You are on page 1of 16

CASO DE ERNESTO CASTILLO PAEZ

Estudiante:

Liliam Lizbeth Mendez Romero

Docente:

Jorge Luis Alban Noriega

Curso:

Derecho Constitucional

Ciclo Académico:

IV

SULLANA - 2018
CASO ERNESTO CASTILLO PAEZ

Nació el 3 de junio de 1968, estudiaba Sociología en

la Universidad Católica del Perú y al momento de su

detención, tenía 22 años y se encontraba en un distrito

populoso y pobre de Lima llamado Villa el Salvador,

realizando un trabajo de investigación, estudiaba

Sociología en la universidad La Católica de Lima y

era parte de sus estudios realizar algunas prácticas de

investigación en los centros poblados de los

alrededores de Lima denominados “pueblos jóvenes”

o “asentamientos humanos” donde habitaban mayormente gente de bajos ingresos

económicos.

El actual gobierno del Perú (en el poder desde 1990) ha sido el autor intelectual y

material de miles de detenciones-desapariciones, entre las cuales se encuentra

Ernesto. Ante la denuncia en el Perú de este acto criminal violatorio de los más

elementales derechos humanos, el aparato estatal adoptó la política de negarlo todo

y bloqueó las denuncias para evitar que sean admitidas en el Poder Judicial.

Recurrió a la amenaza y al ataque a testigos y familiares que podrían aportar

pruebas o indicios para identificar a los asesinos, que resultaban ser siempre policías

o militares. Y como si esto no fuera suficiente, el gobierno se negó sistemáticamente

a someterse a cualquier investigación por parte del Poder Judical, cuyos miembros

más honestos fueron amenazados con ser retirados del cargo e incluso de muerte si

es que cumplían con su deber. Y cuando a pesar de los obstáculos, algunos de los
criminales uniformados iban siendo identificados y corrían el riesgo de ser

procesados ante el Fuero Común, se les abrió otro juicio paralelo en el Fuero Militar

en el mayor silencio posible, y con la finalidad de evitarles un verdadero

juzgamiento, los sentenciaron -absolviendolos de toda culpa, claro- impidiendo así

"un nuevo juzgamiento por los mismos hechos" ante el Fuero Común. Finalmente,

el gobierno dictó una Ley de Amnistía (bautizada por la opinión pública como Ley

de Impunidad) que dejaba en libertad a todos los violadores de derechos humanos

ya sentenciados y por sentenciarse con lo que acababa con toda posibilidad de un

juicio futuro que se les pudiera abrir a estos asesinos.

Un domingo 21 de octubre de 1990, a los pocos meses de haberse instalado el

gobierno del ciudadano de origen japonés Kenya Fujimori, fue al distrito de Villa

El Salvador a realizar una de estas investigaciones y al promediar la mañana la

población de ese distrito se vio invadida por fuerzas policiales en un operativo

destinado a contrarrestar una marcha pública en el centro de este distrito, llevada a

cabo por elementos subversivos pertenecientes a Sendero Luminoso, produjeron

explosiones en la zona del “Monumento a la Mujer” del distrito de Villa El

Salvador. Poco después de las explosiones, las fuerzas de seguridad organizaron

una operación para detener a los responsables de las mismas.

Es cuando Ernesto se encontraba transitando una calle lejos del lugar de la marcha,

se le acercó un vehículo policial, bajaron unos policías y uno de ellos se dirigió a

Ernesto apuntándole con su arma ordenándole con palabras soeces que se detenga,

orden que Ernesto cumplió, le pidieron sus documentos personales, lo arrinconaron

contra la parte lateral del patrullero, le revisaron su ropa, lo despojaron de sus lentes
y sin mediar ninguna razón le ordenaron que se introdujera en la maletera del

vehículo el que luego partió con dirección desconocida.

A partir de ese momento nunca más supieron de él. Y aún en este momento no

saben qué es lo que pasó con él ni dónde se encuentra, pero siendo política de los

gobiernos de García y después de Fujimori de detener, torturar, asesinar y

desaparecer a las personas que para ellos eran sospechosos de pertenecer a los

grupos subversivos, deducimos que igual suerte corrió Ernesto.

Los padres de Ernesto Castillo Páez iniciaron su búsqueda y, al no encontrarlo en

las diversas dependencias policiales, realizaron las gestiones judiciales pertinentes

para localizarlo. El 25 de octubre de 1990, el padre de Ernesto, Cronwell Castillo

Castillo interpuso un recurso de hábeas corpus en su favor, presentado ante la jueza

Dra. Greta Minaya Calle el cual fue

declarado infundado. Para que este

caso haya llegado a la Corte

Interamericana de Derechos

Humanos fue necesario superar

todos estos obstáculos para lo cual

contamos con la buena disposición de los testigos -que no se amilanaron ante

posibles represalias-, la actuación honesta, firme y ejemplar de los primeros jueces

que declararon fundado el Habeas Corpus en favor de Ernesto (cuya orden de

libertad nunca fue cumplida) y el apoyo de organismos de defensa de los derechos

humanos como el Instituto de Defensa Legal -IDL- que tiene a su cargo la defensa

en el Perú y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional -CEJIL- que nos

representó ante la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.


Justamente esta máxima instancia de justicia interamericana nos ha dado la razón,

emitiendo esta sentencia donde DECLARA CULPABLE AL ESTADO

PERUANO DE LA DETENCION-DESAPARICION DE ERNESTO CASTILLO

PAEZ. El gobierno tendrá que cumplir esta sentencia. Lo obliga un tratado

internacional. Pero sin duda tratará de postergar su ejecución lo más que pueda si

es que no se ejerce presión sobre él.

Sobre la base de la resolución de la acción de hábeas corpus, se tramitó un proceso

penal por el delito de abuso de autoridad contra varios oficiales de la Policía

supuestamente involucrados con la desaparición de Ernesto Castillo. Por sentencia

del 19 de agosto de 1991, dicho Juzgado Penal concluyó que había quedado

acreditada la responsabilidad de la Policía Nacional en desaparición de Ernesto

Castillo Páez pero que no había indicios para identificar a los procesados como

autores, por lo que ordenó archivar el caso.

En 1991, la Corte Suprema de Justicia decidió ilegalmente revocar la sentencia de

hábeas corpus interpuesta por los padres del estudiante. Ante tales hechos,

acudimos a la Corte Interamericana de Derechos humanos, la que en noviembre de

1997 emitió sentencia condenando al estado Peruano por la desaparición de Ernesto

Castillo y a violación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Sólo

en setiembre de 2001 y por mandato de la Corte Interamericana se abrió proceso

penal contra los policías que habían participado de los hechos.

La Fiscalía Penal de Lima en sus dictámenes de noviembre de 2002 y febrero de

2003, determinó que se encuentra acreditada la comisión del delito de secuestro en

agravio de Ernesto Castillo Páez y la responsabilidad de los efectivos policiales que

participaron en su detención. Asimismo, determinó que debería ampliarse la


instrucción para que se comprenda en las investigaciones al Ex Ministro del Interior

Adolfo Alvarado Fournier, a los ex Directores de la PNP Víctor Alva Plascencia y

Adolfo Cuba y Escobedo y al jefe de la DINCOTE Enrique Oblitas Jaén, por su

directa relación con los hechos.

El 31 de marzo de 2003, la jueza María Gutarra Morote, titular del 13 Juzgado Penal

de Lima emitió su Informe Final en el que si bien coincide con la Fiscalía en que se

encuentra acreditada la comisión del delito de secuestro, sólo establece

responsabilidad sobre el Comandante PNP Carlos Mejía León y los efectivos

policiales Atanulfo Zamora García, Víctor Marquina Alvarado y Antonio López

Trujillo y además decidió no comprometer a Ex Ministros del Interior y a Ex

Directores de la Policía Nacional, a pesar de las evidencias existentes.

El 11 de setiembre del 2003 la Tercera Fiscalía Superior Penal de Lima, formuló

acusación sustancial contra el coronel PNP Juan Carlos Mejía León y los

suboficiales PNP Guido Jiménez del Carpio, Dany Quiroz Sandoval, Antonio

López Trujillo, Carlos Rodríguez Flores y otros once policías por su participación

en la desaparición de Ernesto Castillo Páez. Asimismo, el Fiscal Superior Francisco

Amoretti solicitó que a cada uno de los implicados se les impongan dieciséis años

de pena privativa de la libertad.

La desaparición de Ernesto Rafael Castillo Páez es el primer caso en el Perú sobre

las violaciones de derechos humanos que se encuentran pendientes en la

judicialización, en especial aquellos relativos a la desaparición forzada de personas

(actualmente el proceso se sigue por delito de secuestro) y donde se deba establecer

la responsabilidad por cadena de mando, encontrándose comprendidos los casos

presentados por la Comisión de la Verdad y Reconciliación.


Contravención de las normas internacionales de derechos humanos

Los artículos 101 y 105 de la Constitución del Perú otorgan calidad de ley tanto

nacional como constitucional a los tratados internacionales de derechos humanos

ratificados por el Estado. De acuerdo con la opinión de Amnistía Internacional, la

detención de Ernesto Castillo contraviene el artículo 7, en conexión con el artículo

1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos 4, y con el artículo 2

(Sección 3) y el artículo 9 (Secciones 1 y 4) del Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos (PIDCP)5, ambos ratificados por Perú en 1978.

Amnistía Internacional ha recibido informes de más de 3.000 desapariciones

producidas en Perú desde comienzos de 1983. La mayoría de las detenciones fueron

practicadas por miembros uniformados de las fuerzas de seguridad que se niegan a

admitir la responsabilidad de estos hechos. Muchos detenidos desaparecen

indefinidamente sin que sus familiares sepan alguna vez cuál ha sido su suerte,

mientras que otros son excarcelados después de pasar días o semanas en lugares

secretos de detención, en los que pueden haber sido torturados. En julio de 1990, el

presidente Alberto Fujimori asumió el poder. En su discurso inaugural declaró: "el

irrestricto respeto y promoción de los derechos humanos será una firme línea de

acción de mi gobierno", y agregó que se iba a nombrar una comisión nacional para

garantizar el respeto por los derechos humanos. A fines de enero de 1991, el

gobierno no había definido públicamente el mandato específico de esa comisión y

tampoco había nombrado a la persona encargada de dirigirla. Según organizaciones

independientes de derechos humanos de Perú, parece que 83 personas han

desaparecido durante los primeros ocho meses del gobierno del presidente

Fujimori. De ellas, posteriormente 15 fueron puestas en libertad y, según se


informa, 25 fueron halladas sin vida. Nada se sabe de las 43 restantes. Ernesto

Castillo es una de ellas. Los continuos informes de desapariciones a manos de las

fuerzas de seguridad de Perú, y el hecho de que no se hayan investigado a fondo ni

se haya llevado a los responsables ante la justicia significan que las autoridades

peruanas no están cumpliendo con sus obligaciones nacionales e internacionales.

Una consecuencia de esto es que se ha permitido que se lleven a cabo impunemente

graves violaciones de derechos humanos.

Amnistía Internacional ha recibido informes regulares sobre atentados perpetrados

contra defensores de los derechos humanos en un contexto de violaciones cada vez

más frecuentes de estos derechos.

You might also like