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Los tributos del sector exportador minero eran reducidos en relación a su importancia
económica, pese a lo cual eran esenciales para el presupuesto público, sin llegar empero
a sostenerlo, de modo que el Estado se vio en la necesidad de buscar recursos externos
con el consiguiente aumento de la deuda externa (Gallo, 1991). La política monetaria,
muy limitada, no pretendía afectar el sector real de la economía mediante el dinero, no
sólo por las concepciones y prácticas económicas dominantes en la época al respecto,
sino también porque el Estado no tenía completo control de la oferta monetaria ni de los
todavía precarios sistemas monetario y financiero. Las reservas del país que sostenían el
sistema monetario
y los mecanismos de comercio internacional, dependían de las exportaciones mineras,
del
ritmo de las importaciones y de la contratación y pago de la deuda externa.
La política de comercio exterior consistía en no poner restricciones a los movimientos
internacionales de mercancías y recursos económicos. Los distintos mercados, todavía en
formación, funcionaban libremente y sin intervención estatal (Morales y Pacheco, 1999).
3. Régimen monetario y las políticas monetaria y cambiaria
En el siglo xix el régimen monetario en Bolivia, que tuvo a la plata como su base, fue
poco a poco pasando al patrón oro que fue adoptado formalmente con la ley del 5 de
diciembre de 1908. Su adopción fue un proceso que duró varios años comenzando a fines
del siglo xix, con la ley de noviembre de 1904 que es considerada
como una adopción de facto del patrón oro, se reconoció el valor cancelatorio de la libra
esterlina a un cambio de Bs. 12,50.
Para respaldar la adopción formal del patrón oro, en 1908 se contrató un empréstito del
banco estadounidense J. P. Morgan. Con el patrón oro, la oferta monetaria y su
relación con el nivel de reservas de los bancos estaban establecidos y se asumía la libre
convertibilidad de la moneda boliviana. Sin embargo sólo hubo libre convertibilidad por
un período breve, ya que con la suspensión internacional del patrón oro en 1914, en
Bolivia se levantó formalmente la libre convertibilidad de la moneda hasta 1922, cuando
fue
temporalmente restituida por unos meses y nuevamente suspendida hasta 1928,
restituida
de nuevo por poco tiempo y definitivamente suspendida en 1931.
Las fluctuaciones del tipo de cambio fueron notorias en los años 1914 a 1925, con cierta
tendencia a estabilizarse en la segunda mitad de la década de los 20, cuando en respuesta
a una mejora en las condiciones del mercado de minerales y la afluencia de divisas
provenientes del endeudamiento externo, aparecieron tendencias a la apreciación de la
moneda nacional.
La oferta monetaria varió más que el tipo de cambio (19,45 por ciento y 13,31 por ciento
en promedio anual respectivamente de 1913 a 1930), de modo que en Bolivia habría un
patrón oro formal pero en los hechos un “régimen del billete”. El año 1928, con la Ley
Monetaria 609, Bolivia retomó la vigencia del patrón oro, estableciendo la relación de
convertibilidad de la moneda boliviana con el oro, así como los tipos de cambio de la libra
esterlina y el dólar estadounidense, reconociéndose de nuevo a la libra esterlina inglesa
y peruana como monedas con capacidad monetaria plena, eliminándose las restricciones
a la exportación de oro y de monedas de plata, retomándose la convertibilidad del billete
bancario.
Sin embargo, cuando Inglaterra abandonó el patrón oro en septiembre de 1931,
Bolivia suspendió inmediatamente su recientemente reestablecido patrón oro, primero
con carácter temporal y finalmente de modo definitivo, suspendiéndose además la con-
vertibilidad del billete bancario. En julio de 1928 se había adoptado la libra esterlina para
el tipo de cambio, pasándose formalmente del sistema “gold standard” al “gold exchange
standard“, cuando se determinó que el bcb “… convierta sus billetes en determinadas
mone-
das de oro, en barras de oro y en letras a la vista o a tres días vista sobre Londres o Nueva
York, pagaderas en oro y giradas contra bancos de primera clase establecidos en esas
plazas”. La decisión implicaba que las reservas serían depositadas en instituciones
bancarias del extranjero. Según las autoridades esto facilitaría la regulación del circulante
por el bcb, ya que los depósitos de respaldo aumentarían o disminuirían dependiendo de
las operaciones bancarias y del funcionamiento de la economía del país
En algunas ocasiones el gobierno avanzó en el control de una parte de las divisas fruto de
la exportación minera a través de políticas de entrega obligatoria de divisas (se obligaba
a los exportadores a vender al Estado un porcentaje del valor de sus exportaciones en
letras sobre el exterior), que buscaba garantizar que el Estado, los importadores y otros,
pudieran contar con divisas para su actividad económica.
En los años 20 surgieron propuestas a favor de una mayor presencia del Estado en la
economía para controlar los sistemas monetario y cambiario, que parecían muy
vulnerables
ante las condiciones externas, y las decisiones de los grandes mineros de mantener sus
ingresos por exportaciones fuera del país. En el ámbito cambiario surgieron corrientes
que
postulaban una mayor entrega obligatoria de divisas por parte de los exportadores para
tener algún control sobre el sistema monetario y cambiario.
4. El sistema monetario y la banca
A fines del siglo xix destacaban en la banca boliviana el Banco Boliviano fundado en 1867,
el Banco de Crédito Hipotecario de Bolivia en 1869, el Banco Nacional de Bolivia en 1872.
A estos bancos se sumaron el Banco Industrial de La Paz (1899), el Banco Agrícola (1904)
el Banco de Bolivia y Londres (1907), el Banco Mercantil (1905), el Banco del Comercio
(1901) y algunos bancos extranjeros con sede fuera del país. Casi todos los bancos eran
emisores ya que la mayoría de las transacciones económicas en el país se realizaban con
dinero fiduciario de modo que la emisión de billetes era un negocio rentable. Los bancos
trataban de emitir la mayor cantidad posible de billetes otorgando créditos sin que
existiera mayor control a estas prácticas por deficiencias en las normas, limitaciones
técnicas del Estado y fuertes influencias políticas de los accionistas de los bancos. En
efecto, desde fines del siglo xix (leyes de 17 de agosto de 1871 y de 30 de septiembre de
1890) la emisión monetaria en el país estuvo a cargo de bancos privados que podían
emitir dinero en una proporción de 150 por ciento de su capital la cual se redujo al 100
por ciento el año 1900, volviendo al 150 por ciento en 1922.
Luego de muchos debates fruto de intereses y posiciones encontradas, en enero de
1914 se promulgó una ley de bancos que estableció nuevas bases para la organización de
los bancos y su control por el Estado. Ya en 1905 se había propuesto una reforma bancaria
que comprendiera la creación de un banco estatal como único emisor de billetes; algo
que no se concretó sino muchos años después. El monopolio estatal de emisión de
billetes fue un proceso paulatino iniciado cuando el Banco de la Nación Boliviana emitió
su propio billete. Este banco fue fundado en 1911 en medio de críticas y
cuestionamientos de la banca privada y contaba con capitales públicos y privados a
mitades y participación estatal, aunque minoritaria, en su directorio
Sus emisiones monetarias fueron teniendo cada vez mayor importancia en el total de los
billetes que circulaban en la economía boliviana. Paralelamente este banco fue teniendo
creciente importancia en la gestión de los negocios bancarios del país. Con la finalidad de
avanzar hacia la existencia de un banco único a cargo del emisión monetaria y regular la
circulación monetaria con base en su encaje metálico, en 1914 se otorgó al Banco de la
Nación Boliviana el monopolio de la emisión monetaria por 25 años, acompañada de la
incineración paulatina de los billetes de otros bancos, aunque luego se concedió a los
bancos Mercantil, Nacional y Argandoña un plazo mayor para sacar sus billetes de
circulación.
Los primeros acuerdos (marzo 1930) del Comité Internacional del Estaño que fijaron las
cuotas de exportación a los países productores, si bien ayudaron a controlar la baja de
los precios del estaño, mostraron la vulnerabilidad de la economía boliviana, pues los
costos de producción eran muy altos frente a la competencia internacional, algo que
habría de continuar con tendencias a agravarse en años siguientes. Además se inició en
Bolivia una fuerte pugna por la entrega de divisas al Estado y el tipo de cambio.
Desde 1930 el servicio de la deuda externa era un grave problema para la economía
boliviana, por lo que se buscaron alternativas para enfrentarlo. Puesto que el Estado
carecía de recursos y divisas, se terminó declarando la suspensión del servicio de la deuda
externa en enero de 1931. En agosto de este año se ratificó esta suspensión que habrá
de durar más de dos décadas.
Las dificultades económicas fruto de la crisis provocaron una agudización de los conflictos
sociales y políticos que provocaron inestabilidad en el país y prácticas represivas por el
gobierno. Varios análisis apuntan a señalar que el presidente Daniel Salamanca (1931-
1934) precipitó la guerra con el Paraguay como una manera de atenuar las fuertes
contradicciones políticas.
Antes de la guerra, el BCB sostenía firmemente una posición de política monetaria pasiva
que planteaba que las variables monetarias no podían incidir en las reales, razón por la
cual proponía evitar emisiones de dinero que intenten contrarrestar la contracción de la
economía o financiar el déficit fiscal.
Pero con la guerra del Chaco que comenzó en 1932 y los problemas que ocasionó a la
economía boliviana, el BCB tuvo que convertirse en una de las dos principales fuentes de
financiamiento del conflicto bélico, aumentando el crédito fiscal con el consiguiente
impuesto inflación implícito en la baja del poder adquisitivo de los ingresos fruto de esta
política. La otra fuente de financiamiento fue el cobro de impuestos extraordinarios de
emergencia, particularmente a la minería.
En cuanto a los préstamos del BCB, pese a las restricciones al crédito fiscal establecidas
en su ley del año 1928 y a las objeciones de su directorio que tuvo “serias diferencias” al
respecto con el gobierno, en los años de la guerra, el gobierno requirió del BCB
financiamiento vía empréstitos de emergencia de defensa (de 1932 a 1935 se cuentan 18
empréstitos) que consolidados llegaron a 393 millones de bolivianos para el año 1935,
con lo que la deuda pública interna se incrementó en casi 16 veces, siendo que el 90 por
ciento correspondía a empréstitos para la defensa nacional.
Desde 1930 las reservas fueron disminuyendo. Antes de la crisis de 1929, en el marco de
la convertibilidad, las reservas llegaban al 94 por ciento de la oferta monetaria. En 1933
el gobierno dispuso flexibilizar los artículos 71 y 73 de la Ley del BCB de 1928, que
determinaba un respaldo legal mínimo del 50 por ciento, con lo cual se abrió las puertas
para la contratación de empréstitos del Banco Central sin la restricción del llamado encaje
legal. Así, por ejemplo, la relación de las reservas y oferta monetaria fue descendiendo
del 73 por ciento en 1931 al 6,7 por ciento en 1934. Esta relación también fue baja en
1935, año en que si bien las reservas casi se duplicaron respecto al año anterior, la oferta
monetaria aumentó en un 69 por ciento.
Terminada la guerra del Chaco, Bolivia vivió una larga coyuntura de agudos conflictos
sociales y políticos mientras los problemas económicos del país se profundizaban.
Aunque las condiciones del mercado mundial de minerales mejoraron, en particular
durante la 2ª Guerra Mundial, la minería del estaño comenzó a decaer. Las reservas se
incrementaron pero los ingresos del Estado eran insuficientes por lo que la deuda pública
interna continuó aumentando de modo que en valores nominales en 1951 era más de 11
veces mayor que en 1935.
La dinámica política fue muy compleja. Entre 1936 y 1951 se pueden identificar cuatro
fases en la vida política del país. Una primera, de 1936 a 1939 de reformas radicales, una
segunda de 1940 a 1943 de reacción restauradora, una tercera de continuación de las
reformas que va de 1943 a 1946 y una cuarta de 1946 a 1951 de intentos de retroceso.
El movimiento de los trabajadores mineros se reorganizó y cohesionó sindical y
políticamente, mientras la clase media crecientemente descontenta con el orden
económico y político vigente, se hacía permeable a las posibilidades de una
transformación del sistema político en Bolivia.
La política monetaria
Entre 1936 y 1943 la oferta monetaria aumentó en 22,99 por ciento anual, pasando de
443 a 1878 millones de Bs., mientras el nivel de precios lo habría hecho al 26,13 por ciento
y la tasa cambiaria al 59,78 por ciento. Mientras la deuda del gobierno con el BCB subió
en 40 por ciento. El crédito otorgado por el BCB al público aumentó en 389 por ciento
(de Bs. 38 millones a diciembre de 1939 Bs. 186,3 millones a diciembre de 1943) y la
cartera de la banca privada aumentó en 182 por ciento (de Bs. 180.700.000 en enero de
1941 a Bs. 508.484.000 en diciembre de 1943).
De 1936 a 1943, la política monetaria se sujetó a las necesidades fiscales y del sector
privado de la economía. A inicios de los años 40 se pretendió parar las presiones
inflacionarias con acciones de restricción a la oferta de dinero, principalmente mediante
una política de regulación de los créditos tanto públicos como particulares. Sin embargo
esa política de moderada restricción chocaba con las necesidades de una economía que
necesitaba dinamizarse por lo que no pudo sostenerse. En diciembre de 1943 el gobierno
de Gualberto Villarroel (1944-1946), decidió enfrentar lo que se caracterizó como una
inflación fiscal y del crédito bancario con una política de austeridad dirigida por Víctor
Paz, en ese entonces Ministro de Hacienda.
La deuda pública con el BCB apenas subió en 545 millones de Bs. en 1943 a 583 en 1946.
Desde 1944 el país vivió tres años de relativa estabilidad de precios fruto de las políticas
de austeridad arriba descritas con tasas de inflación de 8 por ciento en 1944 y 1945 y 12
por ciento en 1946. Sin embargo, tras el derrocamiento del gobierno de Villarroel, la
inflación recrudeció debido al incremento del gasto público así como de los créditos que
otorgó el BCB al gobierno. En efecto, la deuda pública interna subió de 584 millones de
Bs. en 1946 a 1.366 millones en 1950.
La oferta monetaria en 1951 había aumentado en un 70 por ciento respecto a 1949. En
suma, la oferta monetaria en promedio anual se incrementó en 23 por ciento entre 1936
y 1943; 15 por ciento de 1944 a 1946 y 20,17 por ciento de 1947 a 1951.
La política cambiaria
La política cambiaria en los años de la posguerra del Chaco hasta inicios de los años 50
fue compleja y muy cambiante. Un elemento clave fue el control de cambios que se
implantó en 1932. Si bien éste respondió inicialmente a las necesidades de la economía
de guerra y luego a necesidades específicas de la economía del país, surgieron corrientes
que defendían el control de cambios como una manera efectiva de retener en el país
parte del excedente generado en la minería y reducir lo que se dio en llamar “ausentismo
de capitales”, la salida de recursos en la forma de exportación de minerales que no
retornaban al país.
En 1935 se había introducido el tipo de cambio libre paralelo. Los exportadores de estaño
vendían el 50 por ciento de sus divisas al gobierno al tipo de cambio oficial (20 Bs.); el
gobierno usaba las divisas abaratas para necesidades fiscales, importar combustible,
materias primas y artículos primera necesidad. El otro 50 por ciento lo vendían al tipo de
cambio paralelo (fijado en 80 Bs.) con el que se atendían las demandas de comerciantes,
industriales y el público. El gobierno estaba a cargo de fijar los tipos de cambio en
consulta con el BCB y atendiendo las demandas de varios actores.
En 1936 se introdujo el tipo de cambio múltiple consistente en que los tipos de cambio
variaban según los bienes exportados e importados. La especulación en el mercado de
divisas provocó el desmesurado crecimiento de un mercado negro donde la libra llegó a
cotizarse hasta en 200 Bs. Ante esta situación, en septiembre de 1936, se estableció el
cambio plural consistente en un cambio oficial de Bs. 50 para el gobierno y las
importaciones priorizadas; un cambio intermedio Bs. 120 para importaciones no
esenciales; un cambio libre de Bs. 161 para los bancos privados y el público que varió
entre Bs. 161 y Bs. 200. Meses después, por la mayor oferta de giros, el tipo de cambio
libre disminuyó a Bs. 120 unificándose con el intermedio y luego ambos bajaron llegando
a Bs. 100. En este contexto considerado favorable, en mayo de 1937 se restituyó la libre
importación, pero por poco tiempo ya que las restricciones a las importaciones volvieron
a imponerse a fin de ese mismo año. En julio de 1937 se unificaron todos los tipos de
cambio a Bs. 100. Como consecuencia, en agosto de 1937 desapareció la Junta de Control
de Cambios que al asignar las divisas discrecionalmente había contribuido al desorden
cambiario y a prácticas de corrupción. Y en abril de 1938, se volvió al sistema de tipos de
cambio múltiples para las necesidades no oficiales de divisas, mientras el tipo de cambio
oficial se mantenía en Bs. 100. En junio de 1938 de fijó un nuevo tipo de cambio “no
oficial” de Bs. 141 mientras el oficial se mantuvo en Bs. 100 incluso en el año 1939.
En 1940 comenzó la era del dólar en Bolivia al disponerse que la unidad monetaria del
país se rija por un cambio único y uniforme de 40 Bs. por dólar, inicialmente mientras
dure la Segunda Guerra Mundial. Luego, por decreto de 12 de febrero de 1943 se
estableció que el dólar sería la base del cambio internacional en Bolivia. Desde 21 de junio
de 1941, el tipo de cambio único del dólar subió a Bs. 46, bajando en 1942 a Bs. 42 y
manteniéndose varios años hasta que al final de la década se regresó a la política de tipos
de cambio diferenciados con un dólar oficial fijado en Bs. 60. En 1945, en el marco de los
esfuerzos del gobierno para estabilizar y dinamizar la economía, se decretan aumentos
en los porcentajes de venta obligatoria de divisas al Estado, restricciones a las
importaciones y se estableció dos tipos de cambio: uno oficial y otro diferencial.
En 1947 este comité establecía cupos de divisas para las importaciones en los que debían
priorizarse las de alimentos y algunas manufacturas. En 1948 el 93 por ciento del total de
compras moneda extranjera por el BCB provenía de las exportaciones mineras, siendo
que los exportadores debían entregar el 60 por ciento de sus divisas al tipo de cambio de
Bs. 42. En octubre de 1949, ante una demanda de los pequeños exportadores de estaño
que argumentaron que era insostenible mantener la producción del mineral por la baja
de los precios internacionales, se creó un tercer tipo de cambio llamado libre a Bs. 115
por dólar. En 1950, pese a los criterios contrarios del BCB, se introdujeron otros dos tipos
de cambio, un cambio llamado de trueque de Bs. 130 y otro de Bs. 190 para la venta del
10 por ciento de las divisas de exportaciones para favorecer a la minería; mientras en el
mercado negro el dólar se traficaba en más de Bs. 200.
Por otro lado, en mayo de 1945 se llevó a cabo el Primer Congreso Nacional Indigenista,
que terminó con la aprobación de los decretos de abolición del pongueaje y la
introducción de salarios en el agro, que si bien no se aplicaron, dieron rumbo a las
posteriores transformaciones agrarias. Si bien los gobiernos posteriores al de Villarroel
no siguieron la línea reformista reduciendo la presión a las grandes empresas mineras,
mientras se ignoraban las disposiciones que beneficiaban a los trabajadores, las bases de
la dominación oligárquica eran ya muy precarias. Por ejemplo, en 1951 se estableció la
venta obligatoria del 100 por ciento de las divisas provenientes de las exportaciones, esta
vez a un tipo de cambio menor al del mercado, aunque luego esta medida fue levantada,
revelando las contradicciones de una economía necesitada de recursos y un sistema de
dominación que aún respondía a los intereses de la gran minería. “Hacia 1949, el país era
un caos a nivel social, político y económico”.
El período estatista 1952-1985
4.1. La economía y política económica en los primeros años de la revolución
La transición hacia el estatismo que duró poco más de 20 años, terminó en abril de
1952,
cuando una victoriosa insurrección franqueó el acceso del Movimiento Nacionalista
Revolucionario al gobierno (1952-1964). Los pasos que se dieron en años pasados para
transformar la economía y la sociedad boliviana culminaron en las medidas
transformadoras
principales como el voto universal (julio de 1952), la nacionalización de las minas (octu-
bre de 1952), la reforma agraria (agosto de 1953), la reforma educativa (enero de
1955).
El gobierno revolucionario buscó impulsar el desarrollo de la economía mediante
una política económica que actualizó las recomendaciones del Plan Bohan de 1942,
para
sustituir importaciones y diversificar las exportaciones con la producción de productos
agrícolas, agroindustriales, manufacturas y petróleo. Esta vez los recursos requeridos
por
el Estado ya no provendrían de los impuestos a la minería privada, si no de la gran
empresa
estatal minera, la comibol, que debía generar los recursos que, transferidos al Estado
impulsarían el desarrollo y diversificación de la economía boliviana. Si bien se reconocía
la importancia fundamental del sector privado, el Estado se convirtió en el eje de la eco-
nomía participando activamente en la producción de bienes y servicios, promoviendo el
desarrollo y tratando de zanjar las pugnas distributivas.
Si ya en la década de los 40 la economía nacional confrontó muchas dificultades en la
producción y distribución de la riqueza y en el control de la inflación, tras la revolución
de
1952 éstas se acentuaron. Los primeros años de la revolución se caracterizaron por la
escasez
y la especulación, caídas en la producción, aumentos de los gastos estatales y reducción
de
ingresos públicos con el consiguiente incremento del déficit fiscal, que llevó al aumento
del crédito fiscal del bcb proveniente de emisiones monetarias que alimentaron el alza
de
precios (Zegada, 2015). Así hasta 1957 la tasa de inflación promedio anual alcanzó al
100,7
por ciento y el pib se contrajo en promedio 2,2 por ciento cada año (cuadro Nº 3).
De 1952 a 1956 la deuda fiscal, principalmente con el bcb aumentó 33 veces (de Bs.
2.730 millones a Bs. 90.450 millones); la oferta monetaria aumentó 18 veces (de 6.290
millones a 112.990 millones de Bs.); el tipo de cambio del dólar libre aumentó de Bs.
190
a Bs. 14.000. Las reservas en oro y dólares cayeron de usd 34,5 millones a usd 1,6 mi-
llones, la fuga capitales llegó a usd 30 millones y la deuda externa total del país
aumentó
en ese período de usd 300 millones a usd. 500 millones (Eder 1968, p. 41).
La falta de ingresos estatales, la escasez de productos de primera necesidad, la alta
inflación y la contracción de la actividad económica, llevaron al gobierno del mnr
apoyarse
cada vez más en la ayuda norteamericana, sin la cual la economía boliviana difícilmente
hubiera podido sostenerse.
4.2. Crisis y políticas de estabilización
En mayo de 1953 se aplicó un conjunto de medidas de política económica para reducir
el
déficit fiscal, mientras se fijaban precios, salarios, se daba fin a los tipos de cambio dife-
renciados y se regulaba el crédito bancario. Las medidas, marcadamente
intervencionistas
comprendían, en el campo cambiario, una fuerte devaluación de la moneda nacional (el
tipo de cambio del dólar pasó de Bs. 60 a Bs. 190), la autorización para que haya un
tipo de cambio paralelo libre-fluctuante, el monopolio del bcb para la compra y venta
de divisas en el mercado oficial y disposiciones para controlar el uso de las divisas. El
bcb debía hacer un presupuesto nacional anual de divisas, dar licencias para exportar e
importar bienes y autorizar los pagos en el extranjero. Para aumentar los ingresos
fiscales
se creó un impuesto a las importaciones no esenciales y otro por cada dólar vendido
por
la comibol. En el campo crediticio se establecieron límites para las colocaciones de la
banca. También se autorizó al bcb para acuñar monedas de oro para su venta dentro y
fuera del país. Además se dispuso un incremento salarial diferenciado según si el
trabajador
tenía o no pulpería, se fijaron precios máximos para los artículos primera necesidad, se
congelaron los alquileres y se puso fin a las subvenciones al consumo.
El plan fracasó en su intento de estabilizar y recuperar la economía, a pesar de contar
con un colchón financiero en divisas proveniente de un primer préstamo que con este
motivo hizo el fmi. Tras la revolución de 1952 el régimen monetario establecido con la
Ley
Orgánica del bcb de 1945 no fue objeto de modificaciones esenciales, aunque los
sistemas
monetario, crediticio y cambiario fueron adecuándose a un más activo accionar estatal.
En el período 1952-1956 el bcb financió tanto el creciente gasto del tgn como
las actividades del sector privado y de entidades estatales como la cbf, la comibol y
los bancos Minero y Banco Agrícola. La oferta monetaria tuvo entre 1952 y 1956 una
considerable expansión. Los billetes emitidos aumentaron en poco más del 2.500 por
ciento; el medio circulante aumentó en 1.998 por ciento y la liquidez total en alrededor
del 2.130 por ciento (cuadro Nº 4).
La política crediticia fue orientada a favorecer el desarrollo de la actividad industrial
con disposiciones específicas de tipos de interés diferenciados. Sin embargo pese a los
esfuerzos de control (se llegó a crear en el bcb una Oficina de Control de Crédito Indus-
trial) fue práctica habitual conseguir recursos con bajas tasas de interés para la
actividad
industrial y destinarlos luego a otro tipo de actividad. Temiendo provocar una mayor
recesión se intentó parar la inflación reduciendo la cantidad de dinero creado por la
banca
privada subiendo las tasas de encaje legal sin mayor éxito, pues el aumento de la oferta
monetaria provenía del crédito fiscal al Tesoro General de la Nación.
La política de tipos de cambio múltiples con distintos criterios de asignación de divisas
que se practicó desde fines de la década del 40, fue mantenida con algunas
modificaciones
hasta 1956. En mayo de 1953 se devaluó la moneda nacional estableciendo un tipo de
cambio oficial de 190 Bs. por dólar, como único tipo de cambio, aunque se mantuvo el
mercado libre de divisas para atender las necesidades de importaciones no esenciales
para la
economía nacional. En muchos casos se dieron certificados a productores,
principalmente
exportadores, que les permitían importar varios tipos de mercancías, parte al tipo de
cambio
oficial y parte al tipo de cambio libre; certificados que en muchos casos eran
transferidos a
comerciantes dando ganancias importantes a unos y otros. El bcb pretendiendo ordenar
el sistema cambiario lo fue complicando cada vez más. Así en 1955 se establecieron
tipos
de cambio diferentes si las exportaciones eran a Argentina, Chile, Perú o Brasil. Por otro
lado, para estimular a la minería mediana y pequeña se estableció la libre disponibilidad
en
divisas de una parte de sus exportaciones para atender sus importaciones de insumos.
En
todos estos casos las ventajas que se brindaban, más que estimular la producción,
llevaron
a prácticas que daban buenas ganancias a los que especulaban en los mercados de
divisas. Frente a esta situación con la finalidad de estabilizar la moneda y recuperar la
economía,
en diciembre de 1956 se promulgaron los decretos de estabilización monetaria
conocidos
como el Plan Eder, que introdujeron modificaciones en las políticas fiscal, monetaria,
cambiaria, laboral y de comercio exterior. Sus principales medidas comprendían un tipo
de
cambio único fijado por el Departamento Monetario del bcb de acuerdo a la demanda y
oferta de divisas, operaciones libres en moneda extranjera con libre disponibilidad para
los
exportadores, restricciones al gasto público con expresa prohibición de su
financiamiento
por el bcb; severo control de la oferta monetaria; eliminación de los controles de
precios;
control de las operaciones financieras de la banca para reducir su accionar a lo
indispen-
sable; el congelamiento temporal de sueldos y salarios; el libre comercio exterior; el fin
de
las subvenciones a las importaciones y las exportaciones. Las medidas tenían un soporte
de 25 millones de dólares de un Fondo de Estabilización creado para éste fin, financiado
con recursos de ee.uu. y del fmi. Por las características de shock del plan, los efectos
que
inicialmente provocó en la economía fueron severos, por lo que tuvo que ser
flexibilizado
de modo que la oferta de dinero, el crédito fiscal y el crédito privado siguieron
aumentando,
aunque a ritmos menores a los de anteriores años (cuadro Nº 5).
Los objetivos del plan de estabilización fueron alcanzados. La tasa de inflación bajó al
13 por ciento entre 1958 y 1960 (cuadro Nº 3) y la economía poco a poco comenzó a
crecer.
El tipo de cambio del dólar se estabilizó en 12.000 Bs. a fines de 1958, manteniéndose
por casi 15 años. El déficit fiscal bajó (Zegada, 1984), los préstamos del bcb al gobierno
disminuyeron considerablemente y las empresas públicas redujeron sus pérdidas, por lo
que requirieron menos crédito fiscal. El régimen monetario fue reordenado con algunas
modificaciones a Ley Banco Central de Bolivia de 1945 que redujeron la independencia
del bcb en cuanto a la emisión de dinero, los encajes legales, la otorgación de créditos
al
sector público y la fijación del tipo de cambio. Si bien la oferta monetaria y el endeuda-
miento fiscal aumentaron más de lo esperado, se controlaron lo suficiente para eliminar
los temores de un recrudecimiento de la inflación. El modelo de desarrollo estatista
comenzaba así a consolidarse y habría de mantenerse en las siguientes dos décadas con
relativo éxito y una creciente, aunque tímida, presencia del capital privado.
4.3. Régimen monetario y las políticas monetaria y cambiaria en el auge
del estatismo
En la década del 60 la economía boliviana registró una tasa de crecimiento promedio
anual del pib de 5,6 por ciento y una tasa de inflación promedio anual de 5,7 por ciento
(cuadro Nº 6). En la segunda mitad de la década, las exportaciones de petróleo, llegaron
a ocupar el segundo lugar en las exportaciones nacionales luego del estaño (Memorias
Anuales de bcb 1965-1970). Las reservas internacionales aumentaron de 13,6 a 36 mi-
sector privado, aumentos de salarios para los empleados del sector público y de las em-
presas estatales que acusaban déficits y crisis de liquidez, en medio de pugnas
distributivas
cada vez más intensas, atizadas por las permanentes y crecientes subidas de precios y
las
expectativas inflacionarias que se arraigaron en los agentes económicos. El eje estatal
de
la economía boliviana, en torno al cual se había montado el modo de desarrollo, estaba
comerciales, las casas de cambio y el Banco del Estado. Para sostener el mercado oficial
los exportadores debían entregar el 40 por ciento de sus divisas al bcb al tipo de cambio
oficial. Este mecanismo no funcionó como se esperaba, no pudiendo frenar la acelarada
depreciación de facto del peso boliviano ni la escasez de dólares.
Entre 1982 y 1985 hubieron varios intentos de enfrentar la crisis sin éxito. En esos
años el gobierno aplicó seis “paquetes” de política económica, que buscaban la estabili-
zación macroeconómica y la reactivación de la producción. Los instrumentos utilizados
fueron el control de precios, devaluaciones con tipos de cambio diferenciados, alzas de
salarios nominales, una política fiscal que pretendía reducir el gasto público pero en los
hechos no lo conseguía, con lo que la política monetaria se subordinó a la política fiscal.
A fines de 1982 se emitieron disposiciones que intentaron estabilizar el tipo de cam-
bio. Se estableció un tipo de cambio único oficial con control estatal de divisas, basado
en controles al comercio exterior y entrega obligatoria de divisas al Estado y se creó una
Comisión de Política Cambiaria para la asignación de las escasas divisas según criterios
y normas determinados por el gobierno. Parte de estas medidas fue la
“desdolarización”,
que consistió en convertir a moneda nacional todas las obligaciones contraídas en dóla-
res o con mantenimiento de valor incluidos los depósitos en la banca, al tipo de cambio
determinado por el gobierno en el día. La medida generó un desajuste en el sistema
ban-
cario perjudicando a los acreedores y a los que tenían depósitos en el sistema bancario
en
moneda extranjera, favoreciendo a los deudores. La política de desdolarización fracasó
ya que las transacciones en dólares más bien aumentaron y adicionalmente el gobierno
tuvo que refinanciar deudas y depósitos en dólares con creación de moneda,
acerelando
la inflación (Cariaga, 1996).
En la medida en que el gobierno iba perdiendo el control del sistema cambiario y la
diferencia entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio paralelo se acentuaba -por
ejemplo en julio de 1985 el tipo de cambio oficial llegó a 75.000 $b. por dólar mientras
en
el mercado paralelo era de 885.476 $b. (Morales, 1988)-, la dolarización de la economía
se intensificaba de modo que el precio del dólar en el mercado paralelo se convirtió en
el
referente del resto de los precios con lo que la moneda nacional perdió casi
completamente
sus funciones. Expresión de esta crisis monetaria fue que el bcb tuvo que poner en
circu-
lación billetes de cortes muy altos, comenzando con los de 500 $b. en 1981,
terminando
con los de 100.000 $b. en 1984, pasando por los denominados cheques de gerencia que
circulaban como billetes (Zegada, 2015).
El sistema crediticio también entró en crisis, perdiendo su capacidad de interme-
diación financiera. El gobierno continuó fijando las tasas de interés activas y pasivas
para
el sistema bancario, que con la alta inflación se hacían rápidamente negativas. Las ope-
raciones financieras y las operaciones de la banca disminuyeron ostensiblemente por la
acelerada inflación, las tasas de interés reales negativas y el tipo de cambio
sobrevaluado
(Cariaga, 1996).
El bcb no solamente financió el déficit fiscal que llegó en 1984 al 25 por ciento del pib,
sino que además realizó préstamos a la banca privada que eran pasados a agentes
económicos
privados a tasas de interés reales negativas. Estos financiamientos eran cubiertos con
emisión
monetaria. La tasa de crecimiento anual de la base monetaria subió del 11,4 por ciento
en
1981 a 7.820,4 por ciento en 1985 (Morales, 1988) y, como acertadamente hace notar
Com-
boni (2005), la emisión monetaria del bcb que permitía sostener el crédito fiscal y el
crédito
privado, fue al fin de cuentas cubierta por el impuesto inflación, que recayó en la
población
que perdía capacidad de compra por el alza continua de los precios. Para contraer la
oferta monetaria se aumentaban las tasas de encaje legal con el consiguiente
incremento de los
costos de operación para la banca (Memoria del bcb, 1984, p. 51-B). La hiperinflación, la
dolarización, la pérdida de control estatal del régimen monetario, la crisis institucional
del
bcb, y el casi colapso del sistema financiero fueron la expresión, en el ámbito monetario
y
cambiario, del agotamiento del modelo basado en el capitalismo de Estado.
PERIODO NEOLIBERAL:
Bajo el entusiasmo del éxito de plan de estabilización de 1985, de las que siguieron, la
publicación del llamado Consenso de Washington en 1989. Las experiencias de las teorías
liberales como las de Chile, con la presión del Banco Mundial y del F.I.M. El gobierno
Boliviano en la década de los noventa se puso en acuerdo con las teorías neoliberales y
con algunos aportes innovadores. Se siguen los principios del nuevo modelo:
a) Reducción de la participación del estado en la economía,
b) Libertad total de los mercados, incluyendo al sector externo,
c) Apoyo al desarrollo de la empresa privada,
d) Presupuestos nacionales equilibrados,
e) Impuestos y aranceles uniformes y reducidos,
f) Se estableció que el Banco Central podía prestar al sector público sólo en
situaciones de emergencia.
PERIODO NEO-ESTADISTA
Desde el 2007 se dio prioridad a la moneda nacional, la política cambiaria que empezó
priorizando a la moneda extranjera cambio al fomentar la exportación antes que la importación,
esta política dio paso a que la moneda del boliviano se fortalezca frente al dólar
La libre convertibilidad en Bolivia. Comenzó a inicios del siglo XX y como base de cambio estaba
la libra esterlina hasta 1940 de ahí para adelante se tomo como base de cambio al dólar
estadounidense
la inflación en este último periodo ha sido en promedio del 6% y el crecimiento del 5.99% lo
cual ha ayudado a mantener a margen la crisis.
La política monetaria ha podido ser manejada con mayor flexibilidad combinando su objetivo
primordial de estabilidad de precios con algunas acciones de apoyo al crecimiento económico
También destacar el préstamo a empresas estatales aunque fuera prohibido en ese entonces
por la ley, fue lo que ayudo al crecimiento de la economía.