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III DOMINGO DE ADVIENTO

En este domingo se emplean ornamentos de color morado o rosado.

Antífona de entrada Cf. Flp 4, 4.5


Alégrense siempre en el Señor.
Vuelvo a insistir, alégrense, pues el Señor está cerca.

No se dice Gloria.

Oración colecta
Dios y Padre nuestro,
que acompañas bondadosamente a tu pueblo
en la fiel espera de nacimiento de tu Hijo,
concédenos festejar con alegría su venida
y alcanzar el gozo que nos da su salvación.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Eres la alegría del Señor

Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14-18a

¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate


de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha retirado las sentencias
que pesaban sobre ti y ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel,
el Señor, está en medio de ti: ya no temerás ningún mal.
Aquel día, se dirá a Jerusalén: ¡No temas, Sión, que no
desfallezcan tus manos! ¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un
guerrero victorioso! El exulta de alegría a causa de ti, te renueva con
su amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta.

Palabra de Dios.

SALMO Is 12, 2-3 4abc. 5-6

R. ¡Aclama y grita de alegría,


porque es grande en medio de ti el Santo de Israel!
Este es el Dios de mi salvación:
yo tengo confianza y no temo,
porque el Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Ustedes sacarán agua con alegría
de las fuentes de la salvación. R.

Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,


anuncien entre los pueblos sus proezas,
proclamen qué sublime es su Nombre. R.

Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:


¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión,
porque es grande en medio de ti
el Santo de Israel! R.

El Señor está cerca

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de


Filipos 4, 4-7

Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la


bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está
cerca. No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia,
recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de
gracias, para presentar sus peticiones a Dios.
Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar,
tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes
en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

ALELUIA.

Aleluia.
El espíritu del Señor está sobre mí,
él me envió a evangelizar a los pobres.
Aleluia.
EVANGELIO

¿Qué debemos hacer?

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 3,


2b-3.10-18

Dios dirigió su palabra a Juan Bautista, el hijo de Zacarías, que


estaba en el desierto. Este comenzó a recorrer toda la región del río
Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los
pecados.
La gente le preguntaba: «¿Qué debemos hacer entonces?»
El les respondía: «El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene;
y el que tenga qué comer, haga otro tanto.»
Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le
preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?»
El les respondió: «No exijan más de lo estipulado.»
A su vez, unos soldados le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué
debemos hacer?»
Juan les respondió: «No extorsionen a nadie, no hagan falsas
denuncias y conténtense con su sueldo.»
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si
Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: «Yo los bautizo
con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni
siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los
bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la
horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero
consumirá la paja en el fuego inextinguible.»
Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la
Buena Noticia.

Palabra del Señor.

Se dice Credo.

18. Acabada la homilía, cuando está prescrito, se canta o se dice el


Símbolo o Profesión de fe:

Creo en un solo Dios,


Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos.
Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre;
por quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo,

En estas palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se


inclinan.

y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo


hombre;
y por nosotros fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato, padeció y
fue sepultado,
y resucitó al tercer día según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos
y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de Vida,


que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Profeso un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

19. En lugar del Símbolo Niceno-Constantinopolitano, sobre todo en el


tiempo de Cuaresma y en el tiempo de Pascua, se puede emplear el
Símbolo bautismal de la Iglesia de Roma, también llamado «de los
Apóstoles».

Creo en Dios, Padre todopoderoso,


creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo,


nuestro Señor,

En las palabras que siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan.

que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,


nació de santa María Virgen.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo,


la santa Iglesia católica,
la comunión de los Santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.

Oración sobre las ofrendas


Ayúdanos, Padre, a ofrecerte este sacrificio
como expresión de nuestra propia entrega,
para que así cumplamos debidamente
lo que tú mismo nos mandaste celebrar
y obtengamos la plenitud de la salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de Adviento I o II o V

Antífona de comunión Cf. Is 35, 4


Digan a los que están desalentados:
sean fuertes, no teman, nuestro Dios viene y nos salvará.

Oración después de la comunión


Señor y Dios nuestro, imploramos tu clemencia
para que la fuerza de este alimento divino,
liberándonos de todo pecado,
nos prepare para la celebración del nacimiento de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Puede impartirse la bendición solemne


PREFACIO DE ADVIENTO I
LAS DOS VENIDAS DE CRISTO

33. Este prefacio se dice en las Misas del tiempo, desde el primer
domingo de Adviento hasta el 16 de diciembre, y en las restantes
Misas que se celebran durante este tiempo y que no tienen prefacio
propio.

V. El Señor esté con ustedes.


R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.


R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo Señor nuestro.

Él vino por primera vez en la humildad de nuestra carne,


para realizar el plan de redención trazado desde antiguo,
y nos abrió el camino de la salvación;
para que, cuando venga por segunda vez
en el esplendor de su grandeza,
podamos recibir los bienes prometidos
que ahora aguardamos en vigilante espera.

Por eso, con los ángeles y los arcángeles,


y con todos los coros celestiales
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo es el Señor,


Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
PREFACIO DE ADVIENTO II
CRISTO, SEÑOR Y JUEZ DE LA HISTORIA

33b. Este prefacio se dice en las misas del tiempo, desde el primer
domingo de Adviento hasta el día 16 de diciembre, y en las restantes
Misas que se celebran durante este mismo tiempo y no tienen prefacio
propio.

V. El Señor esté con ustedes.


R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.


R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,


es nuestro deber cantar en tu honor
himnos de bendición y de alabanza,
Padre todopoderoso,
principio y fin de todo lo creado.

Tú has querido ocultarnos el día y la hora en que Cristo, tu Hijo,


Señor y Juez de la Historia,
aparecerá sobre las nubes del cielo revestido de poder y de gloria.
En aquel día, tremendo y glorioso al mismo tiempo,
pasará la figura de este mundo
y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva.

El Señor se manifestará entonces lleno de gloria,


el mismo que viene ahora a nuestro encuentro
en cada hombre y en cada acontecimiento,
para que lo recibamos en la fe
y para que demos testimonio por el amor,
de la espera dichosa de su reino.

Por eso, mientras aguardamos su última venida,


unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo es el Señor,


Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

PREFACIO DE ADVIENTO V
LA PROMESA DEL SALVADOR

34c. Este prefacio se dice en las Misas que se celebran durante el


tiempo de Adviento y no tienen prefacio propio.

V. El Señor esté con ustedes.


R. Y con tu espíritu

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.


R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo Señor nuestro.

Porque Él es el Salvador
que en tu misericordia y fidelidad
prometiste al hombre extraviado,
para que su verdad instruyera a los ignorantes,
su santidad justificara a los pecadores
y su fuerza sostuviera a los débiles.

Al acercarse el tiempo en que ha de llegar tu Enviado


y amanece el día de nuestra salvación,
llenos de confianza en tus promesas,
cantamos, Padre, con filial alegría,
el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo es el Señor,


Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
BENDICIONES AL FINAL DE LA MISA
Y ORACIONES SOBRE EL PUEBLO

BENDICIONES SOLEMNES

El sacerdote puede utilizar las siguientes bendiciones a elección, al


final de las celebraciones de la Misa, de la Liturgia de la Palabra, de la
Liturgia de las Horas o de los Sacramentos.

El diácono o, a falta de éste, el mismo sacerdote, dice: Inclinados,


reciban la bendición. Luego el sacerdote, con las manos extendidas
sobre el pueblo, dice la bendición y todos responden: Amén.

I. En las celebraciones de cada tiempo

1. Adviento
Dios todopoderoso y lleno de misericordia,
por la primera venida de su Hijo Unigénito, en la que creemos,
y por la segunda que esperamos,
los ilumine con su luz
y los colme con su bendición.
R. Amén.

En el camino de esta vida los haga constantes en la fe,


alegres en la esperanza
y activos en la caridad.
R. Amén.

Para que celebrando la venida en el tiempo de nuestro Redentor,


sean recompensados con el don de la Vida eterna
cuando el venga por segunda vez en la gloria.
R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,


del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.

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