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Actitud filosófica

Si bien todas las personas nos preguntamos el porqué de las cosas, ya estamos
tomando una actitud filosófica, a veces cuando nos encontramos pensando de
la vida de como existimos pues si señor estas tomando una actitud filosófica
¿Por qué? La actitud filosófica es la disposición humana superior de
aceptación o valoración del conocimiento. Parte de la propensión natural del
hombre por conocer la realidad, con una particularidad analítica, crítica,
problematiza dora, buscando el fundamento de los objetos, los hechos y las
circunstancias que le rodean, y asumiendo una posición totalizadora. Toda
filosofía autentica es original. El verdadero filosofo no adopta una filosofía,
no se adhiera a un sistema, sino que se asombra de los entes en el ser. Esto
no quiere decir por supuesto, que sea inútil tener en cuenta lo que han escrito
los filósofos, solamente son una ayuda.

No solo filosofar es decisión y compromiso, es también y ante todo búsqueda


amorosa y difícil del fundamento ultimo de los entes.
Filosofar nunca ha sido fácil. Todo lo contrario filosofar es casa grave. Ya
Platón decía que hay que volverse con toda el alma, a partir de lo que deviene,
hacia la contemplación de lo que es, hasta lo que se pueda fijar de mirada en
lo que hay de mas luminoso en el ser. Significa que filosofar requiere de una
preparación, una ascesis de los entes al ser, una actitud moral.

Esta actitud moral para el autentico filosofar ya fue puesta de relieve en la


antigüedad por Platón. En nuestro siglo adquirió capital importancia en
pensadores de orientación personalista entre ellos destaca M. Scheler. Para
Scheler el objeto de la filosofía solamente se da y adecuadamente por cierto
cuando se le ve desde una determinada disposición moral. Señala tres actos,
el amor, la humillación y el autodominio como actos morales básicos que hacen
posible el conocimiento filosófico.

Nos lleva, por lo tanto, allende y por encima de los objetos que existen
relativamente respecto de nuestro ser.

(la humildad nos conduce del existir contingente de algo... hacia la asencia)

El autodominio nos conduce de lo inadecuado... desde la magnitud cero, hacia

la plena educación del conocimiento intuitivo.

Estos actos morales básicos eliminan los tres obstáculos que se oponen al
recto filosofar.

M. Buber critica la opinión de Scheler porque se basa en el dualismo y en la


oposición entre espíritu y vida.

Sin embargo, la intención profunda de Scheler es correcta. Puede haber un


desorden existencial en lo moral que el filosofo debe corregir, mediante una
actitud moral. Entonces el ascetismo no consiste eliminar los impulsos sino en
orientarlos siempre al ser. Vivir según el espíritu eso es la filosofía implica
lograr la integración de cuerpo y espíritu.

Filosofar no es negar la puganza de la vida, sino poner la vida al servicio del


espíritu. En todo caso no filosofa el entendimiento sino el hombre entero
desde el espíritu. Por eso la filosofía es ascesis... no se dirige contra la
naturaleza... sino contra sus miserias, a fin de que el filosofo sea ese hombre
que Platón describe magníficamente en el Teetero liberado de las pasiones y
de los engaños sensibles.

El filosofo es el que liberándose de las cadenas vuelve la mirada a la luz el ser


es la luz y se asombra de que haya sombras y comienza a saber que las
sombras son sombras de algo, que los entes son ontofanias. El filosofo es el
que al romper las cadenas entra en desequilibrio y se afana por abandonar la
caverna. Para ellos es un desequilibrio y no saben que el filosofo se aparta de
los humanos afanes y se ocupa de lo divino. El filosofo es tenido por el vulgo
como un perturbado, pero el vulgo no sabe que esta poseído por la divinidad.
Así pensaba Platón
Nada raro, entonces, que quien ha encontrado el ser formule esta decisión
indeclinable, como Sócrates: “pasar mis días en el estudio de la filosofía
estudiándome a mi mismo y estudiando a los demás”. Porque sabe que filosofar
es faena vital.

Porque sabe, en todo caso, que filosofar es someter lo finito al paso al limite
infinito en virtud de una potencia transfinita que descubre y pone de
manifiesto (verdad, aletheia), precisa y únicamente por virtud de esta
transfinitud.

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