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Situación general
Hoy en día se está llegando con la inmunización a más niños que en ningún otro momento
de la historia: más de 100 millones de niños al año en el periodo 2005-2007. Además, los
beneficios de la inmunización se están extendiendo cada vez más a los adolescentes y los
adultos, protegiéndolos contra enfermedades que ponen en peligro la vida como la gripe, la
meningitis y ciertos cánceres que aparecen en la edad adulta. En los países en desarrollo se
dispone de más vacunas y se están salvando más vidas. Por primera vez en la historia
documentada, el número de niños que mueren cada año ha caído por debajo de los 10
millones, lo que se ha debido a la mejora del acceso al agua potable y al saneamiento, la
mayor cobertura de inmunización y la prestación integrada de intervenciones sanitarias
básicas.
Se han obtenido más vacunas y otras ya están en las últimas fases de los ensayos clínicos,
lo que hace del presente decenio el más productivo de la historia del desarrollo de vacunas.
Se dispone de más fondos para la inmunización gracias a mecanismos de financiación
innovadores. Y se están aprovechando mejor la creatividad, los conocimientos y la
experiencia técnica gracias al establecimiento de alianzas entre los sectores público y
privado forjadas para contribuir al logro de los objetivos mundiales relacionados con la
inmunización.
Es mucho lo que hay en juego. La OMS ha estimado que si todas las vacunas de que
disponemos hoy en día contra las enfermedades de la infancia se adoptaran de forma
generalizada, y si los países pudiesen incrementar la cobertura vacunal hasta un promedio
mundial del 90%, de aquí a 2015 podrían prevenirse dos millones de muertes más al año
entre niños menores de cinco años. Esto tendría una repercusión importantísima en el
progreso hacia el objetivo mundial de reducir la mortalidad infantil en dos tercios entre
1990 y 2015 (ODM 4). También serviría para reducir en gran medida la carga de
morbilidad y discapacidad debidas a enfermedades prevenibles mediante vacunas, y
contribuiría a mejorar la salud y el bienestar de los niños, además de reducir los costos de
hospitalización.
Pero incluso cuando se hayan alcanzado las metas mundiales, el éxito se medirá respecto de
un factor más: la sostenibilidad de los logros. Se están sentando sólidos cimientos, como el
fortalecimiento de los sistemas de salud y los programas de inmunización, nuevas alianzas
entre los sectores público y privado para la obtención de vacunas y para las actividades de
inmunización, nuevos mecanismos mundiales de financiación a largo plazo, estrategias de
administración innovadoras y sostenibles, y mejores estrategias de promoción y
comunicación, encaminados a velar por que los avances a largo plazo no se sacrifiquen en
aras de resultados a corto plazo.
Para lograr el mejor efecto inmunizante y protector de las vacunas y minimizar sus posibles
reacciones adversas, las vacunas deben conservarse en frío (2-8°C) y evitando la luz.
La cadena de frío
Es un sistema organizado de transporte, almacenamiento y distribución de vacunas en las
condiciones térmicas recomendadas, de modo que se garantice el mantenimiento de la
potencia inmunizante desde su fabricación hasta su administración. Debe ser mantenida,
pues de ella dependen la efectividad y la seguridad de la vacunación.
Las vacunas de gérmenes vivos (triple vírica y varicela) son, en general, poco
resistentes al calor. Por ello, conviene situarlas en los estantes más fríos del
frigorífico (si los hubiera).
No abrir y cerrar el frigorífico muchas veces a lo largo de la jornada, ni dejar mucho tiempo
abierta la puerta. Comprobar que ésta quede bien cerrada.
Transporte de vacunas
Para transportes de corta duración de pequeñas cantidades de vacunas, como por ejemplo
entre el almacén principal y los puntos de vacunación o entre distintos puntos de
vacunación (domicilios, consultorios locales...), se debe usar un contenedor aislante –
nevera rígida tipo «camping»– provisto de acumuladores de frío, que deben dejarse a
temperatura ambiente durante 15-20 minutos, hasta que aparezcan gotitas de condensación
en su superficie.
Los acumuladores de frío no deben entrar en contacto con el embalaje de las vacunas, ya
que éstas podrían congelarse; pueden separarse con una placa de poliestireno, cartón grueso
rugoso o papeles arrugados.
Otras vacunas que deben preservarse de la luz son la VPI (antipoliomielítica inactiva
trivalente), SRP (triple viral: sarampión, rubéola, paperas), Hib (Haemophilus influenzae
tipo b), VHA (hepatitis A), gripe, neumococo y meningococo C.
Las vacunas que no son fotosensibles son: DTPa (difteria, tétanos, tos ferina) y VHB
(hepatitis B).
as vacunas son seguras y eficaces. Dado que las vacunas se administran a millones de
personas saludables, incluidos niños, para prevenir enfermedades graves, están sujetas a
estándares de seguridad muy altos.
En esta sección, aprenderá más sobre la seguridad de las vacunas, y obtendrá respuestas a
las preguntas comunes sobre los efectos secundarios de las vacunas.
INMUNIZACION PASIVA:
En la actualidad, los pacientes se pueden tratar con anticuerpos cuando están enfermos de
difteria o tienen una infección por citomegalovirus. Como medida preventiva, también se
puede emplear un tratamiento con anticuerpos después de la exposición a un patógeno, para
así tratar de impedir el desarrollo de la enfermedad (como en el caso del virus sincitial
respiratorio [RSV, por sus siglas en inglés], sarampión, tétanos, hepatitis A, hepatitis B,
rabia o varicela). El tratamiento con anticuerpos no se puede usar para casos de rutina de
estas enfermedades, pero podría ser benéfico para personas con alto riesgo, como las que
tienen deficiencias del sistema inmunológico.
Normalmente, las vacunas necesitan tiempo (semanas o meses) para producir inmunidad en
una persona, y podrían requerir varias dosis sobre cierto periodo de tiempo para que se
obtenga la protección máxima. Sin embargo, la inmunización pasiva tiene la ventaja de
actuar rápido porque produce una respuesta inmunológica en cuestión de horas, o días, es
decir, actúa más rápido que una vacuna. Además, la inmunización pasiva puede actuar de
forma efectiva en un sistema inmunológico deficiente, lo cual ayuda especialmente a
alguien que no responde a la inmunización.
Sin embargo, los anticuerpos tienen ciertas desventajas. En primer lugar, puede ser difícil y
costoso producir anticuerpos; aunque las nuevas técnicas pueden ayudar a producir
anticuerpos en el laboratorio. En la mayoría de los casos, los anticuerpos para las
enfermedades infecciosas deben recolectarse de la sangre de cientos o miles de donadores
humanos; o bien, deben obtenerse de la sangre de animales inmunes (como los anticuerpos
que neutralizan venenos de víbora). En el caso de los anticuerpos recolectados de animales,
el receptor podría generar reacciones alérgicas graves. Otra desventaja es que muchos
tratamientos con anticuerpos deben aplicarse mediante inyecciones intravenosas, lo cual es
un procedimiento que necesita más tiempo, y podría ser más complicado que la inyección
de una vacuna. Por último, la inmunidad que confiere la inmunización pasiva es a corto
plazo, y no conduce a la formación de células inmunes con memoria duradera.
En ciertos casos, pueden conjuntarse la inmunidad pasiva y la activa, por ejemplo, a una
persona mordida por un animal rabioso podría recibir anticuerpos de la rabia (inmunización
pasiva para crear una respuesta inmediata) y la vacuna contra la rabia (inmunidad activa
para obtener una respuesta duradera a este virus de reproducción lenta).
INMUNOTERAPIA INESPECÍFICA: