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LOS PROFESORADOS SEGUIMOS ENSEÑANDO

El 22 de noviembre de 2018 quedará grabado en la historia de las políticas


educativas como el día en que el PRO –y ningún otro partido más- aprobó la ley que
implica la eliminación gradual de los Institutos de Formación Docente. Con la
Legislatura vallada y militarizada, con gas pimienta, golpes y un estudiante
hospitalizado, treinta y cuatro legisladores y legisladoras tuvieron la insensibilidad y el
cinismo de hacer ley un proyecto rechazado a lo largo de todo un año por las
comunidades educativas y los y las especialistas en educación del país y la región.

Es así que eso que ayer, y desde hace ciento cincuenta años, conocíamos como
Institutos de Formación Docente, hoy ya no existe. Se ha borrado la institucionalidad de
cada uno de los veintinueve profesorados de la CABA, que a partir de hoy tendrán que
exponerse a un régimen de acreditación para seguir funcionando, aunque bajo otras
lógicas: el “Joaquín V. González”, el “Romero Brest”, el “Sara C. de Eccleston”, etc.,
serán etiquetas del “Sistema de Formación Docente” dependiente de un Ministerio de
Educación panóptico y omnipotente, que homologará planes de estudio y unificará
carreras y cursos con baja matrícula. A su vez, se competirá desigualmente con “los
recursos y autonomía universitaria”1 de la UniCABA, por lo cual, ni aún las etiquetas
quedarán en este futuro distópico y patético del macrismo.

Este segundo –o tercer proyecto-, aunque maquillado, es mucho más perverso


que el primero, que pretendía disolver en un acto legislativo los 29 IFD. En ese caso, la
resistencia se iba a dar en cada profesorado, haciendo una trinchera que impidiera el
desalojo. A favor del rechazo generalizado, lo cambiaron en busca de apoyo de otros
partidos políticos. En la versión definitiva, la sola creación de la UniCABA nos borra
del mapa: se ofrece mayor puntaje, se otorga título universitario, seguramente las
carreras son más cortas, etc. De a poco, los y las estudiantes van a ir migrando, al
tiempo que los y las graduadas van a tener que realizar cursos y posgrados para poder
seguir siendo competitivos en el sistema laboral docente, etc.

Con todo, hay algo de los profesorados que trasciende las etiquetas y las leyes
canallescas: la comunidad educativa, la resistencia frente a los embates del gobierno, la

1
Artículo 29°, inciso e de la “Ley de la Formación Docente del Sistema Educativo y creación de la
Universidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.
historia de cada IFD y, por sobre todo, la organización frente a la UniCABA. La lucha
no se terminó por la sanción de la ley: los profesorados seguirán en las calles,
reclamando su derecho a seguir existiendo de la manera más justa y entera posible. Allá
donde construyan la universidad estaremos desafiantes, tirando al suelo los tachos de
pintura, derribando la pared antes de que continúen con la columna, achicando los
límites del terreno hasta que solo quepan allí, paradxs y en soledad, los treinta y cuatro
legisladores y legisladoras que votaron a favor, la Ministra de Educación y Horacio
Rodríguez Larreta.

Desde afuera, les enseñaremos –porque así aprendimos en los profesorados- que
las reformas educativas deben tener voz, voto y participación de todas las partes
involucradas, que la represión es el reverso exacto en una discusión pedagógica, que
para hacer más atractiva la formación docente necesitamos mejores salarios. Les
enseñaremos también, junto a los profesorados de Educación Física, cómo disponer sus
cuerpos –tan chico va a ser el terreno- para que se ubiquen más cómoda y
relajadamente. Cuando finalmente se sientan a gusto, cuando en ese cuadrado
minúsculo encuentren su espacio de pertenencia, cuando comiencen a sentirse
orgullosos y orgullosas de sus esquinas maravillosas, muy despacito, como saben
nuestras maestras jardineras, les explicaremos que tenemos que cerrar la UniCABA
porque nació con el explícito objetivo de ajustar, de cerrar carreras, cursos e Institutos
con mucha historia, y eso no tiene nada que ver con la Educación que queremos.

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