronto frustrada. Los tratados de paz firmados en la Conferencia de París llevaban en sí el germen de un nuevo y aún
más devastador conflicto

Los bandos enfrentados


A lo largo del conflicto, diversos estados se fueron uniendo a los dos bloques en conflicto. Las nuevas adhesiones
tuvieron un papel clave a la hora de definir el vencedor de la guerra. Estos son los principales países contendientes y
el año en el que entraron en guerra.
Año Entente o Aliados Imperios Centrales
Francia
Reino Unido Alemania
Agosto 1914 Rusia Austria-Hungría
Serbia
Bélgica
1914 Japón Turquía
1915 Italia Bulgaria
1916 Rumania
1917 Estados Unidos
Grecia
1918 Abandono de Rusia
(Paz de Brest-Litovsk)
1914: La Guerra de Movimientos
En los inicios del conflicto, nadie esperaba una guerra que se extendería durante más de cuatro años. Los ingenuos
soldados que iban al frente aún sonreían y los estados mayores tenían unos planes basados en la derrota rápida del
enemigo.
Frente Occidental Frente Oriental
Otros frentes
 Plan Schlieffen: ataque  Tras un inicial avance ruso,  Japón entra en guerra
alemán contra Francia a los alemanes se imponen, el 20 de agosto y se
través de la neutral Bélgica. aunque no de forma anexiona Tsingao
Moltke dirige las tropas definitiva, en la batalla de (posesión alemana en
germanas. Tannenberg (agosto 1914) China). En adelante,
 El ejército francés, al  Avances rusos ante Austria- se desvincula
mando de Joffre, consigue Hungría. prácticamente de la
frenar el ataque alemán en  Las tropas austro-húngaras guerra
la batalla del Marne. fracasan en su ataque a  Turquía entra en
(noviembre 1914) Serbia. guerra en noviembre.
 Estabilización de los
frentes: se inicia la guerra
de trincheras.

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1915-1916: La Guerra de Posiciones


El enfrentamiento entre grandes potencias industriales llevó a la guerra a un nivel de violencia y horror nunca antes
contemplado. La invención de nuevas armas, las granadas, los lanzallamas, los tanques, el gas... incrementó el
horror y las masacres, pero, sin embargo, llevó en el frente occidental a un empate táctico. Los ejércitos se
atrincheraron a lo largo de cientos y cientos de kilómetros. La guerra de trincheras se convirtió en un martirio para
millones de hombres durante varios años.
Frente Occidental Frente Oriental Otros frentes
 Estabilización de los frentes. Los  Avances alemanes  Pequeños
sucesivos intentos de romper el frente bajo la dirección de avances del
se saldan en sangrientas carnicerías Hindemburg. ejército turco en
que apenas significan avances de Alemania ocupa la el Cáucaso frente
pocos kilómetros. Es la guerra de Polonia rusa y a los rusos. Los
trincheras. Lituania. británicos inician
 Italia entra en guerra junto a los  Austria-Hungría su avance desde
Aliados, tras firmar el secreto Tratado conquista Serbia y Egipto,
de Londres (1915) Se abre el frente recupera Galitzia. capturando
alpino entre Italia y Austria-Hungría.  Bulgaria entra en Palestina.
 En abril de 1915, los alemanes usan guerra junto a los  Sangriento
en Ypres (Bélgica) por primera vez Imperios Centrales en fracaso del
gases tóxicos. La guerra química ha octubre de 1915. desembarco
comenzado.  Rumania se une en británico en
 Falkenhayn ensaya la guerra de 1916 a la Entente y es Gallipoli,
desgaste en Verdún (1916). El rápidamente Turquía.
resultado son más de 600.00 bajas sin derrotada.
avances significativos.  Desembarco francés
 Los aliados contraatacaron el el en Grecia (1915)
Somme con idénticos resultados.
 La batalla naval de Jutlandia reafirma
el bloqueo naval de Alemania. Los
germanos inician la guerra submarina.
 El hundimiento del crucero de lujo
Lusitania hace plantearse a los
EE.UU. la intervención.

1917: El momento clave de la guerra


El enorme costo de vidas en los frentes, las penurias de la población civil y la conciencia de que la guerra no iba a
concluir pronto extendieron el desánimo en todos los países contendientes. Los ejemplos son múltiples: oleada de
huelgas en Gran Bretaña en 1916, motines en el ejército francés en 1917, aumento de las demandas nacionalistas en
Austria-Hungría... Sin embargo, serán dos los acontecimientos clave que decidirán el signo de la guerra: la
revolución soviética en Rusia y la entrada de Estados Unidos en el conflicto.
Frente Occidental Frente Oriental Otros frentes
 Enero: Alemania reanuda la guerra  Revolución rusa  Las tropas
submarina. Las cuantiosas pérdidas (febrero-octubre británicas
económicas y humanas norteamericanas 1917). Los avanzan por
deciden a Wilson. Estados Unidos entra en bolcheviques de el Oriente
guerra en abril de 1917. Lenin en el poder Medio
 El descontento se extiende entre los  Rusia firma el (Bagdad,
contendientes. Motines en el ejército armisticio en Jerusalén)
francés son duramente reprimidos. diciembre. Moderados
 Derrota italiana en Caporetto (octubre avances de los
1917) Imperios Centrales.
 Grecia entra en guerra
junto a la Entente.

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1918: El Desenlace
El abandono de la guerra por parte de la Rusia revolucionaria permitió a Alemania concentrar todas sus fuerzas en el
frente occidental. El verano de 1918 fue testigo de los últimos y desesperados ataques germanos. Sin embargo, sus
aliados estaban al borde de la extenuación militar y económica. La llegada de las tropas norteamericanas
desequilibró definitivamente la balanza en favor de la Entente.
Frente Occidental Frente Oriental Otros frentes
 El presidente Wilson pronuncia el discurso  El estallido de la guerra  Tras sus fracasadas
de los 14 puntos proponiendo las civil en Rusia fuerza a la ofensivas en Oriente
condiciones necesarias para la paz (enero delegación rusa a firmar Medio y la llegada de
1918) el Tratado de Brest- tropas británicas a la
 Ofensivas alemanas (marzo-julio) Litovsk (3 marzo 1918). Anatolia, Turquía firma el
 Llegada masiva de tropas norteamericanas,  La Rusia soviética armisticio (30 octubre)
propicia la contraofensiva definitiva de la abandona el conflicto y
Entente bajo el mando de Foch (julio- cede grandes territorios a
septiembre) los Imperios Centrales.
 Hindemburg y Ludendorff comunican al  Tras el ataque francés
Kaiser Guillermo II la imposibilidad de desde Grecia, Bulgaria
continuar la guerra. firma el armisticio
 Victoria italiana en Vittorio Veneto (septiembre)
(octubre)
 Austria-Hungría firma el armisticio (3
noviembre)
 La conciencia de la derrota provoca la
revolución en Alemania. El Kaiser abdica y
huye a Holanda. Se proclama la República
(9 noviembre)
 Alemania firma el armisticio (11
noviembre 1918)
El 11 de Noviembre de 1918 la mayor tragedia que la humanidad había vivido hasta aquel momento concluía.
Millones de muertos, heridos, inválidos... Millones en pérdidas económicas. Rencor, dolor, desolación.
El gran desafío en el invierno de 1918 era construir un nuevo mundo que hiciera que el sangriento conflicto que
acababa de concluir fuera, tal como se proclamaba en aquel momento, "la guerra que pusiera fin a todas las guerras".

La Conferencia de París (1919)


El 18 de enero de 1919, los representantes de los países vencedores se reunieron en la Conferencia de París, bajo la
dirección del denominado Comité de los Cuatro: el presidente estadounidense Wilson, el Premier británico Lloyd
George, el primer ministro francés Clemenceau y Orlando, el jefe del ejecutivo italiano. Son los tres primeros, sin
embargo, los que realmente dirigieron unas negociaciones a las que los países derrotados se les prohibió asistir.
El 4 de octubre de 1918, los alemanes habían pedido un armisticio basado en las propuestas recogidas en los
"Catorce puntos" de Wilson. Sin embargo, la realidad fue mucho más dura. Los países vencedores llegaron a París
con ideas diferentes y compromisos, a veces secretos, adquiridos durante la guerra.

Pactos firmados por las potencias de la Entente durante la guerra:


 Tratado secreto de Londres (1915) Italia se incorpora al conflicto junto a la Entente tras serle prometido por
Francia y Gran Bretaña diversas anexiones: Trentino, Alto Adigio, Istria, la mayor parte de Dalmacia,
Libia, Eritrea, Somalia y concesiones en Asia Menor (Anatolia turca)
 Acuerdo Sykes-Picot (1916) Francia y Gran Bretaña acuerdan el reparto de las posesiones del Imperio
Turco. Italia recibe vagas promesas sobre Anatolia.
 Declaración Balfour (1917) Gran Bretaña promete a las organizaciones sionistas la cesión de parte de
Palestina. Aqui nos encontramos con el origen del futuro conflicto arabe-israelí.

Las posturas divergentes de los vencedores


REINO UNIDO - Lloyd George
 No tenía reivindicaciones territoriales en Europa. Aspiraba, sin embargo, a ganancias coloniales en África y
Asia a costa de los imperios alemán y turco.
 Destrucción del poderío naval alemán.
 Siguiendo su tradicional política de equilibrio europeo, Gran Bretaña no deseaba hundir a Alemania, para
no fortalecer en exceso la posición de Francia en el continente.
 Una de sus preocupaciones clave fue impedir la extensión de la agitación revolucionaria bolchevique a la
Europa central y, especialmente, a Alemania.
 Indemnizaciones de guerra

ESTADOS UNIDOS - Wilson


 Creación de la Sociedad de Naciones para garantizar la paz en el futuro.
 Aplicación del principio de las nacionalidades en el diseño de las nuevas fronteras europeas. Esta postura
implicó, desde mayo de 1918, la destrucción de Austria-Hungría.
 Indemnizaciones de guerra.
FRANCIA - Clemenceau
 Recuperación de Alsacia-Lorena.
 Ocupación militar de la zona occidental del Rin y posible creación en Renania de un estado independiente.
Esta última aspiración encontró la oposición de Gran Bretaña y EE.UU. En el primer caso, porque alteraba
el equilibrio europeo, en el segundo, por que iba en contra del principio de las nacionalidades.
 Explotación económica de la región del Sarre.
 Debilitar militarmente de forma definitiva a Alemania.
 Oposición al Anschluss (unión de Alemania y Austria).
 Ganancias territoriales a costa de los imperios turco y alemán.
 Indemnizaciones de guerra.
ITALIA - Orlando
 Aplicación del Tratado de Londres: anexión del Trentino, el Alto Adigio, Trieste y partes importantes de
Istria y Dalmacia. Esta aspiración italiana encontró la oposición de EE.UU. ya que la anexión de territorios
poblados por eslavos (Dalmacia) iba contra el principio de las nacionalidades. Wilson defiende a la recién
creada Yugoslavia frente al expansionismo italiano en el Adriático.
 Ganancias coloniales en Oriente Medio y África.
 Indemnizaciones de guerra.
En definitiva, podríamos hablar, simplificando, de que Clemenceau personificó la postura de mayor dureza con
Alemania ("Alemania pagará"), los países anglosajones, sin querer dejar de castigar a Alemania, optaron por una
actitud más conciliadora, e Italia, infructuosamente, aspiró a compensaciones territoriales que finalmente no
consiguió.
Los representantes de los derrotados no fueron invitados a la conferencia de paz. Los acuerdos, duramente
negociados entre los vencedores y concretados en los diversos tratados de paz, les fueron presentados como un
hecho consumado al que simplemente debieron plegarse. Los alemanes, representantes de la recién nacida república
de Weimar, firmaron el 28 de junio de 1919 tras ser amenazados con una invasión total de su país. En Alemania se
hablaba del "diktat", de la imposición, de Versalles.

Los tratados de paz


Los países vencedores fueron firmando diversos tratados de paz con cada una de las naciones derrotadas. Alemania,
Austria, Hungría, Bulgaria y Turquía fueron forzadas a firmar unos tratados en los que no se les había dado voz.
El Tratado de Versalles, firmado con Alemania
Cláusulas  Francia recupera Alsacia y Lorena
territoriales  Eupen y Malmedy pasan a manos de Bélgica
 El pasillo polaco (Posnania y otras regiones) y el sur de la Alta Silesia se
anexionan a la recién nacida Polonia. Esto significaba el aislamiento
territorial del resto de Prusia Oriental.
 Danzig y Memel, poblaciones germanas del Báltico, fueron declaradas
ciudades libres
 Dinamarca se anexiona el norte de Schleswig-Holstein.
 El conjunto de las pérdidas territoriales de Alemania ascendió a 76.000
kilómetros cuadrados (13% de su territorio), donde vivían 6.5 millones de
habitantes (10% de su población)
 La cuenca carbonífera del Sarre pasa a ser administrada por la Sociedad de
Naciones y explotada económicamente por Francia durante 15 años
 Alemania pierde todas sus colonias, que son repartidas como mandatos de
la Sociedad de Naciones entre el Imperio Británico y Francia. Bélgica y
Japón se anexionaron territorios muy pequeños.
 Drástica limitación de la Armada (el grueso de la Armada de guerra fue
confiscado y confinado en la base británica de Scapa Flow) y el Ejército
(100.000 efectivos, no tanques, aviones, artillería pesada...)
Cláusulas
 Desmilitarización de Renania (zona occidental y franja de 50 km. al este
militares
del Rin)
 Ocupación temporal de la orilla occidental del Rin. Las tropas aliadas se
retirarían escalonadamente en plazos que concluirían en 1935.
 Como responsable de una guerra iniciada por su agresión, Alemania quedó
obligada a pagar reparaciones o indemnizaciones de guerra a los
vencedores.
Reparaciones
 Conferencia de Spa (1920) fija el porcentaje que recibiría cada país del
de guerra
total: Francia 52%, Gran Bretaña 22%, Italia 10%, Bélgica 8%
 En la Conferencia de Londres (1920) se fija el monto total de las
reparaciones: 140.000 millones de marcos-oro, una enorme cantidad.
 Alemania reconoce su responsabilidad por la guerra y todos los daños que
trajo consigo. Fue la agresión alemana la que desencadenó el conflicto.
 Prohibición de ingreso en la Sociedad de Naciones.
Otras cláusulas
 Prohibición del Anschluss (unión Alemania y Austria)
 Establecimiento del Pacto de la Sociedad de Naciones, como un anexo al
Tratado.

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El Tratado de Saint Germain, firmado con


Austria
 Fin del Imperio Austro-Húngaro, de su ruptura nacen nuevos estados como Austria, Hungría y
Checoslovaquia, a lo que se une cesiones de territorio a Italia y a las recién nacidas Polonia y
Yugoslavia.
 Pago de reparaciones.
 Limitaciones en el ejército.
 Prohibición del Anschluss con Alemania.

El Tratado de Trianon, firmado con Hungría


 Fin del Imperio Austro-Húngaro, dee su ruptura nacen nuevos estados como Austria, Hungría y
Checoslovaquia, a lo que se une cesiones de territorio a Italia y a las recién nacidas Polonia y
Yugoslavia.
 Pago de reparaciones
 Limitaciones en el ejército
 Importantes minorías húngaras (3 millones, un tercio de la población total) quedan fuera del
estado húngaro, en Eslovaquia, Rumanía (Transilvania) y Yugoslavia.
El Tratado de Neuilly, firmado con Bulgaria
 Pérdidas territoriales en beneficio de Rumanía, Grecia y Yugoslavia
 Pago de reparaciones
 Limitaciones en el ejército

El Tratado de Sèvres, con Turquía


 Reparto de las posesiones del Oriente Medio entre Francia (Siria, Líbano) y Gran Bretaña
(Palestina, Irak) en la forma de mandatos de la Sociedad de Naciones.
 Las fuertes pérdidas territoriales en Anatolia y Tracia estipuladas en Sèvres son anuladas en el
tratado de Lausana (1923) tras la victoria turca en su guerra contra Grecia (1919-1922). Turquía
quedó reducida a la península de Anatolia en Asia y a la región en torno a Estambul en Europa.

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El problema soviético
La Paz de Brest-Litovsk (marzo 1918) supuso la salida de la guerra de la Rusia soviética y la pérdida de gran
cantidad de territorios en beneficio de los Imperios Centrales. Lenin se apresuró a firmar una paz tan dura para
centrar al Ejército Rojo en la guerra civil iniciada en Rusia.
Los países de la Entente apoyaron, primero con tropas y luego con armas y dinero, al Ejército Blanco en su lucha
contra el gobierno bolchevique.
Aprovechando la situación creada por la revolución, la derrota ante los Imperios Centrales, la guerra civil rusa, y la
posterior victoria de la Entente , diversos territorios del antiguo imperio ruso zarista alcanzaron su independencia:
Finlandia, en diciembre de 1917 y los países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, a lo largo de 1918
Polonia y la Rusia soviética se enfrentaron en una guerra que concluyó con el Tratado de Riga (marzo 1921). Este
tratado supuso importantes pérdidas territoriales en beneficio del nuevo estado polaco. Finalmente, Rumanía se
anexionó Besarabia.

El aislamiento de los Estados Unidos


Wilson puso toda su influencia en la constitución de la Sociedad de Naciones. Un elemento clave de la nueva
sociedad era el principio de la seguridad colectiva, por el cual EE.UU. y los demás países miembros quedaban
comprometidos en la defensa de la seguridad de los demás miembros de la Sociedad.
Wilson, presidente del partido demócrata, se encontró con un Senado, que debía ratificar los tratados de paz y el
pacto de la Sociedad de Naciones, dominado por el partido republicano. Los republicanos optaron por introducir
importantes enmiendas al Pacto de la Sociedad de Naciones, esencialmente dirigidas a limitar el principio de la
seguridad colectiva. La negativa de Wilson a negociar llevo a que el problema se solucionara en las elecciones de
1920.
La derrota de Wilson y el triunfo del republicano Harding precipitó que EE.UU. no firmara ni los Tratados de Paz ni
el Pacto de la Sociedad de Naciones. Posteriormente, en 1921, firmó tratados por separado con Alemania, Austria y
Hungría.

Conclusión: unos malos tratados de paz


Los Tratados firmados tras la Conferencia de París no contribuyeron en absoluto a
estabilizar la situación europea y mundial. Al rastrear las causas de la segunda guerra
mundial, rápidamente nos encontramos con que los errores cometidos en los tratados que
pusieron fin a la Gran Guerra fueron claves a la hora de desencadenar de nuevo los
horrores de un conflicto mundial apenas veinte años después de la conclusión de la
"guerra que pondría fin a todas las guerras".
Alemania
Alemania habia aceptado el armisticio tomando como base los "Catorce puntos" de
Wilson. Sin embargo, se encontró con que no se le permitió participar en la Conferencia
de Paz y se la trató duramente en la Paz de Versalles (El "diktat" de Versalles). La postura
"dura" de Clemenceau se había impuesto.
El ser declarada "responsable del conflicto", las pérdidas territoriales en el este y las
enormes reparaciones de guerra a las que se vio obligada fueron las cláusulas
especialmente inaceptables para los alemanes.
Sin embargo, excepto algunas zonas de Renania temporalmente y la cuenca del Sarre,
Alemania no fue ocupada militarmente y su poderío económico no sufrió una merma
sustancial. La gran contradicción fue que el Tratado de Versalles trataba de imponer una
paz muy dura a un estado que aún era muy poderoso.
En estas condiciones, agravadas por las dificultades de la posguerra, las posiciones
"revanchistas" contra el Tratado de Versalles pronto se extendieron en Alemania. La falsa
noción histórica de haber perdido la guerra no en el frente de batalla sino por "la
puñalada por la espalda" de los demócratas, socialistas, judíos... que habían
protagonizado la revolución de noviembre de 1918 se propagó entre los ámbitos
ideológicos de la derecha alemana.

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Italia
Tras la firma de los tratados de paz en Italia se repetía la frase "Hemos ganado la guerra,
pero hemos perdido la paz". Así se resumía la generalizada sensación italiana de haber
sido menospreciados en París y haber conseguido pocos beneficios tras haber perdido
460.000 vidas humanas durante el conflicto.
La no anexión de territorios en Dalmacia debido a la aplicación del principio de las
nacionalidades en la nueva Yugoslavia y las exiguas conquistas coloniales causadas por el
egoísmo franco-británico, hicieron que las anexiones del Trentino-Alto Adigio y la
península de Istria (9.000 kilómetros cuadrados) parecieran muy poco a muchos italianos.

Europa Central y Oriental


La aplicación del principio de las nacionalidades a una realidad tan compleja étnica y
linguísticamente como la de esta zona provocó una intrincada labor de diseño de
fronteras tratando de separar lo que a menudo era inseparable. Las minorías nacionales
fueron la regla en los nuevos estados surgidos en la región. La zona estaba llena de focos
de conflicto.
Francia
Pese a imponer duras condiciones a Alemania, Francia no conseguirá que los países
anglosajones se comprometieran a un pacto que garantizase su apoyo ante un eventual
ataque alemán. La negativa norteamericana a firmar los tratados impidió esta aspiración
francesa.
La fragilidad de la posición francesa quedó clara en cuanto Hitler reinició el rearme
alemán en la década de los treinta. Clemenceau había conseguido un tratado muy duro
con Alemania, sin embargo, no había conseguido una situación de fuerza que permitiera
su aplicación.
Estados Unidos
La hegemonía de los republicanos durante los años veinte marcó una clara tendencia
aislacionista. La negativa a entrar en la Sociedad de Naciones llevó a un
desentendimiento de los asuntos políticos europeos enormemente nocivo para la
estabilidad mundial ya que EE.UU. era ya la primera potencia mundial.
No obstante, en el terreno económico los norteamericanos no optaron por el aislamiento.
Su negativa a condonar las deudas de los aliados de la Entente , en el lado negativo, o su
intervención para solucionar el problema de las indemnizaciones de guerra de Alemania
con el Plan Dawes de 1924, en el positivo, muestran como el aislacionismo no se dio en
las cuestiones económicas.

U.R.S.S.
Tras intervenir directamente y ayudar al Ejército Blanco durante el guerra civil, las
potencias vencedoras optaron por establecer lo que se denominó cordón sanitario en torno
a la URSS comunista. Establecimiento de una serie de estados antisoviéticos que cercaran
al nuevo estado soviético. Se trataba de impedir la expansión del comunismo y debilitar a
la URSS.
La U.R.S.S. fue aislada y no se le permitió el ingreso en la Sociedad de Naciones. Otra
gran potencia que quedaba fuera del concierto de naciones diseñado en París en 1919.

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Desde la perspectiva histórica, parece cada vez más evidente que la gran perdedora de la
primera guerra mundial fue Europa. Nuestro continente, que desde hacia varios siglos
había impuesto su hegemonía en el mundo, inició en 1914 un proceso de autodestrucción
que permitirá a diversas potencias extraeuropeas, esencialmente a los Estados Unidos,
alcanzar la hegemonía global.

La Sociedad de Naciones
El gran promotor de la idea, el presidente norteamericano Wilson, hizo que la
Conferencia de París, que había iniciado sus sesiones el 18 de enero de 1919, aprobara
una Resolución sobre la creación de una Sociedad de Naciones el día 25. En abril, la
Conferencia aprobó el Pacto de la Sociedad de Naciones, que fue anexado a los diversos
tratados de paz. Entró en vigor el junio de 1919, cuando se firmó el Tratado de Versalles.
La nueva Sociedad fijó su sede en Ginebra (Suiza). Sus principales instituciones eran una
Asamblea General, un Consejo, del que eran miembros permanentes las grandes
potencias, y un Secretario General, encargado dirigir los más de 600 funcionarios que
trabajaban para la Sociedad.
Teniendo como como objetivo esencial el mantenimiento de la paz, la Sociedad buscó
garantizar la protección de los pequeños países ante las grandes potencias. Se trataba de
crear un nuevo orden internacional basado en el principio de la seguridad colectiva. El
artículo 10º del Pacto consagraba este principio:
"Los miembros de la Sociedad se comprometen a respetar y a mantener contra
toda agresión exterior la integridad territorial y la independencia política presente
en todos los miembros de la Sociedad. En caso de agresión, de amenaza o de
peligro de agresión, el Consejo determinará los medios para asegurar el
cumplimiento de esta obligación."
La Sociedad de Naciones consiguió algunos éxitos en su labor, ayudó a solventar
pacíficamente algunos conflictos en el período inmediato de posguerra y tuvo su apogeo
en el período 1924-1929 (Tratado de Locarno, 1925, Ingreso de Alemania en la Sociedad,
1926, Pacto Briand-Kellogg, 1928), sin embargo, cuando la situación internacional se
enturbió tras la depresión de 1929, la Sociedad de Naciones se mostró totalmente incapaz
de mantener la paz.
¿Cuáles son las razones del fracaso de la Sociedad de Naciones? Todos los historiadores
coinciden en dos:
Ausencia de potencias clave en el concierto mundial:

 EE.UU. se negó a entrar en 1920 y nunca participó.

 A Alemania se le negó el ingreso en principio, tras el Tratado de Locarno, se


adhirió en 1926, para salir de nuevo inmediatamente después del ascenso de
Hitler en el poder en 1933.

 A la URSS también se le negó el ingreso, accedió en 1934 y fue de nuevo


expulsada en 1939.

 Japón se marchó en 1933 e Italia en 1936.


Falta de medios económicos o militares para imponer sus resoluciones.
Caricatura alemana: Wilson, Clemenceau y Lloyd George
llevando a Alemania a la guillotina

Los primeros años de la posguerra estuvieron marcados por la dificultosa aplicación de los tratados de paz de 1919.
Sin embargo, la segunda mitad de los años veinte abrió un período de concordia internacional que ilusionó a los
contemporáneos.
La depresión de 1929 y el ascenso de Hitler al poder demostraron el carácter efímero de este tiempo de armonía. Los
años treinta prepararon el camino a una segunda y aun más destructiva conflagración mundial.

Consejo de la Sociedad de Naciones

Los tratados firmados tras la Conferencia de París no sirvieron para crear un marco de estabilidad internacional. En
un contexto de graves dificultades económicas, la situación política mundial se caracterizó por la existencia de
múltiples conflictos pendientes, la dificultad en la aplicación de los tratados y la segura aparición de importantes
tensiones internacionales.

El nacimiento de la Sociedad de Naciones


La Sociedad de Naciones, el sueño del presidente norteamericano, Woodrow Wilson, nació en la Conferencia de
París. Por primera vez en la historia se concretaba algo que muchos pensadores anteriores habían anhelado: una
suerte de gran instancia internacional en la que se discutieran los grandes problemas y se solventaran pacíficamente
los conflictos. Por fin, los principales países del planeta se habían puesto de acuerdo para crear una Sociedad que
tuviera como fin resolver los contenciosos entre los estados.
El artículo 10 era la clave de todo el edificio:
"Los miembros de la Sociedad se comprometen a respetar y mantener contra toda agresión exterior la integridad
territorial y la independencia política presente en todos los miembros de la Sociedad. En caso de agresión de
amenaza o de peligro de agresión, el Consejo determinará los medios para asegurar el cumplimiento de esta
obligación."
Muy pronto, sin embargo, se vino abajo el sueño. La Sociedad de Naciones tomó pronto el aspecto de una sociedad
de vencedores: a la negativa a aceptar el ingreso de Alemania y la Rusia soviética, se le unió la renuncia
norteamericana a participar en el gran proyecto que había diseñado su presidente. Sólo Gran Bretaña y Francia se
mantuvieron en una asociación que se reveló como inoperante. La ausencia de potencias clave en el concierto
mundial y la carencia de medios militares y económicos para hacer aplicar sus resoluciones nos explican la escasa
incidencia de la labor de la Sociedad de Naciones en las relaciones internacionales.
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Las grandes cuestiones por resolver:

Las tensiones en los territorios del antiguo


Imperio Austro-Húngaro
La ruptura y desintegración del más antiguo imperio europeo tenía que venir acompañada de fuertes tensiones entre
los países que heredaron su territorio. Veamos, sin ánimo exhaustivo, algunos ejemplos.
La pugna italo-yugoslava por los territorios del norte del Adriático
Es un buen ejemplo para mostrar la enredada madeja de compromisos previos y principios políticos generales en la
que se basó el debate en la Conferencia de París.
En el Tratado de Londres (1915) a Italia se le había prometido la anexión de la península de Istria, al norte del
Adriático. Estas pretensiones, sin embargo, chocaban con el respeto al principio de las nacionalidades defendido por
Wilson. El presidente norteamericano, con el apoyo de las autoridades yugoslavas, propuso una línea fronteriza, la
línea Wilson, que dejaba todo el sureste de Istria en manos de Belgrado.
La indignación que despertó en Italia la nueva situación llevó a que la delegación transalpina abandonara la
Conferencia de París durante dos semanas (del 24 de abril al 7 de mayo de 1919). El 12 de septiembre, complicando
aún más la situación, el poeta nacionalista italiano Gabriele D'Annunzio ocupaba con un grupo de voluntarios el
puerto de Fiume (actual ciudad de Rijeka en Croacia).
La complicada situación se resolvió finalmente con la firma del Tratado de Rapallo (1920). Ni los italianos, que
renunciaban a la anhelada región de Dalmacia continental, ni los yugoslavos, que veían la nueva frontera entre
ambos estados desplazado al este de la Línea Wilson, salieron contentos del arreglo. D'Annunzio fue finalmente
desalojado del Fiume por tropas italianas que ocuparon la ciudad. Fiume fue declarada ciudad independiente.
Esta crisis mostró claramente el descontento nacionalista que se desarrolló en Italia tras el conflicto. Apoyándose en
este sentimiento, Benito Mussolini lanzará su desafío al estado liberal italiano y alcanzará el poder en 1922. Bajo la
presión del gobierno fascista, Yugoslavia cedió finalmente reconociendo la soberanía italiana en Fiume. Un nuevo
tratado italo-yugoslavo se firmó en Roma en 1924.
La lucha entre Polonia y Checoslovaquia por el territorio de Teschen
Rica región industrial, Teschen enfrentó a los nuevos estados polaco y checoslovaco tras la primera guerra mundial.
Los polacos reclamaron el territorio basándose en el principio de las nacionalidades (55% de polacos, 27% de
checos y 18% de alemanes), mientras que el gobierno de Praga basó su reivindicación en la pertenencia histórica del
territorio a Bohemia.
En noviembre de 1919, los ejércitos de ambos países entraron en el territorio, procediéndose a una división
provisional que favoreció a Checoslovaquia y que terminó por hacerse definitiva.
La cuestión húngara
Hungría fue, sin lugar a dudas, uno de los grandes perdedores de la Gran Guerra. Proclamada la república de
Hungría, el 16 de noviembre de 1918, dos tercios del territorio húngaro fueron ocupados por tropas serbias, checas y
rumanas. El caos de la derrota propició la efímera revolución comunista de Béla Kun (marzo 1918). El terror
implantado por la república soviética provocó el antagonismo de gran parte de la población. Finalmente, el 4 de
agosto, Béla Kun y sus seguidores abandonaron Budapest ante la llegada de un ejército rumano, que ocupó la ciudad
dos días más tarde. Las presiones aliadas consiguieron que los rumanos abandonaran la capital y finalmente se
instituyó un gobierno dirigido por el almirante Miklós Horthy, quién se vió forzado a firmar el durísimo Tratado de
Trianon en junio de 1920. Hungría quedó reducida a un pequeño estado de 92.000 kilómetros cuadrados y millones
de húngaros quedaron fuera de sus fronteras en Checoslovaquia, la Transilvania rumana o Yugoslavia.
Un experto en temas húngaros, el británico C.A. Macartney afirmaba en 1937:
"(...) la línea étnica no estaba claramente definida en ninguna parte (...) largos siglos de interrelación, asimilación,
emigración y colonización interna habían dejado en muchas zonas un cinturón de población mezclada y, a menudo,
indefinida, donde cada grupo nacional se mezclaba con el más próximo, mientras quedaban innumerables islas de
una nacionalidad en medio de mares de otras, variando de tamaño desde el medio millón de Szekely húngaro
parlantes de Transilvania (...) a comunidades de un sólo pueblo o menos (...) Ninguna frontera podía trazarse sin
que dejara minorías nacionales en al menos un lado de la frontera."
El gobierno de Horthy intentó restaurar como Rey de Hungría al antiguo emperador Carlos Habsburgo a la vez que
trataba de conseguir una revisión de las fronteras establecidas en el Tratado de Trianon. La reacción de los países
afectados fue inmediata: en agosto de 1920 se constituyó la Pequeña Entente. Checoslovaquia, Yugoslavia y
Rumania firmaron un pacto defensivo contra las aspiraciones húngaras de revisar los tratados de paz. Tras algunas
dudas, Francia brindó su apoyo a la nueva alianza.
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La política de alianzas de Francia e Italia en


la Europa central
Francia, siempre ante la perspectiva de la amenaza alemana, buscó establecer una red de alianzas con los nuevos
países surgidos entre Alemania y Rusia. Se trataba de buscar aliados que rodearan a una Alemania que ansiaba
revisar el Tratado de Versalles. Es evidente que la gran alianza franco-rusa de 1893 estaba implícita en las maniobras
de la diplomacia gala. No obstante, Francia pronto se apercibió de que había dos grandes diferencias con respecto a
las alianzas previas a la Gran Guerra: por un lado, ninguno de los nuevos países tenía un potencia comparable a
Rusia, por otro, estos nuevos países estaban enfrentados entre sí por múltiples conflictos de tipo nacionalista.
Pese a todas las dificultades, Francia, por medio de su ministro de asuntos exteriores, Berthelot, firmó un tratado de
alianza con la Polonia de Pilsudski en 1921. La alianza implicaba un tratado secreto militar contra Alemania. En
1924, el gobierno francés amplió sus alianzas a Checoslovaquia, lo que indirectamente le ligaba a la Pequeña
Entente nacida en 1920. Pese a sus intentos de conciliar a sus dos nuevos aliados, el conflicto de Teschen impidió
una alianza entre Varsovia y Praga.
Mientras tanto, Italia vencedora en la guerra pero descontenta con los tratados, establece una red de acuerdos
diplomáticos con los países de la Europa danubiana perdedores en la guerra y descontentos con el "statu quo". Roma
firma acuerdos con Hungría, Austria, Bulgaria y Albania.
Podríamos resumir la situación de la siguiente manera: mientras que Gran Bretaña se mantiene al margen de estas
alianzas orientales en las que no tiene ningún interés especial, Francia, buscando mayor seguridad contra Alemania,
busca aliados entre los países satisfechos con la nueva situación creada tras la guerra. Por el contrario, Italia, quejosa
por la situación surgida de la Conferencia de París, trató de establecer acuerdos con los países descontentos.
La Desintegración del Imperio Otomano y la
guerra greco-turca
La cuestión turca nos muestra un buen ejemplo de la vieja diplomacia secreta que Wilson y la Sociedad de Naciones
trataban de desterrar.
Británicos y franceses habían llegado a un acuerdo para repartirse las posesiones árabes del Imperio Turco (Acuerdo
Sykes-Picot, 1916), al que añadieron un nuevo tratado secreto con los italianos concediéndoles algunos territorios en
el sur de Anatolia (Acuerdo de Saint-Jean-de-Maurienne, 1917). A todo ello se unió al acabar el conflicto, la
aprobación franco-británica a las aspiraciones griegas en zonas de Anatolia con población helena.
El Tratado de Sèvres en agosto de 1920 fue enormemente duro con Turquía y, además, no tomó en cuenta el triunfo
en Estambul de la revolución de Mustafá Kemal "Atatürk" en 1919. El nuevo líder turco representaba la causa
modernizadora y nacionalista ante las aspiraciones imperialistas de los vencedores.
Tropas de la Entente ocuparon Estambul en marzo de 1920 y, poco después, el ejército griego inició la invasión del
país. La guerra greco-turca (1919-1922) que siguió, estuvo jalonada de masacres -más del 20% de la población
masculina de Anatolia murió- y concluyó con la victoria turca. Más de un millón de griegos fueron deportados de
Anatolia.
El Tratado de Lausana (1923) puso fin al proceso de desintegración turco. Aunque se mantuvieron cláusulas lesivas
para Turquía, ésta mantuvo el control de Anatolia y la Tracia oriental. Ese mismo año se abolió el Sultanato y se
proclamó la República Turca.
No hubo, sin embargo, ninguna concesión a Turquía en lo referente a sus posesiones árabes. Gran Bretaña y Francia
se repartieron las posesiones del Oriente Medio, siguiendo, a grandes rasgos, lo establecido en el Acuerdo Sykes-
Picot.
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El Problema Soviético
Uno de los grandes problemas que siguieron al fin de la primera guerra mundial fue la fijación de las fronteras del
nuevo estado soviético. La Entente desde el armisticio de diciembre de 1917 y, muy especialmente, desde el Tratado
de Brest-Litovsk ayudaba activamente a los opositores al bolchevismo. Esta ayuda se concretó al estallar la guerra
civil en 1918 en una activa intervención militar en apoyo al Ejército Blanco.
El gobierno bolchevique tenía puesta su esperanza en la extensión de la revolución al corazón de Europa. Los
fracasos de la insurrección espartaquista en Berlín y de la república soviética de Béla Kun en Budapest pusieron fin
a estos sueños de revolución mundial.
No obstante, los éxitos del Ejército Rojo de Trotski forzaron un cambio de la política de los Aliados. Las tropas de
intervención fueron retiradas en 1919 y se inició la conocida como política de cordón sanitario: se trataba de crear
una serie de estados antisoviéticos en la frontera occidental que permitieran frenar la expansión del comunismo.
Aprovechando el caos de la derrota, la revolución y la guerra civil, finlandeses, bálticos y polacos se precipitaron a
romper lazos con la antigua potencia rusa. Así, con mayores o menores dificultades, Finlandia, Estonia, Letonia y
Lituania accedieron a la independencia.
En Polonia, el general Jósef Pilsudski había proclamado la República polaca en noviembre de 1918. El nuevo estado
buscó establecer unas fronteras lo más favorables posible, no dudando en continuar guerreando contra alemanes,
rusos o ucranianos. Frenado, a instancias de los aliados, el ataque polaco en occidente en enero de 1919, el gobierno
de Varsovia continuó su expansión hacia el este, alcanzando Kiev, la capital de Ucrania, en 1920.
Los aliados, en la figura del ministro de asuntos exteriores británico Lord Curzon, propusieron una línea de frontera
ruso-polaca, la línea Curzon, que dividía la Rusia Blanca (Bielorrusia) entre los dos estados.
Tras llevar la iniciativa en la primera fase de la guerra, los polacos vieron como el contraataque soviético llevó al
Ejército Rojo hasta las puertas de Varsovia. Los polacos resistieron con el apoyo francés. Finalmente, en marzo de
1921, se firmó el Tratado de Riga. La frontera ruso-polaca se fijaba en una línea de 150 a 200 kilómetros al oriente
de la línea Curzon.
A las grandes pérdidas territoriales rusas se le vino a añadir la Besarabia, anexionada por Rumania.
Trostky arengando al Ejército Rojo, 1918

El presidente Wilson fracasó en su intento de


que EE.UU. se uniera a la Sociedad de Naciones

El aislacionismo norteamericano
El aislacionismo, es decir, el rechazo a implicarse en alianzas permanentes, tiene en EE.UU. una larga tradición que
se remonta a las administraciones presididas por George Washington.
El rechazo del Senado norteamericano a firmar el Tratado de Versalles y el Pacto de la Sociedad de Naciones es el
más célebre e importante ejemplo de aislacionismo norteamericano.
Para que Estados Unidos se adhiriera a ambos tratados era necesario que el Senado los ratificara por una mayoría de
dos tercios. El presidente demócrata Wilson, que tenía que hacer frente a un Senado con mayoría republicana desde
1918, pecó de confianza y dio por sentado que conseguiría la aprobación de la cámara. Wilson, quien sufrió un
ataque de parálisis que le obligó a permanecer en su casa tres meses en pleno debate de la cuestión, se negó a pactar
cualquier tipo de enmienda de los tratados con el líder republicano en el Comité de asuntos exteriores del Senado,
Henry Cabot Lodge. Cuando, efectivamente, su propuesta fue derrotada en el Senado, Wilson pensó que una victoria
demócrata en las elecciones que se debían celebrarse en 1920 permitiría la definitiva ratificación de los tratados. Sin
embargo, Wilson había perdido contacto con la realidad norteamericana, la victoria del candidato republicano,
Harding, llevó a que EE.UU. rechazara definitivamente el Tratado de Versalles y la Sociedad de Naciones. En agosto
de 1921, el gobierno de Washington firmó por separado tratados de paz con Alemania, Austria y Hungría.
A partir de ese momento, la tarea de supervisar la ejecución del Tratado de Versalles se hizo infinitamente más
difícil. Francia y Gran Bretaña, a menudo enfrentadas, con la escasa ayuda de Bélgica e Italia, se vieron solas a la
hora de implementar un tratado que se había negociado entre los vencedores asumiendo la plena participación
norteamericana.
Sin embargo, la política norteamericana durante los años 20 no puede ser calificada de plenamente aislacionista, ya
que se implicó activamente en temas como el control de armamentos o las reparaciones de guerra (Plan Dawes).
El impacto de la depresión inclinó la balanza hacia posturas más aislacionistas: la Ley de Neutralidad de 1935 es el
mejor ejemplo de esta actitud reforzada. Hubo que esperar al inicio de la II Guerra Mundial para que la potencia
norteamericana optara por una política de decidido intervencionismo internacional.
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El expansionismo japonés: los Tratados de


Washington
Pese a su escasa participación en la guerra, la posición nipona en el Extremo Oriente quedó enormemente reforzada
tras la conclusión de la Gran Guerra. El eclipse ruso, al que se añadía el abandono de Alemania, convirtieron a Japón
en la única gran potencia a las puertas de China y en la tercera potencia naval del mundo.
La inquietud que provocó este hecho en EE.UU. hizo que el presidente Harding, con el apoyo del líder británico
Lloyd George, invitara a siete potencias (Gran Bretaña, Japón, Francia, Italia, China, Holanda y Bélgica) a reunirse
en Washington.
La Conferencia de Washington (noviembre de 1921-febrero de 1922) concluyó con la firma de tres tratados:
El Tratado de las Cuatro Potencias (EE.UU., Gran Bretaña, Japón y Francia) implicaba un compromiso mutuo de
reconocimiento de las posesiones de cada potencia en el Pacífico y la promesa de consultarse en caso de
controversias o acciones agresivas de cualquier país en la zona.
El Tratado de las Cinco Potencias (EE.UU., Gran Bretaña, Japón, Francia e Italia) significó la adopción de ciertas
medidas encaminadas al desarme naval. Aunque no se pusieron límites a otro tipo de navíos, con respecto a la flota
de acorazados se estableció unas proporciones: EE.UU. y Gran Bretaña mantendrían una paridad, Japón podría
llegar a un 60% de esa cantidad, y Francia e Italia alcanzarían el 35%, es decir, índices 5 para EE.UU. y Gran
Bretaña, 3 para Japón, y 1.67 para Francia e Italia.
Por último, el denominado Tratado de las Nueve Potencias implicó un compromiso de respeto a la integridad
territorial de China.
Tres conclusiones principales se pueden extraer de estos acuerdos de Washington: el inicio de una estrecha política
de entendimiento entre EE.UU. y Gran Bretaña; el reconocimiento de la superioridad marítima de las potencias
anglosajonas; y la aceptación del poderío naval japonés en en el Pacífico.

La aplicación del Tratado de Versalles: el


problema alemán
Las posiciones de las principales potencias
Alemania nunca acepto de iure el Tratado de Versalles. Dos aspectos eran especialmente insoportables para el
gobierno y la opinión pública alemana: el pago de reparaciones de guerra como país responsable del conflicto y las
pérdidas territoriales acordadas en Versalles, muy especialmente las de la frontera oriental. Alemania, desde un
principio, centrará sus objetivos exteriores en conseguir la revisión del diktat, la imposición, de Versalles y en evitar
el cumplimiento de sus onerosas condiciones.
La gran paradoja del Tratado de Versalles consistía en que era un tratado muy duro que unas potencias no demasiado
fuertes van a tratar de imponer a un país que aún mantenía gran parte de su potencial económico. Esta paradoja se
explica, en primer lugar, por el aislacionismo norteamericano. La ausencia de EE.UU. dejó a Francia y Gran Bretaña
como las únicas grandes potencias que trataban de construir el orden diseñado en la Conferencia de París. En
segundo lugar, la debilidad franco-británica se vio enormemente reforzada por la disparidad de ideas entre los
gobiernos de Londres y de París.
Gran Bretaña, como centro de un imperio mundial, trataba de seguir su tradicional política de equilibrio continental
en Europa. Se trataba de que ni Alemania ni Francia fueran demasiado poderosas y así le permitieran centrarse en
los crecientes problemas a los que debía enfrentarse en Irlanda, Egipto o la India. Influenciada cada vez más su
opinión pública por las ideas de Keynes, el Reino Unido estaba convencido de que solo una Alemania pacífica y
próspera podría hacer frente al pago de las reparaciones. La prosperidad germana era una premisa necesaria para el
progreso económico europeo, lo que implicaba una postura conciliadora frente a las reticencias alemanas para pagar
las reparaciones de guerra.
Para Francia, sin embargo, el problema alemán era la cuestión central y prioritaria. Tras algunas dudas, se impuso
definitivamente la postura que defendía aplicar medidas coercitivas que debilitaran a Alemania y la forzaran a
cumplir el Tratado de Versalles. Esta postura se explicaba aún más al no contar con un tratado con EE.UU. y Gran
Bretaña que le garantizara ayuda en caso de un ataque alemán. La negativa norteamericana a firmar el Tratado de
Versalles dejó a Francia en una situación de clara inseguridad. La exigencia del pago íntegro de reparaciones no sólo
buscaba rehacer el maltrecho tejido económico galo, sino que también buscaba debilitar a la economía germana.
Mientras tanto, el gobierno de Londres veía con aprensión una Alemania demasiado debilitada que permitiera una
Francia muy poderosa en el continente...
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El problema de las reparaciones como centro del conflicto
Alemania desafió desde un principio el intento francés de hacer cumplir las cláusulas de Versalles. El primer
conflicto va a surgir cuando en marzo de 1920 se produce un intento fallido de golpe de estado en Alemania dirigido
por el ultra nacionalista Kapp. Los obreros del Ruhr proclamaron la huelga general y el ejército alemán no dudó en
entrar en la zona desmilitarizada para reprimir el levantamiento de los trabajadores. La reacción francesa fue
inmediata y el ejército galo ocupó Francfort, Darmstadt y Duisburg. El desagrado británico se hizo evidente y en la
Conferencia de San Remo, celebrada poco tiempo después, Francia quedó aislada entre las demás potencias.
Finalmente el 27 de abril de 1921 la Comisión de Reparaciones, constituida por el Tratado de Versalles y presidida
por el francés Raymond Poincaré, anunció la cantidad total que debía pagar Alemania en concepto de reparaciones:
132.000 millones de marcos-oro. A la indignada reacción del gobierno alemán, los Aliados respondieron con una
nueva amenaza de invasión de la cuenca del Ruhr.
Alemania continuó dando largas al pago de las indemnizaciones. Por un momento, pareció que el gobierno de París,
presidido desde enero de 1921 por Aristide Briand, podría llegar a un acuerdo con Lloyd George para flexibilizar el
pago de las reparaciones... En enero de 1922, en el momento en que Briand y Lloyd George iniciaban un encuentro
en Cannes, el entonces primer ministro francés fue llamado a París. Allí, el presidente de la república, Millerand, le
comunicó su destitución. Poincaré era nombrado primer ministro. En los círculos de poder franceses se había
impuesto la denominada política de ejecución de los tratados: había que forzar a Alemania a pagar.
En mayo de 1922 se celebró en Génova una Conferencia a la que por primera vez asistieron los aliados vencedores y
los dos grandes derrotados de la guerra: Alemania y Rusia. Se trataba de abordar los graves problemas económicos y
de tratar de reintegrar a la Rusia soviética en el concierto europeo. La Conferencia fue un fracaso. Su principal
consecuencia fue la firma del Tratado de Rapallo entre Alemania y Rusia. Los dos grandes derrotados, aún
manteniendo grandes reticencias, iniciaban un período de colaboración económica e, incluso, militar. Alemania
buscaba inquietar a las potencias occidentales y así lograr rebajar sus exigencias en el tema de las reparaciones.
Rusia intentaba reinsertarse en la política internacional europea. El Tratado de Rapallo fue profundizado con un
nuevo Tratado germano-soviético en 1926.
Poincaré, inquieto por las posibles consecuencias del acercamiento germano-ruso, se fue convenciendo de la
necesidad de tomar decisiones drásticas que forzaran a Alemania a cumplir sus obligaciones. Un nueva solicitud
alemana de moratoria en el pago de las reparaciones en julio de 1922 precipitó la decisión francesa.
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La ocupación del Ruhr (1923)
El 11 de enero de 1923, tropas francesas y belgas ocuparon la cuenca del Ruhr. El corazón minero e industrial de
Alemania. Se trataba de cobrarse in situ las reparaciones. Los británicos se negaron a unirse a la acción, pero sus
protestas fueron, en un principio, bastante tibias.
La reacción del gabinete alemán, presidido por Cuno, fue decretar la resistencia pasiva. Las fábricas cerraron y el
gobierno de Berlín sufragó a los huelguistas. La situación llevó a la economía alemana al colapso. Uno de los
fenómenos más espectaculares de la historia económica del siglo XX se adueñó de Alemania: la hiperinflación.
Con un marco que había perdido prácticamente todo su valor, en septiembre de 1923, el nuevo gobierno alemán
presidido por Gustav Stresemann llamó al cese de la resistencia pasiva. Francia también estaba exhausta, no sólo se
había quedado aislada ante el creciente distanciamiento británico, sino que su propia economía estaba entrando en
serias dificultades. Su moneda, el franco, se estaba debilitando y necesitaba imperiosamente créditos que sólo
podían venir de Estados Unidos, país fuertemente crítico con la política de ejecución de Poincaré.
La debilidad financiera de Francia la forzó a aceptar la integridad territorial de Alemania y a acordar la retirada
progresiva de las fuerzas ocupantes del Ruhr.
La mediación norteamericana llevó a que todos aceptaran la creación de un comité encargado de estudiar el tema de
las reparaciones. El comité estaría presidido por un financiero norteamericano, Charles Dawes.
Poco a poco, la conciencia de la necesidad de abordar la solución de los graves problemas de la posguerra desde el
diálogo y la cooperación y no desde el enfrentamiento y la imposición se fue extendiendo por la capitales europeas.
No sólo era el caso de Berlín, donde Stresemann hacía gestos conciliatorios, sino que en Francia y Gran Bretaña
habían llegado al poder en 1924 nuevos gobiernos de centro-izquierda presididos por hombres más proclives a la
negociación: Edouard Herriot, al frente del denominado Cartel de Izquierdas, en París, y Ramsay MacDonald,
dirigiendo el primer gobierno laborista de la historia británica, en Londres.
La situación se definió claramente hacia la conciliación en febrero de 1924. El día 9, Stresemann comunicó al
gobierno francés que Alemania estaba dispuesta a firmar con Francia y otros países que pudieran estar interesados
un acuerdo que garantizase las fronteras franco-alemanas marcadas en Versalles, incluyendo la zona desmilitarizada.
A partir de ese momento las relaciones internacionales entraron en un corto pero, en aquel momento, muy
esperanzador periodo de concordia.

Soldados franceses entrando en el Ruhr, 1923

El problema de las indemnizaciones: el plan


Dawes
A principios de 1924, todas las grandes potencias buscaban un acuerdo que permitiera alcanzar la estabilidad
monetaria internacional. Gran Bretaña trataba de restablecer el patrón-oro, Estados Unidos necesitaba estabilidad
monetaria para colocar en Europa sus excedentes financieros, Alemania necesitaba absolutamente préstamos
internacionales para tratar de asentar su nueva moneda, el Rentenmark, que acababa de sustituir a un marco sin valor
alguno, y, por último, Francia debía tomar medidas para salvar al franco, muy debilitado tras la invasión del Ruhr.
Los países anglosajones, Gran Bretaña y especialmente la gran potencia estadounidense, van a intervenir forzando a
Francia y a Alemania a la negociación. Francia ya no tenía fuerzas para continuar con su política de ejecución de los
tratados. Para muchos historiadores nos hallamos en un momento clave: en adelante Francia inicia una política
exterior de subordinación a Gran Bretaña, consciente de su debilidad y de que la recuperación económica llevará a
Alemania a constituirse de nuevo en una enorme amenaza, el gobierno de París inicia un periodo de subordinación a
la política de Londres. Esta nueva postura, como veremos, será clave para entender las políticas aplicadas en los
años treinta ante la creciente amenaza hitleriana.
En el verano de 1924 se reunió la Conferencia de Londres con el objetivo de aplicar el denominado Plan Dawes. El
plan, redactado por un comité presidido por el financiero norteamericano Charles Dawes, significó esencialmente
una notable reducción del volumen total de las deudas alemanas y un importante flujo de inversiones
norteamericanas en Alemania con el objetivo de reflotar la economía germana. Se trataba básicamente de poner de
nuevo en funcionamiento el sistema financiero mundial: los norteamericanos prestaban e invertían en Alemania,
para que su renacida economía fuera capaz de cumplir con la obligación de las reparaciones y, así, los países
europeos de la Entente (Francia, Italia, Gran Bretaña) pudieran pagar las deudas adquiridas con EE.UU. durante el
conflicto.
La economía europea recibió alborozada el nuevo ambiente de concordia y colaboración. A partir de 1924 se inicia
un corto periodo de bonanza económica. La euforia económica tuvo su correspondiente euforia política.
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El Tratado de Locarno
La propuesta de Gustav Stresemann en febrero de 1925 de llegar a un reconocimiento legal de las fronteras
occidentales establecidas en el Tratado de Versalles, encontró una rápida respuesta de Aristide Briand, recién
nombrado ministro de asuntos exteriores en París. Las negociaciones iniciadas culminaron con la reunión de los
representantes de las grandes potencias en la ciudad suiza de Locarno durante el mes de octubre de 1925. Gustav
Stresemann por Alemania, Aristide Briand por Francia, Austen Chamberlain por Gran Bretaña, Benito Mussolini
por Italia y Émile Vandervelde representando a Bélgica debatieron los grandes temas que afectaban a la seguridad
europea.
Los Tratados de Locarno fueron finalmente ratificados y firmados en Londres en diciembre de 1925.
El principal de los tratados firmados en Locarno es el pacto de garantía mutua de las fronteras occidentales de
Alemania, incluyendo la zona desmilitarizada de Renania. Alemania, por primera vez, aceptaba de iure sus fronteras
con Francia y Bélgica aprobadas en Versalles. Los tres países interesados firmaron el tratado, junto al Reino Unido e
Italia que harían el papel de garantes del tratado.
La gran debilidad de los Tratados de Locarno fue que Alemania no quiso ni oír hablar de firmar pactos similares con
respecto a sus fronteras orientales. Alemania nunca reconoció sus nuevas fronteras con Polonia y Checoslovaquia, y,
allí, efectivamente se inició la crisis que llevó a la segunda guerra mundial.
Pese a todo, Locarno marcó el inicio de un nuevo período de distensión, lo que los historiadores han denominado la
era Briand-Stresemann, por el papel clave que jugaron los jefes de las diplomacias francesa y alemana en los años
subsiguientes. Un nuevo espíritu de concordia, el espíritu de Locarno, dominó la escena internacional hasta la
llegada de la depresión económica en 1929.
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La era Briand-Stresemann
El primer gran acto de este periodo es el ingreso de Alemania en la Sociedad de Naciones. La emotiva sesión de la
Sociedad en Ginebra tuvo una gran resonancia internacional. Briand dio la bienvenida a su colega germano y
Stresemann respondió con un discurso en el que exclamó: "¡Abajo los fusiles, las ametralladoras y los cañones!
¡Paso a la conciliación, al arbitraje y a la paz!". El ingreso de Alemania, además de dar mayor credibilidad a la
Sociedad de Naciones, significaba el reconocimiento del status de gran potencia al país germano.
En este nuevo ambiente internacional, en 1927 Briand entró en contacto con su colega norteamericano Frank
Kellogg, de estos contactos nació el denominado Pacto Briand-Kellogg, firmado solemnemente en agosto de 1927.
Este acuerdo, que no tenía importante contenido real, tenía, sin embargo, un importante valor simbólico y
ejemplificador: Francia y EE.UU. renunciaban a la guerra como medio para solucionar cualquier diferencia entre
ambos países. París y Washington invitaban a los demás estados a adherirse a este pacto que declaraba ilegítima a la
guerra. En 1929, más de 60 países, entre ellos Alemania, habían firmado el pacto.
Briand, que había tomado contacto con el conde Coudenhove-Kalergi, líder del movimiento Paneuropa, pronunció
en septiembre de 1929 un discurso en la Asamblea General de la Sociedad de Naciones en el que proclamaba la
necesidad de constituir una Unión Europea. Este es uno de los últimos momentos del espíritu de Locarno, el
estallido de la crisis económica hizo que la propuesta de Briand cayera en el vacío. Al año siguiente, en septiembre
de 1930, el ambiente internacional era muy diferente y la propuesta de Briand fue retirada.
Stresemann, mientras tanto, llevaba a cabo una decidida política de revisión del Tratado de Versalles. Fortalecida en
su posición internacional, contando con la comprensión de los países anglosajones y con una economía en
crecimiento, Alemania tenía cada vez más poder para incidir en las grandes decisiones internacionales. Fruto de la
labor diplomática de Stresemann fueron la evacuación de las tropas aliadas que aún quedaban en Renania en 1930
(cinco años antes de lo estipulado en el Tratado de Versalles) y una nueva renegociación del pago de las
reparaciones, concretada en llamado Plan Young de 1929. En este nuevo arreglo, en el que se reducía el monto total
de las reparaciones, se preveía que Alemania pagara indemnizaciones a los vencedores ¡hasta 1988!
La depresión económica que estaba a punto de estallar al otro lado del Atlántico vino a poner fin no solo a las
previsiones del Plan Young sino también al corto periodo de concordia internacional que había disfrutado el mundo.

Los últimos momentos de concordia: la


evacuación de Renania y el Sarre
Como ocurre en muchos otros periodos históricos, no es fácil establecer claramente las
etapas en que podemos dividir la evolución histórica. No se pasó evidentemente en un día
del Espíritu de Locarno a la infernal dinámica que llevó a septiembre de 1939. Pero,
¿dónde poner los límites a ese corto periodo de transición de la concordia al inicio del
camino hacia la guerra? ¿En la Moratoria Hoover de 1931 o la Conferencia de Lausana
de 1932 que ponían prácticamente fin al pago de reparaciones alemanas? ¿En la invasión
japonesa de Manchuria en 1931? ¿En el fin de todo tipo solidaridad económica en la
Conferencia Económica Internacional ? ¿En el fracaso de la Conferencia Internacional de
Desarme en 1933? ¿En el establecimiento del servicio militar obligatorio en Alemania en
1935?
Me he inclinado por el año 1933 como el año clave que marca un antes y un después.
Entre todos los graves acontecimientos de ese año hay uno que claramente destaca y lo
singulariza como un año trágico: el ascenso de Hitler a la cancillería alemana el 30 de
enero de aquel año.
Cuando el 17 de mayo de 1930 se firma el protocolo definitivo del Plan Young está
teniendo lugar uno de los últimos momentos de concordia en Europa. Inmediatamente
Edouard Herriot, el primer ministro francés, ordena la evacuación de las últimas tropas de
ocupación en Renania. En diciembre las tropas francesas abandonan la región del Sarre,
zona que, sin embargo, continuó bajo la administración económica francesa hasta 1935.
Estas medidas no pueden ocultar el rápido enfriamiento de las relaciones franco-
alemanas. La muerte de Gustav Stresemann, el 3 de octubre de 1929, distanció más a dos
países que ya en aquel momento se miraban con creciente recelo. La repercusión de la
crisis de 1929, especialmente virulenta en Alemania, puso fin definitivo al edificio
diplomático construido en los efímeros años de concordia. La trayectoria de Aristide
Briand es una clara muestra del dramático cambio que vivía Europa: duramente derrotado
en las elecciones presidenciales de 1931, abandonó la política y murió en marzo de 1932.
Los tiempos no estaban para concordia ni para proyectos de unidad europea. Eran
tiempos de nacionalismo y de soluciones violentas.

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La repercusión de la crisis económica: el


fracaso de la Conferencia Económica
Internacional
La devastadora crisis iniciada en EE.UU. en 1929 arrasó cualquier idea de cooperación y
solidaridad económica. Las grandes potencias se embarcaron en políticas económicas
basadas en la elevación de aranceles para limitar las importaciones y en la devaluación de
las monedas para facilitar las exportaciones. Estas políticas de nacionalismo económico
se daban en un marco de desorden monetario general.
El último intento de conciliación tuvo lugar en la Conferencia Económica Internacional
que tuvo lugar en Londres en julio de 1933. Su fracaso fue rotundo, a partir de ahí el
sálvese quien pueda fue la regla general. Las posturas insolidarias se generalizaron en
todas los países y desde todas las perspectivas ideológicas. Gran Bretaña se replegó en el
Imperio adoptando una política de preferencia imperial y poniendo fin a una larga
tradición librecambista, el New Deal de Roosevelt tenía una clara tendencia aislacionista,
y, lo que era más grave, en Alemania, duramente golpeada por la depresión, se impuso
una política de autarquía y rearme.

La fallida Conferencia Internacional de


Desarme
En un claro ambiente de creciente insolidaridad se reunión en Ginebra en febrero de 1932
una Conferencia en la que estaban representados 62 países. Alemania desde un principio
exigió la igualdad de derechos con las demás potencias y la reducción de armamentos de
los demás países al mismo nivel que el Tratado de Versalles le había impuesto a ella. Los
países anglosajones, mientras tanto, parecían más preocupados por la posible hegemonía
francesa que por el posible rearme alemán. La URSS, mientras tanto, pedían un desarme
total e inmediato.
En este ambiente caótico se discutieron diversos planes contrapuestos. Alemania, cada
vez más exigente, se retiró y volvió a las negociaciones. Mientras tanto, el 30 de enero de
1933, Hitler era nombrado canciller: el 14 de octubre, Alemania abandonó la Conferencia
de Desarme y pocos días después la Sociedad de Naciones. En adelante, la perspectiva de
la guerra se fue haciendo cada vez más nítida en las cancillerías europeas.
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El expansionismo japonés: la ocupación


de Manchuria (1931)
En 1931 tiene lugar la primera de la serie de crisis que jalonan el camino hacia la segunda
guerra mundial. Japón, con viejas aspiraciones expansionistas en el Extremo Oriente, vio
como la crisis económica le golpeaba de una forma importante. Un país superpoblado y
con escasas materias primas sufrió especialmente la contracción del comercio mundial.
El nacionalismo agresivo y expansionista se convirtió en la corriente ideológica
imperante en el archipiélago, muy especialmente en el Ejército. Desde 1930, el gabinete
ultranacionalista de Inukai Tsuyoshi puso sus ojos en China, un enorme país debilitado
por una larga guerra civil. Así, aprovechando un incidente menor, el ejército japonés en el
otoño de 1931 procedió a invadir la región norteña china de Manchuria.
La reacción china fue inmediata y apeló a la Sociedad de Naciones. Esta formó una
Comisión, presidida por el británico Lord Lytton, que, de forma muy conciliadora con los
intereses japoneses, procedió a estudiar la situación. Sin embargo, el gobierno de Tokyo
continuó con una política de hechos consumados: en marzo de 1932, decretó la
independencia de Manchuria con el nombre de Manchukuo y estableció gobierno títere
del emperador Pu-Yi, antiguo emperador chino destronado en 1912.
La tibia reacción de la Sociedad de Naciones no impidió que, en marzo de 1933, Japón
abandonara la organización con sede en Ginebra. Muy pronto le seguiría la Alemania de
Hitler. En adelante, la Sociedad creada en 1919, recién acabada la guerra que pondría fin
a todas las guerras se reveló como un organismo inoperante. La crisis de Abisinia en
1935-1936 significará su fin definitivo.
La ocupación japonesa de Manchuria cambió el equilibrio de poder en el Pacífico. Japón
se liberó de las restricciones acordadas en la Conferencia de Washington en 1922 y se
colocó en una posición estratégica favorable para una ulterior guerra contra China.
Hitler es nombrado canciller por el
anciano presidente Hindemburg, 1933

La política germana, 1931-1935


El impacto de la depresión y la muerte de Stresemann provocaron en Alemania un claro endurecimiento en sus
posiciones exteriores, perceptible antes de la llegada al poder del nacionalsocialismo. El decidido propósito de
acabar con el pago de las reparaciones, alcanzado tras la Moratoria Hoover y la Conferencia de Lausana; el proyecto
de unión aduanera con Austria, frenado por la acción conjunta franco-británica; y la exigencia de igualdad de
derechos con las demás potencias en el terreno armamentístico marcan la política iniciada por el canciller Brüning
en 1930.
La llegada de Adolf Hitler a la cancillería trajo, no obstante, un nueva política exterior que, más allá de los bandazos
tácticos del Führer, reflejaba las ideas expansionistas y militaristas expresadas por el dictador nazi en su Mein
Kampf. Hitler tenía como objetivo central destruir el orden de Versalles, y para ello se planteó dos metas inmediatas:
crear unas fuerzas armadas poderosas y anexionar al Reich los territorios fuera de él habitados por población
germana.
El abandono de la Conferencia de Desarme y de la Sociedad de Naciones en 1933 fueron las primeras actuaciones
de la nueva política exterior de Alemania. A la vez, aunque aún de forma muy prudente, Hitler inicia el rearme
clandestino.
Hitler, sin embargo, no podía ser muy agresivo en sus primeros momentos en la cancillería. Necesitaba ante todo
asentar su poder en Alemania. Así, su primera jugada diplomática fue moderada y hábil. En enero de 1934,
Alemania y Polonia, representada por su ministro de exteriores Josef Beck, firmaron un pacto de no agresión.
Ambos países, afirmaba el tratado, iniciaban una nueva etapa política basada en los principios del Pacto Briand-
Kellogg y en la exclusión de las medidas de fuerza para resolver sus problemas. Fue una maniobra hábil del que aún
era menospreciado en muchas cancillerías europeas: Hitler consiguió debilitar los lazos de Francia con Polonia y, a
la vez, se cuidó muy mucho de reconocer las fronteras orientales del Reich.
El momento más grave de esta primera fase de la política exterior hitleriana tuvo lugar en Austria. El canciler
austríaco, el conservador Dollfuss, que pocos meses antes había aplastado a los socialdemócratas en Viena, fue
asesinado en un intento de golpe de estado nazi en octubre de 1934. Mussolini, que aspiraba a que Austria fuera un
estado bajo la influencia italiana, reaccionó inmediatamente y envió tropas a la frontera italo-austríaca del Brennero.
El golpe nazi fracasó y un nuevo canciller, Schusnigg, llegó al poder en Viena. Pese a las protestas del gobierno
Berlín, que afirma desconocer totalmente la actuación de sus correligionarios austríacos, las relaciones entre
Mussolini y Hitler se deterioraron de forma importante. El dictador alemán se dio cuenta de las dificultades de llevar
a cabo el Anschluss contra la opinión de Mussolini.
El año de 1935 trajo dos hechos destacables. En primer lugar, cumpliendo lo estipulado en el Tratado de Versalles,
se celebró un plebiscito en el territorio del Sarre, hasta ese momento administrado y explotado por Francia. La
abrumadora victoria de las posiciones partidarias del retorno al Reich alemán, más del 90% de los sufragios
emitidos, reforzó la política nacionalista de Hitler. El segundo paso fue mucho más trascendente, Hitler, tomando
como pretexto la prolongación de la duración del servicio militar en Francia, anunció el restablecimiento del servicio
militar obligatorio en Alemania.
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La reacción diplomática francesa, 1934-1935


Francia era evidentemente el país más amenazado por la política revisionista de Hitler. Tras el abandono alemán de
la Conferencia de Desarme y la evidencia del rearme germano, el 17 de abril de 1934, el gobierno de París publicó
una nota diplomática denunciando el rearme alemán y proclamando la determinación francesa de defenderse por sí
misma.
Era el primer acto del nuevo ministro de asuntos exteriores francés, Louis Barthou, quien desde febrero de 1934
estaba dirigiendo una acción diplomática destinada a conseguir que Alemania garantizara el respeto a sus fronteras
orientales. Se trataba de conseguir un Locarno del Este.
Francia inició una vigorosa actividad diplomática a lo largo de toda Europa. Fruto de ella fue la aproximación del
gobierno de París a la URSS y a la Italia de Mussolini.

El reingreso de la URSS en el concierto


internacional
El antibolchevismo sistemático del nuevo gobierno nazi y el rearme alemán provocaron un importante cambio en la
orientación de la diplomacia soviética. A partir de 1933, Moscú proclamó que no aspiraba a revisar los tratados de
1919 y firma acuerdos bilaterales de no agresión que casi todos sus vecinos. La culminación de este proceso llegó en
septiembre de 1934 con el ingreso de la URSS en la Sociedad de Naciones .
La amenaza nazi motivó un cambio importante en la orientación política de la Internacional Comunista. Stalin
ordenó el abandono de la anterior táctica de clase contra clase, que tanto había hecho para desunir a la izquierda
alemana y facilitar el ascenso de Hitler, y, en agosto de 1935, el VII Congreo de la Komintern afirmó que el
fascismo constituía una grave amenaza para la URSS y la paz mundial y autorizó la búsqueda de alianzas con la
izquierda y la burguesía progresista para construir alianzas antifascistas. Los Frentes Populares en Francia y España,
sobre todo en la guerra civil, serán los más claros ejemplos de esta nueva orientación.
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El Frente de Stresa y el pacto franco-soviético


En octubre de 1934, Louis Barthou muere asesinado por un ustacha croata cuando acompañaba en Marsella en una
visita al Rey de Yugoslavia. Le sucede al frente del ministerio de asuntos exteriores, el Quai d'Orsay, Pierre Laval.
El nuevo ministro aunque sigue básicamente las directrices marcadas por Barthou, cambia las prioridades: la alianza
con Italia adquiere más importancia que el pacto con la Rusia soviética. Laval, hombre de ideas conservadoras,
adopta además una política más conciliadora con Alemania, como demostró las facilidades dadas a la anexión
germana del Sarre.
La aproximación a Italia se inició en enero de 1935. Laval y Mussolini ponen fin a las diferencias entre París y
Roma en los asuntos coloniales y en la Europa danubiana. Este acuerdo franco-italiano se amplió rápidamente a
Gran Bretaña. La implantación del servicio militar obligatorio en Alemania precipitó la reunión el 11 abril de 1935
de la denominada Conferencia de Stresa. Las tres potencias reafirman en una declaración conjunta su apoyo a la
independencia de Austria, su crítica a la política armamentística de Hitler y su acuerdo en "oponerse, por todos los
medios a su alcance, a cualquier abandono unilateral de los tratados (de 1919) susceptible de poner en peligro la paz
en Europa".
El mes siguiente, en mayo de 1935, se firmó el Pacto franco-soviético. Laval continuó las negociaciones que había
iniciado Barthou con los soviéticos. Concluyó el pacto que estableció la ayuda mutua en caso de agresión no
provocada, pero se negó a añadir una convención militar, propuesta por los soviéticos, que hubiera dado mucho
mayor vigor al pacto. La presión de los sectores más conservadores de la sociedad francesa de alguna manera aguó
la virtualidad del pacto franco-soviético.
La actitud británica tampoco ayudó a proyectar una imagen de firmeza ante Hitler. Ese mismo mes de mayo se firma
el Acuerdo naval germano-británico por el que Gran Bretaña daba su reconocimiento al desarrollo naval alemán, aún
cuando el acuerdo lo limitaba a una flota que no debía superar el 35% de la armada británica.
Pese a todo, el pacto entre París y Moscú supuso un paso importante a la hora de construir la gran coalición
antihitleriana ideada por Barthou. La firma de un Pacto de ayuda mutua entre la URSS y Checoslovaquia
complementó y reforzó la red de alianzas promovidas por Francia.

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