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Curso: Historia de la Civilización Profesor: Jaime Ríos Burga Alumna: Karina Acuña Escudero

Notas en torno a España y la crisis del siglo XVII

Esta crisis general, global, de antiguo tipo, de crecimiento y de carácter cíclico se inicia a fines del
siglo XVI. Aunque no está comprobado, podría haber comenzado en los inicios del reinado de
Felipe II, y concluido con la muerte de Carlos II y el fin de la Casa de Austria.

Cuando Felipe accedió al trono imperial (1556) España figuraba aun como potencia europea y
prácticamente gestora de una política mundial, pero luego fue diferente, por los problemas
heredados de Carlos V y la lucha contra los estados no católicos. El ascenso de Felipe III (1598) tras
la muerte de Felipe II no arregla las cosas, por la Guerra de los Treinta Años (1618), tampoco el de
Felipe IV (1621), por la reanudación de la guerra con Holanda (del mismo año), la pérdida de la
flota española de Indias en Matanzas (1628), el gobierno francés de Richelieu (1624), que llevarían
a la guerra (1635), a rebeliones como las de Cataluña o País Vasco, y a la separación de Portugal
(1640), y por las revoluciones de Sicilia y Nápoles (1647), ni el de Carlos II (1665), por romperse
nuevamente la paz con Francia (1667); al cumplir su mayoría de edad (1675) inicia el gobierno
efectivo.

Un indicador económico de la crisis es la revolución de los precios, que fue lenta y producto de su
relación con los salarios y rentas, pues la exportación de productos, los cuales eran básicamente
agrícolas, lana, hierro, vino, aceite y oliva, a diferencia de los importados, que eran
manufacturados o con valor agregado, genera escasez a nivel nacional, a la par que aumenta la
competencia entre el mercado metropolitano y el colonia; otros factores importantes en la
inflación de precios fueron la devaluación de la moneda, que produjo una depreciación durante la
época de Felipe III, al introducir, y posteriormente reducir su tamaño, el vellón, moneda sin plata, y
la irrupción masiva de los metales preciosos de Indias. En este contexto es importante la población,
cuyos cambios pueden dividirse en etapas: crecimiento (1570-1618), ascenso de mortalidad,
relacionado con la Guerra de los Treinta Años, pestes y enfermedades (1618-1648), continuación
de la peste (1648-1670), y por último, una que no resultó negativa para España e Italia (1690-
1715), pudiendo deberse todas a la producción, específicamente, malas cosechas, presión fiscal,
problemas burocráticos y los aspectos políticos reflejados en guerras o rebeliones; en la actualidad
también se plantean los procesos migratorios. Otros elementos a considerar como indicadores
económicos son el problema de crédito, tanto estatal como público y la suspensión unilateral de
pagos o bancarrota, determinada por la Real Hacienda, manifestación más clara, que no solo
guarda relación con la escasez de metales preciosos.

En cuanto a los aspectos político y social, la lucha inicial del poder real enfrentó oposiciones de
diversa naturaleza, desde problemas relativos al control del espacio hasta latentes o explosivas
reacciones señoriales o urbanas, pasando por las contradictorias relaciones con las élites ilustradas
y la Iglesia. Como señala Vicens Vives, en la Europa del Renacimiento y del Barroco la autoridad se
estratifica en tres zonas: una, la de las masas que dependen de los propietarios, otra, del grupo
que se va progresivamente reduciendo en jurisdicciones autónomas y la tercera, el progresivo
ejercicio del poder real. Para el siglo XVI ya había triunfado la monarquía autoritaria, pero en el
XVII se produce una primera crisis de concentración del poder debido básicamente a la situación
Curso: Historia de la Civilización Profesor: Jaime Ríos Burga Alumna: Karina Acuña Escudero

económica y a las características del cuerpo burocrático, que por un lado, se muestra obsoleto y
por otro, deforma la autoridad; todo ello lleva a España a una situación de regresión en donde se
tiene que restablecer o construir nuevos vínculos con los poderes locales y las élites económicas y
sociales. Paradójicamente la guerra, contribuyó con calmar las tensiones al requerir una
organización y planificación, aunque no influyó sobre la burocracia, por lo que la monarquía utiliza
herramientas como la introducción de personajes de confianza para el manejo estatal. Vale decir,
surgieron problemas: los funcionarios con antecedentes universitarios tendían a ejercer acciones
más libres y críticas que los que simplemente acataban órdenes, la corrupción, la venta de cargos y
oficios, que no apareció con el Estado Moderno, así como tampoco fue decisión de los monarcas,
la pauperización de las clases populares, que influyó al desplazamiento en el sector urbano y
posteriormente al aumento de vagabundos y aparición de grupos peligrosos, y finalmente, las
revueltas del siglo XVII tanto en el contexto metropolitano como en áreas periféricas, por ejemplo,
referido al sector campesino, la situación de la propiedad de tierras estaba determinada por el
propietario del cual dependía, pues en muchos casos solo era un obrero agrícola, por otro lado,
había una carga de tributos que debía pagar tanto al propietario, a la Iglesia, como a la Corona, que
derivó en endeudamientos.

Finalmente en lo que respecta a los indicadores mentales, se puede decir que estos se acentúan
más en un contexto de crisis de decadencia, cuando la gente trata de aferrarse a determinados
elementos como una manera de sobrevivir, por ejemplo, en los años de gobierno de Felipe III,
aquellos que quizá fueron los más representativos. Este ambiente se vinculaba con lo picaresco, es
decir, un mundo donde conviven el crimen, la delincuencia, la viveza y la ironía, vistos como una
forma de libertad, pero que requería habilidades para evadir los castigos: azotes públicos o estadía
en la cárcel, adonde ingresaba gente de todos los estratos sociales, cabe mencionar, la picaresca
literaria hacía referencia a lo irónico y satírico de la vida pública y privada, como ejemplo están las
obras el Lazarillo de Tormes, el Guzmán de Alfarache y Don Quijote de la Mancha, representando
además esta última una huida de la realidad con la locura del protagonista; otra figura literaria es
la del arbitrista, personaje que escribe memoriales al Rey o a otras autoridades, en donde después
de un análisis de los problemas, propone soluciones que pueden llegar al campo de la fantasía más
disparatada. Asimismo, las pinturas de Velásquez muestran escenas de la vida cotidiana, como El
Triunfo de Baco Las Hilanderas y el Auto de Fe en la Plaza Mayor de Madrid.

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