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En el camino de la vida podemos ver distintos árboles que marcan el estudio de la

misma en diferentes aspectos, en esta ocasión dirigiremos la mirada al árbol


correspondiente a las ciencias sociales, aquellas enfocadas en el comportamiento
de los individuos, si prestamos atención partiendo del tronco notaremos como este
se va dividiendo en distintas ramas, ubicamos en estas las diferentes ciencias en
las que se va desglosando, en este ensayo partiremos desde dos de estas
ramificaciones: el derecho y la psicología. Se preguntaran ¿qué relación tiene el
derecho con la psicología? Pese a la sorpresa de muchos estas dos ramas de
encuentran más cerca que muchas de este árbol, incluso de conectan con ciertas
ramificaciones de las cuales hablaremos más adelante.

Tanto la psicología como el derecho son ciencias que estudian el comportamiento


humano, claro ambas desde su muy particular punto de vista, en el derecho nos
topamos con el Deber Ser, las normas, todo aquello que el individuo debe seguir
para ser un ente aceptable y respetable dentro de una comunidad, esta marca un
comportamiento establecido en el individuo, mientras que en la psicología nos
enfocamos más en el Ser; un estudio arduo del porqué del comportamiento humano,
(es aquí donde comienzan a unirse) encontramos una similitud marcada en ambas
ciencias: El comportamiento humano. Una estudia cómo debe ser y la otra se enfoca
a cómo es.

Siguiendo sobre esta línea Cabrero nos comenta que “ la función de la Psicología
en el Derecho se centra en estudiar cómo afectan a los comportamientos las
diferentes resoluciones judiciales, analizando hasta qué punto tales resoluciones
logran regular la sociedad con el fin de mejorar progresivamente el sistema judicial”.
Con base en esto la psicología proporciona la base para crear leyes que consideran
las peculiaridades del comportamiento humano, así como también ayuda a la
resolución de los problemas que dichas leyes pueden causar al toparse con la
individualidad de las personas y evalúa el grado de funcionalidad de las mismas. En
este sentido, “el área de la psicología que estudia el comportamiento humano en
ambientes jurídicos y con consecuencias en este mismo ámbito es lo que hoy se
llama psicología jurídica” (Hernández, 2009b), dentro de la cual está su vertiente
aplicada: La psicología forense.

Para poder dominar este campo el psicólogo forense debe de tener amplios
conocimientos sobre los derechos humanos, ya que no le pueden ser indiferentes a
la hora de ejercer, pero es este término el que a su vez ocasiona varios conflictos
en el ejercicio de la profesión. Comenzamos desde su ambigüedad ¿Qué
entendemos cuando mencionamos los derechos humanos? Peces-Barba nos
comenta que “al utilizar el término derecho humanos podemos estar refiriéndonos a
una pretensión moral, o a un derecho subjetivo protegido por una norma jurídica”.
Entonces ¿cómo lo identificamos? Bueno; es necesario comentar un poco de
historia antes de llegar al punto clave de la diferenciación del término.

Los derechos humanos y su definición han sido tema recurrente en el discurrir del
pensamiento jurídico. Sin embargo, para la humanidad fue más sencillo proclamar
los deberes de los humanos antes que sus derechos. Los códigos más antiguos,
desde el código de Manú, el de Hammurabi, (Gómez, 2003) los diez mandamientos
entre otros se centraron en los deberes de las personas antes que en sus derechos.
(Hablando del conjunto de valores que el individuo tenia para ser respetado)

Los derechos humanos cobran fuerza a partir de la creación de las repúblicas


liberales y democráticas, en las que, por la misma estructura de Estado, es posible
el reconocimiento y defensa de los derechos del hombre (Bobbio, 1993). Es en este
punto en el que con base a los valores de los individuos comenzó a crearse el
conjunto de normas aptas para el “adecuado” comportamiento de los mismos dentro
de la sociedad pero aún no se encontraban claramente establecidos.

En la Europa del siglo de las luces, entre los años 1715 a 1789, se hicieron
populares las ideas políticas y de renovación de los derechos de la ciudadanía a
partir de una nueva concepción del Estado, basado en la triple división del poder,
propuesta por Montesquieu (1984) y el contrato social propuesta por Rousseau
(1970), que da origen a nuevas formas de concebir el poder y el Estado, y por lo
tanto, a sus dirigentes. En este momento de la historia más factores comienzan a
intervenir en la creación de los derechos humanos, se comienza a evaluar el
comportamiento más adecuado para un individuo dentro de la sociedad acorde a
las exigencias de la misma, ya no es únicamente la pretensión de los derechos del
hombre sino visto desde un conjunto conocido como sociedad. Esta forma de
Estado y de su gobierno, también permitió una manera distinta de ver y sentir los
derechos de los ciudadanos. Bobbio (1993) lo resume así:

El presupuesto filosófico del Estado liberal, entendido como Estado limitado en


contraposición al Estado absoluto, es la doctrina de los derechos del hombre
elaborada por la escuela del derecho natural (o iusnaturalismo): la doctrina, de
acuerdo con la cual el hombre, todos los hombres indistintamente, tienen por
naturaleza, y por tanto, sin importar su voluntad, mucho menos la voluntad de unos
cuantos o de uno solo, algunos derechos fundamentales, como el derecho a la vida,
a la libertad, a la seguridad, a la felicidad, que el Estado o más concretamente
aquellos que en un momento determinado histórico detentan el poder legítimo de
ejercer la fuerza para obtener la obediencia a sus mandatos, deben respetar no
invadiéndolos y garantizarlos frente a cualquier intervención posible por parte de los
demás (p.11).

En el comentario anterior encontramos una explicación clara y concisa en la que


podemos ver que pese a que haya personas que tengan cierto poder o se
encuentren ubicados jerárquicamente por encima de otros individuos no pueden
ignorar que ante la ley todos somos iguales y deben respetar los derechos implícitos
en las personas, a estos se les conoce también como derechos fundamentales, este
término es más apropiado cuando hacemos referencia a los derechos humanos
protegidos desde una norma jurídica, según Peces-barba “los “derechos
fundamentales” son todos aquellos que el texto constitucional establece, sin que
exista interpretación previa de saber cuáles sí son los derechos fundamentales que
están inscritos a la letra en la Ley Fundamental. La relevancia de estar en aptitud
de comprender este tema es justamente saber que no todos los derechos humanos
están inscritos textualmente en las constituciones políticas; no obstante, aquellos
que se hallan inscritos textualmente en las constituciones políticas pasan a ser
derechos fundamentales y, por lo tanto, es menester tener en cuenta su correcta
interpretación y aplicación, con base en lo que se estipula en las declaraciones y en
las constituciones políticas. P. 23
Con esto resolvemos nuestro cuestionamiento anterior, la ambigüedad del término
se rompe cuando establecemos el contexto en el que nos estamos manejando y
tenemos un dominio claro de los conocimientos del mismo. Esto es uno de los
grandes retos con los que se topa el psicólogo forense, dominando la ambigüedad
del tema, llega de golpe el poco o nulo respeto que se tiene actualmente respecto
a los derechos humanos o los derechos fundamentales el cual es inherente en los
individuos.
Es esto, lo que nos deriva a un sinfín de actos delictivos, dentro de los cuales nos
topamos con un término que no se nos puede ser indiferente a los psicólogos
forenses y son los falsos positivos. (CINEP, 2008):Los 'falsos positivos', que son
casos reportados por Unidades de la fuerza pública como resultados positivos en la
acción contra grupos armados ilegales, y que son reportados en los informes
oficiales como "muertes en combate" de actores insurgentes y otras acciones
legítimas de guerra según el DIH, pero que posteriormente debido a las denuncias
de organizaciones sociales y defensores de Derechos Humanos, de víctimas
directas de los hechos, de familiares de las víctimas y de fuentes de prensa del
ámbito regional y nacional, se han develado como acciones contra la población civil
no combatiente, lo cual significarían violaciones contra los Derechos Humanos e
infracciones al Derecho Internacional Humanitario (p. 5). Esto es un obstáculo
inmenso dentro del ejercicio de la profesión porque realmente es algo que no
debería verse, es una manera de pisar los derechos de algunos individuos pero con
la excusa de un bien mayor o de una necesidad del pueblo, entonces nos topamos
de lleno con un gran muro porque ¿cómo te desempeñas ante estas situaciones?
Consideramos que esto es uno de los grandes desafíos que presenta el psicólogo
forense y que actualmente no podemos darle una respuesta correcta porque esto
bien podría ser una de las más grandes paradojas de las ciencias jurídicas, porque
si bien nos encontramos defendiendo los derechos humanos como podemos
aceptar la idea de un falso positivo el cual es una amplia violación a los derechos
de una minoría pero a su vez procurando los derechos de una mayoría. Es entonces
cuando nos topamos con el dilema del tren en nuestra vida cotidiana “Hay un tren
que se acerca a gran velocidad por una vía y está fuera de control. A cien metros
de esa misma vía se encuentran cinco personas atadas por un asesino en serie sin
posibilidad de escapar. Pero tú estás ahí, a un lado de la vía, y tienes la posibilidad
de accionar un botón que cambia la dirección del tren a una vía diferente. El
problema es que en esa otra vía también hay una persona atada por el mismo
psicópata. ¿Pulsarías el botón?”. Con base en lo anterior consideramos que el
mayor desafío que presenta el psicólogo forense en el ejercicio de su profesión es
la correcta ejecución de su labor respetando en toda su extensión los derechos
humanos, sin dudar que en algún momento nos encontraremos quizá con el dilema
del tren y es entonces cuando sabremos que no podemos marcan una manera
correcta de actuar porque es aquí cuando la individualidad hace de las suyas y es
entonces cuando cada profesional reaccionará acorde a las exigencias de su
entorno y a sus propios constructos sociales.

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