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Cartografías y territorios

El sistema educacional chileno se basa en la premisa que todas las asignaturas o,


como los llaman hoy, sectores y subsectores que se imparten en él, intentan dar
respuestas y certezas a cuestiones que resultan fundamentales para le lógica
capitalista: la producción y el rendimiento, y es aquí donde la literatura se estrella
indefectiblemente, porque definitivamente el ejercicio literario, a mi juicio, busca
todo lo contrario, generar preguntas, y abrir espacios para el pensamiento
divergente y/o crítico, como deseo. Y para peor para enfrentar la realidad como un
mar donde confluyen todas las disciplinas, éstas han sido divididas en una
taxonomía escolar, generando un mapa progresivo de trabajo, pero ojo, aquello no
es más que una cartografía del territorio. El drama es que muchos alumnos (y
profesores) quedan o hemos quedado convencidos de que la realidad está divida
como la aprendemos en el sistema escolar y terminamos confundiendo el mapa
con el territorio. Y la literatura se torna muchas veces como un dispositivo que
promueve el hacer a través de obligaciones sin mucho cuestionamiento de la
realidad.

A mi juicio esta problemática se puede extrapolar a la literatura, y particularmente


a las obras llamadas tradicionales, que en algunos casos se han parapetado en
fenómenos solamente estetizantes que se agotan en la búsqueda desesperada
dar respuestas donde, quizás donde ya no hay preguntas. Aquello no es una
cuestión que se particularice en algún centro educativo en especial, ni en los
profesores, que como sabemos se encuentran sometidos también, a ese imperio
del rendimiento, donde las obligaciones impuestas hacen que uno termine por
cumplir de la mejor manera, o mejor dicho muchas veces, de la manera más
digna, con responsabilidades como calificaciones, informes, revisiones, etc. Y al
final de cada proceso se terminan enfrentando, a través de sus alumnos, con
pruebas estandarizadas que muchas veces nada tienen que ver con las
necesidades, deseos, y mucho menos, con esa necesidad de que fomentar el
gusto por la lectura. Y obviamente si hablamos de estandarización nos cae de
cajón o simplemente confirmamos que todos estos canones para lectura escolar
se encuentran adscritos a un programa que no hace otra cosa que pedagogizar,
con el fin de construir un imaginario de país homogéneo en una realidad que es
absolutamente heterogénea.

Bajo esta premisa el uso del canon literario, cualquiera que este sea, se encuentra
vinculado con la construcción política de los espacios nacionales. En él se
encuentran depositados los elementos que buscan articular y rearticular las cargas
simbólicas para la conformación de un territorio único. Y esto viene desde la
construcción de este país, que a diferencia de la experiencia europea, donde los
estados nacionales se forjaron como resultados de una revolución burguesa capaz
de dar impulso integrador a la lógica del mercado y el desarrollo del aparto
capitalista, en Chile, como en América Latina, los procesos indeopendentista sólo
se expresaron como un conjunto de reformas políticas, es decir, como un conjunto
de transformaciones que no alcanzaron a expresar el triunfo de una clase social
emergente susceptible de reemplazar a la vieja aristocracia terrateniente. Muy por
el contrario, fue esa vieja aristocracia y sus narrativas, quien logró controlar desde
el principio los procesos de constitución de los nuevos estados. Entonces, a mi
juicio, es muy difícil no pensar el por qué hoy el aparataje hegemónico no podría
seguir con estas mismas prácticas. La literatura es política, la literatura es
hegemonía, la literatura es un vehículo capaz de movilizar una imaginación
articulada en la configuración de una idea de nación. Pero también la literatura es
resistencia, y es acá donde quiero poner el énfasis, en poner en discusión la
posibilidad de generar un canon literario alternativo, periférico y territorial.

Lo ajeno para los alumnos muchas veces inunda la nómina de autores y textos
reconocidos como literatura oficial, los cuales muchas veces, quizás no tanto hoy,
son seleccionados utilizando los mismos conceptos utilizados en España y
Europa. Bajo una idea dominante en nuestra doxa (como señala Iván Carrasco en
“Literatura chilena: canonización e identidades”) es que la cultura chilena, y por
ende la literatura, es de origen y carácter europeo, apenas modificada por escasos
factores étnicos, lingüísticos e históricos. Por ello predomina el concepto de
literatura como un tipo de discurso de orientación estetizante, homogeneizante y
universalista, y explica por qué nuestra escritura letrada ha dejado de lado las
expresiones indígenas y populares, en otras palabras, las etnoliteraturas, las
llamadas subliteraturas o literaturas masivas, lo que obviamente implica privilegiar
ciertos contenidos socioculturales en desmedro de otros. Y las veces que se han
utilizado ha sido la figura, lo visual del exponente por que la voz viene siempre
desde lo letrado, el mejor caso es el gaucho y el análisis de Josefina Ludmer.
Tiene voz el subalterno?

Entonces por qué no hacer no generar un plan literario que provenga desde el
propio territorio como punto de partida y que desde ahí se amplíe a lo universal, es
decir, generar un plan lector que emane desde las micro realidades, desde el
mismo territorio donde se aplicará, y desde ahí navegar hacia lo macro? No será
más cercano, más lógico, más interesante para el alumno encontrarse con el texto
de un texto en su propia ciudad, no tendrá más sentido? Si al fin y al cabo la
ciudad es el texto de la ideología. Por qué no poner el énfasis en las
problemáticas que surgen desde el territorio y que desembocan en la literatura y
viceversa. Comprendiendo que los textos responden a problemáticas surgidas
también desde sus propias condiciones materiales de creación

Es bien sabido que hoy en el Gran Concepción la producción de textos, por parte
de los escritores de la zona, ha tenido un repunte significativo y hoy podemos una
cantidad notable de creadores que están o han publicado en los últimos años, y
sus libros pueden perfectamente ser analizados para evaluar si en el futuro sería
propicio incorporarlos a un plan, incluso alternativo, con la idea que al compartir
este territorio con el autor, los alumnos puedan tener mayor motivación lectora con
un texto que se torna cercano y significativo.
El trabajo debería consistir, en una primera etapa en realizar una cartografía real y
dinámica de los escritores y de las revistas de literatura (especialmente) que estén
o hayan circulado como fuentes en la Región. Y coordinar visitas de los escritores
a las instituciones educativas, contar con ellos, evaluar sus obras (como parte de
un plan específico), porque sin dudas esto potenciará una visión crítica de la
realidad por parte de los lectores al resignificar el territorio en el que viven y
conviven, y a la vez rescatará, fomentará y participará en la consolidación del
carácter identitario de una territorio en particular.

Y el circulo virtuoso

Escritores que habitan de una u otra manera nuestro territorio

Poesía

1. Agustín Benelli
2. Alan González
3. Alan Muñoz
4. Alejandra Ziebrecht
5. Alexis Figueroa
6. Amanda Varín
7. América Valdés
8. Andrés Rodríguez
9. Ángela Neira
10. Bárbara Calderón
11. Camila Varas
12. Carlos Cociña
13. Carlos Decap
14. Carlos Henrickson
15. Constanza Aracena (Sujeto a disc.)
16. Cristian Condemarzo
17. Damsi Figueroa
18. Daniela Guerrero
19. Diana de la Fuente
20. Egor Mardones
21. Elgar Utreras
22. Elvira Hernández
23. Enrique Saldivia
24. Erik Varas
25. Felipe Burgos (Sujeto a disc.)
26. Felipe Fernández
27. Felipe Fuentealba
28. Francisco Valenzuela (Sujeto a disc.)
29. Frank Solo (Sujeto a disc.)
30. Ignacio Gallardo
31. Ingrid Odgers
32. Juan Polizzi
33. Juvenal Vera
34. Lidia Mansilla
35. Marcelo Rioseco
36. Mario Flores
37. Mario González (Sujeto a disc.)
38. Maritza Aburto
39. Miriam Leiva
40. Nelly González
41. Nelson Alvarez «El Canela»
42. Noelia Burdiles
43. Omar Lara
44. Óscar Petrel
45. Óscar Vidal
46. Pablo Rocu
47. Pablo Valderrama (Sujeto a disc.)
48. Patricia Cremaschi
49. Patricio Contreras
50. Paulina Ibieta
51. Rafael Rubio
52. Ramón Orostegui
53. Reveko de la Jara
54. Ricardo Mahnke
55. Rodrigo Piracés
56. Rosalía Valenzuela
57. Rosy Sáez
58. Rowson Yeber
59. Sergio Melgarejo
60. Taty Torres
61. Tomás Harris
62. Tulio Mendoza
63. Wenuan Escalona
64. Yeny Díaz Wentén

Narrativa

1. Aída Esther Mora


2. Alejandra Ziebrecht
3. Alexis Figueroa
4. Alonso Tapia
5. Álvaro Muñoz
6. Arnolfo Cid
7. Boris Elchiver
8. Carlos Cociña
9. Cristian Condemarzo
10. Darwin Rodríguez
11. David Avello
12. Diego Gálvez
13. Felipe Fuentealba
14. Iván Monsalves
15. Johann Bórquez
16. Juan Pablo Cifuentes
17. Leonardo Seguel
18. Luz Marina Vergara
19. Maikel Loyola
20. Marcelo Rioseco
21. María Teresa Torres
22. Muñoz Coloma
23. Óscar Sanzana
24. Paulo Inostroza
25. Roberto Charlín
26. Ronald Zurita
27. Ronald Zurita
28. Sergio Gómez
29. Tulio Mendoza
30. Víctor Bascur
31. Violeta Cáceres

Dramaturgia

1. George Swaneck
2. Ingrid Fierro
3. Leslie Sandoval González
4. Leyla Selman
5. Marcelo Melo Orellana
6. Maricarmen Ramos
7. Sofía Fernández
8. Gonzalo Ramírez

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