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MALTRATO INFANTIL

Abuso Emocional

PRIMERA PARTE

(Apuntes e ideas para establecer un marco conceptual para una


definición del fenómeno)
Nuestra práctica profesional nos hace enfrentarnos muy recurrentemente con
problemáticas y desafíos, que exceden el ámbito que tradicionalmente
entendemos como lo pedagógico, demandándonos recursos de conocimientos,
de entendimiento y de intervención en fenómenos muy complejos.

En las escuelas, el maltrato infantil en todas sus formas de ocurrencia y


categorías de gravedad, es uno de estos campos que de manera sostenida
requieren de nuestro abordaje a pesar que su encuentro, tanto a nivel
individual como de equipos docentes, suele paralizarnos ante el surgimiento de
la rabia, la pena, el temor y la impotencia. Como es un tema que social, cultural
e históricamente ha estado presente, es común que un niño o una niña
maltratada nos refleje nuestra historia individual y familiar, o que
inconscientemente nos confronte con nuestro potencial para afectar
dañinamente a un otro.

Desde una perspectiva antroposófica podemos entender que el maltrato infantil


es una realidad dolorosa que debemos sostener con una mirada micaelitica, ya
que nos exige ecuanimidad para tomar contacto y entender lo que el niño y su
familia está viviendo, y determinación y coraje para saber actuar con la mayor
sensibilidad y diligencia, en los ámbitos que como profesores y escuela nos
corresponden.

Es importante tener en cuenta que este es un tema que debe ser trabajado y
abordado en equipos, ojala multidisciplinarios, por lo que para su correcta
intervención nos obliga a formar redes que trascienden a la escuela. Es el
trabajo y el apoyo de una comunidad quien da la fuerza para enfrentar y
transformar este problema.

Estudios de la UNICEF consignados en su página Web, establecen que solo el


29% de los niños encuestados en Chile declara no hacer recibido ningún tipo
de violencia.

Del universo de los niños de la muestra:

El 19,5 refiere haber sufrido violencia psicológica.

El 25,6 refiere haber sufrido violencia física leve.


El 25,9 refiere haber sufrido violencia física grave.

Cómo profesionales que trabajamos con niños es importante considerar que los
daños y heridas anímicas generadas a partir del abuso emocional nos
confronta con un fenómeno que no se ve directamente en los físico, como se
puede ver en la violencia física grave y/o en algunos tipos de abuso sexual.

Es un fenómeno que hay que establecer y construir a partir de inferencias


surgidas a través de la evidencia entregada por indicadores inespecíficos en la
conducta y en el estado general del niño victimado y en la forma de la relación
intrafamiliar en el que se da, haciéndose muy difícil a veces discriminar la
conveniencia de una intervención o pedido de ayuda.

Las ideas que expondré en esta clase se plantean como una aproximación
para el establecimiento de criterios que nos pueden guiar en nuestro actuar
pedagógico.

I.- IDEAS PARA UNA DEFINICIÓN.

El abuso emocional es un tipo de maltrato que provoca severos daños en los


niños que lo sufren. Daños que si no se tratan de forma oportuna, trascienden
hacia la vida adulta, manteniendo un círculo que suele trasmitirse de
generación en generación.

Para definirlo no podemos recurrir a establecer un listado de qué conductas


vamos a considerar como abuso emocional y cuáles no. El listado podría ser
muy largo e inducirnos a errores tanto en la atribución cómo en la no atribución
de este tipo de maltrato.

Más que el tipo de conducta, el acento principal está puesto en que el abuso
emocional se da en una relación que se caracteriza por modos de interacción
nocivos, los cuales no requieren necesariamente del contacto físico entre las
partes.

Para su definición tampoco es necesario que exista de parte de los cuidadores


la intención de hacer daño al niño. Y también hay que considerar que el modo
nocivo de interacción que define al abuso emocional puede darse tanto en la
acción como en la omisión de las pautas de relación.

Para su definición es necesario diferenciar cuando estamos en presencia de


un episodio aislado de abuso emocional, que por lo general pueden ocurrir en
contextos de crisis o stress de los cuidadores, de cuando nos enfrentamos a
un modelo sistemático, establecido y validado de relación, donde los modos
nocivos son estables y recurrentes en el tiempo.

El Abuso Emocional es un fenómeno que es tanto actual como potencialmente


dañino al desarrollo y la salud del niño que lo sufre, y pone en serio riesgo la
sana capacidad de vinculación de esa persona, existiendo el peligro que esa
persona se identifique o con en el rol de víctima, y de esa manera encuentre en
sucesivas etapas de su vida relaciones donde sufra de maltrato, o se
identifique con el rol de abusador y se convierta él o ella en maltratador

Es importante mencionar que se ha podido constatar qué muchas veces el


grado de daño producido por el abuso emocional es más grave que el que se
puede producir por el maltrato físico. También que el Abuso Emocional es
primario a otros tipos de abuso como es el físico o el sexual.

En el abuso Emocional el factor que incide más en el daño es que el abusador


es casi invariablemente una persona cercana, importante y querida para el
niño.

En los sistemas donde el abuso se da, ocurre que a veces hay un abuso activo
y que hay otro u otros que actúan pasivamente o son cómplices por ser
incapaces de ofrecer protección.

II.- ALGUNOS FACTORES QUE EXPLICAN SU OCURRENCIA Y SU


MANTENIMIENTO.

Un factor importante se debe a la alta vulnerabilidad que cada niño tiene por su
condición de dependencia respecto a los adultos que los cuidan.

También inciden fuertemente factores culturales, políticos y sociales por las


cuales el fenómeno se invisibiliza y se normaliza.

Niños con necesidades especiales, con capacidades diferentes, con


problemáticas de aprendizaje, con hiperactividad y/o déficit atencional, por
ejemplo están mucho más propensos a sufrir maltrato.

Familias con patologías sociales, como el alcoholismo, la drogadicción, o


patologías psiquiátricas son más vulnerables. Y también familias que viven una
crisis o estrés importante como la cesantía, separaciones de pareja, una
enfermedad grave en uno de sus miembros son más propensas a ejercer algún
grado de maltrato.

III.- CATEGORIAS DE ABUSO.

1. No disponibilidad emocional, falta de respuesta a los requerimientos y


necesidades del niño y negligencia.

En este ámbito del abuso emocional nos relacionamos con la insensibilidad.


Los cuidadores primarios están usualmente preocupados con sus propias
dificultades (enfermedad, adicción, obligaciones laborales, etc.). No pueden y/o
no están disponibles para atender correctamente las necesidades del niño.
2. Atribuciones negativas y erróneas al niño.

Acá entramos en el ámbito de la hostilidad, el rechazo manifiesto que tanto los


cuidadores como los niños perciben como mereciéndolo. Acá puede haber
denigración, repudio hacia su conducta, su forma de ser, sus manifestaciones,
sus modos de expresar afecto. Verbalmente se lo descalifica, denigra,
amenaza, culpabiliza, critica, insulta y se lo responsabiliza por esto.

3.- Interacciones inconsistentes o inapropiadas desde el punto de vista de su


desarrollo.

Acá de dan expectativas respecto del niño que están más allá de sus
capacidades evolutivas. (Niños paréntalizado). También en esta categoría entra
la sobre protección. También la exposición a hechos e interacciones
inapropiadas y traumáticas. (Violencia, sexo etc.)

4.- Fracaso en el reconocimiento de la individualidad del niño y de sus fronteras


psicológicas.

Aquí se alude a las pautas de relación donde los cuidadores y adultos a cargo
usan al niño para el logro de sus necesidades psicológicas. También acá se
entienden la falta de habilidad para discriminar entre la realidad del niño
respecto a su individualidad y los deseos y creencias de los cuidadores
respecto a lo que ellos desean o creen que los niños sean. En muchos
procesos de divorcio los adultos caen en este tipo de abuso emocional.
También ya más patológico el síndrome de Munchaussen)

5.- Falla en la promoción de la adaptación social del niño.

En esta categoría cabe el promover la desadaptación, incluyendo la corrupción


del desarrollo moral del niño. También la negligencia psicológica donde de
parte del adulto no existe una estimulación adecuada y no se le dan las
oportunidades para un aprendizaje experiencial.

Bibliografía

Jorge Barudy: “El dolor invisible de la infancia” 1998

“Los buenos tratos en la infancia” 2005

“La fiesta mágica y realista de la resiliencia” 2011

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