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Nueva prueba y derecho a la

contradicción (Casación 09-2007,


Huaura), por William Quiroz Salazar
Compartimos con ustedes este interesante análisis del abogado William Quiroz
Salazar contenido en el libro «Análisis y comentarios de las principales
sentencias casatorias en materia penal y procesal penal», que pueden descargar
en formato PDF al final de este post.

Sumilla: Esta casación trata el tema de la prueba, la nueva prueba en el proceso


de apelación de sentencia y el derecho a la contradicción durante el examen
directo y contra examen.

Lea también: Derecho a la prueba y contradicción del imputado en el proceso


inmediato

1. Análisis y comentarios

La prueba no es legal, es metajurídica, desborda al ordenamiento adjetivo penal.


El juez de conocimiento debe dominar otras disciplinas auxiliares de la ciencia
penal para logar un análisis certero de las conclusiones del caso. El CPP de 2004
prescribe principios, reglas de procedimiento y de juicio oral, pero no la prueba
judicial. La prueba se produce y adquiere en el juicio oral.

La prueba se diferencia de los actos de investigación no solo por su naturaleza


sino por la etapa en que se produce u obtiene. La prueba se abduce durante el
juzgamiento con la incorporación de las afirmaciones probatorias[1] que las partes
introducen durante el debate contradictorio ante el juez de conocimiento;
mientras que los actos de conocimiento o de investigación son obtenidos,
recolectados en la etapa de investigación o diligencias preliminares, con o
sin presencia del fiscal[2].

La defensa procesal tiene su origen en el art. 8 numeral 2, letra e) de la


Convención Americana de los Derechos Humanos que prescribe la irrenunciable
defensa letrada. La Corte IDH, en el caso Vélez Loor vs. Panamá, ha
interpretado que la adopción de las medidas adecuadas para cautelar el derecho
eficaz a la defensa se da en dos vertientes, a saber:

i) la supresión de las normas y prácticas de cualquier naturaleza que entrañen


violación a las garantías previstas en la Convención o que desconozcan los
derechos allí reconocidos u obstaculicen su ejercicio, y

ii) la expedición de normas y el desarrollo de prácticas conducentes a la efectiva


observancia de dichas garantías.

Lea también: Principio de inmediación y contradicción de la prueba nueva en


segunda instancia [Casación 9-2007, Huaura]

El Tribunal ha entendido que la obligación de la primera vertiente se incumple


cuando la norma o práctica violatoria de la Convención se mantenga en el
ordenamiento jurídico, situación que se corrige con la modificación, la
derogación, o de algún modo la anulación, o la reforma de las normas o prácticas
que tengan esos alcances, según corresponda.[3] En el caso que dio motivo a
la Casación N° 9-2007, Huaura se trató de prácticas imputables al tribunal de
segunda instancia que infraccionaron las garantías mínimas para un justiciable. A
ninguna de las partes procesales se le debe infraccionar la garantía a la defensa
procesal para ello existe la garantía de la contradicción.

Fue fundamental precisar en esta Casación que sin inmediación en la


producción de la prueba se afecta las garantías mínimas del justiciable porque la
escritura no permite conocer la prueba. La inmediación[4] no sólo eleva el umbral
mínimo de garantías sino que garantiza que el juez de conocimiento observe
directamente todos los detalles y precisiones que la prueba personal, documental,
técnica o material, vislumbre ante sus ojos en la plenaria (durante la actuación
probatoria). Es por esta razón que todos los sujetos procesales intervinientes en el
juzgamiento deben ser diligentes en el planeamiento, la postulación y el ejercicio
pleno de la contradicción. Deben despojarse definitivamente de la vieja práctica
que prefieren utilizar, esto es, la oralización de piezas procesales antes que la
actuación de la prueba personal. La inmediación del juez de conocimiento aspira
que la contradicción sea plena y no a medias, porque desea adquirir la mayor
cantidad de elementos o afirmaciones probatorias sobre el hecho punible.
Lea también: El derecho en la ópera: el arte lírico y la ley en cinco actos

La Casación invocó erróneamente el art. 174 del CPP de 2004 en el tercer


fundamento de derecho. Al respecto, consideramos que no era atinente la
referencia a la citada norma porque la agraviada no tenía la condición de perito.
Pero si se pretendía afirmar que el juez realice los apremios de ley no había
necesidad de que la víctima sea conducida en forma compulsiva al juzgamiento
de primera instancia dado el cuadro de salud mental que presentaba la menor.

Pero sí fue correcta la posición según la cual si un testigo especial está delicado
de salud debe recibirse su declaración en el lugar que se encuentre, en
observancia del art. 171, numeral 2. Esto fue una llamada de atención y de futura
reflexión para jueces y fiscales. Los primeros deben conducir el juzgamiento en
estricta observancia de las reglas de procedimiento y los fiscales deben
observarlas desde el inicio de la investigación preparatoria.

Lea también: La quimera de la invalidez de los contratos «CAS puros» y los


derechos vulnerados por el TC

El fiscal a cargo de la investigación preparatoria no le asignó a la víctima la


condición de testigo especial pese a conocer con anticipación el informe
psicológico que describía su salud mental. En la supuesta hipótesis que
desconocía el estado depresivo de la víctima, también podía utilizar el art.
242.1.e)[5] del CPP de 2004 para requerir su declaración testimonial a través de la
prueba anticipada, e incluso podía aplicarse complementariamente las reglas de
la audiencia especial de testigos previstas en el art. 381 del CPP de 2004.

El valor de la prueba anticipada es el de una prueba plena al ser una prueba


testimonial anticipada[6]. Si el fiscal de investigación preparatoria hubiera
procedido de la manera expuesta no habría sobreexpuesto los intereses de la
víctima. Estimamos que el fiscal no diseñó apropiadamente su estrategia
probatoria. La prueba anticipada se erige, pues, como aquella cuya práctica
tiene lugar antes de la celebración del juicio oral y, de cumplir todas las garantías
exigidas, tiende a prevenir el riesgo de la posible pérdida del medio probatorio o
la dificultad de su posterior realización en el momento procesal oportuno.[7]
Estamos totalmente de acuerdo con la Casación que el colegiado de primera
instancia no efectuó un apropiado control judicial de la prueba durante el
juzgamiento, en razón a que el art. 381 del CPP de 2004 le permitía realizar la
audiencia especial para testigos (razones suficientes existían).

Se advierte que en el caso penal contra Carlos Alfredo Ochoa Rojas, el


defensor de la víctima efectuó la propuesta probatoria más conveniente y
adecuada a la teoría del caso de la menor agraviada, en observancia del art. 422
del CPP de 2004, al tratarse de una sentencia absolutoria[8]. Sin embargo, el actuar
y control judicial del tribunal fue incorrecto al infraccionar el derecho-garantía a
la prueba.

El principio de contradicción de la prueba implica que debe garantizarse a cada


una de las partes la razonable oportunidad de conocer, discutir y oponerse a la
prueba ofrecida por la parte contraria; de fiscalizar su producción, de solicitar su
caducidad o acusar su negligencia, incluyendo lógicamente el derecho a proponer
y producir contraprueba. Es decir, para que una prueba sea válida se requiere que
haya sido producida en audiencia o con intervención de la parte contraria, de
modo que haya tenido la posibilidad de controlarla y ofrecer su consecuente
descargo. Es una manifestación del debido proceso, que no se agota en la pura
bilateralidad entre pretensiones y defensas, sino que se extiende
naturalmente a la prueba. Así como no se concibe un proceso sin
debate tampoco puede admitirse que una parte produzca una prueba sin el
riguroso control del adversario.[9]

Por otra parte, compartimos el fundamento cuarto de la Casación que no estuvo


de acuerdo con la absolución del imputado, pues el tribunal de segunda instancia
fundamentó la sentencia con información que no fue susceptible de ser
contraexaminada -y que sometida a la contradictoriedad quizás habría revelado
matices o detalles importantes-. En esa línea de razonamiento el testimonio no
solamente debe provenir de un buen testigo, a veces seleccionado cuando se
quiere acreditar determinado tema probatorio como el de la prueba de
reputación personal (bien sea de mala o buena reputación) o para una línea de
interrogatorio relacionado al objeto de prueba.

Contra el testigo no debe existir ninguna amenaza que afecte la confianza de su


relato o se aprecie como débil o no fiable. Siempre el testimonio debe ser exacto,
preciso, debe generar confianza en el receptor de la información. De la
desconfianza, inexactitud y debilidad puede aprovechar el adversario con el
objeto de impugnar su credibilidad en el contraexamen.

Además, calificamos como buen testimonio si lo proferido oralmente es


abundante en detalles sobre los temas probatorios o líneas de interrogación;
también si lo testimoniado es el fiel recuerdo de lo percibido directamente en el
lugar de los hechos o en la escena del crimen o en el día del suceso. Asimismo,
los detalles de sus respuestas no deben tener inconsistencias, incoherencias
internas con sus declaraciones previas o falta de correspondencia con lo que
realmente sucedió en el hecho criminal, o contradicción con los otros testimonios
de los testigos que estuvieron con él en la misma posición o ubicación
perceptiva, que merezca ser nombrado como testigo directo o presencial del
evento delictivo.

Un buen testimonio debe generar confianza en quien tenga que valorar y


enjuiciar su nivel de credibilidad, quien tendrá en cuenta la exactitud del
testimonio, el que debe corresponder a la realidad de los hechos. Contreras
Rojas sostiene[10] que la relación entre la confianza y exactitud puede graficarse
de la siguiente manera:

Cada vez que observamos a otra persona llevando a cabo el relato de unos hechos
tendemos a evaluar la certeza de lo que cuenta a través de la confianza que ella
exhibe al narrar la historia. Mientras más seguridad y confianza se ve en la
persona, más nos inclinamos a estimar que su relato se ajusta a la realidad de lo
que ha acontecido.

Si la Sala de apelaciones admitía la declaración de la víctima, ¿cuál iba a ser su


deber debido a la sentencia absolutoria? Por inmediación pudo conocer
perfectamente la aptitud probatoria del testimonio para ser prueba fiable: para
que el juez declare judicialmente que no solo existe confianza y exactitud del
testimonio brindado por el testigo, sino que además tiene aptitud probatoria para
ser prueba fiable, es necesario evaluar los siguientes indicadores que permitan
medir objetivamente la veracidad de las afirmaciones aportadas. Serán fiables los
testimonios si tienen correspondencia con lo que realmente percibió sus sentidos
en la realidad de los hechos y no son producto de la imaginación, ficción,
interpretación personal, fantasía, sospecha, etc.
Compartimos los criterios de veracidad[11] que deben ser utilizados para darle a un
testimonio el calificativo judicial de fiable, creíble y verosímil:

a) Características generales: Si vinculan al testimonio completo y analizan la


declaración como un todo. Son necesarios para apoyar la credibilidad de la
declaración.

1. Estructura lógica. Las declaraciones deben tener consistencia lógica y/o


homogeneidad contextual (coherencia contextual), careciendo de contradicciones
internas. La estructura lógica estará presente si la declaración es coherente y sus
diferentes partes encajan entre ellas, sin inconsistencias ni discrepancias.

2. Elaboración no estructurada. Se propone que en caso de relatos libres, los


testimonios inventados normalmente se presentan de manera continua,
estructurada y cronológica, con claros intentos del testigo por demostrar las
conexiones causales, lo que deja la sensación de un relato aprendido o incluido.
Por el contrario una declaración desorganizada o falta de solidez, siempre que las
inconsistencias; carecen de veracidad suficiente de detalles. El número de
detalles iría en relación directa con la credibilidad, lo que se expresa cuando se
entregan bastantes pormenores de la locación, personas, objeto y acciones
involucradas en los hechos.

b) Contenidos específicos: Su constatación se considera una señal de veracidad


de la declaración:

4.- Engranaje o encaje contextual. Descripción que ancla el suceso en el


tiempo y espacio. Sin embargo, este criterio no se puede exigir en todos los
relatos, especialmente en episodios cortos.

5.- Descripción de interacciones. En todos los sucesos se produce una relación


entre los participantes, formada por las acciones de unos y las reacciones de los
otros.

6.- Reproducción de conversaciones. No basta con una relación del contenido


del diálogo, sino que además debe indicarse la forma, palabras y emotividad con
que fueron expresadas. Debe ser virtualmente una réplica de las declaraciones de
al menos una persona.
7.- Complicaciones inesperadas. Referencia a dificultades imprevistas que se
producen durante el desarrollo de los eventos, las que pueden interrumpir o
alterar.

c) Peculiaridad del contenido: Se trata de elementos que aumentan la calidad


del contenido de la declaración.

8) Detalles inusuales.

9) Detalles superfluos.

10) Incomprensión de detalles, relatados con precisión.

11) Asociaciones externas relacionadas.

12) Relatos del estado mental del agresor.

13) Alusiones al estado mental del agresor.

d) Contenidos relacionados con motivación:

14) Autocorrecciones espontáneas.

15) Reconocimiento de falta de memoria.

16) Levantar dudas sobre el propio testimonio.

17) Auto desaprobación.

18) Perdón del acusado.

19) Detalles características del delito.

Entonces, si seguimos los criterios expuestos es mucho más fácil y racional el


juicio de credibilidad sobre el testimonio de la víctima o de otros testigos en la
fase de valoración judicial de la prueba. Ayudará a conocer la verdad material de
los hechos. Seguimos a Nieva Fenoll e Igartua Salaverría cuando refieren que
la valoración de la prueba para los diferentes medios de prueba dependa, en la
medida de lo posible, de criterios objetivos y explicables, y no de intuiciones
generales cubiertas detrás del tantas veces incoherente telón de la
inmediación.[12] Rechazamos aquellos juicios valorativos que se escudan en el
criterio de conciencia. Estos deben ser siempre producto del análisis probatorio
basado en criterios objetivos, constatables, que guarden correspondencia con los
hechos y las pruebas contrastadas del respectivo caso penal. Al respecto, Nieva
Fenoll [13] escribe:

“En realidad, esa pura intuición es víctima de todo tipo de emociones,


inclinaciones, gustos, preferencias y hasta aficiones, elementos que no siempre
resultan confesables y que, de hecho, acostumbran a no confesarse, porque lo
cierto es que no deberían formar parte de la valoración probatoria”.

Nunca debe estar rodeado de subjetivismo, presunciones o sospechas, y menos


partir de erradas interpretaciones de los hechos, de la ley penal y calificación
jurídica del tipo penalporque le hace perder la perspectiva dogmática, la premisa
fáctica y el enfoque probatorio al juez. Por el contrario, como sostiene Nieva
Fenoll la valoración probatoria es objetivable. Por su parte, Xavier Abel
Lluch sostiene[14] que dada la progresiva implantación del modelo oral del
proceso y la concepción racional de la prueba, ambas declaraciones -de las partes
y de los testigos- deberían someterse a las siguientes pautas:

a) Procedimentales: de interrogatorio y contrainterrogatorio libre, observando


los requisitos de pertinencia -relativas a los hechos controvertidos-, de claridad -
comprensibles por quienes deben responderlas-, y de precisión -atinentes al
objeto de la controversia-, y obviando la exigencia del sentido afirmativo de la
pregunta que únicamente reduce el espectro de la respuesta;

b) Eficacia probatoria libre y motivada, sometiendo tanto las declaraciones de


las partes cuanto de los testigos a las reglas de la sana crítica, con la única
excepción en que una de las partes reconozca un hecho que le perjudique y tal
declaración no venga contradicha por otros medios de prueba, en cuyo caso se le
podría otorgar el carácter de prueba plena, sobre la máxima que nadie declara
mendazmente contra sí; y
c) Seguridad jurídica, sometiendo la declaración de los testigos a criterios
auxiliares de valoración, legalmente establecidos, como la “razón de ciencia”,
“las circunstancias concurrentes en los testigos” y “la tacha y su resultado”.

Estamos totalmente de acuerdo cuando la Casación afirma que el imputado no


podría ser afectado en su derecho de defensa, puesto que luego del examen de la
agraviada, tenía el derecho del contraexamen o contrainterrogatorio, incluso de
un careo, asegurando de este modo la igualdad de actuación entre las partes. Es
que el CPP de 2004, en su art. 378, regla el examen directo y el contra examen
para los testigos y peritos. Los temas o puntos probatorios los define el sujeto
procesal que tiene interés en el medio de prueba y es quien inicia el
interrogatorio.

Tratándose de menores de 16 años, y dada su condición de testigo frágil, el


interrogatorio lo conduce el juez y es a través de él que se formula las preguntas
y repreguntas. Pero si los operadores en la actuación probatoria elaboran
adecuadamente las preguntas, pueden realizarlas ellos en forma directa. Ante
cualquier eventualidad que ponga en peligro o riesgo al menor de edad (como la
revictimización) el juez que dirige el debate retomará el interrogatorio.

Es más, en caso que el testigo señale que no recuerda nada es posible utilizar las
técnicas de refrescamiento de memoria en declaraciones previas, para lo cual
primero se sienta base probatoria, luego el testigo lee en silencio la parte
específica del documento. Al concluir, progresivamente, se le va interrogando si
en el documento leído señala tal situación o tema probatorio y así sucesivamente,
hasta concluir las líneas de interrogatorio.

También el art. 378.6 permite utilizar las técnicas de la confrontación CACA


(que significa confirmar, acreditar, confrontar y acabar), respecto de las
declaraciones previas[15] que existan en el expediente judicial que se utiliza en el
juicio oral. Sucede que casi siempre en la práctica procesal los litigantes, fiscales
y jueces preguntan al testigo: Señor explique por qué anteriormente en su
declaración ante la policía dijo que el vehículo de placa FG-1595 era de color
azul y hoy en el juicio oral hace unos instantes le expresó al fiscal que el
mismo vehículo fue color plomo. Debo recordarles en primer lugar que el testigo
nunca explica. Así, pues, este tipo de pregunta es objetable por el adversario,
porque el testigo siempre declarará lo que ha percibido, escuchado, ha olido, etc.
Las preguntas que piden explicación son argumentativas, y son objetables. En
cada uno de estos espacios interrogativos se van elaborando preguntas que
cumplen determinado fin.

Respecto de la prueba y su contradicción, al iniciarse el juzgamiento las partes


efectuarán afirmaciones que rodean todo el debate contradictorio, las que deben
ser aportadas obligatoriamente a fin de demostrarlas. Entonces, si el proceso
penal es un método de comprobación en el cual el juez determina los hechos
probados, la consecuencia natural es que el juez dirija los actos de probanza a fin
de establecer cuál de las afirmaciones sobre el hecho expuestas por las partes
procesales son verdaderas o falsas. Siendo así, el fin de la prueba en el proceso
penal acusatorio garantista será en concreto verificar y comprobar si las
afirmaciones iniciales y aportes probatorios durante la práctica de la prueba
tienen correspondencia con la realidad de los hechos. Es decir, si son verdaderos
o falsos. Si el juez tiene que tener la certeza que las afirmaciones a las cuales
califica como verdaderos serán inmutables porque los va dar por probados.

La prueba constituye la actividad procesal encargada de producir el


convencimiento o certeza sobre los hechos controvertidos, y supone a su vez un
imperativo del propio interés del litigante, que a su vez corre el riesgo de obtener
una decisión desfavorable en el caso de adoptar una actitud omisiva.[16]

El fin de la prueba judicial es producir la convicción o certeza en el juez,


cuestión que debemos relacionar mucho más con lo que hasta ahora hemos dicho,
para lo cual recordamos lo siguiente:

a) La verificación es la finalidad de las pruebas relativas a los juicios que emanan


de las ciencias fácticas, dentro de las cuales se encuentran las historias, siendo el
derecho parte de estas.

b) Se trata de la verificación de la veracidad y no de la verdad.

c) Recae sobre juicios de hechos científicos e históricos, que han demandado una
previa labor de averiguación y conocimiento, tanto sensible como intelectual.
d) Y esa labor se cumple a través de la generación de la certeza, del
convencimiento en el funcionario judicial. Este es un valor que acompaña al
valor supremo de la justicia.

Así, pues, la prueba judicial comprende los conceptos de verificación,


veracidad, juicio, certeza y está comprometida con la realización de la justicia.[17]

Para la apelación de sentencias en segunda instancia se debe cumplir


rigurosamente el art. 422 en armonía con el art. 373. Se deben presentar las
pruebas que no se pudieron proponer en primera instancia por desconocimiento
de su existencia; pero el hecho de que se cambie de defensor o fiscal no
convalida la hipótesis inconsistente que no la conocía. Además, los que fueron
indebidamente declarados inadmisibles, siempre que hubiere formulado en su
momento la oportuna reserva y se realice una especial argumentación, es decir,
totalmente diferente a la que se expuso en el anterior control de admisibilidad de
los medios de prueba. De la misma manera, se deben admitir los que no fueron
practicados por causas no imputables al sujeto procesal.

En el caso examinado en la Casación se inobservó esta regla procesal. Al tribunal


de segunda instancia no le interesó que se cuestionara el juicio de hecho y de
derecho de una sentencia absolutoria. Es por estas razones que la declaratoria de
fundada es incuestionable, declaró nula la sentencia y el auto que declaró
inadmisible la nueva prueba propuesta por la defensa de la víctima. También se
le garantiza el derecho a la contradicción al imputado en otro juicio oral a través
de un nuevo tribunal, de la misma manera se da tutela a la víctima respecto a la
admisibilidad de su declaración testimonial al ser testigo especial, ordena el
desarrollo de una nueva audiencia en donde se observe las garantías del debido
proceso; la que fue con reenvío.

[1] Estas se producen en el debate contradictorio y es a partir de ellas que el juez


adquiere la prueba.

[2] Es posible obtenerlas en la situación de flagrancia por la policía.

[3] Vid. Caso Vélez Loor vs. Panamá, párr. 194.


[4] La inmediación está vinculada intrínsecamente conforme al derecho a la
prueba. En el Perú la Sentencia Casatoria N° 05-2007, Huaura y que es
enfatizada también por la Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el
Exp. N° 02201-2012-PA/TC, en su fundamento quinto (caso Francisco Virgilio
Castañeda Aguilar y otra), señala que “en la actuación y valoración probatoria
el principio de inmediación presenta doble dimensiones: una personal y otra
estructural. La primera, que se refiere a los datos relacionados con la
percepción sensorial del Juez: lenguaje, capacidad narrativa, expresividad de
las manifestaciones, precisiones en el discurso, etc., no es susceptible de
supervisión y control en apelación, es decir no puede ser variada. La segunda,
cuyos datos se refieren a la estructura racional del contenido de la prueba,
ajenos en sí mismos a la percepción sensorial del juzgador, si puede ser
fiscalizada y variadas. En este contexto el relato fáctico que el Juez asume como
hecho probado no siempre es inmutable, pues a) puede ser entendido o
apreciado con manifiesto error o de modo radicalmente inexacto; b) puede ser
oscuro, impreciso, dubitativo, ininteligible, incompleto, incongruente o
contradictorio en sí mismo; c) ha podido ser desvirtuado por pruebas
practicadas en segunda instancia…”

[5] Art. 241.1.d) del CPP.- Declaración de las niñas, niños y adolescentes en su
calidad de agraviados por delitos comprendidos en los artículos 153 y 153-A del
Capítulo I: Violación de la libertad personal, y en los comprendidos en el
Capítulo IX: Violación de la libertad sexual, Capítulo X: Proxenetismo y
Capítulo XI: Ofensas al pudor público, correspondientes al Título IV: Delitos
contra la libertad, del Código Penal. Las declaraciones de las niñas, niños y
adolescentes serán realizadas con la intervención de psicólogos especializados en
cámaras Gesell o salas de entrevistas implementadas por el Ministerio
Público. Las declaraciones y entrevistas serán filmadas y grabadas a fin de
evitar la revictimización de los agraviados.

[6] Es un medio de prueba personal que debe cumplir todos los parámetros y
exigencias formales para ser calificada como prueba anticipada en cuyo
procedimiento se debe observar las reglas del examen y contraexamen previstas
en el art. 170 y 378 del CPP de 2004. La urgencia es una variable constatable por
el juez de investigación preparatoria, de ser verificada, amparara el requerimiento
fiscal y podría excepcionalmente acelerarse los términos para asegurar la práctica
de la prueba, incluso, sabiamente la norma adjetiva penal ha previsto que en caso
exista peligro inminente de pérdida del elemento probatorio y su actuación no
admita dilación, a pedido del Fiscal, decidirá su realización de inmediato (art.
242), sin traslado del requerimiento fiscal, ordenando judicialmente se actúe la
prueba anticipada designando defensor público del Ministerio de Justicia para
que cautele los derechos y garantías del imputado a la contradicción pero en este
último supuesto debe estar suficientemente acreditado (debe ser notorio,
evidente, no debe ser una presunción, debe ser irrefutable) que resulta imposible
comunicar (p.ej. se encuentra de viaje, se ha comunicado telefónicamente, tiene
descanso médico que justifica su incapacidad para concurrir, etc.) su actuación
probatoria al defensor del imputado. De darse la imposibilidad de citar al
defensor de confianza del imputado estimamos que obligatoria y
complementariamente se debe grabar por audio y video toda la actuación de la
prueba anticipada a fin de preservar los derechos del justiciable, la misma que a
su culminación será entregada al imputado para que ejerza sus derechos y otra
copia de la evidencia electrónica se anexe al cuaderno de prueba anticipada;
rechazamos cualquier pretexto o argucia o alegación para no entregárselo al
ciudadano, sería desconocer su garantía a la contradicción. Debe quedar claro
que por ningún motivo se dejará de notificar la resolución que admite y ordena la
actuación judicial de la prueba anticipada en su término ordinario o por urgencia,
lo cual recortaría su derecho a impugnarla (art. 246). Durante la actuación de la
prueba anticipada el testimonio se debe respetar absolutamente a lo que
persiguen los principios de la inmediación, contradicción y oralidad, dado que en
la recepción del testimonio se respetará las reglas procesales del art. 375 y el IX
del título preliminar del CPP 2004. Los otros medios de prueba personal y
documental que prescribe el art. 242 del CPP 2004 también pueden ser objeto de
prueba anticipada pero deberán cumplir previamente las exigencias de su
respectiva regla procesal.

[7] Ortells Ramos, Manuel. «El nuevo procedimiento penal abreviado: aspectos
fundamentales». Justicia. Número 3, 1989, Barcelona, p. 185.

[8] El CPP de 2004 prescribe también en el art. 422. 3 que cuando se trate de
sentencias absolutorias, se puede cuestionar el juicio de hecho.

[9] Vid. Midón, Marcelo Sebastián. «Los principios del derecho probatorio»,
en Principios procesales (director Jorge Peyrano). Tomo II. Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe/Buenos Aires, 2011, p. 635.
[10] Contreras Rojas, Cristian. La valoración de la prueba de interrogatorio, p.
189.

[11] Ibid., pp. 258-260.

[12] Nieva Fenoll, Jordi. La valoración de la prueba. Marcial Pons, p. 209.

[13] Ibid., p. 209.

[14] Ibid, p. 104.

[15] Se entienden conceptualmente no sólo las que se han prestado como


testimonios entre la policía o el fiscal, sino cualquier otra manifestación
expresiva del declarante contenida en cualquier clase de soporte que sea factible
de ser interpretado mediante lectura, escucha, o audiovisión; por lo tanto, quedan
comprendidas, por ejemplo, las cartas, misivas, documentos cualquiera,
videograbaciones, en suma cualquier manifestación de su intelecto expresado
voluntaria y conscientemente que haya quedado registrado de cualquier forma
(Jauchen, Eduardo. Estrategias de litigación Penal Oral. Rubinzal-Culzoni
Editores, Santa Fe-Argentina, 2014, p. 29-430).

[16] Kielmanovich, Jorge. Teoría de la prueba y medios probatorios. Rubinzal-


Culzoni Editores. Junio 2004, Santa Fe Argentina, p. 98.

[17] Op. cit. Cuello Iriarte, Gustavo. Derecho probatorio y pruebas penales, p.
385.

Fuente: Descargue en PDF «Análisis y comentarios de las principales


sentencias casatorias en materia penal y procesal penal». Para descargar en
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