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LAS HUMANIDADES
a. Origen de las humanidades
Las humanidades han estado presentes en al vida del hombre desde su inicio, así,
por ejemplo en la antigua Grecia se vieron los primeros planteamientos de lo que
hoy denominamos “humanidades”. Tenemos a Platón en los diálogos de La
República y las leyes o incluso, Aristóteles con sus textos sobre la Política y la
Poética quienes ejemplifican lo antes dicho al procurar una crítica del discurso en
situación del ser humano en búsqueda permanente de la felicidad, desde su
condición y naturaleza, en cuanto ser cívico social, ser natural y ser político. Así
también Protágoras, con la consigna: “el hombre es la medida de todas las cosas”,
se estaba inaugurando el planteamiento de lo que habría de renacer como principio
y fundamento del pensamiento occidental: la humanitas. Para asociarlo a la
situación presente no me referiré sino al humanismo del Renacimiento italiano, el
que genera en los siglos XV y XVI los llamados studia humanitatis, origen de
nuestras “humanidades”. De manera que el humanismo y las humanidades en
cuestión son de la misma época y están estrechamente relacionados entre sí”.
(Cordua, C. 2013). El núcleo ideológico del Renacimiento es el Humanismo,
mediante el cual se inició el antropocentrismo, el tema del sujeto y la libertad. El
término Humanismo se ha empleado para denominar toda doctrina que defienda
como principio a la persona humana
Las humanidades tal como su nombre lo dice están relacionada a los valores
humanos al empleo y análisis del lenguaje y los diferentes tipos de expresiones del
hombre, (artes, literatura, etc.). Es por ello que sobretodo se la concibe como una
“teorización de las artes, del lenguaje, de la mente y de la experiencia cultural”.
(García, 2017). A través de esto pretende apartar al hombre de su naturaleza animal
y despertar su humanidad refinando su cultura. Por naturaleza los hombres se dejan
llevar por los instintos, es instintivo defender a un miembro de la familia así como
es instintivo ser violento pero este tipo de condiciones se ven canalizadas a través
de las humanidades ya que estas a través de sus muchas manifestaciones o
disciplinas desanimalizan al ser humano y la acercan a los valores que debe
manejar.
Esto fue la primera parte del renacimiento, pero esto ayudo a interés por lo terrenal del
hombre y desencadeno distintos pensamientos, como el cuestionamiento del monopolio de
la cristiandad por parte de Roma, las condiciones que orillaron al surgimiento de España
como primera potencia mundial al incorporar a América y Oriente al comercio mundial, y al
operar una verdadera revolución en lodos los ámbitos de la vida social de entonces. (Bernal,
1981). Denominan al primero del deseo apasionado: Petrarca escudriña textos de Homero;
Bocaccio estudia el griego para beber directamente en las obras de los clásicos; de esta
manera contagiaron a los italianos el afán de la cultura antigua. El segundo es el de
adquisiciones y conformación de bibliotecas: ahora los héroes serán el papa Nicolás V, que
funda la Biblioteca Vaticana en 1453; Cosmede Médicis, que inicia un poco antes la
colección que lleva el nombre de su familia, y Poggio Bracciolini, quien recorrió ciudades y
conventos europeos en busca de manuscritos. El tercer momento es el de los críticos,
filólogos c impresores: Ficino, PoUziano y Erasmo empezaron acribar y explicar lo que
Poggio había coleccionado, iniciando la tarea con la clasificación, selección y arreglo de
pergaminos que ya se alineaban en los anaqueles de las bibliotecas. (Symonds, 1972).
Estos tres momentos reflejan el boom del humanismo en su inicio , pero ya en el siglo XVIII
las humanidades pasaron a ser parte de una nueva época, la Ilustración. Estas fueron las
bases donde se asentaron la mayoría de movimientos de renovación cultural, social, política
y gnoseológica donde los revolucionarios alimentados con esas ideas humanas
reclamaban: libertad, igualdad, fraternidad, tolerancia, respeto, etc. Así fue como en esta
época se corono la difusión de estas ideas humanistas comenzadas en el renacimiento.
CAPÍTULO II
Desde esa misma visión, se ha generado una alerta sobre la existencia de una
“crisis silenciosa”. Así lo indica Martha Nussbaum (2010): “Una crisis que, con el
tiempo, puede llegar a ser mucho más perjudicial para el futuro de la democracia: la
crisis mundial en materia de educación… Sedientos de dinero, los estados
nacionales y sus sistemas de educación están descartando sin advertirlo ciertas
aptitudes que son necesarias para mantener viva la democracia”. (pág. 20).
Ahora, esta misma autora nos vislumbra, a grandes rasgos, cuál podría ser la
consecuencia del crecimiento de esta crisis: “Si esta tendencia se prolonga, las
naciones de todo el mundo en breve producirán generaciones enteras de máquinas
utilitarias, en lugar de ciudadanos cabales con la capacidad de pensar por sí
mismos, poseer una mirada crítica sobre las tradiciones y comprender la
importancia de los logros y los sufrimientos ajenos”. (pág. 20).
Además, Nussbaum (2010) nos afirma que se están produciendo cambios drásticos
en aquello que las sociedades democráticas enseñan a sus generaciones jóvenes,
cambios que aún no han sido sometidos a un análisis profundo. ¿Y cuáles son esos
cambios? En casi todas las naciones de Occidente se erradican las materias y las
carreras relacionadas con las artes y las humanidades. Ya que estas son
concebidas como un ornamento inútil por quienes definen las políticas educativas
en un momento en que las naciones deben eliminar todo lo que no tenga “utilidad”
para ser competitivas. Así, tanto las carreras como las disciplinas humanísticas
pierden gradualmente terreno. Es más, aquello que podríamos describir como el
aspecto humanístico de las ciencias, es decir: el aspecto relacionado con la
imaginación, la creatividad, la rigurosidad y el pensamiento crítico, también pierde
espacio en la medida en que los países optan por fomentar la rentabilidad a corto
plazo. (pág 20-21).
Es así como distintos autores nos indican que ciertamente existe una crisis que
parece pasar inadvertida para muchos, pero que está muy presente para otros y
que, además, dejan en claro que la problemática es producto de propio sistema
imperante:
Esta crisis, en todas sus variantes, está pasando por una etapa que para
algunos es definitiva, para otros se reconfigura y se hace más fuerte; lo cierto
es que vamos rumbo a una sociedad post-capitalista (es decir, después de
capitalismo como forma de organización de la sociedad).
La crisis avanzó tanto que las proporciones son incalculables, afectando así
tanto el ámbito social como el natural… En el ámbito social, es evidente “que
el capitalismo es, por lo tanto, incompatible con la democracia y con la justicia
social”. En ese sentido el capitalismo, como algunos lo llaman, “con rostro
humano”, se nos presenta más como un mito que como una realidad, ya que
esta forma de organización de la sociedad, que tiene al menos quinientos
años de existencia, es incompatible con el “bien vivir”, al menos en la praxis.
Cada día es más difícil alcanzar una vida digna con derechos civiles,
económicos, sociales y culturales garantizados.”
Ahora, Yolanda M. Guerra (2008) nos plantea que, frente a esta crisis, bien se
podría procurar llegar a un consenso: “Para que en la actualidad se pueda plantear
el debate en torno a las Humanidades y se consiga un avance en la comprensión
global, se debe fomentar tanto la formación humanística, así como los
conocimientos matemáticos y tecnológicos, y en su interrelación y comprensión de
las diferencias de cada uno es donde se pueden encontrar el sentido de
humanidad.” (pág. 141).
CAPÍTULO III
En una sociedad dominada, casi en su totalidad, por una forma pragmática de vivir, es
muy común escuchar que las humanidades son un conjunto de saberes especulativos que
no tienen un fin en particular, no son productivos a diferencia de los saberes científicos o
técnicos. Pero esto no es una definición alejada de realidad ya que esta definición
negativa de las humanidades, como improductivas, fue dada por Francis Bacon a
comienzos del siglo XVII. Este filósofo declaró lo que llamamos Humanidades – él
menciona las tradiciones metafísicas, religiosas y literarias de los hindúes y también las
filosofías de la Grecia antigua – como saberes lo que hoy llamamos Humanities carecían,
según Bacon, tanto de la productividad económica como de la capacidad de dominación
de la naturaleza. Productio y potentia son las palabras que invocaba. (Subirats, 2014,
p.180). Viviendo en este presente y futuro donde prevalece “las ciencias productivas”,
pareciera que las humanidades no tienen ningún rol ni importancia, pero la capacidad y
productividad de estas ciencias, ¿realmente están acorde al presente y el futuro de la
humanidad? Estamos en una etapa tecnocientífica, ya no hay un vínculo de progreso y
desarrollo a las ideas de libertad y felicidad, como lo hacían Kant o Hegel. La ciencia
moderna ha tomado distancia de los fines humanos del conocimiento que eran
fundamentales en los inicios y apogeo del humanismo. Junto con el avance de esta
ciencia moderna, que tiene productividad económica; la expansión tecno industrial, refleja
la destrucción progresiva del ecosistema planetario que conllevaran en las próximas
décadas a desastres biológicos, climatológicos y humanos; pero esto es a nivel global,
que nos afecta en conjunto como sociedad. Pero esto viene y es facilitado por el control
humado que experimentamos cada uno, hay un control a nivel artístico, filosófico e
intelectual a través de sistemas de modificación de la conducta humana, producto del
auge de “las llamadas ciencias productivas”, que poco a poco van formando un futuro
uniforme, donde la humanidad se ve reducida al consumo y producción industrial, la
fragmentación de las culturas y los vínculos humanos; y si es así, ¿acaso podríamos
seguir llamándonos humanidad?, es más, ¿tendremos realmente un futuro?
Estamos preocupados por el futuro que nuestra presente encierra como un sortilegio; y
estamos preocupados por sus crecientes amenazas de todo género. El papel inmediato
de las Humanidades reside en la comprensión de esta situación histórica y nuestra
condición existencial frente a ella; y es la creación de un auténtico espacio público de
reflexión sobre el futuro que queremos. La destrucción de las Humanidades y, en general,
la degradación y destrucción de los medios de educación significa la destrucción de
nuestro futuro. (Subirats, 2014, p.185)
Las humanidades no son accesorios, sino por el contrario, es fundamental a la formación
humanística en una persona, tanto para su desarrollo personal como para la comprensión
y análisis del mundo en el que vive y del futuro que quiere formar. Las humanidades son
importantes en la formación del capital humano, pero no solo una productividad lucrativa
sino una productividad de conocimiento. Las humanidades tienen el derecho a reivindicar
su “inutilidad”, que es más aparente que real. Desde que el hombre es hombre ha
destinado buena parte de su tiempo a expresar artísticamente sus sentimientos, a pensar
sobre el mundo en el que vive y sobre sí mismo, a meditar y contarse su pasado..., y
merece la pena expresar, al tiempo que incentivar, estas expresiones humanas. (Zamora,
2013, p.221).
Ahora bien, el interés nacional de las democracias modernas requiere de una economía
sólida y de un sector empresarial prospero. A medida que vaya desarrollando mi planteo
principal, demostrar, asimismo, en segundo plano, que ese interés económico también se
nutre de las artes y las humanidades para fomentar un clima de creatividad innovadora y
de administración responsable y cuidadosa de los recursos. Así, no nos vemos obligados
a elegir entre una forma de educación que promueve el civismo. La prosperidad
económica requiere las mismas aptitudes necesarias para ser un buen ciudadano. Por lo
tanto, quienes proponen lo que denominó “educación para la obtención de renta” (o más
integralmente, educación para el crecimiento económico) han adoptado un concepto
precario de aquello que se necesita para alcanzar sus propios objetivos. Sin embargo,
este segundo argumento debe quedar supeditado siempre al primer argumento en torno a
la estabilidad de las instituciones democráticas, ya que la solidez económica no es fin en
sí mismo, sino el medio para conseguir un fin más humano. (Nussbaum, 2010, p.28)
Ahora, que en una sociedad haya crecimiento económico, esto no implica que otros
aspectos mejoren, como la salud, la educación, las oportunidades de desarrollo para
todos los estratos sociales. El modelo de desarrollo humano, supone un compromiso con
la democracia, pues un ingrediente esencial de toda vida dotada de dignidad humana es
tener voz y voto en la elección de las políticas que gobiernan la propia vida. (Nussbaum,
2010, p.47). Si una sociedad quiere formar una verdadera democracia, basada en la
humanidad, dedicada a promover las oportunidades de la vida, la libertad y la búsqueda
de la felicidad, para todos sus ciudadanos es necesario formarlos con características para
la democracia. Tienen que tener aptitud reflexiva sobre las cuestiones políticas que
afectan a su sociedad, poder analizarlas. Tener la aptitud para reconocer a otros
ciudadanos con los mismos derechos que uno, respetando su independencia a elección
religiosa, política, etc. tratándolos como fin y no como medios. Entender las
consecuencias que queda política implica para la sociedad en general, ser capaz de emitir
juicios críticos sobre los dirigentes políticos, de forma realista y fundada en las
posibilidades que estos tienen. (Nussbaum, 2010, p.49).
CAPÍTULO IV
Otras cuestiones que deben abordar las humanidades son las dimensiones
ciudadanas y el desarrollo humano. Es decir, contextualizar según nuestra
particularidad como región y nuestras condiciones culturales. No se trata de
renunciar a las demandas y los debates contemporáneos globales ni de quedar
atrapados en el pasado o en las abstracciones y generalizaciones, ni en las
limitaciones focales de concentrarse en un punto, ni que un caso puede representar
el universo, sino de asumir la difícil tarea de no aceptar el espíritu de la época sin
mayores reservas. No se trata de especular sobre lo que “debe ser” (futurismo) o
“cómo deben ser” las cosas, ni mucho menos dar recetas. Las humanidades tienen
un compromiso que no se ha materializado por el desconocimiento de su propio
desarrollo histórico y por estar ausente de la discusión en los puestos de mando,
donde se toman las decisiones de las políticas públicas. Por ejemplo, en educación,
que debe concebirse de forma integral: [tecnológica ↔ científica ↔
humanísticamente]. En cambio, son las instituciones de la globalización, la
Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial, según Joseph Stiglitz (2010), las que nos indican cuáles son nuestras
necesidades. Donde las humanidades no forman parte de las primacías del mundo
moderno, no tienen cabida en las prioridades educativas de muchos gobiernos y,
por otra parte, se presentan como ajenas a la cotidianidad del ser humano.
CAPÍTULO V
¿Cómo debe ser esta nueva escuela?, ¿cuáles deben ser sus funciones?, ¿a qué
retos se enfrenta?, ¿qué problemas está conllevando la adaptación a este nuevo
tipo de sociedad? Tomando como base el posible planteamiento de estas
preguntas, veremos un análisis de los principales retos a los que se enfrenta el
sistema educativo en la actualidad y, como consecuencia de estos, a las funciones
demandadas a dicha institución social:
Ahora, una de las ideas fundamentales que debe tenerse en cuenta a la hora de
abordar las características de la escuela del siglo XXI es el carácter efímero de los
conocimientos por transmitir y la consecuencia de este hecho sobre los procesos
de enseñanza-aprendizaje que en ella tienen lugar. Sin negar la importancia de la
transmisión de las bases de una alfabetización básica y de contenidos
fundamentales para lograr la pertenencia a una cultura común, se debe considerar
que muchos de los conocimientos válidos en la actualidad habrán caducado en poco
tiempo.
De este modo, si bien en épocas pretéritas el paso por la escuela dividía a los que
sabían y habían alcanzado un nivel suficiente de conocimientos, y a los que, por el
contrario, no habían conseguido superar los estándares impuestos por el sistema
escolar, el orden social actual impele a que esta división se oriente hacia el éxito o
fracaso en la adquisición de capacidades para seguir aprendiendo a lo largo de su
vida. Esto es, no se trata de "aprender por aprender" sino de "aprender a aprender",
de dotarse de las aptitudes y capacidades necesarias para adaptarse a la sociedad
cambiante (a sus continuas exigencias y demandas) a la que hacía referencia al
comienzo del presente artículo. Este tipo de sociedad demanda a la escuela una
preparación que no puede girar en torno a la acumulación de saberes, sino a la
adquisición de competencias para poder enfrentarse a situaciones nuevas,
sintetizar la información y aplicarla en diferentes campos de conocimiento.
Los contenidos que se enseñan en la escuela son con mucha frecuencia excesivos
en cantidad e irrelevantes desde el punto de vista educativo, es decir, no sirven para
incrementar los niveles de comprensión, no implican la adquisición de procesos
relevantes, no ayudan a los alumnos a redescubrir y recrear la cultura y,
fundamentalmente, son olvidados al cabo de unos meses.
El futuro de las humanidades está asegurado porque los hombres siguen sintiendo
la necesidad de la literatura, de la historia, de la filosofía... Otra cosa es que los
políticos y los gestores universitarios no lo entiendan en sus justos términos y
diseñen sistemas educativos que devalúen las humanidades o les apliquen criterios
de evaluación chequistas, es decir, expeditivos, sumarísimos, embozados en una
aparente neutralidad objetiva a la hora de repartir escasos recursos públicos.
(Zamora, 2013, 221).
Es así que Nussbaum (2010) alude a las palabras de Sócrates y visiona su posible
aplicación de lo que el filósofo llamaba “pensamiento crítico”: “Nos referimos a la
capacidad de desarrollar un pensamiento crítico; la capacidad de trascender las
lealtades nacionales y de afrontar los problemas internacionales como “ciudadanos
del mundo”; y por último, la capacidad de imaginar con compasión las dificultades
del prójimo”. (pág. 26).
En nuestra sociedad es muy común reducir la política a las elecciones. Esta visión
simplista es la que debemos borrar. La formación política debe hacer una aclaración
conceptual de los temas relacionados a la ciudadanía, para hacer buen uso del
concepto y lograr una práctica correcta del mismo. La política tiene que ser
entendida como servicio. Ya se ha hecho evidente que nuestros “políticos criollos”
han tomado el camino del oportunismo y la corrupción. Debemos estar enfocados
en que una formación política tiene que ser liberadora, alejada de los dogmas, no
estar reducida a un manual, sino potenciar el pensamiento de los ciudadanos, para
que tengan la capacidad por sí mismos de plantearse los problemas que tiene la
sociedad. Una formación política entre lo posible tiene que crear un juicio científico
y humano con respecto a la política y la ciudadanía en sus diversas acepciones y
manifestaciones.
CAPÍTULO VI
La implementación de las artes y la literatura para el
desarrollo del entendimiento entre las personas.
Ciertamente, para muchos expertos en Humanidades el arte y la literatura es
fundamental para el conocimiento y el desarrollo de las sociedades. Es por ello que
Martha Nussbaum (2010), señala que: “la cultivación de otras capacidades como el
arte y la literatura permitirían el florecimiento de la una imaginación narrativa, es
decir: la capacidad de pensar cómo sería estar en el lugar de otra persona, de
interpretarlo y de entender sus sentimientos, deseos y expectativas. Para alcanzar
este objetivo tanto las artes como las humanidades deben tener un rol protagónico
en los programas de estudios.”
De la misma manera lo afirma Juan Montaño Calcines (2011), alegando que si bien
en la modernidad el sistema prefiere personas formadas con conocimiento técnico
o que ayude a maximizar el crecimiento económico, la implementación de las artes
adquiere un papel importante. Es así que utilizar las artes se hace necesario debido
a su carácter representativo de las realidades, mediante sus obras que connotan
historia, religión, economía, política. Las artes, junto con las humanidades, permiten
a los seres humanos poder experimentar las vivencias cotidianas y sobre todo,
generar la valoración y empatía de experiencias ajenas a la propia. Ahora, ubicados
indudablemente en nuestra realidad globalizada y “abierta a la diversidad cultural”,
las artes y las humanidades deben optar por una perspectiva multidisciplinar que
generen enriquecimiento a la humanidad y a su entorno socio-cultural. (pág. 34-35).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Guerra, Y. (2008) ¿Las humanidades en crisis o la crisis de la humanidad?
Colombia, Revista Educación y Desarrollo Social.
Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las
humanidades. EE.UU. Katz Editores.