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Existe durante el reinado de Felipe II visiones sobre los magistrados de la España moderna.
Algunas de estas es el caso de Diego Hurtado de Mendoza en su Guerra de Granada, donde
repasa el origen, la evolución y el papel de los letrados desde los tiempos de los Reyes
Católicos. La visión de Mendoza sobre los letrados es la de “gente media entre los grandes y
pequeños”.
Los letrados eran burócratas judiciales cuya principal misión era la de determinar o escuchar
causas. Mendoza observa el aumento de la importancia del papel de estos desde tiempos de
Isabel y Fernando, momento desde el cual se extiende su figura por Europa y culmina en
tiempos de Felipe II, con una importante capacidad de poder. Mendoza, como aristócrata (y por
tanto de linaje nobiliario) reivindica la situación pasada como ideal frente a la situación
presente.
Ideas similares a las de Mendoza se encuentran en otros autores de la época, como en el caso de
Juan de Castillo y Aguayo en su obra El perfecto regidor (1586) donde pone de manifiesto la
nueva realidad: el acatamiento de los nobles a los burócratas del reino. La figura de los
letrados por tanto parecía enfrentarse a los antiguos nobles. Otro testimonio interesante viene
desde Nápoles, también en tiempos de Felipe II y en este se lamenta la superioridad de los
‘hombres de toga’ en la administración estatal. En las propias palabras “no todos los que
gobiernan y quienes visten la vestimenta larga son idóneos para juzgar lo que corresponde al
honor”. Existía pues un descontento contra el poder de los letrados procedente desde el ámbito
nobiliario.
No obstante, conviene aclarar que una parte importante del poder político-administrativo recaía
en los secretarios reales (en buena medida secretarios también de otros consejos). Aun así los
letrados tenían un campo de acción, especialmente como vocales de los distintos consejos de la
Monarquía.
El Consejo de Estado fue el más importante de los consejos de la Monarquía Hispánica. Fue el
centro de coordinación del gobierno. Al tener precisamente ese sentido político fue el que
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menos respondía a las características de tribunal y por tanto no había una presencia destacada de
juristas. La figura principal de este Consejo de Estado durante el reinado de Felipe II (tb con
Carlos V) fue la de Secretario de Estado.
El Consejo Real de Castilla se trataba del más importante de los consejos territoriales. Está
bien estudiado, no obstante durante el reinado de Felipe II no es muy conocido. Respecto a la
presidencia de este, fue siempre de hombres de relevancia. Hubo aristócratas (caso del marqués
de Mondéjar o el conde de Barajas), pero siempre predominaron los letrados eclesiásticos o
seglares (caso del cardenal Espinosa o su sucesor, el obispo Diego de Covarrubias y Leiva).
Cuando Felipe II nombró a Covarrubias presidente del Consejo en 1572 le explicaba como las
competencias judiciales requería buena parte del funcionamiento del Consejo. Para 1588 Felipe
dicta una importante Instrucción para la Cámara de Castilla.
- La Cámara de Castilla era un comité restringido del Consejo Real de Castilla que
proponía al monarca el nombramiento de los magistrados civiles y de las autoridades
eclesiásticas que dependían del Patronato real.
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Las ordenanzas de febrero de 1598 dieron una dimensión a la institución, fijando en dieciséis el
número de consejeros y un total de cuatro salas (1 de gobierno y 3 de justicia).
El Consejo Supremo de Aragón fue el equivalente al Consejo de Castilla para los reinos que
conformaban la Corona de Aragón. Su creación se retrocede hasta 1494, cuando Fernando el
Católico transformase la base de los antiguos consejos reales de dichos reinos.
Además, el Consejo estaba integrado por seis letrados bajo el cargo de regentes. Eran dos por
cada uno de los territorios que conformaban la Corona de Aragón (Reino de Aragón, Reino de
Valencia y Principado de Cataluña).
Resulta de interés el cargo de Tesorero General, el cual podía ser ocupado por un castellano.
Este cargo fue ocupado de manera hereditaria por los condes de Chinchón entre 1558 y 1617.
Durante la estancia de Diego Fernández de Cabrera y Bobadilla en este cargo llevó a cabo una
política enfrentada al fuerismo aragonés.
En opinión del catedrático Blesa Lalinde este Consejo fue una institución que proveía de
oficios, con pocas atribuciones judiciales en aquellos reinos que no admitían apelaciones
(Aragón y Principado de Cataluña).
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Consejo de Italia, Consejo de Portugal y Consejo de Flandes.
Los consejos referidos a Italia, Portugal y Flandes fueron creados en el reinado de Felipe II.
Este consejo tuvo atribuciones sobre los reinos de Nápoles y Sicilia y el ducado de Milán.
Al igual que los miembros del Consejo Supremo de Aragón, los miembros de este recibían el
título de regentes. El número de miembros era de seis, tres pertenecientes a los distintos
territorios italianos (un napolitano, un siciliano y un milanés) y otros tres regentes que eran
españoles. En la práctica se impuso el sistema de consultas, favoreciendo la figura del
secretario frente a los regentes. La secretaría del Consejo fue ocupada por algunos de los que
fueron secretarios de Estado: Gonzalo Pérez, Gabriel de Zayas o Francisco Idiáquez. La
presidencia del mismo fue por lo general de personajes de gran relevancia, caso del conde de
Mélito, o los cardenales Granvela y Quiroga.
Sus principales funciones fueron de tipo judicial (la alta política quedaba reservada al Consejo
de Estado y de Guerra).
Tras la coronación de Felipe como rey de Portugal, en 1582 crearía un Consejo para la
dirección política del reino lusitano desde la Corte. Posteriormente en 1591 se crearía un
Consejo de Hacienda.
La intención era la de funcionar como un Consejo de Estado para los asuntos de los Países
Bajos durante lo que se creía como ‘ausencia temporal’ del rey en estos territorios.
Su fin llegó en 1598, tras la muerte de Felipe II y la cesión de estos territorios al archiduque
Alberto. Sería reestablecido en 1627, continuando hasta el reinado de Felipe V.
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Consejo de Hacienda y Consejo de Cruzada.
Además de consejos que se podrían calificar de tipo territorial, aparecen los consejos
departamentales, esto es, sobre aspectos y ámbitos más específicos. Algunos de ellos
aparecieron en su origen en la corona castellana y se extienden al conjunto de la Monarquía.
Por vez última, en 1593 el Consejo queda estructurado a la cabeza de un presidente, tres
consejeros que fueran del Consejo de Castilla* y otros tres contadores de hacienda
(1595, se incrementa a cuatro los contadores).
El Consejo de la Suprema Inquisición, fue por decisión de Felipe II, el tercero en la estructura
jerárquica de los Consejos. Fue regido durante la segunda mitad del s. XVI por tres prelados de
notoriedad:
+ APUNTES DE CLASE
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Consejo de las Órdenes.
El Consejo de las Órdenes quedaba encuadrado dentro de los conocidos como Consejos
Menores. Su origen se remonta a finales del s. XV (se piensa que en torno a 1495), en tiempos
de los Reyes Católicos, que lo crean sobre la base de antiguos consejos de las Órdenes
Militares. Mediante la creación de este se pretendía incorporar las distintas Órdenes a la Corona,
conllevando la transformación de algunas de las estructuras tradicionales de estas, como la
eliminación de la figura del maestre o la disminución del número de capítulos generales.
Este Consejo quedaba estructurado en dos salas, correspondientes por una parte a la Orden de
Santiago y por otra a las Órdenes de Calatrava y Alcántara. En 1566 Felipe II crearía una nueva
sala.
Su autoridad no logró extenderse sobre las Órdenes Militares portuguesas, tampoco sobre la
Orden de Montesa, cuyo maestrazgo se incorporó en 1587 a la Corona.
Dentro del ámbito judicial castellano destacaban fundamentalmente las dos Chancillerías, de
Valladolid y Granada, aunque también hubo tribunales de menor importancia. La aparición de
estos órganos es un reflejo de la Europa del momento: progresivo proceso de especialización
administrativa, que da lugar a la aparición de tribunales de justicia emanados del Consejo real.
- Chancillería de Valladolid: fue reorganizada por los Reyes Católicos en 1480, a lo largo
del s. XVI tuvo numerosas disposiciones normativas, precisando su composición y
jurisdicción.
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Dentro de las transformaciones que sufrió nos centraremos en las de Felipe II:
A estos dos tribunales lo completaban algunos tribunales de menor tamaño, las Audiencias.
- Audiencia de Sevilla: esta había sido creada desde la tradición del antiguo tribunal
local. Tuvo un papel destacado en la vida de la ciudad.
o Fue en 1554 por medio de una ordenanza cuando se establece un tribunal
presidido por un regente y compuesto por cinco oidores o jueces civiles, tres
alcaldes y un fiscal, los cuales no podían ser ni de Sevilla ni Carmona.
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dependencia hacia el tribunal de Sevilla. En 1589 se designaba un gobernador y capitán
general, que presidía la Audiencia.
- Audiencias indianas: no existe un acuerdo sobre su papel, existen autores que defienden
que fueron órganos de gobierno (Lalinde) frente a otras posturas donde lo reconocen
como un órgano judicial (García Gallo).
La fundación de las Audiencias correspondió al tiempo de Carlos, sin embargo estas
cambiaron en tiempos de su hijo, las de Charcas, en la actual Sucre, en 1559, Quito en
1563, Chile en 1567 y Manila en 1583.
Consejo de Navarra.
Dentro de la corona de Castilla existieron territorios que disfrutaban de una amplia autonomía,
caso de las provincias vascas y del reino de Navarra.
En las provincias y señoríos vascos la justicia era ejercida por las autoridades autónomas. Sin
embargo debe mencionarse la figura del Juez Mayor de Vizcaya, existente dentro de la
Chancillería de Valladolid.
Por otra parte, el Consejo de Navarra, que resulta un caso muy particular. Este Consejo, a
excepción de otros consejos de reinos, no residió en la Corte, permaneciendo en el reino
navarro. El Consejo de Navarra fue quien ‘continuase’ con las funciones judiciales que durante
el medievo ejerció la Corte Mayor. No tuvo impedimento en sus atribuciones políticas:
Se deben diferenciar dentro de la corona aragonesa en primer lugar los territorios peninsulares
(reinos de Aragón y Valencia y principado de Cataluña), que tuvieron una trayectoria común.
Por lo general en este territorio eran las Cortes las encargadas de establecer nuevos tribunales y
tenía autoridad para la modificación de los mismos.
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Durante el reinado de Felipe II, hubo dos momentos de importancia relacionados con este
ámbito, las Cortes de 1564 y 1585.
- 1564: parece ser que hubo una reacción conjunta ante el fenómeno del bandolerismo.
o Ante los largos procesos de las causas criminales, las Cortes catalanas forman
una sala criminal (“nou Consell reial per los negocis i causes criminals”)
además de la sala civil.
o Las Cortes aragonesas obtienen la fundación de un nuevo consejo, que
participaba de forma complementaria en las causas criminales.
o En Valencia las Cortes solicitaron al rey una diferenciación en causas civiles y
criminales
- 1585:
o La sala criminal de 1564 no fue muy aceptada en Cataluña por el incremento
del gasto. Aparece entonces la ‘Tercera Sala’, que se consolidó finalmente en
1599, cuando las Cortes aprueban la supresión de la sala criminal.
o Establecimiento en Valencia de dos salas civiles, las cuales sufrieron nuevas
modificaciones:
1601: vuelve a una sala civil
1607: vuelven a dos las salas civiles, por medio de una pragmática.
o En el reino de Aragón su reorganización llegó en 1592, y esta no afecta a la
Audiencia de forma directa.
Autoridad de los oficiales reales para entrar en lugares de señorío.
Prohibición de que los diputados del reino pudiesen convocar gente de
armas.
Etc.
Por otra parte, las Audiencias y tribunales de los reinos de Mallorca y de Cerdeña, cuya
aparición fue más tardía, durante el reinado de Felipe II. Hasta ese momento la administración
judicial se localizaba en el Regente de la Cancillería o bien del Gobernador General, tal y como
sucedía desde la Baja Edad Media.
- Cerdeña: fue el primero de los reinos insulares que contó con una Audiencia propia,
creada tras las Cortes catalanas de 1564, concretándose sus instrucciones en 1573.
- Mallorca: tras una pragmática del 11 de mayo de 1571 se instaura la Audiencia.
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Las instituciones de los reinos y dominios italianos.
- Nápoles:
o Gran Corte de la Vicaría, heredero de las competencias del cargo del
Gran Justicia.
o Regia Camera de la Sommaria, para cuestiones relativas al real
patrimonio.
o Sacro Regio Consiglio, para las apelaciones.
o Consejo Colateral, creado en 1503 y que tuvo un importante papel hasta
el s. XVIII, estaba compuesto por cinco consejeros que tenía funciones
de asesoramiento del virrey. Para finales del reinado de Felipe II y a
través de una pragmática se aumentaron los poderes de este frente al
virrey.
- Milán:
o Estudios sobre el Senado de Milán, institución creada en tiempos de Luis
XII de Francia. Sufrió transformaciones bajo el reinado de Carlos V y de
Felipe II (en el que lograría consolidarse). Existieron conflictos y
diferencias entre este órgano colegiado y el gobernador de Milán. El rey
Felipe II a través de distintas ordenanzas defendió los poderes del
Senado frente al gobernador.
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